Villena


Décima dedicada a los Premios del «Villena»

Es un desafío el

periodismo cultural.

Lo cotidiano, lo actual

corre tras otro nivel.

Cuba se impregna en la piel

lo histórico de un mañana.

El patrimonio es quien gana

y en los renglones mejores

el ‘’Villena’’ ofrece honores

para la prensa cubana.

 

Este 2023

marzo huele a premiación,

a trabajo y a mención,

cultura esta tierra es.

Los medios, el ajedrez

del tiempo, fiel candidato

para contar el relato

de un mundo nuevo y urgente,

y la juventud el lente

que hace a la era el retrato.

 

El premio de prensa escrita

es para el lenguaje inmenso

de las ‘’grietas en el lienzo’’

de Ailén Castilla. Bendita

invitación a esta cita,

cuanto talento y confianza

para continuar la andanza

de ciertos tiempos futuros,

y premiar los ‘’claroscuros

de la artística enseñanza’’.

 

La mención para un Miguel

Ángel Castineira  por

ver ‘’el deshollinador’’

de un encumbrado nivel.

Cuando a la línea se es fiel

es la palabra sencilla

y qué grata maravilla,

¡qué perfect language, qué lexis!

Nos regaló con su Alexis

García Somodevilla.

 

Un radiodocumental,

caudal de sabio meandro,

le otorga el premio a Alejandro

Lóriga Santos, puntal

para el periodismo actual.

Fortaleza, nuevo cencio

que a la historia le evidencio.

Merece lauro, corona

y premio por ‘’Angerona’’,

por ‘’nunca más el silencio’’.

 

La radio otorga mención

para Dayron Caballero.

El periodismo es sendero

de esfuerzo y consagración.

Cada obra es una intención

de futuro, de experiencia,

y se menciona su esencia

llevada a grandes artistas

por su serie de entrevistas

a Flora Fong. ¡Qué excelencia!

 

El premio en televisión

es para Leandris Noa

por su serie ‘’Baracoa’’.

¡Qué grata esta profesión!

Y se ofrece una mención

de lenguaje claro, orondo,

que llega a pintar lo hondo

de la esencia de un artista

a Esther Díaz y la entrevista

que le hace a Omara Portuondo.

 

El periodismo hipermedia

premia a Rosana Rivero.

La fortuna del esmero

es quien el tiempo remedia.

El destino nos acedia

y hay que contar un sinfín

de historias que no hayan fin,

por eso premia el lenguaje

Su excelente reportaje

‘’el videoclip en Holguín’’.


Premios del Taller y Concurso Rubén Martínez Villena

Durante los días 11, 12, y 13 de marzo de 2023 la Asociación Hermanos Saíz colocó en el centro del debate al periodismo cultural cubano. Una veintena de talleristas dirigieron una mirada crítica hacia el quehacer de los medios de comunicación y al trabajo de quienes tienen la tarea y el deber de informar, analizar y escrutar en torno a esta temática.

En esta edición concursaron más de un centenar de obras en el Taller y Concurso de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena, el cual contó con un jurado conformado por prestigiosos periodistas del gremio. En esta ocasión, se otorgaron cuatro premios y tres menciones en las siguientes categorías:

Prensa Escrita:

Ailén Castilla Padrón, por Grietas en el Lienzo y Claroscuros de la enseñanza artística.

Mención: Miguel Ángel Castiñeira García, por Alexis García Somodevilla, el deshollinador.

Radio:

Alejandro Lóriga, por el radiodocumental Angerona: nunca más el sielncio.

Mención: Dairon Caballero Heredia, por Flora Fong: viaje a sus realidades.

Televisión:

Leandris Noa Faez, por la serie Encantos de una Villa.

Mención: Esther Díaz Pérez, por la entrevista Omara es Cuba.

Periodismo Hipermedia:

Rosana Rivero Ricardo por el reportaje El videoclip en Holguín.

Periodistas de la talla de Joaquín Borges Triana, Joel del Río y Rafael Grillo impartieron conferencias en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, sede de la Asociación Hermanos Saíz, que sirvieron como punto de arranque para debatir entre jóvenes periodistas de todo el país en cómo construir narrativas más atractivas y hacer de la profesión un ejercicio en concordancia con sus públicos.

Sin dudas fue un espacio oportuno para reunirse con directivos del ICRT, la UPEC, el ICAIC y la ACCS, en el que se abordaron las complejidades por las que atraviesa la prensa cubana y las posibles estrategias para darles solución.

En la jornada también se realizaron recorridos por lugares de interés para la cultura cubana, entre los que se destacaron la casa de Eusebio Leal, la Sala de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, y el teatro Trianón con la presentación de la obra “La zapatera prodigiosa”.

El evento sirvió también de pretexto para homenajear a los periodistas Paquita de Armas Fonseca y Rolando Pérez Betancourt, en el que se recordó con cariño y admiración a estos pilares del periodismo cubano. En la ocación se disfrutó del talento de Ernesto Oliva al piano y las décimas del repentista Alex Díaz, del proyecto Oralitura Habana.

¿Qué sucederá ahora? Resta que este grupo de profesionales, exponentes del periodismo cultural de todo el país, regresen a sus redacciones cargados de energías positivas e incorporen las herramientas obtenidas durante el encuentro. Por nuestra parte, la Asociación Hermanos Saíz nuevamente invita a que el próximo año periodistas, realizadores y comunicadores de la novel vanguardia vuelvan para continuar haciendo del “Villena” uno de los eventos de pensamiento más importantes para el joven periodismo cubano. 

