Lisbeth Lima Hechavarría


Los caminos de Rostros

En varias ocasiones he sido invitada para conversar sobre mis libros publicados. Acá en Cuba recientemente finalizó la Feria Internacional del Libro, itinerante por todas las provincias del país. Tuve la oportunidad de estar en La Habana para la presentación de mi cuarto volumen publicado, una reedición del primero, Rostros, que esta vez salió en epub por el sello Cubaliteraria con el título Zona inexplorada. Así llamé hace ya nueve años al primer cuento que escribí en mi vida mientras cursaba el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Me hizo feliz que la editora Daína Rodríguez sugiriera publicarlo con ese nombre, así hago honores a ese primer cuento.

La vida y sus azares es realmente asombrosa, pues, justo cuando se conmemoraban los dos años de publicado mi primer libro, sale reeditado en mi país sellando otra primera vez en mi carrera como escritora, siendo también el primer libro que publico en Cuba. Así que ya marcaron esos mismos cuentos dos importantes primicias: primer libro publicado, y luego primer libro publicado en mi terruño. En general, Rostros ha traído un sinfín de alegrías y siento fortuna por ello, pues, conozco a no pocos colegas que reniegan de su primer libro. Ciertamente, a medida que uno va madurando en este oficio, lo que debe ocurrir, si te tomas en serio el trabajo, es que evoluciones creativamente, también en cuanto a estética y vayas perfeccionando tu propio estilo. Si no pasa así, preocúpate, es sano que podamos evidenciar esos cambios, pero no avergonzándonos de nuestro primer hijo/libro, ese al que tanta fe le tuvimos una vez, tanta confianza como para lanzarlo al mundo.

Allá por 2020 comenzaba a ponerse de moda una editorial en EE.UU promocionando el slogan de “libros como puentes” para unir a la Isla con ese extremo norte que tanto lleva de Cuba en sí mismo. Fuimos y somos muchos los escritores cubanos que enviamos manuscritos inéditos y no inéditos a las manos de Eduardo René Casanova Ealo. Ese cubano establecido en Miami hace ya unos cuantos años, escritor, laureado en sus tiempos de juventud acá en la Isla, dio vida a ese sueño editorial que tuvo desde siempre. Así nació Editorial Primigenios. Estuve al tanto desde la apertura de sus puertas, y me lo pensé varias veces para enviar el volumen. Me hubiese gustado mucho que mi primera obra saliera publicada en mi país, pero, eso ya en ese momento era bastante utópico, ahora cada vez más, teniendo en cuenta como siguen las crisis, no solo la del papel. Decidí enviar mi libro, con aquellos quince cuentos realmente primigenios en mi carrera y poco después supe que había sido aceptado. Pasaron unos cuantos meses hasta que estuvo listo y se hizo el lanzamiento por Amazon el 18 de febrero del 2021. Claro, no fue así de simple. Antes estuvo todo el proceso editorial de las propuestas de portadas, las cuales rechacé una detrás de la otra hasta dar con esta que, me atrapó de súbito. Fue amor a primera vista, pero previo ya había rechazado, con tremenda pena, unas cinco portadas, más toda la revisión que hice yo en Internet a la búsqueda de una imagen que resumiera la esencia de Rostros.

(Algunas de las propuestas de portadas de Rostros que rechacé durante su concepción editorial)

Tuve por primera vez el libro en mis manos en junio de 2021. No puedo describir la emoción que sentí. Realmente una sensación poderosa de triunfo. De amor profundo a esas páginas que tanto soñé ver publicadas. Hice hasta una fiesta en casa con mi familia y amigos más cercanos.

No obstante, una vez pasada la emoción, comencé a revisar detalladamente el volumen y noté erratas que nunca antes percibí durante el proceso para la maqueta final del libro. Son cosas que pasan, sobre todo ante la inexperiencia, amén de que nunca es igual revisar un documento en físico que digital. Muchas veces le pasé por encima al PDF creyéndolo listo, luego comprendí que una obra nunca queda lista del todo. Estuve rumiando varios días la idea de la decisión que luego tomé: hablé con el editor y mandé retirar el libro de las plataformas de ventas, pues, luego, en un análisis más a fondo, me convencí de que el libro podía tener mejor edición, merecía una mejor edición. Sin darle más vueltas envié el documento último sobre el cual había trabajado con la editorial (previa consulta con su gerente y tras obtener los permisos) a un amigo editor cubano y pagué por sus servicios. Hicimos un buen trabajo de conjunto y sin alterar el orden de los cuentos, ni las historias, concebimos un mejor Rostros. Coloqué algunos exergos que en la primera maqueta faltaron y la verdad, quedé complacida. Luego envié una vez más el libro ya reditado a la Editorial y volvieron a ponerlo en venta.

Amén del contratiempo con la edición, mi primera obra publicada me ha dado muchísimas alegrías. Estuvo tres días consecutivos en el número uno de literatura erótica en Amazon y en el cincuenta y nueve de obra de ficción, con más de trescientas descargas por día tras una promoción que realizara la Editorial.

El libro estuvo en dos Ferias Internacionales del Libro: en Cartagena de Indias, Colombia y en Miami, en los stands de ventas de la Editorial Primigenios.

Esta gestión editorial ha permitido que mi obra llegue hasta donde no he podido llegar yo. Aunque, de alguna forma, los autores siempre estamos en todos los caminos que recorran nuestras letras.

Pero, sobre todas las cosas, Rostros me ha permitido llegar al público lector, porque este primer libro que publiqué fue la puerta abierta para todo lo demás que se ha desencadenado en mi camino como escritora y merece unas crónicas sobre cómo ha hecho florecer mi carrera. Creo que siempre seré recordada como la autora de Rostros, aunque salgan cien libros míos más, y eso me hace feliz.



El lunes más largo

Hace unos días les dejé por acá un post sobre mi más reciente viaje a La Habana y los bichos que me acompañaron: Un viaje con bichos en la cabeza. Como bien pronosticó el chofer del ómnibus en el que iba, a las tres de la madrugada de ese lunes, ya estábamos en la terminal de Villa Nueva. Y allí llegó esta santiaguera, casi más capitalina que cualquiera porque con las veces que viajo en el año a desandar sus calles, trabajo pa’rriba, trabajo pa’bajo, imagínense ustedes.

Mi hermano debía estar esperándome para recoger una jaba con comida que la familia de su novia les había enviado, (están becados en la UCI), pero no fue así. No quise hacer catarsis tan pronto. Me acomodé hacia una esquina luego de haberme ubicado bien donde estaba, pues, hacía tiempo que no iba por esa zona de Vía Blanca a inicios de Diez de Octubre, pero bueno, dicen que lo que bien se aprende no se olvida; la cosa era cómo llegaba desde ahí hasta la tienda de Carlos III a las tres de la madrugada. En realidad, nunca he temido el andar sola por las calles, ni en La Habana ni en mi provincia ni en ningún lugar, y no lo digo vanagloriándome de ello, es una imprudencia de mi parte, siempre he pensado que tengo un poco adormecida la noción del peligro, pero bueno, en fin, solo restaba esperar. Hice la primera llamada y mi hermano no atendió el teléfono. Los taxistas me tenían loca ofreciéndome sus servicios hasta la puerta de la casa. “Casa”, ¡qué pena me daba con Amelita el tener que llegar a estas horas! “Taxi”, ¿de dónde? Esta cubana de a pie había viajado con lo básico. En lo que mi hermano devolvió el timbre tuve tiempo de cargar los matules hasta una de las sillas dentro de la terminal. Allí esperé con calma cerca de media hora, quizás un poco más.

–Estamos aquí –escuché al otro lado del teléfono. Al salir, supe que no había llegado solo. Mejor, me preocupaba el saberlo por ahí de madrugada. Un colega de la Universidad y un primo lejano nuestro lo acompañaban. En realidad, viene siendo ya como pariente tercero en el pedigrí, es contemporáneo con papá, así que por una cuestión etaria le llamamos tío. Tremenda peste a alcohol traían. –Tuvimos que hacer tiempo empinando el codo, tata –dijo el mocoso ese, ni corto ni perezoso. Le di su jaba, que era lo único que me entorpecía el lanzarme a desandar porque he aprendido a viajar ligera, no como antes que cargaba medio armario. Pero bueno, no hizo falta, mi hermano se fue rumbo a casa del colega y mi tío alquiló una máquina para los dos.

