valores


La crítica de arte y su indispensabilidad cuestionada

La crítica de arte es también una forma artística y por tanto emana de las imágenes conscientes e inconscientes del propio crítico. Se sabe que cada obra, con independencia de las sensaciones y las emociones que la pulsan, tiene una parte objetiva y concreta que puede verse, palparse u oírse; y esa parte es la que evalúa el crítico a través de su filtro subjetivo, valiéndose de herramientas académicas.

En los últimos tiempos, en que el mercado parece obviar el ejercicio del criterio especializado, cuando compra y vende la obra de los artistas a su antojo, o cuando los creadores se autopromueven en las redes sociales ante una masa numerosa y explican su obra sin intermediarios, ¿cuán necesaria es la crítica de arte para los artistas? ¿Pueden los creadores prescindir de ella?

La función de la crítica no es precisamente “despedazar” y “matar” la creación. Existen juicios a favor de la obra de arte que la prestigian, explicando sus valores. Incluso, cuando el ejercicio crítico niega esos valores y reprueba la obra, pretende generar un gusto estético y estimular el ingenio de los artistas en la búsqueda de originales formas de expresión.

La doctora Graziella Pogolotti dijo al respecto: “La crítica tiene entre nosotros un sentido negativo… Esa opinión bastante difundida, oculta el verdadero sentido de la labor que corresponde a un crítico, limita su actividad y no tiene en cuenta el papel que le toca, situado entre el autor, la obra creada y el público, el de hoy y el de mañana”.

La crítica debe entenderse también como un proceso comunicativo en el que intervienen emisor, contenido, canal, receptor y efecto.

El emisor es el especialista: el teórico, investigador…; el contenido es el mensaje, el criterio en sí. El canal sería el medio donde se transmite el mensaje, entiéndase prensa plana, digital, radio, televisión o revista especializada. El receptor claramente es la audiencia que leerá, verá o escuchará el juicio experto, y el efecto se asocia a la sugestión que el mensaje sobre la obra transmitió o no.

No existe un manual reducido para el oficio crítico, y sí criterios encontrados sobre cómo debe ser el discurso especializado en función del canal (el medio comunicativo que promueve esas disertaciones).

La profesora, investigadora y crítico, Adelaida de Juan, estimaba la interpretación y el juicio de valor según el destinatario y los soportes en los cuales sería publicado. Un texto escrito para el periódico debía ser más claro y conciso en su lenguaje, para que los lectores no entrenados pudiesen comprenderlo. Un texto publicado en una revista especializada podía permitirse un lenguaje más técnico y enriquecido en tropos.

En cambio, el periodista, investigador y curador Israel Castellanos León, en una de sus reseñas concluyó que la esencia de la crítica se resume a un estilo especializado y asequible al mismo tiempo, al margen del soporte en el que aparezca: ya sea un catálogo, un periódico o la revista más elitista.

A estos criterios sumo otro, atinadísimo, que hallé revisando distintos libros y ensayos. Fue el razonamiento del historiador, crítico de arte y poeta, Orlando Hernández, que vio la luz en una edición de la revista La Gaceta de Cuba de 2004. Han trascurrido cerca de 17 años y todavía está vigente:

“Me molesta la jerga tecnicista y el bizantinismo en que tan a menudo se enfrasca la crítica de arte, su exceso de conceptualización, de teorización, de generalidades y su poca confianza en la sencillez de expresión y en el sentido común, que oculta a menudo un vergonzoso vacío de criterios propios, de inteligencia, de sensibilidad real. Este lenguaje de capilla, retórico, falsamente teórico y escasamente sensible, constituye por su ilegibilidad un obstáculo para el acercamiento del público al fenómeno artístico y para la comprensión de sus mensajes”.

Los artistas necesitan la crítica; no la halagadora que acomoda el hacer cotidiano. Necesitan una que demarque los terrenos estilísticos con análisis serios y plausibles, que arroje luz y de “tamaño de bola” sobre la actualidad de la creación, los discursos, los públicos. Esa que “peñizque” al artista cuando se atrofie en caminos autocomplacientes.

La crítica impulsa y promociona los procesos artísticos. Y el arte, como es sabido, tiene una función social. Digo más, el crítico puede contribuir a educar el gusto de las personas y a acercar el arte a los públicos, porque también es un promotor.

La crítica llena vacíos teóricos y contribuye a la historiografía. ¿Ello no significa también contribuir al patrimonio cultural de una nación? Cuando el experto reseña, deja testimonio histórico de un suceso artístico y sus protagonistas. El crítico hace futuro desde sus palabras; y no solo porque guía procesos culturales (eso queda claro) sino porque los valora y atestigua.

No seré absoluta. El artista contemporáneo no precisa (forzosamente) intermediarios para explicar su obra, es autosuficiente y puede hacerlo él mismo. Conoce sobre edición, fotografía, diseño, marketing y otras materias que le permiten gestionar su promoción en Internet. No ocurre con todos, pero sí en la mayoría. Apunto: vivimos un arte cada vez más conceptual, que obliga a sus creadores a mostrar no solo sus piezas sino los argumentos que las rigen.   

“Esclarecer, promover y testimoniar son tres posibles atributos de la crítica que bien vale considerar para poder reconocer su importancia en un mundo en que la información deviene hecho imprescindible de supervivencia y conocimiento”, subrayó el ensayista, profesor, bailarín y coreógrafo habanero Ramiro Guerra.

No obstante, pese a esa autonomía del artista, apoyada en las tecnologías y la accesibilidad de información, la crítica resulta imprescindible si está en constante diálogo con el creador, si lo dota de lenguaje, si llama la atención sobre estilos y conceptos que ni él había percibido en su trabajo. La crítica siempre convidará a degustar la obra de arte, haciéndola atractiva a los sentidos de la audiencia.

