Escultura


Los 80 de Lauro

Lauro Hechavarría es uno de los artistas visuales más reconocidos en Holguín. Pintor, escultor y pedagogo de larga trayectoria, pertenece a una generación –la misma de creadores como Cosme Proenza, Jorge Hidalgo y Armando Gómez en el plano holguinero; y de compañeros de estudios como Tomás Sánchez, Roberto Fabelo, Zaida del Río y Alberto Lescay– que llevó la carrera artística a la par de los procesos de transformación social del país.

“Sinceramente yo nunca sentí la tensión entre tres polos, porque al Lauro creador y profesor siempre lo acompañó el activista político. Sucedió con naturalidad. Mientras estudiaba en La Habana nos dijeron que teníamos un compromiso con la enseñanza artística por dos años y ya voy por 51”, aseguró en una entrevista a Claudia Patricia Hernández en el periódico ¡ahora!

Esas más de cinco décadas dedicadas a la docencia –en las que impartió Escultura, Dibujo Anatómico y Técnicas de representación, entre otras disciplinas, en la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba, de Holguín– fueron homenajeadas en la exposición colectiva 80 lauros, abierta al público en la sala Electa Arenal del Centro Provincial de Arte, a propósito de la celebración de las ocho décadas de vida, el pasado 8 de julio, del multifacético artista y profesor.

Confluye en el mismo espacio galérico la obra de artistas de diferentes generaciones y búsquedas expresivas, desde contemporáneos suyos como Hidalgo y Rolando Salvador Pavón, hasta alumnos y creadores en cuyo trabajo, de una forma u otra, ha influido Lauro, como Eduardo Leyva Cabrera, Luis Ramón Silva, Argelio J. Cobiella Rodríguez, Roger García, Onelio Escalona, Dagoberto Driggs Dumois, Ronald Guillén Campos, César Sánchez, Daikel Hechavarría Reynaldo (su hijo) y Yeniset Hernández. No hay una intensión ex profeso de que las piezas semejen o remeden al maestro, pues las influencias, más allá de técnicas, expresiones y corrientes, en la mayoría de los mejores casos suelen ser como ese rasguño, a veces imperceptibles, en la piedra, que permanece aunque no se note en la superficie.

Escultor por excelencia, Lauro cree que esta debe enfocarse en la forma, el volumen y el espacio. “Me gusta que cada pieza guarde un significado y para ello nada mejor que la Historia. Debo confesar que se trata de una relación espontánea que parte de mi convicción patriótica”.

El pasado año realizó una placa, que se colocó en la Casa del Joven Creador de la AHS en Holguín, a propósito del aniversario 35 de la organización en la provincia. Esta es una pieza escultórica muy significativa, contó, pues en “ella partí de un hecho básico: Sergio y Luis Saíz Montes de Oca eran hermanos de sangre y de pensamiento y dieron su vida a la patria; que mejor fondo para sus rostros que las listas de la bandera y en la base de las estrellas un fragmento de su testamento político. Cinco piezas que se ensamblan con tornillos cuya técnica predominante es el cemento directo”. Aunque cada material tiene un lenguaje propio, trabajó con el cemento, pues es “en estos tiempos la técnica más sencilla y rápida a la que apelamos”.

Piezas suyas también están presentes en 80 lauros, desde caricaturas donde explora la sátira política y diferentes problemáticas sociales, hasta, en similar línea, una selección de carteles creados para conmemorar diferentes fechas, sobre todo las celebraciones del 1ro de mayo. “Citadinas” (acrílico/playwood) y “El baño” (esmalte sintético/lienzo) se incluyen en la muestra con curaduría de Bertha Beltrán Ordóñez y dirección general de Yuricel Moreno Zaldívar.

Miembro de la Uneac, obras suyas están emplazadas en espacios públicos, como los monumentos a Simón Bolívar, Bernardo O´Higgins y Augusto César Sandino, en la Avenida de los Libertadores, y a Jesús Menéndez, en el Bosque de los Héroes, en Holguín. Sobre su trabajo escultórico y la necesidad de potenciar la expresión en la provincia, comentó: “Iniciamos con fuerza, hicimos el Bosque de los Héroes, la Plaza Calixto García, los monumentos a Lucía y a Jesús Menéndez, pero ahí nos quedamos. El próximo proyecto era el homenaje a los 14 generales holguineros que nunca se hizo y corremos el riesgo de perder también el de la Reconcentración de Weyler conformado por siete esculturas monumentales y ya preocupa que de los siete creadores involucrados quedamos cinco. Un proyecto en tercera dimensión y de gran elegancia que debe realizarse, sobre todo, por la historia de la ciudad”. Este interés por la historia nacional, con sus grandes figuras y también con sus héroes cotidianos, recorre la obra de un artista que celebra, entre colegas y alumnos, sus 80 lauros.


