Literatura


Lo significativo en la poesía es la sinceridad

Luego de leer Fosa común, del joven poeta Onel Pérez, no pude evitar el deseo de conocer más sobre el creador detrás de aquellas páginas. Ya lo había conocido en Pinar del Río y el primer brote de la amistad había quedado vivo en las redes sociales. Nacieron entonces estas preguntas, este deseo de conocer lo que había entrevisto en Onel: que lo significativo en su poesía, y en su vida, es la sinceridad. Esa sinceridad que no necesita justificación para existir y que trasciende todo ego.

Si te pidiera una definición de la poesía, ¿qué palabras escogerías?

Defino a la poesía con palabras como sangre, dolor, sacrificio y vida. La vida (o por lo menos la vida que trato de vivir cada día) es un largo e intenso poema que trato de vivir con intensidad. Y es que de allí salen mis mejores criaturas ya formadas desde la experiencia, llenas de cotidianidad y de retos. Ese material lo pulo y lo vivo primero en mi mente.

¿Existe la trascendencia en el arte?

Cuando uno lee versículos en las Escrituras como “No hay nada nuevo debajo del sol”, es muy difícil responder si existe en verdad algo trascendental en el arte. Lo trascendente en el arte debe ser algo sazonado y pensado por años, que rompa esquemas y diga algo que incluso la época rechace. Creo que ahí está el tesoro de lo trascendente. Lo significativo en la poesía me parece que es la sinceridad. He formado en mí una conciencia ética porque considero que debo respetar a los otros, a los lectores que creo en mi mente o a esos lectores que esperan por mis libros.

¿Lees a los autores cubanos que son contemporáneos con tu producción? ¿Cuáles son los desafíos actuales de la poesía que se gesta en Cuba?

Leo mucho a mis contemporáneos. Hay que hacerlo. Conversar con ellos y discrepar con sus estéticas. De ahí viene algo distinto.

Hay muchos desafíos para la poesía que se gesta en Cuba, principalmente la joven poesía. Uno de ellos es la necesidad de escapar de nuestros padres literarios, para eso es necesario matarlos en nosotros. Escapar a su influencia. Es necesario otra relectura de la realidad. Tenemos que ir al fondo de nosotros mismos y autodestruirnos. Ya no podemos leernos entre nosotros mismos. Hay que leer otras culturas, explorarlas hasta la saciedad y renunciar al ego.

La nación, su trazo, vive en tu poesía, desprende su amnios en tus versos. ¿Qué nación poética y física sueña tu literatura?

Cada día sueño que mi nación poética sea controlada por Dios, el Creador de todas las cosas. Es mi sueño total que mi escritura sea dirigida por su Espíritu. La nación física que sueño no está alejada de mi país. Acá están mis dolores, los derrumbes mentales de los que escribo.

Lo cotidiano y su desgarradura son temas perceptibles en tu libro Fosa común. ¿Hasta qué punto lo cotidiano define o limita al creador que vive en ti?

Uno de los grandes poetas alemanes diría en algún momento que un poeta es un ser cargado de realidades y que estas son al final las que te van a definir. En mi caso lo cotidiano se ha hecho todo un desafío para describir mi realidad, mi cultura, mi país. En lo cotidiano está mi sustento, en el disparo mis flechas llenas de sensibilidad para la mente de esos lectores ideales que creo. No percibo lo cotidiano como un lastre. Todo lo contrario. Ahí radica la fuerza del poeta, del pequeño David.

La literatura, ¿despierta temor o reverencia?

Cuando escribo siempre, de alguna u otra forma, van a aparecer esos temores ocultos, pero en el poeta que yo he construido a partir del trabajo pasa algo clave que me define. Cuando ya empiezo a escribir se esfuman todos esos temores. Se anulan gracias a la conciencia poética y a la responsabilidad que tengo con el mismo acto creativo.

¿Cómo transcurre tu proceso de creación?

Nada del otro mundo. Tomo apuntes. Los reviso. De ahí salen mis criaturas, del horno poético.

¿Temas que te obsesionen, a los cuáles vuelvas una y otra vez?

Hay un tema que me apasiona y es la Historia. Debe ser por el pueblo de donde soy y vivo, Baire. Un pueblo de luchas mambisas y de mucha tradición. Es algo que me persigue y se ha vuelto una obsesión sana.

¿Qué desafíos enfrenta la creación actual, tanto materiales como espirituales?

Los desafíos materiales y espirituales que persiguen al creador joven de Cuba están dirigidos hacia el hecho de buscar premios que lo impulsen no solo a ganar dinero gracias a la literatura, sino a visibilizarse en todos los medios posibles. A crearse un nombre a través del arte.

¿Cómo aprecias la influencia de las redes sociales en la creación actual?

Uno de los logros que ha traído las redes sociales es la gran diversidad de bibliotecas digitales que existen, además del modo tan fácil de acceder a estos. Libros que normalmente no los encuentras en las bibliotecas normales aparecen allí. Lo que sucede en muchas ocasiones es que dejamos que estos espacios virtuales asuman casi todo el tiempo y vamos matando en nosotros la necesidad de una verdadera renovación. Las redes son toxicas, si no las manejamos adecuadamente podemos convertirnos en escritores de pacotilla, escritores de desperdicios, porque ya vamos a dejar que esas redes nos controlen y piensen por nosotros.

Los premios: ¿hacia dónde llevan al autor?

A la promoción, a que te publiquen más y al ego.

Háblame un poco de tu libro ganador del Premio Calendario.

Cables de alta tensión es un libro raro, un artefacto lleno de tuercas y de ruidos. Son poemas construidos desde el ojo de la máquina, como un sistema que vigila todo y nos degrada.

Madre, patria/matria, José Martí, la tierra, la condena a repetir la Historia de la cual no hemos aprendido nada, estas constantes, ¿obsesionan tu poesía, permean tu creación, son apenas el reflejo de la realidad que vives y vivimos todos?

