Haymé Santoya Rodríguez


De lenguaje pictórico y metáforas de pensamiento

Pretender descifrar los entresijos del arte supone emprender un trayecto a ciegas, pero a sabiendas, que desde la más insospechada simplicidad de formas hasta las más ambiguas hiperbólicas expresiones existe un punto de tangencia entre lo onírico y lo terrenal.

Tan necesario ese arte en medio de las complejidades de la época actual, como refugio y bálsamo frente a la realidad, emerge el discurso visual del gremio artístico en la provincia de Granma que aúna obras en la XIII Edición del Salón Provincial de Artes Plásticas Julio Girona.

tomadas del perfil de Facebook de Luis Carlos Palacios
Leyva.

Auspiciado por la UNEAC en dicha provincia, el evento –recién inaugurado en la Galería Dos columnas– reúne la variedad de formatos y técnicas que enriquecen la perspectiva visual en una suerte de concepto holístico. El eclecticismo creativo va desde la fotografía, la instalación, la pintura y la cerámica, cargado de una imponente naturaleza sugestiva que deja margen a cavilaciones propias y reales.

Con un total de 13 obras participantes pertenecientes a 14 artistas del territorio se premiaron seis piezas. Los premios colaterales institucionales (Fondo Cubano de Bienes Culturales, Casa de la Nacionalidad Cubana, Centro Provincial de Artes Visuales, Centro Provincial del Cine, Centro Provincial de Patrimonio, Artex, Centro del Libro y la Literatura) fueron otorgados a los artistas Lira Yarí Reyes Rodríguez, Yunier Tamayo Sánchez, Rayne González Torres, Ramón Quesada Mesa y Juan Luis Maceo Núñez; espacio oportuno además para distinguir a este último artista con el sello Aniversario 60 de la UNEAC.

tomadas del perfil de Facebook de Luis Carlos Palacios
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El jurado de premiación entregó dos menciones a las obras “Sin señal” de Ramón Quesada Mesa, y “Revolución relativa, John Lenin, Frida Kastro o la evolución de las especies, Donald Trovsky, Charles Marx, Albert Eisenstein o el acorazado” de la serie Política cultural, perteneciente a Dora Lidia Pedrera Figueredo y Domingo Cuza Pedrera. El Gran Premio en esta nueva edición del evento lo mereció el artista manzanillero Yunier Tamayo Sánchez con la pieza perteneciente a la serie (Re) Contextualizando sujetos periféricos (Chaplin).

Ramón Quesada Mesa, uno de los artistas laureados, refiere en cuanto a su obra (“Sin señal”) un paralelismo del personaje con momentos álgidos vivenciales del ser humano: Es una pieza producto del tiempo de pausa que vivimos durante la pandemia, y funciona simbólicamente en mi obra porque los cosmonautas se desenvuelven en un medio hostil y lo empleo como alegoría de la realidad. Es como una escafandra para no morir,  para tener tu propio oxígeno, para no contaminarte…

Otra de las artistas más jóvenes y que comienza a dar sus primeros pasos en el mundo del arte, Melissa Naranjo Pérez, señala cómo el Salón le abre nuevas puertas a la creación y refiere: He tenido la oportunidad de presentar uno de mis más recientes trabajos a esta exposición, que se integra en un proyecto personal llamado “Érase una vez, pero ya no”. Para mí, participar en el Salón es una experiencia única, poder compartir con grandes artistas del territorio y estar inmersa en este gran proyecto es un avance significativo en mi trayecto como fotógrafa, a la vez que me abre puertas para futuras exposiciones y me inserto en nuevas líneas y tendencias artísticas en la provincia.

tomadas del perfil de Facebook de Luis Carlos Palacios
Leyva.

La muestra expositiva del Salón de Artes Plásticas Julio Girona es una oportunidad para los artistas de la provincia. La pluralidad de los estilos y enfoques manifiestos avalan la concepción de un espacio que apuesta por la coexistencia simultánea de realidades, amén del toque intimista de cada pieza que invita a la introspección, de la mano de discursos y maneras propias. En una mixtura estético-conceptual y de revoluciones cromáticas, se manifiestan códigos, se intencionan metáforas. El arte contemporáneo cubano apuesta y necesita constantemente de búsqueda, invenciones y redescubrimientos.



Contar la historia desde el arte: el discurso artístico cespediano

Céspedes se nos presenta inmarsecible en nuestra memoria histórica. Su ímpetu de lucha dibujó el camino de la historia que se labraba, una historia marcada por las ansias de libertad, por la rebeldía y por la conformación de una identidad sin ataduras. Precisamente, en torno a su figura ha existido un discurso que se sustenta en imágenes, en el arte, que es el que le ha creado una imagen corpórea, tangible, concreta, gracias a quienes lo inmortalizaron dentro de la historia del arte cubano.

Daguerrotipos, dibujos, óleos, grabados y esculturas del gestor de las luchas independentistas, construyeron el discurso artístico-iconográfico en un contexto de construcción del imaginario nacional; cada una respondiendo a las exigencias y los imperativos de la metamorfosis histórica y política que experimenta el país.