Nuestra querida Anamarys Gil nos regala un resumen en versos; que esta décima estimule igualmente a nuestro ganadores:

 

Es un desafío el

periodismo cultural.

Lo cotidiano, lo actual

corre tras otro nivel.

Cuba se impregna en la piel

lo histórico de un mañana.

El patrimonio es quien gana

y en los renglones mejores

el ‘’Villena’’ ofrece honores

para la prensa cubana.

 

Este 2023

marzo huele a premiación,

a trabajo y a mención,

cultura esta tierra es.

Los medios, el ajedrez

del tiempo, fiel candidato

para contar el relato

de un mundo nuevo y urgente,

y la juventud el lente

que hace a la era el retrato.

 

El premio de prensa escrita

es para el lenguaje inmenso

de las ‘’grietas en el lienzo’’

de Ailén Castilla. Bendita

invitación a esta cita,

cuanto talento y confianza

para continuar la andanza

de ciertos tiempos futuros,

y premiar los ‘’claroscuros

de la artística enseñanza’’.

 

La mención para un Miguel

Ángel Castineira  por

ver ‘’el deshollinador’’

de un encumbrado nivel.

Cuando a la línea se es fiel

es la palabra sencilla

y qué grata maravilla,

¡qué perfect language, qué lexis!

Nos regaló con su Alexis

García Somodevilla.

 

Un radiodocumental,

caudal de sabio meandro,

le otorga el premio a Alejandro

Lóriga Santos, puntal

para el periodismo actual.

Fortaleza, nuevo cencio

que a la historia le evidencio.

Merece lauro, corona

y premio por ‘’Angerona’’,

por ‘’nunca más el silencio’’.

 

La radio otorga mención

para Dayron Caballero.

El periodismo es sendero

de esfuerzo y consagración.

Cada obra es una intención

de futuro, de experiencia,

y se menciona su esencia

llevada a grandes artistas

por su serie de entrevistas

a Flora Fong. ¡Qué excelencia!

 

El premio en televisión

es para Leandris Noa

por su serie ‘’Baracoa’’.

¡Qué grata esta profesión!

Y se ofrece una mención

de lenguaje claro, orondo,

que llega a pintar lo hondo

de la esencia de un artista

a Esther Díaz y la entrevista

que le hace a Omara Portuondo.

 

El periodismo hipermedia

premia a Rosana Rivero.

La fortuna del esmero

es quien el tiempo remedia.

El destino nos acedia

y hay que contar un sinfín

de historias que no hayan fin,

por eso premia el lenguaje

Su excelente reportaje

‘’el videoclip en Holguín’’.


Vuelve el Taller y Concurso Rubén Martínez Villena, ahora online

Como parte de las actividades por el Día de la Prensa Cubana, el Taller y Concurso de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena se realizará por primera vez de manera online, del 10 al 14 de marzo, dedicado al aniversarios 35 de la Asociación Hermanos Saíz y a los 60 de Palabras a los intelectuales y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

   Yasel Toledo Garnache, vicepresidente nacional de la AHS  informó que concursan más de 200 obras de manera general en Prensa Escrita, Radio, Televisión y Periodismo Hipermedia, las cuales son evaluadas por un prestigioso jurado, que deberá otorgar un premio en cada categoría y cuantas menciones estime pertinente.

  Refirió que el evento sesionará mayormente en los perfiles en redes sociales y el Portal del Arte Joven Cubano, sitio web de esa organización, en los cuales se compartirán cápsulas y entrevistas de jóvenes periodistas, postales y obras ganadoras de ediciones anteriores.

   El también coordinador del espacio de debate Dialogar, dialogar manifestó que el certamen incluirá un foro sobre el periodismo cultural y desafíos del presente, el encuentro virtual internacional “Periodistas en resistencia” y un panel virtual internacional sobre Cultura y Comunicación, estos dos últimos de conjunto con la Unión de Periodistas de Cuba y la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad.

   Dijo que justamente el día 13, fecha del aniversario 64 del asalto al Palacio Presidencial, el Doctor en Ciencias Históricas Eduardo Torres Cuevas, Presidente de la Sociedad Cultural José Martí y de la Oficina del Programa Martiano, comentará sobre ese suceso y el libro De la carta al asalto, en proceso de edición.

   Ganador de diversos reconocimientos periodísticos, aseguró que los premiados serán dados a conocer el día 14, Día de la Prensa Cubana, en plataformas digitales y espacios informativos de medios de comunicación tradicionales.

   Agregó que este evento aspira siempre a ser un espacio para socializar las mejores obras y experiencias profesionales relacionadas con el periodismo cultural, y para compartir entre jóvenes y personas de más experiencia desde el amor al periodismo y a Cuba.

   El Taller y Concurso de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena suele sesionar en el Pabellón Cuba, sede nacional de la AHS, e incluir intercambios entre profesionales de varias generaciones.


Convocan al Premio de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena

A una nueva edición del Premio de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena convoca la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Podrán participar jóvenes de hasta 35 año de edad, sean o no miembros de la organización, y que no hayan resultado premiados en la edición anterior del certamen en la categoría en que participan.

Un jurado de reconocidos integrantes del gremio periodístico nacional evaluará las obras en concurso en las categorías Prensa Escrita, Radio, Televisión e Hipermedia, materializadas en géneros como la Reseña, la Crónica, el Reportaje, el Artículo, la Nota Informativa, la Entrevista, el Testimonio o el Dossier Documental.

Asimismo, en el apartado de Hipermedia, los contendientes podrán participar con sitios digitales, blogs, coberturas en redes sociales y piezas periodísticas multimediales.

