Lisbeth Lima Hechavarría


Hasta las luces de Helen Ceballos

Muchas cosas cambian en esta isla. Van dejando un desazón que aruña al nervio y queda latente hasta que un nuevo dolor invade. Así, ciclo a ciclo. Sin embargo, a veces parece que doliera menos. Solo a veces. Pienso en Comala. Se queda vacío Comala. Fantasmea. Pobre de los Páramos que aún la habitamos, sin sabernos vivos o muertos… Quizás Rulfo sentía lo mismo cuando entonces.

Deambulo el pasillo de la Casona, medio sola a pesar de las fiestas. Fiestas, me digo, a quién se le ocurre pensar en fiestas. Pareciera que todo está bien. Varias de las locaciones muestran distintos performances. Una nueva expo enarbola las paredes en la Casa del Joven Creador de mi ciudad. Ha comenzado el “Almas Nuevas” en el marco del Festival del Caribe. El patio aguarda el inicio de una obra. Han querido lograr el efecto de invasión artística por doquier, simultáneos actos de fe. Disonancias al mundo exterior. Burbujas. Creamos burbujas, es la única forma de salvarnos. Resistencia, resistencia, resistencia; todo cuanto leo en los subtítulos que salen por los rostros de la gente. Debiera irme, pienso. Al filo de la puerta me debato entre romper el globo y dejarme tragar de nuevo por la realidad. Más, ella grita: “hasta las luces, mi niña, no mires atrás, nada hasta las luces”.

El rostro de aquella mujer hizo que detuviera en seco la catarsis en la que andaba, como escudo remanente de batallas anteriores. Contaba una historia. Me senté a observarla. Todo su ser hablaba desde un “yo-tu-nosotros” difícil de discernir. Nada en aquel circo era más real que su discurso. Descubrí que compartíamos una ambivalente gracia, dígase que, condiciones geográficas similares, aunque no fuese ese precisamente el motivo de la ambivalencia… ni de la gracia. Isleñas que huyen. Ella huyó, no le quedaba de otra. Su madre huyó, pero tendría que seguir huyendo por mucho tiempo. Su hermana nació en el seno de otra huida. Y yo, bueno, pues, no había tenido modo de hacerlo. Pero estaba ahí para escuchar su Rito de paso. Así se llama el proceso creativo que nos mostró esa tarde Helen Ceballos: artista puertorriqueña transdisciplinaria, como se define a sí misma. Lo que veíamos era una especie de documental sobre esa obra. Incluía videos cortos, audios, imágenes de performance que realizó por distintas islas del Caribe, documentando los diferentes niveles por los que ha atravesado el material. Quedé prendida de sus modos de hacer.

Volví a encontrarla en la Residencia Artística El cruce, un proyecto que se estrenó en el marco de la 42 Edición del Festival del Caribe este año, cuya sede está ubicada en la calle Calvario. Una noche, luego de haber recorrido las habituales locaciones de estas fiestas populares, fui hasta allá. No quería perderme la experiencia de coincidir con el arte más alternativo que estaba generándose en la ciudad, del cual ella era parte. Me saludó con entusiasmo, muy dispuesta a que entabláramos nuestro diálogo.

—Mi nombre artístico es Helen Ceballos —me dijo, y recordé cuando mencionó la noche antes que ese había sido una de sus identidades falsas en el proceso migratorio, siendo aún una niña— soy artista transdisciplinaria, trabajo mayormente con videos, instalaciones, fotografías… Lo que se presentó ayer en la Asociación Hermanos Saíz en el marco de este Festival del Caribe, no fue una pieza performativa, sino más bien una conferencia magistral, con un desmontaje del trabajo Rito de Paso. Pero lo que me trae este año a Santiago es una Residencia Artística que se llama El cruce; nació a partir de un proyecto que dirijo en Puerto Rico, llamado Plataforma Eje, pertenece a una de sus tantas gavetas de gestoría, porque Plataforma Eje es ya una Organización. Para esta primera edición de la Residencia Artística en Cuba, decidimos invitar a cuatro artistas santiagueros y cuatro de distintas regiones del Caribe como República Dominicana, Puerto Rico, Martinica y también Estados Unidos, para que entren en comunión con los artistas locales. El objetivo es que haya un compartir de saberes, para eso se están realizando talleres, conversatorios, encuentros más que nada. También en algunos momentos se hace muestra de obras.

La AHS me invitó a hacer una pieza performativa en su programa Almas Nuevas, yo, como tengo tantas cosas encima ahora mismo a raíz de la Residencia, decidí no mostrar una obra como tal, sino más bien usar el espacio para hablar un poco de mi trabajo, del proyecto El cruce y de esa manera darle promoción a lo que estamos haciendo en este marco que creímos el más idóneo para la idea desde un principio. El año pasado sí mostré pieza en el Festival. Estuve en el Teatro Cabildo, y bueno, fue hermoso, tuvo muy buena crítica significando una experiencia poderosa. Sin embargo, en esta ocasión no tengo la necesidad de hacer teatro de urgencia, tengo más ganas de tener contacto con la gente, de profundizar, de no apurarme por mostrar, sobre todo cuando estamos enfocados en un programa pedagógico tan importante como es la Residencia Artística. Es darle un poco más de importancia al proceso que al resultado final. Ciertamente, yo traje mis vestuarios, los audios y los videos y todos los elementos de las piezas, y podría hacer un performance incluso hoy mismo, pero estoy decidiendo, con toda intención, no hacerlo esta vez porque me parece importante honrar mejor el trabajo que se está intencionando desde El cruce.

Particularmente, mi práctica se basa en un tipo de teatro e intervenciones performáticas que tienen que ver con los rituales. Se conoce dentro del género, si le tuviésemos que poner una sombrilla al trabajo, como piezas site specific, lo que quiere decir que para yo poder montar una obra tengo que estar varios días sintiendo el espacio, viendo cómo se ve, intercambiando con él, y donde más he estado es aquí, en este sitio maravilloso que le nombramos de cariño La metatranca, sede de la Residencia Artística El cruce. Un lugar de pensamiento, de encuentro artístico, así que, todas mis creaciones donde podían tener mejor cabida es aquí. Ahora mismo se está proyectando un video de mi autoría y en la parte exterior de la casa hice una instalación, todos son procesos que no tienen ninguna intención de llamarse obras terminadas. Estoy en un espacio de formación, a diferencia del año pasado que sí estuve como una artista invitada para exponer. Siento que subestimamos mucho estos procesos de trabajo. Para mí es más tentador verlo nacer de la nada que ya creado sacando todo de la maleta para montar una obra y ya, como si fuera magia. Es igual de valioso presenciar al artista formándose, haciéndose preguntas, cuestionándose si su trabajo está terminado o no: ¿cómo ustedes lo hacen acá? ¿Cómo se consiguen financiamiento, o no lo consiguen?, o sea, ¿cómo es tu guerrilla? Y que yo te puedo contar cómo es mi guerrilla del otro lado del charco, pero a mí me interesa saber cómo es la de acá. Cuando digo guerrilla lo digo de manera coloquial, no refiriéndome a cuestiones políticas, sino más bien a la guerra interna que vivimos los artistas en situaciones precarizadas, y El cruce es eso, un cruce entre artistas.

Me autodenomino como una artista transdisciplinaria en vez de multidisciplinaria como muchos de mis colegas, porque con lo que hago, intento, que como práctica habitual atraviese las fronteras de lo uno o lo otro. Hago converger el videoarte, la fotografía, las instalaciones, la escritura, el teatro y lo performativo, pero no hay una barrera. También hago piezas sonoras con otros artistas que son músicos; si hay un videoartista que quiere sumar su video a mi trabajo y a mí me resuena y hay un diálogo pues, lo hacemos, igual instalaciones de conjunto. A mí me encanta teñirme del trabajo que hace la otra gente, así que ya ni me peleo con eso de si soy actriz, o soy teatrera, performera, yo soy artista, y bebo de todas las disciplinas que me pasen por delante. También tengo un trabajo con mi cuerpo y no me considero bailarina, pero me muevo, y me muevo con toda la información que mi cuerpo lleva, como una mujer afrodescendiente, queer, gorda, caribeña, con toda mi ascendencia que habla de otras mujeres como yo, eso también es una danza. Cada vez que mi cuerpo está en el escenario no solo yo estoy ahí, se paran conmigo todas mis ancestras y todas las personas que viven realidades similares a la mía en términos de fisionomía y de vida. Pero, si ahora me preguntasen que si también soy bailarina, pues sí, lo soy, porque bailo salsa y reguetón, aunque no tenga una técnica especializada de ballet ni danza contemporánea, pero siento que mis movimientos también informan y transmiten, componen a nivel creativo, entonces a mí me interesa más un arte al que se le caigan las etiquetas, respetando por supuesto a todos los profesionales de cada rama, a toda esa gente que tiene años en lo suyo y técnicas y desarrolla pulsión específica en un área. Pero yo, sin dudas, soy una artista transdisciplinaria, mi trabajo y mi hacer bebe de muchas fuentes, y cada vez que yo me acerco a una, pónganle la firma que la estudié antes de pararme en un escenario, me tomo tiempo en conocer al respecto primero y estudiarla. Si yo en esta ocasión, porque me pinta, me dan ganas de escribir poesía, pónganle la firma que antes de pararme a hacerlo estuve al menos un año escribiendo hasta pulir eso, solidificarlo para poder atreverme a mostrarlo. Quizás también por eso en esta ocasión decidí no mostrar obra, porque me siento más llamada a pensar en la práctica y los procesos, y porque llega un momento en el que uno no quiere hacer por hacer, ni por llenar un hueco ni cubrir un programa. Hay momentos en el que uno necesita encontrarse con su trabajo; y bueno, parte de la práctica también me ha llevado a entender que ya casi yo no hago para el público, ni para que el otro me vea y se pare y aplauda como una foca, no, yo hago para mí. Porque yo necesito hacer este trabajo, y si yo no estoy contenta pues no lo voy a hacer.

Rito de paso es una pieza en la que estoy trabajando. Se entiende como rito de paso a ese proceso espiritual que viven las personas que están próximas a cometer un suicidio. En ese tiempo hay un momento donde la persona se desasocia de sí y se le olvida quién es, pasa de ser un neurótico a ser un psicótico. El neurótico da cuenta de sí y del otro, el psicótico en ese momento no da cuenta del otro, por eso es capaz de hacer cosas que luego no están en un nivel de conciencia que dé cuenta a la existencia de los demás, incluso no da cuenta de sí, por tanto, es capaz de hacerse daño a sí mismo, eso se conoce como rito de paso, es como ese umbral que te lleva a otro estado de conciencia.

