La Luz y el sorprendente caso del mimeógrafo andante

Un binomio creativo destella en Ediciones La Luz. Su juventud habla de inexperiencia, pero también de renovación y búsqueda de otredad, tal vez esa es la clave de su éxito.

Ahora ellos marcan un momento distinto, son un haz diferente. Robert Ráez y Gerardo Perdomo, diseñador y realizador audiovisual, respectivamente. Ambos son estudiantes, el primero de Periodismo, el segundo de Medios Audiovisuales, en la filial holguinera de la Universidad de las Artes. Mas, los acompaña un deseo de hacer por encima de conveniencias prácticas, de tecnología disponible, (que bien vendría para sus proyectos siempre ambiciosos) y de objeciones como el tiempo.

Los resultados están al alcance de los sentidos. Ya lo evidenciaba el Premio de la Ciudad de Holguín en Comunicación Promocional, otorgado a principios de 2020 por la campaña de promoción del libro y la lectura de la Editorial, que contó con el diseño de Ráez y el trabajo de realización de spots televisivos de Perdomo. Estos muchachos estaban haciendo algo distinto.

Entonces llegó el Premio Celestino de Cuento.

Pocas editoriales en Cuba trabajan tanto en la promoción de sus libros, campañas, colecciones, autores, propuestas transmedia que abarcan desde el audiolibro, a los podcasts, videopoemas, lecturas online, documentales, postales, carteles, papelería…, un despliegue amplísimo de acciones comunicativas sustentadas en un interesante trabajo de diseño.

Y el Celestino condensó eso y más, estremeció las redes, se extendió en diversas plataformas con lenguajes afines a ellas y buscó el diálogo con los lectores, con el público, la crítica, la prensa.

Con imágenes pregnantes, irreverentes composiciones en los dossiers publicados, escritos y diseñados desde, en y por La Luz, junto a su equipo creativo y colaboradores, navegó el evento.

La edición 21 definitivamente marcó un parteaguas en el trabajo de la editorial que, forzada por la pandemia a la virtualidad exclusiva, tomó un contra, lo volvió un pro, y lo multiplicó exponencialmente como ventaja y trampolín para mostrar de qué manera se promueve la literatura, cómo se gestiona en las redes un evento de esta naturaleza, cómo se hace muchísimo con más ingenio que tecnología porque La Luz se mueve en bits.

Trabajando de día y de madrugada, pizza, café y cigarro como combustible, todos en La Luz se abocaron al trabajo, pero Ráez y Perdomo concretaban desde sus computadoras lo que era el sueño.

Primero que el robot, bautizado como Ro-Bob, caminase en pantalla, luego que los narradores se sintieran cómodos frente a la cámara, que cada producto generado fuera armónico, coherente y tuviese una comunicación directa con el resto, aunque no fuesen de la misma naturaleza. Y entregar un dossier diario, variado y auténtico, durante cinco jornadas, fueron desafíos más grandes que ahorrar los datos móviles o subir un video de seis minutos en la zona wifi.

En enero ya Robert había soñado el cartel, me cuenta que tomó una imagen del mimeógrafo que adorna el área de fumar de la editorial para la cabeza del robot, “la estética del mismo”, me explica, “es un tanto pulp como en esas revistas norteamericanas de los 50, y el color amarillo mostaza es uno con el que “he estado experimentando hace un tiempo en la editorial en cubiertas de libros, igual que la tipografía que he usado en otros proyectos personales.

“En las cubiertas de La Luz hay un paradigma que me gusta respetar, pero en el Celestino no es así y da mucha libertad para experimentar y ser más creativo a la hora del diseño.

“Por eso este es el trabajo que más me ha gustado hacer, en el que más libertades he tenido a la hora de crear y por supuesto, que fue bastante placentero, no tanto las postales, que son más esquemáticas, sino el dossier, al poder trabajar con gran independencia usando el código visual que hemos creado este año.

“Me ha gustado mucho este Celestino.”

Se le nota la euforia de la que nacen las cosas trascendentes cuando habla del proceso en el que lo acompañó Gerardo, quien me revela que “la creación del spot realmente no fue muy complicada ya que las imágenes estaban dadas por los diseños de la gráfica del evento; la animación y la ambientación sonora está basada en la estética de los juegos indie y el cine de ciencia ficción, respetando siempre el diseño de la campaña.

“En cuanto a grabar a los escritores leyendo sus cuentos ha sido un trabajo que ha demandado creatividad técnica, pues no contamos con los medios necesarios para trabajar y hemos tratado de lograr la máxima calidad con lo que tenemos: teléfonos móviles y una cámara gama baja que no son lo mejor para un entorno de iluminación cambiante y de mucho ruido.

“Cada escritor, dada su personalidad, tiene formas diferentes de proyectarse, paro fue fácil pues se mostraron entusiastas con que su trabajo se mostrara de forma audiovisual.”

El trabajo colectivo realzó la obra de estos muchachos cuyo potencial, como iceberg, tiene aún mucho bajo las aguas para mostrar. Ro-Bob anduvo gracias a su ingenio, el Celestino fue mejor por ellos y porque a la Luz se lee y se trabaja mejor.

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