Réquiem por la escultura

La escultura tiene especificidades materiales que la colocan en una posición desventajosa respecto a otras expresiones de las artes plásticas. No solo producir, sino también exhibir una obra tridimensional –con todas las dificultades de costo, transportación y dificultades de emplazamiento que la misma entraña– es siempre más complejo que tratar museográficamente con las piezas bidimensionales como la pintura y la fotografía.

Cuando a ello se suma la poca atención por parte de especialistas y críticos –que son los responsables, en última instancia, de potenciar su promoción a través de la oportuna evaluación crítica de los resultados artísticos–, más difícil se torna su justa valoración en el ámbito del movimiento plástico nacional.

Durante el período colonial la escultura tuvo un lugar poco privilegiado en el concierto jerárquico de las Bellas Artes. Se mantuvo a la zaga en el constante proceso de renovación que vivía la arquitectura y la pintura, permaneciendo casi “invisible” en los salones expositivos ante la mirada del espectador y desatendida por no pocos historiadores y críticos.

Sin embargo, su condición de Cenicienta[1] se vio favorecida, considerablemente, cuando en la primera mitad de la década del veinte un reducido número de artistas comenzaron a subvertir los cánones académicos que no habían variado desde el período colonial. A ellos les corresponde la primicia, no solo en Cuba sino también en el área caribeña, de haber iniciado el camino de la vanguardia escultórica.

escultura de Roberto Fabelo, en La Habana Vieja

El triunfo revolucionario impulsó sustancialmente el desarrollo de la manifestación. Se crearon cursos de postgrado en el extranjero, se abrieron becas nacionales e internacionales, se fomentó el montaje de exposiciones personales y colectivas. En 1967 se produjo la primera graduación de la Escuela Nacional de Arte donde emergen con fuerza creadora un grupo de jóvenes de avanzada que abogan por temas novedosos y se interesan por la experimentación.

En los ochenta, la fundación de Codema (Consejo Asesor para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria y Ambiental) repercutió de forma favorable en ambas vertientes –la escultura ambiental y la de salón– estrechando vínculos y apoyando proyectos creativos.

No obstante, pensemos, en los últimos años, ¿cuántos salones nacionales privilegian la escultura? Y en las muestras colectivas, ¿cuántos escultores participan?

Las cifras son extremadamente reducidas en comparación al resto de las manifestaciones, donde destaca siempre la pintura en su variedad de poéticas. Ante las dificultades técnicas y materiales, que la escultura demanda no es de extrañar que sea menor el número de escultores que el de artistas que abogan por otras manifestaciones.

Entonces ¿Cómo estimular su creación?

Sería relevante fundar espacios exposititos dedicados únicamente a la escultura; crear talleres sobre creación escultórica y desde Codema, fomentar más proyectos que embellezcan las ciudades, no solo en sus principales arterias sino también en los repartos y zonas periféricas…para que las comunidades estén más cercanas al arte.

Urge desde las instituciones potenciar el coleccionismo de piezas escultóricas; destinarles becas de creación para financiar su producción, parcial o totalmente; y atender la restauración de las obras emplazadas en espacios públicos, por su deterioro natural o por la acción ciudadana.

La escultura es una manifestación tridimensional que mucho puede aportar a la experiencia artística de quien la aprecia; pero además puede, vinculada a la ciudad, mejorar la sensorialidad y la inteligencia emocional de sus habitantes. Esos rasgos volumétricos, a veces didácticos y lúdicos, ya sea en discursos realistas o abstractos, la acercan al hombre, la enclavan en sus espacios cotidianos, sensibilizan el consumo del arte, atrapan, seducen, interpelan…; de ahí su importancia.

 

Nota:

[1] Término acuñado por la Dra. Adelaida de Juan en el prólogo del libro Escultura y escultores cubanos de la Dra. María de los Ángeles Pereira.