Rito de paso para mí es una pieza muy importante, que dicho sea de paso su tema central ni siquiera es el suicidio, es una metáfora más bien que yo uso para hablar del trabajo sexual en el Caribe y lo que viven las mujeres que tienen que literalmente hacer sus ritos de paso para poder ir desde sus niveles de conciencia y poder ejercer el trabajo sexual como una manera de supervivencia. Es como si pasara a otro nivel de conciencia que te empodera para hacer otras cosas. Este trabajo tiene tres años de investigación, estuve en Martinica haciendo entrevistas a mujeres que han sido trabajadoras sexuales, también en República Dominicana. Es un trabajo que se ha ido montando de a poco, y así seguirá, yo no tengo apuro. La he ido mostrando por fragmentos, como procesos de trabajo, y cuando no puedo hacerla al menos puedo hablar de ella y en cualquier contexto, tanto hablando como mostrando los gestos performativos que la componen, la obra también crece, no todo es producto, hay algo que tiene que ver con el proceso que también es bien rico.  

La escuchaba y resonaban en mí las imágenes del día anterior, cuando desmontaba el trabajo Rito de paso en la AHS, iba complementándola mientras hablaba. Aquella frase: “hasta las luces, mi niña, no mires atrás, nada hasta las luces”, dicha por su madre cuando estaban llegando a las costas de Puerto Rico desde República Dominicana, me hizo ver el inicio de todo. De golpe supe que sin dudas ese sería el título de este texto. Tal vez no esté ni remotamente cerca de la verdad, pero, como de este lado, quienes apreciamos el arte tenemos el derecho absoluto para interpretar, asumo la licencia de que ahí comenzaba a armarse la artista conceptual que es hoy Helen Ceballos, o como desee nombrarse esta mujer inmensa, que encontrará siempre la luz en sus disímiles formas de sentir y hacer.



A propósito de la Beca Transcultura, Leonardo Padura y Tips de Técnicas Narrativas

A propósito de mi aceptación en una de las 12 becas para el Curso de Escritura Creativa que ofreció el programa de la UNESCO Transcultura (integrando a Cuba, el Caribe y la Unión Europea mediante la Cultura y la Creatividad, financiado por la Unión Europea), les comparto algunas nociones de técnicas narrativas que estuve refrescando para el examen de postulación. Quizás les sea de interés y ayuda. Además, me hará feliz que dejen sus comentarios en el post y polemizar al respecto. Retroamilentarme con sus puntos de vistas.

Antes les comento un poco sobre esta beca y su programa de estudio: Transcultura lanzó una convocatoria de 24 becas para participar en dos cursos presenciales, con doce plazas para cada uno: Escritura creativa y Edición y publicación de libros. Es sin dudas una gran oportunidad. Fue para mí una especie de superación académica ya que tuve la suerte tremenda de egresar del Centro De Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en su decimosexto Curso de Técnicas Narrativas, hace ya casi diez años (2013-2014). En aquel entonces varias fueron las personalidades de las letras, tanto cubanas como internacionales que ofrecieron conferencias intencionadas hacia la formación de los jóvenes aspirantes a escritores que allí estábamos, Leonardo Padura entre ellos. Ahora, una década después, tendré el inmenso placer de volver a las aulas bajo su tutoría.

¡Y pensar que por poco no me entero de esta convocatoria! Por eso, como siempre digo, «los amigos y amigas son el alma de nuestros logros», pues, aun cuando debamos el éxito a nuestro propio empeño y constancia, ellos siempre están ahí para sostenernos. Cuando supe de esta oportunidad andaba vuelta loca, cargada de quehacer como casi siempre, trabajando online en algún artículo, ya ni recuerdo bien, y una amiga a la que aprecio muchísimo me mandó el link por Whatsapp solo acompañado de un mensaje que decía -Lis, esto es para ti, postúlate-. Lo revisé un rato después y confieso que al ver la poca capacidad que ofrecían a nivel internacional incluyendo a Cuba, y lo próxima que estaba ya la fecha de cierre, dudé en cuanto a presentarme. Pero, si no lo hacía violaba mi propio código de trabajo, nunca debemos ser nosotros mismos quiénes establezcamos límites que atenten contra el posible éxito, así que, me postulé y dos semanas después vino la fantástica noticia de la aceptación. Creo que todavía no he concientizado bien la magnitud de lo que este curso internacional que ofrece la UNESCO significa. No solo en la formación sino en lo que representa para el currículo el haber obtenido una de estas becas y alegar la tutoría del escritor Leonardo Padura. Marcará, como lo hizo en su momento el Centro Onelio, un antes y un después en mi carrera como escritora.

Seguidamente les comparto mis respuestas en el examen diagnóstico para el Curso de Escritura Creativa. Para ello basé mi revisión bibliográfica, amén de mis conocimientos, en el libro Desafíos de la ficción, compilado por el maestro Eduardo Heras León, fundador y director por muchos años del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, La Habana, Cuba, lamentablemente fallecido la madrugada de hoy, jueves 13 de abril. En paz descanse.

Examen Diagnóstico

Curso de Escritura Creativa con Leonardo Padura

¿Cuáles son las principales herramientas para escribir una novela?

  • -Elegir minuciosamente el conflicto
  • -Construir un croquis cronológico de la historia
  • -Definir estratégicamente quién contará la historia
  • -Diagramar los personajes, detallarlos aun cuando toda la descripción no se vaya a usar. (Es para tener una idea lo mejor concebida posible de quiénes son esos personajes, cómo lucen y cómo piensan para no perder el norte nunca con sus actitudes)
  • -Pensar, crear y montar las escenas o capítulos (que no tienen por qué ser sinónimo siempre) por separado, ver cuán funcionales son por individual y de conjunto
  • -Fijarse en mantener el ritmo de la historia, manejar la intensidad y la tensión (como les llamaría -Cortázar a factores para la eficacia narrativa) en dosis precisas y previamente conciliada con el argumento y los personajes de la obra
  • -Tener un argumento sólido
  • -Desarrollar bien dosificadamente el conflicto
  • -Contundencia para el desenlace del conflicto

 

¿Cuál es la estructura del cuento?

  • -Inicio de la historia: presentación de los personajes y esbozo del conflicto (independientemente del espacio-tiempo que se elija). Despliegue de los recursos literarios de los que va a comenzar a valerse la obra
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  • -Desarrollo de la historia (en dependencia de la técnica, ya sea el resumen o la escena). Entresijos del conflicto. Caracterización de los personajes. Interacción entre ellos y con el lector desde el uso de los recursos literarios.
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  • -Desenlace del conflicto (o no)
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Tanto ha mutado ya con la experimentación creativa este género literario, como el resto de las artes, que resultaría un poco improcedente abordar reglas que a la larga se ven desafiadas por la propia ficción. No obstante, en teoría narrativa clásica, el cuento parte de la noción de límite, y en primer término de límite físico, pues una vez pasado de un número x de hojas ya se comienza a considerar como «nouvelle» (noveleta), término medio entre la novela y el cuento. No es una ley que se aplique en todas partes, pero sí es real la condicionante del límite y lo conciso de la idea a desarrollar.

A diferencia de la novela, que va ganando puntos capítulo a capítulo, en el que no todos tienen por qué estar en el mismo nivel de impacto ya que cada uno lleva su propio objetivo, previamente calculado y analizado según avance el croquis de la historia, el cuento sí funciona por knockout. La novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, tiene tiempo de narración para ello, pero el cuento va a contra reloj y para estar bien logrado debe ser incisivo, mordiente, mantener el ritmo de inicio a fin, contundente desde la primera frase. Pero, tengo la convicción de que esto no debe entenderse literal a pie de letra, «porque el buen cuentista también puede ser un boxeador muy astuto, y muchos de sus golpes iniciales pueden quizás parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando ya la resistencia más sólida del adversario» (Cortázar, Teorías del cuento I, 1995).

No obstante, se puede hacer un balance, intentar una aproximación valorativa de la estructura de este género de tan difícil definición, tan huidizo en sus múltiples y antagónicos aspectos. Pero sí considero importante no olvidar que la creación espontánea precede casi siempre al examen crítico y está bien que así sea. Nadie puede pretender que los cuentos sólo deban escribirse después de conocer sus leyes, en primer lugar, porque no hay tales leyes, a lo sumo cabe hablar de puntos de vista, de ciertas constantes que han ido construyendo una estructura.

¿Cuál es la diferencia entre el cuento y el relato?

La diferencia básica está en la existencia de un conflicto, el cual a medida que avanza la historia va desarrollándose, amén de que al final se logre un desenlace o no. Hay estudios que también hablan de cuentos sinflictivos. Imagino que le mantengan la categoría de cuento basándose en otros argumentos como el plano ficcional, por ejemplo, puesto a que los relatos tienden más hacia lo anecdótico. Pero, ciertamente, todos estos conceptos se han vuelto cada vez más subjetivos o relativos.

¿Qué es el argumento?

El argumento es todo el bagaje que sostiene el desenvolvimiento de la historia. Es incluso la historia en sí misma, el desarrollo del tema escogido para narrar. Este puede ir mutando de a poco según la interacción de los personajes, pero nunca desligándose de la idea original, que es lo que mantiene la coherencia. Un argumento bien llevado, con la cualidad del imán, como diría Cortázar, atrae todo un sistema de relaciones conexas, que coagula en el escritor y más tarde en el lector, una inmensa cantidad de nociones, entreversiones, sentimientos y hasta ideas que flotaban en la memoria o la sensibilidad del escritor. Es el elemento en el que el escritor puede regodearse y jugar con la intensidad y la tensión de lo narrado según lo permita la obra.

Menciona los autores más influyentes de la historia de la poesía

Esta respuesta suele ser muy relativa teniendo en cuenta las apreciaciones individuales de cada lector. Y, desde un punto de vista crítico pudiera decirse que está incompleta, poco aterrizada a un contexto o período determinado. De este análisis cabe entonces concluir que la influencia de la poesía no ha sido siempre universal ya que no siempre existió un universo poético, aunque los poetas se remonten casi a los inicios de la propia existencia sapiens.

No obstante, si echamos un vistazo a la historia del género lírico podríamos mencionar nombres como: Safo de Mitiline, en el período Helénico, cuya impronta marcó pautas importantes en la identidad sexual del ser, definiendo desde entonces un antagónico poético; también fueron influyentes Píndaro y Anacreonte. En Roma pudiéramos mencionar a Séneca, aunque en realidad en el período romano proliferaron otros géneros más que el lírico, como el teatro con Plutarco, Terencio, por ejemplo; la oratoria. También dejó gran impronta poética Virgilio, con la Eneida. En la Baja Edad Media podemos mencionar Los cantos del Mío Cid, el Cantar de los Nibelungos, pero ya en la plena Edad Media como tal, lo que más floreció fue la literatura sacramental, los Autosacramentales.

