Yasmani Castro Caballero


Festival Santiago Álvarez in Memoriam: virtual pero sin perder importancia

El Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in Memoriam regresó desde este 3 de marzo en su XIX edición. La cita –que concluirá el próximo día 8– es el más importante encuentro del cine documental que se realiza en Cuba desde la década del noventa del pasado siglo XX, por iniciativa de un grupo de jóvenes que formaban parte de la Asociación Hermanos Saíz.

El evento estará dedicado a la especial relación del cineasta con la tierra de los anamitas, país que visitó en quince oportunidades durante sus viajes diplomáticos, y donde, en la década del 70, rodó Abril de Viet Nam. Muchos de estos documentales del gran cineasta muestran la grandeza de este país de Asia, sobre todo en el periodo de enfrentamiento contra la intervención estadunidense.

A diferencia de otras ediciones, esta se enfocará solamente en el disfrute y apreciación de la calidad cinematográfica cubana e internacional. Las obras presentadas este año competirán en el próximo Festival, lo que permitirá un mayor acercamiento a lo mejor del cine documental que se ha realizado dentro de esfera nacional e Internacional.

Como será imposible asistir a las salas de cine, debido a la Covid-19, el espacio se traslada a las plataformas virtuales del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), el Ministerio de Cultura, las redes sociales de la Oficina Santiago Álvarez y el canal Multivisión.

Lázara Herrera, presidenta del evento, expresó en nota de prensa la importancia de llevarle al público un hálito de fuerza en medio del aislamiento social y la lucha contra la pandemia: “A pesar de la situación epidemiológica, nuestra cultura se mantiene viva, activa.”

Por su parte, Rodulfo Vaillant García, presidente del Comité Provincial de la UNEAC en Santiago de Cuba, reitera la importancia de este evento, que no solo prestigia la ciudad, sino que se extiende a las comunidades de la provincia.

Este XIX Festival quedó hoy inaugurado con las palabras de su presidenta Lázara Herrera, y luego se exhibieron los documentales El drama de Nixon, de Santiago Álvarez, sobre la invasión a Laos; Dicen que soy su maestra, producido en 2019 por los realizadores norteamericanos Catherine Murphy y Lucy Massie-Phenix, el cual aborda la historia de una estetista afroamericana de Carolina del sur (Bernice Robinson), quien fue la primera maestra en las llamadas “escuelas de ciudadanía”, que alfabetizaron alumnos afroamericanos para poder registrarse en el sur entre los años 1950 y 1960.

El evento teórico reservó para horas de la tarde las palabras del crítico cubano Frank Padrón, sobre los aportes de Álvarez al cine documental, seguido de la transmisión del Noticiero ICAIC Latinoamericano 376 del 4 de septiembre de 1967, dedicado a la solidaridad con el hermano pueblo de Vietnam y al Campeonato Mundial de Caza Submarina.

El jueves 4 de marzo, los cinéfilos podrán apreciar Iré a Santiago, de Sara Gómez; Nacido en Gambia, de Natxo Leuza Fernández, de España, Gran Premio del XVII Festival; así como el evento teórico que en esta ocasión cuenta con Belkis Vega, documentalista; además del Noticiero ICAIC 395, y entrevistas con Racial Feria y Arnulfo Rodríguez, de las artes visuales.

Y para el viernes 5: Hanoi martes 13, de Santiago Álvarez; Boca de Fuego, de Luciano Pérez Fernández, de Brasil; la entrevista realizada por Álvarez a Ho Chi Minh, entre otras proyecciones y análisis.

El XIX Festival de Documentales prevé para el último día con un gran homenaje por el aniversario 102 del natalicio del maestro Santiago Álvarez, y es que lo más importante de un evento cultural como este se encuentra en la preponderancia del cine documental, un género que está ligado, a nivel simbólico y social, a las lucha de los pueblos.

Santiago Álvarez, el padre del cine documental en nuestro país, es aún hoy un cineasta de referencia para las nuevas generaciones, de ahí que esta cita continúe siendo uno de los asideros culturales de la nación cubana.

*Con información de la Agencia Cubana de Noticias (ACN).



El feeling del alma

Una de las revelaciones que ha traído las jornadas del Jazz Namá, en esta edición de 2021, fue la participación del joven David Gómez Cruz. Estudiante de saxofón del Conservatorio “Esteban Salas” de Santiago de Cuba, ya se encuentra en el último año de esta especialidad. Con solo 20 años este joven, oriundo de Las Tunas, destaca cuando toca el saxofón.

Es por eso que el Portal del Arte Joven Cubano conversó con él sobre este maravilloso mundo de jazz donde ha ido despuntando desde el año 2019.

fotos tomadas del perfil de facebook de David Gomez Cruz
  • ¿Qué te motivó a tocar el saxofón?

Desde pequeño siempre me gustaba jugar a abrirle pequeños agujeros a los tubos y soplar, luego de mayor siempre me llamo atención el sonido tan brillante del saxofón; por eso me decidí a estudiarlo.

  • ¿Qué saxofón tocas?

El Saxofón alto.

  • ¿Qué te motivo acercarte al jazz?

Siempre he tenido la curiosidad de saber que existe más allá de una simple armonía, de una canción. Creo que con el jazz me ocurrió igual. Solo fue el deseo de tocar y hacer música que se arraigara a mi personalidad.

fotos tomadas del perfil de facebook de David Gomez Cruz
  • ¿Por qué el jazz y no otro género de la música popular cubana?

