La música como crecimiento espiritual

Nos conocimos hace mucho tiempo y, desde entonces, la música resonaba en su cabeza y en todo su cuerpo como una necesaria forma de apreciar el mundo, de dibujar las realidades circundantes y hasta de filosofar. El sonido era esa parte que, aunque él no sospechase, hacía que sus pulmones se llenaran de oxígeno y su mente alcanzase otra dimensión. Con una vida dedicada a la música, para Marcos Prawl (La Habana, 1984) la creación, más que un modo de expresión, constituye un camino hacia el crecimiento espiritual humano.

Licenciado en Música en la especialidad de Guitarra Clásica, por el Instituto Superior de Arte (ISA), actualmente es profesor de la Academia de Etnografía en la Asociación Canaria de Cuba y director de Rondalla Típica Cubana, alternando sus facetas de compositor e instrumentista, con la docencia y la investigación. Próximo a terminar su maestría, este joven nos habla sobre las diversas aristas de la música, esa que, para él, pareciese ser más de un estilo de vida, un modo de aferrarse a la sensibilidad del ser humano.

La música vino a ti desde la infancia y llegó a volverse indispensable ¿alguna herencia familiar o simplemente un impulso? ¿Cómo fueron tus inicios?

En mi casa había una guitarra que mi padre dejó antes de marcharse, porque él fue guitarrero de afición, mi hermano y yo la descubrimos a los seis años. Cuando observo mi infancia no puedo evitar sentir nostalgia por las noches de descargas musicales, en los bancos de mi edificio en Alamar, cada vez que se iba la luz.

Eran los comienzos del período especial, ahí fue donde comenzó mi relación con la música, gracias al guitarrista Julio, un joven músico empírico del barrio que me colocó la mano en el instrumento. Luego recibí clases en la casa de cultura de mi localidad con una profesora llamada Nilda. No obstante, tuve que esperar hasta los 18 años para empezar a estudiar en el conservatorio Guillermo Tomás.

¿Qué figuras, experiencias y obras han marcado tu formación musical?

He tenido muchos profesores a los que no podré dejar de agradecerles toda la vida. De mi barrio, de varias academias en La Habana, de otras provincias, otros países, no han sido pocos. Creo que por eso he aprendido a valorar y disfrutar muchos tipos de música de distintas partes del mundo.

No puedo dejar de mencionar a mis profesores cubanos Felicia y César Hecheverría, este más conocido como “el lento del Tresâ€, Esteban Campuzano, Mario Güemer Lay, Acela Padrón, Eduardo Martín y Martín Pedreira; de instrumentos de plectro a Efraín Amador y Erdwin Bichot; de canto Amalia Arriaza, Sahily Castillo Suárez y Carmen Collado; de orquestación y composición, Enrique Guerrero, Alfredo Diez Nieto, Luis Ernesto Peña, Rafael Guzmán, Juan Piñera, Roberto Valera y Alemán entre otros.

Entre los métodos que han sido más significativos en mi formación musical se encuentran el de guitarra Isaac Nicola, la escuela clásica española de Gaspar Zans, Dionisio Aguado, Fernando Sor y Francisco Tárrega; la guitarra en la música cubana de Alexis Baxter, todos los métodos de Ignacio Díaz González, The Jazz Piano Book por Mark Levine, el curso de Romeu por correspondencia, algunos de orquestación de Walter Piston y Aaron Copland, de forma musical y composición de Arnold Schönberg y los libros de armonía y análisis de la profesora Iliana Zaida García.

Obras musicales son muchas, pero los estilos europeos (renacimiento, barroco, clásico, romántico y otros del siglo XX), que son la columna vertebral de la academia musical en el mundo entero, han conformado de una forma poderosa mi estética y apreciación musical, aunque no sea esta la única influencia. Por otro lado, admiro la llamada música folclórica y tradicional que sigue siendo un campo lleno de riquezas por descubrir, pues esa música no se aprende en la escuela.

¿Qué géneros y temáticas abordas en tus composiciones musicales?

No puedo desligarme de mi formación académica, aprendí a componer música de cámara antes que nada, pero después de terminar el ISA me empecé a interesar por la música popular. Me pasó lo que a muchos colegas, que salimos de nuestra amada burbuja y el mundo empieza a mostrarnos otra realidad, y es entonces cuando entendemos que para comunicarnos con el pueblo, como seres sociales que somos, tenemos que hacer una música más potable, menos conceptual.    

