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El diseño de revistas en Cuba: pasado y presente

El diseño comunica en un contexto específico. Irrumpe en cada detalle de la vida del hombre; funcionalidad y estética se imbrican en aras de satisfacer las demandas cotidianas. Entre sus modalidades, la gráfica es la que mejor testimonia —artísticamente— la realidad. Proporciona información de una forma más transparente e impulsa la cultura visual.

Este tipo de representación siempre se ha debido a su tiempo. Aunque se emparenta con la plástica y obedece a sus tendencias, se ha anticipado a esta en la inclusión de códigos visuales de avanzada y en el retrato veraz de la sociedad. Incluso, con la aparición de la imprenta en Cuba, en el siglo xviii, lo cual supuso un primer hito en el país en materia de diseño, el comienzo de la actividad tipográfica se adelanta en casi dos décadas a las incipientes muestras de las «bellas artes».

A pesar de que en el siglo xix aparecen en la isla significativas publicaciones que contribuyeron al proceso de formación de nuestra identidad, como la Revista Bimestre Cubana en 1831, una de las de más larga vida en la nación, una primera eclosión del diseño gráfico la podemos apreciar en la Neocolonia. Las publicaciones periódicas recogen estilos de vida y las de esta etapa fueron cardinales en la renovación visual del arte cubano de vanguardia y en la imagen de modernidad de la República. Los caricaturistas, ilustradores y portadistas de la época colocaron al país al nivel de lo que se hacía en esta especialidad internacionalmente. 

Conrado Walter Massaguer, considerado uno de los padres de la caricatura cubana y el pionero del diseño gráfico moderno, es la figura más representativa. Sus ilustraciones y caricaturas de estilo costumbrista lo convirtieron en el cronista visual del período republicano e hicieron que su proyección gráfico-comunicativa fuera de las más significativas para definir tal momento. Esto le ganó un renombre en la gráfica internacional. Se caracterizaba por la precisión en los trazos, con énfasis en los detalles —tan importantes como los elementos centrales—, con lo que, unido a su atinado humor, lograba una técnica exquisita. Su notable desempeño —ya fuera como editor, ilustrador o director (artístico)— se evidencia en tres trascendentales revistas: Gráfico (1913-1918), Social (1916-1938) y Carteles (1919-1960).

Gráfico y Carteles se apoyaban en la fotografía para abordar importantes acontecimientos mundiales. La última, en 1924, con un cambio de formato y un despliegue de iniciativas, se propuso convertirse en «la mejor revista gráfica de Cuba Republicana». También incluyó en sus páginas la publicidad, lo que mostraba su habilidad para estar a la altura de publicaciones europeas y norteamericanas de este tipo. 

Por otro lado, Social, la más relevante de las tres (y de todas las del período), se estima que fue la primera revista del mundo en hacerse completamente con la técnica de impresión fotolitográfica. Su objetivo fue reflejar la vida habanera. Con su visualidad y colorido logra posicionarse entre las publicaciones homólogas de América. Representó la transición de la gráfica cubana de los años 20. Trascendió por su elevado valor artístico, justificado no solo por sus textos sino también por su lucimiento fotográfico, ilustrativo y tipográfico. Manifestó la influencia de la gráfica norteamericana y europea en el dibujo cubano, lo que se muestra, por citar un ejemplo, en el uso del cubismo en las portadas realizadas por el dibujante José Manuel Acosta.

Massaguer, aunque como buen alumno superó a su maestro, tuvo como referente al periodista y caricaturista Ricardo de la Torriente, conocido por la creación del popular personaje Liborio, que representaba al pueblo cubano y constituía una crítica contra el imperialismo yanqui. Con una hábil mixtura entre dibujo y texto, De la Torriente censuraba desde la caricatura. Graficó la revista El Fígaro, el periódico La Discusión y el semanario La Política Cómica, en el que alcanzó fama.

Otra publicación emblemática fue Bohemia, la más antigua de las revistas cubanas y latinoamericanas. Su primera edición circuló el 10 de mayo de 1908. Respaldada en la ilustración, reflejaba los sucesos actuales más relevantes. Su formato era parecido al de publicaciones europeas del momento. A partir de 1914, con el uso de portadas en tricromías (primera en hacerlo en Cuba) y el aumento de páginas, se afianza como negocio editorial.

La Revista de Avance (1927-1930), difusora del vanguardismo en la creación artística, también sobresalió por su contenido y diseño. Sus coloridas portadas contribuyeron a la promoción de la plástica. Carlos Enríquez, Eduardo Abela y Víctor Manuel figuran entre los pintores que dejaron huella en sus páginas.

 Estas revistas ofrecieron una visualidad artística a un público desprovisto de otras opciones para apreciar las tendencias más renovadoras de la pintura. Igualmente, se presume que, a través de ellas, se anticipó en, al menos una década, la aparición del arte moderno. 

Con el triunfo revolucionario se modeló una nueva imagen de Cuba, a tono con los cambios políticos y sociales. Se operó un cambio de paradigma, una forma distinta de ver y comunicar. Con la fundación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), la Casa de las Américas, la Imprenta Nacional y, en 1967, el Instituto Cubano del Libro, ocurre un verdadero impulso de la gráfica (nuevamente a la vanguardia con relación a las «bellas artes»). Se amplían la creación y circulación de revistas, principalmente culturales.

Lunes de Revolución (1959-1961) se caracterizó por el notorio uso de la fotografía y la calidad de su diseño, que contó con los artistas de la plástica Raúl Martínez, Antonia Eiriz y Mariano Rodríguez, y con el caricaturista René de la Nuez. Como ferviente deudora «de un legado que viene desde finales de la colonia cuando se fundan dos magníficas revistas: El Fígaro y La Habana Elegante, y que tiene su continuidad en el período republicano con Bohemia, Gráfico, Carteles y Social, así como una gráfica vinculada a los medios publicitarios en los cincuenta»,[1] revolucionó la gráfica del momento.

Casa de las Américas (1960); INRA (1960), luego devenida en Cuba (1962); Unión (1962); La Gaceta de Cuba (1962); Pueblo y Cultura, posteriormente Revolución y Cultura; El Caimán Barbudo (1966); y Tricontinental (1967) fueron de las revistas mejor diseñadas. Sus perfiles editoriales se impregnaron de visualidad y dinamismo, de la mano de diseñadores como José Gómez Fresquet (Frémez), Héctor Villaverde, Rafael Morante, Tony Évora y Alfredo Rostgaard; y de los fotógrafos Alberto Díaz Korda, Raúl Corrales y Liborio Noval.

Si bien en los años 60 y 70 el diseño gráfico cubano tuvo sus días de esplendor, a lo que contribuyeron los procesos de alfabetización y democratización del libro, los 80 y 90 fueron de crisis. Cerca de los 2000 ocurrió un renacimiento de las publicaciones periódicas, y muchas revistas comienzan a tener versiones digitales o electrónicas, que les propician un mayor alcance y nuevas posibilidades en su diseño.

En la actualidad, con el uso de la tecnología, el diseñador ahorra tiempo y esfuerzo, pero, a su vez, se vuelve más arriesgado y experimental. Las nuevas técnicas —de la cámara fotográfica, la computadora y los equipos de impresión— ofrecen mejores resultados en la visualidad y calidad de los productos impresos, todo en pos de llamar la atención del espectador e incitar a la lectura, ofrecer una comunicación expedita y eficaz, así como aprehender las transformaciones operadas en el individuo y la sociedad. 

Nota:

[1] Ángel Herrera Oviedo: «Cinco revistas que impulsaron el desarrollo del pensamiento cubano (1831-1959)», en http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=17142&idseccion=35.


Disponible revista científica sobre diseño

Accesible en formato digital, ya salió a la luz el número 16 de la revista “A3manos”, editada por el Instituto Superior de Diseño (ISDi). Once artículos conforman esta edición, dedicada a la producción científica en las ramas del Diseño Industrial, Diseño de Comunicación Visual y otras áreas afines.

Amplia variedad temática caracteriza este número. Entre los temas tratados figuran: “La presencia cerámica en el Art Nouveu habanero”, “Las características distintivas del diseño artesanal y el diseño industrial”, “El estadígrafo Kendall y su aplicación”, “Estética de la sostenibilidad”,Importancia para las esferas actuación (objeto y maquinaria) de los diseñadores industriales”, “Creatividad y Educación”.

El diseño de comunicación visual y el diseño industrial al servicio de la educación especial”, “Diseño y calidad en la perspectiva económica cubana”, “El Art Decó y sus expresiones en los años 20 en Cuba” emergen entre otros objetos de estudio.

Los últimos artículos se dedican a la reducción e impacto medioambiental de la generación de residuos de envases y embalajes, así como a las variables para una comunicación efectiva de resultados de diseño.

La relación del diseño con otras disciplinas ocupa un espacio en esta publicación especializada: Teoría y pedagogía del diseño, Diseño sustentable, Diseño y sociedad, Nuevas tecnologías para el diseño e Historia del diseño.

Puede acceder a la revista en el siguiente enlace: http://a3manos.isdi.co.cu


El arte de salvar la comunidad

Muchas veces la conciencia entra por los ojos. Sobre todo, en tiempos de pandemia, la comunicación visual ha sido clave para transmitir autocuidado, responsabilidad individual y colectiva, percepción del riesgo.

El Instituto Superior de Diseño (ISDi) se ha enrolado en este combate sanitario –también comunicativo y artístico- por la vida. Sus estudiantes y profesores crearon las más disímiles formas de decir: #QuédateEnCasa.

Gabriel Villar

Del espíritu creador “isdiano”, de la necesidad de expresión por la acción unida, de la gratitud a la heroicidad médica y ciudadana, nacieron desde estudiantes y profesores las más disímiles visualidades de la Cuba que salva.

Tras dos años de desvelos médicos por la COVID-19, también de diseñadores, se expone hasta este 10 de noviembre en la Casa de Cultura de Centro Habana “Joseíto Fernández”, una muestra de carteles que grafican esas ojeras artísticas para mover el pensamiento y la conducta social bajo una premisa martiana: “El arte de salvar”.

Eviel Ramos Pérez

“El ISDi durante el período de pandemia ha mantenido un vínculo estrecho con sus estudiantes. En todo este tiempo, la sensibilidad y participación de los muchachos y los deseos de ayudar, de comunicar, de informar, de aportar desde lo que saben hacer: el diseño, fue muy útil e importante. Nació de ellos generar piezas de comunicación con la temática de quedarse en casa, con el tema de la ciencia y que Cuba salva.

Alejandra Hernández

“Los estudiantes son nuestra razón de ser, son la vida del instituto, gracias a su implicación, su sensibilidad y sus ganas de hacer por el ISDi, por el diseño y por el país, fue posible ilustrar y comunicar muchas de las cosas que se expusieron durante la pandemia en diferentes medios, para tratar de sensibilizar a la población sobre la necesidad de informarse y cuidarse de esta pandemia”, cuenta la profesora MsC. Maite Fundora Iglesias, quien tiene a su cargo la curaduría de la exposición, junto al DrC. Ernesto Fernández.

Maite Fundora Iglesias

“El trabajo fue completamente espontáneo, los estudiantes empezaron a preguntar qué podían hacer, cómo podían ser útiles, muchos fueron a centros de aislamientos, entregas de comida a personas vulnerables, y con los carteles empezó un grupo y en menos de una semana todo el ISDi de manera voluntaria se fue sumando y desarrollando productos comunicativos para las redes, banners, animaciones, con diferentes temáticas sobre la pandemia. No fue una asignatura, no fue una convocatoria institucional, nació de los estudiantes, de su necesidad de ser útiles y eso a los profesores nos llena de orgullo y satisfacción”.

