Los cuervos: desde Poe hasta Vidal

El cuervo es una de las aves más mencionada en la literatura. El padre del cuento moderno, el padre de la literatura de terror, Edgar Allan Poe tomó a esta ave como protagonista para uno de los poemas más famosos de la literatura. Guillermo Vidal, uno de los padres de la narrativa tunera contemporánea, vino a hacer lo mismo muchos años después cuando escribió Los cuervos, Editorial Letras cubanas 2002, Sanlope 2004.

Nombro a Vidal de este modo debido a la influencia en el estilo y temáticas de los escritores de su provincia. También por la trascendencia y transgresión que tuvo y tiene dentro de la literatura local y nacional.

Los cuervos narra la vida del protagonista desde su niñez hasta que se vuelve adulto. Vidal no podía comenzar más arriba, con mayor gancho que narrando, desde el punto de vista del niño, la muerte de su hermana de cuatro años y el asesinato de su padre a manos de la madre. Ella le prendió candela mientras dormía.

Por abusador.

Por borracho.

Por mal padre.

Por cansancio.

Todo eso, en las primeras páginas.

A partir de ahí, Guillermo Vidal, con total maestría, nos va narrando el crecimiento del protagonista a través de su relato en primea persona. No solo de forma literal, por lo que nos dice, sino a través del lenguaje. A medida que pasa el tiempo, el lenguaje del personaje aumenta, mejora, evoluciona. La forma de entender el mundo cambia también.

El autor nos recrea una época de una Cuba por muchos olvidada o desconocida, pero verdadera. Con problemas reales. Ya sea el abuso en el hogar, el machismo, la marginalidad, el mundo carcelario, la homosexualidad, violaciones a los varones (el protagonista) a manos de la novia de su tía, los primeros amores, decepciones y mucho más.

Entre los doce capítulos que conforman la novela están insertados dos excelentes monólogos de Carmen, uno de los personajes más ricos de la historia y que nos funciona para ver todo desde otra perspectiva. Algo similar sucede con los fragmentos de los diarios de las tías que criaron al protagonista.

En Los cuervos encontraremos historias secundarias iguales de ricas, llenas de matices y tan atractivas como la principal. Ejemplo de ellas son la del Moro (el delincuente del barrio) y Manuel, amigo del protagonista y aspirante a “gánster”; o la de la propia Carmen, quien abusó sexual y repetidamente del sobrino de su novia.

Dice Carmen en uno de sus monólogos:

Al muchacho se le notaba siempre el deseo de hacerlo aunque intentaba ocultarlo siempre era una fiesta esperar a que se hiciera el dormido para admitir que ya estaba esperando bajo las sábanas con su picha tan dura…

El autor nos describe una variedad de personajes bien distintos, vivos, perfectamente diseñados. A través de ellos hace alarde de un lenguaje exquisito y de técnicas narrativas. Vidal se apoya en ellas para crear conversaciones, resumir escenas, adelantarnos información, describirnos las diferentes épocas vividas por estos. Vidal nos muestra las jergas, costumbres, posibilidades, miserias humanas y materiales de más de veinte años de la historia de los protagonistas; que quizás también fue la nuestra.

Al igual que los cuentos de Poe, esta no es una historia de amor, aunque hay, y mucho. No es una novela de horror, aunque llega a asustar en muchas partes. La carga de tensión y juego sicológico es punto clave en la novela. Tiene acción, sexo explícito, violencia, humor, suspense: lo tiene todo.

Hasta el cuervo. Solo que este de Vidal no dice “nevermore”, sino todo lo contrario.


Raúl Leyva y sus secretos del fuego literario

Con el cuaderno de poesía Los secretos del fuego, el joven escritor tunero Raúl Leyva Pupo fue ganador del Premio Reyna del Mar Editores, resultado dado a conocer recientemente como parte de las actividades de celebración por el aniversario 27 de esa editorial.

En diálogo con 26, el autor confesó que se trata de «un libro de poesía libre, por la corriente conversacional, con toques místicos. Su motivo es el fuego y su tema los secretos». Y añadió: «Es la primera vez que envío al concurso. Doy gracias a Dios porque las obras de mis manos están siendo bendecidas».

El certamen, auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y el Centro Provincial del Libro y la Literatura en Cienfuegos, contó como jurado con los escritores Kryster Álvarez, Atilio Caballero Menéndez y Juan Edilberto Sosa Torres, este último ganador de la edición anterior. En la lid -además- obtuvo mención el matancero Brian Pablo González Lleonart.

Los secretos del fuego será publicado por Reyna del Mar Editores y, en la próxima edición en que se convoque en el género poesía, Raúl Leyva formará parte del jurado, según consta en la convocatoria. En el cuaderno los lectores podrán encontrar poemas al estilo de este: «Poetas: Salamandras de colores gris claro o gris oscuro, que al prender algún fuego salen de donde menos te imaginas y se destrozan unas a otras, garantizando sus raciones de luz».

Pero, ¿quién es Raúl Leyva más allá de un premio? ¿Un tipo normal intentando dejar una huella? ¿Un muchacho atrapado en la telaraña de la realidad y la ficción? ¿Una joven promesa? Veamos.

                                            OTRAS INSPIRACIONES

Conocí a Raulito como lo llaman hace más de una década, en el taller literario Guillermo Vidal, que por aquel entonces atendía el escritor (ya fallecido) Antonio Gutiérrez. Al escuchar sus creaciones, siempre tuvimos la certeza de que pronto seríamos testigo de libros suyos. Y así fue.

Un día cualquiera, en mis andares periodísticos, nos sentamos en el Patio del Cerezo, que acoge la filial tunera de la Fundación Nicolás Guillén (FNG), a conversar sobre algunos de esos «hijos de papel» y otros tópicos literarios, «paternidad» que ha llevado de la mano junto a su oficio de artista de la plástica, especialmente la caricatura.
libro raulitoEl diálogo inició hablando sobre su primer nacimiento: El árbol de los vientos, publicado por Sed de Belleza, en el 2019. «Es un libro de sonetos, dividido en cuatro secciones, dedicado a los vientos (el viento norte, el sur, el oeste…) y sus características. El viento sur, por ejemplo, versa sobre las cosas cálidas, el fuego, los pueblos originarios… Son sonetos bastantes líricos. Podían ser referentes en ello Raúl Hernández Novás y Gastón Baquero».

Después dialogamos sobre Avenida 99, que «fue escrito a la misma vez que Cucarachas verdes«. Me contó que «Avenida 99 se puede leer como cuenti-novela, cada historia separada, aunque el conglomerado es una historia en sí, una especie de matriuska. Tiene un poco de mi vida, y la vida de mis amigos, de misticismo y realismo sucio».

En ese entonces le dije que esa novela me remitía a Guillermo Vidal y también al Maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov. Alegó: «Este último será por la crítica social a través del misticismo, mientras el Guille -como me dijo un maestro de las letras de nuestra tierra- es mi padre intelectual.

«A través de él empecé a leer a Vargas Llosa, que a la vez era uno de sus referentes. Y esa mezcla ha marcado mi narrativa y es posible que lo siga haciendo en el futuro».

¿Siempre pensaste que todo giraría en torno a Ana o fue algo que fuiste construyendo sobre el camino?, le pregunté en aquella ocasión a propósito de Avenida 99. «Ana siempre fue la obsesión del personaje principal, de Anthony y de otros personajes, ese es el hilo conductor de la novela, además de la propia Avenida 99«, respondió.

Por su parte, Cucarachas verdes (que vio la luz por la editorial El Mar y la Montaña) «se trata de un cuaderno de cuentos para adultos, basado en la vida de un adolescente que entra al Servicio Militar Activo y no quiere estar ahí, sino con su familia, sus amigos, su novia… Aborda estas y otras angustias y tribulaciones».

Sobre el particular me contó que, aunque se dilató un poco su proceso de publicación, tuvo la dicha de que el tristemente fallecido maestro de las letras Eduardo Heras León le diera el visto bueno y que lograra con ese texto reconocimientos en algunos certámenes como el premio colateral que otorga la AHS en el Concurso Regino E. Boti 2018.

