Poesía


Duende del agua o versos de las esencias (+ Fotos y video)

La magia de las hadas y los duendes será siempre muy necesaria. El encanto de esos seres y su simbolismo nos hace más falta cuan más despiadada se vuelve la sociedad contemporánea. Muchos de nosotros deseamos no crecer jamás, seguir en el abrazo de las abuelas, en sus tonos para contarnos historias y la bondad de cada gesto. Tal vez ellas son hadas de estos tiempos, sentimos sus presencias incluso cuando sus cuerpos ya no están.

Hay maravilla en lo aparentemente simple, en lo cotidiano, en la lluvia que cae con suavidad o fuerza, en las gotas contra el asfalto o la tierra, en el mar y sus olas, en la sonrisa y los sueños.

Cada persona suele tener un mundo íntimo, con personajes de la realidad a nuestro alrededor, con experiencias que despiertan lágrimas o alegría, con olas muy propias y el refugio en seres especiales. El libro Duende del agua, del escritor tunero Armando López Carralero, ganador del Premio Calendario de la Asociación Hermanos Saíz por esa obra en 2022, nos adentra en sensaciones aparentemente comunes, pero que despiertan también lo más interno, lo más nuestro.

Pudiera parecer una propuesta para niños al obtener el aplauso del jurado en la categoría de Poesía para infantes, pero sus páginas brindan un viaje atractivo para lectores de cualquier edad, es un paseo por las sensaciones, un viaje a etapas anteriores de nuestras vidas. Publicado por la Casa Editora Abril en 2023, con edición de Tiurka Prieto Hernández y corrección de Adriana Daniel Aneiros, el libro brinda 30 poemas en un ambiente imaginativo, pero con mucho de realidad.

En cuanto a la estructura posee tres especies de partes, con los títulos Un dibujo de familia (que nos recuerda “La familia es el país del corazón”), Puentes azules (“Hay muros que solo la paciencia derrumba y puentes que solo el amor construye”) y Un cuento que no termina (“Todos los cuentos son ciertos”).

Armando López, o Mandi, como lo llaman cariñosamente los amigos, tal vez escribió estos versos, este ser de papel, en primer lugar para su hijo y sus padres, a quienes menciona en la dedicatoria. Desde el primer poema, Búsqueda; hasta el último, Pequeño valiente; uno siente la presencia del cariño, el deseo de volver siempre a esos momentos y personas que tienen mucho de místicos, aunque estén cerca y ante los ojos de los otros parezcan muy normales.

Me llama la atención la profundidad reflexiva que se siente en los poemas y la fuerza de las imágenes, a pesar de la suavidad de sus tonos. Ojalá cada ser humano buscara la luna que flota, para aprender a nadar de manera permanente, como nos sugieren dos de sus versos, pues cada problema, cada situación, es una especie de océano diferente. Sin dudas los pañuelos bordados por la abuela son los mejores, para secar lágrimas, superar dolores.

La madre palpita una y otra vez en estas páginas. Hay referencias a los juguetes, al padre, al mar, a los árboles, la luna, al zapatero, a las botas, las gaviotas, a los barcos…, hay un Señor Disparate, que asegura “hoy el mundo es una cueva”. El libro termina con versos, que son también enseñanzas: “No le temo a la alabarda/ que se interpone en mi sueño/ ni al cocotazo hogareño/ ni al futuro porque tarda.

Los poemas, que parecen pequeñas historias del presente o la memoria, son enriquecidos por las ilustraciones de Hanna G. Chomenko en este libro, que verdaderamente puede convertirse en una especie de duende de papel, que nos hace el bien y nos recuerda cuales deben ser siempre algunas de las esencias. Tecleo en la noche y por primera vez en mucho tiempo siento a seres pequeños, intranquilos, que entran y salen. Los busco, los miro. Ojalá estén junto a nosotros siempre.


Viaje imaginario al centro de la Tierra

Cada vez que escucho el disco, no dejo de imaginar cómo será el concierto de presentación en Santa Clara.

Frente al Centro Cultural El Mejunje, imagino que a las nueve de la noche nos impiden el paso mientras la lluvia nos bendice con una debilidad que no atenúa la impaciencia de los potenciales espectadores.

De repente, silencio: por la puerta aparece uno de los artífices del milagro. Dicen —a mí no me crean— que Diego Gutiérrez vino por el placer de regresar al centro de la Tierra. Dicen que en el concierto lo acompañarán Merlin Lorenzo, Rolando Morales, Armando Osuna y Raulito Prieto, además de miembros de La Trovuntivitis y algunos de los autores de los poemas musicalizados en el disco.

Casi a las 10 de la noche entramos a la Sala Margarita Casallas. La lluvia amenaza con volver, pero ahora tenemos un techo para protegernos. En asientos frente al escenario se ubican Edelmis Anoceto, Alexis Castañeda, Ricardo Riverón, Yamil Díaz y Arístides Vega Chapú. Por algún lugar del público vemos a Alain Garrido, Yaíma Orozco, Roly Berrío y Leonardo García.

Los poetas, que ya no son los veinteañeros o treintañeros de cuando Diego erraba elegantemente por Santa Clara, matando el tiempo y componiendo algunas de las canciones más eminentes de su generación; los poetas, que ya no son los de entonces, comienzan a manifestar la incomodidad y el cansancio de quien hace tiempo desacostumbró su cuerpo a estos lances. Por aquí, por allá, se mueven los encargados de ajustar los recién trasladados equipos de audio. Y justo cuando parece que el concierto va a terminar sin haber empezado, aparecen Diego Gutiérrez (nariz de águila, pelo largo recogido en un moño) y su banda.

Para presentar el acto surge de entre la multitud nada menos que Samuel Feijóo, quien vino “de un país lejano […] / con bellas noches / y árboles […] / amigos, / voces”.

Y así comienza, al menos en mi imaginación, lo que será la presentación del disco Viaje al Centro de la Tierra, musicalización de textos de poetas villaclareños, que tiene como antecedente el concierto Comité Central, realizado en junio de 2008 en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.[1]

Avanza la noche, y Diego invita al escenario a Arístides Vega Chapú, quien lee un poema desgarrador, de ritmo diluviano, que pone a todos a sufrir el gran dolor que últimamente nos visita con la insistencia de los malos presentimientos. Acto seguido, Diego canta “Definición del cariño”: “La suerte de tus manos / me está cubriendo el pecho de vicarias, / me está cubriendo el pecho de vicarias”.

Así va recorriendo autores, desde Yamil Díaz hasta Pedro Llanes, desde Alexis Castañeda hasta Ricardo Riverón, desde Carlos Galindo hasta Edelmis Anoceto. Entonces los poetas por fin entienden, o vuelven a entender, que un día, “sin sospecharlo siquiera”, escribieron la melodía misteriosa que jamás planificaron para acompañar sus versos.

Y al mismo tiempo que Diego evoca un Ulises que ya no es el de Homero ni el de Dante, porque es el de Edelmis y viene desde la mirada aleccionadora de Penélope, asegura que “nadie te mata, sino la propia gloria”.
“Tu risa de entonces era, / casi anuncio de un convite”, canta Diego, y enseguida pienso en ti, “mi novia primera / —casi alondra, casi beso—”. Y también pienso en el amigo sincero / que me dio su mano franca.

Luego “pasa flotando en las aguas la casa de la muerte”, e imagino que junto a Feijóo (arrinconado en una de las gradas de la sala) se sientan Carlos Galindo, Sigfredo Ariel y Frank Abel Dopico. Este último un poco más cerca de Roly.
En mi imaginación, la incomodidad inicial se trasmuta en calma. La voz de Merlin es un embrujo que de a poco se apodera del ambiente. Armando Ozuna marca el ritmo con una precisión carente de estridencias. Raulito Prieto se muestra seguro tras el bajo a la par que se deleita con cada verso de los poetas homenajeados. Mención aparte merecen los riffs de Rolando Morales, sobre todo cuando interpreta “A many splendored thing”, de Sigfredo Ariel. Quiero decir, cuando Diego canta:

Que has sido o eres el amor

el gran amor de dos o tres personas

te lo han dicho en momentos

suficientemente graves

esas dos o tres personas.

