cultura
El ingeniero automático que arma canciones (+ Video)
Entre proyectos de desarrollo y soluciones tecnológicas transcurren los días laborales de Mario. Tiene 28 años y trabaja en la empresa Copextel, en La Habana. A ese sitio llegó hace cuatro primaveras y desde entonces no ha parado de crecer. Carga consigo conocimientos, oportunidades y experiencias diversas. Sin embargo, no está “completo” del todo.
Mientras gestiona el diseño, la programación, montaje y mantenimiento de sistemas automáticos para instalaciones de pequeña y gran magnitud, piensa en tener ese pequeño espacio de tiempo en el que pueda sacar acordes a su guitarra.
Mario Sergio Mora Rodríguez es ingeniero automático, pero también trovador.
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Mario aprendió a tocar la guitarra de manera autodidacta. Foto: Areté.
“Cuando era niño, mis padres no podían comprarme un instrumento musical. Mi mamá me confesó que ellos notaban mis aptitudes, pero no podían permitirse un gasto así. Tampoco me llevaron a una escuela de música.
“En el preuniversitario hice una gran amistad con un muchacho que tocaba la guitarra y tenía buen oído. Era capaz de acompañarme en la canción que yo quisiera. Con él aprendí acordes y otras cosas muy elementales.
“Empezando en la carrera de Automática, para sorpresa mía, también había un guitarrista en el aula. Hicimos dupla y participamos en festivales. En una semana de vacaciones me prestó la guitarra. Estuve tocando sin parar todo el tiempo, sentí que podía, logré tocar acordes básicos y cambiarlos fluidamente.
“Durante la universidad, vinieron otros amigos que me prestaban la guitarra para practicar, hasta que en cuarto año de la carrera, la novia de uno de ellos me vendió una vieja que tenía guardada en su casa. Le faltaban varias cuerdas. Ahí empezó la verdadera etapa de aprendizaje, de manera autodidacta por YouTube, libros y manuales. Al día de hoy sigo estudiando todo lo que puedo, porque se ha vuelto una necesidad”.

Mario Serio Mora es miembro de la Asociación Hermanos Saíz y se ha presentado en varios espacios. Foto: Areté.
Mario Sergio nació en la provincia de Villa Clara, pero fue en Ciego de Ávila donde creció y comenzó a jugar a ser músico desde temprano. Su madre le recuerda que, con apenas tres años, andaba con un palo de escoba cargado, a modo de guitarra, entonando una canción muy popular por aquellos días: Sentimientos ajenos, de David Torrens.
A Villa Clara regresó cuando decidió estudiar Ingeniería Automática en la Universidad Central Marta Abreu. Intercaló los aprendizajes con sesiones en el coro de la institución, con visitas a El Mejunje y el adictivo consumo de la Trovuntivitis. Para entonces, ya creaba sus propias composiciones, pero no se atrevía a mostrarlas.
Hasta que perdió el temor. Comenzó a tocarlas dondequiera que iba.
Luego le puso “seriedad” a la cuestión cuando decidió ingresar a la Asociación Hermanos Saíz tras mudarse a la capital del país. Aquí “se fueron abriendo puertas y encontré a personas que me han hecho parte de su espacio”, dice.
¿Cómo es el proceso para la creación de tus canciones?
−Por lo general, las canciones salen de un juego con la guitarra. Intento explorar con el ritmo y la armonía. Mi mente va creando melodías, a veces con letra y a veces con sonidos raros a los que después debo poner texto. Cuando aparecen ideas que pueden “llegar a algo”, las grabo en el celular, previendo que no pueda desarrollarlas en el momento.
“Algunas canciones han venido directamente con la melodía, sin usar el instrumento. Después se hace un acompañamiento y el resultado es distinto. Es bueno imponerse un cambio de método de vez en cuando. Unas salen de un tirón, otras me toman mucho tiempo y debates con mi esposa, que tiene puntos de vista que son muy importantes para mí, aunque la composición es algo que me gusta hacer en soledad.
“Tengo unas 20 canciones. No desarrollo ideas que sé que no van a ir a ningún lado. A veces guardo cosas que empezaron muy bien, pero no he sabido cómo darles continuidad. Intento buscar temáticas poco usuales o un enfoque distinto de las cosas. Lo que más disfruto −y siempre me sucede− es el momento en que termino la canción. Me entra una alegría enorme y la canto una y otra vez. La grabo y escucho muchas veces seguidas. Me da mucho placer”.