Independientemente de estas particularidades del contexto histórico, la iconografía cespediana en muchos de sus ejemplos clasifica como Patrimonio Cultural de la Nación, y tiene dos momentos creativos que clasifican por etapas: la colonial y la republicana.

La etapa colonial tuvo apenas representatividad en el discurso artístico; no obstante, la etapa republicana fue antítesis en ello. El momento histórico que se vivía era espejo de las consecuencias en el ámbito creativo. La llegada de la República significó una transformación en toda la iconografía colonial, que respondía a las exigencias de representación de toda una hornada de patriotas, lo que fue válido tanto para la pintura como para la escultura.

El discurso artístico-iconográfico cespediano se sustenta en las primeras realizaciones del siglo XIX que sirvieron de base genealógica a la producción fecunda del siglo XX. Tanto en la pintura como en la escultura la representación de la historia a través de los grandes próceres, y dentro de ello, al gestor de las luchas Carlos Manuel de Céspedes, signaron la conformación de un imaginario nacionalista mediante referencias simbólicas que sustentan un discurso.

La etapa republicana –en materia de representación cespediana– supera con creces la etapa colonial, aunque tampoco puede catalogarse como cuantiosa al respecto. En ello la escultura se desarrolló en menor grado que las artes plásticas (la realización de monumentos llevaba la autorización y pertinencia de proyectos). Por tanto, la etapa de la República viene a ser como una especie de génesis en las producciones subsiguientes.

Los frutos tangibles de ese discurso artístico constituyen hoy parte del Patrimonio Cultural de la Nación. La mayor significación cultural radica en que se trata del resultado de un proceso histórico dentro de la conformación de un imaginario social-histórico-nacionalista, pilares de construcción identitaria.

Las cuestiones formo-conceptuales erigen un testimonio que más allá de la estética, el simbolismo, la tradición histórico-academicista o las particularidades representativas de las manifestaciones, hacen del discurso artístico cespediano la memoria de una producción histórica –y por ende– patrimonial.



Pavel Giroud: «La edad de la peseta terminó enamorándome de sus personajes»

Por estos días, en una especie de análisis restrospectivo fílmico, repaso las creaciones de Pavel Giroud, uno de los cineastas cubanos más reconocidos a nivel internacional. Entre sus producciones, hay un filme al que continuamente regreso y en el que me descubro siempre a ojos cándidos. Se trata de La edad de la peseta, una de sus realizaciones cinematográficas más laureadas.

Nominada en varios certámenes a nivel mundial, la cinta ha merecido galardones de mejor película en el Festival Internacional de Cine de Cartagena, Colombia; mejor director en Festival de Cine Iberoamericano de Ceará, Brasil; mejor guion en Festival Nacional de Cine de Mérida, Venezuela, y otras distinciones en Estados Unidos, Ecuador y Perú, además de incluirse en el programa de estudios “Modern and Classical Languages. Spanish Films” de la Universidad de Houston.

En el año 2020, la Cinemateca de Cuba realizó una selección de los mejores filmes producidos por el ICAIC, para lo que fueron convocados críticos e historiadores del cine cubano. En la especialidad de mejor dirección de fotografía (Luis Najmías) y mejor dirección artística (Vivian del Valle), en el período de producción 1959-2017, figura el filme en cuestión, categorías en las que también resultó laureado con el Premio Coral en el 28 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

A más de una decena de años de su estreno La edad de la peseta se incluye ahora como una de las mejores películas en los más de 60 años de producción cinematográfica del ICAIC. Nacida de una coproducción Cuba-España, el filme recrea una atmósfera intimista que emplea a un personaje infantil como símil de una realidad subyacente.

En la jerga popular cubana, la expresión “edad de la peseta” refiere al periodo comprendido entre los siete y once años de edad. Etapa que se caracteriza por sentar las bases para avanzar hacia una madurez necesaria, un ciclo natural vital que moldea el comportamiento del infanto-adolescente en su proceso de autodescubrimiento. De ahí que la tesis argumental se centra en el paso de la infancia a la adolescencia de Samuel, el personaje protagónico, que tropieza con dificultades, sorpresas y desilusiones propias de su universo de autodescubrimiento.

La historia se desencadena en La Habana de 1958, a partir del propósito de Alicia, que tras un nuevo fracaso matrimonial decide regresar con su hijo Samuel, de 10 años, a casa de su madre. Violeta, esquiva y malhumorada, no aprueba la situación, y Samuel, tímido y apocado, en la antesala de la adolescencia, reniega el cambio; pero a medida que avanza el tiempo la aparente incompatibilidad entre ambos se disuelve, a la vez que el pequeño se inicia en el mundo de la adultez.

El guion estuvo a cargo de Arturo Infante, quien estuvo animado a escribirlo por el reconocido escritor colombiano Gabriel García Márquez en el transcurso de un taller que impartía sobre “Cómo se cuenta un cuento”. La banda sonora a cargo de Ulises Hernández, es una suerte de antología de los ritmos y sonidos predominantes en Cuba a finales de los años cincuenta que refuerza las escenas exentas de diálogo y les añade una mayor carga conceptual.