Entonces despierto. Entonces descubro que en realidad viajo al centro de la Tierra en el ómnibus que me conduce a Santa Clara. Miro por la ventana. Los campos de mango, las lomas del camino y las pequeñas casitas aisladas se trasmutan en el escenario donde imagino que ocurrirá la presentación del más reciente álbum del autor de “Sabor salado”.

Así lo imagino todo mientras escucho Viaje al Centro de la Tierra. Así lo imagino mientras los acordes se apoderan, se van apoderando de esta voluntad de imaginarlo todo. Así lo imagino mientras deseo secretamente que algún día Diego vuelva a presentarlo en Santa Clara. Quiero decir, que vaya a presentarlo en ese lugar que lo vio nacer por segunda vez. Ese lugar que nos une a todos en procesión milagrosa, en un viaje que va desde la raíz hasta el mismísimo centro de la Tierra.

 

 

***

[1] Así como antecedente de este texto es “Diego Gutiérrez, por el centro”, del poeta y ensayista santaclareño Yamil Díaz Gómez, Presidente de Honor de la 31 Feria Internacional del Libro en Villa Clara.


Entre ráfagas de estrellas, Onel

Lo que hace la literatura es lo mismo que una cerilla
en medio de un campo a mitad de la noche.
Una cerilla no ilumina apenas nada, pero nos
permite ver cuánta oscuridad hay a su alrededor.

William Faulkner

Resulta común que la gente normal, en su empeñada búsqueda de lo alegre y hermoso, caiga en manos de la poesía. Y en ese camino, llegan las personas a un punto tal de gracia que no les queda más que entregarse a ella como doliente a un remedio santo. Solo que a veces, en un acto de total egoísmo, es la poesía quien se mete en la vida de la gente y, sin preguntar, roba sus noches. [+]


Una escritura que eche a andar la máquina de pensar

Rebeca Torres Serrano es, para mí, una voz tranquila, casi siempre pausada, a través del WhatsApp. Una voz con poesía. Una poesía que florece como un brote tímido. Una poesía que escalda cuerpos. Aunque nunca nos hemos visto cara a cara, me basta con el hecho de conocer su voz, que es conocer una parte (íntima, raigal) de su canto como poeta. Escuchémoslo.

¿Cuándo decidiste que la literatura sería tu camino? ¿Por qué elegiste ese vínculo de comunicación con el otro?

La literatura me acompaña desde pequeña, aunque no como una constante. Mis padres me compraban libros en la Feria, recuerdo con mucho cariño Pipa medias largas. Fue uno de los primeros libros que llegaron a mis manos. Era una edición preciosa con ilustraciones; aún persisten en mi memoria aquellas imágenes de Pipa con el mono o aquellas otras de cuando fue al circo. Otro de los libros que me marcaron mucho y que me encanta, es precisamente una edición ilustrada –preciosa– de Akeké y la jutía. Tuve una niñez feliz rodeada de libros. La literatura me ha acompañado en distintos momentos y la he vivido de acuerdo a mis contextos. Siempre ha estado ahí. Sin embargo, no fue hasta hace relativamente poco tiempo, unos tres o cuatro años, que decidí reciprocar a la literatura, ser parte de ella como lo ha sido ella de mí. Es por ello que he procurado dedicarme a la escritura y al estudio literario con toda la seriedad y responsabilidad creativa que conllevan.

Creo, además, que la literatura es uno de los vínculos de comunicación más poderosos y hermosos que existen. El escritor crea, pero el diálogo que se establece entre lo escrito y el público es mágico. Hay tantas maneras de recibir una obra literaria como hay personas en este mundo. Cada cual la recibe desde su subjetividad, le concede un valor, la vive de manera diferente. Es muy interesante vivenciar toda esa maravilla en la que intervienen tantas subjetividades, la propia y los rejuegos de los contextos.

Entre el momento en que el artista descubre el llamado de la vocación y el que decide dedicar su vida al oficio creativo puede transcurrir un buen tiempo. ¿Sucedió así en tu caso?

He sido una mujer muy tímida e insegura, características de mi personalidad en las que he trabajado desde adolescente y que me llevaron a un retardo de mi proceso creativo y posterior “salida del closet literario”. La vocación siempre ha estado ahí, pero la concientización de capacidades y posterior trabajo en pos de aprender, escribir, compartir mi obra, pues es relativamente joven. Ahora es cuando realmente siento que he alcanzado una madurez en mi pensamiento que me permite llevar esta vocación a la praxis, auto percibirme como escritora y serlo.

¿Cuáles son tus principales influencias creativas?

Como con el cine, en la literatura conecto con casi todo lo que leo. Me mueve la literatura escrita por mujeres de cualquier época. Me interesa una escritura que eche a andar la máquina de pensar, que lleve al lector a introspectar, a salir de su zona de confort, muchas veces sin darse cuenta.

¿Qué te mueve a escribir? ¿Qué, en el mundo real, te sirve de material para alimentar la ficción?

Escribo a base de emociones, propias y de quienes me rodean; y lo que me rodea, no solo en espacio físico, sino en cualquier tipo de espacio. Soy muy sensorial. Además, escribo a base de lo que genera la recepción de estímulos, sobre todo visuales y sonoros. Todo lo que me rodea es nutriente para la ficción. Me encanta llegar a un punto donde siento que estoy viviendo miles de experiencias a través de lo que escribo y que posteriormente otras personas lo vivirán de otras tantas formas.

¿Cómo definirías tu estilo?

Creo que todavía no podría definir mi estilo, al menos no teóricamente. Sí puedo decir que me fascina salirme de lo convencional, ser muy yo en el proceso de meterme en otras pieles para contar sus historias.

Y tu proceso creativo, ¿cómo transcurre?

Todo el tiempo estoy creando, porque me ocurre que, de cada experiencia, sale algo que luego me ayuda a recrear lo vivido, a escribir narrativa o poesía. Muchas veces voy por la calle o estoy en cualquier lugar y algo llama mi atención, anoto algunas líneas o grabo un audio y luego en casa pues escribo, para luego pulir y tener ya un resultado. También es importante no dejar de lado la organización del proceso, que este sea coherente y consecuente. 

¿Cuál es el lugar que ocupa el escritor en el mundo contemporáneo y, sobre todo, en la Cuba actual?

El análisis del lugar que ocupa el escritor en la contemporaneidad es multifactorial: el escritor es esa persona que desde su oficio contribuye al crecimiento profesional y espiritual de sus lectores. Esto sucede desde la escritura de cualquier género, pues el escritor es comunicador, es desarrollador de un tipo de pensamiento. El escritor es un influencer —utilizando un término de moda en el presente–, que connota la realidad desde el inicio de los tiempos. Hablo de los filósofos, devenidos escritores que tenían escuelas de pensamiento y discípulos que promovían sus enseñanzas y que poseían un gran impacto en la conciencia colectiva. El escritor es todo eso, y su rol es innegable para el desarrollo de la sociedad. Cuba no es la excepción. Tal vez por ello, la figura del artista, del intelectual, del escritor, sea tan polémica. Hay una conciencia del poder de la palabra.  

¿Qué tipo de colaboraciones con otros artistas te interesarían en tu vida creativa?

El enfoque colaborativo tiene un rol preponderante en mi vida personal y profesional. La construcción colectiva me apasiona y me gustaría muchísimo colaborar en cualquier tipo de proyecto escritural, visual, experimental, investigativo con cualquier colega o comunidad que así lo desee.   

 Un escritor es siempre un analista de su tiempo, ¿hasta qué punto lo real es importante en tu obra?

Definitivamente lo es. En mi caso, parto de lo real para luego viajar a lo imaginario. Me interesa contribuir a través de mi escritura a la reflexión y a la acción social. Me interesa que las personas no solo disfruten su lectura, sino que esta los lleve al cuestionamiento y a la reflexión.

Como traductora e intérprete de diversas lenguas, sabes que la palabra es el vehículo esencial para conectar con la realidad de los otros. ¿Cuánto valor otorgas a la traducción dentro del mundo literario? ¿Qué traductores te sirven de referente?

