Teatro
La vida es un Jardín
Jardín es el espectáculo más reciente del grupo de narración oral escénica A la cuenta de tres y el segundo que en al menos diez años acoge un teatro pinareño, después del unipersonal Vidas Comunes, que Osvaldo Manuel Pérez Peñalver, llevara a las tablas en Vueltabajo.
Con la premisa de que la vida es un jardín donde todo florece y el asombro se encuentra en las cosas más indómitas o pequeñas, las narradoras del grupo, Yune Martínez y Yadira Hernández, seleccionaron para la puesta los textos: El coleccionista de semillas de Aidé Carolina Barbosa, La primera flor de Mayra Navarro; Sucu, un anónimo; La flor de Nena de Graciela Montes y La mitad de la Rosa de Yunier Serrano (Valerio), bajo la asesoría de Nubelia Leyva, una de las narradoras orales más prestigiosas de la Cuba de hoy.

Buscar asesoría en una voz autorizada es una actitud perspicaz, porque aunque Yune Martínez y Yadira Hernández tienen suficiente camino andado a pesar de su juventud, no subestiman la importancia de buscar el ojo agudo de una generación de mayor experiencia.
Los textos del espectáculo fueron versionados. Pasaron por un trabajo de mesa a priori para materializar un producto diferente a la obra literaria, más aterrizado a la escena. Por tanto Jardín, como obra de narración oral, es una puesta que bebe de la literatura, pero en ella, el narrador es libre.
Es madura y está argumentada con rigor en cada escaso elemento de la puesta. Destaco escaso, porque sus hacedoras acudieron a la economía de recursos: un discreto mueble giratorio en forma de dado que sirvió también como percusión, un títere, un sol pequeño, un columpio, que fueron entrando y saliendo de la escena según el cuento, pero que en suma alimentaron la esencia del performance en su cuota justa.

Jardín se diferencia formalmente de las puestas que hacen los grupos de teatro infantil en la ciudad, porque la narración oral teatralizada que estos grupos proponen con su estética, incluye acción; y toman elementos de la escenografía para apoyar esa acción.
Con Jardín, el público ilustra las acciones en su mente y no prevalecen los diálogos (a excepción del cuento de Mayra Navarro, que lo hace en dos ocasiones, para que los niños identifiquen los personajes). Aquí lo más importante es el desarrollo de la historia.

Estas artistas juegan con el público, en algún momento acuden a la mímica, al títere, todo para enriquecer el cuento, lo cual es más dinámico, entretenido y da fe de su virtuosismo en escena. Bajan al proscenio, invitan a los niños al tabloncillo para hacerlos parte de la narración.
En la última historia (La mitad de la rosa) usan ilustraciones proyectadas al fondo del escenario, recurriendo (no por azar) al texto más poético (casi un trabalenguas) que mantiene a los niños atentos. En ese instante en el que Yune narra y Yadira acompaña con la música, la luz, proyectada desde el frente, incide solo en la mitad del cuerpo de las actrices y estampa sus sombras chinescas en el fondo. Por lo que la luz aquí toma un valor simbólico, casi poético también.
La música y los arreglos están a cargo de Yadira Hernández e incluye La rosa roja de Óscar Hernández, una canción tradicional japonesa, el vals Danubio Azul con Sinfonía Salsa, Flor Pálida de Polo Montañez, etc.; para acercar a los niños ritmos cubanos tradicionales como el son, la habanera, el chachachá, la conga, y al mismo tiempo, demostrarles cuán plural es la sonoridad del mundo.
Ya en escena también se valen de diversos instrumentos, según la historia, como el palo de agua, las maracas, la flauta dulce, el cajón, la pandereta, el güiro, las claves, etc. De manera que el público sigue la voz de la actriz pero se sumerge en una atmósfera sonora muy heterogénea, que estimula sus sentidos.