Jilma Madera: Un Cristo y un Martí en vigilia eterna de la Patria

En el punto más alto de Cuba, a 1974 metros sobre el nivel del mar, se erige un Martí en bronce, de frente altiva y mirada lejana, como quien vela por su Patria desde la cima, allí donde comienza el cielo y se siente la gloria.

La escultura fue fruto de la creación de Jilma Madera Valiente, una de las artistas de la plástica cubana más valiosas por sus obras de notable trascendencia. A la luz de un nuevo año, se conmemora otro aniversario del fallecimiento de la célebre escultora, el 21 de febrero de 2000. Más de dos décadas han transcurrido desde la fecha, pero un legado artístico imperecedero y tangible queda como vestigio de sus creaciones.

Jilma Madera es considerada –a beneplácito de los cubanos– la primera mujer en cincelar en mármol blanco de Carrara una obra de tamañas dimensiones: el Cristo de La Habana. Si bien el monumento de 20 metros de alto es colosal y admirable a la vista de quien lo contemple in situ, aún más gigantesca fue la destreza artística de la escultora, que precisó de un intenso trabajo que incluyó el traslado desde Italia, de 600 toneladas de mármol blanco de Carrara, y la dirección a los obreros que ejecutaron el proceso de montaje.

Inspirada en un ideal de belleza masculina, Jilma concibió al Cristo en imagen de perfección física, no en tanto simetría rostral como en percepción de paz visual, a lo que dejó ojos vacíos como para sugerir una mirada omnipresente, como ella misma expresara: “…le imprimí serenidad y entereza como alguien que tiene la certidumbre de sus ideas”.

La artista es también autora de emblemáticas piezas entre las que destacan los monumentos al General Francisco Peraza, en El Cacahual; a Martí en el parque de San Nicolás, Mayabeque; a Adolfo del Castillo, en Managua, La Habana; y el frontispicio de la Fragua Martiana.

De todas sus creaciones, las más conocidas y de mayor relevancia forman parte de nuestros tesoros patrimoniales por su excepcional valor artístico. El Cristo ha sido declarado Monumento Nacional, y el busto martiano ubicado en el Pico Turquino forma parte del Patrimonio Cultural de la Nación. Uno es símbolo en el paisaje citadino de La Habana, otro es cúspide en el paisaje montañoso de la Sierra Maestra. Uno abre los brazos y bendice la ciudad a la entrada de la Bahía, el otro permanece incansable en tutela sempiterna.

Quien ha tenido la dicha de regodearse en ambas presencias percibe el mármol y bronce en sinonimia metafórica de ébano y marfil, y la antonimia alegórica de historia y religión; nos descubre un binomio de ensamble en el magnificente virtuosismo estético. Jilma Madera nos dejó un legado conceptual traducido en arte, nos dejó el lenguaje de sus manos cincelados en monumentos, nos dejó a un Cristo y a un Martí, en vigilia eterna de la Patria.


Convergencia no casual, concomitancia memorable: José Villa Soberón y Gabriel Cisneros

A propósito de la recién inaugurada exposición Convergencia, en la Galería René Valdés Cedeño del Sistema Caguayo en Santiago de Cuba, se han querido comentar algunos elementos puntuales de sus protagonistas: José Villa Soberón, Premio Nacional de Artes Plásticas 2008, y el joven escultor Gabriel Cisneros Báez, además de los detalles concernientes a la muestra que será exhibida hasta el venidero mes de marzo y que forma parte de las acciones de la 34 Bienal de Artes Plásticas que este año tiene como sede a la caribeña provincia.

fotos de la inauguración

Al hablar de convergencias podría parecer que el tema principal está dictado por la casualidad. Ciertamente, en la vida lo imprevisto a menudo resulta en afortunados efectos. No obstante, para esta circunstancia poco ha tenido que ver el azar. La ocasión a la cual se hace referencia es una concomitancia memorable. Dos grandes artistas han sido convidados para, en semejante despliegue hacia Santiago de Cuba, permitir el deleite de una expresión artística que ha padecido mucho, pero sobrevive y con nutrida salud: la escultura.

Los artistas José Ramón Villa Soberón y Gabriel Cisneros Báez concurren a este encuentro para compartir sus creaciones de los últimos años de trabajo. En ellos el medio ha encontrado fieles defensores. Constituyen dos escultores natos, que aún siendo de distintas generaciones persiguen el mismo objetivo: enaltecer la manifestación.

