Feria del Libro
El ojo del ciclón
Anduvimos desandando La Habana Vieja el último día del Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica en esta 31 Edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana (febrero, 2023), despidiendo el evento a nuestro modo, el único modo en el que puede un joven comerse el mundo: abrazando todo cuanto encuentre a su paso en una ciudad saco, que cuelga en el hombro de un señor mayor, con cara de buena persona.
Si no caminamos cerca de 10 km ese sábado, lo mismo por separados que juntos, entonces, no caminamos nada. Hablábamos y se nos escapaba el tiempo en alguna esquina del saco, el viejito alegre nos dejó ser. Pasamos de Café en Café como de libro en libro. Debatimos sobre premios y faroles mientras abusamos de los buenos precios en el O’RELLY, de dónde tal vez no nos hubiésemos ido nunca. Un niño en la Plaza Vieja se me acercó con una flor de papel, origami a cambio de lo que yo quisiera. Quizás debí pagarle con un beso, abrazarlo con todo el amor del mundo, eso iba a llenarlo más que unos pocos billetes.
Todas las calles se parecen. Una es idéntica a la otra, y la otra a la de más arriba. Nunca supe dónde apareció el Ojo del ciclón. Si tuviese que volver a ir sola, no creo que encontrase el lugar. «Tango gratis», decía el cartel donde un portón abierto dejaba en primera plana la parte de atrás de un Polski, rediseñado a lo «rockanrolezco». Mientras, el viejo Jodorowsky hacía bregar sus palabras desde un televisor incrustados a la pared, aclimatándonos a los variopintos adornos que parecían cobrar vida en el camino. Un bulto de algodón colgaba del techo, simulando nubes en torno a maletas volantes, fotografías y cuadros, todo como parte orgánica de una instalación cuyo objetivo no parecía ser otro que transportarnos al más armónico reguero del que tenga recuerdo.
John Lennon nunca imaginó portar un cuerpo tan polifuncional como aquel que allí le adjudicaron, quedando su cabeza como si de algo completamente sincrónico se tratara, pose que nunca comprendo al ver la estatua, porque si de algo no pudiera culparse a ese flaco de espejuelos redondos es de normalidad (entiéndase a-normal por lo divino).
Una pareja jugaba al futbolín hacia una esquina, centrados, como si nadie más caminara alrededor, el diseño de lo que para mí era el asomo de una molécula química los envolvía. Un objeto acampanado y giratorio servía de estribo a zapatos de tacón sin par. Todo cubierto de libros: Filosofía Marxista, Cultura Política, Religión y Sociedad, entre otros alegres títulos. El ojo de Orus nos observaba desde una columna. Tres pedazos de mampostería, sabrá Dios arrancados de dónde (el ojo del ciclón siempre ha de ser una fuerza poderosa), dejaba al descubierto la anatomía de un cuerpo, como si de autopsia fuésemos testigos, se me antojaba cuerpo de mujer. En su interior solo un objeto se me hizo familiar: «una taza de café». Seguro una úlcera crónica fue la causa de muerte (respondo asumiéndome perito en el dictamen de los resultados macros).
Mártires en la pared del fondo. Eusebio Leal, anonadado, se transfigura en el fenómeno atmosférico de su querida Habana Vieja.
Del infinito, del universo… La Luz
La Hora Tercia, espacio de las presentaciones más relevantes en la XXXI Feria Internacional del Libro, realizado en la sala Electa Arenal del Centro Provincial de Arte, tuvo en su segunda jornada la presencia de Ediciones La Luz, sello holguinero de la Asociación Hermanos Saíz que compartió con el público varias de sus novedades.
El narrador y periodista Rubén Rodríguez recorrió, en su presentación de la nueva campaña de promoción del libro y la literatura “La luz te pertenece”, el trabajo de diseño y promoción que ha acompañado al sello desde su fundación en 1997. Diseñada por Robert Ráez, a partir de la poética del joven artista visual Alejandro Zaldívar, la gráfica de esta campaña representa el mítico personaje de Ícaro, tomando como referencia los versos del poeta holguinero Delfín Prats, Premio Nacional de Literatura 2022: Del infinito, del universo/ de la sustancia exterior:/ patria, bosque, ciudad, jardín,/ regresar a uno mismo, al yo primordial. Durante todo el año esta acompañará las actividades literarias que vinculen a la casa editora, la poesía, la creación joven y el hábito de la lectura en todos los públicos, haciendo énfasis en las nuevas generaciones interconectadas, por lo que su objetivo es trascender tanto en plataformas digitales, redes sociales y espacios físicos, comentó el poeta Luis Yuseff, editor jefe de Ediciones La Luz.
Con el apoyo del equipo creativo de La Luz y el auspicio del Centro Provincial del Libro y la Literatura, para estas acciones promocionales se crearon diversos materiales que circularán en soporte físico y también en las redes: carteles, almanaques, pegatinas, fondos de pantalla y postales, además de spots para radio y televisión. Desde hace algún tiempo en La Luz se trabaja incansablemente desde Internet para lograr la promoción de la literatura, enfocada especialmente en nuevos públicos, sin descuidar otros tipos de seguidores asiduos a sus creaciones desde lo impreso, que abarca ya más de 200 títulos, además de los espacios físicos como peñas y lecturas en la sede de la editorial, añadió Yuseff.
Dos títulos poéticos integran las novedades de La Luz en la Feria: Consejos para no acatar, de Miguel Barnet, Premio Nacional de Literatura 1994 y Maestro de Juventudes de la AHS en 2010, y No es prudente recibir caballos de madera de parte de un griego, del colombiano Juan Manuel Roca, homenaje también a Colombia como país invitado en esta Feria, y a uno de los grandes autores contemporáneos de Hispanoamérica y el poeta vivo más reconocido de su país, quien ahonda en el peso (y el valor) de la palabra, en la fuerza de los mitos y la historia, como un cronista de lo poético-cotidiano de su país.
