revolución


Gira de la AHS, regalo de arte joven por fin de año en Cienfuegos

Del 26 al 29 de diciembre tendrá lugar en la provincia de Cienfuegos una gira de la Asociación Hermanos Saíz, regalo de arte joven por fin de año y en saludo al aniversario 64 del Triunfo de la Revolución Cubana.

De conjunto con la Dirección Provincial de Cultura, integrantes de la vanguardia artística más novel del territorio sureño llevarán sus creaciones para el disfrute de los pobladores de asentamientos vulnerables.

Danaysi Brito Hernández, vicepresidenta de la filial cienfueguera de la organización, dijo a la Agencia Cubana de Noticias que se presentarán en algunas comunidades en transformación, en los municipios de Palmira, Cruces, Cumanayagua y la cuidad cabecera.

Resaltó que participarán Nelson Valdés y su grupo y el poeta Marcos David Brunet Fernández, más conocido como el Kíkiri de Cisneros, quienes conforman un excelente dúo, mientras el primero canta y el segundo improvisa.

Asimismo, mencionó, se sumarán la solista Danaysi Brito, el cantautor Ariel Barreiros, el Mariachi Los Reyes y la intérprete Farisleidy Calderón, entre otros.

Además de esta gira, precisó Brito Hernández, mantendremos las actividades habituales de la AHS en su sede en el Centro Cultural Benny Moré, más conocido como el Bartolo.

Los jueves, apuntó, se desarrolla el café literario Dios y los locos, a cargo del poeta Ian Rodríguez, y los viernes contamos con la presencia de la agrupación The Figaro´s Jazz Club, dirigida por el destacado cantante, compositor y productor musical Luis Barbería.

Agregó que dos sábados del mes acontece un encuentro dedicado a la música flamenca y para los domingos reservan la peña El patio de mi casa, con el trovador Nelson Valdés y sus invitados.

A finales de 2021 los miembros de la Asociación también se incorporaron a una gira por los ocho municipios de Cienfuegos, en la cual estuvieron presentes los payasos Merengue, Panetela y Lequeleque, con los invitados especiales Joel Martínez Casanova, Reinier en la telenovela Vuelve a mirar, y Rolando Rodríguez Alonso, el Yeyo de la serie Lucha contra bandidos.


Los hermanos Saíz, jóvenes que son esencias (+Video)

Tal vez Esther, cuando veía a sus niños jugar en la casa, leer o escribir los primeros versos, nunca imaginó la dimensión que alcanzarían esos dos pequeños. Seguramente durante la adolescencia ya se sentía orgullosa de ellos, y quizá hasta preocupada por la fuerza de sus ideas y el valor con que las defendían en un contexto tan peligroso. Aquel 13 de agosto de 1957 fregaba en la cocina de su casa, cuando sintió algunos disparos a lo lejos, y su alma, su mente, su corazón… lo supieron: “Me mataron a los muchachos”. 

Lágrimas, dolor, impotencia… debe haber sentido aquella maestra de instrucción pública, que perdió en cuestión de segundos a sus dos únicos hijos. Ahí, frente al cine, fueron baleados, dos hermanos morían defendiendo uno al otro. Ese debe ser siempre el espíritu que acompañe a los miembros de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en toda Cuba, una familia grande que se ayude siempre, con fidelidad a sus esencias, que nos vienen de aquellos dos jóvenes y de la tradición artística y heroica de este pueblo. ¿Cuánto debe haber sufrido también el padre, el juez Luis Rodolfo Saíz?

Casi nunca se dice, pero hacían apenas seis días del cumpleaños de la madre. Aquel 7 de agosto, cuando la felicitaban, ella no podía imaginar lo que sucedería poco después.

Me sumerjo en el documental ¿Por qué luchamos?, que indaga en las vidas de Luis y Sergio, con dirección de Danny González Lucena e idea original de Bladimir Zamora. Escucho y veo a Esther, a la entonces novia de Luis, a vecinos…, a personas que los conocieron. Los imagino siempre activos, leen a Martí, a Marx, escriben, polemizan, caminan por su San Juan, sueñan con una Cuba mejor y confían en la inteligencia y el coraje de Fidel y otros barbudos, que desde la Sierra Maestra eran motivación importante.

A mí lado están también los libros Los antepasados, selección de 10 cuentos de Luis Saíz Montes de Oca, con selección y prólogo de Eldys Baratute; y Juventudes, artículos y ensayos de los dos hermanos, recopilados por el investigador y profesor Luis Figueroa. 

Impresionan la profundidad y proyección de sus pensamientos, a pesar de las edades, en textos, como Las razas, el problema racial en Cuba; Juventud, fuerza salvadora; Juventudes, La Generación del Centenario; Mártir de Dos Ríos; ¿Por qué luchamos…?, ¿Por qué no vamos a clases?, con una preocupación social constante que los llevó a escribir también notas sobre Política agraria y Economía Política.

Manantial de ideas y aprendizajes

Familia Saiz. Foto: Archivo

Su pensamiento ideológico merece revisitas constantes, para comprender mejor las particularidades de aquella etapa y de una generación que desde centros escolares y también el activismo revolucionario soñaba con una Cuba sin dominios neocoloniales. 

Sergio, por ejemplo, en su texto ¿Por qué no vamos a clases?, expresó:

“Ser estudiante no es sólo repetir en un examen materias, la mayor parte de las veces aprendidas ligeramente, ni asistir todos los días a clases y hacer de vez en cuando una trastada. Hay mucho de comercial en el estudiante solo preocupado por la obtención de un título: para él, el instituto o la universidad, serán graciosamente estanques de juegos. Ser estudiante es algo más que eso, es llevar en su frente joven las preocupaciones del presente y el futuro de su país, es sentirse vejado cuando se veja al más humilde de los campesinos o se apalea a un ciudadano. Es sentir muy dentro un latir de patria, es cargar bien pronto con las responsabilidades de un futuro más justo y digno, es guiar al ciego y llevarlo al porvenir”. 

Luis, quien a la edad de 12 años representó el papel de Abdala, obra escrita por el Apóstol José Martí, manifestó en su artículo Juventudes, que “la hora es nuestra, porque nuestra es la solución y el afán de lucha que nos invade. No morirá en el cuerpo de ningún combatiente, ni podrán ahogar el espíritu de rebeldía de ningún compañero caído pues las ideas no se matan. Por eso estamos seguros del triunfo y luchamos con la esperanza del día grande en que podamos, rifle en mano y corazón limpio, levantar la bandera, que guarda desde el 19 de mayo de 1895, la llama de la Revolución Cubana, porque esta quedó trunca en la caída de Dos Ríos, con José murió, pero como ni él ha muerto, pues es cosa viva y presente, ella tampoco. Y los dos esperan, y los dos siguen vivos. José Martí, la idea revolucionaria grande, justa y digna. Ser joven hoy en día, lo sabemos bien, es algo más que tener de 15 años en adelante es, ante todo, estar ocupando el puesto en la lucha por la Libertad, es vivir conscientes del deber generacional. Es estar dispuesto a empuñar el rifle y razón en aras de la Revolución necesaria”.

En su texto ¿Por qué luchamos?, de mayo de 1957, escribiría Luis: No tenemos más que nuestras vidas avaladas con la honradez de un pensamiento justo y una obra inmensa que realizar, y como ofrenda de devoción y desprendimiento los hemos depositado en los brazos de la Revolución Cubana -justa, grande, renovadora, honrada, socialista-, sin más esperanzas que ver algún día cumplidos estos sueños que hoy, en plena juventud y calor de lucha, llevamos a estas cuartillas.

