Universidad Central


Feminista, comunicadora y sin frenos

Si a algo no puede renunciar la espirituana Lisandra Gómez Guerra, Doctora en Ciencias de la Comunicación, es a la madrugada sustanciosa en ideas y a la palabra lista para ser expresada sin tapujos ni dobleces. Son dos hábitos que forman parte de su personalidad, como su modo desinhibido de vestir y de hablar. Por eso, si alguien le pide una opinión, no puede esperar menos que la verdad pura y dura (si lo es); y si le solicitan ayuda con la revisión de un artículo, un proyecto de tesis o, incluso, que responda un cuestionario, ella —que nadie se explica cómo logra cumplir con tantas responsabilidades— dirá que sí, que claro, pero que tienes que esperar hasta mañana.

«A las 6:00 a.m. lo tendrás en tu buzón» —escribirá la noche anterior antes de irse a dormir, poco más de seis horas, para que le alcance el tiempo. Un tiempo que parece estar cronometrado, pues está dedicado a cumplir con sus múltiples obligaciones como corresponsal de Juventud Rebelde, periodista de la página cultural del semanario Escambray, profesora de la carrera de Comunicación Social en la universidad de la central provincia; reportera y directora del noticiero Al día, de Radio Sancti Spíritus; y también investigadora y vicepresidenta de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en ese territorio.

Ella dice que sí, que llevarlo todo a la vez «es muy complicado. Intento acomodar las tareas por prioridades en el tiempo. Me levanto todos los días a las 5:00 a.m. y eso me permite adelantar, sobre todo, en los procesos de escritura. Aunque si pudiera ponerle más horas al día, lo hiciera con sumo placer».

De cada uno de sus empeños diarios enumera lo que le enamora o le reta, y aunque ha recibido numerosos reconocimientos en cada área en la que labora, Lisandra asegura que no está satisfecha: «y creo que jamás lo estaré. Soy extremadamente autocrítica, tanto que a veces voy al extremo de la inconformidad».

Quizás de ahí haya nacido una obra periodística tan prolífica que ni ella misma sería capaz —si se lo propusiera— de recordar cada uno de los textos publicados tanto en radio, periódicos, revistas, sitios web o televisión, en los 12 años de experiencia laboral acumulados, luego de graduarse de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central «Marta Abreu», de Las Villas. No obstante, confiesa que es el mundo de las ondas sonoras el que la tiene totalmente atrapada.

«Desde el segundo año de la carrera, la prensa radial me enamoró. Contar mediante los sonidos y las palabras es tan intenso que cuando intento hacer una obra compleja me deja sin aliento. Además, la adrenalina de la inmediatez es una de las mejores sensaciones experimentadas como profesional —dice, totalmente segura de su elección—. Radio Sancti Spíritus me ha posibilitado hacer casi todo lo que me he propuesto.

»La dirección de programas es otro placer y mucho más el noticiero Al Día, porque me permite crear un gran producto con la obra de otras muchas personas. Por eso siempre digo, ante cualquier reconocimiento, que no es solo mío, sino de todo un colectivo. Además, he logrado crear una empatía y complicidad con el equipo más pequeño (grabador, redactora, realizador de sonidos y locutores), porque hablamos un mismo idioma. Basta una sola mirada para saber lo que queremos. Y eso, cuando se dirige, es fundamental».

Entre los primeros retos que la profesión le puso delante estuvo el periodismo cultural, una tarea inesperada que se convertiría en pasión, al punto de que hoy lo toma como trabajo, pero también como placer.

«Cuando me gradué, en Radio Sancti Spíritus no había quién asumiera los temas cul-turales; así que fue una imposición, más que una elección. Pero estuve súper agradecida porque desde adolescente intentaba estar presente en cuanto suceso cultural ocurría en la ciudad. Desde ese instante, aprendo de la mano de artistas e intelectuales. Creo fiel-mente en la idea de que lo primero que hay que salvar es la cultura, porque es el sostén del resto de los procesos. Por eso, interpretarla y analizarla me desvela». En esa suerte de vigilia alerta, su posición como vicepresidenta de la AHS le sirve de puntal, porque le ha permitido «estar del otro lado del escenario cultural, mucho más cerca de los creadores —explica—. Eso ha contribuido a que comprenda mejor los procesos culturales espirituanos, lo que incide directamente en cómo hacer un periodismo más cercano a las luces y sombras de la vida sociocultural de la provincia y de Cuba».