Eugenio Marrón, en su presentación del libro de Barnet, realizó un recorrido por la amplia obra de uno de los escritores más premiados y reconocidos de nuestro país, autor de libros testimoniales, novelas, poemarios, ensayos, artículos… como la ya mítica Biografía de un cimarrón, Canción de Rachel, Gallego, Oficio de ángel, La piedra fina y el pavo real, Autógrafos cubanos, La fuente viva, Actas del final, Akeké y la jutía, entre otros. Marrón, al detenerse en Consejos para no acatar, subrayó la juventud y la frescura que destilan los versos de Miguel Barnet, en un libro que –al decir de Lázaro Castillo en las palabras de contraportada– revela la “vitalidad de un poeta que a los ochenta años se deslumbra con la noche, cree en el amor, asiste a un bar y lo mitifica. Es un hombre que vive en plena juventud mental y piensa que “Un poema puede comenzar con una mentira / Y qué más da si la mentira / es una metáfora impía de la verdad”.
Por su parte, Erian Peña Pupo subrayó que “en un juego de sentidos y resonancias, desde el título Roca advierte sobre la posibilidad de una doble lectura, de algo más oculto en el interior, como un artilugio que nos hará, después de cerrar el volumen, «mirar un paisaje distinto» al de cada noche. Nos propone un viaje por los terrenos de la memoria, donde el lector –que ha sido avisado– no será nunca pasivo, sino que escudriñará, junto con el poeta, senderos donde la memoria personal entronca con la memoria nacional y conforman la médula de un país. En este cuaderno Roca nos muestra un cuerpo-país-Troya que se torna uno solo y que le permiten, incluso, aludir a uno de los temas cuestionados por su poesía, el poder. Es un cuerpo mal gobernado que habita con resignación, que lo persigue y «mide sus pasos en mis pasos, casa su sombra con la mía», un «viejo y asiduo cuerpo, compañero de andanzas y desvelos». Es un país que existe, en buena medida, en la permanencia de la memoria y los recuerdos: en el patio de la casa natal, en el caballo de madera de la infancia, en viajes y regresos, en un poema que no escampa. Y es una Troya simbólica, fortaleza y sitio expuesto. El cuerpo es –en estas páginas donde Roca abre el pecho y la memoria a momentos de su vida– la arrasada imagen de Troya, receptáculo de los testimonios de las andanzas por el mundo, un espacio (en el tiempo, en la carne, en las ruinas) donde el yo habita en otros y fluye. El poeta anda, por tanto, en busca de su país, de un cuerpo y también de una Troya mítica”.
“La nocturnidad, el agua como metáfora del tiempo, el Nadie homérico, la memoria… pueblan sus textos. Mientras la imagen, la cotidianidad, la despersonalización, la distancia de lo filosófico y lo sentimental –aunque no evita del todo referencias lírico-amatorias– dan forma a su identidad poética. El tema que la engloba todo es el tiempo”, añadió Erian Peña, autor del prólogo que acompaña este poemario de Juan Manuel Roca.
Como colofón de la jornada se presentó el audiolibro Los cielos desiertos. Poemas de Luis y Sergio Saíz en las voces de jóvenes artistas cubanos, por la escritora y editora Liset Prego. Este proyecto, que obtuvo la Beca de Creación “El reino de este mundo” que otorga la AHS, contó con la selección de la propia Liset, y reúne las voces de diez miembros de las diferentes secciones de la filial local de la Asociación –varios de ellos presentes en la presentación– para volver sobre la obra y pensamiento de los hermanos Saíz.
Publicado en la colección Quemapalabras, con la colaboración musical de DJ Acid Seduction, realización de Amalio Carralero y asesoría de los actores Fermín López y Yordanis Sera, Los cielos desiertos es un homenaje con palabras que siguen siendo de los Saíz y mantienen la frescura y autenticidad del primer día, para volver sobre su obra como las voces de una brisa fresca que sigue los pasos de estos jóvenes rebeldes, añadió.
AHS presente en la Feria Internacional del Libro de Santiago de Cuba
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¡Santiago de Cuba ya vive la fiesta de las letras! Una ocasión que llega para homenajear a los destacados intelectuales santiagueros Heber Pérez y Daysi Cué.
Según precisó la escritora Lisbeth Lima Hechavarría, vicepresidenta de la Asociación Hermanos Saíz, la joven vanguardia artística contará con un programa artístico-literario colateral con vistas al IV Congreso de la organización y tendrá el leitmotiv de la inclusión.
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El programa incluye la inauguración de la muestra colectiva «Zona Cero», de varios artistas visuales de la Asociación, y la librería José Antonio Echeverría será la sede del programa teórico con paneles, presentaciones de libros y lecturas; mientras el Patio Los Dos Abuelos, en la Plaza de Marte, acogerá las descargas en las tardes y las noches.
Se sumarán otros espacios en la Fiesta del Libro como el Proyecto DIVERSAS, y las peñas literarias «El Escriba» y «Convergencias».
Lisbeth Lima comentó al Portal del Arte Joven Cubano que este 2023 además de los miembros de la sección de Literatura, Crítica e Investigación, se sumarán invitados de otras provincias. Entre ellos Luis Enrique Mirambert de Matanzas, que presentará títulos de Ediciones Aldabón; la escritora Elizabeth Casanova Castillo de Santa Clara, jefa de la sección de Literatura en la AHS de Villa Clara, con títulos de Sed de Belleza; y Lioneski Buquet Rodríguez, escritor de Ciego de Ávila, jefe de la sección de Literatura, con propuestas de Ediciones Ávila.
Durante estos días también serán agasajados Onel Pérez Izaguirre y Juan Edilberto Sosa Torres, merecedores de los Premios Calendario 2023 en Poesía y Teatro, respectivamente.