La traducción es vital en cualquier contexto y el mundo literario no es la excepción. Sin el traductor no sería posible que personas de orígenes geográficos y culturales diferentes pudiesen conocer unos de otros, o comunicarse a través de la literatura. Es esta otra profesión cuyo origen radica en la antigüedad y ha sido, es y será necesaria para establecer vínculos interculturales. Hay muchísimos escritores devenidos traductores y viceversa, dignos de toda mi admiración. Quisiera rendir homenaje a uno en particular, hijo de mi tierra holguinera: el profesor, escritor, traductor y editor Manuel García Verdecia. Él es un vivo ejemplo de eso que hace del traductor una figura tan importante en la promoción de la literatura de otras lenguas y culturas para contribuir al desarrollo literario y cultural de su tierra.     

¿Por qué eliges la poesía como vehículo de comunicación de las ideas? ¿Qué otorga la poesía al discurso que otras formas de creación literaria no llegan a alcanzar?

La poesía es la traducción de emociones, y además es una vía de establecer conexión directa con las emociones de los demás. Es llegar al otro sin pedir permiso, llegar con profundidad en cuestiones de segundos. En la poesía la palabra evoca, extrapola, desencadena y te da una gran libertad para hacer todo esto, porque simplemente quien la lee o la escucha la hace suya.

Provienes de una ciudad de grandes poetas, Holguín. ¿Ejerce en ti alguna presión el hecho de saber que perteneces a un espacio geográfico que ha dado tan buenos creadores?

Hasta este preciso instante no (es broma). Holguín tiene una miríada de excelentes poetas que han sido y son inspiración para mi obra. En mí prevalece una gran admiración por mis queridos poetas holguineros y me honra muchísimo su impronta.   

Háblame de tu poemario Corte angosto, ganador del Premio Nuevas Voces de la Poesía Cubana. ¿Qué temas lo transversalizan, lo contienen, le dan forma?

Corte Angosto es un poemario sobre la mujer. La mujer desde enfoques diferentes, inspirado en muchas mujeres y en la huella que han dejado en mí. Mujeres que me habitan o que yo he habitado.

¿Existe algún género que no te interesa o que no te atreverías a abordar?

Me gustaría incursionar en todos los géneros, y es esa una de las razones principales para unirme al Laboratorio de Escrituras “Encrucijadas”, que es una gran escuela de pensamiento, donde he encontrado una comunidad de gente talentosa y muy humana. Y pues he aprendido muchísimo y sé que el aprendizaje será continuo.

Siempre he sido atrevida, me gusta lanzarme de cabeza a la piscina, aunque no sepa si tiene agua. Creo que atreverse es de los mejores métodos de aprendizaje que existen.  

¿Cuáles son las principales ventajas que el mundo contemporáneo le puede ofrecer a un artista, y cuáles los principales hándicaps?

Las ventajas, creo, que vienen de la mano del acceso a diferentes herramientas de trabajo, la visibilidad, los espacios virtuales. Los inconvenientes pueden estar un poco en explotar las posibilidades reales para poder vivir de lo que haces.   

¿Cuáles son los beneficios puntuales que un premio puede otorgarle a un autor novel como tú? ¿Son los premios parteaguas en la vida de un autor?

Los premios le otorgan visibilidad a autores noveles, como es mi caso. También pueden conceder motivación para continuar el camino o validación en algunos casos. Un premio honra la labor de un creador, pero tampoco es la máxima por la que se debe trabajar. Sí pienso que tienen un gran impacto en la vida de cualquier autor, no solo uno novel.

Ganar el Premio Nuevas Voces de la Poesía Cubana ha sido una experiencia hermosísima por muchas razones, entre ellas la oportunidad de compartir lo que escribo, de que llegue a la gente. También porque el premio es la continuidad de la hermosa labor de Joaquín Osorio como promotor cultural. La entrega ocurrió en Ediciones La Luz, que es un lugar mágico con un equipo de trabajo maravilloso (y me quedo corta). Tuvo además jurado de lujo de poetas holguineros. Fue todo un sueño, uno completamente inesperado, porque todo es tan nuevo para mí que por mi cabeza no pasó que pudiera ganar.  

En tu vida como artista, ¿existe algún momento significativo que haya marcado un antes o un después?

Hay dos momentos: participar en el programa Mentoras Creativas para mujeres en las industrias creativas, fui Mentee en el año 2021, y eso me dio muchísimas herramientas de trabajo, sobre todo para auto percibirme como artista, como escritora. Definitivamente este premio es otro instante significativo, porque me ha llenado de alegría, me ha acercado a gente talentosa y buena.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Rebeca?

Rebeca es una escritora, una mujer sentipensante, de mente inquieta, que siempre está creando. Es una mujer que cree en el mejoramiento humano y que todo lo hace con mucho amor. Es una profesora que adora a sus estudiantes y que le gusta retarlos para que crezcan. Es una cubana, una holguinera que ama su tierra y que le encantaría que se aprovecharan todas sus potencialidades para su desarrollo. Rebeca es una mujer que ama a su familia y que a veces es demasiado sensible.


Delfín Prats, del otro lado de la pared del sueño

Delfín Prats ha transitado en sus versos los caminos de la luz y la belleza. El poeta sabe que se asomaron mucho más allá/ellos vieron/del otro lado del horizonte/abrirse las constelaciones.

Su poesía ha marcado a más de una generación de escritores, especialmente jóvenes, que sienten cercana la obra de este autor que ha penetrado en las interioridades de la isla, la fe y la belleza de lo efímero para entregarla en su magnitud. Delfín antes del Premio Nacional de Literatura, que desde hace mucho tiempo merecía, ya era un autor necesario por la obsesión dialógica de la palabra y su calado en el corpus lírico nacional.

fotos Robert Raez

Han dicho que Delfín es un lugar llamado poesía, poeta mayor de Holguín al que han dedicado la 40 Semana de la Cultura Holguinera. Para orgullo de los holguineros los versos del poeta han resonado en estas jornadas en más de un espacio, como también amigos escritores han hablado acerca de su vida y su poesía. Desde la sala de presentaciones Adelaida del Mármol, en el Centro Provincial de Libro y la Literatura, los poetas y amigos Luis Yuseff, Lourdes González y Eugenio Marrón abordaron diversos momentos de la vida y obra este bardo soñador, y su viaje por los dominios del verso.

“El compromiso es que los lectores, especialmente jóvenes, continúen leyendo a Delfín, que no se agote su obra, ni sus versos”, dijo Yuseff sobre el autor de “Humanidad”. También recordó los momentos en los que la obra de Delfín ha sido homenajeada por los autores jóvenes: antes que se fundara Ediciones La Luz, sello de la Asociación Hermanos Saíz en Holguín, se publicó el plaquette Del otro lado del sueño, antología de miembros de AHS la dedicada al poeta mayor de la provincia; así como la creación de la peña “Abrirse las constelaciones”, por el escritor Gabriel Pérez, un espacio que se mantiene y da nombre al salón de presentaciones de esta casa editora, además de titular una de las colecciones que publica en este sello a escritores inéditos.

fotos Robert Raez

Asimismo rememoró la entrega del Premio Maestro de Juventudes, que otorga la AHS a Delfín; y la publicación en 2011 de una Analekta con textos suyos, también por La Luz.

“Los destinos de La Luz y Delfín están estrechamente ligados”, añadió Yuseff, quien comentó sobre el proceso de creación de la poesía completa El brillo de la superficie, en el año que se celebró el 50 aniversario de habérsele entregado el Premio David, así como la publicación actual de Islas Gilbert, su último poema; y la actual campaña de promoción del libro y la literatura, inspirada en el Ícaro inquieto de los versos del poeta.

Por su parte Lourdes González y Eugenio Marrón hablaron de la amistad y cercanía con Delfín. Marrón destacó cuanto aprendió de él y de la capacidad escénica de sus versos: “Delfín es un gran actor de la poesía, convierte sus poemas en puestas en escena. Además es el amigo que ha estado en momentos cruciales, con su generosidad y afecto humano. Ese es también el Delfín que celebramos hoy con Premio Nacional de Literatura”.

Como dijo el poeta e investigador Ronel González, en el prólogo del libro Temida polisemia. Estudio de la obra literaria de Delfín Prats, publicado por Ediciones Áncoras, de Isla de la Juventud, en 2016, la obra de Delfín “es la suma de las aspiraciones de un siglo que se extingue para que nazca otro, un tránsito iluminado cuya mayor gloria es haber estado cara a cara y establecido un diálogo intemporal con las esencias de la poesía”.


