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Artes visuales: Entre ciertas manzanas de discordia

En ese complejo laberinto de significados, cosmovisiones, estilos y técnicas que distinguen a las artes visuales y que, a su vez, reflejan en gran medida elementos de la realidad, opinar puede volverse terreno escabroso si los receptores no entienden que la crítica, siempre que sea bien intencionada y se realice desde la ética y los argumentos, puede aportar cambios transformadores para una persona, gremio, institución o sociedad en general.

Como manifestaciones que se expresan a través de imágenes que percibimos, siempre entrará en juego la subjetividad. Pero, partiendo del respeto que debe sentirse por los artistas, capaces de hacer algo que nosotros no, hablemos de algunos derroteros por tener en cuenta para que el resultado sea mejor.

Desde hace meses he apreciado un renacer de la opinión especializada en torno a las artes plásticas en esta ciudad. Eso ha traído consigo una inyección en la creación y, como expresó la crítica de arte Iris Cruz en la peña La Última Palabra (de la Asociación Hermanos Saíz, AHS), “los artistas se preocupan más por presentar una obra mejor elaborada. Eso lo hemos visto en las últimas exposiciones”.

Sin embargo, no basta con que una pieza sea digna cualitativamente hablando, también son importantes los parámetros para su presentación y socialización. ¿Cuántas veces hemos observado propuestas meritorias en áreas poco favorecidas desde su ubicación e iluminación? Eso atenta contra los productos artísticos, pues pudieran pasar inadvertidos (y lo hacen), y -como es sabido- es el espectador quien -a través de su interpretación- culmina el proceso.

Es cierto que Las Tunas no posee suficientes galerías con condiciones técnicas necesarias, dígase espacio apropiado, buena iluminación, elementos de marquetería… La más completa es la “Fayad Jamís”, en la calle Francisco Varona, número 194, esquina Ángel Guardia, reabierta en octubre pasado, luego de dos años cerrada por restauración. Pero otras, como la galería taller de escultura Rita Longa, única de su tipo en Cuba, que atesora una colección en pequeño formato de prestigiosos artistas cubanos, no dispone de luces, el local destinado a las exposiciones es reducido y ya amerita de mejoras constructivas que permitan al público disfrutar de más de un centenar de piezas de alto valor.

Exposiciones exhibidas actualmente en instituciones como el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la AHS, la Casa de la Décima, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y la Fundación Nicolás Guillén demuestran que la creación aquí sigue viva, solo hay que motivarla más y mejor desde el apoyo, la promoción, la sumatoria de talentos y otras cuestiones, que competen en gran medida a instituciones y autoridades culturales.

Debería repensarse lo provechoso que sería rescatar ciertos concursos que estimulaban a la creación artística y devenían garantes de calidad y sana competencia. Además, porque estaban respaldados por un premio en metálico. Esto caracterizaba, por ejemplo, al Salón Uneac, pero -luego- se perdió.

Hablamos de una provincia con tradición en el cultivo de las artes visuales, cuna de grandes maestros de la manifestación, donde existió un movimiento que nos permitió ostentar el epíteto de Capital de la Escultura Cubana; donde tristemente perdimos una Academia Profesional de Artes Plásticas, más una larga lista de razones dignas de valorarse.

Por eso, y por respeto al público, debemos cuidar cada parte del proceso entre el nacimiento de una obra y su visualización. Salvo que haya una intencionalidad o se trate de una cita itinerante, no debería exhibirse en una institución algún cuadro o escultura recientemente compartida en otra entidad. Es imprescindible la limpieza en las curadurías, para que la presentación final de los productos artísticos se realice sobre la base del equilibrio y la calidad.

Me refiero a cuidar que las creaciones no se apilen unas con otras, que haya variedad sin perder el leitmotiv del conjunto, que sean ubicadas en sitios idóneos para su visualización…, o sea, pensar el montaje.

Un modelo bien logrado, desde su concepción hasta su presentación, es Aquí estamos, que acoge la galería Fayad Jamís. Allí se tuvo en cuenta el necesario intercambio previo con los creadores, el impecable diseño del cartel, la correcta ubicación de las piezas, la variedad en nombres y estilos, la simbiosis entre experiencia y juventud, además de todos los parámetros que garantizaron una agradable velada durante la inauguración.

Los autores, buscando alternativas ante la escasez de materiales, insuficientes mecanismos de comercialización y otros escollos, muestran una efervescencia que debemos alentar, pero no mecánicamente, sino desde el sentimiento real y las alianzas. Ese es el camino. Así lo demuestran las últimas exposiciones, pero también la calidad de varias obras y la reaparición de expresiones como la instalación, un tanto desaparecida aquí en los últimos tiempos. Como dijo el cineasta francés Robert Bresson: “No hay arte sin transformación”.


Promocionar el rock: con piedras en el camino

Con algo más de dos décadas a principios del siglo XXI, el rock continúa siendo poco privilegiado por la gran industria y generando polémicas en varios sectores, incluso en el artístico. Por esa razón en Cuba la labor de los promotores cobra especial importancia para visibilizar al género y sus cultivadores en los espacios que ameritan.

Holguín es una de las plazas rockeras fuertes en el país y eso se debe, en gran medida, a la labor de promoción y producción de eventos que acá se realizan. Sin embargo, los promotores tienen que sortear muchas dificultades para llevar a buen término su trabajo, que en muchas ocasiones más que su profesión es su pasión.

Uno de los roqueros apasionados que conozco es José Raúl Cardona, quien por alrededor de dos décadas se ha desempeñado como productor y promotor de la música rock y ha investigado sobre este fenómeno cultural en la provincia. Con él converso sobre estos temas que, aún por conocidos, no deben dejar de generar polémica.

Hablar sobre el apoyo institucional es llover sobre mojado. Al promotor sin una entidad que lo respalde y albergue, se le dificulta su labor al extremo. Incluso en esta provincia, donde esta cultura musical está bien extendida, no siempre aparecen oídos receptivos.

Sobre esto José Raúl afirma que la única institución que ha apoyado el rock en Holguín de manera natural es la Asociación Hermanos Saíz. De las demás del sistema de cultura, quizás se puede mencionar alguna que en algún momento nos haya apoyado por cumplir con una política o porque se lo exigen como la Casa Iberoamericana, con Hasan al frente, que ha abierto espacios, o cultura provincial, pero ha sido esporádico. Por ejemplo, al Centro de la Música debiera tocarle porque dentro de su catálogo tiene bandas de rock y de metal, y lo hace en ocasiones, por política, no tiene espacios sistemáticos o planes de promoción visibles. Si vamos a hablar de constancia es la Asociación Hermanos Saíz quien nos ha amadrinado durante muchos años, más allá de las distintas presidencias que se hayan sucedido

Con Ramón Ortiz, guitarrista de Puya. Foto cortesía de Raúl Cardona

Quizás por esta razón no son muchos los promotores que mantienen una constancia hacia el género, aunque existen espacios en la radio, se organizan festivales y hay un gran número de seguidores y de bandas. Haciendo un recuento breve en su memoria, Cardona se atreve a permitirse algún olvido y a mencionar algunos de los llevan un trabajo meritorio:   

Entre las personas que realmente tienen un trabajo meritorio en Holguín sobre la promoción el del rock, uno de ellos es Jean Carlos Cobas. Por muchísimos años lleva un programa radial llamado ¨Cable a Tierra¨. Desde allí ha entrevistado a músicos, promotores, editores de fanzines… Es una de las personas que más ha trabajado y creo que es un lujo tenerlo porque se pueden contar con los dedos de una mano las provincias que tienen en su cabecera un programa de radio dedicado al género.

Otra persona es Omar Vega, quien desde finales de los noventa tuvo su fanzine impreso y después lleva más de quince años con uno en formato electrónico que sale cada tres meses. Omar lleva años en la promoción, no solo del rock en Cuba, sino en Latinoamérica.

La tercera persona que ha tenido un papel muy importante en cuanto a la promoción es Alexander –La Mole– Jorge Parra. No solo en la promoción, sino en el desarrollo de la escena metalera en Holguín. Ha sido fundador, líder y compositor principal de algunas de las principales bandas que se han formado en esta provincia como Mephisto, Jeffrey Dahmer, Ley Urbana, Destrozer y Diadema. Es bueno recalcar su obra porque por más de dos décadas se ha mantenido defendiendo este género. 

Con mayor detenimiento en este aspecto argumentó otra idea importante:

Una de las cosas que no deben faltar es que Holguín y La Habana son los únicos casos donde el movimiento rockero impactó sobre la literatura. En estas provincias, desde principios de los noventa se extendió el rock como un fenómeno que logró impactar en escritores de la época. Acá podemos mencionar a Alexander Jorge, Mariela Varona, Youre Merino que tiene un libro de poesía dedicado a músicos, a festivales o al rock en sentido general, Irela Casañas y Hugo González también con libros de poesía. Hay un grupo de escritores que vienen de la generación de los noventa y aún siguen escribiendo. Ellos contribuyen también a cultivar el rock. 

Durante varios años laboró en la AHS como promotor y productor musical, sobre todo de rock. Acerca del trabajo desarrollado en ese periodo expresó:

En los años en que trabajé con la AHS, lo más importante, creo, fue que pude contribuir a elevar la calidad de los eventos como el Metal HG y las Rockmerías. Cuando heredé o asumí este último era un evento internacional que no tenía bandas internacionales. Creo que otro de los logros es haber puesto en el punto de mira a Holguín en la escena del rock durante ese tiempo. Eso fue gracias al trabajo de un reducido equipo de personas que ha luchado contra mucha incomprensión y apatía, no de las instituciones culturales, sino de los directivos de estas.  

Para ilustrar esto último solo bastó citar un ejemplo que refleja la realidad del interés que muchas instituciones le prestan al rock.   

Lo último que hice fue haber traído a Suicidal Tendencies, una leyenda del Hard core internacional y nada menos que con Dave Lombardo en la batería; quien, además, impartió la única clase magistral sobre drums que dio en Cuba y fue en Holguín, en la Casa de la Música. Sin embargo, considero que debido al poco interés que hay con el rock, esta actividad no se promocionó como debía, no se le dio la importancia que tenía. Allí estuvimos treinta o cuarenta personas y ningún músico, porque el Centro Provincial de la Música no se ocupó de promocionar o de convocar a sus músicos, fueran o no rockeros. Lo que Lombardo dio ese día fue una clase magistral sobre batería, no sobre el rock o sobre metal, creo que fue una oportunidad que perdió esa institución.

En la actualidad, Raúl Cardona ya no labora en el sistema de cultura en la provincia, sin embargo, continúa realizando una intensa labor de promoción. Sobre todo, podemos encontrar sus trabajos en las redes sociales y escribiendo para algunos medios como Metal Word        y Made in Metal, medios dedicados al rock, con todos sus subgéneros.

Aunque este trabajo se realiza fundamentalmente desde la casa y con gestión individual, podría pensarse que no podría tener muchas limitantes. Nada más lejos de la verdad, así narró su experiencia.    

La principal dificultad que he tenido, la que realmente me dificulta el trabajo para poder entrevistar a las bandas es el Internet al que accedo. Uno por el ancho de banda que no me permite, por ejemplo, acceder a Zoom o a Skype, las plataformas que emplean muchos de los músicos y bandas de la escena del metal, y he perdido la oportunidad de hacer varias entrevistas. Esa posibilidad del video en vivo, sostener una conversación y ese tipo de interacción, tan orgánica, que es lo que realmente buscan la mayoría de los músicos, me resulta en ocasiones muy difícil. A eso le tienes que sumar lo caro que es todavía el servicio de conexión. Este es un trabajo que lleva muchas ¨horas nalgas¨, como se dice popularmente. Requiere mucho tiempo de estar conectado para poder hacerlo y sale caro económicamente. Ahora, luego de un tiempo, se me facilita más porque me reportan los jefes de prensa de tres o cuatro de los principales sellos más importantes del mundo en la escena rockera como AFM Records o Napalm Records, y de otras discográficas como Argonauta Records, y empresas productoras que se dedican a la promoción de bandas de otros sellos como la All Noir. 

Pero cuando el trabajo es una pasión se sortean las piedras que aparecen. Acerca de las satisfacciones que ha tenido en esta nueva labor de promoción, Cardona se detuvo ampliamente:

Este trabajo me ha dado varias satisfacciones en lo personal. Primero, que pude tener la posibilidad de contactar y entrevistar a personas, músicos que sigo desde la adolescencia. Lo otro es que, una vez que se publica esa entrevista y esa persona, que es el mismo músico, la comparte y diga que le pareció excelente, o que le fue importante, es otra gran satisfacción que siento. Sabes que he sido organizador y productor de eventos de rock y metal aquí en Holguín cuando era de la AHS, y al tener que irme tuve que reinventarme y la manera era hacer este trabajo, aún sin tener ninguna formación periodística. Por eso, otra cosa que me satisface es que mediante esta labor he conocido a una cantidad de artistas, productores, promotores y personas importantes dentro del mundo de la música, que no solo me han ayudado a abrir puertas, sino también que puedo contar con su amistad o con su criterio en algunas cuestiones. Eso para mí ha sido muy importante. Por ejemplo, recientemente gestioné la firma de un contrato de Claim –banda holguinera– por cinco años con un sello alemán, la Green Bronto Records, que incluye promoción, giras y sobre todo la presentación internacional. Pero para lograr algo así es necesario conocer el medio, saber cómo y dónde llegar.

