Desafíos de la producción cinematográfica: hacer un cine genuino

Sobre los desafíos de la producción cinematográfica en Cuba dialogó Inti Herrera, de la productora i4films, en el Festival Nacional del Audiovisual “Por primera vezâ€, un espacio de retroalimentación entre las nuevas generaciones de cineastas y realizadores audiovisuales, donde se abordó el papel del productor más allá de un simple gestor de fondos.

El encuentro, moderado por el periodista y crítico Rafael Grillo, propuso nuevas miradas a los modos de producir el cine (sobre todo para los creadores más jóvenes) y los caminos arduos de la realización, distribución y comercialización de un producto audiovisual, así como hacer un recuento necesario de cómo han sido estos procesos a la par de las transformaciones del país, su desenvolvimiento económico y sus relaciones sociales.

De entre todas las artes, el sector audiovisual, probablemente sea el que más haya cambiado su escenario de trabajo en los últimos años, y dentro de este, el rol del productor se ha expandido en proporciones vertiginosas. “Considero que los años 90 en Cuba supusieron un giro importante en la labor del productor, momento de grandes retos, donde surgen puntos de vista diferentes y otras variantes a la hora de trabajarâ€, precisó Inti Herrera.

A partir del 2000 la digitalización ayudó en parte la labor cinematográfica en el país, aunque en el mundo la industria cinematográfica ya iba a un ritmo acelerado. “La producción de cine se hace más íntima, en grupos de trabajo más pequeños y surge el concepto de realizador independiente, lo que de algún modo influyó tanto en lo estético como en la mentalidad productiva. Aunque para mí la producción independiente es un impulso y una forma de hacerâ€.

Actualmente las nuevas prácticas influyen en nuevas necesidades. Entre los retos que impone la contemporaneidad en la producción del cine se encuentra encontrar formas de apoyo a los realizadores para participación en eventos internacionales, buscar soluciones a la hora de recaudar y manejar los presupuestos para el rodaje, venta y distribución de las obras.

“El desafío principal es hacer un cine genuino, que no pierda su valor autoral y creativo. El productor debe tener un impulso importante de criterio dentro del equipo. Igual de necesaria es la lectura del guion para los desgloses posteriores, pues la producción va mucho más allá de la gestión de fondosâ€, destacó.

El comprometimiento con la obra del director también es importante, pues es la persona con quien el productor converge durante mucho tiempo. “Hay que tener una fe ciega en los proyectos y analizar cuál es la mirada del director para ciertos temas, sin perder de vista que la principal línea de trabajo del productor es generar una industria que debe ser diferente y auténticaâ€, subrayó. Para todo esto es necesario seguir expandiendo y haciendo más sólida la visión que tenemos en Cuba de los productores, superando la idea de que su función está limitada a la gestión logística, para verlos en toda su dimensión como lo que son: columna vertebral del sistema de la creación cinematográfica y audiovisual.


Premios al audiovisual “por primera vezâ€

El Festival Nacional del Audiovisual Por primera vez –realizado en Holguín del 21 al 24 de febrero y dedicado a la dirección cinematográfica en Cuba– entregó los premios de su XVI edición, reafirmándose como un necesario evento para la confluencia de jóvenes realizadores y reconocidos maestros del cine cubano, con un programa que contó con proyecciones, talleres, conversatorios y paneles.

Este año se convocó nuevamente a la realización de un Pitch para apoyar la creación audiovisual joven. Nueve proyectos, de los que fueron seleccionados seis, de la autoría de realizadores inscritos en el Registro del Creador Audiovisual y Cinematográfico, e interesados en obtener financiamiento para iniciar o culminar una obra cinematográfica, optaron por este lauro. El jurado del Pitch estuvo integrado por Reymel Delgado e Inti Herrera, ambos de la productora i4films; la productora Yamila Marrero; la directora Rosa María Rodríguez y el especialista del Centro Provincial del Cine de Holguín, Enrique Betancourt, quienes decidieron entregar, además, varios premios colaterales.

El Premio para pitch, por decisión del jurado, fue repartido entre El milagro de la vida, de Melissa Sánchez del Valle, con premio neto, asesoría de producción de i4films y apoyo de iluminación de Wildesigners; Inanis, de Dayana Araujo, con premio neto, asesoría de guion, producción y fotografía por GatoRosafilms; y Un domingo de fiesta, de Damián Pérez y la productora Rosse Mary Suárez, con premio neto de 100 mil pesos, además de asesoría de guion y producción de GatoRosafilms, asesoría de producción de i4films, supervisión de efectos visuales de Wildesigners y edición de i4films.  

Por su parte, el jurado compuesto por los realizadores audiovisuales Alejandra Rodríguez Segura y Lázaro Lorenzo Alderete, presidente de la Federación de Cineclubes de Cuba, además del Dr. José Rojas Bez, crítico de cine y profesor universitario, otorgó el Tercer Premio a la obra ¿A dónde van los hijos, del realizador Rafael Díaz Gregory, por “sintetizar a través de secuencias de fotos fijas con notables valores visuales y expresivos que conllevan a una sentida historiaâ€; el Segundo Premio a Sueños, de Ricardo de la Paz Fernández, “por la correcta vinculación de los conceptos formales y conceptuales en el mundo de las imágenes en el audiovisualâ€; y el Primer Premio del Por Primera Vez, “por su eficacia dramatúrgica al construir tres personajes y contar una historia con gran sensibilidad sobre los valores familiaresâ€, a la obra Para Esteban del director Héctor Almeida.

Mientras que el Gran Premio del Festival Por Primera Vez, “por el uso correcto de los recursos expresivos del audiovisual, donde destacan la fotografía, la dirección actoral y la dirección de arte y contar una historia coherente, tomando como referente a un personaje solitario que asume su detenimiento en el tiempo desde toda su vidaâ€, lo recibió Levedad, de Cristhian Menéndez Altunaga.