Sirva ella, no como dictador sino como redentora: argumentación de base para reflexiones propias, traductora del arte para la sociedad, promotora de la experimentación y el talento.


Al compás de nuestro son

El son creció en La Habana, y se fue a New York… Así se referiría al son cubano el reconocido músico Isaac Delgado en una de sus canciones. Y esta no es una frase cualquiera, sino la manera de narrar, en pocas palabras, el recorrido que haría tan distinguido género musical. De Oriente a La Habana, de La Habana a New York, de New York a varios países, en fin…de Cuba pa´el mundo entero.

Nacido en las zonas rurales del Oriente cubano en la segunda mitad del siglo XIX, el son es, sin duda alguna, uno de los grandes baluartes de nuestra cultura musical. Ya sea porque en él coexisten, bajo un maridaje perfecto, elementos musicales legados por los antecedentes hispano y africano; porque a él debemos la tan usada y conocida “clave cubana”, o también, porque desde sus inicios hasta nuestros días sus textos y temáticas han estado relacionadas con lo más autóctono y cotidiano de nuestra gente: el son es la cara más internacional de la música cubana.

De forma totalmente orgánica, el son fue evolucionando y adaptándose a la realidad sonora de cada etapa por la que transitó. Asimismo, supo legar muchas de sus características musicales y estilísticas a los distintos géneros con los que convivió y aun convive como una suerte de denominador común en gran parte de la historia musical en Cuba. Elementos como sus figuraciones rítmicas, la estructura de sus canciones, la manera de acompañar en instrumentos como el tres, o la forma de decir de la trompeta, son rasgos que podemos encontrar casi siempre, si de música cubana se trata.

Compositores e intérpretes de todas las etapas han aprovechado indistintamente los valores y favores del son. Algunos decidieron dedicarse únicamente a interpretarlo y hacer una carrera de su mano; otros optaron por incorporar a su obra varios de sus rasgos musicales más significativos en pos de enriquecer y cubanizar su creación. Lo cierto es que, de cualquier manera, el son ha llegado hasta nuestros días y continúa siendo parte de la banda sonora de la Cuba actual.

Aun cuando desde hace varias décadas la producción sonera en Cuba no es de las más prolíferas, este género cubanísimo sigue dando de qué hablar gracias a la obra de muchos de nuestros músicos quienes, desde sus códigos estéticos y sonoros completamente renovados y contemporáneos, apuestan por la defensa de la tradición musical en la Isla. 

Un ejemplo de esto es la playlist que les compartimos a continuación, en la que les regalamos varios sones contemporáneos, hechos por cubanos desde Cuba.

1Un montón de estrellas

Un montón de estrellas del cantante cubano Polo Montañez se convirtió en un éxito rotundo dentro del continente americano.

De la mano de Fernando Borrego Linares “Polo Montañez” apareció en el espectro musical cubano e internacional, y es uno de los temas que, en mi opinión, marcó el camino de la música tradicional cubana contemporánea. Perteneciente al álbum “Guajiro natural” que viera la luz bajo el sello Lusafrica (2000-2001), Un montón de estrellas se convirtió en un éxito rotundo dentro del continente americano. Poseedor de sutil belleza literaria, construida desde el lenguaje coloquial y la sensibilidad más natural, también destaca por su gran riqueza musical, sobre todo en lo concerniente al trabajo melódico-armónico de la canción, en contraste con la sencillez propia de los sones montunos. Esta combinación resultó gancho perfecto para acceder a todo tipo de público.

2-Cuida´o cuida´o

David Álvarez, voz líder y director de la agrupación Juego de manos, con la canción Cuida´o con el perro que muerde callao se convirtió en uno de los cantautores más escuchados por el pueblo cubano.

Más conocido como Cuida´o con el perro que muerde callao (guiño a la composición homónima de Faustino Oramas), este tema de la autoría de David Álvarez, voz líder y director de la agrupación Juego de manos, se convirtió prácticamente en un himno durante los primeros años de la década del 2000. Parte del CD “Mundo loco”, publicado precisamente en el año 2000 por el sello discográfico del Reino Unido Tumi Cuban, Cuida´o cuida´o está escrito a la manera de El Guayabero, donde el empleo de recursos literarios como el doble sentido y la picaresca propia del cubano no se hacen esperar. La excelente concepción e interpretación de la obra, hacen que repitamos su escucha una y otra vez.

3-Cántame como ayer

Sobre los límites estilísticos de los que pudiera ser entendido como salsa o son, llega este track del reconocido cantante cubano Isaac Delgado. Contenido en su álbum “Prohibido”, producido en el año 2005 por el sello discográfico Lusafrica, este tema resulta de gran atractivo para el oyente y para el bailador. Cántame como ayer, a pesar de ser una composición contemporánea, hace uso de forma muy inteligente de variados rasgos- estilos característicos del son cubano más tradicional, entre ellos destaca el solo de trompeta que aparece al final de tema.

Es válido mencionar como valor añadido lo cadencioso y elegante que resulta la voz de Isaac Delgado en cada una de sus interpretaciones, y esta no es la excepción.