Cinco años después de salir de las aulas universitarias, otra sorpresa le esperaba a la apasionada periodista de temas culturales: la comunicación desde la perspectiva de género.

«En 2013, mi jefe me envió a un taller sobre género, pensando que era sobre géneros periodísticos. Le agradeceré eternamente aquella equivocación. Bastó el primer encuentro con el tema para impulsarme a buscar información, en el afán de aprender más de lo que desconocía. Eso me ha servido para crecer como ser humano, al dejar a un lado prejuicios, estereotipos e intentar entender a quienes me rodean desde la multiplicidad.

»Al llegar la posibilidad del doctorado, muchas personas me dijeron que para la aprobación del tema debía ser algo poco estudiado y que me motivara, pues exigiría de mí horas de entrega. Pensé enseguida que solo existía una tesis doctoral sobre Género y Comunicación, referente para cualquier investigación: la de Isabel Moya. Se unieron así dos cosas: pasión y objetividad, ingredientes que me acompañan siempre».

-¿Cuánto se transformó tu vida profesional y personal luego de obtener el grado científico de Doctora en Ciencias de la Comunicación?

-He sentido que las personas intentan probarme, a veces con intención y otras no, como si tener el grado de Doctora me hiciera experta en todo o incapaz de equivocarme. Para mí es solo el inicio de un gran proceso en mi vida: superarme como profesional y persona. Cuando la Doctora en Ciencias Literarias Yanetsy Pino Reina aceptó ser mi tutora, me dijo que lo asumía si le aseguraba que ayudaría a otros, luego de obtener mi grado. Y con mucho placer lo hago. Alumnos, amigos, desconocidos… siempre intento guiar desde mis saberes, eternamente abiertos a nuevos horizontes.

Hago periodismo de a pie, ese que intenta auscultar la vida de una provincia. Claro que, más allá del título que guardo con cariño y orgullo, hoy soy una mejor persona y profesional por la experiencia adquirida en la investigación del Género y la Comunicación en Cuba.

-¿Carece el periodismo cubano de un enfoque ajustado a las corrientes, paradigmas y estudios de género en Latinoamérica y el mundo?

-Sí, predomina la ausencia de la perspectiva de género en nuestro periodismo. Se debe, en buena medida, a que en nuestras redacciones están hombres y mujeres herederos de una milenaria ideología y cultura patriarcales. Que no reproduzcan en sus materiales periodísticos sus roles y estereotipos es muy difícil. Transformar esas representaciones sociales implica sensibilizar y recibir educación desde la perspectiva de género, y eso debe comprenderse y hacerse cumplir como política nacional. Hay muchas intenciones, hemos ganado conocimientos en cursos y talleres, pero aún son mayoría quienes reproducen las diferencias entre hombres y mujeres, ancladas en el patriarcado, y se niegan a comprender la multiplicidad de las feminidades y masculinidades.

-¿Te ha traído sinsabores esa postura inclusiva, democratizadoramente feminista, con la que defiendes tus ideas?

-Muchos. Recuerdo que varios colegas espirituanos me cuestionaron el por qué dedicarme a realizar un doctorado sobre el tema y otros (no pocos) aún me dicen que son «exquisiteces» mías, cuando les explico cómo logramos mejores productos comunicativos si asumimos la perspectiva de género. De forma general, no se concibe como importante y vital para el ejercicio de un periodismo más comprometido con su contexto.

-Y a ti, como mujer, ¿cuánto te ha aportado y transformado ese conocimiento?

-Soy una mujer mucho más fuerte, confiada, resiliente, segura y capaz de comprender conductas, pensamientos, actitudes desde la multiplicidad misma de los seres humanos.

-¿A quiénes tienes como paradigmas de mujeres periodistas?

-Es difícil, porque son varias. Todas las que de forma ética y valiente defienden en sus creaciones sus puntos de vista con la responsabilidad social que exige esta profesión, no siempre bien comprendida.

-Defiendes con vehemencia tus criterios y gustas de imponerte desafíos constantemente… ¿Te consideras una periodista libre de tabúes?

-Intento. A veces choco con alguno y me obligo a sacarlo del camino, pero es difícil. Por eso cuando estudias sobre género, lo primero que aprendes es que estás en un constante aprendizaje.

-¿Qué te retiene en tu terruño, aun cuando te han invitado a cruzar fronteras interprovinciales?

