La necesidad de salvar lo inmediato

La colección Pinos Nuevos se engalana nuevamente con la publicación del cuaderno Bon Apéttit (Ed. Letras Cubanas, 2014), propuesta de la joven poetisa Dalila León Meneses (Sancti Espíritus, 1980). Este poemario asume el reto de constituir un examen sobre la urdimbre cotidiana en que se inserta el hombre, acerca de esas conmociones y estados anímicos que vienen a ser consecuencia de su constante bregar, del empeño de descubrir(se) y salvaguardar lo esencial.

Foto Portada Bon ApettitEstos textos me llegan como instantáneas, imágenes en donde la autora ha logrado atrapar momentos, vivencias, sentimientos, quizás con la intención de perdurarlos y ofrecerlos luego, para dejarnos ese gusto que nos llega cuando saboreamos la buena poesía. Intento, pues, una aproximación a esta autora en la complicidad de una entrevista, motivado por la necesidad de develar al ser humano, a la mujer que se halla detrás de este libro y que, de manera afable, me ha concedido su tiempo en aras de prolongar y compartir un poco más el menú, la degustación de sus ardides y propuestas escriturales.

Luego de varias menciones en concursos nacionales de poesía como David (2011), Raúl Ferrer (2012), Francisco Mir Mulet (2013), Calendario (2014) y Hermanos Loynaz (2014), ¿qué representa para ti, como autora, haber obtenido el Premio Pinos Nuevos (2013), uno de los galardones literarios para escritores jóvenes más importantes de la isla? ¿Qué valor, qué peso tiene este cuaderno en tu faena escritural?

No hace mucho que asumí y enfrenté la creación de mi poesía, respeto tanto la palabra, que no confiaba en mis versos. Siempre me refugié en la lectura, tuve la suerte de encontrar amigos que me recomendaron excelentes autores, despertando así mi interés por la creación. Nada, que empecé a fantasear con escribir como ellos. Sólo en el 2010 —con 30 años— me aventuré a presentar mi primer libro al Premio David y nunca imaginé que fuera a obtener mención, no lo podía creer, esa mención me impulsó a seguir intentándolo. Cada reconocimiento o premio alcanzado lo agradezco por igual y, aunque no escribo esperándolos, es un estímulo a mi compromiso con la creación. Como poeta y amante de la poesía cubana me siento orgullosa de haber obtenido el Premio Pinos Nuevos, pues, como bien dices, Milho, es uno de los galardones literarios más reconocidos de la isla para escritores noveles. Poetas que leo y valoro han impulsado su quehacer literario con la publicación de su obra ganadora en esa colección, confío que me suceda lo mismo con Bon Apéttit, libro que aprecio por ser el primero que físicamente escapó de mis manos hacia el mundo.

Encuentro entre las páginas de Bon Apéttit una mirada profunda, quizás un intento de comprender la realidad circundante, esos estados emocionales que devienen resultado de la interacción sujeto/medio, pero, ¿cuánto hay de Dalila León en este poemario? ¿Por qué utilizar la poesía como instrumento/plataforma para desentrañar el universo adyacente y adoptar una posición frente a él?

Mi poesía es como yo, sincera, coloquial e inquisitiva. Todo lo que experimento, desconozco o sospecho se refleja en ella. Las dos, siempre buscamos las mismas respuestas. Todos los sucesos que me rodean los advierto desde la poesía,aún no sé si la escogí o ella se aferró a mí. Realmente, desde niña prefería leer narrativa, quizás por ello a mis versos algunos lo catalogan de minicuentos o algo así, pero, al final, el poema es lo que nace, lo que me queda, real, conciso; casi siempre en primera persona, pues mi sujeto lírico surge de mi propia voz, confesando memorias, temores o anhelos, en fin, mi obra existe en mí y yo en ella.

Los sentidos del hombre —dígase olfato, visión, tacto, oído, gusto— le han servido como medio eficaz para interpretar y comprender el mundo, para descubrirse a sí mismo. En el caso particular de tu cuaderno, ¿por qué utilizas específicamente el paladar como metáfora cardinal, como una aproximación —tal vez enlace— al contexto inmediato?

Creo que el lenguaje de la poesía debe ser sensitivo y sensible al mundo que le rodea, si no fuera así, no advertiría sus motivos, su existencia. En Bon Apéttit cada sección va conformando una especie de menú de la vida, personificando el apetito que nos caracteriza como seres inconformes. En cada poema intento saborear la ternura, el instinto, la pérdida, el miedo, el dolor de reconocerme en ellos, como hija, nieta, amante o amiga. Es un libro que dedico a la familia cubana, sin temor a enfrentarme al sabor agridulce que dejan algunas referencias de la vida común. Lo escribí lentamente, mes tras mes fueron naciendo los versos, hasta completar el menú completo, hasta lograr chuparme los dedos, solo para reafirmar que nunca saciaré el deseo de señalar, de probar su ingrediente principal: el mundo que descubro día a día al abrir los ojos, cada mañana.

Advierto en los textos de este libro un lenguaje claro, sencillo (que no facilista, vano) que se distancia de esos ornatos que vienen acompañando la poética joven en nuestro país como son la retórica, la expresión críptica, y que otorgan a los mismos elegancia, intención, autenticidad. Sin embargo, desde tu condición de autora, ¿qué de nuevo, de diferente, trae Bon Apéttit al movimiento literario del país? ¿Cómo logras encontrar una voz lírica, un sello personal que te distinga del resto de los autores?