Con Dave Lombardo, ex Slayer. Foto cortesía de Raúl Cardona

Por supuesto, no podía faltar la pregunta sobre qué debe caracterizar a un promotor de rock en Cuba:

Considero que un promotor de rock en Cuba lo primero que tiene que tener es el amor incondicional, la pasión hacia esta manifestación y poner la promoción del arte sobre muchas cosas, precisamente para superar todas estas barreras. Lo otro que debe tener es conocimiento del género, tanto del escenario nacional como internacional. Eso es necesario para poder ofrecer en un evento un cartel equilibrado, atractivo y traer a lo principal del género. No todo lo que se hace en esta música en Cuba y en el mundo vale y hay que saber buscar y promocionar lo mejor, lo que tiene valores.

Otra característica que distingue a Raúl Cardona es el afán de superación. Esto es lo que lo llevó a escribir el libro Escaleras al cielo. El Rock en Holguín. Aunque en varios espacios ya ha hablado sobre este texto y su proceso de creación, hizo un breve recuento.

Sobre el libro… sabes que estudié Sociología. En Cuba existe la tendencia de que el productor y organizador de eventos musicales solo tiene que hacer eso y nada más. Yo quería una formación lo más completa posible y quería graduarme con algo que me agradara. Para eso debía realizar una investigación de verdad, y me dediqué por casi tres años a investigar el rock en Holguín bajo la tutela de Zenobio Hernández, un gran investigador cultural con gran dominio del oficio, que me ayudó mucho. La idea inicial era solo para ejercicio de graduación, después vino la idea de hacer el libro. Le planteé el proyecto a Luis Yussef –Ediciones La Luz– y le interesó, luego lo presentó al consejo editor. Ese año ya habían publicado Mala hierba. Una Historia del Rock en Cuba, de Humbreto Manduley, y pensé que no lo iban a aprobar. Un año después me avisaron que ya estaba incluido en el plan editorial y para mi satisfacción la editora fue Irela Casañas. El libro salió en 2017 y se reeditó en 2018. Hasta ahora solo he recibido comentarios favorables. En lo personal me dio una gran satisfacción, sobre todo en lo profesional, pues también me ha abierto muchas puertas. Ahora terminé la maestría y debo discutir entre enero y febrero con una investigación que tiene que ver con el rock en Holguín como consumo cultural y como conformador identidades juveniles.

Dedicarse a la promoción del rock en Cuba es una labor difícil, para la que se necesita pasión y constancia, debido a los obstáculos que deben sortear los promotores del género. El trabajo realizado por José Raúl Cardona en Holguín es una muestra fehaciente de ello y pauta para quienes se dedican a esta profesión.


«La literatura es un ritual de sanación»

A Isabel Cristina López Hamze la he llamado siempre Isabelita, desde aquellos tiempos en que ambas coincidimos en el ISA: ella, ya maestra; yo todavía alumna. Lo primero que se descubre en Isabelita es su sonrisa. Es amable. Es buena persona. Y nada de eso es postura, ni cartulina, ni confeti. Tardé años en descubrir a Isabel Cristina en su rol de escritora. La conocía, claro que sí, como una joven mente teatrológica, como investigadora y, ya lo he dicho, como profesora. Sus publicaciones en Facebook me hicieron seguir cada vez más sus letras y, luego de leer su primera obra, Estática milagrosa, le pedí esta entrevista, en un afán por descubrir más que su sonrisa amable o su pensamiento teatral. Este es el viaje de Isabelita a través del ritual de sanación de la escritura.

¿Cómo ocurre el tránsito entre Isabel Cristina, teatróloga, e Isabel Cristina, escritora? ¿En qué difieren, si acaso difieren, tus procesos de creatividad y pensamiento cuando debes enfrentarte al oficio crítico y luego al oficio creativo?

Siempre quise ser escritora. Aún guardo libretas de la escuela de cuando tenía 10 años que son un documento surrealista. En una página hay una clase de matemática o de español y en la otra hay dibujos rarísimos y descripciones de mis compañeritos del aula, un párrafo sobre las telenovelas, las cucarachas alemanas o cualquier otro tema cotidiano. Después, cuando estaba en la secundaria, ya no solo escribía en las libretas de la escuela, escribía sobre la gente, y luego mi mamá y mi papá me imprimían la hojita y yo se la entregaba a la persona que me había inspirado. Recuerdo cuando le llevamos la hojita impresa al primer violín de la Orquesta Sinfónica de Oriente. De aquello hace más de veinte años, pero todavía me acuerdo de la cara que puso Marco Tulio Niño Wong cuando salió de la Sala Dolores y se leyó mi poema que, visto desde ahora, era una especie de crítica impresionista de su brillante ejecución musical. Yo escribía mucho y además leía mis cuentos y mis poemas a la gente. No tuve pena, en mi infancia y adolescencia, de mostrar las cosas que escribía. Esa pena llegó después, con la Teatrología.

Siempre me gustó escribir sobre la realidad, pero no tanto como para ser periodista. La otra opción que valoré fue Filología, pero uno de mis mejores amigos me dijo que esa carrera era para eruditos y yo nunca he sido tan buena con las letras así que no opté por ella. Mi amigo estudió Derecho y se hizo Doctor en Ciencias a los 27 años; yo estudié Teatrología, la mejor carrera del mundo.

En el ISA leí los clásicos de la literatura y el teatro, aprendí sobre los genios de las artes visuales, sobre los talentos musicales más grandes. El fuerte vínculo con la teoría, la investigación y el conocimiento del arte y la literatura que me proporcionó la carrera inhibieron mis ganas de crear. Yo creo que cuando niña era una escritora en potencia y luego me convertí en teatróloga. Claro que los teatrólogos también crean, pero desde otra perspectiva. Desde que entré al ISA hasta el 2016 escribí decenas de reseñas críticas, artículos, ensayos y dos tesis: una de licenciatura y otra de maestría, pero no escribí nada que no estuviera asociado a mi trabajo como crítica e investigadora teatral. Mis ganas de ser escritora se despertaron gracias a que un día mi primo Abraham Hamze, que también es teatrólogo, me abrió una cuenta de Facebook.

Actualmente sigo escribiendo críticas, ensayos teatrales y una tercera tesis, esta vez de doctorado. Para esas labores intelectuales debo usar un lenguaje académico y cuando escribo sobre las cosas de la vida, entonces uso un lenguaje coloquial. Sentarme a escribir sobre teatro es estresante, casi tortuoso, sentarme a escribir un cuento o una crónica es muy relajante y divertido. Sin embargo, creo que ambos ejercicios de escritura se complementan. Muchas de mis reflexiones sobre el teatro están permeadas por esa mirada a lo cotidiano, a lo que parece insignificante, pero tiene gran relevancia para algunos. Así mismo, los textos que escribo sobre otros temas tienen una aparente liviandad, porque así los concibo desde el lenguaje y los abordajes, pero en realidad están calzados por una invisible densidad que vive en mi parte teatrológica.

¿Qué te aporta tu conocimiento del teatro a tu concepción de la escritura?

Ya te dije que para mí la Teatrología es la mejor carrera del mundo. Siempre digo que soy teatróloga, en todos los espacios, aunque la gente no entienda bien qué significa. Ese es uno de los encantos de mi carrera. Tuve la suerte de tener profesores excepcionales. También tuve la suerte de ser una estudiante aplicada y tener compañeros aplicados con los que compartir lecturas y puntos de vista. Me leí casi todos los libros que mandaron en el ISA y no solo los de teatro, sino también los de filosofía, historia, literatura, estética, psicología… Mi concepción de la escritura y mi concepción de la vida están atravesadas por el teatro. Más bien por la manera de entender la escena.

 

En el teatro hay muchos planos de significación: plano gestual, objetual, espacio-temporal, lingüístico, verbal, representacional, ficcional, intertextual, simbólico, metafórico… Todos esos niveles de sentido también pueden coexistir en otras esferas de la vida. Haber aprendido a descifrar los códigos del teatro y transpolar esa experiencia a otros escenarios de la vida me ha permitido ver lo que otros no pueden ver a simple vista. Ese es un talento que tenemos los teatristas. Mi trabajo como crítico también me ha enseñado a ponerme en el lugar del creador, a atender con igual interés las más disímiles estéticas. Esos son aprendizajes válidos para la escritura, para la creación y también para ser una mejor persona.

Si tuvieras que definir tu estilo en pocas palabras, ¿cuáles eligirías?

No creo que tenga ningún estilo aún, pues llevo muy pocos años escribiendo de manera sistemática. Lo que más la gente conoce son las crónicas que escribo para las redes sociales, pero escribo otras cosas que no muestro. Hasta ahora solo he estado como los pitcher, “calentando el brazo”, como me dijo un día Francisco López Sacha cuando le conté que yo quería escribir novelas. “¡Oh, pá eso hay que calentar bastante el brazo!”

Me gustaría tener un estilo que para mi papá era el mejor: “Todos los estilos y ningún estilo, he ahí el estilo.”

Las redes sociales han servido, al menos para ti, como un cimiento de posibilidades no solo comunicativas, de asociación y conexión, sino también creativas. ¿Cambia el lenguaje de la creación cuando lo concibes para ser pensado y comunicado desde la inmediatez de la red, o apuestas por un lenguaje universal que se adapte a las particularidades de cada proceso receptor?

Gracias al Facebook yo volví a interesarme por la creación. Al principio era un juego divertido, una forma de expresarme diametralmente opuesta a la crítica teatral. Con el tiempo, ese juego se fue poniendo serio, pues la gente me escribía cuando dejaba de publicar, me llamaban a la casa, me exigían de alguna manera que escribiera algo nuevo. Con los años se ha convertido en una especie de experimento. He descubierto qué cosas les gustan a la gente de Facebook. Por ejemplo, un texto cotidiano sobre mi perrita o sobre el pan de la bodega gusta más que un poema escrito por mí. Gustan las historias personales, los temas como las cosas de niños, los viejitos, las muertes, los nacimientos, los cumpleaños, la política… Y también gusta una manera determinada de narrar.

Yo escribo textos muy diferentes a los que publico en Facebook. Textos más abstractos, o más densos, con otro estilo y cuando he publicado alguno, a pesar de tener ya a mucha gente que me sigue, no les ha parecido bueno. Me gusta tensar esa cuerda y de vez en cuando subir algo rarísimo que descontrola a la gente. Eso forma parte del experimento.

Escribir para la inmediatez de las redes es una estrategia de lenguaje, un estudio de los gustos y de los deseos de la gente. Es muy interesante ver dónde se unen los gustos, las experiencias, las tristezas y las alegrías de un público tan diverso como el de mi perfil de Facebook. Tengo amigos de todo tipo: peluqueras, funcionarios, periodistas, artistas, músicos, viceministros, campeones panamericanos, estudiantes, maestros, premios nacionales, raperos, caricaturistas, torneros, disidentes, evangélicos, campesinos, héroes. Tengo amigos en China, Japón, Dinamarca, Estados Unidos, en casi todos los países de América. Es increíble, pero en un punto toda esa gente diferente se conecta. Es muy lindo cuando uno escribe algo sin grandes pretensiones y ves a personas de muchos lados identificadas con tu historia. También me gusta descubrir que hay temas que mueven a determinadas personas o grupos y otros que no causan ese efecto. Ambas reacciones de los lectores son parte de mi experimento, que es una manera de buscar ese lenguaje universal, una manera de “calentar el brazo” para cuando pueda escribir novelas, que es mi sueño.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo? ¿Cuánto tiempo le dedicas a la escritura?

Escribo mucho en el celular, quizás porque no tengo tanto tiempo para sentarme delante de una computadora. Antes escribía en las guaguas, en las paradas, caminando. Escribía a mano en las reuniones y en las clases cuando los estudiantes se demoraban demasiado en hacer la tarea. Ahora, desde que nació mi segundo hijo, escribo mucho en la mente, pues paso casi todo el tiempo con él. Cuando duerme en mis brazos durante el día escribo en el celular, con una sola mano. Rezo para que se quede dormido en el lado izquierdo y poder escribir con la derecha, sino, me toca escribir en la mente. Muchas veces voy escribiendo por pedacitos en el teléfono de mi hijo grande, en el de mi esposo, en el de mi madre, en un tablet, en lo que esté cargado en ese momento. En las noches, cuando el bebé duerme, unifico todos los picotillos que escribí durante el día y los paso a la computadora. Después edito y a veces desecho lo que quedó.

Como mi mente va más rápido que mis manos, siempre tengo una lista grande de temas para escribir. Escribo de las cosas que me pasan, por eso hay temas que nunca se tachan de la lista y se van quedando eternamente ahí. Yo hablo de lo que quiero escribir. Una vez un amigo me dijo que eso era muy malo, que cuando uno habla de lo que quiere escribir nunca lo escribe. Quizás me ha pasado con algún que otro texto que se quedó en la oralidad, pero casi todas las ideas llegan a ser escritas.