-Nunca he pensado en irme de Sancti Spíritus. Aquí crezco como profesional. Los medios solo tienen la condición de municipal, provincial y nacional para el sistema de pago. Desde que conquistaron Internet, ya el mundo rompió esas fronteras. Aquí he escrito sobre lo que he querido; mientras que, por ejemplo, en Juventud Rebelde más de un tema me ha sido censurado porque nacionalmente no es considerado acertado. Aquí también está mi familia y tengo mi comodidad. Quizás en eso último deba trabajar para que no se convierta en un freno en mi vida.

Dice «freno» y la palabra suena fuerte, como si no estuviese hecha para ella, una mujer de 35 años a la que ni los más duros rigores de la profesión le han podido imponer límites. 

Esa seguridad que se proyecta hasta en su forma de mirar está asentada en la búsqueda constante de un modo de hacer que es unas veces impetuoso y otras, más reflexivo, pero nunca un freno.

*Tomado del libro El compromiso de los inconformes. Entrevistas a jóvenes periodistas cubanos (Ocean Sur, 2021)


Réquiem por tu presencia

Esos papeles de Armando me hablan.

Lo primero fue su palabra apasionada, su voz encendida que es futuro y utopía casi perfecta y adorable…

Aunque su partida fue así… tan rápida…; ya lo he repetido una y otra vez, Sí, he estado triste, pero no estoy, no me siento desconsolada…, porque el vacío y el desconsuelo sin fin de aquellas terribles primeras horas sin él, se fue nutriendo de una forma muy sutil de su entrañable presencia y su maravilloso recuerdo, al punto que él sigue llenando mi vida de forma plena… ¡Caramba…! qué grande tiene que ser el amor…, cuán grande tiene que ser todo lo que él hizo a lo largo de mi vida, cuán grande ha tenido que ser él, para que aún, después de su partida, pueda afirmar que no me he sentido sola. Sí, porque Armando dejó una huella de cariño y de amor tan grande en nuestro pueblo y en su patria latinoamericana toda, que ese amor que él forjó me acompaña cada segundo, me abraza y hasta me mima, aunque él ya no esté físicamente. Por eso le doy las gracias por seguirme protegiendo aún con la fuerza que brota de su ejemplo inolvidable, y a ustedes por quererlo, recordarlo y acompañarme con tantas muestras de afecto y cariño del bueno.

Sé que también podrá comprenderse que, aunque en mi alma también hay angustia, dolor y mucho dolor…, y a ratos ese sufrimiento me embarga plenamente, de eso no solo no puedo, ni debo, de eso no quiero y no voy hablar, porque en verdad fui/ soy una privilegiada por haberlo tenido tantos años compartiendo todo…

Para mí, todo está inundado de Armando y claro que no son, ni serán nunca mis lágrimas, el mejor tributo para él; porque nunca quiso que yo sufriera, me colmó de amor…, plantó en mí los más bellos e imborrables recuerdos… Ya hasta me he sonreído recordando su ingenio, su carisma y su buen humor. Desde luego, que él también supo hacerlo todo para que yo viviera plena y, como si fuera poco, del mismo modo, supo dejarme llena de proyectos…

Por mi parte, le agradeceré siempre su confianza por haberme hecho su compañera y esposa para siempre. Por todo ello, les pido permiso para hablarles de Él, del hombre a quien terminé de comprender aquella trágica noche que Fidel partió a la inmortalidad. Y no me pregunten por qué, ni cómo; pero durante esos tristes días que Fidel se fue, supe que el final estaba muy cerca, tanto conocía a Armando que lo pude intuir… Luego, fue así, justo se fue con él, a un año y un día…

tomado del perfil de facebook de Eloisa Maria Carreras Varona

Nunca supe estar lejos de Armando…, porque siempre he tenido la sensación de que me pierdo cuando él no está y deja de iluminarme con la luz, la bondad plena y la transparencia que brota de su ser todo. Pero fue solo a partir de aquella aciaga noche que Fidel se fue y de los conmovedores días de duelo subsiguientes, que comprendí muchas cosas de Armando…, aunque las niñas ya cumplieron 27 y yo cuento más de treinta de que nos acompañamos en la vida ¿Qué no sabré de él?, cuando nunca más me moví de su lado, ni él del mío; todos esos años estuvimos ahí, así, el uno para el otro, siempre. En cada alegría y en cada pena de la vida, que ni la una ni la otra son pocas en un lapso de tiempo como este. Aunque para mí, el tiempo voló luchando cada segundo por sus maravillosas existencias… Aquella noche también comprendí que Fidel es la persona por la que Armando vivió y solo entonces terminé de vislumbrar las razones por las que Haydée amó así a Armando. Porque él, como Abel y Boris, vivió para que Fidel viviera, y ella que era una iluminada, lo supo desde entonces, que Armando también le había entregado su vida; lo demás fue cosa o cuestión del destino de cada quien y un poco del azar que siempre hace lo suyo…