Escribir desde Cuba para mí es esencial porque de mi patria salen mis contradicciones. Martí es la otra esencia de mi poesía. Siempre trato de regresar a él como un niño para encontrar tesoros escondidos. El Diario de Campaña es uno de esos tesoros que más releo.

¿Cómo estructuras y piensas un libro?

Ni sé. Estructuro un libro en dependencia de como esté mi estado de ánimo. Nunca me he detenido a pensar en eso.

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¿Tienes algún miedo que viaje junto a tu poesía, aunque la trascienda?

No. De eso se trata. Uno debe ser consciente de lo que escribe y de lo valiente que debe ser cuando escriba. Si no, no escribo y me callo.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Onel Pérez?

Un ser que sueña y vive con intensidad, alguien que busca conocer todos los días a Dios. Alguien que es muy familiar y que ama a sus amigos.

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Deconstruyendo a la sombra de Márquez

Análisis a la nota de prensa: Los relatos silenciosos, las mujeres del boom latinoamericano, conversatorio en el Museo de Arte Moderno

 

En septiembre del pasado año 2022, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México publicó una nota de prensa a propósito de la exposición Gabriel García Márquez. La creación de un escritor global, la cual tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. Y, bueno, la cosa es que me topo con dicho artículo en una búsqueda al azar que hice para la revisión bibliográfica de mi futura tesis sobre literatura escrita por mujeres en Latinoamérica, pues, en el marco de tal exposición, a alguien se le ocurrió ofrecer un conversatorio sobre Los relatos silenciosos: las mujeres del Boom Latinoamericano; cuyo objetivo —dicen— era destacar el trabajo de las escritoras de esta generación. Hasta ese minuto durante la lectura, me dije: —Bueno, no me parece el marco más propicio, pero mirándolo desde otro punto, quizás tenga su sal y su pimienta. Se me antoja asalto, emboscada el ir a hablar de las ignoradas en medio de una expo en honor al santo del Boom Latinoamericano. Pero continué y de inmediato comenzó a vibrarme la venita de la frente.

Elena Garro

La idea es sacar a la luz a las múltiples escritoras que desarrollaron su trabajo antes, durante y después de la obra “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, para mostrar cómo hay una tradición femenina importante en América Latina. Se hablará de varias escritoras: Elena Garro y Rosario Castellanos, sobre la relación de García Márquez y María Luisa Elio, guionista de “En el balcón vacío” y amiga del escritor colombiano durante su estancia en México. El conversatorio permitirá mostrar también la relación que se puede establecer entre la obra de García Márquez y el trabajo de otras autoras, como María Luisa Bombal con” La amortajada”, Silvina Ocampo con lo fantástico y Elena Garro y el realismo mágico, así como la relación con sus contemporáneos, que dará una idea de la atmósfera de la vida cultural.

Rosario Castellanos

 

María Luisa Elio

 

María Luisa Bombal

 

Silvina Ocampo

La escritora Lucía Melgar consideró como una de las causas que justifican la exclusión de la literatura escrita por mujeres dentro del fenómeno literario comercial del siglo pasado, el fatalismo histórico mediado por el canon masculino, el sesgo en la crítica literaria, los valores de la sociedad de aquella época y el ambiente cultural mexicano y latinoamericano de forma general. Imagino se haya referido, muy a groso modo, al machismo que desde siempre ha caracterizado a nuestras culturas y que amén de todo lo open mind que pueda llegar a serse desde el arte, nunca se escapa a tales prejuicios, pero bueno, ésta es una mirada crítica muy por arribita. La cosa viene ahora: vergonzoso, más que nada, el seguir replicando el error de establecer comparaciones donde el ideal de sujeto siga siendo el hombre, genéricamente hablando. Y no me refiero con esto a que deba ser la mujer, no se trata aquí de resaltar una lucha intergénero ni de postura feminista radical, es solo cuestión de coherencia, que ya se ubica en un problema de pensamiento filosófico. Pregunto ¿por qué establecer a Gabriel García Márquez, y no solo al autor, sino a su obra más venerada Cien años de soledad, como punto de referencia para el análisis de por qué el sesgo en la crítica a la literatura escrita por mujeres en Latinoamérica durante el Boom y su no inclusión en el fenómeno? ¿Acaso necesitan las obras de estas autoras ser legitimadas ante tal punto comparativo? ¿Hablamos de reivindicación y para ello entonces rendimos tributo primero a la obra de quien fuese uno de los exponentes más notorios del movimiento literario masculino de la época, para entonces, a partir de ahí, evaluar cuánto merecían o no las escritoras de esa generación ser incluidas y tenidas en cuenta? Me parece una falacia, ciertamente. Pero como si no bastase, en el artículo remarcan el hecho de que tal conversatorio, llevado a cabo nada más y nada menos que por las escritoras mexicanas Maricruz Patiño, Ave Barrera y Lucía Melgar, pretendió de ese modo “mostrar cómo hay una tradición femenina importante en América Latina”. Por favor, ¿hay en serio que justificar de este modo la existencia de una tradición literaria en Latinoamérica? Para colmo se salieron del contexto escritural para referirse a pasajes de las vidas de dichas escritoras que mantuvieron relaciones con Márquez (da igual el plano afectivo) y con otros contemporáneos, como muestra de en cuánto influenciaron tales roces en sus procesos creativos y en la repercusión de sus obras. Y como si fuera poco pretendieron evidenciar la “relación que puede establecerse” entre la obra de García Márquez y la de estas autoras.

Si acaso hubo una intención reivindicadora en tal conversatorio, estoy convencida de que no era este el modo. Seguimos manejando conceptos equívocos. Continuamos arraigadas sobre el error sin deconstruir de forma orgánica. Propagamos el eco sin analizar dónde están los puntos muertos en la historia. Pero, sobre todo, sin cuestionarnos filosóficamente el fenómeno.