Premio Nuevas Voces de la Poesía 2022 para Rebeca Torres

La joven escritora holguinera Rebeca Torres Serrano recibió, en el salón “Abrirse las constelaciones” de Ediciones La Luz, sello de la Asociación Hermanos Saíz en Holguín, el 27 Premio Nacional Nuevas Voces de la Poesía, por su poemario “Corte angosto”.

El jurado, integrado por José Luis Serrano, Ghabriel Pérez y Luis Yuseff, luego de valorar cerca de 20 cuadernos presentados a concurso, decidieron otorgar por unanimidad el Premio a este texto por el dominio de los códigos del género desde una visitación moderna y la indagación en la existencia del ser social que es su autora, una mujer del siglo XXI.

Este cuaderno –subrayaron en el acta– resalta una voz traspasada por un tono incisivo, irónico y directo, que articula con efectividad los cuerpos poéticos que lo integran. Además, el jurado destacó la calidad de una buena parte de los cuadernos, entre ellos los titulados “El sol que me falta”, “Galería de rostros”, “Necesidad lógica” y “Detrás de mi cabeza”. El poemario ganador será publicado por Ediciones La Luz en su colección Analekta.

La entrega del Premio Nuevas Voces de la Poesía permitió, asimismo, reconocer la labor de promoción de Joaquín Osorio Carralero, fundador de este certamen a favor de la poesía cubana, y merecedor del Premio Nacional de Promoción de la Lectura “Raúl Ferrer”.

Organizado por la AHS en Holguín y el Centro Provincial del Libro y la Literatura, el Premio se dedicó a la obra de Silvio Rodríguez, miembro fundador del Movimiento de la Nueva Trova.

Fotos Facebook de Ediciones La Luz

Creado en 1992 como “Concurso Nuevas Voces de la Poesía en Holguín” y coordinado durante 25 años por Joaquín Osorio, este certamen contribuye a la promoción de los autores inéditos en el panorama nacional. Desde 2018 el concurso extendió su convocatoria a todo territorio nacional, con el nombre de “Nuevas Voces de la Poesía Cubana”, incorporándose al sistema de premios que realiza la Asociación en Holguín y el país.

Fotos Facebook de Ediciones La Luz

La AHS en Holguín convoca al Concurso Nuevas Voces de la Poesía

La sección de Literatura de la AHS y el Centro Provincial del Libro y la Literatura en Holguín, invitan a los interesados a participar en el Concurso Nacional Nuevas Voces de la Poesía 2022.   

En el certamen, en el que se homenajeará la obra del reconocido cantautor Silvio Rodríguez en ocasión de su natalicio, el próximo 29 de noviembre, pueden participar con un poemario de tema libre, con una extensión entre diez y quince cuartillas, todos los autores residentes en el país, sean o no miembros de la AHS, menores de 35 años y que no tengan obra publicada.

Los trabajos serán enviados al correo electrónico: nuevasvoces2022@gmail.com, con seudónimo y los datos del autor y el modo de localización, en documento aparte, como plica.

Un jurado, integrado por prestigiosas figuras de las letras cubanas dará a conocer el fallo el día 29 del propio mes. El plazo de admisión vence el 15 de noviembre próximo. Un diploma acreditativo, una colección de libros y la publicación de la obra ganadora por el sello Ediciones La Luz, de la AHS en Holguín, en su colección Analekta, constituye el premio del Concurso.

Además otras instituciones culturales de la provincia entregarán premios colaterales el día de la premiación, que se realizará en el Salón “Abrirse las constelaciones” de Ediciones La Luz.

Fundado en 1992 como Concurso Nuevas Voces de la Poesía en Holguín y coordinado por el promotor literario Joaquín Osorio, Premio Nacional de Promoción de la Lectura Raúl Ferrer, contribuye a la promoción de poetas que aún no son visibles en el panorama literario.

Desde 2018 extendió su convocatoria al territorio nacional con el nombre de “Nuevas Voces de la Poesía Cubana”, incorporándose al sistema de premios de la AHS en el país. Lo han obtenido escritores como José Luis Serrano, Luis Yuseff, Moisés Mayán y Rubiel G. Labarta.


Nácar en los dedos de los libros

Solo hay que conocer su obra para saber cuánto esplende Lisett D. Páez Cuba. Y en este esplendor no incluyo solo el talento, sino también su humanismo, su capacidad para la fe y el asombro, su infinito abrazo a la poesía de la vida cotidiana. Lisett D. Páez Cuba (Lisy para sus amigos) es una voz que, sin duda, cantará en los oídos de los lectores para dejar en ellos el recuerdo de la música de sus palabras.

cortesía de la entrevistada

¿Cuándo decidiste que la literatura iba a ser el camino que acompañaría tus pasos? ¿Por qué elegiste la literatura como vínculo de comunicación con el otro?

Desde niña siento pasión por la escritura. A los 12 años escribí un cuaderno de versos rimados que solía leer a mi abuelo paterno. Y aunque pensé optar por Filología como carrera universitaria, matriculé Derecho por razones de fatalismo geográfico: soy una pinareña que no quiso irse a estudiar a La Habana. No obstante, el deseo de escribir siempre estuvo latente en mí, hasta que en diciembre de 2019 ingresé al Taller Baragaño, de la Casa de Cultura en Pinar del Río. A partir de entonces comenzó mi era escritural.

Escogí la escritura porque es una forma de compartir las ideas que pueblan mis sueños. Reconozco que esta es mi verdadera vocación y mi refugio. Incluso, he confesado antes que el Derecho es mi esposo, el padre de mis libros, mis artículos; el hombre con el que estoy casada, mas no el amor de mi vida. Ya he advertido en ocasiones que, por suerte, el Derecho y la Poesía tienen algo en común: el poeta intenta hacer justicia a través de sus versos.

cortesía de la entrevistada

¿Cuáles son tus principales influencias creativas?

En narrativa prefiero a García Márquez, Isabel Allende, Cortázar, Galeano y Fleur Jaeggy. En poesía, aunque crecí declamando versos de Buesa, Neruda, Sor Juana y otros poetas latinoamericanos (que eran mis preferidos en la adolescencia), con más tiempo de lecturas descubrí que mi genealogía poética la he encontrado en autores como César Vallejo, Rainer María Rilke y Wislawa Szymborska. En el caso cubano, los que más han calado en mí y me llevan a un estado hipnótico resultan ser José Martí, Dulce María Loynaz y Sergio García Zamora.

¿Qué te mueve a escribir? ¿Qué, en el mundo real, te sirve de material para alimentar la ficción?

El mundo en sí mismo. Cada proceso cotidiano es mi fuente de inspiración. Estar frente al espejo desenredándome el pelo me llevó a escribir El enredo, texto con el cual empieza el poemario premiado, a través de un símil: “Escribir poesía es como desenredar un cabello húmedo…”. Asimismo, estar esperando el ómnibus una mañana para ir a la Universidad me hizo pensar en un poema como Parada de autobús, que ofrece un paralelismo metafórico con el proceso editorial, tal cual esos libros que esperan (sentados) por la publicación que ha de llegar.

Mi profesión es otro incentivo constante para escribir. El Derecho es una fuente inagotable de temas y motivos. De la influencia jurídica y de esa confrontación entre la jurista y la escritora que soy, nacieron textos como Judicatura y Abogacía, declarando mi devoción expresa por la literatura cuando escribí: “Ya no soy la abogada litigante. Soy lectora en privación de libertad. Busco un verso inocente que me salve”.

cortesía de la entrevistada

¿Cómo definirías tu estilo?

Eso mejor lo dejo a la crítica. Soy pésima para autodefinirme. Grosso modo pudiera adelantar que en narrativa me siento surrealista y en poesía, ultra romántica. Suelo tener un tono reflexivo y en ocasiones pasional. Pienso que he sido más bien una escritora emotiva con tendencia marcada a la poesía intelectiva.  

Y tu proceso creativo, ¿cómo transcurre?

La narrativa, el teatro y otros géneros (no poéticos) requieren más dedicación: sentarme en el buró de mi cuarto, estar muy concentrada, exprimir neuronas. Sin embargo, la poesía infantil y la poesía para adultos surgen más espontáneas: ideas que me invaden de repente y tengo que correr a anotarlas. A veces hasta me he levantado de madrugada con versos estructurados ya en la mente y debo escribirlos para no olvidarlos.