Por eso creo que, cuando Armando se fue con él —a esa otra dimensión en la estrella que me decía mi madre, muy cerca del Señor y del Apóstol…, a continuar en la lealtad en la que vivió por él toda la vida— se fue tranquilo, se fue en calma… Y cuando se fue y en ese último suspiro que me ofreció antes de partir, lo hizo con valentía y no emitió ni una sola queja de dolor. En ese instante decisivo, cuando aún estaba en mis brazos, fue capaz de acariciarme el alma, darme fuerzas y una vez más, brindarme su protección, para poder descansar en paz y no dejarme perdida en medio de tanto desconsuelo.

Por mi parte, puedo confesarles que desde hace muchos años descubrí que estudiar y promover su vida, obra y pensamiento, era lo mejor y más provechoso que debía hacer. Desde el año 1979, cuando era una estudiante de la Licenciatura en Historia del Arte, su pensamiento despertó en mí particular admiración, a partir de que lo conocí, en una conferencia que dictó para los entonces alumnos de la Facultad de Filosofía e Historia, en el Teatro Manuel Sanguily de la Universidad de La Habana. Años después, en las complejas circunstancias y contradicciones en las que se desenvolvió mi trabajo, la ayuda de cada uno de sus artículos, discursos e intervenciones, me permitieron comprender la coyuntura política y, sobre todo, tener la certeza de que, en oportunidad propicia, sus ideas —portadoras de la auténtica Política Cultural de Fidel y la Revolución Cubana— se abrirían paso sin tantos y tan diversos obstáculos para su aplicación. Desde aquellos difíciles momentos pensé que era indispensable que se laborara por difundir su obra y pensamiento; pero al consultarle mi interés, su modestia imposibilitó cualquier gestión en esa dirección.

Fue solo a principios de los años 90, tras el derrumbe del socialismo en Europa Oriental y la URSS, en los embarazosos comienzos del Período Especial, cuando se intensificó la necesidad de promover el original pensamiento de la Revolución Cubana y al calor de los debates por la salvaguarda de nuestra excepcional historia y tradición, en el I Taller de Pensamiento Cubano que sesionó en la Universidad Central de Las Villas, en noviembre de 1994, que obtuve —finalmente— su aprobación para poder comenzar a gestionar el proyecto investigativo, de lo que se convirtió poco tiempo después en el anhelado por mí: “Proyecto Crónicas. Historia y memoria de la Revolución Cubana en la voz de Armando Hart”, el que, junto a las gemelitas es la causa de mi vida.

También puedo afirmar que continúa siendo mi deber, seguir pensando y, desde luego, hablando de él, porque todo lo que conozco me lo dijo y me lo enseñó él; desde esa sencillez, modestia y lealtad absoluta en la que vivió y en la que partió. Pero como ya he contado en otras ocasiones, su amor me ha permitido sentirme iluminada, poseída de una fuerza de la naturaleza que me conmina a trabajar sin descanso para que su obra viva; por eso en tan breve tiempo ya contamos con los primeros 8 volúmenes de la colección “Cuba, una Cultura de Liberación”. Selección de escritos del Dr. ARMANDO HART DÁVALOS 1952-2017”.

Ahora mismo no puedo olvidar que él solo quería trabajar y hacer, porque no conoció el reposo ni el descanso jamás; aunque conocía el sacrificio, sus actos solo eran para él algo necesario y natural como respirar. Siempre fue infatigable, salía de una cosa para entrar en otra; era un verdadero vértigo de acción y de labor; un hombre incansable.