Fuimos hasta una cafetería y me compró unos jugos, no había pizzas. Luego, a su apartamento. Me dijo que podía quedarme ahí para que no tuviese que despertar a mi amiga tan tarde. Lo creí prudente. Dejamos las cosas y me propuso salir a buscar algo de comer. No lo supe en ese momento, pero desde entonces había comenzado mi aventura en “Casa Tomada”.

La comunidad trans, el activismo que realizan a favor de sus derechos, de su legitimidad legal, la búsqueda del respeto absoluto, la integración y el reconocimiento de su identidad sexual, son tópicos en los que comienzo a inmiscuirme como parte de un estudio bastante holístico que realizo en cuanto a temáticas recurrentes en la literatura escrita por mujeres de Latinoamérica, amén de mi vínculo directo a las cuestiones de feminismo en las que sí llevo inmersa hace ya algunos años desde la coordinación de Diversas.

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Un proyecto que pretende desde el arte desmitificar cuestiones de género y del cual soy una de las coordinadoras. Sin embargo, a pesar incluso de la deconstrucción que una ha venido fomentando a lo largo del proceso cognitivo sobre estos temas, la supuesta falta de prejuicios y la comprensión, mentiría si dijese que una a veces no se sorprende al estar en presencia de personas trans y, al menos en mi caso, de forma ingenua, el asombro disimulado ante lo bien logrado del cambio, o quedarme un poco lela ante sus maneras de vida, o con recelo a preguntar cómo debo llamarle.

Esa madrugada con mi tío mientras comprábamos las pizzas, fuimos testigos de muchas escenas en una esquina caliente de Cayo Hueso. Variopinto se tornó el paladar. Por momentos me sentía en un libro de Pedro Juan Gutiérrez. Por más que venga de mes en vez a La Habana, no estoy acostumbrada a estas cotidianidades, Santiago no es la capital. Agradecí la experiencia, que ya las he tenido antes, pero que siempre vienen bien para entender las otredades y alimentar el morbo y la pluma. Mi tío se mantuvo en una postura de aceptación ante la diversidad, pero de lejitos, machistas la mayoría de sus comentarios, entre otros adjetivos que mejor no mencionar para no extenderme en descripciones innecesarias, «rifles colgados en la pared», le dicen los narradores.

Nosotros permanecimos afuera, por el mostrador. Desde ahí hicimos el pedido a una señora rendida en una silla a la que un hombre tuvo que sacudir prácticamente para que cobrase las pizzas. Ahí las recibimos y desde ahí vimos llenarse las mesas dentro del paladar. Varias parejas que comenzaban a salir de los bares y clubes nocturnos hicieron también sus pedidos. Hombres y mujeres trans que parecían conocer a mi tío, una flaca que preguntó si yo era su novia y sin esperar respuesta lo haló por un brazo diciéndole algo al oído. Luego supe que quiso saber si mi tío fumaba Hashís, para que le comprara y echársela juntos. Éste respondió que no, tal vez por pena conmigo (si supiera), y después la flaca le gritó que entonces le regalara cien pesos para comprar cigarros. –¿Cuánto? –dijo mi tío.

Un señor trans se empecinó en sacarme la lengua. Ya se me había atorado media pizza. Los jugos se quedaron en la casa y el paladar solo tenía cerveza. No tomo cervezas. El ron no es aconsejable con los lácteos. Aquello estaba rebosado de queso, mucho queso, como el señor.

Yo realmente estaba agotada. Sugerí que podíamos ir a casa, pero tío invitó a seguir caminando un rato por el malecón, estábamos cerca. No quería ser descortés. Era un poco raro todo aquello. No veía a ese pariente desde mucho tiempo atrás. Por suerte, suelo aclimatarme bien a los espacios y a las personas. Pero ya comenzaba a sentirme incómoda.

Al regresar a casa me mostró el cuarto donde iba a dormir. El aire acondicionado no encendía. Bueno, al menos la cama era cómoda. La pila con agua caliente no soltaba más que un hilillo fino. No hubo forma de que la ducha hiciera honor a su nombre. Confieso que valoré saltarme el baño. Necesitaba reposar esta cuerpa sobre la cama, aunque no durmiese mucho; el insomnio me habita poro a poro. Pero luego de 17 horas de viaje, tiempo de espera en la terminal, cafeterías y escenas diversas, era tiempo de un descanso.

Al final, me dieron las 6 de la mañana sentada en la ducha, llenando cubos de agua caliente. Pero valió la pena. Luego cada gota casi hirviendo arrastraba de mí el cansancio, revitalizándome de manera mágica. Cuando comencé a coger el sueño el móvil sonó varias veces. Mis amigas mandaban SMS recordando la fiesta de esa noche.: «Casa Tomada», Lis –decían– olvidarás que es lunes.

Sobre las once de la mañana salí de casa de mi tío rumbo a la de Amelita, la amiga con la que debí haber ido desde que llegué, pero realmente me daba pena despertarla tan tarde, y con lo perezosa que es, aquello iba a pesarle en el alma. Un almuerzo riquísimo me esperaba con ella. Había estado timbrándome al móvil desde temprano, preocupada porque no di señales de vida. Siempre disfrutamos mucho el tiempo juntas, aunque nos vemos con frecuencia se nos queda una nostalgia grande cuando nos despedimos.

Ame lleva una vida sosegada, muy diferente a la mía. Tiene establecidos ritmos que para nada atentan contra su debido descanso y su paz. Me cuesta ir a su paso, ¡tengo siempre el tiempo tan ocupado!, tantos proyectos que parezco teletransportarme de un sitio a otro, multiplicar mis horas en el día como si fueran panes y peces para cumplir con todo el mundo. Por más que lo intento no puedo echarme a procastinar, sin embargo, este viaje pasé tres días con ella y, realmente disfruté su modus de vida. Sentí que logré descansar. No obstante, entre charla y charla, anduve leyéndome un libro, cuya reseña tengo en punta para próximas publicaciones. Una guagua es un país, un libro de crónicas de una periodista cubana bastante popular por sus historias llenas de sandunga y cubanía. Disfruté mucho esa lectura. Fue el segundo título leído en ese viaje. A veces me pregunto, ¿cómo pretendo no andar siempre con dolores de cabeza si parezco una polilla devoradora de libros?

Sin percatarme apenas llegó la hora que había pactado con otra amiga para encontrarnos en la parada e ir juntas hasta Marianao para la fiesta de “Casa Tomada”, una intervención comunitaria que lleva el proyecto MirArte en La Habana, y que colabora con muchas otras iniciativas para el apoyo a la comunidad LGBTIQ+. ¡Por dios!, aquella parada del p14 en el Parque de la Fraternidad estaba en candela. El tiempo que hacía que no luchaba con guaguas. En Santiago ando pa’rriba y pa’bajo en bicicleta, y cuando no, en motos. No tengo paciencia, ni tiempo para echarme horas en eso. Pero bueno, hay sitios un poco estratégicos para los que no queda opción, ese era uno de ellos.

La guagua nos dejó en… en algún lugar cerca de donde íbamos, ahora mismo no recuerdo. La cosa es que anduvimos unas cuadras, nos perdimos, y de pronto una mujer con una niña a cuestas nos preguntó si llevábamos rumbo a «Casa Tomada», dijimos que sí y pidió que la siguiéramos, que ella estaba allá pero había ido a buscar a su hija y retornaba. Aquello me sonó un poco fuera de lugar. ¿Cómo iba a llevar esa mujer a su niña pequeña a una fiesta de adultos a esas horas de la noche un día de semana? Pero bueno… Cuando llegamos allí comprendí todo. El ambiente era «Jorodowskyano» para mí, que no estoy acostumbrada a esas fiestas llenas de colores, estilos, diversidad total. El show ya había comenzado. El resto de nuestros amigos estaban allí.

¿Qué es «Casa Tomada»?

Es un proyecto que inició en marzo del 2017 cuya sede está ubicada en Ave. 43, no. 13003 e/ 130 y 132. Marianao, La Habana, Cuba.

Sus objetivos son los siguientes:

  • Establecer una residencia de perfil didáctico para artistas, activistas autónomos, individuos o grupos en situaciones de vulnerabilidad.
  • Visibilizar la familia lesboparental afrocubana y que interactúen con otros ámbitos.
  • Fortalecer el emprendimiento psíquico, intelectual y económico de la familia y otros actores sociales.
  • Crear actividades de apreciación-creación de diversas manifestaciones sociales, artísticas, culturales y recreativas.