Jardín está dedicado a dos narradoras orales de Pinar del Río que ya hoy no nos acompañan físicamente: Luisa Marina Pérez y Silvia Domínguez. He ahí un gesto también noble, porque significa reconocer la historia y quienes la construyeron antes.
La vida es un jardín, lleno sensaciones, colores y luces. En concepto, este espectáculo lo demuestra y deja a uno con ganas de quedarse a vivir en él.
A reírse en serio en el Satiricón
El Festival de Humor para Jóvenes Satiricón 2023, organizado por el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y el Centro Promotor del Humor, se realiza en Holguín hasta hoy con presentaciones, exposiciones, intercambios en centros universitarios y un evento teórico.
Eider Luis Pérez, director de esta institución y del grupo Etcétera, anfitrión de la cita, comentó que el Satiricón –auspiciado además por la Uneac y la AHS en el territorio– se propone este año promover el humor entre los noveles actores del país, especialmente el movimiento de artistas aficionados en las universidades, donde han surgido varios humoristas.
En esta ocasión el Satiricón, cuyas presentaciones se realizan en la sala Raúl Camayd del Complejo Cultural Teatro Eddy Suñol, se dedica al trabajo grupal en esta manifestación artística, y priorizará los encuentros e intercambios en el público joven de la Universidad de Holguín.
Entre los invitados al evento se encuentran reconocidos exponentes de lo mejor del Centro Promotor del Humor, como Caricare, La leña del humor y KomoTú; y los artistas Kike Quiñones, Miguel Moreno (La Llave), Yuri Rojas, Michel Pentón y Jorge Bacallao. Entre las novedades de esta edición el público disfrutará la presentación del espectáculo Sinfonía con de nada, con Quiñones y la Orquesta Sinfónica de Holguín, dirigida por el maestro Oreste Saavedra.
La galería Fausto Cristo de la Uneac en la provincia expone la muestra personal de humor gráfico ¡Yo nunca voy a comer Venado! de José Antonio Carmenate Fernández, con obras realizadas del año 2020 al 2022; y la Uneac, asimismo, es sede del evento teórico del Satiricón.
El Festival de Humor Satiricón, considerado el más importante que se realiza fuera de la capital cubana, presenta espectáculos variados y pensados para la familia cubana y defiende las nuevas maneras de interactuar con el público en la búsqueda del humor escénico y teatral de calidad y buen gusto que defiende el Centro Promotor del Humor, añadió Eider Pérez.
No importa, otra vez
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.
Constantino Cavafis
Jorge Luis Borges —lo ha contado Eduardo Galeano— impartió una conferencia sobre la inmortalidad el mismo día y a la misma hora en que la selección argentina de fútbol jugó su primer partido en el Mundial del 78. En Santa Clara, más de cuarenta años después, al programador de la Jornada “Teatro de la Resistencia o La Utopía Cierta” le salió una broma parecida: A la vez que No importa, de la Compañía Teatral Mejunje, hacía de las suyas en el centro cultural homónimo, el grupo Estudio Teatral representaba al otro lado del parque una obra inspirada en un cuento de Borges.
El tema es que el patio de El Mejunje vibró con el latido de quienes se amontonaron para ver la puesta de No importa, un espectáculo estrenado a finales de 2021, con dirección artística de Adrián Hernández y general de Ramón Silverio.
Porque jamás he simpatizado con las columnas agrupadas en el libro que inspiró la obra (¿Quién le pone el cascabel al látigo?, de Rodolfo Romero Reyes, Nemo), decidí no asistir al estreno. Pero al terminar aquella función, sucedió que mis amigos comenzaron a compartir fotos, videos, mensajes de “No importa” en sus estados de WhatsApp. La obra recibió palabras de elogio en medios provinciales y nacionales, algo que puede— aunque no necesariamente— ser sinónimo de calidad. La Compañía Teatral Mejunje la representó en La Habana, Ciego de Ávila, Bayamo, Holguín… Y así llegamos a la noche del lunes, cuando la Jornada “Teatro de la Resistencia o La Utopía Cierta” irrumpió en Santa Clara con la fuerza de lo inesperado.
Poco antes de las 9:00 p. m., la cola para entrar a El Mejunje parecía la versión a escala teatral de una feria de fin de año. En el público, lo suficientemente variado como para juntar rostros de pepillas y pepillos con los de esa comunidad “sapinga” a la que orgullosamente pertenezco, había lo mismo trovadores, ensayistas, periodistas, actores, que personal completamente ajeno al mundillo artístico de la ciudad. De todo en la casa del señor Ramón. Y fue precisamente Silverio quien leyó, justo antes de presentar la obra, las palabras que saludaron el comienzo de la Jornada.
No importa —sospecho que inspirada en referentes de tan variada calidad como Regreso a Ítaca, del cineasta Laurent Cantet; No tengo saldo, del grupo Teatro del Viento y el libro (en este caso, referencia declarada) ¿Quién le pone el cascabel al látigo?, de Nemo— se vale del pastiche para entregarnos un producto acabado, equilibrado, hilarante. Una función que no subvalora la inteligencia del espectador ni busca forzar su emotividad con un sentimentalismo porno.
Para no meterme en el terreno pantanoso y por mí desconocido de la crítica teatral, mejor les diré que No importa forma parte de las representaciones artísticas que está generando un contexto signado por el hierro candente de la emigración. Cuando se lea este presente como pasado, habrá que analizar producciones tan disímiles como reggaetones, sones, boleros, rocanroles, novelas, cuentos, poemas, documentales. Y habrá que detenerse obligatoriamente en la aplastante popularidad de No importa, así como en su incisivo abordaje de la crisis migratoria.
Dice el escritor argentino Martín Caparrós: “Un migrante es alguien que se escapa: se desespera, se va a buscar sus esperanzas a otra parte. Nadie deja su lugar si su lugar lo satisface. No hay mejor evidencia del fracaso; no hay peor”. Soy de los que considera que la emigración responde a una determinación política, como también su contrario: la permanencia (voluntaria o involuntaria) en el espacio concreto del lugar de origen. No importa recoge estos debates, los procesa y devuelve a un espectador quizás por primera vez consciente de la realidad que está sufriendo.
Y lo hace con el tono cabaretero, carnavalesco, que tanto éxito de público (y de crítica, dicho sea) está alcanzando en grupos de teatro como El Portazo. Se apoya, además, en parlamentos correctamente seleccionados del libro de Romero Reyes. Las columnas que no lograron sacarme una sonrisa en mi condición de lector, se vuelven carcajada explosiva gracias a la actuación de Leisy Domínguez, Lizandra Martín, Yuniesky Bermúdez y Adrián Hernández.
Su estreno ocurrió justo antes de que empezara este nuevo éxodo masivo, que ha potenciado el impacto de la puesta en la medida en que se han ido sumando números fríos a la estadística del desastre. El espectáculo analiza el conflicto entre arraigo y desarraigo, así como la necesidad que sienten los jóvenes por abandonar la idea de un proyecto colectivo para buscar un escape individual. Su fuerza radica en el descarnado tratamiento de la actualidad cubana, sin caer en el panfletarismo, la barricada, el mensaje extremadamente directo, el post de Facebook escrito en mayúsculas y con errores de ortografía. Su debilidad, en el frecuente manejo de códigos cerrados, que limitan el alcance de un mensaje universal.
Excepto el juego de La Botellita, que me pareció extenso e innecesario, asimilé con fortuna cada escena. No importa se vale de pocos recursos, pero los aprovecha inteligentemente. Todo el tiempo el espectador (¿debería hablar por mí?) se mantiene en estado de tensión, pues no sabe por qué camino lo conducirá el siguiente diálogo. A fin de cuentas, hoy casi cualquiera puede mirarse en el espejo de una obra como esta. Y es un espejo afilado, no recomendable para quienes utilizan máscaras fuera del teatro.
“Los jóvenes admiradores de Cavafis —lo ha contado Margarite Yourcenar— se desilusionaron al descubrir que los gustos literarios del poeta eran más atrasados que los de ellos”, escribe Jorge Fornet en Salvar el fuego. Y aunque estamos, o podamos estar, en presencia de un caso similar con esta función y algunos de sus referentes (salvando, más que el fuego, las distancias), pienso que la desilusión podría nublarnos el disfrute de un trabajo valioso, donde la carcajada y el llanto se alternan para removernos la imagen que hasta entonces habíamos tenido de Cuba, del mundo. En fin, de todo aquello que verdaderamente importa.
Psicosis: un cuerpo hecho tragedia (+ videos)
No soy Sarah Kane, pero hoy juego a interpretarla.
Soy la actriz, o al menos juego a interpretarla…
Psicosis el último espectáculo que hemos estreno en el Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA. El hecho ocurrió el 21 de diciembre de 2022 en el patio de la Casa del Joven Creador, sede de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba. Este fue un viaje que empezamos hace varios años, antes de la Covid-19, ya pensábamos en este proyecto. No fue hasta 2020, cuando se nos otorgó la Beca Milanés de la AHS y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas para su posible ejecución, que entendimos que era el momento. Teníamos que llevar a escena, todo el material textual y simbólico que habíamos acumulado. Íbamos a evocar a la gran Sarah Kane, o al menos valernos del carácter lúdico del teatro, para jugar a interpretarla.

