Literatura joven


La Luz de Cuba en la Feria del Libro de Bogotá

Ediciones La Luz, sello de la AHS en Holguín, presenta parte de su amplio catálogo, compuesto por autores consagrados y jóvenes, en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo), Colombia, un importante evento cultural y comercial que celebra este año su edición 35.

En el Gran Salón Raíces del recinto ferial de Corferias, Luis Yuseff, editor jefe del sello, exhibió al público la campaña de promoción del libro y la lectura “La Luz te pertenece” y describió los diferentes procesos del diseño de las campañas y en particular, el trabajo en esta nueva propuesta, en la que participan el artista Alejandro Zaldívar y el diseñador y escritor Robert Ráez.

Con un elogio al trabajo de promoción de la joven literatura cubana que La Luz realiza cada año, Enrique Pérez Díaz, escritor, editor y director del Observatorio Cubano del Libro y la Lectura, quien integra la delegación cubana, destacó las razones por las que este sello fue distinguido en la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana con el Reconocimiento Especial del Instituto Cubano del Libro como la más integral del sistema editorial en nuestro país.

La Luz presentó al lector colombiano los títulos Mar de invierno y otros delirios, relatos de Alberto Garrandés, incluido en la colección homenaje Mehrlitch y reconocido con el Gran Premio La Puerta de Papel 2020; Fatamorgana de amor con banda de música, novela de Hernán Rivera Letelier, Premio Nacional de Literatura de Chile; Ya no creo en Lars Von Trier, cuentos de Marvelys Marrero; la novela La quietud, de Yunier Riquenes, y el libro de cuentos Zapping, de Ragnar Wilfredo Robas, incluido en la Colección Abrirse las Constelaciones del sello.

 

Dos de los títulos más recientes de la colección Premio Celestino, certamen que organiza La Luz, estuvieron entre las lecturas recomendadas: Las fauces, de la escritora y periodista camagüeyana Lourdes Mazorra, y Boustrophilia, de Robert Ráez. Mientras que con el libro Eduardo Heras León. En el aula inmensa de la vida, compilación de entrevistas realizadas en diferentes medios a este autor recientemente fallecido, reunidas por Yunier Riquenes, se le realizó un homenaje a este maestro de varias generaciones de escritores cubanos, fundador del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y Premio Nacional de Literatura 2014.

Del catálogo infantil se presentaron también Cuando te llames princesa, de Enrique Pérez Díaz; De caballeros y dragones, de Elaine Vilar Madruga; Como se escriben los clásicos, de Idiel García, y la antología poética Retoños de almendros, con textos de jóvenes autores cubanos.

Ediciones La Luz también participó del encuentro de hermandad por la cultura y la poesía de Cuba y Colombia, celebrado en la Universidad Nacional de Colombia. En la cita, celebrada en el Auditorio Natividad Pinto de la Facultad de Artes, se comentó sobre la visión e importancia de los escritores colombianos y cubanos, influyentes en el entorno social desde mediados del siglo XIX hasta la fecha; y desde La Luz se propuso la lectura de las más recientes generaciones de autores cubanos, muchos incluidos en su catálogo de esta reconocida editorial.

Además, Yuseff participó en el conversatorio “Cuba nos visita”, y en compañía de la poeta Yanelis Encinosa, fue parte de las Lecturas Urgentes de Poesía Cundinamarca y Boyacá, auspiciadas por la Fundación Grainart en la Fundación Universitaria San Alfonso, en la capital colombiana.

La FILBo, que se desarrolla en el recinto Corferias hasta el 2 de mayo, cuenta con una amplia representación del sector editorial y cultural de varios países, convirtiéndose en el evento cultural y comercial del libro y sus autores, más importante del país sudamericano. De este modo despliega una programación literaria, cultural, académica y profesional que reúne a todos los actores de la cadena del libro en el país, junto con los editores, distribuidores y libreros, este año con México como país invitado de honor por tercera vez, luego de 1993 y 2009.


Nácar en los dedos de los libros

Solo hay que conocer su obra para saber cuánto esplende Lisett D. Páez Cuba. Y en este esplendor no incluyo solo el talento, sino también su humanismo, su capacidad para la fe y el asombro, su infinito abrazo a la poesía de la vida cotidiana. Lisett D. Páez Cuba (Lisy para sus amigos) es una voz que, sin duda, cantará en los oídos de los lectores para dejar en ellos el recuerdo de la música de sus palabras.

cortesía de la entrevistada

¿Cuándo decidiste que la literatura iba a ser el camino que acompañaría tus pasos? ¿Por qué elegiste la literatura como vínculo de comunicación con el otro?

Desde niña siento pasión por la escritura. A los 12 años escribí un cuaderno de versos rimados que solía leer a mi abuelo paterno. Y aunque pensé optar por Filología como carrera universitaria, matriculé Derecho por razones de fatalismo geográfico: soy una pinareña que no quiso irse a estudiar a La Habana. No obstante, el deseo de escribir siempre estuvo latente en mí, hasta que en diciembre de 2019 ingresé al Taller Baragaño, de la Casa de Cultura en Pinar del Río. A partir de entonces comenzó mi era escritural.

Escogí la escritura porque es una forma de compartir las ideas que pueblan mis sueños. Reconozco que esta es mi verdadera vocación y mi refugio. Incluso, he confesado antes que el Derecho es mi esposo, el padre de mis libros, mis artículos; el hombre con el que estoy casada, mas no el amor de mi vida. Ya he advertido en ocasiones que, por suerte, el Derecho y la Poesía tienen algo en común: el poeta intenta hacer justicia a través de sus versos.

cortesía de la entrevistada

¿Cuáles son tus principales influencias creativas?

En narrativa prefiero a García Márquez, Isabel Allende, Cortázar, Galeano y Fleur Jaeggy. En poesía, aunque crecí declamando versos de Buesa, Neruda, Sor Juana y otros poetas latinoamericanos (que eran mis preferidos en la adolescencia), con más tiempo de lecturas descubrí que mi genealogía poética la he encontrado en autores como César Vallejo, Rainer María Rilke y Wislawa Szymborska. En el caso cubano, los que más han calado en mí y me llevan a un estado hipnótico resultan ser José Martí, Dulce María Loynaz y Sergio García Zamora.

¿Qué te mueve a escribir? ¿Qué, en el mundo real, te sirve de material para alimentar la ficción?

El mundo en sí mismo. Cada proceso cotidiano es mi fuente de inspiración. Estar frente al espejo desenredándome el pelo me llevó a escribir El enredo, texto con el cual empieza el poemario premiado, a través de un símil: “Escribir poesía es como desenredar un cabello húmedo…”. Asimismo, estar esperando el ómnibus una mañana para ir a la Universidad me hizo pensar en un poema como Parada de autobús, que ofrece un paralelismo metafórico con el proceso editorial, tal cual esos libros que esperan (sentados) por la publicación que ha de llegar.

Mi profesión es otro incentivo constante para escribir. El Derecho es una fuente inagotable de temas y motivos. De la influencia jurídica y de esa confrontación entre la jurista y la escritora que soy, nacieron textos como Judicatura y Abogacía, declarando mi devoción expresa por la literatura cuando escribí: “Ya no soy la abogada litigante. Soy lectora en privación de libertad. Busco un verso inocente que me salve”.

cortesía de la entrevistada

¿Cómo definirías tu estilo?

Eso mejor lo dejo a la crítica. Soy pésima para autodefinirme. Grosso modo pudiera adelantar que en narrativa me siento surrealista y en poesía, ultra romántica. Suelo tener un tono reflexivo y en ocasiones pasional. Pienso que he sido más bien una escritora emotiva con tendencia marcada a la poesía intelectiva.  

Y tu proceso creativo, ¿cómo transcurre?

La narrativa, el teatro y otros géneros (no poéticos) requieren más dedicación: sentarme en el buró de mi cuarto, estar muy concentrada, exprimir neuronas. Sin embargo, la poesía infantil y la poesía para adultos surgen más espontáneas: ideas que me invaden de repente y tengo que correr a anotarlas. A veces hasta me he levantado de madrugada con versos estructurados ya en la mente y debo escribirlos para no olvidarlos.

Una curiosidad propia es que al crear poemas generalmente empiezo por el último verso. Casi siempre es el primero que se me ocurre. Sí, empiezo los poemas al revés, de abajo hacia arriba, como si la sentencia final ya estuviera predeterminada, como si supiera de antemano a dónde quiero llegar. Y raramente termino un texto la primera vez. Como mínimo mis poemas requieren tres sesiones: las ideas repentinas sobre el papel, el pensamiento articulado para dotar de estructura lógica ese campo semántico y la revisión detallada tras la cual nace, finalmente, el poema.

cortesía de la entrevistada

A tu criterio, ¿un escritor tiene que ser necesariamente un buen lector o basta con que sea un buen intérprete de su propia realidad?

En absoluto: un buen lector. No basta con interpretar la realidad propia, necesitamos leer cómo otros la han interpretado, nutrirnos de la savia poética precedente. Justo cuando descubres que en la lectura está el secreto empiezas a avanzar como poeta. A mí, por lo menos, la lectura me contagia de escritura. En verdad mientras más leo, más quiero escribir. Es curioso porque en el poemario La de abajo constantemente defiendo esta tesis, a tal punto que declaro: “Solía devorar trozos de nácar en los dedos de los libros. Hace un tiempo dejé la tentación de onicofagia, el mero conformismo a los exergos”. Este sentido lúdico entre el proceso escritural y el nutritivo continúa más adelante cuando afirmo: “La energía que el estómago transforma en energía. La lectura que la mente transforma en escritura (…) Un desnutrido nada podría escribir”.

¿Cuál es el lugar que ocupa el escritor en el mundo contemporáneo?

A decir de García Márquez, el oficio de escritor es el más solitario del mundo. Así lo percibo yo: como un solipsista que se aísla de sí mismo para terminar acompañando las soledades ajenas. Gracias a él, “Un lector es el blanco de la refracción. Recibe toda la luz que proviene desde el fondo de una sombra”. Así también declaro en otro de mis poemas, que el escritor no trabaja propiamente para sí, porque la obra no es propiedad suya: “Pertenece a los lectores, a los más necesitados”. Por tanto, a mi juicio, el escritor tiene ante todo una función social, una especie de compañía anticipada a esas almas que necesitan recrear, resemantizar o evadir la realidad.

cortesía de la entrevistada

¿Qué tipo de colaboraciones con otros artistas te interesarían en tu vida creativa?

