Miguel C. Francisco Reynaldo



Intermezzo para la vanguardia: las artes plásticas en un poema de Reinaldo Cedeño*

La poesía nos eleva hacia las cumbres más altas del espíritu.

La pintura es la más alta expresión de la capacidad y la belleza.

Fidelio Ponce de León

 …pintura y poesía nacen de una misma matriz, aunque ambas crezcan por caminos propios.

Gabriela G. Azcuy

I

El arte, plantean los investigadores Luis Ãlvarez Ãlvarez y Juan F. Ramos Rico, “es una modalidad especial de la cultura que se desarrolla ante todo como un lenguaje específico en la que el conjunto de sus lenguajes estéticos se interrelacionan (la poesía sirve de texto para la canción y el aria; la escultura se vincula con la arquitectura y la literatura se relaciona con el cine, el teatro, la danza, la pintura)â€[1]. Por su parte, la Doctora en Ciencias Filológicas Amparo Barrero Morell enfatiza en que “el tema de las relaciones, influencias e interferencias entre las distintas artes, […] es un problema complejoâ€[2] que críticos, académicos, entre otros especialistas, han intentado resolver desde diferentes perspectivas. O sea, estamos ante un campo de estudio vasto y diverso, en donde la relación entre artes plásticas y literatura, probablemente es el de más quehacer investigativo.

En el universo de los estudios literarios cubanos, no pocos se han ocupado de revelar el intríngulis de los nexos entre ambos lenguajes expresivos. En la nómina tenemos, por ejemplo, al escritor José Lezama Lima, miembro del Grupo Orígenes,[3] quien se interrogaba, en el libro La cantidad hechizada (Letras Cubanas, 2010), sobre: ¿Qué brújula adoptar para la navegación de poesía y pintura cubanas en siglos anteriores?, desarrollando, en lo sucesivo, un sistema de pensamiento al respecto. Posteriormente el narrador y ensayista Reynaldo González, con Lezama Lima: el ingenuo culpable (Letras Cubanas, 1994), escudriñaría lo derivado de ese cuestionamiento a partir, sobre todo, de anécdotas personales del autor de Paradiso, que arrojan luces acerca de las múltiples reflexiones,  enfoques y definiciones que tuvo acerca de un fenómeno conocido, entre otros nombres, como intertextualidad y transposiciones.[4]

Resulta oportuno destacar, que otros origenistas igualmente buscaron explicaciones a las relaciones plástico-literarias, de lo cual da fe el poeta, narrador y ensayista matancero, ensayista Aramís Quintero en El tiempo y el grabado en la poesía de Eliseo Diego, donde particulariza en la producción poética del Premio Nacional de Literatura (1986), y el reflejo de ese género de las artes plásticas. Roberto Méndez Martínez, también ensayista ―y poeta―, estudioso de diversos procesos relacionados con la poesía insular, y conocedor de los aportes del citado grupo,[5] de cuya membresía salieron otros premios nacionales de literatura como Cintio Vitier (1988) y Fina García-Marruz (1990), publicaría el artículo “Las Artes Plásticas en la poesía de Fina García-Marruzâ€, [6] en el cual repasa la fecunda confluencia que establece la poetiza entre su discurso poético y las artes plásticas, en los poemas Transfiguración de Jesús en el Monte,  Ama la superficie casta y triste y El retrato de Ponce.

Las referencias anteriores manifiestan el interés por explicar estas relaciones, y que las mismas constituyen un área abierta a diversas indagaciones. Méndez Martínez, sabiendo la necesidad de dirigir las miradas hacia ese punto, escribiría, que  “el nexo que se establece entre la literatura y la plástica, específicamente entre poesía y plástica, en la cultura cubana [aún] han sido muy pocos estudiados, a pesar de la riqueza manifestada por ellos en la historia del arte insularâ€.[7]  No es de extrañar entonces que en reseñas, artículos y ensayos disponibles, fundamentalmente, en las revistas culturales,[8] palpiten los actuales derroteros acerca del tema. Estos trabajos convergen, de un modo u otro, en que la plástica como dominio del espacio y la poesía como dominio del tiempo “coquetean†desde complejos sistemas simbólicos, para dar material creativo a los “poetas gráficosâ€, cultivadores de la denominada pintura escrita o literatura de la plástica.

Cualesquiera sean los apelativos, lo primordial en ellos es que no se desvirtúa la esencia de ese tipo de creación, con las se que llega a describir características puntuales de obras y autores de la plástica, a través de imágenes (alegorías) para emitir respuestas emocionales: “recurso sumamente útil ya que le permite al autor agregar profundidad y textura a su obra, en forma similar a como un escultor agrega niveles de refinamiento a su estatuaâ€,[9] Esta tesis, de conjunto con los criterios hasta ahora abordados, servirán de preámbulo para vislumbrar tales convergencias en la poesía contemporánea santiaguera, heredera de la rica tradición literaria, de la isla y la región, por donde desfilan el dibujo, la escultura, la pintura, el grabado, el retrato, entre otras técnicas.

II

Poetas de generaciones y épocas diferentes nacidos Santiago de Cuba, pueden catalogarse como poetas gráficos si leemos atentamente algunos de sus textos, pues salta a la vista el cultivo de esta manera de canalizar sus inquietudes a través de la poesía. En apretadísima síntesis:[10] Manuel J. Rubalcaba (1769–1805): A Nise bordando un ramillete; José María Heredia (1803-1839): En un retrato. Del autor proscripto…);[11] José Manuel Poveda (1888–1926): La Estatua y Ante el retrato de Madame A.D;[12] Efraín Nadereau (1940);[13] Jesús Cos Causse (1945-2007): Retrato al óleo, El pincel y el pintor y[14] Elogio y elegía a una mujer;[15] Antonio Desquirón (Santiago de Cuba, 1946): Fra Giovanni da Fiésole decora el landhuis Cenepa;[16] José Orpí Galí (1953): Un pincel para Frida Kahlo;[17]

tomada del blog la isla y la espina

Y dos exponentes, de los nacidos después de los años 60´ del pasado Siglo XX: Frank Dimas Fuentes Danger (1966): Para el fantasma de Van Gogh en el camino y Dimas mirando un cuadro de Gauguín.[18] Y  Reinaldo Cedeño Pineda (1968) con Toulouse–Lautrec e  Intermezzo para Fidelio Ponce de León,[19] este último asumido como objeto de análisis en el presente trabajo, debido a que en él, claramente, dialogan dos métodos, considerados substanciales para exponer y desarrollar una composición poética de esta naturaleza: el biográfico (indagando en la vida del artista, conocer de su obra y elementos anecdóticos) y el iconográfico (estudiando las imágenes y los elementos que se derivan de la obra).[20]  

Brevemente, la obra de Cedeño posee características que la hacen cercana a la estética de la denominada, por el investigador literario Virgilio López Lemus, promoción Juvenil; poetas nacidos entre 1959 y 1975, de la que López Lemus destaca, de Santiago de Cuba, a Reynaldo García Blanco y Teresa Melo Rodríguez. Es una promoción “donde la palabra y musicalidad dentro del texto cobrar un interés valioso interés experimental. […] es muy nutrida […] lectores de mucha poesía europea [y de otras latitudes] leen lo que está sucediendo en el mundo [y Cuba] entre las cercanías de las artes visuales, […];†[21] he ahí algunas claves para acceder a Intermezzo…

Pinta el otoño, Fidelio, pinta un pez ocre y el/Pulmón que te falta. Puerto Príncipe parece una/ campana, un vaho de letanía; las beatas se/cuelgan del rosario. / Fidelio, pinta una mancha blanca, una cólera/helada. Pinta un niño en penumbra, pinta detrás/de un cuadro de Academia, pinta por la/ comida, pinta todos los años extraviados. / Fidelio tiene la oreja intacta, pero sangra. /En su sombrero cobijó el amanecer, sus manos/son dos surcos su nariz una daga. /Un espectro de luz en la pared, Fidelio Ponce de León/ un pulmón que nos falta.

Construido en 13 versos y cuatro estrofas, el poema gravita en torno a la recapitulación de la vida y obra del pintor cubano, de la primera mitad del siglo XX, Fidelio Ponce de León (Camagüey, 1895–La Habana, 1949). Lo presenta rodeado en una aureola romántica, conformándose una imagen de ida y vuelta propia del alimento literario, asimismo de la plástica.  Intencionalmente el pintor es definido como un pulmón que nos falta, por la ponderación que primará en la simbiosis pintor (humano)–obra, necesidad de un acercamiento (conocimiento) para el receptor (lector). Por ello, en el poema se introduce y pone énfasis en el drama humano: estados mentales, inquietud, preocupación, goce, perplejidad y cólera. Así el lector entra en consonancia con el drama del pintor, marcado por los avatares de la época que le tocó vivir y por la enfermedad (tuberculosis), que se reflejaría como una constante en su obra pictórica, la cual puede resumirse como, “óleos muy empastados, lechosos, figuras alargadas y poco definidas (monocromatismo), ciertas abstracciones, temas melancólicos relacionados con enfermedad, muerte y religiónâ€,[22] que no eran para él temas literarios.

La línea dramática, que tiene por asunto el conflicto humano, se va observar en Intermezzo…  como elemento conmovedor. Debe destacarse además, a propósito de Alfredo Ramón Jesús de la Paz Fuentes Pons (nombre real de Fidelio), que ese halo casi mítico, que en torno al mismo –y su obra- se generó, sirvió de inspiración, con anterioridad, a poetas de la talla Nicolás Guillén, Fina García Marruz, Eliseo Diego y Cintio Vitier. En el caso del Fidelio de Guillén, poema que aparece en el libro La Rueda Dentada,[23] hay solo una devolución al ser físico del pintor.  Mientras que Fina García, Eliseo Diego y Cintio Vitier llegarían a caracterizar a Ponce, a través del motivo de un retrato que el propio pintor realizara a la persona de la García-Marruz, empeñados en el desciframiento del texto visual a partir de la resonancia afectiva y las interrogantes filosóficas, que despertaba el retrato en cada uno de ellos.[24]

Los textos poéticos de estos escritores, establecen otros referentes imprescindibles para entender a Intermezzo…, en cuanto a lecturas de aspectos necesarios para desdibujar los nexos artísticos. Quizá uno de los nexos más llamativos es que Fidelio, por los años 30 del siglo XX, asistió a las tertulias literarias del doctor Emilio Rodríguez Correa, coleccionista de arte y gran amigo del pintor en vida de este,[25]  por lo que se infiere que el mundo literario no le fue, en absoluto, ajeno, como no lo fue para muchos otros artistas plásticos de la época.

Aunque del autor de Tuberculosis no constan publicaciones u otros referentes afines, el último proyecto literario de Guy Pérez Cisneros,[26] amigo del pintor, tributó a compilar los pensamientos de Ponce ordenados, para su publicación, en diez capítulos, que van desde el artista visto por sí mismo, su inspiración, Dios, hasta pensamientos sobre música (un arte por el que tuvo singular apego). De pintura y poesía se accedieron solo a los dos que fungen como exergo en este artículo, una suerte de revelaciones para ahondar en el poema Intermezzo…  Su poesía, a saber, permanece inédita al igual que su epistolario y refranes, empeño del propio Cisneros que aseguraba que los amigos del pintor “muy pronto recibirían noticias sobre este particularâ€. [27]  

Pérez Cisneros enfatizaba que Ponce, “es el único de nuestros pintores que consigue ponernos cara a cara con la muerte y con el tiempoâ€,[28] por lo que no caben dudas que en su obra se encierran ya determinados motivos “recurrentes†de la poesía. Así Cedeño Pineda realiza con Intermezzo… su propio “cuadro escrito†del artista, incorporando y recontextualizando, a través del discurso poético, tres obras pictóricas emblemáticas: Las Beatas, Tuberculosis (1934) y Niños (1938), trilogía donde se sustenta, según los críticos, el peso de la obra de Ponce.

Inicialmente el poema muestra una transición simbólica, que parte del motivo del otoño (situación atmosférica), conectándose sucesivamente con alusiones a los tonos y a los colores que corporizan la existencialidad lacerante del pintor: Pinta el otoño, Fidelio, pinta un pez ocre y el/ pulmón que te falta/… pinta una mancha blanca, una cólera/ helada. Pinta un niño en penumbra…  El otoño, como recurso poético, se utiliza en el verso para introducir el tiempo (situación temporal), en tanto razonamiento sobre el misterio que implica esta estación para el hombre. Este tiempo en Intermezzo… lleva cuotas del pasado y el presente (viaje de ida y vuelta), y  aboga por un coloquio (a)temporal donde la palabra pinta, imperativa dentro del poema constituirá la respuesta ―simbólica― del pintor, con los códigos propios de su conglomerado creacional, denotando una acción comunicativa que a su vez es la acción posible para su mundo.  

El modo que se utiliza para ´´dialogar’’ con el sujeto lírico (el pintor), es significativo en tanto no se comprende a este desaparecido. Se le trasmite seguridad para continuar con su creación pues Ponce, incomprendido por muchos, tuvo una ejemplar dedicación al arte, de una lucha “triunfante†contra la miseria, la enfermedad y la academia.[29]  De él se dijo que pintaba con desprejuicios técnicos y motivos de tradición clásica con estilo vanguardista y fueron sus obras enigmáticas y míticas.  La atmósfera irreal, matizada por los colores otoñales, será su sello en contraste con otros creadores que para la época (década de los años 30 y parte de la década de los 40 del pasado siglo XX) se afanaban por expresarse mediante un “color cubanoâ€. Ponce hace suya una pintura sin color, con la que logra sus obras más elocuentes y que el poeta como “grafía†no desdeña y le da seguimiento hasta la última estrofa: espectro de luz en la pared.

La insistencia en la palabra pinta, extrapolada al contexto de Ponce, se enarbola como una filosofía de resistencia y de fuga a sus horizontes imaginarios, a la lucha del pintor, entre otros capítulos, contra la corriente académica en las artes plásticas cubana de su tiempo: pinta detrás/ de un cuadro  de Academia, un contenido  que se constata a través del testimonio del propio pintor en el que se define esta “cruzada†creativa: “En mi adolescencia […] fui el primero en combatir a la academia, […]: con mis obras echadas de dentro y afuera y trazadas con las líneas de mi espíritu, trataba de romper, de aniquilar toda forma carcomida de la mediocridadâ€. [30]

A pesar de los detractores, el vagabundeo, la inestabilidad y el alcoholismo, predominó en él el talento, que lo llevó a exponer en importantes salones nacionales e internacionales. Pudo conocer y compartir además con pintores como Wilfredo Lam, Servando Cabrera, Carlos Enríquez, Amelia Peláez, por solo citar algunos. La dimensión conmovedora y sui géneris de Ponce contribuyó a penetrar en el importante círculo de creadores de la plástica de la primera mitad del siglo XX. Incluso Servando Cabrera Moreno, en ocasión de visitar una exposición en el Capitolio quedó absorto frente a un cuadro de éste expresando que “la pintura era algo más de lo que yo estaba haciendoâ€.[31] Se desconoce cuál fue la obra que afectó el ojo avezado de Servando, pero con los ejemplos del poema, utilizando la holística en la comprensión del fenómeno artístico, se pueden ilustrar algunos hechos trascendentales del imaginario de Ponce.

En Niños, una de las piezas más conocidas y apreciadas del pintor, los personajes, aparentemente, se presentan como si habitaran en otra dimensión, envueltos en una atmósfera de irrealidad. En Intermezzo… encontramos a un niño en penumbra, detalle de singular referencia que adquiere una dimensión altamente sensible y de significativa importancia sujeta a dos posibles variables desprendidas de un rápido bosquejo biográfico: el Ponce profesor de pintura de niños pobres en sus andares y el Ponce niño en su tierra natal.

