Pavel Giroud: «La edad de la peseta terminó enamorándome de sus personajes»
Por estos días, en una especie de análisis restrospectivo fílmico, repaso las creaciones de Pavel Giroud, uno de los cineastas cubanos más reconocidos a nivel internacional. Entre sus producciones, hay un filme al que continuamente regreso y en el que me descubro siempre a ojos cándidos. Se trata de La edad de la peseta, una de sus realizaciones cinematográficas más laureadas.
Nominada en varios certámenes a nivel mundial, la cinta ha merecido galardones de mejor película en el Festival Internacional de Cine de Cartagena, Colombia; mejor director en Festival de Cine Iberoamericano de Ceará, Brasil; mejor guion en Festival Nacional de Cine de Mérida, Venezuela, y otras distinciones en Estados Unidos, Ecuador y Perú, además de incluirse en el programa de estudios “Modern and Classical Languages. Spanish Films” de la Universidad de Houston.
En el año 2020, la Cinemateca de Cuba realizó una selección de los mejores filmes producidos por el ICAIC, para lo que fueron convocados críticos e historiadores del cine cubano. En la especialidad de mejor dirección de fotografía (Luis Najmías) y mejor dirección artística (Vivian del Valle), en el período de producción 1959-2017, figura el filme en cuestión, categorías en las que también resultó laureado con el Premio Coral en el 28 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
A más de una decena de años de su estreno La edad de la peseta se incluye ahora como una de las mejores películas en los más de 60 años de producción cinematográfica del ICAIC. Nacida de una coproducción Cuba-España, el filme recrea una atmósfera intimista que emplea a un personaje infantil como símil de una realidad subyacente.
En la jerga popular cubana, la expresión “edad de la peseta” refiere al periodo comprendido entre los siete y once años de edad. Etapa que se caracteriza por sentar las bases para avanzar hacia una madurez necesaria, un ciclo natural vital que moldea el comportamiento del infanto-adolescente en su proceso de autodescubrimiento. De ahí que la tesis argumental se centra en el paso de la infancia a la adolescencia de Samuel, el personaje protagónico, que tropieza con dificultades, sorpresas y desilusiones propias de su universo de autodescubrimiento.
La historia se desencadena en La Habana de 1958, a partir del propósito de Alicia, que tras un nuevo fracaso matrimonial decide regresar con su hijo Samuel, de 10 años, a casa de su madre. Violeta, esquiva y malhumorada, no aprueba la situación, y Samuel, tímido y apocado, en la antesala de la adolescencia, reniega el cambio; pero a medida que avanza el tiempo la aparente incompatibilidad entre ambos se disuelve, a la vez que el pequeño se inicia en el mundo de la adultez.
El guion estuvo a cargo de Arturo Infante, quien estuvo animado a escribirlo por el reconocido escritor colombiano Gabriel García Márquez en el transcurso de un taller que impartía sobre “Cómo se cuenta un cuento”. La banda sonora a cargo de Ulises Hernández, es una suerte de antología de los ritmos y sonidos predominantes en Cuba a finales de los años cincuenta que refuerza las escenas exentas de diálogo y les añade una mayor carga conceptual.
Alicia es la joven madre que se nos construye dócil, insegura y un tanto egoísta. Violeta, la abuela, será el personaje de apoyo, al inicio con sus enigmas y su carácter adusto –tan comprensible en los abundantes primeros planos– y que viene luego a llenar el vacío sentimental del pequeño.
La película se desarrolla en un complejo contexto histórico dentro de la historia de Cuba: el momento previo al triunfo revolucionario, estableciéndose una especie de paralelismo entre la nueva etapa de vida que comienza a vivir el país, y la nueva etapa de vida que experimenta Samuel. Ambos en los albores de un comienzo. La diégesis fílmica presenta una estructura fragmentada e incluye intertítulos con segmentos que van introduciendo los puntos de giro y van tejiendo una red poliédrica que se convierte en un torbellino de avatares personales.
Se imbrica una línea de pensamiento ficcionado con la veracidad de las circunstancias, manifiesto en sutiles diálogos y en las escenas de las fotografías retocadas con el pincel, que traducen la limitación de distancia entre realidad y representación. Se insinúa un ambiente irreal saturado de edulcoraciones, más bien artificios como producto de una realidad completamente desnaturalizada. El director se vale de algunas herramientas cinematográficas que funcionan simbólicamente dentro del lenguaje fílmico y expone mediante ello un cosmos inexplorado que traspasa los límites de lo consabido.
La puericia de nuestro personaje va diluyéndose con la formación de un imaginario sexual, el amor platónico, el debut a tientas en sus primeros flirteos amorosos y el descubrimiento de un mundo erótico. A través de la visión ingenua y cándida del pequeño se suscitan preguntas ingeniosas que suponen agudas reflexiones. Pavel Giroud sugiere un mundo abstracto e incorpóreo que solo tiene cabida en la percepción sensorial, lo que se enfatiza en la entrevista realizada.
En escenas finales, la despedida de Samuel de Violeta, de la fotografía, de sus raíces, simboliza el adiós a la infancia, a la niñez, y con lo cual deja atrás una estela de reminiscencias, se advierte en él una búsqueda inconsciente de sí mismo desde la propia llegada a la casa de su abuela. La metamorfosis del personaje experimenta una evolución gradual que va del despertar adolescente hacia una madurez psicológica, y se ve envuelto, a causa de ello, en una revolución de emociones.
La edad de la peseta representa tres generaciones a través de tres personajes que persiguen un propósito afín: sentirse amados. Sobre estos elementos de conceptualización, representación y construcción de personajes, el director del filme Pavel Giroud, nos comenta:
Como usted mismo ha afirmado en otras entrevistas, la idea de fungir como director de La edad de la peseta debutando en el largometraje, fue propuesta por el guionista y el productor del filme. ¿Cómo concibió la idea de incorporarse a este proyecto?