En nuestro hogar fue ejemplo de virtudes extraordinarias; desde luego, primaron en él, el infinito amor a nuestras niñas, el honor, la extrema delicadeza y la rectitud de carácter, las buenas costumbres, el cariño, la pasión por el saber, la cordialidad, la solidaridad, el afecto, la pasión y la consideración total. Fue, asimismo, un espíritu independiente y soberano. Ahora recuerdo que, como su inolvidable hermano Enrique —a quien veneró toda la vida— odiaba a quien mentía, porque para él la mentira originaba todo la engañifa criminal que hace tan difícil el arte de gobernar y de crear.

Se refugió toda la vida en el mundo de las concepciones y en su inmensa pasión por la abstracción porque, como él decía, cuando se siente pasión por una causa, por un valor abstracto como la Justicia, todo hombre honrado debe darse a él “y es honor al que no se renuncia y deber ante el que no se debe claudicar”.

Fue amante de lo grande y un total apasionado de la emancipación de su amada Cuba, la querida y martiana patria de Fidel; pero es que, como nos dijo Martí, ¿acaso los apasionados no son los primogénitos del mundo?

Creyó, asimismo, en la necesidad de la dignidad, el decoro y la justicia para todos. Piensen que, para él, “la Justicia no es odio infecundo, no es tiranía de nuestras ideas, no es parcialidad absurda, es predominio de la razón, del entendimiento cordial entre los componentes reales de la sociedad cubana”. Y por eso afirmó, “Justicia es elevar al homo sapiens a la categoría de hombre, es darle a cada cual sus bienes y derechos, es hacer que cada cubano disfrute a plenitud de la herencia cultural y material de nuestro tiempo”.

Toda su vida estuvo caracterizada por un espíritu inquieto y una intensa pasión rebelde y furia contra la injusticia y el atropello. Siempre me dijo que la arbitrariedad, la injusticia y “la sinrazón y el desajuste” le provocaban un brote espontáneo de impotencia, rabia, ira y excitación, que no podía controlar.

Compartir la vida con Armando fue para mí una bendición, un verdadero privilegio, satisfacción y goce, un sublime honor. No puedo olvidar que cada amanecer conseguía palpar sus cercanas utopías y convertir lo cotidiano en extraordinario. En el hogar, con la familia, en las relaciones con sus amigos, compañeros, e incluso con simples conocidos, mostraba una sensibilidad, nobleza y humanidad verdaderamente admirables; fue ese uno de sus principales rasgos.

Cuando advertimos el entorno donde creció y se educó, encontramos los componentes esenciales que contribuyeron a la formación de su exquisita personalidad. No olvidemos que cuando recordaba a su madre, su primera asociación era el pleno rigor y la exigencia, mezclados con el amor, la bondad y la justicia, sentimientos con los que también relacionaba muy directamente a su padre, además del estricto cumplimiento de la Ley. Les agradeció infinitamente la educación brindada, la cual empezó con la prédica de su intachable ejemplo. De sus padres conservó siempre vivencias entrañables; de ellos aprendió los estrechos vínculos entre el derecho y la moral, principios esenciales que sustentaron la educación que Marina y Enrique brindaron a sus hijos; por ello recordaba que, en su hogar, cuando querían distinguir a alguien por sus cualidades, decían: “esa es una persona decente”.

Ese es un detalle clave para entender a esta familia, el origen de sus ideas y actuación en la vida, porque como bien él afirmó: “si entendí la Revolución Cubana, el socialismo, y tomé partido por las causas justas, fue porque he aspirado siempre a ser una persona decente y honesta”. Estudió fecundamente en la vasta biblioteca de su padre; la historia, la filosofía, la sociología, el derecho y la cívica fueron invariablemente sus materias favoritas. Desde que tuvo uso de razón le interesó la política como la mayor motivación en la vida. Soñaba que debía trabajar para transformar la realidad a partir de la ética y la justicia. Eligió la carrera de Derecho porque pensaba que de esa forma podría encauzar sus ingentes inquietudes políticas y su vocación de lucha por la justicia y la moral. Deseaba ejercer una cátedra como profesor universitario de Derecho Constitucional, lo que, —como se conoce— no llegó a realizar porque pasó directamente a servir a la patria en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Se incorporó tempranamente a las filas de la Juventud Ortodoxa, como una manera de hacer política y participar en la lucha contra la corrupción imperante. En la universidad fue un alumno perspicaz y aplicado, con dotes de orador y comunicador social, lo que se evidenció en su constante participación como dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Estuvo entre los jóvenes de la dirección de la FEU que en la misma mañana del cuartelazo se trasladaron al Palacio Presidencial, para ofrecerle su apoyo y respaldo al presidente constitucional con vistas a enfrentar la ilegalidad. A nombre de la Asociación de Estudiantes de Derecho denunció, en una carta ante el Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales, la ilegitimidad del régimen nacido el 10 de marzo. Participó en la Jura de la Constitución de 1940 y también resultó víctima del violento asalto de la policía batistiana al programa radial la Universidad del Aire. Fue uno de los más destacados miembros del MNR, fundado por el ilustre profesor universitario Rafael García Bárcena, a quien consideró su maestro y mentor. Precisamente García Bárcena, lo nombró su abogado y no admitió las presiones que le hicieron para que aceptara a otro letrado de experiencia que lo representara, en la causa por la cual fue juzgado en relación con los hechos conocidos como la Conspiración del Domingo de Resurrección.

