Yanetsy Ariste


Primera Jornada de Teoría y Crítica de Arte, nuevas voces

Desde este 30 de marzo se inicia la primera edición de la Jornada de Teoría y Crítica de Arte en La Habana, una cita que contará con la participación de críticos e investigadores de varias provincias.

El evento, organizado por la Asociación Hermanos Saíz en conjunto con el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, ha dispuesto un curso de posgrado en el “Marinello” sobre la crítica en todas las manifestaciones del arte, y un encuentro entre los participantes en el Pabellón Cuba, para socializar experiencias en torno al ejercicio del criterio.

La crítica de arte llena vacíos teóricos y contribuye a la historiografía, por lo que también favorece el resguardo de nuestro patrimonio cultural. El juicio experto deja testimonio histórico de un suceso artístico y sus protagonistas.

La jornada, que se extenderá hasta el primero de abril, reconoce a la crítica como promotora de los procesos artísticos; al crítico, como un educador del gusto estético que acerca el arte a los públicos; por tanto, se ha propuesto entre sus objetivos el de promover en los medios de comunicación a los miembros de la sección de Crítica e Investigación de la Asociación y contribuir a la formación especializada de nuevas voces provenientes de perfiles profesionales afines al universo cultural.

En los últimos tiempos, el mercado parece obviar el ejercicio del criterio especializado; desde las instituciones culturales, no siempre se programa “lo mejor”; y, los creadores explican su obra sin intermediarios cuando se autopromueven en las redes sociales ante una masa numerosa, pero la (muy cuestionada) crítica de arte persiste, haciéndose necesaria.

Por lo que este evento enriquece el ejercicio profesional y establece alianzas para futuros espacios teóricos. Aboga por una crítica que demarca los terrenos estilísticos con análisis serios y plausibles, que arroja luz sobre la actualidad de la creación, los discursos, los públicos; una crítica atrevida, nunca temerosa, que “peñizque” al artista cuando se atrofie en caminos autocomplacientes.



La gráfica en Vueltabajo: un poco de historia, y urgencias

La primera referencia del grabado en Pinar del Río, según documentos históricos, aparece en 1871. Se trata de dos obras realizadas por un artista de apellido Miranda, en las que se representa la antigua cárcel y el edifico del ayuntamiento, ubicado en la Plaza de Armas. Recordemos que el siglo XIX era un periodo en el que las autoridades del territorio no destinaban fondos al otorgamiento de becas para costear estudios artísticos en La Habana o en el extranjero, tampoco había una Academia de Artes en la provincia.

No fue hasta 1946 que un grupo de jóvenes graduados de la academia de San Alejandro en La Habana funda la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas, para dar respuesta a la necesidad de formar artistas en Vueltabajo. Fue el cuarto centro fundado en el país con estas características, y aunque en sus primeros años no contó con el respaldo económico del gobierno, sí tuvo el apoyo de prestigiosas organizaciones civiles como el Comité Todo por Pinar del Río.

Aula dedicada al Grabado en la primera sede de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas; Pinar del Río, años 50.

La gráfica pinareña se refuerza a mediados de los años 50 cuando parte del colectivo profesional de la Escuela de Artes Plásticas, funda el grupo Punta integrado por pintores, grabadores, escultores y dibujantes, con el objetivo de divulgar la producción de artistas pinareños y para conquistar mayores públicos mediante exposiciones, conferencias, exhibición de películas, libros, etc.

Por eso, no podemos hablar de una tradición del grabado en Pinar del Río, porque de hecho, es una manifestación relativamente joven. Aquellos artistas de más larga trayectoria que actúan hoy en la escena plástica se instruyeron en la Universidad de las Artes (ISA) y luego formaron otras generaciones en la Academia Provincial de Artes Plásticas, hasta su cierre hace poco más de una década. Pero sí podemos hablar de grabadores prominentes como Marcos González Yaver, Miguel Ángel Couret, Yasser Curbelo, Tamara Campo, José Luis Lorenzo, y otros en una muy larga lista.

No obstante, el grabado enfrenta no solo carencias materiales, porque el taller provincial, en mayor o menor medida, las atenúa, pero, es un espacio al que no se le ha sacado partido.