Habían varios elementos seductores. El primero, la oportunidad de hacer cine de verdad, es decir, disponer de más recursos de los que hasta ahora había tenido, zambullirme en una nueva experiencia de trabajo; el segundo era la historia; y no es que me sintiera especialmente atraído por el relato, sino el convencimiento de que en ese entonces, una historia así jamás hubiera salido de mí.
La edad de la peseta tiene elementos de la vida de Arturo Infante su guionista. Otra de las cosas que valoré para dar el sí, tuvo un componente oportunista, sabía que si me salía bien y lograba empacarla con mi personalidad creativa, se me abrirían las puertas más fácilmente de ahí en adelante. Terminé enamorándome de la historia y de sus personajes.
La película Viva Cuba, de Juan Carlos Cremata, es la promotora por excelencia del debut de los infantes como protagónicos en la cinematografía cubana. Un año después se estrena La edad de la peseta, que vendría siendo la segunda película que sigue esta tendencia de darles mayor voz a los niños en papeles principales, en este caso con el personaje de Samuel. ¿Qué particularidades ha tenido en el trabajo con el infante? ¿Alguna experiencia en específico?
Nacieron a la par, de hecho, iban a coincidir en fechas de rodaje, pero por cuestiones de producción, La edad de la peseta se atrasó un año. El trabajo con el niño no fue muy complicado. Su personalidad ayudó a llevarlo a la manera de interpretar que me seduce, la de los pequeños gestos, la que el cine y solo el cine potencia.
Si te fijas en mis películas hay rasgos comunes en el boxeador de El Acompañante, el fotógrafo de Tres veces dos y el gángster de Omerta y creo que al final todo se deriva de mi propia manera de ser. Muchos amigos de toda la vida que vieron la película, me dijeron que les parecía estar viéndome a mí de niño.
En Viva Cuba, los niños interpretan de otra manera. Si en la mía está un paso antes del niño cubano común, ellos están dos pasos después; lo cual es un rasgo propio del cine de Cremata, derivado por demás, de su propia personalidad. Yo llego a un lugar en silencio y puede que nadie se entere, sin embargo, escuchas unos cascabeles, te volteas y te enteras que Juan Carlos Cremata acaba de llegar. El cine de cada autor refleja de alguna manera quién es, y los intérpretes son quienes le dan vida.
Samuel experimenta una evolución en el transcurso del filme. Es un adulto en ciernes que avanza hacia una madurez psicológica a través del descubrimiento de un universo erótico, los encontronazos con la muerte, la separación, las decepciones y los tanteos con un amor idealizado. ¿Qué ha querido reflejar a través de un personaje tan polifásico?
Creo que si algo tiene La edad de la peseta es la naturalidad con que asume hechos inverosímiles, y es porque esos hechos inverosímiles son todos sacados de la realidad, ocurrieron.
Esa mujer, llamada El televisor, que parece extraída de la mente de Fellini, existió en la vida real. A mí se me ocurrió pintar el televisor en la fachada de la casa de madera y eso quizá no era así, pero eso no es más que el empaque de algo más grotesco y que el autor vivió. O el hecho de fotografiar a una niña muerta y luego retocarla con pintura y otras cosas, que el cine hace «raras», que crees que proviene de la mente perversa de los creadores y no son más que recopilaciones de hechos que reafirman la sentencia de que la realidad supera a la ficción.
No creo que Samuel sea un niño que ha enfrentado cosas únicas, todo niño tiene ilusiones, fantasías y temores que, generalmente, si no estás analizando cada acción suya, terminan siendo invisibles. Mucha gente, que no es capaz de concentrarse en un cine que no sea de constantes peripecias, dice que en «La edad de la peseta» no pasa nada. De lo que puedes estar segura es de que si filmara esa película hoy, sería diferente. No era padre cuando la hice. En ella están volcadas mis experiencias y las de Arturo su autor, únicamente como hijos.
La expresión «la edad de la peseta», como deja usted claro al comienzo de la película, se emplea popularmente para caracterizar el período previo a la adolescencia. En esta etapa los niños se autodescubren y se proyectan como ávidos conocedores. En el filme se lanzan preguntas al aire desde una visión de inocencia, pero que suscitan agudas reflexiones. ¿Cómo ha concebido la construcción fílmica de un personaje ingenuo y a la vez ingenioso?
La aclaración está hecha para un público no cubano. En España, por ejemplo el tema de la peseta, que era su moneda antes del euro causaba confusión. Ellos tienen la edad del pavo, que es la adolescencia y otros países la definen a su manera. Todos los niños son ingenuos e ingeniosos, incluso ante un mismo fenómeno. Agarran una rama de la calle, te dicen que es una pistola, luego le dices tú lo linda que está la pistola y te aclaran que no son tontos, que saben es una rama.
Cine es drama y drama es transformación de un personaje en una determinada ruta poblada de escollos. La construcción dramática de esta historia nace de un taller que impartía García Márquez en la EICTV. Según me contó Arturo, él los impulsó a crear una historia hurgando en su propia historia personal. Cuando llega a mí, el guion estaba casi listo. Fueron pocas las escenas que yo reescribí.
La alusión a la cuarta dimensión funciona simbólicamente dentro del lenguaje cinematográfico, por un lado alimenta la imaginación, por otra parte cuestiona una realidad existente. ¿Qué relación concibe entre esto y el personaje principal?
Mira, por ejemplo, esa es una de las escenas que yo cambié radicalmente de lo que estaba escrito. Conservé los diálogos, pero la dinámica de la escena es otra. En la del guion, ellos conversaban en la sala y actuaban todo lo que decían, por ejemplo: Cuando Don Ramón dice que se va a recoger flores al prado hermoso, caminaba, fingía recoger flores; la abuela montaba el potrillo pinto invisible. Hacían una especie de pantomima alrededor del niño y yo, hasta el día antes de rodarla, estaba convencido que no sería así, pero no tenía la solución.