Me encantaría musicalizar poemas, escribir textos para canciones. Es algo que ya he sentido de manera espontánea al tatarear en voz baja canciones que se han quedado escritas en el bloc de notas de mi teléfono móvil. Me ilusiona también la idea de libros ilustrados para los poemarios infantiles que ya tengo listos; y de manera especial me llama la atención la poesía ecfrástica, tener un cuaderno propio al estilo de Los Rembrandt L’Hermitage de Fina García Marruz. Estas son algunas de las imágenes que ya me han conmovido alguna vez.

Por último, confieso otra de mis quimeras. Sueño con una Academia Cubana de Poesía. Imagino un espacio de confluencia de jóvenes de todo el país, un escenario formativo donde la escritura de poemas sea un proceso consciente y guiado por profesionales con experiencia y experticia, donde sesionen talleres frecuentes de creación y crítica literarias. A su vez, pudiera pensarse en un Centro de Estudios sobre la Poesía Cubana, dedicado por ejemplo, entre otros temas, a uno de los conceptos que hace algún tiempo aguza mis sentidos: las comunidades poéticas. De tal suerte, se brindaría la oportunidad de formación académica a aquellos que, con dificultad, avanzan desde la empiria.

cortesía de la entrevistada

Eres una autora que juega con disímiles géneros (la poesía, el teatro, la narrativa, la literatura infantil, etc.), ¿por qué te interesa cruzar esas fronteras genéricas?, ¿qué nuevas visiones otorga ese cruzamiento a tu escritura? ¿Existe algún género que no te interesa o que no te atreverías a abordar?

Nadie ama lo que no conoce. Por tanto, un primer paso para saber si algo nos interesa de verdad, es acercarnos. De ahí que las pautas creativas (orientadas en cada clase del Laboratorio de Escrituras al que pertenezco) me ayudaran a encontrarme verdaderamente como autora, a descubrir y también a desechar. Por ello confieso que me interesan las fronteras genéricas como mismo me interesan las fronteras espaciales, y que conste: adoro viajar. Toda exploración en la escritura creativa es enriquecedora, es una forma de entender los vasos comunicantes entre el verso y la prosa, lo interesante que puede resultar el empleo de una didascalia en poesía o la inserción de un poema en una obra de teatro. Y para responder a la tercera pregunta: el género con el que menos me identifico es la ciencia ficción. Honestamente es el único en el que me cuesta imaginarme.

cortesía de la entrevistada

¿Cuáles son las principales ventajas que el mundo contemporáneo le puede ofrecer a un artista, y cuáles los principales hándicaps?

¿Ventajas? Muchísimas: divulgar obras con celeridad a través de las redes sociales, publicar en cualquiera de los sitios y revistas disponibles en la web, diversificar formatos de libros digitales (Epub, audiolibros, podscats) y optar por las múltiples convocatorias de certámenes nacionales e internacionales.

¿Hándicaps? El riesgo de la publicación prematura sin la suficiente madurez literaria, la preferencia por los premios antes que por los libros valiosos, las ofertas tentadoras de “los editores caníbales”, el saldo que supone la mercantilización de la literatura: el sello del mercado por encima del sello de la calidad.

cortesía de la entrevistada

El a veces difícil recorrido de los premios literarios ha comenzado a abrir sus puertas para ti. Acabas de obtener el Premio David de Poesía en su más reciente edición. ¿Cuáles son los beneficios puntuales que un premio puede otorgarle a un autor novel como tú?

Primeramente he recibido el beneficio de la crítica especializada: pasar esa prueba de fuego que implica ser juzgada por reconocidos escritores como Rafael Acosta de Arriba, Carmen Serrano Coello y María Liliana Celorrio Zaragoza. En segundo orden, advierto la gran oportunidad de publicar mi poemario por Ediciones Unión y socializarlo en lo adelante por toda Cuba. Ahora me falta el beneficio más gratificante y a la vez el más complejo: el de ser leída por mis contemporáneos y someterme al verdadero juicio, el juicio del lector.

¿Puedes adelantarnos un poco de los temas que pueblan el imaginario de tu libro ganador del David?

El poemario La de abajo no constituye una referencia vulgar (como pudiera parecer), sino un título elegido como intertexto con la novela de la revolución mexicana Los de abajo, de Mariano Azuela. Fue un amigo filólogo y maestro zamoriano quien me ayudó a descubrir que la poética del espacio atraviesa todo el conjunto: drones que “observan como espías desde arriba los sueños que se duermen desde abajo”, un testamento conmovido porque “el espíritu del testador se eleva al cielo mientras la tierra empieza a descomponer la carne”, o aquel Hiperión que “sueña cada noche con la sola compañía de lechuzas, aunque las lechuzas no vuelen tan alto”.

El cuaderno en general ofrece una especie de paralelo entre la literatura y la vida, al exhibir binomios tales como la mujer-palabra o el amante-libro, pretextos escogidos para develar pasiones humanas a través de la escritura. Pudiera exponer temas abordados en el poemario como la lectura, la poesía, la muerte, la soledad, y a su vez motivos elegidos en su correlato, tales como la luz, una niña, la clonación, los pájaros, entre otros. Debo reconocer además una constante referencia (que abordo, a criterio de algunos, de manera sensual o erótica): la de una mujer de ciencias que es constantemente emplazada por una mujer de letras. Tal es así que uno de los poemas nació justo la noche que debía arbitrar un artículo científico, pero un hombre de papel me sedujo y terminé describiendo un servicio de lavandería a su favor; a tal punto que: “Casi amanece cuando empiezo a doblar los uniformes”.

cortesía de la entrevistada

En tu vida como artista, ¿existe algún momento significativo que haya marcado un antes o un después?

Definiría dos momentos clave en mi vida como artista. Ambos se asocian a la incursión en nuevos géneros y coincidentemente corresponden al año 2021. Justo ahora descubro que este es un año crucial en mi vida como escritora.

El primero de estos momentos data del mes de marzo, cuando llegué al “Laboratorio de Escrituras Encrucijada”. Allí te conocí (vía WhatsApp), Elaine Vilar Madruga, a ti que hoy tienes la dualidad de profesora y entrevistadora. Fue así que, al cumplir los ejercicios de tarea semanales, empecé a diversificar mi producción literaria más allá de la poesía: me abalancé sobre el teatro, la crónica, e incluso la novela, que para algunos es el gran amor de los escritores. El Laboratorio representa en mi caso una gran escuela y a la vez un fraterno equipo de amigos, una suerte de complicidad lírica.

El otro punto de inflexión en mi vida como escritora lo ubico en octubre de 2021, cuando me acerqué a la obra de Sergio García Zamora. Leer La Canción del Crucificado, Los conspiradores, Los uniformes, Diario del buen recluso y Los maniquíes enfermos, cambió mi forma de sentir y de entender la poesía. Inclusive, confieso que anteriormente yo solo había escrito verso rimado; de hecho, me creía incapaz de hacer verso libre o prosa poética. Sin embargo, al leer y estudiar a Sergio me animé por estas nuevas formas y sobre todo por esa especie de poesía con ingenio que él logra de manera excepcional. Pudiera decir que en este poeta del centro de la Isla encontré mi verdadera serendipia literaria.

¿Cuál es el libro que te falta por escribir?

A título personal tengo pendiente “La historia de mi infancia”, los relatos de la niña que soñaba ser bailarina, daba clases a sus muñecas guiada por un atlas de Geografía y pasaba noches en un portal junto a su abuelo paterno, esperando ver las lechuzas en el tejado.

A título profesional me falta incursionar en un libro de ensayos. Como investigadora de Ciencias Sociales es una deuda que tengo conmigo misma, algo que en verdad me llama la atención y creo poder asumir sin grandes pesares.

¿Cuál es el libro que ya has escrito y que sientes que aún no le ha llegado su tiempo?

“El hombre sin ombligo” es un libro que terminé desde 2017. Es un poemario autobiográfico y esa es la razón por la cual aún no me animo a compartirlo. Además, es un texto muy incipiente, un cuaderno escrito en verso rimado, dividido en dos capítulos que no rebasan los 60 poemas. Quizás lo publique algún día, siempre alegando la ingenuidad de haberlo escrito como una poeta novel.

¿Qué libro preferirías nunca escribir?

La profecía de mi muerte o un libro por encargo.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Lisy?

Una niña consentida en casa y, paradójicamente, una consagrada Vicedecana en la Universidad. La profesora de Derecho que alterna sesiones con la escritora sentipensante. Ambas viven dentro de mí. Y de todas las mujeres que me habitan, la que más me domina es aquella que tiene una gran fe en Dios, esa que suele repetirle con frecuencia a sus amigos: “El cielo gobierna”.


Una mujer que se desnuda ante la realidad imperfecta

Anisley Fernández Díaz es la poeta salvaje, la niña terrible que juega entre los versos, la mujer desnuda en las metafóricas calles de una ciudad en vilo. Se abre paso en el mundo a golpe de poesía limpia. Cuando se dialoga con ella, a pesar de la distancia, se siente el aroma de algunas palabras indispensables.

En la escritura, en la creación, ¿qué consideras sea esencial o indispensable?

El escritor debe ser egoísta consigo mismo en cuanto a exigencia, transparencia y sentir. Hay que replantearse constantemente el «yo sensorial», el «yo biopsicosocial» porque la vida consiste en movimiento. Todo se mueve, se trastoca, muta, evoluciona. En la literatura de hoy día no es diferente. Ese completo desorden de todos los sentidos debe ser una máxima, o la rebelión al mirar la rosa hasta que se pulvericen los ojos, nos diría Rimbaud, el poeta maldito que revolucionó su tiempo.

fotos cortesía de la entrevistada

¿Consideras la poesía el epicentro de tu vida creativa?

Muchos escritores de la «generación de oro» observan a los poetas noveles como un insumo más de la actual «generación androide» o «de la Internet». En cambio yo me cuestiono diariamente el funcionamiento y accionar de los talleres literarios, los concursos y las editoriales en Cuba. ¡Y ese antagonismo también es poesía! La poesía nos rodea, nos inunda en escenarios reales y ficticios, consciente o inconscientemente. Es una ironía la vida, mi poesía también. Existe un Plan Divino, una Ley de Atracción. Sería poeta de cualquier manera, hoy, antes y después. Amo la textura, el color y el olor de los libros de poesía de cualquier época. Amo tomar una hoja en blanco con ese impulso divino que nos lleva al clímax más visceral, más sentido.