Existen muchos géneros en Cuba, pero el jazz ha sido el género con el cual me he identificado; me siento vivo y puedo expresar mis sentimientos detrás de cada nota que toco.

  • ¿Cuáles son tus referentes en el mundo jazzístico?

 Existen muchos músicos buenos pero siempre he sentido afinidad por tres saxofonistas que nunca dejaré de escuchar: Gerald Albright, Ed Calle y Kenny G.

David, un muchacho de educación cristiana, desde hace varios años tiene una pequeña agrupación en el Conservatorio conocida como DjazzVi, la cual se presentó en una de las jornadas del Jazz Namá.

fotos tomadas del perfil de facebook de David Gomez Cruz
  • ¿Qué es DjazzVi, qué significa?

Sale de mi nombre “Deivi”, al quitar “ei” y sustituirlo por jazz, quedaría entonces formado Djazzvi. Significa que el jazz lo intento llevar siempre en mi interior; y así poder lograr mayor musicalidad y profundidad en la música que hago junto a mis colegas músicos de la agrupación.

  • ¿Qué aspiraciones tienes con tu agrupación?

Tengo muchos sueños, soy una persona que le gusta crear y siempre tener metas por alcanzar, pero todo depende de la ayuda de Dios y de lo que él quiera en mi vida.

  • Me confesaste que eres cristiano, de la denominación protestante, Adventista del Séptimo Día. Lo que me llamó la atención, porque en el mundo del jazz normalmente los músicos son practicantes de las religiones de matriz africana como la santería. En los adventistas, el sábado es un día sagrado que solo se determina para adorar a Dios, ¿qué pasaría si tuvieras un concierto el sábado del cual dependería tu carrera futura dentro de la música?

No, no cambio mis creencias por nada. Dios siempre tiene una salida para ese tipo de casos. Ejemplo, mi pase de nivel cayó sábado y a mí me hicieron las pruebas en solitario el domingo, por lo que se demuestra que siempre hay una salida.

fotos tomadas del perfil de facebook de David Gomez Cruz
  • ¿Qué se siente tener esa capacidad de improvisar con el saxofón?

Nacemos con un por ciento de musicalidad pero el otro por ciento debemos desarrollarlo en la escuela, en nuestro estudio diario. Pero aún no me siento bien, porque me pasa que mientras más estudio, puedo logro ver cuánto me queda por recorrer. La música es mundo que nunca acaba, pues el arte no tiene edad, a diferencia del deporte. El arte madura como el vino y el artista mientras más viejo, más sabio.

  • ¿Cuáles son los profesores que han dejado una impronta en tu formación como músico?

Agradecido a mis profesores Juan Borges Fuentes, Bryan Ortíz Verdecia, Aníbal Hernández Hannot y a mi gran maestro Julio César González Simón, quien me ha aportado grandes cambios en mi sonido, en mi manera de pensar, estudiar y hacer la música.

fotos tomadas del perfil de facebook de David Gomez Cruz
  • ¿Cómo ha influido la Asociación Hermanos Saíz en tu formación como músico?

Siempre estaré agradecido a la AHS por apoyarme en mi música. Muchas gracias por siempre invitarnos a estos eventos que ayudan a crecer el género en nuestro país.

  • ¿Cuáles son tus aspiraciones para el futuro?

Mis aspiraciones en primer lugar es graduarme del Conservatorio y después ir a estudiar a la Universidad de las Artes. Todo lo que venga después, depende de Dios y sus planes para mi vida.

fotos tomadas del perfil de facebook de David Gomez Cruz

Después de esta respuesta me siento muy reconfortado al poder descubrir la espiritualidad de un músico tan joven como David Gómez, en quien se cumple la premisa “que el esfuerzo es la clave del éxito”. Amén de su talento y su capacidad para improvisar con el saxofón, sus principales herramientas ante la vida son su paciencia e inteligencia emocional. Con ellas enfrenta cada desafío en el difícil mundo de la música. Espero en algún momento ver en otros escenarios a este joven y talentoso músico que es una muestra de nuestro sistema de enseñanza artística y del apoyo que brinda la Asociación Hermanos Saíz a las jóvenes promesas de la cultura en Cuba.



Recordando a Tití (+Tuits)

Suena el teléfono pasado las 12 de la madrugada y me dan la fatídica noticia. Ha muerto Tití, y una sensación de angustia y dolor se apodera de mi mente que me impide tomar el sueño. Pienso que este año no se diferencia del otro, y ahora recuerdo todo lo bueno que fue para el desarrollo del arte joven. Sus consejos, su pasión por la cultura de Santiago de Cuba. Su vida llena de plenitud que se apagó por culpa de una penosa enfermedad que lo aquejaba desde hace un año.

Cuando la gente muere todos dicen “el pobre, qué bueno fue”. Pero en el caso de Tití, no solo por ser bueno, sino por ser consecuente con el tiempo que le tocó vivir. Ser cuadro es fácil, ser líder es complicado, y él fue un líder desde su posición como presidente de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba, donde núcleó y ayudó a muchas personas. Fuimos unos cuantos artistas jóvenes que nos salvamos de la ignominia, la burocracia y una muerte segura en el campo artístico. Si Tití no hubiera puesto su mano y su pecho contra las “balas”, fuéramos muchos “cadáveres” de artistas.