La lucha que nos espera, la obra que tenemos por delante, y el recuerdo imborrable de los hermanos caídos, abrazados a este mismo ideal que sentimos, no permitirá que quede trunca o incumplida, y la obra revolucionaria será algún día orgullo de todos…”

Apuntes breves sobre la obra literaria

La poesía de aquellos dos muchachos apasionados del arte y la cultura en general, tiene innegables valores literarios. Hay en sus versos amor, romance, incluidos algunos tal vez para muchachas que los hacían suspirar, como Ayer y hoy, Tu recuerdo, Aunque quieras volver y Vendrás, en el que se puede leer: ¡Vendrás algún día/ en busca de mi amor!/  Llegarás anhelante/ de las caricias mias/ Volverás a tratar/ de que te ame otra vez/ ¡Vendrás…! lo sé y te espero/ Te espero ansioso/ porque sé que vendrás / y entonces te saludaré/ con la misma frialdad/ de una amiga de ayer.

Cuentos como Deshonra, La pecadora con los ojos vírgenes, Los antepasados, Mi amante: la tierra, Mis cinco dedos del pie izquierdo y Sangre en los surcos muestran la capacidad narrativa de Luis y la preocupación constante por los prejuicios y las dificultades de los campesinos y otros pobladores de su etapa, reflejado con sagacidad en sus letras. Leídos de manera cronológica, se percibe también en los relatos la madurez literaria, que iba alcanzando el autor, con mayor voluntad de atrevimiento y experimentación en cuanto a las formas, como expresa el escritor guantanamero Eldys Baratute en el prólogo del libro Los antepasados, publicado en 2021 por Ediciones Aldabón, de Matanzas.

La AHS y el homenaje permanente

Monumento a los hermanos Sergio y Luis Saíz Montes de Oca. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Luis y Sergio deben vivir siempre en las venas y el corazón de la AHS y los jóvenes creadores cubanos. A nosotros nos llena de orgullo que su madre Esther en cierta ocasión expresara que si ellos estuvieran vivos les gustaría pertenecer a la AHS, por lo que es y representa. 

A veces los imagino entre nosotros, simbolizan lo que somos y a lo que aspiramos siempre: esa dimensión de humanismo, sensibilidad, amor a la creación en general y a Cuba, el afán de superarnos, de compartir con la gente y hacer el bien desde el arte y las acciones.

Durante todo agosto realizamos disímiles actividades a lo largo del país, con Luis y Sergio en el pecho, y también con Fidel, que siempre deberá acompañarnos. Ahí están la reapertura de la Casa-Museo -el lugar donde vivieron aquellos poetas y donde siempre se sentirán sus versos-, el ascenso de jóvenes creadores al Pico Turquino, cruzadas literarias en Camagüey, Cienfuegos, Villa Clara y Sancti Spíritus, presentaciones artísticas en barrios y las sedes de la AHS en cada provincia. Y ha palpitado también la solidaridad con nuestros hermanos de Matanzas, en el enfrentamiento al fuego y a favor de la vida y la esperanza, que son dos formas de poesía.

También por Luis y Sergio, nuestra organización tiene el reto de ser eternamente joven, como una familia grande que se renueva de manera constante, fiel a su espíritu más allá del arte, con luces y herejías, sueños y ambiciones en el propósito que tiene cada generación de construir su impronta.

Actualmente somos más de 3 500 miembros en el país: escritores, actores, dramaturgos, investigadores, músicos, artistas visuales, realizadores, periodistas, promotores… Contamos con una amplia plataforma de promoción, becas y premios, eventos y jornadas de programación, todo lo cual favorece el protagonismo indiscutible dentro de la sociedad cubana, pero los desafíos también se actualizan y hasta crecen. Navegamos en un mar de retos, donde es importante conocer los inicios, la épica de una vanguardia que debe ser en todo momento consecuente con sus esencias.

En video, Mesa Redonda dedicada a los hermanos Saíz


Volver a Palabras 60 años después (+ Videos)

(Tomado de Cubaliteraria)

Una voz joven dentro de la cultura cubana actual nos comenta sobre Palabras a los Intelectuales, se trata de Yasel Toledo Garnache, vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz.

El periodista, ensayista y narrador, en entrevista vía online para Cubaliteraria, respondió varias preguntas relacionadas con la vigencia e importancia de Palabras…, hecho trascendental en la historia de La Isla, que este año llega a su aniversario 60.

¿Qué importancia tuvo Palabras a los Intelectuales, 60 años atrás, tanto para los intelectuales cubanos, como para la naciente Revolución?

Palabras a los Intelectuales sigue palpitando como una especie de ser vivo, que guía, alerta y también exige inteligencia y capacidad de readaptación, para jamás perder la vitalidad ni la belleza. Es mucho más que un texto o una intervención.

A veces me gusta imaginar cuáles fueron los tonos en la voz de Fidel, sus gestos, la mirada…, ¿qué pensaban las personas en el público?, ¿cómo reaccionaban?… Hubo aplausos, muestras del apoyo y la confianza construida durante varias partes del diálogo.

Aquellos intercambios fueron fundamentales para el análisis del panorama cultural en un contexto muy complicado, pero su mayor transcendencia se debe sobre todo a lo realizado después. Si todo se hubiese quedado en ideas, promesas y aplausos, los resultados hubiesen sido nefastos.

Recordemos que en abril de ese mismo año (1961) ocurrieron bombardeos, la invasión mercenaria por Playa Girón, bandas financiadas por Estados Unidos asesinaban a campesinos y maestros en zonas del Escambray… Gravitaba una amenaza constante sobre Cuba, el mismo país que en medio de tanto declaró el carácter socialista de la Revolución, venció a los invasores, y además realizaba una Campaña de Alfabetización a lo largo de todo el archipiélago.

A pesar de las complejidades Fidel, el mismo barbudo que lideró la victoria en la Sierra Maestra, el joven de 34 años que conducía a la nación entre tantas tempestades, se sentaba a conversar con los más sobresalientes creadores del país. Eso demostraba el interés en la cultura, la conciencia de su importancia como parte esencial del alma de la Revolución. Lo ocurrido durante aquellos meses dice mucho también de la capacidad para fundar y crear de este pueblo en las más complicadas circunstancias.

Los encuentros y la intervención de Fidel fueron esenciales para inaugurar el diálogo directo, profundo y sincero entre los escritores y artistas y la más alta dirección de la Revolución. Resultó vital la confianza y las reflexiones sobre el papel de la cultura en la nueva sociedad, pero lo más significativo fueron las acciones y los sueños que se derivaron de aquel debate.

Debemos mencionar, por ejemplo, la creación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y buena parte del sistema institucional de la Cultura, conformado precisamente para servir a los creadores e impulsar proyectos que contribuyan a un arte para todos.

Mucho de lo que hoy nos parece normal tuvieron un impulso esencial en aquellos encuentros y las consideraciones de Fidel.

Yasel Toledo Garnache

¿Qué vigencia cobra en este contexto, donde las principales batallas se libran en un contexto diferente al de hace seis décadas?

Uno de los mayores encantos de Palabras a los Intelectuales es su capacidad para no envejecer. El líder histórico de la Revolución, pensador y creador indiscutible, no dio recetas ni esquemas. Palabras… es una plataforma de esencias, que siempre necesitará sensibilidad e inteligencia más allá del arte. Ahí late un proyecto de país, que tiene a la cultura como corazón esencial, elemento de resistencia, orgullo, espiritualidad y belleza.