¿Cómo descubres la vocación hacia la literatura?

No sé explicarlo. Puedo decirte que con tres años les declamaba a mis vecinos los Versos Sencillos de José Martí. A los 10, construí muchos poemas rimados, cada uno con un dibujo, mientras mi infancia transcurría en el coro de Belkidia López Fundora, y más tarde en la Escuela Provincial de Arte «Benny Moré», en mi querida Cienfuegos: moraba junto a mis cuadernos de música otra libreta con apuntes personales y frases de autores. Creo que fue mi profesor de Español Literatura del pre, Tomás Aparicio, quien me descubrió. Yo le enseñaba mis textos (sin la más remota idea de lo que escribía) y él sonreía, me decía «la erótica» y que debía estudiar Periodismo. Me dio además el norte amigo que diagnosticó lo que en aquel entonces era una prosa poética: Jesús Candelario Alvarado, gran poeta y narrador cienfueguero.

fotos cortesía de la entrevistada

¿Tiene la literatura/la poesía la capacidad de transformar lo real, en lo micro o lo macro?

Siempre. Hay una triada de oficios indisoluble en toda creación artística: poeta/pintor/escultor. Yo la extendería a una cuarteta con la parte musical que le corresponde a la poesía. Y a la coraza del humanismo. Somos artífices todos los seres humanos pero no todos somos artistas. El escritor/poeta es un restaurador (pintor o escultor) que talla, pule, perfila, acomoda, ensancha, embellece, limpia y ordena desde la espiritualidad una hoja en blanco hasta convertirla en una obra de arte. Desde la intención de tomar la hoja hasta la cumbre de la realización hay un proceso mágico que llegó a deslumbrar al mismísimo psicoanálisis freudiano. Un escritor/poeta es un ente creador de mundos (de lo macro y lo micro). Desde la especialidad que estudié como médico, lo macro es el órgano, pieza fresca evidente, normal o patológica. Y lo micro es la imagen al microscopio en toda su gama multiforme y multicolor de procesos y estructuras increíbles. Lo macro se expande sobre la base de lo conocido. Lo micro, a mi entender, consume la abstracción y responde a lo macro pues deviene en el don de la imaginación, en el juego de las invenciones que pretende convencer y hechizar al lector.

Para llegar a ese lector que mencionas, ¿cuáles son tus principales herramientas?

La intriga y lo confesional: puedo moverme en ambos límites, pero con ironía. El escándalo poético desde cualquier temática. El erotismo. La sátira. Casi siempre pretendo engañarlo o jugar con su imaginación. Pasar inadvertida, impredecible, o semi dicha. Este tipo de escritura me apasiona.

fotos cortesía de la entrevistada

¿Cómo transcurre tu proceso creativo? ¿Existe alguna singularidad de él que puedas contarnos?

Me sucede algo muy eruptivo, como si la fibra cardíaca se abriera literalmente o me saliera un repentino «rash encefálico». Mi mente se torna muy revolucionaria: me llegan palabras muy rebeldes, como desobedientes, desde lugares mágicos, incluso términos que desconozco y tienen que salir. Cuando voy al diccionario… ¡funciona! ¡Eran esas las palabras que iban justo ahí!

Cuando dialogas con escrituras previas a la tuya, por ejemplo, con los clásicos de todos los tiempos, ¿de qué manera te acercas a ellos? ¿Hay que desmitificar a los clásicos para poder tocarlos? ¿El respeto hacia lo creado anteriormente es un freno o sirve como motor de impulso?

Respeto bastante a los llamados «clásicos u obras clásicas» aunque no soy asidua a lecturas volumétricas. Respeto a los escritores de todo tipo y época. Tú y yo podríamos ser «las clásicas» en el siglo XXX y está bien. No creo, por tanto, en los frenos. Todo tiempo es valioso, difícil y limitado. Todo buen escritor siempre tendrá algo que decir y no pasará sin dejarnos algo: por pequeño que sea, es lo mejor que pudo dar.

¿Cómo valoras la competitividad en el plano artístico: un mal necesario, un bien necesario?

Es parte del proceso creativo. Hay demasiada selectividad y jueces por doquier: ojos, lenguas, manos… Lo importante es superarnos, crecer, divertirnos y divertir. Perdonarnos y perdonar. Ofrecer el espacio oportuno al talento de cualquier edad, al estudio, al trabajo en equipo. Transformar la idea de los concursos en espacios para aprender y compartir me resulta más necesario y provechoso que lanzarse al estrés de los concursos inventados por «algo» o «alguien» para la estratificación de los autores, como si fueran clases sociales. Quisiera que los autores regalaran sus libros. Leonardo da Vinci murió y La Gioconda es prácticamente invaluable. Los buenos libros deberían ser así, sagrados.

fotos cortesía de la entrevistada

¿Sientes que los premios transforman, por necesidad, la vida de los creadores que los reciben?

Ciertamente, los premios marcan un estatus, un mejoramiento, e incluso ciertos poderes, pero no definen el talento o conocimiento de un creador. La personalidad polimorfa de los jurados que otorgan influye más en ese sentido. Depende del creador en cuestión: puede disfrutar el premio consciente de su esfuerzo y labor o puede disfrutarlo engañado de sí mismo.

¿Qué resulta, a tu criterio, lo más interesante de la creación joven en estos momentos?

Es interesante la tendencia a replicar un estilo, un esquema de brevedad y concisión, cuando los libros actuales de teoría abogan por que no existen reglas absolutas al escribir. Sin embargo, hay jóvenes (me incluyo) que descartan estos patrones de procedencia más bien editorial y defienden su poema/borrador, se resisten a eliminar palabras, continúan seducidos por el lenguaje coloquial y de alguna manera lo preservan. Esto nos da autonomía, una voz propia y que pretende conservar aún la creatividad. No hay por qué «recortar» un poema. ¿Acaso puede recortarse una canción, un cuadro? El arte es belleza. La belleza es muy libre ante el ojo apreciador, pero será arte cuando se combinan talento y la más sincera introspección del artista.

Si tuvieras que definir tu poesía en pocas palabras, ¿cuáles eligirías?

Lo haría precisamente como en «METAPOIESIS», poema ganador en los Juegos Florales Cienfuegos 2021:

«La noche, el mar, mi cuerpo/

y en mi mano un licor, un pan mohoso, un cigarro/ es mi poema…»

fotos cortesía de la entrevistada

¿Qué palabra te parece la más poética del mundo?

El primer nombre de mi hijo: ¡Allen!

En tu poesía, ¿cuáles temas viajan a bordo?

Me fascinan las metáforas sensoriales, esas que erizan la piel. Trato de sentirlas desde temas como el amor/ desamor/ erotismo, vinculando imágenes de la naturaleza y términos médicos. Tengo un cuaderno en construcción que también refleja la mujer que soy, la mujer cubana de estos tiempos bajo el influjo de la violencia doméstica y psicológica. Desde lo confesional suelo ser la erótica o la niña maldita. A veces «una anciana frágil/ una anciana que observó las calles reciclando las energías…”

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Anisley?

Anisley se promete salvaje, como diría una amiga. Es la mujer que se desnuda ante su realidad imperfecta. Madre soltera, dolida por las leyes y estigmas de la sociedad y el tiempo que vive. Dramática, intensa, coqueta. Es la mujer que pretende más que trascender dejar una noción de su voz, su escritura muscular, el olor de su cuerpo por alguna calle de la isla que conduzca al mar.


Jauría: una escritura de la resistencia

Una viaja junto a la literatura de Maielis González con las llagas abiertas. Hay dolor en el acto de leer. La herida escoce. La herida textual arde y esa sensación se agradece porque es la fricción perceptible —y necesaria— entre espectador y mundo nuevo, la fricción que late cuando la puerta de las infinitas posibilidades de la literatura se abre de una vez (para no volver a cerrarse nunca, ni siquiera cuando el libro termina). Desde ese umbral Maielis González escribe en un acto de resistencia. Su literatura habla de la identidad y del cuerpo en contextos donde la realidad —tal y como la conocemos— se bifurca, se trastoca o desaparece. Junto al acto de resistencia persiste el acto de contemplar.

Contemplar es también un ejercicio de resistir y todo esto se evidencia en la antología de relatos Jauría, publicada por la editorial MIG21.

Como lectora siempre he agradecido la literatura que me raspa y me fricciona, la que me obliga a mirar el objeto/sujeto textual con una lupa de aumento, con nuevos espejuelos para entender desde dentro hacia afuera las estructuras tanto simbólicas como aparentes de los relatos. Las historias que conforman Jauría son, de hecho, la precisión de un dedo metafórico que escoce sobre el texto y de una llaga que late —forma particular en que el dolor se hace corazón— dentro de la escritura. Si algo en común tienen los protagonistas de los relatos de Jauría es su condición de mestizos, del poder que confiere la sangre no pura sino hibridada con otras sangres. Casi todos son también nómadas, bien de un espacio geográfico, de una realidad, de un miedo: el sentido del movimiento y de la huida son en los personajes de Maielis González, más que instinto y vocación, una manera de existir y estar en el mundo. La hibridez y el nomadismo son condiciones perdurables en toda su obra, condiciones que hablan además no solo de su escritura sino de lo identitario que subyace —casi siempre visible— en los textos y que hacen tan poderosas, en tanto vivas, a las historias.

El nomadismo como transición por espacios geográficos, virtuales o espirituales es también la capa que oculta una necesidad básica de muchos de los personajes de Maielis González: la búsqueda de un hogar definitivo, la necesidad de no marcar un espacio como perfecto, el miedo y la supervivencia como motores impulsores de las especies (y condición imperecedera de lo humano), la inteligencia como acto de resistencia ante la apatía del mundo y ante los horrores del totalitarismo. Resistir es la palabra que podría definir a todos los personajes que han encontrado nido en el espacio textual que es el libro Jauría. Y esta es una palabra también identitaria, que define a la autora en su condición de mujer racializada, emigrante, sobreviviente, crítica de la realidad que tiene frente a los ojos.

Resistir, combatir, sobrevivir desde las palabras.