Cuando hago alguna canción no puedo evitar la temática social, tengo un compromiso con la historia de la música nuestra, donde cada movimiento, tendencia estilística y creador ha representado de una forma u otra, una época histórica.

Creo en la importancia que tiene conocer el camino recorrido para poder continuar el legado y hacerlo, si se puede, más universal, porque patria es humanidad… pero partiendo de nuestra raíz, eso no puede desprenderse nunca.

Estoy en una etapa de mi vida donde siento fuerte admiración por los géneros más tradicionales de la música cubana, incluso esos géneros que se dicen que ya no son populares, pero que, en su mayoría, contienen una riqueza estética que bien vale traerlos al contexto actual. Es una tarea difícil pero apasionante para mí.

Eres graduado del Instituto Superior de Arte, con Licenciatura en Música por la especialidad de Guitarra Clásica. ¿Cómo es el proceso de formación en las escuelas de música en Cuba?

El proceso es extenso, de mucha dedicación y necesario. La guitarra se convierte para el estudiante en una filosofía de vida. Hay tres niveles fundamentales de largos períodos de tiempo: elemental, medio y superior, que están muy bien dosificados a lo largo de doce años o más.  

Los estudiantes hemos llegado a estar casi ocho horas diarias durante años en una íntima relación con el instrumento para alcanzar el mayor nivel técnico de interpretación posible porque el fin es ser un guitarrista concertante y poder interpretar todos los estilos históricos hasta la más contemporánea y virtuosa de las obras. A pesar de esto, desde mi punto de vista por supuesto, sigue faltando la música cubana tradicional. Aunque se están implementando algunos talleres está muy lejos de tener la fuerza necesaria.

Habría que cambiar mucho y nuestras estructuras son aún bastante rígidas, seguimos compitiendo contra el mundo académico eurocentrista, sus paradigmas, y a veces perdemos el rumbo, un rumbo que en ocasiones pareciera que lo hemos encontrado pero la brújula no se direcciona del todo. Es necesario enseñarles a las nuevas generaciones las raíces de nuestra tradición musical para entre todos poder desarrollarlas también desde las escuelas de arte.

Entre las facetas de la composición y la interpretación has escogido también el camino de la enseñanza como una de esas tantas vías a las que recurres para crear, más allá de letras y acordes, sembrar la pasión y la sensibilidad por la música en los jóvenes. Ya han pasado 15 años desde que comenzaste a ejercer como profesor de música en la Academia de Etnografía de la Asociación Canaria de Cuba, en la que han encontrado una formación inicial muchos jóvenes que luego han ingresado a las escuelas de música y otros, que no siguen profesionalmente en la música, pero han aprendido a apreciar la guitarra de concierto. ¿Cómo ha sido la experiencia de instruir a jóvenes de diversos contextos y edades en el arte de la guitarra clásica?

Dar clases ha sido la experiencia que más me ha marcado en mi carrera. He ido formándome como profesor sobre la marcha y le estoy eternamente agradecidos a la vida y a la Sociedad Canaria, al señor Carmelo González Acosta, al poeta Rafael Orta Amaro y a la investigadora Olivia América Cano Castro, fundadores de la Academia, por confiar en mí durante tantos años.

Tengo la suerte de haber recibido clases de guitarra de grandes maestros durante mi formación, pero el que más influyó en esta vocación es indiscutiblemente el maestro Esteban Campuzano, a él le debo más que mi licenciatura. Por supuesto, me esmero por superarme cada día, porque en el magisterio, cuando crees que todo está dicho aparece un nuevo reto y más cuando los estudiantes no vienen de formaciones académicas o de preselecciones, como es el caso de nuestra academia en la Sociedad Canaria.  

Sueño con hacer un doctorado en pedagogía, o algo así, pero falta para eso aún. Estoy convencido de que la superación metodológica es un obligatorio camino para mejorar cada vez más el procedimiento que empleo en mis clases. Ser profesor me ha enseñado a comprometerme con cada alumno en su aprendizaje al precio que sea necesario, porque es lo que da sentido a la actividad docente, que es compleja y requiere mucha dedicación.