Esta es una obra que parte del texto Psicosis 4.48 de Sarah Kane, pero que replantea la experiencia personal de la dramaturga, a través de otros cuerpos y voces.
¿Sarah Kane en Santiago de Cuba?
¿De dónde son los cantantes?
Siempre nos pareció que Sarah Kane también podía hablarnos a nosotros, que dentro de su poética se nombraban elementos de nuestra naturaleza humana sin importar zonas geográficas. Que su escritura nos era familiar como grupo. Que su construcción simbólica en el plano teatral, alimentaba nuestras búsquedas.
…mi nombre es Sarah/ Sarah Kane
un ciempiés de otro tiempo
donde la densidad golpea
para obligarte a existir…
Cuando subimos a escena con los primeros ensayos en agosto del 2022, decidimos que fuera un monologo, o que al menos, solo Sarah fuera el centro. Empecé a rescribir la obra y a producir un texto completamente nuevo, lo cual varío ideas iniciales del proyecto. Desde el texto debía nacer la investigación actoral y ubicarse el centro de nuestra construcción. Así fue como todo el material escritural, musical y de investigación adyacente se modificó. Buscábamos crear una puesta que fuera desde lo cubano hasta lo universal, desde Sarah Kane al cuerpo de la actriz.
…hubo una noche en la que todo fue posible
oxígeno
una revelación
oxígeno
el cadáver de un ciempiés sobre la voluntad
¿cómo volver?
oxígeno
todas las Sarah necesitamos oxígeno
todas las Sarah necesitamos volver…

Nuestro espectáculo constituye la carta de despedida de Sarah, mujer sumergida en la depresión. La autora inglesa es evocada una y otra vez, lo cual sirvió de puente para encontrar a otras mujeres en busca de un final antinatural.
La psicosis que padece el personaje termina siendo compleja, al punto de perderse la línea entre realidad y sueño. La obra se mueve entre la depresión del personaje, su asistencia al tratamiento psiquiátrico, sus sueños y las tentativas por ser una persona “normal”. Como diría Sarah, eso que llaman ser normal.
Este espectáculo muestra fragmentos de una vida que agoniza desde lo físico, lo espiritual y lo emocional. Ni la psicoterapia, ni el tratamiento farmacológico, calman el dolor del ser expuesto. Por el contrario, Sarah después de cuatro intentos suicidas, termina de escribir/cantar, y mientras su novia dormía, se ahorca.

Maibel del Rio Salazar (Premio Adolfo Llauradó 2022) encarna a Sarah desde un manifiesto contra la soledad, la dependencia y el miedo a vivir. La problemática del suicidio como un fenómeno antihumano, fue la primicia para llegar a la escena desde una tragedia anunciada desde el primer parlamento. Una tragedia imposible de evitar.
…si es la verdadera realidad
en la madrugada despierto
como una niña que olvidó el mundo
la rotación de los seres celestes…

El tema de la puesta transporta al espectador por distintos parajes, donde es posible valorar el fenómeno a diversas escalas. Sin embargo, pretendemos que el espectador vea toda la acción desde los ojos de Sarah y su distorsión de la realidad. Mientras la actriz habite esa distorsión como realidad absoluta del personaje, la realidad será subvertida según la acción y el discurso escénico. Los niveles de realidad en la puesta se manejan desde: la realidad del personaje, la realidad del Coro, la realidad de la actriz, y la realidad del espectador. Todas en función de una teatralidad que descansa en la iluminación, la escenografía, el vestuario, los video-arte e interinfluencias escénicas del personaje con los elementos escénicos y el texto espectacular.

Uno de los espacios temáticos de la puesta es la intersexualidad de Sarah. Este es un espacio que se traduce en el conflicto que quizás más lo atormenta. Es de lo que menos se habla, pero de lo que más se padece. Sarah es un ser en el cuerpo equivocado, cuerpo y alma van por caminos diferentes. Cuando aparece el tema, se hace un parteaguas, haciendo al público replantearse todo lo escénico. Desde ahí se establecen y se entrelazan (luego) elementos de la ficción que crean paralelismos con situaciones reales de Sarah Kane (la dramaturga), el personaje, y a la vez, con otras mujeres conocidas o no. La Sara,h del Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA, es la imagen de muchos seres que han padecido y otros que aún lo sufren esperando el final.
…cuerpo y alma jamás pueden unirse
necesito convertirme en quien ya soy y someter
mi voluntad a esta incongruencia /mentira que no puede sostenerme
me ahogaré
en las frías aguas de mi ser
en el abismo de mi mente
¿cómo puedo regresar
ahora que mi pensamiento se ha ido?…

La obra (como texto), muestra qué es lo que pasa por la mente de una persona cuando ya no distingue lo real de lo imaginario. Casi al terminar su viaje entre recuerdos, sueños, miedos, fabulaciones y estados depresivos, el personaje al igual que la dramaturga inglesa, ingiere 150 pastillas antidepresivas y 50 somníferos. Luego es encontrada y llevada al hospital, tres días más tarde la encontraron ahorcada en el baño con los cordones de sus zapatos.
En la historia, Sarah lucha contra su pasado, sus ancestros, la memoria personal y colectiva, el desamor, el poder, la ausencia y la pérdida de la identidad. La historia pudiera ser el recuento/la representación de una mujer trágica. Una mujer que no despierta, que no tiene como ir a la guerra contra sí misma.