Repetimos patrones discriminatorios de todo tipo, en este caso a las mujeres nos ha tocado desde el inicio de los tiempos ser las más desfavorecidas, incluso nos discriminamos entre nosotras. En conversación recientemente con la colega Elizabeth Casanova Castillo, también escritora, filósofa de profesión, además, salió a relucir el tema de la construcción social del sujeto. Ella plantea en su artículo La libertad es una mujer fatal, publicado en 2020 en el número 5 de la revista digital Zona Crítica, que hablar hoy desde la mujer es sumamente contradictorio. Ser del sexo femenino no implica tener conciencia de género. Hay muchas mujeres machistas que reproducen esos patrones. Sin embargo, la respuesta ante eso no debe ser la propia discriminación, puesto que estaríamos replicando la misma injusticia y dando cabida a la ira y sentimientos afines que no traen más que la necedad, lujo que no podemos permitirnos, pues cuando nuestro criterio no puede ser rebatido se lo achacan a algún defecto de nuestro sexo. Es preciso despojarnos, incluso, de nuestra propia subjetividad. Se nos debe respetar no por nuestra condición de mujer, sino porque somos seres humanos, seres pensantes. Ahí comienza la guerra contra el machismo, cuando debemos reivindicar la verdad de nuestras ideas, siendo irrelevante el sexo de quien las exprese. Sólo pensándonos y actuando como iguales lo seremos realmente, incluso si en esa batalla debemos despojarnos de lo que creíamos como verdad, que no es más que la forma de la verdad construida por una ideología dominante. A pesar de los siglos de historia del movimiento feminista y la lucha por los derechos de la mujer seguimos pensándonos desde los hombres. Hace más de medio siglo Simone de Beauvoir escribió: “La Humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma, sino con relación a él; no la considera como un ser autónomo”. Hoy, no sólo el hombre nos define, nosotras nos seguimos definiendo en relación a él.

El artículo pudiese tener quizás también otra lectura. Siendo benevolentes podríamos ignorar la torpeza de tales comparaciones y pensar que tal vez todo fue fríamente calculado. Tanto el aprovechar el momento de la exposición dedicada al Gabo, que tan simbólicamente tuvo a bien preparar el Instituto de Bellas Artes y Literatura, como el usar su obra Cien años de soledad, a propósito de proponer otras tantas escritas por mujeres antes, durante y después que bien podrían competirle. En algún momento mientras leía y escribía tuve esa luz en mi afán de ser imparcial y aplicar un juicio crítico libre de posturas preconcebidas. Ya ahora mismo por más que repienso no logro visualizar otro discurso. Para ello tendría que hacer alusión a otros análisis que tienen que ver con lo comunicacional, con los modos de vender una información sin caer en contradicciones que pongan ridículamente en tela de juicio el contenido que transmitimos. Pues, me resulta completamente anacrónico el que Lucía Melgar refiera que hay mucha invisibilidad por parte de la crítica hacia la obra literaria de las mujeres de ese período y que esa es la labor que debemos hacer las del gremio ahora haciendo visible sus obras. Que el mismo Juan Rulfo, cuando fue premiado por Pedro Páramo, dijo que él nunca hubiera podido escribir eso si no hubiera leído La amortajada; que el aporte literario de las escritoras en cuanto a nuevas formas de hacer ha sido muy importante, pero que no se han estudiado porque la masculinidad literaria se ha apropiado de todas las glorias y sin embargo, haya moderado un conversatorio que pretendía de alguna forma denunciar lo ignoradas que han quedado nuestras antecesoras a lo largo de la historia y para ello use a Márquez y su obra como punto de partida para tal análisis.

No sé a ustedes, pero a mí esto solo me corrobora que, como plantea Casanova Castillo, la medida de hasta dónde queremos llegar está mal planteada. No necesitamos que nuestro legado, nuestro patrimonio creativo se haga legítimo a partir de la obra de ningún hombre. La historia ha demostrado cuán capaces somos sin necesidad de comparar. Revictimizarnos no es el camino, pero minimizarnos tampoco.

Tal vez esta sencilla nota de prensa cuyo fin no era otro que anunciar el conversatorio que tendría lugar, no fuese el material más rico en cuanto a contenido para tal análisis, pero, no es un caso aislado. Vemos este patrón repetirse constantemente en los medios, incluso en revistas especializadas, cabe entonces cuestionarnos: ¿sabemos realmente qué queremos deconstruir, desmitificar?


Fina, “escribir con el silencio vivo”

La obra de Fina García Marruz, junto a la de otras poetas cubanas, forma una hermosa simetría en la lírica de la isla. Sus versos supieron sublimar la emotividad, lo cotidiano y como nadie, desde sus ensayos y textos críticos, logró desvelar el silencio en otros autores.

Sobre su obra poética en el contexto de la poesía cubana y su participación en el mítico Grupo Orígenes dialogó el poeta e investigador Virgilio López Lemus en la conferencia por el centenario de la autora de Créditos de Charlot, dando inicio a la primera jornada del X Encuentro de Poetas en Cuba La isla en versos en la 30 edición de Romerías de Mayo.

Fotos Robert Rodríguez

En la sede de Ediciones Holguín, Virgilio abordó la amplia obra poética de Fina, enlazada a la tradición de la lírica cubana por razones tanto estilísticas como por sus contenidos. Insistió en las resonancias de las lecturas de Juan Ramón Jiménez en su obra, quien también influyó con sus textos en la conformación de corpus poético nacional de los años 30. “El crecimiento de su labor estuvo signado por la cercanía a un grupo de poetas en torno a la revista Orígenes, en especial con Eliseo Diego, con su esposo Cintio Vitier, y mediante las copiosas lecturas de dos de los poetas mayores de ese grupo literario y de Cuba: José Lezama Lima y Gastón Baquero”, subrayó López Lemus.