¿Cómo compaginas las dos facetas? Automática y música…
−Siento que la carrera y mi formación del preuniversitario me dieron muchas herramientas para buscar soluciones y enfrentar problemas de todo tipo. Mis métodos de estudio me han ayudado a aprender rápido elementos de música. He ido creando herramientas y mecanismos que me ayudan a componer, tener mi propia visión de los elementos artísticos que investigo y desarrollo.
“La carrera que estudié me gusta. Mi empleo me mantiene creativo y me da una formación integral. Trabajamos en equipo y hacemos una cadena de valor completa: desde el proyecto hasta la programación y la puesta en marcha de soluciones de automatización. Cuando me gradué, yo tenía claro que quería dedicarme a algo que demandara de mi creatividad.
“En Copextel, además, siempre tengo momentos para hacer algo con la guitarra. Ya no hay evento o espacio cultural, dentro de la empresa, para el que no me llamen. En estos tiempos en los que hay tanta emigración en Cuba, creo que es importante que las personas encuentren en el centro de trabajo otras actividades que aporten a su calidad de vida.
“Además, en la sala de casa está colgada una guitarra que toco todos los días a cualquier hora, por mero hábito. Es la manera de mantenerme siempre estudiando. Los fines de semana son para la música, siempre aparece algún espacio para tocar, interactuar con público, compartir con amigos y trovadores.
“Creo que el reto está en buscar los espacios para la creación musical, hacer de la casa un lugar para aislarme un poco y desarrollar ideas, dejar días para la lectura”.

Mario tiene la aspiración de continuar preparándose para desarrollar su carrera musical. Foto: Areté.
¿Qué es la música para ti?
−Aunque soy ateo, siento que la música es una especie de destino y que las cosas van a ir sucediendo. No sé si es optimismo o demasiada fe. No sé si llegue el momento de decidir entre una carrera o la otra cuando las cosas se pongan un poco más serias. Para mí, sería muy satisfactorio poder vivir de la música, para vivir para ella.
“El amor por la música es algo más fuerte que yo. Me ha terminado persiguiendo en todas las facetas de mi vida. Cuando he intentado apartarme de ella, siempre aparece algo o alguien que me anima a retomarla.
“Creo que te permite acercarte a las personas sin que se sientan invadidas. Te conecta fraternalmente con la gente sin barreras de idioma o cultura. Te permite ser escuchado, incluso, antes de comenzar a cantar”.
En video, La música de Mario
Indagaciones al olvido
En Santa Clara, ciudad sin mar, todos los días se multiplican los acontecimientos artísticos. Cada mañana, cada tarde y cada noche tropezamos con avalanchas de informes que demuestran la efervescencia creativa de una urbe que se desvive por las artes. Las noticias de hoy sustituyen a las de ayer, como las de ayer sustituyeron a las de antier y las de mañana lo harán con las de hoy. Pero, ¿dónde encontrar un periodismo cultural que articule elementos, historias, fuentes en apariencia inconexos?, ¿dónde uno que rescate el pasado? Hasta con eso cuenta la más letrada de las ciudades del centro del país.
Villa Clara, específicamente Santa Clara, acoge revistas que abordan lo cultural desde concepciones nada superficiales o limitadas. También puedo nombrar una interesante página de la editora Vanguardia donde jóvenes periodistas intentan, con audacia y rigor, la crítica de arte; así como el periodismo que se publica en libros, aunque más bien debo decir: los libros que reúnen textos de género periodístico.
Los premios Fundación de la Ciudad de Santa Clara en el apartado de Periodismo dan buena cuenta de la salud de esta modalidad literaria (sí, dije literaria) en la provincia. Hace poco leí uno (otro) de ellos: Introspección detrás del olvido (Editorial Capiro, 2019), del poeta, crítico y ensayista Alexis Castañeda Pérez de Alejo y, como agradecimiento al buen rato que pasé consultando sus casi 130 páginas, me propuse escribir esta reseña.
Castañeda, graduado de Historia y Ciencias Sociales por el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, se ha dedicado a historiar los pequeños grandes acontecimientos de la Villa Clara de otros tiempos, y un poquito más acá. Su trabajo como promotor del Centro Cultural El Mejunje le ha permitido convertirse en una suerte de cronista del lugar y sus alrededores. Así lo demuestra en Yo simplemente hago o La Aventura de El Mejunje (Sed de Belleza, 2001) y La vena del centro. Trova santaclareña (Sed de Belleza, 2010).
Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara en 2018, Introspección detrás del olvido llama la atención desde la cubierta. Y lo hace con una obra de Susana Trueba Veitía que recrea el centro neurálgico de la urbe santaclareña: el parque Leoncio Vidal. Aunque difícilmente podría pensarse en una ilustración más apropiada si se pretende reflejar la cultura santaclareña en todo su dinamismo, hay que decir que la idea no es del todo original, pues ya existe un título (al menos, que yo conozca) con similar diseño de cubierta: Después del huracán (Sed de Belleza, 2007), de Yamil Díaz Gómez.
“De todos los libros que ha escrito Alexis Castañeda, tal vez este sea el más íntimo, el más enfebrecido”, asegura el poeta y narrador Geovanny Manso en su reseña “Memoria y más memoria en Introspección detrás del olvido”. Se trata de un volumen asimétrico, con una primera parte breve, personal, integrada por crónicas que funcionan como cuchillas que van abriendo la carne donde habita el olvido, y otra de carácter testimonial, más extensa, que podemos identificar como la esencia de las intenciones del volumen.
Sobre la primera parte, “Historias de pasión y credo”, diré que me impresionaron las crónicas “Elena Burke en El Mejunje cantando, cantando”, “Alcides y Silverio cabalgan en un caballo de palo” y “Meme Solís: la dicha de poder soñar y amar”. Los textos que menciono tienen en común —además de la batalla contra la desmemoria, presente en todo el volumen— la capacidad de concentrar la energía evocadora en un pequeño punto del recuerdo, para de esa manera transmitirnos un relato con sabor a bolero de victrola, copa rota y mucha, muchísima nostalgia.
La curva de intensidad dramática de la primera sección está correctamente diseñada: va subiendo en “Los villareños siempre cumplen su parte” y “El valor de una mañanita de enero”, llega a un pre-estribillo/pre-clímax con el trabajo sobre Luis Carbonell, explota en un coro integrado por Elena Burke, Rafael Alcides y Ramón Silverio, desciende con el trabajo sobre el Centro Experimental de Teatro de Las Villas y vuelve a ascender con El Pamperito y Meme Solís, para entonces terminar arriba, muy arriba:
Perdona este destilar, pero aquí en Santa Clara las mañanas de domingo son demoledoramente lentas, y nos vamos arrimando a ese rinconcito llamado nostalgia. Espéranos, Meme, que con muchos otros nos encontraremos en un “nuevo amanecer” y tendremos “otra vida para darla nuevamente”, pues a mí también “me ha crecido el corazón para anidar las ilusiones que anhelaba” y no dejaremos que muera “la dicha de poder soñar y amar”.
La segunda sección de la obra se me antoja fácil de entender y difícil de explicar. Intentaré aproximarme diciendo que se trata de la historia de alguien o algo a partir de la voz de un testigo privilegiado. En el caso de “Juanito Sarmiento. Pasiones en la arena”, el entrevistado narra únicamente su vida, pero en realidad está hablando de lo mismo que todos los testimoniantes del libro: de las injusticias del olvido.
Qué, si no eso, nos revela Osiris Aguiar Valdés cuando recuerda al invisibilizado Meme Solís; María de los Ángeles García cuando evoca al maestro Raúl Ferrer; Juan Campos cuando nos refiere los pormenores de un tiempo en que Fernando Borrego todavía no era Polo Montañez; Juan Manuel O´Farril cuando extraña sus tragos compartidos con grandes de la música cubana; Eusebio Guerra cuando rescata los años perdidos del cabaret Venecia; Roberto Pérez Elesgaray cuando dibuja el boceto de lo que fue y pudo ser el grupo Raíces Nuevas, de Pucho López; Elena O´Farril cuando dice, justo al final del libro: “Doris [de la Torre] era mi hermana”; Valentín Díaz Contreras, El Diablo, cuando asegura que “en el entierro del Benny, el 20 de febrero de 1963” hizo un compromiso “allí en su tumba, que iba a seguir su legado, cantando sus canciones”, y eso lo ha cumplido.
No creo que pueda ser justamente valorado en el breve espacio de una reseña cuánto contribuye al rescate de la historia cultural de Santa Clara un libro como Introspección detrás del olvido. “Quizás la motivación de fondo sea intentar corregir un error del pasado, hacer justicia. Acaso una pulsión justiciera sea lo más característico de estos textos diversos”, explica en el prólogo el crítico Dean Luis Reyes.