A esas publicaciones se les añadirá próximamente Los secretos del fuego, en versos libres. También dijo tener aprobado por la editorial Sanlope los volúmenes Casa Roja (novela en coautoría con Alexander Jiménez del Toro) y Figuras en cruz, merecedor del Premio Portus Patris.

Al preguntarle cómo logra llevar por tan buenos caminos tanto la poesía como la narrativa, respondió: «Todos tomamos de esa gran amalgama que es el universo. Dios nos ha dado el poder de crear y yo no puedo estar sin nada que hacer. Cuando dejo de crear, pienso que estoy perdiendo el tiempo. Esa página en blanco de mi vida no puede estar vacía».

¿Y la caricatura?, exploré. «La caricatura forma parte de mi modo de vida. Sigo defendiéndola e, incluso, tengo varias inéditas y he participado en algunos eventos. No la he abandonado, solo que me he imbuido un poco en la literatura porque -pienso- que si vas a hacer algo, debes hacerlo bien».

Este miembro de la AHS, del Círculo de Humoristas e Historietistas Gráficos de la Prensa en Las Tunas y fisioterapeuta de profesión, confesó: «Me gusta vivir intensamente aunque los demás no lo vean, pero también tener estados de aislamiento para crear. Cuando estoy escribiendo no me gusta que me molesten. Aunque depende mucho del estado de ánimo y el tipo de creación, porque hay cosas que puedo perfectamente escribirlas en un parque.

«La vida es mi materia prima. De ahí parten las historias. En la narrativa, a mi entender, hay que contar una buena historia, con un poquito de técnica. Lo más difícil para un escritor es organizar sus ideas, que siempre están dispersas, coger parte del universo y darle forma».

Reyva (como firma sus obras de artes plásticas), se inició como escritor alrededor de los 18 años de edad y ya ha obtenido varias menciones en el Premio Cucalambé, de décima escrita, y en otros certámenes importantes como el Calendario y los Pinos Nuevos.

Siempre le he comentado lo interesante que me resulta la simbiosis que hay en su obra entre lo contemporáneo y lo tradicional, lo real y lo filosófico. A lo que suele responder frases como esta: «No siempre estuvimos en esta época, en estos cuerpos».

Este joven me confesó que le hubiera gustado haber escrito La casa de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata, ganador del Premio Nobel, o El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.

Él, como parte del personal de la FNG en Las Tunas, ha contribuido a promocionar las obras de la editorial Sensemayá, el quehacer de Nicolás Guillén y actividades culturales relacionadas. Actualmente, por ejemplo, imparte allí -cada jueves, a las 2:00 pm- un Curso de Escritura Creativa, con el nombre del Poeta Nacional.

Raulito también tira las cartas, siente atracción por la filosofía hindú y lleva a su obra el sincretismo cultural que ha marcado a parte de su familia (un tío babalao, una tía cristiana, algunos espiritistas…). «Siempre estamos rodeado de lo real maravilloso. La literatura para mí es un medio de vencer la muerte. Para que Raúl Leyva continúe existiendo, trato de dejar una huella en la vida», concluyó.

Así volvió el joven incansable y místico, con su imagen beatleriana y su morral de ideas, a imbuirse en la bendita página en blanco, esa que siempre le augura un nuevo desafío.


Un viento fresco llega desde los árboles

El árbol de los vientos, Sed de belleza Ediciones, 2019, es un hermoso libro de sonetos de la autoría del joven autor Raúl Leyva Pupo. El árbol es una colección, bastante experimental, de veinticinco sonetos. Y hablo de lo experimental en el autor, que en lugar de realizar sonetos convencionales, ha escrito un libro con poco espacio para la zona de confort propia y para el lector.

Son textos con una carga filosófica, de fe, y una semiología muy inteligente y que señalaré a lo largo de esta reseña.

El libro está estructurado en tres partes, una sin nombre y dos “vientos”: el viento del oeste y el del norte. Quizás de ahí nos llega la razón del título de este libro; algo muy interesante pues da qué pensar. Raúl Leyva utilizó dos palabras con una extensa simbología para bautizar el cuaderno: árbol y viento.

El árbol puede ser considerado como fuente de vida (frutos, oxígeno, etc.), de crecimiento, de firmeza o fortaleza. Además, es la fuente material con la que se confeccionan los libros. Los árboles son filtros para el viento fresco. Ese que notamos al ver moverse las hojas de los árboles, el que se siente más fresco bajo la sombra de uno. Ese viento que nos alivia el calor, elimina la incomodidad. Ese viento perfecto para comenzar a leer, recostados al árbol.

Otro origen del nombre pueden ser los propios vientos alisios. Los vientos del oeste, los que sentimos en nuestro país, van hacia el norte, mientras que los del norte, se dirigen al oeste, cerrando así el ciclo.

Este no es un análisis innecesario, puesto que esto se puede notar en el libro. El árbol de los vientos es un cuaderno cíclico, cerrado, en su estructura y en la filosofía que encierra. Inicia con el poema “Cuerpos caídos del cielo”, y una primera estrofa dice:

Escuchad la brisa del naciente astro

las cálidas brisas que despiertan todo

escuchad los vientos que se vuelven barcos

invisibles cuerpos que aúllan en coro

Esto no es coincidencia alguna. El autor nos habla del nacimiento (árbol=vida), el despertar, el inicio del viaje en barco impulsados por los vientos a través del libro. Viento que no vemos, pero podemos sentir gracias a la poesía de la imagen, que gracias al muy bien elegido y ejecutado recurso de la memoria emotiva podemos disfrutar en nuestra mente.

Como vimos, los vientos del oeste van hacia el norte. El cierre de la sección de los Vientos del Norte lo realiza un poema llamado “Cuerpos que ascienden” y un verso que reza:

Que llegue el viento del norte que se abran los caminos

Cierre perfecto para un libro, para un ciclo completo a nivel conceptual y literal.

Esta primera parte, la podríamos llamar por el nombre del libro, puesto que sus poemas, de un modo u otro, tratan sobre o alrededor del árbol, de la vegetación. Puesto que es casi imposible imaginar el disfrute del frescor del árbol sin ver el sol, la hierba, pensar en la siesta, en la perspectiva de la vista desde la base del árbol, sin soñar con el picnic.

Esta primera sección es un hermoso cuadro primaveral. Títulos como “Manos descansando sobre tus ojos”, “Cuerpos cerrados”, “Hierba salvaje”, “La retorcida rama”, “El pan amargo” y “El jardín que nadie visita”, nos muestra esto de lo que les explicaba. Sin embargo, los textos no son siempre lo que uno espera al leer estos títulos. El cuadro puede parecernos paradisíaco, pero no son siempre así el mensaje de los poemas. Podemos ver el dolor y el hambre en versos como:

Hoy los platos son espejos y la verdad se me esconde

como se ha escondido el miedo debajo de los manteles

Algo muy interesante es el uso de las referencias. El autor utiliza citas de otros autores, quienes también han escrito sobre los vientos. No obstante, emplea el recurso de intratextualidad y la autoreferencia, en aras de que, aunque cambiemos de zona/viento en el libro, sigamos ese hilo común que refuerza la unidad temática o estilística.

Una muestra de ello lo vemos en el final de la primera sección con los versos:

Este es el impaciente adiós de la ceniza

Al inicio y luego cierra con

otro jardín quemado que desprende vapores

Estos versos hacen las veces de puente conceptual o hilo conductor al título del primer poema de la segunda sección del libro Viento Oeste: “Pacto de ceniza”.

Este poema también nos habla de una búsqueda, quizás de ese jardín que nadie visita.

Junto a “Pacto de cenizas”, los demás títulos de este Viento nos adelanta cómo será la atmósfera de lo que leeremos. Me refiero a títulos como “Sepultando el rostro”, “Hasta que el blanco fluye”, “Desolada bruma blanca”, “Calles laterales”, “Fantasmas desnudos” y “Gestos íntimos”, el cual cierra esta sección y da paso a Viento Norte. Al igual que la primera transición, aunque menos evidente, Raúl Leyva vuelve a unir, de forma inteligente, una sección con otra. De este modo, aunque estén separadas, hay un hilo temático-conceptual que las une en un mismo sistema/libro/concepto.