Fotos Robert Rodríguez

En Fina, comenta Virgilio, había un deseo de que lo emotivo tuviese un valor de carácter trascedente, con un sentido de la comunicación distinto a la poesía de tono social, con vibración en la palabra que apela a un tono, más bien, conversacional que explora la intimidad del diálogo. “Hay cercanías en su labor poética con otros poetas como Eugenio Florit o Samuel Feijóo, y en su afán de advertir el halo cubano en la poesía con otros autores, como Cleva Solís”. Además realizó una contribución notable a la tradición elegíaca cubana y a la exaltación del paisaje de las ciudades y pueblos de Cuba, lo que comparte con varios poetas de Orígenes. Por otra parte lo que escribió en sus ensayos sobre la lírica de otros autores se convirtieron en textos reveladores. “Fina sabía ver en otro poeta el silencio como presentación y parteaguas a otro poema”, añadió.

Fotos Robert Rodríguez

Para Fina la poesía, historia y los misterios católicos iban de la mano, era de alguna manera su forma de entender la vida y la creación, convirtiéndose en una voz tan extraordinaria como personal de las letras hispanoamericanas. A la literatura cubana entregó la poeta y ensayista Fina García Marruz gran hondura, inteligencia, humildad y la intimidad de lo sublime, algo similar a lo que dijo alguna vez: “Escribir con el silencio vivo”.


Villa Clara convoca al Premio Fundación de la Ciudad

Ya es un hecho la convocatoria al Premio Literario Fundación de la Ciudad de Santa Clara, uno de los acontecimientos editoriales más esperados por los escritores de la provincia y un poquito más allá. En esta XXXV edición, se convocará en los géneros de poesía, cuento y periodismo; además, se otorgará un premio especial dedicado a Santa Clara, donde el requerimiento no será genérico, sino temático: la propia ciudad.

“No se convocó en teatro, aunque tocaba. Decidimos retirarlo de la convocatoria porque el plan editorial va a ser más reducido en relación a otros años”, aseguró al Portal del Arte Joven Cubano el escritor villaclareño Idiel García Romero, director de la Editorial Capiro.

El plazo de admisión vence a las 24:00 del 30 de mayo de 2023. Se entregará un premio único e indivisible en cada categoría, que consistirá en 10 000 pesos cubanos. Dicho monto no incluirá el pago por derechos de autor (según la ley vigente), una vez que la obra se publique por Capiro.

Según García Romero: “El Premio Fundación de la Ciudad antes se convocaba para autores cubanos residentes en Cuba. Después se abrió para quienes no residían en el país, pero muchas veces no podían participar en la ceremonia de premiación o en la presentación de sus libros, hecho que afectaba las actividades del programa”. Por tanto, se estableció que solamente podrán participar escritores cubanos residentes en Cuba durante el año en curso.

La convocatoria, divulgada el 1 de mayo por el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Villa Clara en su página de Facebook, también explica qué se deberá enviar:

Un correo electrónico con el asunto XXXV edición del Premio Literario Fundación de la Ciudad de Santa Clara 2023, a este correo deberán adjuntarse dos documentos en PDF: uno con la obra, identificado con la palabra OBRA, seguido del título y el seudónimo (este documento no debe incluir ningún dato de autor); y otro documento con la plica, identificado con la palabra PLICA, seguido del título de la obra y el seudónimo. En la plica se consignará el nombre completo del autor, dirección, número de carné de identidad, teléfono, correo electrónico y un breve currículo literario, así como una declaración de que el libro no está comprometido con ninguna editorial ni participa simultáneamente en otro concurso pendiente de resolución.

Las obras inéditas se deberán enviar al correo capiroeditorial@gmail.com. El formato del documento responderá a los siguientes requerimientos: tamaño carta, a doble espacio, con tipografía Arial, 12 puntos, y 3 cm de márgenes.

Las entidades convocantes de la XXXV edición del premio son el Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL) de Villa Clara, la Editorial Capiro, la filial de escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) de la provincia, la Asociación Hermanos Saíz y la Casa de Cultura Juan Marinello.

El 15 de julio de 2023 se realizará la premiación durante la celebración por el 334 aniversario de la fundación de la ciudad de Santa Clara.

Convocatoria al Plan Editorial 2024:

Junto a la noticia de la convocatoria al Premio Fundación, el Portal del Arte Joven Cubano supo que la Editorial Capiro convoca, desde el 25 de abril de este año hasta el 30 de mayo, al Plan Editorial 2024 a todos los escritores cubanos residentes en Cuba que deseen participar en el proceso evaluativo con textos inéditos de cualquier género y temática.

Explica Idiel García, quien antes de dirigir Capiro estuvo al frente de la editorial Sed de Belleza: “La convocatoria se limitará a autores cubanos residentes en Cuba. ¿Con qué objetivo? Ya nos ha pasado que algunos mandan a evaluar y, después que el libro está listo para imprimir, lo retiran del plan porque quieren publicarlo fuera de Cuba. Eso no quiere decir que renunciemos a publicar a autores que vivan en el extranjero, sino que este tipo de publicación la vamos a hacer por solicitud. Eso nos va a permitir contar con los textos de escritores que no viven aquí, pero tienen una obra de valía. Sobre todo los villaclareños, que son la razón de ser de la editorial”.

Se recibirán originales de los escritores que hayan publicado al menos un libro, no necesariamente en la propia editorial convocante. Los autores inéditos deberán presentar sus obras con una autorización de su Consejo Editorial Municipal.