Usualmente cuando estoy con esas dudas, lo que hago, en lugar de rebuscar y complicar, es quitar y llevarlo a lo mínimo. «Less is more», lo mismo que con las interpretaciones. Recordé las misas espirituales y me pareció que filmándola así, con todos agarrados de la mano sería más expedito el viaje a esa otra realidad que terminaría uniendo para siempre a nieto y abuela.
¿Cómo valora el trabajo con niños luego de culminada la tarea fílmica?
Hubo adultos que se comportaron con más inmadurez. Los niños vitalizan el entorno, la pasan bien. Ese niño, por ejemplo, que ya es un hombre, no continuó una carrera como actor, sino que siguió exactamente mis pasos. Ahora es Director de Arte, con la ambición de ser director de cine.
Ha declarado en otras entrevistas que antes de iniciar el proyecto el trabajo con el niño era “el peor de sus temores”. ¿Cree que ha logrado con este personaje el fin que se tenía propuesto?
Sí, como no tenía esa experiencia y el mundo está lleno de leyendas urbanas y dispuesto siempre a asustar, terminé asustándome, pero se me pasó enseguida. Pese a que la película, en su momento, no me dejó ciento por ciento complacido como espectador, su incidencia en otros espectadores me hace sentir mucho orgullo de ella.
Matria desde la oportuna y aguda mirada de Gabriel Dávalos
En una palabra ha fundido Gabriel Dávalos a la Madre Patria: Matria. Un concepto, que según el reconocido fotógrafo y periodista cubano, induce a la tierra más íntima, entrañable, mujer y madre; a ese lugar que permanece intacto y al que siempre habrá que regresar cuando se busca lo esencial.
Matria ha llegado a Holguín, como la lluvia llega en mayo, para bien de los holguineros, como parte de las Romerías. La acogida y admiración de los espectadores dicen mucho del agradecimiento y respeto de esta tierra por la obra de Dávalos y por el arte de los jóvenes bailarines de Compañía de Danza Contemporánea Codanza, protagonistas de esta serie que se exhibe en el céntrico parque Calixto García.

Esta exposición, que transpira Cuba en cada imagen, recoge cerca de 15 piezas que muestran la sincronía de la danza con la arquitectura, los espacios públicos y los transeúntes de las calles y las plazas holguineras.
Partiendo de esta iniciativa la maestra Maricel Godoy, directora de Codanza, agradeció el gesto de incluir a los bailarines de este colectivo, que arriba este año a su 30 aniversario; y valoró de agudo y hermoso el trabajo del artista, donde cada foto tiene su propio discurso y ofrece continuidad a las palabras de José Martí que las acompañan.
De este proyecto creativo, en coauspicio con el Fondo Cubano de Bienes Culturales, se desprende la publicación por el sello Collage Ediciones del libro homónimo, donde se reúne el trabajo de más diez años de producción con bailarines del Ballet Nacional de Cuba, texto que fue presentado durante estas jornadas de Romerías de Mayo.
Sobre la exhibición, el crítico de arte Nelson Herrera Ysla apunta en el prólogo de este cuaderno, que “entre el cuerpo y la arquitectura existe una relación única, inquebrantable, difícil de ignorar o silenciar”. El compendio resulta un ensayo fotográfico que se inserta con plenitud y todos sus derechos al mundo de la imagen fotográfica contemporánea en el arte cubano.

Al igual que en Holguín, emblemáticos espacios de varias provincias han acogido la muestra, que tiene a la fotografía y la danza como elementos esenciales, resaltando la destreza de bailarines de varios colectivos, como Matanzas, Villa Clara, Santiago, Camagüey y Cienfuegos.
Periodista de profesión, Gabriel Dávalos ha desarrollado una obra internacionalmente conocida como fotógrafo especializado en danza, trabajando con bailarines cubanos y extranjeros de prestigiosas compañías; ha realizado exposiciones personales y colectivas en Europa, América del Norte, América Latina, Asia y Oceanía.
En 2016 obtuvo el Premio Anna Pavlova Ballet Photography Contest, en La Haya, Holanda; y en 2019 el Premio de la Danza de Cataluña, España, que reconoce la profesionalidad, creatividad y trayectoria de personalidades e instituciones, tanto en el país ibérico como internacionalmente, relacionadas al mundo del ballet y la danza.
Cámara Azul, miradas al audiovisual en Romerías
A los 30 años de la Televisión Serrana y al centenario de la Radio Cubana dedica sus espacios Cámara Azul, evento que explora el audiovisual en las XXIX Romerías de Mayo.
Con sedes, principalmente, en el cine Martí, el Café Tres Lucías y el Teatro Ismaelillo, el espacio tiene de invitados a Caridad Martínez González, Premio Nacional de Radio 2008; Amílcar Salatti, guionista de cine y televisión; y Carlos Rodríguez, realizador de TV Serrana.
Esta XX edición de Cámara Azul inició con un conversatorio sobre la Televisión Serrana, con Carlos Rodríguez, Kenia Rodríguez Jiménez y Alejandra Rodríguez Segura, en el lobby del Cine Martí, sitio donde Amílcar Salatti, guionista de la reciente serie de televisión Calendario, impartirá un taller de guion cinematográfico, en coordinación con el Centro Provincial del Cine. Salatti realizará también un intercambio con el público interesado en las particularidades de la escritura para cine y televisión; y junto con Caridad Martínez, se reunirá con los estudiantes de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (Famca) de la Universidad de las Artes-ISA en Holguín.