En la mañana del 12 de febrero las personas del mundo cultural de Santiago de Cuba nos reunimos en la funeraria santiaguera para homenajear y despedir como se merece el querido Alcides Carlos González (Tití), con unas palabras de Teresa Melo, leídas por el realizador Rubén Aja. Sumadas también a la del director provincial de Cultura Raulicer Hierrezuelo; una guarda de honor encabezada por las máximas autoridades del Partido y el Gobierno en la provincia, y el aplauso final. Un momento de mucho dolor pero muy emotivo donde recibió el último adiós de quienes compartimos muchas veces con él.

En estos momentos que se habla de «diálogo», este hombre del teatro es un divino ejemplo de esa premisa del buen entendimiento. Nunca le guardó rencor a nadie a pesar de que tuvo “peleas” históricas con un gran grupo de personas. Sus consejos fueron importantes para siempre levantarme y seguir porque, aunque hayan pasando diferentes direcciones por la Asociación Hermanos Saíz, todos recuerdan con mucho cariño los tiempos en que Tití asumió valientemente esta difícil responsabilidad.

Se le recordará además con esas ganas de vivir, con esos sueños transformadores y espíritu despierto. Por eso, para muchos de los que estuvimos cerca de él, ha sido difícil verlo partir con mucho que hacer todavía. Pero en cada artista que Tití ayudó y guió, está su legado y su impronta. Esa que marca el paso del futuro de nuestro arte en este archipiélago bañado por las aguas del mar Caribe.

Han sido muchas las palabras de pésame y dolor que he visto por la redes sociales debido a este triste acontecimiento. La mayoría recuerdan a Tití, vivo, lleno de esa alegría que siempre tenía para regalar y que pudo repartir entre muchas personas de la cultura artística de Cuba. Pero la mejor manera de seguir recordándolo es seguir trabajando por defender el arte cubano, en especial el arte realizado por los jóvenes.



«Matria» en Santiago de Cuba (+Video)

No hay forma más bella de ver a los espíritus que cuando los cuerpos danzan. Sobre esa premisa llegó el fotógrafo Gabriel Dávalos a Santiago de Cuba, quien después de un largo período de documentación fotográfica a diferentes bailarines de agrupaciones como El Ballet Santiago, Danza Teatro del Caribe y el Ballet Folclórico Kokoyé, quedaron establecidas las imágenes mostradas en la exposición “Matria”. La misma fue inaugurada en la otrora Plaza de Armas, hoy parque Carlos Manuel de Céspedes, uno de los lugares de mayor significado de la ciudad.

La exposición “Matria” es una muestra itinerante que ha estado presente en diferentes ciudades como Matanzas, Santa Clara, y posteriormente será inaugurada en Camagüey y La Habana. Según su creador, “Matria” es la confluencia de un grupo de almas que simboliza ese sentido de Patria hecha mujer y que siempre está dialogando con cada uno de nosotros, como esa suerte de camino que recorremos sobre esta existencia. La inauguración de la misma ocurrió con una velada cultural con la Banda Provincial de Conciertos y las agrupaciones Ballet Santiago y la Compañía Folclórica Kokoyé.

Gabriel Dávalos es periodista de profesión, con una amplia trayectoria de trabajo como fotorreportero y publicista. Se ha especializado en la fotografía danzaría. La cual le ha ganado un importante reconocimiento en el mundo de la danza por haber captado con su lente a muchas figuras cimeras de esa manifestación artística en Cuba. Donde siempre existe una mirada multidisciplinaria al captar a estos hombres y mujeres que danza en lugares tan inverosímiles o comunes de nuestra realidad. Por esta labor sostenida ha obtenido varios reconocimientos nacionales e internacionales. Donde destaca el premio Anna Pavlova Ballet Photography Contest, uno de los reconocimientos más importantes que se les otorga a los fotógrafos especializados en danza.

“Matria” en Santiago sigue esa misma idea, pero con los paisajes de esta oriental provincia, donde los edificios y lugares del centro histórico destacan, amén de que se puede visualizar otros lugares emblemáticos de la urbe santiaguera. Estos paisajes conforman una convergencia precisa con los captados en estas fotografías. La curaduría y el diseño museográfico estuvieron muy acordes con el espacio escogido, logrando una integración con la realidad. Una idea que siempre tiene en cuenta “Matria”, a opinión de su creador.

Las fotos son variadas y muestran la versatilidad de los hombres y mujeres escogidos que representan las formas en movimiento, tomadas para eternizar la danza como un lenguaje universal de los seres humanos. El gran valor de “Matria” es cómo ha podido converger la fotografía y la danza en espacios tan comunes como parques y plazas de gran concurrencia de los principales epicentros culturales de Cuba. Ello posibilita una mayor interacción con el público que asiste comúnmente a estos espacios.

Gabriel Dávalos, como creador de esta muestra integrada por 12 piezas, quiso ampliar su lenguaje artístico para hacerlo más inclusivo con respecto a los momentos en que habitamos, donde el coronavirus ha imposibilitado la presencia de un gran cúmulo de personas en las galerías convencionales.

Considero que “Matria” estructura conceptos y lenguajes legítimamente inclusivos y que siempre llaman a la reflexión personal, ya que concibe el culto a la belleza en las futuras generaciones de cubanos. Es un digno homenaje a la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso en el año de su centenario.

Podemos afirmar, entonces, que la exposición tuvo un gran éxito en Santiago de Cuba, porque logró su objetivo de comunicar a un gran público la belleza por la fotografía que enaltece a la danza a través de los bailarines de diferentes compañías danzarías de la Ciudad Héroe de Cuba.