Wislawa Szymborska en su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura aseguró que […] los poetas siempre tendrán mucho por hacer. Creo que mientras la vida continúe surgirán nuevas formas, nuevas voces, y cada una encontrará o no su modo de comunicar, de llegar al lector. Yo, me refugio en la necesidad de salvar lo inmediato, de registrar inquietudes, experiencias, con mi propia voz. Siempre me sorprenderá la vida que a veces pasa inadvertida, la sencillez de algunas palabras que la liberan, la superan, siempre he deseado atrapar sus destellos. Un amigo cercano asegura que quizás termine como Li Po, intentando abrazar el reflejo de la luna en el agua.

¿Consideras que la crítica y la labor publicitaria —aunque para muchos, escasas o inexistentes— han realizado un rol de peso o al menos básico en cuanto a empuje y/o promoción de tu obra? ¿Cómo valoras, en nuestro país, el estado de estos dos ejercicios tan necesarios para la literatura y la obra de cualquier autor?

En mi caso y con Bon Apéttit, la crítica y la publicidad fueron buenas, a pesar de ser una autora de provincia y para nada conocida, varios espacios de crítica y promoción como El Tintero, La Letra del Escriba, La Jiribilla; periódicos nacionales y provinciales como el Granma o el Escambray publicaron reseñas del libro, quizás por ser un libro de la Colección Pinos Nuevos, no lo sé. Creo que la crítica y la promoción deben partir del lugar donde surge el creador, cada vez se encuentran menos revistas y periódicos locales que apuesten por la obra inédita de sus coterráneos.

¿Opinas que la poesía como medio de expresión es una sola o aceptas esas otras categorías o etiquetas —dígase erótica, realista, fantástica, amorosa, etc…— que por lo general le atribuyen algunos? ¿Qué arquetipo de poesía propone Dalila León?

Desde el momento en que reconoces la poesía como algo vivo, desechas cualquier arquetipo que la domine. Amas la palabra, amas expresar algo y cuando lo haces, aceptas todo. Al poeta lo único que le salva es la intuición, la necesidad, la esperanza de que sus versos sean entendidos y recordados por los lectores.

¿Qué opinión te merece la poética nacional? ¿Cuáles autores jóvenes atrapan tu atención en estos momentos? ¿Alguno ha influenciado tu escritura en cierto sentido?

Respeto mucho y leo la poética nacional. En los talleres que imparto —trabajo como asesora en el Departamento de Literatura de la Casa de Cultura en Sancti Spíritus— siempre les sugiero a los jóvenes que deben conocer, disfrutar y estudiar a poetas como Julián del Casal, Martí, Guillén, Fina García Marrúz, Eliseo Diego, Lezama, Dulce M. Loynaz, Escobar, Novás, Barnet y muchos otros que admiro y valoro. También disfruto y sigo la poesía joven que surge en el país, aprecio mucho la poética de Marcelo Morales, Nelsón Simón, Javier y Yanira Marimón, y muchos más que sería incapaz de comparar o nombrar, pues son demasiados.

¿Qué nuevos proyectos estás preparando?

Aunque solo he escrito cinco libros, he tenido la suerte de que fueran bien aceptados. Tengo un nuevo libro de poesía titulado «Pop Art Collection» que saldrá este año y para el 2017 publicaré «Antes que amanezca», cuaderno merecedor del Premio de la Ciudad de Sancti Spíritus, 2016, ambos saldrán por la Editorial Luminaria, de mi provincia. Además, recientemente terminé un nuevo libro, titulado «Bon Voyage», que obtuvo mención en el Premio Calendario 2015, este cuaderno viene siendo la continuación de Bon Apéttit, las razones de uno me llevaron al otro, espero que pronto vea la luz y tenga la misma acogida.

De todos los sabores posibles, alcanzables por tu imaginación, ¿cuál te ha dejado la publicación de este poemario?

Bon Apéttit, definitivamente, ha dejado un sabor claro, refrescante, como al tomarme la limonada bien fría que preparaba mi abuela.

¿Cuáles esencias o características debe reunir el libro o poema con el que te guastaría transcender, ser recordada al menos por la memoria poética de la isla?

Si algo de mi poesía fuera a trascender, me gustaría que fuese su sinceridad, la sencillez y profundidad que intento en mis versos. Todo creador sueña ser comprendido y recordado más allá del carácter agridulce de las palabras, del tiempo, de las bellas o perturbadoras cosas que nos superan en esta vida.

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  • Milho, en este caso acompañado de Dalila nos revela una sobremesa cordial y fraterna que deja ver el alma de la persona  tras los textos; la esencia misma del ser humano que les da vida entre estas páginas. Agradecer a ámbos por esta hermosa entrevista, a la poeta por su obra y sus palabras y al entrevistador por tan encomiable labor.
    Saludos.

  • Este acercamiento a Dalila Leon Meneses me ha propiciado la alegría de conocer a una excelente poetisa, cuya obra se nutre de la belleza de lo triste, de lo cotidiano y lo sencillo. Aproximación que ha venido a ser puente entre poetas, entre seres humanos. Gracias a Dalila por su tiempo, por ofrecerme esta oportunidad, a todos los que han comentado, y a la Asociación Hermanos Saíz —por supuesto— más que agradecimiento, mi entrega.

    Milho

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