Resulta indispensable tener ese espíritu en nuestras maneras de pensar y actuar, en el afán permanente de servir a la cultura y a la sociedad toda. Los desafíos cambian y hasta se redimensionan, más en un contexto de nuevas dinámicas, algunas de las cuales están relacionadas con el mundo digital, convertido a veces en selva.

Ser consecuentes en estos momentos con las ideas de Fidel es lograr el perfeccionamiento del sistema institucional de la cultura, dialogar cada vez más con los creadores, escucharlos siempre y aprovechar la inteligencia colectiva a favor de la nación y nuestro pueblo. Concretar más anhelos y seguir fundando.

El amor verdadero a la creación y a Cuba será siempre esencial, desde la crítica, las proposiciones y los hechos individuales y colectivos. Fidel tuvo otros muchos encuentros con creadores y artistas, que complementan y hasta actualizan sus criterios de 1961. Recordemos, por ejemplo, sus palabras en la fundación de la Uneac, en el intercambio con jóvenes creadores de la Asociación Hermanos Saíz en marzo de 1988, y en diversos congresos. El espíritu y las esencias de aquellas Palabras… de 1961 siempre serán esenciales para la cultura y Cuba como nación. Nunca deberán ser olvidadas ni meramente repetidas.

¿Cómo propone a los más jóvenes acercarse a Palabras a los Intelectuales?

Lo mejor es siempre sumergirnos en todo el texto, sin extraer frases aisladas, cualquier análisis debe incluir también el contexto en que ocurrieron los intercambios, pero lo más importante es que nos ayude a ser mejores, a superarnos en todos los aspectos.

Recomendamos, además, leer intervenciones posteriores de Fidel relacionadas con la creación artística y la cultura en general. Nos alegra mucho que con motivo de este aniversario 60 nazcan nuevos proyectos editoriales que se acercan a los hechos desde las miradas de diversos creadores, incluidos algunos de quienes estuvieron presentes aquellos días en la Biblioteca Nacional.

Es muy pertinente acercarse también al discurso del actual Presidente de la República Miguel Díaz-Canel en el IX Congreso de la Uneac, efectuado en junio del 2019, cuando despertó también aplausos y algunos de los presentes hasta se atrevieron a decir que fue la segunda parte de Palabras a los Intelectuales. En verdad, el mandatario analizó con precisión riesgos para Cuba como nación y retos culturales del momento, que debemos superar con las esencias expresadas por Fidel.

Quienes deseen tener una visión integradora de la cultura cubana en la Revolución, sus desafíos y proyecciones, necesariamente deben analizar los dos discursos, hijos de contextos diferentes dentro de un proyecto social. eminentemente humanista, inclusivo, artístico y revolucionario.


Libro Periodista de provincia o el desafío de narrar desde el humor (+Video)

Hace poco llegó a mis manos el libro Periodista de provincia, del villaclareño José Antonio Fulgueiras, quien ha tenido experiencia como reportero en diversos medios, incluidos los periódicos Granma y Vanguardia, y actualmente como corresponsal de la agencia Prensa Latina.

Varias veces había escuchado sobre esa obra, publicada en el 2012 por la editorial Capiro e integrada por 55 crónicas breves, por lo cual me sumergí rápidamente en sus páginas. Desde la primera, Lam en Sagua,hasta la última, con igual título que todo el volumen, su autor nos propone un viaje por parajes y situaciones, en las que siempre está presente el humor.

Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y autor de otros títulos como El hombre por dentro (1994), Con el santo claro (1995), Gambia: el perfume de las raíces (2000), Víctor Mesa: el béisbol en vida (2002), Cerca del Che (2004) y Tal vez pura coincidencia (2007), Fulgueiras, nacido en Sagua la Grande en 1952, narra hechos desde el realismo y un humor, que suele provocar sonrisas y hasta carcajadas; sin embargo en el centro están siempre sus experiencias reporteriles y visiones a través de la lupa periodística y sus cualidades como cubano sato.

Algunos textos reflejan anécdotas de cuando se desempeñaba como operario C del Centro Telefónico de Sagua, pero ya sentía esa vocación inevitable de periodista y entrevistó, por ejemplo, al pintor Wilfredo Lam.

Entre las crónicas se incluye «El Migue», referida a la etapa en que el actual Presidente de la República se desempeñaba como Primer Secretario del Partido en Villa Clara, y jugaba softbol los sábados junto a periodistas y otras personas.

José Antonio Fulgueiras

Ahí está el humor y también el cariño hacia quien solía ser pitcher titular y segundo, tercero o cuarto en la alineación ofensiva, hacia quien conectó un jonrón decisivo en un torneo nacional de la prensa, propinaba ponches, pero también se molestaba un poco cuando alguien le conectaba un jit, hacia quien después fue Primer Secretario del Partido en Holguín, Ministro de Educación Superior, Vicepresidente de los Consejos de Estado y hoy lidera la nación.

A través de sus letras uno descubre al hombre bromista y amante de los deportes, que se ha ganado la admiración de muchos. En «Cien minutos con Fidel» nos acerca también al Líder Histórico de la Revolución, cuando en un recorrido estuvo en una situación incómoda al hacerle una pregunta que no tenía ninguna relación con el contexto o temas del momento.

 

Otras crónicas son «Un santo del periodismo», «Asesinato», «Pequeña agenda», «El vicio de fumar», «Blandito y Pedrito», «La prueba de conocimientos», «Confieso que pequé», «El show de travestis», «Muñecón», «El masajista», «Diles que no me maten», «La ruta de las serpientes» y «La tesis y Tartufo», estas dos últimas referidas a escenas de la etapa de estudiante. Resultan muy favorables la riqueza narrativa y el costumbrismo presentes a lo largo de las 200 páginas.

En una ocasión el Premio Nacional de Periodismo por la Obra de la Vida José Alejandro Rodríguez definió este libro como una “cebolla picante”, por esa capacidad de motivar carcajadas hasta el punto de hacer salir lágrimas a veces.

Durante su lectura uno piensa también en lo bueno que sería cultivar más en la actualidad el periodismo humorístico, una especie de imán para lectores de todas las generaciones. Aquí se presentan de forma graciosa situaciones incómodas como amenazas de algunos por críticas recibidas o rutinas productivas y maneras “cuadradas” de pensar de directivos, incluso dentro de los medios de prensa.

Uno de los riesgos de este volumen es la inclusión de anécdotas demasiado personales o “provincianas”, pero las situaciones y la manera de contarlas rebasan lo circunstancial y las peculiaridades de contextos específicos.

Entre bromas, esta obra es testimonio de las realidades y dinámicas de un periodista, fuente de conocimientos para quienes hoy ejercen la profesión con particularidades diferentes y similares.


«Entre la carta y el asalto»: La fuerza de la Historia (Dossier + libro)

Presentación al libro “De la carta al asalto” de Frank Josué Solar Cabrales

Por: Dr. Eduardo Torres-Cuevas

 

Sin su reconstrucción, la historia tiende a ser pura ficción no siempre novelada y carente de la poesía de la vida sobre la cual se construyen mitos y leyendas, juicios prejuiciados, imaginarios colectivos y seudohistorias. Si se trata de los procesos más recientes —piénsese en la relatividad de los tiempos históricos—, la complejidad puede asociarse a vacíos en la información, documentación incompleta, testimonios interesados —casi siempre vistos los hechos desde el observatorio en el que estaba colocado el testimoniante— y la carga subjetiva del escribidor —seleccionador de textos y testimonios y autor de la lógica e intencionalidad de lo escrito—. El tiempo suele jugar malas pasadas a los analistas porque lo más difícil no está solo en la interpretación de textos y contextos, también se halla en el espíritu de una época; la diversidad de individualidades —visiones y culturas personales—; en el sentir y en el vivir de una generación colocada en situaciones propias e irrepetibles, alguno de cuyos rasgos parecen mutilados por Cronos. El historiador se encuentra conque actores importantes de la época que quiere estudiar perecieron en la vorágine de los acontecimientoso producto del transcurrir de los años. Su silencio es definitivo. Solo tendrá intérpretes interesados.