Generalmente Jorge Ricardo, mi compañero de vida, y yo trabajamos juntos. Como él es fotógrafo siempre hacemos foto y texto. A veces hacemos el texto primero y él crea la imagen en función de la escritura, pero muchas veces la foto viene primero y escribo para complementar la imagen. Es muy divertido trabajar de esa manera.   

Escribo todos los días de mi vida. Hago textos para Facebook, escribo cuentos para completar un libro que ya va por su séptima versión, escribo crónicas sobre maternidad, escribo parte de mi tesis de doctorado, escribo cartas a mis amigos, escribo para mis estudiantes del ISA, escribo informes de tutoría y oponencia, escribo guiones para un programa de televisión.

Con Estática milagrosa. Listas para vencer y no para ser vencida apuestas por una estructura externa que bebe, sin lugar a dudas, de la relación de tus textos con las redes, ¿hasta qué punto te preocupa lo novedoso en tu escritura?, ¿has pensado la medialidad propia de un libro físico en relación o comparación con la medialidad propia del mundo del Facebook, espacio natural en el que fue concebido el libro?

Lo novedoso no es algo que yo busque de forma arbitraria. Para mí es más importante lo genuino que lo novedoso. Creo que en el caso de las listas hay cierta novedad en la estructura, pero no tanto, ya que otras personas han escrito listas antes que yo. Cuando escribí la primera lista no pensé en si era novedoso o no, fue algo espontáneo. Un día quería subir un montón de fotos a mi perfil y como la conexión estaba tan lenta hice una lista con la descripción de las fotos. Así surgió la idea de las listas en casa de mi amiga, la actriz y dramaturga Eileen López Portilla. No fue algo muy pensado. Luego vino un análisis clave: las listas son dinámicas, se leen rápido, su estructura es buena para las redes. Pero ya te digo, ese análisis vino después.

Si comparo el Facebook y una publicación impresa, puedo decirte que no es común que un mismo contenido coexista en ambos universos. El mundo de las redes es tildado de banal, de tonto, de vanidoso y un libro es un libro. Internet aguanta todo lo que le pongan, aguanta más que el papel. A pesar del impacto inmenso que hoy en día puede tener un contenido en las redes sociales, no se acerca al que puede tener un libro impreso en el ámbito profesional de la literatura. A pesar del alcance de lo virtual, creo que la gente nunca va a dejar de creer en los libros. A mí nadie me dijo que era escritora hasta que Ediciones La Luz editó mi primer libro. Es muy simpático porque las listas fue lo primero que escribí y después de eso he transitado por varios estilos, he madurado, he aprendido a lidiar mejor con las palabras. Pero lo que me legitima como escritora es ese libro, no importa cuánto escribí antes o cuánto escribo ahora para las redes, cuántos comentarios, compartidos o likes, hace falta un libro para que la gente diga: “¡Oh, es escritora!”

Quisiera que me comentaras un poco cómo nació la idea de convertir tus listas de Facebook en un libro. ¿Qué tal el trabajo editorial con Ediciones La Luz?

Cuando escribía las listas nunca pensé que serían un libro, aunque mucha gente me decía que las reuniera para publicar. La persona que me dijo: “manda tus listas a La Luz” fue mi amigo, el dramaturgo, narrador y poeta Roberto Viña, que ya había publicado con ellos y quedó encantado con el trabajo de la editorial. A mí me gustan mucho los libros de La Luz. Tengo en mi casa una pequeña colección de libros editados por ellos y en dos ocasiones he presentado publicaciones de amigos. Que mi primer libro sea editado por Ediciones La Luz es un sueño. Para mí fue una sorpresa que la propuesta fuera aceptada para el plan editorial y una sorpresa aún más grande que saliera tan rápido. Tú sabes que los libros pueden pasan años en los planes editoriales y otros años más en la imprenta. Tuve la suerte de ser bien aconsejada por mi amigo Bobby y también el impulso de mi mamá que me dijo: “manda, niña, manda, que no pierdes nada”.

El trabajo con la editora Liset Prego fue muy bueno. Primero, ella se conectó con el libro desde el punto de vista emocional y eso fue maravilloso. Creo que se hizo un cuidadoso trabajo de edición y de diseño. Fue un proceso muy profesional, muy colaborativo y no sé hasta qué punto sea así, pero yo sentía que Luis Yuseff, el director de la editorial, estaba muy al tanto de todo, de cada detalle. Eso es algo admirable.

Después de que el libro salió yo comencé a descubrir la mujer extraordinaria que es Liset Prego, todos los puntos que tenemos en común y me siento muy privilegiada de que ella haya sido la editora.

La maternidad, Cuba, la familia, el amor, la crítica social, la ilusión por el futuro, incluso cuando todo parezca desmoronarse alrededor, son algunos de los leitmotivs que he encontrado en tu opera prima. ¿Crees que este libro habla, precisamente, de la esperanza? ¿Ves o entiendes a la literatura como un camino que ha de conducir hacia la felicidad? ¿O hacia dónde, si no?

Tal vez el libro hable de la esperanza, no sé. No me planteé que hablara de nada específicamente. Esas listas son una especie de registro de los paisajes a mi alrededor, que a mí me gusta verlos como paisajes esperanzadores a pesar de los derrumbes. Me encantaría que muchos lo vieran como un libro sobre la esperanza.

La literatura es para mí un ritual de sanación. Escribir es analgésico para mí. Cuando extraño mucho a mi papá escribo sobre él y me siento más cerca, más feliz con su otra presencia. Cuando me molestan cosas del pasado, escribo cambiando los sucesos y con esa nueva versión fabulada me siento más contenta. Cuando algo me hiere o me mortifica, solo tengo que sentarme y escribir sobre eso. Inmediatamente pasa a otro plano de la realidad donde todo o casi todo está sublimado, desacralizado, burlado, trasgredido, entonces ya no duele, sino que causa sentimientos encontrados y, en esa contradicción, está el progreso. En el equilibrio entre lo triste y lo alegre, lo serio y lo ligero, lo profundo y lo llano, lo vivo y lo muerto, lo hermoso y lo feo está, para mí, la felicidad a la que la literatura puede conducirte a veces.

Si tuvieras que anunciarle a un potencial lector los temas de Estática Milagrosa, si tuvieras que adelantarle un poco de la esencia del libro, ¿qué le dirías?

Le diría que es un libro de cosas pequeñas. Un libro para leer en un viaje en guagua. Un libro apto para todas las edades. Un libro que cabe en un bolsillo de atrás del pantalón, que se puede doblar como una libreta de la secundaria. Un libro de aprendizaje. Un libro que trata sobre la vida de una muchacha cubana que se parece a la vida de otras personas en el mundo, porque es un libro de cosas pequeñas y esas cosillas tristes o alegres son las que conectan a la gente. Es un libro de listas, que puede retratarte en alguno de sus puntos.

¿Has pensado escribir teatro o poesía?

Teatro nunca. Poesía sí. Pero me han convencido varios amigos poetas de que siga haciendo crónicas o intentos de narrativa. En mi experiencia creo que hacer poesía es muy complejo, aunque es muy fácil hacer una mala poesía.

Provienes de una familia de artistas. Tu padre fue un gran y querido poeta. ¿Hasta qué punto sientes que esa herencia genética, ese legado, está presente en tu trabajo creativo?

Mis abuelas cantaban y declamaban, se sabían muchas historias. Una fue maestra Normalista y la otra estudió en un colegio de señoritas. Así que sus cuentos y sus experiencias eran muy diferentes. Una era católica y la otra espiritista. Una vivió en Carretera del Morro y la otra en Pinarito de Cambute. Una pintaba paisajes al óleo y la otra era una artista de la cocina. Mis abuelas murieron hace muchos años, pero ellas influyen de forma determinante en mi personalidad creativa.

Por otro lado, mi mamá no es una artista, pero es una mujer muy culta, ha leído mucho, lo mismo clásicos de la literatura que obras contemporáneas. Ella está muy al tanto de todo lo que pasa en el mundo, sabe de un golpe de estado en algún país, de los más recientes descubrimientos arqueológicos, de las investigaciones de la NASA, del último disco de Bad Bunny. Ella es mi brújula, mi Internet con corazón y mi más ferviente crítica. Y mi papá era mi socio, mi hermano, mi amigo, mi amor más grande. Mi papá era un tipo muy genial, muy creativo, muy inventor, muy simpático. En todo lo que escribo está su marca, no me refiero a su impronta poética, sino a su condición de papá, a su personalidad. Estática Milagrosa, mi primer libro, está dedicado a él y los otros que aún no he escrito también están dedicados él.

En tu opinión, ¿cuáles son las principales necesidades de los artistas jóvenes en la Cuba de hoy? ¿Y los principales desafíos creativos y sociales de estas mismas voces?

Hace unos años participé en Santa Clara en el Magdalena sin Fronteras, un evento organizado por Roxana Pineda, una de las artistas que más admiro. Allí conocí a muchas mujeres increíbles. Conocí a Julia Varley, actriz del Odin Teatret, una mujer extraordinaria con una sabiduría y una belleza admirables. De ella aprendí la importancia de hablar en primera persona. Creo que después de ese Magdalena no he vuelto a hablar en nombre de otros. Hablo de mi experiencia, de mi pequeñísimo entorno familiar y profesional. Las necesidades de los jóvenes artistas son muy disímiles, como disímiles son las realidades de la Cuba de hoy. Algunos demandan más conexión a Internet, otros un piano de cola, otros piden libertad de expresión, otros la posibilidad de presentar su obra en espacios de primera línea. Las necesidades pueden variar, incluso pueden ser materiales, estéticas o espirituales. Pero yo considero que todas, si provienen de un artista joven de la Cuba de hoy, deben considerarse como necesidades legítimas.

Mi necesidad parte, esencialmente, de defender lo bello, lo inspirador, lo enaltecedor. Son valientes los que denuncian los horrores, los que alzan su voz nombrando las injusticias, pero también hay valentía en defender la belleza, porque ya lo feo, lo injusto y el horror andan sueltos por el mundo. Son también valientes los que pintan a la luna asomándose, tímida y hermosa, detrás de un árbol mientras estallan las bombas en el Medio Oriente. Son también valientes los que siembran árboles mientras las ballenas blancas son atravesadas por el arpón. Creo que, como el resto de las necesidades posibles, la mía también es legítima, sin embargo, he sufrido en varias ocasiones de una extraña especie de censura, porque no suelo mostrar las cosas malas, lo criticable. O tal vez mi manera de cuestionar la realidad es otra, menos directa, menos ácida, más esperanzadora.

Esa es mi necesidad: defender la vida, la belleza, la armonía de nuestras almas con el alma de la naturaleza. Y mi desafío creativo es que no se banalice lo lindo, lo bueno, lo suave, lo alegre. Mi desafío es que no se desvalorice mi visión porque me guste sacar el lado más positivo a las cosas. Mi desafío es que la gente siga viendo la estrellita tintineante en medio de la noche más oscura, que no se pierdan las ganas de bailar, de cantar, de amar, de jugar, de ser feliz, aunque el mundo esté lleno de injusticias. Para eso escribo y para eso vivo.

¿Existe un diálogo profundo, de intercambio y creación, entre los creadores de una misma generación, y entre los jóvenes y los veteranos?

Los creadores de una misma generación, aunque tengan intereses artísticos diferentes, comparten modos de producción, referentes, modos de vida. El contexto provoca una empatía inevitable, aunque no siempre conduce a un diálogo profundo. En el mejor de los casos las alianzas creativas entre los artistas de una misma generación dan lugar a movimientos, procesos y experiencias colectivas que marcan el ritmo de los tiempos. Así ha sucedido y así ha quedado en la Historia. Sin embargo, tal vez no han sido visibilizados de igual forma los vínculos entre artistas de diferentes generaciones. Muchas veces oigo hablar de los jóvenes y de los viejos, como dos extremos irreconciliables. Te puedo contar que una de las personas con las que más me conecto, que ha leído todo lo que escribo es mi amiga Ivette Vian, que ya pasa de los setenta. Ella es mi estrella. Creo en los aprendizajes mutuos que brotan del diálogo intergeneracional, en el deseo de unos y otros de encontrarse, en la voluntad de superar el estéril dilema entre lo viejo y lo nuevo. Del intercambio profundo entre generaciones solo puede salir un arte joven. Como cuando vemos en el teatro a un maestro como Carlos Díaz montando textos de Rogelio Orizondo o Agnieska Hernández. O a Fernando Pérez dirigiendo una película coral en la que intervienen seis directores noveles.   

Coméntame un poco de tu libro de crónicas y fotos en coautoría con Jorge Ricardo, titulado A Baracoa me voy…, el cual se encuentra en proceso de edición en México por la Editorial Rosa Luxemburgo.