4-Después de un beso

Atendiendo al llamado de la trompeta de Alexander Abreu, comienzan los primeros acordes de este tema, que forma parte del CD “Haciendo Historia”, licenciado por el sello Unicornio en el año 2008, y el primero que inicia el rumbo discográfico en Cuba de la agrupación Habana de Primera. Esta orquesta de todos estrellas, para suerte nuestra, decidió regalarnos esta joya musical. Como hilo conductor el tumbao cubano hecho por el tres, rasgo indiscutible de tradición y cubanía, unido a la forma fresca y novedosa de arreglar de Abreu, Después de un beso es un ejemplo claro de la sonoridad del son cubano contemporáneo. Poseedor de un montuno que parece haber sido escrito por los grandes soneros, este es un tema que se disfruta de principio a fin. 

5-Tributo

Sexto track del fonograma “Alma de Sonero” del cantante y compositor cubano Mayito Rivera, que saliera al mercado bajo el sello europeo Connector Records en el año 2013. Dueño de una de las voces más completas y virtuosas de la escena musical cubana contemporánea, el ex cantante de la conocida agrupación Van Van, nos regala un son interpretado de manera totalmente tradicional, remitiendo al oyente a las sonoridades propias de los septetos santiagueros de las primeras décadas del siglo XX. Tributo es un digno homenaje a grandes soneros de la música cubana, en el que no solo se disfruta la impecable interpretación de Rivera, sino también la exquisitez de la composición.

6-Los caminos de Ifá

Cuando se habla de son cubano contemporáneo, necesariamente hay que destacar la obra del Premio Nacional de la Música Adalberto Álvarez. Bajo el sello discográfico Bis Music, nace en el año 2013 el CD “Respeto a los mayores” de Adalberto Álvarez y Su Son, fonograma al que pertenece el tema Los caminos de Ifá. Deudor del legado de los grandes maestros soneros, el Maestro Adalberto ofrece lo que pudiera ser visto como una recontextualización del son cubano, fusionando la majestuosidad sonora de los grandes conjuntos que lo interpretaron, con la frescura de códigos musicales más contemporáneos.

7-Seguir viviendo

En la voz de Emilio Frías llega este tema de El Niño y La Verdad. Con una sonoridad mucho más apegada a los códigos estilísticos de la música popular bailable de hoy, Seguir viviendo resulta una nota de elegancia y buen gusto dentro del fonograma de esta agrupación “Llegó la verdad”, que viera la luz en el año 2014, bajo el sello discográfico cubano EGREM.

8-La fiesta no es para feos

Mencionar cualquier producción del Septeto Santiaguero, como es el CD “Raíz”, que viera la luz en el año 2017, por Producciones EGREM, es sinónimo de calidad musical, cubanía y cadencia. Los ganadores del Latin Grammy 2015, en la categoría de mejor Álbum Tropical Tradicional con el fonograma “No quiero llanto. Tributo a los compadres”pusieron a bailar una vez más al público que los sigue con el tema La fiesta no es para feos, una composición concebida desde el respeto más absoluto a la tradición sonera de Santiago de Cuba.

9-El swing del son

De la mano de uno de los grandes músicos y treseros cubanos, el maestro Pancho Amat, llega este tema contenido en el fonograma del mismo nombre que licenciara la disquera EGREM en el año 2018. El swing del son no es más que la reinvención y actualización de los códigos de la música tradicional cubana. Gracias a la capacidad musical y virtuosismo del maestro Amat, este tema ofrece una mixtura perfecta entre tradición y contemporaneidad.

10-Tu mirada

Este sencillo es el resultado de la colaboración musical entre Leoni Torres, Alexander Abreu y Kelvis Ochoa, tres destacadas figuras de la escena musical contemporánea cubana. Aun cuando Leoni Torres es un cantautor que pudiera ser enmarcado dentro de la sonoridad de la música pop, tuvo a bien escribir este tema partiendo de las bases sonoras de un género tan cubano como el son. Con un leguaje fresco y actualizado, y con armonías propias del mundo popero, pero siempre respetando los códigos estilísticos de la tradición sonera, Torres se las arregló para concebir una composición sencilla, de fácil escucha, pero para nada facilista, con la cual  logró gran aceptación en el oído popular. El contraste logrado entre los timbres vocales y manera de decir de Alexander Abreu, Kelvis Ochoa y el propio Leoni Torres es, sin duda alguna, un plus añadido.

Nota: los temas están ordenados cronológicamente.

 

 

*Publicado originalmente en el blog https://cidmucmusicacubana.wordpress.com/. Centro de Investigacción y Desarrollo de la Música Cubana.


Martí en nuestros días, ¿un diálogo con el pasado?

Según Gabriela Mistral, Martí es un clásico sin sombra de vejez. Quien accede a su obra, independientemente de su formación académica, queda seducido por ese verbo proteico, profundamente poético, y portador, a la vez, de los más altos valores humanos. La hondura de su pensamiento, la riqueza de sus reflexiones, motiva al análisis histórico, filosófico o político. Siendo un hombre de su tiempo  en toda la extensión de la palabra, Martí es un hombre para todos los tiempos. No hay que forzar su entrada al siglo XXI, entra en él, por derecho propio, porque la mayor parte de los problemas que constató en su época siguen buscando solución todavía. En esta crisis existencial que vivimos hoy, la palabra martiana tiene enormes tareas que cumplir, y hay que leerla como quería Unamuno, “con devoción inteligente”.[1] El diálogo con su obra puede ser de gran utilidad, tanto práctica como espiritual. 

[1] Miguel de Unamuno: Carta a Joaquín García Monge, Archivo José Martí, La Habana, no. 11, enero-diciembre, 1947, p. 15.

 


Martí no es cosa del pasado

En la hora actual de Cuba y atendiendo a los desafíos de la humanidad, frente a un modelo hegemónico capitalista que desde lo económico hasta lo cultural es absolutamente injusto e insostenible; asirnos al pensamiento martiano es vital. Martí no está desactualizado ni es cosa del pasado. Es increíble como su pensamiento alcanza una vigencia extraordinaria, aplicable a la vida contextualizada en este tiempo histórico, a nuestro quehacer cotidiano, a la batalla por la emancipación cultural del hombre.