Alicia es la joven madre que se nos construye dócil, insegura y un tanto egoísta. Violeta, la abuela, será el personaje de apoyo, al inicio con sus enigmas y su carácter adusto –tan comprensible en los abundantes primeros planos– y que viene luego a llenar el vacío sentimental del pequeño.

La película se desarrolla en un complejo contexto histórico dentro de la historia de Cuba: el momento previo al triunfo revolucionario, estableciéndose una especie de paralelismo entre la nueva etapa de vida que comienza a vivir el país, y la nueva etapa de vida que experimenta Samuel. Ambos en los albores de un comienzo. La diégesis fílmica presenta una estructura fragmentada e incluye intertítulos con segmentos que van introduciendo los puntos de giro y van tejiendo una red poliédrica que se convierte en un torbellino de avatares personales.

Se imbrica una línea de pensamiento ficcionado con la veracidad de las circunstancias, manifiesto en sutiles diálogos y en las escenas de las fotografías retocadas con el pincel, que traducen la limitación de distancia entre realidad y representación. Se insinúa un ambiente irreal saturado de edulcoraciones, más bien artificios como producto de una realidad completamente desnaturalizada. El director se vale de algunas herramientas cinematográficas que funcionan simbólicamente dentro del lenguaje fílmico y expone mediante ello un cosmos inexplorado que traspasa los límites de lo consabido.

La puericia de nuestro personaje va diluyéndose con la formación de un imaginario sexual, el amor platónico, el debut a tientas en sus primeros flirteos amorosos y el descubrimiento de un mundo erótico. A través de la visión ingenua y cándida del pequeño se suscitan preguntas ingeniosas que suponen agudas reflexiones. Pavel Giroud sugiere un mundo abstracto e incorpóreo que solo tiene cabida en la percepción sensorial, lo que se enfatiza en la entrevista realizada.

En escenas finales, la despedida de Samuel de Violeta, de la fotografía, de sus raíces, simboliza el adiós a la infancia, a la niñez, y con lo cual deja atrás una estela de reminiscencias, se advierte en él una búsqueda inconsciente de sí mismo desde la propia llegada a la casa de su abuela. La metamorfosis del personaje experimenta una evolución gradual que va del despertar adolescente hacia una madurez psicológica, y se ve envuelto, a causa de ello, en una revolución de emociones.

La edad de la peseta representa tres generaciones a través de tres personajes que persiguen un propósito afín: sentirse amados. Sobre estos elementos de conceptualización, representación y construcción de personajes, el director del filme Pavel Giroud, nos comenta:

Como usted mismo ha afirmado en otras entrevistas, la idea de fungir como director de La edad de la peseta debutando en el largometraje, fue propuesta por el guionista y el productor del filme. ¿Cómo concibió la idea de incorporarse a este proyecto?

Habían varios elementos seductores. El primero, la oportunidad de hacer cine de verdad, es decir, disponer de más recursos de los que hasta ahora había tenido, zambullirme en una nueva experiencia de trabajo; el segundo era la historia; y no es que me sintiera especialmente atraído por el relato, sino el convencimiento de que en ese entonces, una historia así jamás hubiera salido de mí.

La edad de la peseta tiene elementos de la vida de Arturo Infante su guionista. Otra de las cosas que valoré para dar el sí, tuvo un componente oportunista, sabía que si me salía bien y lograba empacarla con mi personalidad creativa, se me abrirían las puertas más fácilmente de ahí en adelante. Terminé enamorándome de la historia y de sus personajes.

La película Viva Cuba, de Juan Carlos Cremata, es la promotora por excelencia del debut de los infantes como protagónicos en la cinematografía cubana. Un año después se estrena La edad de la peseta, que vendría siendo la segunda película que sigue esta tendencia de darles mayor voz a los niños en papeles principales, en este caso con el personaje de Samuel. ¿Qué particularidades ha tenido en el trabajo con el infante? ¿Alguna experiencia en específico?

Nacieron a la par, de hecho, iban a coincidir en fechas de rodaje, pero por cuestiones de producción, La edad de la peseta se atrasó un año. El trabajo con el niño no fue muy complicado. Su personalidad ayudó a llevarlo a la manera de interpretar que me seduce, la de los pequeños gestos, la que el cine y solo el cine potencia.

Si te fijas en mis películas hay rasgos comunes en el boxeador de El Acompañante, el fotógrafo de Tres veces dos y el gángster de Omerta y creo que al final todo se deriva de mi propia manera de ser. Muchos amigos de toda la vida que vieron la película, me dijeron que les parecía estar viéndome a mí de niño.

En Viva Cuba, los niños interpretan de otra manera. Si en la mía está un paso antes del niño cubano común, ellos están dos pasos después; lo cual es un rasgo propio del cine de Cremata, derivado por demás, de su propia personalidad. Yo llego a un lugar en silencio y puede que nadie se entere, sin embargo, escuchas unos cascabeles, te volteas y te enteras que Juan Carlos Cremata acaba de llegar. El cine de cada autor refleja de alguna manera quién es, y los intérpretes son quienes le dan vida.