Yarisleiry Marante

La estudiante Patricia Suárez, comenta: “El objetivo del cartel fue dirigirlo a un público más joven como los milenials para así concientizar a este sector de la población. Me basé en el juego de Pac Man, que es muy conocido dentro de este público, haciendo una analogía entre la forma del juego y la situación pandémica. Se crea una empatía entre el público que ha jugado y el cartel. El diseño gráfico ha sido importantísimo dentro de la situación actual porque es una vía de comunicación y persuasión directa con la población, no solo apoyado por la cartelística, sino que se han desarrollado infografías, audiovisuales y campañas de bien público como las de vacunación”.

“Mi cartel es una representación de la curva de crecimiento de casos por Covid-19 y aporta una solución para controlar la propagación de los casos: quedarse en casa. Me inspiré en la poca importancia que las personas le estaban dando al hecho de mantenerse en sus viviendas e intenté buscar una forma de representar los beneficios de mantenernos en nuestros hogares para evitar la propagación del virus”, explica Alejandra Hernández.

Camila Azcuy

Por su parte, Dayan Blanco, señala que quiso representar el contexto social en tan difíciles tiempos, “en especial cómo tuvimos que adaptarnos a una nueva realidad dentro del hogar, donde mantener los lazos con nuestros familiares y amigos se tornaba complejo en la distancia. 
Estuve inspirado en mi propia experiencia y en la de mis amigos más cercanos, donde tuvimos que buscar nuevas formas de divertirnos y mantenernos activos para disimular el miedo tan fuerte a contagiarnos que nos invadía. Recuerdo en boom de los challenge en las redes sociales que nos robaban la atención de todos, las conversaciones a gritos entre mis vecinos para poder comunicarse sin visitar las casas de unos a los otros, de cómo las responsabilidades de cuidarnos y cuidar a nuestros familiares era cada vez mayor. El diseño gráfico fue una de las principales herramientas que nos hizo entender la compleja situación que estábamos atravesando, de aprender sobre un tema que era nuevo para todos y de responsabilizarnos sobre las graves consecuencias que podían traer consigo el incumplimiento de las medidas establecidas”.

Alejandro Escobar

Evelio de la Sota, apunta que su obra “conceptualmente trata de acercar el mensaje principal de la campaña al público, vinculándolo con las redes sociales (específicamente Facebook), herramientas muy conocidas y usadas por la sociedad en este siglo. Básicamente era hacer llegar una idea trabajada en el momento de una forma novedosa. Se usan pocos recursos gráficos, tratando de que la información llegue a las personas de una manera más rápida. Los signos que se emplean pretenden comunicar el carácter positivo del objetivo de la campaña, que fue persuadir a la sociedad para que se cumpliera con las medidas establecidas en el combate contra la pandemia que azota al mundo. El diseño ha ayudado a embellecer, a ofrecerle una identidad e impulsar toda la lucha contra la Covid -19, que aún no termina”.

Rocío Ruiz

“En un momento de tanta sensibilidad a nivel mundial con la pandemia, donde los médicos de nuestro país estaban ejerciendo una labor tan humana de ayuda internacional, quise resaltar la figura de estos profesional y establecer un paralelo entre su quehacer y la figura de un superhéroe. Y es que, atentos desde el primer llamado de la Patria, los galenos cubanos emergieron «al rescate» en un contexto de temor, preocupación y desconocimiento con respecto a la enfermedad; razón por la que, a mis ojos, tenían tanto impacto y poder como los clásicos personajes de la historieta y cinematografía”, confiesa María Paula Lista Jorge.

Sabrina Gutiérrez

 A Sabrina Gutiérrez también la inspiró “la labor de los médicos cubanos, siempre demostrando el humanismo y la solidaridad en situaciones sanitarias graves. Muchos profesionales del diseño y estudiantes (o no) han aprovechado la nueva modalidad online para demostrar su apoyo al mundo con respecto a este tema, mostrar infografías, spots publicitarios, etc. para educar a los otros y hacer un bien, es la mejor satisfacción que se puede sentir en este campo”.

 

Dayan Blanco

 

Igual musa tuvo Rocio Ruíz Rodríguez: “Mis obras fueron inspiradas en la ayuda humanitaria que brinda el personal de la salud y las instituciones gubernamentales no solo a nivel nacional, sino también internacional, entregando sus almas y vida a todo aquel que lo necesite, por ello lo representé con el corazón unido morfológicamente a las manos en señal de respaldo, así como el rol que juega la población apoyando en las labores sociales y ayudando a disminuir la propagación. En otro cartel, el cuidado individual y colectivo se traduce en una reinterpretación gráfica de la sombrilla, haciendo función de los hogares, utilizando elementos visuales universales que hagan llegar a todo el público la necesidad cumplir con las medidas sanitarias para mantener a salvo a familiares y amigos”.

María Paula Lista

“El motivo principal por el que realicé este cartel fue para aportar, desde mi profesión, mi granito de arena. Ver la situación en la que se tornaba el mundo a raíz de la pandemia me hizo pensar que no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Mirar a mi alrededor, observar la nueva realidad, el comportamiento de las personas, las nuevas costumbres y rutinas fue lo que realmente inspiró mi obra”, acota Camila Azcuy.

Frank E. Cala

Similar inspiración tuvo Yarisleiry Marante Arias: “el deseo de contribuir en algo desde mi posición de estudiante de diseño de Comunicación Visual, mostrando lo que yo veía, la gran indisciplina social. El diseño gráfico ha ayudado en la pandemia manteniendo informada a la población, motivándola a cumplir con las medidas y siendo también un medio de distracción en un tiempo en el que todos estábamos muy sensibles y con ansias de volver a la normalidad”.

La síntesis, las analogías y evocaciones sobresalen en esta muestra al alcance de la comunidad, donde no hay dudas de que el arte joven también salva.

Patricia Suárez

Viaje por los diseños escénicos de Andrés García Benítez

Entre candilejas. Andrés García Benítez y las artes escénicas se titula la exposición que, en sus redes sociales, comparte el Centro Provincial de Artes Plásticas de Holguín a partir de una selección de diseños que visualiza el trabajo de este artista como creador para la escena cubana.

Andrés García Benítez – Foto CPA Holguín

“Por lo regular, cuando se hace referencia a Andrés, siempre se recuerda su labor como portadista de Carteles. Es comprensible que así sea, pues las portadas diseñadas por él para una de las revistas más populares de la etapa republicana en Cuba son, indudablemente, un patrimonio del arte nacional”, asegura el investigador Martín Garrido, curador de la misma y quien ha dedicado parte importante de su trabajo al rescate y estudio de la obra de este necesario artífice plástico holguinero, y añade Martín que iniciada en los años 40, su labor para esta esfera de la creación, el diseño escénico, se amplía y enriquece en las décadas del 50 y 60.

La muestra, expuesta en el perfil de Facebook “Artistas holguineros” ante la imposibilidad de su apertura física por la propagación de la Covid-19 en la provincia, hace pública “una parcela de la obra profesional de Andrés relativamente poco estudiada y algo menos conocida”, añade.

Además del teatro, Andrés (1916-1981) realizó incursiones, “siempre brillantes”, en el diseño de vestuario y escenografía para presentaciones de ballet, ópera, zarzuela, danza moderna y cabaret, cada uno con las características propias de la manifestación y que le permitieron mostrar su “talento multifacético”, “su maestría como dibujante, su versatilidad como creador, su conocimiento profuso de la historia del traje y de la historia del arte en general”, dice.

Entre candilejas – Andrés García Benítez – Foto CPA Holguín

Destaca, además, que “su profesionalidad en la esfera del diseño destinado a las artes escénicas se advierte en todas y en cada una de las piezas que ahora mostramos, demostrando por qué críticos tan exigentes como Rine Leal o Luis Amado Blanco solo tuvieran para él los más encendidos elogios” al reseñar obras donde el creador dejó la impronta de su firma.

Entre candilejas – Andrés García Benítez – Foto CPA Holguín

Las obras expuestas en esta muestra –que celebra el aniversario 105 de su natalicio y los 40 años de su muerte; además, el vigésimo aniversario de la realización en Holguín de la primera exposición que, tanto en Cuba como en otras partes, se dedicó a vindicar el trabajo del notable artista– pertenecieron a las colecciones particulares de dos destacados artistas cubanos: el maestro Ramiro Guerra, pionero de la danza moderna en Cuba; y el diseñador escénico Eduardo Arrocha, “único discípulo de Andrés, a quien debe su consagración a estas disciplinas”.

Entre candilejas – Andrés García Benítez – Foto CPA Holguín

“Fundidas en un todo, ambas colecciones se conservan hoy en Holguín por voluntad expresa de Arrocha. Las piezas que las integran son como pequeñas obras maestras de esta disciplina, que por su calidad no desmerecen dentro del conjunto total de la obra de Andrés”, añade, y que nos reafirman a Andrés García Benítez como uno de los grandes diseñadores escénicos de todos los tiempos en nuestro país, y una de las figuras que engrandece nuestro patrimonio visual.

Entre candilejas – Andrés García Benítez – Foto CPA Holguín

Vivir el arte en uno: Orlando González y el teatro (+Galería de fotos)

De seguro mi adicción al teatro le descubrió tras la máscara de algún personaje. Pero fue con mi arribo a la Vocacional de Arte en Santiago de Cuba, que vi los ojos de Orlandito. Inquieto y apasionado, así lo defino si la prisa manda. Con el tiempo  observo sus pasos siempre en ajetreo al ritmo que impone la creación. Su cerebro es una avenida de doble vía que transita de la enseñanza del arte hacia Calibán Teatro, y viceversa. A sus 37 años, uno percibe que es u  hombre de las tablas. Lo atestiguan no sólo las pieles asumidas en la escena; a su dirección, cada una de las puestas es un maremoto de sensaciones. Su modo de habitar la escena transforma el entorno.

Me place compartirles el tiempo y las razones de alguien que admiro.

¿Cómo llega Orlando a la actuación? ¿En qué momento decidiste este camino profesional?

cortesía del entrevistado

Cursaba el décimo grado en la Vocacional “Antonio Maceo” cuando escuché por primera vez la sigla ISA, sin la idea de qué era. Cuando niño a la guía de mi abuelo que es locutor, tuve inclinación por el decir de poemas y otras cosas sencillas. Pero me era ajeno el mundo de la actuación y el teatro como tal. En la Vocacional me explican acerca del Instituto Superior de Arte. Con el 12 grado me presenté a las pruebas para el ingreso, muy empírico todo. Ese año se realizaron en Guantánamo y a los meses me notifican la aprobación. Fue algo inesperado, no lo planifiqué de siempre como afirma la mayoría en sus discursos, no.  Aunque de pequeño la gente decía este niño va a ser artista, hice la enseñanza general hasta que acontece este suceso que nos sorprende tanto a mí como a la familia. Es mi primer acercamiento al mundo del teatro.

De tus años como estudiante del ISA, ¿qué experiencias y aprendizajes consideras que definieron tu desarrollo posterior?

El ISA es un lugar con magia al que agradezco mi paso y formación. Me transformó como ser humano y puso ante mí las herramientas para ser artista. Era algo novedoso. Llegas y te encuentras con su arquitectura, lo primero que deslumbra. Era muy bonito estar allá, sin las grandes condiciones, pero con muchos deseos de hacer. Te enamoras de ese lugar que tiene algo propio, y de tu carrera.

Los primeros años fueron duros pues muchos no teníamos nociones. Cuando entras a una escuela de arte, al menos me sucedió, piensas, “qué voy a dar aquí, qué cosa es actuar”, sobre todo cuando no vienes con una formación previa.  Sorprende lo complejo de la carrera cuando comienzas a saber de Stanislavski, todas las cuestiones técnicas y los diferentes métodos de actuación. A veces estás en la escena, la clase práctica, y no se logra lo que el profesor solicita. Te percatas de lo complejo de la actuación. Los inicios  fueron difíciles  en el sentido de la adaptación a ese rigor.

cortesía del entrevistado

En mi caso, el cuarto año fue decisivo en lo que me aportó en ese momento como futuro actor. En dicho curso comenzamos con un profesor que es una de las personas que más admiro como ser humano, docente y director de teatro. De Eduardo Eimil he aprendido muchísimo o eso trato. Ya él había impartido un semestre con mi grupo en segundo año, momento en que se hace el género del cuento cubano.