La historia de la Revolución Cubana no es el estudio ideal de un proceso sin contradicciones —en blanco y negro—; constituye un intrincado campo de opciones, debates, reveses, alternativas —convergencias y divergencias— en el cual la unidad es compleja porque las circunstancias, no pocas veces, alteran el resultado de las intenciones. En ello influye la formación diversa de los hombres y mujeres que participan. El golpe de Estado de Fulgencio Batista y la suspensión de la Constitución de 1940, dan inicio a la creación de una situación revolucionaria. Desde la génesis hay una marcada diferencia entre los viejos políticos desplazados y una juventud que no solo quiere combatir al régimen dictatorial, sino a todo el sistema corruptor y corrupto que ha sufrido Cuba desde la década de los años treinta. Fidel Castro llama a su organización: “La Generación del Centenario”.

La Universidad de La Habana es, desde el mismo día del cuartelazo, el más destacado centro contra el régimen impuesto. Una juventud —la mayoría entre los 14 y 30 años— siente el deber de liberar a Cuba no solo de la dictadura, sino de los males que introdujeron la corrupción interna y la dependencia externa. Uno de los primeros grupos creados para combatir la dictadura fue el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR). Su líder, el profesor Rafael García Bárcena, expresó el sentir de la juventud cubana pocos meses después del golpe de Estado: no queremos lo que se instauró el 10 de marzo ni lo que existía el 9 de marzo. Muchos de los jóvenes participantes del MNR fueron, en 1956, de los primeros integrantes —junto con los moncadistas y la organización oriental de Frank País—, del Movimiento Revolucionario 26 de julio, primera organización de unidad revolucionaria.

El 26 de julio de 1953, los jóvenes integrantes de la Generación del Centenario ejecutaron los ataques a los cuarteles Moncada (Santiago de Cuba) y Carlos Manuel de Céspedes (Bayamo). El documento de defensa de su líder Fidel Castro, conocido como La historia me absolverá, resultó el más completo texto para un proyecto revolucionario de transformación de la sociedad cubana tal y como lo deseaba lo más avanzado de su juventud. El propio acto insurreccional sirvió de ejemplo: a la dictadura se le combatía; no se entraba en falsas negociaciones ante las cuales el batistato nunca haría concesiones estratégicas.

En el interior de la Universidad de La Habana, el movimiento estudiantil se radicalizaba bajo el liderazgo de un joven estudiante de Arquitectura, José Antonio Echeverría —con apenas 19 años cuando se produjo el cuartelazo batistiano—. El 30 de septiembre de 1954 era elegido presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU); como vicepresidente lo acompañaba otro indiscutido líder revolucionario, Fructuoso Rodríguez. A partir de ese momento, el enfrentamiento al régimen castrense fue la prioridad de la FEU, lo cual implicaba, no solo la lucha armada en Cuba sino también contra los regímenes dictatoriales en América Latina.

El 24 de febrero de 1956 —fecha en que se conmemoraba el inicio de nuestra Guerra de Independencia— José Antonio hace pública la creación del Directorio Revolucionario, no solo como brazo armado de la FEU sino como promotor de la unidad revolucionaria y partícipe de “la Revolución Nacional”. El discurso de José Antonio el 9 de marzo de 1956, Contra las dictaduras de América, expresaba el principio latinoamericanista que acompañaría a las proyecciones del Directorio.

La obra que presentamos es un riguroso trabajo sobre las búsquedas y dificultades para el logro de la unidad revolucionaria. Más que prejuicios, se resaltan las dificultades que el acontecer diario coloca en un proceso en el que los protagonistas no siempre tienen la comunicación necesaria y lo impredecible deja huellas y heridas profundas. Para lograr la unidad revolucionaria existen estrategias. La de Fidel, centrada en el programa transformador del Moncada, concibe al Movimiento Revolucionario 26 de Julio como la expresión militante activa, ideológica y política de los revolucionarios desvinculados de la vieja política y sus personeros; la del Directorio, partía de la unión de todas las fuerzas antibatistianas.

Es importante destacar aquí que el Directorio no nació solo para derrocar a la dictadura. Como organización revolucionaria tenía una definición revolucionaria. En su Manifiesto al Pueblo de Cuba, en el punto 11, se afirma: “La Revolución se asienta sobre principios fundamentales de Libertad Política (Democracia), Independencia Económica (Nacionalismo) y Justicia Social (Socialismo)”. Los referentes históricos eran diferentes a los del 26 de julio. Mientras este último se expresaba como continuador de las luchas mambisas, el Directorio lo hacía en el referente universitario de la revolución de 1933: el Directorio Estudiantil de 1930. Ello marcaba dos estrategias de lucha diferentes. El Directorio Revolucionario centraba sus acciones en La Habana, en el “golpear arriba” para desencadenar la huelga general; el 26 de Julio se apegaba a la experiencia mambisa de crear un ejército libertador en las montañas orientales.

No resultaban extraños, en medio del fragor de la lucha, los debates entre las organizaciones revolucionarias. Muchos conceptos están cargados y recargados de incidentes o visiones de época. En un documento publicado en el suplemento de la revista Alma Mater de marzo de 1956, se afirma que los obreros constituyen “la clase revolucionaria por necesidad y conciencia” y que el Directorio tiene su pupila visionaria en “la gran tarea de la Revolución Nacional, a la cual han de prestarle toda su energía creadora las fuerzas sanas que integren o coordinen con el Directorio Revolucionario”. La democracia, el nacionalismo y el socialismo conforman los objetivos de la “Revolución Nacional” que promueve el Directorio Revolucionario.

Las interioridades, complejidades y acontecimientos del proceso revolucionario y, en particular, las circunstancias y hechos que marcan la trayectoria del Directorio Revolucionario, con sus antecedentes y consecuencias entre la firma de la Carta de México y el combate del Palacio Presidencial, constituyen el objeto de esta obra. Abunda en información, en muchos casos no conocida. No pretende su autor hacer la historia del Directorio. Lo que nos presenta, apenas es un segmento de ella, pero trascendental para entenderla y comprender las dificultades de la unidad revolucionaria.

El ataque al Palacio Presidencial ha provocado debates no siempre históricamente bien fundamentados. Algunas veces mal intencionados. No se trató de un hecho desesperado, mal planificado o de ingenuidad militar. La tesis del Directorio de “golpear arriba” no descansaba solo en el ajusticiamiento del dictador. Ello se concebía como punto de partida para una insurrección con el régimen decapitado y desarticulado. Esa insurrección llevaría a una huelga general nacional que pondría fin al batistato y, más importante, abriría las puertas a la Revolución. Esta acción no resultaba un hecho aislado; era la operación principal dentro de una estrategia política revolucionaria planificada por la dirección del Directorio. La de Radio Reloj le daba su dimensión política al 13 de marzo. Por ello, el máximo líder de la organización, José Antonio Echeverría, a su pesar, no está en el enfrentamiento de Palacio. Su misión consistía en dirigirse al pueblo de Cuba y llamarlo al combate; iniciar la insurrección —que tendría su estado mayor en la Universidad— y provocar la resistencia popular que desembocaría en la huelga general. Era importante destacar que las acciones las desarrollaba el Directorio Revolucionario con importantes participantes que habían pertenecido o pertenecían a la Organización Auténtica (OA).

