Erian Peña Pupo
Lázaro Reynaldo: «Nada es para siempre; todo se transforma»
Desde los primeros griegos, e incluso desde mucho antes, lo dual ha sido piedra de toque de la mitología, la cultura y la sociedad. Dioniso, dios del goce y el vino en la Grecia antigua, es un ser dual por excelencia, al encarnar la alteridad y la transfiguración. Representa, por un lado, lo femenino, pues crece, se educa y se viste como mujer, son las ménades quienes integran su corte y sus sacerdotisas también son féminas. Por otro lado, se le considera un ser viril y se asocia al toro, que es un animal fecundador por antonomasia. Esta aparente paradoja deja entrever un aspecto fundamental: la rica y plural visión de Dioniso, que está presente también en la filosofía y la sociedad griega y que abre las puertas, mediante el teatro y particularmente la tragedia, a la autorreflexión sobre la ambigüedad que posee la condición humana.
Nietzsche, quien se sumergió en las honduras del mito y sus ecos, escribió que «el desarrollo del arte está ligado a la duplicidad de lo apolíneo y lo dionisiaco», en continua lucha y reconciliación. Lo dual es la coexistencia de dos elementos diferentes: espíritu y materia, obra de arte y artista, vida y representación… Dichas lateralidades pueden dar como resultado producciones distintas, maneras contrapuestas de enfrentarse a todo un proceso cognitivo que deriva en reacción abierta dependiendo del estado y el sentir en ese momento. Ser y arte entrelazados por una dualidad que no solo influye en el resultado, sino que, en cierto modo, dirige el sendero por el que cada obra se encamina. El artista, ser dual por naturaleza, es quien crea al «otro», uniendo razón y pasión en sus obras. «Yo es otro», escribió Rimbaud. Blanco/negro. Positivo/negativo. Masculino/femenino. Día/noche. Yo/tú. Nosotros. O sea, la armonía.
Lázaro Reynaldo, consciente de que toda obra es, en su esencia, autobiográfica, encuentra esa armonía, donde espíritu y materia, obra de arte y creador, vida y representación son una sola. No los puedes separar, aunque estés seguro (o precisamente por ello) de que nada es para siempre.
A esa sensación de «desorden» experimentada en la infancia, que, con el paso de los años, entendió como falta de armonía, regresa desde una posición más consciente para realizar un viaje por el yo (por su yo esencial) y reordenar algunos de los elementos que caracterizaron su discurso en los años 80: las plumas, los caracoles, el coco, las maderas, los objetos de hierro oxidados… se conectan con una esencia ancestral que, en el presente, posee un enfoque menos estático, pero con idéntico sustrato. Esa dualidad —nos dice— está en casi todo. La base de una plancha de hierro que fue calentada hace mucho con carbón, mantiene la esencia femenina, pero también en forma vertical puede convertirse en un elemento masculino. Aunque nada es para siempre y todo se transforma, afloran las posibilidades de la armonía.
Su obra —en la que incorpora objetos personales que abren las puertas a su intimidad— se precipita en el ocre, los tonos terrosos, sensitivos, dorados, que dan paso a la creación espontánea, al trazo intuitivo. Lázaro realiza la búsqueda de la manera más sensible y espiritual que cree; indaga en la armonía interior que lo equilibra todo, la explora y evoca; y en ello afloran sus hermosos rostros (también equinos). El artista va armando artilugios de su memoria, fragmentos a salvaguarda de los días, maderos a los que aferrarse; y con ellos ofrece señales de su espiritualidad y su identidad. Sus trazos sencillos, minimalistas, nos remiten a los contextos de una paz interior deseada y encontrada que quiere compartir con nosotros.
Lázaro presenta en soportes diversos su filosofía de vida, sus paradigmas estéticos. Estamos frente a un libro que, libro al fin, posee numerosas páginas, pero que, en su esencia, es el libro. Su belleza, sensual y espiritual, está dispuesta para que el espectador complete un discurso que se abre al universo, que va de lo personal a lo colectivo, de lo particular a lo general, de lo específico a lo global y que, en su atemporalidad, es el resultado de un riguroso y rico sincretismo. Lo que podría ser ignoto cobra fuerza y se nos abre a los múltiples senderos.
Luego de sumergirnos en las profundidades de sus tonos, en sus líneas y contornos, Lázaro nos abre otras puertas que dialogan consigo y con nosotros. Detrás de cada trazo y cada objeto, él ha escrito/descrito su vía crucis, que ha sido un viaje de aprendizaje constante y que promete, como la propia vida, seguir siéndolo. El periplo, el reencuentro que posibilita la creación en Holguín, parecería algo lógico, una boutade, si Lázaro Reynaldo no fuera un artista sincero consigo y con su obra. Las piezas expuestas aquí no son solo, o no únicamente, un giro en el que la imagen se inscribe en el marco de la representación y de lo representado, sino que marca latitudes y sitios del ser en los que el artista edifica su idea del arte y de la vida.
Miramos al universo y buscamos encontrarnos también en esa dualidad, conscientes de que nada es para siempre, pues todo cambia y se transforma, como la propia vida bajo el sol y la luna.
Palabras inaugurales de la exposición Nada es para siempre, del artista holguinero radicado en México, Lázaro Reynaldo, en la Casa de Iberoamérica, de Holguín, el 24 de octubre de 2023, como homenaje a la institución en su aniversario 30 y como parte de la XXIX Fiesta de la Cultura Iberoamericana.
Zarza en la caverna de los sueños recobrados
El alemán Werner Herzog y su reducido equipo fueron verdaderos privilegiados cuando, en 2010, pudieron adentrarse en la cueva de Chauvet, descubierta en 1994 en el sudeste francés. Estaba cerrada al público para evitar su deterioro y proteger el endeble ecosistema cavernario, pero Herzog, uno de los grandes maestros del cine mundial, logró acceder cámara en mano, y ante sus ojos se abrieron, mostrando el esplendor con que fueron dibujadas por el hombre hace más de 30 mil años, muchas de las obras de arte más antiguas de la humanidad, creadas en el Paleolítico Superior. Aquella era una cápsula temporal perfecta: renacían, a punto de saltar, como si aún corrieran por el valle cercano: venados, osos, bisontes, mamuts, rinocerontes, jabalíes, antílopes, caballos y toros; sí, toros. El documental La cueva de los sueños olvidados es el resumen de esa inmersión de Herzog en Chauvet y en los inicios de arte.