Los temas de las obras a competir deben estar enfocados hacia la labor de los jóvenes creadores cubanos, en cualquiera de las manifestaciones artísticas; igualmente, podrán adentrarse en tópicos generales del ámbito de actuación de la cultura.

Cada autor tiene la posibilidad de participar con hasta tres trabajos independientes o que formen parte de una serie, y que hayan visto la luz entre el 16 de enero de 2020 y el 15 de enero de 2021. Cada material debe consignar cuándo y dónde fue publicado, la categoría en que compite y los datos del autor (nombre y apellidos, dirección particular, teléfono y correo electrónico). El plazo de admisión vence el 15 de febrero.

En marzo próximo, durante el desarrollo del Concurso y Taller Nacional Rubén Martínez Villena, convocado por la AHS como parte de las actividades por el Día de la Prensa Cubana, el jurado dará a conocer los lauros (un premio por categoría y cuantas menciones considere pertinentes). En el caso de los premios, a los ganadores además del diploma acreditativo se le entregarán 2 000 pesos cubanos.

En Prensa Escrita, el correo ahsnuestracuba@gmail.com recepcionará las obras en formato pdf; en Radio y Televisión, los autores podrán enviarlas en una memoria flash a la sede central de la organización o a sus filiales provinciales. Igualmente, los videos pueden subirse a YouTube y su URL enviarse al correo antes mencionado. En Hipermedia se recibirán las URL en el email habilitado.

De igual forma, el número 52090138 estará disponible en WhatsApp para recibir materiales y la información solicitada.

Respecto al certamen, Yasel Toledo Garnache, vicepresidente de la AHS, apunta que no es solo una plataforma para conocer algunas de las mejores obras de periodismo cultural publicadas en sitios webs, periódicos, televisoras y emisoras radiales de la Isla.

“Para nosotros son fundamentales también los talleres, conferencias, debates y ejercicios prácticos realizados. Otra de las esencias del Villena es la confluencia de jóvenes de varias partes del país, quienes a la vez comparten con Maestros de Juventudes y otros profesionales de experiencia. Es un espacio para socializar las experiencias, soñar y hacer desde el amor al periodismo y a la cultura”.

Toledo Garnache subraya la importancia concedida por los miembros de la organización al acompañamiento y apoyo de la Unión de Periodistas de Cuba al certamen; y a otros eventos de la AHS para jóvenes periodistas, radialistas y realizadores audiovisuales como el Taller y Concurso Antonio Lloga In Memoriam, en Santiago de Cuba; el Encuentro y concurso La Vuelta Abajo, en Pinar del Río; el Almacén de la imagen y el Coloquio de Periodismo Cultural, estos dos últimos en Camagüey.


Forodebate: Tocar la cultura en tiempos de pandemia

La Asociación Hermanos Saíz los invita a participar en el forodebate Tocar la cultura en tiempos de pandemia el próximo 16 de junio a las 10:00 A.M, que tendrá como invitados al escritor, periodista y crítico Pedro de la Hoz, vicepresidente de la UNEAC; al periodista y jefe de la sección cultural de Juventud Rebelde José Luis Estrada; a Yanetsy León González, reportera del periódico Adelante, de Camagüey, coordinadora del Coloquio Nacional sobre Periodismo Cultural en Cuba y Máster en Cultura Latinoamericana; y a Gloria Kreiman, periodista cultural, coordinadora de Comunicación Digital de Gobierno de Córdoba en agencia de publicidad JPG Grupo de Comunicación y miembro de la comisión directiva del Cineclub Municipal Hugo del Carril.

¡Esperamos sus preguntas y opiniones!

 


Sobra farandulismo y falta análisis

Por Pedro de la Hoz*

Una crisis sanitaria como la que estamos viviendo es también, ya se sabe, una crisis económica, social y cultural. La vida cultural en Cuba y el mundo se ha alterado. ¿Alternativas? Han surgido. Si no puedes ir a un concierto, lo recibes en casa. Si no puedes ir a un museo, lo visitas desde casa. Si no puedes ir a un teatro, el teatro lo tienes en casa. Unas opciones son libres de pago, otras no. Unas cuantas plataformas digitales cobran. Unos cuantos servicios de streaming se hallan fuera del alcance si no cuentas con una tarjeta de crédito.

Por otra parte, muchos artistas se han sentido estimulados a crear y compartir lo que tienen. Aplausos. Aunque sucede que no todo lo que crean y comparten por sí mismo vale. Sin ir muy lejos, entre nosotros he escuchado canciones loables y execrables, a poetas y poetacos. No bastan buenas intenciones. La creación y la difusión de la creación exigen rigor. El periodismo cultural en Cuba también exige rigor y no siempre ha sabido cribar entre lo esencial y lo accesorio, entre el grano y la paja. Sobra farandulerismo y falta análisis.

*Escritor, crítico de arte y periodista, Vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

Premio Nacional de Periodismo Cultural José Martí

Poseedor de la Distinción Por la Cultura Nacional y fundador del suplemento Huella

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¿Por dónde andamos?

Por José Luis Estrada Betancourt*

El mundo cambió, ya no es el mismo. La COVID-19 nos ha obligado a reinventarnos, a buscar alterativas. También a que no seamos tan arrogantes, enfermos de poder, tan explotadores sin piedad del planeta. Por estos días nos vemos más solidarios, más dispuestos a cooperar, a propiciar la unión.

