Pintura


Reconocen a Alberto Lescay con el Premio Nacional de Artes Plásticas 2021

El reconocido pintor y escultor santiaguero Alberto Lescay mereció este martes el Premio Nacional de Artes Plásticas 2021, en reconocimiento a su prolífera y valiosa trayectoria artística.

Graduado en Pintura en la Academia de Artes Plásticas José Joaquín Tejeda, de su ciudad natal, en 1968, y de Escultura en la capitalina Escuela Nacional de Arte Cubanacán en 1972, también egresó como maestro en arte de la Academia Repin de Escultura, así como de Arquitectura, Pintura y Gráfica en Leningrado (San Petersburgo) en 1979.

Fundador de la Columna Juvenil de Escritores y Artistas de Oriente y de la Brigada Hermanos Saíz, creó en 1995 la Fundación Caguayo, la cual preside desde entonces. Asimismo, integra la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y la Asociación Internacional de Plásticos, del Programa Mundial de la Ruta del Hierro de la Unesco.

Entre sus lauros y reconocimientos destacan la Distinción por la Cultura Nacional; la Utilidad de la Virtud, que otorga la Sociedad Cultural José Martí; el Diploma al Mérito Artístico, concedido por el Instituto Superior de Arte; además de ser nombrado Miembro Emérito de la Uneac.

Este Hijo ilustre de la Ciudad de Santiago de Cuba ostenta también la Réplica del Machete de Máximo Gómez, la Medalla Raúl Gómez García y la distinción Maestro de Juventudes, esta última entregada por la Asociación Hermanos Saíz.

A Lescay le debemos obras de alto valor dentro del patrimonio cultural cubano, entre las que caben destacar la figura ecuestre del Titán de Bronce (Maceo), el retrato escultórico de Mariana Grajales ubicado en Santa Efigenia, el Monumento al Cimarrón y el Conjunto Monumentario Plaza de la Revolución Antonio Maceo y Grajales de Santiago de Cuba en 1991, cuyo equipo multidisciplinario dirigió.

Este prestigioso artista es considerado como uno de los escultores de mayor aporte en el ámbito del arte monumental cubano contemporáneo y caribeño. Junto a su labor creativa como escultor, pintor y dibujante, trasciende asimismo su entrega como promotor de las artes visuales.


Una escritora nómada

Conocí a América Merino en Valparaíso, rodeada de poesía y de las reminiscencias de Neruda. Semanas más tarde leí su obra y desde entonces hemos estado conectadas gracias a las redes sociales, que han convertido a la aldea global en una inmensa tierra de la poesía, en un espacio para comulgar con los otros y (re)encontrarse. América Merino se sostiene en la poesía. Sabe que la poesía es su propio país.

¿La poesía, el arte en general, bebe de la capacidad de asombro de la especie humana?

Pienso que sí, nuestra capacidad de asombro es una de las cualidades necesarias para desarrollar cualquier tipo de arte. Una de las formas más sencillas de ampliar esta capacidad es a través de la observación de un paisaje: detenerse en los sonidos, las formas o la dirección en que la luz cae, en algún entorno natural, pero en realidad existen muchos mecanismos para conservar esa mirada innata que tienen los niños y que los lleva al asombro rápidamente, porque para ellos todo es nuevo. Esto puede ir desde comenzar a practicar un deporte hasta aprender otro idioma.

Creo que es muy importante que nos introduzcamos constantemente en nuevas formas de exploración que ayuden a mantenernos despiertos. Pienso que otro buen ejemplo es el cine, que tiene mucho para sorprendernos: Hitchcock se me viene a la mente en primer lugar, también Tarkovsky, precisamente porque se alejan del cine actual y manejan otras claves que te van atrapando.

cortesía de la entrevistada

¿Cuáles son tus búsquedas esenciales como poeta y a qué resortes de la memoria emotiva de tus lectores gustas de aferrarte?

No sé si lo que busco se aferra necesariamente a la memoria de un lector, es decir, de un otro. Creo, en realidad, que mi búsqueda va muy de la mano con la exploración propia, y desde este lugar intento transmitir una calma, una tranquilidad que me otorga la poesía. A veces también se mezcla un poco con la nostalgia, pero todos resultan ser sentimientos macerados que finalmente permiten la construcción poética.

¿Qué temas permean tu creación poética?

La naturaleza es un tema esencial y transversal en mi poesía. Es algo que me motiva a escribir, pero también tiene ese efecto sobre mí cierto tipo de música y otras disciplinas artísticas como la pintura. Van Gogh y Monet siempre me conmueven, así como el arte del Renacimiento, especialmente la obra de Leonardo da Vinci. De igual forma me siento cercana a la filosofía y las ciencias, y tomo elementos de ellas, que conozco o estudio, para poder escribir. En una época fue un tópico para mí la cultura helénica, los viajes, el laberinto; tópico que también se fue permeando en algunos capítulos de mi primer libro.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo?

Generalmente tengo que encontrarme bajo un estado de ánimo tranquilo. Disfruto mucho del silencio luego de haber leído algo que me impresione o agrade mucho, esto me deja con ganas de comenzar a escribir. Sucede usualmente de noche, cuando hay más silencio, anoto algunas ideas en mis libretas o cuadernos. Días después paso en limpio todo, lo transcribo a la computadora. No suelo corregir mucho, casi no lo hago, a menos que descubra alguna cacofonía que no percibí al principio; también reviso los cortes de verso, tiempo después, para que el texto «repose» y yo pueda posicionarme desde una nueva perspectiva sobre él.

¿Qué voces poéticas o artísticas te parecen interesantes dentro del panorama creativo chileno en la actualidad? ¿Por qué destacan?

Puedo mencionar varias voces. En primer lugar, pienso en Sergio Muñoz y Gladys González, porque además de poseer una poética muy potente, siento que hacen de la poesía su vida. Sergio es uno de los organizadores del Festival a Cielo Abierto; a estas alturas, un ícono ya de la poesía que reúne en Valparaíso a poetas de distintos lugares del mundo. Del mismo modo, Gladys desempeña un rol muy importante en el quehacer poético porteño, como directora de varios eventos literarios relevantes, como la Feria Internacional del Libro en Valparaíso. También están Felipe Poblete Ribera, de Viña del Mar, y Rolando Martínez Trabucco, de Arica.  Ambos son personas que admiro por su capacidad de trabajo, alejados del ruido, concentrados únicamente en la poesía.

En el ámbito de otras artes, siempre pienso en Carina Úbeda, una artista visual que también vive en la Región de Valparaíso. Pienso que su trabajo, tanto en fotografía como en instalación y performance, posee una visión crítica y actual, que además se involucra con las ciencias, especialmente con la Física y la Matemática. Carina Úbeda me parece una artista tremendamente admirable.

¿Cómo calificarías tu estilo creativo? En pocas palabras, ¿qué lo hace distinto?

Desde una posición lo más humilde posible, creo que mi poesía se aleja de lo cotidiano. Me gustan las estructuras más complejas, el verso largo y la posibilidad de que un libro se lea como un viaje; es decir, que la trayectoria que describe su lectura tenga un sentido definido para que al final se pueda capturar el significado por completo. Un buen libro no es solamente un conjunto de poemas, sino un corpus que se encuentra unificado de manera esencial, y que es capaz de generar o dar pie a un estado reflexivo.

Hallar lo diferente, lo novedoso, desde el punto de vista del discurso o de la imagen, ¿ha de ser obligatoriamente la búsqueda del poeta, o existen otros puntos y caminos de convergencia?

No creo que necesariamente algo «novedoso» sea lo que debamos buscar, mucho menos de forma obligatoria. Por supuesto que podemos dirigir la mirada hacia algo nuevo con el fin de realizar una contribución literaria, pero siempre se puede construir también sobre lo clásico, o trabajar desde la intertextualidad o el rescate de la memoria. Estas y otras búsquedas nos abren la posibilidad de habitar el lenguaje desde otras contemplaciones que podrían definirse como caminos de convergencia.

¿Qué poetas de tu país han influido en tu creación?

En Chile hay muchísimos poetas, realmente, y no solo hoy en día, podría hacer un listado enorme desde el siglo XIX en adelante. Siento que todos ellos me han influenciado de alguna manera. No puedo dejar de mencionar a Gabriela Mistral y Pablo Neruda, los icónicos, pero también están Nicanor Parra, Huidobro, Teillier, Enrique Lihn y Gonzalo Rojas. Actualmente estoy leyendo mucho más a Zurita y, paralelamente, a los escritores más jóvenes, nacidos en la década de 1980.

¿Cómo llegas al camino de la poesía?

En el colegio, cuando era chica, siempre leía los últimos capítulos del libro de Castellano, asignatura que ahora se llama Lenguaje y Comunicación. Ahí encontraba algunos poemas que me llamaban mucho la atención y me gustaban. Pienso que la poesía nunca fue —y me da la impresión de que tampoco es hoy en día— un tema bien tratado, considerando que los dos Premios Nobel que tenemos en Chile recaen justamente sobre poetas. En los colegios deberían profundizar mucho más y dedicar más horas a la educación poética, para fomentar la capacidad de lectura crítica y reflexiva en los estudiantes.