Ese libro, al igual que el documental “El lenguaje de la montaña” estrenado en 2019, es el resultado del viaje más maravilloso que hemos hecho. Jorge Ricardo y yo nos fuimos juntos a Guantánamo a participar en la 28 edición de la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa con el objetivo de hacer un documental. Convivimos 34 días con los artistas y los pobladores de las comunidades intrincadas de la serranía. Dormimos en casas de campaña, nos bañamos en los ríos, nos dimos unos sustos de muerte sobre el camión, vimos más de ochenta funciones, nos asombramos ante las bellezas naturales de una Cuba hasta entonces desconocida. Hicimos muchos amigos actores, campesinos y pescadores. Jorge y yo nos hicimos muy amigos viviendo en condiciones extremas de campaña, nos enamoramos y regresamos a La Habana con muchos planes: un documental, una exposición fotográfica, un libro y un hijo. Todos los planes fueron cumplidos. El libro A Baracoa me voy… tiene esa energía. Es un cuaderno de viaje con más de cien fotografías que relata el descubrimiento de paisajes y gentes increíbles. Cuando los textos parecen demasiado inverosímiles, las fotos son la hermosa evidencia de que lo que vivimos es real. Fue una suerte tremenda que la Fundación Rosa Luxemburgo publicara nuestro libro. Cuando la pandemia lo permita se podrá presentar y podremos llevarle algunos ejemplares a los cruzados en Guantánamo y eso nos hará muy felices, porque está dedicado a ellos.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Isabel Cristina?

Soy una muchacha feliz con una familia maravillosa. La familia que siempre soñé construir y para la que mis padres me prepararon toda la vida. Este año cumplo los 33 y dicen que esa es la edad de cambiar el mundo. Yo sé que no voy a lograrlo porque no tengo habilidades sobrehumanas, pero seguiré intentando sacar el lado alegre de las cosas, seguiré llevando una semilla en la cuenca de la mano y confiando plenamente en la promesa de la germinación.


«Lo terrible puede ser algo bello»

Alejandro Rama sabe que lo marginal es algo que nos define y que vive en las raíces de lo que somos. Lo terrible puede ser siempre algo bello, nos anuncia a través de su escritura. Su Sinfonía de las Cavernas, libro por el cual obtuviera el Premio Calendario de Narrativa en el año 2021, entronca con esta, su filosofía de la existencia y del arte.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo?

Soy de mucho escribir, pero también de mucho reescribir. Normalmente demoro entre uno y dos años para terminar un libro, para estar conforme con él. Eso sí, necesito mucho ruido, sobre todo música estridente, y mucho café.

¿Sientes que tu cotidiano permea o contamina tus textos? ¿Exploras esa realidad para transformarla en arte o prefieres el ejercicio de imaginar otra realidad posible que no se vincule directamente a ti?

Parte y parte. No escribo sobre mí, pero sí sobre las situaciones que directa o indirectamente terminan rodeándome. Y aunque prefiero imaginar universos, estos terminan contaminándose con situaciones y referentes de la realidad en la que vivo. Eso sí, nunca mi realidad. Como ya dije, no quiero ni puedo escribir sobre mí. Prefiero que mis personajes vivan sus propias vidas.

Fotos cortesía del entrevistado

¿Cómo construyes o trazas la arquitectura de un libro?

Muchos escriben sus historias, una tras otra, y luego entre todas arman su libro, de acuerdo a lo que estas puedan, o no, tener en común. En mi caso no puedo hacerlo así. Las historias sueltas que escribo se quedan como eso: historias sueltas. En cambio, suelo primero tener la idea general del libro, la cual voy conformando como si fuese el armazón de un edificio y, por último, rellenando con las historias como quien agrega concreto a la estructura.

Acabas de obtener el Premio Calendario de Narrativa 2021 con Sinfonía de las Cavernas. ¿Sientes que existe una línea de sentido o de continuidad que te permite asociar esta propuesta a tus textos anteriores: Grunge y Mecánica de las naranjas?

Desde la estructura de una sinfonía, el libro arma como un rompecabezas aparente: termina hilvanando un discurso que tiene como premisa la marginalidad, vista desde todas sus aristas y formas. Creo que se acerca y a la vez se aleja de mis textos anteriores. Se acerca en cuanto a temática, pero se aleja en cuanto a ritmo y estructura. Es un libro más calmado, mejor pensado.

Cuando cruzas el camino hacia la senda poética, ¿existe algo en la poesía que te recuerda aún al narrador que eres?

Escribo poca poesía y mucha narrativa, y a la larga mi poesía termina siendo una especie de ejercicio narrativo. Muchos de mis poemas terminan convirtiéndose, eventualmente, en relatos para agregar a un libro de cuentos o una novela o, como en el caso de Grunge, forman parte del libro sin siquiera perder su categoría poética.

Fotos cortesía del entrevistado

¿Cuáles son los temas que pueblan tu imaginario creativo?

Me gustan las historias ácidas, directas, satíricas. Me gusta moverme dentro de varios subgéneros, parodiarlos con el objetivo de ilustrar y demostrar qué hay o puede existir marginalidad en cualquier lugar. Un árbol puede ser marginal. Una familia que acaba de comprar una mesa puede ser marginal. Una casa. Un paisaje. Una cámara fotográfica. Todo está en la forma, en el cristal con que se mire. De eso trata mi literatura: el golpe constante que nos recuerda que, a veces, lo bello puede ser terrible y lo terrible puede ser algo bello.

¿Crees en la autocensura?

Sí. Creo que nos ha pasado a todos en algún momento y nos seguirá ocurriendo. A veces por miedo y otras por necesidad, pero sucede. En mi caso me ocurre con la poesía. No me veo ni me siento como poeta, y por eso escondo mis textos poéticos incluso de mí mismo, o los termino convirtiendo en cuentos o pretextos para cuentos.

¿Hasta qué punto te interesa dialogar con creadores de tu misma promoción? ¿Lees a otros autores jóvenes del patio?

Creo que ese diálogo se hace cada vez más necesario. Los escritores necesitamos retroalimentación artística, y esa no siempre está en el libro que te lees. Una conversación puede producir muchas ideas, centrar el camino del artista. No he leído a muchos creadores del patio, aunque sí a varios de ellos. Quizás sea también que no me llegan los libros. A veces es simplemente porque uno compra el libro del escritor que ya conoce, en el que confía, y no le da oportunidad a otros. De los que he leído me parecen muy interesantes Daniel Burguet, Junior Fernández, Alejandra Damiani y Raúl Leyva.

Fotos cortesía del entrevistado

¿Cuáles son los principales hándicaps en la promoción del arte joven, dentro y fuera de nuestras fronteras?

Se está haciendo cada vez más necesaria la actualización de los modelos de promoción artística y literaria. Las plataformas, la crítica y las instituciones necesitan comprender de una vez que el artista es el renglón fundamental y que ese renglón necesita ser vendido como lo que es: un producto artístico. Leí hace poco un artículo de Abel G. Roblejo que lo explica de una forma muy acertada. El artista necesita ser valorado, y la mejor forma de hacerlo es a través de su obra. Creo que los espacios promocionales nunca van a ser suficientes. Ni dentro ni fuera. ¿Por qué sí existe un canal de televisión dedicado completamente al deporte y no existe uno dedicado completamente a la cultura? ¿Cómo y dónde puedo conocer del quehacer literario y artístico actual si no pertenezco a una institución artística? Creo que son preguntas que se deberían analizar.

¿Existen virtudes intrínsecas, indispensables para un creador?

Eso está en dependencia del producto que se quiere proyectar. Hay libros, obras de arte en general, que necesitan más que otros. Pero creo que la disciplina, la constancia y la necesidad de decir, de ser escuchado o leído o comprendido es lo que impulsa al artista.

¿Las redes sociales pueden impactar en el futuro a corto o mediano plazos en la forma en que consumimos literatura, y más específicamente, la narrativa? ¿Impactarán también en la forma en que se crea y se concibe un producto artístico?

Ya lo están haciendo. Los escritores hemos tenido que abandonar, de cierta manera, los textos complejos en favor de lo más simple. Oraciones cortas. Textos más dinámicos que captan la atención desde el inicio. Imágenes puramente cinematográficas. Es lo que, a mi entender, nos está legando el mundo de las redes sociales.

Fotos cortesía del entrevistado

¿Los escritores somos criaturas en busca de un nuevo estímulo o meta de forma constante? En ese sentido, ¿eres de aquellos autores que deja de dialogar con sus libros previos para concentrarse en los proyectos presentes y futuros, o prefieres a menudo revisitar lo ya escrito?

Prefiero abandonarlos, aunque nunca los abandone. Pasar página. Me gusta que mis proyectos siempre sean invenciones y no reinvenciones.

¿Crees en las influencias? ¿Hasta qué puntos son perceptibles en tu obra?

La influencia existe, nos guste o no, y mi obra está plagada de ellas, sobre todo porque trabajo sobre la base de la intertextualidad. Uso muchos referentes para construir mi universo narrativo, a veces incluso inconscientemente.

Fotos cortesía del entrevistado

En estos tiempos de cuarentena, ¿qué libro tuyo recomendarías al lector, para que le acompañara? ¿Qué otro libro de un autor joven cubano?

De mis libros recomiendo Grunge. Aunque ya tiene varios años de publicado lo considero la puerta principal para conocer e interesarse por mi literatura. De otro autor, recomiendo Powershop, de Junior Fernández, un libro inmenso en cuanto a forma y contenido, y a su vez muy fresco, al igual que Avenida 99, de Raúl Leyva.

Más allá del escritor, ¿quién es Alejandro Rama?

Pues Alejandro Rama es un ingeniero informático, devenido recientemente instructor de arte, que está enamorado de la vida. Ha intentado ser pintor, músico, cineasta, pelotero, futbolista, desarrollador de videojuegos y fotógrafo. Romántico sin serlo, amigo incondicional, fiel a sus principios siempre y, por sobre todas las cosas, humanista en cuerpo y alma.


Nuevas propuestas literarias con el sello de lo artesanal

El Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz Domínguez de Holguín prioriza opciones alternativas de publicación mediante el trabajo con el papel artesanal y sus posibilidades, para de esta manera acompañar la labor creativa de los escritores y la promoción de sus obras.

Fotos cortesía del Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz Domínguez

Con la asesoría de Cuadernos Papiro y el Taller de Papel Manufacturado homónimo, en lo que va de año la pequeña fábrica de la Promotora ha producido cuatro proyectos literarios, extendiendo la obra de escritores holguineros, así como las propuestas literarias en tiempos de crisis poligráfica, comentó el poeta Moisés Mayán, especialista de esta institución.

Fotos cortesía del Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz Domínguez

Entre sus novedades se encuentra el lanzamiento de la colección Poesía de Cordel, presentada en la librería Ateneo Villena-Botev, como parte de la reciente campaña de promoción “Vivo enamorado del libro” que realiza este año el Centro, y que está dedicada a incentivar el hábito de la lectura en todos los públicos, especialmente entre los más jóvenes.

Fotos cortesía del Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz Domínguez

La iniciativa retoma la clásica modalidad portuguesa de presentar publicaciones a los lectores a través de textos colgados en un cordel, y consiste en pequeñas obras que acentúan el carácter festivo de la compra de un libro, añadió Mayán. En el lote inaugural fueron incluidos poetas holguineros como Delfín Prats, Lourdes González, Manuel García Verdecia, Belkis Méndez, Eugenio Marrón, Luis Yuseff, José Luis Serrano y Gilberto Gonzáles Seik.

Fotos cortesía del Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz Domínguez

Otra de las propuestas, explicó Mayán, fue la serie Las voces del viento, que reunió textos de diez poetas holguineros fallecidos en el siglo XXI, partiendo de la idea de que Holguín, como región cultural, cuenta con un significativo “club de poetas muertos” que constituyen soporte y referencia obligatorios en la literatura del territorio, entre ellos Ángel Augier, Lalita Curbelo, Orestes González Garayalde, Alejandro Fonseca, José Luis Moreno del Toro, Mayda Pérez Gallego, Elena Guarch, Luis Caissés, Quintín Ochoa y Daniel Santos.

Fotos cortesía del Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz Domínguez

El libro homenaje La media rueda, como celebración de los 50 años del poeta e investigador Ronel González, unido a 10×10. Una cantidad misteriosa, libro-arte que recoge diez poemas del Premio Nacional de Literatura Cintio Vitier, creado en colaboración con Ediciones La Luz, fueron otros de los títulos salidos de este pequeño taller.

Fotos cortesía del Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz Domínguez

Actualmente el equipo creativo de la Promotora se encuentra enfrascado en una suerte de tarjetero dedicado a Palabras a los intelectuales, con la finalidad de socializarlo próximamente, a raíz del 60 aniversario de este importante intercambio del líder histórico de la Revolución Fidel Castro con valiosos creadores cubanos, añadió Moisés Mayán.


La ciencia ficción nos ayuda a comprender cosas de este mundo

Mientras la pandemia aún azota al mundo, el escritor Denis Álvarez Betancourt comparte su tiempo entre dos grandes pasiones: la ciencia y la escritura. Como autor y como lector, no son pocas las historias que ha regalada al lector cubano y, ocasionalmente, al lector de otras fronteras geográficas. Además, como hombre de ciencias, Denis es en estos momentos parte de un equipo que lleva adelante el desarrollo de uno de los candidatos vacunales contra la covid-19. Esta esperanza podría, en un futuro no tan lejano, desterrar la pandemia de nuestras vidas y hacernos volver a la normalidad tan deseada. Visto así, en estos momentos Denis se asemeja mucho a uno de esos héroes de las sagas de ciencia ficción y fantasía que acompañan sus lecturas y escritura. De la distopía a la esperanza hay un largo camino, que siempre comienza con un primer paso.