Los efectos de la pandemia y sus repercusiones sanitarias, humanas y económicas, ha sido enormes. Y no obstante, desde el inicio de la pandemia, no ha habido un día en que no haya habido un concierto, una pintura, una representación teatral, un libro que nos invita a leer… Pero a veces pareciera que buena parte del periodismo cultural que se realiza bajo estas complejas circunstancias, no se ha enterado de por dónde andamos. Sigue aferrada, por ejemplo, a las notas informativas que poco aportan, que se quedan en el lead, como si no existieran otros géneros. Las entrevistas son apenas frases entrecomilladas que no permiten llegar al protagonista, descubrirlo, saber cómo piensa, cómo vive, cómo crea; sentir su respiración.

Este es un momento que se hubiera prestado perfectamente para darle un buen impulso el periodismo hipermedia, para explotar al máximo sus posibilidades, para establecer nuevas rutinas productivas. Para internar parecernos más a esos intelectuales y artistas, a sus procesos creativos, que constituyen nuestra razón de ser.

Que poco a poco la sociedad cubana se haya ido informatizando ha posibilitado que nuestros creadores no se hayan dejado dominar por la inactividad, por la angustia. Hace unos días, Ulises Rodríguez Febles, el destacado dramaturgo, investigador y guionista matancero, nos llamaba la atención: «si revisamos la labor de los músicos cubanos en tiempo de pandemia, encontraremos en las páginas digitales la creación inquieta de quienes no cesan en la reclusión, sino que se han reactivado ante la pausa. (…) Creo que si algo positivo ha tenido la etapa pandémica, es el espacio de reflexión, la activación creativa, la lucha psicológica y estética de nuestros artistas, utilizando los códigos y lenguajes del audiovisual, algunos con mayor eficacia que otros; pero siempre en lucha contra el silencio y la inercia». Al periodismo cultural cubano le toca jerarquizar y acompañar mucho más esos y otros tantos procesos que han ayudado a salvarnos.

 

*Periodista, crítico de arte, editor. Jefe de la Redacción Cultural del Periódico Juventud Rebelde

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Memoria de nuestro tiempo

Por Yanetsy León González*

Parecía que tendríamos un año sin desdichas, a pesar del signo de año bisiesto. En marzo varios jóvenes recibíamos las buenas energías del segundo Taller de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena. Estábamos en La Habana, entusiasmados con el programa del evento, cuando se diagnosticó el primer caso positivo a la COVID-19 en Cuba.

Generar contenidos desde la casa no ha sido un reto difícil, gracias a la creatividad y a la astucia de los artistas, actores de una zona de la cultura que sigue siendo la mayor privilegiada por el periodismo cultural. Claro, la vida online ha condicionado la jerarquía de la agenda mediática, y por ende, la desventaja para quienes no asoman como quisieran en el ecosistema digital. Eso agudiza el problema contemporáneo de valer según la hiperconectividad.

Pero más allá del hecho artístico, la pandemia ha subvertido en nuestras narices asuntos que no hemos abordado lo suficiente como la fragilidad como individuos en las sociedades telemáticas. Si antes señalábamos como desarraigo afectivo la búsqueda por la web del contacto humano, ahora esa relación adquiere otros matices.

Un planteamiento reiterado en las ediciones del Coloquio Nacional sobre Periodismo Cultural ha sido el ejercicio de la crítica. En pleno aislamiento social pudiera enfocarse en la programación televisiva y en las llamadas ofertas de las redes sociales. He ahí otro terreno por aprovechar pues circulan imágenes falsas y superficiales que refuerzan la llamada era del vacío.

La urgencia de ahondar en los procesos de significación de la realidad sigue siendo un cometido del periodista cultural, reafirma la importancia de la formación y de la investigación. En ese sentido, me alienta mucho este espacio de discusión impulsado por la Asociación Hermanos Saíz y la Unión de Periodistas de Cuba para no perder las coordenadas de la brújula profesional.

Olvidé contar que de La Habana regresé a mi casa muerta de miedo el sábado 14 de marzo, Día de la Prensa Cubana. Recuerdo como ayer el lunes inmediato cuando la directora de mi periódico nos citó para las precisiones de la nueva etapa. Hoy se cumplen tres meses que no veo la redacción del Adelante, pero no he dejado de salir en el impreso ni de alimentar su versión digital porque desde entonces teletrabajo. El periodismo sigue siendo para mí una clave de felicidad y un puente para ser memoria cultural de nuestro tiempo.

*Periodista en el periódico Adelante, de Camagüey. Coordinadora del Coloquio Nacional sobre Periodismo Cultural. Máster en Cultura Latinoamericana.


Dificultad y aprendizaje

Las particularidades en la cultura y su comunicación durante la pandemia de Coronavirus en Córdoba, Argentina.

Por Gloria Kreiman*

La pandemia de Coronavirus ha afectado todos los aspectos de nuestras vidas en casi todos los lugares del mundo, incluyendo inevitablemente a la cultura, su producción, su consumo y su comunicación.

Córdoba, la segunda ciudad más grande de Argentina, no es una excepción en esto y sus expresiones culturales (que son muchas, variadas y muy valiosas) se han visto profundamente perjudicadas de diferentes maneras: desde el 19 de marzo estamos en aislamiento social obligatorio, con algunas actividades ya flexibilizadas, pero todavía con nuestros cines, teatros, museos y espacios artísticos cerrados.

Trabajo vinculada a la comunicación de la cultura en tres espacios diferentes de mi ciudad y quiero compartir algunas de las experiencias que se han despertado a partir de esta nueva realidad.

Mi principal ocupación es la coordinación de la comunicación digital del Gobierno de la Provincia de Córdoba, desde una agencia de publicidad. La pandemia, por supuesto, ha atravesado la estructura estatal en todos sus niveles, incluyendo a la cultura que en cualquier contexto es importante y trascendental pero en este lo es aún más: es uno de los sectores más perjudicados y a la vez más necesarios para mitigar, con entretenimiento y contenidos de calidad, los efectos psicológicos y emocionales del encierro y la incertidumbre.

