Piedras Imperecederas: Tas la ruta funeraria de José Martí


Tres libros claves sobre la caída en combate de José Martí

La clave a Martí, una canción de las grandes canciones del milenio cubano dice: “Martí no debió de morir”. Así pensaron muchos que tuvieron que vivir el terrible día del 19 de mayo de 1895, cuando en la zona de Dos Ríos caía el paladín mambí. Gestor de esa guerra, a la que él llamaría “necesaria”. Desde el mismo momento de la muerte de Martí, lo real y lo maravilloso acompañaría su muerte y el destino final que tiene du cadáver desde el lugar de la caída hasta el Cementerio Santa Ifigenia, el cual había sido fundado en 1868. Sobre estos sucesos existen tres libros de diferentes autores que resumen con diferentes miradas los hechos y acontecimientos devenidos a causa de la muerte de nuestro Héroe Nacional.

El primero fue Piedras Imperecederas: Tas la ruta funeraria de José Martí, de Omar López Rodríguez y Aida Morales Tejera, director y jefa del Departamento de Investigaciones de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, respectivamente. El texto relata los diferentes sucesos ocurridos con los cinco entierros del héroe, desde la caída en 1985 hasta su última tumba, inaugurada el 30 de junio de 1951, un hecho que se describe en la historiografía nacional como “el entierro cubano de José Martí”.

La idea de este libro nace producto de las investigaciones que tuvo que hacer Omar López para llevar a cabo las labores de restauración de la tumba del Apóstol en el Cementerio Santa Ifigenia cuando el entonces Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque le encomendó la tarea, siendo un joven egresado de la carrera de Arquitectura de la Universidad de Oriente. Pero se pudo concretar casi 20 años después cuando Aida Morales, otra joven graduada de Historia del Arte de esa misma universidad, se une con López y empezaron el sueño de la Oficina del Conservador de la Ciudad.

El segundo libro, Dos Ríos: a caballo y con el sol en la frente, escrito por Rolando Rodríguez, uno de los más acuciosos historiadores cubanos y que ha sido distinguido con los premios nacionales de Historia y de Ciencia Sociales y Humanística. En una conversación que tuve con este prominente hombre de la Historia nacional, él me confiaba que se decidió a investigar sobre la muerte de José Martí por todos los misterios que habían alrededor de este hecho y que no habían sido estudiados por la historiografía nacional.

Este texto es el que más aporta desde la Historia al levantar cualquier duda o tergiversarsaciones sobre cómo acontecieron los sucesos antes, durante y después de la caída del Apóstol en Dos Ríos. El aporte de diferentes documentos desconocidos, hasta el momento de la publicación del libro, unido con un profundo análisis de estos hechos, hacen que este es el libro se haya convertido en el principal referente a la hora de hablar sobre la muerte del más universal de todos los cubanos.

Otro elemento a destacar es cómo Rolando Rodríguez deja a un lado las pasiones que muchas veces distinguen nuestra historiografía nacional aportando conclusiones que van más allá de la implicación de Martí en la Guerra de 1895.

Asimismo, La Cruz de Caguairán, escrito por Ercilio Vento Canosa, historiador de la ciudad de Matanzas, muestra el conocimiento de su autor a partir de sus dos profesiones, la de médico legista e historiador.

El título de este texto es sacado del primer homenaje realizado a José Martí cuando cae en Dos Ríos. Según cuenta la historia, unos vecinos de la zona, José Rosalío Pacheco y su hijo Antonio, colocaron en el lugar donde había caído Martí una cruz de Caguairán, y Máximo Gómez ve dicha señal en 1896, cuando se realiza el primer honor por la caída del hombre de La Edad de Oro.

Lo más importante de este libro es cómo podemos entender la muerte de José Martí a partir de los hechos que brinda una ciencia como la Medicina Legal. Con la pasión investigativa que caracteriza a Vento Canoza se puede ver, además, la construcción digital de las secuencias de las balas que impactaron en el cuerpo de Martí, la reconstrucción de su caída y las posiciones de los impactos de los proyectiles en su cuerpo, además del análisis de la autopsia del cadáver de Martí, con alto grado de descomposición, que realizó el doctor Pedro Pablo Valencia en 1895, cuyos los instrumentos usados por este galeno se conservan en el Museo Emilio Bacardí de Santiago de Cuba.

La Cruz de Caguairán tiene su relevancia por los aportes que hace desde las Ciencias Médicas y Biológicas a esclarecer, con meticulosos detalles, cómo murió el Apóstol. Cabe destacar que el sitio donde se encontró la cruz de Caguairán se erigió el Monumento en Dos Ríos, que sirve como homenaje y recordación al más universal de todos los cubanos y donde muchos peregrinos llegan cada 19 de mayo.