La convocatoria explica:

Se enviará un correo electrónico con el asunto PARA VALORACIÓN (PLAN EDITORIAL 2024 EDITORIAL CAPIRO), a este correo deberán adjuntarse dos documentos en PDF, uno con la obra, identificado con la palabra OBRA, seguido del título y un seudónimo (en la página 1 de la obra aparecerán el título, el género, el seudónimo y una sinopsis no mayor de 350 palabras, este documento no debe incluir ningún dato de autor); y otro documento con la plica, identificado con la palabra PLICA, seguido del título de la obra y el seudónimo. / En la plica se consignará el nombre completo del autor, dirección, número de carné de identidad, teléfono, correo electrónico y un breve currículo literario, así como una declaración de que el libro no está comprometido con ninguna editorial ni participa simultáneamente en otro concurso pendiente de resolución.

Este año Capiro se compromete a la publicación del libro en formato digital, con el correspondiente pago del derecho de autor en caso de que sea aprobado.

“Este es un plan atípico. En 2024 se convoca solo para libros digitales, debido a la situación que hay con el papel. Con esto pretendemos mantener el trabajo editorial, no estancarnos y buscar un alcance más nacional, aprovechando las potencialidades de los libros digitales para la promoción”, comenta García Romero.

Los originales deberán enviarse al correo capiroeditorial@gmail.com. Los requerimientos de formato son los mismos que anteriormente se mencionaron para la convocatoria al Premio Fundación.

Sobre Capiro y el Premio Fundación

El Premio de la Ciudad (así se llamó al principio) surgió en 1989 con el objetivo de celebrar los 300 años de la fundación de la urbe villaclareña. Niurka Toledo, Clara Beltrán y Karlowa López —quienes se ocupaban entonces de los talleres literarios— fueron sus principales impulsoras. Los miembros del jurado de la primera edición fueron Félix Luis Viera, Norge Espinosa y Ricardo Riverón. Solamente se convocó en poesía.

En su libro 5350 días en la vida de un(a) editor(ial) (Capiro, 2020), cuenta Riverón que los ganadores de ese año fueron los cuadernos Algunas elegías por Huck Finn, de Frank Abel Dopico, y Relaciones de Osaida, de Jorge Ángel Hernández Pérez. “A raíz de aquel suceso — escribe quien al año siguiente fundará la Editorial Capiro— las autoridades que dirigían o atendían cultura decidieron darle carta blanca a nuestra petición de crear una editorial para un movimiento que ya rebasaba el estatus aficionado”.

Más de tres décadas después, tanto el Premio Literario Fundación de la Ciudad de Santa Clara como la Editorial Capiro (con el apoyo del CPLL de la provincia, además de otras instituciones) insisten en apostar por la literatura contra viento, marea y falta de papel.

Parafraseando al poeta, esperemos que en el futuro puedan tener mejor suerte imprimiendo.


Mirar la poesía de Rebeca Torres por un corte angosto

Una nueva voz, potente, auténtica, se abre espacio en el concierto de la poesía holguinera. Joven, pero con resonancias de voces transgresoras, sonoridades de un discurso que emancipa a la mujer.

Así se escucha-lee a Rebeca Torres Serrano, una muchacha nacida en esta ciudad en 1991, licenciada en Lengua Inglesa por la Universidad de Holguín, donde ejerce como docente y que mira a lo femenino desde su Corte angosto, un breve cuaderno, que agrupa once poemas donde la madurez de una mirada introspectiva y de su entorno muestra una conexión con las experiencias individuales de muchas mujeres, sin importar su edad.

Esta joven fue la ganadora de la más reciente edición del concurso de Poesía Nuevas Voces; de su obra el jurado que integraron Ghabriel Pérez, José Luis Serrano y Luis Yuseff, consideró que “es un cuaderno que denota el dominio de los códigos del género desde una visitación moderna, a la vez que indaga en la existencia del ser social que es su autora, una mujer del siglo XXI, con una voz traspasada por un tono incisivo, irónico, directo, que articula con efectividad los cuerpos poéticos que lo conforman”.

El poemario es el número 45 de la colección Analekta, de Ediciones La Luz, donde Lina de Feria, Delfín Prats, Manuel García Verdecia, Eugenio Marrón y otros tantos reconocidos autores han dejado constancia de su obra junto a noveles creadores que apenas despuntan en el circuito editorial.

Con edición de Luis Yuseff, diseño de cubierta de Robert Ráez y corrección de Mariela Varona, se presenta el poemario. Al internarnos entre los versos de la autora, que como tantos escritores hace ya muchas décadas prefieren el verso libre, encontraremos dolor, referencias al cuerpo femenino, literalmente visceral, a veces el corte angosto es una hendidura para observar la vida ajena, a veces un tajazo en el pecho por donde entra la impaciencia, las ganas de decir estas verdades, el intento o la pose de la felicidad por imperativo social.

Hay color, mucho rojo, lipstick cereza, intuyo, y labios, y tetas, así escritas, y lenguas y corazones, pero siempre, invariablemente, hay una mujer, otra mujer, esta mujer, muchas mujeres a las que Rebeca Torres Serrano les encierra en la palabra, o mejor, les deja volar y en este libro crea para ellas un universo.


De algodón, con ribetes lila y bolsillos laterales (poner en los bolsillos un libro de poemas)

Sobre la permanencia de la memoria. Sobre la persistencia de un recuerdo encajado en la psiquis, recuerdo ajeno, heredado, impropio. En la resurrección, en el traqueteo rítmico de la máquina, de la aguja perforando la tela, del mar contra el muro, en el retorno perpetuo de nuestros ancestros a través de cada célula que nos conforma, en el chasquido del melón al romper su corteza; en el reemplazo, la materia que ni se crea ni se destruye, sino que se transforma, incluso la materia que compone las almas; por encima de toda la soledad y el nervio de una mujer nacida un 26 de enero hace casi un siglo, se construye un palacio, un libro.

Martha Luisa Hernández Cadenas dispone este cuaderno como un collage con memorias, páginas de revistas antiguas de moda. Toma recortes de patrones, sugerencias, selecciona texturas entre holanes y tules, cintas, encajes; añade partes quebradas de maniquíes representando cuerpos imposibles; pega botones, cubre con seda.