Volviendo a la pregunta, hay un punto de inflexión en este camino, y fue un taller de poesía que tomé en la Sebastiana, la casa de Neruda en Valparaíso. Tuve muy buenos compañeros y profesores, y de ellos aprendí mucho. El taller era dirigido por Sergio Muñoz e Ismael Gavilán y, dentro de mis compañeros, varios continuaron por el camino de la poesía y empezaron a publicar, como Claudio Gaete, Juan Eduardo Díaz, Marcela Parra y Daniel Tapia.

Como traductora, ¿qué valores buscas en un texto?, ¿cómo se logra salvaguardar el estilo de un autor siendo tú misma una autora, y transfiriendo ese estilo a una lengua distinta?

Los textos que usualmente escojo poseen aspectos estéticos y conceptuales muy lúcidos, tienen que ver esencialmente con la visión del autor a traducir. Por ejemplo, con Antonia Pozzi me suceden muchas cosas. Su poesía me conmueve profundamente, y es tremendamente actual a pesar de que vivió hace 100 años. Creo que es absolutamente necesaria de conocer.

Respecto al estilo, esto lo he mencionado en otras entrevistas, pero es simplemente así: al traducir, trato de volverme invisible, y de esta forma tengo la intención de que el lector, cuando se enfrente al poema, lo perciba como si hubiese sido escrito en su propio idioma y no se “note” que es una traducción. Así, espero que mi trabajo pueda contribuir a una lectura honesta de una obra poética. Siento que al recluirte en un idioma que no es el propio, lees con mayor cuidado, con mayor detención. El ritmo y la musicalidad del poema se deben transferir desde un idioma a otro conservando la misma nitidez o la misma oscuridad, según la intención del poeta. La sensibilidad no basta para traducir, debes conocer a cabalidad el contexto que circunscribe al escritor.

De tu experiencia como poeta que ha tenido la oportunidad de descubrir nuevas geografías, tanto físicas como espirituales, ¿cuál ha sido tu mayor aprendizaje? ¿Se enriquece la poesía gracias a lo itinerante? ¿Te consideras, de alguna manera, una escritora nómada?

El mayor aprendizaje me lo han entregado las personas que he conocido. Más allá del enriquecimiento cultural, la oportunidad de conocer nuevos paisajes y practicar otros idiomas, que ciertamente representan experiencias muy significativas para mí, siento que aprender de la fortaleza de los demás, de su bondad y alegría, ha sido lo mejor de cada viaje. Desde ahí han surgido grandes amistades que atesoro profundamente.

Creo, en este sentido, que sí puedo decir que me considero una escritora nómada, pero también soy una lectora nómada: leer nueva poesía de latitudes tan distantes es algo que me ha resultado muy atractivo, me ha permitido concebir y expandir nuevos imaginarios como territorios poéticos.

De la geografía chilena, de su memoria, ¿qué ha quedado en tu poesía?

El mar. Siempre el mar. Para mí sería difícil vivir en una ciudad donde no pueda observar diariamente ese gran movimiento azul del Pacífico. Hay poesía en esa línea que dibuja el horizonte.

En este mundo incierto que nos ha tocado vivir, ¿piensas que el arte, aún, tiene un poder de salvaguarda o transformación?

Algunas personas podrán alegar de forma catárquica que la poesía no detendrá una guerra, y pueden tener razón, lo mismo pueden decir frente a la actual pandemia; pero, al mismo tiempo, pienso que la poesía nos sostiene, tiene la capacidad de mantenernos en pie. También es capaz de abrir la posibilidad de nuevos diálogos y ser parte de la resistencia como medio de denuncia social y, desde este lugar, puede transformar nuestra mirada frente al mundo. Nos sensibiliza, por un lado, pero también nos hace pensar y ser críticos del sistema. Como dijo Bertolt Brecht: «El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma».


Desnudo sobre el lienzo

Un sinfín de imágenes que responden a la magnitud de las emociones y conflictos del ser humano, sus desaciertos e inconformidades y una realidad cuestionada a través del lenguaje pictórico caracterizan la obra de Asniel Herrera (Chuli), joven cultivador de lo figurativo y abstracto del lienzo, uno de los más notables representantes de la nueva generación de artistas camagüeyanos, quien con pasos firmes se instaura hoy como promesa plausible en las artes plásticas de nuestro país.

Con el uso de las bondades de las nuevas tecnologías y su impacto en la sociedad contemporánea, unido a su tradición en el arte del pincel y del dibujo –destreza autodidacta adquirida–, Chuli logra crear una muestra ingeniosa y simbiótica, matizada por la experimentación que tanto profesa y ama.

Con este joven de 33 años, graduado de Instructor de Arte en la Universidad de Ciencias Pedagógicas de Camagüey y miembro de la filial principeña de la Asociación Hermanos Saíz, tuve la oportunidad de conversar en compañía del aroma del buen café.

Amor a segunda vista…

Era el niño que dibujaba corazones y flores en el aula, sin referentes en las artes plásticas ni aspiraciones serias. A los 15 años matriculé por puro embullo a la recién instituida Escuela Nacional de Instructores de Arte (ENIA) con la idea de instruir y acercarme al mundo de las artes plásticas, hasta entonces desconocido por mí.

Fue una época de mi vida en la que aprendí a ser consecuente con el arte y a ser deudor de mis maestros y de quienes cultivaron en mí el deseo de crear y enseñar. Así descubrí que quería ser artista y definirme como tal.

Exposición Proyecto Cielo en Beijing, China/ Fotos: Cortesía del artista

Una explosión sobre el lienzo…

Intento variar mucho mi trabajo, por lo que la experimentación hace que mis obras no se parezcan unas a otras, aunque después del “Proyecto Cielo” he logrado entrelazar todo lo que he venido haciendo a lo largo de estos años. La abstracción, lo figurativo, la expresión y mi amor por los grandes maestros clásicos de la pintura me desnudan y me disparan sobre el lienzo, y es esa sensación lo que ha creado una ideología estética que hoy distingue mi quehacer como artista.

En el caso de la fotografía siempre me he decidido por una imagen que me impacte y haga un balance entre el discurso de quien la toma en aquel momento y el discurso contemporáneo sobre el mismo tema y ese es el vínculo que quiero crear entre los autores clásicos y quienes marcan hoy su presencia en la web mediante la publicación de imágenes.

Presentación del Proyecto Cielo en la Galería Larios, Camagüey/ Fotos: Cortesía del artista

Bajo el mismo cielo….

El proyecto “Cielo” fue una idea que me cayó del cielo literalmente, una idea muy humana y naturalista con la que entendí la necesidad de encontrar un punto de convergencia e inflexión entre el internet y la pintura.

Era un intento de romper esas fronteras que nos separan a pesar de estar bajo el mismo cielo,  el punto de contacto de toda la Humanidad con el deseo infinito de igualdad.

Para materializar este proyecto en 2012 utilicé las redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram, el correo electrónico y mi blog personal, solicitando a distintas personas que me enviasen fotos, sin parámetros técnicos, del cielo; del lugar donde vivían, tomadas en distintos momentos del día y en cualquier condición climática.

Proyecto Cielo/ Fotos: Cortesía del artista

En un mes llegué a tener más de 120 fotos de los cinco continentes con la identidad del sitio y el autor adosadas. De ese total escogí 30 y así conformé la muestra, reproduciendo en lienzo y óleo lo que otros captaron con sus cámaras.

Así nació un proyecto con el cual logré el Premio Visuarte del Festival Internacional de Artes Visuales Contemporáneas de Cienfuegos, y el Premio único en el XXVIII Salón de las Artes Visuales Fidelio Ponce de León que organiza el Consejo Provincial de las Artes Plásticas de Camagüey, y se expuso en la XII Bienal de la Habana en 2015. Gracias a este proyecto tuve la oportunidad de recibir una residencia de artistas latinoamericanos por tres meses en China que coincidió con Meet in Beijing, el principal encuentro anual de las artes en esa capital, además de exponer en Colombia.

 Esta muestra global me abrió las puertas para que me conocieran en el mundo del arte internacional.

El arte fuera del habano-centrismo….

Complicado, esa sería la palabra para definir la situación de la comercialización y promoción del artista plástico fuera de la capital habanera. Para insertarse en el panorama artístico del país es necesario lograr una visibilidad que lamentablemente en otra provincia no es loable.

Creo que para mejorar el futuro de las nuevas generaciones de artistas plásticos en Camagüey y en el país depende mucho de la educación que proviene de las Academias de Arte y de la unión de los Consejos de Artes Plásticas en cada región, con el fin de estimular a los estudiantes y que confluyan con los artistas consagrados y con los eventos de artes plásticas que se desarrollan en las principales galerías de cada territorio.

En tiempos de pandemia….

Exposición personal “Como yo puedo” en la Galería Galeano/ Fotos: Cortesía del artista

El año comenzó con una exposición personal “Como yo Puedo”que se realizó el 19 de marzo en la Galería Galeano de La Habana, luego llegó la Covid-19 y la galería cerró sus puertas, pero esto no significó que el público no pudiera disfrutar de mis obras. Las plataformas digitales, como medio de comunicación, me sirvieron una vez más para fusionar la pintura y el internet y brindar mi arte de una forma virtual y con mayor acceso.