Son dos apasionados de esta arista que durante un largo período los especialistas llamaron la “Cenicienta de las artes cubanas”. De este debate me atrevo a agregar, aún le queda mucho camino por recorrer a la expresión en la consecución de un momento de esplendor, sin embargo, el crecimiento es innegable. Sobresale el hecho de que en las últimas décadas se ha expandido a diversos soportes, variantes y posee mayores espacios de visibilización, no como objeto agregado a otras manifestaciones, sino como entidad viva.

fotos de la inauguración

De la unión de Villa y Cisneros muchos subtemas pudieran desmontarse. Entre ellos emerge el diálogo constante entre el maestro y el alumno, el mentor y su discípulo, una trama recurrente en el ámbito de las artes.

Se habla de Villa Soberón, uno de los escultores más importantes del arte cubano, sin temor a espesar demasiado las palabras. Por alrededor de cincuenta años ha creado obras para comunidades de todo el mundo. A través de sus piezas, el artista vuelve a concebir la escultura cívica y ambiental plasmando formas abstractas que realiza paralelamente a sus creaciones figurativas de carácter más histórico y conmemorativo.

Por otro lado, se encuentra Cisneros, un joven con una carrera en ascenso. Con mucho empeño se ha colocado en espacios certeros de la promoción de las artes de la isla y goza de no poco reconocimiento nacional e internacional. Su inquietante búsqueda le ha permitido hallar una fórmula exitosa para que convivan en sus piezas la figuración más academicista con una incisiva reflexión que le hace afianzar sus basamentos y significados conceptuales.

El salto/ 2019/ Resina 215 cm x 155 cm x75 cm

En esta muestra las obras de ambos artífices distan en semejanzas formales y estilísticas. Representan la otredad que les caracteriza. No obstante, en ella se adhieren imágenes de algunas de sus piezas figurativas que han realizado conjuntamente en los últimos años, entre las que se encuentran la escultura a Alicia Alonso, Enriqueta Favez, Dante Alighieri y Eusebio Leal, recientemente develado.

Es importante resaltar que esta exposición tuvo su antecedente en el ámbito capitalino donde bajo el título de En la misma cuerda, ambos artistas establecieron una retroalimentación armónica. En Convergencia, una vez más, Villa seduce con sus volúmenes. Las texturas, las soluciones estéticas son extraordinarias. Sus obras Arpa, Cíclope, Rueda y Pensador del 2020 son alusiones corpóreas de elementos reales tratados como metáforas. Vigor, vivacidad, excelencia, belleza y gracia son algunos de los calificativos que pudieran describir las mismas.

Arpa / 2020 / acero patinado / 38 x 34 x 34 cm

Por otro lado, Cisneros acude con la reflexión. Las piezas El Salto, Zib y Cabezas de esfinge I y II subrayan que con recto juicio ejecuta la escultura.  La gracia del artista es palpable. De Cisneros se puede decir como Vasari de Miguel Ángel, “Por arte de mano y de ingenio hace disfrutar de soberbias representaciones”.

 Esta ocasión remarca una vez más la intención del Sistema Caguayo de contribuir al desarrollo de la escultura cubana y el impulso de sus quijotes. La Galería René Valdés acoge este proyecto que hoy finalmente se concreta y será posesión del público cubano. Convergencia de Villa y Cisneros, dos grandes del arte de estos tiempos.


Zib/ 2017/Resina/100 cm x 70 cm x70 cm

Reconocen a Alberto Lescay con el Premio Nacional de Artes Plásticas 2021

El reconocido pintor y escultor santiaguero Alberto Lescay mereció este martes el Premio Nacional de Artes Plásticas 2021, en reconocimiento a su prolífera y valiosa trayectoria artística.

Graduado en Pintura en la Academia de Artes Plásticas José Joaquín Tejeda, de su ciudad natal, en 1968, y de Escultura en la capitalina Escuela Nacional de Arte Cubanacán en 1972, también egresó como maestro en arte de la Academia Repin de Escultura, así como de Arquitectura, Pintura y Gráfica en Leningrado (San Petersburgo) en 1979.

Fundador de la Columna Juvenil de Escritores y Artistas de Oriente y de la Brigada Hermanos Saíz, creó en 1995 la Fundación Caguayo, la cual preside desde entonces. Asimismo, integra la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y la Asociación Internacional de Plásticos, del Programa Mundial de la Ruta del Hierro de la Unesco.