Con la parada en Santiago de Cuba, la Feria del Libro concluirá luego de haber recorrido todas las provincias del país este domingo 19.
Viaje imaginario al centro de la Tierra
Cada vez que escucho el disco, no dejo de imaginar cómo será el concierto de presentación en Santa Clara.
Frente al Centro Cultural El Mejunje, imagino que a las nueve de la noche nos impiden el paso mientras la lluvia nos bendice con una debilidad que no atenúa la impaciencia de los potenciales espectadores.
De repente, silencio: por la puerta aparece uno de los artífices del milagro. Dicen —a mí no me crean— que Diego Gutiérrez vino por el placer de regresar al centro de la Tierra. Dicen que en el concierto lo acompañarán Merlin Lorenzo, Rolando Morales, Armando Osuna y Raulito Prieto, además de miembros de La Trovuntivitis y algunos de los autores de los poemas musicalizados en el disco.
Casi a las 10 de la noche entramos a la Sala Margarita Casallas. La lluvia amenaza con volver, pero ahora tenemos un techo para protegernos. En asientos frente al escenario se ubican Edelmis Anoceto, Alexis Castañeda, Ricardo Riverón, Yamil Díaz y Arístides Vega Chapú. Por algún lugar del público vemos a Alain Garrido, Yaíma Orozco, Roly Berrío y Leonardo García.
Los poetas, que ya no son los veinteañeros o treintañeros de cuando Diego erraba elegantemente por Santa Clara, matando el tiempo y componiendo algunas de las canciones más eminentes de su generación; los poetas, que ya no son los de entonces, comienzan a manifestar la incomodidad y el cansancio de quien hace tiempo desacostumbró su cuerpo a estos lances. Por aquí, por allá, se mueven los encargados de ajustar los recién trasladados equipos de audio. Y justo cuando parece que el concierto va a terminar sin haber empezado, aparecen Diego Gutiérrez (nariz de águila, pelo largo recogido en un moño) y su banda.
Para presentar el acto surge de entre la multitud nada menos que Samuel Feijóo, quien vino “de un país lejano […] / con bellas noches / y árboles […] / amigos, / voces”.
Y así comienza, al menos en mi imaginación, lo que será la presentación del disco Viaje al Centro de la Tierra, musicalización de textos de poetas villaclareños, que tiene como antecedente el concierto Comité Central, realizado en junio de 2008 en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.[1]
Avanza la noche, y Diego invita al escenario a Arístides Vega Chapú, quien lee un poema desgarrador, de ritmo diluviano, que pone a todos a sufrir el gran dolor que últimamente nos visita con la insistencia de los malos presentimientos. Acto seguido, Diego canta “Definición del cariño”: “La suerte de tus manos / me está cubriendo el pecho de vicarias, / me está cubriendo el pecho de vicarias”.
Así va recorriendo autores, desde Yamil Díaz hasta Pedro Llanes, desde Alexis Castañeda hasta Ricardo Riverón, desde Carlos Galindo hasta Edelmis Anoceto. Entonces los poetas por fin entienden, o vuelven a entender, que un día, “sin sospecharlo siquiera”, escribieron la melodía misteriosa que jamás planificaron para acompañar sus versos.
Y al mismo tiempo que Diego evoca un Ulises que ya no es el de Homero ni el de Dante, porque es el de Edelmis y viene desde la mirada aleccionadora de Penélope, asegura que “nadie te mata, sino la propia gloria”.
“Tu risa de entonces era, / casi anuncio de un convite”, canta Diego, y enseguida pienso en ti, “mi novia primera / —casi alondra, casi beso—”. Y también pienso en el amigo sincero / que me dio su mano franca.
Luego “pasa flotando en las aguas la casa de la muerte”, e imagino que junto a Feijóo (arrinconado en una de las gradas de la sala) se sientan Carlos Galindo, Sigfredo Ariel y Frank Abel Dopico. Este último un poco más cerca de Roly.
En mi imaginación, la incomodidad inicial se trasmuta en calma. La voz de Merlin es un embrujo que de a poco se apodera del ambiente. Armando Ozuna marca el ritmo con una precisión carente de estridencias. Raulito Prieto se muestra seguro tras el bajo a la par que se deleita con cada verso de los poetas homenajeados. Mención aparte merecen los riffs de Rolando Morales, sobre todo cuando interpreta “A many splendored thing”, de Sigfredo Ariel. Quiero decir, cuando Diego canta:
Que has sido o eres el amor
el gran amor de dos o tres personas
te lo han dicho en momentos
suficientemente graves
esas dos o tres personas.
Entonces despierto. Entonces descubro que en realidad viajo al centro de la Tierra en el ómnibus que me conduce a Santa Clara. Miro por la ventana. Los campos de mango, las lomas del camino y las pequeñas casitas aisladas se trasmutan en el escenario donde imagino que ocurrirá la presentación del más reciente álbum del autor de “Sabor salado”.
Así lo imagino todo mientras escucho Viaje al Centro de la Tierra. Así lo imagino mientras los acordes se apoderan, se van apoderando de esta voluntad de imaginarlo todo. Así lo imagino mientras deseo secretamente que algún día Diego vuelva a presentarlo en Santa Clara. Quiero decir, que vaya a presentarlo en ese lugar que lo vio nacer por segunda vez. Ese lugar que nos une a todos en procesión milagrosa, en un viaje que va desde la raíz hasta el mismísimo centro de la Tierra.
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[1] Así como antecedente de este texto es “Diego Gutiérrez, por el centro”, del poeta y ensayista santaclareño Yamil Díaz Gómez, Presidente de Honor de la 31 Feria Internacional del Libro en Villa Clara.
En la hora tercia de La Luz
La antología poética En el último día del mundo, que reúne cerca de 135 textos del escritor mexicano José Emilio Pacheco, uno de los más importantes autores de ese país y Premio Cervantes de Literatura, distingue las propuestas de Ediciones La Luz en la Feria del Libro holguinera.
