Sancti Spíritus
Cabotín Teatro repone Adentro en el aniversario de la ciudad de Sancti Spíritus
En la víspera del aniversario 507 de la fundación de la ciudad de Sancti Spíritus, este jueves 3 de junio, el Teatro Principal será el escenario propicio para la realización de una función especial de la obra Adentro, del dramaturgo Abel González Melo, bajo la dirección de Roger Fariñas, en coproducción Cabotín Teatro y Los Impertinentes.
Adentro narra la historia de un joven, Daniel, que hace tatuajes para ganarse la vida mientras trama el mejor modo de abandonar el país junto a su novia, Aleorka. Enrique, el hermano de Daniel, le ofrece un pacto que en principio parece factible para cumplir su propósito de irse del país, pero que, en definitiva, desatará una turbia espiral de comportamientos tocados por el amor, la locura y la muerte. Con Adentro, el binomio González Melo-Fariñas propone un viaje interior y analiza cuán perversa llega a ser la mente del ser humano cuando ansía algo y está dispuesto a todo por conseguirlo.

«Las grandes epopeyas llegan hasta hoy porque las hemos contado, siglo tras siglo, con el resquemor de que la historia la escriben los vencedores. En Adentro, en cambio, nadie vence. Su grandeza no radica en la gesta utópica de buscar la inmortalidad a la manera de Gilgamesh, ni siquiera en rememorar la clásica relación entre Caín y Abel. Aquí todo es grandioso desde la particularidad: esta es la epopeya de una familia cubana que lleva las manos manchadas de sangre. Una familia que sobrevive, calla, miente, traiciona y asesina, y donde cada quien, como eco rashomónico, cuenta la historia a su conveniencia. Es la epopeya de los hermanos Enrique y Daniel, un policía y un tatuador», nos cuenta Roger Fariñas, el director de la puesta en escena.

Por otra parte, el dramaturgo Abel González Melo ha confesado que: «Roger se ha atrevido a recomponer el puzzle en el corazón de la Isla. Me incitó a reescribir, a dinamitar la estructura, a conectar las voces del deseo y la muerte. Paso a paso fue intuyendo los signos, los parajes, los susurros. Se ha ido arriesgando, cada vez más, a entrelazar los rincones de la fábula y la vida. Y ha tenido la suerte de que este enorme equipo de actores y diseñadores confíe en él y lo siga en el difícil viaje de las tinieblas a la luz. Juntos proponen un tempo, una temperatura, una cadencia en sordina para contar la angustia y la traición. Hay en su espectáculo algo de ritual desquiciado y de herejía palpitante. El trazado escénico desenfoca los límites, fragmenta el claroscuro, monta en paralelo, alimenta lo más salvaje. Un teatro despojado, enigmático, bello, que me enfrenta a la pasión y al espanto que un día fui. Que sigo siendo».
Una primicia de esta reposición, a dos años de su estreno absoluto en Cuba, es que cuenta con el elenco original: Anna García, Judith Gallo, Alejandro García y Alexander Cruz. El equipo artístico está conformado por Carlos Celdrán (asesor dramático), Liobis García (asistente de dirección), José A. Rodríguez (diseño de escenografía, luces y gráfica), Ale García (diseño de vestuario), Ángel Luis Montagne (concepto y realización de los tatuajes), Omar Valiño (asesor teatral de Cabotín Teatro) y Laudel de Jesús (director general de Cabotín Teatro).

Así es que las artes escénicas locales se suman a los festejos de la otrora Villa del Espíritu Santo, con un aforo mínimo en la sala y tomando las medidas pertinentes de seguridad y de distanciamiento. El Teatro Principal de esta urbe vuelve a abrir sus puertas tras varios meses de clausurado a causa de la pandemia para acoger a un público ávido de teatro.