Como colofón de la gala de entrega de premios –con dirección artística y general del Oreste Saavedra y guion de Erian Peña Pupo, así como las actuaciones de Bella Voice y Norberto Leyva– la directora provincial de Cultura de Holguín, Yakelin Tapia Aguilera, lanzó la convocatoria para la edición XVII del Festival Nacional del Audiovisual Por primera vez, a desarrollarse el próximo año.


Aprender una y otra vez: retos en la asistencia de dirección en el cine

Generalmente cuando vemos un producto audiovisual: una película, una serie o un programa de televisión… no nos percatamos de la cantidad de personas que trabajan en función de ese material. Dirección, cámaras, equipos de iluminación, sonido, guionistas, vestuaristas, productores… pero entre ellos existe uno imprescindible para que un rodaje tenga éxito, lo que no resta importancia a los demás, y es el asistente de dirección. Precisamente los retos en la asistencia de dirección en el cine fueron aristas abordadas como parte del taller dedicado a este tema, impartido por Kareline Pérez a jóvenes realizadores, un espacio de intercambio necesario para estos noveles creadores en formación en el Festival Nacional del Audiovisual “Por primera vezâ€, realizado en Holguín.

Kareline Pérez comentó de su experiencia en varios materiales audiovisuales, como series, largometrajes y cortometrajes, entre otros, de los cuales explicó con ejemplos puntuales las herramientas y aspectos a tener en cuenta en determinados rodajes, subrayando que el asistente de dirección es la mano derecha del director y actúa como nexo entre este y el resto del equipo de trabajo. En este sentido, enfocó su diálogo sobre la elaboración y manejo del plan de rodaje durante cada fase de realización de un material audiovisual.

“Muy importante es el desglose del guion y las categorías que conlleva, entre ellas el número de secuencias, la cronología, personajes, extras, figurantes, vestuario, maquillaje, vehículos, efectos especiales, utilería, notas de producción, seguridad, entre otrosâ€, subrayó.

Expuso, en este sentido, sus vivencias en el rodaje de la serie LCB: La otra guerra y los elementos a tener en cuenta en una producción así, donde fue importante, sobre todo, la seguridad al trabajar con armas. “De este tipo de trabajos aprendí a señalar sobre el guion los elementos que no se pueden pasar por alto en el rodaje y las necesidades puntuales en cada escenaâ€.

Los asistentes de dirección toman partido en cada material, aunque no influyan directamente en la terminación del producto, pero es muy importante que estén al tanto de cada detalle. “Es imprescindible tener el acompañamiento de un buen equipo de trabajo, donde se entiendan las ideas y todo fluya de la mejor manera, donde además se lleguen a consensos y cada cual asuma su rolâ€.

“Para mí lo más difícil como asistente es trabajar con niños y animales, pero es una experiencia a tener en cuenta y que es fundamental por los riesgos que conllevaâ€. Todo se aprende sobre la marcha, señaló: “Al set no se llega sabiendo, se aprende una y otra vezâ€.


La crítica cinematográfica: ni impresionismo, ni método

Formar un receptor inteligente y capaz de consumir cultura críticamente constituye una de las prioridades de cualquier empeño cultural. La crítica de arte se considera necesaria en medio de un torrente informativo y es también, como escribió Cintio Vitier, “en principio, dos cosas: iluminación de la obra desde la obra misma, y, después, toma de partido frente a ellaâ€.

Entre todas las manifestaciones el cine llama la atención por ser arte, técnica, vehículo portador de ideología y mensajes que circulan en la sociedad y por ser industria y mercado. Sobre estas cuatro miradas o maneras de acercarnos al cine y la creación audiovisual desde la comunicación, el periodismo y la crítica cinematográfica dialogó en un conversatorio el periodista y crítico Rafael Grillo, como parte del Festival Nacional del Audiovisual “Por primera vezâ€, realizado en la ciudad de Holguín del 21 al 24 de febrero.

El también miembro de la revista cultural El Caimán Barbudo profundizó en la capacidad del crítico como mediador, “esa persona encargada de mirar y escudriñar desde todos los ángulos y hacerlo desde todos los géneros posiblesâ€, porque los públicos necesitan ser orientados y el crítico juega un papel importante, sobre todo en los niveles de comercialización y distribución del cine. “Debe ser ese farolito que se prende entre tanta informaciónâ€, alertó.

Criticar significa, en tanto, pensar, razonar, poner toda teoría o pensamiento en tela de juicio. Pensar es juzgar; la crítica por tanto es una actitud activa en la conformación de ideas. Asumir la crítica desde la hermenéutica, propone Rafael Grillo, con un criterio que ayude a construir determinados horizontes, no así desde las opiniones valorativas. “No es destruir ni ensalzar a nadie, es ayudar a entender determinado producto desde todas las miradas, porque de las malas películas también se aprende, y de los conflictos también, pues es parte de la naturaleza y de la evolución natural de las cosas, de la propia vidaâ€.

Para Grillo, también narrador y presidente de la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica (ACPC), no hay nada mejor que una mala crítica o la censura para un material audiovisual, ese criterio que llame la atención por encima de estereotipos, pues al final logra poner un foco de atención sobre algo que también es importante, aunque reconoce que en la isla la crítica es paternalista con el cine cubano. Enfatizó, asimismo, que la producción nacional está necesitada de una crítica sólida, pues como alertaba Rufo Caballero: “En Cuba tenemos buenos críticos, pero no hay una crítica como sistema, sólidaâ€.

En este contexto también abordó las capacidades de un periodista para ejercer la crítica con tenacidad y responsabilidad, especialmente en los medios y a través de todos los géneros posibles, observando la necesidad de interpretación que demanda el periodismo contemporáneo, cuando muchos creen que la crítica de arte debe ser prioridad y terreno casi absoluto de los medios especializados. Y lo que sucede es que en este acto del genio, como diría Alfonso Reyes, no todos la alcanzan: “Ni todo es impresionismo, ni todo es métodoâ€.