Luego de no pocos años de historia del género fantástico en Cuba, en tu opinión, ¿cuáles han sido sus mayores logros y desaciertos?

El mayor logro sin dudas está asociado a insertar lo fantástico dentro de lo que podríamos llamar literatura cubana. Somos una nación de extraordinarios poetas, el género más universal y reconocido desde el siglo XIX, revisemos si no los nombres más ilustres y premiados. En la novela costumbrista, la crónica, el teatro también se pueden identificar grandes escritores y obras. El género fantástico, en cambio, quedó rezagado a pesar del gran legado africano (quizás por el secretismo propio de las sectas y la discriminación del negro y de todo lo que provenía de ellos) y de las leyendas del campo tan bien investigadas por Feijóo. Se fijó el criterio de que es algo menor y poco riguroso, y no se etiquetaron como fantásticas obras que evidentemente lo son —incluso Carpentier y su “realismo mágico”. No decimos, por ejemplo, que Onelio Jorge Cardoso es un escritor de fantasía, pese a que escribió un cuento como “El caballo de coral”. Los güijes, la Luz de Yara, las curas místicas con agua o los patakines cayeron en la categoría de folclor.

Estos temas fantásticos fueron bien acogidos en la literatura infantil, resguardo defendido a capa y espada por escritores que reforzaban la identidad nacional por encima de obras tipo Walt Disney, de donde nos llegaban las otras influencias del género, al menos en mi generación. La reconocida como fantasía heroica, asociada mucho a las tradiciones nórdicas y celtas con dragones, elfos, dioses, etc., no tuvo y apenas tiene una repercusión nacional hasta quizás esta época, aupada por el bombardeo mediático de animados, películas y series y, por qué no decirlo, la increíble labor de Daína Chaviano y compañía, que trajo a Tolkien al público masivo allá por los 80´s.

En el caso de la ciencia ficción (CF), que en general es de menor masividad ya que se requiere entrenamiento para asimilar este tipo de literatura, debe resaltarse la persistencia de autores que permiten hablar hoy de un estilo de CF propio, que asimiló las tendencias mundiales y que se aplatanó con mucha creatividad. Ha pasado por fases sinusoidales que, según mi parecer, dependen de las tendencias editoriales a la vez que de las económicas. A un inicio digamos romántico, asociado a Verne, H.G. Wells o Poe, siguió un boom que dependió de las influencias soviéticas y de la “bonanza económica”, ya que las obras importantes del género del mundo occidental apenas llegaban y eran un coto exclusivo para algunos aficionados. La ciencia ficción soviética que entraba a Cuba con bastante asiduidad marcó diferencias en el abordaje del género respecto a otros cultivadores en América Latina. Debe resaltarse el interés por la ciencia que se generó en el país en los finales de los 70 y durante toda la década posterior, también por influencia soviética. Eso, aunque parezca obvio, no siempre se considera al tratar de explicar los vaivenes de este tipo de escritura en el país. Aquí podemos ubicar nuevamente a Daína y compañía que cultivaron también el género con tintes fantásticos y poéticos no tan asociados a la variante dura.

En los 90´s cayó nuevamente aunque sobrevivió principalmente con el ciberpunk, un período heroico sin apoyo editorial y en condiciones económicas difíciles que condicionaron la existencia de los fanzines y las publicaciones por correo. Finalmente, la etapa actual donde el esfuerzo de autores como Raúl Aguiar y Yoss, entre otros, ha sido sustancial en la formación y estímulo al género, unido a la creación del Centro Onelio que cataliza a autores interesados en este tema, más el apoyo editorial de Gente Nueva, que dicho sea de paso ha acompañado a estos géneros desde siempre. No demeritar a Juventud Técnica de Abril, que mantiene el concurso de cuento y algunas publicaciones.

No abundo en el terror, tercera pata de esta mesa de literatura, si se quiere discriminada porque, al menos en mi conocimiento, está menos reverenciado todavía y después de Oscar Hurtado no tengo mucho conocimiento sobre el tema, pero me parece un género de menor producción.

De todas formas, que se publique una colección como Ámbar, se mantengan concursos como el “Oscar Hurtado” y los talleres literarios, y seamos un grupo amplio de autores que funcionan como un núcleo cooperativo son también grandes logros de los últimos tiempos.

De los desaciertos, en los últimos años, y con ello me refiero al siglo XXI, debo decir que surgieron muchos escritores, no todos con la profesionalidad suficiente. Si bien el resto de los géneros tienen este mismo problema, al ser menos masivo y los decisores no apoyar el género en sentido general, se nota y se amplifica el criterio de literatura no seria. Muy pocas obras de estos géneros fantásticos se presentan a los llamados concursos, digamos, de “alto nivel literario” como el Carpentier o el Casa de las Américas. En cambio, arrasan en los David y en general los concursos que promueve la AHS. Puede y ojalá sea un síntoma de futuro.

La promoción editorial depende de personas con un interés en el género y no de una política editorial, que debe ser lo correcto si de promover la diversidad se trata. Se debe convencer a decisores de políticas culturales insertándose en las organizaciones tipo UNEAC, consejos editoriales, AHS (aunque en este último caso hemos tenido mejor suerte), Casas de Cultura, etc. Como no todo es de afuera, se necesita también un compromiso con el género, sin dejar de escribir otros, por supuesto. Yo no creo que los escritores deban ser “puros”, aunque estos existen y muy buenos. Los géneros se asocian a temas que se abordan con pautas determinadas para trasmitir ideas, sentimientos, experiencias, y el escritor tiene la potestad de escoger. Quizás ya no escriba fantasía, pero se puede apoyar el género de muchas formas considerándolo lo que es: parte de la literatura.

Otro error es que al seguir el llamado mainstream, se peca entonces de falta de originalidad. Casi todos los días se tiene una serie, muñequito, videojuego, que trata de fantasía y CF en TV o computadora. Eso impacta en los jóvenes y los que tienen inquietudes literarias, quienes tratan de copiar estas fórmulas. Normal, pero debe ser compensado con un espacio de buen aprendizaje. Exhortarlos a leer buena literatura, o al menos a leer. Darles herramientas para que logren una superación continua, multiplicando los talleres y que no solo exista el Centro Onelio en la capital.

No sé cómo este tipo de literatura es manejada en los círculos académicos como el ISA, por ejemplo, o las universidades. Hay un vacío de ensayos críticos, en general para toda la literatura pero más aún para estos géneros. A veces hay problemas hasta para hacer las reseñas de las contraportadas de los libros. Sin esa retroalimentación no hay desarrollo posible.

Otro desacierto es la poca interacción entre las provincias. Aunque Espacio Abierto trata de contactar con escritores fuera de La Habana, la incomunicación afecta por el tema de la difusión y la necesaria confrontación entre escritores de un mismo género en el país. Como género minoritario, si se quiere, debe fomentarse una unidad lo más fuerte posible para derribar esos prejuicios con este tipo de literatura. Ese es el principio de toda minoría que quiera que se le considere a escala nacional.

Pudiera comentar otros desaciertos referentes, por ejemplo, a la actividad promocional extrafronteras, los problemas de traducción, las publicaciones en el extranjero, la comercialización de libros y otras, pero quiero darle el mismo peso a aciertos y desaciertos.              

En la actualidad, eres coordinador del Taller Espacio Abierto, ¿qué nuevas coordenadas y horizontes se abren para dicho Taller luego de una década de vida?

Espacio Abierto siguió una tradición de talleres sobre el género que se remonta ya a casi 40 años, desde el “Julio Verne”. Es algo interesante porque creo que el movimiento de talleres literarios sufrió un colapso importante en todas las manifestaciones de la literatura. Pero en este caso, quizás por el contacto intergeneracional creado en torno al género, que en un momento se centró en pocos representantes para su persistencia y estos a su vez estaban “criados” en talleres, hizo que se mantuviera esta variante de intercambio y superación como el método más apropiado para los que se incorporaban. Era una necesidad, que se tradujo en refundarlo una y otra vez. Aunque con distinciones y métodos distintos, se puede considerar que es un solo taller desde el inicial y siempre existieron uno o varios escritores que se transfirieron de uno a otro a lo largo de los años. Compartir con Bruno, Gina, Agustín, Yoss, Raúl, Encinosa, al menos para mí, afirma esa continuidad. El taller ha tenido etapas de inactividad absoluta, pero existe un núcleo que lo mantiene vivo y por ahora con el mismo nombre. Sigue siendo una necesidad para los nuevos escritores; para los viejos es la necesaria confrontación.

El evento y concurso “Oscar Hurtado”, realizados con el esfuerzo personal de todos, cubre la promoción ausente en los medios oficiales. Antes de la pandemia estábamos buscando aproximarnos a las instituciones, apoyar a los escritores del interior, fomentar una variante más recreativa del evento anual, pero eso quedó truncado por la detención de las actividades culturales. En esta situación se ha tratado de establecer plataformas digitales que lo mantengan en actividad, hay una página web, grupos de WhatsApp, etc. Reconozco que por mis limitaciones tecnológicas no uso mucho esas variantes. Pero siempre veo el taller como el espacio abierto para mantener la idea viva y por eso lo defiendo y lo apoyo. Hace poco tuvimos una muestra de lo necesario que es: fue en el primer taller después de la apertura donde por poco nos botan de la sede en la Casa de Cultura “Mirta Aguirre”, por la cantidad de gente, pero eso nos duró poco desgraciadamente. Espero que se reanude todo pronto.

A cuatro manos con tu hermana Yadira Álvarez se escribió el libro Historias de Vitira. Más allá del vínculo biológico que los une, ¿qué intereses escriturales comunes vertieron en esta historia?, ¿existen planes de volver a escribir algún proyecto juntos?

Yadira, lo digo una y otra vez, es mi principal aporte a la literatura cubana. Sin excluir a papá, mamá y abuela, por supuesto. La llevaba a las Ferias del Libro en la Moderna Poesía, en aquellos inicios que ya casi nadie recuerda. Lamentable, por cierto, el estado de esa librería icónica de los que amamos la literatura. Le compraba libros casi todos los días y su entrada al Onelio fue porque encontré la convocatoria y se la llevé. Provenimos de una familia de maestros e incluso mi abuela materna, sin formación escolar casi, leía muchísimo. Eso nos acercó a un hábito de lectura sin preferencias: se leía de todo. Realmente no nos parecemos en los temas que afrontamos a la hora de escribir, en lo puramente literario quizás sí, aunque ella maneja la teoría y el lenguaje mucho mejor que yo. El tema inicial era interesante y eso hizo que la convocara para hacer historias sobre Vitira, o mejor dicho Viganella, pueblo real de los Alpes italianos con una ubicación especial donde el sol no llegaba y deciden poner un espejo. Fue como un juego de variaciones sobre un tema. Después me di cuenta que apenas es distinguible quién de los dos escribe así, parece que entramos en comunión “genética”. Pero por ahora no tenemos planes de repetir algo como eso, quizás en un futuro si encontramos un tema adecuado de interés de los dos. Compartimos muchos gustos, así que algo aparecerá.

¿Cuán relevantes han sido para ti las alianzas con escritores que cultivan el mismo género que tú?

Muy relevante, se aprende mucho en el intercambio y además sirve para inspirarte. Te actualizas de lo que está pasando y de lo que se está pensando. Compartimos libros y recomendaciones de títulos y autores, de series y películas. Pero más importante aún, conocemos de motivaciones, historias personales, logros e insatisfacciones. A veces hay desacuerdos, pero lo podemos solventar conversando y confrontando ideas y experiencias.

Espacio Abierto ha contribuido mucho por su concepción de oír y dejar opinar a cualquiera que se acerque, sin restricciones salvo el género. Conocer a personas que comparten tus mismos intereses es reconfortante, te das cuenta que no eres un bicho raro y que lo que te apasiona también apasiona a otros seres. Es encontrar, dentro de lo diverso, tu pedacito común. Soy científico así que puedo entender la estadística un poco y podemos decir que es, dentro de la distribución, tu clúster específico. También puedes lograr apoyos que se pueden traducir en publicaciones, la meta dorada de los escritores, y más aún en Cuba que tenemos tantas dificultades. 

En el distópico mundo que vivimos, ¿por qué continuar escribiendo ciencia ficción?, ¿para qué leerla?

La ciencia ficción abre mentes, instruye, entrena la creatividad. También contribuye a comprender cosas de este mundo. Dije anteriormente que se necesita entrenamiento para leerla, pero cuando te sumerges puedes encontrar mucho de filosofía, de ciencia real y de esperanza. Te hablo de la buena ciencia ficción, la de ahora y la de siempre. No he leído nada más deslumbrante en su fantasía que Las Crónicas Marcianas, ni nada más filosóficamente aterrador que Frankenstein. Cuando se logra el llamado “pacto ficcional” con el lector para que acepte que se puede montar en una estrella sin quemarse, se pueden trasmitir ideas muy revolucionarias y, al menos yo, al escribir trato de conectar ese mundo al mundo real. A lo mejor existe, pero no conozco el escritor de ciencia ficción que viva en otro siglo u otra estrella, quizás algún viajante del tiempo camuflado. Todos escriben aquí y ahora, así que escriben sobre este mundo aunque ubiquen sus historias en otros planetas, en otros tiempos o en futuros post-apocalípticos.