Presentado La Hora Tercia, este texto, con selección y compilación del escritor Erian Peña Pupo, constituye una especie de homenaje al autor azteca justo cuando el importante evento sociocultural cubano se dedica a esta nación. Editado por el sello de la Asociación Hermanos Saíz en Holguín, el libro reúne poemas escritos por Pacheco a lo largo de su vida que muestran diferentes etapas del multipremiado autor de la Generación mexicana del del 50.
“Es un placer que hoy la poesía del también Premio Reina Sofía, regrese al encuentro con el lector cubano, principalmente el más joven, gracias a La Luz, y a Luis Yuseff, su editor, comentó Erian. También se trabajó con la colaboración de personas que desde distintas partes del mundo hicieron llegar los libros para esta edición holguinera; así como con la prestigiosa Agencia Literaria Carmen Barcell S.A., en Barcelona, España, que cedió los derechos del autor para esta publicación, explicó el también periodista. Otra de las primicias de En el último día del mundo es que cuenta con prólogo de la periodista y escritora mexicana Elena Poniatowska, gran amiga del autor de Las batallas en el desierto y El principio del placer, y también Premio Cervantes, quien gustosa cedió su ensayo para este libro. “Es, por tanto, como le gustaría al autor, un libro de complicidades y afectos”, añadió.
“Con un lenguaje sencillo, preciso y cercano al lector, el escritor mexicano proyecta una aparente simplicidad que hace que sus versos sean cercanos a todos, de este modo su poesía es una mirada al mundo, a la condición humana y al tiempo, que transpira amor y devoción por la literatura, la creación y la historia, a la que tanto debe y nos ha hecho ser como somos”. Considerado una de las figuras trascendentales de la literatura hispanoamericana del siglo XX, Pacheco es contemporáneo de los autores mexicanos Carlos Monsiváis, Sergio Pitol y Vicente Leñero. Su obra se destacó, además de la lírica, en la novela, los cuentos cortos, las traducciones, los ensayos, los artículos periodísticos, los guiones para teatro y cine, la investigación, la docencia, la divulgación cultural y en la edición. Pero fue en la lírica donde su obra alcanzó mayores cimas y lo reafirman como un autor mayor, recibiendo los reconocimientos más importantes del idioma, como los premios José Asunción Silva, Iberoamericano de Letras José Donoso, Octavio Paz de Poesía y Ensayo, Alfonso Reyes, Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, y el Federico García Lorca.

Como parte de este espacio dedicado a La Luz en su 25 aniversario se presentaron, además, los libros Yo es otro, de Fran Alejandro Cuesta, por Luis Yuseff; Estática milagrosa. Listas para vencer y no para ser vencidas, de Isabel Cristina López Hamze, por Liset Prego; Las piedras clamarán. Poesía cubana contemporánea de tema LGBT+, de Virgilio López Lemus y Jesús Barquet, por Eugenio Marrón; Monstruos. Pequeño inventario, de Maikel José Rodríguez, por Adalberto Santos, y varios de los recientes audiolibros del sello, por Elizabeth Soto.

Paquidermos y otros textos poéticos abren las constelaciones
El 7 de mayo de 1997, en el Salón de última espera del aeropuerto Frank País de Holguín, un joven autor, José Luis Serrano, con su libro Bufón de Dios, inició el trayecto de Ediciones La Luz por el mapa editorial cubano, un camino lleno de obstáculos, alegrías y de libros que hoy conforman el corpus literario nacional y de apuestas, como aquel día prístino, por los noveles autores.
Veinticinco años después, cerrando de alguna manera un ciclo y como una especie de homenaje bien ganado a un autor referencial dentro de la décima y la estructura clásica, merecedor entre otros del Premio Nicolás Guillén de Poesía, y cercano amigo de este sello de la AHS en Holguín, La Luz publica Paquidermos, de Serrano, en formato Epub. La primera presentación fue en Romerías de Mayo, y ahora regresa en las andanzas de la 30 Feria del Libro.
José Luis Serrano presenta otro libro que, aunque lleno de sentencias, se abre en múltiples preguntas… En las páginas de Paquidermos continúa construyendo su universo en forma de sonetos. Esa es la urdimbre de un tapiz al que añadirá las disímiles tramas, mezcla de preocupaciones conocidas de sus obras anteriores con obsesiones más desarrolladas y nuevos matices. La forma estrófica sigue siendo la columna vertebral del cuerpo fragmentado que es su poesía; espejo de la contemporaneidad refractada y expuesta en pequeños sintagmas, concisos y mortales como puñales bien dispuestos, escribe Cecilia Garcés en el prólogo.

En este libro –presentado por Ronel González en el espacio Abrirse las constelaciones, de La Luz– “la objetividad seca y corrosiva que lo caracteriza se ha contaminado de una subjetividad cargada del «sentimentalismo que desparrama /un líquido viscoso». Se siente en el lirismo que aflora, instantes que se desmarcan del resto por la propia belleza que los caracteriza, por la melancolía que llega a ellos como gotas de lluvia o por el dolor subyacente, añade y subraya que Paquidermos tiene, otra vez, el afán de J.L. Serrano por capturar en sonetos el mundo cual fotografía, y la intención de comprender en el proceso algo que funcione como sedante ante todo lo visto. Busca la belleza, la vive, la reconstruye; se redefine, él y su poética, con ella”.