Con este foco, el área de Cultura del Gobierno de Córdoba creó una serie de propuestas virtuales alternativas para ver desde casa durante el aislamiento: recitales, obras de teatro, lecturas, conferencias y charlas, recorridos de museos. Esto plantea dos grandes desafíos para nuestro trabajo de comunicación:

Por un lado, la virtualidad no resulta tan atractiva como disfrutar de estas cosas en persona, por lo que estamos multiplicando los esfuerzos por comunicarlas a través de contenidos creativos, impactantes, atractivos, claros, precisos y bien dirigidos a cada público.

Por otro lado, una cuestión práctica: estamos, por primera vez, trabajando a distancia, cada uno desde su casa. Somos un equipo grande de diseñadores gráficos, editores audiovisuales, programadores, productores, redactores, creativos, analistas políticos, analistas digitales, planificadores de medios y pautas, directores de arte, coordinadoras.

Discutir, definir, coordinar, producir contenidos, chequearlos, aprobarlos, sin compartir el espacio físico, comunicándonos virtualmente, nos obliga a tener más paciencia, más flexibilidad horaria, más atención, más y más activos grupos de WhatsApp. Pero también nos ha llevado a reforzar nuestra solidaridad laboral y personal, nuestra empatía y nuestra predisposición al buen humor.

En segundo lugar, trabajo en el Cineclub Municipal Hugo del Carril. Fui responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales durante varios años y hoy soy miembro de su comisión directiva.

Abierto en el año 2001, el Cineclub ofrece desde ese entonces programación de cine de calidad y alternativa a la comercial, cursos y talleres y una biblioteca/videoteca muy completa.

Funciona de manera mixta: es un espacio perteneciente a la municipalidad de la ciudad de Córdoba, pero es sostenido casi en su totalidad de manera independiente, por el trabajo de su Asociación de Amigos.

Al estar sin actividades, no hay recaudación alguna; por lo que está en peligro el sostenimiento del espacio, los sueldos de los trabajadores, el mantenimiento de los equipos y el edificio.

Para tratar de evitar que el espacio se cierre, pusimos en marcha la modalidad virtual de los cursos y talleres y lanzamos un bono anticipado con el cual la gente compra un “paquete” de entradas de cine, descuentos para los cursos y acceso a la biblioteca/videoteca, y puede usarlo a partir del momento que quiera, cuando reabra el Cineclub.

Por supuesto que para todo esto, la comunicación es fundamental y un gran desafío considerando el contexto: las redes sociales son el principal soporte de difusión (por su bajo costo y porque resultan efectivas), hay mucho público en las redes ya que la gente está en general con más tiempo libre y en sus casas; pero a la vez hay más invisibilidad, porque la virtualidad obligada hace que haya más publicaciones.

La ventaja es que el Cineclub es un lugar muy querido por los cordobeses, muy valorado por los cinéfilos y uno de los espacios culturales con más trayectoria en la provincia, por lo que la respuesta de los públicos en general y la prensa cultural ha sido buena y afectuosa. Sin dudas que también en esto la comunicación ha sido fundamental: el trabajo de identidad y visibilización que realiza el Cineclub desde sus inicios muestra sus frutos.

Finalmente, hago colaboraciones periodísticas para una de las radios de la Universidad Nacional de Córdoba y para algunos medios gráficos locales. Principalmente, recomiendo y comento películas y series. En este contexto en el que no se puede ir al cine, no he tenido más opción que enfocarme en los contenidos que ofrecen las plataformas pagas (como Netflix) y, si bien tienen algunas propuestas interesantes, el contenido novedoso y de calidad es limitado, lo cual ha dificultado mi trabajo.

Pero al mismo tiempo, con el aislamiento, se han abierto nuevos canales, se han liberado algunos contenidos artísticos a los que antes era más difícil o imposible acceder y se generan eventos con alcance global. Es el caso, por ejemplo, del festival de cine online We Are One, iniciativa del festival de Tribeca y del que participaron más de 20 festivales prestigiosos de todo el mundo: Berlín, Locarno, Londres, Rotterdam, Cannes, Nueva York, San Sebastián, Toronto y Venecia, entre otros. Cosas como esta dan a los públicos y a los periodistas alternativas novedosas.

El punto en común que encuentro en cada una de estas labores en cuanto a las particularidades que implica en ellas la pandemia y el aislamiento social es que, como en cualquier crisis, hay obstáculos y problemas pero también hay aprendizajes y desafíos.

La cultura y la comunicación son siempre tareas complejas, aún más en tiempos de dificultades sanitarias, económicas y sociales. Esto es una responsabilidad que implica esfuerzos pero que también nos está dando crecimiento y alegrías profesionales y humanas.

Además, la satisfacción por el trabajo bien hecho es, en momentos como este, también mayor porque nuestra labor cobra más importancia.

Licenciada en Comunicación Social.

Diplomada en Políticas Culturales para el Desarrollo Local.

Coordinadora de Comunicación Digital de Gobierno de Córdoba en agencia de publicidad JPG Grupo de Comunicación.

Miembro de la comisión directiva del Cineclub Municipal Hugo del Carril.

Periodista cultural.


Gianny Lopez Brito: «El periodismo es una profesión que se lleva en el alma»

Creo que seis o siete años atrás fui por primera vez a Tunas Vision.  Integré un jurado del festival provincial de la TV. Se me acercó un muchacho con nada de Apolo y una voz lejana al tono de Manolo Ortega. El quería que le aconsejara cómo hacer un mejor periodismo. Le hablé de modular mejor la voz y a su jefa le sugerí que no lo sacara en cámara.