Es por eso que no creo en subgéneros. Puede tener tanto de literatura como el realismo mágico, la novela histórica o una obra de teatro y ser a la vez fantástica y actual, quizás incluso más actual porque hay que dar un basamento casi científico, casi lógico, y además hacerlo creíble siendo una fantasía. Cuando aparece un dragón ya el lector sabe que leerá algo siempre inexistente, pero si aparece una nave positrónica súper lumínica el lector pensará en algo inexistente pero posible, y obligará entonces al escritor a explicarle si no ha leído nada de eso antes. Por eso es importante el entrenamiento.

Eres un autor que ha tenido una presencia bastante continua en las dinámicas de las antologías. ¿Qué beneficios puntuales han traído, para más de una generación de escritores, el hecho de asociarse a través de un proyecto literario?

Las antologías contribuyen a darte a conocer pero, más que eso, dan la posibilidad de publicar. Los escritores necesitan que se le publiquen, porque es la única manera de que se conozca su obra en un círculo más amplio que el suyo habitual. Después que se le reseñe para tener la contrapartida crítica y saber si está bien o mal. Los que como yo escriben corto —me cuesta llegar a las 15 páginas en un cuento—, no tenemos mucho tiempo para dedicarnos a la literatura como quisiéramos, y agrupar tantas historias como para hacer un libro propio completo lleva mucho tiempo. Me tardé casi tres años en completar Llueven piedras en el valle del Alquim, para no hablar del tiempo que transcurrió hasta su publicación este año.

Las antologías, en cambio, tienen una dinámica más rápida. Pongo el símil de la música: sacas el single para ir adelantando con el público y después el DVD. También te impone retos: al proponerse un proyecto, tratas de cumplir y te pruebas con un tema, algo así como una literatura a pedido, a veces escabroso y complejo como en la antología Sexbot. Sexo en clave de CF. Lo otro es el acceso a las editoriales. Los antologadores tienen contactos que canalizan tu obra y se encargan de tareas tales como la impresión, los contactos con los revisores, etc. Parte de la pincha que no te toca y, si estás apretado con el trabajo… bueno. Los talleres siempre terminan en una antología y eso también motiva a los integrantes. Recuerdo de los viejos tiempos Contacto, con un listado increíble de autores como Daína Chaviano, Eduardo del Llano, Raúl Aguiar, Alberto Serret, entre otros. Y del “ayer reciente” a Hijos de Korad, con un listado que se consolida con Elaine Vilar, Yonnier Torres, Yadira Álvarez. Es como un sello histórico: pasamos por aquí y dejamos huella. También es una carta de presentación, los escritores noveles quieren también estar en una antología. Recientemente salió E.A Vol. 1 con Abel Roblejo, Daniel Burguet, con muchos de los recientes participantes del taller. Ah, finalmente, me vienen bien los 200 pesos del pago.

Del lenguaje literario de tus primeras creaciones a tu estilo actual, ¿cuáles han sido los cambios más evidentes que percibes, a nivel estético, espiritual y de forma?

Soy un escritor viejo, debí insertarme hace años en la ola de los 80´s, pero circunstancias personales no me lo permitieron. Escribía ciencia dicción cuando tenía nueve años. Recuerdo todavía una novela que perdí que se llamaba El terror de los planetas y cada vez que veo la Estrella de la Muerte de “La Guerra de las Galaxias” pienso que Lucas encontró mi libreta… Todo lo que escribía entonces era muy ingenuo y vinculado a la ciencia ficción soviética que devoraba en aquellas selecciones, no del Reader´s Digest, sino de literatura soviética que dedicaba anualmente un número entero a la ciencia ficción. También existían muchos libros de la editorial Ráduga de gran calidad de impresión y portadas fabulosas. En aquel tiempo conocí a Iván Efrémov, los hermanos Strugatsky, Aleksandr Beliáyev. Se puede decir que ellos marcaron mi estilo, y no solo el mío, el de muchos de los escritores de la época.

Al retomar la escritura, impulsado por el curso de Universidad para Todos, génesis del Centro Onelio, adquirí un conocimiento básico que intuía como lector ávido que soy. También el hecho que tuve una computadora a mi servicio. Pero no es lo mismo verlo que hacerlo: empecé, si se quiere, por temas muy espirituales acerca de la vida y la muerte. Después me propuse escribir una serie de historias realistas que tuvieran un toque fantástico. Los intercambios con Espacio Abierto me permitieron afinar aspectos como las asonancias, el uso excesivo de adjetivos, los lugares comunes… cosas que aún no supero totalmente, pero en el releer constante se van mejorando. Eso es una de las cosas que defiendo y que aprendí con los años. Tu historia madura en el tiempo con la lectura constante, y después se cierra y se deja reposar, exactamente como hay que hacer con la sopa: echas, revuelves, echas, revuelves y al final se deja reposar. Cuando abres la tapa, el olor no tiene nada que ver con lo que sentiste al empezar y entonces puedes decir: “¿realmente fui yo quien la hice? Por favor, que alguien la pruebe”.

Si me valorara como escritor, diría que soy pésimo al empezar a escribir, algo mejor al terminar, casi bueno al revisar. Ahora soy casi un viejo escritor y en consecuencia trato de dosificar más las historias, buscar trasmitir un mensaje, lograr que todo sea lo más lógico posible y, en lo que cabe, lineal argumentalmente.  

¿Cuáles son tus principales referentes literarios?

Muchos. Si hablamos de CF nacional menciono a Agustín de Rojas; si es CF internacional me quedo con Ray Bradbury. De literatura en general, Gabriel García Márquez y Onelio Jorge Cardoso. Pero es una selección de ahora mismo y más de gusto que de técnica literaria. Leo de todo, incluso lo que aparentemente no es atractivo o tiene una calidad dudosa. Creo que de todo se puede sacar una idea, si te pones en el lugar del escritor y tratas de entender qué quiso expresar. A veces es difícil y no siempre consigo completar la lectura, en esos casos me pongo a saltar partes para llevarme la lógica del relato. No creo que tenga un estilo marcado por alguien, es más bien una amalgama de mucho de lo que he leído y vivido.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo?

Pienso en una frase o una situación cuando me aflora, o algo que oigo, o que leo y se me fija no siempre en los lugares adecuados. En cuanto tengo la posibilidad, la escribo en una hoja y la guardo, o inicio la historia. Me gusta escribir sin saltos, me ha ocurrido que después de varias páginas tengo que ir atrás y reordenar temporalmente la historia.

Tengo un final escrito de una novela y no me ha ayudado en nada, me enlentece tratando de guiarla a ese final, así que la experiencia no me ha sido satisfactoria. No tengo método ni horario, así que en eso envidio a Hemingway. Será porque no lo tengo como oficio; si solo me dedicara a escribir, quizás fuera más sencillo. Tengo esos pre-escritos guardados y los voy sacando al azar o cuando me acuerdo de alguno y tengo tiempo. Tiempo es lo que más me afecta. Lo dije antes, leo y releo hasta que creo que está completo. Tallerearlo me ayuda mucho, leerlo en voz alta y que lo critiquen, se lo doy a mi hermana para que lo revise y ya ese es casi el punto final. De todas formas, incluso publicado puedo verle cosas. No sé, quizás en una reedición pueda subsanar el error.

En la historia del género en Cuba, ¿cuál crees es el momento más importante para el actual desarrollo de la ciencia ficción y la fantasía?

Todos los momentos de uno u otro modo son importantes, pero creo que estamos en una fase de reversión de aquellos criterios discriminatorios de literatura menor o de poca calidad. En los últimos diez años se ha logrado un espacio importante desde el Centro Onelio y los talleres, no solo Espacio Abierto, ya que existen algunos en el resto del país; muchos escritores jóvenes que escriben fantástico o CF han irrumpido en el mundo editorial. Lo más importante son los libros. Si ellos existen hay desarrollo. Falta, eso sí, el asalto final a las plazas tipo Premio Carpentier o Casa de las Américas, Hermanos Loynaz, para ya alcanzar el adecuado renombre. El cambio generacional a muchachos criados con anime, dragones, elfos o batallas galácticas que, repito, inundan cada día los medios, le dará al género el lugar importante que se merece.

¿Cómo sería tu lector ideal? ¿Qué le pides a ese lector a la hora de enfrentarse a uno de tus textos? ¿Cómo te gustaría ser leído?

Busco un lector desprejuiciado, atento a los detalles y que vea, más allá de lo tecnológico, la parte humana. En eso nos parecemos Yadira y yo: tratamos de hacer una CF más humana que robótica a pesar de nuestras diferencias temáticas. Al lector que se enfrente a mi obra, que olvide quién lo escribió y se concentre en la historia en sí misma. Justo en ese momento nos pareceremos, ya que yo doy por terminada una obra cuando logro el distanciamiento. No es para vanagloriarme, en un cuento puse una frase de Feijóo que decía: “No leáis apresuradamente porque hay letra minada”; trato en lo posible de no usar frases vacías para rellenar, así que en muchos casos hay que ir más allá de lo escrito. Para mí, la literatura es recreación y aprendizaje. Me gustaría que se me leyera relajado y que mis cuentos se compartieran con amigos para debatir. Que fueran puerta a inquietudes y a las obras de otros escritores.

¿Piensas la literatura como un testimonio fragmentario de la realidad que rodea al escritor?

Sin dudas, por mucho distanciamiento del mundo que se quiera, queda la impronta de tu realidad personal, de tus experiencias, de tus ideas. Un escritor debe ser siempre un ente atento a todo lo que le rodea. Una música, una frase, un árbol, la política, las decisiones, todo es materia prima para escribir. Incluso recluido, utilizará la ventana de los recuerdos, de los libros, de las palabras de su madre. Por eso trato de leer todo, aun obras de dudosa calidad literaria, porque siempre trasmiten algo, un modo de ver la vida desde la óptica de otra persona, aunque solo sea la idea de yo quiero escribir sobre

Tengo un cuento que nació de una conversación ajena en una guagua entre dos hombres digamos marginales; al final uno dijo: “para que veas como una pila de ranas se echaron a un sapo”; o la misma Vitira, que nació de una noticia que leí en la BBC. Veo la literatura como un proceso de sedimentación de la realidad social del momento y las obras son la cristalización de una memoria colectiva. También porque veo literatura en todo, en la música, en la pintura, en los libros científicos, los discursos, las películas. En todo hay una historia, un guion, escrito o no, en la cabeza del que lo hace. Benditos los sumerios que nos dieron este instrumento para reflejar la realidad, pero no se deben desdeñar las fabulosas leyendas que se trasmiten de manera oral de generación en generación. Recuerdo una película donde después de un cataclismo, los jóvenes salvaban al viejo contador de cuentos.

¿Quién es Denis Álvarez Betancourt una vez que cierra la página en blanco?

Cuando cierro la página me siento aliviado ya que expresé lo que quería. Me conecto entonces con lo que me rodea. No tengo la habilidad de concentrarme mucho tiempo y jamás pudiera escribir solo en un espacio cerrado. Pongo el radio. Eso hasta para estudiar. Me limita en parte ya que pierdo tiempo. Pudiera escribir mucho más. En general me gusta el jazz clásico aunque puedo escuchar incluso reguetón, no tengo esa fobia si se quiere elitista. Será porque nací en Jesús María, rodeado de solares, siete solo en mi cuadra.

Creo en la ciencia útil. Todo en la ciencia puede ser útil, aunque solo sea para escribir fantasía, pero me gusta materializarlo en productos que sirvan para mejorar la vida. Tengo la suerte de trabajar en un soporte para la vacuna del cáncer de pulmón, una especie de venganza mía contra los golpes que la naturaleza me dio y que me llegó casi como un empeño divino, pero soy ateo, materialista, comunista más que socialista, porque es el modelo de sociedad perfecta que concibo en mis fantasías. Patriota que cree que no hay intelectual mas elevado que Martí y que su bandera es la más bella del mundo.

Creo en la familia como soporte donde nacen mis inquietudes y logro mi realización como persona. Amigo: lo más fiel que se pueda. Ávido de conocer gente con quien conversar. Sobreprotector porque así me criaron, para proteger más que ser protegido. Un poco autista y vago obligado a trabajar constantemente.


«La literatura es un túnel a través de distintos mundos»

En tiempo relativamente breve, Raúl Piad se ha abierto paso en el mundo de la literatura de fantasía y ciencia ficción. Su nombre ya no es desconocido, sino que forma parte de lo más destacado de la reciente hornada de autores del género. Raúl Piad escribe sobre lo humano en todas sus dimensiones, explora los límites de la posibilidad. A propósito de su reciente Premio Calendario en la categoría de Ciencia Ficción versa esta entrevista.

