El misterio en la creación del periodismo cultural

Entrevista a Reynaldo Cedeño, Premio de Periodismo Cultural 2008.

Siempre lo estuve mirando por fuera del cristal, como un ser lejano, sublime, casi intocable. Me acercaba a él desde su literatura y su periodismo que de algún modo glorioso se fusionaban para hacerse uno.

¿Una foto, por favor?, fueron las únicas sílabas que pronuncié cuando lo tuve por primera vez a mi lado. Lo vi sonreír y aceptar de la forma más natural. Supe entonces que era un hombre común, sencillo, con una grandeza interior que para nada le hacía creer gigante.

Luego vino la oportunidad tantas veces soñada: hacerle una entrevista. Pude preguntarle de su vida personal, su obra, sus sueños y ambiciones, pero quise acercarme más a su pensamiento sobre el periodismo, la cultura y el periodismo cultural, ese triángulo al que ha dedicado toda su vida.

Entonces surgió el diálogo y quedaron grabadas sus palabras. Para mí, una lección de lo que debe ser y hacer el verdadero periodista en el nuevo escenario mediático cultural.

¿Qué es la cultura para Reynaldo Cedeño?

La cultura para algunas personas es entretenimiento, pero en realidad la cultura es un estremecimiento. Uno no puede prescindir de ella, se vive en ella, dentro de ella y rodeado de ella todo el tiempo. Todos los elementos que te son imprescindibles vienen de la cultura del hombre, que es más que una manifestación artística. La cultura es la huella y creación de las personas sobre la tierra.

¿Cómo se sitúa el periodismo en su conexión con la cultura?

El periodismo es parte de la cultura, pero es una parte muy especial porque es la parte que permite hacer común una serie de informaciones y de juicios, de valoraciones, de jerarquizaciones de la cultura.

No creo que el periodismo sea un elemento ajeno, un elemento al que invitan una vez que se hace la parte cultural. Ese es el error de algunos colegas.

Cuando asistes a un concierto, para ponerte un ejemplo, tienes que ser parte de ese concierto, sentirlo, vivir en el hecho. El periodismo hace que miles de personas, o millones en algunos casos, sepan lo que ocurrió allí por medio de quien escribe. Hay quienes no pueden asistir a ese concierto, pero asiste a otro quizás relacionado, por lo que fuiste capaz de transmitirle, por la resonancia que alcanzó.

Entonces, la labor del periodista y del periodismo es excepcional en ese sentido. Como decía al principio es imprescindible saber jerarquizar, valorar, informar y hacer común una obra al resto de las personas.

En uno de sus libros usted dice que ser periodista es dejar el hueso en el papel. Entonces ¿que sería para usted el periodismo cultural?

El periodismo cultural te permite descubrir el misterio de la creación, porque detrás de una pintura hay un creador que tiene inquietudes, todo un mundo.

Los creadores son personas que tienen muchas vidas en una sola y el periodismo, precisamente, te permite desentrañarlas y vivir también esas múltiples vidas.

Yo hablo de periodismo cultural, no porque atiendas la esfera de la cultura, sino porque seas capaz, a través del periodismo, de crear una obra en sí misma que se sustente ella sola, es decir, que seas capaz de hacer una entrevista en profundidad donde la gente se pueda derramar en sus criterios, como si se viniese espiritualmente.

¿Cuáles cree que son los géneros correspondientes al periodismo cultural?

No hay ninguno específico. Lejos de lo que algunas personas creen que solo un artículo de fondo, una reseña o un artículo de crítica propiamente, es género por excelencia, no estoy de acuerdo. Creo que cualquier género puede servir, porque el periodismo cultural es un puente para hacer que la obra a la que te enfrentaste sea capaz de conmover y de convencer a la persona.

Solo el manejo de un repertorio lingüístico y argumental es el que te va a dar esa capacidad, te va a dar esa densidad del trabajo, te va a dar esa efectividad, solamente eso, no un género en específico.

¿Cuáles cree que sean los criterios de noticiabilidad que rigen los medios de comunicación?

«Eso es tremendo», sonríe y se pregunta a sí mismo: «¿Un festival que se celebra todos los días es noticia?», entonces responde:

«Se supone que tienes que tener la idea de que un festival es un mundo, un universo y una propuesta. El periodista debe buscar cuál es el elemento realmente ahí. Los criterios de noticiabilidad muchas veces están errados, sobre todo la manera de presentarlos.

»Muchas veces la noticia no es la reunión sino lo que ocurre en ella, entonces a veces eso se queda en el misterio.

»La perspectiva es muy larga. Por eso debemos analizar la propuesta y el diseño de cuáles son las noticias, pero ahí es donde hay muchos equívocos.

»Hay que propender más a lo interesante y lo importante. En Cuba hay muy pocos estudios de audiencia y los pocos que hay no llegan a los medios o no les interesa. Eso es un grave error porque hay que tener en cuenta lo que se está viviendo para entonces insertarte en eso».

A su juicio ¿Qué diferencia al periodismo cultural cubano del resto del mundo?

El periodismo cultural en el mundo me parece que está muy obnubilado por los premios. Por ejemplo, en la televisión te ponen un reportaje o te importan un enlatado y lo primero que vienen son los premios Oscar. A veces la calidad intrínseca del suceso cultural se esquiva y eso poco a poco se ha ido generalizando. En algunos casos se insiste mucho en los elementos exteriores, en los diseños de programas.

En Cuba también hay muchos premios y estamos siempre entre festivales. Creo que estamos muy influidos por el eventismo. Entonces, hay que detenerse un momento y decir: ¿Cómo está la enseñanza artística? ¿Cómo influye la cultura en la sociedad? ¿Por qué eso no tiene una resonancia?

¿Qué sucede con el periodismo cultural que se practica en la actualidad?

Yo pienso que el periodismo cultural cubano se divide en dos grandes esferas. Hay grandes nombres que son capaces de emitir criterios, de valores muy respetables, comportarse a un nivel de crítica de excelencia, o por lo menos de reseñas dignas; y otra parte que es un periodismo que es más bien eventista de informaciones o reseñas muy ligeras.

A esto yo no lo llamo periodismo cultural, es periodismo igual que cualquier otro, porque eso se hace en cualquier otra esfera. Eso es informar de los aspectos esenciales de un hecho o de la apertura de un evento.

«Existe entonces un lado que corresponde al periodismo más informativo, de ocasión; y la otra que se mueve más, donde puedes valorar la obra desde sus múltiples facetas; que es al que yo llamo verdaderamente el periodismo cultural. Pero para eso hace falta por supuesto entrenamiento, instrumentos, atrevimientos que a veces no los hay.

»Debemos llegar a esos elementos, incluso más allá de un comentario periodístico, preguntarnos: ¿por qué ese aspecto de la marginalidad que vemos en la calle no está en nuestro periódico?»

Con esa pregunta quedamos pensando, imaginando tantas respuestas, tantos modos de cambiar esa verdad.

Quizás en otra ocasión conversemos de otra realidad. Para mí ya es una satisfacción haber estrechado su mano, ¿mañana? ¡Quién sabe! Asumo como sabia su palabra: «El vuelo no se puede truncar, las alas han de estar listas».

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