Conocer a Martí no es homenajearlo simplemente el día de su natalicio o caída en; sino profundizar en la esencia de su pensamiento, interpretarlo con objetividad y aplicarlo en nuestra vida práctica: asumir críticamente los valores que nos transmite, sus puntos de vista, sus criterios sobre los más diversos temas. Sentirse martiano y conocer al Maestro es un reto gigantesco, porque él no admite un acercamiento superficial. No se trata de memorizar sus frases, de repetir su discurso -a veces de forma descontextualizada-, o de conocer datos acerca de su biografía.

Su pensamiento no es abstracto, adquiere cuerpo y alma en sí mismo cuando somos capaces de redescubrir a Martí y aplicarlo a nuestra cotidianidad, cuando entendemos que la martianidad es osamenta sobre la cual debemos proyectarnos y sostenernos. Por eso somos martianos, porque críticamente lo hemos asimilado, porque creemos en la palabra del Maestro, y no lo hacemos como seres conducidos, sino desde una lealtad reflexiva a su palabra y ejecutoria. Martí no es cosa del pasado.


Leal en nuestra memoria

A solo unos días de la desaparición física de Eusebio Leal Spengler, El Historiador de la Ciudad, como todos lo conocían, la nación cubana comparte el duelo por este hombre que era de todos, porque su vida era Cuba.

El Centro de Convenciones de Santa Cecilia será, hasta el 8 de agosto, el lugar de ofrenda pública y de muestras de gratitud para quien definió a la cultura como “la escama metálica, la coraza moral, la defensa de todo país, porque los valores se defienden con una armadura cultural sólida”.

Su pasión para las artes hizo que su apoyo al desarrollo de la cultura fuera visible e imprescindible para la vanguardia artística e intelectual de la isla. Por lo que los miembros y trabajadores de la filial principeña de la Asociación Hermanos Saíz rindieron homenaje al hermoso legado de su memoria viva en cada cubano agradecido.

Cuba pierde con su muerte a uno de sus más ilustres hijos, a ese virtuoso de mente brillante, prolífica, con una oratoria encendida de palabras profundas, capaz de sumergirte con el mismo ímpetu en su visión del arte auténtico.

Artistas de la AHS firman el libro de condolencias/ Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva

Nos mostró el camino acertado para defender nuestra historia como parte de nuestro presente y de hacer de Cuba un Patrimonio Cultural de la Humanidad, donde el entorno urbano se transforma en paisaje cultural en armonía con los valores patrimoniales y la modernidad.

“De pensamiento se ha forjado la nación cubana”, frase que se refleja en la vida de Eusebio quien fue uno de los hombres que en los últimos tiempos aportó más a la reafirmación de nuestra identidad nacional.

Un titán de uniforme gris que no solo ha trascendido en el gremio de la intelectualidad antillana, sino que se convirtió en un hombre de su pueblo y con una obra que va más allá de la mera escritura, materializándose en cada uno de sus proyectos sociales y de restauración.

¿Cuánto amor y dedicación se necesitó para ver resurgir desde las ruinas a las iglesias, las casas, calles, paredes y castillos de su Habana adorada? Tengo la certeza absoluta de que tu “novia” perenne extrañará siempre tu caminar diario por sus trechos adoquinados rescatando un patrimonio que hoy despide a su quijotesco andante con sábanas blancas colgadas en sus balcones.

Ihordan Torres, Presidente de la AHS en Camagüey/Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva

Gracias a él, a su inspiración y liderazgo existen en el país ejemplos modélicos para la recuperación de las ciudades históricas y una voluntad política y gubernamental en la atención a la salvaguarda de nuestras esencias culturales.

Mi ciudad también llora su muerte, su relación con la tierra agramontina estuvo marcada por la admiración a su historia y por lo que en ella hoy se hace. Aún recuerdo su visita a la comarca de pastores por el XVIII Simposio Internacional “Desafíos en el Manejo y Gestión de Ciudades Patrimoniales” donde nos habló sobre la eminente necesidad de aprender cómo intervenir en un centro histórico de manera sustentable y positiva para lograr así esa comunión espontánea entre el habitante y la historia.

En sus palabras, “la historia del Camagüey es abarcadora, es lo que ya ocurrió y sigue ocurriendo y no se detiene en el tiempo. La historia requiere de la experimentación, la arqueología, el monumento, la prueba, la arquitectura, el valor inmaterial, una forma de vivir, de habitar y de amar que quizás han tenido algunas personalidades.

“Tomaríamos a Ignacio y Amalia como símbolos de ese espíritu del Camagüey, el espíritu que se motiva en sentimientos, en valores muy altos, pero al mismo tiempo está cimentado en el amor profundo, en la comunicación de espíritu, en la vocación. Esto es lo que flota sobre nosotros y queda en la memoria”.

Hoy Leal trasciende en el tiempo y quedará indudablemente en nuestra memoria.


Por una universidad cultural

El sociólogo Alain Basail planteó en una ocasión que la Revolución cubana “ha sido un profundo cambio cultural”.  Y es que el primer hecho cultural importante fue la Revolución misma, porque recogió lo mejor de nuestra tradición cultural, abrió el camino y sembró las semillas para lograr una transformación integral que se comenzó a gestar de manera inmediata en su seno y que auguró la construcción de un futuro pleno para todos los cubanos.