¿Cómo definirías tu estilo? ¿Sientes que un autor perfila su estilo a lo largo de toda su vida como una búsqueda consciente, o prefieres pensar en un estilo plural y cambiante, siempre móvil?

Creo que aún no me atrevo a afirmar que poseo este u otro estilo. Tal vez de aquí a quince o veinte años… Es un ejercicio difícil, casi de autodescubrimiento, ese de definir el estilo propio. No obstante, muchos colegas escritores y lectores entusiastas me han hecho ver que suelo emplear un lenguaje directo, que se aparta de barroquismos literarios, cinematográfico en ocasiones. Me preocupa mucho la limpieza y claridad del texto, también que el trabajo final pueda ser disfrutado por la mayor cantidad de lectores posibles. Pero, como decía antes, todavía estoy probando, a veces me atrevo con una prosa más cargada, imbricada de lirismo, y pienso que en ese aspecto está dada esa “dicotomía estilística”. Para algunos autores, la búsqueda de una forma que los identifique es casi una obsesión, y cuando la encuentran, se apegan a ella hasta las últimas consecuencias. En cambio, para otros, constituye un reto no acomodarse nunca a una forma, y convierten cada libro en un experimento.

Cuéntame un poco del libro con el que acabas de obtener el Premio Calendario 2021 en la categoría de ciencia ficción y fantasía.

En esencia, A la sombra del mundo hogar es una novela negra de ciencia ficción, pues comparte mucho de los elementos del género definido por Raymond Chandler: un ambiente oscuro donde prima la resolución de un crimen/misterio, la moralidad de los personajes se difumina en grises, etc. El argumento comienza con el regreso de Ilona Ibarra, una persona derrotada que busca la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella, al planeta donde solía vivir. A partir de ese momento, y space opera al fin, allí se verá envuelta en una conjura junto a su antigua compañera de trabajo y amante, la alienígena Ladai N´Tili, que las arrastrará hasta la guarida de una especie de capo de la información: todo esto aderezado con viajes y combates espaciales e inmersión en realidades virtuales a lo cyberpunk.

Luego de no pocos años de historia del género fantástico en Cuba, en tu opinión, ¿cuáles han sido los mayores logros y desaciertos?

El género fantástico en Cuba, paradójicamente, ha sido de lo menos favorecidos, en cuanto a política editorial e interés institucional. Digo esto porque suele ser un género muy demandado por el lector (que, en última instancia, es a quien se deben autores y editoriales) y que solo en los últimos años pudo disfrutar de una nueva era de solaz… que ahora parece terminar de forma abrupta. Por una parte, es buena la persistencia de algunos concursos y premios (sobre todo en el apartado de ciencia ficción, que ha sido más favorecido que la fantasía) y el entusiasmo de las legiones de fans y creadores que organizan eventos promocionales, aunque todavía permanece la creencia de que (sobre todo en la rama literaria) no es algo que se deba tomar muy en serio, y por ende tampoco se deberían derrochar muchos recursos en su desarrollo.

¿Cuán relevantes han sido para ti las alianzas con escritores que cultivan el mismo género que tú?

Decisivas. Si bien la interacción con escritores (en toda la aceptación de la palabra) siempre es beneficiosa, acercarse a quienes comparten y han transitado ya los mil y un vericuetos de este difícil camino, constituye una satisfacción inmensa, sobre todo dentro del nunca muy extenso grupo de cultivadores del fantástico.

¿Cuáles son los temas sobre los que te interesa, en la actualidad, escribir?

Mi principal interés siempre es el ser humano, desdoblar la cubierta que mostramos al mundo y exponer lo que hay debajo. Escribo sobre lo que temo: la deshumanización, la falta de empatía, el olvido. Me gusta colocar a mis personajes en situaciones límites y luego averiguar la forma de sacarlos de allí. A veces lo logran.

¿Sientes que el público lector está más preparado para recibir obras de ciencia ficción y fantasía en estos tiempos que en décadas anteriores?

En cierta medida, sí. La proliferación de producciones audiovisuales y videojuegos ha traído consigo la aparición de una nueva hornada de lectores, aunque es válido señalar que muchos de ellos buscan algo que a veces la literatura no llega a satisfacer del todo. La realidad ha probado no ser tan diferente de lo que años atrás auguraban los mejores autores del género, así que también muchos buscan encontrar respuestas a varias de las principales problemáticas y preocupaciones que hoy nos aquejan.

¿Cuán importante es para ti la relación con el público? ¿Te interesa la retroalimentación?

Cuando un escritor expone su obra ante una cantidad significativa de ojos ajenos, la obra deja de pertenecerle. A veces se subestima el poder que posee un único lector; ese que, en la soledad de su habitación, lee el libro que hasta hace poco solo habitó en las profundidades de tu mente. En mi caso, la relación con el público es crucial: me interesa que los lectores se acerquen y me comuniquen sus impresiones, positivas o negativas, qué les gustaría leer a continuación, o si pudieron o no avanzar más allá de la primera página.

En la situación de aislamiento social que, desde hace ya un año, enfrenta todo el mundo, ¿cuán útil te ha sido la literatura en cuanto a romper la frontera física que por ahora nos limita y nos define?

La literatura siempre ha constituido para mí el escape perfecto a la realidad, a veces cruel o falta de ese color que solo habita en las páginas de los libros. Como escritor, ese escape se convierte en exorcismo, en oficio de demiurgo. Durante este tiempo, la literatura ha sido una especie de zona segura, un túnel a través de los distintos mundos, ahora separados por el aislamiento, que existen fuera de nuestro alcance.

¿Hasta qué punto las redes sociales te sirven como una herramienta promocional?

En estos tiempos, las redes sociales constituyen el primer instrumento promocional que empleo. Si a eso le añadimos el confinamiento, a veces se convierte en el único. Creo que, bien utilizados, estos medios pueden ser muy poderosos y alcanzar a más personas de las que imaginamos.

¿Qué es lo definitorio para ti dentro de tu proceso creativo?

En primera instancia, diría que la revisión de lo ya escrito, el compromiso que lleva implícito la escritura de cada párrafo. Por lo general, parto de una idea, muchas veces vaga, que después, a base de sangre y fuego, voy desarrollando como una madeja hasta llegar al final. Sin embargo, es precisamente ese aspecto, el final, lo que considero determinante porque en ocasiones me cuesta definirlo, y el desarrollo de la obra, que tan irresistible parecía, termina de forma abrupta. Un buen final es el cuño que legitima ese libro que tanto te ha costado escribir.

En ocasiones, un galardón tarda en llegar a un autor. ¿Hasta qué punto la paciencia, la persistencia, la tenacidad influyen en el éxito de un escritor?

Cuando alguien se decide a escribir, debe deshacerse de todo orgullo y armarse de paciencia, de mucha paciencia. Se ha comparado la carrera del escritor con un maratón: resistencia antes que velocidad. A algunos les cuesta más, a otros menos, pero al pedacito de talento que siempre posee quien no es capaz ya de concebir su vida sin emborronar una o dos cuartillas diarias, se le debe unir el tesón, las ganas de trabajar y la constancia. Alguien que cultive estas virtudes puede estar seguro que el galardón y el libro publicado llegarán en algún instante. Lo demás consiste en disfrutar lo que se hace, en escribir, en primera instancia, para regocijo y consumo personal.

Del lenguaje literario de tus primeras creaciones a tu estilo actual, ¿cuáles han sido los cambios más evidentes que percibes, a nivel estético, espiritual y de forma?

Es siempre difícil, aunque interesante, retroceder en el tiempo y ver cómo ha evolucionado tu propio estilo. Pienso que mi obra ha cambiado más a nivel formal antes que temático. Aún me interesa hablar sobre las mismas cosas, pero de otra forma. Sí creo que existe otra manera de abordar la página en blanco, de desarrollar una obra donde resalte la limpieza y la frescura, la naturalidad del diálogo. Todos estos factores son, al mismo tiempo, asignaturas en curso y todavía perfectibles.

Ya no eres un autor novel. En pocos años has sabido labrarte un camino dentro de la literatura, específicamente la fantástica. Si tuvieras que pensar en un horizonte de posibilidades para ti, ¿cuál sería?

Las posibilidades son infinitas. Si bien, al menos de momento, la literatura fantástica llena y satisface todas mis inquietudes, pienso escribir en algún momento sobre otros temas. Tengo algunos proyectos en pausa que posiblemente retome pronto, algunos de ellos de géneros con los que solo comienzo a familiarizarme. Uno de ellos, o al menos el que más satisfacción me ha aportado, es una novela de literatura infantil que debe tener por título Hoja seca, y está protagonizada por un perrito vagabundo que vive lo peor y lo mejor de las calles cubanas. Curiosamente, escribir literatura realista es uno de los mayores retos a los que me he enfrentado nunca.

¿Existe la autocensura? ¿La has sentido?

Creo que sí. Puede estar dada por muchos factores: la personalidad, la geografía, el género literario, los choques con las políticas editoriales… Muchos escritores la sienten en un momento u otro de su carrera, sobre todo en sus inicios. Recuerdo que asistía a un taller literario en la universidad donde, tal vez por ser el único que escribía fantasía, se hacía algo difícil ser tomado en serio. Esto provocó que comenzase a llevar cuentos realistas, que no me gustaba escribir, pero bueno, era la única forma de ser… ¿uno más? Por suerte, y con el tiempo, eso cambió, pero el fantasma de la autocensura todavía ronda, y de vez en cuando necesita ser exorcizado.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Raúl Piad?

Raúl Piad es un joven de hábitos simples, que piensa que le gusta la rutina… hasta que se descubre cada día haciendo algo distinto. Un lector empedernido que no puede vivir sin café, amante de los videojuegos, el cómic y las siestas largas. Animalista convencido y orgulloso dueño de un cocker spaniel medio loco. Alguien que, a veces, necesita refrenar su cerebro para que no se desboque más allá de los límites recomendables; que tiene que obligarse a escribir, pero cuando lo hace disfruta como nadie el hecho de enlazar una letra con otra.


Escritores por la vida desde Holguín

Con transmisiones online realizadas desde la Casa de Iberoamérica y la promoción de catálogos y autores en las diferentes plataformas digitales, se desarrolló recientemente “Escritores por la Vida”, campaña auspiciada por el Centro Provincial del Libro y la Literatura en Holguín ante la suspensión de la Feria Internacional del Libro.

Con auspicio también de la propia Casa, esta campaña posee la finalidad de fomentar el hábito de la lectura a partir del intercambio con escritores holguineros, sus sellos editoriales y como alternativa ante el aislamiento social provocado por la Covid-19, comentó el poeta Moisés Mayán, especialista del Centro de Promoción Literaria Pedro Ortiz.

Escritores por la vida – Foto Alexis del Toro

La misma recorre el panorama literario holguinero a través de los diferentes sellos de la provincia: Ediciones Holguín, que este año arriba a su aniversario35; Ediciones La Luz, de la Asociación Hermanos Saíz, La Mezquita, editorial perteneciente a la filial local de la Unión de Historiadores de Cuba, y el sello de libros artesanales Cuadernos Papiro, con varias transmisiones en vivo realizadas por el proyecto Ángulo Ancho.

Luis Yuseff, editor jefe de La Luz, fundada en 1997, se refirió a los nuevos títulos realizados por esta prestigiosa editorial, como Las piedras clamarán. Poesía cubana contemporánea de temas LGBT+, antología reunida por los poetas e investigadores Virgilio López Lemus y Jesús Barquet; Monstruos. Pequeño Inventario, del espirituano Maykel José Rodríguez Calviño; y los poemarios Mis rejas y mis rosales, de la holguinera Mayda Pérez Gallego; y El Libro de la extraña felicidad, de la tunera Liliana Rodríguez.

Escritores por la vida – Foto Ángulo Ancho

Fue presentada, además, la campaña editorial “Leer nos acerca, leer sana”, con presencia en las redes sociales y dirigida especialmente a fomentar el hábito de la lectura en tiempos en los que el distanciamiento social se impone, así como los diversos materiales que circulan en soporte físico y digital, como carteles, almanaques, pegatinas, fondos de pantalla y postales, además de diferentes spots para televisión y radio.

Escritores por la vida – Foto Ángulo Ancho

Por su parte, los escritores Lourdes González, directora de Ediciones Holguín, y José Luis García, Premio Nacional Alejo Carpentier 2020, compartieron sus experiencias sobre este sello, sus publicaciones, el trabajo editorial, y su promoción en diferentes espacios, como las peñas que protagoniza este sello. García comentó especialmente sobre su trabajo en la editorial, a la cual se encuentra vinculado desde los inicios de su carrera literaria, y donde ha publicado siete libros, como las obras de teatro Una crónica de amor, El hombre de los guantes amarillos y El amor es una cosa esplendorosa.

Asimismo Kenia Leyva, editora de este sello, presentó la campaña “Patria es lectura”, dirigida a consolidar el concepto de “patria”, más allá de los espacios físicos, analizando su connotación en los procesos culturales e identitarios de la sociedad cubana.