“La TV Serrana dejó de ser un canal comunitario para convertirse en una comunidad audiovisual”, comentó Carlos, quien por veinte años se ha desempeñado allí como realizador. Enfocada al rescate de la cultura local y al reflejo de los intereses de la comunidad, este proyecto de producción y difusión de video en las montañas de la Sierra Maestra, fundado en 1993 a partir de una idea de Daniel Diez, retomando el trabajo de Santiago Álvarez, ha puesto la realización en función de la comunidad. No es solo mostrarla, sino convivir con todos, añadió Kenia. Mientras que para Alejandra, “si no hubiera pasado por la TV Serrana no sería ni la persona ni la realizadora que soy hoy”.
El almacén de la imagen, evento de la AHS realizado en Camagüey, se suma a Cámara Azul con la proyección de materiales audiovisuales y el lanzamiento de la convocatoria de su edición XXXII, por el presidente de su Comité organizador, Alberto Santos Casas. Asimismo se realizarán los conversatorios: “La centenaria Radio Cubana”, con Caridad Martínez y jóvenes realizadores de la radio holguinera; y “Treinta años de la Televisión Serrana”, con Kenia Rodríguez, Raisel Pompa, Carlos Rodríguez y Alejandra Rodríguez Segura.
Se presentarán los documentales Órgano, de Rosa María Rodríguez, y Romerías, la utopía, de Carlos Gómez y Manuel Alejandro Rodríguez Yong, además de una muestra por los 15 años de la Agencia Cubana del Rock, con los documentales El camino y Switch XV años: Una carrera de fuego, de Erick García, y Los últimos frikis, de Nicholas Bremman.
El programa incluye la proyección de los documentales Mujeres en dos tiempos (I y II) de Yasmany Castro; Piel de burdégano, de Juan Carlos Domínguez Diez; A Camagüey, mi globo rojo, de Marianne Portuondo y Víctor Pando, y Con Silverio hasta el Turquino, de Arletty White Morales; así como una muestra especial por los 30 años de Televisión Serrana. Las proyecciones se realizarán en el cine Martí, el Ismaelillo y el Café Tres Lucías.

Un momento especial será el homenaje al Dj y productor Ernesto Hidalgo Mariño (Tiko SK8), recientemente fallecido, con la presentación del Stéreo G. La película, de Jimmy Ochoa.
El evento Cámara Azul también realizará diariamente la transmisión del programa “De Romerías”, por Radio Angulo, con streaming a través de la página de Facebook AHS Holguín.
Veinte años han transcurrido desde que Jorge Ribaíl, entonces jefe de la Sección de Audiovisuales de la AHS en Holguín, organizó por primera vez el evento audiovisual en las Romerías de Mayo: Cámara Azul, por el nombre de un proceso cinematográfico (Blue Screen) utilizado para que varios elementos fotografiados por separados sean reunidos en una sola imagen. “La metáfora era hermosa: el evento tenía que ser capaz de reunir en una sola imagen a jóvenes realizadores y cinéfilos de muchas latitudes”, recuerda.
Abierta la convocatoria para el Cámara Azul en Romerías de Mayo
La AHS en Holguín, el Centro Provincial del Cine y la filial holguinera de la Universidad de las Artes convocan a la XX edición de Cámara Azul, evento que en Romerías de Mayo, Festival Mundial de las Juventudes Artística, aborda el universo del audiovisual.
En esta edición Cámara Azul pretende reflexionar en torno a la defensa y salvaguarda del patrimonio local a través del audiovisual, en franco homenaje a un proyecto que ha mantenido esta premisa durante tres décadas: TV Serrana, ubicado en las montañas de la Sierra Maestra, y cuyos materiales y prácticas productivas evidencian la capacidad comunitaria de actuar, por medio del cine, en el rescate de sus valores identitarios.
Cámara Azul, precisan sus organizadores, propone reunir en Holguín a varias generaciones de realizadores de esa casa productora, así como a cineastas nacionales y extranjeros, con materiales que respondan a la temática principal de esta XX edición.
De manera colateral, en el año del centenario de la Radio Cubana, el espacio agasajará a este medio arraigado en el pueblo, con las transmisiones de programas y la presencia de importantes figuras de este medio; así como propiciará la interacción de parte del equipo de la teleserie Calendario con su público, tras la exitosa recepción.
En función del enriquecimiento de la creación audiovisual en el país, el evento acogerá intercambios entre realizadores, encuentros con el público, proyección de materiales audiovisuales, talleres y conferencias magistrales durante los días que sesione.
Los materiales serán recepcionados hasta el 25 de abril próximo, a través del correo electrónico camarazul.22@gmail.com. Más información en los teléfonos 54091389 o 24481148; y en las páginas de Facebook AHS Holguín, Cámara Azul y Romerías de Mayo.
Este evento figura entre los más antiguos de las Romerías, fue organizado en sus inicios por el realizador Jorge Ribail, jefe de la Sección de Audiovisuales de la AHS, con el objetivo de reunir a jóvenes realizadores y cinéfilos de muchas latitudes, haciendo homenaje al proceso utilizado para que varios elementos fotografiados por separados sean reunidos en una sola imagen, y que es llamado Blue Screen o Cámara Azul.
Estrenan documental en encuentro de trovadores en Ciego de Ávila
La decimoséptima edición de Trovándote, el encuentro nacional de jóvenes defensores del género, que por estos días ocurre en Ciego de Ávila, fue la plataforma ideal para realizar la premier del documental Trovándote sin parar.
Jorge Luis Neira, director del audiovisual, declaró a la Agencia Cubana de Noticias, que gracias a la beca El reino de este mundo, otorgada por la Asociación Hermanos Saíz (AHS), lograron llevar a cabo la producción que narra las experiencias de los participantes de las 15 entregas anteriores de Trovándote.
La producción, a cargo de la miembro honorífica de la AHS y productora de Televisión Avileña Liumila Fonseca Milanés, duró dos años y logró gestionar entrevistas a fundadores y participantes más recientes del encuentro, incluso cuando muchos no se encontraban en territorio nacional.