Quinta Studio ya le da la vuelta al mundo
Un homenaje a la trova, una de las raíces de la auténtica cultura espirituana, resultó la primera transmisión de Quinta Studio, equipo audiovisual del sector cultural de la provincia de Sancti Spíritus,
Feminista, comunicadora y sin frenos
Si a algo no puede renunciar la espirituana Lisandra Gómez Guerra, Doctora en Ciencias de la Comunicación, es a la madrugada sustanciosa en ideas y a la palabra lista para ser expresada sin tapujos ni dobleces. Son dos hábitos que forman parte de su personalidad, como su modo desinhibido de vestir y de hablar. Por eso, si alguien le pide una opinión, no puede esperar menos que la verdad pura y dura (si lo es); y si le solicitan ayuda con la revisión de un artículo, un proyecto de tesis o, incluso, que responda un cuestionario, ella —que nadie se explica cómo logra cumplir con tantas responsabilidades— dirá que sí, que claro, pero que tienes que esperar hasta mañana.
«A las 6:00 a.m. lo tendrás en tu buzón» —escribirá la noche anterior antes de irse a dormir, poco más de seis horas, para que le alcance el tiempo. Un tiempo que parece estar cronometrado, pues está dedicado a cumplir con sus múltiples obligaciones como corresponsal de Juventud Rebelde, periodista de la página cultural del semanario Escambray, profesora de la carrera de Comunicación Social en la universidad de la central provincia; reportera y directora del noticiero Al día, de Radio Sancti Spíritus; y también investigadora y vicepresidenta de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en ese territorio.
Ella dice que sí, que llevarlo todo a la vez «es muy complicado. Intento acomodar las tareas por prioridades en el tiempo. Me levanto todos los días a las 5:00 a.m. y eso me permite adelantar, sobre todo, en los procesos de escritura. Aunque si pudiera ponerle más horas al día, lo hiciera con sumo placer».
De cada uno de sus empeños diarios enumera lo que le enamora o le reta, y aunque ha recibido numerosos reconocimientos en cada área en la que labora, Lisandra asegura que no está satisfecha: «y creo que jamás lo estaré. Soy extremadamente autocrítica, tanto que a veces voy al extremo de la inconformidad».
Quizás de ahí haya nacido una obra periodística tan prolífica que ni ella misma sería capaz —si se lo propusiera— de recordar cada uno de los textos publicados tanto en radio, periódicos, revistas, sitios web o televisión, en los 12 años de experiencia laboral acumulados, luego de graduarse de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central «Marta Abreu», de Las Villas. No obstante, confiesa que es el mundo de las ondas sonoras el que la tiene totalmente atrapada.
«Desde el segundo año de la carrera, la prensa radial me enamoró. Contar mediante los sonidos y las palabras es tan intenso que cuando intento hacer una obra compleja me deja sin aliento. Además, la adrenalina de la inmediatez es una de las mejores sensaciones experimentadas como profesional —dice, totalmente segura de su elección—. Radio Sancti Spíritus me ha posibilitado hacer casi todo lo que me he propuesto.
»La dirección de programas es otro placer y mucho más el noticiero Al Día, porque me permite crear un gran producto con la obra de otras muchas personas. Por eso siempre digo, ante cualquier reconocimiento, que no es solo mío, sino de todo un colectivo. Además, he logrado crear una empatía y complicidad con el equipo más pequeño (grabador, redactora, realizador de sonidos y locutores), porque hablamos un mismo idioma. Basta una sola mirada para saber lo que queremos. Y eso, cuando se dirige, es fundamental».
Entre los primeros retos que la profesión le puso delante estuvo el periodismo cultural, una tarea inesperada que se convertiría en pasión, al punto de que hoy lo toma como trabajo, pero también como placer.