Pero no es solo la estructura del libro lo interesante. En sus poemas, el autor se vale de las métricas más tradicionales de arte mayor, como el verso endecasílabo, hasta aquellos de dieciséis sílabas métricas. Entre ellas, algunas tan raras como los versos de quince.

Estos sonetos, asonantes, consonantes e incluso, de rimas blancas son pensados y colocados inteligentemente para que veamos con claridad a un autor que ha estudiado el soneto; pero también las figuras de dicción y la preceptiva. Leyva acude a estos recursos para otorgarle vida, profundidad, belleza y fuerza a su mensaje.

Hay un juego rico con el lenguaje en los poemas, incluso con la lengua. Raúl fuerza la sintaxis y el orden lógico de las oraciones para reforzar su idea y de ese modo, la rima. Un ejemplo de eso es la estrofa:

el blanco respirar florecido en la diáspora

un morboso silencio donde no existen puertas

ventanas claustrofobias y unas frías anécdotas

que me recuerdan todo sin esperar que vuelvas

De ese modo llegamos a lo que creo que es el fuerte del libro y que, por lo general, es de lo primero que se habla: ¿De qué trata el libro?

Al ser un libro de poemas, responder la pregunta es un tanto complicado, debido a que cada lector se va a apropiar de estos textos e interpretarlos a su modo; a adueñarse de ellos. Por esa razón, creo que es mejor explicar qué es lo que encontrarán en El árbol de los vientos.

A primera vista y lo hojean, notarán las citas de grandes escritores que, de un modo u otro han escrito sobre el viento, o sobre lo que escribió Raúl Leyva en el texto citado. Pero una vez que comenzamos a leer, nos encontramos con textos cargados de filosofía, de un pensamiento cuestionador: de la vida, la muerte, al engaño, la cobardía, el amor y, sobre todo, a la fe. En fin, a todo lo que nos hace humanos.

Y mientras borro todas las preguntas

y todos los inviernos y el derrumbe

y las ensoñaciones de tres puntas

sobre una lengua muerta que retumbe

 

en agua tan sagrada y tan podrida

que las moscas se alejen a un tópico

hay hombres que han planeado su partida

antes que Colón llegara el trópico.

Pero también notaremos, como en el ejemplo anterior, que hay un exquisito uso, primero, de la memoria emotiva y, segundo, de la búsqueda del color, el olor y el sabor en los textos. La búsqueda de una sinestesia que complete el ciclo, que el mensaje nos llegue a los cinco sentidos.

En los textos de El árbol de los vientos encontraremos cuadros renacentistas, clásicos, contemporáneos. Las luces, las sombras y los colores completarán esas escenas que nos son descritas y nos transportan a ríos, praderas, jardines, iglesias, etc.

El cuestionamiento y las posibles respuestas que nos brinda, o sugiere el autor, muchas veces vienen apoyadas o argumentadas con una fuerte carga emocional y, en otras ocasiones, de fe.

La presencia de un Dios es casi como la de un personaje recurrente. Y no solo Dios como sujeto, sino también las referencias a la fe, como las iglesias, los elementos sacros, la eternidad, referencias bíblicas, litúrgicas, el temor a Dios, la fe en la vida más allá de la muerte.

Esto también puede verse en el cómo se abre y se cierra el libro.

Hay otro elemento característico y que es, en mi opinión, lo que me llevo al leer El árbol de los vientos, y es la fuerza, la esperanza, la búsqueda de la belleza, allí donde menos una la imagina. Esto lo vi casi al finalizarlo y me hizo regresar y releerlo; ver las semillas que siempre estuvieron ahí plantadas en la semiología, en la corriente subterránea de sentido: en el propio título.

Tanto el árbol como los vientos son sinónimos de fuerza, permanencia, de esperanza; y eso se nos transmite en cada poema.

Ya he plantado fuertes vientos como el que planta semillas

como luces que se esparcen entre las sombras sin rumbo

ya es tiempo de que regreses en un renacer de lilas

El árbol de los vientos es, en resumen, un libro necesario, interesante, cómodo de leer. Es una colección de poemas inteligentes y estructurado de un modo muy bien pensado y aún mejor ejecutado. Cada verso cumple una función individual y colectiva. Este es un libro donde la forma, el cómo ha sido escrito, responde a una necesidad de contar, responde a un mensaje, a una voz que nos transmite fuerza, belleza y esperanza a través de imágenes originales. Aquí encontramos cuestionamientos filosóficos, éticos, religiosos y personales que bien podríamos habernos hecho con anterioridad, solo que nunca con tanta destreza y alarde con la pluma.


Gladiadores literarios

Con Gladiadores, al igual que aquellos guerreros de la Roma imperial, el escritor Pedro Luis Azcuy logra entretenernos. Este cuento recibió el Premio Eduardo Kovalivker 2023, y aunque no tiene esa dosis de violencia y sangre como los espectáculos del coliseo romano, tanto el nombre del texto como la analogía a estos gladiadores, está muy bien empleada.

Gladiadores muestra una ventana al mundo de los trabajadores portuarios, su lucha, sus problemas, su vida. El autor logra recrear a través de su texto toda una sinestesia de olores, colores, sonidos, así como los miedos, principios, personalidades y valores de estos guerreros.

A través de una narración fluida, limpia y extremadamente bien llevada, Azcuy recrea ese poco mencionado pero muy atractivo ambiente portuario y su cruda realidad. Nos muestra una mirada a un mundo prácticamente virgen, desconocido. Pedro abre los ojos a la cuestión de los trabajos casi esclavos, “de mala muerte” de esta sociedad underground en los puertos cubanos y la muestra, tal y como es.

Sin embargo, amén de lo descarnado del texto descrito, lo hace de una forma casi poética, en alabanza, con respeto; siempre apegado a la realidad. La cara hostil de todo este mundo (re)creado por el autor, se esconde entre líneas, en esa historia no escrita, pero que no escapa de la mente de todo aquel que la lee.

Este es un relato que bien por su calidad escritural y por su temática bastante novedosa, también pudiera ser el inicio de una magnífica novela; donde el realismo sucio y el mundo marginal tomaran ese protagonismo único que bien logra darle Pedro Luis Azcuy, sin perder nunca la poesía y esa música de fondo. Tal parece que estamos viendo una película de Lars Von Trier, donde, a pesar de la crudeza de la imagen, detrás hay una excelencia poética en fotografía, guion, caracterización de personajes y uso exquisito de la técnica.

Gladiadores podemos ser todos; lo son todos esos guerreros que, como el Máquina, dan su vida en las barrigas de los barcos/arena del coliseo, y que saludan siempre a ese emperador llamado Dinero, antes de comenzar a jugarse la vida por él.

No dejen de leer este magnífico cuento.


Herejías del arte joven cubano

El libro Camino de herejías, de Yasel Toledo Garnache (Ediciones La Luz, 2023) fija de la manera más contundente la posición de los jóvenes artistas, escritores, investigadores y críticos de Cuba frente a los desafíos de la creación y de la historia. El texto recoge informaciones e interpretaciones valiosas para comprender la cultura cubana y para crear y gestar desde las oportunidades que ofrece la Asociación Hermanos Saíz a la juventud.

En las páginas de esta obra el lector podrá servirse de un sustancioso preámbulo o introducción titulada «La fuerza del arte y la pasión» que lo adentra en los objetivos de la organización, la génesis y los protagonistas, el sistema de soportes materiales y organizativos para la creación, el legado ético y artístico de los hermanos Luis y Sergio Saíz. La segunda, tercera y cuarta parte se encargan, respectivamente, de atesorar «Testimonios desde la pasión», «Debates y sueños» y «Maestros de juventudes», secciones que reúnen entrevistas a los presidentes anteriores de la asociación, resúmenes de congresos e inspiradores nombres y méritos. En las entrevistas van aflorando de modo entretejido y balanceado los hechos de la vida artística que distinguen la labor creativa de los entrevistados y se exponen sus anhelos y propuestas renovadoras.