En las reuniones de la dirección del Directorio se valoraron diversas variantes. La incorporación de Menelao Mora Morales y su grupo permitió precisar las características de la operación; sería una acción comando, teniendo en cuenta el armamento, las municiones, los hombres y el tiempo. En la cuestión puramente militar, tres hombres resultaban importantes por su experiencia —que no poseían los generales de salón del ejército batistiano—. Adelanto aquí un asunto importante a la hora de valorar, desde el punto de vista militar, el asalto a Palacio. El desarrollo de este tema forma parte de los contenidos de mi obra en preparación Los eslabones quebrados. Los tres militares eran españoles —por lo que, entre los cubanos, se les conocía como los tres gallegos—. Sus lugares y destinos en estos acontecimientos fueron diferentes, lo cual tuvo serias consecuencias en el fracaso de la operación.

El primero a tener en cuenta es Daniel Martín Labrandero. Poseía una historia extraordinaria y un conocimiento en la preparación de operaciones militares. Ex coronel jefe de la décimoquinta Brigada Internacional en la Guerra Civil Española, pasó a Francia al término de esta; al ser ocupado el país por los alemanes, se incorporó a la resistencia; capturado, se le internó en un campo de concentración del que fue liberado en 1945; solicitó de inmediato trasladarse a Cuba; en 1947 participa en los preparativos de Cayo Confite. Para el Directorio, Daniel era el jefe militar indiscutido para la preparación y ejecución de la acción de Palacio. Pero, los acontecimientos frustraron su participación. En medio de los tanteos de los preparativos es apresado por las fuerzas de la tiranía. El Directorio organiza su fuga de la prisión  del Castillo del Príncipe, pero, durante el hecho, cae muerto el 30 de diciembre de 1956. Julio García Olivera, segundo jefe de acción del Directorio, en su libro Contra Batista, escribe: “Reflexionando mucho sobre esto, he pensado que con la presencia de Martín Labrandero se hubieran salvado muchos de los problemas” (p. 319).

El segundo de los “gallegos” era Carlos Gutiérrez Menoyo. Su historia no era menos impresionante. A los 16 años se incorporó a las fuerzas de la Francia Libre en África bajo el mando del famoso general Leclerc, participando en la “guerra del desierto” contra las fuerzas alemanas del Afrika Korps que estaban bajo el mando del mariscal Rommel. Con posterioridad combatió en Italia, en el desembarco de Normandía y en Alemania. Fue condecorado y obtuvo el grado de subteniente. Emigrado en Cuba, participó en los preparativos de Cayo Confite, en 1947. Era el hombre ideal para un ataque comando, pero no tenía la experiencia organizativa de Martín Labrandero. Por ello, se le nombró jefe del comando que atacaría el Palacio y le daría muerte a Batista. Durante esta acción pierde la vida.

Del tercer “gallego” se tienen pocos datos y estos son confusos. Conocido como Ignacio González, también usaba el nombre de Marcelino Manen, había sido combatiente en la Guerra Civil Española. Se le asignó la jefatura de las fuerzas de apoyo. Estas no entraron en acción. García Olivera escribe: “Marcelino Manen jamás se presentó después a dar una explicación sobre lo sucedido. En el mes de junio salió al exilio hacia Costa Rica donde se unió a Eufemio Fernández” (pp. 318-319).

Eufemio era uno de los principales “jefes de acción” de la Organización Auténtica. Había participado en la Guerra Civil Española y tenía fuertes vínculos con la emigración republicana española en Cuba. Desde 1948 estaba vinculado al presidente Carlos Prío Socarrás. Antes, en 1947, fue uno de los principales organizadores de la expedición contra el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Lo más interesante resulta la composición del Estado Mayor de su batallón, el Guiteras: Daniel Martín Labrandero, jefe del Estado Mayor; Carlos Gutiérrez Menoyo, jefe de la 1ra. compañía; Ignacio González, jefe de la 3ra. compañía. Algunos de los desertores del 13 de marzo también se unieron a Eufemio en Costa Rica, entre ellos “veteranos de la Guerra Civil Española”. ¿Qué papel desempeñaron la Organización Auténtica, y en particular Eufemio Fernández, en los extraños sucesos que rodean a la acción de Palacio? Mucho queda por estudiar teniendo cuidado con las versiones interesadas.

En su alocución por Radio Reloj, José Antonio precisa que es el Directorio Revolucionario el ejecutor de las acciones del 13 de marzo, al que se le han unido otros grupos independientes, como el de Menelao Mora, caído heroicamente en Palacio.

Los jóvenes del 13 de marzo, como antes los moncadistas, fueron a liberar a Cuba de la tiranía siempre conscientes de que la muerte era una posibilidad. Es en ello en lo que radica la valentía, el patriotismo, la entrega —si es necesario— de la propia vida. Cuando se leen los documentos, se observa la alegría de poder entrar en combate; de romper la inercia de la espera: la aspiración de ser héroe, pero sabiendo que también se puede ser mártir. A eso es a lo que se está dispuesto. Es una actitud de los jóvenes del Directorio y del 26 de Julio; es la convicción íntima y profunda de los revolucionarios de una generación generosa, patriota y revolucionaria.

La documentación del Directorio constituye una fuente importante que invita a la meditación. Las obras de tres de los miembros de la dirección de la organización antes del 13 de marzo y participantes activos en los acontecimientos de ese día glorioso abundan en información, a veces contradictoria, pero complementaria. Me refiero a los libros y escritos de Enrique Rodríguez-Loeches, Faure Chomón —jefe de acción del Directorio y segundo jefe de la acción de Palacio— y Julio García Olivera —segundo jefe de acción del Directorio y responsable militar de la operación de Radio Reloj—. A esta información deben añadirse las diversas entrevistas realizadas a otros miembros de la dirección del Directorio, entre ellos, a Guillermo Jiménez.

En los sucesos del 13 de marzo y de Humboldt 7, el Directorio pierde a sus dos líderes, José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez. Resulta la única organización que ha quedado descabezada. Hay otro asunto determinante, José Antonio y Fructuoso tenían la doble condición de ser los máximos dirigentes tanto de la FEU, como del Directorio. No existía ninguna otra figura que tuviese esa doble pertenencia de dirección. El autor de esta obra analiza con profundidad esta situación y sus consecuencias. Estrategias y tácticas se centran en reconstruir la dañada estructura de la organización, en tanto se continúa la lucha revolucionaria. Ello debe ser objeto de otros estudios, pues no son las pretensiones de la obra que se presenta.

En 1959, el Directorio es un activo participante en las transformaciones que se operan en el país. La línea de su periódico, Combate, dirigido por el comandante Guillermo Jiménez, es de total adhesión y defensa del proceso revolucionario. Sus principales figuras y la mayoría de sus militantes están comprometidos con las acciones revolucionarias. De aquellos jóvenes del Directorio que tuvieron un importante papel en la etapa de la Revolución en el poder merecen ser recordados Antonio, Tony, Santiago García, infiltrado en los grupos contrarrevolucionarios y asesinado el 9 de enero de 1961; Gustavo Machín Hoed de Beche, que formó parte de la guerrilla del Che en Bolivia y cae en combate el 31 de agosto de 1967 en Vado del Yeso y Raúl Díaz-Argüelles García, quien, al frente de las Tropas Especiales del Ministerio del Interior en Angola, muere en combate en la madrugada del 11 de diciembre de 1975. Otros miembros del Directorio participaron en estos últimos 60 años en importantes acontecimientos, entre ellos, Víctor Emilio Dreke Cruz y Julio García Olivera. La mayoría de los hombres más destacados del Directorio murieron en Cuba en funciones revolucionarias: el Chino Figueredo, Alberto Mora, Enrique Rodríguez-Loeches, Humberto Castello, Guillermo Jiménez, el Moro Asef, Tony Castell, entre otros. Quien fuera su secretario general, desde 1957, Faure Chomón Mediavilla, fallece siendo miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 5 de diciembre de 2019.