La pandemia me llevó hacia la creación de una nueva serie de 12 autorretratos con formas diferentes de expresión facial, mañas inconscientes que hacemos cuando estamos en casa por costumbre o identidad personal. También me enfoqué en la realización de videos a través de Instagram, titulados “Amigos from home”, ya son siete los capítulos en los cuales artistas plásticos, ya sean cubanos o no, que viven en cualquier país del mundo, grabamos de forma online el proceso creativo de nuestros propios autorretratos.

Ahora mismo estoy trabajando en la publicación del catálogo de mis últimas exposiciones en La Habana, “Crónicas Sentimentales” (2018) y “Como yo puedo”, con la editora de “Arte Cubano”, un libro de 120 páginas, bilingüe, y con una documentación de cuatro textos críticos de mis obras más relevantes.

Exposición “Crónicas Sentimentales” (2018)/ Fotos: Cortesía del artista

La AHS y yo….

En mis 10 años como instructor, aún sin pertenecer a la Academia de Artes de Camagüey Vicentina de la Torre y sin contar con un carné del Registro del Creador que te acredita legalmente como artista y con el que puedes acceder a la compra de los materiales y exponer en una galería comercial, la única organización que me podía abrazar en aquel entonces era la Asociación Hermanos Saíz. En 2008 me convertí en miembro de la filial principeña y gracias a ella, en 2012, pude oficializarme en el Registro del Creador.

La AHS trazó mi camino, fue donde realicé mis primeras exposiciones, me ayudó a promocionar mi obra dentro y fuera de la provincia y me dio la posibilidad de que el país me adoptara como artista profesional.

Pertenecer a la Asociación es sin dudas el primer paso para cualquier joven artista, seas de la Academia o no, es un diapasón gigante para todo aquel que desee comenzar su carrera en el mundo de las artes en general.

Exposición “Crónicas Sentimentales” (2018)/ Fotos: Cortesía del artista

Poesía y teatralidad en la obra de Miriannys Montes de Oca (+ Obras)

La pintura es poesía; siempre se escribe

en verso con rimas plásticas.

Pablo Picasso

Guerreros, 2019. Instalación ambiental expuesta en el parque Mariana, en 23 y D, Vedado, en el marco de la XIII Bienal de La Habana

Figuras vigorosas y altivas, otras famélicas y marchitas, una paleta cromática excitante y diferentes alusiones a la intertextualidad e interdisciplinariedad de manifestaciones saltan a la vista cuando nos acercamos a la carrera de Miriannys Montes de Oca (Matanzas, 1993). Una artista versátil, intranquila. Una hurgadora en cuestiones antropológicas –como todo buen artista que se siente parte integrante de su devenir y actuante del mismo–, que toma al sujeto como núcleo discursivo de sus pasiones, no para regodearse en el ejercicio visual de la morfología y corporalidad humanas; sino para explorar la psiquis, el universo interno del sujeto.

Primavera I, 2014. Óleo sobre tela (400 x 150 cm)

El hombre, sus desafueros y procederes, constituyen en la carrera de Miriannys el punto centrífugo a partir del cual tejer, entrelazar, danzar, pintar, poetizar, proyectar y dar vida a los protagonistas de sus obras, las cuales se expanden más allá de la bidimensionalidad del cuadro para asumir el performance, la video-proyección, la fotografía, la instalación o el site specific como otras plataformas de expresión.

De ahí que el sujeto en sus escenarios vitales aparezca una y otra vez en sus proyecciones artísticas. Y digo “escenario” con toda intención porque la obra de esta creadora ostenta un halo teatral, performático, que le otorga mayor simbolismo y atractivo a su trabajo. Los fondos planos o ahumados cobran fuerza gracias a esos personajes recreados, dispuestos cual escenografía en marcha, cual congelación del momento clímax de una puesta en escena. Incluso, el trabajo con la luz se advierte –ante mis ojos– más teatral que natural, incidiendo en ángulos claves del encuadre, otorgando protagonismo a determinados personajes, gestos, miradas; o acentuando el dramatismo de una escena determinada.

Miriannys Montes de Oca es una artista comprometida con su discurso, con una ontología que proyecta como declaración pasional sobre asuntos conflictuales. Ella nos plantea los dramas de la existencia humana, pero no nos deja sumergidos en esa laguna de angustias, sino lanza un salvavidas para rescatarnos. No cierra del todo la puerta, deja un intersticio posible desde donde avizorar que la Humanidad aún puede ser salvada. Es por ello que más que referirme a Miriannys como una creadora que asume uno o varios estilos en su trayectoria, considero que es una artista de lenguajes, que explora nichos estéticos diversos desde los cuales proyectar ese camino artístico suyo, que transita del sentimiento al gesto, del gesto al trazo, a la instalación o al performance, donde su poesía se materializa en pintura, en metáfora teatral, con una visualización dramatúrgica cargada de simbolismo e intensidad. Su lenguaje es así: lírico, metafórico, vívido.

La marcha de las antorchas, 2016. Serie Los soportables pesos del ser. Óleo sobre lienzo (100 x 145 cm)

Con las botas puestas, 2016. Serie Escenas. Óleo sobre lienzo (120 x 147 cm)

Ya sea desde la pintura, el performance o la instalación, Miriannys Montes de Oca hace de su praxis estética un acto de pensamiento crítico respecto a lo que siente y experimenta como ser social; un acto de escenas reales/teatrales, de colores a veces vivos, a veces pálidos; un acto poético y de fe en el sujeto de hoy. Sus personajes, los que recrea y los que personifica, no son el calco mimético de la naturaleza humana, sino la expresión poética de una reflexión fresca y, por ende, con motivaciones positivas. Es ese universo paralelo que ella recrea en el que se advierten relaciones espaciales con cierto sentido enigmático pero interesante, donde lo real y lo teatral armonizan, en ocasiones se contraen y se tensan, producto de una multiplicidad de posibilidades que le otorgan las miradas y los escrutinios de los espectadores.

La laguna. Esmalte sobre lienzo (120 x 120 cm)

Ojalá que llueva, 2016. Serie Los soportables pesos del ser. Esmalte sobre vinil (145 x 100 cm)

Su punto fuerte está en la creatividad y la versatilidad con que asume y se enfrenta al hecho estético; en dar imagen y cuerpo a esa sensación que la sacude por dentro y que logra concretar desde los predios artísticos. Allí, donde su pincel se agita o su cuerpo interpreta roles múltiples, sale a flote esa poesía que la posee, así como esa capacidad que tiene para “traducir” en arte los sentimientos más íntimos que bullen en su seno creativo.

Delirio, 2014. Serie En tiempos de artificio. Instalación de 9 ataúdes (4 negros y 5 estampados), en el Pabellón Cuba, en 2018

Regalo, 2014. Performance en la intersección de las calles 23 y L, Vedado

    Yenny Hernández. Crítico de arte y curadora

La Habana, 2020


Del ismo al post: La pintura de Jassiel Palenzuela (+ Obras)

Jassiel Palenzuela (La Habana, 1989) es uno de los noveles cultores de la pintura que se distingue dentro del panorama artístico contemporáneo de nuestro país. Graduado de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro en el año 2008 y miembro de la Asociación Hermanos Saíz, actualmente se desempeña como artista visual independiente.

tomada del perfil de facebook de jassiel palenzuela

Ha sido merecedor, entre otros, del Premio XXI Salón de la Ciudad que otorga el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño de La Habana, como reconocimiento a su labor pictórica que cuenta con más de una veintena de exposiciones personales y colectivas en Cuba y el exterior. Su trabajo más reciente se nutre de los sistemas expresivos del glitch[1], las claves del Nintendo, la simbología pop y la representación fragmentada  para discursar sobre las odiseas cotidianas y la relación hombre- universo.

Candy Island- 2014/ De la serie El sol parece/ cortesía del artista

Desde sus inicios, la propuesta visual del creador ostenta símbolos característicos –estrella, arcoíris, purpurina, castillo, sol, montaña– que nos remiten al lenguaje pictórico infantil y al videojuego. Si bien la metáfora como pretexto está presente en toda su obra, sus paisajes se van complejizando con los legados del Pop-art y los postvanguardistas; amén de los recursos del mass-media y la tecnología. Sobre su labor creativa en los últimos siete años vale destacar las series Desniveles (2013-2014), El sol parece (2014-2015), Horizonte de eventos (2015-2017) y Horizontes verticales (2017-2020).

En Desniveles, utiliza los íconos y personajes del videojuego para dialogar sobre epítomes sociales y existenciales. A ello suma la influencia del gesto pictórico expresionista heredado de sus antecesores, para con el frenesí de las pinceladas cortas, las texturas y las imágenes dispersas, remitirnos a un mundo en constante desintegración, colapsado e inestable.  

Rizoma 5/ de la serie horizontes verticales 2018 /cortesía del artista

Rizoma 10/ de la serie horizontes verticales_2019/ cortesía del artista

Rizoma 6/ de la serie horizontes verticales- 2018/ cortesía del artista

La serie siguiente, El Sol parece, implica un cambio a nivel formal con el uso del acrílico y la plantilla. La pintura suprime su gestualidad y se subordina al prototipo de la plantilla confeccionada por el creador, que nos recuerda los efectos ópticos moiré[2] y el pixel muerto. Continúa apropiándose de personajes del videojuego, amén de la incorporación de nuevos protagonistas fruto de su imaginario, lo que revela un universo más personal.