Puedo decir que mis mayores aprendizajes estuvieron entre cuarto y quinto año. En cuarto, hicimos obras maravillosas como Cornudo, apaleado y contento; El gallo electrónico, de Yerandys Fleites, que luego la hice en el ISA acá con mis estudiantes. Es una fiesta el trabajo con Eduardo y mucho el aprendizaje. Conoce las particularidades de cada estudiante. Este fue el curso que corroboré que sería actor. Hasta entonces pasaban los semestres y lo veía muy complejo, en ocasiones dudé de mí. De esa fecha al presente certifiqué ese amor que me hace ser una persona de teatro.

cortesía del entrevistado

Luego la tesis tuvo la guía de Eduardo también. Fue un punto muy fuerte de mi carrera, era una obra completa de teatro psicológico, de Tennessee Williams. Me gradué con El zoológico de cristal, con el personaje de Tom Wingfield, fue una escuela este tipo de trabajo.

Egresar del ISA y de regreso a Santiago con ganas de comerte el mundo, ¿cómo fueron los inicios ya en el ámbito profesional?

Hay un nombre que siempre aflora en mi vida y es Norah Hamze. Era la directora de Calibán Teatro cuando estoy al graduarme del ISA, estaba en La Habana en un año sabático y tenía vínculos en el Instituto. Me pregunta si quiero entrar a Calibán de regreso a Santiago. Me agradó la posibilidad porque era de mi conocimiento el trabajo de la agrupación. Norah es quien propicia mi entrada a Calibán tras mi egreso.

Cuando uno se gradúa tiene muchos sueños y ansias de comerse el mundo, muchos miedos también. Piensas que pasaron cinco años y cuestionas tu capacidad. Luego te percatas de que lo que has estudiado lo incorporas a la escena o en la emisión de criterios, hay una base en la que a veces no se cree pero está.

Previo a la graduación hice intentos para quedarme en La Habana. En el ISA éramos un grupo muy unido, en los dos últimos cursos hicimos alrededor de seis obras de teatro. En algún momento surge la idea de quedarnos como proyecto dentro del Instituto, al respaldo del trabajo realizado en clase con Eduardo. Eso no fructificó, me decepciono y decido venir.

cortesía del entrevistado

Llego a Santiago de Cuba y me uno a Calibán Teatro, la agrupación con la que todavía estoy. La acogida fue buena. Al inicio siempre hay tensiones cuando llega alguien diferente, sobre todo de un nivel que las personas consideran superior, por decirlo de alguna manera. A veces hay reservas. En ese momento eran actores que fueron dirigidos en su mayoría por Norah. Estaba Mae Pérez como directora general del grupo. Una de mis particularidades es que trato de hacer empatía con las personas y la tengo, creo vínculos y doy tranquilidad para que todos se sientan bien con mi presencia.

En ese momento Calibán está en el montaje de Jacques Hippolite y su tambor. La retoman para la ocasión con Valerio Bringas, uno de los actores grandes de esta ciudad.  Llego y me toca sentarme, por supuesto. Pero hay algo más fuerte que yo y comienzo a dar todas las notas de lo que sucede en escena. A Mae le llama la atención mi manera, la forma respetuosa de dirigirme a Valerio, una personalidad. Considero que  con la edad y trayectoria q tenga el actor, debe recibir notas, siempre y cuando tengan un enfoque con todo el respeto. Mi inicio en Calibán fue ese, me senté a dar notas a una obra en reposición. Creo que desde entonces se me valoró como alguien con intenciones en la dirección. En ese momento no había un director artístico en Calibán, Mae era la directora general y Norah acababa de ir a La Habana.  

cortesía del entrevistado

¿Qué obras de aquel primer periodo marcaron tu crecimiento actoral?

Mae se da a la búsqueda de un director artístico en Calibán y llega el maestro Ramiro Herrero Beatón, ya no está entre nosotros, uno de los grandes nombres del teatro santiaguero también, hombre de teatro. En esa etapa pasaba los setenta años, pero cuando creaba era  un niño con certeza en todo lo que hacía.  Un director que apreció la libertad de los actores para la creación colectiva.  Es entonces que llegan mis primeras obras como actor. Inicio con La maestra, de Enrique Buenaventura. Ramiro la había hecho en muchos lugares, era un espectáculo raro, más bien un ejercicio actoral que un espectáculo teatral. Creo que él experimentaba con ello y así conoció al elenco de ese momento que la mayoría éramos jóvenes.

cortesía del entrevistado

Luego aprieta la tuerca y aparece La declaración, basada en Petición de mano de Antón Chéjov. Es una obra con montaje de lo que restaba y murió del teatro de relaciones aquí.  El resultado de un híbrido de lo que traje del ISA y lo que Ramiro como director acumuló de sus vivencias, era una persona que vio mucho teatro en varias partes del mundo.  En La declaración hago el protagónico, Iván Vassiliyitch. Se estrena en una de las últimas ediciones del Festival de Teatro de Relaciones y gano mi primer premio de actuación con este personaje. Era una puesta muy enérgica, de intenso desgaste físico al aire libre, es complejo porque a nivel corporal te agotas, es parte del trabajo actoral y mientras más sudor, mayor el disfrute en mí.  Traía algo en mi cabeza desde el ISA y es Trabaja sobre el cansancio y lo aplicaba todo el tiempo, era mucho más joven también (risas).

Ramiro tenía la idea de hacer una trilogía con Chéjov. Otra obra de las iniciales de Calibán fue La Institutriz, una pieza también del autor, que  conocí en el Instituto por Eduardo. Yo hacía esta obra con una muy buena actriz, Aimé Martínez, y también nos dio un premio de actuación en otro Festival de teatro de relaciones acá en Santiago de Cuba.

cortesía del entrevistado

¿Te sorprendió la dirección artística de la agrupación? ¿Qué pretensiones trajiste contigo a este empeño?

El propio Ramiro es quien me induce a que comience a la dirección artística. Aunque él llevaba esta línea, siempre hubo afinidad en nuestro trabajo, me escuchaba mucho. Era alguien que ofrecía muchas posibilidades, no era un director con celos profesionales y eso brinda comodidad. Él imparte un postgrado de dirección en la Universidad que culmina con el montaje de una obra o escenas de algún proyecto. Escojo Las Pericas, de Nicolás Dorr, monto el primer acto con los propios actores de Calibán, que eran jóvenes y confían en mí. Lo hago  con las ideas y herramientas de entonces. Actualmente rememoro y no lo repetiría (risa). Es que uno evoluciona. Fue mi primer acercamiento a la dirección y eso lo agradezco a Ramiro muchísimo.

Pasa el tiempo y Ramiro enferma, no continúa su labor en Calibán.  Se necesita alguien en la dirección artística. Mae está a punto de jubilarse.  Desde un principio dejé claro que no asumiría la dirección general, porque evito un descuido de la creación. Entonces la dirección del Consejo de las artes escénica  decide que Maikel Eduardo tome la dirección general del grupo y que yo me dedique a dirigir las obras.

cortesía del entrevistado

Fue sorpresivo pero existió una preparación. Luego del trabajo para el postgrado, Las pericas se montó completa, los muchachos del grupo me lo sugirieron y fue la primera obra que dirigí. Se puso en la escena muchísimo, tuvo muy buena aceptación popular. Se trata de una farsa a partir de otros códigos fuera de lo acostumbrado. El género  se asociaba al teatro de relaciones, ésta además de ser una obra de sala, generó comentarios como que en la farsa no se llora o sufre, y yo le decía a la gente que  sí, se llora, sufre como una obra dramática, lo que el tratamiento es otro. Es muy complejo encontrar esa verdad cuando tienes que ser grandilocuente y además asumes  un personaje con una máscara facial. Pero sí se es visceral en todo lo que se haga.

Cuando me llega la dirección tenía los montajes de  Las Pericas y Cualquier lugar menos éste. La segunda, del teatro psicológico norteamericano que también se llevó a escena con Calibán. Es decir que ya contaba con un inicio en la dirección de actores  y mis primeras puestas en escena.

cortesía del entrevistado

Compártenos acerca del trabajo colectivo para la selección, construcción de las obras y puestas escénicas de la agrupación.

Creo que es imprescindible que cuando uno selecciona una obra  el actor sienta motivación por lo que va a realizar. En Calibán  nos reunimos en el consejo artístico del grupo y proponemos lo que queremos. Más allá, no me gusta que se quede en este espacio y  opto por compartirlo con los actores, escucho sus ideas, porque quien dirige lo piensa de mil maneras,  que si el actor no se identifica no haces nada.

Por lo general escojo el repertorio. Con tristeza digo que hay muy pocos actores con inquietudes para la  proposición de una obra. Me encantaría que si por ejemplo quieren hacer un monólogo vengan con el texto y digan “quiero hacer esto”. Pero casi siempre los actores esperamos por el director.

cortesía del entrevistado

Luego, cuando veo la aceptación de los actores ya sé que puede funcionar. Empezamos el trabajo de mesa, donde aparecen todas las dudas y hay que aclararlas. Es lo que te dice la visión del director, y la tuya como actor, qué le vas a poner a ese personaje. El trabajo de investigación es fundamental  antes de subir a escena.

Siempre sitúo a los actores con respecto a la escena que se trabajará al día siguiente, lo mismo puede ser la primera que la última. Dejo que ellos se muevan, inicialmente con el texto en las manos. A partir de lo que surge organizo las piezas de  lo que busco como director, pero les doy libertad y no me aferro a lo que ya pensé. Lo que ellos hacen inevitablemente  modifica lo que  preví, siempre pasa, hasta llegar a una fusión.

El actor necesita hacer verídico lo que sucede en escena y el director debe su entendimiento a que cada quien lo imagina de una forma.  Ese consenso es positivo y trato de mantenerlo. Eso sí, hay aspectos que se tienen muy puntuales y no es la intención un cambio en el discurso. También hace falta la valoración de si lo que el actor propone es funcional o no.

Hay una obra que es referente en mi carrera e ilustra estos procesos, Quijotísimo. En cuestiones de la dirección me dio muchísimas herramientas en Calibán, más que las anteriores.

El montaje de Quijotísimo lo comienza Ramiro Herrero cuando regresa en uno de sus viajes a España, y me propone que haga el Sancho en esta versión del Quijote. Es el personaje que lleva la obra. Pasan dos años al intento y no funciona. En ese periodo sacamos Tragatierras, una obra que hicimos con Cristine en la Alianza Francesa; luego otra y la primera, nada. Aunque Ramiro era de la creación colectiva, los actores no estuvieron identificados. La propuesta se salía de los parámetros del grupo en el teatro dramático para adultos, porque se dirigió a los niños. Él se va a España y en algún momento me da la libertad de concluir a mi manera.

cortesía del entrevistado

Conversé con los actores del interés que la puesta podría suscitar en los niños por lo que significa El Quijote y el acercamiento a la lectura como la novela maravillosa que es. Les propuse un montaje de cero, todo lo previo se quitó, incluso la producción de la obra. Se concibió  para espacio abierto y nosotros la llevamos a sala. En los inicios no incluía luces, era una obra para carnaval. Hicimos nuestro taller, la escenografía, los vestuarios y diseños de las máscaras todo se cambió. Éramos muy jóvenes y llegamos a esos extremos que en la actualidad no me atrevo. No tengo mil años pero uno le toma respeto a esas cosas, a esa rebeldía de romperlo todo, quitarlo (risas), eso es muy de jóvenes. Y era ese el momento, siempre por una buena causa, por hacer el teatro.