El 16 de julio del presente año, al conmemorarse el nacimiento de José Antonio (1932) en la Universidad de La Habana, la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) develó el busto restaurado del inolvidable líder revolucionario. Allí estaban presentes combatientes que aún viven del Directorio Revolucionario.

El proceso de la unidad revolucionaria tuvo un artífice, Fidel Castro Ruz. No siempre el camino de la unidad, deseado por el 26 de Julio y por el Directorio, tuvieron los mismos signos y no siempre convergieron. Esta obra reconstruye el difícil camino de la unidad. No cubre todas sus etapas, pero permite entender sus dificultades.

El Directorio Revolucionario es, junto al Movimiento 26 de Julio y al Partido Socialista Popular, una de las tres organizaciones que se unen, en 1961, en la Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) como cuerpo político único de la Revolución.

La lectura de esta obra, cuyos acontecimientos transcurren en apenas seis meses y trece días (entre la firma de la Carta de México y el ataque al Palacio Presidencial), será nutriente para explicar, comprender y pensar mejor la historia de la Revolución Cubana.

————————————————                     ———————————————-

 

 

Para descargar el libro, clic en el siguiente link 

ENTRE LA CARTA Y EL ASALTO.PDF

————————————————-                     ———————————————-

 

13 de marzo: el coraje de la historia

Por: Frank Josué Solar Cabrales

A raíz de un debate generado en las redes sociales en marzo de 2020 sobre los contenidos, significados y alcances de la Carta de México y las acciones del 13 de marzo de 1957, el sitio digital cubano La Tiza inauguró un espacio dedicado al abordaje de un asunto cardinal, el de las relaciones entre las diversas fuerzas de oposición a la dictadura de Fulgencio Batista, con la intención de «llevar la polémica más lejos, hacerla rendir mejores frutos, sumar al conocimiento de su objeto a más personas y volverla vehículo de recuperación de la memoria histórica». Gracias a ese empeño, que bajo el título «La unidad no es hija única» continúa abierto hasta hoy, salió publicada una serie de tres artículos con los que buscaba contribuir al intercambio mediante el análisis de los vínculos entre el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de Julio desde la firma del documento unitario de agosto de 1956 hasta el heroico asalto al Palacio Presidencial.

Por sugerencia del Dr Eduardo Torres Cuevas los artículos fueron ampliados y convertidos en el libro que presentamos hoy, fundado en la convicción de que el estudio sobre la historia de la Revolución cubana, más allá de la pasión por el dato y el conocimiento histórico, tiene una repercusión directa en la disputa política actual sobre su legitimidad y permanencia. En tal sentido, este pretende ser un texto de combate en defensa del proyecto revolucionario cubano. Y la mejor manera de hacerlo desde la investigación histórica no es con el ocultamiento de sus asuntos más controversiales o con la adecuación del pasado a relatos preestablecidos desde el presente, sino con el acercamiento desprejuiciado y riguroso a su historia, que garantice la mayor objetividad posible, y permita entenderla en toda su complejidad, diversidad y grandeza. Los mitos y falsedades que sobre ella se tejen desde el campo contrario se alimentan justamente de nuestros silencios.

Uno de los mitos construidos alrededor del 13 de marzo de 1957 es el que asegura que las acciones de ese día fueron planeadas y ejecutadas exclusivamente por el Directorio Revolucionario, de espaldas al Movimiento 26 de Julio y otras organizaciones, para darles un golpe de mano en el derrocamiento de la dictadura. En realidad, el DR desarrolló las operaciones de ese día “hermanado en este empeño con grupos afines en la acción y en el propósito que nos animó”.[1] No fue una empresa individual, sino realizada de conjunto con otros sectores insurreccionales.

Por eso consideraba la fecha como “inicio de la confraternidad revolucionaria”,[2] y como la concreción de la unidad por la que había estado abogando desde su proclamación pública. A diferencia del 30 de noviembre de 1956, cuando no se pudieron poner en práctica los acuerdos unitarios alcanzados antes en México y en Miami, el 13 de marzo de 1957 significó para el Directorio que “se hizo verdadera por primera vez la unidad revolucionaria”.[3] En el segundo aniversario de la jornada histórica, en 1959, Faure Chomón insistió en calificarla como “la primera acción de unidad revolucionaria que se llevó a cabo en la lucha contra la tiranía”.[4]

Un examen detenido de los documentos elaborados por el Directorio Revolucionario después del asalto al Palacio Presidencial devela que existía un plan general en el cual a la organización le correspondía cumplir con una parte,[5] que hubo sectores comprometidos en ese plan pero no obligados directamente con el DR,[6] y que aproximadamente la mitad de los caídos en la acción no pertenecía a sus filas.[7]

Como otras fuerzas, el Movimiento 26 de Julio también fue invitado a participar, pero no lo hizo, entre otras razones, “porque esa no era su tesis de lucha”[8] según explicó Faure Chomón dos años después. En ese momento el Movimiento tenía como prioridad el fortalecimiento del destacamento armado de la Sierra Maestra, los planes para la apertura de dos nuevos frentes guerrilleros, en el Escambray y en el norte de Oriente, y el inicio de los preparativos para la convocatoria más adelante de una huelga general. Sin embargo, Faustino Pérez intentó, infructuosamente, apoyar la operación una vez iniciada.

La historiografía revolucionaria más útil no es la que elude o deforma acontecimientos y procesos para que encajen en los roles asignados según esquemas actuales, o elabora narrativas apologéticas y edulcoradas, en las que no existen las contradicciones, sino aquella que asume la conflictividad y las tensiones entre revolucionarios como una variable natural de cualquier proceso transformador, y profundiza en el estudio de las causas, los condicionamientos, los contextos y las relaciones de fuerzas, para explicar mejor las distintas actitudes y comportamientos.

El análisis de las dificultades, obstáculos e incomprensiones que rodearon la perenne aspiración de unidad revolucionaria durante el enfrentamiento a la dictadura batistiana facilitará la extracción de lecciones muy valiosas para nuestros retos presentes y por venir.

 

Notas:

[1] Manifiesto del Directorio Revolucionario al pueblo de Cuba, abril de 1957. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

[2] Ídem.

[3] “Carta del Directorio Revolucionario a los miembros de las organizaciones revolucionarias y a todos los cubanos sin banderías en la lucha por la Libertad”, junio de 1957. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

[4] Discurso de Faure Chomón en el 2do. aniversario del asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1959, en Combate, La Habana, 15 de marzo de 1959, Época II, Año III, no. 1, p. 6.

[5] “Proclamar, con orgullo, que toda nuestra militancia: Obreros, Estudiantes, Empleados, Profesionales… que participaron en las acciones del día 13, lo hicieron conforme a lo convenido en el plan general”. Circular del Directorio Revolucionario a los militantes, abril de 1957. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

[6] En el caso del dirigente sindical auténtico Calixto Sánchez White se afirmaba lo siguiente: “Si bien no estaba directamente obligado con el Directorio a realizar ese día determinadas acciones, sí se hallaba comprometido en el plan y cobardemente no hizo nada”. Ídem.