Cuando se conoce la trayectoria ideológica y política de Armando, resulta muy elocuente su afirmación: “Mi integración al Movimiento 26 de Julio fue el resultado de un proceso natural. El programa del Moncada venía a materializar el sentimiento ético que estaba profundamente arraigado en la tradición patriótica cubana”. Debemos recordar, asimismo, la dura clandestinidad que le tocó vivir en aquellos años febriles y su pasión por el trabajo revolucionario.

Estuvo entre los principales gestores y vivió de forma prominente el Alzamiento del 30 de Noviembre en Santiago de Cuba. El 4 de enero de 1957, en una carta que escribió a su familia encontramos sus principios y razones esenciales para continuar en la lucha, cuando dijo: “Tengo fe porque si yo, lleno de limitaciones soy capaz de entregar lo poco que poseo por alcanzar una vida superior —la que se vive al servicio de la historia—, ¿qué no están ya haciendo las inmensas legiones de compañeros que son capaces de mayores sacrificios y de más altas virtudes? Y los he visto de carne y hueso en estos días llenos de emoción que mi destino pobre me había reservado en medio de tanto dolor. Dolor por la angustia que produce saber perdidos para siempre a los mejores cubanos, cuando los malvados nos siguen entorpeciendo. Dolor porque es triste ver caer a personas con quienes habíamos intimado por el trabajo conjunto de meses. Pero todo tiene su parte buena; sin esas grandes emociones la vida no valdría nada para mí”.

A mediados de febrero de 1957 formó parte del pequeño grupo de combatientes que participaron en la primera reunión entre la Sierra y el Llano. Luego de su regreso a La Habana, en el mes de abril resultó detenido y recluido en las cárceles de la tiranía. En la mañana del 4 de julio protagonizó una audaz fuga de la Audiencia de La Habana. Aunque todos pensaban que entonces lo más prudente era que pasara a la Sierra, ello no ocurrió. Porque poco tiempo antes de la muerte de Frank País se había convenido su traslado a Santiago, para que laborara allí, en las actividades organizativas y de dirección del Movimiento 26 de Julio.

En noviembre de 1957 subió de nuevo a la Sierra para encontrarse con Fidel y el grupo guerrillero, a fin de tratar todo lo relacionado con la llamada Junta de Liberación o Pacto de Miami. Allí pasó la Navidad de 1957 y esperó el nuevo año; pero en los primeros días de enero tuvo que bajar al Llano a fin de continuar la lucha en su puesto de combate, porque era allí donde él consideraba que resultaba más útil para los planes de Fidel y el M-26-7. Cuando bajaba de las montañas fue arrestado como sospechoso por unos guardias de la tiranía cerca de Palma Soriano.

Los compañeros del Movimiento que trabajaban en la Compañía de Teléfonos en la ciudad de Santiago de Cuba interceptaron una llamada del propio Batista para Alberto Río Chaviano —el asesino de los moncadistas— en la que le decía que “había que matar a Armando Hart como a un perro, que simularan un combate en los alrededores de la Sierra”. Armando recordaba emocionado que la solidaridad de los combatientes del Llano, con René Ramos Latour —el Comandante Daniel— al frente y la movilización de la opinión pública le salvaron la vida.