El arma no es aún

El cuchillo reposa dentro del congelador. La amenaza se hace evidente en la voz de su esposo, Raúl: el arma está ahí por si ella se marcha de relación y de su vida. La cineasta Annia Quesada plantea en el cortometraje de ficción Si alguna vez (2023) una situación de violencia machista, sobre todo psicológica. Helena, interpretada por Amalia Gaute, parte de una posición de subordinación. Todas las tareas de cuidado son suyas, allí se incluye la crianza de su bebé y la atención al suegro enfermo y dependiente de ella para vivir. A su lista de responsabilidades (que no solo tareas) se suma cocinar, limpiar, lavar, organizar la casa y sus gentes. Se reproduce aquí la cultura patriarcal en toda su oscuridad e injusticia. Raúl asume solo los roles asociados de forma tradicional al hombre: proveer económicamente el hogar y hacer la compra de los alimentos.

La casa es una carga exclusiva de ella. Los trabajos no remunerados, no reconocidos y poco valorados son suyos. La violencia se empieza a tejer en esa desigual división de tareas en base a prejuicios sexistas; las violencias machistas continúan desarrollándose en dinámicas de poder desbalanceadas al interior de la relación, matizadas siempre con palabras de afecto.

Son los mitos del amor romántico los que justifican el control y la posesión, ocultan las banderas rojas o intentan adormecer el juicio crítico de Helena, quien en un principio reconoce algunas de las violencias psicológicas que enfrenta. Él pretende disciplinarla, cortar la posibilidad remota de que un día ella abra la puerta y se vaya, dejando un sonoro portazo tras de sí.

Imágenes tomadas del portal ENDEAC

El poder está en manos de Raúl, quien exige sexo sin tomar en cuenta la falta de consentimiento de su esposa o tan siquiera, su estado emocional, afectado por él. Ocurre violencia sexual en este cortometraje y quizás pase inadvertida para quienes consideran que el «solo sí es sí» queda sin validez dentro del matrimonio.

La cineasta, junto a su equipo, consiguen narrar una historia donde cada elemento visual o sonoro ayuda a entender las emociones de su protagonista, a reflejar el efecto emocional que provoca la amenaza del cuchillo. La vida transcurre en cambios de mañanas, tardes y noches, pero Helena despierta y el potencial arma continúa ahí, es una advertencia y a la par un recordatorio. Se queja, reclama, anuncia que se irá de la casa. Raúl, una vez más, niega el daño, se desentiende.

Recuerdo entonces, en el propio cine Acapulco, algunas ideas de feministas cubanas que admiro:

«Son señales de una violencia que se viste de posesividad, control y celos, provoca aislamiento, malestares y pérdida de la autonomía hasta convertirse, a menudo, en algo mayor y más físico» escribió Dixie Edith. «La primera vez que se decide romper el silencio es un momento crucial para las víctimas de violencia machista. Contar con orientación, contención, recibir ayuda precisa puede salvarle la vida», reflexiona Lirians Gordillo.

Imagen tomadas del portal ENDEAC

Helena no tiene la oportunidad de romper el ciclo. Es una denuncia de sus realizadores: resulta difícil romper el silencio, salir de vínculos opresivos. Un paso esencial sería desnaturalizar socialmente la violencia basada en género, y hacerlo con todas las herramientas y plataformas posibles. El cine es, cómo negarlo, privilegiado a la hora de narrar historias y contar ideas emancipadoras.

— El otro día estaba en el Chaplin y había una pareja mayor detrás de mí, pero perdida — comenta Betty, la profe de FCOM — . No entendían cuál era el problema de la mujer. ¿Sabes? No veían el conflicto — abre los ojos, asombrada — .

Esa tarde de jueves en que me comentaba la historia le creí. A mi lado el domingo en el cine Acapulco, un hombre resaltaba lo bonito y limpio de sus ollas, la falta de pobreza. El control y la amenaza eran superficiales para él. La violencia psicológica, al decir de especialistas, puede ser considerada un mal menor, algo sin tanta importancia y ese es uno de los peligros, que se vuelva invisible. Ahí radica una de las virtudes del corto, colocar la mirada en un hogar donde supuestamente nada ocurre y mostrarnos todos los mecanismos de poder implícitos.

Hubiera querido ver a Helena salir junto a su hijo y dar el portazo de Nora, pero ¿a dónde iría?, me pregunto. ¿Acaso tiene un lugar seguro? En cambio, abre el congelador, toma el cuchillo, lo utiliza para cortar carne, lo limpia luego y vuelve a colocarlo en su sitio. El arma del crimen no es aún el arma del crimen, pero pudiera serlo.

Imágenes tomadas del portal ENDEAC

Para que nunca vuelvas

La mujer que baila, suda y goza, es de pronto una que corre, que es violentada por su pareja, por su vecinos, por su familia. La salida no está más que en sus piernas: corre, corre por toda la Habana en una sucesión de rincones sucios y tristes; una continuidad de ojos que acusan. Es alguna mañana de un año pandémico, se escucha los partes epidemiólogos, e inicia así un día de búsqueda de Yolanda por su hijo y de una libertad que corre más rápido, que se escurre. La mujer salvaje dirigida por Alan González, coescrita junto a Nuri Duarte, narra la realidad habanera que no aparece en las telenovelas, ni es la imagen que se muestra al hablar de las mujeres cubanas, de nuestras conquistas. El filme muestra escenas en barrios considerados periféricos y colocados al margen como Marianao y La Lisa (no solo los muestra, son casi protagonistas); expone la vida de una mujer que es madre, se equivoca, sufre y lo intenta otra vez; una mujer que se pierde en los rincones y recovecos de la ciudad, de esas comunidades que llamamos vulnerables desde la comodidad del privilegio.