Hacen falta más exposiciones dedicadas únicamente a la manifestación,  para potenciarla. Son necesarios encuentros entre grabadores a nivel nacional para saber dónde estamos ubicados y qué estamos haciendo respecto a otras provincias. La retroalimentación entre artistas anima la creación y la ayuda a encontrar nuevos caminos formales.

Se precisan cursos que exploten al máximo las técnicas de la gráfica menos socorridas en la provincia como la litografía, el chine collé, y aquellas resultantes del aprovechamiento tecnológico, el fotocopiado, la impresión digital, 3D y el corte laser.

Grabadores pinareños en uno de los dos cursos técnicos (sobre calcografía) proyectados por el taller en 2022.

Como prioridad, es urgente aprovechar el taller de grabado en Pinar del Río, enriquecer sus condiciones técnicas y materiales; y desde la institución atraer a los artistas con eficientes estrategias de comunicación, para que allí trabajen y luego expongan.

El grabado, por tendencia, se tasa con cifras inferiores en comparación a la pintura, y otras expresiones de las artes visuales. Su carácter seriado es la causa. Por tanto, es una carrera venerada por pocos debido también a la exigencia artesanal, esforzada e imprevista de su materialización. Quien hace grabado es porque realmente ama el esfuerzo que demanda.

El Centro Provincial de las Artes Plásticas y la dirección del taller de grabado en la provincia deberían tener entre sus prioridades este año el impulso a la manifestación. Aún falta mucho por hacer, para tomar el cauce que el grabado pinareño merece.



La vida es un Jardín

Jardín es el espectáculo más reciente del grupo de narración oral escénica A la cuenta de tres y el segundo que en al menos diez años acoge un teatro pinareño, después del unipersonal Vidas Comunes, que Osvaldo Manuel Pérez Peñalver, llevara a las tablas en Vueltabajo.

Con la premisa de que la vida es un jardín donde todo florece y el asombro se encuentra en las cosas más indómitas o pequeñas, las narradoras del grupo, Yune Martínez y Yadira Hernández, seleccionaron para la puesta los textos: El coleccionista de semillas de Aidé Carolina Barbosa, La primera flor de Mayra Navarro; Sucu, un anónimo; La flor de Nena de Graciela Montes y La mitad de la Rosa de Yunier Serrano (Valerio), bajo la asesoría de Nubelia Leyva, una de las narradoras orales más prestigiosas de la Cuba de hoy.

foto: Lisette Magalys.

Buscar asesoría en una voz autorizada es una actitud perspicaz, porque aunque Yune Martínez y Yadira Hernández tienen suficiente camino andado a pesar de su juventud, no subestiman la importancia de buscar el ojo agudo de una generación de mayor experiencia.

Los textos del espectáculo fueron versionados. Pasaron por un trabajo de mesa a priori para materializar un producto diferente a la obra literaria, más aterrizado a la escena. Por tanto Jardín, como obra de narración oral, es una puesta que bebe de la literatura, pero en ella, el narrador es libre.

Es madura y está argumentada con rigor en cada escaso elemento de la puesta. Destaco escaso, porque sus hacedoras acudieron a la economía de recursos: un discreto mueble giratorio en forma de dado que sirvió también como percusión, un títere, un sol pequeño, un columpio, que fueron entrando y saliendo de la escena según el cuento, pero que en suma alimentaron la esencia del performance en su cuota justa.

foto: Lisette Magalys.

Jardín se diferencia formalmente de las puestas que hacen los grupos de teatro infantil en la ciudad, porque la narración oral teatralizada que estos grupos proponen con su estética, incluye acción; y toman elementos de la escenografía para apoyar esa acción.

Con Jardín, el público ilustra las acciones en su mente y no prevalecen los diálogos (a excepción del cuento de Mayra Navarro, que lo hace en dos ocasiones, para que los niños identifiquen los personajes). Aquí lo más importante es el desarrollo de la historia.

foto: Lisette Magalys.

