Antojos de una trampa

Cuando pensaba en la ciudad natal, hecha remota y singular por la distancia, Esteban no podía sino evocarla en colores de aguafuerte, con sus sombras acentuadas por la excesiva luz de lo iluminado…

Alejo Carpentier, El Siglo de las Luces.

Anna Neumann vive en la Alemania de tonos fríos y opacidades. Allá la luz es suave como caricia, no quema el color, no lo enciende al punto de la estridencia del trópico, donde ella vino para amar sin remedio a la paleta y al pintor del país de los tonos que abrasan.

Hamlet sin celos, Hamlet enamorado. Hamlet se llama el pintor, Hamlet Armas que el pasado viernes abrió su exposición bipersonal sin su otredad.

«El arte es el modo que encontramos para estar juntos. El arte nos une, nos hace hallarnos en Alemania o en Cuba», confiesa él. Y es que el arte siempre ha sido un medio para el amor. Por eso Anna Neumann y Hamlet Armas exploran juntos los colores que estallan en esta Isla de mixturas improbables.

De ese estudio del color, las texturas, los comportamientos de las tonalidades en diferentes horas del día surgió Antojos de una trampa, muestra que permanecerá abierta al público en la Galería Pixel de El Circuito para la exhibición, el desarrollo y la investigación de los nuevos medios Cedinm de la ciudad de Camagüey, donde Hamlet cumple su período de servicio social tras graduarse en la Universidad de las Artes, ISA.

Antojos… explora la identidad del color sin prejuicios en el uso del video y la fotografía como soportes gráficos del concepto. «Más que como medios artísticos están empleados en su carácter documental. En este trabajo no me preocupaba tanto lograr una imagen estéticamente bella, artística, sugestiva. Nos interesaba, sobre todo, estudiar el color, documentarlo», explica Hamlet.

Entonces, no extraña que la Doctora en Ciencias sobre Arte Teresa Bustillo Martínez, curadora de la muestra, afirme en sus palabras al catálogo: «De eso va esta exposición: de la pluralidad discursiva del color y, sobre todo, de la densidad y espesura tropológicas de imágenes que evaden el coqueteo con lo evidente y se apuran en ganar la complicidad de una mirada más seducida que conquistada».

El antojo impresionista de Anna y Hamlet por el color no acaba aquí, este es el despegue de un examen artístico mucho más ambicioso: «En Alemania ya trabajamos juntos en su proyecto de grado —cuenta él. Ilustramos un libro suyo sobre nuestra historia. Luego volvimos a Cuba y empezamos esta indagación. Ahora pretendemos continuarla allá. Los dos conocemos ambos países y las diferencias cromáticas son muy ricas. Vamos a estudiar, por ejemplo, un mismo color, a una misma hora, en los dos escenarios, los comportamientos son muy diferentes».

Anna, pequeña flor para sus amigos. Anna que buscó el color en la savia de las plantas, en la pulpa de la fruta, en la madera, en el moho, en el amor. Anna no estará en la inauguración de sus Antojos… Anda allá, en su país de atmósfera leve y esmaltes tenues. Y Hamlet ya planea otro proyecto que los una de vuelta, que la traiga de regreso, que lo lleve de retorno. Al final, el arte siempre ha sido un medio para el amor.

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  • Desde mi humilde dicha por participar en la exposición, por el inmenso gozo de conocer a los artistas y a ud señorita periodista, me siento extremadamente orgullosa y feliz.
    Antojo… me robó muchas miradas, pensamientos y sentimientos y su artículo, toda mi atención y admiración.
    Quiero seguir disfrutando del arte de Anna y Hamlet y acabo de decidir, que quiero leer muchos artículos escritos por Clau.

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