«Cuando me gradué, en Radio Sancti Spíritus no había quién asumiera los temas cul-turales; así que fue una imposición, más que una elección. Pero estuve súper agradecida porque desde adolescente intentaba estar presente en cuanto suceso cultural ocurría en la ciudad. Desde ese instante, aprendo de la mano de artistas e intelectuales. Creo fiel-mente en la idea de que lo primero que hay que salvar es la cultura, porque es el sostén del resto de los procesos. Por eso, interpretarla y analizarla me desvela». En esa suerte de vigilia alerta, su posición como vicepresidenta de la AHS le sirve de puntal, porque le ha permitido «estar del otro lado del escenario cultural, mucho más cerca de los creadores —explica—. Eso ha contribuido a que comprenda mejor los procesos culturales espirituanos, lo que incide directamente en cómo hacer un periodismo más cercano a las luces y sombras de la vida sociocultural de la provincia y de Cuba».
Cinco años después de salir de las aulas universitarias, otra sorpresa le esperaba a la apasionada periodista de temas culturales: la comunicación desde la perspectiva de género.
«En 2013, mi jefe me envió a un taller sobre género, pensando que era sobre géneros periodísticos. Le agradeceré eternamente aquella equivocación. Bastó el primer encuentro con el tema para impulsarme a buscar información, en el afán de aprender más de lo que desconocía. Eso me ha servido para crecer como ser humano, al dejar a un lado prejuicios, estereotipos e intentar entender a quienes me rodean desde la multiplicidad.
»Al llegar la posibilidad del doctorado, muchas personas me dijeron que para la aprobación del tema debía ser algo poco estudiado y que me motivara, pues exigiría de mí horas de entrega. Pensé enseguida que solo existía una tesis doctoral sobre Género y Comunicación, referente para cualquier investigación: la de Isabel Moya. Se unieron así dos cosas: pasión y objetividad, ingredientes que me acompañan siempre».
-¿Cuánto se transformó tu vida profesional y personal luego de obtener el grado científico de Doctora en Ciencias de la Comunicación?
-He sentido que las personas intentan probarme, a veces con intención y otras no, como si tener el grado de Doctora me hiciera experta en todo o incapaz de equivocarme. Para mí es solo el inicio de un gran proceso en mi vida: superarme como profesional y persona. Cuando la Doctora en Ciencias Literarias Yanetsy Pino Reina aceptó ser mi tutora, me dijo que lo asumía si le aseguraba que ayudaría a otros, luego de obtener mi grado. Y con mucho placer lo hago. Alumnos, amigos, desconocidos… siempre intento guiar desde mis saberes, eternamente abiertos a nuevos horizontes.
Hago periodismo de a pie, ese que intenta auscultar la vida de una provincia. Claro que, más allá del título que guardo con cariño y orgullo, hoy soy una mejor persona y profesional por la experiencia adquirida en la investigación del Género y la Comunicación en Cuba.
-¿Carece el periodismo cubano de un enfoque ajustado a las corrientes, paradigmas y estudios de género en Latinoamérica y el mundo?
-Sí, predomina la ausencia de la perspectiva de género en nuestro periodismo. Se debe, en buena medida, a que en nuestras redacciones están hombres y mujeres herederos de una milenaria ideología y cultura patriarcales. Que no reproduzcan en sus materiales periodísticos sus roles y estereotipos es muy difícil. Transformar esas representaciones sociales implica sensibilizar y recibir educación desde la perspectiva de género, y eso debe comprenderse y hacerse cumplir como política nacional. Hay muchas intenciones, hemos ganado conocimientos en cursos y talleres, pero aún son mayoría quienes reproducen las diferencias entre hombres y mujeres, ancladas en el patriarcado, y se niegan a comprender la multiplicidad de las feminidades y masculinidades.
-¿Te ha traído sinsabores esa postura inclusiva, democratizadoramente feminista, con la que defiendes tus ideas?
-Muchos. Recuerdo que varios colegas espirituanos me cuestionaron el por qué dedicarme a realizar un doctorado sobre el tema y otros (no pocos) aún me dicen que son «exquisiteces» mías, cuando les explico cómo logramos mejores productos comunicativos si asumimos la perspectiva de género. De forma general, no se concibe como importante y vital para el ejercicio de un periodismo más comprometido con su contexto.
