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Inauguran la exposición colectiva «Zona de libertad» en Santiago de Cuba

La exposición colectiva «Zona de Libertad», compuesta por 13 artistas vinculados a la Asociación Hermanos Saíz, fue inaugurada en el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño de Santiago de Cuba.

Laura Mustelier, especialista de arte, señaló que cada obra es un eco de la historia, una reflexión sobre los desafíos que se enfrentan diariamente, donde los autores exponen su percepción de la realidad, experiencias y preocupaciones hilvanando el discurso con sus habilidades técnicas, aspecto que dota de cohesión expresiva a las piezas de manera individual y a la muestra como espacio de disertación más amplio.

Integrada por obras del Premio Nacional de Artes Plásticas y Maestro de Juventudes Alberto Lescay; de los miembros de honor Rubén Ajá, Grettel Arrate y Julio César Carmenate; y de Alejandro Lescay, Yuri Elías Seoane, Reydi Zamora, Marlon Aguilera, entre otros artistas de la sección de Artes Visuales de la AHS santiaguera, la exhibición deviene recorrido por géneros presentes en la historiografía del arte, como la pintura, fotografía, instalación, performance y videoarte.

Mustelier afirma que los creadores invitan a explorar los lugares y tiempos que definen la identidad y, además, que la expo representa sueños vividos de personas que propician la creación, experimentación y promoción como una forma de emancipación.

«Zonas de Libertad» tiene el propósito de presentar una valiosa composición de trabajos realizados por autores vinculados a la Asociación, desde su surgimiento hasta la actualidad, y realzar el devenir de la organización como base para el crecimiento y perfeccionamiento del perfil creativo de sus miembros.

La exposición también constituye un tributo a quienes han contribuido con su arte al desarrollo de la plástica nacional y a los logros de la vanguardia de la juventud creadora.


De nuestra arquitectura, «Lo que resta»

Lo que resta, muestra fotográfica del escritor y fotógrafo Lázaro Delgado Valencia, inicia el año visual de la galería Nexos, de la Casa del Joven Creador. Y se estrena, al menos en lo individual, como artista de las artes visuales ante las paredes y el público.

Ocho fotografías en tonos grises que describen lo destruido de algunas construcciones arquitectónicas del territorio avileño y del resto del país, conforman la muestra.

Las palabras de inauguración corrieron a cargo del escritor y librero Heriberto Machado Galiana.

 

artistaLázaro Delgado es un novel artista comprometido con su entorno.

Con estas fotos, realizadas entre el 2016 hasta bien entrado el último tercio de 2023, Lázaro encara su preocupación por el entorno citadino. Hace su denuncia del abandono en el que han sido sumidos algunos sitios patrimoniales que, en el pasado, fueran referencia obligada de todo habitante y hasta orgullo del terruño.

Así encontramos inmuebles del municipio de Venezuela, de una casa en Primero de Enero, y otras de Santa Clara y la Habana Vieja.

Lo hace con cierta destreza y dominio de la fotografía digital. Escrudiña la destrucción, pero dándole un toque mágico para hacerla más atractiva y captar, de un golpe, la atención del espectador.

De una vez, la mirada cae en la trampa y se pasa del conjunto al detalle; de la pared a la grieta; del techo de tejas al derrumbe.

Y el dramatismo se acentúa desde los tonos grises, las oquedades, el simbolismo de una textura en descomposición; los contrastes no tan altos para dar la sensación de neblina.

Los protagonistas son los destrozos y el polvo. Apenas hay caras, gestualidades y expresiones humanas. No son tan necesarias. Y todo está dicho.

Los planos generales hacen la descripción precisa de la situación de las edificaciones. Angulaciones en contra picado le dan profundidad a la composición y transmiten, además, la sensación de soledad. Las de a nivel, es decir, de frente al objeto retratado, hacen la denuncia y exponen el motivo.

El punto de fuga pareciera estar ausente, y es que todo cae en el vacío, en el propio abandono. A uno, como espectador, le queda la sensación de que no hay esperanza, de que la ciudad se derrumba y el tiempo pasa, inexorablemente, sobre todas las cosas.

Por mucho que esta muestra tenga su conceptualización muy bien planteada, no logra convertirse en una exposición, pues no termina de denotar toda su narrativa ni se expande en las distintas variantes teóricas que esboza.