Estas artistas juegan con el público, en algún momento acuden a la mímica, al títere, todo para enriquecer el cuento, lo cual es más dinámico, entretenido y da fe de su virtuosismo en escena. Bajan al proscenio, invitan a los niños al tabloncillo para hacerlos parte de la narración.

En la última historia (La mitad de la rosa) usan ilustraciones proyectadas al fondo del escenario, recurriendo (no por azar) al texto más poético (casi un trabalenguas) que mantiene a los niños atentos. En ese instante en el que Yune narra y Yadira acompaña con la música, la luz, proyectada desde el frente, incide solo en la mitad del cuerpo de las actrices y estampa sus sombras chinescas en el fondo. Por lo que la luz aquí toma un valor simbólico, casi poético también.

La música y los arreglos están a cargo de Yadira Hernández e incluye La rosa roja de Óscar Hernández, una canción tradicional japonesa, el vals Danubio Azul con Sinfonía Salsa, Flor Pálida de Polo Montañez, etc.; para acercar a los niños ritmos cubanos tradicionales como el son, la habanera, el chachachá, la conga, y al mismo tiempo, demostrarles cuán plural es la sonoridad del mundo.

Ya en escena también se valen de diversos instrumentos, según la historia, como el palo de agua, las maracas, la flauta dulce, el cajón, la pandereta, el güiro, las claves, etc. De manera que el público sigue la voz de la actriz pero se sumerge en una atmósfera sonora muy heterogénea, que estimula sus sentidos.

foto: Lisette Magalys.

Jardín está dedicado a dos narradoras orales de Pinar del Río que ya hoy no nos acompañan físicamente: Luisa Marina Pérez y Silvia Domínguez. He ahí un gesto también noble, porque significa reconocer la historia y quienes la construyeron antes.

La vida es un jardín, lleno sensaciones, colores y luces. En concepto, este espectáculo lo demuestra y deja a uno con ganas de quedarse a vivir en él.



Réquiem por la escultura

La escultura tiene especificidades materiales que la colocan en una posición desventajosa respecto a otras expresiones de las artes plásticas. No solo producir, sino también exhibir una obra tridimensional –con todas las dificultades de costo, transportación y dificultades de emplazamiento que la misma entraña– es siempre más complejo que tratar museográficamente con las piezas bidimensionales como la pintura y la fotografía.

Cuando a ello se suma la poca atención por parte de especialistas y críticos –que son los responsables, en última instancia, de potenciar su promoción a través de la oportuna evaluación crítica de los resultados artísticos–, más difícil se torna su justa valoración en el ámbito del movimiento plástico nacional.

Durante el período colonial la escultura tuvo un lugar poco privilegiado en el concierto jerárquico de las Bellas Artes. Se mantuvo a la zaga en el constante proceso de renovación que vivía la arquitectura y la pintura, permaneciendo casi “invisible” en los salones expositivos ante la mirada del espectador y desatendida por no pocos historiadores y críticos.

Sin embargo, su condición de Cenicienta[1] se vio favorecida, considerablemente, cuando en la primera mitad de la década del veinte un reducido número de artistas comenzaron a subvertir los cánones académicos que no habían variado desde el período colonial. A ellos les corresponde la primicia, no solo en Cuba sino también en el área caribeña, de haber iniciado el camino de la vanguardia escultórica.

escultura de Roberto Fabelo, en La Habana Vieja

El triunfo revolucionario impulsó sustancialmente el desarrollo de la manifestación. Se crearon cursos de postgrado en el extranjero, se abrieron becas nacionales e internacionales, se fomentó el montaje de exposiciones personales y colectivas. En 1967 se produjo la primera graduación de la Escuela Nacional de Arte donde emergen con fuerza creadora un grupo de jóvenes de avanzada que abogan por temas novedosos y se interesan por la experimentación.

En los ochenta, la fundación de Codema (Consejo Asesor para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria y Ambiental) repercutió de forma favorable en ambas vertientes –la escultura ambiental y la de salón– estrechando vínculos y apoyando proyectos creativos.

No obstante, pensemos, en los últimos años, ¿cuántos salones nacionales privilegian la escultura? Y en las muestras colectivas, ¿cuántos escultores participan?