Una vez comenzado el Renacimiento encontramos a Shakespeare, Chosen. Luego en el Barroco están Quevedo, Góngora, donde también floreció mucho el teatro. En el período romántico son numerosos los nombres que podríamos mencionar como influencias en la historia de la poesía: Gustavo Adolfo Béquer, Poe, Goethe, el padre del romanticismo. Pushkin, padre de la poesía rusa. En el siglo de oro de la literatura en español no puedo dejar de mencionar a Sor Juana Inés. Hacia los más contemporáneos mencionar a Baudelaire, Rimbaud. En el siglo XX hubo una gran proliferación de poetas influyentes: Rubén Darío, Octavio Paz, Neruda, Vallejo, Lorca, Ezra Pound, T.S. Eliot. Sucesivamente podemos mencionar a Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Ernesto Cardenal. La lista podría ser todo lo horizontal que el bagaje de lecturas de cada quien permita.

¿Qué es el tiempo y el espacio en la narración?

«El espacio», entiéndase con eso punto de vista, ya sea desde dentro o desde fuera del mundo narrado, lo define el tiempo gramatical que ocupa el narrador. Al definir quién va a contar la historia las opciones pueden parecer muchas, pero en realidad se resumen a tres:

  • -un narrador-personaje (que ocupa la 1era persona gramatical)
  • -un narrador omnisciente (que ocupa la 3era persona gramatical)
  • -un narrador ambiguo (que cuesta a veces definir si se encuentra dentro o fuera del mundo narrado y ocupa la 2da persona gramatical)
  •  
  • La definición de la persona gramatical nos ubica en la situación que el narrador ocupa en relación con el espacio donde ocurre la historia que nos refiere.
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  • «El tiempo» es ese elemento del plano narrativo, distinto al real, incluso cuando se cuenta en presente, y cuyo tratamiento define el del espacio, el poder persuasivo de una historia. Está regido por los tiempos gramaticales. El tiempo en que transcurre la historia es, o debe ser tan ficcionado como los personajes. Es importante mencionar que hay un tiempo cronológico y un tiempo psicológico que cobran singular importancia en la medida en que sepamos graduarlo en la historia.


Cómo se engulle una isla

Surgen los encuentros a veces de la manera más insólita. Son tiempos donde la vida está al clic de un ícono, al envío de un mensaje de texto, a la reacción de un like en redes sociales. Mas, reconforta cuando pese a tanta virtualidad aún persisten costumbres de siempre, ahí cuando nada supera a la charla entre cafés y el calor del roce humano. No obstante, he de admitir que, en esta historia, tanto poder tuvo lo uno como lo otro.

Hace tal vez un año y poco más, una noche de insomnio como tantas, mientras navegaba el infinito mundo online, un chico anunció por WhatsApp la venta de algunos libros de uso. Descubrí en aquel grupo, llamado El Librero, varios títulos que desvelaron ya por completo mis nervios, pero poco fue eso ante lo que vino después. Al escribirle para preguntar al respecto, del otro lado contestó un jovencito de apenas veinte y poquitísimos años, pero cuyo conocimiento superaba en creces su corta edad. Siempre me hace muy feliz comprobar que nuestros jóvenes sí leen, que aún los libros son capaces de apasionar tanto. Hay quienes no confían en el poder de esas cosas simples frente al monstruo enorme de Internet.

 

Descubrí a aquel muchacho y se me llenó de júbilo el alma. Poder compartir juntos nuestro amor infinito por los libros, sus olores, frases específicas de algunos autores y otras manías bibliofílicas, se convirtió en un pasatiempo agradable que además nos retroalimentó muchísimo. De ese modo pudimos encontrar entre nosotros varios títulos que llevábamos tiempo buscando. Así, cada vez que viajaba, me pedía que encontrase algún volumen para él, sobre todo libros de Leonardo Padura, autor que significó el vaso comunicante de esta “historia-reseña-entrevista”, ajiaco de géneros que traigo a bien compartirles hoy, sin etiquetas; ¿qué más da en cuál encaje siempre y cuando sea capaz de relatarles cómo a veces la vida hilvana los caminos?

Llegó abril y con eso mi aceptación para una Beca de Escritura Creativa con Padura y el equipo de su editorial en Cuba: Aurelia Ediciones. Entre las actividades del curso estuvo nuestra presencia especial en la presentación de un nuevo título de este aclamado autor cubano. En cuanto mi amigo supo de esto se le disparó el fanatismo y buscó por todos los medios la forma de obtener el libro, entre otros que también estaban a la venta. A los becarios nos daban la oportunidad de un descuento, pero solo para la obtención de un ejemplar. Con gusto le cedí ese cupo a él, para ser sincera, nunca he sido fan a la literatura de Leonardo. Mientras transcurría la actividad literaria más impresionante que he visto en mi vida dada la cantidad de público y el número de ventas, yo iba enviándole fotos y detalles de todo cuanto ocurría. De repente, mi amigo me manda una foto mía sentada en medio de la presentación de Padura. Alguien más tomó esa imagen para él. Aquello me pareció rarísimo, fue entonces que supe de otros amigos suyos que también estaban ahí. Les había dicho que yo ocupaba la primera fila, alardeando de tener asegurado su nuevo ejemplar del crack de las letras cubanas. Así surgió el encuentro con Lester Ballester y Javier Vila López, compilador y diseñador de La isla devorada, donde se encuentran recogidos una serie de cuentos breves cubanos contemporáneos. Por esa sentencia titular para la obra comenzó la entrevista, una vez llegados al punto protocolar de la conversación, cuando ya nos habíamos asombrados de la capacidad de nuestro amigo en común para unir gente de toda Cuba a través de sus libros de uso en venta.

En realidad, lo de contemporáneo sí, pero cuento breve no creo. Más bien son minicuentos, –acotó Lester–. Pero el editor se encaprichó en acuñarlo de ese modo. Creo que lo más relevante de esta compilación está en agrupar tanto voces nobeles, fuera incluso del panorama literario cubano, de los que nunca se ha oído hablar, como otros escritores que ya tienen una obra edita bastante sólida o en camino a serlo. Lo bueno es que hay una pluralidad. Entre las voces más conocidas podemos mencionar a Elaine Vilar madruga, Milho Montenegro, Rainer Castellá Martínez, Barbarella D´Acevedo, Anisley Miraz Lladosa, Argel Fernández Granado, este último una de las figuras más importantes de la literatura en Las Tunas, mi provincia.

Lester F. Ballester

¿Cómo inició el proyecto? –pregunté.

A inicios del 2020, iniciando la pandemia en Cuba, lanzamos una convocatoria con el respaldo de la Editorial Avatares (Pasto, Colombia). Pero la propuesta salió del editor Jonathan Alexander España Eraso, quien vislumbró la oportunidad de reunir a varios autores jóvenes bajo el hilo conductor de la narrativa breve. Luego las cosas se complicaron para ambos al enfermarnos de COVID. Perdimos comunicación durante un tiempo, incluso, confieso que me preocupé mucho, había hecho un compromiso moral con esos autores y debía sacar la compilación a como diera lugar, así que comencé a buscar otras editoriales para presentarles el proyecto. Pero por suerte reestablecimos vínculos. Sin embargo, siento que ese año y pico sirvió para mantener abierta la convocatoria por un plazo mayor, lo cual hizo posible el envío de más de cien propuestas. Yo realicé todo ese proceso de recepción de los originales y posteriormente la selección de las obras que integrarían el volumen. La primera preselección fue de ochenta textos, después decidimos quedarnos con los cincuenta mejores que de alguna forma representan el quehacer actual de este género en el país. El proceso que sí nunca se detuvo fue el de la parte visual que llevaría el proyecto. Desde el principio tuvimos la idea de ilustrarlo y Javier Vila López, junto a otro colega nuestro: Andy J. Gonzales Sanz, se encargaron de esa parte del trabajo.

A inicios de 2022 volvimos a enfocarnos en el proyecto. La primera editorial con la que pensamos saldría la coedición del libro, Editorial Quarts, de Perú, no continuó en el proceso, en su lugar se sumó Nueve Editores (Bogotá, Colombia), con la que finalmente trabajamos de conjunto. El manejo con ambas editoriales fue fructífero, serio y comprometido desde que decidimos reestablecer los tiempos de edición de la obra. Jonathan Alexander España Eraso tuvo a cargo el prólogo de la compilación y Andrea Vergara G., gerente editorial de Nueve Editores, se ocupó del epílogo, así como de la portada del libro ya que también se desempeña como artista visual, así que, es una obra suya. La nota de contracubierta tuvimos el honor de que la hiciera Raúl Brasca, reconocido escritor argentino, multipremiado internacionalmente, estudioso de la minificción, uno de los referentes más reconocidos del género en Latinoamérica.

Quedamos contentos con el resultado, pero sí siento que se nos quedaron fuera muchos escritores importantes del panorama literario actual en Cuba, que tal vez no se hayan enterado de la convocatoria. Así que pensamos en un segundo tomo para más adelante, donde tal vez se incluyan de nuevo voces nacientes con otras más consagradas en pos de hacerlas confluir.

Mira, –me dijo mientras miraba su reloj– justo ahora debe estarse presentando por primera vez el libro en Colombia, era a las siete de la tarde, aquí son ya las ocho y cuatro minutos.

 Que coincidencia, ¿no? Estaba teniendo en ese momento la primicia. Por primera vez entrevistaban al compilador y al ilustrador de La isla devorada en Cuba. Confirmó Lester Ballester que próximamente estaría participando en las Romerías de Mayo, promocionando el libro bajo el amparo de Ediciones La Luz. Según pude apreciar, la obra tuvo su espacio dentro del programa de las Romerías, evento de arte joven más importante del país y posteriormente continúo presentándose en otros eventos.

A día de hoy, ya la Biblioteca Redonet, del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, cuenta con un ejemplar del libro. La iniciativa de que cada egresado del centro resguarde su obra ahí, garantiza un repositorio interesante para el estudio de la narrativa en la isla, información que cada año se actualiza con el egreso de nuevos narradores y los resultados de trabajo de las decenas que ya hemos logrado publicar.   