La Mujer Salvaje (Cuba, 2023) fue premio del Fondo Noruego para el Cine Cubano para proyectos del año 2017, ganadora de la segunda convocatoria del Fondo de Fomento del Cine Cubano (FFCC) y se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto; continuó su recorrido exitoso al recibir tres premios en la 33ª edición del Festival de Cine Ceará: mejor película, mejor actuación principal y mejor sonido. Esta tarde de domingo 10 de diciembre se presenta en el cine Acapulco.

Lola Amores pone rostro y cuerpo a Yolanda, una mujer que no pertenece a los romances o eternidad, sino de un ahora permanente y a la par fugaz. No hay futuro escrito, es todo incierto y en la incertidumbre quedamos con el cierre del filme: ¿a dónde irán ahora que están juntos otra vez? Yolanda, la mujer, la que desea, la que es cosificada, juzgada y condenada, también tiene derecho al miedo, a la dudas y a la par. a mostrar toda su fuerza, esa que asemeja a la que viene de la naturaleza, a los huracanes que se mueven, casi nunca linealmente, y arrasan… Es Lola Amores una actriz esencial para conseguir ese objetivo: vulnerabilidad y fortaleza, miedo y determinación, dolor y alegría, odio y amor. Son dos en una las que muestra la pantalla. Esa es la gran victoria, conseguir que por varias horas sea Yolanda quien, primero casi pidiendo permiso, sea quien tome el rostro y cuerpo de Lola Flores para narrar su historia.

«De hecho, las mujeres están colocadas casi siempre en condiciones de desigualdad y sometimiento, además en constante inseguridad. (…) La sociedad considera natural esta violencia, culpabiliza a niñas y mujeres, las señala como víctimas propiciatorias de los delitos en su contra y exonera a los hombres; en ocasiones se frivoliza y es parte de humor cultivado socialmente y de los chistes», escribe Marcela Lagarde. La violencia que experimenta Yolanda no está relacionada con crímenes pasionales o un hecho casual o aislado, sino con el machismo y el patriarcado, tan naturalizados, que la gente le juzga a ella, la condena a ella, la culpa a ella, por un crimen cometido por su pareja. La responsabilidad es colocada en sus deseos, en lugar de en el hombre que empuñó el machete. El video viral que durante el largometraje se veía rodar de celular en celular la coloca en el centro de un debate injusto, ella queda como la mala madre, del agresor nadie habla, apenas se menciona, quizás apenas para justificar que su compartamiento es una muestra de amor. Como si el amor pudiera conjugarse con la violencia. Es el personaje de Ulises quien intenta no condenarla, de decirle «no es tu culpa»

«Las mujeres son educadas a soportar la violencia como un destino y a no responder con violencia, ni siquiera a defenderse», prosigue Marcela Lagarde y de los Ríos en el informe «¿A qué llamamos feminicidio?». A Yolanda parece no quedarle otra opción que huir. Otro logro de la película radica en no mostrar las múltiples violencias que enfrenta la protagonista como un hecho indivual o aislado, sino estructural a la sociedad, imbricado en la vida cotidiana de las personas quue son atravesadas por varias opresiones debido a suidentidad de género, clases social, ubicación geográfica, color de piel, orientación sexual… Expone, además, la soledad. Nadie va a poner en orden su vida para que Yolanda un día vuelva y todo esté en orden. Nadie parece brindarle una ayuda que le saque de la espiral de violencia, ni ayuda familia, ni institucional. Nadie se interesa en entender su situación más allá de juzgarle y cuestionarle.

A este lado de la pantalla continúan los ojos acusadores. Hay una parte del público inquieto:

— ¿Qué madre en la Habana deja solo a su hijo?

— ¡Aquí nadie vive así!

Yolanda, mientras tanto, abraza a su hijo y continúa caminando… La cámara se difumina. La Habana, todavía más diversa, continúa respirando salvajemente.

 

 

 

*En colaboración con El Caimán Barbudo.


Es Kiepja, no Rosa

Kiepja ni siquiera intenta agarrar la taza de té, ni luce cómoda en el vestido largo y ancho. Kiepja, ¿acaso no quieres pertenecer a esa nación que construyeron sobre tus muertos? ¿Cómo no vas a querer esa patria ensangrentada con los tuyos? La cámara filma y te observa y, desde el poder simbólico, te violenta de otro modo: intenta hacer de ti algo que no, no puedes ni quieres ser. Es la noche del 8 de diciembre cuando te observo, pero sentada con algo de frío al ver Los Colonos (Chile, 2023) en el cine Chaplin, en la edición número 44 del Festival Internacional de Cine Latinoamericano. La película (dirigida por Felipe Gálvez) transcurre en una sala medio vacía —no había silencio, en cambio, porque partes del público rompen ese pacto de sellar los labios— y narra el viaje de Segundo, un chileno mestizo, un excapitán inglés y un mercenario estadounidense que cercaron las tierras concedidas al terrateniente español José Menéndez (que interpretó Alfredo Castro) bajo sus órdenes y sin el mínimo respeto por las comunidades originarias que vivían en Tierra del Fuego. En el camino te encontrarán, Kiepja, y tu imagen desafiante sintetiza el espíritu del filme, de un retrato visual y sonoro de la colonización, de la denuncia hecha desde la belleza.

Tu mirada carga más poder que la bala que mató al pueblo selk’nam (ona). Donde pudo haber un dolor infinito había desafío. El pueblo ona sufrió la violencia del genocidio, de la muerte y el desplazamiento, pero también de todos los dispositivos culturales que despliegan los colonos para justificar la matanza. “No son personas, son bestiasâ€, dirán y se presentarán como los salvadores tuyos. Tú, en cambio, cierras el filme con los ojos más bellos que existen, aquellos que desafían y resisten al poder colonial.