 

Trabaja con la Barriada de Coco Solo, uno de los 6 Consejos Populares del municipio Marianao, al noreste de La Habana. Con la comunidad LGBTTIQ+, con iniciativas Antirracistas, con la Red de Promotores de Salud y la Red de Educadores Populares formados en el CMLK.

La iniciativa Casa Tomada MirArte se desarrolla en el hogar multigeneracional de una familia lesboparental afrocubana. Pese a los esfuerzos gubernamentales y de otros actores sociales que accionan para la transformación civil, esta localidad, que en gran porciento está conformada por personas con salarios bajos y que no son favorecida por las remesas familiares del extranjero, históricamente ha presentado problemáticas como:

  • Salideros y contaminación de aguas potables con residuos albañales, debido al deterioro de las redes hidrosanitarias.
  • Deficiente educación ambiental e higiénico-sanitaria en la población ya que no se clasifican los residuos domiciliarios cuando se llevan a los depósitos.
  • Deterioro físico de inmuebles, viviendas, parques, calles, aceras.
  • Hacinamiento habitacional.
  • Vertimiento directo de desechos a ríos y zanjas colindantes.
  • No respeto a las regulaciones urbanísticas.
  • Escasos los sitios culturales y recreativos.
  • Nulos los de creación artística.
  • En reciente diagnóstico se observa aumento del consumo de alcohol y drogas en jóvenes, lo cual provoca a la vez indisciplina social. Señalamos que esta localidad es mayoritariamente de prácticas religiosas Africanas. Aunque también convergen otras religiones.

Es, como podrán percibir, un proyecto con una fundamentación bien pensada y analizada desde el punto de vista del impacto sociocultural. Articulado además con otros proyectos afines tanto nacionales como internacionales, lo cual les ha permitido establecer una red de colaboración para el desarrollo de las intervenciones comunitarias, destinadas a todo tipo de público. Entre ellas estuvo la noche de este lunes que les relato, donde los artistas de la Comunidad LGBTIQ+ tuvieron su espacio y la inclusividad desde los más diversos conceptos se respiraba en el aire.

Compartí durante toda la noche con un hombre trans, mayor, arraigado en la cultura popular de la barriada de Coco Seco y practicante de la religión Yoruba, con el cual establecí diálogos muy interesantes. Era un ambiente diáfano, de diversión sana. La pasé realmente bien y tal como profetizaron mis amigas olvidé que era lunes.



El ojo del ciclón

Anduvimos desandando La Habana Vieja el último día del Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica en esta 31 Edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana (febrero, 2023), despidiendo el evento a nuestro modo, el único modo en el que puede un joven comerse el mundo: abrazando todo cuanto encuentre a su paso en una ciudad saco, que cuelga en el hombro de un señor mayor, con cara de buena persona.

Si no caminamos cerca de 10 km ese sábado, lo mismo por separados que juntos, entonces, no caminamos nada. Hablábamos y se nos escapaba el tiempo en alguna esquina del saco, el viejito alegre nos dejó ser. Pasamos de Café en Café como de libro en libro. Debatimos sobre premios y faroles mientras abusamos de los buenos precios en el O’RELLY, de dónde tal vez no nos hubiésemos ido nunca. Un niño en la Plaza Vieja se me acercó con una flor de papel, origami a cambio de lo que yo quisiera. Quizás debí pagarle con un beso, abrazarlo con todo el amor del mundo, eso iba a llenarlo más que unos pocos billetes.

Todas las calles se parecen. Una es idéntica a la otra, y la otra a la de más arriba. Nunca supe dónde apareció el Ojo del ciclón. Si tuviese que volver a ir sola, no creo que encontrase el lugar. «Tango gratis», decía el cartel donde un portón abierto dejaba en primera plana la parte de atrás de un Polski, rediseñado a lo «rockanrolezco». Mientras, el viejo Jodorowsky hacía bregar sus palabras desde un televisor incrustados a la pared, aclimatándonos a los variopintos adornos que parecían cobrar vida en el camino. Un bulto de algodón colgaba del techo, simulando nubes en torno a maletas volantes, fotografías y cuadros, todo como parte orgánica de una instalación cuyo objetivo no parecía ser otro que transportarnos al más armónico reguero del que tenga recuerdo.

John Lennon nunca imaginó portar un cuerpo tan polifuncional como aquel que allí le adjudicaron, quedando su cabeza como si de algo completamente sincrónico se tratara, pose que nunca comprendo al ver la estatua, porque si de algo no pudiera culparse a ese flaco de espejuelos redondos es de normalidad (entiéndase a-normal por lo divino).

Una pareja jugaba al futbolín hacia una esquina, centrados, como si nadie más caminara alrededor, el diseño de lo que para mí era el asomo de una molécula química los envolvía. Un objeto acampanado y giratorio servía de estribo a zapatos de tacón sin par. Todo cubierto de libros: Filosofía Marxista, Cultura Política, Religión y Sociedad, entre otros alegres títulos. El ojo de Orus nos observaba desde una columna. Tres pedazos de mampostería, sabrá Dios arrancados de dónde (el ojo del ciclón siempre ha de ser una fuerza poderosa), dejaba al descubierto la anatomía de un cuerpo, como si de autopsia fuésemos testigos, se me antojaba cuerpo de mujer. En su interior solo un objeto se me hizo familiar: «una taza de café». Seguro una úlcera crónica fue la causa de muerte (respondo asumiéndome perito en el dictamen de los resultados macros).

Mártires en la pared del fondo. Eusebio Leal, anonadado, se transfigura en el fenómeno atmosférico de su querida Habana Vieja.



Día internacional de la poesía: ¿Acaso hace falta un día para representar a todos los demás?

Supe que alguna magia habría. Me resistí siempre a la idea de que todo fuese tan terriblemente normal. A mi alrededor fueron demasiado correctos, demasiado básicos, demasiado cuerdos. Hasta que la poesía me encontró, fraguándose luego el hechizo. No fui yo quien invoqué sus demonios, de haber imaginado alguna vez que esto sería así, me hubiese refugiado en la más torpe quietud. Llegó y, como si descorrieran cortinas en mi interior, entró la luz más despiadada para ojos acostumbrados a la penumbra.

Entendí que mis padres eran unos desgraciados, que no es lo mismo que decir malditos. Maldita estaba yo. Ellos simplemente habían perdido las máscaras. Mi poesía, que es lo mismo que decir mi ruina, comenzó a dejar sus verdaderos rostros al descubierto. Ya nada era demasiado normal como al principio. Lo abominable rondaba nuestra casa. Padre llenó las paredes con sus monstruos. Madre pretendía enseñarme a acariciarlos, hasta que un día su ada también comenzó a desdibujarse.

Como cuando uno se acostumbra a todo comienzan a dar igual las cosas, mi ruina aprendió a convivir con las bestias de mi padre, regadas por las esquinas. Con la cabeza gacha de mamá, donde encontró cierto gusto para dejarse fluir y hacerme gastar hojas y hojas. Hice de la perfección para narrarla un hobby recurrente. Los demonios de mi madre han demostrado ser los más inauditos de esta historia. Cosa que nunca habría podido percibir sin la poesía.

Me fui del purgatorio aquel donde nadie además de mí parecía estar ya demasiado cuerdo, pretendiendo ser normal ante el mundo. Caminar normal frente a los demás. Reír normal, como los demás, ser yo, normal, como los demás… Pero los demás olfateaban mi ruina a kilómetros y huían.

Cuando hay hambre, el estómago se adapta, se recoge, tanto que cualquier cosa llena. Pero, hay varios tipos de hambre, mi maldición no sabe de saciedad. Para colmo, ni siquiera es buena en lo que hace. Tal vez no lo necesite. Quizás solo me habita para atormentar, para sembrar en mí la urgencia del decir y alimentar su alegría ante la impotencia de saberme sin poder hacerlo. Su morbo es inmensurable. Cree que siempre puedo aguantar más. Soy el embase. El sombrero del mago al que le cabe todo. Pero, no todo lo que entra sale… No hay razón directamente proporcional en eso. Quizás por ello me sabe honda.

Un día mi ruina decidió que no había tenido suficiente para lidiar con mis propias bestias. Debía aprender a dominarlas. Para ello, las necesitaba enfurecidas. Trepidantes. No más intentar sonreír como todo el mundo. Ni andar aparentando coherencia, como todo el mundo. Ni siendo apaciblemente feliz, como todo el mundo. –¿A quién quieres engañar? –dijo. Y como Dios en sus días de gloria, sentenció: –a partir de ahora reptarás entre la hierba seca, al acecho y sin cuidados. No necesitas piernas para desplazarte. No fuiste animal destinado para las dos patas. Las cosas que en verdad te nutran solo vas a encontrarlas a ras del suelo, es donde está lo realmente importante, como las semillas. Todo está en las semillas. Y diciendo esto me engulló para siempre.