Mucha gente se molestó, lo comprendo; yo digo que salvamos algo que hubo que cambiar y se hizo, entre todos, con nuestros recursos. En la idea original se usaban dos caballos de madera, me los imagino y hubiera sido muy molesto porque era la cabeza del caballo y un palo alargado como un caballito donde iban montados Sancho y el Quijote todo el tiempo en una obra que duraba una hora. Una de las cabezas de caballo se convirtió en un personaje, el Secretario le nombramos. Salía un caballo negro inmenso con el que se emocionaban los niños, era ver un esperpento.  Los actores se enamoraron y la dirección artística estuvo compartida, porque fue un proceso que inició Ramiro y yo le respeté todo el tiempo. Cuando Ramiro regresó de España se encontró con otra cosa, le pareció bien y nunca hubo un sí ni un no por eso. Hice justamente lo que me dijo: “has lo que quieras” y  él estuvo conforme.

cortesía del entrevistado

La manera de trabajo de Calibán es esa, a veces con mucha diversión. Rechazo la amargura, evito la rigidez por la salud del proceso artístico. Valoro el punto donde la seriedad y la responsabilidad coexistan pero que no se vuelva amargo ni pesado. La creación tiene mucho que ver con el juego.  Entonces trato que fluya el buen estado de ánimo aún en las obras más terribles, más dramáticas.  Propicio  que en los momentos en escena, de búsqueda y construcción colectiva los actores encuentren un buen ambiente y hasta algún chiste.

Hay obras que llevan el espíritu de uno mismo. En tu caso, ¿cuáles son esas piezas que en Calibán por una u otra razón te resultan espejo?

Aquí vuelvo a La declaración, ya hablamos de esta obra que me movió mucho y en lo profesional  hizo que encontrara al actor. Hacerla me dio mucha seguridad, encontré elementos cuya presencia en mí ignoraba hasta entonces. Soy una persona tímida, los actores cuando tenemos esa característica  pasamos  dificultad en escena porque uno se inhibe y se revisa demasiado. De hecho en la actualidad aunque estudié cinco años como actor, prefiero la dirección. La declaración hizo que sacara muchos demonios. Logré lanzarme, ser grandilocuente sin miedo a los excesos. Apelé a varias herramientas y sentí la sorpresa del público, la expectación, esas sensaciones las tuve en cada puesta. Aunque soy tímido tengo una energía fuerte, muy alta. Me permitió hacer ese desborde energético que maravillaba a la gente. Combiné toda la preparación física que me dio el ISA, era algo muy intrépido, un personaje muy ágil. Todo en una hora y cinco minutos hasta la muerte del personaje, con una partida que en sí eran solo segundos de descanso porque revivía. Era una obra que al público le gustó mucho. Se acercaban para preguntarme de las próximas puestas y sobre mi personaje de Iván Vassiliyitch.

Incluso en un Máscara de Caoba se acercó Ariel Bouza, uno de los mejores directores que existen en el país. Después de ver La declaración me ofreció un lugar en Pálpito, sólo que mi interés ya era dar mi contribución a Santiago.

La Institutriz es una obra cuya mención vale, ahí hice la señora de la casa. Es una puesta que me permitió la improvisación, disfruto de este recurso en escena. Tengo anécdotas espectaculares de la puesta  en el patio del Cabildo. Es la historia de una mujer que estafa a la sirvienta el día del cobro, y de una suma de sesenta u ochenta pesos le entrega once solamente.  La gente se identifica con la historia y reacciona con intercambios y acotaciones desde las gradas al espacio de representación.

cortesía del entrevistado

Con una de las puestas de esta obra, me divertí muchísimo tras un aprieto.  Hay un momento donde la señora le exige a la institutriz que cuente el dinero. Cuando la criada lo hace llega a diez y reclama, a  lo que la señora  contesta “Ah bueno busca por el piso que seguro dejaste caer el último”. Alguien del público lanza un peso, cuando en realidad la idea es que no apareciera. Tengo que improvisar y la frase que llega es la famosa “Ojalá que llueva café en el campo”.  Del público comienzan a llover pesos que inundaron el patio de monedas, y la señora recoge todos los pesos.

Siempre recuerdo como ya hablamos a Quijotísimo, aquí actué y realicé la dirección. Se trabajó la espectacularidad, que deslumbraba a todo el que la vio. El texto es preliminar, sin embargo la construcción de la puesta sí es buena. Se recreó la batalla de los molinos, un momento fabuloso, lo hicimos con unos vestuarios de una obra anterior, y eso lo usamos en los molinos, que llevaban como aspas en las manos, especie de banderas de saco como todo el vestuario, con aquellas capuchas y batones inmensos encaramados en unos coturnos. La batalla desde la coreografía junto al diseño de luces cobraba misterio, era mágico. Es una de las obras que todavía nos piden reponer. Y a pesar del tanto tiempo transcurrido todavía  valoro traerla a escena nuevamente.

Y está Agnus… por supuesto.

En tiempos recientes, la puesta de Agnus Dei resultó de buena acogida por el público en cada una de sus puestas. ¿Qué se llevó de ti y qué dejó cada uno de estos momentos?

Yo conozco a Agnus, que luego transformamos el nombre como Agnus Dei, por el significado de Cordero de Dios. Con esta pieza se gradúa la mitad de mi grupo en el ISA. Yo lo hago con Zoológico de cristal junto a tres estudiantes más, y el resto, que eran mujeres, se gradúan con Agnus. Eduardo Eimil era el director de nosotros y quien montaba la tesis

La obra tiene mucho de Eduardo, cuando pienso Agnus, pienso en su calidad como profesional. En aquel entonces y sin saber que iba a dirigir después, tuve la intención de hacerla algún día. Supongo que lo visualicé como director porque todos los personajes son femeninos, y el planteamiento  no soporta que un actor interprete alguno de éstos.

Eduardo concibió un espectáculo para la tesis, con vestuarios espectaculares, escenas que recreaban la navidad, las imágenes que uso toman como partida aquellas.  Era una puesta de sala y no intimista como la asumí. Se cantó, porque mi grupo en el ISA tenía el don de la musicalidad y él aprovechaba eso. Todas las actrices cantaban. Era casi un musical, que conservó el dramatismo propio del argumento.

cortesía del entrevistado

Hace casi dos años  con las clases que imparto en el ISA al tercer curso, periodo en que  tratamos el teatro psicológico, selecciono escenas de Las Brujas de Salem, y doy con Agnus de nuevo. Monto alrededor de tres escenas para los estudiantes. Y en este proceso me sentí listo para su realización. Agradezco el tiempo que transcurrió para desprejuiciarme de lo que formé parte y conocía de memoria. En el ISA me quedo fascinado con el trabajo de Karina Alcina como la psiquiatra;  la vi en el personaje y le hablé de la posibilidad del montaje con Calibán.

El espacio del ISA donde se realizó es un aula pequeña, siempre se hizo frontal, pero a partir de  esa visualización me decido por la modalidad de teatro arena con la agrupación. Quise que el público tuviera la oportunidad del roce con el actor al momento de su desgarramiento, lágrimas, sonrisas, inocencia. Me enamoré de esa manera de plantear Agnus y me dio la oportunidad de desprenderme del espectáculo del que fui testigo. De desprenderme de eso, no de las enseñanzas de Eduardo. Tenemos muy buena comunicación, cualquier duda se la consulto y escucho sus criterios. Su opinión para mí es sagrada.  Los aspectos que guardan similitud o que encuentran su génesis en ese espectáculo del ISA se las consulté, aunque el tratamiento no tiene que ver, es diferente. Los personajes guardan distancia con los que se plantearon con anterioridad.

cortesía del entrevistado

Es una obra que ofrece inmensas posibilidades al actor. Aposté por  una puesta muy minimalista, cuya responsabilidad recayera en la actuación. Hay acciones en que se fuma un cigarro, sirven un té, anotan en una libreta, lo demás es el actor con el otro, en un intercambio de emociones que sustentan  esa historia terrible a la gente que tiene alrededor.

Nos  ha dado regocijo porque Santiago de Cuba no tiene costumbre de tener puestas de este tipo. Nosotros somos más pintorescos, y no está mal, me parece fabuloso, pero se necesita variedad.

Me dio un poco de temor al principio. Me pregunté si funcionaría en el público, su aceptación. Y sí, también detrás de la historia hay un género policiaco que a la gente le atrapa porque todos quieren saber qué sucedió ahí. Es una historia plena de información, densa, que no aburrida. Ponemos ante el espectador un drama fuerte que lo mantiene en tensión. Esa misma curiosidad, ese policiaco, el personaje de la doctora Livingstone, una psiquiatra que a la vez hace de detective, amarra a la gente. Con el tema de la mujer y la maternidad además,  se identifica la mayoría.

cortesía del entrevistado

En otras ocasiones las personas me indagan acerca de la temática religiosa en la obra. Desde mi concepción el espacio de la religión es un pretexto. La razón principal no es la delación de cosas que sucedieron en la iglesia católica aunque sí lo digan. La intención no es juzgar a la religión  o a la ciencia. La esencia es la provocación del pensamiento y veas que tus razones no son absolutas, que hay una mirada del otro lado. La psiquiatra no justifica que Agnes haya tenido un hijo que no fuera de un hombre; y la monja sí, porque ve en ella a una criatura suprema, celestial. Esa batalla entre ellas es como desmembrar a un ser en dos partes, que es lo que consiguen al final. Agnes es quien paga una disputa entre ciencia y religión. Es una historia que a la larga hurga en el asesinato de un bebé, conmueve y desgarra.

Estoy muy feliz con el trabajo que se ha hecho. Próximamente nos proponemos su reposición porque está fuera de cartelera un tiempo. Claudia Valdés asume el personaje protagónico y es una obra que pretendemos mantener.

Comedia a la antigua te da la oportunidad de realizar la dirección artística a la entrega de los maestros de A Dos Manos. ¿Cómo se entrecruzan juventud y experiencia en la escena?

Tener a Nancy Campos y a Dagoberto Gaínza en escena es un lujo para cualquiera. Todo el proyecto comienza en las captaciones del ISA con otro de los nombres importantes en mi vida profesional, Corina Mestre. Ellos le piden  que les sugiera una obra, algo que para mí es muy valioso. Son dos actores mayores, Dagoberto tiene ochenta años y Nancy setenta, y a esa edad las ganas de permanencia sobre las tablas lleva un reconocimiento infinito. También me identifico con esas edades, emocionalmente me trasmiten mucho, lo relaciono con mi abuela que ya no la tengo. Una persona adulta es sagrada.

cortesía del entrevistado

Corina les remite a Comedia a la antigua, que se hizo hace mucho tiempo en Teatro Estudio. Me sitúa en la pieza pues no la conocía. Corina pregunta quién se las va a montar y ellos contestan que Orlandito. Ahí sí quedo en un “¿cómo que yo?”,  mira la cantidad de trabajo que tengo, era como un ¡ay dios mío! ¡Pero lo agradezco tanto de verdad! Por ahí empieza esta historia.

Hicimos las captaciones, a los cinco días ya tenía la obra en mi poder. Corina asume la asesoría de todo el proceso, del diseñador, trabajo con Nelson Acevedo, profesor en la escuela de Camagüey,  investigador, una persona de teatro con muchos conocimientos. Él me asesora toda la parte dramatúrgica. Viajaba una semana al mes mientras se hizo el trabajo de mesa y arreglo de texto porque es una obra muy extensa que se sintetizó. A las historias se les hizo cambios o más bien  se excluyen partes en las tramas de cada personaje, no se desarrollan todos los conflictos que tiene cada uno. Es una pieza muy extensa que duraría al menos más de tres horas.

cortesía del entrevistado

El trabajo con Nancy y Dagoberto es una escuela, es ver a dos actores con unas condiciones inmensas, con un respeto a la profesión que emociona y cada alumno debería conocer. En ellos hay respeto al escenario, la profesión.

Al inicio entré con nervios, qué te voy a decir. Me pregunté cómo hacerlo, cómo les digo las notas. Sencillamente hice lo que siempre, conversaciones, ensayos, dirigí como si fuera a los actores más jóvenes del mundo, con respeto y buen trato como lo hago de forma habitual. Así funcionamos. Para mí ha sido una gran escuela la experiencia con ambos, hay elementos que incorporas. Tienen recursos que uno se asombra la manera que hallan para resolver distintas situaciones. Son muy profesionales, les tengo mucho respeto y estoy más que agradecido.