En la puesta, el Coro aparenta cierta neutralidad, pero su poder es tal, que parece controlar a Sarah. Ella lucha también contra el coro, que es su imaginación, su otra realidad. De ahí sale una partitura adyacente a la construcción ficcional que posee el texto donde habita Sarah.
¿Cómo se construye una tragedia?
¿Cómo vas a la guerra contra ti misma?
¿Por qué el espectador necesita escuchar esta historia?
Esta es la historia de una mujer que, al empezar la puesta, ya ha tomado su decisión.

Las escenas se mueven entre el flujo de la conciencia y la voz del inconsciente, sin aludir a cosas cotidianas u objetos personales. En esa dinámica entra el Coro como un cuerpo de muchos rostros. El Coro se transforma en todos los cuerpos con los que el personaje tiene que lidiar en sus últimos días. En ocasiones podría parecer que la Sarah que nos presenta el Coro, es una mujer ya fallecida. Se trata de un elemento escénico que además de todo lo antes dicho, realiza en vivo toda la música de la obra, completando así la banda sonora, donde intervienen algunos sonidos desconocidos para el espectador. Sonidos que son las frecuencias radiales de los seres celestes de nuestra galaxia. El Coro dinamita la acción, construye atmósfera, y dialoga con Sarah.

La acción progresa a través de: Sarah y el Coro, Sarah y los espectadores, la actriz y Sarah, la actriz y los espectadores. De ahí nace otra metáfora, la utilización del concepto de la mente como espacio (donde también actúa el personaje), o como versión corporal (sin importar edad, sexo, o posición social). Esto hace que el espectador pueda adentrase en un viaje abstracto y onírico, por donde se filtra tanto la realidad de Sarah como la del espectador.
El Coro posee una condición omnisciente, es como si narrara la vida de Sarah, y por otro lado es, como si ella se lo inventara como parte de su realidad distorsionada. El Coro significa ante el espectador: la familia, los médicos, el amante de Sarah, la muerte, los demonios u otra proyección simbólica del personaje.
…se abre una ventana/obstinada luz
la casa habla/las paredes llenas de ojos/rostros para un espectáculo / tengo miedo/veo cosas/escucho cosas/no sé quién soy/mi mente está hecha pedazos …
En cuanto al lenguaje teatral, hay muchas referencias formales con el sentido de la estética del performance o de búsquedas semejantes como praxis de lo real. El espectáculo está concebido para ser actuado por una actriz y un Coro integrado por cinco músicos/actores. Todos andróginos buscando una sintonía con la condición intersexual de esta mente que yace en pena.
El espectáculo tiene una duración aproximada de 1 hora y 10 minutos. Está ideado para ser presenciado solo para 50 personas por puesta, en un espacio donde la actriz pueda dialogar de manera más íntima con el espectador; pero también podría adecuarse a un foro más grande y de otras condiciones.
Se busca crear cierta atmósfera de familiaridad que luego caerá en una ruptura (aparentemente inexplicable), a donde también se pretende arrastrar al público, y para eso algunas de las soluciones son: la distribución no convencional del público, el número de espectadores, la duración del espectáculo, y la desconstrucción del espacio escénico convencional en uno no-convencional. Se quiere que el público encuentre en la puesta, el reflejo de sus incertidumbres y que se replantee su visión del fenómeno desde un plano más cercano, más personal.
Psicosis es una visión sobre una textualidad atravesada por la oscuridad y la violencia al que han sido sometidos un cuerpo y un alma. ¿Cuerpo femenino? Re-simbolizar los conceptos, métodos y conductas que rigen la resistencia de los cuerpos frente a la depresión y poder social ejercido dentro de la contemporaneidad, es una de las urgencias del Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA. Para este colectivo, la mujer como eslabón de vida y desarrollo en los procesos socio-políticos, culturales y psicológicos actuales, es uno de sus ejes investigativos donde el espectador siempre puede depositar, el ejercicio de la interpretación y el autoanálisis.
El elenco y equipo de realización que hizo posible el estreno de la obra en diciembre y posteriormente la temporada en el Cabildo Teatral Santiago en enero fue:
Coro – Thalía Martínez Arias/Lisandra Hechavarría Hurtado/ Talía Vega Cabrera/ Lázaro Alejandro Del Valle Frómeta/ Fabio Santino/
Sarah – Maibel del Rio Salazar/
Producción ejecutiva – Clara Betsy Ávila Hechavarria/
Diseño gráfico – Alejandro Cañer/
Diseño escenográfico – Yordy Martín Amiot/
Diseño de vestuario, maquillaje y peluquería – Clara Betsy Avila Hechavarria/
Video Arte – Carlos Javier Alvares/ Yuri Seoane/
Campaña de Comunicación: Buena Luz Producciones/
Dirección musical: Lisandra Hechavarría Hurtado/
Equipo de apoyo a la técnica (luces, sonido, proyección) – Ricell Rivero Rivera/ José Alfredo Peña Ortiz/ Erasmo Leornard Griñán Labadie/ trabajadores del Cabildo Teatral Santiago y equipo de producción de la AHS en Santiago de Cuba/
Dirección texto, artística y general: Juan Edilberto Sosa Torres/
Producción: Consejo Nacional de las Artes Escénicas en Cuba/ Consejo Provincial de las Artes Escénicas en Santiago de Cuba/ Asociación Hermanos Saíz/
Psicosis es la historia de una mujer que se quedó sin fuerzas para luchar por su vida. Es la historia de Sarah, pero también de miles de mujeres cubiertas bajo el manto de la soledad y la depresión. Sarah representa la toma del poder de una mente sobre el cuerpo y sobre todas las relaciones generadas a partir de este. Tras varios intentos suicidas, Sarah decide dejar su testimonio y luego no fallar en su búsqueda por darle fin a su historia. Ella ha renunciado a todo, ha intentado todo lo que humanamente le sugirieron, pero nada resultó. Necesita ser libre. Atraviesa distintos parajes y circunstancias para conquistar esa libertad, o para mostrarle al espectador que semejante libertad no existe. Su grito de guerra llega como música, con voces ajenas, pero con el mismo dolor. En las madrugadas la muerte vine a visitarla, siente su conexión.
¿Rebelión?
¿Rendición?
Soy yo misma la que nunca conocí, cuyo rostro está pintado en la cara oculta
de mi mente/
por favor levanten el telón/
Edilberto Sosa: “Todos somos actores”
Personajes
Edilberto Sosa
YoDe niño, Edilberto se recuerda en el intento de escribir canciones. “¿Quieres que te cante alguna?”, preguntaste. [+]
Un acercamiento al teatro medieval
La Edad Media constituye para la Historia del Teatro Occidental una etapa complicada pues en ella se da en un primer momento la muerte del teatro que hasta entonces había sido, y más adelante, el renacer de nuevas formas teatrales asociadas al ritual religioso cristiano.