Entre los testimonios recopilados destacan los de William Vivanco, Eduardo Sosa, Ariel Barreiro, Ray Fernández, Jorgito Kamancola, Nelson Valdés, Marta Campos, Yoan Zamora, Héctor Luis de Pasada y Santa Masiel y motivos personales.
Trovándote, comenta Jorge Luis Neira, más que un sueño fue el despertar de una expresión artística casi inexistente en la provincia, y la cuál creíamos, no gustaba.
«Para nuestra sorpresa los jóvenes tuvieron buena respuesta a la propuesta, hoy ya sumamos 17 ediciones y vamos por más «, agregó el realizador.
El encuentro nacional de jóvenes trovadores, organizado por la AHS en Ciego de Ávila comenzó el día 23 y estará regalándole al público avileño buena música hasta este 26 de marzo.
Rendir homenaje a la obra de Vicente Feliú, el aniversario 80 del Movimiento de la Nueva Trova y el natalicio de Juan Formel, ha sido la premisa de los trovadores participantes.
“De cierta manera”, feminista
La Muestra de Mujeres Cineastas inició este 24 de noviembre “De cierta manera”, con la proyección del filme de Sara Gómez (1942-1974), la primera mujer cubana que dirigió un largometraje de ficción.
Como parte de las jornadas por la no violencia de género, se exhibieron hasta este 28 de noviembre más de 40 obras audiovisuales, realizadas desde el lente femenino. Rebeca Chávez, Gloria Rolando, Belkis Vega, Lizette Vila, Marilyn Solaya, Carla Valdés, Marta María Borrás y realizadoras de la TV Serrana figuran entre las 78 mujeres de la cinematografía feminista cubana, cuyas producciones fueron expuestas en el cine Charles Chaplin y la Sala Charlot de esta propia instalación.
Por otro lado, el cine Riviera acogió variadas propuestas internacionales y el Centro Fresa y Chocolate fue la sede para el desarrollo de los paneles teóricos con destacadas creadoras de diferentes generaciones, como el titulado “De Sara Gómez a las nuevas realizadoras”.
En el lobby del cine Charles Chaplin estuvieron abiertas al público dos exposiciones de carteles, cuya curaduría estuvo a cargo de Sara Vega, especialista de la Cinemateca de Cuba.

Promovido por el recién creado Comité de Género del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), este espacio incluyó también diversas actividades comunitarias en barrios como el Reparto Berroa, en La Habana del Este, además de la cancelación de un sello postal.
Igualmente, fue lanzada la convocatoria al “Concurso de proyectos de cortometrajes por una vida libre de violencia hacia las mujeres y las niñas en Cuba”, la cual estará abierta hasta el 28 de enero de 2022.
Tras exhibirse en cines habaneros, esta muestra se incluirá en la programación cinematográfica del resto del país. Desde la dirección, producción, edición, montaje, sonido, luces y actuación, las cineastas cubanas apuestan por el feminismo en el discurso cinematográfico y sus protagonistas en o tras la pantalla: las mujeres.
No podemos pedirle a las novelas tratados feministas
Hace unos días entre amigas Diversas tuvimos un debate sobre la novela cubana de reciente transmisión: Vuelve a mirar. Analizamos muchos temas, pero centré mi atención en la forma en que se juzgaba una situación de infidelidad. La historia de Norberto, quien traicionó a su esposa con Rita. Sin embargo, nuestra discusión no giró en torno a eso, sino, en el hecho de que Rita quiere que Norberto sea su esposo y hace varias maldades para lograrlo, incluso dejarse un embarazo que él no desea.

“Esa mujer se propuso a toda costa romper un matrimonio”. Esta frase se quedó en mi cabeza y me hizo pensar en las diferentes formas en que “nos convierten en nuestras peores enemigas.” Las mujeres nos vemos entre nosotras como la competencia, cuando de hombres se trata. Ese momento, en que la atención de un hombre nos hace sentir envidia de nuestras semejantes, a nuestros ojos más lindas, más exitosas, premiadas con el amor, la admiración o la simple mirada de un hombre. Volviendo sobre la novela, eso le otorga a Norberto cierta impunidad, lo libra de responsabilidad emocional y de respeto hacia su matrimonio y desplaza toda la culpa a Rita –es ella quien se “ha propuesto romper el matrimonio”–. Así como lo fue el Adam de Eva, quien debió obligarlo a pecar. Cuántas veces, en caso de una separación por la infidelidad de una mujer hetero pensamos: “Ese hombre se propuso a toda costa romper un matrimonio”. No sé usted, pero yo nuca lo pensé así, en el caso de las mujeres infieles pensaba: “Esa mujer es una descarada”, y en el caso de los hombres que deciden acercarse a una mujer casada, pensaba: “Se enamoró, puede suceder.”
¿De dónde viene esta diferencia? ¿Por qué pensamos así? ¿Realmente las mujeres somos malvadas entre nosotras, está en nuestra naturaleza? Me alivia decir que no tiene que ser así, existen otras formas más sanas de relacionarnos entre mujeres.
El origen de estos razonamientos –que todas hemos tenido, al menos una vez–, responde una enseñanza cultural, propia de nuestra sociedad: la misoginia internalizada. Se define como la internalización involuntaria de los mensajes sexistas presentes en nuestra sociedad y cultura.[1] El resultado son un conjunto de prejuicios, creencias y desconfianzas hacia lo femenino, que asumimos y reproducimos, aun siendo mujeres: “Las mujeres son manipuladoras, débiles, tontas, enfermizamente ambiciosas, sin capacidad de liderazgo”, son algunos de los rasgos que se nos asignan.
Lo cual me recuerda otras situaciones de la novela y de la vida cotidiana: la historia de Alina, una mujer casada con dos hijos, sin casa propia, que vive con su esposo y su suegro en la casa de este último. Esta pareja vive en un cuarto con sus hijos y no tiene privacidad, lo cual les afecta. Para el esposo, eso no es un problema, así que deja a su esposa toda la responsabilidad emocional de hablar con su suegro de esta situación y de buscar soluciones.