El sacerdote católico de la Revolución cubana

Hace ya un tiempo, el programa de la Pupila Asombraba dedicó una de sus emisiones a la religión en los procesos revolucionarios. La gran sorpresa es que hablaron de esa relación tomando como ejemplo a muchas figuras y hechos que han encabezado el movimiento de la Teología de la Liberación. Se destacó el encuentro entre Fidel y líderes religiosos protestantes que se efectuó en el año 1990; el comentario sobre el libro Fidel y la religión del teólogo brasileño Frei Betto. En otro momento, el programa televisivo centró el análisis de figuras como el sacerdote Camilo Torres y los monseñores Óscar Arnulfo Romero y Pedro Casaldáliga. Y la canción “Jerusalén año cero”, de Silvio Rodríguez, concluyó el espacio que invita a reflexionar en torno a la realidad cubana y latinoamericana. Todo esto me pareció genial y a la vez íntimo, solo me quedó la insatisfacción al no escuchar ninguna referencia sobre el padre Miguel Sardiñas.

El padre Guillermo Isaías Sardiñas Méndez, hombre bondadoso, cristiano y con un fuerte compromiso social, fue el único sacerdote que se incorporó a la lucha insurreccional en las montañas de la Sierra Maestra. Pocos conocen de este gran hombre de la Revolución cubana y de la Historia de la Iglesia Católica en Cuba.

Nació el 6 de mayo de 1917 en Sagua la Grande, en la otrora provincia de las Villas, hoy Villa Clara, proveniente de una familia de modesto recursos materiales. A los 12 años encuentra su vocación religiosa hacia la carrera sacerdotal e ingresa en el Seminario Conciliar de San Carlos y San Ambrosio de La Habana. En este lugar estaría desde 1929 hasta 1933 donde iniciaría sus estudios de Filosofía y donde despertaría sus inquietudes políticas.

Vive muy de cerca los conflictivos años de la década del 30 porque dos veces el órgano policial registró el edificio del Seminario para desalojar a los estudiantes impregnados de las influencias que ejercía el padre Félix Varela, aquel que “nos enseñó en pensar». Posteriormente, fue en el Seminario San Basilio el Magno, de Santiago de Cuba, de la otrora provincia de Oriente, donde a los 19 años termina sus primeros estudios eclesiásticos y recibe de mano del monseñor Valentín Zubizarreta la prima clerical tonsure, que determina el inicio de su condición sacerdotal, en la Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

De Santiago de Cuba a Roma donde cursaría por cinco años la licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana de Roma, y a su regreso de Italia en 1941, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, es ordenado sacerdote en la Iglesia Catedral de Cienfuegos y designado cura ecónomo en la Parroquia de Corralillo, en Las Villas. Pasando por diferentes parroquias de las más humildes va formando sus convicciones por los más desfavorecidos y en contra de los males que aquejaban aquella sociedad. Fue uno de los sacerdotes que protesta por el arbitrario manejo del escalafón de promociones parroquiales en la jurisdicción de su obispado.

Es trasladado a la arquidiócesis de La Habana y ejerce su magisterio sacerdotal en la parroquia de Quivicán, donde también atendía la Iglesia de Alquízar. Matricula en la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, la cual solo llega a cursar hasta el tercer año. Luego es designado presbítero de Nueva Gerona, llegando a la Isla de Pinos, hoy isla de la Juventud, el 27 de febrero de 1954. Ya en ese momento Batista había dado su golpe de Estado, habían ocurrido los hechos del Moncada y los sobrevivientes de este acto estaban encarcelados en dicha Isla, donde él siempre se interesaba y atendía a los familiares de los moncadistas.

Su vínculo con el movimiento 26 de Julio se hace tan íntimo que es un ferviente colaborador del mismo, pero siempre consideró que todo lo que hacía era insuficiente, de ahí que se incorpore a la lucha en las montañas de la Sierra Maestra. Este hecho, después de la aprobación de Fidel Castro, ocurre el 8 de junio de 1957, convirtiéndose así en uno más de la guerrilla. En estas mismas lomas insurrectas rebeldes ejerció su magisterio sacerdotal, lo que le valió el grado de Comandante.

Al Triunfo de la Revolución se le podía ver usando sus grados en su sotana verde olivo confeccionada por Camilo Cienfuegos. En el primer año de la Revolución, el clero habanero lo veía con mucho recelo por las crecientes conflictividades entre el Estado revolucionario y la Iglesia, cuestión que se arregla cuando monseñor Artega, el primer cardenal de Cuba, lo convida a participar en las reuniones comunes del clero habanero al cual perteneció ejerciendo su humilde sacerdocio.

El padre Miguel Sardiñas fallece el 21 de diciembre de 1964 sin ninguna aspiración terrenal que haber hecho lo posible por siempre estar al lado de los más humildes y haber enfrentado todo tipo de injusticias. Su legado, algunos lo han tomado como antesala a la corriente de la Teología de la Liberación, muy difundida en América Latina y donde muchos clérigos y religiosos católicos formaron parte de la misma.

Hoy sigue siendo un héroe que parece estar cubierto por el manto del olvido que debemos remover para seguir perpetuando su legado de justicia y paz. Además del fuerte compromiso de estar con los humildes y para los humildes.