Los días de la histeria, quizás el relato más conocido de la producción literaria de Maielis González, habla de la condición del miedo que define y que transforma a los seres humanos en máquinas paranoicas al servicio de la muerte, en aves agoreras de venganza que repiten una misma canción de aniquilación social y colectiva. La historia nos habla de un espacio constreñido de violencia —una ciudad que podría entenderse como un experimento social controlado o como uno de las tantos macabros realities que existen en nuestra cada vez más globalizada aldea—, donde no existen inocentes y solo se habla en la lengua babélica de la destrucción. Lo humano —si es que dicha condición perdurase a pesar de todo— es solo un eco que sobrevive en los instintos (de aniquilar al peligro y de sobrevivir a este). Los días de la histeria podría ser un testimonio de las crisis colectivas que convierten al ser humano en criatura acéfala y es una excelente muestra de escritura que conduce a un viaje a través de la claustrofobia y la agorafobia en partes iguales.

Seudo vuelve a retomar el leitmotiv de la claustrofobia y del espacio vital reducido, desde cierta poesía visual que la autora recrea a través de muy puntuales juegos de lenguaje. Campos de exterminio, aniquilación, distopía del enclaustramiento son las condicionantes sobre las cuales se escribe este texto: un llamado a la libertad individual de los sentidos y de las mentes, y que debate en torno a la condición parasitaria de la sociedad y la política. Ese influjo parasitario que violenta los cuerpos y las identidades marginados históricamente y señalados como prescindibles. Gran parte de la poética de Maielis González se posiciona, es preciso decirlo, junto a esos cuerpos desechados por la Historia (y las historias), lo cuerpos políticamente incorrectos y sus necesidades de contar, de gritar, de experimentar el placer de la libertad o el simple placer erótico del contacto de la carne.

Ángeles caídos vuelve a hablarnos de los cuerpos marginados por un aparato represivo, en este caso un sistema virtual arcangélico que recuerda ya no el Edén devorado —gracias a Dios— por nuestras ancestras, sino que hace referencia clara a las violencias cotidianas que constriñen los cuerpos sexualizados, erotizados, como también la genitalia femenina, la representación más firme de la humanidad que excreta sangre, sueños, mierda, sudor, semen, goce. Quizás de todos los relatos sea este el que menor margen ofrezca a la posibilidad de la resistencia, pues el sistema que amasa a los cuerpos como el horno a sus panes es en realidad un laberinto sin salida. No obstante, el uso de un narrador inmerso en el juego ficcional —ese narrador que hiede y hiere— es una excelente elección para el punto de vista de la ficción.

cortesía de la autora

Jauría, que da título a esta antología personal, es sin duda uno de mis relatos favoritos. Sustenta sus hilos dramáticos en una herder —criatura híbrida de pastor alemán con brazos e inteligencia humanos, una hembra— que lucha por sobrevivir en un contexto de apocalipsis y virus. El detonante es la destrucción total del “dios” de las herders —ese dios creador que somos nosotros mismos como especie—, y de la libertad definitiva que nace en ellas al verse solas, despojadas de la protección y de la garra autoritaria de las violencias de ese dios destronado. Otras violencias vendrán a instaurarse en su lugar: la de sobrevivir, la de ser la hembra alfa de una manada, la de parir a los cachorros que tendrán sobre sus hombros el peso de reconstruir una civilización. No estoy segura de que este sea un relato sobre la maternidad, aunque maternar sea un componente fundamental de su eje temático: maternar cuerpos, maternar muertos, maternar hijos, maternar inteligencia y especie.

Alumbra vuelve a retomar temas ya presentes en la antología, como el derecho a decidir sobre los cuerpos y los mecanismos represivos —tanto religiosos como políticos— que exprimen metafóricamente las carnes de los personajes como sujetos de un experimento de larga data. Es aquí donde, por primera vez, la narrativa de Maielis González se permea de referencias de una realidad perceptible donde escasez, apagones y soledades se encuentran para conjurar un mapa: en este, futuro y presente resultan cada vez categorías más cercanas. Alumbra es un texto cuerpo, un texto útero y amnios que divide a la vida de la muerte, y que alude a la ritualidad de la violencia de quien decide por nosotras, como también alude al cuerpo en su ritual que condensa sometimiento, supervivencia y fortaleza.

Estos cuerpos vivos, paranoicos, rotos desde la mente, aparecen de nuevo como leitmotiv en Ni vivos ni muertos, relato que parodia una circunstancia con tintes de destrucción masiva, un “Armagedón” de la especie humana. El texto juega de manera eficaz con las líneas que denotan el trabajo entre el humor negro y la literatura de postapocalipsis de la más raigal línea. Es un relato, advierto, en el cual una primera lectura no arrojará todas las luces sobre los pespuntes de comedia de humor negro que presenta. Lecturas posteriores permitirán que quien contemple la historia pueda encontrar el filón dorado de la ironía, de esa ironía tragicómica que ha permeado nuestros años más recientes y nuestras experiencias como sobrevivientes de una realidad que, cada vez, se nos hace más parecida a los libros.

Ponzoñas es, a mi criterio, la joya de esta colección. Ubicada temporalmente en una fecha cercana a 1959, este relato juega con el realismo mágico en el ambiente de los campos cubanos preñados de leyendas, horrores y mujeres monstruosas. La violación sistemática de una muchacha en la “casa de las putas” es el punto de quiebre: los hombres que pagan para verla, pagan no solo por el cuerpo de la adolescente, sino también por su don. Este acto la convierte en instrumento de un destino pero también en hacedora del fatum ajeno. La chica deviene objeto de la codicia y del miedo de los hombres. Deviene monstruo de una feria de atrocidades. Deviene cuerpo del deseo lacerado y de esa laceración es que nacen las visiones de muerte. Maielis González lleva a su escritura a un máximo esplendor en este relato que cuestiona las decisiones individuales y que habla nuevamente del cuerpo de las rotas, de las que no pueden hablar, de las putas, de las desechadas, de las violentadas no solo por una estructura histórica sino también por cuerpos también hegemónicamente históricos.

Isla cierra la antología: este cuento casi piñeriano habla de la circularidad de los intentos de escapatoria y de las violencias políticas cotidianas, que hincan la realidad desde todos los planos posibles. Hay dolor en la despedida, en la laxitud con que con los cuerpos aceptan el peligro de la muerte, el peligro de navegar hacia la negrura de un mar contaminado en un brutal paralelismo con esta realidad que creemos conocer. Isla es su cuento más identitario y, por eso, el que más nos fricciona y obliga a contemplarnos en ese espejo de lo humano que tantas veces olvidamos en nuestros múltiples tránsitos de una orilla a otra orilla (no importa cuál sea aquella de la que partimos o aquella a la que vamos).

La literatura de Maielis González no es necesariamente un espejo cómodo donde contemplar el reflejo —siempre parcial— de qué somos y en qué nos hemos convertido. Su literatura es todo menos conformismo e inercia. Nos obliga a movernos, ya sea por el dolor de una herida abierta o porque una historia nos escoce por ser demasiado cercana. Aquí, en estas páginas, en las heridas que nos muestra, existe también una forma de salvación y de resistencia.

Escribir es también un ejercicio de resistencia.


La atmósfera literaria de Enzzo Hernández (+ Fotos)

Creció entre libros e n la biblioteca familiar. Caminaba por la casa, y se detenía ante imágenes pictóricas, gráficas, que lo hacían fabular. Cuenta que las grandes obras de la historia del arte fueron su primer motor para escribir cuentos. Se sentía conmovido por las atmósferas, los tonos, los colores… Ciertos ambientes le fascinaban y a la vez representaban una zona liminal, una frontera donde el acceso dependía de su imaginación, de sus incipientes recursos creativos y la voluntad de saber y crear.

Enzzo Hernández Hernández es un enamorado de la literatura, la gestión cultural, el patrimonio histórico, la bahía de La Habana y el mar. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y graduado del Centro Nacional de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, ha obtenido diversos reconocimientos por su poesía y narrativa, incluidos el segundo lugar en el premio César Galeano; dos Menciones en el David; la Beca de Poesía del Centro Habana Espacios Creativos, convocada por la Oficina del Historiador; y la beca Fronesis, de la AHS, por su proyecto de novela “Ghosting. Una historia de fantasmas”.

Cortesía del entrevistado.

Su municipio natal de Regla es motivo de inspiración constante, parte de su alma literaria. “Quienes hemos nacido en Regla y somos conscientes de su historia y costumbres, sentimos un profundo arraigo hacia esta diminuta península. Mucho se ha hablado del carácter ultramarino del pueblo, de la cultura de su gente y sus originarias tradiciones espirituales y religiosas, pero es un lugar tan fascinante que nos sorprende siempre.

“Recuerdo el primer texto que leí de Pablo de la Torriente Brau. Fue un relato que escribió cuando vivía en Regla, y su prosa no escapa al estilo realista de esos duros años `30 del siglo XX cubano, pero también se experimenta el olor del mar, los reflejos del sol en el agua y los sonidos de las industrias que tanto caracterizan al territorio.

“Alejo Carpentier fue otro que celebró lo sui generis de sus calles, los maravillosos altares domésticos que la fe hacía construir en las salas de la gente común y la curiosa lanchita de Regla, esa alfombra mágica capaz de conectar ambas orillas. También Don Fernando Ortiz visitó este lugar de forma asidua, en busca de valiosa información para sus investigaciones sobre etnografía y acercarse un poco más al origen de lo afrocubano. Y si retrocedemos más en el tiempo, recordaremos el delicioso pasaje de la novela costumbrista Cecilia Valdés, escrita por Cirilo Villaverde, en que Leonardo Gamboa escapa, casi de forma clandestina, a un sarao nocturno en la localidad de Regla, donde se fundían lo mágico, lo prohibido y lo sagrado”, dice con orgullo este joven apasionado que adora la comida con picante.

Agrega que José Martí visitaba igualmente ese sitio, sobre todo para ir a la casa de la familia Coyula, de la cual era amigo, y a la edad de 25 años emitió un discurso en la inauguración del Liceo Artístico y Literario de Regla, donde también declamó sus versos la joven poetisa Luisa Pérez de Zambrana.

«Los antecedentes históricos, los grandes nombres que pueblan la tradición literaria y el sitio de origen, a menudo confluyen en el plano simbólico de mí como autor y conforman una especie de cimiento, de base, que me permite lanzarme a la aventura creativa, a los abismos de la ficción, con la creencia, supersticiosa o no, de que existe una guía espiritual e intelectual que aporta un acompañamiento y un tutelaje invisible, pero que está allí”, refiere quien tiene como libro favorito Las moradas interiores, de Santa Teresa de Jesús.