Sus soluciones son negativas; es mostrada como una mujer enfermizamente ambiciosa, mientras que la violencia de su esposo al dejarle a ella toda ese trabajo emocional, más las labores del hogar y el cuidado de los hijos y los comportamientos egoístas y machistas de su suegro se les resta toda importancia, en comparación con la actitud asumida por ella, convirtiendo a estos hombres nuevamente en víctimas de esta ambiciosa mujer.
Otra situación es la Yoandra una ex prostituta negra, que a pesar de llevar muchos años en práctica, de conocer muy bien a su ex chulo, se comporta de manera ingenua o tonta ante sus amenazas. Fuera de la novela me recuerda las opiniones sobre mujeres negras dirigentes de la ciudad, donde ante malas decisiones en su gestión, la opinión fue que las mujeres no estaban listas para dirigir, incluso en uno de los casos donde la administración es compartida con un hombre, ella es la única responsable de todas las malas decisiones, a los ojos de la opinión pública.

Mencionar estos ejemplos, dentro y fuera de la pantalla, aparentemente no relacionados, no es casual, es una evidencia de cómo aprendemos la misoginia internalizada. Mediante la socialización, en conversaciones con amigas, libros, telenovelas. De ahí la importancia de lo que presentan nuestros medios, en particular las novelas (específicamente Volver a mirar), que transmiten la cultura que aprendemos sin querer, legitima comportamientos, forma nuestra personalidad y moldea nuestra forma de pensar y actuar, y refuerza además, creencias y prácticas como: “siempre me he llevado mejor con chicos, las mujeres son muy chismosas”, “se merece lo que le sucedió, por p…”, “esa p… me robó a mi marido, lo persiguió hasta que me lo quitó”. Normalizamos hablar mal de otras mujeres, humillar a otras, ser cómplices de situaciones de violencia y reproducirlas.
Y es que no solo se trata de cómo nosotras vemos a otras mujeres, sino también de cómo nos vemos y valoramos a nosotras mismas. Este es el caso de Consuelo, otra de las mujeres de Vuelve a Mirar, que muestra otra cara de la misoginia internalizada. Es una mujer consagrada únicamente a su familia, al punto de olvidarse de ella, amargada, controladora, déspota, capaz de mentir y chantajear a su propia familia para cuidarlos, que se niega a tratarse medicamente sus dolencias por tal de no dejar de hacer las tareas que como “mujer le pertenecen” (labores domésticas y de cuidados). Cualquier placer le es ajeno, su prioridad es servir, por lo tanto, no tolera cualquier actitud de los otros que no pueda controlar, donde ella no pueda servir. El daño físico y emocional, para sí misma, es evidente y acumulativo y se refleja en el rechazo y los reclamos de sus víctimas/ familias.

“Recuerda no ver a la mujer siempre como una víctima”. Como en el ejemplo anterior, la misoginia internalizada nos convierte en cómplices involuntarias del sistema que nos oprime; es parte del proceso de socialización. Todo lo que hacemos está sesgado por el género y, por lo tanto, al identificarnos consciente o inconscientemente con alguno de los géneros actuamos en consonancia con lo que es culturalmente asignado, bueno o malo pero socialmente aceptado para nuestro género.
Nuestra cultura machista nos enseña a ser machistas a todes sin importar sexo u orientación sexual o identidad de género, sin embargo, no podemos olvidar qué ha sido la violencia de género histórica y sistemática para las mujeres y las disidencias sexuales. Todes, incluso cuando entendemos las lógicas sexistas del patriarcado, reconocemos su opresión y nos oponemos a ella, somos forzados constantemente por nuestra misoginia internalizada y misoginia social a aceptar muchas de las ideas que rechazamos. Romper con esas dinámicas es una lucha diaria por desaprender, lo cual requiere analizar lo que hacemos pero más profundamente, así como el sistema de opresiones que nos lleva a hacerlo, y qué hacer para no reproducirlo.
La misoginia internalizada favorece a los hombres en tanto nos pone a competir por el respeto y el reconocimiento masculino, nos consume tiempo, trabajo emocional, limita nuestras redes, nos impide organizarnos, hacer negocios y proyectos juntas, apoyar el desempeño femenino en cualquiera de sus variantes, de ayudarnos entre nosotras y desarrollar la empatía. Esa misma competencia, odio involuntario por lo femenino, nos enseña la LGBIQ+ fobia y nos impide la unidad estratégica y esencial para enfrentar el patriarcado, en el caso de Cuba.
“No podemos pedirle a las novelas tratados feministas”, decía juiciosa mi amiga. Ciertamente, no es ahí donde comienza el cambio. El cambio comienza cuando rompemos las lógicas de normalización, individual y colectivamente, cuando hacemos la crítica con enfoque de género a los materiales audiovisuales y, a partir de esa crítica, del debate, podemos generar nuevos conocimientos colectivos, para desaprender la misoginia internalizada, cuando nos permitimos amarnos a nosotras y empatizar con las otras. Luego alcanzaremos la fuerza política necesaria para convertir nuestro feminismo en cultura hegemónica, para posteriormente ser representada en los productos comunicativos.
[1] Polo Sabat Clata define como misoginia internalizada cuando las mujeres somos cómplices de nuestra propia opresión. Consúltese La vanguardia 18/o2/2017.
Sesiona taller sobre dirección de arte audiovisual en Camagüey
Desde la Asociación Hermanos Saíz en Camagüey se abre una propuesta de aprendizaje y práctica cinematográfica del 15 al 19 de noviembre en la librería Ateneo Vietnam de la urbe agramontina.