Camino de herejías rescata del olvido una especie de manifiesto redactado por Jorge Luis Sánchez y nombrado nada más y nada menos que «Pensamiento AHS», el cual propone un grupo de principios sobre el arte, sus funciones y la libertad creadora, con energía y yuxtaposiciones de tono vanguardista. Tal manifiesto no es poca cosa y realmente establece una fortaleza de espíritu frente a los abismos y burocratismos, se vuelve un mapa perfecto para la mirada, el acto y la rotura de posibles laberintos. Si la cultura cubana no vive tiempos grises a pesar de los pesares, los nuevos burócratas y sus aspirantes sustitutos, es gracias a hechos emancipadores como el aludido texto del destacado cineasta y la misma obra de Yasel Toledo Garnache a la cual se refieren estas pocas palabras.

Foto tomada del perfil de Facebook de Yasel Toledo.

La política cultural de la revolución cubana queda mejor codificada en Camino de herejías que en la mayoría de las obras especializadas, propagandísticas, políticas o jurídicas que la abordan, sobre todo el asunto de la libertad creadora, literalmente sin límites tanto en la forma como en el contenido, en la actual situación histórica de Cuba. Ello lo logra con los hechos y declaraciones individuales y colectivos que registra. Los cubanos estamos llamados por la razón, que nace de la vida, a desplegar una gran ofensiva para el desarrollo de la economía sin sacrificar los ascensos a las cumbres artísticas; recientemente presentado y obsequiado en el IV Congreso de la Asociación Hermanos Saíz, Camino de herejías es una lucidez alcanzada, un poderoso acicate para más altas metas.


«Camino de herejías», un libro que cuenta la historia de la AHS

El libro Camino de herejías, del escritor y periodista Yasel Toledo Garnache, fue presentado hoy en la Biblioteca Nacional como parte del IV Congreso de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), que hasta este lunes acoge a más de un centenar de delegados de toda Cuba. 

   Francisco López Sasha, escritor, ensayista, narrador y Maestro de Juventudes de la organización, explicó que el texto, de Ediciones La Luz, constituye una excelente compilación donde se encuentra la evolución crítica de la AHS a través de entrevistas a sus presidentes y un enfoque de los congresos y encuentros con artistas. 

   Cuenta con planteamientos estéticos relacionados con el arte en el país; y se trata, igualmente, de una recopilación de las vicisitudes que ha tenido la Asociación en más de 30 años, precisó. 

   La existencia de la AHS es una prueba no solo de la confianza de la dirección de la Revolución en las generaciones jóvenes, sino de la capacidad intelectual y emotiva de continuar la enorme tradición de vanguardia que viene de José María Heredia hasta hoy, y no ha cesado, apuntó López Sasha. 

   No se obvian las enormes dificultades de compresión para que la organización tuviera el lugar actual en la cultura cubana- detalló-; partiendo de los principios de la honestidad intelectual. 

   En presencia de Fernando Rojas, viceministro de Cultura; fundadores; presidentes y delegados al IV Congreso transcurrió la presentación, que devino ratificación de que la vanguardia artística no se ha detenido, ni se detendrá.

   Esta es una organización que cuando la conoces en verdad te enamoras; y mi amor ha crecido mucho más y a la vez, el compromiso con el arte joven y con la nación, enfatizó Toledo Garnache, uno de los vicepresidentes de la AHS. 

    Asimismo, el material aborda los orígenes de la Asociación hace 37 años, una referencia a la obra literaria de Luis y Sergio Saíz Montes de Oca y la relación de todos los maestros de juventudes.   

   Durante esta jornada inicial del Congreso los delegados aprobaron las modificaciones a los estatutos y votaron por la dirección nacional.


Dayana Margarita Pomares, una hija completamente rebelde

Según las cubiertas que me han sido entregadas por Ediciones Luminaria, hasta el momento, trabaja en géneros de investigación, narrativa y poesía. Haciendo de este Oscuro recuerdo de un blues uno de los dos libros de poesía que desarrolla la editorial en formato ePub. Primer libro que nos llega de la autora Dayana Margarita Pomares Díaz, trinitaria, que ha sido antologada, y esta vez nos muestra un libro único.

  1. Este título para aquellos que conocen la autora no pareciera sorprender, pues es movida en ocasiones por esa melancolía que puede conducir un blues. Defensora de la negritud y sus elementos que asume, se apareja igualmente al título, por estas obviedades no se le realizan preguntas con alusión al mismo. Algunos estudiosos plantean que no puede ser muy cierto el sufrimiento heredado me refiero, ¿a cuánto afirma la autora defendiendo su mestizaje en la obra literaria, sentir el dolor de siglos de esclavitud cuándo no los ha sufrido? ¿Qué sufrimientos o sentidos nos impregna Dayana en este libro?

 

Bueno, creo que el escritor o la mayoría de los escritores, no solo escriben de sus experiencias personales o su universo, también lo hacen desde la voz de aquellos que quizás no sean escogidos por la poesía para salvarse del mundo. En mi caso particular, este libro lleva de los dos gritos: el mío, pero sobre todo el de los otros que necesitan hacerse escuchar. Puedo haber sufrido o no, el dolor de siglos de esclavitud, pero algo es cierto, soy poeta y eso lleva una gran responsabilidad conmigo misma y con el mundo. Creo que también soy un puente entre aquellos que han sufrido por ser diferentes, por ser olvidados o no vistos. De esta manera creo que defiendo tanto el ser de los otros como el mío mismo dentro del libro. Soy yo y el que me lee.

  1. La imagen del violín en la portada sugiere la figura del negro fiddler, aquel esclavo de confianza al que el amo instruía para realizar actividades “civilizadas” entre ellas se encontraba la de tocar el violín para mostrar en visitas al negro domesticado. Esta mezcla de técnicas e instrumentos clásicos europeos sumados a sus propios sentimientos de dolor y lamentos por su libertad hace nacer el blues. Pero todo esto es según lo que podría sugerir desde un punto de vista histórico.

  2.  
  3. ¿Qué produce en la autora la selección de esta imagen que, por demás, se muestra entre las piernas de una mujer?

  4.  

Puedo decir que el violín es mi instrumento preferido. Ese sonido gentil, melancólico casi poético siempre ha ido en mí, como un susurro. La mujer es dueña de su elección, sea o no, la de ser madre y también de decidir que trae al mundo como su hijo o legado. En mi caso particular, al este ser mi primer libro, pues la decisión a la hora de escoger la foto fue clara, con una conceptualización bastante personal.

  1. El empoderamiento de la mujer es otro tema que la autora aboga en su literatura, por demás consecuente con su hacer, sin dejar de ser su padre una figura importante en su vida al que ha dedicado poemas. ¿Qué existe en este libro? ¿Una mujer femenina y/o aguerrida? ¿Podrías dejarnos dos versos que cree como autora reflejan el alma del libro?

 

Mucho de mi universo y de otros que he tomado prestado, la mayor parte de las veces sin ellos saber. Asimismo, como ha servido para ayudar a crear y permitir asirse del mismo a tantos que me han dejado saber, de las maneras más gentiles su agradecimiento, por lo que yo también he agradecido.

Existen ambas mujeres. Se puede ser femenina, aguerrida o lo que se decida ser, siempre que se tenga conocimiento y responsabilidad para asumirlo y a su vez no ser para otros una carga y en ese punto defenderse de todo lo que se nos quiera imponer y romper con lo que no nos sintamos bien.

En el caso particular de mi padre, a él le debo, en su mayoría ser como soy de feminista. Creo que el saber que enfrentó mi crianza de una forma tan valiente, me llevó a conocer sobre la igualdad de género e interesarme por el hecho en sí. Él no se detuvo al pedir más de mis esfuerzos para mejorar en mi superación cada día. Y a pesar de ser un hombre educado de la forma más machista posible se enfrentó sin miedo al reto de conducir lo mejor posible a una hija completamente rebelde.

 

Una canción de cuna, sostenida y breve,

me defiende de los hombres…

 

  1. Dayana Margarita Pomares es Licenciada en Estudio Sociocultural. ¿Cómo ha potenciado la literatura por medio de la comprensión social y cultural? ¿Cómo se ve reflejada en este libro?