-Y a ti, como mujer, ¿cuánto te ha aportado y transformado ese conocimiento?
-Soy una mujer mucho más fuerte, confiada, resiliente, segura y capaz de comprender conductas, pensamientos, actitudes desde la multiplicidad misma de los seres humanos.
-¿A quiénes tienes como paradigmas de mujeres periodistas?
-Es difícil, porque son varias. Todas las que de forma ética y valiente defienden en sus creaciones sus puntos de vista con la responsabilidad social que exige esta profesión, no siempre bien comprendida.
-Defiendes con vehemencia tus criterios y gustas de imponerte desafíos constantemente… ¿Te consideras una periodista libre de tabúes?
-Intento. A veces choco con alguno y me obligo a sacarlo del camino, pero es difícil. Por eso cuando estudias sobre género, lo primero que aprendes es que estás en un constante aprendizaje.
-¿Qué te retiene en tu terruño, aun cuando te han invitado a cruzar fronteras interprovinciales?
-Nunca he pensado en irme de Sancti Spíritus. Aquí crezco como profesional. Los medios solo tienen la condición de municipal, provincial y nacional para el sistema de pago. Desde que conquistaron Internet, ya el mundo rompió esas fronteras. Aquí he escrito sobre lo que he querido; mientras que, por ejemplo, en Juventud Rebelde más de un tema me ha sido censurado porque nacionalmente no es considerado acertado. Aquí también está mi familia y tengo mi comodidad. Quizás en eso último deba trabajar para que no se convierta en un freno en mi vida.
Dice «freno» y la palabra suena fuerte, como si no estuviese hecha para ella, una mujer de 35 años a la que ni los más duros rigores de la profesión le han podido imponer límites.
Esa seguridad que se proyecta hasta en su forma de mirar está asentada en la búsqueda constante de un modo de hacer que es unas veces impetuoso y otras, más reflexivo, pero nunca un freno.
*Tomado del libro El compromiso de los inconformes. Entrevistas a jóvenes periodistas cubanos (Ocean Sur, 2021)
El hombre como pasión inútil
El hombre es una pasión inútil
Jean Paul Sarte
El poemario “Restos”, del escritor espirituano Ariel Fonseca Rivero, fue publicado por Ediciones Luminaria en el 2018. Se trata del primer poemario de este autor, quien anteriormente tenía un recorrido en ascenso como narrador de prosa infanto-juvenil y para adultos.
Como parte de la colección Verja, este cuaderno consta de 41 páginas y varios textos cortos en los que la mutilación, la pérdida y el vacío constituyen sus direcciones conceptuales fundamentales. Estructurado en tres partes: Uno, Dos y Tres, el autor consigue una búsqueda estética de lo sucio, de lo que históricamente se ha entendido como feo, lo desvalido, las asimetrías y el despoblamiento del ser a favor de la nada.
El primer capítulo, Uno, a la luz de un exergo de Marcelo Morales Cintero que devela el sentido del libro, reúne 10 poemas, iniciados por un texto enteramente contemplativo: “Sentado en el parque descubro restos de una mariposa”. A partir de este momento comienza una cadena de ideas, imaginarios, acciones y sucesos existencialistas en todos los versos, entendiendo cómo el ser se relaciona consigo mismo mediante una relación constitutiva de su propio ser. Esa idea del existencialismo sartreano de que “no hay una esencia fija e inmutable sino solo un proyecto, una pura posibilidad, pues cada individuo se hace mediante sus propias decisiones y su única finalidad es la muerte”.
El segundo capítulo, Dos, atañe a la relación memoria/vacío con 10 poemas, cuya apertura se concreta con un formidable texto “No sé escribir”. En esta parte, la cotidianidad no es la vida, ni el entorno ni la realidad, sino el marco donde el ser humano se coloca ante su propio ser y se hace responsable de sus decisiones, aun de la defenestración de sí, el abandono final que tiene lugar en las emociones y experiencias reunidas en el capítulo Tres.