Aprender sobre la dirección de arte con José (Pepe) Reyes Suárez es el propósito de estos días del taller e intercambio que deviene del marcado interés por la temática impartida durante el recién celebrado Almacén de la Imagen en su edición 31.
Pepe Reyes, artista plástico y escenógrafo, es además director de arte cinematográfico con más de 12 años de experiencia en diferentes proyectos audiovisuales como videos clip, comerciales, largos y cortometrajes, televisión; así como el diseño visual de espectáculos musicales y teatrales.
Los condenados del silencio
Oh habla del silencio
Alejandra Pizarnik
Un muro de incomprensión se erige en el sanatorio de Santa Fe donde invade la “peste a silencio”, y Luis (Jorge Perugorría) y Orquídea (Laura de la Uz) visualizan el mundo más allá de las rejas. Su pequeño universo se advierte como trasfondo de una acertada crítica a la sociedad contemporánea. Se cuestiona el concepto de lo que es “normal”: hasta qué punto son más salvajes quienes existen al otro lado de la cerca del sanatorio que los propios pacientes.
Por otra parte, Isabel Santos es el engranaje universal de la historia por medio del personaje de Elena, madre de Luis. Ella ilustra el sacrificio extremo y, como una casa vieja, se derrumba en silencio. Su instinto maternal la convierte en un arma de doble filo, pues la resignación y la incapacidad para comprender al hijo enfermo, le impiden disfrutar de Alejandro (Carlos Enrique Almirante), su hijo menor.
También el personaje de Maritza refuerza la tesis de la incomunicación humana, en todo momento, ella busca el reconocimiento de los otros: las maracas que tanto desea poseer devienen símbolo de ello. Desde la ingenuidad propia de una niña construye su ideal de familia y aboga por su derecho a amar. La relación afectiva establecida con Luis, los besos, las caricias, incluso, el acto de hacer el amor, demuestran, una vez más, como la capacidad de sentir no es exclusiva de los “normales”.
El filme está narrado desde una dimensión realista, desde los conflictos y situaciones humanas propias de nuestro entorno más inmediato. Fernando Pérez logra narrarnos la historia mediante un lenguaje que sorprende por su valentía, su sinceridad y su descarnado discurso existencialista; los internos en el sanatorio personifican la catarsis de esta sociedad mezquina.
La estructura dramática se construye desde una dimensión simbólica y deviene polémica en sus grados de lectura. El realizador propone una reflexión sobre la necesidad de la comunicación entre las personas, la tolerancia y el respeto, la aceptación del otro.
La Habana, leitmotiv recurrente en los filmes de Fernando Pérez, resulta el escenario escogido para develar su historia. El sanatorio de Santa Fe se devela por medio de una edificación en decadencia; sus interiores claustrofóbicos y con escasa iluminación producen una sensación de ahogo y desesperación.
Los reiterados encuadres de los pacientes detrás de la puerta cercada connotan a un nivel simbólico el enclaustramiento, la sensación de estar presos, no solo desde un punto de vista físico, sino desde sus propios subconscientes. Destaca en el filme el trabajo de la dirección de arte de Erick Grass con un diseño de vestuario descolorido, sucio y desaliñado, el cual sugiere la uniformidad, la alienación a que son sometidos los hospitalizados.
El tratamiento de los espacios fríos y claustrofóbicos, con la cercanía de los contenedores de basura, fungen como signos que connotan el encerramiento, la pérdida de libertad, de la utopía, y reflejan la marginalidad, el rechazo al cual son sometidos quienes son “diferentes”. Estos elementos refuerzan la tesis del filme que nos habla de conflictos desde lo micro: una familia disfuncional la cual tiene como problemática la enfermedad de uno de los pacientes del sanatorio; hacia lo macro: una sociedad alienada y deshumanizada.
La ambientación de la casa de Elena, unido a su aspecto demacrado, evidencian el abandono de su propia vida. La penumbra de los interiores, el mar agónico y las caóticas ruinas que bordean su hogar, nos sumergen en un estado de desasosiego y nos reafirman la idea de cómo el hijo enfermo no le da cabida a sus proyectos personales.
A un nivel intratextual el filme es construido sobre personajes-símbolos quienes nos revelan los disímiles conflictos de la trama: Luis en su empeño de sembrar un árbol refiere el deseo de ser independiente y de poder decidir sobre su propia vida; el árbol se convierte en su voz. Orquídea con sus constantes referencias al Partido, al socialismo, a la Revolución, desmitifica y pone el dedo en la llaga sobre la pérdida de la utopía. A su vez cuestiona la pérdida de la esencia de una sociedad que desde el comienzo apostó por el ser humano.
Desde un tono nostálgico y un acuciante lirismo, La pared de las palabras construye una vez más un discurso autoral, crítico, sobre temas recurrentes en la obra fílmica de Fernando Pérez donde el ser humano deviene sujeto protagónico y eje de sus múltiples historias.
La acertada fotografía de Raúl Pérez Ureta, con los primerísimos planos de los rostros desconcertados y dolorosos de los pacientes, los planos generales de edificaciones en ruinas, del sanatorio, de la propia casa de Elena corroboran la tesis del realizador. De igual forma, el personaje de Luis percibe el resquebrajamiento de una sociedad hostil y fría que se burla y rechaza aquello que no comprende, en los trozos de hielo que detrás de una puerta observa. Se realiza una introspección en la vida de los personajes que connota a un nivel simbólico la tesis de Fernando Pérez y la necesidad de hurgar en el universo íntimo de estos.
La deshumanización a los cuales son sometidos los pacientes se aprecia en muchas de las escenas del filme, ejemplo de ello es la escena en el mercado donde Luis es agredido por un cliente, o el desprecio que hacia él profesaba Niurka (Yaremis Pérez), la pareja a medio tiempo de su hermano.