  2.  

Soy colaboradora de con auspicio tanto de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) como del Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL) con mi proyecto Ciudad de palabras y Con verso de Mujer a Mujer, donde se ve de manera implícita los conceptos que en el de cursar histórico se persisten y manifiestan, por lo que el trabajo de años se ve favorecido y potenciado en este libro, por lo que los invito a leerlo.

  1. ¿Se considera esta mujer que ser empoderada se reduce al marco de ser trabajadora, capaz de pagar sus cuentas y no tener que dar cuentas a otras personas?

  2.  
  3. Es más que eso. Considero que es necesario conocer y asumir la responsabilidad de los actos de cada uno, sea mujer u hombre. Que es obligatorio tener un acervo sobre temas de igualdad de género y saber aplicarla en los momentos que pueden ser más culminantes en una situación determinada. Comprender varias cosas y llevar a través de la vida y creación ese conocimiento a otros. Saber que estar soltera está bien, por ejemplo, pero casada también, mientras sea sostenible o sustentable desde un enfoque de género. Una puede ser trabajadora, pagar sus cuentas y eso no significa que sea empoderada, muchas mujeres lo hacen y aun así siguen siendo una carga o responsabilidad, no solo para sus familias sino también para los amigos o sociedad en general, porque carecen de conocimiento y siguen respondiendo a una estructura social patriarcal. Los extremos siempre serán un peligro y creo que, en estas cuestiones sobre género, se nos va olvidando el génesis de la cuestión que es la igualdad, no los extremismos. En general creo que siempre le tendremos que dar cuentas a alguien, lo que debemos saber es a quien se lo damos y por qué… porque la verdad es que a nosotros también nos los dan.
  1. Algunas mujeres sienten el solo hecho del nombre Programa Adelanto a la Mujer (PAM) ofensivo al decir que se necesita adelantar a la mujer, siendo esto un índice de incapacidad de hacerlo por sí mismas. ¿Qué considera la mujer, estudiosa sociocultural y autora? ¿Potencia este poemario el PAM?

  2.  
  3. Realmente creo que siempre existirá alguien a quien le sirva ese programa. La verdad, creo que si en un espacio literario o actividad cultural que me lo etiquetan como parte de este programa y en el existe una mujer a quien le sirve alguno de mis poemas para cambiar un aspecto que pueda hacerla independiente o libre, yo con mucho gusto iría sin importarme la etiqueta que le pongan. El cuaderno está escrito para salvarme, y si con su nacer ayuda aunque sea a una sola persona más, habrá cumplido con su destino.

Cómo se engulle una isla

Surgen los encuentros a veces de la manera más insólita. Son tiempos donde la vida está al clic de un ícono, al envío de un mensaje de texto, a la reacción de un like en redes sociales. Mas, reconforta cuando pese a tanta virtualidad aún persisten costumbres de siempre, ahí cuando nada supera a la charla entre cafés y el calor del roce humano. No obstante, he de admitir que, en esta historia, tanto poder tuvo lo uno como lo otro.

Hace tal vez un año y poco más, una noche de insomnio como tantas, mientras navegaba el infinito mundo online, un chico anunció por WhatsApp la venta de algunos libros de uso. Descubrí en aquel grupo, llamado El Librero, varios títulos que desvelaron ya por completo mis nervios, pero poco fue eso ante lo que vino después. Al escribirle para preguntar al respecto, del otro lado contestó un jovencito de apenas veinte y poquitísimos años, pero cuyo conocimiento superaba en creces su corta edad. Siempre me hace muy feliz comprobar que nuestros jóvenes sí leen, que aún los libros son capaces de apasionar tanto. Hay quienes no confían en el poder de esas cosas simples frente al monstruo enorme de Internet.

 

Descubrí a aquel muchacho y se me llenó de júbilo el alma. Poder compartir juntos nuestro amor infinito por los libros, sus olores, frases específicas de algunos autores y otras manías bibliofílicas, se convirtió en un pasatiempo agradable que además nos retroalimentó muchísimo. De ese modo pudimos encontrar entre nosotros varios títulos que llevábamos tiempo buscando. Así, cada vez que viajaba, me pedía que encontrase algún volumen para él, sobre todo libros de Leonardo Padura, autor que significó el vaso comunicante de esta “historia-reseña-entrevista”, ajiaco de géneros que traigo a bien compartirles hoy, sin etiquetas; ¿qué más da en cuál encaje siempre y cuando sea capaz de relatarles cómo a veces la vida hilvana los caminos?

Llegó abril y con eso mi aceptación para una Beca de Escritura Creativa con Padura y el equipo de su editorial en Cuba: Aurelia Ediciones. Entre las actividades del curso estuvo nuestra presencia especial en la presentación de un nuevo título de este aclamado autor cubano. En cuanto mi amigo supo de esto se le disparó el fanatismo y buscó por todos los medios la forma de obtener el libro, entre otros que también estaban a la venta. A los becarios nos daban la oportunidad de un descuento, pero solo para la obtención de un ejemplar. Con gusto le cedí ese cupo a él, para ser sincera, nunca he sido fan a la literatura de Leonardo. Mientras transcurría la actividad literaria más impresionante que he visto en mi vida dada la cantidad de público y el número de ventas, yo iba enviándole fotos y detalles de todo cuanto ocurría. De repente, mi amigo me manda una foto mía sentada en medio de la presentación de Padura. Alguien más tomó esa imagen para él. Aquello me pareció rarísimo, fue entonces que supe de otros amigos suyos que también estaban ahí. Les había dicho que yo ocupaba la primera fila, alardeando de tener asegurado su nuevo ejemplar del crack de las letras cubanas. Así surgió el encuentro con Lester Ballester y Javier Vila López, compilador y diseñador de La isla devorada, donde se encuentran recogidos una serie de cuentos breves cubanos contemporáneos. Por esa sentencia titular para la obra comenzó la entrevista, una vez llegados al punto protocolar de la conversación, cuando ya nos habíamos asombrados de la capacidad de nuestro amigo en común para unir gente de toda Cuba a través de sus libros de uso en venta.

En realidad, lo de contemporáneo sí, pero cuento breve no creo. Más bien son minicuentos, –acotó Lester–. Pero el editor se encaprichó en acuñarlo de ese modo. Creo que lo más relevante de esta compilación está en agrupar tanto voces nobeles, fuera incluso del panorama literario cubano, de los que nunca se ha oído hablar, como otros escritores que ya tienen una obra edita bastante sólida o en camino a serlo. Lo bueno es que hay una pluralidad. Entre las voces más conocidas podemos mencionar a Elaine Vilar madruga, Milho Montenegro, Rainer Castellá Martínez, Barbarella D´Acevedo, Anisley Miraz Lladosa, Argel Fernández Granado, este último una de las figuras más importantes de la literatura en Las Tunas, mi provincia.

Lester F. Ballester

¿Cómo inició el proyecto? –pregunté.

A inicios del 2020, iniciando la pandemia en Cuba, lanzamos una convocatoria con el respaldo de la Editorial Avatares (Pasto, Colombia). Pero la propuesta salió del editor Jonathan Alexander España Eraso, quien vislumbró la oportunidad de reunir a varios autores jóvenes bajo el hilo conductor de la narrativa breve. Luego las cosas se complicaron para ambos al enfermarnos de COVID. Perdimos comunicación durante un tiempo, incluso, confieso que me preocupé mucho, había hecho un compromiso moral con esos autores y debía sacar la compilación a como diera lugar, así que comencé a buscar otras editoriales para presentarles el proyecto. Pero por suerte reestablecimos vínculos. Sin embargo, siento que ese año y pico sirvió para mantener abierta la convocatoria por un plazo mayor, lo cual hizo posible el envío de más de cien propuestas. Yo realicé todo ese proceso de recepción de los originales y posteriormente la selección de las obras que integrarían el volumen. La primera preselección fue de ochenta textos, después decidimos quedarnos con los cincuenta mejores que de alguna forma representan el quehacer actual de este género en el país. El proceso que sí nunca se detuvo fue el de la parte visual que llevaría el proyecto. Desde el principio tuvimos la idea de ilustrarlo y Javier Vila López, junto a otro colega nuestro: Andy J. Gonzales Sanz, se encargaron de esa parte del trabajo.