Una curiosidad propia es que al crear poemas generalmente empiezo por el último verso. Casi siempre es el primero que se me ocurre. Sí, empiezo los poemas al revés, de abajo hacia arriba, como si la sentencia final ya estuviera predeterminada, como si supiera de antemano a dónde quiero llegar. Y raramente termino un texto la primera vez. Como mínimo mis poemas requieren tres sesiones: las ideas repentinas sobre el papel, el pensamiento articulado para dotar de estructura lógica ese campo semántico y la revisión detallada tras la cual nace, finalmente, el poema.

cortesía de la entrevistada

A tu criterio, ¿un escritor tiene que ser necesariamente un buen lector o basta con que sea un buen intérprete de su propia realidad?

En absoluto: un buen lector. No basta con interpretar la realidad propia, necesitamos leer cómo otros la han interpretado, nutrirnos de la savia poética precedente. Justo cuando descubres que en la lectura está el secreto empiezas a avanzar como poeta. A mí, por lo menos, la lectura me contagia de escritura. En verdad mientras más leo, más quiero escribir. Es curioso porque en el poemario La de abajo constantemente defiendo esta tesis, a tal punto que declaro: “Solía devorar trozos de nácar en los dedos de los libros. Hace un tiempo dejé la tentación de onicofagia, el mero conformismo a los exergos”. Este sentido lúdico entre el proceso escritural y el nutritivo continúa más adelante cuando afirmo: “La energía que el estómago transforma en energía. La lectura que la mente transforma en escritura (…) Un desnutrido nada podría escribir”.

¿Cuál es el lugar que ocupa el escritor en el mundo contemporáneo?

A decir de García Márquez, el oficio de escritor es el más solitario del mundo. Así lo percibo yo: como un solipsista que se aísla de sí mismo para terminar acompañando las soledades ajenas. Gracias a él, “Un lector es el blanco de la refracción. Recibe toda la luz que proviene desde el fondo de una sombra”. Así también declaro en otro de mis poemas, que el escritor no trabaja propiamente para sí, porque la obra no es propiedad suya: “Pertenece a los lectores, a los más necesitados”. Por tanto, a mi juicio, el escritor tiene ante todo una función social, una especie de compañía anticipada a esas almas que necesitan recrear, resemantizar o evadir la realidad.

cortesía de la entrevistada

¿Qué tipo de colaboraciones con otros artistas te interesarían en tu vida creativa?

Me encantaría musicalizar poemas, escribir textos para canciones. Es algo que ya he sentido de manera espontánea al tatarear en voz baja canciones que se han quedado escritas en el bloc de notas de mi teléfono móvil. Me ilusiona también la idea de libros ilustrados para los poemarios infantiles que ya tengo listos; y de manera especial me llama la atención la poesía ecfrástica, tener un cuaderno propio al estilo de Los Rembrandt L’Hermitage de Fina García Marruz. Estas son algunas de las imágenes que ya me han conmovido alguna vez.

Por último, confieso otra de mis quimeras. Sueño con una Academia Cubana de Poesía. Imagino un espacio de confluencia de jóvenes de todo el país, un escenario formativo donde la escritura de poemas sea un proceso consciente y guiado por profesionales con experiencia y experticia, donde sesionen talleres frecuentes de creación y crítica literarias. A su vez, pudiera pensarse en un Centro de Estudios sobre la Poesía Cubana, dedicado por ejemplo, entre otros temas, a uno de los conceptos que hace algún tiempo aguza mis sentidos: las comunidades poéticas. De tal suerte, se brindaría la oportunidad de formación académica a aquellos que, con dificultad, avanzan desde la empiria.

cortesía de la entrevistada

Eres una autora que juega con disímiles géneros (la poesía, el teatro, la narrativa, la literatura infantil, etc.), ¿por qué te interesa cruzar esas fronteras genéricas?, ¿qué nuevas visiones otorga ese cruzamiento a tu escritura? ¿Existe algún género que no te interesa o que no te atreverías a abordar?

Nadie ama lo que no conoce. Por tanto, un primer paso para saber si algo nos interesa de verdad, es acercarnos. De ahí que las pautas creativas (orientadas en cada clase del Laboratorio de Escrituras al que pertenezco) me ayudaran a encontrarme verdaderamente como autora, a descubrir y también a desechar. Por ello confieso que me interesan las fronteras genéricas como mismo me interesan las fronteras espaciales, y que conste: adoro viajar. Toda exploración en la escritura creativa es enriquecedora, es una forma de entender los vasos comunicantes entre el verso y la prosa, lo interesante que puede resultar el empleo de una didascalia en poesía o la inserción de un poema en una obra de teatro. Y para responder a la tercera pregunta: el género con el que menos me identifico es la ciencia ficción. Honestamente es el único en el que me cuesta imaginarme.

cortesía de la entrevistada

¿Cuáles son las principales ventajas que el mundo contemporáneo le puede ofrecer a un artista, y cuáles los principales hándicaps?

¿Ventajas? Muchísimas: divulgar obras con celeridad a través de las redes sociales, publicar en cualquiera de los sitios y revistas disponibles en la web, diversificar formatos de libros digitales (Epub, audiolibros, podscats) y optar por las múltiples convocatorias de certámenes nacionales e internacionales.

¿Hándicaps? El riesgo de la publicación prematura sin la suficiente madurez literaria, la preferencia por los premios antes que por los libros valiosos, las ofertas tentadoras de “los editores caníbales”, el saldo que supone la mercantilización de la literatura: el sello del mercado por encima del sello de la calidad.

cortesía de la entrevistada

El a veces difícil recorrido de los premios literarios ha comenzado a abrir sus puertas para ti. Acabas de obtener el Premio David de Poesía en su más reciente edición. ¿Cuáles son los beneficios puntuales que un premio puede otorgarle a un autor novel como tú?

Primeramente he recibido el beneficio de la crítica especializada: pasar esa prueba de fuego que implica ser juzgada por reconocidos escritores como Rafael Acosta de Arriba, Carmen Serrano Coello y María Liliana Celorrio Zaragoza. En segundo orden, advierto la gran oportunidad de publicar mi poemario por Ediciones Unión y socializarlo en lo adelante por toda Cuba. Ahora me falta el beneficio más gratificante y a la vez el más complejo: el de ser leída por mis contemporáneos y someterme al verdadero juicio, el juicio del lector.

¿Puedes adelantarnos un poco de los temas que pueblan el imaginario de tu libro ganador del David?

El poemario La de abajo no constituye una referencia vulgar (como pudiera parecer), sino un título elegido como intertexto con la novela de la revolución mexicana Los de abajo, de Mariano Azuela. Fue un amigo filólogo y maestro zamoriano quien me ayudó a descubrir que la poética del espacio atraviesa todo el conjunto: drones que “observan como espías desde arriba los sueños que se duermen desde abajo”, un testamento conmovido porque “el espíritu del testador se eleva al cielo mientras la tierra empieza a descomponer la carne”, o aquel Hiperión que “sueña cada noche con la sola compañía de lechuzas, aunque las lechuzas no vuelen tan alto”.

El cuaderno en general ofrece una especie de paralelo entre la literatura y la vida, al exhibir binomios tales como la mujer-palabra o el amante-libro, pretextos escogidos para develar pasiones humanas a través de la escritura. Pudiera exponer temas abordados en el poemario como la lectura, la poesía, la muerte, la soledad, y a su vez motivos elegidos en su correlato, tales como la luz, una niña, la clonación, los pájaros, entre otros. Debo reconocer además una constante referencia (que abordo, a criterio de algunos, de manera sensual o erótica): la de una mujer de ciencias que es constantemente emplazada por una mujer de letras. Tal es así que uno de los poemas nació justo la noche que debía arbitrar un artículo científico, pero un hombre de papel me sedujo y terminé describiendo un servicio de lavandería a su favor; a tal punto que: “Casi amanece cuando empiezo a doblar los uniformes”.

cortesía de la entrevistada

En tu vida como artista, ¿existe algún momento significativo que haya marcado un antes o un después?