Hoy, renacida y sin piernas para huir, repto entre las bestias de los demás. Río con las risas de los demás. Soy feliz, como lo son los demás. Cómo solo pueden serlo esos que conocen la desgracia de que no hace falta un día para representar al resto.

 



Viñeta: Un viaje con bichos en la cabeza

Ya tío Max, el viajero, no compite conmigo. Bueno, el tío de los Fraggle Rock hacía viajes interoceánicos, que no es mi caso… todavía. Asumo que para cuando ese momento llegue ya habré perdido los temores y las nostalgias que deben venirle a uno dentro por naturaleza cuando viaja. Y digo deben porque si alguna vez los tuve, ya no lo recuerdo, o no lo recordaba… hoy siento algo parecido a eso. Aunque creo que se le parece más al cargo de conciencia. ¡Qué sé yo!, no logro identificar el mejunje de cosas que traigo dentro.

Tienes que parar, me dije esta mañana mientras miraba la cámara del teléfono: mí misma, es tiempo de un stop. Y pensé en mi hijo, la economía terrible que traen estos tiempos. Los deberes como madre y mujer que imponen la sociedad, la familia, el hogar: sandeces a las que una nunca escapa. Ya se los decía, cosas que vienen impregnadas en los genes. ¿Era realmente necesario que hicieras este viaje? Todos los meses viajas. La gente hace como que lo entiende, pero en realidad te juzgan, ¿sabes? Piensan en tu hijo de tres años que vives y mueres dejando con otros.

“No puedes pedirles que comprendan tu visión de futuro. No es época de analizar más allá del qué vamos a comer hoy. Y todos quieren un porvenir mejor, pero pocos realmente invierten en esas ganas. Tú antepones tus metas a todo, a veces hasta ante tu propio hijo, y, aunque suene mal, eres consciente de que solo persigues un bien mayor para los dos. Nada viene de la nada, tú lo tienes claro, así que no lo hagas tú también, no te juzgues. Ya la vida sola se encargará de eso, es su función, y si de lo hija’eputa que es hablamos, contigo se ha pasado. No le debes nada. Así que, no, acomódese los cojones y pa’lante”.

Definitivamente mi Yo1 y mi Yo2 tienen siempre charlas complicaditas, pero es obvio saber a quién de las dos le voy siempre, ¿verdad? Pero aun así, mi Yo1 ha logrado dejarme tocada esta vez. Ciertamente los últimos veinte meses han sido convulsos, muy convulsos. Desde que él no está, jamás he vuelto a ser la misma. Quizás el hecho de haber tenido que coger el ómnibus hoy en ese lugar, donde mismo lo cogí aquel junio fatídico, tenga que ver con los conflictos que ahora traigo. En ese momento también me hice la misma pregunta de si debía hacer el viaje o no, para mayor coincidencia el destino era el mismo que ahora. Para ese entonces la respuesta la tuve dos semanas después, cuando definitivamente me di cuenta que no, no era necesario el viaje. Nunca debí haberlo hecho. Solo espero que esta vez no ocurra ninguna desgracia.

«Libros», refugio bendito. Siempre el lugar seguro al que puedo huir. La tiranía de las moscas me acompaña, noveleta de Elaine Vilar Madruga, colega escritora cubana, con una obra sólida que la hace merecedora de una de las voces, si no la más notable, de la literatura actual escrita por mujeres en Cuba. Y ya en este punto cabe entonces hablarles de mi trabajo, ese que me tiene siempre de un lado a otro. Como ya saben, soy escritora, y parece ser que me lo he tomado bien a pecho desde que decidí dedicarme a la literatura de a lleno. Pero, lo cierto es que antes de haber decidido pedir la baja en el centro de ciencias dónde antes también trabajaba (época en la que llegué a tener tres empleos, me mantengo con dos) igual viajaba, quizás no tan seguido como ahora, pero, a decir verdad, desde que salí del instituto y comencé la Universidad, viajar se volvió mi rutina favorita. No puedo negarlo, me posee el alma de una gitana. En las cosas de la vida me pasa igual. Tres casas, siempre de una a otra, nunca quieta. Tarecos van, tarecos vienen. De arriba pa’bajo de abajo pa’rriba. Debe ser patológico. Pero, bueno, les hablaba del trabajo. Leo a Elaine Vilar con la intención de reseñar este libro reciente de ella que ha dejado bastante de qué hablar en el panorama literario hispano. Pero sobre todo porque es mujer joven que escribe y estoy desarrollando una investigación sobre literatura escrita por mujeres en Latinoamérica y el posible versus entre esto y literatura feminista (que no es lo mismo, o al menos no tiene por qué serlo) y, por supuesto, tengo algunos nombres de cubanas en mente, el de ella entre esos. La tesis que planteo es mi proyecto de graduación para la segunda maestría que desarrollaré, esta vez en Valparaíso, Chile (más viaje), donde gané una beca para un programa fabuloso: «Estudios Literarios y Culturales Latinoamericanos».

¿Cómo se relaciona este viaje actual que estoy haciendo ahora con todo lo demás que les mencioné arriba? Pues, voy rumbo a la capital para pasar un curso de posgrado sobre Crítica de Arte. Sí. Estudio. Ese es el motivo de mis viajes casi siempre. Cuando no, pues me muevo para participar en eventos, ferias del libro, presentaciones, giras, etc. Amén de que también estoy haciendo una maestría en Antropología Física en la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana. Soy bióloga… creo que ya también se los había dicho. Especializo en Antropología Forense, cadáveres humanos, ciencia que también me apasiona mucho como la literatura. Pero bueno, el perro tiene cuatro patas y coge un solo camino, como solía decirme un amigo. Así que, por lo pronto, decidí terminar esa maestría de Antropología y ya, ponerle un stop a la ciencia por un tiempo y seguir con la literatura, a ver qué tal me va.

Antes hacía biología de campo. Expedición tras expedición, como les comenté, viajar desde hace mucho ha sido como parte de mi sistema autónomo. Pero bueno, los modos de vida de una van cambiando, al menos deberían, sobre todo cuando se es madre, ¿no es lo que dicen?

-Piensa que vas de excursión, relájate y usa esta semana para coger un respiro en lo que comienzan los tres días intensivos del curso de Crítica, trabajas mucho, siempre te lo digo- me dijo un amigo esta mañana. Lo que menos imaginó él es que en realidad así iba a sentirme un poco durante el viaje, el ómnibus para cantidad y siempre en lugares rodeado de monte seco. Hasta almorcé sentada en una piedra a la sombra de un árbol.

Debimos haber salido a las 9:00 am, pero a las 10:30 de la mañana es que salíamos a la autopista rumbo a La Habana. Sobre las 3:20 de la madrugada dijo el chofer que estaríamos llegando a la terminal aproximadamente. Eso hace un total de 17 horas de viaje más o menos. Terrible. No sé cómo aguanto tanto tiempo de viaje en una guagua. Tiempo para que los bichos de mi cabeza hagan fiesta con mi paciencia. Nada, solo resta esperar y poner todas mis buenas energías en función de disfrutar el tiempo en la capital sacándole el máximo de provecho a ese curso de Crítica.

Y ya no les doy más la lata, que en 17 horas de viaje puede uno ponerse a escribir muchas cosas…



Beca de escritura creativa y edición literaria cubana, con Leonardo Padura

El Programa Transcultura de la UNESCO fue vital para que se pudieran llevar a cabo las Becas de Escritura Creativa y Edición Literaria propuestas por Aurelia Ediciones, de conjunto con el escritor cubano Leonardo Padura, bajo la coordinación de su editora Claudia Acevedo.

Leonardo Padura luego de la inauguración del Programa Transcultura, en la primera conferencia que impartió a los becarios, titulada ¿Cómo escribir una novela?

 

A finales de abril fue inaugurado el programa “Un libro es un show” en el estudio-taller Cairostudio, ubicado en calle 24 #255 (e/ 17 y 19), La Habana (El Vedado). Esta iniciativa, enmarcada en el Espacio Cultural Ven-Tú, tiene entre sus objetivos identificar las necesidades de los jóvenes escritores y editores para impulsar sus obras, además de brindar herramientas para la autogestión.