Javier Vila, el ilustrador, se había mantenido bastante tímido hasta el momento. Ambos son jóvenes aún, no dejaba de asombrarme que se hubiesen lanzado con la responsabilidad de este proyecto. Lo sonsaqué un poco y se animó a contarme sobre las ilustraciones de cada minicuento. Comentó que había pasado años en la construcción de los bocetos, todo el tiempo que duró la edición, desde las primeras selecciones de los textos que integrarían el volumen. El otro ilustrador Andy J. Gonzales Sanz vive actualmente fuera de Cuba, pero aseguró que mantuvieron comunicación durante el proceso de trabajo.

El resto de la noche la pasamos compartiendo ideas respecto a la nueva obra de Padura, los entresijos de la literatura actual y sus marañas habituales. Decidí llamar a nuestro amigo en común, el joven vendedor de libros de uso por WhatsApp. Agradecer por incitar el encuentro, lo cual supe, en algún tiempo, daría paso a otro trabajo que disfrutaría escribir. Preguntó por sus libros de Padura, sonreí mientras pensaba qué historia de pérdida inventaría para hacer vibrar la venita de su frente. Sin embargo, para mi sorpresa, ignoró la malicia de mis comentarios respecto a haber dejado los libros en la cafetería, solo preguntó si me había hecho con algún ejemplar de La isla… y que, como era lógico sería suyo. Yo me quedaba con el privilegio de la entrevista a su compilador y, evidentemente a él le correspondería el libro como pago. Bibliofilia, señores, ahí se justifica todo.   



Los caminos de Rostros

En varias ocasiones he sido invitada para conversar sobre mis libros publicados. Acá en Cuba recientemente finalizó la Feria Internacional del Libro, itinerante por todas las provincias del país. Tuve la oportunidad de estar en La Habana para la presentación de mi cuarto volumen publicado, una reedición del primero, Rostros, que esta vez salió en epub por el sello Cubaliteraria con el título Zona inexplorada. Así llamé hace ya nueve años al primer cuento que escribí en mi vida mientras cursaba el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Me hizo feliz que la editora Daína Rodríguez sugiriera publicarlo con ese nombre, así hago honores a ese primer cuento.

La vida y sus azares es realmente asombrosa, pues, justo cuando se conmemoraban los dos años de publicado mi primer libro, sale reeditado en mi país sellando otra primera vez en mi carrera como escritora, siendo también el primer libro que publico en Cuba. Así que ya marcaron esos mismos cuentos dos importantes primicias: primer libro publicado, y luego primer libro publicado en mi terruño. En general, Rostros ha traído un sinfín de alegrías y siento fortuna por ello, pues, conozco a no pocos colegas que reniegan de su primer libro. Ciertamente, a medida que uno va madurando en este oficio, lo que debe ocurrir, si te tomas en serio el trabajo, es que evoluciones creativamente, también en cuanto a estética y vayas perfeccionando tu propio estilo. Si no pasa así, preocúpate, es sano que podamos evidenciar esos cambios, pero no avergonzándonos de nuestro primer hijo/libro, ese al que tanta fe le tuvimos una vez, tanta confianza como para lanzarlo al mundo.

Allá por 2020 comenzaba a ponerse de moda una editorial en EE.UU promocionando el slogan de “libros como puentes” para unir a la Isla con ese extremo norte que tanto lleva de Cuba en sí mismo. Fuimos y somos muchos los escritores cubanos que enviamos manuscritos inéditos y no inéditos a las manos de Eduardo René Casanova Ealo. Ese cubano establecido en Miami hace ya unos cuantos años, escritor, laureado en sus tiempos de juventud acá en la Isla, dio vida a ese sueño editorial que tuvo desde siempre. Así nació Editorial Primigenios. Estuve al tanto desde la apertura de sus puertas, y me lo pensé varias veces para enviar el volumen. Me hubiese gustado mucho que mi primera obra saliera publicada en mi país, pero, eso ya en ese momento era bastante utópico, ahora cada vez más, teniendo en cuenta como siguen las crisis, no solo la del papel. Decidí enviar mi libro, con aquellos quince cuentos realmente primigenios en mi carrera y poco después supe que había sido aceptado. Pasaron unos cuantos meses hasta que estuvo listo y se hizo el lanzamiento por Amazon el 18 de febrero del 2021. Claro, no fue así de simple. Antes estuvo todo el proceso editorial de las propuestas de portadas, las cuales rechacé una detrás de la otra hasta dar con esta que, me atrapó de súbito. Fue amor a primera vista, pero previo ya había rechazado, con tremenda pena, unas cinco portadas, más toda la revisión que hice yo en Internet a la búsqueda de una imagen que resumiera la esencia de Rostros.

(Algunas de las propuestas de portadas de Rostros que rechacé durante su concepción editorial)

Tuve por primera vez el libro en mis manos en junio de 2021. No puedo describir la emoción que sentí. Realmente una sensación poderosa de triunfo. De amor profundo a esas páginas que tanto soñé ver publicadas. Hice hasta una fiesta en casa con mi familia y amigos más cercanos.

No obstante, una vez pasada la emoción, comencé a revisar detalladamente el volumen y noté erratas que nunca antes percibí durante el proceso para la maqueta final del libro. Son cosas que pasan, sobre todo ante la inexperiencia, amén de que nunca es igual revisar un documento en físico que digital. Muchas veces le pasé por encima al PDF creyéndolo listo, luego comprendí que una obra nunca queda lista del todo. Estuve rumiando varios días la idea de la decisión que luego tomé: hablé con el editor y mandé retirar el libro de las plataformas de ventas, pues, luego, en un análisis más a fondo, me convencí de que el libro podía tener mejor edición, merecía una mejor edición. Sin darle más vueltas envié el documento último sobre el cual había trabajado con la editorial (previa consulta con su gerente y tras obtener los permisos) a un amigo editor cubano y pagué por sus servicios. Hicimos un buen trabajo de conjunto y sin alterar el orden de los cuentos, ni las historias, concebimos un mejor Rostros. Coloqué algunos exergos que en la primera maqueta faltaron y la verdad, quedé complacida. Luego envié una vez más el libro ya reditado a la Editorial y volvieron a ponerlo en venta.

Amén del contratiempo con la edición, mi primera obra publicada me ha dado muchísimas alegrías. Estuvo tres días consecutivos en el número uno de literatura erótica en Amazon y en el cincuenta y nueve de obra de ficción, con más de trescientas descargas por día tras una promoción que realizara la Editorial.

El libro estuvo en dos Ferias Internacionales del Libro: en Cartagena de Indias, Colombia y en Miami, en los stands de ventas de la Editorial Primigenios.

Esta gestión editorial ha permitido que mi obra llegue hasta donde no he podido llegar yo. Aunque, de alguna forma, los autores siempre estamos en todos los caminos que recorran nuestras letras.

Pero, sobre todas las cosas, Rostros me ha permitido llegar al público lector, porque este primer libro que publiqué fue la puerta abierta para todo lo demás que se ha desencadenado en mi camino como escritora y merece unas crónicas sobre cómo ha hecho florecer mi carrera. Creo que siempre seré recordada como la autora de Rostros, aunque salgan cien libros míos más, y eso me hace feliz.



El lunes más largo

Hace unos días les dejé por acá un post sobre mi más reciente viaje a La Habana y los bichos que me acompañaron: Un viaje con bichos en la cabeza. Como bien pronosticó el chofer del ómnibus en el que iba, a las tres de la madrugada de ese lunes, ya estábamos en la terminal de Villa Nueva. Y allí llegó esta santiaguera, casi más capitalina que cualquiera porque con las veces que viajo en el año a desandar sus calles, trabajo pa’rriba, trabajo pa’bajo, imagínense ustedes.

Mi hermano debía estar esperándome para recoger una jaba con comida que la familia de su novia les había enviado, (están becados en la UCI), pero no fue así. No quise hacer catarsis tan pronto. Me acomodé hacia una esquina luego de haberme ubicado bien donde estaba, pues, hacía tiempo que no iba por esa zona de Vía Blanca a inicios de Diez de Octubre, pero bueno, dicen que lo que bien se aprende no se olvida; la cosa era cómo llegaba desde ahí hasta la tienda de Carlos III a las tres de la madrugada. En realidad, nunca he temido el andar sola por las calles, ni en La Habana ni en mi provincia ni en ningún lugar, y no lo digo vanagloriándome de ello, es una imprudencia de mi parte, siempre he pensado que tengo un poco adormecida la noción del peligro, pero bueno, en fin, solo restaba esperar. Hice la primera llamada y mi hermano no atendió el teléfono. Los taxistas me tenían loca ofreciéndome sus servicios hasta la puerta de la casa. “Casa”, ¡qué pena me daba con Amelita el tener que llegar a estas horas! “Taxi”, ¿de dónde? Esta cubana de a pie había viajado con lo básico. En lo que mi hermano devolvió el timbre tuve tiempo de cargar los matules hasta una de las sillas dentro de la terminal. Allí esperé con calma cerca de media hora, quizás un poco más.

–Estamos aquí –escuché al otro lado del teléfono. Al salir, supe que no había llegado solo. Mejor, me preocupaba el saberlo por ahí de madrugada. Un colega de la Universidad y un primo lejano nuestro lo acompañaban. En realidad, viene siendo ya como pariente tercero en el pedigrí, es contemporáneo con papá, así que por una cuestión etaria le llamamos tío. Tremenda peste a alcohol traían. –Tuvimos que hacer tiempo empinando el codo, tata –dijo el mocoso ese, ni corto ni perezoso. Le di su jaba, que era lo único que me entorpecía el lanzarme a desandar porque he aprendido a viajar ligera, no como antes que cargaba medio armario. Pero bueno, no hizo falta, mi hermano se fue rumbo a casa del colega y mi tío alquiló una máquina para los dos.

Fuimos hasta una cafetería y me compró unos jugos, no había pizzas. Luego, a su apartamento. Me dijo que podía quedarme ahí para que no tuviese que despertar a mi amiga tan tarde. Lo creí prudente. Dejamos las cosas y me propuso salir a buscar algo de comer. No lo supe en ese momento, pero desde entonces había comenzado mi aventura en “Casa Tomada”.

La comunidad trans, el activismo que realizan a favor de sus derechos, de su legitimidad legal, la búsqueda del respeto absoluto, la integración y el reconocimiento de su identidad sexual, son tópicos en los que comienzo a inmiscuirme como parte de un estudio bastante holístico que realizo en cuanto a temáticas recurrentes en la literatura escrita por mujeres de Latinoamérica, amén de mi vínculo directo a las cuestiones de feminismo en las que sí llevo inmersa hace ya algunos años desde la coordinación de Diversas.