La poesía es urdimbre, un tejido magnífico donde el verso se incrusta, sin intención de definirse por estilo alguno. Posee la libertad de ser y de decir estas palabras, como si de un mandato supremo se tratase, y de fondo, mientras releo sigo escuchando el ritmo acompasado de la máquina, el pedaleo constante, la violenta opresión sobre la voz que entre las viejas paredes insiste en advertir: No sientas este calor, hija.

Y luego afirma:

No tengo ganas, hoy no tengo ganas de amar a nadie porque me duele la piel.

Ella prefiere llorar, pero no ser domesticada por la bestia, y es en esa fuerza que encontramos registro de una existencia sobreviviente de dolores secretos, que debe vivir bajo la lupa, encorsetada en el deber ser.

Marthica y yo sabemos que un edificio a medio derruir puede ser un templo, la conexión con el pasado, un dejá vú, una máquina del tiempo, también un pretexto, un elogio a la belleza que se intuye, que se eterniza a pesar del desgaste.

A Malú, la teatróloga, performer, definitivamente poeta, la he imaginado enhebrando este libro; cosiendo delicadamente la palabra, hilvanando cada verso.

Una lo lee y piensa en videomaping, en celuloide gastado y un dispositivo proyectando en los endebles muros, sobre los arcos aún hermosos del Palacio de las Ursulinas, estas palabras. Pero no le hace falta este despliegue de artilugios, le son consustanciales a las paredes decrépitas estas y otras vivencias aún por escribirse.


Trebejos en el juego brutal de la vida

El consumo de textos teatrales es poco usual entre la generalidad de los lectores. Esto es fácil de constatar si hacemos entre nuestros conocidos una breve encuesta. Pero Ediciones La Luz insiste en incorporar a su catálogo la diversidad genérica capaz de ofrecer una mirada a la creación literaria de los jóvenes creadores cubanos. Es el teatro una de sus inclusiones más recientes. Suman alrededor de una decena de títulos del género los que se inscriben en esta lista.

Así lo hace Ludoteca, de Leonardo Estrada Velázquez, dramaturgo, crítico, asesor teatral, traductor, entre otros muchos oficios y competencias que sirven de credenciales a este joven.

Con esta entrega el autor no reúne personajes sino jugadores que se mueven en una Habana áspera, en blanco y negro, cuadriculada. Aquí Fabián, Silvia, Frankie, y El Rata conocen bien los pasos que pueden dar, su dirección.

Porque, aunque se crean con libre albedrío y su voluntad o naturaleza les compulse a salir de los designios de la marginalidad intrínseca, de la prostitución como único camino probable, de la cárcel que habita dentro del expresidiario como algo inmanente, no basta.

Frente a un tablero podrían vivir un hombre y un niño. Dilapidar allí sus horas sin pensar en futuros pocos auspiciosos, en presentes lamentables, en pasados de los que abjurar o arrepentirse. En una ludoteca cualquiera esperaría estar a salvo.

El juego puede ser el refugio. El ensayo de la vida. En los juegos prohibidos hay otra manera de vivir, pegada a los límites, entre la fortuna y el descalabro, bien lo saben los que se arriesgan a jugar.

La ludoteca puede ser un lugar para salvarse. Pero hay deudas que condenan a los deudores. Fatalismos. Karma. Elecciones imposibles. A veces un peón se cree que es rey.

A veces un púber, atropellando su infancia y con mucho por andar para llegar a la adultez, se enfrenta a desafíos que lo superan, porque es colocado por las circunstancias ante la obligación, ante la exigencia de crecer a destiempo.

Y hay quien ataca por las esquinas más impensadas, por los flancos desprotegidos que quedan en el tablero. Planeando un jaque falaz, están las ratas al acecho.

Mientras, una mujer que no es dama, pacta entre el abandono y el placer, para regresar a casa con unos centavos, apenas le alcanza para subsistir. Parece que pudiera moverse a todos lados, pero recorre un círculo de vicios, sirva este juego de palabras para evidenciar que es presa de la miseria. Acepta venderse a escondidas para solventar la economía doméstica. No busca pretextos. Hay gente así, que apenas sobrevive, diríase, que agoniza.

Dura en Silvia un modelo de maternidad cuestionable para muchos, y al mismo tiempo un sacrificio, el nacimiento de una heroína contradictoria, que en el acto de defensa de su familia termina exponiéndola, dejándole indefenso. Su vida, presentada en estas líneas, parece la suma de muchas desgracias, a veces, quizás muy seguido, la realidad supera a la ficción.

Saltan entre las páginas, o al abrir las puertas de este sitio de juegos, por momentos macabros, cierta mordacidad, la crudeza del gesto de quien amenaza, de quien hiere; el acto casi animal, instintivo, de defensa; el sexo como un canje, el desamparo, la soledad, el niño que cuida a otro niño, padre de sí mismo y de un hermano expuesto, la niñez como un estado de gracia o de desgracia, la fragilidad del cuerpo chico, lo hostil que puede ser el mundo distanciado de idílicos cuadros familiares, postales que se cuelgan en cualquier anaquel, más no en esta historia.

Como trebejos mueve Leonardo Estrada a sus personajes. Les llama jugadores, pero en realidad nada deciden, son piezas. Construye con ellos escenas cotidianas, atadas al dolor, a la desesperanza. Exhibe al juego constante que es la vida, ajedrez gigantesco, donde el autor escoge estrategias. La apariencia del libre albedrío en contradicción a un destino escrito desde el principio pudiera pensarse que es la premisa de este texto, el hecho de que somos piezas en movimiento, sujetas a una voluntad más alta, esperando, con desasosiego que alguien diga Mate.


Aclaraciones necesarias para entender por qué es ingrato predicar

Que una mujer no es un receptáculo para la vida nueva, aunque a veces lo sea. Que no son sus manos un diseño perfecto para levantar del suelo trastes, poner juguetes en su sitio, enjugar la lágrima del hijo, calmar dolores, aunque continuamente lo hagan, y sea hermoso verlas enmendar lo roto, acallar el llanto.