—¿Cuánto de ti hay en tus historias? ¿Acaso le temes a la posibilidad de que algunos lectores sientan demasiado tus experiencias de vida?

—No le temo en lo absoluto. Es una posibilidad que me seduce. Cuando un lector se asoma, el escritor también emerge en ese instante y es como un acto de fisgoneo simultáneo en que ambas realidades se enfrentan, como en un espejo. Siempre, o casi siempre, abordo la literatura desde la ficción. Uno de los mayores privilegios que otorga este oficio es crear artificios, invenciones, mundos enteros desde un grano de arena hasta las sociedades más sofisticadas y misteriosas.

“A veces trato de ser muchos sujetos al mismo tiempo, para que no se filtren los vicios, las manías personales y acceder a diversos registros que aporten verosimilitud y efectividad. En otras ocasiones la escritura funge una labor terapéutica, capaz de conjurar o exorcizar la oscuridad interior, la tristeza, las preocupaciones. En esos momentos la escritura se activa como un dispositivo capaz de liberarnos de nosotros mismos, como una herramienta confesional, una desgarradura provechosa”.

—¿Consideras que todavía se puede aspirar a lo verdaderamente nuevo en la literatura…?

—Lo verdaderamente nuevo está sobrevalorado. Es algo efímero, a menudo fugaz. No existe un canon literario por gusto. Debemos conocer muy bien la obra de los grandes maestros. Solo mediante la lectura incesante y el ejercicio escritural, entenderemos mejor quiénes somos como autores. Lo nuevo puede tener muchas caras, no necesariamente lo es aquello que se emperifolla con atributos de vanguardia, así como tampoco envejecen la mayoría de los clásicos.

–Obtener la beca Fronesis de la AHS, por tu proyecto de novela “GHOSTING. Historias de fantasmas”, fue uno de tus buenos resultados en el 2020. El jurado resaltó que es un “proyecto agresivo y ambicioso en su propuesta estética”. ¿Qué podrán encontrar los lectores en esa obra?

—Me propongo explorar el impacto tecnológico en la comunicación social contemporánea. Me centro específicamente en el contexto actual cubano y la transformación de las conexiones interpersonales a través de Internet. Constituye una reflexión propia sobre el universo de las redes sociales, WhatsApp, Instagram, Facebook y la interconectividad entre usuarios y cibernautas. Del mismo modo que se maneja el término ¨ghosting¨ como acepción de ruptura amorosa, también se juega con la imagen de lo fantasmático, del sujeto evanescente que dialoga de forma perenne con la ciudad, en procesos donde intervienen la evocación y la memoria.

“El proyecto indaga entre los vínculos eróticos que se pueden producir en la gran nata virtual, entre sujetos del mismo sexo, personas transgénero y otras identidades subalternas. Los personajes principales constituyen individuos marcados por una sexualidad periférica que se ha visto tradicionalmente asociada a espacios de la nocturnidad y el enmascaramiento.

“La novela se nutre de elementos de intertextualidad de la literatura cubana en función de mi coloquio ante el discurso nacional, en lo cual me propongo una constante revisitación a la vida y obra de Julián del Casal y otros poetas y artistas cubanos. Pretendo propiciar la representación respetuosa de identidades tradicionalmente silenciadas, ocultas, castigadas, fingidas. Mostrarlas para provocar el diálogo entre el pasado, el presente y el futuro de nuestra sociedad, a partir de cambios y categorías generacionales que están tomando lugar en la Cuba de hoy, de ahora mismo”.

—Actualmente también trabajas en un libro de poesía para Ediciones Boloña…

—El poemario Insilios. Apuntes del aislamiento surge de la experiencia del encierro durante la cuarentena. El término insilio define el encierro/destierro dentro de uno mismo, como una forma de irse sin moverse del sitio físico, o de quedarse sin estar en realidad. El sujeto lírico siente nostalgia por la ciudad y anhela escapar, para ello se sirve de la evocación, que le permite ausentarse de su circunstancia inmediata.

“En el poemario existen numerosas citas y referencias a la historia del arte, específicamente con relación a las iconografías de la muerte. El estilo y la forma que mantengo en todo el cuerpo de la obra es la prosa poética como región fronteriza entre la poesía y la narrativa. Exploro estados caóticos de la mente y busco liberar la tensión emocional y física del aislamiento. El poemario pretende ser un viaje interior por la ciudad del recuerdo.

Cortesía del entrevistado.

—Has dicho que el descubrimiento del cómic como expresión artística en ti ha sido algo “bombástico”. ¿Por qué?

—El cómic es un medio muy versátil, tiene un fuerte componente visual pero al mismo tiempo depende de una historia, de ciertos elementos narrativos. Mi incursión en el mundo del cómic fue desde el rol de guionista, y ocurrió de la mano de alguien muy especial en mi vida, alguien que admiro mucho, el arquitecto y artista visual José Ángel Nazabal en el rol de dibujante. Lo disfruto muchísimo.

—¿Qué prefieres: la poesía, la narrativa o ambas?…

—La escritura es uno de esos pocos territorios magníficos donde no estamos forzados a elegir. La literatura es una sola, por lo tanto mi relación con las palabras no está seccionada o parcializada por ningún eje, más bien existe complementariedad en ese todo que representa la creación desde diversos estilos, formas y manifestaciones.

“La narrativa establece un contraste con las estructuras mentales que me conforman, estructuras que tienden a la lógica y a la racionalización. En cambio la poesía me permite entrar y salir de mí continuamente, me rescata de todo lo que no quiero ser. Tengo el afán de preservar el espíritu irrefrenable, la osadía que se necesita para manchar el blanco de la hoja”, expresa quien estudia Licenciatura en Gestión y Preservación del Patrimonio Histórico y Cultural del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana en la especialidad de Museología.

—¿Qué tan difícil ha sido esta etapa de Covid-19 para ti, y a la vez cuánto la has aprovechado en lo creativo?

—Ha sido un tiempo lleno de retos. No solo en el orden individual, sino desde el punto de vista macro, pues ha generado mucha incertidumbre y caos a mi alrededor. Sin embargo he sabido sacarle el lado provechoso a la crisis del aislamiento, para leer, estudiar y escribir mucho. De esa experiencia también surgió Mellotron Magazine, un blog de música y artes gráficas nacido a partir de escritores jóvenes, del cual soy uno de los miembros fundadores.

“En estos momentos el blog se publica de manera semanal en Instagram y siempre promovemos la música, la literatura joven revestida por la crónica cultural y las artes gráficas. Incluye ilustraciones de los arquitectos y artistas visuales José Ángel Nazabal y Katiana Martínez”.

—¿Cuáles son tus principales sueños en el mundo creativo?

—No parar de escribir nunca y superarme cada vez más en todo lo posible. Mantener la transparencia que considero indispensable para expresarme de forma elegante como artistas y creador. Nunca cesar en la búsqueda y reinvención de mí mismo como autor.

 

*Publicado originalmente en el blog Mira Joven


«Soy un cuerpo que narra historias»

Cuando se dialoga con Yunier Riquenes es imposible no pensar en su gran proyecto de vida, Claustrofobias Promociones Literarias, y también en Naskicet Domínguez: juntos, estos dos creadores orquestan los propósitos y los sueños de Claustrofobias. Naskicet y Yunier son más que los hacedores de un proyecto que ha hecho mucho bien a la literatura cubana; ellos también han acompañado el camino de centenares de autores cubanos, de libros y lectores, y han mapeado la senda de la historiografía de la literatura nacional en los últimos años. Cuando se conversa con Yunier Riquenes se ha de recordar siempre que es un cuerpo que narra; un cuerpo en busca de cambios necesarios, porque la inmovilidad —en lenguaje artístico— es sinónimo de muerte.

cortesía del entrevistado

El concepto “joven promesa” comienza, cada vez más, a quedarse estrecho para muchos creadores. ¿Por qué se insiste, a nivel de país y de cultura, en calificar a los autores de menor edad como “jóvenes promesas” cuando muchos de ellos tienen una trayectoria tan importante como la de los autores más añejos? ¿Es preciso, tal vez, una revisitación de ese concepto, al menos una actualización que valore más la escritura de los creadores jóvenes con una obra sustentada en la calidad?

Error de concepto. Revisitar el concepto. Pero prefiero seguir creyendo en la obra. Hay muchas veces “supuestos consagrados” que han dejado muy poco. Casi nada que leer, ni reflexionar. Pero tuvieron cargos y eso les dio un concepto y reconocimientos. Ya salí de la AHS porque pasé los 35 años, pero me sigo sintiendo joven. Y hay notables artistas que sobrepasan los 50 que siguen en silencio con obra de calidad. Y algunos se mueren —ellos y su obra— en silencio. Prefiero no creer en las promesas; últimamente, “promesa” es una palabra que destierro, y lo que significa. Prefiero que más que promesas y revisitaciones, el creador joven o no, y su obra, se visibilicen y se promuevan. Sin promoción no hay arte, sin promoción no hay público, sin promoción no hay mercado. Sin promoción no hay existencia.

¿Qué define, más allá del rango biológico de una edad determinada, lo que es “literatura joven? ¿Es esta una etiqueta lo suficientemente sólida o cae en lo vacuo, lo repetitivo, que muchas veces es la norma a la hora de intentar “definir” un concepto artístico?

La literatura joven no la produce solo un joven de 20 años, la literatura joven es la que se renueva, la que trae fibra y estremece. La que conecta.

En el panorama literario cubano, ¿cuáles piensas son los asuntos más acuciantes que deben debatirse y que, de una forma u otra, podrían resultar de relevancia para el futuro escritural del país?

Debe haber diversidad, encuentros, eventos que muestren lo diverso que somos. Menos ruido y más resultados.

cortesía del entrevistado

Claustrofobias es un proyecto inmenso, que abarca campañas de promoción de autores, de libros, incluso de editoriales e instituciones. Es, además, un excelente ejemplo de cómo, desde el esfuerzo individual (en este caso, dual, entre Naskicet y tú) se pueden ofrecer alternativas promocionales con vistas a mostrar el talento creativo cubano. ¿Qué necesita aún Claustrofobias? ¿Qué apoyos o sinergias faltan todavía? ¿De qué manera piensas que este proyecto podría servir como una plataforma puntual para incentivar a instituciones y editoriales a emular desde el punto de vista de la promoción?