Definiría dos momentos clave en mi vida como artista. Ambos se asocian a la incursión en nuevos géneros y coincidentemente corresponden al año 2021. Justo ahora descubro que este es un año crucial en mi vida como escritora.

El primero de estos momentos data del mes de marzo, cuando llegué al “Laboratorio de Escrituras Encrucijada”. Allí te conocí (vía WhatsApp), Elaine Vilar Madruga, a ti que hoy tienes la dualidad de profesora y entrevistadora. Fue así que, al cumplir los ejercicios de tarea semanales, empecé a diversificar mi producción literaria más allá de la poesía: me abalancé sobre el teatro, la crónica, e incluso la novela, que para algunos es el gran amor de los escritores. El Laboratorio representa en mi caso una gran escuela y a la vez un fraterno equipo de amigos, una suerte de complicidad lírica.

El otro punto de inflexión en mi vida como escritora lo ubico en octubre de 2021, cuando me acerqué a la obra de Sergio García Zamora. Leer La Canción del Crucificado, Los conspiradores, Los uniformes, Diario del buen recluso y Los maniquíes enfermos, cambió mi forma de sentir y de entender la poesía. Inclusive, confieso que anteriormente yo solo había escrito verso rimado; de hecho, me creía incapaz de hacer verso libre o prosa poética. Sin embargo, al leer y estudiar a Sergio me animé por estas nuevas formas y sobre todo por esa especie de poesía con ingenio que él logra de manera excepcional. Pudiera decir que en este poeta del centro de la Isla encontré mi verdadera serendipia literaria.

¿Cuál es el libro que te falta por escribir?

A título personal tengo pendiente “La historia de mi infancia”, los relatos de la niña que soñaba ser bailarina, daba clases a sus muñecas guiada por un atlas de Geografía y pasaba noches en un portal junto a su abuelo paterno, esperando ver las lechuzas en el tejado.

A título profesional me falta incursionar en un libro de ensayos. Como investigadora de Ciencias Sociales es una deuda que tengo conmigo misma, algo que en verdad me llama la atención y creo poder asumir sin grandes pesares.

¿Cuál es el libro que ya has escrito y que sientes que aún no le ha llegado su tiempo?

“El hombre sin ombligo” es un libro que terminé desde 2017. Es un poemario autobiográfico y esa es la razón por la cual aún no me animo a compartirlo. Además, es un texto muy incipiente, un cuaderno escrito en verso rimado, dividido en dos capítulos que no rebasan los 60 poemas. Quizás lo publique algún día, siempre alegando la ingenuidad de haberlo escrito como una poeta novel.

¿Qué libro preferirías nunca escribir?

La profecía de mi muerte o un libro por encargo.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Lisy?

Una niña consentida en casa y, paradójicamente, una consagrada Vicedecana en la Universidad. La profesora de Derecho que alterna sesiones con la escritora sentipensante. Ambas viven dentro de mí. Y de todas las mujeres que me habitan, la que más me domina es aquella que tiene una gran fe en Dios, esa que suele repetirle con frecuencia a sus amigos: “El cielo gobierna”.


Una mujer que se desnuda ante la realidad imperfecta

Anisley Fernández Díaz es la poeta salvaje, la niña terrible que juega entre los versos, la mujer desnuda en las metafóricas calles de una ciudad en vilo. Se abre paso en el mundo a golpe de poesía limpia. Cuando se dialoga con ella, a pesar de la distancia, se siente el aroma de algunas palabras indispensables.

En la escritura, en la creación, ¿qué consideras sea esencial o indispensable?

El escritor debe ser egoísta consigo mismo en cuanto a exigencia, transparencia y sentir. Hay que replantearse constantemente el «yo sensorial», el «yo biopsicosocial» porque la vida consiste en movimiento. Todo se mueve, se trastoca, muta, evoluciona. En la literatura de hoy día no es diferente. Ese completo desorden de todos los sentidos debe ser una máxima, o la rebelión al mirar la rosa hasta que se pulvericen los ojos, nos diría Rimbaud, el poeta maldito que revolucionó su tiempo.

fotos cortesía de la entrevistada

¿Consideras la poesía el epicentro de tu vida creativa?

Muchos escritores de la «generación de oro» observan a los poetas noveles como un insumo más de la actual «generación androide» o «de la Internet». En cambio yo me cuestiono diariamente el funcionamiento y accionar de los talleres literarios, los concursos y las editoriales en Cuba. ¡Y ese antagonismo también es poesía! La poesía nos rodea, nos inunda en escenarios reales y ficticios, consciente o inconscientemente. Es una ironía la vida, mi poesía también. Existe un Plan Divino, una Ley de Atracción. Sería poeta de cualquier manera, hoy, antes y después. Amo la textura, el color y el olor de los libros de poesía de cualquier época. Amo tomar una hoja en blanco con ese impulso divino que nos lleva al clímax más visceral, más sentido.

¿Cómo descubres la vocación hacia la literatura?

No sé explicarlo. Puedo decirte que con tres años les declamaba a mis vecinos los Versos Sencillos de José Martí. A los 10, construí muchos poemas rimados, cada uno con un dibujo, mientras mi infancia transcurría en el coro de Belkidia López Fundora, y más tarde en la Escuela Provincial de Arte «Benny Moré», en mi querida Cienfuegos: moraba junto a mis cuadernos de música otra libreta con apuntes personales y frases de autores. Creo que fue mi profesor de Español Literatura del pre, Tomás Aparicio, quien me descubrió. Yo le enseñaba mis textos (sin la más remota idea de lo que escribía) y él sonreía, me decía «la erótica» y que debía estudiar Periodismo. Me dio además el norte amigo que diagnosticó lo que en aquel entonces era una prosa poética: Jesús Candelario Alvarado, gran poeta y narrador cienfueguero.

fotos cortesía de la entrevistada

¿Tiene la literatura/la poesía la capacidad de transformar lo real, en lo micro o lo macro?

Siempre. Hay una triada de oficios indisoluble en toda creación artística: poeta/pintor/escultor. Yo la extendería a una cuarteta con la parte musical que le corresponde a la poesía. Y a la coraza del humanismo. Somos artífices todos los seres humanos pero no todos somos artistas. El escritor/poeta es un restaurador (pintor o escultor) que talla, pule, perfila, acomoda, ensancha, embellece, limpia y ordena desde la espiritualidad una hoja en blanco hasta convertirla en una obra de arte. Desde la intención de tomar la hoja hasta la cumbre de la realización hay un proceso mágico que llegó a deslumbrar al mismísimo psicoanálisis freudiano. Un escritor/poeta es un ente creador de mundos (de lo macro y lo micro). Desde la especialidad que estudié como médico, lo macro es el órgano, pieza fresca evidente, normal o patológica. Y lo micro es la imagen al microscopio en toda su gama multiforme y multicolor de procesos y estructuras increíbles. Lo macro se expande sobre la base de lo conocido. Lo micro, a mi entender, consume la abstracción y responde a lo macro pues deviene en el don de la imaginación, en el juego de las invenciones que pretende convencer y hechizar al lector.

Para llegar a ese lector que mencionas, ¿cuáles son tus principales herramientas?

La intriga y lo confesional: puedo moverme en ambos límites, pero con ironía. El escándalo poético desde cualquier temática. El erotismo. La sátira. Casi siempre pretendo engañarlo o jugar con su imaginación. Pasar inadvertida, impredecible, o semi dicha. Este tipo de escritura me apasiona.

fotos cortesía de la entrevistada

¿Cómo transcurre tu proceso creativo? ¿Existe alguna singularidad de él que puedas contarnos?

Me sucede algo muy eruptivo, como si la fibra cardíaca se abriera literalmente o me saliera un repentino «rash encefálico». Mi mente se torna muy revolucionaria: me llegan palabras muy rebeldes, como desobedientes, desde lugares mágicos, incluso términos que desconozco y tienen que salir. Cuando voy al diccionario… ¡funciona! ¡Eran esas las palabras que iban justo ahí!

Cuando dialogas con escrituras previas a la tuya, por ejemplo, con los clásicos de todos los tiempos, ¿de qué manera te acercas a ellos? ¿Hay que desmitificar a los clásicos para poder tocarlos? ¿El respeto hacia lo creado anteriormente es un freno o sirve como motor de impulso?