Desde el comienzo de los tiempos el hombre imagina y sueña. Y en duermevela le asedian los enormes animales que intentó cazar o que ve, libres e imponentes, en selvas y llanuras. Animales feroces que hoy no existen y manadas que huyen en desbandada y que acabarían, como los bóvidos, domesticados. En las paredes y techos de las cuevas, o en abrigos rocosos, a la luz de la antorcha, el hombre del Paleolítico, nuestro antepasado, delineó con colores ese sueño y le dio vida al ser sensible. Tomó, así, trazos concretos la espiritualidad. Estas imágenes de artistas anónimos, en las que bueyes y caballos representan aproximadamente el sesenta por ciento de lo que se conoce, son recuerdos de sueños olvidados hace milenios, cuando el hombre, en el umbral de la noche, mientras observaba aquellas líneas perfectas que portan, incluso, el movimiento, pudo soñar a través de ellas con el embiste de los auténticos toros.
Con semejante embiste, el del toro libre y rebelde, Rafael Zarza irrumpió en el arte cubano con el tema taurino como estandarte. Su trabajo, con el empuje sincero de un animal brioso que no ha perdido la lozanía de los años mozos, sino al contrario, ganado en agilidad y perspicacia, en vigor, lo coloca entre los artistas más sagaces e irreverentes del arte contemporáneo insular, y además, uno los principales exponentes del grabado en Cuba, desde que en la década del 60 realizó Tauromanía, serie asociada al pop y a la impronta de Umberto Peña.
Bravíos y a punto de embestir; mansos o viriles; musculosos o esqueléticos; vivos o desollados; solitarios o en yuntas, libres o domesticados; líderes o en crucifixión; con cuernos agudos o mutilados; erotizados, provocadores y posmodernos; cargados de signos históricos, sociales y artísticos, los toros de Rafael Zarza han realizado un viaje al primer trazo, a la génesis; o sea, a las pinturas rupestres, al encuentro con los espíritus de Lascaux, Altamira y Chauvet, aquellos que portan aun el riesgo de la acometida inicial de estos «animales peligrosos» que le han permitido, mediante la apropiación y la cita, y también la ironía, reinterpretar creaciones y temas recurrentes en la historia del arte, que es la historia del hombre.

Estas piezas de Zarza —que no deja de ser un creador provocativo y lúcido, atrevido y lúdico, que revisita y se sumerge críticamente en nuestra realidad social y cultural—, nos reafirman su apuesta, a pesar de los riesgos, por el brioso empuje del animal de raza, que es también animal primitivo, estampa primaria reescrita y convertida en símbolo que rearma, irónicamente, como en un juego, con una línea de colores cálidos, primarios, que nos pone frente a un toro rebelde, ágil, un semental inhiesto y potente, listo para la embestida desde la pared de la caverna; y también al animal asechado por las flechas y los gritos de los seres humanos. Incluso, como en la cueva de Chauvet, el hombre incorpora elementos zoomorfos; es un «hombre animalizado» que cree en el poder que el toro representa y anhela lograr poseerlo.
Hoy estamos atrapados en la historia, pero aquellos primeros artistas, no. Zarza entró a la caverna y se sumergió con su luz en las profundidades de las galerías, entre las formaciones rocosas. Allí escuchó los primeros bramidos y vio surgir de las grietas a estos portentosos animales.