Las cifras son extremadamente reducidas en comparación al resto de las manifestaciones, donde destaca siempre la pintura en su variedad de poéticas. Ante las dificultades técnicas y materiales, que la escultura demanda no es de extrañar que sea menor el número de escultores que el de artistas que abogan por otras manifestaciones.

Entonces ¿Cómo estimular su creación?

Sería relevante fundar espacios exposititos dedicados únicamente a la escultura; crear talleres sobre creación escultórica y desde Codema, fomentar más proyectos que embellezcan las ciudades, no solo en sus principales arterias sino también en los repartos y zonas periféricas…para que las comunidades estén más cercanas al arte.

Urge desde las instituciones potenciar el coleccionismo de piezas escultóricas; destinarles becas de creación para financiar su producción, parcial o totalmente; y atender la restauración de las obras emplazadas en espacios públicos, por su deterioro natural o por la acción ciudadana.

La escultura es una manifestación tridimensional que mucho puede aportar a la experiencia artística de quien la aprecia; pero además puede, vinculada a la ciudad, mejorar la sensorialidad y la inteligencia emocional de sus habitantes. Esos rasgos volumétricos, a veces didácticos y lúdicos, ya sea en discursos realistas o abstractos, la acercan al hombre, la enclavan en sus espacios cotidianos, sensibilizan el consumo del arte, atrapan, seducen, interpelan…; de ahí su importancia.

 

Nota:

[1] Término acuñado por la Dra. Adelaida de Juan en el prólogo del libro Escultura y escultores cubanos de la Dra. María de los Ángeles Pereira.



Comunicación cultural: Retos para las instituciones del sector

Por concepto, la comunicación cultural es una rama de la comunicación que trata de englobar o aunar todos los medios, códigos, canales y mensajes que forman parte del sector cultural, con la finalidad de difundir la misión de los diferentes entes, al público.

Aunque engloba a la promoción, la comunicación es una disciplina más amplia y muchas veces se confunden la una con la otra, de ahí que se incurra en errores en sus prácticas, si los límites entre la promoción y la comunicación no quedan claros por sus ejecutores y directivos.

Existen tres mitos en torno a esta disciplina definido por especialistas en el tema. Se piensa que la comunicación no está vinculada a la fase final del producto cultural. Muy por el contrario, la comunicación es una herramienta clave en la gestión de las relaciones entre las organizaciones y las personas que las conforman. Como consecuencia, está presente en todas las fases del marketing, desde el diseño del producto cultural, hasta que éste llega al público.

Asimismo, algunos aseguran que la gestión de la comunicación se limita a la gestión de sus instrumentos (publicidad, relaciones públicas, etc.). Sin embargo, para conseguir una comunicación eficiente, es necesario completar todos los instrumentos en una misma visión estratégica, en la que esos instrumentos y las decisiones de la organización sobre el precio, la distribución, la marca, etc., estén integrados.

Por otra parte, los objetivos de comunicación no siempre son objetivos de ventas, porque la comunicación puede enfocarse exclusivamente en la imagen de un producto en el mercado, informar sobre cambios y alcanzar a públicos de interés estratégico y/o social.

En nuestro país, en cada municipio, centro, consejo y empresa existe una persona capacitada que cumple la función de promotor cultural, y que afortunadamente está probando que promover es más que actualizar las carteleras promocionales y socializar la programación cultural con los medios de comunicación.

Pero no perdamos de vista que, aunque un promotor debe conocer las estrategias de comunicación, nuestras instituciones culturales necesitan comunicadores, graduados en perfiles de Comunicación social; que trabajen al unísono con los promotores o necesiten, al menos, asesoría profesional de los comunicadores cuando lanzan grandes campañas para sus servicios y productos culturales.

Es una necesidad del país hoy actualizar estrategias de comunicación, desde todos los sectores, en especial en el de la cultura, porque la guerra que hoy se libra en las redes sociales también es una guerra cultural, y la comunicación tiene que ser escudo para la cultura.