Inmediatamente después del Triunfo, se inicia el proceso de democratización de la cultura y de institucionalización en el que se sucedieron un conjunto de acontecimientos culturales, siendo los más relevantes en este ámbito la campaña de alfabetización, la nacionalización de la enseñanza y reforma universitaria.

La Revolución, triunfante y popular, constituyó una nueva oportunidad para todos. Se reconoce la Historia y tradiciones del pensamiento social cubano más progresista como los cimientos de la nueva sociedad. Puede apreciarse así un encuentro entre la voluntad política de promover el desarrollo de la ciencia y su democratización, y el compromiso social y profesional de los actores de ese sector que permanecieron en el país (en su mayoría estudiantes y profesores universitarios).

En ese sentido, la década del 60 y en alguna medida los primeros años de los 70, están marcados por una efervescencia romántica, en la que la articulación entre gobierno y ciencia operaba de forma prácticamente directa. Se iniciaba así un proceso de construcción –que se sabía largo–, de capacidades científicas nacionales con una consciente orientación de respuesta a las necesidades sociales, donde la Universidad se distinguía como un actor primordial.

Es notorio mencionar que se plantea un salto cualitativo en la inserción de la cultura en instituciones universitarias pues desde sus inicios han sido de vital importancia para la educación y el desarrollo del joven universitario. Destacándose intelectuales y personalidades de la cultura cubana formados en las aulas de las casas de altos estudios en sus diferentes etapas históricas, tales como Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Fernando Ortiz, Raúl Roa García, Jorge Mañach, Juan Marinello, Carlos Rafael Rodríguez, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, entre otros tantos quienes, a su vez, fueron las personalidades que podrían ser consideradas forjadores de la universidad cubana.

Carlos Rafael Rodríguez compartía la tesis según la cual el socialismo solo sería posible con el nacimiento de una nueva cultura y por eso le atribuyó a la universidad tal misión. Esa misma concepción sobre la necesidad de un cambio cultural y científico de la sociedad cubana estuvo muy presente en el ideario de Ernesto (Che) Guevara, quien propugnaría la necesidad de la formación de un hombre nuevo, motivado por valores humanistas y altruistas muy diferentes a los gestados por el egoísmo y el individualismo, prevalecientes en la sociedad capitalista.

Lo más significativo de la formación de la cultura radica en que el desarrollo del proceso docente-educativo va más allá de la posesión de los conocimientos profesionales del individuo, porque ello implicaría un perfil cultural y espiritual sumamente estrecho y es preciso enriquecer al ser humano y a la sociedad para reconocer y apreciar los mejores valores creados por la humanidad, desde su surgimiento hasta nuestros días, pero no en un sentido solo interpretativo, sino para poder actuar en la transformación de la sociedad.

Por lo que formar la cultura del profesional que egresa de la universidad cubana implica atender la cultura integral y desarrollar la de su objeto profesional, desde el conocimiento de la historia del mismo, las diversas aristas que la componen, la contextualización cultural. Cada carrera universitaria tiene sus retos específicos, además de aquellos que son generales.

La sociedad cubana necesita que sus ciudadanos y de modo particular sus profesionales se formen en el rechazo a la discriminación, la injusticia, en la preparación para valorar a los demás sin extremismos, prejuicios o perfeccionismos, además de educar para la solidaridad, la comunicación afectiva entre los seres humanos, basada en una ética de las relaciones interpersonales; la comprensión mutua que incluye un proceso de empatía, abrirse a los demás, superar los prejuicios y el egocentrismo.

En el acertado artículo La universidad en la encrucijada de Antonio Alvar Ezquerra (2011), aunque hace referencia al contexto de España, nos hace reflexionar oportunamente a los desafíos de la Universidad que aspiramos edificar en el siglo XXI cuando expresa que “el modelo universitario de ahora (…) sufre algunos de los  males que aquejaron a la universidad del XVIII (…): exceso de Universidades, escasa exigencia en el otorgamiento de títulos, insuficiente conexión con las demandas sociales y con los centros de desarrollo del conocimiento.”

Más adelante afirma que si “no asume ese modelo como propio y si la sociedad no le concede ese papel con todas sus consecuencias, la Universidad quedará reducida a una oficina de expedición de títulos, todo lo glamourosa que se quiera, pero lejos ya de su esencia y de su histórica razón de ser.”

En distinto modo, durante la trayectoria de los jóvenes universitarios cubanos en todos los tiempos, han demostrado tener un elevado compromiso social y se identifican con las costumbres de su época. Es por ello que en el presente se debe evitar la tendencia individualista de los jóvenes, asunto directamente relacionado con la formación universitaria, y ésta se ve en la necesidad de formar comprometidos ciudadanos además de excelentes profesionales.

El día a día nos demuestra que dicho riesgo puede ser real, que determinados comportamientos de personas con estudios universitarios no contemplan la dimensión cultural en el sentido más amplio. La Educación Superior no es solamente la educación que se encuentra en el nivel más alto de un determinado sistema educativo, sino que también es la educación que permite alcanzar el nivel superior de perfeccionamiento humano.

Las máximas autoridades del sector cultural en nuestro país se han pronunciado ante la imperiosa necesidad del fomento de valores, por lo cual le atribuyen a la cultura un papel preponderante.

Tal es el caso de Miguel Barnet, presidente de honor de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, quien en la gala por el aniversario 50 de esa institución, en 2011, destacó que “el arte tiene un papel esencial en el quehacer cotidiano, garantiza la calidad de vida y potencia los valores espirituales que sostienen la estructura básica de la nación”.

Asimismo, señalaba la política del gobierno cubano de oponerse a la mercantilización de la cultura y a la “banalidad la creación de los más puros valores estéticos”.