Salgo a la calle 23 y la noche es una sucesión de gentes que conversan frente a la película Fresa y Chocolate. Me quedo con tu rostro desafiante en la memoria y entre tus ojos, la actuación magnífica de Mishell Guaña, el vestido horrendo que te hicieron usar y las luces de la calle, recuerdo al ensayista y pensador, Aníbal Quijano.

En el filme las relaciones humanas se establecen sobre categorías racistas y el poder es un mecanismo colonial para apropiarse de tierras y matar.

Tenía, mucho antes, una cita marcada de su libro La colonialidad del poder: “La formación del poder colonial del capitalismo dio lugar a una estructura de poder cuyos elementos cruciales fueron, sobre todo en su combinación, una novedad histórica. De un lado la articulación de diversas relaciones de explotación y de trabajo —esclavitud, servidumbre, reciprocidad, salariado, pequeña producción mercantil— en torno al capital y su mercado. Del otro lado la nueva producción de identidades históricas ‘indio’, ‘negro’, ‘blanco’, ‘mestizo’, impuestos como categorías básicas de las relaciones de dominación y como fundamento de una cultura de racismo y etnicismoâ€.

El largometraje explora desde un inicio esas relaciones patrón-siervo que están marcadas por el poder y la violencia. La primera escena puede impactar: “un hombre con un brazo menos es un hombre menosâ€, se explicita así la suerte de los hombres que en la Patagonia quedan expuestos a un trabajo esclavizado y a la muerte, a ser ni siquiera un problema para los amos. Desde las primeras escenas queda clara también la jerarquización, entre hombres y mujeres (esposas blancas que atienden el hogar o mujeres indias que matar, explotar o violar), y también entre las personas blancas, el pueblo ona y las personas que son racializadas como mestizas. Sobre estas últimas caen las sospechas durante el viaje y se expresa desde el inicio del largometraje: ¿a quién disparará dado el caso? Las relaciones humanas aquí se establecen sobre categorías racistas, el poder es un mecanismo colonial para apropiarse de tierras, cercar, cercar, cercar… es la rutina, matar también.

El largometraje explora desde un inicio esas relaciones patrón-siervo que están marcadas por el poder y la violencia (…) Desde las primeras escenas queda clara también la jerarquización, entre hombres y mujeres (esposas blancas que atienden el hogar o mujeres indias que matar, explotar o violar), y también entre las personas blancas, el pueblo ona y las personas que son racializadas como mestizas.

Y lo mejor es que en medio de un tema tan complejo, que toma a un genocidio como punto esencial, hay espacio para el humor, un humor reflexivo en torno los colonos, a los blancos europeos que en América Latina ostentaban un poder que no tenían en sus países de origen. Es una película que se ríe del pensamiento eurocentrado, lo ridiculiza.

El colonialismo, como sistema político, dio paso a tipos de relaciones sociales y subjetividades marcadas por el racismo. Así se explica el personaje de Josefina Menéndez, que se presenta a sí misma como la salvadora de las infancias ona, a la par que justifica su genocidio (cualquier semejanza con el pueblo palestino no es casual: los genocidas siempre encuentran las excusas más enrevesadas para actuar como las víctimas).

Ante el funcionario que llega a rendir cuenta desde la capital, Josefina Menéndez despliega todo su racismo y clasismo; actúa como si las diferencias entre las comunidades indígenas y la gente que es como ella, tuvieran bases en desigualdades biológicas, en la superioridad de la blanquitud, y no en desigualdades sociales concretas, en un proceso de colonización y exterminio que para ese entonces no había terminado y que todavía en la actualidad no se ha reparado. Para este personaje y su padre, José Menéndez, estaba más que justificado el asesinato de los ona y basaban su defensa en la más profunda deshumanización. Convertirlos en bestias y en “no humanos†justificaba los crímenes.

La historia contada por Felipe Gálvez describe relaciones sociales injustas y denuncia el manto de silencio del colonialismo.

“La peculiar combinación de ‘racismo’ y ‘etnicismo’ se desarrolló desde entonces hasta convertirse en un elemento central del poder en todo el mundo, sobre todo entre lo europeo y lo no europeoâ€, afirma Aníbal Quijano, y otra vez no resulta fortuita la distinción permanente entre las personas por su color de piel. Segundo (al que da vida Camilo Arancibia) será visto como el otro, un ser intermedio e incompleto; esto no impedirá el maltrato o ser forzado a violentar, a ser cómplice o morir.

Tampoco es fruto del azar que aparezca la figura del sacerdote amigo del poder colonial, del sacerdote que acompaña al propietario en su cruzada por el capital, la blanquitud y en contra de lo no europeo. La religión en nuestro continente extendió por mucho tiempo su manto sobre el genocidio, al formar parte del proceso que se decía civilizatorio pero resultó en la apropiación y asimilización de culturas y pueblos. El hecho de que Europa ya fuera el centro hegemónico justifica la carga de poder de personajes como el soldado escocés, MacLenan (interpretado por Mark Stanley), que miente y se autodefine como capitán inglés. Desde el cuidado del guion, el rigor actoral, la sonoridad y los planos abiertos —los paisajes son, al decir de su director, otro personaje y la inmensidad y belleza de la escena contrasta con la soledad de los tres hombres—, la historia describe relaciones sociales injustas y denuncia la gran mentira del colonialismo y el silencio que lo cubrió.

Kiepja, te llama Rosa ese funcionario que no restaura ni repara. No le escuchas, es evidente. Esa nación no es tuya, aunque tus huesos sean la simiente.

 

*En colaboración con El Caimán Barbudo.