Respeto bastante a los llamados «clásicos u obras clásicas» aunque no soy asidua a lecturas volumétricas. Respeto a los escritores de todo tipo y época. Tú y yo podríamos ser «las clásicas» en el siglo XXX y está bien. No creo, por tanto, en los frenos. Todo tiempo es valioso, difícil y limitado. Todo buen escritor siempre tendrá algo que decir y no pasará sin dejarnos algo: por pequeño que sea, es lo mejor que pudo dar.

¿Cómo valoras la competitividad en el plano artístico: un mal necesario, un bien necesario?

Es parte del proceso creativo. Hay demasiada selectividad y jueces por doquier: ojos, lenguas, manos… Lo importante es superarnos, crecer, divertirnos y divertir. Perdonarnos y perdonar. Ofrecer el espacio oportuno al talento de cualquier edad, al estudio, al trabajo en equipo. Transformar la idea de los concursos en espacios para aprender y compartir me resulta más necesario y provechoso que lanzarse al estrés de los concursos inventados por «algo» o «alguien» para la estratificación de los autores, como si fueran clases sociales. Quisiera que los autores regalaran sus libros. Leonardo da Vinci murió y La Gioconda es prácticamente invaluable. Los buenos libros deberían ser así, sagrados.

fotos cortesía de la entrevistada

¿Sientes que los premios transforman, por necesidad, la vida de los creadores que los reciben?

Ciertamente, los premios marcan un estatus, un mejoramiento, e incluso ciertos poderes, pero no definen el talento o conocimiento de un creador. La personalidad polimorfa de los jurados que otorgan influye más en ese sentido. Depende del creador en cuestión: puede disfrutar el premio consciente de su esfuerzo y labor o puede disfrutarlo engañado de sí mismo.

¿Qué resulta, a tu criterio, lo más interesante de la creación joven en estos momentos?

Es interesante la tendencia a replicar un estilo, un esquema de brevedad y concisión, cuando los libros actuales de teoría abogan por que no existen reglas absolutas al escribir. Sin embargo, hay jóvenes (me incluyo) que descartan estos patrones de procedencia más bien editorial y defienden su poema/borrador, se resisten a eliminar palabras, continúan seducidos por el lenguaje coloquial y de alguna manera lo preservan. Esto nos da autonomía, una voz propia y que pretende conservar aún la creatividad. No hay por qué «recortar» un poema. ¿Acaso puede recortarse una canción, un cuadro? El arte es belleza. La belleza es muy libre ante el ojo apreciador, pero será arte cuando se combinan talento y la más sincera introspección del artista.

Si tuvieras que definir tu poesía en pocas palabras, ¿cuáles eligirías?

Lo haría precisamente como en «METAPOIESIS», poema ganador en los Juegos Florales Cienfuegos 2021:

«La noche, el mar, mi cuerpo/

y en mi mano un licor, un pan mohoso, un cigarro/ es mi poema…»

fotos cortesía de la entrevistada

¿Qué palabra te parece la más poética del mundo?

El primer nombre de mi hijo: ¡Allen!

En tu poesía, ¿cuáles temas viajan a bordo?

Me fascinan las metáforas sensoriales, esas que erizan la piel. Trato de sentirlas desde temas como el amor/ desamor/ erotismo, vinculando imágenes de la naturaleza y términos médicos. Tengo un cuaderno en construcción que también refleja la mujer que soy, la mujer cubana de estos tiempos bajo el influjo de la violencia doméstica y psicológica. Desde lo confesional suelo ser la erótica o la niña maldita. A veces «una anciana frágil/ una anciana que observó las calles reciclando las energías…”

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Anisley?

Anisley se promete salvaje, como diría una amiga. Es la mujer que se desnuda ante su realidad imperfecta. Madre soltera, dolida por las leyes y estigmas de la sociedad y el tiempo que vive. Dramática, intensa, coqueta. Es la mujer que pretende más que trascender dejar una noción de su voz, su escritura muscular, el olor de su cuerpo por alguna calle de la isla que conduzca al mar.


Ojos para mirar los paraísos azules de Martha

¿Sabes de ese momento en el que te quedas pensando, cómo es posible que no lo hubiese leído antes? Bueno, algo así pasó aquella mañana de jueves (no sé por qué siempre es jueves cuando descubro cosas). Más aún cuando sabes de ese autor, cuando no resulta del todo un “no escuchado antes”, cuando incluso han interactuado en algún que otro espacio. Pero, me agrada que jamás hubiésemos cruzado ni medio saludo, nada. Tengo la firme convicción de que prefiero no conocerlos. Agradezco llegar a sus obras despojada de todo juicio previo, sin saber cómo luce su rostro, ni cómo sonríe, ni el sonido de su voz, sin nada que matice. En asuntos de este tipo detesto los matices, pero no es un privilegio del que goce mucho últimamente, sobre todo con los autores más jóvenes. Y para mi fortuna, así llegué a los dos primeros libros que leí de Martha Acosta Álvarez: Ojos para no ver las cosas simples, Premio Celestino de Cuento, 2018, Ediciones La Luz, Holguín; y Pájaros azules, Premio Pinos Nuevos, 2016, publicado por Letras Cubanas. Ambos los conseguí en la recién Feria Internacional del Libro de La Habana, 2022. Recuerdo que cuando encontré el segundo enseguida me remonté al primero, había fijado el nombre de su autora y lo compré sin pensarlo. Obviamente la sabía una narradora cubana contemporánea, cercana a mi generación. Tenía referencias suyas, pocas, una vez más, repito, toda una suerte según mis gustos como lectora; pero algo siempre sí he tenido claro, y es que: a nuestros colegas hay que leerlos, saber cómo se mueve el quehacer literario que nos circunda, que nos está marcando como grupo, y en este caso, como en no pocos otros de los revisados los últimos meses, sentí orgullo de la joven narrativa de esta Isla poética.

Una tarde de apagón, quizás un mes y pico después, comencé a leer Ojos para no ver… y empezaron a clavárseme los dardos en la diana sensitiva de mis gustos literarios. A la mañana siguiente me fui al dentista, ya saben, colas, siempre las benditas colas que aprovecho para leer así sea recostada a una esquina y comencé a llenar el libro de apuntes. Me preocupo cuando no tengo nada que marcar en los libros.

Leo para reseñar, porque amo hacerlo, para conocer las nuevas voces, (también para de alguna forma estar clara de la competencia). Esta chica es una muy buena competidora. Me ha dado tremendo placer leerme este libro. Tiene un pulso firme, una limpieza estilística envidiable y un total dominio del lenguaje y sus bondades.

Escribí un viernes 3 de junio, sentada en el salón de espera de la Clínica Estomatológica, aguardando para sacarme una muela. Incluso, una vez dentro, boca abierta en lo que el dentista cargaba la jeringa con la anestesia y traían el instrumental, seguía yo pegada al libro, entre otras cosas para enajenarme de la situación. Así avancé luego ese mismo día por las ciento cinco páginas como analgésico alternativo ante el posoperatorio.

Pájaros azules lo comencé poco después de haber devorado el primero y, sin temor a dudas, puede uno encontrarse el libro sin portada ni nada que haga alusión al autor y leer directamente desde el primer cuento: Ojos caleidoscópicos y reconocer a Martha enseguida tras aquellas páginas. Existe una coherencia estilística en toda su obra, una homogeneidad admirable en sus textos, aunque pertenezcan a libros diferentes, que hace que funcionen como una especie de unidad indisoluble. Encontramos en su escritura toda, lo supe luego al leer el plaquet de poesías Distintas formas de habitar un cuerpo (publicado también por Ediciones la Luz, Premio de Poesía El árbol que silva y canta, 2017), una serie de marcas de agua, presentes en sus creaciones, que basta saber apreciar para reconocerla así sea en versos sueltos o algún párrafo de cualquiera de sus cuentos. Tiene todo un stock de recursos literarios que ubica en el momento justo, como si moldeara a mano los vaivenes de las narraciones, y digo esto e imagino unas manos finas pero firmes, de mujer deshabitada por la duda ante lo que hace, modelando un barro literario a su antojo una y otra vez, creando figuras sueltas que luego hilvana con paciencia de tejedora antaña. No encontramos textos densos vanagloriándose de ese stock de técnicas, no, y eso el buen lector lo agradece; encontramos metáforas llevadas sutilmente hasta lograr imágenes claras, pero con la tremenda capacidad de golpearte el rostro de a tajo.

