Los puentes encontrados de Yunier Riquenes

Las distancias pueden recortarse muchas veces cuando intervienen la imaginación y el talento. Nació en Jiguaní, provincia Granma, pero Santiago de Cuba lo enamoró hasta las venas y al parecer ese amor se extenderá por muchos años. Escribe, diseña, hace radio, promociona libros y uno se pregunta en qué tiempo logra enfrentarse al papel en blanco. Sin embargo, lo hace con oficio y no pocos premios aderezan sus vitrinas. Cuando supe que Yunier Riquenes obtuvo mención en la edición 17 del Concurso Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar, entendí que el amor por la literatura es esa parte de nosotros que no claudica.

¿Qué significa alcanzar esta mención? ¿Consideras que aun puedes aspirar a más?

Estoy muy feliz de obtener este reconocimiento. Es un concurso que siempre he soñado con ganar. De hecho, todavía siento que no he cumplido con el sueño, espero que pueda ser posible en algún momento. Pero sí me llena de mucha alegría que el cuento se haya reconocido.

Se titula Los niños diferentes y cuenta la historia de un niño que vive en un lugar intrincado de cualquier parte del mundo, o que puede ser de Cuba, llamado Matacaballos. Es una obra que habla sobre todo de la discriminación.

En este caso, al niño lo discriman no solo porque viva en un lugar intrincado que no aparece en los mapas. Hay otros niños alrededor de él que lo discriminan, algunos por ser negro, otros por ser blanco, otros por ser pobre, otros por ser rico, en fin, que en la vida todos somos discriminados.

Cortesía del entrevistado.

Pero más allá de contar la propia historia de este niño, lo importante es cómo uno supera ese tema de la discriminación, cómo tu creces, cómo echas a volar en la vida y de eso va el cuento.

Me gustaría en otro momento seguir esa historia y hacer una novela para jóvenes, como siempre he soñado. Fue un cuento con el que tuve buenas intuiciones y que sabía que algo positivo iba a suceder con esa historia. Y así fue, terminé el cuento, se lo envié a mi amigo Ãlvaro Castillo que es librero y escritor colombiano, y me sugirió quitarle algunas partes. De ahí lo mandé al Cortázar y cogió mención.

¿Seguidamente estuviste en la delegación que participó en la Feria del Libro de China? ¿Cuánto eso contribuyó a cambiar tu visión del libro como producto que se comercializa?

Creo que ha sido una de las experiencias más grandes que he tenido como escritor. Encontrarse con esa cultura milenaria, descubrir la forma de proponer el libro, de negociar el libro en un país como China es muy interesante. Independientemente de que el libro entra en el soporte espiritual de las personas, también creo que el libro debe entrar al mercado y hay grandes retos, el libro cubano tiene grandes retos.

Saber cómo lo producimos, cómo lo promovemos, dónde lo comercializamos, respetar los derechos de autor de los escritores cubanos. Y China me deja muchas interrogantes, sobre todo saber que con Claustrofobias no estamos tan mal.

Llegar a una gran librería en China y descubrir que lo que tenemos como práctica en esta pequeña librería cubana es lo que se hace allí, o sea, el sistema de economía, el sistema de búsqueda; y cuando ves eso, te llena de alegría.

Las librerías se han transformado y han ampliado su concepto. Ya no es solo para buscar un libro sino que va más allá. Y Cuba debe insertarse en ese mecanismo porque es un fenómeno mundial. Están cambiando las formas de leer, de comunicarse, de relacionarnos, de pensar, y las librerías forman parte de ese entramado.

Cortesía del entrevistado.

¿Cómo se alimenta Claustrofobias Promociones Literarias con esas experiencias que bebiste del país asiático?

Noches enteras casi sin dormir revisando materiales y sitios acerca de las prácticas chinas de cómo se desarrollan las editoriales. Me dio la posibilidad de ver cuánto se puede hacer para que los escritores y las obras tengan más visibilidad. Ahora mismo estamos proyectando la televisión desde aquí, la radio online, y son nuevos periodos de trabajo. A nosotros lo que más nos interesa es que los lectores vean a sus autores.

Recientemente fuiste jurado en el V Encuentro Hispanoamericano de Escritores en Villa Clara. ¿Hasta qué punto es pertinente para la literatura en nuestro país?

Yo vi nacer ese evento. Cuando Idiel García llegó con la propuesta yo formaba parte de la dirección nacional de la AHS. Al principio había quienes no creían que debía llamarse hispanoamericano y hacerse en Villa Clara. Y se ha demostrado que sí vale la pena con el apoyo de muchas instituciones y entre ellas la Dirección Provincial de Cultura.

Recalco que la calidad de los invitados es muy buena. Este año se dedicó a la literatura infantil, pero el anterior se centró en las nuevas tecnologías. De hecho, estuvo el destacado comunicador de las plataformas de izquierda tanto en Latinoamérica y en el mundo, Miguel Pérez Pirela, y ha agrupado a personalidades de la cultura.

Ahora, en la quinta edición estuvo Gonzalo Moure, uno de los bueno escritores de Iberoamérica, Mónica Rodríguez, Premio Cervantes Chico, y varios grupos editoriales de la región.

En el concurso fui jurado de cuento para adultos y la calidad fue bastante buena. Solo recibimos las obras de los cinco finalistas. Creo que el hecho de que el concurso le permita entrar a más de 15 escritores de la AHS me parece excelente, porque posibilita que reconozcan su obra. Además, participan, intercambian, leen, presentan libros, y eso también es muy bueno.

Cortesía del entrevistado.

¿En qué proyectos trabajas en estos momentos?

Ahora mismo estoy con mucho trabajo. Participo en el taller de nuevas narrativas con la Casa de las Américas y es un curso que exige mucho. Hay que leer, prepararse, terminar un proyecto. Uno aprende bastante, a ver el periodismo de otra manera. Sigo haciendo radio, hay que seguir con Claustrofobias Promociones Literarias a deshora y, en lo personal, sigo trabajando en una novela que se llama La Orquesta, así como otras cosas para niños en el poco tiempo que me queda.

Así transcurre la vida de Yunier Riquenes, entre libros y el afán siempre de crear. Cada disciplina que realiza abre puentes, líneas emotivas que se encuentran en el juego de las letras y el pensamiento.

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