Samuel experimenta una evolución en el transcurso del filme. Es un adulto en ciernes que avanza hacia una madurez psicológica a través del descubrimiento de un universo erótico, los encontronazos con la muerte, la separación, las decepciones y los tanteos con un amor idealizado. ¿Qué ha querido reflejar a través de un personaje tan polifásico?

Creo que si algo tiene La edad de la peseta es la naturalidad con que asume hechos inverosímiles, y es porque esos hechos inverosímiles son todos sacados de la realidad, ocurrieron.

Esa mujer, llamada El televisor, que parece extraída de la mente de Fellini, existió en la vida real. A mí se me ocurrió pintar el televisor en la fachada de la casa de madera y eso quizá no era así, pero eso no es más que el empaque de algo más grotesco y que el autor vivió. O el hecho de fotografiar a una niña muerta y luego retocarla con pintura y otras cosas, que el cine hace «raras», que crees que proviene de la mente perversa de los creadores y no son más que recopilaciones de hechos que reafirman la sentencia de que la realidad supera a la ficción.

No creo que Samuel sea un niño que ha enfrentado cosas únicas, todo niño tiene ilusiones, fantasías y temores que, generalmente, si no estás analizando cada acción suya, terminan siendo invisibles. Mucha gente, que no es capaz de concentrarse en un cine que no sea de constantes peripecias, dice que en «La edad de la peseta» no pasa nada. De lo que puedes estar segura es de que si filmara esa película hoy, sería diferente. No era padre cuando la hice. En ella están volcadas mis experiencias y las de Arturo su autor, únicamente como hijos.

La expresión «la edad de la peseta», como deja usted claro al comienzo de la película, se emplea popularmente para caracterizar el período previo a la adolescencia. En esta etapa los niños se autodescubren y se proyectan como ávidos conocedores. En el filme se lanzan preguntas al aire desde una visión de inocencia, pero que suscitan agudas reflexiones. ¿Cómo ha concebido la construcción fílmica de un personaje ingenuo y a la vez ingenioso?

La aclaración está hecha para un público no cubano. En España, por ejemplo el tema de la peseta, que era su moneda antes del euro causaba confusión. Ellos tienen la edad del pavo, que es la adolescencia y otros países la definen a su manera. Todos los niños son ingenuos e ingeniosos, incluso ante un mismo fenómeno. Agarran una rama de la calle, te dicen que es una pistola, luego le dices tú lo linda que está la pistola y te aclaran que no son tontos, que saben es una rama.

Cine es drama y drama es transformación de un personaje en una determinada ruta poblada de escollos. La construcción dramática de esta historia nace de un taller que impartía García Márquez en la EICTV. Según me contó Arturo, él los impulsó a crear una historia hurgando en su propia historia personal. Cuando llega a mí, el guion estaba casi listo. Fueron pocas las escenas que yo reescribí.

La alusión a la cuarta dimensión funciona simbólicamente dentro del lenguaje cinematográfico, por un lado alimenta la imaginación, por otra parte cuestiona una realidad existente. ¿Qué relación concibe entre esto y el personaje principal?

Mira, por ejemplo, esa es una de las escenas que yo cambié radicalmente de lo que estaba escrito. Conservé los diálogos, pero la dinámica de la escena es otra. En la del guion, ellos conversaban en la sala y actuaban todo lo que decían, por ejemplo: Cuando Don Ramón dice que se va a recoger flores al prado hermoso, caminaba, fingía recoger flores; la abuela montaba el potrillo pinto invisible. Hacían una especie de pantomima alrededor del niño y yo, hasta el día antes de rodarla, estaba convencido que no sería así, pero no tenía la solución.

Usualmente cuando estoy con esas dudas, lo que hago, en lugar de rebuscar y complicar, es quitar y llevarlo a lo mínimo. «Less is more», lo mismo que con las interpretaciones. Recordé las misas espirituales y me pareció que filmándola así, con todos agarrados de la mano sería más expedito el viaje a esa otra realidad que terminaría uniendo para siempre a nieto y abuela.

¿Cómo valora el trabajo con niños luego de culminada la tarea fílmica?

Hubo adultos que se comportaron con más inmadurez. Los niños vitalizan el entorno, la pasan bien. Ese niño, por ejemplo, que ya es un hombre, no continuó una carrera como actor, sino que siguió exactamente mis pasos. Ahora es Director de Arte, con la ambición de ser director de cine.

Ha declarado en otras entrevistas que antes de iniciar el proyecto el trabajo con el niño era “el peor de sus temores”. ¿Cree que ha logrado con este personaje el fin que se tenía propuesto?

Sí, como no tenía esa experiencia y el mundo está lleno de leyendas urbanas y dispuesto siempre a asustar, terminé asustándome, pero se me pasó enseguida. Pese a que la película, en su momento, no me dejó ciento por ciento complacido como espectador, su incidencia en otros espectadores me hace sentir mucho orgullo de ella.



Jilma Madera: Un Cristo y un Martí en vigilia eterna de la Patria

En el punto más alto de Cuba, a 1974 metros sobre el nivel del mar, se erige un Martí en bronce, de frente altiva y mirada lejana, como quien vela por su Patria desde la cima, allí donde comienza el cielo y se siente la gloria.