La segunda variable puede ser análoga con la obra Niños, en la que Cedeño Pineda, al plasmar el nombre de Puerto Príncipe en la primera estrofa del poema, deja entrever un mensaje que conlleva a otras búsquedas, sino todo quedará a medias.  Tal es así que ese Puerto Príncipe que parece una campana, / un vaho de letanía, en la obra de Ponce, según estudiosos de su vida y obra, es el lugar que “se revela como factor modélico de comportamiento regional, pero indiscutiblemente de repercusión nacional: la cultura camagüeyanaâ€.[32] Y si de analogías se trata, entre el Fidelio de Cedeño y el de Guillén hay una comunión en ese sentido: al Fidelio de Guillén lo buscaban un sábado del siglo XVI nada más y nada menos que en Camagüey, “porque Ponce de León ha llevado de él, como el más firme equipaje, una incalculable fantasía para la lectura y escritura de los más profundos e íntimos mensajesâ€.[33]

De la mano Marcos Antonio Tamames Henderson, investigador camagüeyano, nos llega una referencia acerca de lo que puede ser ese niño en penumbra (a propósito con el desciframiento de los mensajes del texto poético) cuando se alude al mundo infantil de Fidelio Ponce, desde lo externo, lo social, inmerso en una conservadora y tradicional familia de esa tierra, heredera del más auténtico catolicismo en Cuba:

Con tan solo 8 años, tras la muerte de su madre y un infructuoso intento de relación con su madrastra, Fidelio Ponce se distanció de su padre, quien cubría las crónicas religiosas en la prensa local, y pasó a vivir con sus tías [quizás las beatas que cuelga del rosario], solteronas de fuerte religiosidad y vida introspectiva, quienes no dudarían en inscribirlo en las Escuelas Pías, espacio que terminó por marcar en él un mirar franciscano al entorno.[34]

La religiosidad se sumará, indisolublemente, a lo subjetivo de Ponce, quedando evidenciada desde la aprehensión de su experiencia infantil.  El amor a Dios, en una paradójica manera de materializarlo en su adultez, lo llevó a la convicción que la inspiración para sus cuadros estaba tomada de su mundo interior, del mundo de Jehová y el mirar franciscano del entorno, herencia familiar, justifica la menguada economía a la hora de vivir de sus cuadros, sobre todo los retratos, que según él le permitían vivir hasta los hombros, pero lo demás le permitía vivir hasta el más allá.[35] O sea, la posteridad que siempre buscó, un ítem socrático de sobrevivir a la propia muerte.

Ponce hizo suyo el adagio popular que los locos y los niños dicen la verdad y llegó a firmar algunas sentencias o reflexiones donde se catalogaba como “El Loco Ponceâ€. La penumbra es una de sus verdades (las artísticas y las vividas); la locura, otro estado de creación que en la metáfora del poema se le relaciona con un icono de la pintura universal, Van Gogh: Fidelio tiene la oreja intacta pero sangra…/ En su sombrero cobijó el amanecer, sus manos dos surcos, su nariz una daga.

De pronto el pintor cubano se transfigura y se hace partícipe de las características de un análogo cultural, de un sujeto simbólico fundamental de las artes plásticas y la cultura universal.  Fidelio se entrevé entonces como nuestro Van Gogh tropical, recurriendo a un apelativo más idóneo, que a través de la función tropológica de esta parte volvemos a la fuerte lucha Contra la Academia propuesta con anterioridad.

Este recurso en el poema lleva a otras lecturas como, puntualizar en el sustrato cultural general requerido para enfrentar textos con dichos nexos.  Van Gogh, como artista, perteneció a una generación de pintores seguidores del Impresionismo, movimiento pictórico francés de finales del siglo XIX que apareció como reacción contra el arte académico. El movimiento impresionista, un arte de vanguardia, es considerado el punto de partida del arte contemporáneo mundial, de ahí que Ponce signifique un punto de partida, referente a técnicas pictóricas, para el arte contemporáneo cubano.

Los impresionistas, en contraposición con el academicismo francés, llevaron la pintura al aire libre y los temas de la vida cotidiana a un punto significativo. Y aunque estos y los postimpresionista, como Van Gogh, estuvieron muy influidos por la vivacidad del colorido, hecho artístico ajeno para los cuadros de Ponce, la intención en el poema está más bien dirigida a legitimar los postulados de la vanguardia. Con la “oreja sangrante†el poeta proporciona a Ponce otro itinerario, de los muchos que imaginariamente siguió, esta vez como discípulo o compañero del holandés, quizás en el soñado Taller del mediodía,[36] enfatizándose que con estos itinerarios se recalca el carácter de “caminante†de Ponce, que decíase además del linaje del El Greco y pariente de un pintor europeo de apellido Henner, que según él había sido su abuelo.

Todo ello resulta ilustrativo para la batalla precisamente que Fidelio libró contra el academicismo cubano y contra aquellos que devaluaban su obra, aún cuando desde su fuero interno se sentían atraídos por la magnificencia y espiritualidad del ocre místico, y en consonancia se nos remite (en la doble lectura) al violento enfrentamiento de Van Gogh con otro grande de la pintura universal: Paul Gauguin; resultado por lo cual se cercenó la oreja.  

El poeta, dramaturgo, novelista y actor francés Antonin Artaud, proclamaba que van Gogh no era loco, pero que sus cuadros mezclas incendiarias, bombas atómicas, cuyo ángulo de visión, comparado con el de todas las pinturas que hacían furor en la época hubiera sido capaz de trastornar gravemente a la burguesía dominante.[37] Fidelio también padecía de una locura justificada. Y Si Van Gogh se coronaba el sombrero con velas para pintar paisajes naturales, Fidelio no se separaba de su sombrerón, una extensión de sus pensamientos, para visualizar sus temas cotidianos e íntimos, viendo llegar e irse las horas, cobijando el amanecer cual fenómeno de la iluminación personal.

III                            

A modo de conclusión, con Intermezzo para Fidelio Ponce de León, se denota las posibilidades que estos textos ofrecen para los estudios de y sobre poesía en el territorio santiaguero. Con él se corrobora la armonía entre las estéticas del lenguaje visual (como medio de conocimiento y reflejo de la realidad expresiva). Y el literario (donde el escritor afirma ―o niega― y expresa emoción personal para reflejar un hecho real o ficticio), en función y sentido de lo traslaticio, simbólico, sugestivo, sugerente e imaginativo. Da cuentas de los empeños por revisitar las artes plásticas (extensivo a otras artes), desde la apoyatura que ofrece la coexistencia fenomenológica de la contemporaneidad, que amalgama y exige del creador (los creadores) miradas criticas y múltiples, para tributar expeditamente a la construcción del tejido cultural. 

El poema es un replanteo del simbolismo pictórico y personológico del pintor, sin traicionar la organización ideológica del sistema que le dio origen. El resultado de estas asociaciones, por sobre todas las cosas, es reflejar el espíritu del ser humano, lugar donde los matices psicológicos, cual recursos literarios, ofrecen las mejores perspectivas a la hora de producirse el intercambio, redescubrimiento, entre otros aspectos, los colores propios en las creaciones de Fidelio.  

 

NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÃFICAS

[*]Reinaldo Cedeño Pineda. Poeta y periodista. Miembro de la UNEAC y de la UPEC.  Obstenta importantes premios como el Nacional de Periodismo Cultural (prensa escrita), 1998 y 2001; el de Crítica de Artes Plásticas Santiago de Cuba 2004; 26 de Julio, Unión de Periodistas de Cuba, 2000 y 2012; Caracol, UNEAC, 1999, 2002 y 2004 y el Hermanos Loynaz de poesía en Pinar del Río, en 2011. Colaboraciones suyas aparecen, entre otros periódicos, en el Juventud Rebelde, Tribuna de La Habana y Sierra Maestra, así como en las revistas Revolución y Cultura, Bohemia, Del Caribe, Sic, Mujeres y El Caimán Barbudo. Entre sus libros publicados se destacan Nadie se llama tristeza (Ediciones Inspiración, 1997); Son de la loma. Los dioses de la música cantan en Santiago de Cuba (Editorial Musical de Cuba, 2002); Cartas a Saturno. Dulce María y Flor Loynaz (Ediciones Santiago, 2003); A capa y espada, la aventura de la pantalla (Fundación Caguayo/Editorial Oriente, 2011); El hueso en el papel (Periodismo literario. Editorial Oriente, 2011); Poemas del lente (Ediciones Loynaz, 2012) y La edad de la insolencia (Ediciones Caserón, 2013). Es creador del blog La Isla y la Espina y del Concurso Nacional de Promoción de la Lectura, Caridad Pineda in memorian. Conduce además la peña literaria Páginas Abiertas.  

[1] Luís Ãlvarez Ãlvarez  y Juan Francisco Ramos Rico: Circunvalar el arte. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2003, p. 61.

[2] Amparo Barrero Morell: Julián de Casal y la transposición de las artes. Editorial Oriente,1995, p.4

[3] El Grupo Orígenes (1944-1954), nucleado en torno a la revista Orígenes, cuyos miembros asumieron el encargo de construir el canon de la poesía cubana, tuvo una particular inclinación hacia el tema de las relaciones artísticas así como por sus aportes a la cultura nacional desde discusiones sobre arte y nacionalismo, nacionalismo literario e historia política.

[4] La intertextualidad, básicamente, es la relación entre textos escritos u orales. Sin embargo, algunos consideran que lo intertextual va más allá de esta visión, ya que los textos son ideas que viajan, metamorfoseadas o transfiguradas, de una obra a otra.  El escritor Franz Kafka, decía que las “ideas†están allí, en el aire, para todos, y alguien tiene la suerte, pero la vista de apropiarse de alguna. Por ejemplo, la obra plástica (Entendida como texto objeto de lectura. Un texto cultural si se prefiere) contiene ideas de las que se apropia, en un determinado momento, el escritor.

Las transposiciones, según definición del historiador de literatura hispanoamericana Ivan A. Schulman, son prácticas escriturales, caracterizadas por transferencias de técnicas asociadas comúnmente con la pintura, o en otros, de “traducciones†verbales ―narraciones descriptivas― en las que se intenta fijar en el arte literario lo que se había dado antes en la creación plástica.  Sobre esto consultar artículo “La vida es la ancha arena: de la pintura a la poesía, “(Disponible en http://epoca2.lajiribilla.cu/2002/n49_abril/1266_49.html), a propósito de un análisis de las transposiciones en la poesía de José Martí.

[5] Roberto Méndez. La dama y el escorpión. Editorial Oriente, 2000.

[6] Disponible en el sitio digital CUBARTE, martes, 14 de Mayo, 2013.

[7] Roberto Méndez. Ob.Cit, p.27.

[8] En nuestro país estas, según el Catalogo Nacional de Publicaciones Seriadas 2010-2011, entre impresa y digitales, superan el centenar y se clasifican en artísticas-literarias y temáticas.

[9] Tomado de la enciclopedia libre Wikipedia.

[10] Otras figuras que ameritan mencionar son Richard Bruff Bruff, quien fuera conocido como el poeta pintor. Y al que la Doctora Luisa M. Ramírez Moreira le dedicó un aparte en el libro Pintura Ingenua: reino de este mundo (Ediciones Catedral, 2001). Así mismo, en el Gabinete Metodológico del Departamento de Historia del Arte de La Universidad de Oriente (UO) constan dos investigaciones sobre la combinación del oficio de la retórica y el pincel en los artistas Luis Novúa y Eduard Encina Ramírez. Refiérase a “Luis Novúa†maestro y continuador de la caricatura en Santiago de Cuba (UO, 2003) de Yudelkis Calaña Guevara y Poesía y pintura un universo estético en la obra de Eduard Encina Ramírez (UO, 2005) de Yaneiquis Sotomayor.

[11] José María Heredia: Poesías del ciudadano. Tomo I. Ediciones Toluca, México, 1832. , p. 51. (Fondos raros y valiosos Biblioteca Provincial de Santiago de Cuba Elvira Cape)

[12] Órbita de José Manuel Poveda. Instituto de Literatura y lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, 1975.

[13] La obra de Efraín Nadereau (Cubano nacido Haití, 1940 pero inscrito en Santiago), es muy singular en este sentido y fue estudiada por el escritor Roberto Leliebre para el texto compilatorio Poesía de Efraín Nadereau. (Ediciones Santiago, 2010). En la página 61 dice Leliebre […] ´´En Nadereau la fiebre pictórica es sustancial con su yo creativo, y a falta de oficio empezó a sudarla a través de las palabras […].´´ Para demostrarlo reunió, para un capítulo, veinte poemas que constituyen una galería de lo más representativo de la pintura del territorio: Adagio Benítez, Aguilera Vicente, Pedro Arrate, Lincon Camué, Ferrer Cabello, Pedro Jorge Pozo, Julia Valdés, Luis Novúa y Carlos Carballo.

[14] Jesús Cos Causse: Crónica del crepúsculo, p.31

[15] Jesús Cos Causse: Concierto de Jazz. Editorial Oriente, 1994, pp. 37-38

[16] Antonio Desquirón Oliva: Vista aérea. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2010, pp.61-63

[17] José Orpí Galí: El encantador de serpientes Ediciones Santiago, 2001,  p. 13.

[18] Frank Dimas: Bajo Mundo. Ediciones Santiago, 2001,  pp. 49-51.

[19] Reinaldo Cedeño Pineda. Los corderos a la vista. Ediciones Santiago, 2005

[20] Otros poemas suyos tienen nexos con la plástica, véase Toulouse – Lautre (Los corderos…p.14).  Asimismo pone en relación otras artes, ejemplo, Poemas del lente dedicado al cine.

[21] Virgilio López Lemuz. Oro de la crítica. Editorial Oriente, 2013, p.119.

[22] Fidelio Ponce de León En Galería Cubarte. Disponible en http://www.galeriacubarte.cult.cu/g_artista.php?item=129&lang=sp

[23] Nicolás Guillén: La rueda dentada. Ediciones Unión, La Habana, 1976, p. 44.

[24] Roberto Méndez Martínez: Op. Cit, pp. 41-42.

[25] Guy Pérez Cisneros: ´´Pensamientos de Ponce.´´ En Revista Cúpulas. Instituto Superior de Arte. Número 13, 30 de marzo/2002, p. 57.

[26] Murió repentinamente mientras revisaba las pruebas de imprenta del mismo.

[27] Guy Pérez Cisneros: Op. Cit, p. 59.

[28] Tomado de Roberto Méndez Martínez: ´´Museo ideal. Salón independiente.´´ En SIC  Revista Literaria y Cultural, No. 28, 2005, p. 8.

[29] Guy Pérez Cisneros: Op. Cit, p. 59.

[30] Ibídem, p. 61.

[31] Gerardo Mosquera: Exploraciones en la plástica cubana. Editorial Letras Cubanas, Ciudad de la Habana, 1983, p. 92.

[32] Marcos Antonio Tamames Henderson. ´´Fidelio Ponce: pintor de vanguardia, insoslayable huella en la plástica cubana.´´ En  Revista Digital Senderos, www.ohcamaguey.co.cu [ s. n. p ]

[33]  Ãdem.

[34]. Ãdem.

[35] Guy Pérez Cisneros: Op. Cit, pensamientos 5 y 6, p. 62.

[36] En 1888 Van Gogh dejó París y se trasladó al sur de Francia con la esperanza de atraer allí a algunos de sus amigos y fundar con ellos un Taller que llevaría el nombre de Taller del Mediodía.

[37] Antonin Artaud: ´´Van Goh el suicidio por la sociedad.´´ En La Letra del Escriba, octubre 2006, No. 54, p.10.