Por su parte, Horizonte de eventos, es lo que en Física conocemos como el punto de entrada a un agujero negro, donde se distorsionan las leyes promulgadas por esta disciplina. De ahí que adquiere vital importancia el empleo de la plantilla, para subvertir los espacios habituales en la obra. Se aprecia una multiplicidad de realidades conviviendo en una misma pieza. El concepto de límite y la desfragmentación se vuelven protagonistas: a la vez que laceran y violentan los ámbitos conocidos, hacen confluir plurales historias en un mismo escenario.

tomada del perfil de facebook de jassiel palenzuela

Por último, en Horizontes verticales, nos revela una narración no lineal de la realidad. La anomalía del panorama pictórico se evidencia a través de la representación de realidades verticales simultáneas en un mismo lienzo. Las piezas de esta serie, exhibidas a inicios de marzo de 2020, hacen referencia a los códigos de barras, las pantallas múltiples de los celulares, así como a la interacción multisensorial de las redes sociales. 

Sobre el creador la crítica ha señalado que volver a la pintura para Jassiel parece un amparo personal ante la desidia y la superficialidad que vivimos y el excesivo bombardeo de contenidos de consumo, pero no para esconderse en la belleza esteticista (…); más bien para deglutir lo que consume y devolverlo como un recodificador burlesco. Jassiel es un gamer, y asume la gracia del vintage computacional para remontarnos a aquellas obsesiones del proto-pixel de Seurat que con la era electrónica y digital se redimensionaron dentro del entramado de sensaciones vibrantes que hoy usamos para mucho, sin notar que vivimos en una época donde el arte se vale del error como contenido.[3]

cortesía del artista

family game_2015/ De la serie Horizonte de eventos/ cortesía del artista

ST-2013/ oleo sobre lienzo/ cortesía del artista

Eco-2015/ De la serie Horizontes de eventos/ cortesía del artista

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Notas:

[1] Un error en informática que no afecta negativamente al rendimiento de un programa. Se considera una característica no prevista que modifica la imagen que percibimos e incluso en programaciones puede modificar los resultados de nuestra interacción. Muchas veces se debe a problemas de codificación del sistema binario traducido en imagen, y a ficheros mal codificados o dañados, que al ser leídos forman imágenes erróneas.

[2] Efecto geométrico de distorsión ocasionado por la interacción de dos patrones de trama, situados uno encima del otro. El resultado es un nuevo patrón con un efecto visual peculiar, que se le suele llamar moiré o muaré

[3] Frency. La Habana, marzo de 2017. Doctor en Ciencias sobre Arte y Máster en Historia del Arte. Profesor, curador y crítico cubano. Premio de crítica Guy Pérez Cisneros 2019.


Liesther Amador: «Soy un insatisfecho superviviente»

Conocí la obra de este joven al azar, mientras realizaba las correcciones del catálogo de la exposición de arte contemporáneo cubano La Tierra Dada, que organiza la Asociación Hermanos Saíz. Su obra Tiempo Muerto, merecedora del Premio Post-it 2019, que se otorga a creadores menores de 35 años, despertó mi curiosidad en primera instancia y me dispuse a indagar más sobre el concepto y la historia de esas fotografías en las que las personas, como árboles, sembraban sus cuerpos en la tierra.

La obra de Liesther Amador González (Ciego de Ávila, 1983) navega entre los medios expresivos de la pintura, la fotografía, el dibujo, la instalación, el site specific work, la intervención en el paisaje y el performance. La realidad del artista y su entorno se convierten en materia artística, un registro documental. En su discurso, lo individual, lo familiar, el tiempo, la tierra y lo vivencial son asumidos como puntos de equilibrio, que podrían tensar un hilo conductor entre cada una de sus piezas. Podría decirse que hay una especie de radiografía interior en cada ellas, la búsqueda incesante de alguien que escarba en la tierra, como quien escarba en su conciencia, hasta encontrar su raíz.

Háblame de los inicios. ¿Cómo descubriste las artes visuales? ¿Cuándo sentiste que era el camino?

Desde niño me gustó pintar, tenía habilidades para dibujar, modelar con plastilinas o fango. Mis padres se encargaron de cultivarlas con regalos (crayolas, lápices de colores, acuarelas, etc.) y sobre todo con elogios. Siempre me estimulaban a participar en concursos. Recuerdo que esas primeras “obras” eran motivo de orgullo en sus conversaciones con amigos o visitas.

tomada del perfil de facebook de liesther amador

Mi madre se empeñó inagotablemente en conservarlas en carpetas que aún andan por casa.  La motivación es la base de la formación vocacional, sobre todo en la niñez donde la fantasía puede ser incitada y conducida. Nada más serio para un niño que sus juegos a ser adulto. Allí es donde deben actuar con cautela maestros, padres o tutores, pues hay mucha fragilidad también, un descuido o mal manejo puede marcar el rumbo, desvirtuándolo o simplemente matándolo.

Con esa mesura la asumieron todos en mi familia y cuando mis preguntas sobre técnicas de dibujo se fueron complicando (cómo sacarle un destello de luz al parabrisas de un carro que ese momento dibujaba), buscaron ayuda en el único artista (el pintor) que había en mi pueblito.

Así comenzó a ponerse maduro mi juego y el objetivo fue prepararme para las pruebas de ingreso a la Academia deAartes. En aquel entonces (1998) tenía la opción entre Camagüey o Trinidad, las dos a más de 150 kilómetros de mi Jicotea natal. A vencer los miedos de la “desprotección”, hacer sacrificios sentimentales y materiales también estuvieron dispuestos mis viejos, pues yo tenía en aquel momento 14 años, 130 cm de estatura y la situación económica era dura para mi familia y toda Cuba.

Aunque podría decirse que el artista visual se va formando sobre la marcha, a partir de su propia sensibilidad y los intereses que marcan sus inquietudes artísticas, el proceso de formación académica siempre deja una huella importante. ¿Qué particularidades marcaron tu etapa como estudiante?

Así llegue a la Academia de Artes Plásticas “Oscar Fernández Morera” en Trinidad un día de octubre de 1998, con un miedo terrible a una realidad ajena totalmente, pero convencido de que ese era mi lugar.

La formación académica no define la condición de artista. Es un error recurrente en la institución cubana del arte catalogar desde allí. Ser artista es una actitud ante la vida, no es cuestión de acumular habilidades técnicas o erudición teórica para vencer un plan de estudios, pero no se puede negar que esta formación va a marcar para siempre y allanará el camino de quien decida empeñarse en el arte.

cortesía de liesther amador

En principio, hay incontables trillos para la creación visual, y la academia viene con algunos a ponértelos en la cara, desde metodologías probadas por años en la tradición. Estos, en mi experiencia, son los cimientos donde se sostiene todo, aun cuando el arte desdibuja sus fronteras, se expande a una infinitud de disciplinas, facturas industriales o virtuales, metodologías conceptuales de distanciamiento total del artista en la realización de la obra, etc., aun cuando todo esto es asumido desde hace tiempo por las instituciones del arte.

Mirando mi camino transitado desde la distancia, puedo afirmar con total responsabilidad que una academia de arte o cualquier escuela no dependen del confort o la cobija de la instalación, sino de la calidad del claustro que la estructura.

La Academia de Trinidad donde estudié y en la que se formaron artistas que ya tienen un lugar en la historia de arte cubano, fue descrita en símil por el destacado crítico y curador Gerardo Mosquera, como una “escuela de África” por sus condiciones insalubres…; eran las ruinas de un Cuartel de Dragones del Ejército español, pero era un verdadero oasis para la enseñanza.

Allí, un claustro heterogéneo en maneras de asumir y experimentar el arte te mostraba caminos técnicos e ideoestéticos, y te exigía su tránsito, pero en esencia había asumido como método fundamental darte la libertad de la experimentación, el incentivo y el respeto a la individualidad creativa, sin descuidar ponerte en la conciencia códigos del compromiso social del arte.

En esos planes de estudio recuerdo y reconozco cuánto me marcaron ejercicios que buscaban introducirnos en investigaciones cuya praxis nos exigía la inserción en el medio sociocultural. Esa marca no se ha borrado, por el contrario, crece aún. Recuerdo a profesores como Luis Blanco, Tony Gómez, Alain Fernández, Mario Guerra, Papito, Duffay, Acebo, Alejandro Bastida que, entre otros, habían asumido la enseñanza desde la experiencia que la producción artística contemporánea exigía.

Estos métodos tenían su base en el comportamiento de la producción del arte cubano durante los años ochenta, signados por dos problemáticas ideostéticas: la asimilación crítica de los resultados de autoconciencia del arte llevado a cabo por las vanguardias durante el siglo XX y el replanteo de sus roles sociales para nuestra situación cultural. Estoy seguro que de allí venía todo.

de la obra Tiempo muerto/ cortesía de liesther amador

Es muy grato recordar esa etapa hermosísima de mi vida, pero me entristece el hecho de que esa Academia no exista para nuevas generaciones, por una decisión con un análisis que creo fue poco profundo por la gran implicación cultural y social que tenía ese centro para una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, pues su función iba más allá de la formación de artistas visuales de la región central del país, esta servía de contraparte al peligroso mercadeo de arte para la feria (candonga) al que una ciudad turística se expone permanentemente.