En la jornada fueron también presentados otros títulos de la colección de poesía: Estática milagrosa. Listas para vencer y no para ser vencidas, de Isabel Cristina López Hansen, por Liset Prego; En el último día del mundo, antología del Premio Cervantes mexicano José Emilio Pacheco, por Erian Peña; Instrucciones para dibujar un pájaro, de Jacques Prévert, por sus traductoras Irina Chaveco y Elizabeth Soto; las analektas 40 y 41, Contumaces, de Susel Legón, y Notas al margen de la lluvia, de José Miguel Santiesteban, respectivamente, por Reinaldo Zaldívar, Yo es otro, de Frank Alejandro Cuesta, y Carne roja, de Reinaldo Zaldívar, por Luis Yuseff.
Poetas sorprendidos en la noche de los siglos por un cono de luz
A los escritores Manuel García Verdecia y Eugenio Marrón dedica sus jornadas la 30 edición de la Feria Internacional del Libro en Holguín. Los dos nacieron en 1953: Verdecia en Marcané, y Marrón en Baracoa, y ambos prestigian con su obra –como narradores, poetas, editores, ensayistas, profesores, y traductor, en el caso de Verdecia– esta “provincia del universo” para anclarse en el mapa cultural de la Nación como claros referentes para los más jóvenes autores.

Precisamente los noveles escritores, representados por Ediciones La Luz, sello de la Asociación Hermanos Saíz en Holguín, rindieron homenaje a ambos autores, fieles amigos de la editorial, con la publicación de los números 42 y 43 de la colección Analekta: los poemarios Romeo & Julieta en Manhattan, de Marrón, y Ramas de álamo y otros poemas, de García Verdecia, también presentados en formato audiolibro, con el valor añadido de recoger la voz de los autores leyendo, en los estudios de Radio Angulo, los textos incluidos en sus libros.
“Aunque ambos autores han incursionado con acierto en el amplio espectro de los géneros literarios, trasladándose del artículo al ensayo, del cuento a la novela, optaron en este caso, por encomendarse una vez más al ejercicio inefable de la poesía. Cavaron en su obra en busca de poemas cardinales, objetos imantados, piedras volcánicas, espejos de azogue, donde acaso se muestran en su totalidad y fulgor los difíciles vértigos de la palabra”, comentó Moisés Mayán en las palabras de presentación, en el espacio La hora tercia especial, en la sede de la AHS.

“Marrón dialoga con motivos clásicos, desde «las voces que traen el sitio de Troya» hasta «los campamentos en la noche de Cartago». Manuel explora la primitiva forma de la palabra y tensa el arco en el poema inicial: «vida es la flecha en su curso», asegura. Se advierte en los versos de Marrón el misterio cómplice que conecta a los amantes; Manhattan o Damasco son solo pretextos para ese amor que llega en «año terrible». Manuel sopla los rescoldos de los Cantares de Salomón, y jura amar en el minuto preciso y desear un minuto después”, añadió Mayán.
Ambos textos, realizados en una de las colecciones más modestas, y al mismo tiempo hermosas de La Luz, fueron creadas con el objetivo de agasajar a estos autores, y poseen el diseño de Robert Ráez, y edición y corrección de Elizabeth Soto, quien en la presentación comentó sobre el trabajo editorial con los poemarios, y en especial con la grabación del audiolibro.

Con anterioridad, García Verdecia realizó las palabras de inauguración de la exposición colectiva Lúmenes, 25 años de luz, dedicada al 25 aniversario de Ediciones La Luz, donde resaltó que “el libro es, además, un producto cultural que va reflejando las épocas. La Luz ofrece un libro hermoso que, desde la cubierta y el diseño interior, se gana al lector… Esta exposición nos habla de un colectivo que sabe que leer no es solamente descifrar palabras, sino inscribirse en un contexto cultural. Confieso que hemos trabajado, esa puede ser la frase que resuma una muestra” que expone gigantografías, portadas y carteles de campañas de promoción literaria, que visualizan parte del recorrido de esta casa por todo un cuarto de siglo.

¿Qué son Marrón y Manuel sino dos autores sorprendidos en la noche de los siglos por un cono de luz…?”, se pregunta Moisés Mayán. “Hoy Marrón y Manuel –asegura el joven poeta holguinero– vuelven a ser por obra y gracia de la palabra, los autores de Los pedidos de la lluvia y de La consagración de los contextos. En esta hora coagulada dejan de ser dos de los intelectuales cubanos más activos y prestigiosos de su generación; el tiempo es engañoso, fíjense bien, son los mismos muchachos de antaño, los protagonistas del boom literario de los ochenta, el joven director de la revista Cayajabo, el presidente de la Brigada Hermanos Saíz en los umbrales de los arduos setenta. Están con nosotros, ocultando su timidez tras las cubiertas de Romeo & Julieta en Manhattan y Ramas de álamo y otros poemas”. Gracias a ambos.

Cuba desarrolla amplio programa cultural en feria de Argentina
Cuba desarrolla un amplio programa cultural en la 46 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y sus propuestas tienen gran acogida en el público argentino, aseguró hoy el jefe de la delegación de la isla, Juan Carlos Santana.
En declaraciones a Prensa Latina, el vicepresidente del Instituto Cubano del Libro resaltó la designación de La Habana como Ciudad Invitada de Honor de la cita que se extenderá hasta el 16 de este mes.
La participación de nuestro país en la Feria sobrepasó todas las expectativas. Estamos cumpliendo con un importante cronograma de presentaciones y actividades colaterales y contamos con el apoyo y solidaridad de quienes siempre apostaron por la literatura cubana en Argentina, afirmó.
En ese sentido, se refirió a la colaboración de figuras como Juan Carlos Volnovich y el director de Ediciones Colihue, Aurelio Narvaja, quienes impulsaron una iniciativa para publicar obras inéditas de 100 autores de la isla durante la crisis económica vivida en la década de 1990, tras la desintegración de la Unión de República Socialistas Soviéticas.
Esas personas hicieron realidad la colección Pinos Nuevos que dio a conocer a muchos escritores cubanos y permitió continuar nuestra tradición literaria con creadores que hoy forman parte de las personalidades de la cultura nacional, señaló.