Por eso agradezco esta obra, que transita silenciosa, sin llamar la atención sobre sí misma, por una autopista de eventos culturales que seguramente olvidaremos mañana. Una autopista que espera por que los Alexis Castañeda del futuro realicen el trabajo que hoy algunos (no los suficientes) se deciden a emprender: el de rescatar el pasado con nuevas e imprescindibles indagaciones al olvido.
Galardonado Delfín Prats con el Premio Nacional de Literatura 2022
En la mañana de este jueves en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, el jurado encargado de otorgar el Premio Nacional de Literatura 2022 dio a conocer que el galardón más importante de las letras cubanas fue conferido por unanimidad al escritor holguinero Delfín Prats.
El jurado estuvo presidido por el reconocido escritor e intelectual Abel Prieto Jiménez e integrado por el escritor Julio Travieso, Premio Nacional de Literatura 2021; el escritor y editor Rigoberto Rodríguez Entenza; el escritor y director del Observatorio Cubano del Libro, Enrique Pérez Díaz; y la investigadora y crítica literaria Cira Romero.
El Premio se entregará de manera oficial durante la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana, a celebrarse entre el 9 y el 19 de febrero próximos.
Fundado en 1982 por el Ministerio de Cultura, el Premio Nacional de Literatura que otorga anualmente el Instituto Cubano del Libro es el galardón más importante de las letras cubanas y da testimonio del reconocimiento público a la obra de aquellos escritores que han enriquecido el legado de la cultura cubana en general y de su literatura en particular con el aporte de una obra literaria trascendente.
Natividad Alfaro Pena recibe el Premio de Edición 2022

Natividad Alfaro Pena recibe el premio de Edición 2022. Foto: Facebook de Teresa Melo.
El Premio Nacional de Edición 2022 le fue otorgado a la santiaguera Natividad Alfaro Pena, de Santiago de Cuba, quien ya ha prestigiado con numerosos reconocimientos y premios de la Crítica al universo del libro cubano y a la Editorial Oriente.
El jurado, integrado por el destacado intelectual Omar Valiño e integrado por el reconocido editor Rinaldo Acosta; la editora Lourdes González, directora de la Editorial Gente Nueva; la destacada editora Neyda Izquierdo Premio Nacional de Edición 2013; y la poetisa e investigadora Caridad Atencio, tras evaluar 16 propuestas, se decidió por Natividad:
Por su larga trayectoria profesional de casi medio siglo en la Editorial Oriente con una extensa lista de títulos de destacados autores cubanos, en particular de historiadores, muchos de ellos galardonados con Premios de la Crítica Científico-Técnica y Premios de la Crítica Histórica Ramiro Guerra. Ha hecho de su especialización en la temática historica una obra de amplia resonancia cultural.
Licenciada en Filología por la Universidad de Oriente en 1981, comenzó a trabajar en la Editorial Oriente en 1974, hace 47 años; los primeros seis como correctora de estilo y el resto como editora. Se ha especializado en la edición de libros de temática histórica.
He editado varios libros a prestigiosas figuras a quienes se ha dedicado la Feria Internacional del Libro de La Habana, entre ellos: Jorge Ibarra Cuesta, María del Carmen Barcia Zequeira, Fernando Martínez Heredia y Olga Portuondo Zúñiga, de los cuales ha recibido la felicitación por su profesionalidad y cuidadoso trabajo.
Su labor como editora de libros ha recibido el reconocimiento de sus autores, tanto nacionales como extranjeros. Entre estos últimos: Volker Mollin (Guerra pequeña, guerra olvidada), Christine Hatzky (Julio Antonio Mella: Una biografía), de Matt D. Childs (La rebelión de Aponte de 1812 en Cuba y la lucha contra la esclavitud), de Steve Cushion (Movimiento obrero revolucionario), de Manuel Hernández González (Liberalismo, masonerìa y cuestiòn nacional en Cuba. 1808- 1823). Por su sostenida labor en el campo de la edición de libros se le han otorgado Premios, Diplomas y Reconocimientos.
El Premio se entregará de manera oficial durante la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana, a celebrarse entre el 9 y el 19 de febrero próximos.
Convocado desde 1998 por el Instituto Cubano del Libro, el galardón se otorga para reconocer la obra de connotados editores que, de forma sobresaliente, han contribuido con su talento y desempeño profesional a prestigiar el universo editorial cubano.