Lydia Cabrera, un homenaje en los 120 años de su natalicio

Llegaba el 20 de mayo de 1900 en la calle habanera de Galiano y nacía la última hija del matrimonio de Elisa Bilbao y Raimundo Cabrera, la cual bautizaron con el nombre de Lydia Cabrera Bilbao. Con una educación férrea pero a la vez llena del encanto de la historia y la cultura cubana, a la niña Lydia le fue formada su espíritu intelectual que le permitió a los 14 años escribir para varias revistas de la época. Por seis meses ingresa en la Academia de San Alejandro, donde su maestro Romañach la guía por el universo de las artes visuales. Es en este período en que conoce a pintores que formarían parte de la vanguardia de esta manifestación en Cuba, donde destaca la figura de Amelia Peláez.

Después de vender la parte de su negocio sobre muebles antiguos y restauración, parte a París a estudiar Historia de Arte. Sus estudios sobre el arte de la India, Japón y China, y –como dijera– mirando las aguas del Sena es que empieza su interés por la cultura de los negros en Cuba. Su relación con la escritora Teresa de la Parra, fue muy decisiva para su formación como etnóloga. Producto de ese vínculo nace su primer libro Cuentos Negros de Cuba, que fue publicado en 1936. El texto nació por la insistencia de la escritora venezolana a Lydia y como forma de entretener a Teresa durante su tratamiento de tuberculosis.

Posteriormente regresa a Cuba a causa de la inminencia de la Segunda Guerra Mundial. Ya en la mayor de las Antillas utiliza como principal herramienta el testimonio oral de hombres y mujeres que eran portadores de una sabiduría que había llegado por medio de sus antepasados africanos a la isla y que hasta ese momento era desconocida en Cuba. En este período se publica la versión en español de Cuentos Negros de Cuba, prologado por Fernando Ortiz. Además de conocer a la que sería su compañera de toda la vida, la otra Teresa, de apellido De Rojas y que todos la conocían como Titina. Es en la Quinta de San José donde ambas encuentran el refugio de su amor y el ímpetu para seguir con las investigaciones del universo afrocubano.

En 1954 todos sus esfuerzos investigativos se concretaron en la aparición del libro El Monte. Las críticas a esa joya de la literatura cubana y afroamericana fueron escritas por varias personalidades, como Lezama Lima, María Zambrano, Argeliers León, Gastón Baquero, entre otros. Pero esto no detiene su espíritu intranquilo que la lleva a seguir sus investigaciones en la cercanía del Central Cuba, en la Laguna Sagrada de San Joaquín, adonde fue acompañada por diferentes amigos como el francés Pierre Verge.

Asimismo, Lydia contribuye con la creación de la sala de etnología del Museo Nacional de Bellas Artes, donde comienza su vínculo con Natalia Bolívar, quien se convertiría años después en su discípula más aventajada. En 1959 aparece el libro La Sociedad Secreta Abukua, el cual se convirtió en el primer texto que aborda esta fraternidad religiosa constituida por hombres. Este ciclo de su vida termina cuando el 24 de junio de 1960 marcha al exilio, del cual jamás se desprenderá.

Fueron casi 10 años de silencio escritural lo que vive en la diáspora, ligado con el tormento de vivir en un país que no le hacía muchas ilusiones y los deseos de volver a Cuba. En 1970 publica Otán Iyebiyé, el misterio de las piedras preciosas. De este periodo existen una docena de libros, en los cuales se plasman el universo de la cultura del negro cubano de diferentes formas, pero siempre partiendo de la oralidad.

Todos estos textos en la actualidad no se han podido publicar en Cuba, lo que sin dudas influye en el patrimonio bibliográfico y oral que recopiló Lydia Cabrera. Su relación con los cubanos Jorge e Isabel Castellanos dieron como fruto el libro Cultura Afrocubana, publicado en cuatro tomos y que son otra joya de las investigaciones etnográficas cubana.

El 19 de septiembre de 1991 fallecería en Miami, rodeada de su colección de piedras y jicoteas y amparada por un busto de la Virgen de Regla, de la cual era muy devota. Según me confirmó en una ocasión Natalia Bolívar, Lydia entrega su espíritu después de pronunciar tres veces la palabra Habana.

Con la muerte de Lydia concluyó un ciclo muy importante de la iniciación de las investigaciones sobre el negro en Cuba y sus aportes a la cultura nacional. Este ciclo lo comparte con Don Fernando Ortiz y Rómulo Lachatañeré.

Como tantos otros escritores que murieron en la diáspora, Lydia forma parte de la naturaleza y realidad de esta nación, por lo que es importante mantener presente su legado cuando del patrimonio cultural de Cuba se hable. Por suerte, en estos últimos años han existido numerosos esfuerzos por reconocer la importancia que tiene esta escritora y etnóloga para este archipiélago bañado por las aguas del Mar Caribe.

De ahí que en un futuro sea importante publicar su bibliografía –publicada en el extranjero– aún inédita y desconocida en Cuba. Solo así saldamos cuenta con algunos errores de nuestro pasado y, por ende, el futuro será más luminoso.



Tres libros claves sobre la caída en combate de José Martí

La clave a Martí, una canción de las grandes canciones del milenio cubano dice: “Martí no debió de morir”. Así pensaron muchos que tuvieron que vivir el terrible día del 19 de mayo de 1895, cuando en la zona de Dos Ríos caía el paladín mambí. Gestor de esa guerra, a la que él llamaría “necesaria”. Desde el mismo momento de la muerte de Martí, lo real y lo maravilloso acompañaría su muerte y el destino final que tiene du cadáver desde el lugar de la caída hasta el Cementerio Santa Ifigenia, el cual había sido fundado en 1868. Sobre estos sucesos existen tres libros de diferentes autores que resumen con diferentes miradas los hechos y acontecimientos devenidos a causa de la muerte de nuestro Héroe Nacional.