Por otra parte, resaltó la participación del público de este país sudamericano en las propuestas realizadas por la mayor de las Antillas durante la Feria.
Los argentinos están presentes en todas las actividades que realizamos. Muchos de ellos pasan por el stand para alabar el sistema social cubano y apostar por la continuidad de la Revolución iniciada en 1959. Algunos visitaron nuestro país y aseguran estar impresionados con lo vivido allí, afirmó Santana.
El filólogo y editor precisó que los lectores buscan los textos del líder histórico Fidel Castro (1926-2016), el Héroe Nacional José Martí (1853-1895) y reconocidos escritores como José Lezama Lima (1910-1976) y Miguel Barnet.
La isla también promueve a jóvenes como Claudia Damiani, Premio Calendario 2018 y miembro de la Asociación Hermanos Saíz.
Asimismo, tienen lugar numerosas acciones para divulgar la obra del Poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén (1902-1989), con el propósito de conmemorar el aniversario 120 de su natalicio y el 75 de su primera visita a Argentina.
Además de realizar conferencias sobre su papel en la poesía latinoamericana, fue colocada en las estaciones del metro capitalino una instalación que permite a los interesados escuchar los versos de Guillén en su propia voz accediendo a grabaciones mediante un código QR.
Estar aquí en Buenos Aires es para nosotros un orgullo y una obligación moral con quienes tendieron siempre su mano a Cuba, aseguró Santana.
No obstante, criticó un intento de agresión por individuos financiados desde Estados Unidos que instalaron un stand con obras de escritores disidentes e intentaron desvirtuar la imagen de la nación caribeña.
La realidad demostró todo lo contrario. Nuestra instalación no deja de ser visitada y tiene una programación mucho más completa que la prevista pues contamos con la colaboración de artistas argentinos como la trovadora Paula Ferré, indicó.
La Feria nos permitió interactuar con los presentes y borrar la imagen que se quiere dar de la existencia de una Cuba paralela. No hay manera de que las agresiones contra nuestro país tengan lugar aquí, aseveró.
Avileños en fiesta de las letras
INTRO
En pleno siglo XXI, en Cuba, sigue siendo privilegio pertenecer a la Asociación Hermanos Saíz y ser escritor. O viceversa.
En Ciego de Ávila todos los días hay actividades en la Casa del Joven Creador para disfrute no solo del público foráneo. Y los escritores, con placer, han ido ganando espacios y espectadores.
Este redactor es testigo de las labores de la vanguardia juvenil artística de Ciego de Ávila en el mes de abril. Para ellos todo es movible o tiene las formas de un calidoscopio.
Este redactor fue testigo de un mes de abril en la AHS bien ajetreado, la expo de tatuajes Cuando el lienzo es piel, concierto de La Reyna y la Real, celebración por el Día internacional de la Danza, y los espacios habituales de rap y de punto cubano, entre otras actividades, crearon buen ruido y muchas nueces.
EL ASUNTO EN SÍ
La de Literatura no será la sección más extensa en membresía que posee la AHS avileña, pero los que la componen tienen fuerza en el agarre y no dejan de la mano las oportunidades para divulgar su obra. Por eso, cuando se habla de ferias del libro, ahí estarán ellos.
Este redactor habla de los escritores Yasmani Rodríguez Alfaro, Leo Buquet y Leonel Daimel García, como parte de la delegación avileña asistente a la Feria Internacional del Libro de La Habana 2022.
Con orgullo, son conscientes de que “fuimos al evento libresco más grande de Cuba porque publicamos libros en la Editorial Ávila, pero eso significa también que, como escritores de la AHS, tenemos un espacio merecido y al que le damos todo el uso y la importancia que lleva. Es por ser miembros de esta organización que se nos abren muchas puertas”, como bien lo testificó Yasmani Rodríguez Alfaro.
Y no pierde veracidad este joven escritor y artista visual. Ser miembro de la AHS te abre muchas puertas porque, desde la misma concepción de un plan editorial de provincia se tienen en cuenta la militancia en esta organización y de la Uneac. No te garantiza la calidad del libro en discusión, pero sí que se respete su derecho a ser valorado y ocupar el espacio que ya tiene por méritos.
Este redactor, que ha sido muchas veces miembro de consejos editoriales, da fe de que esto se cumple a cabalidad en la ciudad famosa por sus poetas y portales.
Y cuando ya tienes el cubo de papel con letricas y cartulina, como lo llamaba Jorge Luis Borges, bajo el brazo, entonces formas parte de una delegación que irá a la capital de todos los cubanos a hablar y presentar ese nuevo producto artístico.
No pagas absolutamente nada por ir. Es tu derecho como escritor en una política cultural que defiende el derecho a crear y exponer al pueblo la obra. Es el derecho de todo escritor de la AHS de asistir a los eventos promocionales gestados por cualesquiera de las instituciones de la cultura en Cuba.
Esa participación no tiene por qué ser gestionada por la AHS. Para eso el Centro Provincial del Libro y la Literatura se encarga de todo. Pero la membresía pesa. Y es como un cuño de amor en el alma de todos.
Ya cuando están allá, entre escritores de valía y púbico, se dan cuenta de lo grande que es ser un escritor cubano, con talento, y la oportunidad de ser miembro de la AHS o de la Uneac. Y muchos son los que, entonces, palmean el hombro ante la obra autografiada.
Y es, también, cuando la dureza de todo lo vivido se vuelve felicidad en el alma de una nación joven.
LAS ENUMERACIONES
Este redactor pudo conversar con los tres asociados que participaron en esta edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Cada uno puso su granito para que este espectáculo de libros y escritores fuera magnífico.