Werner Herzog salió de Chauvet alucinado y nos entregó uno de sus mejores documentales. Rafael Zarza salió de la caverna también asombrado y dejó allí, con las huellas de sus trazos en la piedra y para el diálogo con sus contemporáneos, a sus toros prístinos, sugerentes y bravos.
Palabras inaugurales de la exposición Pinturas rupestres, de Rafael Zarza, Premio Nacional de Artes Plásticas 2020, en la Sala Principal del Centro Provincial de Arte de Holguín, el 26 de octubre de 2023, como parte de la XXIX edición de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana.
Entre la cuna, la cura y el sepulcro, un aquelarre
La exposición colectiva Cuna, cura y sepulcro, de la comunidad de ilustradores cubanas El Aquelarre, abierta al público en la Sala Pequeña del Centro Provincial de Arte de Holguín, como parte de la XXIX edición de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana, reúne piezas de 30 artistas que se han propuesto ofrecer su mirada sobre la dupla mujer-naturaleza.
Sus creaciones exponen la visión de lo natural como potencia femenina creadora. “Las ilustradoras muestran en sus obras el trabajo con la dualidad: cómo la vida y la muerte son un ente indisoluble; cómo el peligro puede ser parte de la belleza y cómo la naturaleza, concebida como fuerza creadora, contiene a ambos para convertirse en un todo regente del universo”, comenta Lorena Susel Velázquez Fraga en las palabras del catálogo de la muestra.

El título de la novena exposición del proyecto, propuesto por la artista Elís Milián, se basa en lo siguiente: “La tierra da la vida y a la vez la reclama a la hora de la muerte, tiene todo lo que se necesita para sobrevivir y sanar, pero a la vez puede ser oscura y llena de peligros”.
En Cuna… confluyen estilos y se aprecia la diversidad de texturas y paletas de colores, así como de maneras de aproximarse a la dupla mujer-naturaleza (desde lo fantasioso a lo mágico-mítico, con la figura femenina como centro del relato). “Esto posibilita al espectador no solo acercarse al mensaje de cada obra, sino también al mundo interior de cada una de las ilustradoras; donde cada una asume el rol de la madre Naturaleza y se da rienda suelta a sí misma para dar a luz a una creación evocadora que alcanzará su mayor esplendor cuando se posen en ellas los ojos de quien se acerque a observarla”, subraya Lorena.
Nombremos a las artistas integrantes de El Aquelarre, cuyas obras pueden ser apreciadas en la exposición, con curaduría de Roxana La O Sánchez y dirección de Yuricel Moreno: Aleida Pentón, Alessandra Nápoles, Amanda Prieto, Ana Isabel García, Ana Roxana Díaz, Angélica María Slovasevich, Annaliét Escalona, Bertha Andrianis Pérez, Chabeli Farro, Chelsy Escalona, Claudia Moya, Elena Estévez, Elizabeth Fajardo, Elís Milián, Gabriela Chang, Graciela Romero, Irina Gil, Kenia Herrera, Keyla Y. Casas, Lauren Olivera, Leonor García, Linette Cuza, Lorena Velázquez, Marian Domínguez, Mei Lai Contreras, Melissa Benítez, Patricia Rigali, Melissa López, Yanet Prieto y Yulia Rodríguez.