El primero fue Piedras Imperecederas: Tas la ruta funeraria de José Martí, de Omar López Rodríguez y Aida Morales Tejera, director y jefa del Departamento de Investigaciones de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, respectivamente. El texto relata los diferentes sucesos ocurridos con los cinco entierros del héroe, desde la caída en 1985 hasta su última tumba, inaugurada el 30 de junio de 1951, un hecho que se describe en la historiografía nacional como “el entierro cubano de José Martí”.

La idea de este libro nace producto de las investigaciones que tuvo que hacer Omar López para llevar a cabo las labores de restauración de la tumba del Apóstol en el Cementerio Santa Ifigenia cuando el entonces Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque le encomendó la tarea, siendo un joven egresado de la carrera de Arquitectura de la Universidad de Oriente. Pero se pudo concretar casi 20 años después cuando Aida Morales, otra joven graduada de Historia del Arte de esa misma universidad, se une con López y empezaron el sueño de la Oficina del Conservador de la Ciudad.

El segundo libro, Dos Ríos: a caballo y con el sol en la frente, escrito por Rolando Rodríguez, uno de los más acuciosos historiadores cubanos y que ha sido distinguido con los premios nacionales de Historia y de Ciencia Sociales y Humanística. En una conversación que tuve con este prominente hombre de la Historia nacional, él me confiaba que se decidió a investigar sobre la muerte de José Martí por todos los misterios que habían alrededor de este hecho y que no habían sido estudiados por la historiografía nacional.

Este texto es el que más aporta desde la Historia al levantar cualquier duda o tergiversarsaciones sobre cómo acontecieron los sucesos antes, durante y después de la caída del Apóstol en Dos Ríos. El aporte de diferentes documentos desconocidos, hasta el momento de la publicación del libro, unido con un profundo análisis de estos hechos, hacen que este es el libro se haya convertido en el principal referente a la hora de hablar sobre la muerte del más universal de todos los cubanos.

Otro elemento a destacar es cómo Rolando Rodríguez deja a un lado las pasiones que muchas veces distinguen nuestra historiografía nacional aportando conclusiones que van más allá de la implicación de Martí en la Guerra de 1895.

Asimismo, La Cruz de Caguairán, escrito por Ercilio Vento Canosa, historiador de la ciudad de Matanzas, muestra el conocimiento de su autor a partir de sus dos profesiones, la de médico legista e historiador.

El título de este texto es sacado del primer homenaje realizado a José Martí cuando cae en Dos Ríos. Según cuenta la historia, unos vecinos de la zona, José Rosalío Pacheco y su hijo Antonio, colocaron en el lugar donde había caído Martí una cruz de Caguairán, y Máximo Gómez ve dicha señal en 1896, cuando se realiza el primer honor por la caída del hombre de La Edad de Oro.

Lo más importante de este libro es cómo podemos entender la muerte de José Martí a partir de los hechos que brinda una ciencia como la Medicina Legal. Con la pasión investigativa que caracteriza a Vento Canoza se puede ver, además, la construcción digital de las secuencias de las balas que impactaron en el cuerpo de Martí, la reconstrucción de su caída y las posiciones de los impactos de los proyectiles en su cuerpo, además del análisis de la autopsia del cadáver de Martí, con alto grado de descomposición, que realizó el doctor Pedro Pablo Valencia en 1895, cuyos los instrumentos usados por este galeno se conservan en el Museo Emilio Bacardí de Santiago de Cuba.

La Cruz de Caguairán tiene su relevancia por los aportes que hace desde las Ciencias Médicas y Biológicas a esclarecer, con meticulosos detalles, cómo murió el Apóstol. Cabe destacar que el sitio donde se encontró la cruz de Caguairán se erigió el Monumento en Dos Ríos, que sirve como homenaje y recordación al más universal de todos los cubanos y donde muchos peregrinos llegan cada 19 de mayo.



Lombanfula en Cuba

Cuando parece que todo el universo religioso-cultural de matriz africana está investigado en Cuba, aparecen nuevas sombras que demuestran una famosa frase que plantea: “Lo que el hombre conoce es una gota, lo que desconoce es un océano completo”. En esta cuestión pensé cuando supe de la existencia de los Lombafula, una religión de origen bantú que solo se practica en el centro del país. Su calidad de ser una práctica religiosa crítica y familiar posibilitó por mucho tiempo su desconocimiento, o aquellos que sabían la convergían con las prácticas del palomonte, también de origen bantú.

Esta religión, originaria del territorio africano del antiguo reino de los Bakongos, es otro lazo que se suma a nuestro vínculo con África. Esto sigue demostrando la diversidad cultural y religiosa que presenta el continente negro y que es imposible utilizar criterios unificadores para distinguir a esa región. Y es que diferentes regiones de la Isla, como dijera la escritora y antropóloga Lydia Cabrera, “son verdaderos asentamientos de África en Cuba».

El Lombanfula es una práctica religiosa-cultural de origen africano que se encuentra en los municipios de San Juan de los Remedios, Placetas, Camajuaní y, en una menor medida, Sagua la Grande. Las características fundamentales de la misma es que utiliza el agua y las piedras de los ríos. No utiliza la nganga o prenda, ni trabaja con muertos. Sus prácticas son estrictamente familiar y crípticas, y por designio ancestral del clan.