Solidaridad desde la cultura, tras el paso de Ian
La organización que integran los jóvenes creadores de nuestro país, la Asociación Hermanos Saíz (AHS), expresó su solidaridad con los habitantes de los territorios impactados, especialmente Isla de la Juventud, Pinar del Río y Artemisa. «Manifestamos nuestra disposición de ayudar de todas las formas posibles. Aquí están nuestro arte, nuestras manos y nuestros corazones de hermanos».
Asimismo, el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, publicó en Twitter que el país se alista para iniciar la recuperación luego del impacto del huracán. «Tras los daños considerables por el evento meteorológico, con mayor impacto en la provincia de Pinar del Río, saldremos adelante en el menor tiempo posible», escribió el Jefe de Gobierno.
El viceministro de Cultura, Fernando León Jacomino, ratificó en un tuit la voluntad del país para recuperarse de los daños. «A las brigadas de linieros que ya se trasladan a la provincia, se sumará la acción solidaria de todo el pueblo de Cuba y de otros pueblos hermanos», informó Prensa Latina.
Por su parte, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba expresó en la misma red: «Con la certeza de que nos recuperaremos, transmitimos nuestro mensaje de solidaridad a todas las personas, familias e instituciones afectadas por el huracán Ian. La faena es grande, la voluntad inmensa».
Una salva de porvenir
(Algunos apuntes sobre una brigada artística)
La Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba desplazó el mayor número de sus acciones de la programación de verano para algunas comunidades del Plan Turquino. En esta ocasión el municipio de Guamá acogió a una treintena de jóvenes miembros de la vanguardia artística de la provincia. Sin el afán de imponer modos ni prácticas en el orden de la creación, se llegó a comunidades y a distintas generaciones de espectadores, con el objetivo de dialogar y compartir.

No es casual que sea este territorio el seleccionado; se trata del municipio más largo de Cuba, donde las propuestas culturales y la fuerza técnica/especializada del sistema institucional de la cultura escasean. El Consejo Provincial de las Artes Escénicas, la Unión de Jóvenes Comunista, La Dirección Provincial de Cultura y la Dirección Municipal de Cultura del municipio, y el Centro Provincial de Casas de Cultura, se sumaron a la AHS para que el proyecto pudiera concretarse. El programa incluyó talleres, conciertos, obras de teatro, presentaciones de libros y lecturas de narrativa y poesía.

La propuesta fue integrada por los artistas Renier Fernández Font, Rubén Aja Garí y su proyecto Buena Luz Producciones, Ricardo Martínez Benavides, Lisbeth Lima Hechavarría, el Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA, Edel Leandro Front, y Lázaro Alejandro Del Valle Frómeta. Nada resultó más importante (profesionalmente) para cada uno de ellos que llegar a aquellas zonas, donde por lo general no pasa absolutamente nada en materia de recreación.

Las comunidades visitadas fueron Ocujal del Turquino, Uvero, Chivirico, la Calabaza, el Marañón, Bahía Larga, Caletón Blanco y Cañizo. En cada una de ellas el público encontró la oportunidad de comunicarse con expresiones artísticas que le son ajenas a su cotidianeidad. Los niños no perdían la sonrisa de su rostro, sus padres no perdían el asombro de verlos jugar sin necesidad de payasos u otros elementos que por lo general se asocia con la niñez.
Ante la adversidad que supone el propio contexto, esta gira evidencia que los más necesitados pueden no estar ante nuestra vista. Que ellos son los que no tienen un teatro cerca ni una librería, ni siquiera una biblioteca. Hay espacios que no puede llenar la televisión (por muchas razones), tampoco la familia, y menos la escuela, una vez terminado el curso escolar. Hay que diseñar desde nuestras instituciones culturales un sistema de acciones que refuercen el quehacer de las casas de cultura en estas comunidades. No se puede quedar todo en la capital provincial; nuestros grupos más representativos deben llegar allí donde un joven tocando un saxofón es algo raro.
Próximamente la brigada estará llegando a los poblados del Cobre, Boniato, El Cristo, Siboney, Verraco, Baconao, el Caney, el Escandel, y el Ramón de las Yaguas.
La comunidad es un escenario ineludible hoy para el artista cubano. Hay que respirar desde ese espacio, convertir en arte esa respiración y hacer que la experiencia obtenida en el lugar nos impulse. El porvenir está en juego todos los días, el porvenir ya es un disparo al viento.
