Leydis Thalía tiene talento y buen corazón

“Leydis Thalía, el domingo lloré contigo”, le dice una señora que se le acerca. Otra me pregunta: ¿es la niña de Mayarí, la de la Colmena TV? Estamos en el parque Julio Grave de Peralta, mientras esperamos que el colega Abdiel Bermúdez, de la Televisión en Holguín, termine de entrevistar a la ganadora del popular programa televisivo que cada noche de domingo, durante el pasado verano, puso a media Cuba a seguir cada emisión.

A simple vista Leydis Thalía Paredes Neira es la niña más natural del mundo: salvo que las demás personas se le acercan, incluso con pena, la saludan y algunos le piden tomarse una foto con ella. Un grupo de estudiantes de secundaria básica se queda mirando, conversan entre ellos… Dudan. ¿Será ella?, parecen decirse, pero no se atreven a preguntar. Ve Leydis, le dice la madre al notarlo. Ella sonríe, se les acerca, los besa… Uno le pregunta algo. El camarógrafo se acerca y toma esas imágenes que integrarán seguramente el reportaje de Abdiel.

Leydis Thalía tiene una habilidad sorprendente —inusual en una niña de nueve años—– para responder cada una de las preguntas de los periodistas que la rodeamos en el lobby de Telecristal: Liudmila Peña Herrera, de Juventud Rebelde; Yudith Almeida, de Radio Angulo y yo. Abdiel también se nos suma en esta ronda. Leydis responde con una seguridad sin cortapisas y nos dice que quiere ser actriz, cantante y bailarina, pues cree que el arte —y lo que le enseñó la Colmena TV— existe para hacernos felices.

Tienes un abuelo artista, ¿pero crees que el arte se hereda o nació en ti?

No se heredó, lo saqué de mí, salió de momento. Mi abuelo también me dio arte y me enseñó mis primeras canciones. Antes yo bailaba y cantaba sola; me aprendía las canciones solita. Hasta me daba por actuar.

Pero tú veías a tu abuelo tocar piano…

Sí, ahora estoy haciendo mis propias piezas de piano.

¿Tú?

Invento cualquier cosa y me sale. Así canto también las canciones en el piano e invento mis cosas. Cuando veo a mi abuelito tocando también toco junto con él.

¿Es posible que en el futuro seas compositora entonces…?

Fíjate que el tema de la Colmenita él lo sabe tocar, pero no como yo. Un día le dije que se quitara del piano para enseñarle como era. Mi familia se quedó asombrada, pues dijeron “cómo va a ser que esta niña esté enseñando a su abuelo”. Le enseñé el tema y ahora él lo toca conmigo.

¿A qué edad descubriste que te gustaba el arte?

A los tres años. Fue cuando canté mi primera canción y me comenzó a gustar el arte. A los cuatro tuve un poquito más de razón para el arte, me interesó la danza…

¿Y cuál fue esa primera canción?

Una que me hizo mi abuelo que se llama El camión de plátanos, que ahora la canta mi hermanita… Yo ahora le doné esa parte a ella, la parte de mis primeros días para que ella empiece.

¿Porque tú quieres que ella sea como tú?

Sí…

¿Y tú como tu abuelo…?

Eso va a ser como una herencia: mi abuelo, yo y mi hermanita.

Esta niña que saltó de la Casa de la Cultura de Mayarí a la Colmena TV, ¿es diferente ahora?

No, es la misma.

¿Por qué?

Porque no cambió nada. Sigo siendo la misma niña.

¿Y cómo fue el encuentro con las cámaras de televisión en el programa? ¿No te dio miedo?

Normal, no me dio ningún tipo de miedo.

¿No te da miedo el público?

Nada, ni el jurado ni los micrófonos, las cámaras, las luces, el vestuario, nada…

¿Eso es ser artista también?

Eso es tener valores para seguir adelante, no tener miedo a nada escénico.

Sabemos que tienes una gran instructora de arte en Mayarí… ¿Cuánto le agradeces a ella haber llegado a la Colmena TV?

Todo. Mi instructora me enseñó mis primeros pasos en la danza; ella es también mi tía, Kirenia García Olivero. Me enseñó a bailar mambo, salsa, pilón, chachachá…

¿Y es verdad que tener talento es tener buen corazón?

Sí, porque eso es algo ejemplar para un niño, tener un buen corazón. No ser malo en ningún caso, no ser desagradecido por lo que te digan otros ni injusto… Al revés: si tienes talento tienes un buen corazón.

Fotos: Erian Peña Pupo y cortesía de la entrevistada

¿Y tú lo viviste allí con tus compañeros?

Lo viví y lo sentí. Fue una emoción tremenda haber compartido con niños de otras provincias, casi del país entero. Al inicio éramos más de mil niños y nuestra relación fue algo que nunca olvidaré. Estoy batallando por esos niños que quisieron ir al casting y no pudieron porque no tenían ese don. Muchos tenían talento, había niños que hicieron el casting conmigo que tenían un talento muy lindo, pero era una selección.