La actuación es un juego: Sergi López va ganando

El viento arrasa con las hojas de los árboles. Hay verdes de varios tonos en la escena, también algunos amarillos, y el contraste resulta encantador. El Gringo se encuentra en sus tareas cotidianas, en el trabajo de atender y salvar automóviles junto a su hijo Tapioca. Entonces, como traído por la ventolera, llega a ese rincón de Argentina el reverendo Pearson, junto a su hija Leni. Son dos padres que chocan uno frente al otro en sus enormes diferencias. Mientras el reverendo se siente investido en una verdad única y superior, el obrero duda de sus propias habilidades, se emociona y aprende que no debe enjaular a su hijo; mientras el religioso ejerce una sutil violencia espiritual contra su hija (a quien manipula, controla y enjuicia por las impurezas de su alma), el otro padre es más tosco y evidente en sus errores en una crianza en solitario también. Ninguno de los dos es perfecto y eso lo sabe el actor Sergi López mientras juega a ser el Gringo, al ponerse ese disfraz en el cuerpo, al salir a defender una historia que no es suya y conseguirlo: nos devuelve a un hombre que aprende de sus errores y los enmienda, o al menos intenta repararlos con la misma tosquedad que le caracteriza. No sabe hacerlo de otro modo.

Sergi López luce aquí una barba espesa, ojos cansados, pero con una expresión que va de lo vacío a lo salvaje con facilidad, tiene el pelo alborotado y viste camisetas sucias. Es el Gringo a quien observaremos mientras estemos en el cine Acapulco, la noche del martes 12 de diciembre, frente a la película El viento que arrasa (Argentina, 2023). Todavía no conocemos al actor y le vemos ser parte de este juego de poder. Su fuerza es débil contra la capacidad oratoria del reverendo. Sentimos compasión mientras el hombre más fuerte no consigue vencer a aquel señor con ínfulas de superioridad.

Perderá, sabemos desde el inicio.

Sergi López debajo de esa piel de hombre cansado y derrotado, se divierte.

Este es un juego, dirá al día siguiente. Y él sabe moverse bajo las reglas de la actuación: darle voz y movimiento a personajes que estaban en papel apenas. Y no es nuevo en estas partidas. Su trayectoria incluye filmes memorables como El laberinto del fauno (2006) y recibió el premio al mejor actor europeo por Harry, un amigo que os quiere (2000) y el premio Pasinetti-mejor actor por su performance en Una relación privada (1999). La película Sólo mía (2001) en la que actúa es considerada la primera sobre violencia de género en España.

Es miércoles, 13 de diciembre, y Sergi López se encuentra sentado en un sofá color marrón en los jardines del Hotel Nacional, al fondo hay pavos reales, músicos, trabajadores sacando agua y fango que se acumuló la noche anterior. Se percibe, también, una vista hermosa del mar embravecido y el viento de una mañana gris y ligeramente fría. El actor que me saluda trae ropas veraniegas.

—Sí, hay una tendencia a la derechización. No soy tan consciente sobre la situación en Cuba, es la segunda vez que vengo y no la conozco profundamente. Pero tengo la impresión que es una tendencia bastante global— responde cuando conversamos sobre el filme El viento que arrasa (2023) y su reflexión evade los binarismos de buenos, demasiado buenos, y malos-malísimos— Es la conciencia del poder y el cómo la gente poderosa lo controla al dominar el discurso, la información sobre el pueblo. La película, además de la fe, habla de poder: ¿cómo se utiliza? De cómo cuando se tiene el don de la palabra y los medios de comunicación, el poder se da cuenta que puede manipular. Ellos dirán, diremos todos, cuando lo hacen otros es manipular, cuando somos nosotros es educar e informar. ¿No? Pero que la ideología es una hostia, es muy peligrosa, se contagia y es verdad que hay un resurgimiento de una religión más agresiva, que va a las redes sociales a conquistar seguidores. La espiritualidad necesaria, ayuda a sobrevivir a la soledad. Y me encanta mucho que la película no cae en los tópicos de de la muerte del cine estadounidense de matar, de matar, matar, matar. Sino que mi personaje reflexiona: ¿Qué vas a hacer ¿Realmente vas a matar al reverendo? ¿Vas a atar a tu hijo aquí con una cadena?

El Gringo, entre tanto, ve cómo su hijo se marcha en el auto del reverendo. Siente que le perdió para siempre. El viento continúa su viaje y los tonos verdi-amarillos tienen algo del azul de la mañana. El hombre se queda solo. La religión gana otra alma purísima.

…

—¿Te sirvo mucha o poca leche en el café?— señala las tasas blanquísimas con el brebaje negro.

—Un poco, mejor mucho—digo mientras deja caer la blancura que hace cambiar a tonos carmelitas y claros la oscuridad anterior— pero nada de azúcar.

—¿Pero qué tipo de cubana eres? El otro día, con mi mujer, dijimos que no tomamos azúcar y, entre extrañados, nos dijeron que acá todos tomaban— se ríe—.

Antes Sergie López sí acompañaba con dos cucharadas dulces los dieciocho cafés diarios. Un amigo, cuyo nombre no menciona, le dijo que así no sentiría jamás el verdadero sabor. Y un día no marcado en el calendario, sino en las nostalgias, probó tomarlo sin endulzante alguno. A la mañana siguiente, olvidado de la jornada anterior, casi de forma mecánica echó sus dos cucharadas habituales. No pudo tomarlo. Sintió un sabor raro y nunca más.

…

El capitán Vidal toma al bebé en brazos y dispara a Ofelia, la niña, quien entra así a un mundo de fantasía que habitaba bajo sus pies. La oscuridad reina, también metafóricamente, en el instante en que escapa sangre de la pequeña, y aquel hombre, un franquista que lucha contra las republicanos esparcidos en el monte, parece ganar. Tiene a su hijo, la continuidad de su linaje. Por él se esmeró desde el inicio, cuando ofreció una silla de ruedas a la esposa, por él dijo al doctor que, dado el caso, escogiera salvar al bebé por encima de ella, por él afirmó estar en esa pelea contra el republicanismo para limpiar a España.