La ética existencialista basada en esta responsabilidad de asumir las decisiones, incluso las más crueles y desgarradoras constituye el centro conceptual del libro. Son 29 poemas cortos, sin grandes complejidades estróficas o rítmicas, rebuscamientos lingüísticos y con alta narratividad, imaginarios existencialistas y desvaríos sicóticos entre el yo, el tú y la existencia.
Se trata, en fin, de “restos” de humanidad, ni confesionales, ni memoriosos, ni denunciantes. Son más bien trazas, huellas laceradas por abandonos, ausencias, pérdidas y circunstancias capaces de mutilar incluso la sucesión de los días y el posible sosiego de la nada.
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Datos de la autora
Yanetsy Pino Reina (Sancti Spíritus, 1977). Escritora, profesora universitaria, editora e investigadora. Licenciada en Letras y Doctora en Ciencias Literarias. Entre sus libros más conocidos tanto dentro como fuera de Cuba, está Hilando y deshilando la resistencia (pactos no catastróficos entre identidad femenina y poesía), editorial Casa de las Américas, La Habana, 2018, Premio Casa de las Américas 2018 en Estudios sobre la Mujer. Es miembro de la Uneac y de Honor de la AHS.
Niños y niñas dibujan el rostro triste de la pandemia
El mundo tal y como lo conocíamos ha cambiado, a causa de la covid -19. Casi desde que arrancó este 2020 nos entristecen las noticias de numerosas pérdidas humanas, la preocupación por el bienestar de nuestros seres queridos atrapados en algún lejano paraje, lejos de casa y, entre otras consecuencias de la pandemia, nos agobian los largos períodos de encierro.
Unidos por un mismo ideal
Subían y bajaban del lomerío con las palabras en forma de verso. Alegraban las noches en el corazón del parque Serafín Sánchez Valdivia o en una esquina de cualquier calle. Proponían esculturas con dimensiones llamativas. Daban vida, color y sonidos bisoños a la quieta ciudad.
En su mayoría, olían aún a escuelas habaneras o villareñas. Consumían expresiones artísticas renovadoras; discursos desafiantes para algunos, alarmantes para otros. Eran capaces de arrastrar a unos cuántos curiosos, y a otros ya convencidos de la valía de la oleada de jóvenes con muchas ganas de hacer y que poco a poco rompieron filas para integrarse al contexto cultural espirituano.
“Como en el resto del país, los artistas jóvenes estábamos agrupados en la Brigada Raúl Gómez García, la Brigada Hermanos Saíz y el Movimiento de la Nueva Trova. Mas, como resultado de la lógica en el desarrollo como creadores llegó la necesidad porque lo fue así, una necesidad de unirnos todos como Asociación Hermanos Saíz”, recuerda con detalles Carlos Manuel Borroto, protagonista de aquel contexto.

Desde hacía meses, se hablaba de esa fusión, no bien aceptada, según la memoria colectiva de los protagonistas de aquel contexto, por todo el gremio por los temores propios que genera lo nuevo. Sin embargo, tras largos debates en busca del bien común, se aprobó, el 18 de octubre de 1986, en el Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores, Artistas y Técnicos de la Cultura.
“Fue el momento en que se materializaba y fortalecía el sistema institucional de la cultura. Por tanto, el mecanismo para el intercambio estaba también”, rememora Juan Eduardo Bernal Echemendía (Juanelo), otro de los testigos de aquel nacimiento.
La nueva generación siempre con muchas cosas por decir no cedió espacio y aprovechó cada instante. El diálogo directo con los diferentes públicos siguió en el centro del colectivo que guitarra, pinceles y cuadernos en mano; no sabían lo que significaba la palabra conformación.