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Narrar, ante todo, narrar

Ella estaba sentada al fondo de la sala, expectante, como los demás, cuando de la voz de Magda Resik emanó su nombre. Desde que la presidenta del jurado comenzara a enumerar las razones que le habían hecho merecer el premio, en su rostro se había dibujado una sonrisa que no se iría en toda la tarde.

Quería ser escritora y cuando preguntó dónde podría estudiar, en su casa le dijeron que la carrera para eso era Periodismo. Entonces se lanzó a ello, y luego de un par de años en su natal Holguín, emprendió el tan recurrido viaje a La Habana.

Con menos de un año de graduada, Dailene Dovale se ganaba el Premio Nacional de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena, que otorga Asociación Hermanos Saíz, con perfil de Natalia Bolívar publicado en la revista El Caimán Bardudo.

«No entiendo por qué ahora me hacen tantas entrevistas”. Se asombra de la repercusión del premio y la preponderancia que le dan los medios. A juzgar por las reiteradas solicitudes de entrevistas luego de acuñarlo con su nombre, es más importante de lo que ella misma creía. No se siente del todo cómoda estando al otro lado, suele sucedernos a muchos, y más cuando se es joven y la experiencia es corta.»

Lleva ya un tiempo colaborando con El Caimán…, desde su época de estudiante. «Ahí ya existe tradición de participar en este premio, que al final es uno de los más importantes en la temática cultural, en la que se especializa El Caimán”. Por eso cuando Darío Alejandro Escobar le sugirió participar ella no demoró en escoger los trabajos que enviaría, “con la esperanza de tener alguna oportunidad, si no ganar, aprender de esa experiencia.»

  • Me has dicho que prefieres el periodismo narrativo…

«Sí, desde pequeña soñé con ser escritora. Quizás como me gusta mucho leer, tanto narrativa como poesía, eso influye en que mi estilo sea más narrativo, sobre todo por la incidencia de profesores como Rafael Grillo.»

Sin reparo alguno me dice que no se siente cómoda escribiendo notas informativas, un género que respeta mucho, eso sí, pero que asegura, no es para ella. “Admiro a las personas que lo escriben con facilidad y en menos de media hora casi, pero en mi caso me siento más cómoda en géneros como el perfil, crónicas, reportajes, un poco el comentario, donde se pueda “narrar, narrar en el sentido amplio, no solo escrito”.

El nombre de Rafael Grillo, profesor y editor de El Caimán…, no escapa a las conversaciones con ella si de periodismo se trata. Él le “pasó la mano” a sus primeros trabajos cuando ella aun cursaba cuarto año de la carrera y debió escribir un perfil para la asignatura de Periodismo Narrativo. En ese momento la “víctima” fue el polémico escritor devenido director de televisión Eduardo del Llano, autor de los también polémicos cortos de Nicanor. Luego, con ganas de repetir la experiencia, tocó la puerta de Natalia Bolívar.

  • ¿Por qué Natalia?

«Natalia Bolívar es una mujer excepcional. Ya había publicado un perfil de Eduardo del Llano y tenía ganas de publicar otro en El Caimán, que es como mi medio de prensa favorito. Me encontré de casualidad con Rafael Grillo y le dije que cuándo haríamos el próximo trabajo. Él me sugirió que si era un perfil, fuera de una personalidad que representara un poco el espíritu de La Habana, pero que no fuera en la primera persona que se pensara cuando se hablara de La Habana. Pasé un tiempo pensando, preguntando, hasta que una compañera del Grupo de Comunicación, Aline Marie Rodríguez, me sugirió a Natalia Bolívar. Entre más información busqué de Natalia más me enamoré de ese personaje, le hice una entrevista de dos horas y algo y me quedé encantada con ella, yo sentía la responsabilidad de escribir y narrar a la altura de una vida tan interesante, llena de conflictos y peripecias, pero también de sabiduría, inteligencia, perseverancia, orgullo. Me agradó y me impactó tanto que Darío Alejandro me dijo “cálmate”, porque cuando uno se enfrenta a un personaje que te impresiona tanto se puede incurrir en el error de en vez de escribir un perfil o una entrevista, escribir una oda en prosa, entonces eso también fue el reto en este caso, mantener la admiración y que no llegara a adular ni a construir un mensaje que nadie creyera ni apreciara.»

Su interés era narrar, pero este estilo, a su juicio, abunda más en la rama cultural que en cualquier otra. El espacio por excelencia para narrar en la prensa cubana, dice, es El Caimán Barbudo, y esta revista se especializa en temas culturales. Eso, unido a la casualidad de que en cada práctica laboral fuera a parar a las redacciones culturales, hicieron que ella empezara a escribir de cultura.

“Un trabajo con estilo de periodismo narrativo quizás en otro tema lo vean mal porque va en contra de la objetividad, pero dentro del periodismo cultural se ve muy bien. Yo creo que esas son alianzas que están formadas y que se pueden seguir entrelazando para que ganen unos y otros”.

Aún está empezando, pero hay cosas que ya parece haber aprendido: a no quedarse con la primera impresión, sino ir más allá; y sobre todo, a no ver solamente el arte sino al artista, no solo ver lo que esa persona crea sino el ser humano que está creando esa obra.

  • ¿Tu objetivo final es ser escritora?