Librerías: espacios esenciales en las nuevas realidades sociales contemporáneas

“…sólo el júbilo que me produce entrar en una gran librería es comparable al frío que se siente al entrar en un gran arsenalâ€.

José Martí.

(Diario La Nación El 13 de enero de 1886)

“Las librerías son antros donde se pasean unos tipos raros que ojean lo que no compran, que hojean lo que sólo pueden mirar…â€

César Hildebrandt

(Periodista limeño)

Quien se decida a realizar una exhaustiva búsqueda bibliográfica, acerca de temas relacionados con las instituciones culturales en nuestro país, podrá percatarse de siguiente detalle: sobre las librerías resultan, aún, escasos los trabajos que atiendan suficientemente su quehacer y papel, en torno a procesos articuladores como el servicio y la gestión cultural o su participación en la producción de conocimientos e intercambios de información y significaciones de la sociedad.

La necesidad de indagar en estas y otras zonas de profundas connotaciones para estas instituciones, cuya actividad se relaciona con las formas tradicionales del consumo de libros, radica en el largo tiempo que han estado presentes en los itinerarios y prácticas culturales[1] de muchos cubanos. Ocupan un lugar crucial en la memoria colectiva, fundamentalmente, por el interés de los servicios que prestan y de sus usos, servicios que dejaron de ser una práctica de consumo cultural[2] elitista mediado por signos de status, con peso en las competencias económicas o culturales.

Lo antes descrito les ha permitido ganarse cierta distinción y destaque en los distintos momentos histórico-culturales de nuestra sociedad, a partir de interconexiones establecidas en el tejido social, que les imprimen características —quizás las más conocidas— como las de ser soportes estructuradores de barrios y actividades culturales y lugar de afinidades cultivadas de diversas maneras: El lugar “donde a la memoria y la emoción se suma el encuentro, según postulados de la sicogeografía[3]â€.   

El periodista, narrador, crítico y editor cubano Imeldo Ãlvarez García, da cuentas en su artículo «Libros, libreros y libreríasâ€, de la impronta emotiva que estos lugares tienen al plantear “que valdría la pena compilar los criterios y anécdotas de los más importantes escritores, artistas e intelectuales sobre las librerías [donde] Saldría un libro colmado de experiencias incalculables en la memoria de cualquier densidad culturalâ€. Aunque valdría la pena recoger también las vivencias de otros grupos sociales, pues la permanencia y diversificación de las librerías por todo el territorio nacional[4] patentiza una de las maneras en que se han defendido, nuestros derechos culturales, en tanto, hacer usos de sus servicios,[5] ejemplifica la democratización y acceso a los productos culturales (específicamente los productos editoriales).

II

Urge recuperar y organizar la mayor cantidad de información posible sobre las librerías porque en Cuba, “donde se libra actualmente la más auténtica revolución cultural de estos tiempos, la librería tiene un significado distintoâ€[6],  al estar sometidas, entre otras mediaciones, a las cambiantes condiciones de la realidad social contemporánea, caracterizada por la diversificación (y nuevos hábitos) de consumo de bienes y servicios culturales que coadyuvan, de una manera u otra, a debilitar su viabilidad.

La diversificación de este tipo de consumo, ya ocupa el centro de disímiles procesos de reproducción social, lo que significa para las librerías, a escala local, según la opinión del pedagogo vazco, experto en politica y gestión cultural, Iñaki López Aguileta, “una dura competencia en el sector del ocio y la cultura, teniendo en cuenta la existencia de muchas ofertas públicas y privadas, en el hogar y fuera de élâ€[7].

Pese a las amenazas que se derivan de estos contextos, las librerías siguen desempeñando, desde su objeto social, el papel primordial de asegurar la bibliodiversidad y el fomento de la lectura de los niños, jóvenes y adultos, razones que convocan e invitan a reflexionar acerca de su lugar como espacio público que ha de ser promovido y defendido por todos los actores de la sociedad, los que deben (debemos) reconocer los roles y funciones de estas instituciones, para hacer ciertos las distintas proyecciones y asumir la pertinencia de valorizar la oportunidad que representan para el desarrollo cultural.

Este reconocimiento puede catalogarse de estratégico porque, hoy día, sobre las librerías se ciñen no pocos pronósticos oscuros, que guardan relación por una parte —y terreno de agudas polémicas— con el empuje de las tecnologías de la información y las comunicaciones (Tics) consideradas, muchas veces, colaterales a todo el ciclo productivo del libro[8].  y que afecta indiscutiblemente a los actores involucrados en ese proceso, entre ellos el lector y el libro respectivamente.

Por otra parte relacionados con comportamientos culturales,[9] tanto en el ámbito social y educativo, que indican que la práctica de lectura está quedando por debajo de otras prácticas como escuchar música, ver la televisión, escuchar la radio y ver películas en el hogar gracias al amplio inventario de equipos electrónicos para ello. En otros términos: desplazamientos hacia otras zonas «más atractivas†que dan motivos, a veces extremistas, para decir que las librerías “se están vaciando aceleradamente».  

Si bien en ambos sentidos existen verdades (relativas), resulta oportuno señalar que estas son las nuevas configuraciones donde las librerías se están (de)construyendo; asimilando e integrando otras interrelaciones y dinámicas para ampliar sus servicios, que no debe ser exclusivamente la venta de libros. Configuraciones donde las Tics pueden ser, efectivamente, excelentes aliadas ante las oportunidades que ellas proporcionan[10].

III

Datos obtenidos de las encuestas sobre el consumo y prácticas culturales en América Latina[11], apuntan a que la asistencia y/o visitas a librerías están exhibiendo cifras alentadoras lo que corrobora que estos espacios constituyen un incentivo para satisfacer intereses diversos. Cuba no es la excepción.

En los estudios que se desarrollan sobre el consumo de libros (producto cultural líder de la industria editorial), las visitas a librerías poseen una importancia particular, en tanto contribuyen a diagnosticar el sistema de prácticas relacionadas con el mismo. Preguntas diseñadas sobre la asistencia o visitas a librerías se realizan con el propósito de diagnosticar la utilización (uso) de esos espacios, ambos a disposición de las personas durante todo el año, a lo cual se debe agregar que visitarlas y ser socio de alguna es una práctica fácil de realizar y se pondera sobre la base de la importancia, utilidad y promoción de la lectura.

La información de y sobre las librerías, extraídas de estudios que indagan en otros fenómenos culturales vinculados con las mismas, sugiere y  aporta un  material nada desdeñable para el diseño y puesta en práctica de los resultados concretos de las políticas del libro en estos espacios culturales, esfuerzos institucionales a los que se incorporan investigadores de instituciones culturales y académicas, así como los propios  agentes de la industria cultural del libro, preocupados, desde visiones interdisciplinares y la conveniente combinación de recursos metodológicos, en conocer las razones por la que determinados grupos sociales asisten a las librerías y a cuáles asisten.

En perspectiva las valoraciones anteriores contribuyen a bosquejar los actuales derroteros de las librerías, que deben trabajar por superar la representación tradicional como el lugar donde se venden libros, creencias, muchas veces compartidas, entre la población y el personal que labora en ellas[12] y apostar por una  orientación hacia:

  • el servicio caracterizado por la creatividad; la utilización eficientemente de la información aportada por los estudios de la demanda; el sustento en diagnósticos socioculturales y programas de actividades flexibles; por la articulación de la actividad atendiendo a los principales factores que influyen en la conducta del consumidor como: los culturales, sociales y personales.[13] Asirse a la convicción de que presentar un servicio de buena factura contribuirá al aumento de hábitos, necesidades, demandas y expectativas culturales en la población (potencial comunidad de usuarios).

IV

A modo de conclusión, repensar las librerías como espacio público de la cultura, dedicado a la comercialización, posee intereses específicos que no deben dejarse pasar por alto, dígase, las relaciones que se establecen entre el binomio economía―cultura, pues están en el terreno del sector cultural cuyas actividades económicas se vinculan a la producción cultural a partir de ofertas que intentan satisfacer un tipo de necesidad específica: la cultural.  

Desde estas relaciones se visualiza la importante función de las librerías de ser una organización económica proveedora de servicios de distribución, función que las coloca en calidad de sociedad humana que tiene en mente los intereses de ese tipo de organización, situación que, en ocasiones, convierte las ventas al público en obsesión para los libreros,  sin tiempo para reparar en la responsabilidad de lo que representa el producto cultural editorial, de manera general, de otro tipo de producto.

La gestión comercial con enfoque cultural, un tipo de gestión venida a bien dentro del modelo de actualización social y económico cubano, está llamada a solventar las deficiencias generadas por esas posturas y reordenar los procesos en aras de elaborar engranajes más orgánicos. Gestión que está llamada a defender, “la única riqueza renovable (la cultural) y por tanto inagotable que tenemos [la cual] no puede ser sometida a las leyes de la oferta y la demandaâ€[14].

Así los procedimientos de trabajo a elegir ―o los elegidos―, tendrán inevitablemente que ser consecuentes con la creciente importancia del binomio antes señalado y tener la voluntad por comprender, acompañar y dominar mejor el lenguaje del mercado cultural (armónico y coherente con nuestra política cultural); realidad que exige entrenamientos más sólidos de los libreros y otros gestores para trabajar con recursos científicos de la actividad cultural más complejos, expeditos para estimular el deseo y la necesidad de llegarnos a esos “grandes arsenales†y sentir que tienen definitivamente un protagonismo mayor en nuestra vida cotidiana.

Notas y referencias bibliográficas

[1] Prácticas culturales (PC): se define como conductas y formas de proceder de las personas que expresan cierta relación con los objetos culturales. La acción directa y conscientemente practicada por los individuos, por ejemplo, escribir, asistir a funciones de teatro o visitar galería, bibliotecas y librerías, etc.

[2] El consumo cultural es un concepto estratégico para interpretar hoy día los asuntos culturales. El teórico de la cultura Néstor García Canclini, lo define como “el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólicasâ€. La idea del consumo cultural suele tener un ámbito de aplicación más amplio en el que caben las actividades relacionadas con los servicios culturales.

[3] La cursiva pertenece al escritor, poeta y ensayista español Manuel Rivas, que desde esta disciplina de la psicología, que estudia, entre otros aspectos, los efectos psíquicos que un determinado contexto produce en los individuos o entender los efectos y las formas del ambiente geográfico en el comportamiento y emociones de las personas, aseveró que sin las librerías y las bibliotecas no existiría la ciudad.

[4] Más de 310 librerías en funcionamiento según el Instituto Cubano del Libro.

[5] La respuesta de los usos, a decir del investigador granmense Máximo Gómez Castell, se objetiva en las producciones de sentido, en la actitud creativa de los individuos.

[6] Más información consultar el artículo de Imeldo Ãlvarez García “Libros, libreros y libreríasâ€. Disponible en http://www.cubaliteraria.cu/artbaul.php?idarticulo=23

[7] Iñaqui López Aguileta (2002). La promoción del libro a escala local. Ponencia presentada en el XVIII Congreso Nacional de Libreros. Orense, Bilbao, Portugal. 1-4 de mayo.

[8] En el esquema del ciclo productivo del libro en Cuba las librerías se destacan como uno de los eslabones esenciales en la distribución. Ellas responden como estructuras comerciales al Instituto Cubano del Libro (ICL) y administrativamente a los Centros Provinciales del Libro y la Literatura.

[9] Entiéndase por comportamiento cultural el comportamiento exhibido por los seres humanos, o sea, la manera de proceder que tienen las personas en relación con su entorno o mundo de estímulos.

[10] El diseño y puesta en práctica de proyectos como los cibercafés, áreas de lecturas en la red o áreas para descargar libros digitales (gratuitamente) de las bibliotecas virtuales son algunos de los ejemplos que ilustran el resultado de estas alianzas.

[11] Refiérase, entre otras, a los datos recuperados de los informes del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina, el Caribe, España y Portugal (CERLALC) al cual pertenece Cuba, los informes iberoamericanos del libro y a la segunda Encuesta Nacional sobre Prácticas de Consumo Cultural realizada por el Instituto Cubano de Investigaciones Culturales Juan Marinello (ICICJM) en coordinación con el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE) de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).

[12] Ver “La Gestión de los Servicios Culturales desde  la perspectiva socio-cultural en Santiago de Cuba. El Caso de las Librerías†de Liudska Guadarrama Ãlvarez.

[13] Los factores que influyen en la conducta del consumidor cultural serán determinantes en la toma de decisiones para usar o no el servicio que se presta. Según Philip Kotler, economista y especialista en mercadeo, estos son los: Factores culturales, sociales y personales.

[14] Fragmento de una exclusiva de Fornet aparecida en el artículo » Cultura cubana: Nunca respuestas fáciles a preguntas difíciles.» Publicado: en el sitio digital Cubarte el 27 de febrero de 2012.



Brasil como isla poética: pórtico de antologías y selecciones

Un año después del 1er. Encuentro de Poetas del Mundo en Cuba “La isla en versos,†efectuado durante las Romerías de Mayo de 2012, se promocionaba en la ciudad de  Santiago de Cuba el libro Memoria de una isla (Apostrofes Ediciones, Santiago de Chile), antología resultante de aquel espacio poético confraternal. Con él, avalado en su preámbulo por las palabras de la Premio Nacional de Literatura Lina de Feria, quien dijo: “Oírlos a ustedes, poetas de todo el mundo, es ampliar el diapasón con el que nuestros juicios adelantarán la comprensión de diversas posiciones,†se ponían a disposición de los amantes del género textos de 60 autores de Angola, Brasil, Cuba, Chile, Colombia, Francia y México; sugerente abanico de generaciones y estéticas que desde la multilateralidad creativa permitirían descubrir, reconocer y dialogar con las diferentes obras.   

La ocasión sirvió para intercambiar criterios y valoraciones, sobre todo, acerca de las obras de los poetas de la lengua portuguesa, específicamente, de Brasil. A todas luces,  fue aquello pretexto y posibilidad para (re)sintonizar con las letras provenientes de esa zona geográfica de alto relieve literario. Los contertulios de esta urbe, publicados o no en Memoria…, traerían a debate la valoración que cataloga a Brasil como una isla dentro de Latinoamérica, a razón de ser el único donde se habla portugués, en su variante local;  especificidad lingüístico-cultural que, imbricada con lo histórico-social, le otorga un sello inconfundible a la literatura del Gigante suramericano, que por años ha provocado profundas reflexiones de grandes figuras de su poesía contemporánea: en el sentir de Manoel de Barros, Brasil es una “isla lingüística,†mientras que Vinicius De Moraes la veía como “una isla de ternura: la Isla/ Brasil.â€

Lo expresado por de Barros y por De Moraes se encuentra en la misma cuerda reflexivo–creativa  de Carlos Nejar, el poeta que significaría, enfáticamente, en su obra La Edad de la Aurora. Fundación de Brasil (Editorial Arte y Literatura, 2004), versión al español y presentación de Virgilio López Lemus, este “carácter†de isla de Brasil. Nejar coloca en varios poemas, de las tres secciones del poemario, este término de profundo simbolismo en correlación con el lenguaje, con la palabra: “El suelo de la isla era el mismo que el lenguaje. / Cuando despertaba, con los ojos de animal, toda ella/ cintillaba. Los ojos de la isla, potros galopando entre azules (I. Brasilio y Columba. La edad que duerme. 9.). Brasil, Brasilio, Columba, isla. Palabras frescas o usadas, cocidas en/ el ladrillo, junto al hornoâ€. (I. Brasilio… 10.). En La Edad de la Aurora… poemario de identidad, la palabra, dice en el prefacio López Lemus, viene del Paraíso […] “es reina de sí misma. […]  y resulta una isla –isla de islas– en la que el poeta habita. […]. Y el poeta sujeto de la expresión muestra la aprehensión vital a través de la poesía como acto de identidad […]: Brasil como isla ante el cuerpo global del mundo.â€

La isla, para ellos y otros que así lo percibieron –perciben–, es la metáfora (extensamente recurrida) que determina un sentimiento identitario raigal, cuyos signos, subscribiéndose la explicación de José Lezama Lima, son la imaginación, la fidelidad a las grandes causas y la bravura. De cierto modo, las intencionalidades de los compiladores de Memoria… remiten a esos fundamentos y, en el trabajo realizado, emerge la idea de unir “islas†para crear un continente poético. Bajo este presupuesto presentaron los textos de Cyro Mascarenhas Rodrigues (1944), Odete Pereira Alves (1959), Nil Lus (cantante), María Vilmaci Viana Dos Santos (1962) en su idioma original, preservando el espíritu y las atmósferas de las composiciones, como vehículo para compartir narrativas, con temas dedicados a Cuba, el mar, las deidades, los sueños. Para el lector, ante poemas casi comprensibles, era el reto de disfrutar de la experiencia, explotando a fondo las sensaciones, pues se ha dicho, con acierto, que la poseía es la ciencia de las sensaciones.