Este proyecto tuvo su génesis en septiembre del 2020, cuando Karla Ruiz se unió a doce ilustradoras para llevar a cabo un reto de dibujo conocido como telephone challenge. Tardaron cinco meses en completarlo y una vez logrado, decidieron mantener el contacto creando un grupo de WhatsApp, para propiciar que, además, se unieran más artistas. Su nombre está vinculado a la estética asociada a un aquelarre: el mito, la brujería, la existencia de una hermandad exclusiva entre mujeres motiva sus búsquedas. Estas ilustradoras comenzaron a “intercambiar por chat sobre nuestro trabajo, nuestra vida diaria y de lo que significa ser una mujer de este ámbito en Cuba. Con la llegada de más integrantes al grupo, surgió esta iniciativa, que siento que es un paso total hacia un futuro donde la mujer cubana hace suyos los canales de expresión”, asegura Ana Roxana Díaz Olano.
El Aquelarre tiene cerca de cien miembros en todo el país. “Cada muchacha posee su sello particular tanto en temática como en estilo. Algunas de las que iniciaron el proyecto ya no están dentro, pero el espíritu de intercambio y camaradería permanece, envolviendo a cada recién llegada con un aroma característico de poción en caldero”, añade Lorena Susel.
Los 80 de Lauro
Lauro Hechavarría es uno de los artistas visuales más reconocidos en Holguín. Pintor, escultor y pedagogo de larga trayectoria, pertenece a una generación –la misma de creadores como Cosme Proenza, Jorge Hidalgo y Armando Gómez en el plano holguinero; y de compañeros de estudios como Tomás Sánchez, Roberto Fabelo, Zaida del Río y Alberto Lescay– que llevó la carrera artística a la par de los procesos de transformación social del país.
“Sinceramente yo nunca sentí la tensión entre tres polos, porque al Lauro creador y profesor siempre lo acompañó el activista político. Sucedió con naturalidad. Mientras estudiaba en La Habana nos dijeron que teníamos un compromiso con la enseñanza artística por dos años y ya voy por 51”, aseguró en una entrevista a Claudia Patricia Hernández en el periódico ¡ahora!
Esas más de cinco décadas dedicadas a la docencia –en las que impartió Escultura, Dibujo Anatómico y Técnicas de representación, entre otras disciplinas, en la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba, de Holguín– fueron homenajeadas en la exposición colectiva 80 lauros, abierta al público en la sala Electa Arenal del Centro Provincial de Arte, a propósito de la celebración de las ocho décadas de vida, el pasado 8 de julio, del multifacético artista y profesor.
Confluye en el mismo espacio galérico la obra de artistas de diferentes generaciones y búsquedas expresivas, desde contemporáneos suyos como Hidalgo y Rolando Salvador Pavón, hasta alumnos y creadores en cuyo trabajo, de una forma u otra, ha influido Lauro, como Eduardo Leyva Cabrera, Luis Ramón Silva, Argelio J. Cobiella Rodríguez, Roger García, Onelio Escalona, Dagoberto Driggs Dumois, Ronald Guillén Campos, César Sánchez, Daikel Hechavarría Reynaldo (su hijo) y Yeniset Hernández. No hay una intensión ex profeso de que las piezas semejen o remeden al maestro, pues las influencias, más allá de técnicas, expresiones y corrientes, en la mayoría de los mejores casos suelen ser como ese rasguño, a veces imperceptibles, en la piedra, que permanece aunque no se note en la superficie.
Escultor por excelencia, Lauro cree que esta debe enfocarse en la forma, el volumen y el espacio. “Me gusta que cada pieza guarde un significado y para ello nada mejor que la Historia. Debo confesar que se trata de una relación espontánea que parte de mi convicción patriótica”.
El pasado año realizó una placa, que se colocó en la Casa del Joven Creador de la AHS en Holguín, a propósito del aniversario 35 de la organización en la provincia. Esta es una pieza escultórica muy significativa, contó, pues en “ella partí de un hecho básico: Sergio y Luis Saíz Montes de Oca eran hermanos de sangre y de pensamiento y dieron su vida a la patria; que mejor fondo para sus rostros que las listas de la bandera y en la base de las estrellas un fragmento de su testamento político. Cinco piezas que se ensamblan con tornillos cuya técnica predominante es el cemento directo”. Aunque cada material tiene un lenguaje propio, trabajó con el cemento, pues es “en estos tiempos la técnica más sencilla y rápida a la que apelamos”.
Piezas suyas también están presentes en 80 lauros, desde caricaturas donde explora la sátira política y diferentes problemáticas sociales, hasta, en similar línea, una selección de carteles creados para conmemorar diferentes fechas, sobre todo las celebraciones del 1ro de mayo. “Citadinas” (acrílico/playwood) y “El baño” (esmalte sintético/lienzo) se incluyen en la muestra con curaduría de Bertha Beltrán Ordóñez y dirección general de Yuricel Moreno Zaldívar.
Miembro de la Uneac, obras suyas están emplazadas en espacios públicos, como los monumentos a Simón Bolívar, Bernardo O´Higgins y Augusto César Sandino, en la Avenida de los Libertadores, y a Jesús Menéndez, en el Bosque de los Héroes, en Holguín. Sobre su trabajo escultórico y la necesidad de potenciar la expresión en la provincia, comentó: “Iniciamos con fuerza, hicimos el Bosque de los Héroes, la Plaza Calixto García, los monumentos a Lucía y a Jesús Menéndez, pero ahí nos quedamos. El próximo proyecto era el homenaje a los 14 generales holguineros que nunca se hizo y corremos el riesgo de perder también el de la Reconcentración de Weyler conformado por siete esculturas monumentales y ya preocupa que de los siete creadores involucrados quedamos cinco. Un proyecto en tercera dimensión y de gran elegancia que debe realizarse, sobre todo, por la historia de la ciudad”. Este interés por la historia nacional, con sus grandes figuras y también con sus héroes cotidianos, recorre la obra de un artista que celebra, entre colegas y alumnos, sus 80 lauros.
Como un universo en expansión
Los primeros 25 años de Ediciones La Luz también han sido caminos recorridos desde el diseño gráfico. La literatura es el propósito, la guía, pero el diseño y la creatividad han acompañado (e impulsado) el viaje. Desde el arlequín en la cubierta de Bufón de Dios de José Luis Serrano, prístina y sencilla edición que marca las andanzas editoriales del sello, hasta el título más reciente, ese que todavía está en la mesa de diseño convertido en pixeles, hemos asistido, expectantes y maravillados, a todo un universo en expansión. A un escenario de posibilidades en el que el diseño gráfico resulta primordial –y no solo el del libro como objeto-arte; las ramificaciones en los últimos años han sido múltiples– para cartografiar La Luz.
Los libros de humildes portadas –que custodiaban la obra de autores importantes de nuestra literatura, más allá de los límites holguineros– fueron ganando, a la par del desarrollo poligráfico del nuevo milenio, en posibilidades reales para materializar disímiles soluciones visuales. En 2006 se publica el libro que trajo los “colores” a La Luz: Striptease y eclipse de las almas de Delfín Prats, con una hermosísima obra de Armando Gómez en portada (algo que nos subraya la cercanía del trabajo con pintores y fotógrafos, artistas visuales en su amplio sentido). Desde entonces el diseño gráfico ha ido en constante crecimiento, pues para La Luz el libro es un objeto bello que respira en la conjugación de arte y literatura; y además, cada nuevo título resulta constatación de lo posible, confirmación de la virtuosa utilidad de lo creado.
Si bien es cierto que varios diseñadores han dejado su impronta en este tiempo, Frank Alejandro Cuesta aportó una mirada inquieta y vibrante, en constante aprendizaje y búsqueda. El libro ganó una visualidad contemporánea y las campañas, que se iniciaron con Todos buscan la luz desde la confluencia con los medios de comunicación e Internet, posicionaron a la editorial a la vanguardia de la promoción del libro, no solo en los formatos tradicionales, sino en las redes sociales, expandiéndose en el ciberespacio y llegando a nuevos lectores y sitios.
La Luz se extiende y posibilita la experimentación y el hervidero de ideas. Todo el colectivo acaba convirtiéndose, con Luis Yuseff al frente, en un equipo de creación. Por su parte, Robert Ráez, actual líder creativo, ha mantenido la coherencia de un quehacer orgánico y supo aprovechar el trabajo con las formas y la tipografía, con la experimentación. Íconos, colores, tipologías, composiciones y disímiles soluciones gráficas –con influencia del diseño de periódicos y revistas– vienen a acompañar el viaje y la aventura por la letra, ya no solo impresa.