Recordó además, cuando Fidel dijo, en los momentos más agudos del período especial, que la cultura era lo primero que había que salvar, ya que “es la cultura la que nos garantiza todas las libertades, entre ellas la capacidad de pensar y razonar y nos convierte en seres humanos”.

Por otra parte, Miguel Díaz-Canel, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, en la clausura del Segundo Congreso de la Asociación Hermanos Saíz (en 2013), se refirió al papel de los jóvenes, ya sean universitarios o no, ante la influencia de “un frívolo e injusto modelo civilizatorio, cuyos mensajes, aparentemente diferentes, forman parte de un discurso único, hegemónico, que asocia juventud y frivolidad, felicidad y consumo, éxito y dinero”.

Valoró el papel de la AHS al expresar que era “bueno tener una vanguardia artística que pueda ser decisiva camino a una sociedad socialista próspera y sostenible, donde lo que distinga no sea la posesión material sino la riqueza del conocimiento, cultura, sensibilidad”.

También llamó a revertir la deformación del gusto y recuperar “el sentido estético que siempre distinguió al pueblo cubano. Debemos actuar, por encima de cualquier espíritu de feudo, con mayor intencionalidad e integralidad”.

En la actualidad está el reclamo de formar profesionales competentes, comprometidos e identificados con la Revolución, pero también, profundamente humanos, así como sus valores y retos actuales, adaptados al conjunto de normas de convivencia, lo que constituye una necesidad para que pueda subsistir la sociedad organizada, caracterizada por la cooperación y ayuda en la lucha por la existencia y adaptación al entorno.

 

Referencias bibliográficas:

  • Basail, A. (2005): Sociología de la cultura, Tomo 2. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, p 540. 
  • Monte Horruitiner, G. del y Gómez Morales, M. (1985). “Los especialistas jóvenes y el trabajo cultural”. En Revista Temas, 7, pp. 105-128.

Dúo Iris: El significado de ser martiano

Yo te convido a creerme cuando digo futuro y, cuando digo futuro, me refiero a Dayamí Pérez Sánchez y Javier López Elías, más conocidos como el Dúo Iris.

No lo digo solo por sus composiciones hermosas, sino porque son un ejemplo de que tener talento es, como dijera el maestro, “tener buen corazón”. El concurso Adolfo Guzmán les permitió entrar en los hogares de Cuba para llenar de esperanza a quienes continuamos en la lucha por un mundo mejor. Lo hicieron con una canción nacida de los latidos infinitos de quien elige el honroso compromiso de portar la estrella que ilumina y mata: “Haciendo Fe”.

Desde entonces no han parado de crear ni de llegar a nuestros hogares a través de diferentes vías. Actualmente se encuentran grabando su primer disco y, aun así, encuentran el tiempo indispensable para, desde su balcón, aligerar la pesada carga que el aislamiento social impone a sus vecinos. También tuvieron la bondad de responder, vía WhatsApp, algunas preguntas que quiero compartirles como digno homenaje al más universal de los cubanos en el aniversario 125 de su siembra en Dos Ríos.

foto de perfil de facebook del dúo iris

¿Qué lazos les unen a José Martí?

Sin dudas la obra martiana es admirable. A medida que nos adentrábamos a su pensamiento tan revolucionario para la época en que vivió nos maravillábamos mucho más. Un hombre inmortalizado en el tiempo, con un gusto exquisito para escribir, infinidad de temas abordados sobre todo lo que encierra la naturaleza humana donde prima el amor sobre todas las cosas. Nos une ese amor a Cuba como al de una madre, esa solidaridad incondicional con el que necesite, todos los buenos valores que hoy usamos en estos tiempos de crisis.

¿Qué significado tiene para ustedes ser martianos?

Ser martiano significa seguir y poner en práctica las ideas de nuestro Apóstol en cada momento de la vida, más en estos tiempos en los que debemos ser mejores seres humanos. Brindarle nuestra mano amiga a todo aquel que necesite de nosotros, es nuestra tarea fundamental. La misión internacionalista de nuestros médicos en los lugares más afectados por esta pandemia es el mejor ejemplo.

tomada del perfil de facebook del dúo iris

¿Ser martiano constituye un desafío para la juventud cubana de hoy?

Puede que para muchos sea un desafío acercarse a la obra martiana dadas las tendencias que priman en estos tiempos, que muchas veces distan del buen arte y la buena literatura. El peor enemigo de una sociedad es la ignorancia y depende del interés individual. En nuestro caso ha sido una fortuna haber conocido parte de su obra, porque es tan inmensa que nunca dejas de sorprenderte.

Desde su perspectiva ¿Cuál sería la mejor manera de rendir tributo al más universal de los cubanos en el aniversario 125 de su caída en combate?

Nuestra mejor manera de rendirle tributo a Martí es continuar sembrando en las demás personas esa curiosidad por estudiar su obra. Nuestra fortaleza es el arte, específicamente, la música, y en ella nunca faltará esa fe en el mejoramiento humano que, como él, soñamos.


Promueve nuevo proyecto audiovisual filial santiaguera de la AHS

La filial santiaguera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) promueve el nuevo proyecto audiovisual para la web “El Creador 2.0”, una propuesta que busca insertar las obras de los artistas noveles como objeto de consumo y responder a las necesidades de los públicos más exigentes.

Juan Edilberto Sosa Torres, presidente de la filial, declaró a la Agencia Cubana de Noticias que se trata de una iniciativa dentro de la estrategia de comunicación de la provincia, en aras de visibilizar el trabajo de todos los asociados y sus proyectos, con independencia del lugar desde el cual lo desarrollen.