Comunicación cultural: Retos para las instituciones del sector
Por concepto, la comunicación cultural es una rama de la comunicación que trata de englobar o aunar todos los medios, códigos, canales y mensajes que forman parte del sector cultural, con la finalidad de difundir la misión de los diferentes entes, al público.
Aunque engloba a la promoción, la comunicación es una disciplina más amplia y muchas veces se confunden la una con la otra, de ahí que se incurra en errores en sus prácticas, si los límites entre la promoción y la comunicación no quedan claros por sus ejecutores y directivos.
Existen tres mitos en torno a esta disciplina definido por especialistas en el tema. Se piensa que la comunicación no está vinculada a la fase final del producto cultural. Muy por el contrario, la comunicación es una herramienta clave en la gestión de las relaciones entre las organizaciones y las personas que las conforman. Como consecuencia, está presente en todas las fases del marketing, desde el diseño del producto cultural, hasta que éste llega al público.
Asimismo, algunos aseguran que la gestión de la comunicación se limita a la gestión de sus instrumentos (publicidad, relaciones públicas, etc.). Sin embargo, para conseguir una comunicación eficiente, es necesario completar todos los instrumentos en una misma visión estratégica, en la que esos instrumentos y las decisiones de la organización sobre el precio, la distribución, la marca, etc., estén integrados.
Por otra parte, los objetivos de comunicación no siempre son objetivos de ventas, porque la comunicación puede enfocarse exclusivamente en la imagen de un producto en el mercado, informar sobre cambios y alcanzar a públicos de interés estratégico y/o social.
En nuestro país, en cada municipio, centro, consejo y empresa existe una persona capacitada que cumple la función de promotor cultural, y que afortunadamente está probando que promover es más que actualizar las carteleras promocionales y socializar la programación cultural con los medios de comunicación.
Pero no perdamos de vista que, aunque un promotor debe conocer las estrategias de comunicación, nuestras instituciones culturales necesitan comunicadores, graduados en perfiles de Comunicación social; que trabajen al unísono con los promotores o necesiten, al menos, asesoría profesional de los comunicadores cuando lanzan grandes campañas para sus servicios y productos culturales.
Es una necesidad del país hoy actualizar estrategias de comunicación, desde todos los sectores, en especial en el de la cultura, porque la guerra que hoy se libra en las redes sociales también es una guerra cultural, y la comunicación tiene que ser escudo para la cultura.
La última cena en matriz radiográfica
El escritor italiano Ítalo Calvino dijo en una ocasión que un clásico nunca termina lo que tiene que decir. Esto es lo que sucede, precisamente, con la icónica obra La última cena, de Leonardo Da Vinci. Y es que esta ha sido analizada y reinterpretada incalculables veces a lo largo de la Historia del Arte. Punta de lanza, a su vez, que le ha servido al fotógrafo cubano Yomer Montejo (Camagüey, 1983) para articular conceptualmente su más reciente proyecto, concebido, madurado y producido bajo los efectos y consecuencias de una pandemia.
La última cena, no ya la de Da Vinci, sino esta interpretación en clave contemporánea que nos presenta Yomer, viene a trastocar todo sentido religioso y representacional. El artista parte del sentido simbólico de los doce apóstoles y una figura central para entablar un paralelismo con las trece partes en las que se divide el cuerpo humano; cuyo elemento nuclear, a partir del cual se diagrama el resto de la composición viene a ser la cabeza, encarnada simbólicamente en la imagen de Jesús. Por tanto, el artista subvierte aquí la representación icónico-religiosa, así como también el tratamiento instalativo y el medio que asume para articular su obra.
Esta suerte de “última cena”, más que un homenaje icónico a su precedente estético, resulta un gesto manifiesto de Yomer Montejo por reinterpretar, desde su horizonte de acción, un discurso transversal a la historia de la Humanidad. Cada una de las trece cajas que conforman la obra-instalación comporta en su representación visual una parte esencial del cuerpo humano. Cada imagen, cada caja, incluso la propia disposición compositiva sobre la mesa-testigo de esa suerte de “última cena” que nos ofrece el artista, comporta una pluralidad de sentidos. Ahí radica, esencialmente, el alcance artístico y su importancia cultural en este minuto de modernidad.