MArcos Prawl. Cortesia del entrevistado

Poco después de comenzar a impartir talleres de música te convertiste en director de Rondalla Típica Cubana. ¿Qué peculiaridades tiene este formato musical y cuáles son sus influencias?

La rondalla (además se le conoce como estudiantina, tuna o parranda) es un formato instrumental que también puede ser vocal y hasta con cuerpo de baile, pero los orígenes más directos que nos llegan a los cubanos es la influencia hispana que usaban instrumentos de plectro, arco y rasgueo preferiblemente.

La Rondalla Típica Cubana es un proyecto que surge en el 2004 en la Sociedad Canaria de Cuba Leonor Pérez Cabrera y está integrada por estudiantes de la Academia de Etnografía, así como egresados de las escuelas de música del país. Esta tradición musical, aprendida principalmente por transmisión oral en la comunidad de descendientes de canarios de gran parte del país, se desarrolla gracias al intercambio cultural de rondallas como: Danza Isleña de Pozas en Cabaiguán, Canarios de Pinar del Río, Rumores del Teide en Villa Clara, Los magos de Chambas en Ciego de Ãvila, Rondalla Timanfaya, Rondalla Islas Canarias, Coral Hespérides, Danza Tamarco y Tamarán en La Habana.

También ha sido de gran importancia para el desarrollo cultural y profesional los hermanamientos que se han dado por casi 100 años entre canarios y cubanos, y entre sociedades de beneficencia de diferentes regiones de España y la Federación de Sociedades Españolas en Cuba, donde podemos resaltar los múltiples talleres y clases que han brindado en nuestra Sociedad Canaria prestigiosas agrupaciones de este tipo y músicos reconocidos como: Los Gofiones, Los Sabandeños, Los Cesteros, Parranda de Teror, Bentahod, Los Majuelos, Mestisay, Tsaxiraxis, Benito Cabrera, Josele del Pino, Domingo Corujo de Tejera, Pancho Amat, Efraín amador, Ricardo Gallén, entre otros.

Las letras que empleamos pertenecen al cancionero histórico-popular al igual que los géneros musicales y la organología, donde utilizamos varias familias de instrumentos de cuerda pulsada como guitarra, requinto, timple, tres, cuatro, charango, familia de laúdes españoles y percusión menor cubana y canaria, como parte de este último grupo utilizamos también la huesera, la chácara, la pandereta, entre otros. Las técnicas instrumentales, vocales, corales y en ocasiones los empleos de danzas típicas de Cuba y Canarias conforman todo un espectáculo músico-danzario que muestran al espectador un recorrido cultural por el folclor y las parrandas más arraigadas a la tradición campesina de estos países.   

Esta práctica tuvo gran auge en la Cuba de finales del siglo XIX y principio del XX, principalmente en el marco las sociedades españolas, también en las zonas rurales. Por suerte en estos momentos está recuperándose esta hermosa tradición musical en varios puntos del país gracias al impulso matriz que significó la agrupación Danza Isleña de Pozas en Cabaiguán, después del triunfo de la Revolución cubana. 

Como parte de tu trabajo como director musical has tenido que adquirir la habilidad de dominar diversos instrumentos musicales, sobre todo de cuerdas. Entre todos estos podría ser la guitarra aquel que permeó tu sensibilidad por encima de los otros. ¿A qué se debe esto?

La guitarra es la madre. Toda nuestra tradición de cuerda pulsada bebió de este instrumento, además, la enseñanza académica se ha enfocado históricamente en ella y su desarrollo por lógica ha sido mayor, sin embargo, existen muchos instrumentos de cuerda que tienen otros caminos y modos de expresión, por lo que todos son un mágico universo por descubrir, eso lo experimento cada día que me tengo que enfrentar a alguno de estos. Podría mencionar sobre todo al timple, el laúd, la bandurria y al tres.

Integraste por tres años el Coro Polifónico de La Habana, como tenor segundo, bajo la dirección de Carmen Collado. ¿Qué habilidades aportaron esos años a la percepción musical desde la mirada del cantante y compositor?

El tema de los coros es una incógnita profunda para mí. Cuando siento un coro cantar no puedo evitar el impacto emocional. Me atrapa la atención y hago catarsis tarde o temprano. Te confieso que siempre terminaba cautivado en los ensayos diarios, que con Carmen eran bien densos porque esta admirable directora nos hacía creer que estábamos en Alemania y nos exigía como si fuéramos a cantar delante del mismísimo Bach.