Ellos quieren montar algo más conmigo, estamos en ese proceso con El último cartucho, de autor francés. La encontré en internet, también es para dos personajes. Me comuniqué con el señor y dio su aprobación. Estamos inmersos en ese proyecto, es lo más grande ver a personas de esa edad en escena. Es por lo que apuesto siempre, porque la gente ame por sobre todo el teatro. Es nuestro refugio, eso me dejó la escuela, Eduardo, Ramiro y Corina cada vez que coincido con ella. Ese amor sin medidas por lo que hago, el teatro, y ese respeto que es permanencia.

Estás ante la reposición de Pasaporte, me gustaría que hablemos de esta pieza.

Pasaporte es una obra de Yunior García, la conocí por Víctor Garcés, uno de mis alumnos en el ISA, ahora está en la Habana con Celdrán.  Leo el texto y me encantó.

cortesía del entrevistado

 En ese momento estábamos en Calibán en algún proceso de montaje. Nosotros tuvimos mucho vínculo un tiempo atrás con la Alianza Francesa. Con Cristine, la directora entonces,  Maikel y yo montamos Tragatierras, obra con la que fuimos en el 2011 al Salvador. Ella montó otras cosas en Calibán con Dalia. Trabajamos con Cristine y Maurice, entonces su esposo. Maurice viaja a Cuba con la intención de continuar el montaje de vez en cuando de alguna que otra obra. Monta La Tabla de salvación, se va a Francia y ese tiempo coincide con mi lectura de  Pasaporte.

Le hago llegar el texto, a él le fascinó y viene a Cuba con la idea de su preparación. De hecho es una puesta de Maurice. Para esta ocasión actual,  y las funciones que se posponen  por el rebrote, no he tocado la puesta.  Sí trabajo con los que se incorporan al elenco, o sea, en este caso realizo la dirección de actores.  Se trata de jóvenes egresados de la Academia que ya es hora de verlos en escena. La obra no tendrá cambios en su montaje y el actor la asume como muchos de ellos la han visto. Trato de trabajar con ellos desde su punto de vista, porque la concepción de montaje está pero el personaje lo crea el actor. Las particularidades las encuentran ellos.

Teníamos funciones los pasados fines de semana. Son actores jóvenes con muchas ganas. Fueron los de la iniciativa por estrenarse, algunos todavía me dicen profe. Yo con todo el placer me bajo, y cedo mi personaje a alguien. Me parece que es una manera de enseñanza y que los jóvenes se motiven. Los personajes no son de uno, están escritos. No se puede vivir con temor, mucho menos con alguien que fue estudiante tuyo. Se trata de dar oportunidad a que se haga con dignidad y que el actor crezca.

Pasaporte tiene esa cualidad, de que las nuevas generaciones pasen por ella, es una obra escuela. Vamos a llamarle así, es un pasaporte a Calibán. Me alegra que no sea una puesta mía porque así ellos experimentan otra manera. Quiero que cuando comiencen las funciones se mantenga un buen tiempo en cartelera, para que puedan foguearse en eso.

Tu construcción profesional se alimenta con el ejercicio de la docencia en la Escuela Vocacional de Arte José Ma. Heredia, en la actualidad eres el responsable en el departamento de actuación. ¿Cómo se complementan el actor, director de escena y el docente?

Mira, la escuela es una escuela para todo el mundo. Siempre aprendes en este escenario. Me gradué y empecé en Calibán en el 2006 y en el 2007 comencé a impartir clases, sin la idea de nada. Cuando tomé un programa en mis manos fue algo inquietante. Sin embargo vi mucho de lo que cursé en el ISA. Nunca pretendo saberlo todo, siempre escucho. Esto no es un grupo de teatro, aunque cuesta entenderlo, no lo es. Es un lugar para brindar herramientas y formación, con todo lo que aborda la palabra, en una persona, actor, adolescente.

cortesía del entrevistado

En la medida que impartí la docencia,  me posibilitó que en mis primeros años en Calibán experimentara una mayor seguridad. En el aula en el intercambio con los alumnos, los señalamientos, sugerencias, incorporé como actor otras herramientas. El ejercicio de la docencia y el de dirección te sistematizan un proceso. Diriges  al estudiante pues, aunque sea un proceso de formación es directivo.  Antes de la enseñanza  estás en tu burbuja y luego, la burbuja se rompe. La docencia es fundamental, al menos para mí.

Soy alguien que crea mucho sentido de pertenencia, llego a un lugar y ahí me mantengo. Hablo del 2006 y todavía continúo en Calibán; digo el 2007, y permanezco en la escuela. Son dos lugares por los que siento, protejo y cuido mucho.

Defiendo la cohesión y prestigio del departamento, la tenencia de un claustro lo mejor posible es clave en eso. Busco que persistan las buenas energías pues trabajamos entre artistas. Ahora tengo la responsabilidad principal, algo que confieso no deseaba, justo por razones como que el curso pasado no impartí docencia porque la carga era mucha y debía dedicarme a una u otra cosa. Sin embargo en el presente ya no resistí y estoy directamente con la docencia y  el departamento. Es mi razón de ser.

Por ejemplo me encanta montar en tercer año  el verso, y me adueño porque lo disfruto. Persisto en que los estudiantes se identifiquen con esta expresión tan compleja. Hablamos del siglo de oro español, algo que no tienen cercano, no hay teatro en verso, en la actualidad no se hace. Muy difícil que quizás en La Habana se monte una obra, pero aquí no. Es mucha la distancia e intento que se enamoren de eso. Veo la parte mágica, un importante ejercicio para el futuro actor. Quien pueda decir un verso de forma correcta, puede asumir un texto en prosa con acierto por el resto de su vida.

Tengo a la Vocacional de Arte al mismo nivel que el grupo de teatro, no los puedo separar. Es un lugar con mucha responsabilidad porque formas a tus colegas, a los actores, a diferentes generaciones. Un actor, un artista tiene una responsabilidad social muy fuerte. Tiene el encargo de la movilización  del pensamiento, o simplemente de divertimento. Es la responsabilidad que trasciende tu persona o  cualquier grandeza, es tu función social. Eso no se debe olvidar y es de las ideas que trato de inculcarles a los muchachos. Es difícil, sobre todo en nuestro medio, porque la gente quiere reconocimiento. Trabajo con una frase de Stanislavski que es en apariencias sencilla, Vivir el arte en uno, y no a uno en el arte. Es lo que defiendo dentro del mundo del teatro, ya sea en la escuela como en el grupo profesional. Tal vez por eso he tenido empatía con muchas personas.

Creo que ahí está la clave de lo que hago, como en los casos de Nancy y Dagoberto, dos personas inmensas, personalidades del teatro cubano; que confiaran en mí para dirigirlos, es grande.

Esa frase nadie la usa por simple, ¡pero dice tanto!, Vivir el arte en uno, y no a uno en el arte. Eso me define como persona.


Pensar la ciencia. Riesgos para un joven investigador y cómo manejarlos (V)

¿Cómo mantener una relación saludable con tu tutor?*

En este post continuamos explorando las relaciones que se establecen entre el investigador joven y el tutor. Compartimos consejos y experiencias que te ayudarán a maximizar las enseñanzas que trae consigo el trabajo con profesionales de más calibre. Como hemos visto, la función del tutor es introducirte en el círculo de académicos que sostienen la “conversación” de la ciencia en un determinado campo. Para ello, te asiste en el diseño de una estrategia formativa a corto y mediano plazo orientada al desarrollo de capacidades. ¿Qué capacidades? Pues, cualidades imprescindibles para ejercicio profesional divididas en cuatro áreas fundamentales: habilidades intelectuales, eficacia personal, organización de la investigación y, finalmente, relaciones e influencia. En próximos posts entraremos un poco más en cada una de estos sets de destrezas. Así que, ¡estate atento al Portal del Arte Joven Cubano!

Ya sé lo que piensas. No recuerdas que tutor te haya mencionado nada de esta estructura. Solo rememoras tareas, libros recomendados y revisiones sumamente críticas de tus epígrafes. O peor, poca atención, ningún seguimiento y revisiones superfluas y demoradas. Si te ves en alguno de estos extremos es por dos motivos: por un lado, tu tutor nunca te explicó tu programa de entrenamiento y, por tanto, avanzabas a ciegas; o él mismo nunca diseñó tu desarrollo y, en consecuencia, viajabas dando tumbos. Evidentemente, ninguna de las dos opciones es buena para ti.

Entonces, ¿qué es una relación saludable entre tutor-investigador joven? Pues es una mancuerna donde cada una de las partes tiene una clara conciencia acerca de su papel y, con una filosofía colaborativa, se asisten mutuamente para el logro de objetivos comunes. Como ves, la relación con tu supervisor es tan importante que no puede ser dejada al azar. Debe ser gestionada y requiere un acercamiento estratégico. En este post te doy cuatro claves para ayudarte construir un vínculo con tu supervisor de tesis que te sirva para potenciar tu crecimiento.

Recuerda que las imágenes del post, y otras muchísimas, las encontrarás en www.phdcomics.com.

Sé consciente de las expectativas que se tienen de ti

Cuando uno ingresa a un programa doctoral, también se asocia a proyectos de investigación. Estos proyectos tienen salidas concretas, plazos que cumplir y un sinfín de parámetros que miden su rendimiento. A menudo, vemos estas estructuras como algo que no tiene que ver con uno. “De eso se encargan los doctores”, decimos; porque, en efecto, se trata de sistemas de organización de la ciencia que superan con creces nuestro alcance.

No obstante, debes tener claro que, al incorporarte a estos proyectos, te conviertes en un engranaje vital de su articulación. Las tesis doctorales son uno de los indicadores más relevantes de cualquier orden académico. Por tanto, si bien al comienzo puede que te sientas alienado, en la medida que pasen los años sentirás como todos los investigadores que en un comienzo apenas reparaban en ti, de repente van a estar pendientes de tus avances, retrocesos y estancamientos.

Tu tutor es el primer interesado en tus progresos, ya que, probablemente, investigues algo que se alinea a sus intereses. Por eso, mi primer consejo es que debes tener claro cuáles son las expectativas que se tienen de ti. Solo entonces podrás traducir esas esperanzas en entregables concretos (experimentos, entrevistas, artículos publicados, eventos, softwares, archivos, lo que sea que estés construyendo), te permitirá establecer prioridades y garantizarás un adecuado nivel de satisfacción en tu entorno.

Sé diligente

Un elemento central de toda la actividad científica es el tiempo. Cuando uno piensa en la investigación, vienen a la mente resultados, títulos, conocimiento, relaciones, prácticas específicas, etc. Todas estas cosas se realizan a contrarreloj. Los plazos son condicionantes de toda la acción académica y siempre es menos del necesario para alcanzar un resultado óptimo. Por ese motivo, tu tutor te orientará ejercicios asociados a tiempos concretos. ¡Cumple tus fechas!

Este es, quizás, el indicador que más le importará a tu supervisor. Una vez que elaboraste tu programa de trabajo y tu tutor lo aprobó, ajústate a él. Sé preciso y cumple con las tareas en las fechas previstas. Ten en cuenta que (no importa cuánto trabajo tengas que hacer) tu tutor siempre tiene más cosas que atender que tú y que él invierte su energía en formarte a ti. Cumplir los plazos asegura que él no sienta que está perdiendo su tiempo contigo.

Para ser diligente debes ocuparte de dos cosas. Una: tu plan de trabajo debe ser lo más específico posible, tanto en tareas como en la duración necesaria para cumplimentarlas. Esto es algo que se hace al comienzo de la investigación y que irás adaptando a medida que avances. Traza tareas pequeñas, puntuales, sé realista en su descripción y términos. Imprímelo y tenlo al alcance de la mano.