¿Quién funciona ahora como contrapartida a la seudocultura? ¿Quién eleva o muestra como estandarte, verdaderos valores artísticos al foráneo? ¿Quién le brinda otros referentes al público trinitario que está siempre expuesto a la deformación que genera ese mercadeo?, incluso, y por qué negarlo, ¿quién eleva la competencia, la calidad en cuestiones técnicas o creativas para ese mercadeo mejor que esos estudiantes de arte? En eso debió pensarse; otros problemas pudieran pesquisarse por especialistas en temas socioculturales, estoy seguro. Pudiera parecer que padezco del sentimiento del trinitario ausente, pero no es así, el problema es de talla mayor cuando hasta el edificio con alto valor patrimonial que albergaba a la escuela, queda en el abandono.

¿Cuáles son los principales referentes que crees que han influenciado tu obra y tu visión del proceso creativo?

La lista sería extensa, te mencionaré algunos que considero son los más cercanos, el orden de los nombres de estos referentes no responde a una mayor o menor influencia, indistintamente todos con mayor o menor evidencia están en mi trabajo: Antonia Eiriz, René Francisco, Eduardo Ponjuan, José Bedia, Joseph Beuys, Bill Viola, Spencer Tunick, Marina Abramovic, Santiago Sierra.

Como ves, son diversas mis referencias, algunos marcan por su actitud o postura ante el arte y su finalidad, otros en la manera que abordan desde el arte determinados procesos culturales o sociales, otros desde los contenidos conceptuales o temáticos que emplean o emplearon. Creo que esos son los tres caminos fundamentales que marcan mi interés por ellos.

El nacimiento de una obra visual a veces requiere de un punto de calma, de soledad, de búsqueda interior. La variedad de aristas en tu creación da la impresión de una exploración constante. ¿Qué es lo que más disfrutas en el proceso creativo de una obra?

No siempre una obra nace desde ese punto de calma, soledad o de búsqueda interior. En mi caso hay obras que han nacido en el punto de ebullición de un proceso en esencia contrario. En mi trabajo casi siempre hay una dosis de accidente, creo que constantemente cedo un poco del control, lo mismo a las personas con las que trabajo o colaboro, o a los materiales y técnicas que empleo; ese riesgo me excita y creo que enriquece el proceso y el resultado.

Además, nunca hay un control total por parte del artista sobre la obra que genera. Siempre hay un otro, otras realidades para la obra, tan simple como que el espacio donde se exhibe o se genera va a condicionarla y ya en eso dejamos de tener el control total, por ponerte un ejemplo.

También hay de soledad y búsqueda interior, pues suelo ser autorreferencial, o exhibir algunos de mis traumas, eso tiene que ver con un principio ético que asumo como máxima, ser sincero, por eso mi discurso se hace directo, sin adornos, a veces en forma documental; encuentro la poesía allí.

de la obra Tiempo muerto/ cortesía de liesther amador

Leyendo a Martí me he dado cuenta que se puede ser directo, duro en el discurso y no perder esa poesía. Eso no está en el empaque de la obra, la llamada superficie o atmósfera, sino en el subsuelo de donde nace.

El arte está lleno de fórmulas y trucos factuales que actúan en el subconsciente del individuo, eso no se puede negar o desechar, pero una obra no puede ser en esencia eso, pues será solo adorno, telenovela para hacer llorar a las amas de casa o simplemente un objeto para el mercado fácil.

La historia del arte está llena de ejemplos de esos artistas cuya obra no ha sido valorada en su momento, han sido censuradas o motivo de burlas por sus contemporáneos simplemente por poner una dosis justa de sinceridad, sin embrago eso son los que han corrido las fronteras para el arte.

En las obras de esos nombres que te menciono como mis referentes está ese condimento esencial que es la sinceridad –también de embeleco, claro– y de cierta manera todos han asumido los riesgos que esto implica, pero tienen el beneficio de trascender y eso es algo que todo artista intenta, pero pocos lo logran.

Lo familiar, las raíces…se muestra como un sitio recurrente en toda tu obra. ¿Qué impulsos te interesa expresar en este sentido?

Ya te mencionaba anteriormente de dónde vengo. Mi familia es numerosa en un pueblito pequeño, y eso genera una especie de núcleo poderoso que me ha condicionado el carácter a un sentimiento de sobrevaloración familiar. Mis tías tienen derechos de madre y los primos nos criamos como hermanos. Aclaro, nada es perfecto por la diversidad de caracteres, pero fue riquísima para mí, esa fórmula. De eso quizás venga todo.

La creación de un artista parte de motivaciones, de experiencias cercanas o ajenas, pero este tiene la responsabilidad de ahondar, no quedarse en la epidermis del asunto. Uno trabaja sobre lo que más conoce, lo que más siente o padece, entonces mi familia es una mina riquísima de materias primas.

de la obra Tiempo muerto/ cortesía de liesther amador

Martí decía, “insértese a la raíz el tronco” y las mías están muy prendidas a ese núcleo familiar. Los que cultivamos plantas sabemos que al trasplantar un árbol hay que cuidar de no dañar sus raíces, siempre hay que dejar parte del sustrato natal para que sobreviva al adaptarse al nuevo terreno, por eso regreso permanentemente a mis raíces, para no marchitarme, creo que no soy capaz de adaptarme totalmente a este nuevo terreno.  

En la base de la sociedad está la familia por lo que es común denominador a todos, es tema universal recurrente en la historia del arte, entonces es fácil que esos microrrelatos que expongo se conviertan en universales.

La pintura, el performance, la instalación, la fotografía, el videoarte… todo un universo de experimentación que gira en torno al arte contemporáneo, y lo define. Por lo general una arista no es comparable con la otra. ¿Qué intentas expresar desde cada una? ¿En cuál te sientes más satisfecho?

No encuentro preferencias por ningún medio de los que he usado. Creo que un artista, joven o viejo, debe conservar la capacidad y el deseo por la experimentación, y eso es lo que he hecho.

Creo que hay medios idóneos para cada idea y mientras más capacidades y herramientas un artista acumule, mejor. Uno tiene que ejercitar permanentemente ese instinto para elegir caminos, modos de hacer, porque puedes convertirte en estanque o en un soñador que esperando los recursos ideales para hacer la obra nunca la produzcas porque nunca lleguen. Aún soy alguien en formación, eso es todo.

Soy un insatisfecho superviviente, quisiera producir el doble y superior en calidad. Entonces permanentemente siento que la mejor obra es la que estoy por hacer.

¿Qué enseñanzas te deja tu experiencia como profesor de Dibujo y Pintura de las Academias de Artes Plásticas Raúl Martínez (de Morón) y Raúl Corrales (de Ciego de Ávila), labor que realizaste por casi una década? ¿Consideras que es importante que un artista se vincule a la faceta pedagógica como un ejercicio más de creación?

Te confieso que en principio tome el magisterio como un juego de ego y rebeldía. Llegar en impositivo a él marcó esa postura adolescente. Yo quería seguir mis estudios en el ISA, pero las circunstancias económicas y la salud de mi madre no me lo permitían y como única opción impuesta por el servicio social me dieron impartir clases en la academia Raúl Corrales en Ciego de Ávila, que coincidía su inauguración con mi graduación en 2002.

Fue un choque violento, pues para nada el sistema que imponía la novata dirección de ese centro se asemejaba al que yo había vivido como estudiante en Trinidad: incomprensión de prioridades en los planes de estudio, baja preparación por parte de algunos profesores en asignaturas fundamentales y complementarias para la especialidad, arbitrariedades que lastraban la movilidad creativa de los estudiantes y otros problemas que por ética no puedo mencionar; un choque generacional, subvaloraban y subestimaban a esos tres chiquillos “rebeldes” recién graduados (Regüel Altunaga, Jeosviel Abstengo y yo).

tomada del perfil de facebook de liesther amador

La rebeldía me dio por jugar a ser el profesor que me hubiera gustado tener, que no era más que una mezcla de las características de esos que te mencioné anteriormente. Y me enamoré de ese juego, descubrí que tenía vocación para dar clases, sentía una satisfacción enorme con la evolución de mis estudiantes, dispuse casi todo mi tiempo a esa labor y por un período no lo sentí como una pérdida, pues para enfrentarse a un grupo de adolescentes estudiantes de arte hay que dosificar las energías para que no te falten para estar en superación permanente, pues exigen, cuestionan y si de pronto te conviertes en su referente, es mucho peor, pues eres como el líder de una banda deliciosamente peligrosa y eso sí que requiere de ajustar la responsabilidad, la ética y el autocontrol.

Realmente lo disfruté muchísimo y poco a poco el empeño no fue demostrar nada, porque me gané el respeto, incluso el cariño de algunos de esos profesores que reconocieron sus lagunas y se superaron.