 A pesar de la tensión y los fuertes ensayos terminé enamorado para siempre del trabajo coral, por lo que de alguna forma trato de usar coros en la música que compongo, donde empleo generalmente cuatro voces y el registro coral a la hora de distribuir los instrumentos musicales y mover las líneas melódicas.

No puedo separar de mi gusto personal las estéticas aprendidas, sin embargo, existen muchas formas de que un coro suene bien, aunque sea con otra impostación e intención vocal.

Como cantante me cuesta mucho desprenderme de esa delicadeza y en ocasiones tengo que batirme con mi color de voz para no parecer un cantante de coro cuando debo cantar música tradicional.

En más de una ocasión se han presentado en el espacio televisivo Palmas y Cañas, así como en otros festivales y eventos relacionados con la música tradicional cubana, dado que la agrupación que diriges es una de las defensoras del punto cubano en nuestro país. No obstante, dadas las circunstancias del propio conjunto musical su repertorio suele navegar entre las aguas de sonoridades cubanas y canarias. ¿Cómo lo desarrollan?

No hay dudas que la música campesina cubana fue un producto de la música tradicional canaria también, pero en Cuba encontró su propio camino y logró un desarrollo envidiable que se separó de sus raíces hispanas y africanas tanto en el desarrollo de los instrumentistas como en los géneros musicales, el estilo de canto y las danzas. 

En el caso de las rondallas de ascendencia canaria, estas se quedaron en nuestros campos y es por eso que tienen tantos puntos en común con la música campesina, como si fueran dos hijas de los mismos padres, que se criaron en contextos parecidos y en condiciones similares, pero logrando diferencias claras una de otra. Los instrumentos musicales de cuerda, el uso de la prosa y el verso rimado son los mismos para ambos universos estilísticos.

Es por eso que, si tocamos una folía, una malagueña o una isa, después podemos hacer una tonada, un son o una habanera, sin que esto traiga contradicciones discursivas en nuestras actuaciones.

Participaste en el Festival Internacional Tenderete con sentir canario, celebrado en 2018 en Venezuela. Coméntanos un poco sobre esto.

Vargas es una ciudad costera muy parecida a lo que pudiera ser una provincia cubana en el extranjero desde todos los puntos de vista, aunque con más recursos económicos. Me parecía una mezcla de Pinar del Río, La Habana, Sancti Spíritus y Villa Clara… impresionante. Imagínate que tuvimos la oportunidad de compartir con jóvenes, adultos y niños de todo el país que pertenecían a más de 20 agrupaciones folclóricas, que confluyeron en un evento de una semana que se parecía a los festivales de tradiciones que hacemos aquí en Cuba, pero con música venezolana y canaria.

En Venezuela hay muchas sociedades, y las sociedades canarias son clubes grandes y poderosos, muy superiores logísticamente que las cubanas pues la inmigración isleña a la tierra de Bolívar durante el siglo XX fue numerosa y estos grupos sociales lograron un poderío económico vinculado entre otras cosas al negocio del petróleo.

A pesar de la compleja situación política y económica que había en el país cuando fuimos de visita, pasamos unos días hermosos llenos de eventos culturales variados y la mayor hospitalidad que he experimentado en mi vida.

Has compartido escenarios con músicos y agrupaciones prestigiosas de Islas Canarias, España y Venezuela tales como los Gofiones, Mestisay, El Colorao, Los Cesteros, Tsaxiraxis, La Parranda de Valladolid, Benito Cabrera, Domingo Corujo de Tejera, así como músicos y agrupaciones inglesas e irlandesas en los festivales de música celta celebrados en La Habana. También has participado en proyectos discográficos de otros artistas, entre ellos el álbum “Un restaurador de sueñosâ€, que rescató la discografía del cantautor cubano Antonio Machín, que obtuvo el premio Cubadisco 2009. ¿Cómo han sido estas experiencias?