El converger con tantos otros escritores y editores en crecimiento profesional fue una experiencia nutritiva, que permitió no solo la retroalimentación propia de los talleres en clases, sino también del intercambio intelectual que hubo en todo momento.

Por otro lado, oxigena el panorama actual de los talleres literarios en Cuba e incluye en la industria editorial diversos contenidos de estudio: edición, corrección, diseño, gestión de ventas, para de ese modo darle continuidad al legado de la amplia tradición literaria cubana y acercarla a exponentes que, en su mayoría, no son profesionales del medio. 

Las conferencias magistrales que se nos ofrecieron como parte del programa de estudio cumplieron objetivamente la meta de instruirnos sobre una serie de temas importantes en la vida de cualquier creador que aspire a vivir de su obra y a ser respetado por su trabajo; estoy refiriéndome específicamente a la impartida por la abogada Darcy Fernández. A veces ignoramos cuáles son nuestros derechos como creadores, los mecanismos para patentizar obras, legitimarlas, protegerlas y los pasos para defender un legado cultural; a todo eso obtuvimos respuestas y consejos en esta master class.

Foto tomada a la profesora Darcy Fernández durante la clase.

Las conferencias del curso de Edición Literaria que fue donde más variabilidad de claustro tuvimos, de modo general, todas contaron con excelente calidad, concedidas por prestigiosas figuras del mundo del cine y la literatura, siendo el caso de las clases de Guion, con Arturo Arango, y de Cine y Literatura, con Gustavo Arcos.

Foto tomada al profe de Guion Arturo Arango, importante guionista de cine cubano, con numerosas colaboraciones internacionales. Ganador de relevantes premios en festivales de cine en el mundo y profesor de la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de los Baños.

 

Foto tomada al profesor de Cine y Literatura Gustavo Arcos, catedrático de cine en la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual FAMCA, excelente analista del séptimo arte.

También las que estuvieron a cargo de Pepe Menéndez: Tipologías de libros, diseño editorial y maquetación, así como la de Tipografía, impartida por Arnulfo Espinosa. Esperada fue por mí la conferencia sobre Periodismo Narrativo; he sabido que el profesor Rafael Grillo ha tenido a bien ofrecerla en disímiles espacios, pero no fue hasta ahora en esta Beca de Transcultura donde finalmente pude acceder a ella; siendo un tema que me interesa sobremanera debido a que es en lo que trabajo de forma más directa actualmente en el plano literario.

Foto tomadasal profesor de Tipografía, Anulfo Espinosa, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, imparte además esta asignatura en el Instituto Superior de Diseño. Resultó muy interesante conocer cómo el universo de los tipos de letras pueden comunicarnos una misma cosa de modo tan distinto.

 

Acá una de las imágenes del profesor Rafael Grillo, quien nos impartió magistralmente la conferencia sobre Periodismo Narrativo y nos explicó por qué ya quedó obsoleto el llamarle Periodismo Literario, haciendo un recorrido cronológico por la historia desde la primera vez en que se acuñó el término.

 

Las clases de Escritura Creativa fueron dinámicas y motivadoras, ya que la didáctica empleada a modo de taller potenció el que los becarios pudiésemos interactuar entre nosotros durante los debates, escuchar nuestras obras como resultados de tareas dejadas en clases y polemizar respecto a varios temas. El profesor de esta materia, el argentino Martín Bertone, hizo que el tiempo pasara sin que nos diésemos apenas cuenta, cosa que se le agradece ya que los días de clases comenzaban a las diez de la mañana y no terminaban a veces hasta las seis de la tarde. Un tipo súper divertido, muy conversador, bien entendido con las jergas cubanas y nuestros estilos tan peculiares de broma.

Foto tomada durante los turnos de clases con el profe Martín Bertone. Hubo días de mucho calor en los que las conferencias las impartió en las afueras de la Galería.

 

Tuvimos además la oportunidad de estar en la presentación de su más reciente libro, el cual fue presentado por el Embajador de Argentina en Cuba.

Aurelia Ediciones, con Claudia Acevedo como su directora editorial; Cairostudio Grupo Creativo, dirigido por el fotógrafo Carlos Torres Cairo; y el Espacio Cultural Ven-Tú, con el reconocido escritor Leonardo Padura a la cabeza, dieron vida a estos momentos de formación para los jóvenes, gracias al financiamiento de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), la Unión Europea (UE) y a través del programa Transcultura de la UNESCO.

Las directrices de estas instituciones están ligadas al empoderamiento de los jóvenes en el mundo de las artes, y a ampliar el rango de beneficiarios directos e indirectos en su estrategia de cooperación con el ámbito cultural como vehículo para el desarrollo independiente, el acceso inclusivo a las oportunidades para noveles creadores, las posibilidades de estimular procesos de autogestión a partir del acceso a herramientas para el aprendizaje en los vínculos entre artistas y emprendimientos, junto con el fortalecimiento de la industria creativa, y otros.

Para Suiza, la posibilidad de apoyar la participación de los jóvenes en espacios culturales innovadores constituye la principal motivación para contribuir con esta iniciativa, financiada desde el Fondo de Arte Joven (FAJ) como inspiración para acciones futuras en el ámbito de la literatura.

De especial importancia resultó también la conferencia impartida por Carlos Torres Cairo, artista visual y fundador de Aurelia Ediciones, quien nos comentó acerca del mundo del mercado del libro. Los distintos tipos de editoriales e imprentas que existen teniendo en cuenta sus sistemas de comercialización y lo vitalicio de la autogestión para publicar. Fue una excelente oportunidad para esclarecer dudas respecto a los posibles beneficios o fiascos a la hora de invertir en un producto editorial; los tabúes que hay que acabar de ignorar respecto al mundo de la autopublicación, la autopromoción y la visión del libro como mercancía para comercializar a través de oferta y demanda.

Foto tomada en los momentos compartidos con Carlos Torres Cairo durante el último día del curso, viernes 5 de mayo de 2023.

Como mismo hice saber en mi postulación a la Beca, el modo de emplear mejor los conocimientos adquiridos en el programa de estudio es ponerlos en práctica. Fue sin dudas una oportunidad para el crecimiento profesional y eso deberá evidenciarse en mis próximas publicaciones. Es a lo que aspiro.

Como parte de las conferencias recibidas en Escritura Creativa, estuvo el encuentro con los chicos del proyecto Oralitura Habana: Roly Ávalos y Alex Pimienta, sobrino e hijo respectivamente del improvisador cubano Alexis Díaz Pimienta. Tuvieron a cargo la clase Improvisación Poética, la cual gustó muchísimo, resultando dinámica por la interacción constante con el público.

Para reproducir lo aprendido pretendo brindar la posibilidad a los colegas que no pudieron estar en los cursos, de que reciban estos conocimientos a través de los talleres de Narrativa y Marketing Editorial que estaré impartiendo junto a otros profesionales del medio como parte de la Casona Azul, proyecto de verano que tendrá lugar a partir de julio en la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de Santiago de Cuba.

Foto de algunos de los becarios con los chicos de Oralitura Habana.

 

Hasta la clausura fue otra master class, esta vez con la presencia del propio Alexis Díaz- Pimienta, quien además de improvisar hasta nos contó en versos anécdotas de su niñez.

Foto tomada a Alexis Días Pimienta durante su presentación en la clausura de los cursos de Transcultura.

Realmente fueron momentos muy provechosos, emotivos e inspiradores para crear.

El FAJ es una plataforma cultura de COSUDE que comienza a mostrar resultados en las áreas de música, artes visuales y emprendimientos culturales y explora posibilidades para el desarrollo de otras formas de expresión creativa joven.

“Un libro es un show” ha incorporado a talleristas no solo de todo el territorio cubano, sino del Caribe, con la representación de República Dominicana y Belice, lo cual fortalece disímiles lazos culturales y aviva el intercambio de conocimientos que genera este tipo de encuentros.

Estoy y estaré siempre muy agradecida a todos las partes que tuvieron a bien confluir para lograr esta Beca de Creación con el fin de continuar estrechando vínculos artísticos entre Cuba y el Caribe.

COSUDE continúa desplegando una estrategia de cooperación inclusiva, en la que los mayores beneficiarios son personas apasionadas, capaces de crear y ser sostenibles más allá de las vicisitudes del contexto actual.

Nota de autor:

Todas las imágenes utilizadas en el post son de mi propiedad.