Lo anterior se sustenta en las proximidades existentes entre los idiomas español y portugués; idiomas de culturas vecinas que antaño, según estudios interdisciplinarios en lengua y literatura, entre ambas se produjeron préstamos léxicos (palabras, morfemas, expresiones) e interferencias lingüísticas (calcos, mezcla de códigos…), fenómenos de gran impacto sociocultural y trascendencia.[1] Esta familiaridad coloca en una relación a Cuba y Brasil, países que se profesan “simpatías recíprocasâ€, como expresaría el escritor y diplomático João Almino, sobre la base de procesos históricos, sociales, políticos y culturales con no pocas semejanzas. No es de extrañar entonces que la producción literaria brasileña, en nuestro ámbito, goce de distinción, difusión y aceptación, gracias a entregas de casas editoriales como Arte y Literatura, Ciencias Sociales y Casa de las Américas, posiblemente las que más títulos de autores de esa nación tengan en sus catálogos. Ello ha contribuido a que escritores de la talla de Jorge Amado, Frei Betto, Chico Buarque, Clarice Lispector, Thiago de Mello, Pessoa, Rubem Fonseca, constituyan referencias bien conocidas.  

De esa producción literaria, a juzgar por el número de títulos en registros institucionales, como la base de datos que el Instituto Cubano del Libro (ICL) circula periódicamente, para uso de sus dependencias, puede observarse que los géneros más representativos son el narrativo, el dramático y el ensayístico; no así el lírico, escasamente representado en años recientes, tomándose como referencia el año 2005, cuando la 14ta. Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH) se dedicó a Brasil, donde estuvo disponible Poemas preferidos por el autor y sus lectores  (Arte y Literatura, 2004) de Thiago de Mello. Esto repercute, directamente, en las opciones –al menos impresas– para ampliar los horizontes de lectura en esa dirección.

Para esa edición 14 de la FILH, Arte y Literatura también publicó el libro, de naturaleza bilingüe, Catorce poetas brasileños (2004) con selección, traducción y prólogo de Ricardo Alberto Pérez,  quien utiliza el momento de la segunda Vanguardia Poética Brasileña del siglo XX: el movimiento concretista (liberación de las palabras de la estructura sintáctica, de su significado o sonido y darles importancia por su aspecto visual) y el neoconcretista de los años 50, como apoyatura para organizar y darle coherencia a una antología compleja, en la que se priorizan las ausencias más significativas dentro de ese panorama.

En el prólogo de Catorce poetas… se plantea que “la escritura poética en Brasil [es] un universo en expansión, con centros localizados, y una amplia periferia donde viven múltiples expresiones del lenguaje.†Esto se corrobora a través de unos 90 poemas, en 331 páginas, que sirven de coordenadas para el lector de este y otros libros de poesía de esa gran nación. Sépase que tales singularidades han sido de interés para estudiosos y especialistas, que vienen a convertirse en exegetas de la triada poesía–poeta–poema; labor demarcada, por lo general, en los métodos histórico, psicológico y estilístico, respectivamente, que dan cuerpo a las antologías y selecciones, que se visualizan factibles para mostrar un cuadro literario lo más completo posible.

En la opinión de la escritora, traductora literaria y periodista uruguaya Rosario Lázaro Igoa, el universo de las antologías de poesía brasileña traducidas al español es amplio y continua aumentando, a partir de un flujo literario que se efectiviza de varias maneras, ya sea por medio de antologías de varios poetas, antologías de un solo autor, o traducciones de un libro específico de un único poeta.[2] Igoa centra su atención en la antología de varios poetas, pues es donde se conjugan en un mismo movimiento dos operaciones paralelas e indisolubles: el antologar y el traducir.

En Cuba, no obstante la esporádica publicación de antologías o selecciones poéticas, propósitos de esta índole son los que coadyuvan –animan– a la circulación de la poesía brasileña en nuestro contexto desde otras plataformas. El poeta y ensayista cubano Félix Contreras es uno de los nombres que se suma a este concierto con Poesía brasileña, compilación de poemas de siete poetas,  publicada en la revista digital El Caimán Barbudo, en 2012. Este autor argumenta, en estrecha relación con el planteamiento de Ricardo A. Pérez, que “No hay en nuestro planeta una poesía más parecida a su país, que la brasileña: amplia, vasta, diversa, colmada de contrastes, profunda, pluriétnica y pluriculturalâ€. Esta  concepción sirve de pórtico para profundizar e indagar en ese universo, de fuerte tradición, con poetas notables y paradigmáticos.

Cabe precisar que en antologías y selecciones de pluralidad internacional se han incluido poetas brasileños. Por ejemplo, la colección Sur editores publicaría en El múltiple trino. Treinta y cinco poetas del siglo XX (2001), diez poemas del periodista y político brasileño Carlos Drummond de Andrade (1902–1987), considerado por la crítica como uno de los mayores poetas de Brasil. Se afirma que desde sus primeros libros la poesía de Drummond se destacó del resto por su calidad y autenticidad, “Toda una literatura, una poética singular,†enfatiza el crítico y periodista Luis Suardíaz gestor del El múltiple trino… Y agrega que es un “Poeta de lo infinito y la materia/cantor sin piedad […]/ sin lágrimas frágiles […],†que hizo uso magistral de la ironía, la sátira, el humor, la auscultación de la realidad, lo cotidiano, lo político.

La bibliografía citada expone, de un modo u otro, que las estéticas y recursos de los autores brasileños, sobre todo los concretistas y modernistas, han dejado una impronta en el discurso poético de Brasil e incluso fuera de sus fronteras. A esto último se aproxima el investigador Virgilio López Lemus en el libro Oro de la crítica (Editorial Oriente, 2013),  a través del capítulo Otra mirada a la poesía cubana en cinco décadas: 1959-2009, donde propone, por medio de un esquema, un compendio nominal para organizar autores cubanos de diferentes épocas. En él están los llamados juveniles (1959-1976), donde se inscriben más de cincuenta poetas, que empezaron a publicar sus obras en la década de los años 80´ y 90´ del pasado siglo XX. La mayor parte de sus integrantes, asevera López Lemus, “[…] elige diversas direcciones: continúan senderos de la métrica tradicional o experimentan hasta aproximarse al concretismo brasileño […].†Entre los juveniles está relacionado Ricardo Alberto Pérez, entendido en el tema como se ha visto.

En los años en que estos escritores comienzan a visibilizarse en el panorama literario cubano, época de cambios en la expresión poética nacional, la crítica ya mostraba interés sobre el fenómeno de la poesía concreta brasileña. La ponencia El signo y las letras: una aproximación crítica a la poesía concreta brasileña de los años 60’, leída por el crítico de arte Rafael Acosta de Arriba en el encuentro Jornada de la cultura brasileña en Cuba, organizado por Casa de las Américas, la Universidad de La Habana y la Sociedad Brasil-Cuba, en noviembre de 1994, realizado en el cine Yara, de La Habana, supone la existencia de una recepción activa para esos contenidos. La revista Casa de las Américas, portavoz de importantes momentos culturales, publicaría íntegramente el texto de la ponencia,  en el Nº 207 de 1997.

También las referencias bibliográficas aludidas ofrecen una idea preliminar de los múltiples paisajes poéticos de y sobre los cultores del Gigante suramericano; paisajes como metáforas del sentido de lugar (geográfico, imaginario), de las circunstancias, del lugar externo e interno que rodea al hombre, de la percepción de pertenecer a algo. Pero, dentro de ese cuadro, existen aún zonas por explorar, atendiendo al detalle que en esas compilaciones y antologías predominan nombres de una generación que nació, fundamentalmente, en la primera mitad del siglo XX, por lo que cabría indagar por la obra de aquellos que nacieron en los años 60’. Es interés para el presente abordaje inquirir por los nacidos en los 70’ y 80.

Comprendidos en las postrimerías de los 30 o transitando ya los 40 años, estos creadores se inscriben en el núcleo de los poetas brasileños de hoy (actuales),  que según el crítico literario carioca Antonio Carlos Secchin, “se mueven entre la tradición lírica y la necesidad de inventar nuevas formas de expresión en un país donde el tema de lo nacional se impone.â€[3] Si bien por las edades que ostentan no entran en las estadísticas de los más de 50 millones de jóvenes entre los 15 y 29 años, hay que advertir en ellos rasgos comunes con sus coterráneos, como la vasta diversidad cultural, tecnológica y político-económica. Además, descuellan preocupaciones, como las de no estar ajenos a las grandes desigualdades sociales (racismo, xenofobia, pobreza…), fenómenos que llevan expeditamente a sus creaciones literarias.

La selección Todo comienzo es involuntario. Ocho poetas jóvenes brasileños, sitúa algunos aspectos que distinguen –explican– a esa generación: “Ellos saben la importancia de la Poesía Concreta, del Neobarroco, del Language Poetry, no rechazan el diálogo con esas tendencias inventivas, […] son autores actualizados, que insisten en vivir su tiempo, con derecho a explorar todas las posibilidades ofrecidas por la tecnología, verbal y no verbal, para la creación en nuestra épocaâ€[4]. En la selección de Félix Contreras, sucinta pero no menos importante, se logra descifrar tales criterios a través de la obra hecha por Thiago Cervan (1985), Geovani da Silva (1989), Rodrigo Méndes Rodrigues (1989). Hay poemas asumidos como manifestación, en los que el sujeto lirico cuestiona, explícita e implícitamente, los diversos fenómenos –opresores– omnipresentes, sobre todo, de las grandes ciudades.

Los poemas de Poesía brasileña, como los de otras selecciones, evidencian la necesidad de “sancionar†las disimiles problemáticas desde un discurso heterogéneo, pero con numerosos lazos conectivos. Sin embargo, quien quiera ver un conjunto de poetas articulados como generación, defendiendo un lenguaje contestatario desde lecturas históricas, sociales, políticas; además con  (re)visitaciones a temas y personalidades de la literatura, las artes –nacional  y  universal–, sin obviar los grandes temas de siempre: el amor, la esperanza, la muerte, Dios, la naturaleza, la familia…, debe incluir en su hoja de ruta lectora a La Selección. Once poeta brasileños hoy (Ediciones Santiago, 2018).

Este libro bilingüe de 181 páginas, perteneciente a la Colección Códice, al cuidado y edición de Oscar R. Cruz Pérez, poeta y editor santiaguero, forma parte de los empeños editoriales atendibles del Sistema de Ediciones Territoriales (SET), que apuesta, cada año, por renovarse, dando a conocer lo mejor, novedoso y más diverso de la literatura de otras latitudes. Se trata de una apertura impostergable, que ha venido rompiendo, creativamente, los estigmas que sobre la producción del SET sostienen algunos desconocedores de esta fortaleza de las publicaciones cubanas, que insisten aun en comparar, cualitativamente, sus producciones con las de otros sellos editoriales.

Integrado por 44 poemas, la obra es provechosa en muchos sentidos, por supuesto, desde los textos, la traducción de la guatemalteca Claudia Tobar, hasta la imagen de cubierta, un detalle de la obra S.T (2010) de Helena Freddi, que desarrolla actividades artísticas y académicas ligadas a pesquisas y estudios de técnicas y poéticas gráficas. Asimismo, captura de manera inequívoca un proyecto poético en el que late el pensamiento orgánico en torno a la poesía como herramienta de expresión social, como mecanismo crítico, con la cual las voces ahí reunidas, son capaces de manifestarse desde su propia percepción de la realidad circundante. Marcelo Lotufo, su coordinador, lo propone como una “puerta de entrada†para que los lectores cubanos se interesen por conocer los poetas brasileños nacidos en esa década y la venidera; poetas que son parte de una generación que ha renovado la poesía brasileña, dándole un nuevo aliento, según sus palabras.

A Marcelo Lotufo le precede la carta credencial de haber realizado, junto al poeta y escritor guantanamero José Ramón Sánchez y a los traductores Rodrigo A. do Nascimento y Mariana Ruggieri, el libro Nocaute: 6 poetas / Cuba/hoje (Ediciones Jabuticaba, Brasil, 2017), selección en el que constan seis poetas cubanos nacidos después de los 70´, del pasado Siglo: José Ramón Sánchez (1972),Oscar Cruz Pérez (1979), Pablo de Cuba Soria (1980), Jamila Medina Ríos (1981), Javier L. Mora (1983), Legna Rodríguez Iglesias (1984).

En ambas selecciones se advierten similitudes entre los discursos poéticos, una forma loable, de ver (leer) cómo pueden dialogar generaciones análogas, con intereses compartidos, en diferentes partes del orbe. Ello se debe a la dimensión manifiesta del lenguaje poético, que aúpa, simboliza, articula, convoca.

Los poetas llamados a integrar La Selección…, son siete mujeres y cuatro hombres, y en observancia de sus biografías/currículos, se cumple lo que Antonio Carlos Secchin decía de la producción poética –y poetas– del Brasil contemporáneo, que estos dominan un conocimiento técnico del lenguaje, surgido de su formación universitaria, con un mayor grado de especialización, lo que les permite ampliar el horizonte de superación estética. Tienen los 11, efectivamente, formación profesional como abogados, historiadores, críticos de arte, periodistas. Además experiencias de participación en otros campos culturales como la fotografía, las artes visuales, la traducción y la edición. 

Sobresaliente son sus quehaceres dentro de las letras de su país, con  numerosas publicaciones que así lo demuestran, con atención sistemática de la crítica especializada. Tal es el caso de las poetas, que constituyen mayoría en La Selección…, pertinente inclusión, pues la poesía hecha por estas féminas, cual  documento social, emplaza un discurso que da cuentas, entre los muy diversos temas al que recurren, del complejo entramado a las que están sujetas las mujeres en América Latina. En aras de profundizar en este conjunto interesante, transgresor si se prefiere, pueden encontrase abordajes críticos que permiten comprenderlas mejor en sus dimensiones creativas, como sucede en Wonderful Witches, siete poetas brasileñas (1973-1984), breve pauta analítica del poeta mexicano Sergio Ernesto Ríos,[5] que permite llegar a los poemas Micheliny Verunschk (1972), Angélica Freitas (1973) y Marília García (1979),  donde se plasma las sensibilidades y subjetividades de cada una, que pueden confrontarse con sus poemas de La Selección…

Ríos acota que Micheliny Verunschk es “crisol sombrío mezcla de recuerdos y deseosâ€: (En algún lugar/brazos y piernas/pe da zos que en-caja-n/ con todo los engaños.). A Angélica Freitas la caracteriza el “humor, ironía y una tirante relación con lo que huele a Cultura Oficial, a Alta Culturaâ€: (papá es el presidente/mamá es primera dama/van a acabar con todos ustedes/voy a acabar con todos ustedes/voy a vivir en Miami/ ¡verga! ¡en su! ¡Culo!/ LALALALA…). Mientras que Marília García es “dueña de momentos enigmáticos, es capaz de hacer que los versos más simples estén más cerca de lo que aparentan†(“es difícil ver las cosas/directamenteâ€, / ellas son muy luminosas/o muy oscuras).

