José Raúl Fraguela


Casa de par en par… para que entre la luna

En estos días en los que actores, dramaturgos, escritores, tramoyas, luminotécnicos y sonidistas de todo el país se preparan para participar en el del Festival de Teatro que se celebra cada dos años en Camagüey, el grupo de jóvenes del Teatro Guiñol Guantánamo, liderados por Yosmel López, se prepara para presentar en la ciudad de los tinajones una de sus más recientes puestas en escena: Una luna entre dos casas, obra que destaca por la parquedad en el diálogo entre los personajes y por el uso de luz negra, cosa esta última que, junto a la banda sonora del Trío Concertante, de La Habana, constituyen dos elementos que le dan virtuosismo a la obra y al mismo tiempo los convierte (luz y música) en dos personajes imprescindibles de la puesta.
 
¿Cómo llega Una luna… a Yosmel López?
 
Recuerdo que había sido convocado a participar en un panel sobre la obra del escritor Eldys Baratute Benavides, persona muy cercana a mí ya que convivimos en la misma Casa, sede de la Asociación Hermanos Saíz, en Guantánamo. Siempre me ha interesado su obra por lo «incómoda» que resulta, incómoda como él. Mi misión en aquel panel era dar un enfoque desde el teatro, ya que he llevado a escena algunos de sus textos. Como me interesan los niños y más esos que dibuja Eldys Baratute en su literatura: niños astutos, rápidos, independientes, que ya conocen los secretos del mundo real y superan, en mucho, las capacidades de los adultos, comencé a buscar dramaturgias que me permitieran establecer comparaciones. Confieso que encontré poca información infantil nacional.
 
Y no me quedó otra alternativa que googlear. Entonces encontré a la dramaturga canadiense Suzanne Lebeau, hasta ese momento una autora desconocida para mí. Sólo la había oído en las largas y mágicas conversaciones que alguna vez sostuve con el ya desaparecido maestro Miguel Santisteban, quien en ese entonces padecía la tristeza de que su espectáculo El ogrito (texto de la autora) hubiese levantado tantas ronchas. A ésta, la primera obra que leí de Suzanne Lebeau, le sucedieron otras, hasta que Pluma y Taciturno personajes de Una luna entre dos casas me quitaron el sueño.
 
Estos personajes encajaban perfectamente en la nueva escena que quería para nuestros pequeños espectadores, y sus textos bien podrían ser la referencia o la síntesis argumental de la propuesta.

El panel sobre la obra de Eldys Baratute fue un éxito, no solo porque tuve algo que aportar, sino porque esta luna también se coló en mi casa.

Como dices, Eldys Baratute es conocido por tratar temas espinosos en la literatura infantil. ¿Es Una luna… entonces un texto espinoso?

Una luna entre dos casas evidencia esa necesidad por irnos acercando a temas que nos preocupan y ocupan, incluso en nuestros propios hogares, en esos espacios llenos de incomunicación. Pluma yTaciturno, los protagonistas de la puesta, representan dos tipos de niños que afrontan de forma diferente el encuentro con lo desconocido, en este caso, la noche, esa noche que provoca que las cosas más pequeñas e inofensivas parezcan monstruosas. Es un texto que habla de la incomunicación, algo que, lamentablemente, caracteriza al hombre de hoy, pero al mismo tiempo demuestra, como mensaje alentador, que el hombre necesita comunicarse con el otro para sobrevivir.

Y el público, ¿cómo asumió esta propuesta más atrevida desde el punto de vista temático?

Repensar nuestra escena, esa que queremos que conquiste nuevos públicos para la sala que cada vez está más vacía (pobre sala que compite con las cada vez más entretenidas de las casas de nuestros pequeños públicos), era la misión y Una luna… nos permitió también explorar el camino de la imagen, para competir mejor. De nuestras propias manos, por primera vez, salió un espectáculo en su totalidad. Recortes de telas, adornos de viejos gorros del cabaret, cajones, muestras de pinturas fluorescentes, conquistaron el espacio donde el Teatro Guiñol realiza sus producciones.Ahí experimentamos un momento pleno de unidad y de eso también necesita el teatro. Y el público, por supuesto, reconoce eso y lo aplaude.

¿Crees que de alguna manera la Asociación Hermanos Saíz ha permitido que esa luna se colara por tu ventana?

Cada vez más confío en que nada es casual, que todo conspira. Pertenecer a la Asociación Hermanos Saíz, espacio que tenemos los raros de la ciudad, es un hecho que determina mucho de nuestros proyectos y que de una forma u otra se refleja en los resultados. A quienes fuimos delegados al último Congreso de la AHS, por ejemplo, se nos obsequió una memoria flash con una compilación de discos del sello discográfico Colibrí; ahí escuché por primera vez el álbum musical Piñera Concertante, ejecutado magistralmente por el Trío Concertante de la Habana. Mucho tiempo después, ya con Una luna… metida en la cabeza, volví a escucharlo y pude dormir menos, las escenas se me revelaban en pasajes de las obras Hecatombe y Alborada, del propio disco. Otra unión, otro lujo para nuestra escena. Una luna entre Lebeau y Piñera echa por nosotros. Otro diálogo que creíamos necesario para explorar otras formas, tiempos, técnicas jóvenes con todos los arrebatos y vacilaciones propias de quienes estamos descubriendo capacidades, definiéndonos entre esos diversos panoramas de acción profesional que nos ofrece la sociedad.

De cierta forma, la Casa del Joven Creador y la AHS son también la casa de Pluma y Taciturno, una casa sin tejados, con las ventanas abiertas de par en par sobre el mundo y una cuerda que puede engancharse a cualquier lugar.

¿Y ahora?

Imperfecta es Una luna… como imperfecta es la vida, pero tiene la bondad de unir, de atar cabos, de creer, y seguir queriendo creer, en una Casa que nos abre las puertas por diferentes que parezcamos y nos deja entrar, nos deja crear o creer que creamos algo. Pero esa misma luna nos deja por el día y haciéndolo nos enseña a andar. ¿Ahora? Nos toca seguir andando.



Sigrid y Brünilda, desde La Luz

Resulta más bien inusual que la literatura escrita para niños y jóvenes encuentre espacio —se le haga espacio— en actos formales, pensados para lectores adultos o en publicaciones a este dirigidas, salvo algunas muy especializadas (En julio como en enero, una zona de Chinchila), pese a ser los mayores quienes deciden en definitiva el acto volitivo que constituye la compra de un libro (para sí o sus hijos). Por ende, no es tampoco frecuente que quienes solemos ocuparnos de su promoción pensemos textos más o menos críticos sobre los libros infantiles, sino más bien en una manera otra de ofrecerlos directamente a los niños, acudiendo a un estilo lúdicro, informativo, ligero. [+]