He citado en cursiva parte de la publicación en facebook de la Embajada de Suiza en Cuba, dando detalles del programa de Transcultura:



Deconstruyendo a la sombra de Márquez

Análisis a la nota de prensa: Los relatos silenciosos, las mujeres del boom latinoamericano, conversatorio en el Museo de Arte Moderno

 

En septiembre del pasado año 2022, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México publicó una nota de prensa a propósito de la exposición Gabriel García Márquez. La creación de un escritor global, la cual tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. Y, bueno, la cosa es que me topo con dicho artículo en una búsqueda al azar que hice para la revisión bibliográfica de mi futura tesis sobre literatura escrita por mujeres en Latinoamérica, pues, en el marco de tal exposición, a alguien se le ocurrió ofrecer un conversatorio sobre Los relatos silenciosos: las mujeres del Boom Latinoamericano; cuyo objetivo —dicen— era destacar el trabajo de las escritoras de esta generación. Hasta ese minuto durante la lectura, me dije: —Bueno, no me parece el marco más propicio, pero mirándolo desde otro punto, quizás tenga su sal y su pimienta. Se me antoja asalto, emboscada el ir a hablar de las ignoradas en medio de una expo en honor al santo del Boom Latinoamericano. Pero continué y de inmediato comenzó a vibrarme la venita de la frente.

Elena Garro

La idea es sacar a la luz a las múltiples escritoras que desarrollaron su trabajo antes, durante y después de la obra “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, para mostrar cómo hay una tradición femenina importante en América Latina. Se hablará de varias escritoras: Elena Garro y Rosario Castellanos, sobre la relación de García Márquez y María Luisa Elio, guionista de “En el balcón vacío” y amiga del escritor colombiano durante su estancia en México. El conversatorio permitirá mostrar también la relación que se puede establecer entre la obra de García Márquez y el trabajo de otras autoras, como María Luisa Bombal con” La amortajada”, Silvina Ocampo con lo fantástico y Elena Garro y el realismo mágico, así como la relación con sus contemporáneos, que dará una idea de la atmósfera de la vida cultural.

Rosario Castellanos

 

María Luisa Elio

 

María Luisa Bombal

 

Silvina Ocampo

La escritora Lucía Melgar consideró como una de las causas que justifican la exclusión de la literatura escrita por mujeres dentro del fenómeno literario comercial del siglo pasado, el fatalismo histórico mediado por el canon masculino, el sesgo en la crítica literaria, los valores de la sociedad de aquella época y el ambiente cultural mexicano y latinoamericano de forma general. Imagino se haya referido, muy a groso modo, al machismo que desde siempre ha caracterizado a nuestras culturas y que amén de todo lo open mind que pueda llegar a serse desde el arte, nunca se escapa a tales prejuicios, pero bueno, ésta es una mirada crítica muy por arribita. La cosa viene ahora: vergonzoso, más que nada, el seguir replicando el error de establecer comparaciones donde el ideal de sujeto siga siendo el hombre, genéricamente hablando. Y no me refiero con esto a que deba ser la mujer, no se trata aquí de resaltar una lucha intergénero ni de postura feminista radical, es solo cuestión de coherencia, que ya se ubica en un problema de pensamiento filosófico. Pregunto ¿por qué establecer a Gabriel García Márquez, y no solo al autor, sino a su obra más venerada Cien años de soledad, como punto de referencia para el análisis de por qué el sesgo en la crítica a la literatura escrita por mujeres en Latinoamérica durante el Boom y su no inclusión en el fenómeno? ¿Acaso necesitan las obras de estas autoras ser legitimadas ante tal punto comparativo? ¿Hablamos de reivindicación y para ello entonces rendimos tributo primero a la obra de quien fuese uno de los exponentes más notorios del movimiento literario masculino de la época, para entonces, a partir de ahí, evaluar cuánto merecían o no las escritoras de esa generación ser incluidas y tenidas en cuenta? Me parece una falacia, ciertamente. Pero como si no bastase, en el artículo remarcan el hecho de que tal conversatorio, llevado a cabo nada más y nada menos que por las escritoras mexicanas Maricruz Patiño, Ave Barrera y Lucía Melgar, pretendió de ese modo “mostrar cómo hay una tradición femenina importante en América Latina”. Por favor, ¿hay en serio que justificar de este modo la existencia de una tradición literaria en Latinoamérica? Para colmo se salieron del contexto escritural para referirse a pasajes de las vidas de dichas escritoras que mantuvieron relaciones con Márquez (da igual el plano afectivo) y con otros contemporáneos, como muestra de en cuánto influenciaron tales roces en sus procesos creativos y en la repercusión de sus obras. Y como si fuera poco pretendieron evidenciar la “relación que puede establecerse” entre la obra de García Márquez y la de estas autoras.

Si acaso hubo una intención reivindicadora en tal conversatorio, estoy convencida de que no era este el modo. Seguimos manejando conceptos equívocos. Continuamos arraigadas sobre el error sin deconstruir de forma orgánica. Propagamos el eco sin analizar dónde están los puntos muertos en la historia. Pero, sobre todo, sin cuestionarnos filosóficamente el fenómeno.

Repetimos patrones discriminatorios de todo tipo, en este caso a las mujeres nos ha tocado desde el inicio de los tiempos ser las más desfavorecidas, incluso nos discriminamos entre nosotras. En conversación recientemente con la colega Elizabeth Casanova Castillo, también escritora, filósofa de profesión, además, salió a relucir el tema de la construcción social del sujeto. Ella plantea en su artículo La libertad es una mujer fatal, publicado en 2020 en el número 5 de la revista digital Zona Crítica, que hablar hoy desde la mujer es sumamente contradictorio. Ser del sexo femenino no implica tener conciencia de género. Hay muchas mujeres machistas que reproducen esos patrones. Sin embargo, la respuesta ante eso no debe ser la propia discriminación, puesto que estaríamos replicando la misma injusticia y dando cabida a la ira y sentimientos afines que no traen más que la necedad, lujo que no podemos permitirnos, pues cuando nuestro criterio no puede ser rebatido se lo achacan a algún defecto de nuestro sexo. Es preciso despojarnos, incluso, de nuestra propia subjetividad. Se nos debe respetar no por nuestra condición de mujer, sino porque somos seres humanos, seres pensantes. Ahí comienza la guerra contra el machismo, cuando debemos reivindicar la verdad de nuestras ideas, siendo irrelevante el sexo de quien las exprese. Sólo pensándonos y actuando como iguales lo seremos realmente, incluso si en esa batalla debemos despojarnos de lo que creíamos como verdad, que no es más que la forma de la verdad construida por una ideología dominante. A pesar de los siglos de historia del movimiento feminista y la lucha por los derechos de la mujer seguimos pensándonos desde los hombres. Hace más de medio siglo Simone de Beauvoir escribió: “La Humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma, sino con relación a él; no la considera como un ser autónomo”. Hoy, no sólo el hombre nos define, nosotras nos seguimos definiendo en relación a él.

El artículo pudiese tener quizás también otra lectura. Siendo benevolentes podríamos ignorar la torpeza de tales comparaciones y pensar que tal vez todo fue fríamente calculado. Tanto el aprovechar el momento de la exposición dedicada al Gabo, que tan simbólicamente tuvo a bien preparar el Instituto de Bellas Artes y Literatura, como el usar su obra Cien años de soledad, a propósito de proponer otras tantas escritas por mujeres antes, durante y después que bien podrían competirle. En algún momento mientras leía y escribía tuve esa luz en mi afán de ser imparcial y aplicar un juicio crítico libre de posturas preconcebidas. Ya ahora mismo por más que repienso no logro visualizar otro discurso. Para ello tendría que hacer alusión a otros análisis que tienen que ver con lo comunicacional, con los modos de vender una información sin caer en contradicciones que pongan ridículamente en tela de juicio el contenido que transmitimos. Pues, me resulta completamente anacrónico el que Lucía Melgar refiera que hay mucha invisibilidad por parte de la crítica hacia la obra literaria de las mujeres de ese período y que esa es la labor que debemos hacer las del gremio ahora haciendo visible sus obras. Que el mismo Juan Rulfo, cuando fue premiado por Pedro Páramo, dijo que él nunca hubiera podido escribir eso si no hubiera leído La amortajada; que el aporte literario de las escritoras en cuanto a nuevas formas de hacer ha sido muy importante, pero que no se han estudiado porque la masculinidad literaria se ha apropiado de todas las glorias y sin embargo, haya moderado un conversatorio que pretendía de alguna forma denunciar lo ignoradas que han quedado nuestras antecesoras a lo largo de la historia y para ello use a Márquez y su obra como punto de partida para tal análisis.