La escultura fue fruto de la creación de Jilma Madera Valiente, una de las artistas de la plástica cubana más valiosas por sus obras de notable trascendencia. A la luz de un nuevo año, se conmemora otro aniversario del fallecimiento de la célebre escultora, el 21 de febrero de 2000. Más de dos décadas han transcurrido desde la fecha, pero un legado artístico imperecedero y tangible queda como vestigio de sus creaciones.

Jilma Madera es considerada –a beneplácito de los cubanos– la primera mujer en cincelar en mármol blanco de Carrara una obra de tamañas dimensiones: el Cristo de La Habana. Si bien el monumento de 20 metros de alto es colosal y admirable a la vista de quien lo contemple in situ, aún más gigantesca fue la destreza artística de la escultora, que precisó de un intenso trabajo que incluyó el traslado desde Italia, de 600 toneladas de mármol blanco de Carrara, y la dirección a los obreros que ejecutaron el proceso de montaje.

Inspirada en un ideal de belleza masculina, Jilma concibió al Cristo en imagen de perfección física, no en tanto simetría rostral como en percepción de paz visual, a lo que dejó ojos vacíos como para sugerir una mirada omnipresente, como ella misma expresara: “…le imprimí serenidad y entereza como alguien que tiene la certidumbre de sus ideas”.

La artista es también autora de emblemáticas piezas entre las que destacan los monumentos al General Francisco Peraza, en El Cacahual; a Martí en el parque de San Nicolás, Mayabeque; a Adolfo del Castillo, en Managua, La Habana; y el frontispicio de la Fragua Martiana.

De todas sus creaciones, las más conocidas y de mayor relevancia forman parte de nuestros tesoros patrimoniales por su excepcional valor artístico. El Cristo ha sido declarado Monumento Nacional, y el busto martiano ubicado en el Pico Turquino forma parte del Patrimonio Cultural de la Nación. Uno es símbolo en el paisaje citadino de La Habana, otro es cúspide en el paisaje montañoso de la Sierra Maestra. Uno abre los brazos y bendice la ciudad a la entrada de la Bahía, el otro permanece incansable en tutela sempiterna.

Quien ha tenido la dicha de regodearse en ambas presencias percibe el mármol y bronce en sinonimia metafórica de ébano y marfil, y la antonimia alegórica de historia y religión; nos descubre un binomio de ensamble en el magnificente virtuosismo estético. Jilma Madera nos dejó un legado conceptual traducido en arte, nos dejó el lenguaje de sus manos cincelados en monumentos, nos dejó a un Cristo y a un Martí, en vigilia eterna de la Patria.



La ensayística martiana: asir la luz desde su pensamiento

…y sólo quedan de la magnífica batalla sobre los lienzos esos regueros de color ardiente que parecen la sangre viva que echa por sus heridas la luz rota: ¡ya es digno del cielo quien intenta escalarlo!

“Nueva exhibición de los pintores impresionistas” (1886). José Martí.

El acercamiento a la vasta obra de José Martí supone explorar aristas tan diversas como sorprendentemente enriquecedoras. Justo cuando el primer mes del año trae a la memoria la evocación de tan magnificente figura en el aniversario 169 de su nacimiento, resulta meritorio honrar la fecha desde la trascendental y siempre necesaria referencia a su obra.

Dentro su profunda arquitectura de pensamiento, existe un amplio corpus de literatura ensayística sobre artes plásticas. Su crítica en este campo es justamente una de las zonas más fascinantes de su prosa, y va más allá de la intertextualidad en el diálogo artístico.

Conocedor del ambiente plástico-literario de su tiempo Martí alcanzó un alto grado de erudición desde muy joven, lo que le permitió armarse de una aguda destreza crítica. La base de su temprana inclinación y sensibilidad hacia el mundo del arte parte de su inscripción en la Academia de San Alejandro y la literatura ilustrada de la época fue biblia de estudio en la solidez de su intelecto.

Durante su primera estancia en España experimentó una conexión directa con las artes, lo que le valió el enriquecimiento de su apreciación pictórica y nutrió su posterior labor en la prensa periodística. Al respecto, Adelaida de Juan señala en sus investigaciones, la asiduidad de Martí a museos y talleres de artistas españoles. Desarrolló también la crítica de arte en México entre 1875 y 1876 en la Revista Universal, y hacia 1880 fue analista de pintura española para el periódico neoyorkino The Hour.

Es solo ello un esbozo de la inicial actividad ensayística del Apóstol, antecedentes de una de sus más conocidas críticas de arte y de particular significación en los predios del arte moderno. Se trata de Nueva exhibición de los pintores impresionistas, escrito en Nueva York el 2 de julio de 1886 y publicado en La Nación de Buenos Aires, el 17 de agosto del mismo año. Es la pintura impresionista el alimento de sus juicios estéticos durante varios meses de corresponsalía.

¡Cuánto acierto y habilidad existió siempre en la observadora y perspicaz mirada martiana! Reconoció la destreza en el arte y vislumbró la huella que dejarían los ingeniosos del pincel.