Ni están todas las obras que la conforman, según el propio artista, porque no cabrían en este espacio. Aunque aquí, a mi juicio, le falta razón. El espacio expositivo también se conforma y se adecua desde las necesidades artísticas. No creo necesario supeditar la obra a la espacialidad.

 fotografiaEsta es una de las primeras fotografías captadas por su lente y data de 2016

Este novel artista, jefe de la sección de Literatura de la AHS avileña, que tiene como segunda piel la fotografía, todavía no ha publicado su obra literaria, “porque soy exigente y espero llegar a perfeccionar lo que escribo”, ya se estrena como artista visual. Y lo hace con decoro y compromiso con el arte bueno, ese que pone sal en las heridas con tal de sanarlas.


Zarza en la caverna de los sueños recobrados

El alemán Werner Herzog y su reducido equipo fueron verdaderos privilegiados cuando, en 2010, pudieron adentrarse en la cueva de Chauvet, descubierta en 1994 en el sudeste francés. Estaba cerrada al público para evitar su deterioro y proteger el endeble ecosistema cavernario, pero Herzog, uno de los grandes maestros del cine mundial, logró acceder cámara en mano, y ante sus ojos se abrieron, mostrando el esplendor con que fueron dibujadas por el hombre hace más de 30 mil años, muchas de las obras de arte más antiguas de la humanidad, creadas en el Paleolítico Superior. Aquella era una cápsula temporal perfecta: renacían, a punto de saltar, como si aún corrieran por el valle cercano: venados, osos, bisontes, mamuts, rinocerontes, jabalíes, antílopes, caballos y toros; sí, toros. El documental La cueva de los sueños olvidados es el resumen de esa inmersión de Herzog en Chauvet y en los inicios de arte.

Cartel

Desde el comienzo de los tiempos el hombre imagina y sueña. Y en duermevela le asedian los enormes animales que intentó cazar o que ve, libres e imponentes, en selvas y llanuras. Animales feroces que hoy no existen y manadas que huyen en desbandada y que acabarían, como los bóvidos, domesticados. En las paredes y techos de las cuevas, o en abrigos rocosos, a la luz de la antorcha, el hombre del Paleolítico, nuestro antepasado, delineó con colores ese sueño y le dio vida al ser sensible. Tomó, así, trazos concretos la espiritualidad. Estas imágenes de artistas anónimos, en las que bueyes y caballos representan aproximadamente el sesenta por ciento de lo que se conoce, son recuerdos de sueños olvidados hace milenios, cuando el hombre, en el umbral de la noche, mientras observaba aquellas líneas perfectas que portan, incluso, el movimiento, pudo soñar a través de ellas con el embiste de los auténticos toros.

Con semejante embiste, el del toro libre y rebelde, Rafael Zarza irrumpió en el arte cubano con el tema taurino como estandarte. Su trabajo, con el empuje sincero de un animal brioso que no ha perdido la lozanía de los años mozos, sino al contrario, ganado en agilidad y perspicacia, en vigor, lo coloca entre los artistas más sagaces e irreverentes del arte contemporáneo insular, y además, uno los principales exponentes del grabado en Cuba, desde que en la década del 60 realizó Tauromanía, serie asociada al pop y a la impronta de Umberto Peña.

Bravíos y a punto de embestir; mansos o viriles; musculosos o esqueléticos; vivos o desollados; solitarios o en yuntas, libres o domesticados; líderes o en crucifixión; con cuernos agudos o mutilados; erotizados, provocadores y posmodernos; cargados de signos históricos, sociales y artísticos, los toros de Rafael Zarza han realizado un viaje al primer trazo, a la génesis; o sea, a las pinturas rupestres, al encuentro con los espíritus de Lascaux, Altamira y Chauvet, aquellos que portan aun el riesgo de la acometida inicial de estos «animales peligrosos» que le han permitido, mediante la apropiación y la cita, y también la ironía, reinterpretar creaciones y temas recurrentes en la historia del arte, que es la historia del hombre.  

foto: Robert Rodríguez

Estas piezas de Zarza —que no deja de ser un creador provocativo y lúcido, atrevido y lúdico, que revisita y se sumerge críticamente en nuestra realidad social y cultural—, nos reafirman su apuesta, a pesar de los riesgos, por el brioso empuje del animal de raza, que es también animal primitivo, estampa primaria reescrita y convertida en símbolo que rearma, irónicamente, como en un juego, con una línea de colores cálidos, primarios, que nos pone frente a un toro rebelde, ágil, un semental inhiesto y potente, listo para la embestida desde la pared de la caverna; y también al animal asechado por las flechas y los gritos de los seres humanos. Incluso, como en la cueva de Chauvet, el hombre incorpora elementos zoomorfos; es un «hombre animalizado» que cree en el poder que el toro representa y anhela lograr poseerlo.