Yo crecí como profesional, como persona, dejé de jugar al profesor y lo fui, pero no dejé de ser ese rebelde, irreverente ante lo mal hecho, la mediocridad, y seguí tropezando. Un día me di cuenta que no podía cambiar un sistema simplemente porque la dirección no lo entendía y mis prioridades empezaron a cambiar, entonces decidí dejarlo, pero te declaro que en algún momento volveré a enfrentar un taller como profesor, pues me encanta esa profesión. Desde mi experiencia, tienes dominio real del conocimiento cuando logras enseñarlo y eso se logra en el ensayo ante ese discípulo que te enseñará tan bien como el mejor profesor.

Recientemente obtuviste el Primer Premio en el Post-it 2019, muestra-concurso dedicada al arte cubano contemporáneo para creadores menores de 35 años. La obra premiada fue Tiempo muerto. Coméntame un poco sobre ella. 

Es una serie que vengo realizando desde 2016. Tiempo muerto en la cultura agrícola –principalmente en la cañera– se le denomina al período comprendido fuera de la zafra (corte, recolección y procesamiento artesanal o industrial del fruto). Este apelativo queda como rezago de un período neocolonial donde el desempleo, la escasa demanda de fuerza laboral y la desprotección salarial eran sinónimos de desventura entre campesinos y obreros. Paradójicamente, esta denominación determina el intervalo de siembra y cultivo, el tiempo de germinación, de renacer asistido y natural de los cultivos.

Hago este preámbulo a la raíz cultural del término para pulsar sobre este contrasentido simbólico que determina uno de los contenidos metafóricos sobre los cuales se establece esta obra, que además asienta sus bases discursivas en paradojas culturales y sociales como: modelo de éxito, realización personal o colectiva, fama, felicidad, sacrificio, reconocimiento social, etc… respecto a la realidad de cada individuo o grupo que acepta construir estas escenas, literalmente sembrados en el contexto que los define o que ellos mismos, como entes activos, condicionan.

de la obra Tiempo muerto/ tomada del perfil de facebook de liesther amador

Hay un marcado interés biográfico en esta investigación. Aunque no se exhibe en su totalidad, lo hago evidente a través de algunos datos personales, de tiempo y lugar que componen el título individual de cada fotografía o video, porque es principio la voluntariedad, la identificación y conciencia con y sobre la idea.

Todo individuo o grupo está marcado por utopías, algunas comunes —estas utopías son esos emplazamientos sin lugar real, que mantienen con el espacio real de la sociedad una relación general de analogía directa o inversa—. Estas intervenciones proponen la construcción de ese tipo de emplazamiento.

Más allá de los hechos fotográficos, se generan acontecimientos, performances rituales donde la experiencia y las relaciones entre individuo/grupo/artista se desdibujan en el intercambio, en la cooperación de construir espacios heterotópicos que intentan situar al hombre en reflexiones filosóficas y/o psicológicas sobre su condición. En cada escena hay una experiencia de vida asociada directamente al contexto.

Tiempo Muerto propone desde la fotografía una búsqueda en la relación entre el individuo y su circunstancia, pretende la construcción de monumentos fotográficos, apuesta por una operatoria donde lo territorial y la territorialidad poseen el mayor protagonismo. Ambos conceptos guían su mirada hacia el espacio físico, pero también incluye las relaciones sociales que tienen lugar en su interior.

Has realizados diversas exposiciones personales y colectivas, te has desempeñado como curador en otras. Desde tu punto de vista, cuáles son los principales retos que debe sobrepasar un artista visual cuando decide exponer su obra.

Aprender a aceptar la crítica negativa, aprender de ella tanto como de la positiva. Aprehender lo bueno de los dos criterios, pues ambos son peligrosos, eso es saber extraer de la paja el trigo limpio. Ser consciente de que cada exposición es un reto del que tienes que salir airoso, por respeto a ti y al público que asiste. Ser valiente como un guapo que llega a la cola de la cerveza y dice “¡Ahora compro yo!”, porque una vez que estas allí no hay segunda oportunidad para esa obra, porque la dejas sola y no vale un “yo quise hacer, pero…”, simplemente la obra es lo que está y ella debe imponerse con todas las calidades posibles, por respeto.

tomada del perfil de facebook de liesther amador

Hablar de uno mismo es un ejercicio difícil para un artista, pero también podría ser un ejercicio de autorreconocimiento necesario. ¿Qué rasgos crees que definen a Liesther?

Creo que soy alguien con “paciencia de asiático”, que “aprende a esperar” y a seleccionar con la cautela de un cazador los momentos, las ideas para hacer lo que me gusta. Soy un artista que entrena para esperar, que experimenta y juega con los medios que dispone, de allí la gama de maneras que te encuentras en mi dossier. 

No creo que pueda definirme con claridad, como lo puede hacer alguien diciendo que es “el pintor de las tejas”, o “el de los remos y botes”. Esa definición no la tengo y créeme, no me interesa.   

¿Qué experiencias artísticas te gustaría tantear en el futuro?

Exponer en un circuito de arte que me exija un nivel superior.   


Capítulo #9: Geometría Interior

(apuntes sobre la poesía de Yainier Salazar Benítez)

La joven literatura cubana es un Cubo de Rubik. Un rompecabezas mecánico tridimensional que posee seis colores uniformes. Donde un mecanismo de ejes permite mezclar y girar de manera independiente sus caras. El objetivo: las caras deben volver a quedar en un solo color.

De esta manera se articula la escritura contemporánea cubana. Los mismos colores y los mismos propósitos. Un resultado que marca una pluralidad de voces similares sin la intención juiciosa de marcar estilos ni vanguardia. Un buen amigo me dice que es el resultado de nuestra amplia gama de concursos y las bondades del sistema editorial cubano, y que de esa mezcla deben surgir voces para la posteridad.

Durante este debate diario entre colegas del gremio me he asomado con ahínco a la obra de algunos escritores de mi generación. Una búsqueda que me ha traído grandes sorpresas.

Entre mis asombros está Geometría interior, el primer poemario de Yainier Salazar Benítez (Manzanillo, 1987) publicado por la editorial Sed de Belleza en 2018. El libro editado por Idiel García y con diseño de cubierta de Héctor Gutiérrez es un golpe al facilismo. Entre sus páginas aparecen tres conceptos contundentes: la introspección como recurso del lenguaje, la sencillez como hábito y lo infinito como representación.

Cubierta del Libro Geometría Interior (diseño de Héctor Gutiérrez)

Yainier es una anomalía en el engranaje literario de la Cuba actual. Sus caras y colores representan un catálogo espiritual de las acciones del individuo. La poesía no es un juego, es un llamado singular y persigue las normas sensibles de la memoria. Ve el mundo a través de figuras vivas. Porque para él todo puede engendrar y poseer la vida. No circunscribe el concepto de la vida a ningún otro, su percepción es ilimitada al igual que sus definiciones.   

No es de extrañarnos que su intuición lo lleve a involucrarse con normas conceptuales que rigen el infinito. Su poesía son cuerpos geométricos sincronizados desde las matemáticas. En su libro los números nombran lo insospechado, habitan como seres de permanencia eterna y modifican cada valor. Yainier no puede escapar de las disposiciones conceptuales de su escritura y se arrastra junto a ellas en una dinámica afín con la meditación. Se re-interpreta, acude a la experiencia de los sentidos y explora. No hay victimización, se asume. Entonces presenta lo insólito como un milagro poético.    

Geometría interior se estructura en tres partes: AB Lluvia poligonal, BC Vegetación y CA Vértigo de las aguas. Tres momentos que denotan las condiciones: autor vs memoria/autor vs contexto/autor vs espíritu.

Al nombrar cada uno de los segmentos del libro, saltan a la vista los enunciados: AB, BC y CA. Elementos que hacen referencia a conceptos básicos y criterios de congruencia en la geometría. En esta ocasión nos remite a un triángulo isósceles. Una figura con dos lados iguales y un tercero desigual. Una figura imperfecta y a la vez armónica/virtuosa.

El triángulo constituye por su naturaleza, la primera de las superficies geométricas y la base adoptada para conocer todas las medidas. Nuestros antepasados consideraban de origen sagrado las propiedades de esta figura. Su simbología tiene un lugar de preferencia en los preceptos filosóficos y esotéricos.

¿Dónde radica la geometría de este cuaderno?

¿Transcurre al interior de un triángulo?

¿Por qué isósceles?

¿Cómo leer más allá de las palabras?

Yainier Salazar nos muestra las dos primeras partes del libro como líneas de pensamientos paralelos. Ambas conceden la misma longitud pero distintos rostros del autor.

AB Lluvia poligonal posee la duda del acróbata. Está contaminado por parajes existenciales e imágenes concretas. Voces del hombre que es y del dibujo que será. Hay pena pero no lamento.

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Minuto de silencio. Una cruz en cada ojo. Nubes que parten hacia parajes oscuros. ¿Fumar salva del marasmo? Toda esa furia es hambre. En el cenicero caen dientes como pétalos. Cadalsos. Irreversiblemente cadalsos. (P. 13)    

Imágenes de Manzanillo (por Rubén Aja Garí)

BC Vegetación milita en sucesos destilados por la experiencia poética. Son motivos que no puede evadir en medio de su tratado existencial. Motivos que rellenan espacios sensoriales desde su explicación franca. Un ejemplo es el poema Instalación.