Dos: siempre que te reúnas con tu tutor, asegúrate de enviarle varios días antes del encuentro, un informe del trabajo realizado. Es decir, si tu tarea era realizar una serie de lecturas, por ejemplo, elabora entonces un documento donde resumas los puntos de vista de los autores revisados. Así, la reunión estará claramente orientada a discutir la calidad de lo que has hecho y tu tutor se concentrará en corregir tus deficiencias y potenciar tus virtudes. Además, dado que la tesis no es más que un reporte de investigación, las notas para tus reuniones te sirven de material base para la redacción de ese mismo informe final. Doble ganancia.  

Sé proactivo

A nadie le gusta que lo molesten cada cinco minutos con preguntas acerca de qué hacer. A tu tutor, menos. Lograr la independencia como investigador debe ser un objetivo personal para ti. Eso no significa que no busques ayuda cuando tengas inconvenientes. Todo lo contrario, ser proactivo significa que eres capaz de reconocer tus problemas, tomar las decisiones adecuadas para superarlos y emprender el camino hacia su solución. Debes construir una red de colaboración que acuda a tu servicio si lo necesitas. 

Te recomiendo dos técnicas. La primera, la tomo del diseñador Ben Burns, quien dice que: «si lo que quieres saber lo puedes “googlear”, no preguntes». El acceso a la información que se tiene hoy triplica el conocimiento acumulado por la humanidad en siglos. Úsalo, explora, halla alternativas. En Internet, no solo encontrarás un millón de tutoriales y conferencias; sino que, participando en los foros existentes, podrás intercambiar con otros jóvenes que posiblemente ya se hallan enfrentado a tu mismo problema.

La segunda táctica es construir lazos con otros investigadores de tu grupo doctoral (o de maestría o licenciatura, da igual). Tus colegas serán tus principales aliados a lo largo de los años que dura el proceso de obtención de un título académico. Con ellos, no solo pasarás muchísimo tiempo, sino que compartirás problemáticas similares, algunas relacionadas con la ciencia, pero otras muchas que tienen que ver con la vida misma. En mi caso, siempre digo que lo más valioso que gané con el doctorado fue una red de amigos extraordinarios de muchas partes del mundo, gente que no dudó en ayudarme cuando lo necesité y con los que, aun hoy, continúo colaborando. 

Con la puesta en acción de estas mañas, no tendrás que recurrir a tu tutor cada dos por tres. Ser proactivo asegurará que, cuando preguntes, te prestará toda su atención porque sabe que es algo que no puedes resolver por ti mismo. De igual forma, ser independiente y hábil hará que tu tutor te tenga en alta estima.

Sé formal

He aquí un punto crítico. Debes acostumbrarte a establecer vínculos de acuerdo con las convenciones del ámbito académico. Tu supervisor no es tu familia, no es tu amigo… al menos inicialmente. La aspiración última es que, una vez que culmines el proceso de investigación, sean colegas. ¿Por qué es difícil verlo así? Pues porque la correlación entre mentor y discípulo reproduce un sistema de que ya has visto en la estructura familiar. Muchas veces el tutor es asumido como una figura paternal. Esto es un grave peligro que puede llevar a insatisfacciones profundas.

La formalidad implica un trato de respeto. A lo largo del proceso de investigación, la red de contactos de tu tutor será parcialmente transferida a ti. Esto es una ganancia extraordinaria, pues hará que entres en contacto con especialistas que solo has conocido en libros. Asume cada encuentro gestionado a través de tu tutor como si fuera una entrevista de trabajo. Ya sea haciendo entrevistas, participando en algún seminario o conferencia, o simplemente en el pasillo de la universidad, estos académicos (que no te conocen) te asocian inmediatamente a la figura de tu supervisor. Conducirte siguiendo las normas adecuadas garantiza además que tu tutor no dudará en recomendarte a otros colegas.

La investigación científica es un ejercicio muy difícil. Requiere un largo proceso de acumulación de conocimientos y habilidades. Tu tutor provee una ayuda invaluable en el cultivo y control de esta evolución. Las cuatro pautas mencionadas arriba deben ser principios rectores de tu comportamiento en el espacio académico, porque harán que los obstáculos y dificultades que surjan se concentren en ámbitos identificables e incidirás en que tu tutor tenga siempre la mejor disposición para asistirte a superarlos. Cimenta tu futuro, haz tu parte.

 

 

*El autor es profesor del Dpto. Historia del Arte, Universidad de Oriente

carloslloga88@gmail.com


Hablando con Gato… ¡perdón!, con Irán

Sí, dibujaba mucho cuando niño; pero las suyas eran composiciones diferentes porque incluía sets donde estaban cámaras filmando una escena de Parque Jurásico o de Tiburón. En esa etapa, a Irán Hernández Castillo lo apasionaba la historieta y la animación, mas su interés pareció cambiar una vez que ingresó en la Universidad de las Artes de La Habana para estudiar Dirección. El corto Molotov (2013) —con el que obtuvo Premio especial de la Escuela Internacional de Cine y TV, y Premio Caracol de la Uneac— es irreverente, como lo es hoy su historieta Hablando con Gato. Y volvemos al comienzo: el dibujo.

¿Influyeron las historietas en tus estudios profesionales?

Leía todo el cómic que podía conseguir, tanto los nacionales como extranjeros, ya fueran de Mickey Mouse, Spiderman, Mortadelo y Filemón o Elpidio Valdés. Fue bien temprano, en mi infancia, cuando descubrí que me podía dedicar profesionalmente a las artes visuales.

Tenía la influencia de mi papá, que es artista de la plástica, así que la referencia era muy cercana. Luego se abrieron varios caminos y tuve la posibilidad de tomar mi propia decisión. Después de San Alejandro, donde me gradué en la especialidad de Arte Digital, entré en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), pues ya en ese punto sabía que me gustaba contar historias y se me daba bien.

Son tuyos los cortos Voluntad, Carne, El mar cambia, Un huevo de elefante, Molotov y Nosotros, la banda. ¿Por qué desde 2015 no has vuelto a dirigir?

En breve voy a dirigir un telefilme. Es un guion en el que estoy trabajando desde 2017, destinado a jóvenes y adolescentes. Estuve una temporada actuando en teatro para aprender a dirigir actores, pues la preparación de la FAMCA no me era suficiente y no quería volver a enfrentarme a la dirección de ficción sin saber comunicarme con los actores. Trabajé en tres obras, eso incluye trabajos de mesa, procesos de ensayos, intercambio con profesionales de mucha más experiencia que yo; tengo nuevas herramientas que deseo poner en práctica.

Página de Feedback

Antes de Hablando con Gato hiciste Feedback. ¿Qué sucedió que apenas se conoce?

Si tenemos en cuenta lo que se tiende a publicar por las editoriales, entonces Feedback es en extremo subversiva, pues hay violencia, sexo y drogas. Este proyecto de cómic tiene como protagonistas a jóvenes friquis de un universo delirante que conviven con animales antropomórficos, seres de otras dimensiones, extraterrestres; todo en tono de sátira, parodia y humor extravagante. Nada que me permitieran publicar las editoriales nacionales… y lo intenté. También busqué vías para publicarlo de manera independiente, pero entonces el acceso a Internet en Cuba era más difícil que ahora. 

De Feedback tengo montañas de bocetos entre diseño de personajes, búsqueda de expresiones faciales, diseño de utilería, pruebas de color, story boards de la historia completa, versiones del guion (versión seriada, versión de un solo libro); además de que llegué a terminar casi una veintena de páginas. Todo eso está engavetado.

Hablando con Gato es muy seguido en Facebook y también se puede encontrar en Instagram. ¿No retomas allí Feedback porque te has acomodado con el felino?

Desde los primeros cómics de Hablando con Gato supe que iba a funcionar, llámale corazonada si quieres, para tener un término en común. Aunque no me imaginé la respuesta de las personas que siguen el cómic, ni las posibilidades que a cada rato descubro tiene esa obra. Lo que estoy haciendo es sacar provecho a ese personaje que llegó de manera espontánea, sin forzarlo y desarrollar todas sus posibilidades, enfocarme en ese Gato y todo lo que puede ofrecer. Intento fluir con los hechos, no forzar nada. No es comodidad, es ser práctico. Ya Feedback tendrá su oportunidad. Pero todo en el momento justo.

¿Los editores de historietas en Cuba salen a buscar las obras o deben llevárselas los autores en bandeja?

Me han contactado cuatro editores para incluir al felino en varios proyectos. Por otro lado, he incursionado en el periodismo en cómic; la propuesta vino del editor Rafael Grillo, de El Caimán Barbudo. También he recibido propuestas de publicaciones independientes como la revista AMPM, donde hice un cómic sobre un breve pasaje de la vida de Benny Moré. Al parecer la Editorial Oriente va a imprimir este año Hablando con Gato. He recibido propuestas de editores como mismo he ido yo a tocar sus puertas porque creo que como profesional debes saber venderte.


Un festival de pueblo

                                                   I

CARTEL DE PROMOCIÓN DEL FESTIVAL DE TEATRO AFICIONADO. FOTO: CORTESÍA DEL COMITÉ ORGANIZADOR.

Regreso a la cuna que me vio nacer, como dice la popular canción, al municipio de Fomento donde es tradición, desde hace poco más de tres décadas, la realización del Festival Nacional de Teatro Aficionado «Olga Alonso». En esta fiesta teatral que implica a grupos de todo el país, y en últimas ediciones también a grupos extranjeros, con la habitual complicidad del avezado público local, pues fui primero un simple espectador, luego, con el tiempo desarrollé mis primeras inquietudes como director y presenté en varios encuentros mis puestas en escena. Hoy, mi participación allí cobra otra dimensión, en este caso como metodólogo de teatro del Consejo Nacional de Casas de Cultura, mas, nunca he dejado de asistir a la cita.

Con esta primicia he intentado mirar con ojo indagador la edición XXXI correspondiente a este 2020, celebrado entre durante el mes de marzo, donde, quiero comenzar aplaudiendo que el programa se realzó con la inclusión de las esperadas presentaciones de las puestas en escena, tanto de la muestra nacional como la internacional; así como de talleres y actividades colaterales que complementaron y prestigiaron la cita.

El festival se mostró diverso, dinámico e intenso. Entre las novedades de la programación se puede resaltar la creación de un nuevo espacio para la presentación de performances, y para la ocasión nos visitó, por la parte cubana, el proyecto de David Valera con una intervención titulada Ese tipo humano, engañosamente civilizado; mientras que, por la parte extrajera, tuvimos la oportunidad de presenciar Observaciones, de la compañía alemana Uniater/Fritzaho. Ello evidencia que los artistas aficionados también se mueven en la búsqueda de nuevos horizontes creativos, y la exploración de nuevas tendencias y prácticas escénicas.

II

El festival recibió a 12 grupos de nueve provincias del país, ocho en calidad de competencia y cuatro de invitados. Nueve grupos extranjeros de cinco países llegaron hasta el enclavado municipio ubicado en el centro de Cuba: Portugal, Alemania, Italia, México y Colombia. Y, además, recibimos a Cheikn Okbaoui, el representante de la UNESCO en Argelia. Celebro que el festival recibiera una muestra extranjera amplia y de calidad, grupos que pertenecen a la Asociación Internacional de Teatro Amateur AITA, lo cual evidencia un interés puntual de los miembros por la parte cubana de que nuestros creadores dialoguen con otras experiencias.

La compañía Xutil Teatro Circo de México, que dirige Yalú Déciga, con el espectáculo Las aventuras de Trapeador y Cotonete, fue una de las propuestas que sobresalió, poniendo a dos actores que interpretan a Cotonete y Trapeador, personajes creados para representar las más diversas formas de andar e interactuar en la calle con los espectadores: protagonistas de un arte que incorpora, además, técnicas del clown, circo. Tuve la oportunidad de verlos en Bejucal unos meses antes, en la jornada de teatro Blanca Becerra, y confieso que encontrarme de nuevo con ellos fue una dicha.