De Ana Martins Marques (1977): activista y periodista brasileña, se suscriben las líneas de la presentación de su poemario El libro de las semejanzas (Killer71ediciones,2015), que permiten conocer sus inquietudes: “[…] la poeta transita a través del juego metalingüístico (lenguaje enriquecido por formas imaginativas) y la recreación de la frase hecha o el dicho popular (y por  más vidas que tenga/cada gato/es el cadáver de un gato); a través también de una cartografía sentimental que nos habla del amor y el desamor (tú me pides que no hable de amor/ de repente tengo una ocupación/ no verte, no llamarte/ no pensar en ti/ todo eso da cierto trabajo/ no voy a habla de amor), o desde una irónica modestia que da cuenta de los límites de la creatividad (¿pensarán en cuchillas/revólveres/veneno?/ pues yo solo pienso en el mar)â€.

Érica Zíngaro (1980), que dedicada en la actualidad a la reflexión humorística sobre su propio trabajo poético, experimenta con el lenguaje y recontextualiza los mensajes –subliminares– de la internet como se observa en el siguiente fragmento de “teoría de los génerosâ€: “este poema fue escrito con datos tomados de Google Inc,/ y la poeta se exime de responsabilidad por la distribución de esta información […]â€. Así como problemas éticos inherentes a la ciencia, la tecnología y la innovación científica, el ser humano presa y diana de sus propias dilemas presentes en Problemas metafísicos: “La tecnología/a favor/ de la salud/ del consumidor: Huevo transgénico/ Huevo transfigurado/Huevo industrializado/genético/& genuinamente/transformado/ para usted […] Coma sin culpaâ€.  En Nina Rizzi (1983), por su parte, con más de nueve libros en su haber, encontramos una poesía poderosamente íntima, feminista y a ratos casi documental de un activismo social y cultural: “¡a la mierda co´el lirismo!/poesía concreta/es tu verga erecta entre/mis grietas y callejones. O –es necesario cuidar bien el corazón/temando un saludo mientras/las manos incendian un vehículo aquí en la calle/-es necesario politizarla herida […]-es necesario cuidar bien el corazónâ€, dice.Adelaide Ivánova (1982) periodista y activista que trabaja en poesía, fotografía, traducción y publicación, es la editora de la revista anarquista-feminista MAIS PORNÔ, PVFR,  de modo que sus poemas “el broche,â€Â  “la sentencia,† “la moral†y “el martillo,†son coherentes con sus postulados creativo-profesionales; “el martilloâ€, ilustrativo de los temas –preocupaciones–que la ocupan,  forma parte de libro homónimo y trata sobre la violencia y la sexualidad femenina. El libro homónimo fue publicado por primera vez en Lisboa (Portugal), en 2016, además posee una edición brasileña de 2017. El poema es un claro manifiesto de lucha contra esa violencia (física–simbólica): “duermo con martillo/ debajo de la almohada/ si alguien entra de nuevo/ y furtivo/ en mi cuarto no basta que/ sea una mierda, tener un hierro/ dándome toques en la cabezaâ€.

Entre las (opciones) estéticas (éticas) de los poetas La Selección… se entrevén elementos de contactos apreciables que los ha llevado a enrumbar proyectos literarios comunes o participar del o los circuitos culturales de sus ciudades/ país, lo cual es sumamente importante, pues brinda información relativa al momento histórico, intelectual, cultural y académico desde donde se posicionan y defienden el movimiento –corpus–literario del que forman parte. Ejemplo de lo anterior  es Fabiano Calixto (1973) quien ha compartido labores de edición en la revista literaria Modo de User e Co., con Marília García y Angélica Freitas.

En la poesía de la representación masculina de La Selección… la historia y la geografía adquieren intensas relaciones en la que se establecen asociaciones simbólicas abiertas y creativas, con sucesos acaecidos y problemáticas, pretéritas y actuales, corroborando la literatura puede contribuir al conocimiento histórico territorial desde otra forma de entender el (micro-macro) universo a partir de apreciaciones sugestivas (juicios, valoraciones), a veces, agudamente críticas.  Fabiano Calixto, aborda el paisaje anacrónico de la cosmopolita urbe paulista: “ante la lluvia, el mendigo/ya estaba muerto/ […] la boca ya estaba llena/de sangre, de hormigas/de granizoâ€. En Pedazos esqueleto dice: “La ave. Paulista corriendo es tan graciosa/ parece una cobra de marshmallow/ un viaje ácido/una anguila electrocutando lenguasâ€. Mientras Tarso de Melo (1976) retrata el problema país en un poema alegato como es Un país: “Un país que se esconde de sí mimo. Un país que segrega, /excluye, amordaza. Sofoca su parte  incomoda. […]Un país grandioso, como el país sin  futuro/  […]  Un país imbatible en las tareas del error.â€, de Melo, además, tematiza la impronta de la colonización en el devenir de Brasil con Ellos quieren más: “516 años. Y los indígenas que están en las tierras que les/ interesan a los blancos son muertos en los montes: sin registro […] 516 años. Y los negros que enfrentan los límites/ definidos por los blancos son muertos […] 516 años…â€,  y continúa hablando sobre las mujeres, los pobres, los niños. Sobre los desencuentros que resume posteriormente en el poema Convención. El poeta y artista visual Reuben “cavalodadá†da Rocha (1984) es considerado uno de los poderes más extraños y fascinantes de la poesía brasileña contemporánea, como se introduce en una entrevista para el suplemento Pernambuco, de perfil literario.  Cavalodadá se ve a sí mismo como un animal salvaje que vive en una megalópolis del tercer mundo. Y su escritura combina muchos elementos científicos y tecnológicos (me preocupa la tecnología en busca de una posible contemplación en este mundo de chatarra) con elementos ancestrales y primitivos (Nací en una isla, me gusta hablar con el viento, con el movimiento de las mareas, con la gradación de la luz solar)[6]: “ESTUVE AQUà MUCHAS VECES/todavía encuentro bonito/extraños seres ligerezas/ extrañas paz precipicio. […] estuve aquí desde temprano/reincidente celeste/hirviendo oxigeno/protones de polen planetas/la gracia plural de los átomos/color intimo de las partículas […]. O /TEMPORADA DE CAZA/AL INDIO KA´APOR/drones tele dirigen/kanoés/caipós/â€. Italo Diblasi (1988), cuyos textos han sido publicados también en la citada revista Modo de User e Co tampoco queda indiferente ante el drama humano en la gran ciudad, ante los desafíos de este mundo: “El espectáculo está ahí/ pero nadie lo ve/ había y eso/ bastaba-espejos/ mostrador de deseos/ vendido a plazos†(Un drama sin apoteosis); el silencio cruel del asfalto, los muros de concreto, los trasiegos inciertos por la(s) avenida(s): “Yo vi la muerte lapidar tus alas/de fríos metales/mientras el hambre retorcía/la carne cruda de los real. Un arabesco surrealista gritaba/antiguos cánticos herejes/y eran tristes las melodías decapitadas/en la oscuridad de la urbe†(Breve anotación en la Avenida Central). La lectura de los poemas de estos 11 poetas confirma que, efectivamente, la escritura poética de los creadores jóvenes en Brasil, es un universo en expansión que explora todas las posibilidades ofrecidas por la tecnología, verbal y no verbal. Parecen poemas con temas de intercambio y ello, sin dudas, responde a la forma intrínseca que encontraron para reinventar (se) su país, su isla.  La fuerza de la palabra encuentra resonancias a través de una antología hecha “contra […] vociferaciones belicosas y vacías, contra políticas para mantener a sectores desinformados […] un dialogo poético de lecturas y preocupaciones […] la búsqueda de la diversidad a través del entendimiento y respeto mutuosâ€, concordaríamos con Marcelo Lotufo.  

Notas y referencias bibliográficas

[1] Dolores Corbella, Alejandro Fajardo (editores) Español y portugués en contacto: Préstamos léxicos e interferencias. Editorial GmBh, Berlín/Boston, 2017.

[2] Rosario Lázaro Igoa: “El universo de las antologías de poesía brasileña en traducción al castellanoâ€. Disponible en http://www.traduccionliteraria.org/1611/art/lazaro.htm

[3] Antonio C. Secchin: “Poesía de Brasil: minimizar lo nacional.†Disponible en https://elpais.com/cultura/2013/10/08/actualidad/1381236313_683936.html

[4] Todo comienzo es involuntario. Ocho poetas jóvenes brasileños. En Revista EL NAVEGANTE Nº2 año 2 – Noviembre de 2007  Escuela de Literatura – Universidad del Desarrollo, Chile.  Disponible en  Proyecto Patrimonio – 2007 http://www.letras.mysite.com/ll231107.html

[5] Revista La Colmena 64, octubre-diciembre 2009. (Formato Pdf)

[6] Gianni Paula de Melo: “entrevista a Reuben da Rocha†en Sexta 29 diciembre de 2017. Disponible en  https://www.suplementopernambuco.com.br/entrevistas/2028-entrevista-reuben-da-rocha.html

 



Confesiones del poeta o Jesús Cos Causse frente al espejo del tiempo 

Las confesiones más conocidas, sin duda, son las judiciales y las religiosas. La primera es la declaración que, sobre lo sabido o hecho, hace alguien (testigos, acusados…) voluntariamente –o no– o preguntado por otro (abogado…) ante la autoridad judicial. En la segunda alguien (el penitente) declara al otro (el confesor), los pecados cometidos, que a la postre serán perdonados a través del mismo Dios u otra deidad. Quizás entre ambas formas de confesión la similitud más expedita sea el acto declaratorio en aras de lograr, finalmente, la absolución (indulto–perdón).

Ambas procuran, tomando como punto de partida al sujeto de la confesión “en estado de crisis,†establecer una forma (acción) de comunicación, hasta cierto punto dialógica, donde la palabra cobra fuerza como expresión, entre otras esencias de la ecología interior del ser humano, de sus valores personales. Procuran, además, recuperar “algo†llámeseme libertad, felicidad, goce, tranquilidad…,  o sea, llegar a un estado deseado, presumiblemente de bienestar espiritual. Entonces si se suscribe la afirmación, que la comunicación es un arte –el de lograr el impacto interpersonal–, la confesión puede ser asumida como tal: un arte –herramienta– para la expiación (reparación, enmienda, satisfacción, compensación), incluso la sanación.  

Así lo han entendido artistas y escritores cuyas obras giran en torno al tema de la confesión. En 2016, Gideon Jacobs y Gregor Hochmuh, dos artistas radicados en Nueva York, pusieron en práctica un polémico proyecto artístico denominado Confessión,[1] un mecanismo de confesión a través del cual las personas podían declarar ese secreto impronunciable o bien, funcionar como receptores de las más oscuras revelaciones. Esta experiencia–experimento dio cuentas de la necesidad que muchas personas tenían de expresarse, de externalizar sentimientos. Más atrás en el tiempo, la pensadora, filósofa y ensayista española María Zambrano en su obra La Confesión: género literario (1943), planteaba las claves que encierran un lenguaje del sujeto entendido como confesión, que se comunica en  –a través de– la escritura bajo el secreto y la soledad.

Los ejemplos anteriores mucho tienen que ver con la poesía, a la que le es consustancial –o le atañe– tales sensibilidades inherentes a la expresividad humana. En este sentido, la poeta y profesora santiaguera Ileana Rosabal, en la introducción al libro Confesiones del poeta (Editorial Oriente, 2006), de la autoría de Jesús Cos Cause, traído a colación a propósito de la edición homenaje al Festival del Caribe, dijo que la poesía, al menos lo concerniente al aspecto creativo, “no será nunca un rito colectivo, que ella ha nacido y ha de extinguirse con el hombre solitarioâ€, que independientemente que el autor la denomina “pordiosera de la soledadâ€, también nos salva del olvido. Algunos opinan que la poesía es propensa a convertirse en un hecho colectivo toda vez que, en lecturas o recitales, se comparten los textos. Ciertamente es válida esta forma para involucrarse, esencialmente, con el poema.

En este poemario de Cos Causse, el ritual solitario está cargado de voces, lo cual se percibe cuando se recorren sus líneas. Quizás porque es un pleno ejercicio de confesión y de comunicación con el otro –con su otro–: el náufrago, huérfano, sonámbulo, artesano espía del amor. Quizás porque no está escrito por el poeta que se sienta en una piedra/ a esperar la soledad y la muerte, sino por el poeta que hace un examen de conciencia, ante el inminente crepúsculo, revisitando hermosos fantasmas, que de un modo u otro le irán dictando las premisas para encontrar las palabras entre los escombros/del tiempo y las incertidumbres de la historia.

Cos Causse o El Quijote Negro si se prefiere, del cual el próximo mes de octubre del presente 2020 se estará conmemorando el aniversario 75 de su natalicio, encontró las palabras, además de entre los escombros del tiempo, en la ciudad de Santiago y en el pasado histórico del Caribe, sus islas, su gente. 

Así explicó los derroteros del presente y entendió, como pocos, las poéticas de esta región geográfica cultural. Ello le llevó, por ejemplo, a gestar Encuentro de Poetas del Caribe y el Mundo, en el contexto de la Fiesta del Fuego, espacio donde aún se sigue promoviendo la literatura y la integración cultural caribeña. Sobre esto daba cuentas Pedro López Cerviño, editor de una buena parte de su obra, en el panegírico dedicado a este embajador de la poesía titulado Fuegos que arman la luz XI.[2] En él acotaba que era un poeta “insólitamente vivo a pesar de la muerte, conocedor a fondo de los rumbos de las luciérnagas del Caribe.â€

El Caribe, constante en la obra de Cos Causse, es sinónimo de resistencia, de modo que la resistencia (cultural): reconstrucción histórica de expresiones diversas y unidad, es asumida en el libro de manera casi natural. El poeta, una especie en peligro de extinción, habla desde estas claves, no se arrepiente de lo que será su único delito (pecado) probable: buscar el amor a toda costa. Así lo anuncia en “Confesiones a Saint-John Perseâ€: Como un delincuente /voy a violar tu ventana/y robarte el corazón/ y estaré preso en tu recuerdo. Saint-John Perse, premio Nobel de Literatura 1960, es un nombre venerado por mucho poetas del orbe, cuyos versos Y es la hora, ah poeta, de declarar/tu nombre, y tu nacimiento y tu raza constituyen en Confesiones… un leitmotiv para (re) construir la historia de ese hombre–poeta caribeño, viajero en mar a la deriva/…el Crusoe conversando con su fantasma […] bautizado con la sangre de un animal sacrificado/ en una ceremonia entre tambores.

Saint-John Perse estuvo en la lista de ídolos (literarios, intelectuales y políticos) de Cos Causse junto a Roque Dalton (poeta activista político e intelectual), Pedro Mir (poeta nacional de República Dominicana), Aimé Césaire (ideólogo del concepto de la negritud), Luis Palés Matos (escritor puertorriqueño), y Federico García Lorca. Los hace desfilar (los convoca–exorciza) en este poemario que fuera publicado un año antes de su muerte, sobre la cual presagió: me voy a morir el siglo XXI.  