Varias exposiciones de estos productos comunicativos han ocupado las paredes de Ediciones La Luz, incluso en el Centro Provincial de Artes Plásticas de Holguín se inauguró Pensar a La Luz, una gran exhibición que recorrió, a través de gigantografías de portadas de varios de los títulos, el quehacer de los primeros veinte años. El Premio Celestino de Cuento es otra apuesta por el diseño y la creatividad, que ha sido reconocida con el Premio de la Ciudad en Comunicación Promocional (por las campañas Leer seduce y A la luz se lee mejor). La promoción literaria ha alcanzado nuevas cimas; la fotografía y las letras se conjugan en una jugada sensorial para promover y celebrar la lectura; y los rostros de autores jóvenes y reconocidos aparecen en carteles en redes sociales, junto a la apuesta por los audiolibros y e-book.

La reciente campaña de promoción de la lectura enarbola un Ícaro virtual, cibernético y posmoderno, que bebe del pastiche y el arte digital, autoría de Alejandro Zaldívar, creador también de las imágenes del 24 Premio Celestino de Cuento. Es un Ícaro en diálogo con la poesía de Delfín Prats, maestro en las cercanías de La Luz desde los primeros tiempos, y en concordancia, desde las posibilidades del arte digital, con autores cuyas resonancias son universales.

De esta manera Ediciones La Luz ha logrado una identidad visual que enarbola como logro preciado. Esta muestra deja entrever el ingenio y la avidez de su equipo creativo, con una atractiva elaboración en el plano artístico y conceptual, promoviendo la lectura a través del arte. Y también resulta constatación de cómo lograr concebir utilidad y belleza para los demás. A este recorrido de regreso al yo primordial a través del diseño, nos invita La Luz. Agradezcamos la posibilidad del viaje visual y literario, pues la luz nos pertenece y hacia ella vamos.

Palabras del catálogo de la exposición La Luz nos pertenece, inaugurada el 4 de agosto de 2023, en la galería del Palacio Salcines, en Guantánamo, con curaduría de Geny Jarrosay y Dayamis Rodríguez La Cruz, como parte de la 47 edición de la Jornada de la Canción Política.
De la luz y el observador
La luz y el observador, exposición del proyecto Ciprés, integrado por jóvenes artistas formados en la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba, de Holguín, con piezas relacionadas al séptimo arte, a manera de homenaje, apropiación y cita, se exhibe en el Hotel Ordoño de Gibara, como parte del programa del 17 Festival Internacional de Cine de la Villa Blanca.

¿Qué es el proyecto Ciprés y quiénes lo integran? Su directora, Yudit González, explica que es “una exploración artística que busca rescatar y revitalizar las tradiciones académicas en el campo del arte contemporáneo. En un mundo donde la experimentación y la innovación son valoradas, se ha vuelto cada vez más importante reflexionar sobre nuestras raíces artísticas y encontrar formas de mantener vivas las técnicas y los enfoques clásicos”. Pertenecen al proyecto, además: Alain Velázquez, Cristhian Escalona, Harold Peña, Ignacio Rodés, Leduart González, Osvaldo Santiesteban, Raudel Sentmanat, Roger David Remón y Sarisbel Probance.
Tienen en común –además de este interés por el rescate de las tradiciones académicas– una misma escuela, donde se forman jóvenes de varias partes del Oriente del país, y que ha potenciado esta búsqueda, pues cada escuela, sabemos, influye decisivamente sobre en la línea de trabajo de un creador, al aportar las herramientas, tanto técnicas como teóricas. Los autores de estas obras trabajan, mayormente, el óleo sobre lienzo, pero también la xilografía, el óleo sobre tabla y el grafito sobre cartulina. Las obras dialogan, de manera más o menos explícita, con determinados filmes; algunas reproducen fotogramas, otras reinterpretan escenas, se apropian de personajes, los citan. Ahondan en el celuloide para crear una nueva pieza.