 



Yusley Izquierdo y el reto de una radio crítica y propositiva

Yusley Izquierdo Sierra es un joven radialista, locutor y director de programas, fundador y coordinador del encuentro y concurso de jóvenes radialistas La Vuelta Abajo, único de su tipo en la provincia, y además recientemente fue electo presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Pinar del Río.

Eres el director del programa Hecho en Casa, una propuesta sabatina que está ganando audiencias y colaboradores, ¿qué lo distingue?

Hecho en Casa surge como proyecto de conjunto con la Asociación Hermanos Saíz. Necesitábamos un espacio para promover el quehacer de los jóvenes en Pinar del Río. Inicia en el verano de 2018 y ha estado siempre enfocado en la producción del arte joven cubano; para decir, debatir e intercambiar sobre temas culturales. Siempre hemos tratado de buscar contenidos diversos para que sea también un espacio de proposiciones, de proyectos.

“En 2021 pasa a formato de revista cultural y crece en tiempo. Ahora mismo cuenta con hora y media al aire, todos los sábados a través de Radio Guamá, desde las 3 y 30 hasta las cinco de la tarde.

“Con este formato el programa ganó muchísimo, porque además del debate se insertaron el reportaje y el comentario, a cargo de las periodistas Zorileidys Pimentel Miranda y Yanetsy Ariste, respectivamente. Creo que conseguimos unir la crítica de arte al periodismo cultural y eso fortalece muchísimo el programa y le ha valido el reconocimiento de los jóvenes escritores y artistas que sienten que tienen un espacio para dialogar, para fomentar el gusto estético en las audiencias, conocer y adentrarse en los procesos culturales y cómo se manejan en Pinar del Río; y para la promoción de la obra, porque reservamos un tiempo para eso también.

Hecho en Casa se ha abierto a la propuesta de los asociados y así surgió la idea de Bitácoras, un segmento que Lázaro Prieto ideó como homenaje a exponentes de las artes visuales en Pinar del Río en ocasión del aniversario 35 de la AHS, el 60 de la Uneac y el 20 del Salón de Arte Joven. Eso acercó a los artistas que se veían lejos del medio por ser un solo sonoro, así rompimos estereotipos con la radio y la limitación con que las personas la perciben.

“Iniciando el 2022 estamos con una nueva entrega, Cuando cuentes cuentos, una propuesta de Yune Martínez, narradora oral, para contribuir desde la radio a no dejar morir esa tradición que se ha ido contando de generación en generación y forma parte de nuestro patrimonio.

“Y ojalá siempre cuando termine una etapa de un proyecto individual vengan artistas con nuevos proyectos, porque eso enriquece muchísimo el espacio y es la esencia de Hecho en Casa: un programa que desde la radio permita que los artistas se sientan cómodos y sientan que esa es también su casa”.

Como gestor de La Vuelta Abajo, y como joven que ha crecido dentro del medio, ¿qué crees necesita la radio hoy?

“Repensarse, dinamitarse, remover todas sus estructuras de modo tal que le permita ser contemporánea, ir a la ciencia, investigar los procesos: se ha estudiado el receptor, no siempre al emisor. No se ha visto en qué condiciones produce el producto comunicativo, bajo qué rutinas, ideologías, cultura del trabajo, que todas constituyen mediaciones del producto que se está entregando. Hay que investigar esos procesos que determinan en gran medida lo que está al aire y cómo lo reciben esos públicos, así como los procesos de retroalimentación que no siempre se articulan.”

¿Cómo es la radio que quieres hacer?

“Por contenidos, la gente busca información. Una radio que no sea repetidora de formatos de otros espacios, una radio donde se dialogue, una radio crítica, una radio donde la gente sienta y diga ‘ahí se está diciendo lo que yo quiero decir’, una radio que no sea complaciente con determinados sectores de audiencia y sí sea cuestionadora, propositiva. Una radio desde la que también se pueda encontrar soluciones a los problemas que tenemos”.

Yusley siempre quiso ser médico, pero finalmente escogió ser trabajador social. Por esos años se inició en la radio en Toque Joven, un proyecto escuela que concebía la inserción de un grupo de jóvenes para promover lo que se hacía desde diferentes sectores. Allí creció y se hizo director de programas en fechas más recientes. Igualmente le apasiona la comunicación social, una especialidad con un campo muy amplio, de la que se graduó en la universidad Hermanos Saíz.