El teatro occidental había tenido su nacimiento en Grecia y originariamente había estado asociado a los rituales agrarios y las festividades en torno al dios Dionisio. El Teatro Romano es continuador de la herencia griega, sin embargo, no solo no logra superar el modelo que le precede, sino que llega a decaer debido a cuestiones tanto económicas como socioculturales cuando lo espectacular gana la partida a lo literario y lo dramático. Con frecuencia, los romanos empleaban para los finales de las tragedias a condenados a muerte, a los que asesinaban a la vista del público. Muchos cristianos fueron víctimas en tales espectáculos; por ello se entiende que al establecerse la nueva religión se opusiera a las manifestaciones escénicas. El cristianismo no tolera ninguna otra forma de culto, aunque reasimila en sus propios ceremoniales todo aquello que no pudo sustraer de la religiosidad idólatra.
Por un afán de lograr la unidad, particularmente en los ritos y evitar interpretaciones regionales de los mismos, el cristianismo adopta el latín como lengua oficial. El nuevo teatro, Drama Litúrgico u Oficio Dramático, nace justo a la par que lo hacen las lenguas nacionales, cuando el sacerdote, frenado por el latín, se ve en la necesidad de ofrecer al menos una breve interpretación del evangelio para hacerse comprender por el pueblo, fundamentalmente en los oficios de Pascua de Resurrección y Navidad. Alrededor del siglo X se perciben las primeras manifestaciones de Teatro Religioso. Se trata de un teatro que es común para toda la Europa aunque algunas de sus manifestaciones reciban nombres diferentes según la región en donde se desarrolle.
Entre los siglos X y XIII aumenta el diálogo y la complejidad de los contenidos en las dramatizaciones. Ya en el siglo XVI la representación sale del templo al pórtico y luego al atrio, hasta llegar a la plaza. “Es el teatro de masas de la Edad Media, y es el principio del drama moderno”[1].Es este el período de los dramas mixtos o semilitúrgicos, donde el latín comienza a convivir con las lenguas nacionales y los elementos propios de la cotidianidad comienzan a imbricarse en el nuevo teatro naciente.
Pronto se amplían los temas y surgen los Milagros. En ellos se acude al relato de las vidas de los santos y se introducen elementos profanos y de naturaleza cómica. Al convertirse la representación en un asunto ya no de la Iglesia, sino propio de la ciudad, distintos gremios la asumen. Las representaciones pierden solemnidad y hieratismo, aun cuando se realizan siempre en el contexto de festejos religiosos.
Las acciones a representarse en el teatro medieval son múltiples. Se realizan grandes saltos temporales en el relato y varían radicalmente los lugares de representación de una escena a la otra. Aparece el demonio, como personaje popular en escena; encarnación del mal en principio, fue una figura capaz de aterrorizar a todos, aunque, rápidamente se convierte en portador de un sentido ridículo, y burlesco.
Como otra modalidad dentro del teatro medieval, los Misterios llegan a su esplendor en el siglo XV. La palabra Misterio procede del latín ministerium que significa oficio. Los Misterios constituyen extensas representaciones, de temática religiosa, en las cuales la pretensión consistía en abarcar toda la historia sacra relatada en la biblia. Se encuentran constituidos por escenas independientes, cada una de las cuales era representada por un gremio diferente y tienen un marcado carácter espectacular.
Es característico de la Edad Media la constante alusión a espectáculos itinerantes. Existen dos categorías fundamentales de espectáculos móviles: una de ellas, la de espectáculos de carácter procesional, donde los carros, o peageants, se desplazan, representando escenas de manera itinerante, y el público conserva un sitio estable —gradas, casi siempre—. Esta forma de representación es un antecedente de los Autos Sacramentales que surgirían a partir del siglo XVI, durante la fiesta del Corpus.
Existió también el principio opuesto, con una sede fija de construcción inmóvil, por lo general un largo tablado que delimita el espacio, y se subdivide en pequeños locales, también llamados Mansions. Los actores se mueven de una Mansion a otra, ante los espectadores, que se veían obligados a seguirles.
Las técnicas de representación se enriquecen en pos de la espectacularidad. Surgen así maquinarias encaminadas a lograr efectos teatrales tales como vuelos y elevaciones de personajes. Antecediendo la representación de los misterios se realiza una suerte de convocatoria. Los actores vestidos con vistosos trajes recorren la ciudad. Esto anticipa al público lo que luego va a ver.
La Moralidad es otra de las formas que adopta el Teatro Medieval de carácter religioso. Pese a tener un marcado carácter didáctico, llega a admitir un sinnúmero de elementos profanos y cómicos seculares. Se escribían en la lengua de cada país y eran de una duración más o menos breve. Tiene, un cariz alegórico y en ella se logra la síntesis de la representación tanto de virtudes como de vicios abstracto. Su protagonista esencial, es el pecado, en torno al cual se mueve el hombre con sus pasiones.
En determinado momento de la Edad Media y pese a las restricciones que pesan sobre él es posible hablar también de la existencia de un Teatro Profano. Ya en el siglo XIII existen como parte de este, autores reconocidos, como es el caso de Adam de la Halle con el Jeu de la Feuillée y diversas agrupaciones, incluidas en estas la Basoche, o Los Clérigos del Chatelet, que en procesión colorida alborotan las ciudades y guían hacia la representación profana, en la cual predominan las farsas, los juegos, e interludios.
Los dos grandes Teatros del Renacimiento, tanto el inglés como el español, demuestran luego que es posible desarrollar el Teatro Medieval sin abandonarlo por completo.
Paradójicamente, como hasta aquí se aprecia, las formas más espectaculares de teatro en la Edad Media surgen en el altar mismo, a partir del ritual, no ya dionisiaco, sino cristiano. Aquello que se había querido exterminar renace justamente dónde menos se le espera. Como antaño, el oficiante o sacerdote, termina convertido en primer actor de la nueva forma de representación. El teatro demuestra ser inherente a la vida misma del hombre y sus ritos, como acto necesario de mímesis y reproducción. Acaba por repetirse, en pleno fragor cristiano, el mismo ciclo que siglos atrás se hubiera desarrollado en la Grecia politeísta y clásica…
Nota:
[1] D´ Amico, Silvio (1971). Historia del teatro dramático. La Habana: Instituto cubano del libro. P. 139.
Psicosis (+ VIDEO)
Escenografía que se mueve al compás de la locura, una enfermedad que cobra vida y una interpretación magistral de la actriz Maibel del Río Salazar (actual premio Adolfo Llauradó en teatro para adultos). Estos fueron algunos de los regalos de la presentación de Psicosis, obra estrenada a finales de diciembre del recién concluido calendario en la Casa del Joven Creador de Santiago de Cuba.