La tiranía lo estuvo trasladando de una cárcel a otra del país durante todo el año 1958, no olvidemos que el régimen lo consideraba un individuo muy peligroso. Cuando cayó preso, lo encerraron en el cuartel de Palma Soriano; de allí lo llevaron a un calabozo en las afueras de Santiago de Cuba; luego lo reubicaron en el cuartel Moncada —lugar donde fue interrogado por el propio Chaviano—; más tarde lo pasaron a la Cárcel de Boniato hasta principios de julio, cuando fue trasladado al Castillo del Príncipe, en La Habana. En las primeras semanas del mes de agosto, tal parece que, para aislarlo de la capital, lo trasladaron a las galeras del Presidio Modelo de Isla de Pinos. Después vino el esperado triunfo de Fidel y todos estos años en la primera trinchera de pensamiento y acción por su amada patria Cuba, la patria América y la patria Humanidad.

Desde los inicios la lucha tuvo para él un contenido profundamente ético, piénsese en su elocuente afirmación: “Para mí todo empezó como una cuestión de carácter moral”. Esa frase demuestra el enorme peso que tuvo la ética en la formación de su carácter y a lo largo de toda la vida. Para él, el tema de la ética es el tema central de la política.

La historia de Cuba estará marcada para siempre por el obrar y el proceder de la vanguardia revolucionaria de la Generación del Centenario que, con su lucha, promovió el cambio radical de nuestra historia. Armando le aportó a su generación y a nuestra patria no solo su destacadísima actuación, sino también su pensamiento a lo largo de todo el proceso revolucionario, porque para él la idea de la felicidad está en el trabajo y en la lucha, por eso pudo escribir en sus memorias en abril de 1958: “yo era feliz porque estaba luchando y no hay mayor satisfacción que la de combatir y trabajar por el futuro”; pensemos que en ese momento estaba preso en la cárcel de Boniato, recién había conocido la terrible noticia de la muerte de su hermano Enrique y del fracaso de la Huelga de Abril.

Armando fue un ser que no descansó jamás, fue creativo, tenaz, perseverante y esforzado, inquieto e hiperquinético hasta el fin. Amanecía y terminaba el día lleno de proyectos. Al lado de un hombre así, me fue imposible conocer el tedio, la monotonía o la rutina. Practicó en su actuar diario y cotidiano, la filosofía de la ética y el optimismo revolucionario unida a su vocación de servicio a la patria y a la Revolución, lo cual significaba estar allí, donde hacía más falta, en el momento oportuno para desbrozar del arribismo y la mediocridad el camino a la luz. Aparecían entonces su ternura, paciencia profunda y reflexiva, siempre dispuestas al diálogo de lo esencial y a la exposición de la verdad. Pero por encima de todas esas cosas, Armando siempre fue un hombre bueno, fue un ser bondadoso en la profundidad total de esta cálida y tierna palabra. Su vida estuvo bordada de sencillez, humildad y modestia, al punto que jamás reparó en el hecho de que, como dijera el poeta Miguel Barnet, su nombre ya estaba no solo en los museos, sino también en la leyenda.

Por todo esto aparecen las palabras para rezar por tu presencia; por eso no hay comienzo, ni fin, solo estas tú…

Gracias Armando por el tibio y tierno beso; Gracias por encender el AMOR hasta en la última batalla; Gracias por tu confianza, por darme el privilegio de ser tu esposa y compañera; Gracias por Marinita y Florecita.

Lo demás ahora les toca a ustedes, porque solo leyéndolo podrán conocerlo y lo puedo afirmar porque lo que es a mí, los papeles de Armando me han hablado y me lo han dicho casi todo, perdón, me lo han dicho todo…

Descansa en la paz que viviste amado mío, para siempre allí estaré contigo, mi amor.


Lombanfula en Cuba

Cuando parece que todo el universo religioso-cultural de matriz africana está investigado en Cuba, aparecen nuevas sombras que demuestran una famosa frase que plantea: “Lo que el hombre conoce es una gota, lo que desconoce es un océano completo”. En esta cuestión pensé cuando supe de la existencia de los Lombafula, una religión de origen bantú que solo se practica en el centro del país. Su calidad de ser una práctica religiosa crítica y familiar posibilitó por mucho tiempo su desconocimiento, o aquellos que sabían la convergían con las prácticas del palomonte, también de origen bantú.

Esta religión, originaria del territorio africano del antiguo reino de los Bakongos, es otro lazo que se suma a nuestro vínculo con África. Esto sigue demostrando la diversidad cultural y religiosa que presenta el continente negro y que es imposible utilizar criterios unificadores para distinguir a esa región. Y es que diferentes regiones de la Isla, como dijera la escritora y antropóloga Lydia Cabrera, “son verdaderos asentamientos de África en Cuba».