APERTURA DEL FESTIVAL. FOTO: ALEJANDRO MENÉNDEZ

Por su parte, en la muestra cubana imperó el teatro de sala, no hubo esta vez grupos de teatro de calle, y solo uno fue de teatro de títeres. Uno de los montajes que más conmovió fue Terapia del sumidero, del grupo Teatro del Retorno, de San Antonio de los Baños, ante el cual, como mencioné antes, el «avezado espectador foméntense» pudo disfrutar de un teatro experimental, y con una concepción diferente a lo que habitualmente se ha presentado en el festival. Desde un espacio alternativo en el patio del museo, reutilizado como escenario, emerge la reflexión de la propia obra, un ritual interpretado por dos actores con máscaras de pico de ave —parecida a las que usaron los médicos especialistas para tratar a aquellos que padecían de la peste—, el río Ariguanabo —que nace y muere en el territorio del municipio—, así como la relación del hombre con la naturaleza. Estos son los pretextos espaciales que escoge Alexander Diego Gil para la representación, un ritual que parecía que nos estuviera advirtiendo sobre lo que días después llegó a la isla: una pandemia que aun el hombre no ha podido detener. No es casual que el grupo recibiera el Premio de Mejor Diseño Escenográfico, por la exquisitez de su concepción.

BK2. FOTO: ALAIN MIRA.

Solo dos monólogos comparecieron en el festival. De la provincia de Las Tunas llegó el grupo La Corniza con el archiconocido argumento de Emelina Cundeamor, del importante dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa, e interpretado por Beatriz Sabrina Ricardo. Con este texto, Hernández Espinosa, dramatiza una problemática identitaria sobre inacabados procesos coloniales racistas, aún vigentes en muchos microsectores de nuestra sociedad. La joven actriz logra mostrar a una mulata que expone entre comentarios sarcásticos, con un humor certero: el desmoronamiento de su matrimonio. Su director, Miguel Ángel Amado, supo guiar a la actriz en una concepción que resultó concentrarse en el trabajo del actor, y para ello utilizó solamente una mesa, una silla, una peluca y otros objetos muy elementales con los cuales logra concentrar la acción, y que permiten vislumbrar la confluencia social del personaje; de ahí que la actriz obtuviera el Premio a la Mejor Actuación Femenina.

BK2 es el título del otro monólogo que estuvo en competencia, a cargo del grupo habanero Té−Atro, escrito y dirigido por Elio Fidel López Vela, quien supo hallar, antes que todo, la verdad de un personaje en su accionar a partir del mismo verbo, y que el actor Iván Collazo Garcés asumió con una madurez impecable. El texto muestra a un joven estudiante que para ganar dinero trabaja de transformista en un bar nocturno, el personaje establece un diálogo con la realidad de muchos jóvenes en el presente. El dormitorio de una beca es el espacio que ha escogido el director para desarrollar la acción. Iván Collazo logra con intensidad ciertas atmósferas para representar el universo del personaje a partir de las emociones que va desencadenando, cada recurso que encontró para su interpretación lo hicieron ganador del Premio a la Mejor Actuación Masculina

Cenital Teatro, grupo del municipio sede, presentó Pasaporte, una obra de Yunior García, texto que ha sido representado por varios grupos en el movimiento de artistas aficionados, pero, que, esta vez, el director Génder Hernández realizó un montaje sencillo, sin perder la estructura de la obra. El director logra una armonía en la escena que construye, básicamente, desde la concepción del espacio y los elementos que lo conforman, pues la escenografía tiene un impecable acabado constructivo que supo adaptar de manera funcional para cada una de las escenas.

En sentido general se aprecia un montaje en el que cada actor domina un registro de caracterización que atrapa al espectador y lo identifica, y ahí radica su principal arma. Merecido fue, entonces, que el jurado decidiera otorgarle el Premio a la Mejor Puesta en Escena.

III

Fue una idea loable que la crítica especializada estuviera por segunda vez en el evento. El prestigioso crítico e investigador teatral Jaime Gómez Triana, invitado especial a esta edición, opinó a propósito: «Creo que los más relevante definitivamente es el público del evento. La cercanía que todo el pueblo tiene al teatro. El festival tiene una gran relevancia en términos de lo que hace para la comunidad en particular. El pueblo también lo espera, lo desea y contribuye a su éxito». Gómez Triana realizó un taller de crítica, que constituyó un espacio idóneo para la superación técnica de los directores, actores, instructores y metodólogos que asistieron al certamen. Otro taller que se efectuó y que los participantes agradecieron fue «Ejercicios escriturales para mundos mínimos», impartido por la maestra Blanca Felipe Rivero.

ENTREVISTA. FOTO: ALEJANDRO MENÉNDEZ.

El evento continúa la tradición de programar presentaciones a las comunidades, barrios y escuelas del municipio. El Juglar del Cisne presentó la obra de títeres Beatriz y los Papas Malvas en la comunidad de Jíquima, donde los niños y toda la familia pudo disfrutar de esta agrupación de Pinar del Río, por los resultados y el amplio repertorio que han venido desarrollando en la modalidad de teatro de títeres, este grupo es ya un referente importante en el país.

Positivo fue invitar de nuevo a la Compañía Teatral La Andariega, de la provincia de Camagüey, de una marcada participación en la historia de este encuentro anual. En esta ocasión presentó Cuentos de Palacio, con una gran aceptación por parte el público. Resulta válido destacar las actuaciones de niños que hacen teatro con una verdad y calidad artística en la escena.  

TALLER DE LA CRÍTICA. FOTO: ALEJANDRO MENÉNDEZ

Para esta edición en especial se creó una comisión curatorial que realizó una audición a los grupos por las provincias del país para seleccionar la muestra nacional. Y es que realizar un evento de esta magnitud requiere del esfuerzo y la dedicación de los organizadores que, en cada proceso, antes y durante el festival, deben mantener el diálogo cómplice, para poder continuar realizando mejores ediciones.

Me gustaría terminar invitando a una reflexión, y es que un festival de tanta significación para el movimiento de artistas aficionados del país, y con tan honda marca identitaria en los pobladores de Fomento, amerita que se pueda construir una sala de teatro en la Casa de Cultura con recursos técnicos mínimos, como equipos de luces y de audio. Ello facilitaría poder invitar grupos de la vanguardia artística que han mostrado su interés por participar del evento, pero se han visto limitados, precisamente, por estas cuestiones técnicas. Grupos y espectáculos que, sin dudas, prestigiarían nuestro Festival Nacional de Teatro «Olga Alonso».


Giselle Lucía Navarro: «La palabra es una piedra que rebota dentro de mi cabeza»

Ella es una buena sinker. Agarrarla te da la sensación de tres costuras: bella, sencilla, educada. A partir de esos elementos cualquiera se iría con esa bola, como diríamos en buen cubano. O sea, creería que sus logros en tan corta carrera literaria podrían ser asunto oscuro y no profesional. Entendible si se tiene en cuenta que la predisposición podría surgir desde el amiguismo que nos desborda, los favores que algunos están siempre dispuestos a hacer a cualquier sinker que acude a los eventos, reuniones, editoriales, o viajecitos a provincia.

Perdonable también cuando muchos no son capaces de conservar en la memoria muchísimas obras de nuestros más destacados jóvenes escritores en los últimos años. Alzheimer del que escasísimos lectores escapan. Giselle Lucía es su nombre, Navarro el primer apellido y basta por ahora. Aquí no mancillaremos el talento de un artista citando los premios obtenidos, para más información: Google. Aquí, echaremos un vistazo a esta nueva creadora que nos aborda la nave deprimida. Nos llega con lenguaje directo, profundo, sin demasiados adornos para tapar el vacío como suelen hacer algunos seudointelectuales y no tan seudos, para obtener un ratito bajo la luz mortecina de una vieja farola.

Giselle Lucía es el “viento fresco luego de un verano tan largo”, como diría el trovador, es la voz que puede conectar con esos lectores dispersos, ausentes en muchos casos de nuestros más recientes artistas por el bodrio abanderado y el discurso no sincero, sino más bien oportunista y anhelante del concurso que sume una fotito en Facebook, un adulador, un rápido paso al olvido.     

¿Qué motivos o hechos determinaron el comienzo de tu carrera literaria?

Mi vida iba a estar vinculada a las letras, eso era algo inevitable. La mujer que vive dentro de mí no entiende el mundo sin la poesía. Para mí, más que un poema, es una forma de apreciar la vida, una especie de sensibilidad. La palabra es una piedra que rebota dentro de mi cabeza, no puedo evitarlo. Debo escupirla en el papel porque de lo contrario puede asfixiarme. Esa necesidad me hizo escribir.

De niña pasaba mucho tiempo en casa, escribía e ilustraba, encuadernaba mis esbozos en forma de folletos, con mucho cuidado. Nunca imaginé estudiar diseño, ahora los miro y me critico, sonrío. Durante mi infancia y adolescencia estudié danza y, entre ensayos, entrenamientos y los deberes de la escuela, no tenía tiempo para nada más. Cuando decidí que no me dedicaría a bailar sentí un gran vacío. Ahí llegó la literatura y lo inundó todo. Un día, por azar, abrí la revista Muchacha y leí un artículo sobre un taller literario, averigüé la dirección y fui. Así comencé en el grupo Silvestre de Balboa que dirigía Rafael Orta Amaro. El tiempo pasó y hoy soy quien conduce el taller. Las tertulias, los concursos, recitales, antologías y las horas de poco sueño escribiendo sin parar, todo vino tan rápido que creo que siempre estuvo ahí. La vida escribe recto sobre líneas torcidas, pero invariablemente con firmeza.

Háblame de Rafael Orta.

Las palabras no alcanzan para nombrarlo. Todo árbol crece porque alguien supo cuidar bien de la semilla. Es cierto que escribo desde niña, que gracias a mi abuela los libros se volvieron terrenos fértiles para mi curiosidad. Podríamos decir que algún tipo de talento para la palabra traje al nacer, pero lo cierto es que el día en que hablé por primera vez con este hombre y me dijo “adelante”, invitando a pasar a su taller literario, y luego, con el tiempo, repitió “confío en ti”, fue que nació la escritora.

A este hombre le debo haber forjado mi voluntad, mi confianza, mi oficio por las letras. Siempre que estoy delante de mis alumnos y comienza una clase me acuerdo de él. Llevo siete años sentada en su silla, en la misma mesa donde me sentaba de alumna. Es una mezcla de nostalgia y certeza. Creo que le he cumplido. Los maestros enseñan también al partir, porque de algún modo nunca se van.

Hay poetas que intentan decir algo en cada obra, otros, que el lector asuma el significado que más le convenga o sea capaz de entender. ¿En cuál de las dos situaciones te sientes más cómoda?

Escribo para el ser humano, apunto a su corazón. Deseo que mis poemas lleguen a su corazón y no solo a su cabeza. Los poemas que llegan a tu corazón son los que te cambian la vida. Para mí la poesía no es un entretenimiento, es algo muy serio, como una misión. Cada cual la asume a su forma. Esta es la forma en la que yo la percibo, por ello no voy disfrazar la palabra, ni inventarme un lenguaje rebuscado, ni llenar mis poemas de referencias de obras y autores solo para denotar mis horas de lectura o mi acervo cultural. Elijo la sencillez. La sinceridad y la pureza de las cosas, eso es lo que quiero transmitirles.

Federico García Lorca escribió: “Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.” Si tuvieras que definirla, cuál sería tu expresión antológica.

Para mí la poesía es una necesidad espiritual, un contrapeso que me permite mantener el equilibrio entre las bellezas y crudezas de la vida.

Ganas el David 2019 en poesía. Obtienes el diploma, el cheque, las felicitaciones, abrazos. La promesa de un libro en la próxima feria. Los aduladores de un lado, los amigos del otro; los que buscan lo extraliterario, los que le vale un centavo el premio y sus arrabales. Llegas a casa, al fin sola, acostada; la noche es pura más allá de la ventana, ¿qué pensamientos te abordaron?