En 2007 místicamente se despidió. Según el escritor y profesor universitario José Millet Batista, su muerte fue por “alegría incontenible de su violín roto […] de niñez, […] de poesíaâ€.[3] Entonces no resulta desacertado subrayar que Cos entregó su poesía como una oración, como  balanza entre el recuerdo y el olvido a juzgar por su poema dedicado al poeta y activista político haitiano Paul Laraque.

Confesiones… no escapa, por suerte, de las imaginerías y fabulaciones del bardo que dominaba un estilo singularísimo del lenguaje dentro del panorama literario insular. En este se vislumbra un halo testamental que iría a verse a la postre en Crónica del crepúsculo (Ediciones Santiago, 2012), definitivamente su testamento poético. Por lo tanto, no podía ser de otro modo, se registran en 66 cuartillas sus temas más recurrentes: la vida (una pesadilla), la muerte, la soledad, el tiempo, los sueños, el amor (un ciclón sin brújula. Un problema de la primavera), el misterio del hombre, la religiosidad popular, los poetas, la poesía misma. En sus propias palabras: Todo aquello que explicara, de alguna forma el mundo y una definición para justificar lo que se hace y la propia existencia.[4]

Asimismo, también destaca la muerte – el gran tema universal– por la carga imaginativa que sugieren la belleza y el horror del fenómeno, que adquiere relieves muy particulares dentro de esta obra, en tanto desfilan no la muerte, sino las muertes, lo que se encargará de introducir desde los propios títulos Epigramas y epitafios, Difuntos y sepelios, Testimonio del tiempo, Imagen de libertad de Arriba, Imagen de Ignacio Vázquez, entre otros. Su presencia y preeminencia se mueven en los poemas, cual asidero filosófico, a veces claramente otras entre líneas y puede decirse que hasta con obsesión (la obsesión de muchos poetas), entendiéndola en su Elogio y elegía a Federico García Lorca como: “una metáfora […] una máscara bellísima. / […] la imagen mas perfecta entre el hombre y la naturalezaâ€. El rostro que vimos la última vez en La diosa de la ciudad. Una flor y un epitafio, destaca en Identidad. Es, por sobre todas las cosas, la muerte como motivo de significación cultural.

Groso modo, en el discurso poético de Confesiones… subyace un lirismo atendible y hasta experimental. Es por ello que el citado poema a Federico García Lorca se asemeja a un “largo†ensayo poético en el que magistralmente, se resumen las ideas de los textos anteriores, sin desdeñar el rejuego simbólico y hasta las conexiones e impronta con sus ídolos. No menos importante son las coordenadas expuestas del acto poético, en sus definiciones –juicios de gran valor– sobre poesía: La poesía será siempre/ Una semilla/ Que germina. / […]. La poesía es el espejo del tiempo.

Al poeta y periodista  Reinaldo Cedeño, uno de sus afortunados entrevistadores, en la entrevista Y Dios estuvo de acuerdo le revelaría: La poesía es un misterio del hombre. Creo que afortunadamente nadie, ni los mismos poetas, saben qué cosa es. Quizás el día que se sepa, comience el fin. Uno tiene que explicarse de alguna forma el mundo y todos buscan una definición para justificar la propia existencia.[5] Sobre el poema, como forma de expresar la poesía, acotaría: Cuando escribo un poema no me propongo que sea largo o corto. Termina cuando cesa la imaginación. Se antoja acercarse a Confesiones… como un largo e ininterrumpido poema.

Notas y referencias bibliográficas

[1] Alejandro I. López: El proyecto «artístico» que te hará confesar y escuchar los más oscuros secretos. Disponible en https://culturacolectiva.com/arte/el-proyecto-artistico-que-te-hara-confesar-y-escuchar-los-mas-oscuros-secretos

[2] Disponible en  http://www.uneac.org.cu/secciones-periodisticas/resenas/fuegos-que-arman-la-luz-xi.

[3] Texto Completo. Disponible http://www.afrocubaweb.com/jesuscos.htm

[4] Reinaldo Cedeño Pineda: Jesús Cos Causse: el tiempo nos devora. Disponible en

https://oncubanews.com/cultura/literatura/el-quijote-negro/

[5] Reinaldo Cedeño Pineda: Y Dios estuvo de acuerdo o la entrevista recuperada a Jesús Cos Causse. La Jiribilla # 773, 30 de abril al 6 de mayo de 2016. Disponible en

lajiribilla@cubarte.cult.cu

http://www.lajiribilla.cu/articulo/y-dios-estuvo-de-acuerdo-o-la-entrevista-recuperada-a-jesus-cos-causse



Poesía para una ciudad creativa (+ video)

«…Santiago es un magnifico desquite

Santiago es un magnifico color.

 […]

Santiago se me antoja fabuloso,

Santiago se me antoja imprescindible.

                                                                        […]  

Santiago yo te amé desde que existes,

 Santiago yo te amé y te conozco…» 

(Santiago, Canción, versión, 1995,

Del cancionero de Amaury Pérez Vidal) 

 

“…hemos cruzado la ciudad/ hemos celebrado su alta memoria…â€

Raúl Ibarra Parladé

A fines de noviembre de 2019, medios de prensa como los periódicos Sierra Maestra de Santiago de Cuba, Juventud Rebelde, Trabajadores, la Agencia Cubana de Noticias, entre otras plataformas informativas, daban a conocer los pormenores del lanzamiento oficial de la campaña de comunicación “Superando sueñosâ€, a propósito de los 505 años de fundación de la séptima villa cubana, un 25 de julio de 1515, por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar, primer gobernador de Cuba. El acontecimiento este 2020, como los anteriores aniversarios cerrados, recordándose el fresco aún, en la memoria colectiva, medio milenio de la denominada Capital del Caribe, ha devino proceso dinamizador del accionar de sus habitantes, para con esta fecha de gran significación.

El desarrollo de las diferentes etapas de la campaña, estructurada desde una visión político-social, presupone una continuidad –y superación– de las experiencias desarrolladas para el aniversario del 2015, que estuvo animado por la máxima “500 años de historia y cultura.†Precisamente en la historia, la cultura, así como la tradición de esta urbe sureña, que le han granjeado reconocimiento y excepcionalidad dentro y fuera de la nación, están los elementos articuladores para el trabajo integrador de cara al venidero onomástico. Es notorio que, en el contexto conmemorativo, lo que más acapara la atención es el carnaval: proyecto cultural de mucho arraigo en el imaginario y prácticas socioculturales de la población, donde se realza la fecha fundacional, expresada, simbólicamente, en la cabalgata del santo patrono, Santiago Apóstol, por el área del desfile, representado por el actor de las tablas Dagoberto Gaínza. No obstante, esta fiesta es solo es una parte, primordial, del correlato popular e institucional que demanda una celebración de esta envergadura, donde las manifestaciones artísticas y literarias aportan inestimablemente al hecho, incluso con años de antelación.  

El caso específico de la literatura es ejemplar en propuestas, dentro del concierto creativo, a los efectos de homenajear una ciudad que ostenta los títulos Muy noble y muy leal; Hospitalaria de las Américas; Municipio benemérito de las Américas, Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo. Ello se debe, en gran medida, a que el universo de las letras santiagueras se prestigia de tener un importante catálogo de autores, que de una manera u otra, posicionados en sus respectivos géneros, lograron (logran) sinterizar la idea de la misma, descrita por el poeta espirituano (santiaguero por elección) Reinaldo García Blanco como “Delirante y mística. Estridente y aguda. Escandalosa y recatada,†en su testimonio Santiago de Cuba: ciudad para héroes, publicado en la Revista SiC No. 46 de 2010.

Mostrar obras y exponentes que hayan expresado la imagen de esta ciudad, a la que se le ha escrito con profusión, rebasaría los límites e intereses de estas líneas. Mas los interesados en escudriñar lo acontecido en esa riquísima zona cultural pueden acceder al panorama consultando diversos materiales bibliográficos. Una presumible guía de lectura(s) o búsqueda(s) tendría como punto de partida, atendiendo a la forma en que organiza, crítica y coherentemente, la información, es el libro referencial Santiago Literario (Editorial Oriente-Fundación Caguayo, 2013), coordinado por el poeta León Estrada, que brinda la oportunidad de saber cuánto se ha hecho, en materia literaria, en el trascurso de los primeros cinco siglos.

Fue gracias a la sostenida labor investigativa de León Estrada, que en 2005, se tuviera listo el Diccionario de escritores santiagueros por el sello Ediciones Santiago. Y en igual año, bajo el mismo sello editorial, el título Para cantarle a una ciudad: Santiago de Cuba, que reúne textos poéticos –y canciones– de 53 autores, de ellos, 29 santiagueros, de estilos y estéticas diferentes, dedicados a la ciudad, en ocasión de su aniversario490. Dos antologías con similares intenciones, a saber por la editora de este libro, la poeta Teresa Melo, ya habían visto la luz con anterioridad.

Desde los estudios académicos es revelador el artículo Ciudad letrada: Santiago de Cuba en su discurso literario,[1] del Doctor en Ciencias Literarias, Ronald A. Ramírez Castellanos, que, circunscrito a los años coloniales decimonónicos hasta la etapa republicana prerrevolucionaria, analiza algunas de las principales figuras y obras de ese periodo, de grandes aportaciones, en las que se aprecian, en la opinión de este estudioso, “un sentido identitario, una imagen de la ciudad, un interesante diálogo con la realidad social y política de la localidad y del país …†Ramírez Castellanos presta atención al género poético, y describe cómo dentro del discurso lírico local está presente la ciudad como tema principal: sucesos, realidades (incluso las más descarnadas), historia local, costumbres, entorno y paisaje natural, personalidades legendarias e ilustres. Nadie dudaría que hoy día estos siguen siendo tópicos a tratar.

La bibliografía citada pone de relieve el lugar destacadísimo que ocupan los poetas por su larga data “cantándole†a la ciudad; a ello súmesele obras de bardos foráneos, que, por su trascendencia, forman parte del patrimonio literario local y nacional.  Son de negros en cuba, del español Federico García Lorca, es una pieza significativa dentro de este mosaico: “Cuando llegue la luna llena/ iré a Santiago de Cuba, /iré a Santiago, /en un coche de agua negra. /Iré a Santiago. […]/ Mar de papel y plata de monedas/ Iré a Santiago. […]/ Siempre dije que yo iría a Santiago/ en un coche de agua negra. / Iré a Santiago...â€[2]  

Son de negros… es el testimonio lírico cubano Lorquiano de más calidad, aseveraría el intelectual Juan Marinello en la ponencia El poeta llegó a Santiago, que la periodista e historiadora Nydia Sarabia tuvo a bien reproducir en su libro Días cubanos de Lorca (Editorial Cultura Popular, 2007),  interesada en exponer especificidades de esta composición, donde la musicalidad y “la suma trepidante de lo cubano en sus claras y complejas intencionales de color y ritmo,†apunta Marinello, sean algunos de los factores más significativos que permiten colocar a Santiago en otra dimensión poética. Estos, cabe señalar, han propiciado que los versos del granadino puedan escucharse en arreglos musicales de agrupaciones corales o declamados, como lo hizo, por mucho tiempo, Luis Carbonell.[3] Ambas expresiones artísticas ilustran los múltiples caminos que se entrecruzan, en aras de sensibilizar al público amante o no de la poesía.

A su vez, constan las motivaciones de poetas de otras provincias cubanas, por registrar en versos sus apreciaciones sobre Santiago. Varios ejemplos dan cuentas de ello, pero el poema Santiago de Cuba, del poeta y periodista matancero Manuel Navarro Luna, escuchado por varias generaciones, fundamentalmente en tribunas políticas por sus connotaciones patrióticas, se nos hace muy cercano: “¡Es Santiago de Cuba!/¡No os asombréis de nada!/¡Por allí anda la madre de los héroes!/¡Por allí anda Mariana!/¡Estaréis ciegos/si no veis ni sentís su firme y profunda mirada…!/ […]¡La Patria viva, eterna,/no entierra nunca a sus propias entrañas…!/¡Es Santiago de Cuba!/¡No os asombréis de nada!/ …â€

Por su parte, el volumen Santiago de Cuba. Arpa de troncos vivos (Editorial Oriente-Oficina del Conservador de la Ciudad, 2000), publicado en homenaje al aniversario 485 de la fundación de la villa presenta, conjuntamente con fotos, fragmentos de textos poéticos de Pablo Armando Fernández: Santiago, tus pregoneros/también contigo se van […]; Alfredo Prieto: La ciudad muestra sus blasones/en los que florece la palabra amor […]; Ariel James: Hemos llegado a la ciudad: / la ciudad se esconde debajo de las piedras […]; Jesús Cos Causse: Mirad el barracón y las cadenas en llamas. /Mirad el palenque alerta para la guerra; Marino Wilson: Y eres/para nunca asombro del paso incontenible de los tiempos/la siempre mujer en estado de gestación […]; Teresa Melo: Y el poema está suelto/ sobre los edificios de la ciudad […]; León Estrada: […] mi ciudad/ es la costumbre y el sabor extraño.

No menos importante, en el libro referido, son las impresiones del Premio Nacional de Literatura 1999 César López Núñez que acota: “La ciudad/ se ha hecho, pero no se explica, sólo se intentaâ€. Y sobre ella, cual epítome del territorio, argumentó en el trabajo de Armando Chávez, para la revista Opus Habana, César López, navegante del tiempo que: “es una ciudad cargada de historia, de mucha potencia generadora, misteriosa, endemoniada. Me inquietó mucho desde mi niñez; por eso, quizás, dedico tanto tiempo a la ciudad. […] En lo que constituye mi obra hasta ahora, Santiago sí es el núcleo generador…†Estas inquietudes es lo que el lector puede encontrar en la tetralogía Primer…, Segundo…, Tercer… y Cuarto Libro de la Ciudad, respectivamente.

Otra personalidad a enfatizar es la del villaclareño Waldo Leyva Portal, quien desarrolló un activismo loable en los quehaceres culturales y literarios de esta localidad desde la primera mitad de los años 60’ hasta los 80’ del pasado siglo XX. En su estancia en la tierra de José María Heredia recibe todo su influjo espiritual para escribir el poema, de amplia difusión, Para una definición de la ciudad: “Si encuentras alguna piedra/que no haya sido lanzada contra el enemigo/ si descubres una calle por/ donde no haya pasado/nunca un héroe/ si desde el Tivolí no se ve el mar/si hay alguna ventana/ que no se haya abierto nunca a las guitarras/si no encuentras ninguna puerta abierta/ puedes decir entonces que Santiago no existe.†En el fotorreportaje Santiago. Ciudad de heroísmos y puertas abiertas, publicado en el periódico Granma digital del primero de enero de 2019, el propio Waldo Leyva lo pone a dialogar con imágenes de sitios emblemáticos de la ciudad, tomadas por el fotógrafo Juvenal Balan. Críticos, como la ensayista Daysi Cué Fernández, coinciden en señalar a Para una definición… como la carta –por excelencia– de presentación de Santiago de Cuba.

Pero, convengamos, atendiendo al conjunto de textos anteriormente esbozados, que existen, a gusto de los lectores, muchas cartas poéticas de presentación de y sobre Santiago. En estas coordenadas sería pertinente incluir al libro Santiago de Cuba: Ciudad cantada (Editorial Oriente, 2013), conocido igualmente como Ciudad cantada, el cual tiene diversos valores que lo hacen singular y meritorio de una atención más pormenorizada. Es un poemario de 62 páginas, destinado a niños y jóvenes, “por donde transcurre la historia de Santiago desde el siglo XVI hasta el XX. Un homenaje a la ciudad,†según valoración de su autor, el poeta, escritor para niños y narrador José Orpí Galí, miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, nacido, casualidad o predestinación, un 28 de enero de 1953, justo en el año del centenario de nuestro Apóstol José Martí.  