Escritores por la vida – Foto Alexis del Toro

La música es sentimiento

No es la primera vez que tengo el gusto de dialogar con Paloma Henríquez y Carlos Ernesto Varona; es decir, con el Dúo Nu9ve. ¿El pretexto que me guió en esta ocasión?: pues nada menos que la obtención de la Beca “Elena Burke”, que anualmente es concedida por la Asociación Hermanos Saíz, y que en el 2020 tuviera como laureados a Nu9ve. Con el avance de la pandemia, esta pareja musical ha empleado todas las herramientas de las redes sociales y la tecnología para que su público no olvide que la música es sentimiento, salvación y esperanza.

¿Ha cambiado, para ustedes, en alguna sutil —o menos sutil— medida, el mundo del arte en este 2020 y lo que hemos caminado del 2021? ¿Han (pre)visto transformaciones en el ámbito de la recepción?

 

La covid-19 sin dudas ha paralizado muchas actividades en el planeta, y debido a la fuerte tasa de contagios a través de la saliva y de persona a persona, una de las medidas que han tomado los países que se han visto sometidos a esta pandemia ha sido la de cancelar los conciertos y otras actividades que impliquen grandes conglomeraciones. Debido a esto, los músicos en el mundo han tenido que desarrollar otras formas alternativas de llegar al público: una de ellas ha sido a través de la potenciación de su trabajo en redes sociales como Facebook, Instagram, YouTube, Telegram, Twitter, entre otras. La mayor parte de los eventos nacionales e internacionales también están teniendo lugar a través de las redes, las cuales se han convertido en una herramienta indispensable para la difusión de la obra de los artistas. La recepción del público por ende va a estar mediatizada por el manejo que haga el artista de sus plataformas digitales, al menos de momento.

En nuestro caso, desde el 2018 comenzamos a publicar nuestro trabajo en nuestra página de Facebook Nu9ve, y luego también incursionamos en otras plataformas. A través de ellas podemos hacer llegar nuestra obra a todas las personas.

cortesía de los entrevistados

¿De qué manera utilizan los recursos creativos, la memoria emotiva, la sensorialidad, a la hora de construir la arquitectura de una pieza musical?

La memoria emotiva la utilizamos bastante sobre todo a la hora de crear una canción, aunque también utilizamos nuestra imaginación. A veces las canciones son de una experiencia emocional que hemos vivido o que ha vivido alguna persona allegada, otras veces queremos dar un mensaje y para ello entretejemos una historia que lo haga palpable para los oyentes.

tomada del perfil de facebook de NU9VE

El 2020 cierra para Nu9ve con la Beca Elena Burke, otorgada por la AHS, ¿qué nuevas posibilidades se abren ante ustedes con la obtención de este reconocimiento? ¿Qué metas les fija en el horizonte de las posibilidades?

Estamos muy orgullosos y felices de haber ganado en 2020 la Beca Elena Burke, la cual nos ofrece la oportunidad de tener nuestro primer álbum bajo el sello de la disquera Bis Music. De este primer disco tenemos como meta materializar algunos videoclips de varias de las canciones, para de esta forma hacer llegar nuestra obra a un mayor número de personas, tanto a través de las redes sociales como desde la Televisión Cubana.

tomada del perfil de facebook de NU9VE

Un reconocimiento es siempre una crítica positiva a la trayectoria de un artista o un grupo, ¿sienten que marca un antes o un después; o piensan que los reconocimientos forman parte del camino, sí, pero no parte indispensable, sino complementaria, opcional?

En nuestro caso particular consideramos que marca un antes y un después debido a que nos da la posibilidad de tener nuestro primer álbum, y además formar parte del catálogo de Bis Music, cuestión que nos enorgullece muchísimo. Por otro lado, un reconocimiento también forma parte del camino de todo artista y puede abrir puertas para su aprendizaje personal y profesional.

¿De qué forman definen la felicidad como artistas? ¿Qué condicionantes tendría esta que tener para satisfacerles?

La felicidad para nosotros es tener la posibilidad de crear y materializar nuestra obra y que las personas disfruten tanto como nosotros las canciones que hacemos. Los condicionantes están en tener la posibilidad de convertir esta meta en una realidad a través de los diferentes medios de comunicación, instituciones, y del apoyo de las personas que nos escuchan y disfrutan de nuestra música.

tomada del perfil de facebook de NU9VE

La música es un arte que se nutre de la colaboración, del intercambio no solo con el público sino con otros artistas. ¿Cómo experimentan esta sinergia y de qué manera sienten que ha impactado/transformado sus visiones creativas?

Hemos tenido la posibilidad de colaborar con algunos artistas como Jotabarrioz, Nelson Valdés, el Dúo Iris, Javier Valladares, Kialo, Club Conexo, y todas estas colaboraciones han constituido experiencias muy gratificantes para nosotros. En una colaboración confluyen dos maneras de decir una misma obra. Para nosotros es un ganar-ganar por ambas partes ya que implica un abrirse a ver otras maneras de hacer, donde se nutre una misma idea por la visión de cada uno de los artistas. Los acercamientos a estas colaboraciones siempre son enriquecedores ya que podemos aproximarnos a la manera diferente en que otros artistas abordan la música.

tomada del perfil de facebook de NU9VE

¿Creen que el arte, en sentido general, se ha de renovar constantemente o apuestan por elementos fijos, que les permitan asentar una propuesta artística, un estilo, un sello?

La vida artística de un compositor suele dividirse en tres etapas. En cada una de esas etapas el compositor mantiene su esencia, pero existen cambios que las distinguen debido a la madurez alcanzada a lo largo de su historia y también debido a la coyuntura sociohistórica en la que se encuentre. En nuestro caso, los elementos artísticos esenciales van a estar presentes siempre en nuestra obra. No obstante, en los diferentes momentos de nuestra carrera iremos cambiando, madurando, encontrando nuevas tendencias musicales pero siempre consecuentes con nuestra esencia.

Cuando componen, cuando buscan una nota o frase específica, una palabra que realmente tenga un significado, ¿qué herramientas utilizan?, ¿cuándo saben que una obra está lista para enfrentarse a su público?

La herramienta es un sentimiento, una experiencia, una historia. La obra está lista cuando existe una consonancia entre lo que sucede en nuestra cabeza y lo que llegamos a materializar. No obstante, toda canción puede perfeccionarse de por vida. El hecho de que una canción esté terminada no significa que años después no pueda volver a ser abordada de una manera distinta por el mismo artista. Se puede decir que el proceso de conclusión de un tema es casi infinito.

tomada del perfil de facebook de NU9VE

¿Cómo han vivido ambos su interrelación con el público?

Estamos muy felices por la acogida de nuestra obra. Ya sea presencial o través de las redes, las personas siempre nos hacen llegar su sentir con respecto a nuestras canciones y nuestra forma de interpretarlas. Esto ha sido muy esperanzador y motivador desde nuestros inicios.

Desde que se fundó Nu9ve han cambiado el mundo, las relaciones artísticas, el panorama espiritual de una generación. Y, supongo, también habrán cambiado ustedes mismos. ¿Cuáles son sus nuevas apuestas con estas transformaciones? ¿De qué forma puede un artista utilizar los recursos que la realidad, a veces cruda, le brinda, para entonces comulgar con esta realidad y, de paso, reflejarla a través del arte?

El artista siempre puede reflejar su realidad a través de su obra. De hecho el artista cuenta para la creación con sus propias inquietudes, cosmovisión, sentimientos, es imposible deslindarse de ello. Nuestra apuesta es seguir haciendo lo que nos gusta hacer: nuestras canciones y hacerlas llegar a las personas. Ahora se utilizan más las redes debido a la pandemia, pero tenemos la esperanza de retomar nuevamente los escenarios y vivir la cálida aceptación de las personas que disfrutan nuestro quehacer.

cortesía de los entrevistados

A la hora de crear, ¿qué es lo más importante?

Dos cosas son fundamentales a la hora de crear: tener algo que decir, ya sea una experiencia, una historia, una reflexión; y transmitir un sentimiento, porque la música también es eso, sentimiento, emoción.


Marzo Literario: un festival que promete la primavera en letras (+VIDEO)

La literatura no descansa, no tiene un lugar que la restrinja o la limite. La lectura no pasa de moda, los lectores se adaptan a nuevos soportes, contextos, modos de lectura. Por eso, cuando los grandes espacios presenciales para hablar de lo que interesa a los lectores y hacedores de libros, a sus promotores y amantes, ellos se reinventan el modo de coincidir, de intercambiar, de leer.

También por eso florece Marzo Literario, un festival nacido del deseo de poner al libro en el centro. Lisbeth Moya González, coordinadora del certamen, cuenta del momento germinal:

“Es una idea que nació a raíz de la inquietud y el debate entre varios artistas, escritores, amigos que tienen que ver con el mundo de la literatura y el mundo editorial en general. Entre ellos precisamente, miembros de la revista El Caimán Barbudo. Estuvimos debatiendo sobre la necesidad de que se aproveche este espacio que ha brindado la pandemia con el aislamiento y demás para promocionar literatura y la lectura.

“Llegamos al consenso de que sería muy bueno crear un festival cubano de promoción del libro y la lectura para dar a conocer el trabajo de autores, editoriales y proyectos de promoción literaria que online también han surgido durante este contexto, y un poco también el trabajo de los jóvenes escritores cubanos que no necesariamente tienen un libro publicado u otros que sí los tienen y que interactúan en las redes y dan a conocer su obra.

“Al principio nos dimos cuenta de que, si bien muchísimos festivales de otra índole se han logrado hacer online, precisamente la literatura es una de las ramas del arte más propicias para el desarrollo de eventos en las redes y que esta puede ser una oportunidad única para hacerlo desde Cuba porque en aislamiento el mundo ha logrado potenciar esta herramienta al máximo y nuestro país no se ve exento de esto.

“Sería este momento un reto para trazar el camino del uso de las nuevas tecnologías para los escritores, para las entidades involucradas que tanto necesitan dichas herramientas para dar a conocer a sus autores y para darse a conocer de manera individual, en el caso de los escritores y de las editoriales a través de estos.

“Sería también un reto para los diseñadores, comunicadores, y promotores de la cultura, que deberían ser capaces de llevar de la mejor manera esta información a las personas.

“Igualmente, el festival sería una buena forma de socializar el libro en otros formatos y promocionar la carrera de muchos escritores que lamentablemente no tienen presencia en las redes, porque en Cuba conseguir libros de autores cubanos en formato digital suele ser bastante complicado.”

Marzo Literario se realizará durante siete días, del 19 al 25 de marzo y estará dedicado a Sigfredo Ariel, entrañable poeta cubano que falleció recientemente. Así que con la primavera llegará también este sueño que han abonado muchos colaboradores e instituciones que brindan su apoyo: como el Fondo Editorial Casa de las Américas, el Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”, El Caimán Barbudo, La Casa de la Poesía de La Habana, Oralitura Habana, la Editorial En vivo; Ediciones La Luz, de Holguín; la revista La Gaveta, de Pinar del Río, entre otros.

“El festival se va a insertar dentro de la jornada del Instituto Cubano del Libro para celebrar el Día del libro cubano, el 31 de marzo. Tiene plataformas en Facebook, Telegram. Todos los proyectos apoyarán, desde sus redes, el evento. Habrá un gran repositorio de libros digitales auspiciado por Claustrofobias, algo así como un gran stand virtual, en el que tratamos de que los libros de formato epub sean de descarga gratis, no solo serán nacionales sino facilitados por editoriales extranjeras que han publicado a autores cubanos”, explica Lisbeth Moya.

Es preciso apuntar que el diseño del cartel y obra visual de la campaña son de la autoría de Alejandro Cuervo.

Otra de las organizadoras del evento, la estudiante de Periodismo Lilian Sarmiento, explica que contarán con la participación de disímiles proyectos de promoción literaria como Isliada, Claustrofobias Promociones Literarias, La estantería cubana, La jeringa, Callejas, Discurso de Eva, La NarraTK, Zzzumbido, Ediciones Sinsentido, Espacio Abierto, Axioma, Vórtice, Proyecto Manifiesto.

Así mismo acota que los talleres tendrán los siguientes temas:

Los proyectos cubanos de promoción literaria en entornos digitales.

El libro y sus nuevos formatos. Experiencias de producción del libro.

La ciencia ficción y el género policial en Cuba.

La literatura hecha por mujeres.

La décima improvisada y escrita

Literatura de la brevedad.

La colaboración puede reconocerse como el signo de un proyecto que comenzó a sumar adeptos en Telegram, y que, desde ya, aclara Moya: “se propone no ser un espacio de promoción literaria convencional, sencillamente, o hacer las cosas de la misma manera que estamos acostumbrados, sino que apuesta por la frescura que todos esos proyectos jóvenes pudieran impregnarle.

“Busca ser un espacio de promoción del libro y la lectura en toda su extensión y esto se ha pensado para ser hecho mediante talleres, conferencias, lecturas online, conferencias, mesas de debate, presentaciones de libros, book´s trailers.

“Vamos a utilizar YouTube, Facebook, Ivoox y Telegram. Esta última ha sido una de las principales herramientas que estos proyectos que han surgido en Cuba en los últimos tiempos”.

Con el acompañamiento de amigos y amantes de la literatura, marzo florecerá en letras para los cibernautas.