A inicios de 2022 volvimos a enfocarnos en el proyecto. La primera editorial con la que pensamos saldría la coedición del libro, Editorial Quarts, de Perú, no continuó en el proceso, en su lugar se sumó Nueve Editores (Bogotá, Colombia), con la que finalmente trabajamos de conjunto. El manejo con ambas editoriales fue fructífero, serio y comprometido desde que decidimos reestablecer los tiempos de edición de la obra. Jonathan Alexander España Eraso tuvo a cargo el prólogo de la compilación y Andrea Vergara G., gerente editorial de Nueve Editores, se ocupó del epílogo, así como de la portada del libro ya que también se desempeña como artista visual, así que, es una obra suya. La nota de contracubierta tuvimos el honor de que la hiciera Raúl Brasca, reconocido escritor argentino, multipremiado internacionalmente, estudioso de la minificción, uno de los referentes más reconocidos del género en Latinoamérica.

Quedamos contentos con el resultado, pero sí siento que se nos quedaron fuera muchos escritores importantes del panorama literario actual en Cuba, que tal vez no se hayan enterado de la convocatoria. Así que pensamos en un segundo tomo para más adelante, donde tal vez se incluyan de nuevo voces nacientes con otras más consagradas en pos de hacerlas confluir.

Mira, –me dijo mientras miraba su reloj– justo ahora debe estarse presentando por primera vez el libro en Colombia, era a las siete de la tarde, aquí son ya las ocho y cuatro minutos.

 Que coincidencia, ¿no? Estaba teniendo en ese momento la primicia. Por primera vez entrevistaban al compilador y al ilustrador de La isla devorada en Cuba. Confirmó Lester Ballester que próximamente estaría participando en las Romerías de Mayo, promocionando el libro bajo el amparo de Ediciones La Luz. Según pude apreciar, la obra tuvo su espacio dentro del programa de las Romerías, evento de arte joven más importante del país y posteriormente continúo presentándose en otros eventos.

A día de hoy, ya la Biblioteca Redonet, del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, cuenta con un ejemplar del libro. La iniciativa de que cada egresado del centro resguarde su obra ahí, garantiza un repositorio interesante para el estudio de la narrativa en la isla, información que cada año se actualiza con el egreso de nuevos narradores y los resultados de trabajo de las decenas que ya hemos logrado publicar.   

Javier Vila, el ilustrador, se había mantenido bastante tímido hasta el momento. Ambos son jóvenes aún, no dejaba de asombrarme que se hubiesen lanzado con la responsabilidad de este proyecto. Lo sonsaqué un poco y se animó a contarme sobre las ilustraciones de cada minicuento. Comentó que había pasado años en la construcción de los bocetos, todo el tiempo que duró la edición, desde las primeras selecciones de los textos que integrarían el volumen. El otro ilustrador Andy J. Gonzales Sanz vive actualmente fuera de Cuba, pero aseguró que mantuvieron comunicación durante el proceso de trabajo.

El resto de la noche la pasamos compartiendo ideas respecto a la nueva obra de Padura, los entresijos de la literatura actual y sus marañas habituales. Decidí llamar a nuestro amigo en común, el joven vendedor de libros de uso por WhatsApp. Agradecer por incitar el encuentro, lo cual supe, en algún tiempo, daría paso a otro trabajo que disfrutaría escribir. Preguntó por sus libros de Padura, sonreí mientras pensaba qué historia de pérdida inventaría para hacer vibrar la venita de su frente. Sin embargo, para mi sorpresa, ignoró la malicia de mis comentarios respecto a haber dejado los libros en la cafetería, solo preguntó si me había hecho con algún ejemplar de La isla… y que, como era lógico sería suyo. Yo me quedaba con el privilegio de la entrevista a su compilador y, evidentemente a él le correspondería el libro como pago. Bibliofilia, señores, ahí se justifica todo.   


Convocan al concurso Hermanos Loynaz en su edición 35

El Centro Cultural Hermanos Loynaz de Pinar del Río, con el coauspicio de la dirección provincial de Cultura y el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Pinar del Río, convoca a la XXXV edición del Concurso Hermanos Loynaz.

Podrán concursar todos los escritores cubanos residentes en el país, con libros inéditos en los géneros de literatura infantil, narrativa y poesía.

Cada concursante podrá participar con un libro, en cualquiera de los géneros convocados.

El ganador de la edición anterior en los géneros que se emplazan en esta convocatoria, no podrán participar.

Los libros tendrán las siguientes características:

– Poesía: entre 30 y 50 cuartillas.

– Literatura infantil (narrativa y poesia): entre 30 y 50 cuartillas.

– Narrativa (Relato, cuento o noveleta): entre 45 y 70 cuartillas.

Apunta la convocatoria que los textos se presentarán bajo el sistema de seudónimo, lema o plica y se enviarán por correo electrónico a concursohermanosloynaz@gmail.com

El plazo de admisión de los trabajos vence el miércoles primero de noviembre de 2023.

Para consultas, pueden comunicarse mediante los teléfonos: 4875-4369, 4875-8036.

El jurado, cuyo fallo será inapelable, estará compuesto por destacados escritores cubanos.

Los resultados se darán a conocer en la jornada de actividades que concluirá el 10 de diciembre de 2023, día en que se cumplen 121 años del natalicio de Dulce María Loynaz.

La premiación tendrá lugar en febrero de 2024, durante la Feria Internacional del Libro de La Habana.

Se premiará en metálico, 10 000 pesos en moneda nacional por cada género en el que se concursa, y se entregarán cuantas menciones considere el jurado, sin retribución económica alguna y sin compromisos de publicación.

Se publicarán los libros premiados en cada género con el pago de derecho de autor.

Asimismo, añade la convocatoria que disponen de un jurado de admisión para desestimar las obras que no cumplan con los requerimientos tipográficos, de extensión, u otros fijados en las bases.

El hecho de participar en el Concurso supone la aceptación incondicional de las bases.


La literatura es cada vez más mujer

Leer a Mercedes Duque (o trabajar junto a ella) es siempre un disfrute. Y no lo digo porque sí, con la convención “formal” que muchas veces las periodistas usamos como un escudo fácil del oficio: en este caso, se cumple a cabalidad la afirmación. Mercedes es mucho más que una voz joven que se abre paso en la literatura iberoamericana. Me atrevería a decir que es una voz en busca de lo trascendente. Su literatura me estremece, a mí a la que ya pocas cosas (descreída soy) me estremecen ya.   

Tu literatura está interesada en los conflictos cotidianos y en la épica propia de estos, la cual muchas veces es soslayada en la escritura. Ese “dios de las pequeñas cosas”, ¿cómo se manifiesta en tu obra?

Me gusta pensar que, antes que manifestarse de una única forma o a través de elementos concretos, la épica de lo cotidiano en este libro se siente. En realidad, Los días breves es una mirada de los personajes al propio cuerpo. Imagino que observan sus pieles y por fin prestan atención a las cicatrices y los arañazos que, pese a estar ahí, son algo menor que tiende a pasar desapercibido, que se olvida, a lo que se le resta importancia. Ese moratón con el que te levantas por la mañana, por ejemplo, y no puedes recordar en qué momento te lo hiciste. En Los días breves, los personajes sí recuerdan cuándo se dieron ese golpe y sí le dan importancia. Sienten el pinchacito al apretarlo, observan cómo cambia de color. A través de la mirada atenta a los dolores que los forman a sí mismos y a su entorno, lo cotidiano aparece como elemento sensible, encuentra la importancia que de verdad tiene. 