Apreciable creatividad –pero no desde otras artes al cine sino desde el cine a la pintura y el grabado– es la que aflora en esta exposición, comenta el investigador y ensayista José Rojas Bez en las palabras del catálogo. “El universo de imágenes filmadas ya existentes ha inspirado imágenes pictóricas y del grabado que adjuran del «traslado» o la «traducción»; logrando auténtica creación plástica bajo motivaciones de filmes muy específicos. El ciudadano Kane, Alicia en el País de las Maravillas, Gran Hotel Budapest, Los sobrevivientes, Juan de los Muertos y otros filmes han fecundado el imaginario de estos jóvenes artistas para la creación de obras visuales que, sin negar patentes vínculos con las imágenes motivadoras, no dejan de ser creaciones muy propias, con autenticidad e innegable valía”.
El objetivo del proyecto –añade Yudit y es algo que palpamos al recorrer la muestra– es “generar un discurso entre lo clásico y lo contemporáneo, fomentando la apreciación de las técnicas y los valores tradicionales en el arte actual”. A través de exposiciones, talleres y charlas, “los artistas involucrados en Ciprés buscan educar y sensibilizar al público sobre la importancia de mantener vivas las tradiciones académicas en un contexto artístico en constante evolución”. Además, se “espera que Ciprés inspire a otros artistas a explorar las prácticas y perspectivas clásicas en sus propias experiencias artísticas, creando así una comunidad comprometida con el rescate y la preservación de los mismos”, subraya en sus palabras.