Leydis Thalía, ¿cuál es tu mayor talento?

Es la danza y el canto, pero lo que más me gusta de todo es la danza, porque me desenvuelvo más, me sale esa energía…

¿Ahora qué volviste a Mayarí, a tus orígenes, qué crees va a pasar contigo?

Voy a seguir siendo artista y no lo voy a dejar jamás. Pienso seguir adelante, cantar nuevos temas, hacer nuevas coreografías, integrarme al grupo de teatro. Ahora todo va a ser tremendo.

¿Qué me dices de la escuela, las clases?

Todos estos cursos he salido Alumna Integral. Mi maestra está orgullosísima de mí pues no soy niña de que no quire estudiar. Cuando me dejan una tarea, llego a mi casa, me baño, como y hago la tarea…

Fotos: Erian Peña Pupo y cortesía de la entrevistada

Hasta en las matemáticas… ¿Te gustan?

Sí, hasta en las matemáticas. Esta es la asignatura que más me gusta al igual que El mundo en que vivimos, porque descubro cosas nuevas. Ahora pasé para otro grado, donde aprenderé otras cosas y seguiré repasando lo que di en tercero, pues a veces hay cositas que se van olvidando…

¿Crees que en un futuro serás artista o de otra profesión?

Quiero seguir siendo artista, pero también bailarina, cantante, actriz… o ser algo de lo que me pasó ahora cuando soy niña.

¿Te sentías estresada o presionada en el concurso?

No, me sentí relajada. Cuando algo me salía mal yo volvía y lo hacía hasta que me saliera bien.

¿Y lo más difícil?

Lo más difícil fue la actuación, porque era para lo que menos estaba preparada y había obras de teatro que tenían palabras que, a veces, se me trababa la lengua… Bueno me tocó una obra del guije que había que preocuparse, pero nada, fue con emoción y la gente dijo que cómico todo, que cómico… Además, el niño que me acompañó en la obra bailó conmigo también. Fue muy lindo haber compartido con ese niño.

“La mayoría de las veces tenía que actuar con varones que eran un poco más hiperactivos y a veces tenía que coger el mando con ellos… La profesora me decía: “tienes que repasar a ese niño, ensayar con él que es lo más importanteeeeeee”. Y yo le respondía: “No te preocupes que lo voy a obligar, probablemente se lo voy a decir a su mamá para que lo castigue…”

Eres muy estricta…

Sí, yo sí soy así, por tal de salir bien y que mi compañero lo haga bien, lo hago todo.

¿Pero te vimos llorar?

Eso fue por la emoción. Nadie se esperaba el resultado de este concurso. Cuando dijeron mi nombre tuve que llorar porque sentí una emoción tremenda. Estaban anunciando que yo ganaba y decía que no. Pensaba que si gano está bien y si no también pues haber llegado a la final entre mil y tantos niños de toda Cuba, había pasado a los 52, a los 33, a los 16 y a los diez que quedamos en la final. Esa era un logro.

¿Es verdad que las enseñanzas de Martí era algo natural en el programa?

Asimismo es, incluso allí nos aprendimos una cantidad de versos. Eran 210 versos sencillos; había niños grandes que podían llegar esa cifra, yo me aprendí la mitad. Lo que más importa en el programa es seguir el ejemplo de Martí, porque él luchó por los niños y quiso hacer la revolución para nosotros. El profesor Tin Cremata nos daba clases de Martí, nos contaba sus historias, todo lo que él vivió cuando niño, cuando era mayor y tenía a su hijo y su mujer, sobre la niña de Guatemala. Fue muy emocionante.

¿Si no hubieras entrado a la Colmena TV cómo serías ahora?

Seguiría siendo artista, pero no hubiese tenido un premio, no conocía a niños de otras provincias ni tampoco el país hubiera sabiendo quien soy.

Las respuestas —transcritas casi como Leydis Thalía las dijo mientras manteníamos cerca nuestras grabadoras y vivíamos una de esas afortunadas experiencias del oficio—, no dejan entrever los matices de su voz, esos momentos donde ella es pícara, risueña, atrevida…

Es hora de que Leydis Thalía se maquille y pase al set de televisión donde le harán una entrevista en vivo para el programa A buen tiempo. Antes, la niña mayaricera de nueve años que se llevó la atención, los aplausos y el cariño de Cuba, nos declama un poema que su abuelo le escribió cuando en La Habana intentó verla, pero ella salía tarde de un ensayo de la Colmena TV:

Muchas cosas he logrado

con el arte en mis pasiones

en estas hermosas vacaciones

que el programa me ha brindado.

La amistad se ha consagrado

donde no hay competición

y hay una buena razón

tan pura como un jiquí

y es que si creo en Martí

tendré un buen corazón.

Lograré muchos saberes

de inolvidables fortunas,

mi cubanía montuna

me hace honrar mis deberes.

Riego amor entre otros seres

mientras tenga la ocasión,

porque mi vida es pasión

sin faltar un elemento

y porque tener talento

es tener buen corazón.

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