Leonel Daimel García presentó sus libros, Akokán, cuando los orichas eran niños, premio Hermanos Loynaz 2020; Maricela y el payaso, y Un mundo para Fabio. Leo Buquet presentó su libro premio Eliseo Diego 2019, Testamento de las sombras. Yasmani Rodríguez Alfaro presentó sus libros, A la sombra del mago y Pre mortem.
Este redactor pudo constatar que no solo presentaron estos libros, también, ayudaron a la promoción de otras actividades, asumieron el rol de público, ampliaron relaciones y gestiones de otras obras. Y, sobre todo, establecieron relaciones de trabajo con otras editoriales. Cada uno pudo dar sus opiniones.
Leo Buquet: Antes de salir de aquí tuvimos problemas con el transporte, pero gracias a la gestión del Centro del Libro se pudo solucionar a tiempo y los ocho que conformábamos la delegación pudimos estar a tiempo allá. Pero hubo pifias en La Cabaña con nuestra acreditación, y algunos de nosotros tuvimos que pasar trabajo para poder entrar a las áreas de presentaciones. También dejó mucho que desear la promoción en las áreas que no eran las de La Cabaña. Allí el público asistente era escaso y supongo que sea por la nula divulgación de nuestras actividades.
Yasmani Rodríguez Alfaro: Nunca hubo problemas con la transportación. Todo estaba bien organizado. Me molestaba un poco que siempre hubo poca presencia de público en las presentaciones, sobre todo en los lugares que no eran la Cabaña. Una de las instituciones en Cuba con más prestigio y horas de vuelo es la AHS. Tiene una fusión de trabajo muy seria y beneficiosa con otras instituciones de la cultura y en Ciego de Ávila esto es primordial. Gracias a ello hemos podido muchísimos eventos y actividades.
Leonel Daimel García: Hay magia en cada rincón de la feria. Se reencuentran amistades, haces otras nuevas. Son días de alegrías y en los cuales no ha faltado el cariño infinito de personas con las que he compartido o me han escrito para felicitar o saber cómo estoy. Gracias por tantos afectos.
Trazar los límites del relato como quien modela una pieza de arcilla
Horacio Quiroga, uno de los grandes narradores latinoamericanos, escribió un “Decálogo del perfecto cuentista”, como otros escritores han dejado los suyos. Nueve de los preceptos del decálogo de Quiroga son prescindibles según Julio Cortázar, pero el último, el décimo, posee una lucidez impecable: “Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes. De los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento”. La noción de pequeño ambiente da su sentido más hondo al consejo, al definir la forma cerrada del cuento, su esfericidad. A eso sumamos otro punto significativo: el narrador pudo haber sido uno de los personajes, es decir que la situación narrativa en sí debe nacer y darse dentro de la esfera, trabajando del interior hacia el exterior, sin que los límites del relato se vean trazados como quien modela una pieza de arcilla; o sea que el ritmo de las formas de la vida en la esfera deben pre-existir, de alguna manera, al acto de escribir el cuento; como si el narrador, sometido por la forma que asume, se moviera implícitamente en ella y la llevara a la extrema tensión, a la perfección de la forma esférica.
Estos tres libros de narrativa del catálogo de Ediciones La Luz –una novela y dos selecciones de relatos: El planeta rojo, de Eliécer Almaguer, la novela; y Animal de otra raza, de Maribel Feliú, e Indicaciones para divorciar a un hombre, de Juan Siam, los cuentos– me hacen recordar ese consejo dado por Quiroga y subrayado décadas después por Cortázar. Modelar la arcilla, presionarla de tal manera que desde la tensión de los dedos, todo el flujo de pensamientos y emociones del cuerpo, emanen y den forma a la escritura, pero no una forma cualquiera, sino una “escritura corporizada”, mediante la cual estas historias destilan la vida. En estos libros el “pequeño ambiente” en el que están sumergidos sus personajes importan en la medida en que han sido construidos a partir de soplos de existencia y a través de un hondo excavar en el ser, en los vericuetos de la personalidad. Nada importa más que estos seres que se corporizan a la par que la página cobra vida y nos hablan desde esta. Encontrarnos en ellos es uno de los maravillosos milagros que nos puede ofrecer la literatura.
La historia se compone de fragmentos de memoria, piezas de un puzle a medio armar, partes escindidas de un cuerpo mayor. Los grandes relatos –los hombres preferimos, obstinados, los grandes relatos– sustituyen las pequeñas historias, que sobreviven como susurros, como voces en la oscuridad de la memoria personal o colectiva. Estas voces están dispuestas a saldar esa y otras deudas con la verdad. La verdadera historia se arma del sustrato de todos los días, en la cotidianidad, incluso en la calma. Se alimenta de la ausencia, del miedo, del llanto, del viaje, de los errores, de la locura, de la familia, de las relaciones amorosas, y también de la esperanza. Estos libros también le dan forma, a partir de la historia personal, de lo que cada cual atesora en su memoria, a la conformación de un cuerpo mayor, escriturable desde las páginas diarias.
El primero de ellos, El planeta rojo, es el salto a la narrativa de Eliécer Almaguer, autor de poemarios como Canción para despertar al forastero, Si Dios volviese el rostro y La flauta del solitario. Un libro que comenzó a escribir en Cuba, antes de residir en Long Beach, California, y que funciona como un anclaje doloroso, inevitable y al mismo tiempo feliz, a los años de la infancia y la primera juventud. Ambos, Eliécer y yo, compartimos la ruralidad, o sea, nacimos y crecimos a pocos kilómetros de la ciudad de Holguín, y de alguna manera, bastante cerca uno del otro (pocos kilómetros que marcaban ciertos estados de “no contaminación” citadina). Por eso su novela –su exorcismo, aunque se desee no abandonar jamás esos recovecos de la memoria y la felicidad– cobra vida en personajes que creo tan semejantes a los de mi infancia que se me confunden, como si su cotidianidad, la de sus personajes, y la mía, fuera muy parecida.