Rodolfo Marrero entre mundos paralelos
Rodolfo A. Marrero Tamayo nació en Holguín en 1990 y se formó como instructor de arte, en la especialidad de Artes Plásticas. A la par que trabajaba como especialista en artes visuales en la Casa de Cultura Manuel Dositeo Aguilera, mantuvo un creciente trabajo creativo, como lo evidencia la exposición personal Mundos paralelos, exhibida en el espacio galérico El Zaguán, perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en Holguín.
A Rodolfo le interesa la anatomía humana, cuestión difícil de dominar, mucho más cuando su abordaje mueve los hilos y la estructura del relato sobre el que gravita la pieza. Aquí no encontramos un cuerpo apacible, sosegado, en pose, presto para la contemplación (salvo la serenidad que emanan los retratos de Martí titulados “Utopía”, “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas” y “Romance”; y la pieza “Entre dos mundos”). Los rostros, en cambio, están en rebeldía. Son cuerpos contorsionados, amordazados y en lucha con sus miedos (como sacados de los círculos del infierno dantesco o de la parte inferior de El juicio final de Miguel Ángel, donde habitan las almas atormentados, condenados, en penitencia). Son seres en catarsis, que reflejan el dolor y la soledad, el vacío existencial y lo arduo que resulta salir del círculo donde el yo se debate consigo mismo, pero irradia sus dudas a los demás.
Basta con detenerse en piezas, mayormente en técnica mixta, en las que predominan los tonos ocres, terrosos, sepias, muchas veces sobre el papel envejecido; apenas las figuras humanas, algunos objetos que refuerzan los aspectos psicológicos, y un contorno difuminado, rojizo, que hace a los cuerpos gravitar en la nada, perderse, como en “El silencio de la verdad” II y II, “El náufrago” (de la serie Desmanes de la tierra), “El grito del silencio”, “Para ti que no me entiendes”, “Como marioneta dirigida por manos inexpertas prosigue su camino silencioso” e “Ilusión de un náufrago del tiempo (Sueños de papel)” I y II.
Rodolfo –que trabaja actualmente como atrecista de la Compañía de Narración Oral Palabras al Viento– tuvo una formación autodidacta, aunque de niño participó en talleres en la Casa de Cultura Manuel Dositeo Aguilera, en la que luego se desempeñó como especialista en artes visuales. Al no ingresar en la Academia Regional de Artes Plásticas El Alba, cuenta, “me tocó seguir el camino más largo, visitando galerías, buscando libros e información por la mayor cantidad de vías, hasta que tuve la suerte de conocer a Carlos Gámez de Francisco unos pocos meses antes de partir a Estados Unidos. Me dio pautas y guías, y de ahí en adelante comencé a buscar y experimentar. Luego la universidad de dio otras pautas en cuanto a concepto para seguir esa experimentación y tratar de encontrar mi camino en las artes”.
Cuando le pregunto por su interés en la figura humana, el dibujo anatómico y el retrato, que muchas veces se convierte en autorretrato, Rodolfo asegura: “Desde niño visitaba las galerías y tuve la suerte de crecer viendo las obras de artistas como Cosme Proenza, Miguel Ángel Salvó, Julio César Rodríguez, Víctor Manuel Velázquez, Carlos Gámez de Francisco, entre muchos otros, pero fundamentalmente la obra de ellos en Holguín. Me llamó mucho la atención los escorzos y distorsiones en la figura humana que lograban. En su mayoría eran figuras que tomaban de la historia del arte que incluían en su discurso. Eso me gustó bastante”.
“Trato de reflejar en mi trabajo algún sentimiento, estado de ánimo o pensamiento que en muchas ocasiones me cuesta exteriorizar de otra manera. Cuando fui encontrando el por dónde quiero llevar mi trabajo utilicé referentes de la historia del arte universal, tanto contemporáneos como del barroco principalmente. Pero sentía que no llegaba a lo que deseaba y ahí es cuando comienzo a trabajar con autorretratos y con retratos de familiares y amigos, que les he pedido posen para hacer alguna foto. Y las poses van entre lo que deseo trasmitir y ese reto personal por superarme en cuanto al dibujo anatómico que es bien difícil”.
Las obras que integran Mundos paralelos –una exposición atractiva en su sencillez, con curaduría de Danilo López Garcés y dirección general de Manuel F. Hernández; y con unas 16 piezas que nos muestran el trabajo de un artista joven en crecimiento y aprendizaje a la par del trabajo– dialogan con las dos obras de Oscar García González como artista invitado: “A través de la ventana” y “A través del alma” (bolígrafo/papel) que se muestran en El Zaguán.
“Rodolfo explora en las diferentes técnicas de la pintura y el grabado, aprendiendo sobre la marcha, tomando un poco de aquí y de allá (…) para así ir armando como decimos en buen cubano su muñeco, contextualizando al aquí, al ahora como tantos otros, en la incesante búsqueda de mundos paralelos”, comenta la artista Rosa Leticia Leyva Azze en las palabras del catálogo de una muestra que nos abre la puerta a esos mundos paralelos –que son los territorios poblados de voces y silencios, de cuerpos en trance y sobrecogimiento– en los que también habita Rodolfo Marrero Tamayo. Mundos para creer o descreer, pero mundos posibles.
Danzar en Romerías
Danza en Paisajes Públicos es, en Romerías de Mayo, uno de los espacios que más atrae a las personas, al hacer partícipes del lenguaje universal de la danza a quienes se acercan al céntrico parque Calixto García: invitados, romeros de varios generaciones y sobre todo, a los transeúntes que se toman, casi al caer la tarde, unos minutos para, en el trasiego diario, asombrarse de la maravilla. Porque precisamente eso es la danza: un encuentro en diálogo personal, aunque la manifestación ocupe los espacios públicos; un viaje a las expresiones (y emociones) del cuerpo en movimiento, como afirma la maestra Maricel Godoy, directora de la Compañía de Danza Contemporánea Codanza, anfitriona desde su surgimiento de este espacio en la fiesta del arte joven.
Desde la génesis de Romerías la expresión danzaria es parte esencial del programa del Festival Mundial de Juventudes Artísticas, con la presencia en escenarios, parques y plazas de Codanza y otras compañías invitadas, pero el espacio Danza en Paisajes Públicos celebra en este 2023 sus 20 años. Y aunque no participan reconocidas compañías de otras provincias, como en ediciones anteriores, Maricel –principal gestora del anhelo de convertir a Holguín en la capital cubana de la danza– articuló un excelente programa, dinámico y variado, que lleva al público la fuerza, la vitalidad y la destreza de Codanza, que recién celebró sus tres décadas en escena, con coreografías creadas o adaptadas para la interacción y el espacio público.
Participarán, además, la holguinera Compañía Folclórica La Campana; estudiantes de la Escuela Elemental de Arte Raúl Gómez García y de la Escuela Profesional de Danza Alfredo Velásquez Carcassés, de Guantánamo, y proyectos de Danzas Urbanas del Sistema Provincial de Casas de Cultura, como Equidna, Alfa Crew y Utopía, con el parque y sus alrededores como principal escenario para la convergencia de la danza y los espacios urbanos. La gente lo agradece y al terminar la función el parque queda un poco más solo, a la espera de nuevos espacios que, en Romerías de Mayo, nos reafirmen la utilidad del arte para todos y con todos, fiesta constante de la expresión en su amplio sentido.
Post-it 10 convoca en Romerías
Post-it Arte Cubano Contemporáneo arriba a su edición número 10 este 2023 convertido en una plataforma importante de visibilización, promoción y legitimación del arte joven en la isla.
Este espacio de confluencias de varias promociones y generaciones de artistas, luego de aprendizajes, tanteos y desafíos desde su concepción en 2013, y con la dosis de polémica inherente y necesaria a todo proyecto con objetivos ambiciosos, se reafirma como un sitio para la convivencia de lenguajes, medios e intereses plurales en el arte contemporáneo insular.
Por eso Romerías de Mayo y el evento Babel resulta –y así lo pensaron sus organizadores– un ámbito idóneo para presentar la convocatoria de Post-it 10, una edición que cuenta con “un programa especial cuyo objetivo será celebrar la primera década del concurso, pero también repensarlo, reimpulsarlo, apelando a los protagonistas de la cita, los jóvenes artistas, conscientes de la importancia y urgencia de participar, decir y actuar desde el arte”, comentaron Patricia Santos y Marialis Martínez, especialistas de Collage Habana, del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en el intercambio realizado en el Centro Provincial de Arte.
Entre los requisititos de Post-it 10 se encuentran ser residentes en el país, tener entre 18 y 35 años y no haber sido premiados en ediciones anteriores, excepto quienes hayan obtenido menciones.
En cuanto a las obras, la temática es libre y deben ser inéditas, lo que significa no haber sido expuestas ni premiadas con anterioridad a la convocatoria. Se podrá concursar en todas las manifestaciones de las artes visuales: dibujo, pintura, escultura, instalación, fotografía, grabado, arte digital, videoarte, performance, etcétera, con un máximo de tres obras (los dípticos, trípticos y polípticos contarán como una sola pieza, cuestión que se deberá especificar).
Un comité de selección integrado por galeristas del FCBC y especialistas de instituciones vinculadas a las artes visuales, elegirá las obras que conformarán la muestra concurso, a inaugurarse en septiembre de este año. A partir de ella, el jurado de premiación, conformado por reconocidos artistas, críticos y curadores, seleccionará los premios, que serán definitivos e inapelables, y se harán públicos en noviembre. Estos serán tres y consistirán en un monto en efectivo por concepto de producción de obras, mayor en dependencia del lugar alcanzado; así como la programación de una muestra personal en una de las galerías de la Dirección de Artes Plásticas Collage Habana (desde la institución se propiciará el apoyo y colaboración logística que precise el autor para su exposición personal). Además, algunas de las obras premiadas o no podrán ser adquiridas y pasar a formar parte de la colección de Collage Habana.
Se establecerá también un convenio de trabajo entre el artista premiado y Collage Habana por un periodo mínimo de tres años, tiempo en el que se producirá un acercamiento con el artista emergente, en aras de propiciar el desarrollo de su carrera, añadieron las especialistas. El jurado podrá entregar cuantas menciones estime necesarias y entregarse premios colaterales.
Los artistas deberán enviar la documentación necesaria –que se detalla en las promociones y redes de Post-it 10, como Telegram o Instagram– a aclarar dudas antes del próximo 15 de julio.
Con los hijos de Khrónos
En la mitología griega Khrónos es la personificación del tiempo. En varias obras filosóficas presocráticas su figura está relacionada con el tiempo abstracto, con la imposibilidad de detener su paso, de volver atrás. Precisamente el tiempo y la relación entre pasado y presente –el diálogo de la tradición y modernidad que defiende las Romerías de Mayo desde su concepción fundacional, ese “no hay hoy sin ayer”– articula las búsquedas de un grupo de jóvenes alumnos de la Universidad de las Artes-ISA en La Habana, quienes reunidos en el proyecto La Refriega han decidido afrontar el tema, inmersos en el contexto académico, desde sus búsquedas y perspectivas, en la exposición colectiva Los hijos de Khrónos, inaugurada en la sala Electa Arenal del Centro Provincial de Arte como parte del evento Babel.