En lo único que pienso cuando recibo un premio y regreso a casa es en el próximo libro que escribiré, mi próximo proyecto, sea de literatura o diseño, un videoarte, una colaboración. Más que nada me provoca creatividad. El premio que recibes por una obra te da solo la gratificación de que esta culminó bien. Sientes una gran felicidad, no puedo negarlo, pero es solo eso. En realidad, el cuadro que cuelgas en la pared podría ser un sello de garantía de que tus horas sin dormir no fueron en vano. Para mí la garantía está siempre en los ojos y el corazón del lector.

No cazo los premios. Tampoco soporto que estos se conviertan en tus apellidos. Hay una diferencia entre el escritor y el libro. El libro es el vencedor. El escritor solo es el intermediario, aunque termine cargando las glorias y culpas merecidas e inmerecidas, aunque el libro haya brotado de él. Una obra premiada es siempre un punto cuestionable, y el libro puede convertirse en el epicentro de muchas polémicas, y eso es muy bueno, genera movimiento, te indica que hay un contexto vivo alrededor. A quién le gustaría sembrar flores en un terreno baldío. Las críticas son necesarias, ayudan a que las raíces del árbol, en este caso del libro, se asienten con más fuerza.

En cualquier caso, creo que un escritor debe disfrutar profundamente el proceso creativo y aprender que los premios son simplemente eso, trozos de papel colgados en la pared, quizás el recuerdo de un momento en el que fuiste muy feliz o la certeza de un sueño medianamente cumplido. El verdadero premio es tener la sensibilidad para crear un poema, por muy humilde que este sea. El escritor joven, también el adulto, no debe permitir que los premios o reconocimientos lleguen a tocar su ego. Allí donde el ego empieza a transformarse la creación comienza a padecer.

Cuéntame un poquito sobre el dolor de parto con Criogenia.

Este libro es una parte de mi cuerpo. Escribí Criogenia con 23 años. No puedo hablarte mucho del proceso creativo en sí porque realmente brotó tan velozmente que todavía estoy sorprendida.

Estaba terminando mi tesis en el Instituto Superior de Diseño. Recuerdo que ya no soportaba estar sin escribir, completamente dedicada a temas prácticos relacionados con mi investigación de pregrado. Fue un período difícil para mí. Fuertes experiencias, fuertes golpes habían sacudido anteriormente mi vida. Me sentía exactamente así: una mujer congelada, cuyo cerebro no podía detenerse. Ese es Criogenia. Un libro con forma de mujer y poemas con forma de órganos. Es importante en mi vida no por el Premio David, sino por todo lo que encierran los poemas, todo lo que me susurra. Criogenia fue un parto necesario, milagroso. Yo necesitaba nacer en ese parto. La mujer que llevaba dentro, por algún tiempo dormida, necesitaba despertar.

El autobombo tiene defensores y detractores. Hay quienes creen que responde a la falta de un eficiente sistema promocional, cómo lo ves, siendo una autora contemporánea ligada en gran medida a las redes sociales.

Las redes sociales son como una ventana permanentemente abierta a la que te puedes asomar en cualquier momento y gritar cualquier cosa. Siempre habrá personas que reaccionen positiva o negativamente a lo que publicas. Te confieso que llevo poco tiempo en las redes, hace más o menos año y medio de mi primera publicación en Facebook o Instagram. No publico imágenes de mi vida privada, utilizo las ventajas que tiene para publicitar espacios culturales en los que participo y compartir contenido de interés asociado a la escritura.

Es cierto que, en gran medida, cuando un artista publica su obra y habla de su trabajo pareciese que se está fomentando el narcisismo, dado que es un discurso en primera persona, el escritor es quien elige el contenido a publicar, y, por lo general, siempre se muestra con una cara agradable y perfecta, también es cierto que es así cómo funciona en el mundo del marketing y la publicidad. Creo que cada artista debe ser promotor de su propia obra, nadie mejor que él para darle el verdadero sentido que lleva y evitar que se distorsione con intereses de terceros.

El libro es un producto, con otras connotaciones simbólicas, pero como producto al fin está encaminado a insertarse en un determinado mercado, en llegar a un usuario, a un lector. Por lo general cuando hay un sistema de promoción este siempre va a mover los hilos para que el contenido responda a sus intereses. Cuando una empresa o institución publicita a un autor o un libro a veces la información se transforma. Cuando el artista es el que promueve su obra esta llega limpia al público y el propio acto de promoción podría convertirse en otra obra.

Un libro necesita publicidad. Los hábitos de la lectura y el “arte inteligente” también necesitan difusión, sobre todo en un contexto como el actual, donde el flujo de información es tan diverso y rápido, a veces agresivo. En momentos en los que los hábitos de lectura se adaptan constantemente a las nuevas plataformas, los artistas deben adueñarse también de esa circunstancia. Mientras los intelectuales sigan creyendo que tal cosa no es necesaria, estarán en desventaja. El mundo del siglo XXI es visual. Y hay que darle imagen a eso que queremos comunicar. La diferencia está en la forma en la que te acercas al lector.

El lector de estos tiempos quiere no solo leer el libro, sino conocer al autor, intercambiar con él, comunicarse con él. Y las redes te permiten establecer este intercambio, de una forma rápida, ofreciéndote la posibilidad de publicar texto, imagen, video, audios, de transmitir en vivo, desde un rincón del mundo hasta todas partes del planeta. También existen muchos puntos de vistas negativos, pero creo que debemos valernos de las herramientas que nos favorecen y explotarlas a nuestro favor, haciendo un buen uso de estas.

Por supuesto, el autor debe planificar cuidadosamente la publicidad que le dará a su libro y a su obra. Todo requiere de cierta mesura, aunque sea en redes sociales donde pareciese que cualquier cosa vale. Un comentario sin base o con prejuicio puede arruinar tu imagen ante los ojos de quien te lee, de una forma instantánea. También debe fomentarse el respeto hacia la obra ajena. Un escritor debe respetar la obra de otro escritor, aunque no le agrade. El respeto es algo necesario.

Las redes sociales constituyen una forma de sociedad virtual. Cuando entras en ellas solo debes ser tú mismo. Ser coherente con tu personalidad por cualquier medio por el que te comuniques.

Relajémonos: película, canción y libro favoritos.

Es difícil. Estas preguntas nunca me relajan, porque me cuesta decidirme por una u otra. Una película que me ha marcado muchísimo es “La vita é bella”, de Roberto Benigni, me gusta mucho el cine italiano, pienso en Fellini. También en las películas de Charles Chaplin.

En cuanto a la música, decir que es fundamental en mi vida. Amo el sonido tanto como la palabra y el color. Me conmueve profundamente la música de Mozart, Beethoven, Bach, el romanticismo, la ópera italiana, el impresionismo, el jazz, el flamenco, la música árabe y la música clásica indostaní.

Entre los autores que me han marcado podría mencionarte a Nazim Hikmet, John Robinson Jeffers, Franz Kafka, Walt Whitman, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Miguel Hernández, Mahmud Darwish, José Martí, Eliseo Diego, Alejandra Pizarnik, Jorge Luis Borges, Juana Borrero, Rubén Martínez Villena, Jesús Orta Ruiz y Luis Rogelio Nogueras…, aunque hay muchos otros. Libros favoritos no tengo. Siempre estudio la obra en conjunto con la vida del autor. Es precisamente esa la combinación que me atrapa.

¿Qué libros tuyos encontraremos sobre el anaquel en un futuro cercano?

Próximamente verán a la luz algunos libros que espero con ansias. Hijos que necesitan salir del cascarón editorial. Es el caso del poemario El circo de los asombros, la novela ¿Qué nombre tiene tu casa? y Criogenia. Hay otros libros en la pista de vuelo, pero el proceso editorial lleva su tiempo y prefiero no hablar todavía de ellos para no malograr su nacimiento.

De tener una carrera larga y exitosa, qué epitafio te gustaría en la tumba.

Ninguno. Creo que no existen palabras para nombrar con exactitud la vida de una mujer. Tampoco creo que me acostumbre a la idea de descansar en un hueco. No me gustan las tumbas. El cuerpo es transformación y el espíritu es libertad. Ambos no pueden sujetarse a una fosa. Además, andaré durante mucho tiempo por este mundo. Es probable que antes desaparezca la idea de los epitafios. 

Contrapeso es un libro materializado, una realidad que nos invita a visitar tu desnudez, por otra parte, Criogenia es una promesa editorial con grandes posibilidades de estar en la próxima Feria Internacional del Libro, qué puntos diferenciales existen entre ambos textos.

Contrapeso es una selección de poemas, la unión de partes dispersas, podría ser la carta de presentación de una autora joven. En él hay textos de dos libros. Por otro lado, Criogenia es un libro completo, una unidad, mucho más extenso, donde cada poema está hilvanado cuidadosamente, y debe leerse en su totalidad para entender bien el sentido de la propuesta.

Selección poética de la escritora cubana Giselle Lucía Navarro

Agradezco inmensamente la disposición de Colección Sur por publicar una representación de la obra de las últimas tres autoras en ganar el Premio David. Este pequeño cuaderno, Contrapeso, que forma parte de la colección Narciso es también el reflejo del esfuerzo y de la voluntad. Agradecer, siempre agradecer, porque es en el agradecimiento donde el ser humano realmente se conoce a sí mismo, se libera de cargas y vacíos. Agradecer las palabras del prólogo a Basilia Papastamatiu, siempre se aprende a su lado, es una mujer que admiro y quiero muchísimo. También la nota de contracubierta de Edel Morales, otro amigo entrañable. Y es necesario señalar que sin la persistencia de Alex Pausides y Karel Leyva, así como Elisa Vera y Onelia Silva en el diseño, Carlos, Katy y Marlene, en el resto de las coordinaciones editoriales, estos libros nunca hubiesen salido a tiempo para presentarse en la Feria Internacional del Libro de La Habana.

Hay muchos libros parecidos en nuestra literatura de principios de siglo, escritores con el mismo discurso, los mismos intereses. Amables casi siempre, solidarios, suelen abrazarse los unos a los otros en tan solo el primer encuentro, pareciera no haber puntos encontrados. Les gusta el té, el vino, la música elitista y pasan el “Onelio”. Leen a los mismos escritores, y rara vez señalan zonas negativas en el libro de otro autor cuando ejercen la crítica. ¿Crees que hay estereotipos que deben apartar las nuevas generaciones, o te importa un rábano y te resbalas por el borde del camino?

Odio la idea de los estereotipos, las etiquetas y los grupos. No hay nada más aburrido que un grupo. Creo que eso resulta cómodo para analizar el fenómeno sociocultural, pero siempre está alejado de la realidad. La unidad del grupo debe radicar precisamente en su diversidad.

Los grupos procrean fronteras y elitismos, mientras buscan la unidad y la legitimación generan una serie de conflictos innecesarios. Al ser humano le hacen daño los grupos, pero pareciese que aún no se da cuenta de ello. La competencia por pertenecer a un gremio u otro va mutilando un montón de cosas bellas en su interior. Muchos de los conflictos que existen en el mundo son precisamente porque el hombre lucha constantemente por ser legitimado, para ser parte de un determinado grupo.

En el arte no debería existir eso. Nadie tiene las mismas vivencias, por tanto, los discursos nunca son iguales. Así como no hay dos personas iguales no existirán dos voces iguales en la poesía. Aunque seamos seres sociales debemos conservar siempre nuestra identidad, nuestra individualidad, pero sobre la base del respeto y la tolerancia que nos permite convivir en armonía.

El ser humano es un templo, en cuerpo y alma. La expresión de un artista hacia el mundo debe ser una necesidad, no la reproducción de un modelo social o una moda editorial. El artista debe ser coherente con su obra. La obra debe ser coherente con la persona. Cuando escribo o diseño no pienso en estilos, tendencias o contextos, miro a mi interior. Lo único que busco es la sinceridad conmigo misma, ser yo en todo momento, una muchacha que busca conservar la pureza de ese instinto que la persigue.

Cuatro poemas de Giselle Lucía Navarro