Yomer vuelve al principio de todo: rememora La última cena, propone un giro sobre su representación y discurso, y nos ofrece, entonces, su propia “última cena”, donde mezcla los rituales de una cultura popular tradicional con la ritualidad de creencias contrastantes que coexisten y que forman parte de su (nuestra) experiencia vital cultural. Son cajas de comida rápida, de cumpleaños o de eventos festivos que en la cultura popular cubana se han utilizado generación tras generación. Ello da pie a cuestionarnos ¿Por qué el cuerpo fragmentado en trece partes? ¿Por qué la “cajita de cumpleaños” como recurso objetual empleado? ¿Por qué el uso de la radiografía como soporte técnico-estético para esta obra? ¿Cuál es la postura del artista ante esta situación? Una obra, en mi opinión, que genere más preguntas que respuestas, que invite al cuestionamiento más que a la complacencia (retiniana y/o conceptual) es una obra certera en este camino complejo y subjetivo del arte, sobre todo, del arte contemporáneo.
¿Será acaso una suerte de “última cena” que nos propone mirar desde la introspección corporal y espiritual de una cultura que se extasía entre la tradición religiosa y popular, entre el sincretismo resultante de confluencias culturales y trascendencias históricas? ¿En ello radica el interés por la radiografía cual metáfora técnica para develar ante los ojos humanos las esencias interiores, cuasi imperceptibles, de nuestros cuerpos?
El artista recurre aquí al sentido simbólico de la tradicional “última cena” a partir de las acciones humanas que se derivan, de manera diversa, de cada uno de los fragmentos corporales que conforman esta instalación fotográfica. Y llama la atención, especialmente, la exquisita manera en la que mixtura esa esencia simbólico-religiosa que emana de un episodio evangélico con un aliento fresco de contemporaneidad y rejuego alegórico de la sociedad actual, amparado en una necesaria participación, casi performática, del espectador sobre la obra.
La última cena de Yomer Montejo se regodea en la intervención deconstructiva de quien observa, en la exaltación de detalles, en la factura elástica entre el buen acabado y la materialidad visible del objeto intervenido; y todo ello le otorga a la obra esa cualidad de gesto y signo estético. Gesto porque subvierte un ícono tatuado con tinta histórica. Signo porque encuentra su posible desciframiento –siempre certero y bienvenido– en la conciencia y experiencia cultural de la sociedad, del sujeto de hoy: de ese sujeto que, la mayoría de las veces, olvida regresar al inicio, mirar al interior, encontrar una imagen de sí mismo en matriz radiográfica y a conciencia.
La última cena, de Yomer Montejo, invita a todo ello y a más. Ella es, apenas, la punta de lanza, para, una vez más, lanzarnos a reinterpretar un clásico y que, tal como lo dijo Ítalo Calvino, diga todo lo que tenga que decir y más.
Periodismo, cultura y un coloquio para repensar (nos)
Periodismo y cultura confluirán desde el 8 al 10 de junio próximos, cuando se inaugure la quinta edición del Coloquio Nacional de Periodismo Cultural en la provincia de Camagüey, en el cual participará una representación de jóvenes artistas y periodistas de todo el país.
Después de dos años interrumpidos por la pandemia de la COVID-19, el evento retomará su carácter presencial con la voluntad de encontrar-según explicó en conferencia de prensa, la periodista Yanetsy León González, miembro del comité organizador-un espacio donde compartir experiencias en función del periodismo cultural cubano, “que contribuya a transformar las realidades sociales a través de las interpretación y profundidad de sus contenidos”.
Tras ese propósito se presenta un nutrido programa de actividades que incluye conferencias, conversatorios, presentaciones de libros y conciertos.
El encuentro será un tributo a la memoria de dos de sus fundadores, José Aurelio Paz Jiménez y José Luis Estrada Betancourt, fallecidos en 2021 como consecuencia de la COVID-19 y contará con la presencia- de acuerdo con González Léon- del camagüeyano Jorge Rivas Rodríguez, periodista de Trabajadores Cuba y Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro 2022, y de figuras relevantes del panorama cultural cubano como Yuris Nórido Ruiz, Reinaldo Cedeño Pineda y Yunier Riquenes García.
Durante el Coloquio se darán a conocer los resultados del concurso Criticar es querer, enfocado este año hacia una visión crítica de la música.
Además de los perfiles en redes de la Asociación Hermanos Saíz en Camagüey, el evento será transmitido a través de los perfiles en Facebook y en YouTube de Cubaperiodistas.
Poemas, poetas y poéticas en Holguín
Alpidio Alonso Grau, Ministro de Cultura de Cuba, presentó este viernes, en el espacio La Hora Tercia Especial de la Feria del Libro de Holguín, el número 21 de la revista Amnios.