«Eso es una aspiración, ahora mismo estoy en el centro de formación Onelio Jorge Cardoso, pero está claro que no todo el que pasa por el centro consigue ser escritor, entonces por eso mantengo las expectativas como al mínimo, leo mucho, escribo, pero ya de ahí a llegar a publicar hay una distancia considerable.»

Dailene Dovale. Foto: Cristian Suárez Castro
  • Si lo hicieras, ¿sería escribiendo ficción?

«Me gustaría los dos, me gusta leer y escribir ficción, pero también adoro leer y escribir periodismo narrativo».

Lee mucho, escribe, pero también imparte clases en las mismas aulas de las que acaba de salir. Es profesora de Periodismo hipermedia y trabaja en el Equipo de Comunicación Institucional de la Facultad de Comunicación.

  • Si te gusta escribir, ¿por qué quedarte como profesora en la Facultad?

«A mí la facultad siempre me ha parecido un espacio de aprendizaje para aprovechar en todo momento, desde el proceso de las investigaciones, hasta la profundidad de dar clases. Cada clase que uno brinda es un tema del cual se tiene que documentar, tiene que analizar las experiencias nacionales e internacionales. Si te interesa también hacer periodismo, vas aprendiendo de la teoría y vas ejerciendo la práctica, que es lo ideal.»

Prefiere ambas, dice, tal vez para evadir compromisos. «Adoro hacer periodismo –bueno, mis primeras incursiones periodísticas, porque aún estoy empezando– y al mismo tiempo ir aprendiendo de los grandes profesores que hay en la facultad.»

  • Ganaste un premio importante y también estaban los talleres, ¿qué te llevas además del reconocimiento?

«Me llevo el encuentro entre jóvenes talentosos de toda Cuba, de los cuales aprendí, con sus observaciones, sus apuntes, el debate. Me llevo el espacio de reflexión, sobre todo por ser tan joven y no tener tanta experiencia práctica en periodismo. Me llevo las vivencias de otras personas sobre todo como Reinaldo Cedeño, José Luis Estrada, todos esos profesionales ya reconocidos de la prensa que compartieron sus experiencias. También el ambiente agradable que se formó entre todos, el espíritu de camaradería, de conocer nuevas personas, intercambiar números, no solo es espacio de taller como de aprendizaje y de conocimiento, que fue así, sino más allá de eso los lazos que se pueden establecer y las alianzas que saldrán luego a partir de esos contactos.»

Cuando uno gana un premio tan joven, pueden suceder varias cosas: que te sirva de impulso para seguir haciéndolo bien; o pensar que ya todo está hecho, y llegar a “creerse cosas”. «No creo que el riesgo sea tanto de creerse superior por un premio, porque al final eso te evalúa, te distingue, pero en cierta medida. No va más allá de reconocer que entre las obras concursantes y a juicio del jurado este fue el mejor trabajo. El premio es un reconocimiento en el camino para que uno sienta que su incursión en el periodismo cultural dio frutos. Es un incentivo, una distinción a un trabajo logrado, pero nunca va a ser una categoría infinita ni ya lo has conseguido todo dentro del periodismo.»

  • ¿Te presentarás de nuevo?

“Claro, si hay algún trabajo que me enorgullezca, que me complazca”.

Cuando 2020 parece despuntar como uno de los peores años del siglo, Dailene podrá recordarlo con felicidad cuando mire atrás en el futuro. Por un lado, el “Villena”, y por otro la complacencia de cursar uno de los talleres literarios más prestigiosos del país, el del Centro Onelio Jorge Cardoso.

Ella dice ser consciente de que su habilidad más desarrollada es la escritura y pretende seguir perfeccionándola. Espera, algún día, añadir a su catálogo títulos de cuentos, novelas, poemarios. “Ese es el sueño”. Pero no está ajena a la realidad, quiere incorporar otras habilidades, otras narrativas que imponen tendencia en los tiempos que corren, y no solo lo dice, también lo aplica. Así lo constatará quien haya escuchado sus podcasts narrativos en el diario Juventud Rebelde.

Esta conversación empezó un poco más tarde de lo previsto. Dailene estaba en una conferencia de prensa que después plasmaría en la revista Somos Jóvenes. Dice que hizo su mejor intento, que se esforzó por mantener un lenguaje informativo y sin muchos adornos. Ya me había dicho que no le gusta escribir diarismo, pero qué le vamos a hacer, es periodista.


La nación y los símbolos

En fecha tan temprana como el año 1805, Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos y uno de los Padres Fundadores de esta nación, ya hacía referencia a la necesidad de ocupar militarmente Cuba, en caso de una guerra con España, como única forma de garantizar la seguridad de la Florida Occidental y la Louisiana.

Ya fuera de la presidencia y en carta a su sucesor y amigo James Madison, volvía a insistir sobre la idea de Cuba y agregaba un elemento: la posibilidad de defender la isla sin una marina de guerra, algo de lo que la Unión carecía en ese momento y que resultaba vital frente a poderes como Inglaterra y Francia, interesados en hacerse con el botín colonial americano que se le escurría a España entre los dedos.

Pintura de Maykel Herrera

Cuba sería entonces para Jefferson el nec plus ultra de sus aspiraciones territoriales en esa dirección. El límite extremo fijado en el este por las capacidades de la joven nación a principios del siglo XIX.

La expansión al oeste y el consecuente desarrollo industrial determinaron que, para finales del siglo XIX, ya Estados Unidos estuviese en condiciones de arrebatarle a España por la vía militar el fruto que, mediante amenazas, sobornos y hábiles maniobras diplomáticas, habían contribuido a conservar en las manos más débiles. Exhausta, desangrada y sin recursos para sostener un frente en el Caribe y otro en el Pacífico, España acabó cediendo sus últimas posesiones coloniales: Cuba, Puerto Rico, Filipinas e Islas Guam.