[7] “EL DIRECTORIO REVOLUCIONARIO rinde homenaje póstumo (…) a quienes sin ser militantes de nuestro organismo cayeron heroicamente luchando por nuestra libertad: Carlos Gutiérrez Menoyo, Menelao Mora Morales, José Castellanos, Luis Almeida, Pedro Téllez, Gerardo Medina, Eduardo Domínguez, Norberto Hernández, Ángel González, Salvador Alfaro y Celestino Pacheco”. Ídem.

[8] Resumen de la intervención de Faure Chomón en el programa televisivo “Conferencia de prensa”, en Revolución, La Habana, 12 de marzo de 1959, no. 82, p. 15.


¡Sé bendito, Hombre de mármol!

La historia de Cuba, entre sus muchos héroes, ha perpetuado un nombre: Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo. Justo cada mes de febrero Cronos trae a la memoria el aciago recuerdo de su muerte, aquel 27 de febrero de 1874, el día que abandonó el espacio terrenal y que comenzó a vivir para siempre en la memoria del pueblo cubano. Han transcurrido desde entonces 147 años.

[+]


Un Martí para ahora mismo

José Martí constituye referencia ineludible para el pensamiento patriótico y revolucionario cubano. Hasta el presente, su ideario se manifiesta como plataforma desde la cual repensar los dilemas de la nación y el orbe. La apuesta martiana por la construcción de una sociedad garante de la dignidad plena de los seres humanos resulta una aspiración que –cual horizonte– nos conmina a avanzar.

De cara a los retos de hoy, seis aristas de la reflexión del Apóstol devienen soportes para aquellos abocados a la continua apuesta por una Cuba y un mundo mejor. Su inserción dentro del llamado pensamiento electivo, la irrefrenable búsqueda de la unidad bajo principios compartidos, la autoconciencia nuestraamericana y su beligerante oposición a la proyección hegemónica de los poderes imperiales han de acompañarnos en la lucha cotidiana.

Martí supuso la cúspide del electivismo cubano, movimiento filosófico que desde las postrimerías del siglo XVIII impulsó la conformación de un pensamiento propio en la Isla, a partir de adaptación crítica de los referentes foráneos y de la construcción de respuestas singulares a los problemas específicos de la realidad insular. Para el Maestro, solo el ejercicio intelectual nacido de nuestra universal autoctonía franquearía el acceso a los propósitos de plenitud soñados. Hoy que buscamos modelos para enrumbarnos, no debemos pasar por alto esa alerta.

En paralelo, la prédica martiana encontró otro de sus nortes en la cristalización de la unidad entre los cubanos de buena voluntad. La meta de la independencia y posterior consumación de la república plena requería el modelaje de una amplia coalición de fuerzas, capaz de articularse bajo presupuestos programáticos y de principios. Los retos de la Cuba de hoy exigen de nosotros justo lo que el héroe de Dos Ríos subrayara en el ya lejano siglo XIX. La Revolución que ha de revolucionarse será exitosa en tanto exprese la pluralidad de la nación y denote su capacidad para actuar como un proyecto unitario de pretensiones holísticas.

Dentro del legado de ese cubano de excepción al que hoy rendimos tributo destaca, igualmente, su sentido de unidad continental. Martí pensó en clave nuestraamericana, es decir, concibió un proyecto enfocado en los problemas que enfrentaba el vasto universo que discurre del Bravo a la Patagonia. Esta concepción ancló en la identificación de una historia e identidad comunes que, sin desconocer las particularidades, permitía soñar con un destino compartido. Dicho sueño común veía reforzado su sustento en la identificación de un claro antagonista que, desde su agenda de dominación, trabajaba en pos de fragmentarnos. Justo en esta hora que vivimos, los factores que nos unen siguen mostrando su vigencia, al tiempo que el enemigo esencial continúa siendo el mismo.

Como es sabido, el pensamiento del Héroe Nacional se erige como precursor del ideario antiimperialista. El diagnóstico martiano acerca de la configuración interna de las sociedades del Norte global y de la proyección hacia el Sur del capitalismo maduro de las naciones imperiales  conserva vigencia en más de un sentido. En la tarea siempre urgente de definir la lógica de funcionamiento del sistema capitalista, Martí resulta un gran aliado. Solo desde la disección analítica de nuestro enemigo podremos construir la alternativa civilizatoria que el Apóstol identificó como único camino para la consumación de la justicia.

Frente a los grandes dilemas que tocan a nuestra puerta, Martí nos acompaña. Está a nuestro lado en la lucha por un futuro de total emancipación. Nos toca pues aprender del veterano guerrero, beber de sus consejos, hacer propio su método y lanzarnos a crear, a construir, a fundar.     


Perucho, el Himno y aquel momento de luz

Aquel hombre tremendo, de música y fidelidad total a Cuba, cumpliría este 18 de febrero 203 años de edad. Pedro Felipe Figueredo y Cisneros, como lo llamaron sus padres, el autor del Himno Nacional, sigue siendo un símbolo de poesía más allá de las palabras. Aquella marcha guerrera entraña también el amor verdadero, el decoro y la dignidad de un artista y todo un pueblo.

La escena parece casi de película. Perucho está sobre su caballo. A su alrededor cientos de personas expresan “¡Viva la Revolución!” “¡Viva la independencia!” “¡Muera España!” “¡Viva Carlos Manuel de Céspedes!” “¡Viva Perucho!…”

La Ciudad de Bayamo, la primera liberada por los mambises, era un manantial de emociones, un hervidero patriótico. Después de unas 40 horas de combate y lograr la victoria, todos estaban repletos de entusiasmo.

Aproximadamente, a las 10 de la mañana, del 20 de octubre de 1868, había entrado a la Plaza de la Iglesia Parroquial Mayor la División La Bayamesa, bajo el mando del General Figueredo.

Minutos después, el pueblo aclamaba: “Perucho, la letra”, ¡La letra!…

El historiador Aldo Daniel Naranjo manifiesta que desde fechas anteriores algunos pobladores tarareaban ese himno de libertad. “Estaban ansiosos, por eso lo pedían con tanta insistencia. Era el momento adecuado, no existía ningún impedimento para que esos versos broncíneos estremecieran la ciudad libre y se expandieran por toda Cuba”, expresa.

Resalta que era una marcha de guerra, un llamado permanente al combate. Según refiere, en cualquier análisis debe tenerse en cuenta que simboliza la nación, pues su esencia no es el llamado a los bayameses, sino a todos los cubanos, porque “… morir por la Patria es vivir”.

Aclara que verdaderamente toda la multitud no conocía la letra, aunque sabía su existencia. Ese día Perucho no lo compuso, como han divulgado algunos, aunque sí lo reprodujo en un papel encima de su caballo, gracias a la memoria.

Aquellos párrafos pasaron de mano en mano. Hubo quien realizó copias apresuradamente, y pronto se oyeron voces: “Al combate, corred, bayameses, que la Patria os contempla orgullosa…”

El momento fue más especial, porque también estaba la orquesta del maestro Manuel Muñoz Cedeño, y se armonizaron letra y música, lo cual debió constituir un espectáculo estremecedor.

EL HIMNO ANTES DE 1868

Daniel Naranjo narra que en 1867 el abogado y revolucionario bayamés Francisco Maceo Osorio le dijo a Perucho Figueredo: “A ti, que eres músico, te toca componer nuestra Marsellesa”.

Y meses después, el talentoso bayamés ya tenía la obra, la cual fue conocida por unos pocos. Figueredo entregó las partituras de su composición a otro artista de prestigio, Manuel Muñoz Cedeño, vecino suyo, quien la instrumentó con su orquesta.