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Un proyecto que pretende desde el arte desmitificar cuestiones de género y del cual soy una de las coordinadoras. Sin embargo, a pesar incluso de la deconstrucción que una ha venido fomentando a lo largo del proceso cognitivo sobre estos temas, la supuesta falta de prejuicios y la comprensión, mentiría si dijese que una a veces no se sorprende al estar en presencia de personas trans y, al menos en mi caso, de forma ingenua, el asombro disimulado ante lo bien logrado del cambio, o quedarme un poco lela ante sus maneras de vida, o con recelo a preguntar cómo debo llamarle.

Esa madrugada con mi tío mientras comprábamos las pizzas, fuimos testigos de muchas escenas en una esquina caliente de Cayo Hueso. Variopinto se tornó el paladar. Por momentos me sentía en un libro de Pedro Juan Gutiérrez. Por más que venga de mes en vez a La Habana, no estoy acostumbrada a estas cotidianidades, Santiago no es la capital. Agradecí la experiencia, que ya las he tenido antes, pero que siempre vienen bien para entender las otredades y alimentar el morbo y la pluma. Mi tío se mantuvo en una postura de aceptación ante la diversidad, pero de lejitos, machistas la mayoría de sus comentarios, entre otros adjetivos que mejor no mencionar para no extenderme en descripciones innecesarias, «rifles colgados en la pared», le dicen los narradores.

Nosotros permanecimos afuera, por el mostrador. Desde ahí hicimos el pedido a una señora rendida en una silla a la que un hombre tuvo que sacudir prácticamente para que cobrase las pizzas. Ahí las recibimos y desde ahí vimos llenarse las mesas dentro del paladar. Varias parejas que comenzaban a salir de los bares y clubes nocturnos hicieron también sus pedidos. Hombres y mujeres trans que parecían conocer a mi tío, una flaca que preguntó si yo era su novia y sin esperar respuesta lo haló por un brazo diciéndole algo al oído. Luego supe que quiso saber si mi tío fumaba Hashís, para que le comprara y echársela juntos. Éste respondió que no, tal vez por pena conmigo (si supiera), y después la flaca le gritó que entonces le regalara cien pesos para comprar cigarros. –¿Cuánto? –dijo mi tío.

Un señor trans se empecinó en sacarme la lengua. Ya se me había atorado media pizza. Los jugos se quedaron en la casa y el paladar solo tenía cerveza. No tomo cervezas. El ron no es aconsejable con los lácteos. Aquello estaba rebosado de queso, mucho queso, como el señor.

Yo realmente estaba agotada. Sugerí que podíamos ir a casa, pero tío invitó a seguir caminando un rato por el malecón, estábamos cerca. No quería ser descortés. Era un poco raro todo aquello. No veía a ese pariente desde mucho tiempo atrás. Por suerte, suelo aclimatarme bien a los espacios y a las personas. Pero ya comenzaba a sentirme incómoda.

Al regresar a casa me mostró el cuarto donde iba a dormir. El aire acondicionado no encendía. Bueno, al menos la cama era cómoda. La pila con agua caliente no soltaba más que un hilillo fino. No hubo forma de que la ducha hiciera honor a su nombre. Confieso que valoré saltarme el baño. Necesitaba reposar esta cuerpa sobre la cama, aunque no durmiese mucho; el insomnio me habita poro a poro. Pero luego de 17 horas de viaje, tiempo de espera en la terminal, cafeterías y escenas diversas, era tiempo de un descanso.

Al final, me dieron las 6 de la mañana sentada en la ducha, llenando cubos de agua caliente. Pero valió la pena. Luego cada gota casi hirviendo arrastraba de mí el cansancio, revitalizándome de manera mágica. Cuando comencé a coger el sueño el móvil sonó varias veces. Mis amigas mandaban SMS recordando la fiesta de esa noche.: «Casa Tomada», Lis –decían– olvidarás que es lunes.

Sobre las once de la mañana salí de casa de mi tío rumbo a la de Amelita, la amiga con la que debí haber ido desde que llegué, pero realmente me daba pena despertarla tan tarde, y con lo perezosa que es, aquello iba a pesarle en el alma. Un almuerzo riquísimo me esperaba con ella. Había estado timbrándome al móvil desde temprano, preocupada porque no di señales de vida. Siempre disfrutamos mucho el tiempo juntas, aunque nos vemos con frecuencia se nos queda una nostalgia grande cuando nos despedimos.

Ame lleva una vida sosegada, muy diferente a la mía. Tiene establecidos ritmos que para nada atentan contra su debido descanso y su paz. Me cuesta ir a su paso, ¡tengo siempre el tiempo tan ocupado!, tantos proyectos que parezco teletransportarme de un sitio a otro, multiplicar mis horas en el día como si fueran panes y peces para cumplir con todo el mundo. Por más que lo intento no puedo echarme a procastinar, sin embargo, este viaje pasé tres días con ella y, realmente disfruté su modus de vida. Sentí que logré descansar. No obstante, entre charla y charla, anduve leyéndome un libro, cuya reseña tengo en punta para próximas publicaciones. Una guagua es un país, un libro de crónicas de una periodista cubana bastante popular por sus historias llenas de sandunga y cubanía. Disfruté mucho esa lectura. Fue el segundo título leído en ese viaje. A veces me pregunto, ¿cómo pretendo no andar siempre con dolores de cabeza si parezco una polilla devoradora de libros?

Sin percatarme apenas llegó la hora que había pactado con otra amiga para encontrarnos en la parada e ir juntas hasta Marianao para la fiesta de “Casa Tomada”, una intervención comunitaria que lleva el proyecto MirArte en La Habana, y que colabora con muchas otras iniciativas para el apoyo a la comunidad LGBTIQ+. ¡Por dios!, aquella parada del p14 en el Parque de la Fraternidad estaba en candela. El tiempo que hacía que no luchaba con guaguas. En Santiago ando pa’rriba y pa’bajo en bicicleta, y cuando no, en motos. No tengo paciencia, ni tiempo para echarme horas en eso. Pero bueno, hay sitios un poco estratégicos para los que no queda opción, ese era uno de ellos.

La guagua nos dejó en… en algún lugar cerca de donde íbamos, ahora mismo no recuerdo. La cosa es que anduvimos unas cuadras, nos perdimos, y de pronto una mujer con una niña a cuestas nos preguntó si llevábamos rumbo a «Casa Tomada», dijimos que sí y pidió que la siguiéramos, que ella estaba allá pero había ido a buscar a su hija y retornaba. Aquello me sonó un poco fuera de lugar. ¿Cómo iba a llevar esa mujer a su niña pequeña a una fiesta de adultos a esas horas de la noche un día de semana? Pero bueno… Cuando llegamos allí comprendí todo. El ambiente era «Jorodowskyano» para mí, que no estoy acostumbrada a esas fiestas llenas de colores, estilos, diversidad total. El show ya había comenzado. El resto de nuestros amigos estaban allí.

¿Qué es «Casa Tomada»?

Es un proyecto que inició en marzo del 2017 cuya sede está ubicada en Ave. 43, no. 13003 e/ 130 y 132. Marianao, La Habana, Cuba.

Sus objetivos son los siguientes:

  • Establecer una residencia de perfil didáctico para artistas, activistas autónomos, individuos o grupos en situaciones de vulnerabilidad.
  • Visibilizar la familia lesboparental afrocubana y que interactúen con otros ámbitos.
  • Fortalecer el emprendimiento psíquico, intelectual y económico de la familia y otros actores sociales.
  • Crear actividades de apreciación-creación de diversas manifestaciones sociales, artísticas, culturales y recreativas.

 

Trabaja con la Barriada de Coco Solo, uno de los 6 Consejos Populares del municipio Marianao, al noreste de La Habana. Con la comunidad LGBTTIQ+, con iniciativas Antirracistas, con la Red de Promotores de Salud y la Red de Educadores Populares formados en el CMLK.

La iniciativa Casa Tomada MirArte se desarrolla en el hogar multigeneracional de una familia lesboparental afrocubana. Pese a los esfuerzos gubernamentales y de otros actores sociales que accionan para la transformación civil, esta localidad, que en gran porciento está conformada por personas con salarios bajos y que no son favorecida por las remesas familiares del extranjero, históricamente ha presentado problemáticas como:

  • Salideros y contaminación de aguas potables con residuos albañales, debido al deterioro de las redes hidrosanitarias.
  • Deficiente educación ambiental e higiénico-sanitaria en la población ya que no se clasifican los residuos domiciliarios cuando se llevan a los depósitos.
  • Deterioro físico de inmuebles, viviendas, parques, calles, aceras.
  • Hacinamiento habitacional.
  • Vertimiento directo de desechos a ríos y zanjas colindantes.
  • No respeto a las regulaciones urbanísticas.
  • Escasos los sitios culturales y recreativos.
  • Nulos los de creación artística.
  • En reciente diagnóstico se observa aumento del consumo de alcohol y drogas en jóvenes, lo cual provoca a la vez indisciplina social. Señalamos que esta localidad es mayoritariamente de prácticas religiosas Africanas. Aunque también convergen otras religiones.

Es, como podrán percibir, un proyecto con una fundamentación bien pensada y analizada desde el punto de vista del impacto sociocultural. Articulado además con otros proyectos afines tanto nacionales como internacionales, lo cual les ha permitido establecer una red de colaboración para el desarrollo de las intervenciones comunitarias, destinadas a todo tipo de público. Entre ellas estuvo la noche de este lunes que les relato, donde los artistas de la Comunidad LGBTIQ+ tuvieron su espacio y la inclusividad desde los más diversos conceptos se respiraba en el aire.

Compartí durante toda la noche con un hombre trans, mayor, arraigado en la cultura popular de la barriada de Coco Seco y practicante de la religión Yoruba, con el cual establecí diálogos muy interesantes. Era un ambiente diáfano, de diversión sana. La pasé realmente bien y tal como profetizaron mis amigas olvidé que era lunes.



El ojo del ciclón

Anduvimos desandando La Habana Vieja el último día del Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica en esta 31 Edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana (febrero, 2023), despidiendo el evento a nuestro modo, el único modo en el que puede un joven comerse el mundo: abrazando todo cuanto encuentre a su paso en una ciudad saco, que cuelga en el hombro de un señor mayor, con cara de buena persona.

