Líneas de tiempo desde las letras de Elizabeth Reinosa

*Tomado de Cubahora

La vida es un conjunto de líneas o una sola, a veces enrevesada, confeccionada por nosotros mismos y las circunstancias, una sucesión de pasos y decisiones, sueños, metas que no siempre se alcanzan.

En estos tiempos de coronavirus y aislamiento en las casas, leer es una de las opciones que salva, por eso les proponemos la novela Líneas del tiempo, de la joven escritora granmense Elizabeth Reinosa Aliaga (Bayamo, 1988), miembro de la Asociación Hermanos Saíz y graduada del Centro Nacional de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.

Desde la ficción, ella nos hace reflexionar sobre el significado de la vida misma a través de este libro, ganador del Premio Calendario 2019 y publicado por la Casa Editora Abril en 2020, en el cual hay tristezas, anhelos y desesperanzas con el reflejo de la existencia de su personaje protagónico desde la infancia hasta el fin.

Compuesta por 82 páginas, esta novela, se estructura en cuatro capítulos o líneas del tiempo, denominadas Infancia (1939-1955), Juventud (1956-1970), Adultez (1971-2000) y Vejez (2001-2016), con una armónica narración que presenta relatos breves, muchos de los cuales podrían funcionar de manera aislada, pero en verdad van creciendo con la trama.

Desde Patio (1943), fecha en la cual asumimos que el personaje tenía 4 años, hasta Retrospectiva (2016), el lector encuentra tristezas, miedos, golpes, sueños y también dolor y pesimismo, como en Estragos (1978), con la certeza de que “la felicidad solo dura unos minutos. Al final todo es sangre, todo raja la piel de un modo irreparable”.

Como expresó Rafael de Águila, integrante del jurado que otorgó el Calendario de Narrativa en 2019 junto a Francisco López Sacha y Ahmel Echevarría, Líneas del tiempo es “rotunda, dura, telúrica, viñética, angustiosa, escrita como a zarpazos tristes”.

La autora nos presenta un ser humano que conoce el sufrimiento desde pequeño, cuando es abandonado por su madre con el pretexto de un suicidio, crece y trabaja en el lugar que deseaba, pero no logra su mayor propósito. Elizabeth consigue una especie de doble sentido entre el título general, los de los capítulos, las partes de la narración y el ferrocarril y los trenes, pues estos dos últimos elementos atraen a su personaje desde la niñez, un ser que no tiene apellidos ni es ubicado en ciudad o poblado específico.

El lugar de los sucesos pudiera ser cualquiera, pero se siente mucho el sabor a Cuba, el ambiente de este país y el vínculo con algunos hechos de la historia nacional, incluidos Balseros (1994) y Presagios (1998). Esta es la vida de un hombre, que pudiera transcurrir en etapas sin definir, más allá de los años marcados. En su estilo preciso y limpio, la novela tiene también poesía; sin dudas una obra que despierta sensaciones agradables durante y después de su lectura.  

Ganadora de diversos reconocimientos, como los internacionales de poesía Voces Nuevas (España, 2016) y Décima al filo (Cuba, 2015); y los nacionales Francisco Riverón (2015) y Ala Décima (2017), Reinosa Aliaga es también autora de los libros Formas de contener el vacío (Samarcanda, España, 2016), Striptease de la memoria (Ediciones Montecallado, 2016), Las seis en punto (Editorial Sed de Belleza, 2017) y Brújulas (La Luz, 2018).

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