III

Bajo el océano

permanece

el árbol de los cosenos.

En los cables de alta tensión

crecen las azucenas.  (P. 53)

Imágenes de Manzanillo (por Rubén Aja Garí)

Al final el poeta nos deja una gran metáfora: CA Vértigo de las aguas. Un fragmento del libro que complementa las partes anteriores. Se trata de la base del triángulo isósceles. Esta fracción denota una consecuencia de la primera parte del libro. Parece un mismo cuerpo. Pudiera ser el principio como mismo ejerce de final. A este momento se le adhieren búsquedas más genéricas. Intenta que el universo entre en el ojo de una aguja, un ojo triangular.

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Cada segundo vamos hacia la tierra. Cada segundo, la tierra viene un poco hacia nosotros. (P. 69)

Geometría interior puede leerse de manera intuitiva. Pero una lectura ejercida desde todos los significantes que componen el libro podría abrirnos a un sinfín de interpretaciones. En su composición habitan elementos (transcendentes) que no pueden ser comprendidos a plenitud, sin la aprehensión previa de las normas conceptuales que lo regulan. Esta es una capacidad que viene implícita en su exploración.    

Su ejercicio exige conectar/ascender/fluir. Transita por áreas que serían desdeñables para otros poetas y sobrevive. Se desmarca a través de conceptos amplios/ideológicos/ ¿metafísicos? No evade la construcción sociocultural del mundo pero su búsqueda pertenece a otro estado.

Algunos de los preceptos más determinantes de la poesía metafísica se pueden encontrar en su escritura. Donde tanto la naturaleza como el arte son desnudados/desmantelados en busca de la ilustración, la comparación y la alusión.

Sin llegar a ser páginas abstractas, sí hay un componente visible de esta categoría entre sus versos. Una herramienta que utiliza para filtrar la realidad.

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¿Existe el salto? ¿Las cárceles son tan estrechas? La flotabilidad de los peces continúa siendo gris. (P. 15)

Imágenes de Manzanillo (por Rubén Aja Garí)

El poeta no oscurece. Hay una variedad de colores que matizan las imágenes dentro de la metáfora. No le basta con la identidad visual de cada elemento de la naturaleza, necesita agregarles otros relieves.

Mandarria

Dicen que la noche no es azul.

¿Qué saben los sabuesos

de atrapar un conejo?

Dos golpes sobre la testa

y bailar.

Pero la expansión ocurre adentro.

La mandarria es una mancha.

El conejo persiste. (P. 36)

Como una pintura íntima, su paleta se compone de aquellos pigmentos más personales. Sus dudas nacen de aquello que solo ofrece perplejidad por su estatus, pero que convida a re-interpretar/codificar. En ese dilema todo elemento adquiere una nueva voluntad y con esta un nuevo color. 

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Arroyos de sangre bajo la piel del universo. Piedra azul. Los cúmulos son historia. Caen hacia la gravedad. (P. 69)

Geometría Interior es un paisaje poético donde los elementos de la naturaleza, encuentran significados filosóficos. En él convergen distintos modos de relación/interpretación/obsesión del autor con los hechos que lo circundan. Sus influencias provenientes de las artes visuales y cinematográficas son evidentes. Desde ahí puede guiar al lector, por un espacio donde el tiempo se expresa a otro ritmo. No es difícil leer este libro y sentirse en una película de Terrence Malick o de Carlos Reygadas. ¿Poética de la contemplación? El ciclo natural de las cosas. La edad como una estación inmortal.

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El señuelo del pescador es un regaliz envuelto en capas infinitas y doradas. El pescador es un niño. (P. 69)  

Imágenes de Manzanillo (por Rubén Aja Garí)

El poeta necesita encontrar una explicación a la existencia de la belleza. Medita sobre la extensión humana del mundo/el cosmos/el tiempo. Lo atormenta la modificación de los objetos (piezas sensibles). ¿Qué es la existencia? ¿Cómo sobrevivimos a ella? En esas interrogantes se puede descubrir que todo lo que existe es bello por condición natural. La existencia es la palabra que utilizamos para eternizar la belleza. Un gran poeta debe platearse la eternidad desde la belleza, nada compite con semejante sentencia.

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Los barrotes no son de acero. Más bien de inercia. (P. 72)

Imágenes de Manzanillo (por Rubén Aja Garí)

Otro elemento perceptible, es la sintonía con el yo espiritual. Un término delicado a la hora de definir debido a sus diferentes acepciones. Pero que conjuga cuatro conceptos ineludibles en Geometría Interior: psique, ser, alma y conciencia.

Se trata de uno de los cuestionamientos más antiguos de la humanidad y que Salazar Benítez introduce desde pequeños detalles. ¿Ambiciona? Claro que sí. Pero a partir de su relación espacial con los objetos/la memoria/la naturaleza. Así provoca un lenguaje simbólico y concluyente.

El agua, los peces, los colores, la lluvia, un niño, un árbol, la cárcel y la tierra, son conceptos repetitivos. En su conjunto crean imágenes poderosas y auto-referenciales. No son de naturaleza externa al autor, más bien actúan como representación de sus estados emotivos-conscientes.

Para Yainier Salazar Benítez, la poesía puede ser un gesto instintivo. Un instrumento capaz de echar abajo los límites mientras su expansión lo trasciende todo. Sus vivencias habituales son traducidas en figuras, cuyos significados necesitan explicarse mediante la palabra. No miente. Transgrede categorías científicas y de asociación. Intenta re-orientar la percepción lógica, sensible y emocional en un mismo discurso. Lo sublime y lo ordinario asumen la misma presencia/permanencia. Se muestra próximo y sincero, aunque en su poesía todas las orillas son equidistantes.


Capítulo #8: La técnica del acueducto (+ galería)

  • (aproximaciones a la obra de Alejandro Lescay Hierrezuelo)

I

  • ¿Cómo entender el valor de una idea?
  • ¿Dónde nos convertimos en parte de la imagen?
  • ¿Cuántos cuerpos hacen una imagen?
  • ¿Cómo escenificar el silencio?

Algunos artistas están condenados a vagar en la limitada extensión de sus ideas/de sus imágenes. No conocen la técnica del acueducto. La simple maniobra de abrir o cerrar una llave.

En un mundo tan contaminado y accesible, donde todos quieren ser “el artista”, sin conocer la técnica del acueducto y sus interioridades; hay que aprender a ver-nos frente a la llave. Una maniobra tan simple posee significados absolutos.

Alejandro Lescay/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

Al recorrer la obra de Alejandro Lescay Hierrezuelo (Santiago de Cuba, 1987) podemos encontrar-nos frente a la perturbadora situación de observar-nos a partir de un gesto insospechado. Un espejismo interior que no puede negar-nos la representación de nuestra imagen.

En su obra se evidencia un conflicto ineludible: la imagen generacional vs la imagen deteriorada en el fondo. Ambas actúan como una sentencia. Colisionan en un discurso dialéctico donde se revitalizan las emociones/la memoria/identidad/el discurso. Se trata de una búsqueda autorreferencial en el cuerpo colectivo. La mutación de los rostros según la idea, según la plasticidad del contexto. Todo dentro del propio vacío existencial que lo creó. Todo desmaterializado y definido. Presente.

de la serie Los hijos de Matías Pérez/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

   Graduado de Pintura y Dibujo en la Academia Profesional de Artes Plásticas José Joaquín Tejada (Santiago de Cuba, 2007), Alejandro parece estar colocado frente a la llave. Ha conseguido hacer alrededor de 12 exposiciones personales y tener presencia en más de 45 exhibiciones colectiva. Posee una producción amplia y rigurosa que lo sitúan como uno de las nombres a seguir en los próximo años del arte cubano. No solo por el elemento cuantitativo, sino también por su exploración pictórica y conceptual.

Gaviotas (de la serie Los hijos de Matías Perez)/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay
  • ¿Es un artista experimental?
  • Sí.

Desde sus primeras piezas se ha comprometido en la búsqueda de modelos renovadores. Su profanación estilística es el culto al arte vivo. Con sus fondos oscuros y complejos, nos invita a penetrar en un universo próximo. Pues las figuras que se superponen a esos oscuros son identificables en el mundo actual. Se trata de imágenes que atraviesan diversas etapas y estados del individuo.

de la serie Los Hijos de Matías Pérez III/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

II

En la serie Los hijos de Matías Pérez (la cual a mi opinión representa el desprendimiento de una adolescencia creativa), el artista encuentra una conexión con los elementos de la naturaleza. Aire/cielo/agua/nieve/ y el mundo animal/ todos en diálogo con la inventiva humana. La naturaleza vs las máquinas. El mundo de las cosas vs el mundo natural.

de la serie Los Hijos de Matías Pérez /Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

En ese vínculo yacen sus deseos y angustias por construir nuevas exploraciones en su pintura. Una mezcla de lo onírico/el lienzo/la aventura/el acrílico/el descubrimiento de lo humano/el artista y la llegada a zonas que coquetean con lo inentendible.