“Las más jóvenes generaciones siempre son vistas con la expectativa de qué va a pasar y nosotros no escapamos a ello. No obstante, recuerdo que se nos respaldó desde la Unión de Jóvenes Comunistas, el Partido y la Dirección Provincial de Cultura. En aquellos primeros instantes, teníamos muchas carencias: no existía la editorial, el Teatro Principal era cine; ni imaginar con emisoras municipales o un canal de televisión, por lo que no parábamos en el interior de las recién creadas instituciones. Todavía en industrias como el Central Uruguay y en centros de acopio en alta mar deben recordarnos, porque nos íbamos a esos lugares por días para compartir nuestras creaciones y nos uníamos a sus diarismos”, describe Carlos Sotolongo, otro de los miembros del primer ejecutivo de la filial espirituana de la AHS.

En muy poco tiempo, otra prioridad tocó las puertas de la organización: una sede para que se convirtiera en guarida segura de tanto quehacer.
“Estaba en nuestros debates hasta que pasados unos años de la constitución de la AHS nos entregaron la vivienda, ubicada en la calle Céspedes, que desde entonces es la Casa del Joven Creador. A la par de esa preocupación siempre estuvo la de ejercer un diálogo constante, propio del cambio histórico protagonizado por la juventud. Y como ha sucedido en muchos otros momentos, no siempre encontró oídos receptivos del otro lado. Pero nosotros no nos cansábamos y volvíamos una y otra vez”, insiste Juanelo.
Como en la ciudad del Yayabo, en Trinidad el empuje arrollador de la juventud de los años 80 dinamizó los múltiples espacios donde el pensamiento se acomodaba con beneplácito.
“Recuerdo con añoranza aquellos días en que la ciudad era un centro cultural. La AHS es un oasis artístico, donde lo nuevo se mezcló con lo viejo y se compartió con el pueblo. Tanto así, que desde que nos entregaron como sede la casa ubicada en la calle Jesús María, se convirtió en el espacio de creación para artistas de la plástica, el escenario del Teatro Gaviota, donde también sucedieron peñas, talleres… Y contamos siempre con la ayuda de quienes ya tenían una obra consolidada”, cuenta Carlos Enrique Sotolongo, presente en cada uno de aquellos primeros instantes.

Sin percatarse el tiempo pasó y a su mismo ritmo, se sumaron otras nuevas voces al grupo fundador de la AHS en predios espirituanos, quienes por edad fueron cediendo su vida activa en la organización. Mas, la mayoría no ha dejado de estar en las propuestas con aires bisoños.
“En la AHS nacieron muchas de las principales personalidades que hoy representan nuestra cultura. Lo que entonces fue un sencillo cuaderno, moldeado en un taller, hoy es un referente. Al igual, sucede en el resto de las manifestaciones”, opina Rigoberto Rodríguez Entenza (Coco), a quien se le encuentra siempre por la Casa del Joven Creador de Sancti Spíritus.
De esa efervescencia inicial, se ha bebido a lo largo de estos 34 años de vida. Eventos como el Voces cruzadas, único espacio de su tipo en el país para mirar desde la ciencia a nuestros medios de comunicación, y el Lunas de invierno, el más importante de la filial espirituana por unir a todas las manifestaciones artísticas con propuestas para los espacios públicos son dos ejemplos de un quehacer consolidado con el talento y compromiso para encauzar inteligentemente el arte cubano.
“La Asociación se parece a su tiempo y cada joven es capaz de transformar su entorno en la manera que le es posible”, reflexiona Liudmila Quincoses, la espirituana con mayor período de tiempo en el ejecutivo provincial de la organización.

En el centro del lente
Muchos de los trazos de esta historia llegan por vez primera en formato de documental, gracias a la idea original, dirección, edición y postproducción de Alexander Hernández Chang. Resulta el mejor regalo al cumpleaños de la AHS en tiempos de COVID.
Entrevista con más de 10 protagonistas de estos 34 años se cruzan en un discurso ágil sostenido en fotos que nos devuelven momentos únicos a lo largo de esta historia.
No en vano su título, Memorias de Juventudes, nos toma de la mano desde aquel año 1986 hasta el quehacer actual y con el impacto de las células de Jatibonico y Trinidad.