Creo que por eso me identifico tanto con la música que hago y enseño a mis alumnos, porque he podido nutrirme de estos grandes del folclor internacional. Estos músicos de talla mundial funcionan como una hermandad y nos han visitado durante años con sus propios recursos impartiendo sus conocimientos y experiencias, así como materiales didácticos e instrumental técnico para nuestro desarrollo. Hemos tenido la oportunidad de compartir escenario con ellos fuera y dentro de Cuba y estos hermanamientos han sido la base ideológica por la que nuestras agrupaciones de ascendencia hispana en Cuba han mantenido la labor de rescate y preservación de este legado patrimonial de forma gratuita y altruista a pesar de los pesares…

Con respecto a la obra discográfica “Un restaurador de sueñosâ€, producida e interpretada por el canario Víctor Rodríguez, me siento muy dichoso de haber tenido esta experiencia de vida que me permitió participar en un trabajo discográfico profesional de gran magnitud.

Este álbum que se grabó en los estudios Abdala durante más de dos meses ininterrumpidos y tuve la oportunidad de que sus productores me incluyeran en dos canciones donde toqué la bandurria, el laúd tenor y el timple canario. Este proyecto reunió un gran número de músicos y agrupaciones de diferentes formatos de toda Cuba, siendo una experiencia única en mi vida.

Como parte de tu proyecto de maestría en Musicología, desde hace unos años vienes desarrollando investigaciones dedicadas a explorar la presencia de las rondallas en diversas regiones del país, sobre todo en el entorno rural, y a través de la ayuda del Centro de Investigación de la Música en Cuba, recientemente se encuentran en proyecto de grabar el CD La huella isleña. ¿Cuáles son los propósitos que se han propuesto alcanzar con este disco?

Canarias y el mundo hispano en general conformaron el “etnos†cubano junto a Ãfrica, China, los árabes y muchos inmigrantes de otras nacionalidades del mundo. Pero los isleños se destacaron no solo por su laboriosidad y entrega al trabajo, sino que la música siempre estuvo presente en la vida diaria y nunca faltó un canto o una danza que les acompañara en la nueva patria que les brindó su seno durante siglos. A tal punto que en la década del 60 en el siglo XX se hicieron grabaciones a cantadores isleños y sus descendientes en el poblado de Pozas, tradición de la que somos continuadores también aquí en La Habana.

Es por eso que nuestra agrupación se propuso grabar toda la música representativa de nuestras fiestas y celebraciones cubano-canarias que tiene más de 20 años, dentro y fuera de la Federación de sociedades españolas a modo de homenaje a estos padres fundadores y a su vez mostrar nuestra labor musical durante este período. Tenemos la dicha de contar con el apoyo de CIDMUC que hace grandes esfuerzos por conseguirnos las condiciones necesarias de logística y recursos de personal técnico para hacer posible este sueño.

Desde tu visión, qué importancia le confieres al rescate musical de la obra de autores ya desaparecidos y a las labores de musicología que se desarrollan en torno a estos, dado que muchas veces las piezas quedan atrapadas en los pentagramas de un cuaderno de música y, a menos que sepas leer la partitura e interpretar el instrumento, no puedes descifrar la magia creativa que guardan las notas escritas sobre el papel.

Tienes toda la razón. Si enseñamos un plano del Capitolio confeccionado por un ingeniero, no podemos pretender que las personas comprendan lo que significa o sientan la experiencia de apreciar la obra arquitectónica cuando nos paramos frente a ella. Por eso instituciones como el CIDMUC, Casa de las Américas y el Museo de la Música se han dado a la tarea desde sus comienzos de rescatar y preservar nuestro patrimonio histórico musical.

Ellos se han valido del trabajo de campo de destacados musicólogos y estudiantes egresados de nuestras escuelas de música, a partir de todas las herramientas técnicas posibles y el uso de la tecnología para registrar tanto en partitura como en grabaciones musicales y videos, ese extenso y excitante mundo sonoro que es la música cubana. También de esa forma el público en general puede apreciar la música lo más parecida posible a como se tocaba en épocas pasada y como la conciben las nuevas generaciones en la actualidad.

Entre nuestro contexto, podríamos decir que existe una línea invisible pero latente entre la música clásica y la música popular, ¿a qué crees que se deba esto?

Ambos tipos de música se desarrollan en contextos heterogéneos e históricamente han cumplido funciones sociales diferentes. La música popular salió del creador empírico, por lo que se comunica fácilmente con las masas sin instrucción musical académica, ya que este artista bebe directo de lo que esta mayoría consume. La música clásica la entiende, aprecia y crea el que la estudió o el que de alguna forma en su infancia y educación estuvo influenciada por esta estética musical, aunque también depende de la sensibilidad de cada cual.