Desde tu experiencia como comunicador social, ¿qué necesita el sector cultural en materia de Comunicación?

 “Hoy se trabaja con el término ‘promoción’, pero cuando hablamos sobre ‘comunicación’ estamos entendiendo los procesos de una manera más amplia: desde esa interacción entre las instituciones que también tributan a los procesos creativos, desde esa relación que debe establecerse entre cultura y medios de comunicación y entre las instituciones o el artista independiente y sus públicos. Todo está mediado por la comunicación y hay que saber gestionarla. En tiempos de internet y redes sociales habrá que investigar cómo lograr una mejor coherencia en el trabajo de la cultura y cuánto le pueden aportar las ciencias de la comunicación.

“Esas investigaciones deben estar marcando las rutas de la comunicación y de la promoción, que no siempre es compartir contenidos con etiquetas.

“Lamentablemente, a veces no se tiene lo material y financiero para hacer todo lo que se debe, ni el recurso humano debidamente capacitado. Pinar del Río posee la desventaja de no contar con una formación de profesionales en la comunicación social y aunque sí existió la carrera por curso para trabajadores, los egresados no siempre regresaban a sus puestos de trabajo armados de elementos teóricos que permitiesen transformar esa realidad donde estaban, no siempre se exigió tampoco”.

La Asociación Hermanos Saíz, una organización a la que te has dedicado casi por entero, de la cual eres su presidente en la filial pinareña: ¿qué proyecciones de trabajo tiene para este 2022?

 “El reto está en promover la obra de los Hermanos Saíz que son nuestros coterráneos y tenemos la responsabilidad de hacer que su obra se conozca en Cuba y se promueva desde el arte que hacen nuestros miembros.

“Tenemos también el reto de ser espacio para el diálogo franco, sincero, pero responsable, comprometido con el proyecto social que entre todos construimos.

“El reto de ser una organización de vanguardia, para el pensamiento, que rompa con los estereotipos y las etiquetas que se le han establecido a los jóvenes y que sea capaz de demostrar la madurez, el compromiso de quienes militan en ella.

“Tenemos el encargo de hacer que la AHS se visibilice como esa vanguardia del arte joven cubano en el contexto pinareño”.

 

(TOMADO DEL PORTAL DE LA RADIO CUBANA)



Ink Factory para legitimar el tatuaje desde Pinar del Río

La 4ta edición del evento de tatuajes Ink Factory, gestado desde la Asociación Hermanos Saíz en Pinar del Río, resultó un espacio para legitimar el tatuaje como arte.

Hablamos de una tradición de más de 5000 años en la historia de la humanidad y en todas las culturas, desde Oceanía hasta América, con valor etnológico, antropológico y un significado psicológico para quien se lo hace.

Fotos de Jaliosky Ajete
Fotos de Jaliosky Ajete

Y aún así, durante siglos, sobre el arte en la piel han pesado los estigmas. Es quizá la última centuria la que le ha abierto paso en galerías y museos para exponer maquinarias involucradas en el proceso y los tatuajes en sí, ya sea en fotografía, performance, video, etc.

El Ink Factory autenticó esta expresión plástica con sesiones de trabajo diurnas de viernes a sábado y muy buena acogida por parte del público. Participaron tatuadores de varias provincias con diseños propios; por lo que el evento destacó también las disímiles estéticas que confluyen en la contemporaneidad.

Desafortunadamente, esta edición del Ink factory no pudo contar con talleres o un ciclo teórico para discursar sobre temáticas tan atractivas como la historia del tatuaje en Cuba, las limitaciones materiales del tatuaje ante la crisis económica o el marco legal de su práctica, que arrojarían luz a la interrogante: ¿Es posible hablar de un tatuaje cubano? Al mismo tiempo captaría la atención de otras audiencias que se acercarían con espíritu académico.