 Su fundamento radica en el lombo: niño que antes de su nacimiento, por revelación en su sueños en la madre, es considerado encarnación de una diversidad acuática portador. Etimológicamente la palabra Lombafula está formado por lombo que significa niño que tiene el espíritu de Simbi (genio, espíritu o espectro del agua) y mfula, que tiene varias aserciones: asamblea, reunión, consejo para deliberar, ennegrecer o oscurecer. Si una madre gestante sueña con agua, ríos, o serpientes, o que su niño aún por nacer le dijo en sueños dónde ella pudiera encontrar un tesoro oculto, ella sabe que el niño es lombo y por lo siguiente se le debe rendir culto en la familia por las siguientes generaciones.

En mi más reciente visita a Camajuaní pude conocer a una familia que practican esta religión, lo que me permitió conocer algunos detalles. Pero la principal fuente de conocimiento está en el libro El Lombafula en Cuba, de los investigadores Gema Valdés Acosta, Erick González Bello y Juan Carlos Hernández Rodríguez.

Sobre los autores podemos decir que la Dra. Gema Valdés es una se las importante lingüista y estudiosa del legado bantú en Cuba, además de ser profesora titular de la Universidad Central “Marta “Abreu” de Las Villas. Erick González y Juan Carlos Hernández son trabajadores del Museo de las Parrandas de Remedios y grandes promotores de la cultura popular tradicional en la región central.

Uno de los aciertos de este texto es que los autores logran explicar de forma amena y clara las características y detalles de las prácticas religiosas del ámbito bantú en sus lugares de orígenes y, al mismo tiempo, deslindar peculiaridades del palomonte.

Del Lombafula describen la gran mayoría de sus peculiaridades apoyados en testimonios personales, fotos y las amplias habilidades investigativas de ellos sobre estos temas. También señalar que dejan abierta la investigación y ponen sobre la mesa algunas interrogantes que pueden servir para futuras indagaciones al respecto.

Es así que por el legado patrimonial que posee podemos definir el libro El Lombafula en Cuba, como una herramienta trascendental e histórica, entre otros motivos porque es el primer título que aborda un fenómeno hasta ahora bastante desconocido en el territorio nacional. Por tal hecho le fue otorgado el premio de investigación de la Academia de Ciencias 2019, por su relevante aporte a la antropología cultural y a los estudios africanistas en el archipiélago cubano.



Sueños vividos en Romerías

Hace un año me enrolé con un Vladimir Martínez Savón, un importante diseñador escénico y profesor de la Universidad de las Artes en su filial santiaguera, en una experiencia donde a partir de sus diseños sobre los vestuarios de las tres Tumbas Francesas que existen en Cuba se realizó una exposición. La misma pretendía interpretar a través del vestuario el legado de esta institución de la cultura popular tradicional declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La exposición con el título “De la idea a la forma, vestuarios de la Tumba Francesa”, contaba de 20 diseños.

El conocimiento adquirido por este diseñador escénico ha sido develado a partir de la discusión de sus tesis de maestría en Estudios Cubanos y del Caribe en la Universidad de Oriente. En los diferentes diseños realizados por Vladimir podemos apreciar la belleza y complejidad de estos vestidos. Además de las diferencias que tienen de una región a otra. Por ejemplo, en los diseños de la Tumba Francesa La Caridad de Oriente de Santiago de Cuba podemos observar que las piezas de vestir son sobrias y con pocos accesorios ornamentales; sin embargo, en la de Bejuco en Holguín y la de Santa Catalina de Ricci en Guantánamo ocurre lo contrario, lo que demuestra la riqueza y variabilidad de este elemento en esta expresión de la cultura popular tradicional.

La exposición comenzó en la casa Víctor Hugo gracias al apoyo del director, Deyvi Colina, quien nos brindó el espacio de esta importante institución cultural del Centro Histórico de La Habana que permite la convergencia entre la cultura francesa y la cubana. A partir de ahí comenzó nuestro bregar por Cuba, pero fue en las Romerías de Mayo, en Holguín, el momento más relevante de este proyecto al permitir que las tres Tumbas Francesas existentes convergieran en dicha fiesta. Pero solo pudieron asistir la de Santiago de Cuba y la de la Ciudad de los Parques.

La Casa de Iberoamérica fue el espacio que nos acogió con mucho amor para poder cumplir este sueño. Lo más importante de la exposición fue la presentación de ambas Tumbas Francesas, lo que permitió que los participantes de dicha cita pudieran conocer la historia y legado cultural de las mismas. Otro momento fue el baile de la caridad, donde todos nos unimos en un canto y movimientos de felicidad. Al concluir, cada una de las presidentas de estas agrupaciones portadoras le agradeció a la Casa de Iberoamérica y a Vladimir Martínez Savón por haber acogido esa exposición que le rendía homenaje a las Tumbas Francesas y se enmarcaba en el año de ratificación (2019) de la condición del nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Asimismo, las Romerías han sido puente para mis prácticas como curador y promotor artístico al ponerse a prueba en la exposición que contó con el apoyo de la Asociación Hermanos Saíz.

Y es este el principal espíritu del festival Internacional de Juventudes Artísticas, donde muchos pueden materializar sus proyectos e ideas siguiendo el eslogan: “No hay mañana sin hoy”, como profundo paradigma social del arte joven que se realiza en estos momentos en Cuba.