Se trata de la obra por la que Juan Edilberto Sosa Torres ganara la Beca Milanés 2020. Texto que reescribió a partir del original de Sarah Kane Psicosis 4.48, y llega a las tablas junto al Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra.

Con lema “no soy Sarah Kane, pero vengo a interpretarla”, se crea el trance perfecto a los observadores preparándolos para lo que está por venir. La puesta en escena recorre los caminos de una suicida entre las voces permanentes de su padecer. Muestra la autodestrucción del cuerpo y la mente. Juega con la locura y la depresión. Así nos recuerda que, a pesar de la juventud, todos somos propensos a los problemas generados por una crítica salud mental.

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La obra suma al espectador a un universo de cambios drásticos y charlas de autocompasión. A más de una persona le sería identificativo, utiliza como referencia personajes del ámbito artístico con desenlaces fatales como: Janis Joplin, Whitney Houston o la misma Sarah Kane, la cual se suicidó años antes de estrenar su obra el 23 de junio del año 2000.
Se utiliza un coro como representación de una mente enferma, y que al mismo tiempo aboga por ayudar a su cuerpo. El personaje intenta la autopreservación. El coro ayuda a la protagonista en esa tarea, la ayuda a recordar letras de canciones y frases. Así le brinda en su psicótica soledad, la única compañía que tiene.
Uno de los momentos más dramáticos de la obra fue la aceptación de que Dios es el culpable de su sufrimiento. Dios le da vida a quién no desea vivir. Sarah tiene la necesidad de traspasar la culpa de sus males a alguien más. Profundiza ante la mira del espectador, en la situación de muchos enfermos mentales. Pone al público en un autoanálisis: ¿personas con problemas o personas enfermas?

Un escenario, un ser y varias manchas. Allí se incide en la mente de un suicida. El texto es un álbum de fotos donde se muestra temas como: la depresión, el aislamiento, la dependencia, las relaciones interpersonales, los problemas parentales y la pérdida del amor propio.
Un torbellino de palabras aparentemente sin sentido en cierto punto, daba paso a dos momentos: un trauma vivido basado en la muerte de una mujer; y los monólogos poéticos y desenfrenos que recuerdan la esquizofrenia. Todo esto mientras se proyectan imágenes de mujeres varadas a la suerte de la depresión.

La palabra cansancio, vergüenza, vivir y evolución se repiten en distintos momentos. Son símbolos acompañantes de su estado. La variabilidad de sentir del personaje y las voces del coro con ideas propias, aluden a un posible trastorno de personalidad. Se puede decir que recorrieron toda la gama psiquiátrica en un escenario e hicieron al público parte de ella, como se hace costumbre en los trabajos de este grupo teatral.
El juego con los silencios y su ruptura sorpresiva atacó la atención quieta de los espectadores. En platea no se sabe qué esperar en medio de los cambios de ambiente según los delirios y los cambios de humor del personaje.

La escenografía a cargo de Carlos Javier Alvares y Esteban Miguel Deulofeu es excelente. Aun cuando el espacio escénico utilizado no permitió un despliegue total de la puesta, tampoco significó resistencia por el convivio logrado.
“Psicodélica” es palabra de este comunicador para referirse a esta creación. El trabajo musical del coro a cargo de la actriz Lisandra Hecheverría Hurtado, lo demuestra. Suaves sonidos que cambiaban a toscos y accidentados ruidos. Sonidos reproducidos, de los planetas de nuestra galaxia creaban la situación perfecta para colocar al espectador en un estado de atención permanente.