Si no caminamos cerca de 10 km ese sábado, lo mismo por separados que juntos, entonces, no caminamos nada. Hablábamos y se nos escapaba el tiempo en alguna esquina del saco, el viejito alegre nos dejó ser. Pasamos de Café en Café como de libro en libro. Debatimos sobre premios y faroles mientras abusamos de los buenos precios en el O’RELLY, de dónde tal vez no nos hubiésemos ido nunca. Un niño en la Plaza Vieja se me acercó con una flor de papel, origami a cambio de lo que yo quisiera. Quizás debí pagarle con un beso, abrazarlo con todo el amor del mundo, eso iba a llenarlo más que unos pocos billetes.

Todas las calles se parecen. Una es idéntica a la otra, y la otra a la de más arriba. Nunca supe dónde apareció el Ojo del ciclón. Si tuviese que volver a ir sola, no creo que encontrase el lugar. «Tango gratis», decía el cartel donde un portón abierto dejaba en primera plana la parte de atrás de un Polski, rediseñado a lo «rockanrolezco». Mientras, el viejo Jodorowsky hacía bregar sus palabras desde un televisor incrustados a la pared, aclimatándonos a los variopintos adornos que parecían cobrar vida en el camino. Un bulto de algodón colgaba del techo, simulando nubes en torno a maletas volantes, fotografías y cuadros, todo como parte orgánica de una instalación cuyo objetivo no parecía ser otro que transportarnos al más armónico reguero del que tenga recuerdo.

John Lennon nunca imaginó portar un cuerpo tan polifuncional como aquel que allí le adjudicaron, quedando su cabeza como si de algo completamente sincrónico se tratara, pose que nunca comprendo al ver la estatua, porque si de algo no pudiera culparse a ese flaco de espejuelos redondos es de normalidad (entiéndase a-normal por lo divino).

Una pareja jugaba al futbolín hacia una esquina, centrados, como si nadie más caminara alrededor, el diseño de lo que para mí era el asomo de una molécula química los envolvía. Un objeto acampanado y giratorio servía de estribo a zapatos de tacón sin par. Todo cubierto de libros: Filosofía Marxista, Cultura Política, Religión y Sociedad, entre otros alegres títulos. El ojo de Orus nos observaba desde una columna. Tres pedazos de mampostería, sabrá Dios arrancados de dónde (el ojo del ciclón siempre ha de ser una fuerza poderosa), dejaba al descubierto la anatomía de un cuerpo, como si de autopsia fuésemos testigos, se me antojaba cuerpo de mujer. En su interior solo un objeto se me hizo familiar: «una taza de café». Seguro una úlcera crónica fue la causa de muerte (respondo asumiéndome perito en el dictamen de los resultados macros).

Mártires en la pared del fondo. Eusebio Leal, anonadado, se transfigura en el fenómeno atmosférico de su querida Habana Vieja.



Día internacional de la poesía: ¿Acaso hace falta un día para representar a todos los demás?

Supe que alguna magia habría. Me resistí siempre a la idea de que todo fuese tan terriblemente normal. A mi alrededor fueron demasiado correctos, demasiado básicos, demasiado cuerdos. Hasta que la poesía me encontró, fraguándose luego el hechizo. No fui yo quien invoqué sus demonios, de haber imaginado alguna vez que esto sería así, me hubiese refugiado en la más torpe quietud. Llegó y, como si descorrieran cortinas en mi interior, entró la luz más despiadada para ojos acostumbrados a la penumbra.

Entendí que mis padres eran unos desgraciados, que no es lo mismo que decir malditos. Maldita estaba yo. Ellos simplemente habían perdido las máscaras. Mi poesía, que es lo mismo que decir mi ruina, comenzó a dejar sus verdaderos rostros al descubierto. Ya nada era demasiado normal como al principio. Lo abominable rondaba nuestra casa. Padre llenó las paredes con sus monstruos. Madre pretendía enseñarme a acariciarlos, hasta que un día su ada también comenzó a desdibujarse.

Como cuando uno se acostumbra a todo comienzan a dar igual las cosas, mi ruina aprendió a convivir con las bestias de mi padre, regadas por las esquinas. Con la cabeza gacha de mamá, donde encontró cierto gusto para dejarse fluir y hacerme gastar hojas y hojas. Hice de la perfección para narrarla un hobby recurrente. Los demonios de mi madre han demostrado ser los más inauditos de esta historia. Cosa que nunca habría podido percibir sin la poesía.

Me fui del purgatorio aquel donde nadie además de mí parecía estar ya demasiado cuerdo, pretendiendo ser normal ante el mundo. Caminar normal frente a los demás. Reír normal, como los demás, ser yo, normal, como los demás… Pero los demás olfateaban mi ruina a kilómetros y huían.

Cuando hay hambre, el estómago se adapta, se recoge, tanto que cualquier cosa llena. Pero, hay varios tipos de hambre, mi maldición no sabe de saciedad. Para colmo, ni siquiera es buena en lo que hace. Tal vez no lo necesite. Quizás solo me habita para atormentar, para sembrar en mí la urgencia del decir y alimentar su alegría ante la impotencia de saberme sin poder hacerlo. Su morbo es inmensurable. Cree que siempre puedo aguantar más. Soy el embase. El sombrero del mago al que le cabe todo. Pero, no todo lo que entra sale… No hay razón directamente proporcional en eso. Quizás por ello me sabe honda.

Un día mi ruina decidió que no había tenido suficiente para lidiar con mis propias bestias. Debía aprender a dominarlas. Para ello, las necesitaba enfurecidas. Trepidantes. No más intentar sonreír como todo el mundo. Ni andar aparentando coherencia, como todo el mundo. Ni siendo apaciblemente feliz, como todo el mundo. –¿A quién quieres engañar? –dijo. Y como Dios en sus días de gloria, sentenció: –a partir de ahora reptarás entre la hierba seca, al acecho y sin cuidados. No necesitas piernas para desplazarte. No fuiste animal destinado para las dos patas. Las cosas que en verdad te nutran solo vas a encontrarlas a ras del suelo, es donde está lo realmente importante, como las semillas. Todo está en las semillas. Y diciendo esto me engulló para siempre.

Hoy, renacida y sin piernas para huir, repto entre las bestias de los demás. Río con las risas de los demás. Soy feliz, como lo son los demás. Cómo solo pueden serlo esos que conocen la desgracia de que no hace falta un día para representar al resto.

 



Viñeta: Un viaje con bichos en la cabeza

Ya tío Max, el viajero, no compite conmigo. Bueno, el tío de los Fraggle Rock hacía viajes interoceánicos, que no es mi caso… todavía. Asumo que para cuando ese momento llegue ya habré perdido los temores y las nostalgias que deben venirle a uno dentro por naturaleza cuando viaja. Y digo deben porque si alguna vez los tuve, ya no lo recuerdo, o no lo recordaba… hoy siento algo parecido a eso. Aunque creo que se le parece más al cargo de conciencia. ¡Qué sé yo!, no logro identificar el mejunje de cosas que traigo dentro.

Tienes que parar, me dije esta mañana mientras miraba la cámara del teléfono: mí misma, es tiempo de un stop. Y pensé en mi hijo, la economía terrible que traen estos tiempos. Los deberes como madre y mujer que imponen la sociedad, la familia, el hogar: sandeces a las que una nunca escapa. Ya se los decía, cosas que vienen impregnadas en los genes. ¿Era realmente necesario que hicieras este viaje? Todos los meses viajas. La gente hace como que lo entiende, pero en realidad te juzgan, ¿sabes? Piensan en tu hijo de tres años que vives y mueres dejando con otros.

“No puedes pedirles que comprendan tu visión de futuro. No es época de analizar más allá del qué vamos a comer hoy. Y todos quieren un porvenir mejor, pero pocos realmente invierten en esas ganas. Tú antepones tus metas a todo, a veces hasta ante tu propio hijo, y, aunque suene mal, eres consciente de que solo persigues un bien mayor para los dos. Nada viene de la nada, tú lo tienes claro, así que no lo hagas tú también, no te juzgues. Ya la vida sola se encargará de eso, es su función, y si de lo hija’eputa que es hablamos, contigo se ha pasado. No le debes nada. Así que, no, acomódese los cojones y pa’lante”.

Definitivamente mi Yo1 y mi Yo2 tienen siempre charlas complicaditas, pero es obvio saber a quién de las dos le voy siempre, ¿verdad? Pero aun así, mi Yo1 ha logrado dejarme tocada esta vez. Ciertamente los últimos veinte meses han sido convulsos, muy convulsos. Desde que él no está, jamás he vuelto a ser la misma. Quizás el hecho de haber tenido que coger el ómnibus hoy en ese lugar, donde mismo lo cogí aquel junio fatídico, tenga que ver con los conflictos que ahora traigo. En ese momento también me hice la misma pregunta de si debía hacer el viaje o no, para mayor coincidencia el destino era el mismo que ahora. Para ese entonces la respuesta la tuve dos semanas después, cuando definitivamente me di cuenta que no, no era necesario el viaje. Nunca debí haberlo hecho. Solo espero que esta vez no ocurra ninguna desgracia.

«Libros», refugio bendito. Siempre el lugar seguro al que puedo huir. La tiranía de las moscas me acompaña, noveleta de Elaine Vilar Madruga, colega escritora cubana, con una obra sólida que la hace merecedora de una de las voces, si no la más notable, de la literatura actual escrita por mujeres en Cuba. Y ya en este punto cabe entonces hablarles de mi trabajo, ese que me tiene siempre de un lado a otro. Como ya saben, soy escritora, y parece ser que me lo he tomado bien a pecho desde que decidí dedicarme a la literatura de a lleno. Pero, lo cierto es que antes de haber decidido pedir la baja en el centro de ciencias dónde antes también trabajaba (época en la que llegué a tener tres empleos, me mantengo con dos) igual viajaba, quizás no tan seguido como ahora, pero, a decir verdad, desde que salí del instituto y comencé la Universidad, viajar se volvió mi rutina favorita. No puedo negarlo, me posee el alma de una gitana. En las cosas de la vida me pasa igual. Tres casas, siempre de una a otra, nunca quieta. Tarecos van, tarecos vienen. De arriba pa’bajo de abajo pa’rriba. Debe ser patológico. Pero, bueno, les hablaba del trabajo. Leo a Elaine Vilar con la intención de reseñar este libro reciente de ella que ha dejado bastante de qué hablar en el panorama literario hispano. Pero sobre todo porque es mujer joven que escribe y estoy desarrollando una investigación sobre literatura escrita por mujeres en Latinoamérica y el posible versus entre esto y literatura feminista (que no es lo mismo, o al menos no tiene por qué serlo) y, por supuesto, tengo algunos nombres de cubanas en mente, el de ella entre esos. La tesis que planteo es mi proyecto de graduación para la segunda maestría que desarrollaré, esta vez en Valparaíso, Chile (más viaje), donde gané una beca para un programa fabuloso: «Estudios Literarios y Culturales Latinoamericanos».