“Estas obras son reflejos de lo que afrontamos diariamente en nuestro contexto actual y de nuestro constante esfuerzo de insertarnos en él. Intentando encontrar un lugar en el mundo del arte sin perder de vista nuestra herencia cultural”, comenta Aldo Soler al presentar a sus compañeros de La Refriega y la propuesta conceptual que articula la propuesta: Daniela Águila, Daniel Antón, Jany Batista, Roxana Bello, Rosa Cabrera, María Fernanda Chacón, Liz Maily González, María de Lourdes Santana, Duniesky Martín, Jhonatan Moreno y Juan J. Ricardo.

El titán Crono –no confundir con Khrónos o Saturno en la mitología romana– devorando a sus hijos, como lo pintó Goya, es también un emblema alegórico del paso del tiempo, al engullir a sus hijos recién nacidos de Rea, su mujer, por temor a ser destronado por uno de ellos. Esta metáfora es también notable en el contexto de las Romerías: “Esta idea representa la lucha constante de los jóvenes artistas para no ser consumidos por el pasado y mantenerse relevante en el presente. En este sentido, los jóvenes artistas que forman parte de Los hijos de Khrónos buscan crear un diálogo con la tradición y la historia sin ser devorados por ellos, y esto se relaciona con el desafío que enfrenta la sociedad cubana para mantener su identidad cultural y evolucionar al mismo tiempo. Donde, se presenta una lucha constante entre la influencia del pasado y la necesidad de crear algo nuevo y original”, añade Aldo Soler.

La osadía con que estos jóvenes intentan ir dejando una huella, sumar sus voces al coro nacional y zanjar deudas y pactos con un pasado reciente o no tan reciente (en la medida en que es personal, pero integra también una construcción colectiva) es visible en Los hijos de Khrónos. La memoria, el poder, la sexualidad y la identidad (y la subversión, contaminación y revalorización de estos) son temas que interesan a estos hijos díscolos que aprovechan en sus búsquedas las posibilidades de la foto-documentación, la instalación, el collage y el video.
“El peso de la historia, del propio tiempo y de un contexto que constantemente exige resultados. Pero el poder ejercido sobre nosotros, las presiones, han servido como una motivación perenne para enfrentarla leyenda. Hemos corrido un país de extremo prácticamente, estamos en un lugar nuevo para muchos, un espacio libre y lleno de actividad. La refriega prepara la emboscada, planta los talones y se enfrenta a su pasado, a sus miedos, a sus padres artísticos, a sus referentes. Se asume la historia, y se piensa en todo lo que predar de ella”, añade Aldo. Los miembros del proyecto La Refriega han traído a la 30 edición de las Romerías de Mayo, además de la exposición colectiva, con curaduría de Annia Leyva Ramírez, varias intervenciones públicas, como Oasis en realidad aumentada; intervenciones en video como La mirada de la Piel; Papaya Split, en colaboración con DjArte; la realización de cinco performances y el proyecto instalativo en el espacio La tribu Ojibwa.