Entre sus lauros y reconocimientos destacan la Distinción por la Cultura Nacional; la Utilidad de la Virtud, que otorga la Sociedad Cultural José Martí; el Diploma al Mérito Artístico, concedido por el Instituto Superior de Arte; además de ser nombrado Miembro Emérito de la Uneac.

Este Hijo ilustre de la Ciudad de Santiago de Cuba ostenta también la Réplica del Machete de Máximo Gómez, la Medalla Raúl Gómez García y la distinción Maestro de Juventudes, esta última entregada por la Asociación Hermanos Saíz.

A Lescay le debemos obras de alto valor dentro del patrimonio cultural cubano, entre las que caben destacar la figura ecuestre del Titán de Bronce (Maceo), el retrato escultórico de Mariana Grajales ubicado en Santa Efigenia, el Monumento al Cimarrón y el Conjunto Monumentario Plaza de la Revolución Antonio Maceo y Grajales de Santiago de Cuba en 1991, cuyo equipo multidisciplinario dirigió.

Este prestigioso artista es considerado como uno de los escultores de mayor aporte en el ámbito del arte monumental cubano contemporáneo y caribeño. Junto a su labor creativa como escultor, pintor y dibujante, trasciende asimismo su entrega como promotor de las artes visuales.


¡Sé bendito, Hombre de mármol!

La historia de Cuba, entre sus muchos héroes, ha perpetuado un nombre: Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo. Justo cada mes de febrero Cronos trae a la memoria el aciago recuerdo de su muerte, aquel 27 de febrero de 1874, el día que abandonó el espacio terrenal y que comenzó a vivir para siempre en la memoria del pueblo cubano. Han transcurrido desde entonces 147 años.

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Remolino de arte

“Es un remolino de arte”, así describen sus amigos a Leonardo Pablo Rodríguez Martínez, uno de los jóvenes pintores más expuestos y reconocidos dentro del panorama cultural camagüeyano por la solidez de su trabajo, la responsabilidad y compromiso no sólo con los que creen en su talento sino también consigo mismo.

La familia es cuna, la educación primaria y las influencias parten de esa cuna, por lo que para Leonardo es imposible separar hoy la decisión de su vocación artística sin darle el crédito merecido a su padre, Oscar Rodríguez Lasseria, importante artista del barro y del pincel en la provincia.

“Formaba parte de un entorno que hice mío y aprendí un gusto por el arte donde la arcilla adquiría ante mis ojos las formas más bellas e inesperadas y esa pasión heredada la desarrollé con los años.

“En el momento que decidí que estudiaría en la Academia de Artes Vicentina de la Torre, la primera objeción la obtuve de mi padre. Supongo que intentaba alertarme de los sacrificios y disciplina que esta carrera conlleva, pero mi vocación ya estaba determinada y no me equivoqué con ella”.

Leonardo Pablo Rodríguez Martínez, artista de la plástica./ Claudia Beatriz Borrero Báez

–¿Cómo fueron tus años en la Academia?

Al inicio me sentía muy inseguro, sentía que debía probar mucho más por mi procedencia familiar, pero en corto plazo aprendí de mis temores y me impuse el reto de crear mi propio camino.

No fui un alumno modelo; de hecho, siempre fui un poco rebelde, pero al menos no era el peor de mi clase, aunque supongo que mis profesores no dirían lo mismo (sonríe). Realmente no era muy bueno dibujando, algo que luego resolví con mucho trabajo extra y rigor, pero en general tuve cuatro años llenos de enseñanza en los que la percepción del mundo y la realidad me cambiaron inevitablemente.

–Te especializaste en la técnica de la escultura. ¿Por qué inclinarse entonces hacia el dibujo y la pintura?

Entendí que la carrera más completa sería la escultura, pues de la misma forma tendría que dibujar y pintar para mis proyectos, pero además aprendería a manipular la tridimensionalidad y el espacio. Tampoco me interesaba la pintura clásica ni los métodos románticos, prefería la experimentación.

Después de graduarme y esforzándome para crear un mejor dibujo fui encontrando en la pintura una mayor comodidad como medio expresivo, aunque nunca abandoné la instalación, la escultura y el performance.

Creo que ese hábito se me quedó de lo que aprendí estudiando la especialidad, porque he hecho exposiciones en que los materiales que empleo son superficies grandes de madera, de cartón, u otros que tienden a agredir el espacio.

Leonardo Pablo y Reynaldo Labrada, organizador y creador del Almacén de la Imagen./ Claudia Beatriz Borrero Báez

–¿Es la figuración el estilo que te distingue?