¿Cómo se relaciona este viaje actual que estoy haciendo ahora con todo lo demás que les mencioné arriba? Pues, voy rumbo a la capital para pasar un curso de posgrado sobre Crítica de Arte. Sí. Estudio. Ese es el motivo de mis viajes casi siempre. Cuando no, pues me muevo para participar en eventos, ferias del libro, presentaciones, giras, etc. Amén de que también estoy haciendo una maestría en Antropología Física en la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana. Soy bióloga… creo que ya también se los había dicho. Especializo en Antropología Forense, cadáveres humanos, ciencia que también me apasiona mucho como la literatura. Pero bueno, el perro tiene cuatro patas y coge un solo camino, como solía decirme un amigo. Así que, por lo pronto, decidí terminar esa maestría de Antropología y ya, ponerle un stop a la ciencia por un tiempo y seguir con la literatura, a ver qué tal me va.

Antes hacía biología de campo. Expedición tras expedición, como les comenté, viajar desde hace mucho ha sido como parte de mi sistema autónomo. Pero bueno, los modos de vida de una van cambiando, al menos deberían, sobre todo cuando se es madre, ¿no es lo que dicen?

-Piensa que vas de excursión, relájate y usa esta semana para coger un respiro en lo que comienzan los tres días intensivos del curso de Crítica, trabajas mucho, siempre te lo digo- me dijo un amigo esta mañana. Lo que menos imaginó él es que en realidad así iba a sentirme un poco durante el viaje, el ómnibus para cantidad y siempre en lugares rodeado de monte seco. Hasta almorcé sentada en una piedra a la sombra de un árbol.

Debimos haber salido a las 9:00 am, pero a las 10:30 de la mañana es que salíamos a la autopista rumbo a La Habana. Sobre las 3:20 de la madrugada dijo el chofer que estaríamos llegando a la terminal aproximadamente. Eso hace un total de 17 horas de viaje más o menos. Terrible. No sé cómo aguanto tanto tiempo de viaje en una guagua. Tiempo para que los bichos de mi cabeza hagan fiesta con mi paciencia. Nada, solo resta esperar y poner todas mis buenas energías en función de disfrutar el tiempo en la capital sacándole el máximo de provecho a ese curso de Crítica.

Y ya no les doy más la lata, que en 17 horas de viaje puede uno ponerse a escribir muchas cosas…



Beca de escritura creativa y edición literaria cubana, con Leonardo Padura

El Programa Transcultura de la UNESCO fue vital para que se pudieran llevar a cabo las Becas de Escritura Creativa y Edición Literaria propuestas por Aurelia Ediciones, de conjunto con el escritor cubano Leonardo Padura, bajo la coordinación de su editora Claudia Acevedo.

Leonardo Padura luego de la inauguración del Programa Transcultura, en la primera conferencia que impartió a los becarios, titulada ¿Cómo escribir una novela?

 

A finales de abril fue inaugurado el programa “Un libro es un show” en el estudio-taller Cairostudio, ubicado en calle 24 #255 (e/ 17 y 19), La Habana (El Vedado). Esta iniciativa, enmarcada en el Espacio Cultural Ven-Tú, tiene entre sus objetivos identificar las necesidades de los jóvenes escritores y editores para impulsar sus obras, además de brindar herramientas para la autogestión.

El converger con tantos otros escritores y editores en crecimiento profesional fue una experiencia nutritiva, que permitió no solo la retroalimentación propia de los talleres en clases, sino también del intercambio intelectual que hubo en todo momento.

Por otro lado, oxigena el panorama actual de los talleres literarios en Cuba e incluye en la industria editorial diversos contenidos de estudio: edición, corrección, diseño, gestión de ventas, para de ese modo darle continuidad al legado de la amplia tradición literaria cubana y acercarla a exponentes que, en su mayoría, no son profesionales del medio. 

Las conferencias magistrales que se nos ofrecieron como parte del programa de estudio cumplieron objetivamente la meta de instruirnos sobre una serie de temas importantes en la vida de cualquier creador que aspire a vivir de su obra y a ser respetado por su trabajo; estoy refiriéndome específicamente a la impartida por la abogada Darcy Fernández. A veces ignoramos cuáles son nuestros derechos como creadores, los mecanismos para patentizar obras, legitimarlas, protegerlas y los pasos para defender un legado cultural; a todo eso obtuvimos respuestas y consejos en esta master class.

Foto tomada a la profesora Darcy Fernández durante la clase.

Las conferencias del curso de Edición Literaria que fue donde más variabilidad de claustro tuvimos, de modo general, todas contaron con excelente calidad, concedidas por prestigiosas figuras del mundo del cine y la literatura, siendo el caso de las clases de Guion, con Arturo Arango, y de Cine y Literatura, con Gustavo Arcos.

Foto tomada al profe de Guion Arturo Arango, importante guionista de cine cubano, con numerosas colaboraciones internacionales. Ganador de relevantes premios en festivales de cine en el mundo y profesor de la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de los Baños.

 

Foto tomada al profesor de Cine y Literatura Gustavo Arcos, catedrático de cine en la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual FAMCA, excelente analista del séptimo arte.

También las que estuvieron a cargo de Pepe Menéndez: Tipologías de libros, diseño editorial y maquetación, así como la de Tipografía, impartida por Arnulfo Espinosa. Esperada fue por mí la conferencia sobre Periodismo Narrativo; he sabido que el profesor Rafael Grillo ha tenido a bien ofrecerla en disímiles espacios, pero no fue hasta ahora en esta Beca de Transcultura donde finalmente pude acceder a ella; siendo un tema que me interesa sobremanera debido a que es en lo que trabajo de forma más directa actualmente en el plano literario.

Foto tomadasal profesor de Tipografía, Anulfo Espinosa, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, imparte además esta asignatura en el Instituto Superior de Diseño. Resultó muy interesante conocer cómo el universo de los tipos de letras pueden comunicarnos una misma cosa de modo tan distinto.

 

Acá una de las imágenes del profesor Rafael Grillo, quien nos impartió magistralmente la conferencia sobre Periodismo Narrativo y nos explicó por qué ya quedó obsoleto el llamarle Periodismo Literario, haciendo un recorrido cronológico por la historia desde la primera vez en que se acuñó el término.

 

Las clases de Escritura Creativa fueron dinámicas y motivadoras, ya que la didáctica empleada a modo de taller potenció el que los becarios pudiésemos interactuar entre nosotros durante los debates, escuchar nuestras obras como resultados de tareas dejadas en clases y polemizar respecto a varios temas. El profesor de esta materia, el argentino Martín Bertone, hizo que el tiempo pasara sin que nos diésemos apenas cuenta, cosa que se le agradece ya que los días de clases comenzaban a las diez de la mañana y no terminaban a veces hasta las seis de la tarde. Un tipo súper divertido, muy conversador, bien entendido con las jergas cubanas y nuestros estilos tan peculiares de broma.

Foto tomada durante los turnos de clases con el profe Martín Bertone. Hubo días de mucho calor en los que las conferencias las impartió en las afueras de la Galería.

 

Tuvimos además la oportunidad de estar en la presentación de su más reciente libro, el cual fue presentado por el Embajador de Argentina en Cuba.

Aurelia Ediciones, con Claudia Acevedo como su directora editorial; Cairostudio Grupo Creativo, dirigido por el fotógrafo Carlos Torres Cairo; y el Espacio Cultural Ven-Tú, con el reconocido escritor Leonardo Padura a la cabeza, dieron vida a estos momentos de formación para los jóvenes, gracias al financiamiento de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), la Unión Europea (UE) y a través del programa Transcultura de la UNESCO.

Las directrices de estas instituciones están ligadas al empoderamiento de los jóvenes en el mundo de las artes, y a ampliar el rango de beneficiarios directos e indirectos en su estrategia de cooperación con el ámbito cultural como vehículo para el desarrollo independiente, el acceso inclusivo a las oportunidades para noveles creadores, las posibilidades de estimular procesos de autogestión a partir del acceso a herramientas para el aprendizaje en los vínculos entre artistas y emprendimientos, junto con el fortalecimiento de la industria creativa, y otros.

Para Suiza, la posibilidad de apoyar la participación de los jóvenes en espacios culturales innovadores constituye la principal motivación para contribuir con esta iniciativa, financiada desde el Fondo de Arte Joven (FAJ) como inspiración para acciones futuras en el ámbito de la literatura.

De especial importancia resultó también la conferencia impartida por Carlos Torres Cairo, artista visual y fundador de Aurelia Ediciones, quien nos comentó acerca del mundo del mercado del libro. Los distintos tipos de editoriales e imprentas que existen teniendo en cuenta sus sistemas de comercialización y lo vitalicio de la autogestión para publicar. Fue una excelente oportunidad para esclarecer dudas respecto a los posibles beneficios o fiascos a la hora de invertir en un producto editorial; los tabúes que hay que acabar de ignorar respecto al mundo de la autopublicación, la autopromoción y la visión del libro como mercancía para comercializar a través de oferta y demanda.

Foto tomada en los momentos compartidos con Carlos Torres Cairo durante el último día del curso, viernes 5 de mayo de 2023.

Como mismo hice saber en mi postulación a la Beca, el modo de emplear mejor los conocimientos adquiridos en el programa de estudio es ponerlos en práctica. Fue sin dudas una oportunidad para el crecimiento profesional y eso deberá evidenciarse en mis próximas publicaciones. Es a lo que aspiro.

Como parte de las conferencias recibidas en Escritura Creativa, estuvo el encuentro con los chicos del proyecto Oralitura Habana: Roly Ávalos y Alex Pimienta, sobrino e hijo respectivamente del improvisador cubano Alexis Díaz Pimienta. Tuvieron a cargo la clase Improvisación Poética, la cual gustó muchísimo, resultando dinámica por la interacción constante con el público.

Para reproducir lo aprendido pretendo brindar la posibilidad a los colegas que no pudieron estar en los cursos, de que reciban estos conocimientos a través de los talleres de Narrativa y Marketing Editorial que estaré impartiendo junto a otros profesionales del medio como parte de la Casona Azul, proyecto de verano que tendrá lugar a partir de julio en la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de Santiago de Cuba.

Foto de algunos de los becarios con los chicos de Oralitura Habana.

 

Hasta la clausura fue otra master class, esta vez con la presencia del propio Alexis Díaz- Pimienta, quien además de improvisar hasta nos contó en versos anécdotas de su niñez.