Asimismo, explicó que “El Creador 2.0” pretende capacitar y actualizar a los jóvenes creadores en cuanto a la identificación de las tendencias contemporáneas y el análisis de sus valores, y de ese modo evaluar los aportes en la formación de los artistas y los públicos.

La incorporación de Cuba al universo virtual ha supuesto una modificación parcial en los hábitos de consumo cultural, en tanto las opciones de este tipo, ofrecidas por las instituciones, ahora compiten con millones de contenidos para conquistar un público que antes le correspondía por cercanía geográfica, destacó.

Sosa Torres reconoció las potencialidades de la AHS para ofrecer productos de calidad a los usuarios más exigentes desde las diversas manifestaciones de las bellas artes y el pensamiento, ámbitos en los que se mueve su membresía.

Gracias a las tecnologías de la información y la comunicación, hoy, pueden concebirse, con un mínimo de recursos, productos mediáticos en el espacio virtual que recreen a los creadores más jóvenes a partir de sus propios discursos, en lo que puede considerase una práctica de autorrepresentación.


El andar de Aristóteles por los caminos pandémicos

*Tomado de Cubahora

La enseñanza, ese espacio que llenaran los alumnos de Aristóteles que, en una caminata constante, iban de la oscuridad a la luz, círculo cuya eficacia depende de ese movimiento indetenible, enemigo de la petrificación del dogma. Sí, en el griego antiguo, la técnica, algo que hoy asociamos casi exclusivamente a las ciencias duras, era referente al arte, ya que de este salió la verdadera sabiduría. El conocimiento era amor a la belleza. Todo hombre debía ser hermoso y bueno. Sin una cultura así, no habríamos llegado hasta el presente como civilización occidental, ni existiese todo un universo detrás de nosotros como salvaguardia de los altos valores. Cuba, en el centro del huracán desatado por el golpe de la Covid-19 en un Occidente carcomido, es ejemplo en la enseñanza de aquellos dorados lineamientos antiguos.

Nuestras escuelas de las artes sirven de referencia  en el presente, cuando todos estamos en las casas y debemos echar manos a lo creativo, para guardarnos las vidas. Allí están los magros recursos dedicados a que lleguen las teleclases o que estén disponibles en plataformas masivas como you tube. También, la sociedad civil del arte, básicamente la Asociación Hermanos Saíz, ha diseñado estrategias para que los creadores, a la vez que exponen su obra e interactúan con el público, ejerzan una función pedagógica sobre las masas mediante las redes sociales. Los mecanismos de promoción de los talentos son, en estos minutos, más que vitales. No se cuenta con todo el internet, ni con los mejores soportes técnicos, pero el talento está allí, esperando a que lo nombren, para aparecer como un mago en medio de la tragedia y el vacío.

Cuba no puede renunciar a las esencias culturales, a los legados, pues como nación que se halla en el epicentro de la batalla por lo simbólico, sabemos que recibirá los más fuertes ataques del proyecto hegemónico post pandemia que se gesta. No habrá un mundo más justo cuando esto acabe, sino uno donde los recursos para el desarrollo serán más caros e incluso inaccesibles para casi todo el planeta. El reparto tendrá que ver con el vínculo hacia una élite que hoy maneja las líneas de lo políticamente correcto y que, incluso, plantea el derrumbe de los Estados, para erigir un nuevo orden. Quienes vivimos en pequeños terrenos, sin muchos recursos naturales, y dependemos de la soberanía para seguir existiendo, tenemos que defender lo simbólico y lo nacional.

La defensa de lo cultural se inicia en la preservación del peso de lo que somos universalmente y que el nuevo poder hegemónico quiere avasallar: un país fundado sobre el Estado de Derecho y la democracia republicana, de raíz occidental, con una visión humanista. Detrás de tal andamiaje se hallan nuestras obras literarias y artísticas, los discursos que acompañan el devenir cotidiano, las construcciones políticas y los círculos sociales. Abandonar la enseñanza del arte, entonces, incluiría dejarles a los enemigos el campo de batalla del símbolo, para que lo siembren de la cizaña que ya crece allende el globo: el dogma falaz de que unos seres “merecen” vivir más que otros. Así, no es extraño que se predique en medio de la pandemia la medida del contagio del rebaño, que induciría supuestamente a una inmunidad natural luego de la muerte de un determinado número de personas más débiles. De ese mundo, especie de nuevo nazismo eugenésico, debemos huir como nación que se basa, precisamente, en todos y para el bien de todos.

Vayamos a uno de los símbolos más esenciales de la cultura cubana, la novela Paradiso de José Lezama Lima. Allí hay valores que, a la vez que se enraízan en ese pasado luminoso occidental, nos revelan la esencialidad de lo cubano mediante unos fundamentos que hoy se quieren atacar desde el afuera: la familia, lo identitario, lo criollo. Y en tales bases suelen surgir nuestros mejores momentos como país, cuando nos unimos por encima de las diferencias para proteger a ese hermano, hijo, amigo, pues su sonido espiritual es tan cubano como el nuestro. La enseñanza de José Cemí, a lo largo de las páginas, más que aprehender una técnica para la poesía, avanza en el terreno denso y vital de la cultura cubana, siendo él, al cabo, un maestro de sí mismo. Porque Cuba extrae ese poder de su propia savia, de los cemíes del pasado.