Me siento identificado con la abstracción figurativa, con el hecho de perder al espectador entre formas supuestamente aleatorias e indefinidas en un juego de luz y sombras, que cuesta descubrir o que quizás nunca descubran.

Y es que mi trabajo, en su mayoría está hecho para mí, son mis historias y las cuento a mi manera.

En cambio, con la escultura y la instalación, la figuración es recurrente, pues me apropio de símbolos y de elementos específicos para construirlos y recontextualizarlos.

–¿Qué te apasiona, además del óleo y el dibujo?

Con 12 años ya era aficionado del buen cine y hacía mis propias películas con amigos y una cámara casera, escribíamos guiones y practicábamos improvisadas puestas en escena, algunas veces imitando películas.

Luego en la Academia de Arte hice experimentos y videos de arte y de danza, pero de a poco el lienzo sustituyó parcialmente la cámara pero aún hago fotografías para llevarlas a la pintura.

Pero ese niño de los videos aún está dentro de mí, y sin dudas volverá a coger la cámara, es sólo cuestión de tiempo que suceda y quién sabe si se convierta en una de esas etapas de mi obra.   

Nueva serie de cuadros abstractos y figurativos, influenciados por el Arte Concreto y el Minimalista./ Claudia Beatriz Borrero Báez

–¿Cómo enfrentas el reto que supone la tan llevada y traída etiqueta de “Joven Promesa”?

“Joven Promesa”, esa tela puede que aún me quede grande. En lo personal trabajo por el placer y la satisfacción de hacerlo sin trascendencia personal. Cada obra es un hijo del que luego cuesta desprenderse.

Con los proyectos colectivos pienso en alentar a otros a que me sigan. Así lo hicimos en las provincias de Santiago de Cuba, Villa Clara y Cienfuegos con 8+1, una gira promocional realizada en 2018.

Hay muchos jóvenes artistas llenos de potencial por todo el país, pero que lamentan la nula promoción de sus obras. Lo que estamos haciendo es demostrar que desde provincia se puede promocionar el arte.

Proyectos como “Dentro del Juego” en Santa Clara o los que organiza  el artista Alejandro Lescay desde Santiago de Cuba, son muestras de que sí se puede.

-Nos hablabas de 8+1. ¿Qué es?

El proyecto de Arte 8+1 nació en el 2015, después de organizar y crear el Salón Nacional de Autorretratos en 2010, el cual contó con la participación de más de 40 artistas de la plástica.

8+1 reúne a nueve artistas en cada edición, convoca a los creadores a trabajar bajo una coherencia formal o conceptual sin alejarse de sus propios estilos y los convida a realizar obras originales, muchas veces sacándolos de su zona de confort.

El proyecto cuenta ya con seis ediciones y lo que ha marcado su éxito es su certero poder de convocatoria y organización. Para nosotros el proceso de producción y desarrollo de la muestra ha sido tan importante como la misma, lo que fomenta un esquema fundamental: la promoción.

De alguna manera es una plataforma en términos de unidad de equipo y de la divulgación que se le hace a cada edición; por eso tratamos de que sea itinerante y vaya por todo el país.

Leonardo Pablo ArtStudio/ Claudia Beatriz Borrero Báez

–La AHS para ti…

Ha sido un apoyo excepcional para mi carrera, fundamentalmente para mis proyectos colectivos, son tan merecedores como yo del relativo éxito que han alcanzado.

Me ha ofrecido las posibilidades de realización, de crecimiento, de superación que no he encontrado en ninguna otra parte.

La Asociación Hermanos Saíz en Camagüey tiene el privilegio de contar con la confianza entre sus asociados, eso dice mucho de su trabajo para con los artistas miembros y los que no lo son.

Mientras fungía como jefe de la sección de Artes Visuales impulsamos algunos programas de subvención, promoción, colección y exhibición de obras de arte, pero aun así siempre será insuficiente, por lo que la promoción debe seguir siendo sistemática y sostenida, aspecto fundamental para el desarrollo de las carreras de los artistas jóvenes.

–Recientemente inauguraste tu propia galería, coméntame sobre tus planes futuros y lo que te tiene inmerso en estos momentos.

Ahora trabajo en el Leonardo Pablo ArtStudio, allí estoy creando una nueva serie de cuadros abstractos y figurativos, influenciados principalmente por el Arte Concreto y el Minimalista.