Fotos de Jaliosky Ajete
Fotos de Jaliosky Ajete

No obstante, el evento corroboró una verdad consabida: tatuar es un arte. El diseño de un tatuaje lleva altas dosis de creatividad y conocimiento del color y la composición. No todos los tatuadores son artistas, porque imitar un diseño concebido por otro y/o descargado de Internet, no es crear; aunque lamentablemente esta práctica ocurre con frecuencia para satisfacer al cliente que llega al estudio de un tatuador con el boceto de lo que quiere hacerse.

El tatuaje es arte cuando es una obra original y su artífice interpreta la realidad plasmándola mediante recursos plásticos. En este caso, las tintas recrean volúmenes, atmósferas, composiciones armónicas. Nadie duda que, como cualquier obra de arte, también tiene un valor coleccionable y puede alcanzar altísimos valores en dependencia de la complejidad del proceso.

Fotos de Jaliosky Ajete
Fotos de Jaliosky Ajete

Con esas motivaciones y atractivas propuestas visuales que beben de códigos culturales diversos, los tatuadores tomaron por cuarta vez el predio vueltabajero en el Ink Factory, probando que en la Isla emergen nuevos escenarios y talentosos artistas en el ejercicio del tatuaje.



Salón Tiburcio Lorenzo: un espacio de legitimación para el arte joven

Vuelve el salón Tiburcio Lorenzo al escenario vueltabajero para vislumbrar la heterogeneidad de tendencias que nutren nuestra plástica hoy. Nunca el arte ha sido esclavo de dogmas y cada artista es un universo ingobernable de ideas.

Crear es subjetivizar la realidad, revalorarla con criterios propios para dar vida a nuevas realidades que revelan las imágenes del mundo del artista, inconscientes y consientes. El arte es eternamente subjetivo, precisamente porque existe una variedad inconmensurable de temperamentos.

En nueve piezas, el Tiburcio nos devela esa variedad, inscrita entre generaciones y estilos. He aquí un Juan Jesús Murquier que esmalta sobre el lienzo los vericuetos de una personalidad que no resulta ajena, perfilando una ejecución inteligente que toma de la psicología o va hacia ella.

Daniel Fernández Padrón fabula dentro del más ordenado neosurrelismo colorista; el desbordamiento figurativo y simbólico de su producción es un gusto. Leisy Marrero, cronista del lente, ha apelado a sujetos infantiles para sensibilizar la imagen en blanco y negro. Lleva años trabajando con el obturador y ha demostrado, como la joven Lisandra Carrodegua, que la fotografía no es un oficio solo de hombres en Pinar del Río.

Víctor Manuel Guerra Arteaga sugiere en su lienzo la perversión de la inocencia con un aire que resulta incómodo e interpelativo al espectador. De ahí la maravilla en su trazo, que si bien es académico también es muy contemporáneo. En Línea de la vida, Miguel Ángel Couret ha sintetizado la cronología de cualquier existencia. Es un simbolista que aprovecha la significación del objeto (sillón, silla, mueble) para narrar.

 

Erick Méndez sale de los convencionalismos del retrato con destreza para aprovechar la multisensorialidad de la técnica mixta. Marcos González Yaber usa en Tiempos de Erosión las cualidades del metal envejecido y otras texturas, apoyando conceptos ontológicos del ser humano concernientes al desgarramiento o la deshumanización. Mientras, Marcelino Díaz Fabelo expone otra de sus abstracciones monotipias con efervescente gama. A fin de cuentas, ¿qué es el arte, en primera instancia, sino un souvenir para el espíritu?

El salón Tiburcio Lorenzo continúa sirviendo de ojeada a la producción plástica de los artistas. Especialmente los jóvenes, lo asumen como un espacio de legitimación, y por ello, este año, el número de creadores noveles igualó al de miembros de la Uneac, con propuestas frescas dentro del bad painting, la abstracción y la pintura académica.

A través del evento, la Uneac se convierte en marchante y promotora cultural, ambas prácticas detonan la producción artística, en un periodo en que el mercado para el arte cubano parece dormir.