En él se cumple la máxima martiana de que “La Poesía no ha de perseguirse. Ella ha de perseguir al poeta.†Más de 50 años escribiendo para todos los públicos dan razones suficientes para afirmar que esta persecución le ha permitido ubicarse entre las voces más destacadas de la poética santiaguera contemporánea. Menciones, reconocimientos y premios del alcance del José María Heredia de la UNEAC, 1999; Premio de la Ciudad en cinco ocasiones; Premio Nosside Caribe, en 2003; el Premio Beca Dador (poesía), en 2006, y el Premio Ciudad del Che, en poesía, en 2008, corroboran el planteamiento anterior. En mayo de 2018, en reconocimiento a su consagrada trayectoria dedicada a los niños, y por su labor como promotor cultural, recibió la Distinción José Soler Puig, que entrega el Centro de Promoción Literaria homónimo, durante la 27 edición de la Feria Provincial del Libro en Santiago de Cuba.

Para Orpí Galí el público infanto-juvenil es muy importante, y no es raro verlo participando en talleres de creación literaria de las casas de cultura, concursos y eventos, en los cuales aporta su maestría y se retroalimenta con lo que hace este grupo social. Para este público ha escrito, además de Ciudad cantada, los títulos: El libro de los asombros (Editorial Oriente, 2010) y Para despertar el duende (Ediciones Santiago, 2013), que fuera finalista del Premio Herminio Almendros en el año 2000, y Puertas a la música (Ediciones Santiago, 2014); libros que en Santiago tuvieron una amplia recepción y comercialización en la red de librerías –y otros espacios–, y que se infieren agotados, según monitoreos en las citadas instituciones.  

Cabe destacar, acerca de lo anterior, que la última vez que Ciudad cantada estuvo en circulación, fue durante la celebración de los natalicios de Antonio Maceo y Ernesto Guevara, respectivamente, el 14 de junio de 2018, en la sede de la Fundación Caguayo, donde los gestores de la actividad obsequiaron los ejemplares a niños y niñas de los proyectos artísticos invitados a la velada. Padres, instructores de arte, personas de la comunidad de Vista Alegre, entre otros, felicitaron la iniciativa y ponderaron los valores culturales-educativos del libro y la conveniencia de una futura reimpresión, para acercarlo al entorno escolar, como material complementario para el estudio –y asimilación– de la historia local. Criterios muy atinados, que venían a corroborar la función formativa que puede tener la literatura infantil, “además de instruir y enseñar, la de contribuir, con el insuperable poder estético, al crecimiento humano.â€[4]

La lectura de este poemario, en el que se advierte una producción colectiva del conocimiento, propone una exploración (otra) al acervo histórico territorial. En este sentido es importante mencionar que contó con la participación de la Doctora Olga Portuondo Zúñiga, historiadora de la ciudad, promotora del proyecto y asesora de textos, en cuya persona se pone de manifiesto lo expresado en el comentario final del libro Tres siglos de historiografía santiaguera (Oficina del Conservador de la Ciudad, 2001), que en Santiago “Nunca ha existido distanciamiento entre los historiadores y los artistas […], bien sea por amistad o mediante el trabajo de dichos intelectuales,†O sea, la historia regional nutrida de todas las humanidades, fórmula creadora para encontrar en la poesía, como en otras ocasiones, las conexiones más íntimas con la historia. Fueron imprescindibles en la nómina creativa editorial que gestó este producto bellamente trabajado, la poeta Teresa Melo Rodríguez, apasionada por estos proyectos (edición, composición, diseño y asesoría de textos) y la artista de la plástica Vivian Lozano Caballero (asesoría de imágenes).

Desde el punto de vista estilístico, Ciudad cantada se concibió en forma de romance, género de la tradición literaria española, con el que se contaban –y cantaban– los temas históricos, religiosos, novelescos y líricos, introducido en Cuba en la época de la conquista-colonización por los saldados, de “imaginación saturada de romances castellanos,†refería la profesora en Lengua española y literatura Carolina Poncet y de Cárdenas, en El romance en Cuba (1914). La intencionalidad de Orpí por recuperar este tipo de composición, intuye un tributo a lo que favoreció la génesis de las letras en la isla. Y si varios especialistas arguyen sucumbió, ante la preferencia de otras corrientes poéticas, el romance (cubano): costumbrista, de leyendas campesinas, geográfico, patriótico, supo pervivir en la pluma de encumbrados escritores, contribuyendo, con sus defectos y virtudes, a enaltecer los sentimientos patrios y a pensar la identidad nacional. En Ciudad cantada la identidad no queda inferida, subyacente, sino declarada desde el prisma local (la patria chica), por lo tanto en él lo cubano es “sello singular y propio/ con que perfuma su encanto.â€

En los cinco poemas del libro, bordados en sutil tejido de la memoria: siglos XVI, XVII, XVIII, XIX y XX, predominan la combinación de los metros de ocho, 10 y 12 versos. Incluso el poeta, según demanda del capítulo histórico o escenas a tratar, hace uso de la libertad escritural y llega a trabajar estrofas de 15 a 20 versos, como sucede con el romance dedicado al siglo XIX, que contiene mucha información debido a las características del período, dígase, la influencia francesa, economía cafetalera, urbanización, guerra de independencia, crecimiento demográfico, entre otros.

De manera general, se familiarizan con el tipo de los romances históricos, o sea, los que tratan asuntos pertenecientes a la historia local-nacional y poseen una visible trama narrativa en la que se distinguen, para ejemplificar, la estructura del poema Siglo XVI, los siguientes elementos: un marco (personajes, lugares y momentos de la acción): “En un hermoso paisaje/[….]/vivían los aborígenes/en sus singulares casas./Pacíficos y tranquilos,/ coa en ristre trabajaban…â€; una situación inicial (conflicto o problema): “Muchas cosas cambiarían/con la llegada de España, /Colón, las tres carabelas/ y el encuentro de las razasâ€; una complicación (desarrollo del conflicto presentado): “Velázquez funda la villa,/última entre siete plazas [….] El oro y su fundición/hacia ella se trasladan./ Se crean las encomiendas-época activa y esclava-…â€; y una resolución, que será parcial, hasta la conclusión –resolución final– del poemario: “Santiago, rebelde ayer/hoy se muestra hospitalaria/heroica será por siempre/ porque su luz es la patria.â€

Esta trama en versos, grosso modo, atraviesa etapas complejas que van desde la conquista-colonización hasta los días actuales de la revolución en el poder. Y es estimable que la poesía, con su carga de imágenes, sea el soporte para ello, porque su empleo, sea o no en las aulas, en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la historia puede lograr que los educandos se sientan atraídos por dicha ciencia. Olga Portuondo, distinguida pedagoga, ve en lo anterior un propósito realizable con el libro y en sus palabras introductorias al mismo, destaca la importancia de trasmitir en verso la historia de Santiago de Cuba, fundamento que encuentra resonancia en los aspectos esenciales de la creación literaria infantil y juvenil, que “el público infantil necesita de la poderosa sugestión del ritmo regular que proporciona la medida versal, […] la reforzada sonoridad que crea la rima, para atraer la atención de los niños y estimular la comprensión y el disfrute de lo leído.â€[5]

Los niños, al cual no debe subestimársele como público y creadores, estuvieron presentes, activamente en la fase preparatoria de Ciudad cantada. De manera excepcional participaron en él niños y niñas, con un promedio de edad, en aquel entonces, de 10 años, que dejaron su impronta poética visual, a través de unos 21 dibujos y pinturas, en cuyas elaboraciones se percibe el laboreo del taller, haciendo uso idóneo de técnicas y materiales de diferentes como lápices de colores, tinta china, acuarela, esgrafiado, tempera, acrílico, crayola, el collage, estarcido, aguada al café. El resultado final, catalogado por la doctora Portuondo de dibujos excelentes y originales, armoniza con los poemas que cada uno de estos infantes tuvieron en sus manos para (re)interpretarlos.

La experiencia en la educación artística de Vivian Lozano fue decisiva durante los seis meses que llevó a la concreción de la galería, cuyo recorrido comienza con la pintura titulada “Santiago Apóstol,†que aparece en la cubierta del libro, de la autoría de Julio Gerald Ricardo Ruiz (con 11 años en 2013). La pintura recrea el poema, a modo de introito, sobre la génesis del nombre de la villa y la transcendencia del hecho: “Su apelativo le nace/tras la conquista española/gracias a Santiago Apóstol/que con presteza la nombra. /Hereda su lanza firme/junto al fulgor de la aurora/y montado en su caballo/hacia el futuro galopa.†En lo sucesivo, se observaran algunos cuadros-hitos de la historia y cultura santiaguera: la música, la religiosidad, los sitios patrimoniales, las fiestas, la ciudad con sus espacios arquitectónicos emblemáticos, sucesos y hechos relevantes, curiosidades, entre otros temas. La capacidad espontánea que tuvieron estos niños para representar los textos de Orpí es la confirmación que la poesía y la pintura constituyen manifestaciones emparentadas, cuya relación es horizontal, democrática. 

Ciudad cantada no está concebido como un compendio histórico de la A a la Z. Sin embargo, se articula de manera tal con la realidad histórica recreada, que logra captar lo real maravilloso de Santiago y su gente. Los temas que, por razones de síntesis y espacio, quedaron por tratar sugieren la posibilidad, ahora mismo, de ser un libro del cual puede esperarse una segunda entrega con la incorporación de los primeros 20 años del siglo XXI, donde la ciudad, sujeta a no pocos desafíos sanitarios, económicos o de otra índole, ha devenido en paradigma para la nación, a raíz de las profundas transformaciones que remueven  todos y cada uno de los resortes (físicos y espirituales) que la sostienen. Probablemente su autor, “vital e interactuante con la literatura de su Santiago natal, y […] con la de la islaâ€,[6] coquetee con un conjunto de poemas al respecto. Ojalá así sea.  

Finalmente, el pasado mes de abril se supo la buena nueva, que Santiago de Cuba, junto a La Habana, se prepara para insertarse en la Red de Ciudades Creativas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El motivo escogido fue la música. Quizás, en lo adelante, se tenga presente en asociar a Santiago a la red temática de ciudad creativa en literatura, esa idea sería tentadora para los que hacen del arte de la palabra, y específicamente la poesía, su apostolado.

Notas y referencias bibliográficas

[1] Ronald Antonio Ramírez Castellanos. Ciudad letrada: Santiago de Cuba en su discurso literario. Disponible en http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0253-92762015000200012

[2] Este poema, así como Santiago de Cuba de Manuel Navarro Luna, están disponible en Santiagoenmi https://santiagoenmi.wordpress.com  /santi/about ago-en-la-poesia/ 

[3] Audio disponible en La Jiribilla http://www.lajiribilla.co.cu/2008/n378_08/poesia.html.

[4] Ramón Luis Herrera Rojas (Coordinador). Panorama de la literatura infantil juvenil. Editorial Universitaria Félix Varela, 2018, p.13.

[5] Ãdem, p.10

[6] Sobre José Fernando Orpí Galí en Santiago Literario, p.270



De paseo por La Mancha: otra lectura a la obra Don Quijote

Hace 415 años, a comienzos de 1605, salía a la luz la primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Diez años después comenzaba a circular la segunda entrega de este magno libro, considerada como la verdadera, pues un año antes se imprimió una versión apócrifa con el objetivo de atacar a su autor, debido a que algunos personajes de la época se sintieron agraviados en la primera. Don Quijote, como habitualmente se alude a ella, fue escrita por un soldado, al que por tener inutilizada su mano izquierda, se le conoció como “Manco de Lepanto,†que a decir del filólogo y escritor español José Manuel Lucía Megías,“si hubiera nacido en el siglo XXI, habría sido viajero. Probablemente capitán de vueloâ€, lo cual nos describe a un hombre predispuesto a la aventura.

De nombre Miguel, que pudiera llamarse Don Quijote de Cervantes y Saavedra, porque entre él y su personaje se desdibujaron las fronteras, nació en un lugar de España, Alcalá de Henares, un 29 de septiembre de 1547, y falleció un 23 de abril de 1616, día referencial para celebrar el idioma español.  

La obra, un gran paso en el camino hacia la creación de la novela moderna, revolucionó la literatura de tal modo que, según se dice, es la más leída después de La Biblia. Y algo de cierto debe de haber en ello pues desde entonces hasta la fecha todas las artes, los medios de comunicación y la propia literaria, no han dejado de recurrir –volver– a ella, reinterpretarla; tiene la misma un mensaje latente, vivo, perceptible, de resistencia, libertad, honor, fidelidad y amor (el ideal) disponible para dialogar con muchos y diversos públicos. Incluso aquellos que no han pasado de la portada del libro emiten juicos y valoraciones como los que han dejado el hueso en el papel. El cine, la radio, la televisión, el teatro y la danza son los queridos culpables.

Si alguien duda todavía de su impronta y trascendencia, recuérdese que en nuestra geografía insular, heredera del idioma castellano, que hoy se prestigia de ser una nación potencialmente de lectores, El Ingenioso Hidalgo… fue el primer libro encargado a la Imprenta Nacional de Cuba, fundada en 1959, con una tirada de 100 mil ejemplares, con ilustraciones, al precio de 25 centavos. Era una propuesta sugerente, de emprendimiento, del nuevo proyecto cultural cubano en revolución, para dar a conocer a la mayoría los valores humanistas de la obra, para luchar contra todos los obstáculos, y en los que se reflejaron no pocos de nuestros próceres como Martí (“Como Cervantes, con el pie en el estriboâ€)[1] y el Che (“Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazoâ€).[2]

Acerca de lo anterior, la excelsa poetisa Dulce María Loynaz en su discurso de recibimiento del Premio Cervantes 1992 diría:

“No sé (…) si la obra cervantina ha sido comentada, absorbida con tanto amor en otros países como lo ha sido en Cuba  (…). Pero de lo que sí estoy cierta es de que en ninguna parte hemos puesto tanto amor en sacar a la luz de nuestro siglo (…) el talento y la imborrable huella que esta pluma ha dejado en todos los que de ella nos servimos para expresar nuestros sentimientos.â€[3]

No es de extrañar entonces que en este universo de las publicaciones nos sorprendan algunas novedades cuyo tema gire en torno a…, alrededor de…, a propósito de…, la obra referida. Dígase obras intertextuales vinculadas, explícita o implícitamente, con el texto aludido que influyen, de un modo u otro, en la comprensión de su discurso, hecho plausible, incluso, como metodología didáctica. 

La 29na edición de la Feria Internacional del Libro de la Habana, que se extenderá a las provincias hasta el mes de abril próximo, donde se clausurará en Santiago de Cuba, fue escenario idóneo para colocar, al alcance del público visitante, el más reciente ejemplo de un texto que reafirma la necesidad de leer a Cervantes. Lleva por título El libro de La Mancha (Editorial Oriente, 2019) poemario perteneciente a la Colección Ala y Espuela dedicado a niños y adolescentes. También, por qué no, dedicado a los jóvenes y a los que fuimos niños, pues la literatura destinada a ese grupo social tiene mucho que comunicarnos, de modo que no debemos subestimar tales propuestas.

Su autor se nombra José Manuel Espino, nacido en 1966 en un lugar de Matanzas conocido como Colón. Es, por más señas, dramaturgo, narrador, poeta, promotor, crítico literario y Presidente del Comité Provincial de la Asociación de Artistas y Escritores de la Atenas de Cuba. Además, es considerado por la crítica especializada como uno de los más importantes escritores de literatura infantil y juvenil en nuestro país, quien en 2012 comenzó a cabalgar junto a Alonso Quijano y su escudero con el libro De las sin par andanzas del Guajiriquijote y su escudetero Calvipanzón, publicado por la Editorial Gente Nueva y reeditado en 2014.