El problema de ellos es que sienten que todos somos iguales, hará saber a su gente. Señalará a los otros como equivocados, es su verdad la importante, la suprema. La España fascista de Franco es merecedora de toda la sangre, pensará. Y no tendrá reparos en utilizar su pistola, una, dos, tres veces. Dispara. Mata. Dispara. Mata. Dispara otra vez. Bajo su piel de capitán, Sergi López se divierte. Es todavía más entretenido interpretar a un personaje malvado.

—Papá, tú me habías dicho que en esta película eras malo, pero no es cierto, eras muuuuuuy malo— le dice el hijo cuando siendo un niño de diez años apenas observó El laberinto del fauno (2006).

De pequeño, unas de las primeras actuaciones de Sergi López era la representación del diablo en obras sobre la Navidad. Vistió de rojo con cuernos y anduvo cabreado todo el tiempo. Eran comedias, donde también hizo de uno de los siete pecados capitales, la ira.

—Es divertido hacer de malo. Un malo te puede permitir cosas que tú en tu vida no te permitirías, o sea, no tiene esas fronteras— reconoce.

—¿Qué representó interpretar al capitán Videla?

—Fue genial. Es un monstruo, Guillermo del Toro. Es un genio, un tío con una capacidad, cuando dirige las películas tiene muy claro cada plano. He trabajado con otros directores más naturalistas, que los diálogos se pueden romper, donde haya más improvisación, para tener una cosa más más viva. ¿No? Él es lo contrario, el extremo opuesto, él hace un ensayo y me dice: «Mira, tú aquí estás, sentado, la sombra que proyecta la nariz coincide con el cuadro, tú levantas esto hasta aquí (se forma un ángulo de 90 grados perfecto), no hasta aquí (Sergi imita un movimiento más bajo). Cuentas, hasta tres, giras, respiras una vez, dices: “Buenas noches. Voy a tomar un caféâ€. Cuentas hasta dos, vuelves aquí. Respiras una vez». Tú hacías lo que él te decía y funcionaba. La película está toda hecha así. Es decir, la niña se agacha con las gotas del somnífero y la cámara se agachaba con ella y tenía que hacer una, dos, tres contar a tres. Es de una precisión casi enfermiza, pero tiene razón. Además que después también esta cosa curiosa ¿No? Que un mexicano en España narra el fascismo, la guerra civil, todavía continúan los fascistas y los republicanos, conviven ambas fuerzas en esta España tan curiosa que vivimos. Pero es un cineasta que viene desde México, un país que acogió a muchos republicanos del exilio, que nos cuenta una historia sobre la guerra civil, en donde los monstruos más terribles son los seres humanos, es el capitán Vidal, que yo tengo el gusto y el honor de encarnar; y es quien más miedo da. Es la capacidad del ser humano de hacer daño. Es mucho más terrorífico que los monstruos fantásticos. ¿Qué representó interpretar a esa persona? Me encantó. Tengo la suerte y hago un trabajo de vocación. Siento el placer de actuar, ¿No?

El capitán Vidal sale con la criatura en brazos. Se encuentra rodeado por los republicanos. Entrega el hijo a Mercedes. Da pasos hacia atrás. Mira el reloj y pide que le digan al niño a qué hora ha muerto su padre (como hiciera tiempo atrás su propio progenitor). «Ni siquiera sabrá tu nombre», le responde ella. El hermano saca la pistola, dispara. El franquista, el fascista, consciente de que ha sufrido la mayor de las derrotas, la pérdida de la estirpe, toca su mejilla atravesada y sangrante, cae al suelo.

…

Sergi López se encuentra en el último curso, antes de ir la universidad. Lo suspende. Repite una vez. Otra vez más. El padre se encuentra nervioso cuando López suspende por tercera vez. Fue mal estudiante, en el sentido académico que evalúa solo un tipo de inteligencia y prioriza el aprendizaje mecánico, no cuestionador. El adolescente no podía concentrarse y ve cómo transcurren los dieciséis, diecisiete y los dieciocho en un ciclo en repetición constante.

—Tenía que tomar una decisión. ¿No?

Continuaría la pasión que había nacido entre pastores, pecados y el niño Jesús de cada Navidad, probaría el teatro. Junto a un amigo, compraron una furgoneta e irían por los pueblos de Cataluña, acompañados de un técnico, actuando como payasos. Empezó en el 86 y fue a estudiar a París en el 90 o 92. El cine fue una sorpresa feliz.

…

—En Cataluña hay escuelas, institutos y universidades de teatro, pero cuando era pequeño, no. La escuela de teatro catalana era esta obra que se hace en muchos pueblos en muchos pueblos de manera amateur y donde se representa una fábula, un poco cómica, sobre el nacimiento de Jesús. Es un tipo de teatro que permite que participe todo el pueblo: niños, niñas, adolescentes, gente mayor. Es una forma de entrar en el teatro. Primero hice de pastor, luego de pecado capital, la ira, luego del chico guay, el protagonista, el héroe y por último del demonio. Luego, me apunté a una escuela en Barcelona, de acrobacia, y ahí conocí a un chico. Hicimos una obra de teatro juntos, de payasos. Empezamos a actuar por los pueblos. Nos compramos una furgoneta vieja, muy vieja. Pude ahorrar suficiente dinero y al final decidí tomármelo en serio y me fui a París a estudiar en una escuela de teatro digamos ya profesional. El teatro me abrió puertas y ahí es donde empecé a hacer mis primeras películas. Ahí empecé, cien por ciento, sin saber muy bien cuánto duraría o hasta dónde llegaría y mira ahora.

—¿Tiene algún recuerdo de esa etapa en el teatro?