 



Paranoia en la Sala Real

La buena fotografía llama la atención sobre sí misma, es un panteón de visualidades en el que cohabitan discursos. Atrapa y sacude. Paranoia cumple esa máxima. Ernos Naveda y Barbarito Walker se han unido en la galería Sala Real para exorcizar, desde el lente, el pandemonium de la ignorancia: la sentencia de que “lo nuevo” es inmaduro… porque el arte joven no tiene bridas y no permite ser espoleado.

He aquí una fotografía que genera diversas capas de experiencias desde la composición y lo insinuado. Se puede leer a través de los distintos planos expresivos; revela historias y personajes.

 

Naveda es un provocador: cataliza la violencia, la lascivia, construye el miedo y lo venera. Ha dicho que su serie, El beso rojo, “es un dolor en el pecho, una necesidad de explotar, crear; un desnudo en imágenes. Es amar todo lo que puede ser rechazado o cuestionado.”

Toma la realidad, la intensifica exponiendo el lado oscuro de la razón, con un apetito deshonesto y perturbador. Convida a la agresión contemplativa, porque el espectador es un cómplice voyerista.

Su fotografía es teatral. Ernos Naveda es un dramaturgo visual que manipula y recrea escenarios; sus sujetos fotografiados se vuelven actores a merced de un erotismo sin censura, como pretexto para discursar sobre violencia de género, cosificación y mercantilización del cuerpo.

 

Walker es un documentalista. Las imágenes, suscitadas por la novela Memorias del subdesarrollo, traducen su contexto cultural, el aquí y el ahora. Sergio es su alter ego; pensado en él y su telescopio, Walker salió con su cámara a cazar realidades tropezadas. Es un testimoniante. Trae diversos personajes de la pluralidad de isla que somos, con o sin poses; porque la pose es también una actitud ante la existencia. Estamos habituados al subdesarrollo; el fotógrafo solo lo explicita.

La psicología de los sujetos es uno de los elementos más explotados. Sergio es un diseccionador de la sociedad, Walker puede serlo también. Antes de presionar el obturador conversa con las personas, establece una compenetración espiritual que lo ayuda a apropiarse de la energía del momento. Hay en su obra un aliento filosófico y una forma poética de descubrir el contexto social.

Paranoia expone, desborda, increpa. Conecta con el público porque apela al inconsciente, al hecho íntimo y punible o al hoy colectivo. Es una fotografía que recién emerge pero se abre paso en la palestra con la fuerza pujante del derrumbamiento.



La Vuelta Abajo: un espacio para mantener joven la radio

Con el objetivo de discursar sobre la radio en Internet y la producción de podcast como producto audiovisual para la red de redes, inició este miércoles la novena edición del Encuentro y Concurso de jóvenes radialistas, La Vuelta Bajo; un evento organizado desde la filial vueltabajera de la AHS y la emisora provincial radio Guamá.

Cuando se habla cada vez más de la exhibición de contenido  dotado de las características propias del  medio radiofónico en Internet mediante streaming; y del podcast como una alternativa al universo analógico, La Vuelta Abajo dedica su convocatoria a tratar estos temas. Por tanto, es un evento que marcha a la par de las tendencias comunicativas; y, sobre todo, está pensando en el futuro del medio y en sus públicos no solo como oyentes sino como internautas.

En esta jornada fueron tratados otros temas como la paternidad responsable a cargo del periodista Jesús Muñoz, representante de la red iberoamericana y africana de masculinidades; y Tamara Rendón, especialista del Cenesex, ejemplificó el lenguaje inclusivo en los medios de comunicación.

Muñoz enunció cómo las campañas comunicacionales están orientadas más a destacar la maternidad; y cuando abordan la paternidad lo hacen, preferentemente, desde esquemas tradicionales de familias.

Por su parte, Rendón, explicó los avances que tiene Cuba en materia de derechos sexuales y ofreció términos y modos del lenguaje para abordar y defender los derechos de la comunidad LGBTIQ+ en los medios de comunicación.

Asimismo, no faltó el mensaje de fraternidad de la Asociación Mundial de Radio Comunitaria para América Latina y El Caribe, en la voz de su vicepresidenta, la colombiana Mónica Valdés.
Mañana ocurrirá la premiación de las obras radiales en concurso y quedará lanzada oficialmente la convocatoria a la décima edición del encuentro.