Hoy estamos atrapados en la historia, pero aquellos primeros artistas, no. Zarza entró a la caverna y se sumergió con su luz en las profundidades de las galerías, entre las formaciones rocosas. Allí escuchó los primeros bramidos y vio surgir de las grietas a estos portentosos animales.

foto: Vanessa Pernía

Werner Herzog salió de Chauvet alucinado y nos entregó uno de sus mejores documentales. Rafael Zarza salió de la caverna también asombrado y dejó allí, con las huellas de sus trazos en la piedra y para el diálogo con sus contemporáneos, a sus toros prístinos, sugerentes y bravos.

 

Palabras inaugurales de la exposición Pinturas rupestres, de Rafael Zarza, Premio Nacional de Artes Plásticas 2020, en la Sala Principal del Centro Provincial de Arte de Holguín, el 26 de octubre de 2023, como parte de la XXIX edición de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana.


Exposición «Territorial: Tierra», Colectiva

Ernesto Benítez nos recuerda con su pieza «Historias mínimas: desilusión», señal lumínica de atención con cronómetro incorporado-  que nuestro paso por la vida es limitado, como limitados son los recursos naturales como la tierra para la sobre vida humana. Tal vez, esta hubiera sido mi elección para abrir la muestra de la segunda entrega del proyecto Territorial. Si hablamos de conceptos como descolonización, la primera acción debe ser llamar la atención al público del arte sobre los peligros a la especie humana. Esa especie que, en un pestañazo, ha agotado una fuente de vida de millones de años. Así, con una pieza tan sencilla, pero increíblemente ilustrativa, empiezo a recorrer Tierra.

Con respecto a lo antes referido, imagino que escoger a esta nómina de artistas y conducirlos a la creación de obras que dibujen desde la contemporaneidad, esa inquietud sobre la «tierra» haya sido un reto. En mi opinión,  superado. Piezas como la instalación «Infinite story» de Agustín Hernández, con el uso de elementos naturales y artificiales (barro, madera, tierra, cemento y bronce) me señala ese necesario estudio por parte del artista sobre la necesaria conexión y búsqueda del equilibrio con la naturaleza, su protección, justa valoración y conservación. La riqueza, simulada en un lingote/marca Coca Cola, de los elementos antes señalados, son una metáfora irónica, la riqueza que atesora la civilización va  la deforestación y el cambio climático, el consumo desaforado de combustibles fósiles y emisiones de CO₂ entre otros fenómenos/ agresiones del hombre a la tierra. Comparten conceptos con esta pieza, las imágenes de ambas piezas de Ricardo Miguel, tituladas «Carriles»  Son ese testimonio desde lo fotográfico de la huella humana sobre la naturaleza. Fotografías muy conceptuales, que se deben observar detenidamente para llevarse el efecto que imagino se propuso el artista.

Ese poder del arte, de a partir de juegos estéticos nos lleva a concientizar sobre los problemas sociales o ambientales, es bien empleado por los curadores del proyecto Enlace. Obligar al espectador a volver una y otra vez para encontrar los detalles en la obra «Cosmos» del artista Mario Enrique Briños, es uno de esos detalles que hacen sugerente la muestra. A medida que pasan las horas del día, puede verse ese ocaso proyectado sobre el papel alba, que ha sido combinado con la naturaleza propia del sitio especial que es Bahía Loft. ¿Acaso Mario vaticina el ocaso del hombre a manos de la naturaleza? Esa llamada de atención desde el arte, es lo que gusta, más allá de la representación de lo onírico y bello.

Artistas como Enrique Cabrera, Ira Kononenko y Liesther Amador tiene una conexión especial con la naturaleza, y así se nota en sus trabajos. En estas tres propuestas, la Naturaleza y el Arte van de la mano. En el caso de Liesther, su recorrido por tierras mexicanas lo conectó con la cultura maya, y sus creencias ancestrales del poder de la tierra, emanado de los dioses. Ese conocimiento lo usa ahora para concientizar el impacto de la colonización en lo cultural, simulado en el choque de la tierra de dos continentes. Otra de las piezas que hubiera privilegiado en la museografía del espacio.