José Martí apostaba por la concepción estética de equilibrar la Academia con las nuevas formas de arte moderno, lo opuesto a caducidades canónicas, el desafío a los preceptos tradicionalistas, a las ataduras históricas que hacen los pintores fuertes, cansados ya de un frío ideal. Mucho de vigencia tiene aún en nuestros días lo que por entonces eran lecturas de aquellos tiempos: “Son culpables las vidas empleadas en la repetición cómoda de las verdades descubiertas”. Cada movimiento artístico, cada generación, debe alejarse de los caminos trillados y el facilismo desechando epígonos, y en conocimiento de las exigencias y el imperativo del siempre necesario nuevo arte.

Solo una visión aguda y certera como la del Apóstol fue capaz de crear un sabio juicio estético del buen arte, desde una analogía poética en la que mezclaba un marcado acento de lirismo y un audaz lenguaje visual creando una percepción sensorial ilustrada en el verbo. Su crítica armonizaba en un perfecto equilibrio de juicio y una exacta apreciación pictórica. Su prosa nunca se detuvo en facilismos ni sirvió a complacencias, pero hacía ostensible la apoteosis del crítico, rendido ante la belleza.

Tuvo la certeza de avizorar triunfos en el arte como avizoró los peligros que suponía el fenómeno antiimperialista, y esto hizo de él un hombre universal más que académico, escritor, político, pensador, filósofo, periodista o poeta.

Lezama Lima hablaba de la trascendencia martiana como esa magnitud intelectual que le adjudica la grandeza en su posteridad. Se presenta bajo el aspecto de la tradición, que se compone a su vez de un antes –que es la herencia recogida por Martí– un durante y un después, y es en ello donde reside esa trascendencia.

Las recepciones de la obra martiana sobre arte y literatura, nos acercan a los modos universales de cultura desde una mirada pluridimensional y como es característica de su obra intertextual. Se construye su legado a partir del néctar de sus ideas expuestas en sus obras, de la sabiduría de su verbo que alcanzan un significado vital en la historia.

Sus preferencias por un arte épico y vital, capaz de comprometerse, convocar y denunciar las miserias humanas y lo negativo del mundo, corresponde con los ideales que defendió y con la obra a la que dedicó su vida. Tenía un compromiso con la libertad de su patria y de América Latina, de modo que no podía exigirle menos al arte.



AHS en Granma: Hacer cultura es también hacer Patria

La asamblea de balance de la Asociación Hermanos Saíz en la provincia de Granma se efectuó este 26 de enero para analizar el quehacer del arte joven y debatir sobre los principales puntos de interés y necesidad de la organización.

Se contó con la presencia de Fernando Rojas, viceministro de Cultura; Rafael González Muñoz, presidente Nacional de la AHS; Jordan Roberto León Rodríguez, director provincial de Cultura en Granma; Juan Ramírez Martínez, presidente de la UNEAC en la provincia; Adán Jesús Matamoros Domínguez, presidente de la filial granmense, así como el resto del ejecutivo provincial y otras autoridades del territorio.

foto: denisse alejo/ tomada de la página de Facebook de la AHS

En la cita se debatieron temas relacionados con la necesidad de trazar nuevas estrategias para fortalecer la membresía en sus secciones. Asimismo, se resaltó el trabajo ininterrumpido de la asociación pese a la situación epidemiológica por la que atraviesa el país, que revolucionó espacios convencionales y a los que dio asidero desde medios alternativos, logrando así mayor alcance, difusión y promoción.

Dentro de las temáticas esenciales de debate a resaltar por parte de los miembros, Roberto Karel Boza (realizador audiovisual) refirió que la vanguardia joven no ha dejado de crear y se trabaja en proyectos que benefician a la comunidad artística granmense con el objetivo de llegar a una mayor cantidad de público cuanto más heterogéneo.

Luisa Dalia González (actriz de la compañía Tiempo Arte Contemporáneo) enfatizó en los logros del proyecto Esperanza, que de trabajo en conjunto con el organismo de Salud Pública impulsó acciones para contrarrestar los daños de la pandemia ayudando en la recuperación psicológica de los pacientes y familias afectadas, y llegando a centros de aislamiento, hogares de ancianos, casa de amparo filial y comunidades periféricas de la ciudad, lo que ratifica la utilidad del arte en vínculo con el humanismo y la necesaria praxis social.

Katherine de la Paz Herrera, en representación de la sede manzanillera, asociada a la sección de Literatura, manifestó la pertinencia de que la próxima candidatura también fuera espejo de ética y de los principios revolucionarios que durante todo este tiempo fue bandera en la presidencia de la filial granmense, lo que se constató al resultar reelecta la jefatura.

El planteamiento de inquietudes y necesidades de los asociados fueron provechosas a la hora de determinar las nuevas estrategias para lograr un mayor impacto en la sociedad granmense a partir de soluciones concretas y eficaces, sobre todo en constante vínculo con la célula en Manzanillo para un mejor resultado de trabajo.

foto: denisse alejo/ tomada de la página de Facebook de la AHS

En consonancia con los acuerdos tomados en el Tercer Congreso, se debatió sobre la efectividad del seguimiento a una de las inquietudes más latentes: la difusión y visibilización de la labor de la AHS, lo que ha sido manejado a través de los medios de comunicación y potenciado desde plataformas digitales, especialmente con la encomiable tarea que ha venido desarrollando el Proyecto creativo Kijote con las cápsulas promocionales El Taller del Creador y la tentativa de una propuesta televisiva, donde convergen manifestaciones artísticas, crítica e investigación, y sobre la cual se trabaja actualmente.