El Lombanfula es una práctica religiosa-cultural de origen africano que se encuentra en los municipios de San Juan de los Remedios, Placetas, Camajuaní y, en una menor medida, Sagua la Grande. Las características fundamentales de la misma es que utiliza el agua y las piedras de los ríos. No utiliza la nganga o prenda, ni trabaja con muertos. Sus prácticas son estrictamente familiar y crípticas, y por designio ancestral del clan.

 Su fundamento radica en el lombo: niño que antes de su nacimiento, por revelación en su sueños en la madre, es considerado encarnación de una diversidad acuática portador. Etimológicamente la palabra Lombafula está formado por lombo que significa niño que tiene el espíritu de Simbi (genio, espíritu o espectro del agua) y mfula, que tiene varias aserciones: asamblea, reunión, consejo para deliberar, ennegrecer o oscurecer. Si una madre gestante sueña con agua, ríos, o serpientes, o que su niño aún por nacer le dijo en sueños dónde ella pudiera encontrar un tesoro oculto, ella sabe que el niño es lombo y por lo siguiente se le debe rendir culto en la familia por las siguientes generaciones.

En mi más reciente visita a Camajuaní pude conocer a una familia que practican esta religión, lo que me permitió conocer algunos detalles. Pero la principal fuente de conocimiento está en el libro El Lombafula en Cuba, de los investigadores Gema Valdés Acosta, Erick González Bello y Juan Carlos Hernández Rodríguez.

Sobre los autores podemos decir que la Dra. Gema Valdés es una se las importante lingüista y estudiosa del legado bantú en Cuba, además de ser profesora titular de la Universidad Central “Marta “Abreu” de Las Villas. Erick González y Juan Carlos Hernández son trabajadores del Museo de las Parrandas de Remedios y grandes promotores de la cultura popular tradicional en la región central.

Uno de los aciertos de este texto es que los autores logran explicar de forma amena y clara las características y detalles de las prácticas religiosas del ámbito bantú en sus lugares de orígenes y, al mismo tiempo, deslindar peculiaridades del palomonte.

Del Lombafula describen la gran mayoría de sus peculiaridades apoyados en testimonios personales, fotos y las amplias habilidades investigativas de ellos sobre estos temas. También señalar que dejan abierta la investigación y ponen sobre la mesa algunas interrogantes que pueden servir para futuras indagaciones al respecto.

Es así que por el legado patrimonial que posee podemos definir el libro El Lombafula en Cuba, como una herramienta trascendental e histórica, entre otros motivos porque es el primer título que aborda un fenómeno hasta ahora bastante desconocido en el territorio nacional. Por tal hecho le fue otorgado el premio de investigación de la Academia de Ciencias 2019, por su relevante aporte a la antropología cultural y a los estudios africanistas en el archipiélago cubano.


La ciudad posible en una galería

La otra ciudad es la primera exposición de arquitectura que se realiza en una galería de arte de Cienfuegos. Permanecerá abierta al público durante el mes de agosto en la Mateo Torriente, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en la provincia. Cinco jóvenes proyectan la urbe del futuro mediante renovadoras y atrevidas propuestas, pero no imposibles.

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Albahoa o las maldiciones pictóricas

Una de las atracciones de la historieta Albahoa y la maldición de las tataguas, según sus autores, está en tomar como base visual de la trama el imaginario de indios nativos cubanos. Esta es una forma válida de rescatar y a la vez perpetuar este tipo de acercamiento; hacerlo desde una perspectiva fantástica del asunto nos abre un espejo perspicaz sobre nuestros antepasados. Otro logro de la historieta es la destreza pictórica, el despliegue de los paisajes y los rasgos del dibujo de los personajes. [+]


Germina la poesía al centro del país

El poeta villaclareño Sergio García Zamora conformó el taller literario «La estrella en germen» en enero de este año, tras un proceso de selección en el que emergieron ocho jóvenes, o un grupo de amigos que pretenden escribir poemas y convertirlos en un hecho trascendente. Ellos se reúnen los segundos y terceros sábados del mes en la sede de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) ubicada en Santa Clara, con la intención de crear un núcleo duro bien definido y consolidarse como grupo literario, dada la evidente coherencia y empatía discursiva. [+]


Fotógrafos del Pico San Juan

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