El planeta rojo es un libro extraño, único… que como literatura infantil o juvenil es demasiado corrosivo, diría José Luis Serrano. Traspasa esas clasificaciones desde el mismo momento en que, a través de Cheché, su alter ego –y aquí lo del personaje como uno mismo que nos decía Quiroga–, Eliécer “disecciona su niñez y, entre realidad y ficción construye un retrato escalofriante de sí mismo, revelándonos con honestidad y coraje inusitados ese monstruo que todos llevamos dentro”. Su personaje, a veces con el mismo cinismo de un Holden Caulfield cotidiano, nos dice que somos una acumulación de nuestra infancia, un residuo, a veces no el mejor, de tiempos añorados como mejores. Esta novela, asegura Serrano, “ofrece una cartografía del paraíso infernal o infierno paradisiaco que constituyen los primeros años de cualquier ser humano. Al cerrar el libro sentiremos nostalgia por personajes tan retorcidos y hermosos como Cornelio, Faiffer, el abuelo Manuel, Ana Beatriz, Melchor, y sobre todo, Primitiva Salazar, esa protagonista ausente alrededor de la cual orbita toda la historia”. Cada paso del hombre en busca de la felicidad es un retorno a la infancia. Como el niño de la cubierta, Cheché nos mira, y lo hace Eliécer Almaguer; ambas miradas son un mundo abierto a interrogantes, cada una más abarcadora que la anterior.
Por su parte, la narrativa de Maribel Feliú (Holguín, 1963) es corporal, gustativa, olfativa… Es, en resumidas cuentas, literatura de los sentidos, escritura carnal que va cobrando vida a la par de que la autora experimenta sensaciones, instintos, hallazgos, maniobras… y nos hace ser partícipes de ellas –con todos los riesgos que para el lector eso conlleva– con el mismo desparpajo con que nos puede invitar a la más elemental de las cosas, por ejemplo, a sabernos animal de otra raza en las anchas puertas del deseo. Sus cuentos exudan cuerpos, traspiran estados somáticos, se dejan llevar por sí mismos, o sea, por una naturaleza que, la mayoría de las veces, no cree en posibles normas o impedimentos que coarten la sensación de abrir las alas y dejarse caer en el vacío.
Maribel reúne en este libro, Animal de otra raza, once relatos; algunos ya publicados en otros textos, y otros por primera vez en letra impresa. En ellos Maribel se nos ofrece como una narradora singular, capaz de construir atmósferas “usando a la vez el tono íntimo y el omnisciente”. El “desdoblamiento en múltiples sujetos líricos ha signado la obra de la Feliú con un inapresable aliento poético que va permeando la prosa, llenas de sensualidad y extremo”. Los cuentos incluidos en este volumen dan fe de ello. “Sus personajes –muchas veces en primera persona, que nos refuerzan lo del personaje como uno mismo que nos hablaba Quiroga, el personaje Maribel Feliú– coquetean y oscilan todo el tiempo entre el placer y el dolor, la rabia y la alegría, la inocencia y el delirio, la soledad y el deseo”. Como escribió Mariela Varona: “El mundo de estos cuentos se muestra cargado de erotismo, pero elevado a un nivel casi fantasmagórico, rayando en el absurdo o desdibujado por una intención capaz de desencadenar a todos los demonios. En el laberinto de luces y sombras de los cuentos de Maribel Feliú, son muchas las pistas que nos conducen al centro mismo de lo que somos. Y las claves están aquí, para quien quiera y sepa encontrarlas”. Basta con leer a fondo y dejarse llevar por las aguas torrenciales del deseo que dar cuerpo a su escritura.
Finalmente en Indicaciones para divorciar a un hombre, Juan Siam (Banes, 1960) reúne relatos narrados en primera persona, fragmentos de vida como si fueran testimonios de épocas y momentos: la existencia de seres comunes con historias también comunes que dan de beber a un país común. Así se construye el imaginario social (con todas las virtudes, pero también con todos los errores, como seres humanos). Lo peculiar de las historias de Siam es que todas o casi todos los relatos son de amor. Podría resultar paradójico, pues el amor, lo sabemos, lo permea todo. O más que el amor, lo que prevalece en estos relatos son relaciones de pareja vistas a través del fracaso y de la permanencia, de la locura y la frustración, de la subsistencia y el desencanto, del anhelo y la fragilidad, de la posesión y los matices del deseo. Y todas ellas parten de una perspectiva femenina; o sea, son mujeres quienes narran las historias (relatos que, además, no pretenden hacer derroche de técnicas, sino lo contrario). Siam se arriesga en el dominio de una voz que es varias al mismo tiempo: personajes diferentes, muchos relacionados entre sí, pero con matices, edades y psicologías desiguales, con miedos, con deseos (también sexuales) y dudas, con vidas hechas o deshechas por la realidad.
Es como si Juan Siam nos dijera que conoce bastante a las mujeres y por ello se permite hablar por ellas, poner en papel, que es dejarlo en la memoria, los días de sus vidas, esa que ha puesto a sus personajes a decidir, para luego absorberlos, devolverlos y olvidarlos… en un libro de una estructura coral, polifónica, abierta a las múltiples confluencias de la lectura. En este coro –custodiado por una foto de Junior Fernández a partir de un original de Henri Cartier-Bresson– terminamos identificándonos; nos encontramos… Es como si el país cupiera en una calle, en una familia, en nosotros, aunque sepamos que somos también las consecuencias del país y sus designios. Con todo eso se construye el andamiaje de estos cuentos: Cuba, historia, relaciones de pareja, familia, amor, identidad, virajes sociopolíticos de las últimas seis décadas, Patria… dejándonos frente a las historias sencillas y conmovedoras de Juan Siam, a sabiendas, como él mismo nos cuenta, que “el éxito consiste en no tener éxito. En tener una pequeña satisfacción todos los días. Una pequeña felicidad todos los días”.