Los eventos que auspicia la Asociación, las peñas, los espacios de debate, socialización y promoción del arte joven granmense, han sido esencia en el florecimiento cultural del territorio. No obstante, se establecen nuevos objetivos que centran su interés en la potenciación de vías para la sostenibilidad de espacios culturales; el afianzamiento de vínculos con otras instituciones y, en especial, con la enseñanza artística; la participación de asociados en la obtención de becas y premios y el incentivo a jóvenes creadores a que se inserten en el proceso de crecimiento de la organización. Ello reafirma el compromiso de la vanguardia joven con el arte en medio de estos tiempos de tan necesario alimento espiritual a la nación. Hacer cultura es un modo de hacer Patria.

foto: denisse alejo/ tomada de la página de Facebook de la AHS


Firman convenio de colaboración la Casa de las Américas y Casa de la Nacionalidad Cubana

La Casa de la Nacionalidad Cubana festejó este 2021 su aniversario 30 de fundación con una campaña iniciada el pasado mes de enero que contempló la firma de un convenio con la filial granmense de la UNEAC, y que recién concluyó este mes de diciembre con la firma de otro convenio institucional con la Casa de las Américas.

En homenaje al 65 aniversario del histórico suceso del desembarco del yate Granma por playa “Las Coloradas”, y con motivo además de conmemorarse el quinto aniversario de las honras fúnebres del líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, se efectuó la firma del convenio entre ambas instituciones con la representación de Abel Prieto Jiménez, presidente de la Casa de las Américas, y Damiana Pérez Figueredo, directora de la Casa de la Nacionalidad Cubana.

Estuvieron presentes en la ceremonia el historiador Ernesto Limia Díaz, vicepresidente primero de la Asociación de Escritores de la UNEAC; Jordan Roberto León Rodríguez, director provincial de Cultura en Granma; Juan Ramírez Martínez, presidente de la UNEAC en la provincia; el reconocido artista de la plástica Alberto Lescay Merencio, y el cantautor Israel Rojas Fiel, líder del popular dúo Buena Fe.

Abel Prieto refirió la importancia de esta alianza como instrumento para impulsar acciones en defensa de nuestra cultura como trinchera de paz y ponderar el diálogo frente a los discursos de odio en rechazo al linchamiento mediático.

En tanto, la directora del centro reiteró la misión de intelectuales, investigadores, historiadores, artistas y escritores como necesario escudo en el proceso configurador de la nación y la identidad nacional en repuesta a las actuales exigencias de nuestra política cultural.

La consolidación de lazos institucionales culminó con las cruciales palabras de Abel Prieto Jiménez, quien, parafraseando a Carlos Lazo en su reciente intervención en la Universidad de La Habana, instó a seguir construyendo “puentes de amor” desde el campo de las ideas y los principios revolucionarios.



Evento Teórico Crisol de la Nacionalidad Cubana: una cita desde el escenario virtual

El pasado 17 de octubre dio inicio la XXIX Edición del Evento Teórico Crisol de la Nacionalidad Cubana, que se celebra anualmente en la ciudad bayamesa, con un amplio programa que incluye tanto actividades presenciales como sesiones de trabajo vía online, en provecho de las bondades tecnológicas.

Auspiciado por la Casa de la Nacionalidad Cubana —Centro de Investigación Cultural— el evento se desarrolló hasta el 20 de octubre, dentro de la Fiesta de la Cubanía y en celebración del Día de la Cultura Cubana. La actual edición estuvo dedicada al Centenario de Cintio Vitier, al bicentenario del patricio bayamés Francisco Vicente Aguilera, al aniversario 60 de la Campaña de Alfabetización y de Palabras a los Intelectuales.

El Crisol promueve el debate científico aglutinando a intelectuales de todo el país y mostrando el quehacer investigativo a través de la exposición de resultados académicos en las principales líneas temáticas de estudio a nivel internacional. El tema central versó sobre la Revolución cubana y los desafíos de la cultura, y su impacto en la génesis y evolución de las naciones. Se desarrollaron actividades de proyección virtual a través del Canal Cultural Videos Crisol, entre las que figuraron conferencias, paneles, presentación de libros, curso pre-evento, exposiciones, y foros interactivos online entre Casas Temáticas de promoción e investigación cultural.

Participaron además otras instituciones culturales y académicas del país: el Centro de Estudios Sociales Cubanos y Caribeños (CESCA) en la Universidad de Oriente, las universidades de Holguín, de Granma, de Cienfuegos, de Camagüey, la Central de Las Villas, la UNEAC en Granma, la Sociedad Cultural José Martí en Sancti Spíritus, la Escuela Provincial del PCC en Granma, la Casa de Las Américas, la Casa del Caribe en Santiago de Cuba, la Casa de Iberoamérica en Holguín, la Casa Iberoamericana de la Décima en Las Tunas y el Centro Provincial de Patrimonio Cultural en Granma.