Junto al poeta villaclareño Yamil Díaz, jefe de redacción de la revista, Alpidio repasó parte del contenido que aborda esta edición de Amnios, donde devela zonas poco conocidas de bardos cubanos, mostrando además textos contemporáneos en materia poética.
La publicación presenta al lector autores importantes de la poesía universal, entrevistas, reseñas de libros, ensayos y textos críticos sobre autores del género lírico, comentó.

Desde 2009, cuando surge la revista, la intención fue exhibir al público cubano la lírica de la isla y de otras naciones; y presentar fuera de Cuba la poesía insular de manera general; por eso Amnios no pretendió, ni pretende ser una revista de textos inéditos, añadió.
Este se trata de un número exclusivo dedicado de manera especial a la traducción poética, por lo que reúne traducciones de poetas cubanos a importantes autores mundiales.
En este sentido se encuentran reconocidas figuras de las letras cubanas: José Martí, Julián del Casal, José Lezama Lima, Eliseo Diego, Nicolás Guillén y Cintio Vitier, entre otros.

Como parte de este espacio fue presentado el texto Apuntes en torno a la guerra cultural, de Abel Prieto, publicado por Ediciones La Luz, sello de la AHS en Holguín. Presentado por el historiador Ernesto Limia junto a Abel y Luis Yuseff, editor jefe de La Luz, Apuntes… se conforma de entrevistas, artículos, presentaciones de libros e intervenciones de su autor; formando una especie de compendio de ideas en torno a símbolos, sucesos y frases que patentizan, en muchas ocasiones, la guerra mediática e ideológica.
El escritor y presidente de la Casa de las Américas reiteró la necesidad de una mejor formación de los públicos que permita identificar estos fenómenos y adoptar posiciones críticas ante las tergiversaciones o bombardeos de contenidos, en un entramado de móviles, pantallas, tabletas electrónicas, redes sociales, televisores, libros, medios de prensa y las complicaciones de la cotidianidad.

Publicado por la editorial Ocean Sur en 2017 y por La Luz en 2018, este texto ofrece conocimientos, argumentos y visiones que motivan el pensamiento crítico, en medio de una realidad con retos constantes que se redimensionan, destacó Limia en sus palabras.
Como parte de su visita a la Feria del Libro holguinera, el Ministro de Cultura, junto a Abel Prieto, Juan Rodríguez, presidente del Instituto Cubano del Libro, y otros autores de la literatura cubana, recorrieron espacios de expoventa de libros, presentaciones y paneles, así como una visita a la filial de la Universidad de las Artes en esta provincia.
Romerías reconoce a instituciones y personalidades de la cultura cubana
Personalidades e instituciones de la cultura cubana que han contribuido al desarrollo sociocultural del país fueron reconocidas en la XXIX edición de las Romerías de Mayo, que, del 2 al 8, convirtió nuevamente a la ciudad de Holguín en la capital del arte joven.
Ediciones La Luz, sello de la AHS en la provincia, fue distinguida, por su amplia labor editorial, reconocida entre los mejores sello del país, y vinculada a numerosos procesos culturales, con el Hacha de Holguín, máxima distinción que otorga el Gobierno.
Mientras que el Escudo de Holguín, reconocimiento que entrega el Gobierno Provincial, distinguió la obra del músico Joaquín Betancourt, Premio Nacional de Música y Maestro de Juventudes de la AHS; así como la del fotógrafo Gabriel Dávalos, quien muestra desde su lente el arte danzario incorporado al paisaje público, especialmente por su reciente trabajo con la Compañía de Danza Contemporánea Codanza.
Por otra parte, a solicitud de la AHS en Holguín, la Dirección Provincial de Cultura y el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, se entregó el Aldabón de La Periquera, máxima distinción que otorga la Asamblea Municipal del Poder Popular en el territorio, al actor Yasser Velázquez, fundador del Festival Nacional de Teatro Joven y el de Humor para Jóvenes Satiricón, ambos eventos realizados cada año en la ciudad de Holguín.
Además, recibió idéntico galardón Karell Maldonado, artista visual y diseñador del Teatro Guiñol de Holguín, institución que celebra este 2022 sus 50 años, por su contribución al desarrollo de la escena no solo holguinera, lo que le propició, entre otros reconocimientos, un Premio de Diseño en el Festival Nacional de Teatro de Camagüey.