En tiempos de coronavirus, pandemia que azota a toda la población mundial, es prioridad para mí seguir creando desde la seguridad de mi casa y esperar a que cuando todo pase poder exhibir lo realizado en este tiempo.

Leonardo Pablo ArtStudio/ Claudia Beatriz Borrero Báez

Convocatoria: Núcleos, Jornadas de Arte Contemporáneo

Se lanza, en la filial avileña de la Asociación Hermanos Saíz, la convocatoria de las Jornadas de Arte Contemporáneo, edición que toma el título “Núcleos”. Evento multidisciplinario con un proyecto curatorial común: el respeto a lo que somos, a nuestra construcción social, a nuestra memoria colectiva, individual, familiar… la añoranza del pasado; son algunos de los elementos inherentes en la creación de disímiles artistas cubanos reflejados en nuestro desempeño cultural actual. Sobre los cimientos de Semana de Arte Contemporáneo, respetando sus patrones, este año Ciego de Ávila vuelve a ser núcleo aglutinador para la creación artística, fundamentalmente en las artes visuales.

Organizado por las licenciadas en Historia del Arte Celia Molina Sánchez y Roxana Consuegra Quintana, en coordinación con la AHS, con la petición a la inclusión, de otras instituciones representativas de las artes; las Jornadas de Arte Contemporáneo hacen un llamado a la participación de los jóvenes creadores visuales de todo el país, dirigido especialmente a Ciego de Ávila.

Por la noche de este martes 21 de junio de 2016 se inaugura la 10 Semana de Arte contemporáneo de la AHS. En la galería…

Publicada por Ahs Ciego de Avila en Miércoles, 22 de junio de 2016

Los creadores visuales interesados, pueden enviar la documentación hasta el 15 de mayo, al siguiente correo electrónico nucleos.jac@gmail.com, la cual debe aportar los datos: Dossier del artista, características de la obra en participación como: Título, Técnicas, Materiales y Dimensiones; e imágenes como evidencia de la obra; con asunto: Convocatoria, Núcleos. Cada participante puede concursar con un máximo de 2 obras, y estas deben responder a la temática fundamental.

Es objetivo de las jornadas ofrecer una programación variada, con la confluencia de diversas manifestaciones artísticas reflejadas en exposiciones, puestas en escena, conciertos e intervenciones públicas. Además, con la participación de especialistas, críticos, curadores e investigadores se prevé la realización de conferencias y paneles para reforzar el enfoque teórico, dentro de los cuales cabe destacar un conversatorio sobre el devenir de La Semana de Arte Contemporánea que alcanzó marcada relevancia en la experiencia expositiva nacional.

Se plantean dos propósitos fundamentales:

  1. Incentivar a los creadores visuales avileños a la participación, debido a la depresión de esta manifestación artística en la provincia.
  2. Destinar uno de los espacios a una exposición colectiva donde se vean involucrados los artistas avileños con otros de disímiles regiones del país que deseen participar, además de compartir la curaduría con creadores.

Esta colectiva vendrá para evidenciar la pluralidad de discursos en función dentro del mismo campo de acción, donde los expositores sean de diferentes ramas con raíces comunes.

El espacio se planifica con la pretensión de aglutinar a jóvenes creadores, con otros de carrera en crecimientos en conjunto con los más visualizados en el entorno nacional. Han sido algunos los que ya se han sumado a la lista, entre los que figuran René Peña, Tamara Campo, Liester Amador, Arián Irsula, entre otros. Donde refleje el sentir cubano de cada artista, sin implicaciones políticas, económicas o sociales con una intención cuestionadora.

Se prevé el evento, para su celebración, en la tercera semana de mes de junio, si las situaciones actuales lo permiten, de lo contrario, se trasladará para una fecha mejor condicionada. En las jornadas tendrán participación coordinada las artes plásticas, la escultura, la fotografía, la música, el teatro, la danza, el performance, el diseño, el audiovisual, la literatura y la crítica e investigación; para apoyar a la diversidad en la creación.


Choco: maestro de la colografía

La creación ha sido una constante para Eduardo Roca Salazar (Choco), Premio Nacional de Artes Plásticas en reconocimiento a la obra de su vida. Entre esculturas, pinturas y colografías transcurren gran parte de las jornadas de este artista nacido en un barrio humilde de Santiago de Cuba, el 13 de octubre de 1949. [+]