Comenzaba entonces una nueva etapa en la expansión del imperialismo norteamericano, en la cual la ocupación militar violenta se va a alternar con la penetración del capital norteamericano y su entrelazamiento con las arterias vitales de cada nación.

Esta expansión de los Estados Unidos incluyó también un firme proceso de influencia ideológica cuyas armas y estrategias se fueron afinando a lo largo de todo el siglo XIX y encontraron su forma más acabada en las industrias culturales del siglo XX.

Este proceso estuvo encaminado a favorecer y determinar el surgimiento de tendencias anexionistas o pronorteamericanas en las regiones o pueblos que progresivamente fueron cayendo bajo su esfera de influencia.

En el caso de Cuba el anexionismo tuvo un despuntar temprano. Ramiro Guerra en su importante obra La expansión territorial de los Estados Unidos (Ciencias Sociales, 2008), de donde se han tomado muchos de los datos que anteceden, apunta como elemento fundamental de este anexionismo temprano la circunstancia social y política creada en Cuba a raíz de la revolución en Haití y el consiguiente aumento de la importanción de mano de obra esclava para aumentar la producción azucarera y ocupar así el lugar de la excolonia francesa en el mercado mundial.

El conflicto entre cubanos liberales y hacendados negreros en torno a la esclavitud llevó a que estos últimos desarrollaran la teoría del “equilibrio de las dos razas”. En esencia esta teoría planteaba que mientras hubiera mayoría de negros en la isla, los criollos tendrían buen cuidado de insurrecionarse por temor a una rebelión de esclavos. Ramiro apunta:

pintura de maykel herrera

«De este nuevo dilema, principalmente, surgió el movimiento anexionista. Si existían peligros para la independencia, al menos la libertad, la seguridad interior y la paz podían alcanzarse con la anexión a los Estados Unidos. Esta solución poseía una doble ventaja: satisfacía a los hacendados ―que empezaban a temer la abolición de la esclavitud, bajo la presión de Inglaterra― y a los esclavistas de los Estados del sur de la Unión norteamericana. Sin embargo, planteó otra contradicción de trascendencia. La anexión, a la larga, acarrearía la destrucción de la incipiente nacionalidad cubana.»

Las décadas del 40 y el 50 del siglo XIX en Cuba fueron de gran vitalidad para el movimiento anexionista, el cual, a causa de su inicial vinculación con el esclavismo, comenzó a languidecer luego de la derrota de los estados sureños en la Guerra de Secesión norteamericana.

El independentismo ocupó su lugar y escribió con sangre y heroísmo algunas de las páginas más hermosas de la Historia cubana. En esta gran gesta independentista del siglo XIX cuajaron definitivamente las esencias identitarias que durante cuatro siglos se habían cocinado a fuego lento en la isla de Cuba. En 1868 se fracturó definitivamente lo cubano y lo peninsular. La paz del Zanjón fue una precaria sutura destinada a no durar.

En ese convulso proceso que llega hasta la ocupación norteamericana en 1898, se definieron los grandes símbolos de la nación, símbolos independentistas: la bandera, el escudo, el himno, los próceres con José Martí a la cabeza. Podrá alegarse que la bandera fue enarbolada por primera vez por el anexionista Narciso López, pero desde que los mambises la hicieron suya, desde que ondeó por primera vez en un campamento de la Cuba libre, fue símbolo de una nación soberana, dispuesta a pagar con sangre el precio de esa soberanía.

El proyecto anexionista se vigorizó en la República neocolonial, adaptándose desde luego a la nueva forma de dominación. El servilismo político, económico y cultural encontró su digna contraparte en los herederos del espíritu independentista decimonónico. El proyecto de independencia nacional adquirió en la manos de Mella, de Villena, de Guiteras, de Pablo de la Torriente, un marcado carácter antimperialista que no había tenido, con la excepción premonitoria de Martí y algunos pocos, en el siglo anterior.  

Ya desde esa etapa se fue configurando la lucha en torno a los símbolos fundamentales de la nación, lucha que, con variantes, llega hasta hoy. La postura que se asuma ante estos habla, en esencia, del proyecto de nación que se suscribe. Así, al Martí revolucionario y vivo de Mella y Villena se opuso el Martí formal asumido por las administraciones de turno o el Martí mancillado por los marines yanquis y sus testaferros locales.

Los recientes ataques contra bustos martianos, contra la bandera, las mofas permanentes que desde las redes sociales se articulan contra símbolos y figuras que son vitales para la nación, forman parte de la misma agenda anexionista que, con variaciones de un siglo a otro, sigue estando al servicio de los mismos intereses. Socavar las bases ideológicas, sustituir un universo de representaciones por otro, ir desplazando el horizonte cultural hacia formas en apariencia inocuas pero tras las cuales se esconde y reproduce la lógica de dominación del capital, son premisas claves para desmontar cualquier proyecto nacional.

Es fundamental esclarecer las esencias detrás cada una de estas provocaciones y ataques, desde los más burdos hasta los más elaborados, pero es vital también aprender a manejarlos. Cada error de apreciación, en épocas de internet y redes sociales, se paga con la magnificación de un individuo cuya relevancia como artista no pasa del escándalo. Convertimos en referentes y centro de debate a quienes no pueden ni deben serlo, por carecer de méritos suficientes.

En el plano de batalla ideológico y cultural, que es hoy uno de los más importantes, se impone defender con inteligencia nuestras verdades, ripostar adecuadamente los ataques y ser capaces de colocar nosotros la propia agenda a debatir.