A pesar de eso la política cultural de nuestro país ha tenido como objetivos durante muchas décadas que la población en general logre disfrutar y entender la música clásica porque, créeme, apreciar la música clásica sin duda alguna eleva la sensibilidad musical de cualquier ser humano a otro peldaño y, además, es una herramienta indiscutible para entender la historia de la humanidad, aunque esto parezca abstracto, como mismo sucede con las artes plásticas, el teatro y la literatura.

Recientemente, estuviste entre los 24 compositores seleccionados para participar en el concurso Adolfo Guzmán 2019, con la canción Deja que te ame así. Háblanos de este tema que tanta aceptación tuvo por parte del público y qué ha significado para ti esta experiencia.

Deja que te ame así es una canción a la fe y al amor a la vida. Quise hacerla con un género bailable, pero que la letra en sí hiciese el contraste. Tuve la suerte de contar con dos importantes creadores que me apoyaron en el acabado del tema. En primer lugar, el músico y amigo Jorge Mancebo: “Chocoâ€, quien me ayudó en la producción, grabación y mezcla del tema en solo cinco días, pues es un maestro de la creación con ordenador y un excelente arreglista.

La otra colaboración estuvo a mano de una persona muy especial para mí, que quiero inmensamente, excelente mujer y escritora, quien le dio un importante acabado al discurso poético de la canción, sellando el producto final. Me siento muy feliz por la colaboración de ambos artistas en mi canción y estoy convencido de que el trabajo en equipo es tan necesario como productivo.

En cuanto al concurso Guzmán, fue una experiencia necesaria para mi carrera porque siempre he trabajado al margen del mundo del espectáculo y este concurso me introdujo en uno de gran magnitud. Pude constatar lo complejo que se hace una producción a estos niveles, el gasto económico y la logística que se necesitan sin dejar de mencionar los cientos de profesionales de diferentes áreas de las artes, el diseño y la ingeniería audiovisual en pos del espectáculo.

No alteró el rumbo de mis proyectos personales, pero sí me ubicó en donde estoy, lo complejo que funciona y que hay que ser muy serio en todo para no derrochar los recursos y trabajar con los pies en la tierra, aunque de vez en cuando haya que buscar en las nubes.

Le agradezco inmensamente a Pedrito Camacho con ese espectacular arreglo y a los muchachos de la Banda Gigante bajo la dirección de Gaitán, hombre de mucha paciencia y entrega. No quiero dejar de mencionar la gran experiencia que fue para todos los competidores el haber participado del evento ya que hoy nos une una bonita amistad. 

¿Actualmente cuáles crees que son los principales retos que enfrentan los músicos?

Creo que los retos de un músico tienen mucho que ver con sus concepciones de la vida, su vocación-talento y sus condiciones socioeconómicas. Si un músico quiere defender un repertorio, una estética o un discurso artístico depende mucho de su voluntad y su entrega a lo que hace y desea lograr.

Pareciese que donde las condiciones económicas lo permiten hay más desarrollo para el que desea dedicarse a la música, sin embargo, la vida nos sigue demostrando que los intereses personales, los valores morales y la intensión que se le dedique a la actividad musical limitan o hacen avanzar al artista hacia el más preciado sueño. 

¿Qué rasgos crees que definen a Marcos?

Creo que el rasgo que ahora mismo me define es la pasión y dedicación por las actividades profesionales que hago. También considero que con los años me he vuelto más trabajador y estudioso, aunque el tiempo casi nunca me alcanza, por lo que he tenido que ir dejando de hacer muchas actividades que me gustan y he ido concentrando mis esfuerzos en las más importantes para ir concluyendo proyectos, porque como dice el refrán, “el perro tiene cuatro patas, pero coge para un solo ladoâ€.

¿Cuáles son las expectativas que tienes para el futuro?

Aconsejan los grandes maestros espirituales, para decirlo de alguna forma, que en silencio deben gestarse las cosas, no obstante, me encuentro inmerso en un proyecto que tiene que ver directamente con la música popular patrimonial que incluye un estudio profundo de determinados géneros tradicionales cubanos y al fenómeno cultural que se desarrolló en torno a estos, para así intentar traerlos al contexto actual y seguirlos desarrollando en diferentes formatos musicales y, por su supuesto, en mi creación futura.

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