No sé a ustedes, pero a mí esto solo me corrobora que, como plantea Casanova Castillo, la medida de hasta dónde queremos llegar está mal planteada. No necesitamos que nuestro legado, nuestro patrimonio creativo se haga legítimo a partir de la obra de ningún hombre. La historia ha demostrado cuán capaces somos sin necesidad de comparar. Revictimizarnos no es el camino, pero minimizarnos tampoco.

Tal vez esta sencilla nota de prensa cuyo fin no era otro que anunciar el conversatorio que tendría lugar, no fuese el material más rico en cuanto a contenido para tal análisis, pero, no es un caso aislado. Vemos este patrón repetirse constantemente en los medios, incluso en revistas especializadas, cabe entonces cuestionarnos: ¿sabemos realmente qué queremos deconstruir, desmitificar?



El arte de producir

En la mañana de este lunes 17 de abril, comenzó en Santiago de Cuba un Curso de Posgrado sobre Producción Escénica, convocado por la filial santiaguera de la Asociación Hermanos Saíz y el Centro de Superación para el Arte y la Cultura. Dicho itinerario cuenta con la experiencia de Rubén Aja Garí como profesor principal, quien se encuentra acompañado por otros especialistas y productores artísticos.

Dado el afable ambiente generado en esta primera conferencia, la soltura con la que Aja impartió el contenido introductorio, que como sabemos, suele ser a veces la parte más monótona de cualquier temática, me preguntaba si el artista visual había impartido ya en alguna otra ocasión un curso de posgrado. Refirió que la experiencia docente que tiene es de su formación y posterior magisterio en la Escuela de Instructores de Arte (EIA), y que posterior a eso ha impartido algunos cursos y talleres, pero más relacionados con el audiovisual y la fotografía. En esencia, es el primer programa sobre Producción Escénica que imparte.

Partiendo de la demanda que tiene este curso, los intereses del Centro de Superación para el Arte y la Cultura y la Asociación Hermanos Saíz, así como otros Centros y Consejos en la ciudad, Rubén Aja fue convocado y para beneplácito de todos los que asistimos al curso de posgrado accedió a esta tarea. Como mencionaba al inicio, tendrá una duración de un mes en modo presencial. Durante toda esta primera semana –del 17 al 21 de abril– las clases serán diarias y se impartirá una serie de contenidos relacionados con:

 ➡ Instituciones del Ministerio de Cultura en Cuba y estructuras de producción.

➡ El productor en el Socialismo y en el Capitalismo.

➡ Tipos de producción. Sus diferencias.

➡ El espectáculo: aspectos técnicos y prácticos (atrezos y utilería, tipos de maquillaje, tipos de iluminación, psicología de los olores en la escena).

➡ El espacio escénico.

➡ La producción y dirección del hecho artístico (las especialidades subordinadas a la producción).

➡ El plan de producción y otros planes anexos.

➡ Etapas de producción.

➡ Aspectos jurídicos y económicos. Contratación.

➡ Ayudas, contratación y mecenazgo.

➡ Cooperación: modelos de coproducción.

 ➡ Comunicación de un proyecto artístico.

Persigue como objetivos:

 ➡ Conocer todas las fases en la gestión integral de un proyecto en la dirección del hecho artístico (eventos, rodajes, conciertos, puestas en escenas, presentaciones de libros, etc.).

 ➡ Conocer los elementos claves en la gestión y dirección del hecho artístico, así como las habilidades directivas.

 ➡ Comprender todas las fases para la producción y realización de un proyecto.

 ➡ Conocer los tipos de ayuda, recursos y financiamientos para concebir un proyecto.

El curso estará regido por un sistema de evaluación semanal, en el que se irán dejando tareas que desemboquen en la exposición de un proyecto artístico que los alumnos deberán vender para la búsqueda de patrocinadores, productores asociados y mecanismos que viabilicen su desarrollo. Como trabajo final deberán presentar un plan de producción, con todos los documentos anexos que eso lleva en vista a un proyecto acorde con los intereses personales de cada alumno, teniendo en cuenta la especialidad del arte en la que se desempeñe o la institución para la que trabaje.

La matrícula del curso es de aproximadamente veinticinco personas, entre los que convergen artistas de varias manifestaciones y funcionarios de instituciones culturales, Centros y Consejos. Hay músicos, artistas escénicos, artistas visuales, y trabajadores de instituciones como El Centro Multicultural El Ingenio, que pertenece a Caguayo, la Asociación Hermanos Saíz y El Centro Provincial del Libro y la Literatura. Esto debiera permitir que el radio de acción del curso se amplifique y que los resultados en materia de calidad en la producción artística se vean favorecido en la ciudad.

Santiago de Cuba, ciudad con una vida cultural que en algún momento fue tan dinámica y rica en cuanto al hacer de tantos proyectos y eventos, necesita y merece cursos como estos, intencionados hacia la capacitación de los hacedores de ese arte. Es una realidad a la que no se escapa el hecho de que los propios artistas tienen que por obligación desdoblarse en directores, gestores, productores y comunicadores de su propio trabajo. Lo ideal es que exista la posibilidad objetiva de contar con personal cualificado para ello y que el creador se dedique a crear. Pero, son muchos los factores que inciden en que no pase de ahí la idea; la falta de preparación es sin dudas uno de ellos, diagnóstico que han sabido reconocer las instituciones culturales y el Centro de Superación al tener en cuenta un posgrado de este calibre. Sirva además esta iniciativa en respuesta a uno de los puntos debatidos por los miembros de la sección de Audiovisuales y Promoción de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba, saludando al IV Congreso de la AHS.   



Al filo de una voz-Isla, puente, barco de papel…

Y aquí se vive como al centro de un día,

con los bordes comidos por los pájaros

Ángel Escobar

Tienen los versos un ritmo al que no logro acoplar y eso reta, me gusta sentir que algo se impone. Lleva la poesía otra forma de doblegar, otro modo de hacerse y hacerme sentir al “borde”. Es algo así como lo incontenible que no posee la narrativa. Cuando leo poesía se me despegan los pies del piso, la gravedad se invierte y hacerle presión sería en vano. Una idea para cuento puedo mantenerla dentro durante mucho tiempo, rumiarla una y otra vez, reescribirla sin escribirla y armar personajes en torno a ella según se antoje; pero no me pasa así con la lírica. La poesía cuando llega se desborda, escapa entre los poros del cuerpo, como si necesitara estallar pronto para no implosionarme dentro y hacer que corran mis yoes en todas partes.

A Lisbeth,

este libro, lleno de saltos, bordes y escapes. Ojalá puedas encontrar en él esa otra Isla.

Gracias por estar en el nacimiento de este primer hijo.

Abrazos.

22/4/2022

 

Escribió Reineris para mí en la dedicatoria del libro, sin saber cuán atinada sería en el futuro próximo, cuando finalmente navegara en barcos de papel por los filos de estas Islas-versos al borde del escape. Y así, como quien no intuye la pena, comenzó a avizorárseme el hueco en la espalda y Tuve cuidado

Indiscutible la contundencia y madurez de este poeta, pese a ser su primer libro, al menos publicado. Entre sus páginas percibí que, a este escritor, que también encuentra refugio en los relatos, pudiera pasarle como a mí con la incontinencia poética, por ello hice alusión a tal fenómeno en los inicios de este texto, al que rehusó llamar reseña, pues pretendo ir más allá de la mera descripción del libro; mucho menos procuro incentivar el fenómeno comercial de su venta, amén de que para obtenerlo sea ese un paso indispensable en este caso, donde he tenido el gusto de presentarlo, en el marco de la XIX Edición de la Gira de Trovadores y poetas Estrofa Nueva, 2023. Más bien quisiera armarme de su autor por un momento, y como una especie de capa mágica, transparente, llegar hasta cada posible lector y envolverlo, tragarlo, hacerlo desaparecer entre los rostros que muestra en cada escrito. Tal vez como duende “atraviesaoídos” que desempolvan, susurrar que me asustan las mujeres de sombra rota; que dice mi padre que tengo un árbol en el pecho, / (…) donde un muchacho que oye a los Beatles se suicida/ y cae con los ojos cerrados/ sobre mi ombligo.