Claustrofobias Promociones Literarias sigue siendo un proyecto autofinanciado, y con el respaldo legal y monetario de la AHS de dos salarios ahora de 400 pesos, y respaldo legal de la UNEAC. Claustrofobias nació de la AHS, de jóvenes creadores que soñaron y lo siguen haciendo con el respeto al libro y a los autores cubanos. Claustrofobias ha sido y es una reinvención a la promoción literaria y cultural cubana. Nacimos y propusimos estrategias 2.0 hace unos años, cuando no había casi conexión. Ganamos un concurso nacional de trabajo comunitario con la experiencia de promover la lectura en la comunidad virtual cubana, pero esos aprendizajes interesan muy poco a quienes dirigen el mundo del libro en Cuba. Son nueve años. Y no han importado mucho estos aprendizajes. Claustrofobias está y sigue en Cuba marcando la vida literaria del país, de los jóvenes y consagrados, recordando los libros y autores que han sido historia y comienzan a vivir. En Claustrofobias se trabaja con base de datos, un poco de periodismo de datos y se reinventa la comunicación. Somos dos coordinadores que ponemos nuestros ingresos personales para seguir construyendo esta utopía. Se han realizado libros digitales, periódicos culturales, se guardan fotos, audios y videos desde hace años de escritores cubanos que ya han muerto. Para revisar la historia cultural y literaria de Cuba habrá que ir a nuestra multiplataforma, a nuestras publicaciones. ¿Que te diga lo que necesitamos? Nos queda claro que no nos van a apoyar más allá de una invitación a la Feria, y que nos prometerán algo, y ahí llegan las promesas. Claustrofobias es una resistencia al mundo del libro en Cuba. En 2020, en tiempos de Covid, no nos detuvimos y se mantuvo activa la multiplataforma, sugiriendo libros y lecturas para mantener la esperanza ante la pandemia. Muy pocos creen que solo somos dos coordinadores. Seguimos sin apoyo de Ministerios ni embajadas. Todavía no.

cortesía del entrevistado

¿El ejercicio de la promoción cultural podría o no emularse, así sea remotamente, con el de la crítica artística? ¿En Cuba se promociona intencionalmente, en base a criterios de calidad, o más bien a través de diversas coberturas o coyunturas culturales, como por ejemplo la entrega de un premio?

A veces los premios reconocen el talento porque el jurado falla teniendo en cuenta el talento. A veces fabrican algo o a alguien, inventan premios para repartirse. Pero lo verdadero, si vale, sigue. La promoción sigue siendo una asignatura pendiente, pero muchas veces no queremos aprenderla, porque la verdadera promoción muestra la esencia, el fondo. 

¿Cuáles piensas son los principales desafíos para Cuba en el terreno promocional y también en el de la creación? ¿Qué estrategias discursivas y de valor de imagen pueden servir, según tu experiencia como promotor, para impulsar esos desafíos hacia un horizonte próximo de concreciones?

Lo primero es reconocer que el mundo cambió hace tiempo. Hay retos y desafíos y ahora no basta, siempre lo dice Naskicet, con tener la conexión ni los millones de pesos. Con poco se pueden arrastrar multitudes. Hay varios proyectos culturales que han demostrado valía, pero muchas veces eso no importa. Y, muchas veces, cuando miras acuerdos y congresos y eventos y cambian los ejecutivos, la historia comienza otra vez. Entonces no se puede avanzar hacia adelante. 

La promoción cultural en nuestro país, ¿mapea nuestra realidad creativa o es solo un muestrario, una selección, de dicha realidad?

La promoción cultural que hacemos hoy en Cuba es poco atractiva. Maneja discursos y narrativas que poco atraen al público diverso y juvenil. ¿De dónde lo saqué? Tengo derecho a decir lo que pienso y siento en esa realidad en la que me muevo a diario. La promoción muestra muy poco la realidad y diversidad.

¿Cómo se conjuga el ejercicio creativo en tu función como promotor?

Escribo y promuevo todo el tiempo. Promover es un acto creativo. Hay que estudiar las formas de proponer y sugerir para las redes, la radio y la TV, y todo no se puede lograr. Pero uno debe encontrar el discurso, los personajes, la propuesta. La promoción cultural forma parte de mis estados creativos.

En los tiempos presentes se ha comprobado, quizás más que nunca, la necesidad del acceso a las redes sociales, no solo como una vía otra de interacción sino como un medio de comunicación de la realidad artística y del devenir cultural, ya no de una nación, sino del mundo entero, ¿nos incorporamos tardíamente a esa realidad?, ¿sientes que caminamos con desventaja?

Las redes sociales y la velocidad de la comunicación nos imponen a diario muchos retos, lo importante es tratar de usarlas como herramientas para construir y unir, y hay que conocer cuáles son los desafíos que traen, los datos que regalamos de nuestras intimidades y deseos. No es llegar tarde, es llegar y comprender a lo que hemos llegado. Y no podemos bajarnos de las nuevas tecnologías, hay que vivir con ellas. Aprendamos en cada jornada, seamos humildes.

¿De qué manera sientes que la AHS tuvo influencia en tu obra creativa? ¿Qué tal la salud de las instituciones culturales?

La AHS es parte de mi vida. Esa organización me tuvo más tiempo que mi propia familia. Miembro, jefe de sección, vicepresidente provincial en Santiago, el más votado en el congreso de 2013, miembro de la Dirección Nacional, estuve organizando dos congresos. No importa que mi nombre esté o no en reconocimientos ni distinciones. Me queda la alegría de ayudar a muchos jóvenes a revisar proyectos, promoverlos, a pronunciar sus nombres cuando nadie sabía de su existencia. Y eso es lo más valioso. No quiero nada. Me queda la alegría de conocer a muchos artistas jóvenes en toda Cuba que no son promesa, son realidad, y han dejado obras de teatro, literatura, fotografías. El arte salva. Aposté por los premios de la AHS y gané unos cuantos que atesoro con cariño. Aquellos años marcaron mi vida. Y sigo promoviendo a los jóvenes. La AHS que viví es como recordar a un miembro amado de tu familia, que puede estar vivo, o morir.

De las instituciones culturales solo quiero apuntar que existen si existe el arte, la cultura y los artistas, si no, como se dijo en aquel Congreso de la organización en 2013, quedarán disponibles.

cortesía del entrevistado

Siempre he notado en tu narrativa, incluso en tu poesía, una intencionalidad de mostrar la escarificación de lo real y también sus matices, ¿cómo se ha construido o formado el escritor que eres? ¿De qué manera defines la creación?

Escribo sobre lo que me mueve, la realidad que me toca. El escritor que soy surgió por eso, para darles voz a otros, eso se repite. Muchas veces la gente viene a contar sus historias y comprendes cuando no puedes dormir que te lo han contado para escribirlo. Antes en la literatura, ahora también con el Periodismo. Desde hace unos años, el Periodismo y yo conspiramos en cada jornada, la literatura de No ficción. La creación es una bomba de tiempo en mí, es una granada adentro que no busca quedar bien. Estalla. 

La escritura, si bien el oficio más solitario del mundo (¿estás de acuerdo con esa definición?) es también uno de los oficios que más acompaña a los otros. ¿Cuál de tus libros te gustaría que acompañara a ese lector anónimo, a ese rostro desconocido, que ansía leerte, quizás sin conocer incluso que existes?

La escritura, aunque necesite soledad, es como la granada: estalla.

Si a alguien para reinventarse, resistir, seguir, sonreír, masturbarse, prender fuego, le interesa un libro, un poema, una frase, un post, un cuento, un verso, una novela, una entrevista mía, pues basta.

Cuando se habla de Yunier Riquenes, cuando se menciona tu nombre, se habla del promotor, del poeta, del narrador, de quien escribe libros para niños y jóvenes, ¿cuál de estas aristas sientes que se integra en el núcleo del creador que eres?

Soy un cuerpo/territorio que narra historias.

cortesía del entrevistado

«Es imposible crear sin exponerte»

Marlon Duménigo sabe que la literatura se asume como un ejercicio de riesgo. La literatura es un salto al vacío de la (in)certidumbre. Con sus historias, este joven escritor refleja uno de los ángulos de lo real. Ha escogido el vehículo de la palabra escrita para llegar a los otros. Contar es, bien lo sabe, un acto de valor y de supervivencia.

Hay quienes refieren que la literatura les llegó de repente, que el acto creativo los sorprendió en la vida cuando no pensaban, ni siquiera, ser artistas. Otros hablan de un llamado temprano de la vocación. ¿Cuál es tu historia: cómo descubres que este era el camino, o uno de los caminos, que te interesaba transitar?

Mi primer intento de hacer literatura fueron unas cuantas poesías rimadas que escribí a los 12 o 13 años, y que mi madre aún conserva y se empeña en mostrar como un trofeo infantil a los conocidos más cercanos. Digo intento a riesgo de que le palabra le quede grande, pues fueron apenas pinceladas de creación, su principal valor radica en la necesidad de expresar ciertas ideas y que el canal escogido sea precisamente la palabra escrita. Más tarde, en el servicio militar, llevaba siempre en el bolsillo derecho del pantalón una libreta doblada y un lapicero que usaba en los ratos libres para conformar una especie de bitácora que, además, contenía viñetas y reflexiones cortas; concebidas bajo la premisa de “ser escritas solo para mí”. De hecho, llené más de una libreta (al final no se cumplió eso de que eran para mí, pues todas se perdieron), aunque por ese entonces tampoco podría definirlo como una vocación. Lo más parecido a eso llegaría más tarde, en 5to año de la carrera de Ingeniería en Ciencias Informáticas y, esta vez, para bien o para mal, se cumplió el axioma de que a la tercera va la vencida. Entonces tuve la guía de Anisley Miraz Lladosa, una poeta que me animó a la escritura y a presentar mis textos al concurso de talleres literarios de Trinidad, mi Macondo, la ciudad donde viví hasta los 23 años.

La velocidad de los resúmenes hace que no mencione otros nombres y títulos de libros que influyeron de manera consciente o inconsciente en el deseo de convertirme en escritor. Un deseo que cobró otra dimensión mientras cumplía el servicio social en La Habana, cuando entré al Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso” y al Taller de Ciencia Ficción y Fantasía Espacio Abierto. Creo que este fue el punto de no retorno. Era la primera vez en mi vida que estaba rodeado de escritores, de personas con aspiraciones creativas similares a las mías y fue la primera vez que sentí una retroalimentación. Ese saber que hay otros como tú, con los mismos bloqueos literarios, ansias de publicación, cuentos inacabados y deseos de abandonarlo todo en algún punto, pero que siguen en el camino de la literatura a pesar de todo. En mi caso, porque la literatura, tras casi diez años, consigue emocionarme de la misma forma. Hace que me levante a las 5:45 de la mañana a intentar mejorar un texto y lo hago con toda la energía disponible. Eso tiene que significar algo. Solo si dejo de emocionarme con la literatura dejaré de escribir.