Espino, en De las sin par andanzas…, considerado como texto dinámico e hilarante por transitar por diferentes géneros –leyendas tradiciones y campesinas, poemas, teatro y exquisitas recetas–, recreó las aventuras del El Quijote en un escenario campestre, sello este distinguible que puede observarse también en El libro de La Mancha.  

Cabe mencionar que otros autores cubanos que escriben para niños y jóvenes ya habían hecho suyas las historias del Caballero de la triste figura, como el repentista Alexis Díaz-Pimienta con En un lugar de la mancha. (Don quijote en verso, quien sitúa su versión en tiempo y geografía de Cuba guajira y agreste, contada en cuartetas, décimas, octavillas, entre otras formas estróficas de la lírica española.

Acerca de la propuesta del autor matancero, si este no lo sabe (o quizás sí), sirvan estas líneas para trasmitirle –y participarle al público lector- que el poemario que construyó con un elemento fundamental denominado “sensibilidad,†luchó junto a Hospital para gatos locos (Mildre Hernández Barrios) y Une los puntos y verás (Ariel Fonseca Rivero), las otras novedades de la citada Editorial Oriente, contra los molinos de vientos del déficits de materia prima (sobre todo papel) para la producción de libros, que afecta al sector e industria editorial nacional hace más de un año. No obstante, gracias a la gestión institucional de la editorial, el Instituto Cubano del Libro y la Unidad Empresarial de Base Gráfica Caribe, hoy podemos disfrutar y compartir las buenas nuevas de un libro impreso.

Los propósitos de El libro de La Mancha se revelan desde el propio título e ilustración de cubierta, esta última a cargo del artista de la plástica Javier Dueñas (1969), nacido en Cárdenas, Matanzas. Reconocido dibujante, pintor e ilustrador de libros, miembro de la UNEAC, cuyos trabajos se adscriben a la pintura paisajística y abstracta moderna.

Y serán precisamente los motivos paisajísticos, presentes en cada página y aderezados con una imaginería colorida y ostensible, elementos dialógicos para ir redescubrimiento los personajes principales de la obra matriz, véase, Sancho, Dulcinea, Don Quijote, Rucio, Rocinante.

Este libro, divido en tres partes: Los poemas de Sancho Panza (12), Los poemas de Dulcinea (12) y Los poemas del Quijote (13), para un total de 37 trabajos poéticos, cuyos títulos se repiten en cada sección y donde se trabaja con acierto el verso rimado, las coplas, los refranes, trabalenguas, entre otras composiciones, es un producto bellamente ilustrado, donde cada pincelada aporta elementos a la narrativa poética. Véase especialmente los tres retratos, que ofrecen una particular descripción de los protagonistas no tan alejados del referente cervantino. En su conjunto, estos poemas están cargados de ingenio, se alejan de rebuscamientos y por momentos en ellos asoman ribetes de la picaresca, el humor inteligente y la sapiencia de nuestros cantores de la campiña, lo que le añaden valor al libro.

Grosso modo, El libro de La Mancha, como publicación, tiene méritos suficientes para transitar felizmente por la red de librerías y por los diferentes espacios de promoción y comercialización que en lo adelante tiene el –apretado– calendario de eventos del sistema del libro en Cuba. Si queremos que el público más joven lea en el futuro al Ingenioso Hidalgo…, debemos de situarle textos de esta naturaleza y probamente lo hagan con satisfacción.

Por sus singularidades, podría emular para ser incluido –por supuesto, considerándose a los otros libros infantiles anteriormente aludidos– en una nueva edición Del donoso y grande escrutinio del cervantismo en Cuba, si existiera esta posibilidad, que bajo el sello Editorial de la Universidad de La Habana, proyecto iniciado en el 2005 –continuado posteriormente en 2015–, conmemorando los 400 años de la publicación de la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha.

En sus páginas bien cabría un epígrafe dedicado al cervantismo en la literatura infantil, en el que algún trabajo crítico colocará, en perspectiva, lo que Espino entendió pertinente ilustrar con la palabra para el público más inteligente: el público infantil.

 

Notas y referencias bibliográficas:

[1] José Martí: Obras Completas. Tomo 20 (Epistolario), p. 38.

[2] Carta de despedida del Che a sus padres (1 de abril de 1965). Disponible en http://www.americas-fr.com/es/historia/guevara-padres.html

[3] José Antonio Baujín: “De la cabalgata cervantina por los caminos de la cultura cubanaâ€. Centro Virtual Cervantes. Disponible en https://cvc.cervantes.es/literatura/quijote_america/cuba/baujin.htm



Tío Ho: un guerrero iluminado por la poesía (+ audio)

El ser humano tiene la condición de desdoblarse en varias facetas como capacidad inherente de supervivencia ante los retos que las circunstancias le imponen. Este convierte en arte las adversidades, que como material, contribuyen a generar diálogos e interacciones de los públicos con la obra resultante, en cualquiera de las manifestaciones artísticas, en lo que vendría a ser un acto comunicativo, que no es más que uno de los efectos que acompaña el acto creativo. En el caso de la literatura, específicamente la poesía, este efecto, según el poeta y ensayista español José Ãngel Valente, “no alude [directamente] a la naturaleza del proceso creador (…) donde importaría (…) centrar la consideración de lo poético (…) para ver que la poesía es, antes que cualquier otra cosa, un medio de conocimiento de la realidad…â€[1]

La perspectiva de Valente sugiere que, “En el momento de la creación poética lo único dado [al poeta] es la experiencia en su particular unicidad…â€

Partiendo de tal apoyatura cabe destacar la idea que el arte consiste en dar forma a esa realidad, en sondear lo oscuro –desconocido– de la misma que el poeta con y desde la palabra intenta clarificar –para sí y para el otro– con el recurso que dispone, o sea, el lenguaje: hecho frase, hecho palabra, hecho verso.

La creación poética, decía Jorge Luis Borges, parte de la memoria y la memoria está hecha sobre todo de olvido; ya que [ella] –suscribiendo lo dicho por el filósofo francés Henri Bergson– escoge lo quiere olvidar.[2]

Pero existen experiencias de vida que por su impacto o afectación no pueden ser borradas del todo. Así, por ejemplo, sucede con la pérdida de la libertad en cautiverio, dígase cárcel o prisión, situación que a través de la historia tributó al surgimiento de importantes obras literarias de escritores de la talla de Cervantes (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha), Fiódor Dostoyevski (Recuerdos de la casa de los muertos; Los presidios de Siberia), Oscar Wilde (De profundis), Miguel Hernández (Cancionero y romancero de ausencias), Jean Genet (Santa María de las Flores).  

En otros géneros el tema de la prisión también ha sido articulador, véase los escritos de Nelson Mandela (Autobiografía), Mahatma Gandhi (Canciones desde la prisión), Antonio Gramsci (Pasado y presente: Cuadernos de cárcel), Martin Luther King (Carta desde la cárcel de Birmingham), José Martí (Presidio modelo en Cuba), Pablo de la Torriente (Presidio Modelo) y Fidel Castro (La Historia me absolverá), entre otros.[3]

La libertad engloba disímiles significaciones como determinación, soberanía individual, autonomía. Y desde la ética filosófica se señala que es inherente al hombre. Es por ello que ante el hecho de perderla no pocos prefieren “la muerte, hay quienes se dejan abatir por las circunstancias y hay también quienes no solo las soportan estoicamente sino también las usan como la oportunidad para definir sus vidas, sus obras y sus filosofías.â€[4] 

Reflejo de lo anterior es la obra de Ho Chi Minh (1890-1969), que amerita, por sus valores éticos, políticos, culturales y literarios, traerse nuevamente a la actualidad. Fue este un hombre cuya faceta de revolucionario y estadista ocultaron su personalidad de poeta, forjada en la dura experiencia de lucha y resistencia contra el dominio colonial, que lo llevó al presidio en 1942. De ahí, del tedio horrible del encierro, nacería el poemario Diario de prisión,[5] publicado en varios idiomas y que viera a la luz en Cuba por el sello Colección Sur Editores de la UNEAC, hace más de un lustro.

Esta edición en español fue acogida con beneplácito por el público lector cubano, sobre todo por la admiración que algunos sienten hacia ese gran artífice del pensamiento postcolonial. Y de manera general, por admiración hacia la tierra de los anamitas, acerca de los que Martí expresó:

“También, y tanto como los bravos, pelearon, y volverán á pelear, los pobres anamitas, los que viven del pescado y arroz y se visten de seda, allá lejos, en Asia (…) Trabajan. Parecen plateros finos en todo lo que hacen, en la madera, en el nácar, en la armería, en los tejidos, en las pinturas en los bordados, en los arados.â€[6]

La filosofía de vida y acción de los vietnamitas, reflejada en el escrito martiano, se percibe en el tono de los más de cien poemas de Diario…,  traducida por el poeta, narrador y ensayista cubano Félix Pita Rodríguez, catalogada por la VOV world, emisora de radio nacional de Viet Nam, como “una obra, sencilla y humana, que ayuda a los lectores a comprender mejor la aspiración de Ho Chi Minh a la independencia y la libertad nacional…â€[7]  Una obra que debiera redescubrirse, cuando se aproxima la vigesimonovena edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, en febrero de 2020, y la cual estará dedicada a la cultura y literatura de la República Socialista de Viet Nam, nación del que el bardo fuera su artífice principal. Como expresara en uno de sus versos:

“Yo del nuevo Vietnam soy el representanteâ€

La producción literaria de este país asiático, fundamentalmente después de la renovación nacional de 1986,[8] es sustancial, y su promoción, difusión y comercialización se intensificará en la FILH y en otros espacios, teniendo en cuenta que para no pocos lectores sigue siendo desconocida. No obstante, han sido publicados ensayos político-sociales por editoriales como José Martí, Pablo de la Torriente Brau, Ciencias Sociales, Ocean Sur, que sirven, de una manera u otra, como plataforma para conocer algunas particularidades de esa cultura.                                                                 

El libro que nos ocupa fue escrito originalmente en idioma chino para no despertar la sospecha de sus carceleros en cuanto a la temática de lo que escribía. Pita Rodríguez,[9] acota que Diario… se entrecruza, a veces, con el microrrelato y se caracteriza por versos rimados, (rimando haré más cortos los días en la prisión/ y esperaré que llegue mi libertad catando), así como por la síntesis, emoción y limpios de estridencias innecesarias y llenos de lirismo, en concordancia con una reseña sobre este libro en la revista chilena de literatura Punto Final.[10]

Diario… es el testimonio de un año (1942-1943) en las cárceles chinas de Chang Kai Shek, cuyas descripciones estremecen al leer poemas como Ingresando en la prisión de Tsing Si:

En la prisión los viejos acogen al que ingresa.

Blancas nubes ahuyentan las nubes de tormenta

y por el cielo, todas, libremente se alejan.

Un hombre libre, solo, permanece en la celda).

La prisión de Nan Ning:

Ésta es una prisión de estilo ultramoderno,

 que brilla iluminada por la electricidad.

Ah, pero la comida es sopa bien aguada,

 y vacío el estómago, chilla en la oscuridad.

Traslado a Tian Pao el Día del Doble-Diez:

Por todas partes han colgado faroles, y con flores

las casas engalanan. (…). Amarrado ese día, de cárcel me trasladan.

Sigue el viento obstinado contra el águila en vuelo.

La prisión de Kuo Teu:

Esta prisión parece una gran casa familiar.

En leña y en arroz, aceite y sal, cada uno se abastece

Tung Chung:

La cárcel de Tung Chung es como la de Ping Ma.

Una taza de sopa por comida.

 Gruñe el vientre vacío.                                                                           

Los poemas de Ho Chi Minh –sobre los que algunos estudiosos han afirmado que mezclan las tradiciones vietnamitas, chinas y occidentales– relatan sus reflexiones

¿Qué hacer en la prisión, sin bebida ni flores,

en noche tan radiante, luminosa y serena?

Mira el hombre a la luna que esplendorosa

Asciende.

La luna mira al poeta, a través de la reja.

O penurias:

Apenas medio cubo es la ración de agua.

Te lavas o haces té: decide por tu parte.

Si te quieres lavar, no tomes té.

Si quieres tomar té, no pienses en lavarte.

Sufrimiento:

A caza de piojos, los reclusos, despertando se lanzan.

Dan las ocho: es el gong que a la comida llama.

¡Ãnimo, camarada! Hay que comer. Los que tanto sufrimos

debemos resistir hasta que llegue el alba.

Pero también sus esperanzas, donde el centro es la libertad del ser humano:

Quien sufrió la prisión, la patria puede hacer.

 Quien soporta las penas, prueba que es hombre fiel.

Quien piensa en su país, es un hombre de bien.

Que la celda se abra y el dragón al cielo se remonte.

En 2020 se estará conmemorando 60 años de relaciones diplomáticas entre Cuba y Viet Nam y 130 del natalicio de “El iluminado,†significado del nombre Ho Chi Ming, quien naciera un 19 de mayo, fecha en que caía en combate otro iluminado y poeta: José Martí.

Sirva entonces la propuesta de lectura de Diario…, que a casi seis décadas de su primera publicación, continua dialogando –poéticamente– con las generaciones actuales, adentrándonos en el universo simbólico de esa cultura milenaria cuyos hombres y mujeres cambiaron el mapa geopolítico en el pasado reciente, al derrocar potencias como Francia y los EE.UU. Tierra en la que el 16 de septiembre de 1973, el Comandante en Jefe Fidel Castro lloró, cuando sostenía en sus manos un niño mutilado por los horrores de la guerra.[11]

Notas y referencias bibliográficas

[1] Valente, J. Ã. (1963) Conocimiento y comunicación. Disponible en http://artespoeticas.librodenotas.com/artes/727/conocimiento-y-comunicacion-1963

[2] Borges, J. L. (1996) La creación poética. En Nexos. Disponible en https://www.nexos.com.mx/?p=7698

[3] Consultar artículo de Andreu Farrás “De la celda a la gloria: 11 líderes políticos que engrandecieron su reputación en la cárcel.†Disponible en https://www.elperiodico.com/es/mas-periodico/20181215/de-la-celda-a-la-gloria-presos-politicos-7200456

[4] Obras escritas desde la cárcel. Disponible en https://www.iberlibro.com/libros/obras-literarias-escritas-en-prision-cautiverio.shtml

[5] También se le conoce como Diario de la cárcel.

[6] Un paseo por la tierra de los anamitas. En volumen I. No. 4 Revista La edad de oro.

[7] “Se presenta en Cuba el poemario “Diario de prisión†de Ho Chi Minhâ€. Disponible en https://vovworld.vn/es-ES/vietnamiberoamerica/se-presenta-en-cuba-el-poemario-diario-de-prision-de-ho-chi-minh-154005.vov

[8] Thúy Ngà. Literatura vietnamita después de 30 años de renovación nacional. Disponible en https://vovworld.vn/es-ES/cultura/literatura-vietnamita-despues-de-30-anos-de-renovacion-nacional-436427.vov

[9]Ho Chi Ming fue políglota, llegando a dominar varios idiomas además del chino, como el francés, el japonés, el ruso y el inglés.

[10] Alejandro Lavquén. Los libros. Disponible en http://letras.mysite.com/alav100314.html

[11]  Más información en el artículo “Una noticia recorre el mundo: Fidel Castro cruzó al sur del Paralelo 17â€, de Rafael Suengas Martínez. En Revista Cuba Socialista. 16 Septiembre, 2018.