Que no hay un único modo de “maternar”. Que no esteriliza el intelecto parir, amamantar, cambiar pañales. Que la creación no espera a que acabe el desorden, a que se aquiete el caos, a que sea el tiempo perfecto porque la idea llega y debes tomarla de la mano y apuntar el poema, que es criatura salvaje, se espanta fácilmente si no le miras directo a las palabras.

Que también los relojes de las madres marcan 24 horas para delimitar el día, no, no se multiplican; que sí nos cansamos, que amamos el paso de nuestros hijos por el mundo, su huella, que tememos se tropiecen y acompañamos en un acto de valentía su andar, dejándoles libres, pero mirando atentas.

Que puedes llamar hijo a la criatura libro, y entender como un parto el hecho de escribir la poesía, pero no sabrás, cabalmente hasta que sostengas esa mano, esas manos, que son cosas distintas, cada una en su sitio, cada una con su valor singular.

Que hay honestidad en quien desnuda las cicatrices propias, en la poeta que vuelca en su escritura las vidas, las muertes, las certezas, los bandos, las orillas.

Alguien me dijo que no debíamos seguir intentando desacralizar la maternidad, porque está en ella lo sacro. Es su naturaleza.

Mirémoslo de nuevo.

Por normal que sea dar la vida no deja de ser extraordinario, por frecuente que resulte leer versos y estremecerse, no deja de ser extraordinario. Entonces, hacer ambas cosas, resulta, cuando menos, admirable.

Y así lo muestra Yeilén Delgado en su cuaderno La ingratitud de predicar. El libro que nace tras haber resultado ganadora del certamen de poesía El árbol que silva y canta en 2021, un compendio de nueve poemas atravesados por la fuerza de la voz femenina que los engendró y donde encuentro todas estas verdades antes dichas.

Se puede escribir poesía sobre lo habitual, mientras ordeno y no agonizo, mientras mis manos se parecen cada vez más a las manos de mi madre, como le ocurre a esta matancera amiga, periodista, narradora.

Se puede eliminar la aparente distancia entre lo doméstico y la belleza, entre lo supuestamente pedestre, vacío de vuelo y lo inasible. Helo aquí.


Abandono de Ítaca, la migración entre la pantalla y la hoja impresa

El movimiento perpetuo pudiera ser el sino de la humanidad. Venimos de muchas partes. La trashumancia como una clave para la subsistencia nos habita.

La emigración es una Odisea. En la Cuba de hoy se vive como un asunto cotidiano y no por ello menos punzante.  Aquí no se regresa a Ítaca. O se intenta regresar siempre entre el partir y el magnetismo que genera la casa propia. En Cuba, como en tantas naciones del mundo, se busca una vieja promesa de bienestar que no parece encontrarse en el punto de origen, se brega en busca de vida nueva. No importa lo que se arriesgue, no importa lo que se deje atrás, o importa demasiado, por eso cuesta más el viaje. Para muchos se paga con dolor. Con demasiado.

Un libro puede ser también un viaje, una investigación puede ser tortuosa travesía en pro del saber, de exponerlo, de darle alguna forma y representarlo. Ya se conoce que lo que no se nombra no existe, y este dolor, estas verdades, estas experiencias de las que hablan, cine y literatura en un discurso dual dentro de Por la tierra prometida. Migración latinoamericana en el cine, de Amanda Sánchez, es un texto para estos días, que dice claro, oportuno, este discurso de realidad hecha ficción para las salas de cine.

Observando desde el lente que ofrece la complejidad, un paradigma imposible de obviar en estos días, Amanda Sánchez visita preceptos de la sociología, la comunicación, lo demográfico, supuestos teóricos del cine, para analizar, a través de largometrajes de distintos orígenes y con anécdotas diversas, el fenómeno de la migración en Latinoamérica, esencialmente aquella que tiene como destino a los Estados Unido.

Y lo hace entregando en este bello volumen con imagen de cubierta de Norli Guerrero Pi y diseño de Robert Ráez, su capacidad analítica, su dedicación a ahondar frente a la pantalla en las perspectivas de realizadores de cinco filmes: Frontera, La jaula de oro, A better life, Últimos días en La Habana y Desierto.

En cubierta un rail, líneas, un destino incierto, bifurcaciones. Caminos probables, hacia el interior, la indagación acuciosa, sustentada en diversos referentes teóricos que apuntalan las aseveraciones y guían el estudio.

La vida es un divino guion. Pero a veces uno terrible, desgarrador, hecho para conmocionar. Las ciencias sociales pueden conducir también a la emoción, sin obviar la mirada reflexiva. Y este libro puede permitir al lector atravesar el continente montado en argumentos cinematográficos, vivir la migración desde latitudes, perspectivas, estéticas, discursos, edades distintas. Este es un atisbo. La lectura es el camino, no hay en él retenes, coyotes, océanos, disfraces, solo una vía anchurosa que espera por ser recorrida.

 


Del infinito, del universo… La Luz

La Hora Tercia, espacio de las presentaciones más relevantes en la XXXI Feria Internacional del Libro, realizado en la sala Electa Arenal del Centro Provincial de Arte, tuvo en su segunda jornada la presencia de Ediciones La Luz, sello holguinero de la Asociación Hermanos Saíz que compartió con el público varias de sus novedades.