Foto tomada a Alexis Días Pimienta durante su presentación en la clausura de los cursos de Transcultura.

Realmente fueron momentos muy provechosos, emotivos e inspiradores para crear.

El FAJ es una plataforma cultura de COSUDE que comienza a mostrar resultados en las áreas de música, artes visuales y emprendimientos culturales y explora posibilidades para el desarrollo de otras formas de expresión creativa joven.

“Un libro es un show” ha incorporado a talleristas no solo de todo el territorio cubano, sino del Caribe, con la representación de República Dominicana y Belice, lo cual fortalece disímiles lazos culturales y aviva el intercambio de conocimientos que genera este tipo de encuentros.

Estoy y estaré siempre muy agradecida a todos las partes que tuvieron a bien confluir para lograr esta Beca de Creación con el fin de continuar estrechando vínculos artísticos entre Cuba y el Caribe.

COSUDE continúa desplegando una estrategia de cooperación inclusiva, en la que los mayores beneficiarios son personas apasionadas, capaces de crear y ser sostenibles más allá de las vicisitudes del contexto actual.

Nota de autor:

Todas las imágenes utilizadas en el post son de mi propiedad.

He citado en cursiva parte de la publicación en facebook de la Embajada de Suiza en Cuba, dando detalles del programa de Transcultura:



Deconstruyendo a la sombra de Márquez

Análisis a la nota de prensa: Los relatos silenciosos, las mujeres del boom latinoamericano, conversatorio en el Museo de Arte Moderno

 

En septiembre del pasado año 2022, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México publicó una nota de prensa a propósito de la exposición Gabriel García Márquez. La creación de un escritor global, la cual tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. Y, bueno, la cosa es que me topo con dicho artículo en una búsqueda al azar que hice para la revisión bibliográfica de mi futura tesis sobre literatura escrita por mujeres en Latinoamérica, pues, en el marco de tal exposición, a alguien se le ocurrió ofrecer un conversatorio sobre Los relatos silenciosos: las mujeres del Boom Latinoamericano; cuyo objetivo —dicen— era destacar el trabajo de las escritoras de esta generación. Hasta ese minuto durante la lectura, me dije: —Bueno, no me parece el marco más propicio, pero mirándolo desde otro punto, quizás tenga su sal y su pimienta. Se me antoja asalto, emboscada el ir a hablar de las ignoradas en medio de una expo en honor al santo del Boom Latinoamericano. Pero continué y de inmediato comenzó a vibrarme la venita de la frente.

Elena Garro

La idea es sacar a la luz a las múltiples escritoras que desarrollaron su trabajo antes, durante y después de la obra “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, para mostrar cómo hay una tradición femenina importante en América Latina. Se hablará de varias escritoras: Elena Garro y Rosario Castellanos, sobre la relación de García Márquez y María Luisa Elio, guionista de “En el balcón vacío” y amiga del escritor colombiano durante su estancia en México. El conversatorio permitirá mostrar también la relación que se puede establecer entre la obra de García Márquez y el trabajo de otras autoras, como María Luisa Bombal con” La amortajada”, Silvina Ocampo con lo fantástico y Elena Garro y el realismo mágico, así como la relación con sus contemporáneos, que dará una idea de la atmósfera de la vida cultural.

Rosario Castellanos

 

María Luisa Elio

 

María Luisa Bombal

 

Silvina Ocampo

La escritora Lucía Melgar consideró como una de las causas que justifican la exclusión de la literatura escrita por mujeres dentro del fenómeno literario comercial del siglo pasado, el fatalismo histórico mediado por el canon masculino, el sesgo en la crítica literaria, los valores de la sociedad de aquella época y el ambiente cultural mexicano y latinoamericano de forma general. Imagino se haya referido, muy a groso modo, al machismo que desde siempre ha caracterizado a nuestras culturas y que amén de todo lo open mind que pueda llegar a serse desde el arte, nunca se escapa a tales prejuicios, pero bueno, ésta es una mirada crítica muy por arribita. La cosa viene ahora: vergonzoso, más que nada, el seguir replicando el error de establecer comparaciones donde el ideal de sujeto siga siendo el hombre, genéricamente hablando. Y no me refiero con esto a que deba ser la mujer, no se trata aquí de resaltar una lucha intergénero ni de postura feminista radical, es solo cuestión de coherencia, que ya se ubica en un problema de pensamiento filosófico. Pregunto ¿por qué establecer a Gabriel García Márquez, y no solo al autor, sino a su obra más venerada Cien años de soledad, como punto de referencia para el análisis de por qué el sesgo en la crítica a la literatura escrita por mujeres en Latinoamérica durante el Boom y su no inclusión en el fenómeno? ¿Acaso necesitan las obras de estas autoras ser legitimadas ante tal punto comparativo? ¿Hablamos de reivindicación y para ello entonces rendimos tributo primero a la obra de quien fuese uno de los exponentes más notorios del movimiento literario masculino de la época, para entonces, a partir de ahí, evaluar cuánto merecían o no las escritoras de esa generación ser incluidas y tenidas en cuenta? Me parece una falacia, ciertamente. Pero como si no bastase, en el artículo remarcan el hecho de que tal conversatorio, llevado a cabo nada más y nada menos que por las escritoras mexicanas Maricruz Patiño, Ave Barrera y Lucía Melgar, pretendió de ese modo “mostrar cómo hay una tradición femenina importante en América Latina”. Por favor, ¿hay en serio que justificar de este modo la existencia de una tradición literaria en Latinoamérica? Para colmo se salieron del contexto escritural para referirse a pasajes de las vidas de dichas escritoras que mantuvieron relaciones con Márquez (da igual el plano afectivo) y con otros contemporáneos, como muestra de en cuánto influenciaron tales roces en sus procesos creativos y en la repercusión de sus obras. Y como si fuera poco pretendieron evidenciar la “relación que puede establecerse” entre la obra de García Márquez y la de estas autoras.

Si acaso hubo una intención reivindicadora en tal conversatorio, estoy convencida de que no era este el modo. Seguimos manejando conceptos equívocos. Continuamos arraigadas sobre el error sin deconstruir de forma orgánica. Propagamos el eco sin analizar dónde están los puntos muertos en la historia. Pero, sobre todo, sin cuestionarnos filosóficamente el fenómeno.

Repetimos patrones discriminatorios de todo tipo, en este caso a las mujeres nos ha tocado desde el inicio de los tiempos ser las más desfavorecidas, incluso nos discriminamos entre nosotras. En conversación recientemente con la colega Elizabeth Casanova Castillo, también escritora, filósofa de profesión, además, salió a relucir el tema de la construcción social del sujeto. Ella plantea en su artículo La libertad es una mujer fatal, publicado en 2020 en el número 5 de la revista digital Zona Crítica, que hablar hoy desde la mujer es sumamente contradictorio. Ser del sexo femenino no implica tener conciencia de género. Hay muchas mujeres machistas que reproducen esos patrones. Sin embargo, la respuesta ante eso no debe ser la propia discriminación, puesto que estaríamos replicando la misma injusticia y dando cabida a la ira y sentimientos afines que no traen más que la necedad, lujo que no podemos permitirnos, pues cuando nuestro criterio no puede ser rebatido se lo achacan a algún defecto de nuestro sexo. Es preciso despojarnos, incluso, de nuestra propia subjetividad. Se nos debe respetar no por nuestra condición de mujer, sino porque somos seres humanos, seres pensantes. Ahí comienza la guerra contra el machismo, cuando debemos reivindicar la verdad de nuestras ideas, siendo irrelevante el sexo de quien las exprese. Sólo pensándonos y actuando como iguales lo seremos realmente, incluso si en esa batalla debemos despojarnos de lo que creíamos como verdad, que no es más que la forma de la verdad construida por una ideología dominante. A pesar de los siglos de historia del movimiento feminista y la lucha por los derechos de la mujer seguimos pensándonos desde los hombres. Hace más de medio siglo Simone de Beauvoir escribió: “La Humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma, sino con relación a él; no la considera como un ser autónomo”. Hoy, no sólo el hombre nos define, nosotras nos seguimos definiendo en relación a él.

El artículo pudiese tener quizás también otra lectura. Siendo benevolentes podríamos ignorar la torpeza de tales comparaciones y pensar que tal vez todo fue fríamente calculado. Tanto el aprovechar el momento de la exposición dedicada al Gabo, que tan simbólicamente tuvo a bien preparar el Instituto de Bellas Artes y Literatura, como el usar su obra Cien años de soledad, a propósito de proponer otras tantas escritas por mujeres antes, durante y después que bien podrían competirle. En algún momento mientras leía y escribía tuve esa luz en mi afán de ser imparcial y aplicar un juicio crítico libre de posturas preconcebidas. Ya ahora mismo por más que repienso no logro visualizar otro discurso. Para ello tendría que hacer alusión a otros análisis que tienen que ver con lo comunicacional, con los modos de vender una información sin caer en contradicciones que pongan ridículamente en tela de juicio el contenido que transmitimos. Pues, me resulta completamente anacrónico el que Lucía Melgar refiera que hay mucha invisibilidad por parte de la crítica hacia la obra literaria de las mujeres de ese período y que esa es la labor que debemos hacer las del gremio ahora haciendo visible sus obras. Que el mismo Juan Rulfo, cuando fue premiado por Pedro Páramo, dijo que él nunca hubiera podido escribir eso si no hubiera leído La amortajada; que el aporte literario de las escritoras en cuanto a nuevas formas de hacer ha sido muy importante, pero que no se han estudiado porque la masculinidad literaria se ha apropiado de todas las glorias y sin embargo, haya moderado un conversatorio que pretendía de alguna forma denunciar lo ignoradas que han quedado nuestras antecesoras a lo largo de la historia y para ello use a Márquez y su obra como punto de partida para tal análisis.

No sé a ustedes, pero a mí esto solo me corrobora que, como plantea Casanova Castillo, la medida de hasta dónde queremos llegar está mal planteada. No necesitamos que nuestro legado, nuestro patrimonio creativo se haga legítimo a partir de la obra de ningún hombre. La historia ha demostrado cuán capaces somos sin necesidad de comparar. Revictimizarnos no es el camino, pero minimizarnos tampoco.

Tal vez esta sencilla nota de prensa cuyo fin no era otro que anunciar el conversatorio que tendría lugar, no fuese el material más rico en cuanto a contenido para tal análisis, pero, no es un caso aislado. Vemos este patrón repetirse constantemente en los medios, incluso en revistas especializadas, cabe entonces cuestionarnos: ¿sabemos realmente qué queremos deconstruir, desmitificar?