Jiménez (Alejandro Palomino), el administrador del sanatorio, concibe a los pacientes como meros objetos decorativos; él es la representación del burocratismo y de la pérdida de la sensibilidad. Jiménez no puede apreciar el cuadro de Alejandro más allá de un paisaje, más allá de lo representado.
La abuela Carmen (Verónica Lynn) resulta el personaje sensato y equilibrado dentro de la historia, ella es quien recrimina a Elena por la actitud obsesiva y su relación enferma con Luis. Uno de los parlamentos sostenidos con su hija lo evidencia claramente: “Tu amor por Luis, se tragó tu amor por los demás. Yo no sufro por mi nieto sano o mi nieto enfermo, yo sufro por ti, por ver como sacrificas tu vida. La vida es una sola, no la machaques”.
El personaje de Alejandro también devela los estragos de la sobreprotección extrema de Luis. Él se siente rechazado por Elena y la comunicación con ella es prácticamente inexistente; la situación del hermano enfermo lo deja huérfano de amor filial.
Un mar de clavos y anzuelos en lo incierto de la oscuridad componen el cuadro de Alejandro, “pero también puede ser muchas cosas más, depende de quien lo mire”. El cuadro, personaje esencial dentro de la trama, encierra en sí mismo el deseo de comprensión, la búsqueda del entendimiento, la necesidad de expresión de aquellos a quienes tildan de diferentes. Allí donde la sociedad deshumanizada no quiere ver, no responde y obvia el hecho de que, de cierta forma, todos somos únicos, un océano en la noche será la respuesta de los incomprendidos.
La pared de las palabras resulta entonces una propuesta cinematográfica signada por un alto nivel de simbolismo, que propone un discurso complejo y polemiza sobre conflictos de la contemporaneidad. Fernando Pérez nos seduce con la destreza narrativa de una historia desgarradora, pero bella en lo sutil de su lirismo. Un filme signado por el dolor, la impotencia, la incomprensión de quienes perdieron su voz y se les prohíbe expresarse, o de aquellos que, como Elena, sobrepasan los límites del sacrificio. Desde una sólida estética: ahora, que hablen los condenados del silencio.
Convoca ICAIC a concurso por un cine inclusivo
Los colores y sabores de la inclusión son muchos más que los binarios “Fresa y Chocolate”, emblemática obra cinematográfica contra la homofobia de la sociedad cubana, metáfora por excelencia de los esquemáticos roles de género en que se hegemoniza la sexualidad y la vida.
Han pasado casi tres décadas desde que Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío contaron aquella amistad desprejuiciada entre David y Diego, símbolos de la comprensión, del respeto y los derechos para todas las personas. Desde entonces, la producción cinematográfica nacional ha mostrado en diferentes momentos ese rostro discriminatorio de familias y barrios cubanos, como Lista de espera (2000, Juan Carlos Tabío), Barrio Cuba (2005, Humberto Solás), Vestido de novia (2014, Marilyn Solaya), Fátima (2014, Jorge Perugorría), entre otras.
A las puertas de la consulta popular sobre el anteproyecto del Código de las Familias para luego llevarlo a referendo, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) convoca a un concurso de cortometrajes que enfoque el lente en la lucha por la igualdad, la no discriminación y los derechos de los colectivos LGBTIQ+, asumiendo que “el cine puede y debe constituir un llamado a la conciencia y contribuir a liquidar la ignorancia, a dilucidar problemas y a plantear, dramática y contemporáneamente, los grandes conflictos de la humanidad”.
La convocatoria subraya el hecho de que acabar con las discriminaciones por razones de orientación sexual e identidad de género son metas que comprometen toda la Agenda 2030 de la ONU y su proscripción explícita en la Constitución cubana (artículo 42).
“Promover mediante el cine la ruptura con los patrones sociales que consolidan brechas de desigualdad por motivos de identidad de género y orientación sexual, así como visibilizar las formas de reproducción de estas discriminaciones presentes en el entramado social”, emergen como objetivos de este concurso.
De esta forma, el ICAIC estimula a crear cortometrajes documentales y de ficción, que aborden la lucha por los derechos de las personas LGBTIQ+, reflejen la importancia de la igualdad efectiva en aras de alcanzar la justicia social, así como los mecanismos recurridos a nivel personal, colectivo e institucional para lograrla, señala el texto.
Entre los requisitos para participantes figura la inscripción en el Registro del Creador Audiovisual y Cinematográfico en la figura de Producción y/o Dirección; o los Colectivos de Creación Audiovisual y Cinematográficos. El material puede tener una duración de hasta 15 minutos.
Documentos requeridos:
- a) Sinopsis (máximo 1 cuartilla)
- b) Última versión del guion y/o escaleta (esta última en caso de ser un proyecto documental)
- c) Propuesta estética (máximo 1 cuartilla)
- d) Fotocopia del carnet del Registro del Creador Audiovisual y Cinematográfico o Resolución de creación del Colectivo.
- e) Contactos del concursante (nombre completo, correo electrónico, teléfono)
Calendario
Si eres joven cineasta y te interesa captar estas problemáticas en torno a la diversidad sexual, puedes enviar tu proyecto al siguiente correo electrónico: convocatoriainclusion2021@gmail.com
Cineastas, intelectuales y especialistas en el tema conformarán el jurado, compuesto de modo impar, quienes evaluarán las propuestas presentadas atendiendo a:
– La calidad artística del proyecto y su factibilidad para convertirse en una obra audiovisual y cinematográfica.
– La complejidad y transversalidad con la que es abordada la lucha por la igualdad y la no discriminación de las personas LGBTIQ+
– Las condiciones para la realización del proyecto en la actual situación epidemiológica del país debido a la Covid-19.
El plazo de admisión vence el 12 de noviembre de 2021 y la decisión del jurado se publicará el 6 de diciembre de este año. Como premio, los 5 proyectos que resulten escogidos, entre cortometrajes de ficción o documental, contarán con financiamiento del ICAIC para su realización.