La Comisión de Género de la Uneac y la AHS de Sancti Spíritus iniciará a partir de este mes, una serie mensual de conversatorios de 10 minutos diseñados en el proyecto "Formar ciudad: espacios interactivos". No te lo pierdas desde su perfil en Facebook. #UneacSanctiSpiritus#Uneac#CubaEsCultura #Cuba????????
Publicada por Unión de Escritores y Artistas de Cuba – UNEAC en Miércoles, 14 de octubre de 2020
Su premier se soñó con la apertura de la Casa del Joven Creador de Sancti Spíritus, finalmente reparada, después de más de dos años con la presencia de fuertes laceraciones constructivas, y en su interior un centro documental, donde además de atesorar bibliografía de interés para su membresía resguardará en una publicación impresa esta historia.
La actual situación epidemiológica de la provincia obligó a dilatar la celebración por todo lo alto. Mas, un día, no muy lejano, la casona de calle Céspedes abrirá esplendorosa sus puertas para retomar su vida y devolvernos la magia de un grupo juvenil que cree fielmente en que la cultura salva, a pesar de los molinos de vientos.
Claustrofobias Promociones Literarias entrega Premio Colateral en concurso de la radio joven cubana
Claustrofobias Promociones Literarias entrega un Premio colateral en el Taller y Concurso de la Radio Joven Antonio Lloga in memoriam desde 2016. Claustrofobias reconoce el poder y valor de la radio cubana que acompaña la promoción de libros y autores cubanos y universales.
Restauran sede de la AHS en Sancti Spíritus
Ariel Fonseca hace autostop en la Autopista 8
Ariel Fonseca (Sancti Spíritus, 1986) no deja de ser noticia en el panorama literario cubano. A sus libros anteriores –los cuentos de …aquí Dios no está, Hierbas y Ventana al mar, los relatos para niños de El circo invisible y el poemario Restos– se añaden ahora el texto para jóvenes Une los puntos y verás, publicado por la Editorial Oriente y presentado en la reciente edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, y la novela Do not disturb, aún en proceso editorial por la Casa Editora Abril, con la cual ganó el Premio Calendario 2019 de Narrativa.

Do not disturb “trata temas cotidianos como el amor, la violencia, los traumas de la infancia, el travestismo por esos traumas de la niñez, los celos, el dolor… Pero todos los textos tienen un desenlace paranormal. Se llama así porque todo ocurre dentro de un motel o al menos dentro de ese radio. Es que como si alguien, un hombre o mujer, no lo defino, estuviera contando todas las historias, sin excepción y no importa que el narrador sea en primera o en tercera persona. Es que la distancia entre el narrador y el personaje es muy corta, a veces no se define quién habla, si es el narrador o el personaje. Es como que el narrador y el personaje casi fuera uno; quise que el narrador padeciera todo como si fuera el personaje”, dice.
“Siempre digo que los protagonistas no son las personas, son el empapelado, el espejo cóncavo, la máquina de hielos, el columpio y la Autopista 8, que da paso al motel. Me han dicho que regresa una y otra vez, e imagino que sea porque hay un personaje que está ahí varias veces como mal augurio, que es el niño de la cazadora roja con el slogan de los Red Socks, y la máquina de hielo. Y el empapelado, que juega un papel determinante en varias historias o según su color podemos descubrir qué está pasando o qué pasará”, añade Ariel Fonseca, a quien siempre asocio a cosas que poco tienen que ver entre sí: cuentos donde se destila cierto realismo sucio, ese que se torna cotidiano, compensado con un adecuado manejo psicológico de unos personajes que insisten en comprender el porqué de sus acciones, aun por extrañas que estas parezcan; pero también lo relaciono a la pizza con frijoles, extraña combinación que hace las delicias del paladar de Ariel; a las albóndigas de su madre; el pie de limón; a las calles de Sancti Spíritus, donde vive y escribe; a las empedradas y centenarias callejuelas de Trinidad, que visitamos juntos; a su obsesión cuando quiere cualquier cosa, un libro, por ejemplo; a sus timbres telefónicos a cualquier hora del día o de la noche…

Ariel Fonseca escribe historias escuálidas y conmovedoras, que recuerdan las del J. D. Salinger y donde soplan, además, ciertos aires de Charles Bukowski, Raymond Carver, Ernest Hemingway… muchos de los maestros a los que rinde homenaje en sus narraciones, aunque Ariel lee como pocos, analice y a veces hasta “descuartice sin piedad” a sus contemporáneos. Sus personajes “sienten, respiran, sufren y dañan”; relatos de gente común, sin muchas o grandes expectativas en la vida, esos que vienen a poblar la verdadera historia.