La cita virtual dio espacio al aguzado debate de pensamiento crítico con cabida a un arsenal temático que va desde estudios de identidad y formación nacional desde el arte, la literatura, la historia y el cine, hasta las prácticas y dinámicas socioculturales en contextos comunitarios. Se presentaron alrededor de cincuenta investigaciones sobre pensamiento y política cultural cubanos, historiografía colonial y republicana, expresiones artísticas y literarias en el debate de lo nacional en Cuba, el Caribe y Latinoamérica, así como una nueva edición del Taller La construcción del ser cubano y sus relaciones con el Caribe: identidades, historia y cultura que preside el arqueólogo e investigador José Manuel Yero Masdeu.

Una de las actividades que será colofón en esta nueva entrega del Crisol es el festejo por el 30 aniversario de fundación de la Casa de la Nacionalidad Cubana el 19 de octubre. Respecto a ello, la investigadora Liliana Alarcón Vázquez nos comenta:

Una de las celebraciones fundamentales dentro del evento teórico Crisol es el arribo de nuestra institución a sus 30 años de fundada, y para ello se tuvieron previstas una serie de actividades,  como fue la inauguración de la exposición fotográfica “Casa de la Nacionalidad Cubana: Crisol de nuestra identidad”.

En enero del presente año se dio inicio a una campaña por el advenimiento de nuestro aniversario que abrió con la firma de vínculos laborales con la UNEAC en la provincia y una muestra bibliográfica de la trayectoria científica institucional. A pesar de la complejidad de la situación sanitaria se realizó de forma virtual y con asiduidad mensual el espacio académico Aula de Pensamiento Cubano y Latinoamericano, con conferencias de reconocidos investigadores sobre temas de identidad latinoamericana y caribeña, y se llevó a cabo la XVIII edición de la Conferencia Científica “Nada tengo mientras no tenga patria”. De modo que el cierre de esta campaña, iniciada hace ya diez meses, se preparó el agasajo por todo lo alto como parte del evento teórico Crisol y dentro de la Fiesta de la Cubanía en Granma.



«10 de octubre de 1868: el alba de la libertad”

¡Ciudadanos, hasta este momento habéis sido esclavos míos. Desde ahora, sois tan libres como yo. Cuba necesita de todos sus hijos para conquistar la independencia! Los que me quieran seguir que me sigan; los que se quieran quedar que se queden, todos seguirán tan libres como los demás.

Carlos Manuel de Céspedes. 10/10/1868.

El camino comenzó allí… tras escucharse la primera campanada en el ingenio La Demajagua, cuando se escuchó la voz del Padre de la Patria liberando a sus esclavos y proclamando independencia. Ese era el comienzo de lo que significaría para Cuba muchos años de entrega, sudor y sangre a cambio de la libertad.

Tres años más del sesquicentenario de inicio de las luchas independentistas conmemoró la historia patria este 10 de octubre. La nación se engrandece y agiganta el regocijo de todos los cubanos que hoy se enorgullecen de esa historia, marcada por las ansias de independencia, por la rebeldía y por la conformación de una identidad sin ataduras.

Carlos Manuel de Céspedes, el gestor de nuestras luchas, protagonista histórico del alzamiento en La Demajagua, escritor del nacimiento de la patria, se nos presenta inmarcesible en la memoria histórica, como “virtud revolucionaria” al decir del gran Eusebio Leal.

Aquel 10 de octubre también fue enarbolada la primera bandera de combate, confeccionada a mano la noche anterior por la joven manzanillera Candelaria Acosta (Cambula), con retazos de un mosquitero rojo, un vestido azul y un corpiño blanco con 126 centímetros de ancho por 130 de largo.

Diez días luego de la fecha de inicio de nuestras gestas independentistas, las tropas mambisas al mando de Céspedes liberaron la ciudad de Bayamo. En medio de la efervescencia de lucha libertaria, se entonó por vez primera La Bayamesa (Himno Nacional) sobre los adoquines de la otrora Plaza de la Iglesia Mayor San Salvador de Bayamo –en la que se ubica la Parroquia del mismo nombre y la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores– hoy conocida como Plaza del Himno en honor al patriótico suceso.

El 10 de octubre de 1868 queda retratado en la historia como alba de libertad, y el 20 de octubre del mismo año se ha instituido como el día de la Cultura Nacional Cubana. Estas fechas marcan una génesis de Patria, la conformación de los pilares de una historia de Cuba y de una identidad nacional.

Ciento cincuenta y tres años del repique de la campana en La Demajagua, ciento cincuenta y tres años y camino sobre la plaza adoquinada en mi ancestral ciudad, alzo la vista y encuentro, ahí –colosal e imponente– la cruz, la cúpula y el campanario de la Iglesia San Salvador de Bayamo. Uno, testigo del nacimiento de lucha; otro, del nacimiento de nuestro Himno Nacional; ambos, testigos de la historia. Tanto al ignoto visitante como al más raigal cubano estremece esa campanada, que recuerda que así se anunció el primer canto de lucha y (…) que la Patria os contempla orgullosa.