Clara Betsy Ávila y su proyecto AfroMelenas, desparramó su talento como nunca antes. Ella, quien también es la productora ejecutiva del grupo, vistió el cuerpo de la protagonista con prendas que justificaba todo su ser. Sarah muestra su actitud primero de inconformidad con su propio existir y se siente incómoda con su ropa y, segundo, disfruta lo que le queda. Sarah termina aceptando su final con un vestir provocativo y liberal.
La obra será el centro de las actividades de la Jornada Villanueva por el día del Teatro Cubano en Santiago de Cuba. Este fin de semana se inició la primera temporada del año del Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra en el Cabildo Teatral Santiago, la cual se extenderá hasta el mes de febrero.
Defensas cardinales de Cuba
El infatigable Teatro de Las Estaciones, en alianza con el Teatro Coreográfico de Yadiel Durán y la Asociación Hermanos Saíz de Matanzas, trajo a la Sala Llauradó la reposición de Cuatro, de vuelta después de su estreno en 2017; ahora como parte del homenaje que la Casa de las Américas rinde a su fundadora, Haydee Santamaría, por su centenario.
Cada espectáculo marca sus propias claves. Cuatro es de esos que exige, con fuerza y delicadeza redobladas, del contacto entre ejecutantes y espectadores. El circuito eléctrico caliente, entre el trabajo del actor y el público, se manifiesta a través de compartir una energía real. No se trata de una técnica en sí misma, aunque sin el debido basamento técnico nada funciona en arte, pero quiero subrayar que las partes y la totalidad de la urdimbre solo se completan en esa colaborativa participación del receptor.
«Aproximaciones artísticas a personalidades de la cultura cubana», reza una aclaratoria al pie del título y el término aproximación se repetirá en cada crédito de quienes firman los distintos estamentos creativos, bajo la definida como «conceptual escénica» de Rubén Darío Salazar. Se quiere apuntar el carácter libre, ficcional, imaginativo de un encuentro nunca sucedido, pero que activa la memoria cultural del espectador.
La idea tensa la armazón en una interrelación coreográfica (Yadiel Durán), física, de sostenidos desplazamientos espaciales. La «plástica escénica» (Zenén Calero) propone un vestuario casi unitario con toques de azul, rojo y blanco, de trabajo, a la manera de Meyerhold.
La cantante Rita Montaner, el poeta y dramaturgo José Jacinto Milanés, el compositor y pianista Ernesto Lecuona, y la heroína Haydee Santamaría, épocas, tiempos, quehaceres y trayectorias muy diferentes. Son cuatro como pudieron ser ocho o 16. Infinidad de personalidades nacidas en esta tierra merecen acercamientos raigales como este, o como otros.
Estos cuatro cargan sus bártulos, distintos pero iguales. Allí van sus dolores, luchas, secretos, desasosiegos, testimonios, atragantadas palabras que cortan la respiración del alma.
María Laura Germán bordea el repertorio gestual y el fuerte carácter de Rita; Iván García persigue ansioso una partitura perdida de Lecuona y es Cuba lo que busca; Yadiel Durán, desde su condición de bailarín, focaliza la desesperación de Milanés y Leinys Cabrera, sin imitar, es tan real como Haydee, popular y firme, a pesar del pecho sangrante por el asesinato de su hermano Abel.
Como los «tiempos duros» que nuestros personajes mencionan, donde «no ha sido fácil para nadie», se han recrudecido, Cuatro adquiere más valor. Porque el talismán intangible que nos ofrecen, desde sus vidas y sus obras, son el ritual del corazón desde el cual se procuran estas cuatro defensas cardinales de Cuba.
Convocan a II Festival Nacional de Teatro para Niños y Jóvenes
El Grupo de Teatro Guiñol de Cienfuegos, el Centro Cubano de la Asociación Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes (Assitej) y el Distrito Creativo La Gloria, de la provincia de Cienfuegos, convocan al II Festival Nacional de Teatro para Niños y Jóvenes, a celebrarse en esta ciudad entre los días 20 y 27 de marzo de 2023.
Daimany Blanco Serra, director del Guiñol, informó a la Agencia Cubana de Noticias que el objetivo del evento es rescatar la vitalidad y alegría que irradian las artes escénicas en niños, jóvenes y el público en general, luego de un largo período bajo la incidencia de la pandemia de la COVID-19.
Precisó que desarrollarán talleres, clases técnicas, conferencias e intercambio con los participantes en municipios y localidades del territorio.
Destacó que los directores interesados deberán enviar sus propuestas, antes del 20 de enero, a los correos electrónicos dblanco831105s@gmail.com o guanaroca@azurina.cult.cu.
Auspiciarán el certamen la Dirección Provincial de Cultura, el Consejo de las Artes Escénicas, el Centro de Innovación y Gestión del Desarrollo Local (Cigedel), la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y la Unión Internacional de la Marioneta (Unima).
Asimismo, contarán con el apoyo de otras organizaciones como la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), el Partido y el Gobierno.
El destino de todos
Haz que se parezca a ti la tempestad.
Buena Fe
No importa es una obra teatral humanista. Repleta de cubanía y cubanidad. Nos remite a los ancestros que sedimentaron la cultura cubana: Félix Valera, José de la Luz y Caballero, José Martí, y tantos otros. En ella están, también, los que la erigieron después, sudor a sudor, lágrima a lágrima.
La compañía teatral Mejunje, de Villa Clara, la presentó este fin de semana en Ciego de Ávila.
Es alegre y profunda. Es tímida y, a la vez, temeraria. No dice palabras soeces, pero termina declarando alguna porque le es totalmente necesario. Si no, no fuera hija de esta tierra, en este instante.
Rompe con esa muletilla contestataria que ya estaba apuntalando, casi a la fuerza, la creación teatral cubana de los últimos veinte años. Pero, al mismo tiempo, no vacila en dejar su contesta a las cosas que siguen desvariadas por esta isla y hasta se va más allá al volverse libertina, lúdica, febril y delirante. Como todo lo cubano que se respete.

Está tan actualizada, que pareciera uno estar en la calle y no en el patio de la casa del Joven Creador, sede de la AHS avileña, donde fue presentada.
Ese es uno de los tantos méritos de la puesta en escena de manos de Adrián Hernández. El contenido se va por encima de la misma forma. Y más que un desmérito, me parece genial. Además de que viene con el sello del Maestro de juventudes Ramón Silverio Gómez, bien picante y con tinta fresca.
El principal atractivo de la puesta, a mi juicio, es su sinceridad. Luego, se le quiere por honesta. Y terminamos abrazando sus testimonios tan lúcidos y su objetividad social. Cumple, al dedillo, con esa función social propia del teatro: ser reflejo de la realidad. De ahí la cubanía; de ahí la cubanidad. Es revolucionaria siendo disidente. Es disidente siendo revolucionaria.
Nunca deja de decir las cosas, como por ejemplo, respetar al prójimo aunque piense diferente, que harán evolucionar al decisor más inteligente. Y lo dice de manera filosa, como si las palabras fueran imágenes de vidrio que laceran el alma y la carne. Por lo que nos hiere a todos.