El narrador y periodista Rubén Rodríguez recorrió, en su presentación de la nueva campaña de promoción del libro y la literatura “La luz te pertenece”, el trabajo de diseño y promoción que ha acompañado al sello desde su fundación en 1997. Diseñada por Robert Ráez, a partir de la poética del joven artista visual Alejandro Zaldívar, la gráfica de esta campaña representa el mítico personaje de Ícaro, tomando como referencia los versos del poeta holguinero Delfín Prats, Premio Nacional de Literatura 2022: Del infinito, del universo/ de la sustancia exterior:/ patria, bosque, ciudad, jardín,/ regresar a uno mismo, al yo primordial. Durante todo el año esta acompañará las actividades literarias que vinculen a la casa editora, la poesía, la creación joven y el hábito de la lectura en todos los públicos, haciendo énfasis en las nuevas generaciones interconectadas, por lo que su objetivo es trascender tanto en plataformas digitales, redes sociales y espacios físicos, comentó el poeta Luis Yuseff, editor jefe de Ediciones La Luz.

Con el apoyo del equipo creativo de La Luz y el auspicio del Centro Provincial del Libro y la Literatura, para estas acciones promocionales se crearon diversos materiales que circularán en soporte físico y también en las redes: carteles, almanaques, pegatinas, fondos de pantalla y postales, además de spots para radio y televisión. Desde hace algún tiempo en La Luz se trabaja incansablemente desde Internet para lograr la promoción de la literatura, enfocada especialmente en nuevos públicos, sin descuidar otros tipos de seguidores asiduos a sus creaciones desde lo impreso, que abarca ya más de 200 títulos, además de los espacios físicos como peñas y lecturas en la sede de la editorial, añadió Yuseff.

Dos títulos poéticos integran las novedades de La Luz en la Feria: Consejos para no acatar, de Miguel Barnet, Premio Nacional de Literatura 1994 y Maestro de Juventudes de la AHS en 2010, y No es prudente recibir caballos de madera de parte de un griego, del colombiano Juan Manuel Roca, homenaje también a Colombia como país invitado en esta Feria, y a uno de los grandes autores contemporáneos de Hispanoamérica y el poeta vivo más reconocido de su país, quien ahonda en el peso (y el valor) de la palabra, en la fuerza de los mitos y la historia, como un cronista de lo poético-cotidiano de su país.

Eugenio Marrón, en su presentación del libro de Barnet, realizó un recorrido por la amplia obra de uno de los escritores más premiados y reconocidos de nuestro país, autor de libros testimoniales, novelas, poemarios, ensayos, artículos… como la ya mítica Biografía de un cimarrón, Canción de Rachel, Gallego, Oficio de ángel, La piedra fina y el pavo real, Autógrafos cubanos, La fuente viva, Actas del final, Akeké y la jutía, entre otros. Marrón, al detenerse en Consejos para no acatar, subrayó la juventud y la frescura que destilan los versos de Miguel Barnet, en un libro que –al decir de Lázaro Castillo en las palabras de contraportada– revela la “vitalidad de un poeta que a los ochenta años se deslumbra con la noche, cree en el amor, asiste a un bar y lo mitifica. Es un hombre que vive en plena juventud mental y piensa que “Un poema puede comenzar con una mentira / Y qué más da si la mentira / es una metáfora impía de la verdad”.

Por su parte, Erian Peña Pupo subrayó que “en un juego de sentidos y resonancias, desde el título Roca advierte sobre la posibilidad de una doble lectura, de algo más oculto en el interior, como un artilugio que nos hará, después de cerrar el volumen, «mirar un paisaje distinto» al de cada noche. Nos propone un viaje por los terrenos de la memoria, donde el lector –que ha sido avisado– no será nunca pasivo, sino que escudriñará, junto con el poeta, senderos donde la memoria personal entronca con la memoria nacional y conforman la médula de un país. En este cuaderno Roca nos muestra un cuerpo-país-Troya que se torna uno solo y que le permiten, incluso, aludir a uno de los temas cuestionados por su poesía, el poder. Es un cuerpo mal gobernado que habita con resignación, que lo persigue y «mide sus pasos en mis pasos, casa su sombra con la mía», un «viejo y asiduo cuerpo, compañero de andanzas y desvelos». Es un país que existe, en buena medida, en la permanencia de la memoria y los recuerdos: en el patio de la casa natal, en el caballo de madera de la infancia, en viajes y regresos, en un poema que no escampa. Y es una Troya simbólica, fortaleza y sitio expuesto. El cuerpo es –en estas páginas donde Roca abre el pecho y la memoria a momentos de su vida– la arrasada imagen de Troya, receptáculo de los testimonios de las andanzas por el mundo, un espacio (en el tiempo, en la carne, en las ruinas) donde el yo habita en otros y fluye. El poeta anda, por tanto, en busca de su país, de un cuerpo y también de una Troya mítica”.

“La nocturnidad, el agua como metáfora del tiempo, el Nadie homérico, la memoria… pueblan sus textos. Mientras la imagen, la cotidianidad, la despersonalización, la distancia de lo filosófico y lo sentimental –aunque no evita del todo referencias lírico-amatorias– dan forma a su identidad poética. El tema que la engloba todo es el tiempo”, añadió Erian Peña, autor del prólogo que acompaña este poemario de Juan Manuel Roca.

Como colofón de la jornada se presentó el audiolibro Los cielos desiertos. Poemas de Luis y Sergio Saíz en las voces de jóvenes artistas cubanos, por la escritora y editora Liset Prego. Este proyecto, que obtuvo la Beca de Creación “El reino de este mundo” que otorga la AHS, contó con la selección de la propia Liset, y reúne las voces de diez miembros de las diferentes secciones de la filial local de la Asociación –varios de ellos presentes en la presentación– para volver sobre la obra y pensamiento de los hermanos Saíz.

Publicado en la colección Quemapalabras, con la colaboración musical de DJ Acid Seduction, realización de Amalio Carralero y asesoría de los actores Fermín López y Yordanis Sera, Los cielos desiertos es un homenaje con palabras que siguen siendo de los Saíz y mantienen la frescura y autenticidad del primer día, para volver sobre su obra como las voces de una brisa fresca que sigue los pasos de estos jóvenes rebeldes, añadió.