Sergio llegó a la casa. Abrazos, palmadas en la espalda, la voz retorcida por verse luego de tanto tiempo. 

El mar era un rectángulo oscuro que adornaba la pared. Quieto. Manso. Dormido. Me sorprendí también vigilando al mar. Daba miedo que se despertara en algún momento, que rompiera su horizontalidad, que se irguiera y caminara hacia nosotros.

Habitación estrecha con vista al mar

(del libro Ojos para no ver las cosas simples)

 

Hoy vimos un pájaro azul y nos acordamos de la infancia, de la casa de tablones carcomidos por donde entraba la luz en los amaneceres. Los rayos colándose por los agujeros de la madera hasta la pared. El polvo danzando en la luz, partículas brillantes y locas que no se estaban quietas. Movimientos vivos. Pequeños seres mágicos que habitaban la luz, y por eso la luz era brillante. Entonces creíamos que los rayos de sol eran cilíndricos, que los cilindros eran las casas de las criaturas. Tocábamos la luz con la punta de los dedos, despacio, para no espantar a las criaturas, que se revolvían al tacto de los dedos, como si sintieran cosquillas.

 

Escuchábamos a la tía Jimena haciendo sonidos de amanecer…

 

A veces creía que te estabas muriendo, y que la muerte te hacía bien. Daban ganas de morirse contigo.

 

Ojos para no ver las cosas simples

 

Es esta una señora hecha de todas las tonalidades de la frustración.

 Cámara lenta

Difícil pasar por Falsos genitales sin hacer una pausa antes de proseguir. Resulta una tarea ardua establecer una escala sensitiva, sobre todo eso, sensitiva, entre los seis cuentos que conforman su libro Premio Celestino. Por suerte, la literatura tiene esas clemencias al permitirnos concluir a cada quien según queramos, según nos convenga, según sintamos, y yo decido hacer mi pausa en este texto. No aprecio una literatura con marcaje feminista en la obra de Martha, cosa que acoto no me parece ni bien ni mal, solo señalo, sin embargo, es este un cuento que recrea un plano ficcional con una prostituta inflable que no por eso deja se sufrir en su sintética piel los mismos males que una mujer cualquiera, más allá de a lo que se dedique.

Abro la puerta del apartamento.

Veo a la prostituta tirada en el suelo.

Irreconocible la prostituta. (Aquí una de las marcas de agua de la autora, ese rejuego con las palabras repetidas).

¿Quién te hizo esto?, pregunto.

No contesta.

No quiere o no puede contestar.

El aire se le escapa a través de su piel de vinilo soldado.

La prostituta está rota.

Reventada.

Su cuerpo no se parece a su cuerpo.

Su rostro no se parece a su rostro.

No pide ayuda.

No quiere o no puede pedirla.

Los ojos de la prostituta lloran.

(…)

La prostituta se está desinflando en la sala del apartamento. (…)

Estalló por la costura.

Por algún lugar tenía que estallar.

(…)

Va hasta el baño. (…)

Se saca la vagina portable.

La mete debajo del chorro. (…)

La vagina portable se llena de agua.

Se desborda.

Desde la estructura en la que manejó el texto hasta la originalidad de la idea, el enfoque en el que planteó la situación resultan interesantes puntos de vista. Dota a todo el compendio como de una especie de núcleo ya que notamos en otros cuentos una construcción similar en las narraciones y al mismo tiempo se mantiene el ambiente literario, que si bien no se repite sí persiste la uniformidad, siendo historias que, aunque marcadas por lo cotidiano, coquetean con el surrealismo y el absurdo.

En Pájaros azules, el segundo libro de Martha Acosta al que me acerqué, aunque escrito primero que Ojos para no ver las cosas simples, supongo, dado el orden cronológico en el que ganaron los premios (aunque eso bien pudiera no significar darlo por hecho), el cuento que lo nombra tiene una relación cercana con ese otro. Y aquí debo hacer un stop y repensar la sintaxis de la idea que quiero transmitir, verán: el cuento Ojos para no ver las cosas simples hace referencia de alguna forma intrínseca a Pájaros azules. Invaden en ambos una sensación poderosa de tristeza, de agobio tras tiempo de intentar encontrar soluciones. El mismo mal aqueja, y va enmascarándose: El pájaro se va de la casa, se va, pero no se lleva la tristeza. La tristeza se ha metido dentro de la casa, rueda y florece en las paredes, se derrama desde el techo, mancha el tapiz del único sillón que tenemos… Y, casualmente, ambos textos dan título a los libros. ¿Qué complicidad traerán implícita? Cabe preguntarnos. Algo similar sucede con los poemas: Ese día que no tiene para cuándo acabar y Distintas formas de habitar un cuerpo y el cuento Palomitas Company, también contenido en Pájaros azules. Un cuento profundamente visceral, con todo el poder para trastocarnos: mi madre aprendió a aparecer y desaparecer desde mi rostro en el espejo, a decirme hija de mierda con la voz quebrada que simula un “Ay, mija, me estoy muriendo”. Tal vez mamá piensa habitar mi cuerpo y mi espejo cuando su cuerpo pese demasiado para seguir articulando lamentos. Tal vez ya ha comenzado a hacerlo, y lleva años en eso, siglos, no sé.

Fragmento del poema Ese día que no tiene para cuándo acabar:

Mamá está muriendo.

Hace días que está muriendo,

años, siglos, no lo sé.

Lleva mucho tiempo en eso,

y no acaba de morir

ni de salvarse.

Tose como si los pulmones se le salieran por la boca,

dice, Ay, mija,

con la voz quebrada

y se me llenan los ojos de lágrimas…

Paraísos perdidos, Premio Calendario de Cuentos, 2017, hace alusión irónica a nuestros hábitos; como bien definiera su propia autora desde la dedicatoria: … este quimérico museo de formas inconstantes, este montón de espejos rotos. Una vez más recorremos pasillos familiares entre nuestras tristezas y sinsabores de vida. El realismo invade sin piedad en cada uno de los textos paseándonos por una galería de paraísos: El paraíso del cuerpo, el del tiempo, el paraíso vacío, el sumergido y el impronunciable. Y aquí haré mi pausa en Un arrecife en la espalda, que considero bien encierra, como cualquier otro del compendio, la esencia de este libro. No escapo nunca al llamado del mar, donde quiera que esté, y aquí hace su presencia, arrasador, como de costumbre, dejando con cada batida de brisa más dolor que paz.

Esta autora camagüeyana (Sibanicú, 1991) adoptada por la capital, más que por la capital ya por toda la Isla, donde se lee y admira la buena escritura, ha sido ganadora de una larga lista de certámenes literarios entre los que figuran los siguientes premios de narrativa: el César Galeano de cuentos, 2015, año en el que egresó del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso; el Pinos Nuevos, 2016, Calendario, 2017, el premio Dador, 2017 y en ese mismo año el Paco Mir Mulet, Fundación de la Ciudad de Nueva Gerona, el Mabuya; y en poesía El árbol que silva y canta, 2017. Luego en 2018 fue galardonada con el Premio Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar, con la obra El olor de los cerezos, el Celestino de cuentos y el Novela de Gaveta Franz Kafka. Ha alcanzado mención en el premio David de poesía, 2015, primera mención en el premio Emilio Ballagas de narativa, 2016, primera mención en el premio Mangle Rojo, de poesía, 2017 y en el Portus Patris, también de poesía ese mismo año. Además de los libros ya mencionados tiene otros dos fuera de Cuba: Doce años es demasiado tiempo, Editorial Guantanamera, España, 2016 y una novela titulada La periferia por la Editorial FRA, 2018. Varias de sus obras aparecen en revistas tanto dentro como fuera del país y en antologías. 

Su literatura está armada hasta los dientes con un ejército de personajes elaborados hasta el hastío. Pensados a nuestra imagen y semejanza, listos para defenderse de cualquier situación que a su autora se le antoje destinarlos. Cuenta también su escuadra con el ya mencionado stock de recursos literarios cuya función es alivianarte el golpe seco de su prosa. Solo te queda una opción: disponer de ojos para ver los paraísos azules de Martha.