¿Quién no ha irrespetado a alguien que piensa o vive diferente a nosotros mismos?
De ahí las “burlas” al único de los cuatro amigos que decidió no irse y hacer realidad sus sueños de escritor. Y es feliz, además, ante la sorpresa e incredulidad de los que sí se fueron. Logró las pequeñas y comunes cosas.
Y con esa ferocidad, la obra hace revolucionar el pensamiento y nos deja en claro que el principal beneficiario de toda obra humana debe ser siempre el mismo Ser Humano. Nada ni nadie más. Y no le podemos legar las cenizas de nuestros sueños, el espacio vacío o la incompetencia familiar.
Pero también nos dice que debemos parcializarnos y defender lo que amamos. Porque ser parcial es como la única forma de identificarnos con lo que nos resulta afín, lo que se asemeja a lo que soñamos. A lo que queremos soñar, además.
Es curioso, la casi totalidad del público no rebasaba los 30 años. Lo asimilaron todo con voracidad. Golosos. Incluso, hasta dijeron, “es verdad”, “así mismo”, y se rieron cómplices tras el bocadillo escurridizo como si tuvieron tiempo de haber vivido lo que uno, después de los 40, ya ha vivido.
Se dan cuenta de todo. De lo bueno y de lo malo. De la alegría y el dolor. Sufren y gozan. Son parte de la vida. Están vivos y por ellos, también, trabajamos, porque siguen siendo la esperanza del mundo.
El discurso primigenio de No importa… pareciera ser la Amistad a toda costa. Y de costa a costa. Con emigración y todo. Sin olvidos. En deudas siempre con la otredad. Porque el ser humano vive para recordar. O recuerda para vivir, en fin, que la emigración también puede truncar lo bello. O hacerlo más bello y hasta sempiterno.

Lo cierto es que la obra recorre tantos caminos que a uno le parece que no se quedará algo por decir. Que verá todas las carnes arder en el fuego. Y todas las heridas sangrar hasta la misma muerte.
Y a eso fuimos, nosotros, los de este lado del escenario. A atestiguar las heridas de cuatro jóvenes, tres emigrantes, ante nuestros ojos como en un gran filme.
No los curamos. Ellos tampoco a nosotros. Allí no estaban los verdugos. Solo éramos un grupo grande, heterogéneo, intergeneracional, mirándolo todo como si en cada ejercicio escénico estuviese la solución a los problemas.
Cada uno habrá exorcizado sus fantasmas.
La literatura que sustenta el drama es el libro ¿Quién le pone el cascabel al látigo?, beca de la AHS “El reino de este mundo”, del joven Rodolfo Romero Reyes. Un autor productivo, enrolado en más de un proyecto creativo.
La puesta en escena tiene lo mínimamente necesario para no entorpecer el libre fluir del contenido. Cuatro maletas de madera pintadas de cuatro colores distintos. En su interior guardan algunos elementos que cobrarán vida en la medida que el drama se desarrolla. Elementos que luego asumirán una función decorativa, pero nunca pasiva.
Ahí estarán, colgados ante la vista de todos. Como guardianes. Como trofeos.
Como mismo, en nuestras muñecas, la tirilla de papel que nos pusieron antes de entrar y con una frase grabada. La mía decía: Aquí nada cambia. Lo que no deja de ser polémica porque, en verdad, aquí todo ha cambiado en los últimos diez años. Y nadie puede decir que la inamovilidad ha sido inamovible.
Será que esta frase ha sido puesta para crear discursos entre el papel y el espectador. Para ser asimilada o rebatida. Para crear una falsa expectativa entre todos porque se vuelve inútil con respecto a la obra en sí. Pero no, con respecto a nosotros mismos.
Algo se mueve dentro de cada uno de nosotros cuando vamos a la escena teatral.
Los actores hacen gala de una variada expresión corporal y matizan cada bocadillo como si fuera lo último que dirán a su paso por esta vida. Aunque a veces parecieran ahogarse, víctimas de la pasión, o de una mala ejecución.
Ninguno intenta sobresalir del resto de las actuaciones. Pero el que nace para brillar… Están en una misma línea o estilo interpretativo. Son creíbles porque hablan como cada uno de nosotros. Y sudan, improvisan, se dan cuenta de cada pifia en escena y le buscan pronta solución a lo que está a su alcance.
Bailan y hacen coreografía más como diversión que por aparentar ser bailarines. Beben el Habana Club 7 años con todo el sentido de la responsabilidad en escena, y terminan por no comerse un mantecado que luce apetitoso.
Un simple dulce que asume sobre su esencia, el peso de un concepto que es más grande que el más grande de todos nosotros.
Así vemos lucirse a la carismática Leisy Domínguez haciendo gala de un histrionismo contagioso, con una fuerza expresiva demoledora y un nivel de actuación tan alto que, por momentos, ha de robarse la atención de todos y hasta consigue arrancar expresiones públicas que van más allá de toda conmiseración.
Uno llega a creerse lo de la enfermedad.
Uno llega a creerse cada una de aquellas historias.
Uno llega a olvidarse de que está ante una obra de teatro y sufre la condición humana.
Uno llega a creerse lo que pareciera decirnos desde el mismo afiche que acompaña a la obra: Cuba es una isla que no importa, y poblada por seres a los que ya no les importa cosa alguna, ni la familia, el amor o la amistad, el respeto, el valor de la amistad, el amor, el decoro… en fin.
La desilusión y el cansancio habrían ganado la batalla. Pero de sobra sabemos que no es así. El Ser Humano está hecho de sueños. Y no pierde las esperanzas de un mejor mañana aunque solo sea para soñarlo.
Porque sí importa el Ser Humano y sus historias de vida. Sí importa el destino de una amistad. El destino de todos nosotros.