Por eso, a pesar de la situación que vive el mundo y el país a causa se la pandemia del coronavirus, los romeros seguimos despertando sueños y esperanzas para que los que viven estos momentos el confinamiento puedan experimentar la experiencia desde las redes sociales y, de esta forma, puedan sumarse el año próximo a esta convocatoria de vivir a plenitud las Romerías de Mayo.



Casa de las Américas en su línea de la vida: memorias de una visita

A solo cuatro meses del triunfo de la Revolución cubana, el gobierno revolucionario, por Ley 299 el 28 de abril de 1959, creó la Casa de las Américas, institución con personalidad jurídica propia que realiza actividades de carácter no gubernamental, encaminadas a desarrollar y ampliar las relaciones socioculturales con los pueblos de la América Latina, el Caribe y el resto del mundo. La Casa fue inaugurada el 4 de julio de 1959 en un acto presidido por el entonces Ministro de Educación, Armando Hart Dávalos, en el edificio de la antigua Casa Continental de la Cultura.

Una de las experiencias más interesantes del II Taller y Premio Nacional de Periodismo Cultural “Rubén Martínez Villena” 2020 fue la visita a esta institución, uno de los centros culturales de mayor renombre y prestigio en Cuba y el continente. La visita permitió que todos los presentes pudiéramos conocer sus particularidades, además de sostener un diálogo ameno con Abel Prieto Jiménez, escritor y su actual presidente. Otro momento de gran relevancia fue la visita a la Galería “Mariano Rodríguez”, especializada en arte popular de nuestra América y donde los que participamos pudimos ver la exposición “Viaje de la tierra del Hermano Venado”.

Pero lo más atractivo fue conocer la historia de la Casa de las Américas, a partir de la exposición “La línea de la vida». La muestra es una suerte de recuento histórico de sus 60 años de labor ininterrumpida. La idea original es del Consejo de dirección de la Casa y cada una de sus áreas.

El concepto y montaje, dirección de Comunicación e Imagen, dirigido por Maité Hernández Lorenzo, y la Oficina de Diseño dirigida por Pepe Menéndez. En especial, al trabajo del programa Memoria de la Casa y sus trabajadoras Sylvia Gil, Chiki Salsamendi y Ana Cecilia Ruiz. La curaduría y el diseño museográfico son sorprendente, al convertir a toda la Casa en una verdadera galería de arte. Ningún espacio se hace ajeno a la misma. Con los diseños gráficos de Pepe Méndez, la relación entre coherencia y espacio físico permite un deleite único para el público que puede presenciar y deleitarse con el ingenio creativo de este diseñador, que una vez más demuestra su amplio dominio del oficio y su exquisito gusto.

Nuestro guía por la exposición fue el joven Ernesto Teuma Taureaux, quien demostró sus amplios conocimientos acerca de las seis décadas de historia de la promoción cultural que ha realizado Casa de las Américas. La primera parte de la exposición muestra la primera década de trabajo. Donde se destacan los sueños fundacionales de los diferentes hombres y mujeres guiados por Haydee Santamaría; se puede observar a través de cada foto, carta, libro y cartel que se muestra en la misma. Aquí distinguir el segmento dedicado al Premio Literario que entrega esta institución y el acta del primer jurado donde estuvieron reconocidos escritores e intelectuales de Cuba y América Latina y del Caribe. En esta primera década distinguir La Rosa Sangrante, del guantanamero Alfredo Rosgar, símbolo del primer Encuentro de la Canción Protesta celebrado en la Casa y que después desembocaría en el movimiento de la Nueva Trova.

En la segunda década de esta exposición destaca una Arpillera, de la cantautora y artesana Violeta Parra, que no es más que una técnica textil originaria de Chile. Los años 80 colocada en la subida de las escaleras nos sorprende con la presidencia del pintor Mariano Rodríguez; la fotografías de los dos Encuentros de Intelectuales por la Soberanía de Nuestra América y el apoyo desde la cultura a la Revolución Sandinista, en Granada y las guerrillas en Centroamérica.

Los 90 nos sorprende en los duros años del período especial y la convención de seguir la obra de esta institución –amén de las dificultades–, con el cambio de paradigma del autofinanciamiento. En 1992 “Nuestra América ante el quinto centenario” que fue una toma de posición frente a los fantasmas del colonialismo y por los pueblos indígenas. En 1994 se muestra el inicio del primer Programa de Estudio sobre la Mujer, a los que con el decursar de los años se unirían el de Latinos en Estados Unidos, Culturas Originarias y Afroamérica.

Y el nuevo milenio, con el aniversario 50 de la Casa siendo un momento de fiesta. El comienzo de los años temáticos y la Casa como ventana y enlace cultural con los gobiernos progresistas. Además del encuentro Casa Tomada, donde los jóvenes artistas, escritores e intelectuales de la región se reunieron como un ejemplo de unión entre la vanguardia artística de Cuba con la región.

La exposición acaba con la máquina de escribir de Conrado Bulgado, quien fue funcionario de relaciones internacionales de la Casa y quien tuvo la tarea de inventariar la mayor parte de los bienes culturales que protege el centro.

Esta exposición tiene un gran significado porque muestra parte de la obra cultural de la nación cubana en estos 60 años de existencia de la Revolución. Por lo que visitar esta prestigiosa institución para disfrutar de esta “Línea del tiempo” –hecha exposición– es una experiencia que no se puede perder.