Quizás mal entienda y la necesidad de evasión me sobrecoja, pero la poesía en su concepción más universal me ampara, y es que siento que el surrealismo poético en este libro abraza y lo dota de un frescor necesario. Esta idea me hace recurrir al cuento del ratón que hacía la abuela cuando yo era niña y que sé es de creencia popular: el ratón muerde en las noches, mientras uno duerme aletargado en el más profundo de los sueños, y mientras tanto, para que no sientas dolor, sopla, y sopla y sopla… Sí, duelen como finas agujas en la médula los versos de Reineris, sientes un dolor ajeno, y no puedes dejar de ser El otro.

Bordes, título que estuvo a cargo del prestigioso sello editorial La Luz, en Holguín, publicado en 2020, ha contado con buena aceptación por parte de los lectores, hecho que pude constatar en las Romerías de Mayo del pasado 2022, donde tuvo su presentación. Otras se le han sucedido, también en el marco de algunos eventos literarios del país, entre los que cabe destacar el Mangle Rojo, espacio para dialogar con buena representación de los hacedores de esta Isla poética y hasta donde llegó Bordes, como Un puente.

No cuesta percibir los márgenes de esta voz. Presta a que conozcas dónde enraízan sus miedos, plena a su deseo de hacerte saber, su temor, que al mismo tiempo se transfigura en necesidad imperiosa de caer… de dejarse caer. No hay un juego de personajes, siempre serán ellos mismos, seriadamente, poema a poema. Esto dota al cuaderno de una uniformidad estética interesante, donde el reflejo del yo va mutando entre su padre, su madre y una Criatura salvaje. En algunos casos se cosifica, hasta convertirse, pasando desde un puente hasta hasta una ventana, atravesando una aguja, aceptándose tal cual, cayendo al vacío, esperando que abajo estén los otros.

Huir, saberse huyendo y tragar el pesar del escape, es también de las grietas en el libro. Una grieta colectiva que anuncia el cráter comunitario. Ese hueco en la espalda donde su padre también asoma el rostro, su madre y todo el panteón, porque es así como funciona la mecánica del hoyo y su autor lo sabe. Más, será mejor sembrarnos bocabajo,/ con la vaga idea de que podemos morir tranquilos…     



Alessandro Sicioldr y nuestros rostros

Alessandro Sicioldr Bianchi, artista plástico italiano de tan solo 32 años, con una sólida carrera en el mundo del arte, legitimada en numerosas exposiciones colectivas y personales, así como importantes premios que lo han catapultado a ser reconocido como uno de los talentos más notorios de su generación, trabaja el surrealismo y ha confesado no solo hacer del género su línea de trabajo sino una filosofía de vida, no solo una estética, también una forma de filtrar su realidad, lo cual le ha permitido plasmar su cosmovisión del mundo en los lienzos que pinta. Ilustrador nacido en 1990 en Tarquinia, actualmente residente en Perugia, Italia. Trabaja con óleos y lápices de colores, afianzando primero línea a línea las fantasías de sus obras, usando para ello imágenes que dice vienen del inconsciente, muchas de ellas llegan en ese momento de ensoñación apoderándose de su musa, la que luego materializa usando una mezcla entre técnicas contemporáneas y tradicionales. La peculiaridad de sus creaciones, las cuales comenzaron a manifestarse desde muy temprana edad, alertaron a sus maestros en el Jardín de Infantes quienes sugirieron a sus padres llevar al niño a misa y exorcizarlo. Estudió y trabajó durante mucho tiempo bajo la guía de su padre, psicólogo y también artista plástico en un estudio de pintura clásica. En 2014 se mudó a su propio taller donde ha continuado creciéndose y nutriendo sus obras de análisis enfocados a la Historia del Arte, la Psicología, Mitología, Filosofía, Literatura y Ciencias.

El oficio requiere disciplina, asegura, es por ello que pinta desde el amanecer hasta la tarde. Matiza su tiempo de creación con hábitos que refiere alimentan su rutina: camino mucho a la orilla del mar. Todo podría parecer común, simple, visto desde fuera, y esto es porque las evoluciones y experiencias internas son sutiles, no manifiestas. Lo que ocurre bajo la superficie de la normalidad es lo que realmente hace la diferencia. Los sueños, visiones, fantasías y obsesiones han estado conmigo desde mi más temprana infancia y las sublimo a través del arte. Mis visiones son solo imágenes que flotan en las mareas de la conciencia, y supongo que todos las tienen. Mi única capacidad es reconocer cuándo una imagen es importante y fijarla. Al principio son solo impresiones fugaces que boceto en mis cuadernos, es ese el momento en el que tiene gran poder para mí. La pintura o el dibujo es la sacralización de una idea, pero la verdadera idea yace luego en el lienzo (elhurgador.blogspot.com).

No fue fácil decidirme por la que sería la portada de mi primer libro, no pocas antecedieron a la propuesta final, que felizmente se trató de la obra El útero, de este autor que hoy les hablo. Resulta interesante cómo a veces la vida tiende sus redes, pues en aquel momento no hice la tarea como lo estoy haciendo ahora, y es fortuito el que todo de alguna forma acoplara, aún sin saber cosas que ahora sé, verán: la pintura lleva ese título tan sugerente y Rostros (Editorial Primigenios, EE.UU, 2021) fue mi primer hijo; en la imagen, las raíces que salen en rojo del núcleo de la figura, buscan conectar con algo, que ya queda a la capacidad de interpretación del espectador, pero que todos podemos ser sensibles a lo que trasmite. En mi caso, Rostros fue esas raíces que comenzaron a afianzar mi obra literaria y que luego brotaron en la publicación de mi segundo volumen de cuentos. Fue resultado directo de la publicación del primero ya que un lector que lo encontró gracias la campaña promocional online que lancé, era nada más y nada menos que el Director de una editorial ecuatoriana y a partir de ese momento se interesó en mi obra. Luego de algunas entrevistas que me pidiera para publicar en su país, propuso que enviara un libro inédito para su sello; ahí nació entonces Matices de vida (Editorial Libros Duendes, en colaboración con la Agencia Traductora Literaria Tektime, Italia, 2022).

Después de que Rostros comenzara a darme todas las alegrías que me ha dado y sigue dándome, habiendo estado en el número uno de literatura erótica en Amazon y en el cincuenta y nueve de literatura de ficción durante tres días consecutivos, tras una promo que lanzara su editorial, con más de trescientas descargas desde varios países y recibir montones de mensajes de sus lectores hablándome de sus experiencias durante la lectura, puedo asegurarles que no hay mejor premio que ese. Desde entonces llevaba tiempo rumiando la idea de tatuarme la portada, y como nunca ignoro mis deseos, ahí está.  

Más, ahora descubro que toda la obra pictórica de su autor versa sobre el surrealismo, y parece casuística astral el que para comenzar este año me tatuase una obra surrealista, (amén de todo lo demás ya dicho), ya que ha sido el género literario en el que estuve trabajando todo el 2022, de donde nació mi cuarto libro de cuentos para adultos, parte del mismo ya próximo a salir publicado por Ediciones Luminarias en Santi Spíritus, bajo el título Escalera de mar, cuaderno ganador del certamen Casatintas, 2021. Pero el proyecto completo lleva el nombre La pelirroja de Jodorowsky (aún inédito), una obra donde lo surreal se personifica y va ganando espacio sutilmente dentro de la más cruel realidad cubana. Por esta misma línea de pensamiento fluye la estética de trabajo del artista visual Carlos Gil Calderón (KGK), quien además también ha encontrado más allá del lienzo y el videoarte otro material para plasmar sus obras. Creador santiaguero radicado en La Habana, con un taller (AKAMARA) que se ha convertido no solo en estudio de tatuajes sino en zona de confort para dar vida a bocetos que luego firma como KaGiKa en las pieles de sus clientes. Carlos, quien quiso abrazarme con este regalo luego de tanto tiempo sin vernos, tatuó en mi pierna izquierda, del lado del corazón, la cara de mi primer libro y redescubrimos juntos la obra de Alessandro Sicioldr, sorprendidos ante la magia de “el tiempo es perfecto y todo lo que tenga que ser será”, cómo no fue hasta ahora, después de casi dos años ya de la publicación de Rostros, que nos percatamos de tales semejanzas.

En mi opinión, cada obra de arte debería aspirar a la universalidad, porque tiene que hablar a la mayor parte posible de la humanidad. Lo único que cambia es el lenguaje que un artista utiliza para expresarse. Yo no sigo un estilo o una moda. Solo quiero tener completa libertad de expresión y no sé (ni me importa) si mi estilo resultará coherente. (…) Si mi personalidad y mi alma están siempre cambiando y evolucionando, ¿por qué debería mi arte ser monolítico y coherente?

Alessandro Sicioldr