Cierto es que hay muchos otros artistas en el panorama del arte cubano contemporáneo, cuyo trabajo ha tenido como componente principal la naturaleza, a la mente viene varios. No obstante, esta selección ha sido interesante,  pues para ellos es, tal vez,  un encuentro importante con una estética nueva. Tal vez a partir de aquí la naturaleza y la tierra, se convierten en parte de su obra, complementando lo que hasta ahora han hecho.

Volviendo al objetivo de Territorial: Tierra, han abordado inquietudes que de seguro han surgido a partir del pensamiento descolonizador que se intenta fomentar en los artistas. De igual manera, los procesos de creación de estos emergentes se consolida, sobre la base de las preguntas y respuestas artísticas que proponen a cuestiones de esta realidad. En este conjunto, todos aportan desde sus disciplinas. Enlace entonces, mantiene ese ritmo difícil de seguir en tan complejos procesos de producción del arte.


Díaz-Canel visita exposición colectiva Estado de Espíritu en el Pabellón Cuba

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, apreció hoy en esta capital la exposición colectiva Estado de Espíritu, en la cual convergen más de 60 creadores de la nación caribeña.
 

Durante una visita al Pabellón Cuba, el mandatario constató detalles de la iniciativa dedicada a los 35 años de la Asociación Hermanos Saíz, organización que agrupa a la joven vanguardia artística.

Según la cuenta en Twitter de la Presidencia, la propuesta forma parte de la 14 edición de la Bienal de La Habana, mayor certamen de las artes contemporáneas en la isla mayor de las Antillas.

Al decir de los organizadores, Estado de Espíritu retoma “los viejos escenarios -sin obviar las plataformas online- para mostrar en el espacio presencial muchas de las obras creadas desde la virtualidad”.

Diaz Canel pabellon cuba La exhibición, abierta al público hasta el 10 de enero de 2022, pretende generar una microcartografía que permita comprender las transformaciones en el panorama artístico contemporáneo, develar derroteros y dialogar en paralelo, señalaron los gestores.

El proyecto se inserta en el ciclo Preámbulo de la Bienal, la cual sesiona desde el pasado 12 de noviembre pese a los intentos de boicot que intentaron negar su respeto y prestigio.

Bajo el lema Futuro y Contemporaneidad, el evento completará su ciclo con las experiencias La Habana de la Bienal y Regreso al porvenir, previstas del 6 de diciembre al 24 de marzo y del 25 de marzo al 30 de abril del próximo año, respectivamente.

El certamen propone la muestra colectiva de creadores procedentes de España, México, Francia, Perú, República Dominicana, Jordania, Argentina, Sudáfrica, Brasil, Bolivia, Reino Unido y el país anfitrión.


Cada vez más cerca, la danza

Cada vez más cerca es una exposición con una visualidad poderosamente arborescente y barroca. No me refiero al período de la historia del arte, claro, sino a “lo barroco” como espacio portador de un sentido estético “transhistórico”, en alternancia con lo clásico. Nueve poetas –nueve poéticas engarzadas en una especie de organicidad visual y sensitiva– acompañan igual cantidad de imágenes “atrapadas” por el ojo sensible y entrenado de Wilker López.

Wilker, adiestrado en las lides del fotoperiodismo y la realización audiovisual, atrapa la fuerza de Imaginem et Similitudinem, coreografía que Yoel González Rodríguez realizó para la holguinera Compañía de Danza Contemporánea Codanza, dirigida por la maestra Maricel Godoy. Si Yoel parte de varios conceptos platónicos –“lo bello en sí”, “lo bueno en sí”, “lo múltiple”, “la unidad”, “la idea única”, reciclando, de alguna manera, el clásico mito de la caverna, para acercarnos a la “naturaleza que somos” (también la naturaleza del cuerpo) y al “parentesco de lo que el hombre declara como perfección y exactitud”–, Wilker se apodera también de ellos, para transmitirnos, “atrapando los misterios” de la obra, los cuerpos animalizados, metamorfoseándose como si transitaran por el ciclo histórico de la vida, la obsesión por la exploración, la precisión y la exactitud (incluso geométrica, equidistante, lírica).