—Conservo esa imagen de la vieja furgoneta, de los pueblos de Cataluña: actuamos en teatros pequeños, actuamos en plazas, en medio del sol, sin recursos, sin focos, sin proyectores, sin luz. Lo hicimos en pleno día, debajo de una palmera, en salas pequeñísimas. Compramos la furgoneta de segunda mano y compramos también un equipo de luz, unos focos. Nos íbamos en la furgoneta a montar los focos, el decorado y hacer reír a la gente.  Fuimos a las prisiones, también. Pero yo me fui a estudiar del noventa al noventa y dos y cuando terminé volví a la furgoneta, a los focos durante muchos años. Continúo haciendo giras de teatro, es la primera vocación. El cine fue un accidente feliz, pero fue una cosa imprevista. Pero mi primera vocación fue el teatro y lo continué haciendo. El teatro y la escritura porque en el fondo en teatro todo lo que he hecho ha sido escritura propia. ¿Sabes? Una escritura a partir de improvisar en un escenario para desarrollar ideas, cosas, situaciones e ir construyendo algo ¿No? Y casi todos los años, al menos una vez, alquilo una furgoneta para hacer una obra de teatro.

—¿Qué significa para usted la actuación?

—Actuar es un juego. Es un trabajo basado en jugar y tiene una trascendencia enorme. Los actores, las actrices, hacen de intermediarios entre las ideas y el público que está sentado en el teatro o en el cine, que es un poco para mí el pueblo ¿No? El público o sea la gente, el colectivo. Actuar es un privilegio y es una responsabilidad también ¿Sabes? Entonces tú subes hacer una obra de teatro, ¿Qué haces? ¿De qué sirve y cuál es el discurso que vehiculas y qué estás diciendo tú a la gente? Es un juego, pero no superficial o banal. Existe una responsabilidad que se puede plantear: ¿de qué hablas? Es un privilegio y es una oportunidad.

*En colaboración con El Caimán Barbudo.


AHS: Conozca los ganadores de los premios Calendario 2024 (+ posts)

La Asociación Hermanos Saíz (AHS) dio a conocer, este jueves, los nombres de los galardonados con Premio Calendario en las categorías de narrativa, poesía, ciencia y ficción, infantil y juvenil, y ensayo, correspondiente a 2024.

De acuerdo con Yasel Toledo Garnache, presidente de la organización que agrupa a la vanguardia de jóvenes escritores, investigadores, y artistas, en esta oportunidad el jurado examinó las obras de 100 autores, de hasta 35 años de edad.

Los Premios Calendario cuentan con el coauspicio del Instituto Cubano del Libro y la Casa Editora Abril, con el propósito de impulsar la creación entre los jóvenes escritores cubanos residentes en la isla.

Las bases del concurso precisan que se entregará un premio único por género, consistente en diploma acreditativo, 20 000 pesos y la publicación de la obra en la colección Calendario de la AHS y la Casa Editora Abril, con el debido pago por derecho de autor.

El 21 de febrero acontecerá la gala de premiaciones, como parte de la Feria Internacional del Libro de La Habana, en su edición 32.

Este año los galardonados fueron en el apartado de:
🔸Narrativa:
Premio: Roberto Ráez Ãvila (Holguín)
â–ªï¸Mención: Reynaldo Armando Montalvo Vasallo
🔸Poesía
Premio: Wilfredo Roba Rodríguez (Guantánamo)
â–ªï¸Mención: Yasmany González Hernández (Villa Clara)
â–ªï¸Mención: Yanarys Valdivia Melo (La Habana)
â–ªï¸Mención: Tomás Eugenio Escobar Avila (Las Tunas)
🔸Ensayo
Premio: Iramis Rigoberto Rosique Cárdenas
â–ªï¸Mención: Yanet Llovet González (La Habana)
â–ªï¸Mención: Leidys Raisa Castro Silva (La Habana)
🔸Infantil Y Juvenil:
Premio: Lioneski Buquet Rodríguez
🔸Ciencia Ficción:
Premio: Náthaly Hernández Chávez
â–ªï¸Mención: Eric Michel Villavicencio Reyes (Las Tunas)

 


Romerías de Mayo: Cámara Azul lanza convocatoria

La Asociación Hermanos Saíz y el Centro Provincial de Cine en la provincia de Holguín han hecho pública la convocatoria de Cámara Azul, el evento dedicado al universo audiovisual en Romerías de Mayo.

De acuerdo con una nota de prensa, en 2024, Cámara Azul tendrá como temática principal “Comunicar el patrimonio a través del audiovisualâ€, en consecuencia, acogerá paneles conformados por realizadores y especialistas que visibilicen o proyecten iniciativas de revitalización de la memoria histórica y los valores patrimoniales de la nación a través del audiovisual.

Especial significación tendrá en esta ocasión el aniversario 65 del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), por ello, se anuncian proyecciones especiales de piezas que constituyen joyas de la cinematografía nacional.

De igual manera, el evento resaltará los 25 años de la emisora del Patrimonio Cubano, Habana Radio, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, cuya misión es promover la vida y los tesoros patrimoniales de las villas fundacionales y otras importantes ciudades cubanas, con la impronta de las nuevas tecnologías asociadas a la comunicación.

A propósito, la Dirección Provincial de Radio se insertará en el programa de Cámara Azul para el desarrollo de un taller de realización radiofónica dedicado al radio documental, formato óptimo para la difusión del patrimonio.

Como de costumbre, durante el Festival Mundial de Juventudes Artísticas se proyectará una amplia muestra de jóvenes realizadores y el lanzamiento de las convocatorias de los eventos audiovisuales Cine Andante (Guantánamo) y El Almacén de la Imagen (Camagüey), ambos de la Asociación Hermanos Saíz, con sus respectivas muestras especiales.

El espacio Cámara Azul surgió en el 2004 por iniciativa de la sección de audiovisuales de la AHS, liderado en ese momento por el realizador Jorge Ribaíl Reyes, ante la escasa presencia del género en las Romerías de Mayo y debe su nombre al proceso por el que varios elementos, fotografiados por separado, se funden en una sola imagen, conocido como “blue screen†o “cámara azulâ€.