¿Sientes que existe una pauta, una constante, en tu proceso creativo, u optas por ser libre de cadenas vinculadas al ejercicio del oficio o a la costumbre escritural?

Al principio bastaba con la soledad y el café. Me sentaba a escribir cuando me sentía inspirado y rechazaba hacerlo esos días en los que procrastinar se vuelve tendencia. Luego asumí cierta disciplina. Actualmente escribo cinco días a la semana. Con el tiempo fui incorporando, además, rutinas que hacen más predecible o menos extraño el proceso creativo. Escribo por lo general en las mañanas, entre las 6:00 y las 9:00, con el ruido del ventilador de fondo. Solo tomo café mientras escribo y nunca comienzo a escribir la historia hasta tener la primera oración exacta. A veces tengo el resto del cuento o del capítulo en la cabeza y no lo comienzo hasta encontrar esa primera línea que dicta el tono de la historia. Cuando tengo bloqueos literarios recurro al manuscrito, lleno decenas de páginas de tinta azul o negra y caligrafía apurada que, muchas veces, no representa otra cosa que desechar caminos, decantar posibles finales o diálogos que reescribo hasta reencontrarme con el tono o la idea que me permita volver a enfrentarme al teclado y la pantalla definitiva en la laptop.

¿Cuáles sientes son los “siete pecados capitales” de un autor?, ¿qué entorpece la creación?

El acto creativo es tan personal que se vuelve casi imposible elaborar listas sobre lo que debe o no hacerse. Así que quizás esta sea la respuesta más arriesgada de todas. Para hacerlo menos difícil me tomo la libertad de no mencionar factores subjetivos como los estados de ánimo. En mi lista, el orden no obedece a jerarquías, únicamente a un sentido numérico indispensable para no pasarnos horas mencionando posibles “pecados capitales” de un escritor.

  1. No leer.
  2. No reconocer cuándo abandonar un texto.
  3. Editar mientras se escribe.
  4. No dejar “enfriar” los textos una vez terminados.
  5. Procrastinar en exceso.
  6. No ser receptivo a las críticas.
  7. Subestimar los títulos.

¿Los premios te han sido esquivos o confías que existe una arquitectura en tu vida creativa que te llevará a algún punto en específico? ¿Confías en la dinámica de los premios?

Honestamente, hubiera preferido ganar más premios de los que tengo hasta ahora. Sobre todo porque los premios son en este momento la vía más expedita para un autor de publicar su obra en Cuba y, probablemente, la única que le asegure cierta promoción. Como autor me queda intentar ser mejor en cada texto. Si los premios llegan, por supuesto que serán bienvenidos. No renuncio a los concursos como tampoco a otras vías para hacer llegar mi obra a los lectores. Al fin y al cabo no basta un premio para legitimar la calidad de una obra.

Dentro del gremio suele pasar que asociamos los nombres de los autores a sus premios, así podemos citar de memoria los premios de X autor, pero rara vez podemos mencionar los títulos de sus libros. Se debe crear expectativa alrededor de la obra galardonada. Garantizar que cuando se publique, un año después, esta no pase desapercibida entre las noticias generadas sobre los nuevos ganadores.

cortesía del entrevistado

¿Cuáles te parecen son los principales problemas de la literatura joven actual? ¿Son problemas vinculados al mundo exterior (sistema de premios, consolidación editorial, industria del libro, etc.) o más bien relacionados con el mundo interior del creador y sus relaciones con su propia obra?

Pienso que entre los problemas de la literatura hay algunos recurrentes: el tema de los premios, la promoción, la crítica literaria y la inserción en el mercado editorial. Si hablamos sobre autores jóvenes, estos tema cobran aún más vitalidad porque son escritores que no están consolidados y requieren estas oportunidades, aprovechar los focos de atención generados por un galardón más o menos importante, alguna crítica sobre su trabajo, una sólida campaña de promoción, para comenzar a formar parte del imaginario de un posible lector.

Incluso la propia etiqueta de “literatura joven” puede generar predisposición, pues se puede interpretar como la referencia a una promesa, a un escritor que aún necesita madurar. Y, aunque es cierto que el oficio de escritor requiere de experiencia, considero un error asociar la edad a la falta de madurez creativa. Se puede hacer buena y mala literatura a cualquier edad. Conozco varios escritores jóvenes, publicados e inéditos, que muestran una calidad extraordinaria en sus textos, que sencillamente hacen buena literatura, a secas.

¿Es la literatura un proceso de fricción entre la realidad del autor y la de sus personajes, o ambas esferas coinciden en algún punto? ¿Cómo te sucede a ti?

Tiene un poco de las dos cosas. Desde el punto de vista de la historia, los personajes tienen vida propia y se desenvuelven de acuerdo a un argumento narrativo que la mayoría de las veces no tiene puntos de contacto con la realidad del autor. Pero la literatura, además de argumento y estilo, necesita emoción. Es muy difícil transmitir emoción si no se ha sentido antes, creo que en este punto es donde el autor apela a su propia experiencia, ya sea apoyándose en situaciones vivenciales o porque ha recreado tanto la escena que termina viviéndola de algún modo. Al menos ese es el recurso que utilizo. Ponerme en el papel del personaje, intentar sentir y reaccionar como lo hubiera hecho él ante una determinada situación, pero desde mis emociones, que son el único recurso a mi alcance para hacerlo lucir verosímil.

Los actores siempre ponen algo de sí mismos a los personajes, creo que sucede parecido con los escritores. Es imposible crear sin exponerte un poco.

¿Cuáles son las historias que te interesa contar y los personajes que quieres representar?

Me interesan las historias en las que pueda sorprender, historias que dejen sensaciones encontradas. En las que pueda llevar al límite situaciones cotidianas, encaminarlas hacia niveles de realidad que, por lo general, mudan hacia el absurdo o el surrealismo, sin perder ese toque de verosimilitud que las haga palpables al lector, casi posibles. Me interesa trabajar con ese nivel de realidad en el que, si das un paso en una dirección, caes en la fantasía y, si vas hacia el otro, te das de bruces con tu propia existencia.

En cuanto a los personajes, me atrapan los matices. El de la historia de vida triste y que aun así te provoca una sonrisa amarga, el que se esfuerza por hacer lo correcto y termina jodiéndolo todo. Personas comunes que de pronto se encuentran en medio de conflictos inesperados que las obligan a tomar decisiones en apariencia irónicas; personajes que dialoguen sin parecernos ajenos, con nuestra percepción de lo conveniente, de lo negativo, de los estereotipos.

Existe el mito del escritor “todoterreno”, el escritor que muchos géneros abarca, ¿asumes de alguna manera este calificativo o prefieres apostar tus cartas en un solo sentido?

Hace algunos años incursioné en la poesía, pero me considero narrador. Es el género donde me siento más cómodo y el que se acerca más a mis intereses creativos. Aunque admiro a los escritores que son capaces de moverse dentro de varios géneros y saltan del teatro a la poesía o al ensayo, prefiero apostar por el cuento y la novela. Eso no descarta que en algún punto decida recorrer otros derroteros literarios.

¿Has renunciado a escribir alguna historia? ¿Por qué?

Prefiero utilizar el término aplazar, acaso un eufemismo con el cual sentirme menos culpable o tornar menos flagrante ese temor a involucrarme en una novela histórica que lleva años orbitando entre mis proyectos, y que siempre se aplaza un año más. Además de algunos cuentos cortos que he dejado a medias o ni siquiera he comenzado porque sé que no dan para más y que ni siquiera vale la pena mencionar. Esta novela biográfica sobre uno de los deportistas cubanos más destacados del pasado siglo sería la respuesta a la primera parte de tu pregunta. ¿Por qué no me decido a escribirla? Porque siento que aún no estoy listo para enfrentarme a una investigación que podría durar años antes de escribir la primera línea de la novela. Porque necesito terminar antes con otros libros que están a medio camino y aprovechar esa certitud, esa alegre confirmación de haber concluido otras novelas, para superar las crisis y los bloqueos que estoy seguro me asaltarán en ese otro proyecto, que irremediablemente tampoco empezaré en el 2021.

¿Existe la autocensura? ¿La has sentido?

Un doble sí a tus preguntas. Existe la autocensura y, de hecho, afecta de forma notable la calidad literaria. La he sentido, a veces de forma más evidente en cuanto a un argumento, un personaje; otras en formas tan sutiles como esa necesidad de edulcorar ciertas frases que pueden resultar ríspidas, incómodas… Vale aclarar que aunque resulte obvio, la autocensura no es un acto inherente al escritor, es una reacción a la censura y, como toda reacción, a veces genera un efecto más destructivo porque es el propio autor quien desarrolla mecanismos para limitar y socavar sus engranajes.

Lo peor es que se ha vuelto casi natural, una parte del proceso creativo y da al traste con muchas obras que terminan convirtiéndose en historias frías, carentes de espíritu, por el simple hecho de estar pendientes al “qué dirán”. Y no solo el “qué dirán” los decisores o las personas encargadas de evaluar o censurar tu texto, muchas veces se trata de cómo puedan reaccionar ante determinada historia tu familia, colegas, amigos… Pero es muy difícil hacer arte con tantas concesiones. Si el arte se empeña en ser complaciente se convierte en un simulacro.

cortesía del entrevistado

El papel del autor como autopromotor, ¿lo defiendes?

Definitivamente. Sobre todo en el contexto cubano en el que los espacios de promoción son tan limitados. Las alternativas de los autores de crearse páginas de Facebook, perfiles en Instagram, gestionarse espacios de presentación y otras estrategias con las que llegar al lector me parecen no solo una opción válida, sino necesaria. Lo que me parece absurdo es que toda la responsabilidad de promoción recaiga en el autor. Que las editoriales asuman que el trabajo está concluido una vez que se imprime el libro, cuando en realidad es ahí donde empieza lo difícil: llamar la atención dentro de un mercado literario plagado de propuestas, muchas de ellas interesantes. Además, el libro no solo compite contra obras literarias: se enfrenta a Internet, a sus redes sociales y sus algoritmos especializados para captar y mantener la atención de un ser humano durante horas. Si pretendemos que el libro llegue al lector, no basta con una presentación en la Feria. Son necesarias muchas, muchísimas otras acciones de promoción y, de algún modo, los escritores aprovechamos los canales digitales para hacerlo. Con impericia, cierto, improvisando sobre la marcha, con las limitaciones propias de los que intentan, qué remedio, reemplazar el rol promocional que deberían cumplir las editoriales.