Y ya que hablamos de Los días breves (Editorial Verbum, 2023), tu opera prima, me gustaría pedirte que le contaras a las lectoras un poco más sobre aquello que pueden encontrar en estas páginas…

Siguiendo lo que comentaba antes, en este libro se narran once historias que pretenden conformar una mirada detallada a los conflictos ordinarios. Y, bueno, una de las emociones más ordinarias (y la que personalmente más me obsesiona) por la que pasamos todas las personas es la desilusión. Me interesaba explorar el primer encuentro de los personajes con la realidad misma, y no con lo que esperaban de esa realidad. Todas las historias de Los días breves hablan de la primera ruptura de expectativas desde un prisma distinto. Una poética de la desilusión, lo llamó una profesora del Máster de Escritura Creativa al leerlo. Me gustó mucho aquello, me ayudó a darme cuenta de que todos los relatos, cada uno dentro de su tono, ritmo o gravedad, son una disección de pequeñas desilusiones.

Y, bueno, más allá de las intenciones o la temática de Los días breves, creo que las lectoras se van a encontrar con historias mínimas muy sensibles, pero sin duda también irónicas y con atmósferas sacadas del terror. Ojalá que quien lea Los días breves ría, sienta escalofríos y se emocione a partes iguales.

Si tuvieras que quedarte con uno de los relatos de Los días breves, que representara a cabalidad tu narrativa, ¿cuál sería y por qué?

Creo que no podría elegir uno solo, así que voy a hacer trampas y hablar de dos de ellos: “Los días breves” y “Mala sangre” que son, también, mis favoritos. Digo que no puedo elegir uno solo porque la combinación de ambos representa lo mejor mi escritura: por un lado, malhablada y frenética, y por el otro, más lírica y pausada.

Además de la cuestión rítmica o de tono, estos dos relatos tienen personajes muy inocentes, algo que, creo, caracteriza mi escritura actual. Me gusta ponerlos juntos porque son dos de las voces más dispares y, a la vez, viven sus conflictos de forma muy similar. El de Martín es tan mundano como una ruptura amorosa, mientras la protagonista de “Mala sangre” vive algo tan terrible como un viejo abusivo y la partida de una hermana. Ninguno de los dos lo puede entender, ni tampoco llegan a asumir qué les ha ocurrido.

Me gusta jugar con las voces de los personajes. Me divertí muchísimo construyendo el discurso atropellado y ansioso de Martín, y me entristecí al desarrollar la voz incrédula y oscura de la narradora de “Mala sangre”, pero creo que lo que más representa a mi escritura es la combinación de ambas cosas, unidas por una visión común frente al conflicto: la inocencia. La no comprensión. La tristeza, expresada en forma de rabia, que generan la decepción y el abandono.

Definir el estilo de un autor es siempre una labor difícil. No obstante, aventuraré a decir que en tu estilo se funde la carga psicológica de la novela española pero cargada de una esencia surreal, absurda, mágica y de terror en ocasiones, que yo asocio con la producción de las actuales escritoras latinoamericanas. ¿Sientes o eres consciente de esa mezcla? ¿Cómo definirías tu escritura?

La verdad es que las escritoras latinoamericanas actuales me obsesionan. Admiro y envidio la capacidad para narrar de manera tan descarnada a la vez que absolutamente hermosa y precisa. He llegado a esta literatura hace muy, muy poco dentro de mi “carrera como lectora”, pero gracias a ellas he aprendido a jugar con ese lado visceral de la escritura que tenía en mí y del que, hasta entonces, no sabía las reglas (o la ausencia de ellas). Así que sí, Los días breves y mi escritura en general le debemos infinitas cosas a Mariana Enríquez, a María Fernanda Ampuero, a Lina Meruane y a ti, Elaine, entre otras.

Si soy sincera, no he reflexionado tanto sobre la influencia de la novela española, tan cargada de esa psicología y auto análisis, pero tienes toda la razón. ¿Cómo no? Al fin y al cabo, he crecido con esa literatura, que también admiro y disfruto muchísimo, y me ha dado las primeras pautas para expresarme. Y más allá de la literatura española que, digamos, “se estudia”, hay autoras españolas actuales que me han dado auténticas claves para aprender a narrar psicologías. Pienso, por ejemplo, en Yo, mentira de Silvia Hidalgo, o en Las herederas, de Aixa de la Cruz, dos novelas geniales en las que vivimos mil cosas en los recovecos de las mentes de sus protagonistas.

Respondiendo a la segunda pregunta, cómo definiría mi propia escritura, creo que es precisamente todo esto: un mosaico de lecturas, de pieles y vísceras, y de mirar adentro. Pero, en realidad, opino que definir el estilo propio es demasiado complicado y que, al final, las distintas pinceladas sobre ello que dan las lectoras acaban por conformar una idea con más aristas. O, con suerte, al menos más amable. Hace poco, una amiga, después de leer el libro, me dijo que soy el lobo feroz de lo cotidiano. Qué bonito escuchar que eres eso, ¿no?

La toma de conciencia es siempre un elemento vivo, que respira, en el diseño de tus personajes. Llegados a un punto de la trama, estos entienden, y ese entender los zarandea, los mueve de lugar. ¿Qué importancia les confieres a los personajes dentro del tejido de la historia?

Para mí, los personajes son el tejido de la historia. Opino que cuando narramos conflictos cotidianos, la visión y la vivencia propia de cada personaje es la esencia de la historia. Se dice que en literatura no hay nuevos temas, que las escritoras llevamos hablando sobre lo mismo desde el inicio de la narración per se. En mi opinión, lo que hace única a una historia es la voz particular del personaje y cómo vive ese evento que ya tantas veces antes hemos contado. En Los días breves, como he dicho, se habla de desilusiones. ¿Cuántas veces antes se ha tratado este tema? Personalmente, como lectora y escritora no busco la novedad de la trama, ni una narrativa absolutamente rompedora o experimental, sino que busco una mirada que sepa hablar desde la particularidad de sí misma.

¿Cómo das piel y cuerpo a tu proceso de conformación de escritura? ¿Qué recursos te son más valiosos a la hora de crear?

Una de las citas que introducen a Los días breves es de Sandra Cisneros, en la que habla de su propio libro, La casa en Mango Street. Ahí explica cómo los relatos que hay en él son un intento de ordenar fragmentos de las historias propias y de otras personas para conformar una sola y coherente. Después añade que «Las emociones, no obstante, no pueden inventarse ni pedirse prestadas. Todas las emociones que sienten mis personajes, buenas o malas, me pertenecen». Creo que mi proceso de escritura comienza de esta forma. Al menos, así ha sido en Los días breves y lo está siendo en la novela en la que me encuentro inmersa ahora mismo. En mi escritura hago uso de elementos autobiográficos, o sacados de las biografías de otras personas, pero no son más que eso: eventos concretos que una organiza de distintas formas para conseguir narrar una emoción. Ninguno de mis personajes soy yo, ni es mi madre, o mi mejor amiga, o mi ex pareja. Los hechos en sí mismos, o en quién me he inspirado para crear este rasgo de carácter o el otro, no son lo más importante para mí a la hora de crear. La piel que en realidad recubre a mi escritura, y los huesos que la vertebran, es la observación de las emociones que se me han atragantado en la garganta.

Supongo que por eso trabajo siempre con narradores en primera persona: este tipo de voz me da la posibilidad de crear nuevas formas de ver esas emocionalidades. De hecho, creo que si utilizara otro tipo de narrador, probablemente habría acabado haciendo un juicio personal sobre las decisiones y vidas de los personajes, lo cual no es mi intención (y, además sería aburrido). Sí, mis personajes siempre hablan desde mí. Al fin y al cabo, soy yo quien los crea, pero son ellos y sus voces propias quienes me permiten entender los distintos ángulos de aquellas emociones atragantadas. Y ahora que lo pienso, lo único que me permite empezar y acabar un relato es poner a esa voz a jugar: me siento frente al ordenador, le hago preguntas al personaje y lo dejo charlar de cualquier cosa hasta encontrar qué quiere decir.

Al margen de todo el proceso creativo personal e interno que una pueda tener, considero que los recursos más valiosos para la creación son la lectura y el compartir los textos con otras personas. Las ideas que vienen de fuera, ya se esté de acuerdo con ellas o no, siempre ayudan a complementar y trabajar las propias.

El gusto, el disfrute, la comunión entre lectores y escritores es un elemento muy presente en el actual panorama español literario. ¿Qué ventajas ofrece este hecho a las narradoras y qué inquietudes?