Esta misma exploración hace que el “tríptico barroco” de Cada vez más cerca se expanda en sus posibilidades: la coreografía en el cuerpo –y la mente– de los bailarines, la mirada fotográfica de Wilker, y los versos de Delfín Prats, Lourdes González, Luis Yuseff, Gilberto González Seik, José Luis Serrano, Ronel González, Zulema Gutiérrez, Elizabeth Soto y Moisés Mayán, cargan el sentido referencial de una muestra que crece al ocupar espacios públicos destinados a la polisémica mirada colectiva (una iluminación tenebrista, como escapada de un cuadro de Caravaggio, hasta ciertas reminiscencias –inconscientes, pueden ser, todo depende del receptor, por eso la multiplicidad y singularidad de la experiencia artística– como salidas de filmes del director Terrence Malick; por ejemplo, los atardeceres de Days of Heaven).

“Todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto”, escribió Julia Kristeva refiriéndose a Mijaíl Bajtín. Y la danza, sabemos, es un texto cargado de posibilidades, de sentidos encontrados, sugiriendo. Como lo es la fotografía. Si hago énfasis en lo del barroco “transhistórico”, en su contraposición natural y complementaria con el clasicismo, dos formas de “sensibilidad eternas”, es porque este es –nos recuerda Eugenio d’Ors– irracional, femenino y dionisíaco; musical y abundante; atraído por las formas redondeadas y ascendentes. En ambas, en las formas de Yoel González en Imaginem et Similitudinem, y en las fotografías de Wilker López, que dependen de estas pero viven como creación en sí, como signos independientes de la poiesis, existe esta mirada barroca, que nos reafirma que, desbordando los espacios, el hecho artístico está “cada vez más cerca”.  

En Holguín, julio 3 y 2020

*Palabras del catálogo de la exposición Cada vez más cerca, del joven artista y realizador Wilker López, inaugurada el 15 de julio de 2020 en los corredores del Centro Provincial de Arte de Holguín.


Inaugura AHS exposición alegórica a siglos pasados

Una remembranza al quehacer pictórico de siglos pasados, especialmente a los estilos barroco y manierismo, realiza la exposición Cacofonía, del artista de la plástica Ignacio Alejandro Rodés Mederos, que fue inaugurada la víspera en la sede tunera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

A través de 12 piezas, el autor nos acerca a representaciones de artistas con una labor notoria en las artes visuales, como son el nerlandés Rembrandt Harmenszoon van Rijn, el español José de Ribera y el italiano Michelangelo Merisi de Caravaggio, tres exponentes del barroco, movimiento cultural y artístico que se desarrolló en Europa y sus colonias americanas entre el siglo XVI y XVIII.

Por su parte, el manierismo surgió en Italia a comienzos del siglo XVI y se caracterizó por la abundancia de formas difíciles y poco naturales.

Ignacio trabaja mayormente en esos cuadros las técnicas del óleo sobre lienzo y el óleo sobre tabla, aunque también hay dos “frutos” de arte digital, abordados desde la manipulación. Él reinterpreta las obras del período clásico y les aporta elementos de la modernidad, aunque en algunos casos los cambios son más visibles que en otros, tal fue su intención.

“Estas piezas nacieron poco a poco durante un año. Mi formación no es de academia y esta es una forma de aprender, pues estudio con los maestros del pasado. A las intervenciones que hago las llamo ‘cacofonías’. Me gusta tratar de modificar obras que ya están aprobadas y son cumbres del arte occidental”, dijo el hacedor de la muestra.

“Ahora lo que me interesa es crear un objeto de representación, pero más adelante pienso experimentar con otros tópicos y técnicas. El que pretenda ser artista debe estar en un constante crecimiento. Quiero ampliar los formatos; usar modelos reales para la representación, sin abandonar por ello este método de estudio y trabajar mucho para perfeccionar mi quehacer”, añadió el creador.

Cacofonía es un viaje al pasado, un boleto cultural en el que ganamos en conocimiento y apreciación estética, una excelente opción para este verano.


Tras los signos de Babel

La muestra Camino de signos, expuesta en la Sala Pequeña del Centro Provincial de Arte de la ciudad holguinera, se suma con éxito a las propuestas de Babel –uno de los eventos más atractivos dentro del amplio diapasón de las Romerías de Mayo– al “aunar la obra de seis artistas que se interesan en explorar los símbolos, signos y los niveles de conciencia”, según comenta en el catálogo de la exhibición la artista plástica Estela Ferrer. [+]