Esta es una serie para vivirla similar a la práctica del deporte extremo. La construcción de pasajes inusuales/anónimos también nos muestra el potente imaginario del autor.

de la serie Los Hijos de Matías Pérez III/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

Alejandro necesita jugar con lo abstracto. Encuentra la convergencia necesaria entre el color, los elementos figurativos (con trasfondo en la gráfica), y la abstracción como dispositivo definitorio. Desde allí maneja los significados. Desde ese escaparate experimenta y muestra, lo que a mí entender, es el gran tema de la serie: el viaje.

de la serie Los Hijos de Matíaz Pérez/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

Pudiéramos decir que es un tema recurrente en todo el arte, tal vez incluso demasiado recurrente. Pero en su hacer, el artista nos muestra el viaje con sinceridad e inspiración locuaz. Es indiscutiblemente creíble. Su viaje es el destino humano. Es el fracaso de Matías y la dicha de sus hijos. Es la actualización de nuestros recursos comunicativos/políticos/migratorios.

  • ¡Somos los hijos de Don Matías Pérez!
  • ¡Vamos a volar/soñar/transitar el espacio fuera de nuestra atmósfera!
  • ¡Nadie puede detener a los hijos de quien inventó la técnica del acueducto!
Se permuta (de la serie Lps Hijos de Matías Pérez)/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

III

Alejandro Lescay es capaz de generar dentro de un mismo concepto la representación del individuo como ser múltiple y específico. A eso le añade significados conductuales que complementan figuras ensombrecidas.

Individuos todos marginados desde la representación. Desde el inacabado retrato de la vida.

Lo anterior expuesto responde a su serie Silencio. Un capítulo creativo que denota su interés por dejar las parafernalias visuales fuera y ahondar en lo oculto.

En busca de fe (de la serie Silencio)/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

La serie hace referencia directa al silencio como sonido/comunicación/ostracismo/incapacidad/imagen. Todos los rostros sin boca.

Cada pieza es un tratado sobre lo oculto del ser. Creo que en este punto radica el valor ideológico de la serie como puesta en escena. A veces el individuo prefiere no decir, y otras, no puede; una responde a la voluntad/capacidad de lo biológico y otra a lo social/lo político.

Esas cuestiones norman el comportamiento. Hacen de los seres humanos un concepto desde el ojo que lo observa. Los silencios en esta muestra son más que físicos, inclusos más que decisiones conscientes. Se trata del rostro interior.

La piel que habito (de la serie Silencio)/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

Como individuos en sociedad vivimos tras la imagen que los otros fabrican cuando nos interpretan, en lo que reprimimos y ocultamos. Somos máscaras. Personajes que viven bajo el sentido de la verdad que practican, pero que no representa ni exhibe ese rostro interior.

Nuestra expresión/comportamiento/carácter responde a una construcción social. La psiquis duerme nuestros impulsos y emociones cuando creemos que no es afín con la imagen que presentamos. En ese ejercicio (ya perenne), nuestros rostros verdaderos hacen silencio.

Sobre esa tesis descansa (también) la obra del artista. Los silencios de las personas constituyen (en este caso) una exploración de lo abyecto contra su propia naturaleza.

Silencio (de la serie Silencio)/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

En esta serie podemos ver a un creador posicionado frente a la llave, y también con la capacidad de abrir y cerrarla.

Su obra mantiene una conexión visible con toda su producción precedente, pero nada indica inmovilidad creativa. Los elementos sufren la desmaterialización que invade (incluso) el área conceptual. Sus fondos complejos evocan al encierro y el vacío material de cada figura. Lo figurativo nos conduce por áreas regidas por lo emotivo y sensorial.

Tras apoderarse de imágenes reales, busca re-significarlas/re-interpretarlas a través de las penas, la desesperación, la edad, los miedos, el anonimato y la aceptación de la condena.

La luz de Victoria (de la serie Silencio)/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

Cada obra desde una intención fotográfica, vincula a estos seres con el mundo real, pero desde esa realidad otra que los hace permanecer vivos e inexistentes. Una dualidad que corresponde a la psiquis, que nos habla desde una conducta extra-verbal/extra-física. La actuación implícita en la obra Sin respirar da fe de ese agobio e incapacidad del individuo por imponer su (verdadero) lenguaje.

Sin respirar (de la serie Silencio)/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

Con un marcado interés en el dibujo, Alejandro investiga a través del carboncillo y el lienzo. Ejercicio que desde lo pictórico naturaliza y hace más orgánica su investigación. Utiliza además, el acrílico y la técnica Scratchboard para buscar el efecto preciso en la textura. Todo esto desde una paleta reducida que deviene en armonía visual.

IV

  • ¿De qué le sirve a un creador como Alejandro Lescay la técnica del acueducto?
  • ¿Qué importancia tiene esa maniobra?   
Alejandro Lescay/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

 El mundo de los artistas es interpretación. Tener la facultad para desnudar al otro tras la exégesis de lo que esconde, es un don poco común. El acueducto es la máquina para regular el agua/idea/concepto a gran escala. La llave por el contrario, es una maniobra que permite la regulación desde lo micro/lo preciso.

En esos bordes transita Alejandro y su obra. Conoce cómo atrapar un concepto y desplegar micro-acciones para nutrirlo de manera endógena. Encuentra la diversidad en lo singular de cada gesto. No desmaya en abrir o cerrar la llave para dar paso a sus contradicciones, luego se expresa. Sabe que la técnica del acueducto no es la reproducción mecánica del gesto, sino la vía consciente por donde circula lo que callamos. 

Alberto Lescay/ Foto de Eugenio Pastó/Cortesía de Lescay

  


Pintura, aquí y ahora…

A principios de marzo se inauguró la muestra Y Ahora Pintura… Primera temporada, en la Galería La Nave (Calle 18 N0. 512, entre 5ta y 7ma. Miramar, Playa). Para la ocasión la curadora Yoandra Lorenzo Ramos seleccionó la obra de cuatro talentosos y jóvenes creadores: Lancelot Alonso, Jassiel Palenzuela, Leonardo Luis Roque y Pablo Rosendo. Todos ellos ya se distinguen en el panorama del arte contemporáneo cubano por sus propuestas pletóricas de color y sus particulares estilos que traducen al soporte bidimensional con afán de enaltecer a la pintura aquí y ahora…

invitación de la muestra

Para el público resultará inverosímil no quedar atrapado en los imponentes lienzos de Lancelot Alonso (1986). El discurso, en torno a las habituales obsesiones del creador con el binomio sexualidad y femineidad, es plasmado en escenas eróticas inundadas por la exuberancia del color. El cuerpo femenino, nuevamente acontece como War zone, su zona bélica predilecta, donde puede batallar con las pasiones más exorbitantes y los instintos carnales que le exacerban. La sensualidad mórbida y desinhibida reaparece en Capas y Jarrón con flores, ambas piezas ilustran la dramaturgia siempre figurativa de su producción.

Somos conscientes también del cosmos enérgico/pictórico que nos devuelve Pablo Rosendo, joven artista que inunda con su talento creativo, cada centímetro del díptico Espejo de la noche, obra que remite invariablemente a las bases del graffiti. Su motivación es la intervención visual de un espacio ajeno que hace suyo, en tanto convulsiona nuestros sentidos una vez que advertimos su obra.

obras de Leonardo Luis Roque/ cortesía del artista

Es harto conocido que Leonardo Luis Roque (1986) es un gran colorista; vehemencia y perspicacia expresionista le brota por los poros de la piel. De ello no cabe duda si nos remitimos a la particular alianza que logra entre frenesí y candidez, en las piezas exhibidas en esta ocasión. Ambas pertenecen a la serie de paisajes Pintura Política, con la que obtuvo en 2018 el Primer Premio del concurso Post it 5.

Por su parte, Jassiel Palenzuela (1989) se nutre de los sistemas expresivos que le sobrevienen del glitch[1], los códigos del Nintendo, la simbología pop y la representación fraccionada para seducirnos con una visualidad auténticamente esteticista, a la vez que ironiza/metaforiza sobre las consabidas temáticas sociales y existenciales que le inquietan.

obras de Lancelot alonso/ cortesía del artista

Las 5 piezas de la serie Horizontes Verticales anuncian desde el propio titular, la anomalía del panorama en estas obras, donde la composición del paisaje se “verticaliza” en busca de inusitadas significaciones teóricas/técnicas.

Cabe destacar la alucinación que ejercen los subterfugios de “su” realidad virtual, apropiándose de los itinerarios del videojuego y la interacción multisensorial de las redes sociales. Su obra más reciente nos recuerda la fragmentación de los códigos de barras y las pantallas múltiples de los celulares, dualidad que le permite falsear realidades y conquistar simulaciones.

obras de Jassiel Palenzuela

Todos pueden ser partícipes de este convite artístico que nos propone La Nave con su primera temporada de Pintura… ¡Solo nos resta esperar que continúe el ciclo pictórico!

cortesía de los artistas

[1] Es en informática un error que generalmente no afecta negativamente al rendimiento de un programa. Muchas veces se debe a problemas de codificación del sistema binario traducido en imagen. A veces se debe a ficheros mal codificados o dañados, que al ser leídos forman imágenes erróneas.