Algunos aseguran que la esposa de Perucho, llamada Isabel Vázquez, excelente poetisa, también participó en la creación. Así lo expresó, por ejemplo, Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria y yerno de Figueredo.

Conocido es también que, con la aprobación del cura Diego José Baptista, la música del Himno fue estrenada públicamente el 11 de junio de 1868 en medio de las celebraciones del Corpus Christi, en la Iglesia Parroquial de Bayamo.

En esa ocasión, el teniente coronel Julián Udaeta calificó la melodía de subversiva y revoltosa, pero seguramente jamás imaginó que apenas meses después, el 20 de octubre, él tendría que firmar la capitulación de las tropas españolas, jornada en la cual esa marcha patriótica retumbó en la urbe con su letra completa.

Por la importancia de aquel hecho, se escogió el 20 de octubre como el Día de la Cultura Cubana, fecha en la cual se realizan múltiples actividades en todo el país.

Según historiadores, en el futuro se suprimieron las estrofas del texto original que condenaban casi cuatro siglos de ignominias y crímenes del yugo colonial de España, pues podrían herir la sensibilidad de aquel pueblo, con el cual los cubanos permanecemos relacionados por lazos de sangre y de cultura. No se debe olvidar, además, que muchos españoles integraron el Ejercito Libertador y alcanzaron grados de oficiales.

Investigadores, como Luis Toledo Sande, resaltan que modificaciones textuales y melódicas han dado por fruto una pieza ágil, de contundente brevedad y de musicalidad electrizante.

El Himno constituye símbolo de heroicidades y sacrificios. Nacido de la sinceridad y el coraje de hombres y mujeres que amaron verdaderamente a Cuba y no deseaban verla sometida por potencia extranjera, ni aceptarían jamás ser instrumentos de quienes desean la muerte de su pueblo y la Revolución por la que tanto ellos lucharon.

 


¡Más vivo que nunca!

…Al que sirvió a sus hermanos, al que dejó la comodidad impura por el peligro creador, al que puso de raíz a su tierra y dio a su pueblo el derecho de codearse con los hombres, se le quiere, como a cosa de las entrañas, se mima su recuerdo, se le hace hueco en nuestro asiento, se le abre para que por él se entre nuestro corazón.

José Martí.

Resuenan los acordes de la guitarra y se escuchan las voces de aquellos que le cantan a la isla de Fidel, pinceles y carboncillos se deslizan por el lienzo para bocetar la sonrisa serena y el rostro sabio de quien ni la muerte puedo arrancar del corazón latente de cada cubano. Las palabras brotan de la pluma del poeta que sobrevuelan una vez más las plazas que su oratoria inundó, recorre nuevamente tus caminos, surca los mares buscando tu figura y la encuentra viva entre la gente.  

Volvió el gigante de barba blanca, el timonel de nuestra gesta, el líder incuestionable, el martiano por convicción, el guerrillero soñador; volvió Fidel para juntar a un pueblo agradecido, continuador de su pensamiento y que hoy lo rememora en cada uno de sus logros y retos.

Cantata dedicada al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Terraza Arte Joven de la AHS/ Foto: Claudia Beatriz Borrero Báez

A cuatro años de su desaparición física, Fidel continúa rompiendo las fronteras de su tiempo para vivir eternamente en cada niño que nace sin la inquietud de cómo será su vida al crecer; en cada joven que ingresa de forma segura y gratuita a una universidad; en cada médico que arriesga su vida en tiempos de crisis; en cada artista creador comprometido con su obra y protagonista de su tiempo; en hombres que defienden bajo cualquier circunstancia a esta nación independiente, una Patria que se construye orgullosa e indoblegable con nuestra verdad e ideales.

Con tributos y ofrendas de amor desde el Camagüey legendario se multiplican sus fotos admirables en el podio, en la trinchera, en el deporte, en la salud, en los campos de caña o con un simple casco de constructor. Los jóvenes creadores celebran su vida –sin lamentos por su pérdida– porque Fidel no se ha ido, está hoy más presente que nunca, porque no hay cabida para la muerte cuando la meta es Cuba, y esta Cuba es el reflejo de Fidel.

El trovador Pedro Sánchez Zapata en la clausura del VIII Festival de Trova Canto a Dentro, dedicado a la vida y obra del eterno Comandante en Jefe./ Foto: Claudia Beatriz Borrero Báez

Fidel Castro fue un baluarte en el impulso de las amplias garantías que tenemos las nuevas generaciones, bondades que se edificaron sólidamente con la Revolución y las ideas que nos inculcó desde 1952. Ejemplo y guía permanente para las más disímiles generaciones, donde el arte, la cultura y sus hacedores siempre calaron y prevalecieron en los peldaños más altos de su pensamiento, vida y proyecto social.

Hablamos de un hombre que hasta el fin de su existencia siguió siendo joven por sus ideas, por su espíritu revolucionario y por su perenne voluntad de transformación propia, por estar siempre alerta ante cualquier manifestación de quebranto de la independencia nacional.

Desde el canto, el óleo, la poesía y la música, los miembros y artistas de la filial principeña de la AHS ofrecieron respeto y homenajearon la vida de quien redimensionó el papel de una juventud comprometida con el arte y la cultura de la nación.

La velada en la Terraza Arte Joven de la Casa del Joven Creador de la provincia, contó con la participación de trovadores de Las Tunas, Granma, La Habana, Guantánamo, Santiago de Cuba y de Camagüey, y con ella concluyó la VIII Edición del Festival de Trova Canto Adentro, un evento que estuvo dedicado a la vida y obra del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y al personal de la salud que enfrenta los avatares de la Covid-19 en el país y en el mundo.

Jesús Pérez y Daniela de la Caridad, jóvenes tuneros, cantaron en el Hospital Provincial Manuel Ascunce Domench a los estudiantes, profesores y personal de la Salud./ Foto: Claudia Beatriz Borrero Báez

Cuatro noches de Festival cargadas de sentimientos donde artistas como los camagüeyanos Harold Díaz y su grupo Punto de Giro, Reinaldo Rodríguez, los Dúos Dulce Capricho y Mi otra Mitad, el santiaguero Pedro Sánchez Zapata, el habanero Jorge Kamankola, Miguel de la Rosa, del Proyecto La Trovuntivitis, los tuneros Jesús Pérez y Daniela de la Caridad, entre otros, demostraron que la memoria se mantiene despierta en cada rinconcito de esta isla antillana que aún recuerda con orgullo las palabras de un titán, pronunciadas un 25 de noviembre, pero del año 1959, a los 82 expedicionarios del yate Granma: “si salimos llegamos; si llegamos, entramos y si entramos, triunfamos.”

Jesús Pérez y Daniela de la Caridad, jóvenes tuneros, cantaron en el Hospital Provincial Manuel Ascunce Domench a los estudiantes, profesores y personal de la Salud./ Foto: Claudia Beatriz Borrero Báez

El destino quiso que ese mismo día, pero 57 años después, gran parte del mundo llorara su partida, pero con la absoluta certeza de que no hay un adiós ni un final para uno de esos hombres que brillaron con luz propia y que será siempre el guía y creador de una gran obra de arte del siglo XX, que es la Revolución cubana

 Fidel depositó toda la confianza en los jóvenes porque la Revolución la hizo siendo joven. Confió hasta el último momento en las nuevas generaciones, en su rebeldía, en su deseo de hacer, de crear, y es hoy lo que nos toca defender; porque somos escudo y espada de esta nación y desde la cultura seguiremos dando el apoyo necesario para y por la Revolución que tanto amó.