Hasta lo pronto solo me he encontrado con ventajas respecto a encuentros en los que personas dedicadas e interesadas en la literatura comparten textos y lecturas. Como he comentado antes, pienso que uno de los recursos más divertidos y beneficiosos para la escritura es mostrar las propias historias y leer las de otras.

He participado en muchos talleres y clubes de lectura, y creo que son unos espacios únicos para aprender, disfrutar, y también, por qué no, beberse alguna cerveza. Puede ser que las inquietudes surjan por la exposición de una misma, pero en mis vivencias he podido comprobar que esa idea del taller/club en el que básicamente se destroza y se humilla a la persona creadora es, hoy día, un mito. Supongo que sí, que en algún momento fue tal, y que es probable que todavía existan espacios de esas características, pero creo que están desfasados. Por supuesto que no se aprende si no se comentan los errores, por supuesto que los debates en torno a preguntas complejas generan ideas aún más interesantes, pero no es necesario machacar a la artista o la escritora para que aprenda, ni es necesario hacer preguntar incómodas o hirientes. En mi experiencia, la dinámica de competitividad y envidias que tanto ha caracterizado a la literatura está desapareciendo. Esta competitividad corresponde de un mundo masculinizado y, por suerte, la literatura es cada vez más mujer, en el sentido más amplio de la palabra. De esa comunión entre lectoras, escritoras y otras ramas de la producción artística nacen las obras y conversaciones más interesantes.

Desde abril del 2023 escribes para la revista literaria La Elocuente. Compártenos un poco de tu experiencia.

Di con La Elocuente gracias al Máster de Escritura Creativa que cursé en la Complutense. Por allí pasaron las fundadoras de la revista (Paula Martínez Camino, Pilar Asuero Salazar y Ana Olleto Vitoria), pero no tuve la suerte de conocerlas en persona en aquel momento. Comencé a seguirlas en redes sociales, pero no fue hasta un año más tarde que Paula estuvo en la Fundación Antonio Gala junto con Jonathan Arribas, un muy buen amigo que hice durante el Máster. Él nos puso en contacto. Yo había escrito una carta abierta a Pedro Lemebel en el que hablaba sobre salud mental y sueños, y la compartí con ellas. No solo la publicaron, sino que me dieron la oportunidad de tener mi propio espacio mensual en su revista.

La Elocuente se define como un espacio «creativo, rebelde y joven», y así es. Las fundadoras de la revista han creado un lugar ideal para compartir los textos de escritoras con mayor o menor carrera (y esto es una de sus mejores cualidades, el elitismo no tiene cabida), que escriben en los márgenes del canon literario y que tienen voces y opiniones descaradas y divertidas. Combinan la publicación de relatos y poesía con el ensayo y la crítica literaria, tienen su propio podcast y club de lectura. Son un clarísimo ejemplo de lo que comentábamos antes: La Elocuente crea una comunidad de escritoras y lectoras donde se cuestiona lo establecido y se pone el tabú sobre la mesa. La verdad es que estoy muy feliz de formar parte de ella.

Acabas de ser seleccionada para la Residencia Artística Can Serrat por un proyecto literario del género novela. ¿Sientes que la novela es la consagración definitiva de una escritora?

No diría tanto como la consagración definitiva. Es verdad que, al comenzar a escribir, sobre todo si se pasa por talleres y educación universitaria en escritura, se trabaja principalmente con el relato. Supongo que es así por el formato mismo de la educación: no sería viable si todas las alumnas escribieran a la vez una novela, no daría tiempo ni lugar a trabajar los distintos aspectos formales, temáticos, etcétera, de la escritura. Así que suele ocurrir que la primera producción literaria de una persona sea una antología de relatos.

Pero para mí esto no quiere decir que la novela sea el género más complejo, ni mayor, de la literatura. Simplemente distinto. A veces pienso en los relatos como películas y las novelas como series: los primeros tienen la atención de la lectora o espectadora durante un periodo de tiempo reducido y dejan una marca punzante, mientras que los segundos son carreras de fondo, historias que se construyen poco a poco y dejan una huella quizás más extensa, pero no por ello más profunda. En España, a diferencia de América Latina, la novela tiene mucha más presencia e importancia, pero personalmente tengo un enorme respeto por las relatistas.

Cada género tiene sus dificultades e interés propios. Hay historias que exigen la extensión y desarrollo de una novela, mientras que hay otras que en menos páginas y más silencios, consiguen calar muy hondo. Es tan complicado y valioso dejar una marca punzante como una huella extensa.

Todas las escritoras tenemos un por qué, un disparador, un motivo, detrás del hecho de aventurarnos a escribir. ¿Cuál fue tu motor de arranque?

Creo que, como tantas otras personas, comencé con los diarios y la poesía sentimental. También leía mucho, con ganas y atención. No sé en qué momento me senté a escribir por primera vez, supongo que de muy niña y en la escuela, o de adolescente por algún desamor. Sí recuerdo que poco a poco fui dejando más espacio para la escritura, hasta que un día me apunté a los talleres de Casa Tomada (una librería maravillosa en Sevilla) y pude darle forma y técnica a lo que antes eran emociones que me llenaban y que solo sabía vomitar.

Creo que desear dedicarse a la producción artística de cualquier tipo se lleva dentro desde una edad muy temprana. Creo que la artista tiene algunas cualidades concretas como son la atención al detalle, la introspección y la sensibilidad. Pero me parece que también es esencial el aprendizaje.

Puede ser que mi motor de arranque fuera momento vital en el que me encontraba sin empleo y sin perspectivas de encontrar ninguno, pero con una necesidad absoluta de hacer algo. Siempre había disfrutado de la lectura y la escritura, así que decidí darle una oportunidad. La escritura es un oficio que exige de mucho tiempo y dedicación, y en aquellos días yo tenía todo el espacio del mundo para darle. Me apunté a un taller inicial de escritura creativa en Casa Tomada, que impartía María José Barrios, socia fundadora de la librería y una de las personas que más me han enseñado sobre escritura. Es muy probable que en aquel momento se activara ese disparador que nombras. Los talleres no despertaron en mí el deseo en sí de escribir, esa ansia ya estaba despierta, y fue por ella que comencé a asistir. Pero al adquirir las herramientas necesarias para relatar lo que llevaba dentro, cada vez sentía más y más necesidad de hacerlo, y me producía más emoción y divertimento. Cuando comencé aquellos cursos, el motor estaba ahí, pero necesitaba de alguien que me ayudase a encenderlo.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Mercedes Duque?

Cuando me presento, tiendo a decir que estudié Antropología y Sociología, que he sido profesora, niñera y camarera, que intento dedicarme a la literatura, que nací en Sevilla y he vivido en Londres, Roma y Madrid, y que Roma fue sin duda mi ciudad preferida. Que tengo veinticinco, veintiséis, veintisiete años. Y claro que esas cosas son parte de mí, pero voy a tratar de presentarme de otra forma.

Cuando intenté dejar el café tuve tantos sudores, pesadillas y mal humor que no pude si no volver a tomarlo. Me encanta el terror porque veía películas con mi madre desde muy pequeña. Tengo una hermana mayor y una mejor amiga y no sé bien cuál es cuál, las dos son ambas cosas. Siempre he querido adoptar un gato naranja y llamarlo Regañá, y por fin lo tengo conmigo. Durante mi año en Roma, mi mejor amigo tenía siete años. No importa cuánto lea y me fascine por nuevos libros, El Principito siempre será el que más hondo me caló. Antes pesaba cerca de cien kilos, ahora hago ejercicio de forma compulsiva y vivo en una dieta permanente (de la que no he eliminado la cerveza ni el vino). Me encanta tener flores en casa, por mucha pena que me dé verlas morir. Disfruto tanto de bucear que tengo un acúfeno en cada oído, ese piiiiiii constante dentro de la cabeza. Ahora buceo con tapones, aunque me da mucha vergüenza. Admiro mucho a muchas personas y creo que esa es una de mis mejores cualidades. Y seguro que hay otras cosas para contar, pero me incomoda un poco hablar de mí misma (o tal vez es solo lo que me digo).