Tales virtudes, presentes a lo largo de la cultura, nos defienden como vacuna de lo que vendrá: un universo donde las plataformas informativas ya no son siquiera propiedad de Estados, sino que, privatizadas, responden a una élite, especie de gobierno profundo, que necesita que el orden financiero, aunque vulnere los derechos naturales de la mayoría, continúe dando los dividendos de siempre. Ya lo vemos en You Tube, donde todo video que incrimine con fuerza a la élite es borrado y a su autor se le penaliza. O en Facebook, con fuertes vínculos con quienes manejan el Big Data en los resultados de procesos eleccionarios, donde el fraude se basa en el conocimiento cultural, esto es de las costumbres, gustos, tendencias, comportamientos y se traza así la ingeniería social. Si Cuba abandona el cetro que ha detentado como nación occidental que se defiende y que conserva unos valores, no habrá enseñanza del arte que nos rescate luego.

Lo que veremos, ya lo avizoró José Ortega y Gasset, es una deshumanización de la creatividad, una distancia total entre el legado brillante y el presente obtuso y medieval. La ingeniería social transhumanista se propone disolver el derecho natural, sustituirlo por una arbitraria clasificación que privilegie determinados cánones de la cultura de cara al servilismo y la pasividad ante la injusta rebatiña de recursos.

En una reciente entrevista ante el diario El Mercurio de Ecuador, el periodista e investigador Daniel Estulin recordó sus tesis vertidas en el libro La trastienda de Trump, donde precisamente habla del Estado profundo detrás de las apariencias, ya que no se trata de una guerra entre naciones ni partidos, sino entre dos modelos del mismo capital. La caída del financismo en las garras de su propia estrategia, la baja en la producción mundial resultante del auge especulativo y por ende la carencia de recursos y empleos para todos, nos trae la estrategia de las élites de matarnos a una parte, la mayoría, antes  de que nos sublevemos. Del otro lado, los poderes industriales sufragan al viejo capitalismo productivo, representado en Trump y la ultraderecha conservadora y nacionalista en alza. De tal enfrentamiento entre élites, el resto del planeta es ente pasivo y víctima. Estamos en la crisis sistémica de un capital basado en la propiedad y el monopolio y no en la socialización de las riquezas y el trabajo. Pero en todo ello la cultura nos puede salvar o hundir, todo depende de cuáles cantos escuchemos: ¿los de la escuela de las artes de Grecia o los de las sirenas que quisieron ahogar a Ulises?

Para seguir siendo hombres y no convertirnos en transhumanos ni sucumbir a un mundo financiero dominado por la robótica y la ingeniería social, para que la técnica sea de nuevo arte y no mero instrumental de dominio; Cuba deberá sufragar como hasta ahora el corazón de su soberanía: la cultura y su enseñanza. No habrá quizás un cambio planetario, pues no somos nosotros quienes conspiramos en clave de hegemonía, pero cuando miren hacia acá quizás vean otras luces, las del andar de Aristóteles, en un legado que no podremos ocultar pues será parte y esencia, vida de lo que somos.


Bits para expresar la Memoria Nuestra

Por estos días los bits dan vida a las palabras para salvar la memoria nuestra. Un grupo de WhatsApp fue el punto de encuentro que en esta ocasión sirvió para aglutinar los resultados de los jóvenes investigadores de varias provincias, quienes sometieron sus trabajos a la consideración de un público que estuvo muy activo en relación con las ponencias.

Aunque ciertamente se extrañó el ambiente que por lo general impera en el Museo La Periquera, el espíritu fue similar, se generaron interrogantes y comentarios que sirvieron de complemento a las investigaciones presentadas, las cuales a su vez trataron temáticas variadas que se acercan a fenómenos que constituyen patrimonio cultural de la nación cubana.

Las ponencias de la jornada abordaron temas como los valores patrimoniales en la arquitectura de batey, el complejo de la rumba en Camagüey y el rol de la Asociación Hermanos Saíz en el panorama cultural avileño a más de 30 años de fundada la organización. Fueron objeto de análisis  las metodologías, los criterios de selección de las muestras, así como las experiencias similares en las diversas regiones del país.

José Mario Viamonte, participante en la sección de trabajo, respecto a lo acontecido señaló: “los debates fueron estimulantes para el pensamiento joven. Tal vez la oportunidad de estar en casa  es favorable, pues los debates digitales abren oportunidades no exploradas en Cuba, facilitan el intercambio personalizado de forma que se expresan las opiniones de una forma dinámica. Creo que la experiencia de hoy genera una nueva experiencia de intercambio intelectual y de retroalimentación teórica. Para mí ha sido  exclusiva la oportunidad de conocer investigaciones, realidades y problemáticas asociadas a la cultura cubana, lo cual tiene un valor agregado si se tiene en cuenta que proviene de jóvenes investigadores”.

Durante una hora y media materiales de diverso formato –audios, videos y fotografías– permitieron una nivel de interacción multimedial que permitió a través de ese grupo de WhatsApp el desarrollo de una experiencia sensorial muy interesante que lejos de limitar el intercambio, facilitó la comprensión de las posturas de los ponentes.

Por su parte, Yuleidys González Estrada, quien es vicepresidenta en la provincia Granma y miembro del comité organizador, al valorar la jornada comentó al Portal del Arte Joven Cubano: “Se bordaron en profundidad los temas tratados, sin embargo, debo resaltar que lo más importante fueron las alianzas que comenzaron a construirse en torno al desarrollo de acciones conjuntas para la recuperación de la memoria histórica de nuestra organización y la salvaguarda del patrimonio histórico de la nación.

“Ciertamente, la experiencia virtual abre la oportunidad de una participación activa tanto en el debate como en la construcción del proceso en sí mismo. Es la oportunidad de crear de conjunto y constantemente al tiempo que lo vamos socializando, además de que me ha permitido incorporarme como productora del evento aun en la distancia.”