Si pudieras elegir a un autor, vivo o muerto, con el que escribir a dos manos un cuento o una novela, ¿quién sería?, ¿por qué?

William Faulkner. Cuando pienso en autores es el primer nombre que arriba siempre. Después de leerlo nada quedó en su sitio. Todas las lecturas posteriores estuvieron signadas por una comparación ¿Mejor que Faulkner? No, ni de lejos. Faulkner al derecho, Faulkner al revés. Definitivo. Jodidamente Faulkner.


Una isla en versos

Cada libro es una isla dentro de otra isla, y pareciese que esta circunstancia hace que cada poeta que visite la Isla de la Juventud se reencuentre a sí mismo.

Este año, la XXIV edición del Encuentro de Jóvenes Escritores Mangle Rojo tuvo lugar en Nueva Gerona, una jornada matizada por las lecturas de poesía, presentaciones de libros y revistas, conferencias y conciertos de los artistas participantes, quienes hicieron confluir sus experiencias creativas en pos de sembrar un verdadero poema humano en el corazón del pueblo pinero. 

República poética (Fotos: Giselle Lucía Navarro)
República poética (Fotos: Giselle Lucía Navarro)

Se presentaron, entre otras novedades del catálogo de las editoriales pineras Áncoras y El Abra, Ediciones Loynaz de Pinar del Río, y Sed de Belleza de Villa Clara, los libros Las regiones devastadas (Premio Mangle Rojo 2017) de Rubiel G. Labarta, por Martha Acosta; La masonería cubana y el Tratado Hay-Quesada, por Javier Negrín, uno de sus autores; Manigua de Eduard Encina y Cartas a Katy, de Reinaldo Álvarez Lemus, por Yadián Carbonell; Palabras de Caramelo, de Gonzalo Moure, por Elizabeth Casanova; Pared interior, de Belina Rodríguez Peguero, y Partos bajo tierra, de Daniel Zayas Aguilera, por Osmany Echevarría; la revista La Gaveta, por Yasmani González, Zona Crítica y Signos, a cargo de su coordinador José Ernesto Nováez, El Caimán Barbudo, a cargo de Darío Alejandro Escobar, y la colección de premios Calendario 2017 y 2018, por Giselle Lucía Navarro.

Las principales sedes de los encuentros fueron la Galería Espacio Fracturado y el Patio de conciertos de la AHS, con actividades de extensión en diversas sedes de la ciudad que incluyeron la Escuela Primaria Josué País García, la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Jesús Montané Oropesa, y la Escuela de Arte Leonardo Luberta Noy.

La tertulia El Aleph, que coordina el escritor Nelton Pérez, contó con la lectura de las poetas invitadas Yaima Pampillo, Giselle Lucía, Belina Rodríguez, Martha Acosta, Elizabeth Casanova, Mireya Rodríguez, Yusimí Collado y Mariolis Galiano, así como de los trovadores Yeni Turiño y Yatsel Rodríguez.

Mangle Rojo (Fotos: Giselle Lucía Navarro)
Mangle Rojo (Fotos: Giselle Lucía Navarro)

El proyecto poético La Tendedera, que desarrollan los jóvenes de la AHS de Pinar del Río, ganó gran aceptación entre el público pinero, que tras compartir y disfrutar de la poesía y el carisma de los jóvenes pinareños Yaima Pampillo, Yasmani González y Osmany Echevarría, tuvo la oportunidad de llevarse consigo los libros que, suspendido en las tendederas, esperaban descubrir nuevos lectores.

De igual forma, el proyecto República poética inundó la calle del bulevar con poemas impresos en tarjetas y pergaminos de papel manufacturado, y la lectura de poesía a cargo de los invitados. El aroma del café y la poesía calentaban la mañana de los trauseúntes que se detenían para mirar o llevarse un poema a casa.

Cada noche, el patio de la AHS se llenaba de rostros ansiosos de encontrar poesía y buena música, y hasta las tantas horas de la madrugada se escucharon las letras y melodías de los trovadores villaclareños Yeni Turiño y Yatsel Rodríguez, el rap de El Confidente, la agrupación de música electroacústica Luna Nueva o la banda Kausa Justa.

Unos de los momentos más emotivos del encuentro fue la visita al sitio histórico del Presidio Modelo y la estancia en playa Bibijagua, un reencuentro entre la historia y la naturaleza que resultaba necesario en nuestra visita a la Isla.

En la noche del sábado 30 se realizó la premiación del certamen. El jurado, compuesto por Nelton Pérez Martínez, Eduardo Sánchez y José Ernesto Nováez, tras valorar alrededor de una treintena de cuadernos enviados, decidió otorgar el XXIV Premio Mangle Rojo a Narahupia, del joven villaclareño Joel Herrera Acosta. El presidente de la AHS de Villa Clara, Yatsel Rodríguez, recibió los lauros en nombre del premiado. Además, se otorgaron menciones a los cuadernos Breviario y Ética a Garrotevil, correspondientes a Carlos Manuel Gómez y a Noel Alonso Ginoris, respectivamente.

La banda Kausa Justa, que fusiona el rap con géneros musicales como el soul, funk, blues o el reggae, y destaca por el lenguaje poético de sus letras, fue la encargada de la clausura de la jornada el día primero de diciembre.

El Mangle Rojo continúa siendo una excelente propuesta para la promoción del arte y la literatura joven y, sobre todo, un importante espacio de intercambio, donde la poesía, más que un ejercicio de creación, se siente como una experiencia y forma de vida.

Kausa justa (Fotos: Giselle Lucía Navarro)
Kausa justa (Fotos: Giselle Lucía Navarro)

Literatura joven se alza con premios en Ciego de Ávila

Como confirmación certera de que la Literatura encuentra voces jóvenes y de prestigio en Ciego de Ávila, Leoneski Buquet Rodríguez se alza con dos premios que vienen a poner ojo atento sobre su obra.

Primero la Beca de Creación Casa Seoane, en el género de Poesía, entregada durante la clausura del V Encuentro Hispanoamericano de Escritores celebrado en Villa Clara y, después, el lauro en el certamen Portus Patris, convocado por la AHS de la provincia de Las Tunas, auguran muchas cuartillas para deleitar a un público amplio y diverso. 

El cuaderno Cualidades Personales consta de ocho textos que proponen interrogantes sobre la sociedad, y una mirada hacia cuestiones comunes de la vida y la rutina, con un exquisito nivel poético y fuerza emotiva en cada uno de los poemas y sonetos elegidos.

Por su parte, al Portus Patris llegó con narrativa para ser esta la primera presentación formal y acabada que hace del género. El diablo está en los detalles resulta un compendio de seis cuentos para adultos, donde expone distintas situaciones personales ancladas a la realidad cubana, una suerte de espejo para mirarnos y vernos reflejados.

Al respecto Leoneski Buquet comentó su sorpresa con ambos galardones, los cuales llegaron casi al unísono: “Me siento muy satisfecho, pero ha sido una sorpresa tremenda porque yo rezaba por, al menos, ser finalista y si asistía o no a Villa Clara. En el caso del Portus Patris todavía no he terminado de decodificar la noticia.”

Desde el pasado mes de mayo su nombre comenzaba a escucharse con fuerza, por haber merecido, también, el premio Poesía de Primavera, gracias al cuaderno Testamento de Sombra. A estas alturas confirma que las horas de desvelo frente a la hoja en blanco un día cualquiera pueden tomar forma de premio y aliento certero para la creación.


Portus Patris: edición de buen arte joven

No hay bloqueos ni tiempos difíciles que nos impidan disfrutar del arte. Al contrario, son épocas en que aflora la creatividad y las iniciativas en función de seguir enriqueciendo la espiritualidad. Así llega la vigesimosexta edición del Premio Literario Portus Patris, apostando por defender el evento más longevo que tiene una célula de la Asociación Hermanos Saíz en toda la Isla. A celebrarse del 26 al 28 de este mes, estará dedicado al género narrativa y al escritor Guillermo Vidal, figura insigne de la narrativa tunera y cubana.

En la rueda de prensa se resaltó la calidad de las obras finalistas que transitan por el absurdo, el realismo y la ciencia ficción. Trabajo duro para un jurado integrado por los destacados escritores Félix Sánchez, de Ciego de Ávila, Nelton Pérez, de La Habana, y el tunero presidente del jurado, Carlos Esquivel. Se informó además que la editorial Sanlope coauspiciará el evento y entregará un premio colateral, además, se cumple el viejo sueño de publicar el libro ganador, lo que se traduce en mayor prestigio para el certamen.

El concurso auspiciado por la célula de la AHS en Puerto Padre de conjunto con la filial provincial de Las Tunas, sesionará dos días en la ciudad capital y la jornada de clausura será en el municipio que da nombre al premio. Aunque no estarán presentes los seis finalistas, a la gala de clausura no faltará el ganador del concurso. La calidad del evento está garantizada por la variedad de actividades y la amplia programación, que incluye presentaciones de libros, talleres, conferencias y encuentros comunitarios.

Abrirá el evento la inauguración de la exposición fotográfica, La jaula se ha vuelto pájaro, del artista Junior Fernández: un ejemplo de cómo se pueden tender puentes conceptuales entre la literatura y las artes visuales. También serán momentos especiales el coloquio, La impronta de Guillermo Vidal en literatura joven cubana, en el que participaran Carlos Esquivel y María Liliana Celorrio, y la peña literaria Hojas Sueltas, espacio en el que se presentarán los libros 36 Navegan, de José Alberto Velázquez, y Grunge, de Alejandro Rama.

La donación de libros a la biblioteca Municipal de Puerto Padre será una muestra de las buenas relaciones entre la AHS y las instituciones culturales. Para concluir el encuentro, la gala de premiaciones en el anfiteatro puertopadrense contará con el esperado concierto de William Vivanco.

Sin dudas, el Balcón del Oriente y la Villa Azul de Cuba se llenarán de letras y música, economizando recursos, pero derrochando buen arte joven.