Dice Ariel que él es todos sus “personajes y a la vez no”. Y le creo. Lo notamos al leer los 13 cuentos que conforman Hierbas, libro publicado por La Luz con el que obtuvo el Premio Celestino de Cuento en 2015. Pero también en …aquí Dios no está (Ediciones Luminaria, 2010) y Ventana al mar, Premio Fundación de la Ciudad de Sancti Spíritus Fayad Jamís 2016.
Ventana al mar, uno de sus libros recientes, muestra, como si miráramos precisamente desde una ventana, a un narrador más metódico que sigue con las mismas obsesiones de su primer libro –por algo son obsesiones, no– y que mediante ella se nos desnuda, pero esta vez sabiendo que ya ha corrido los riesgos que implica hacerlo. Que ha crecido. Siete relatos que, nos dice Dalila León Meneses, nos entregan la expresión más realista del hombre alienado: “No exentas de un sutil sarcasmo y un reflexivo pesimismo, abordan temas tan habituales como la soledad, la pérdida, el amor y el desamor. Están otros argumentos con un trasfondo más explícito como los prejuicios sociales, la inmigración y, por supuesto, las circunstancias de la condición sexual, no superada aun en nuestra sociedad contemporánea”.

Este libro habla de las derrotas; otros de Ariel también. Estén poblados por personajes sin grandes expectativas, hostiles, desarraigados, desencantados, marginales y marginados, y solos, principalmente eso, muy solos. Ellas, las derrotas, me dijo una vez, son el hilo conductor de esas historias y también la obsesión común, en un intento fallido de escapar de una vida hueca. Para qué comprar y leer un libro así, podríamos preguntarnos. Para descubrirnos y quizás, frente al libro-espejo, desmantelar la expresión de soledad, como un exorcismo. Me interesan las personas, lo que ellas son y porqué lo son, parece decirnos Ariel.
Mediante la literatura, lucha contra sus miedos e incertidumbres. Grita que debemos aceptarnos tal y como somos, con nuestras potencialidades y limitaciones, con nuestros sueños y pasiones. Eso es lo que les pasa a sus personajes, aún no han aprendido a aceptar lo que son y por ello fracasan. Aunque Borges aseguraba que lo que decimos no siempre se parece a nosotros (esperemos entonces por la llegada a la librerías de su libro Do not disturb).

El Ariel que imparte clases, el que espera el autobús cada mañana, el que cuida de su madre, no es el mismo que escribió el primer cuento y mucho menos el que ha escrito el más reciente. Incluso, los poemas de Restos, un libro suyo publicado hace poco también por Ediciones Luminarias. No hablo de capas, sino de sedimentos –existenciales, literarios, vivenciales– que van formando al ser humano y al escritor. Como sus personajes lo hacen con el alcohol y el cigarro, Ariel se siente vivo mientras escribe. Vivo mientras alguien lo lee y, digamos, se descubre. Es como si luchara consigo mismo y la literatura fuera, además de lanza, blasón. Por eso no nos extrañe que vengan nuevos premios y otros tantos libros con su firma.
Portadas de los libros de Ariel Fonseca
Abriendo caminos con Teatro Garabato
Con el estreno de Más allá de sus narices, a partir de un texto de René Fernández, Teatro Garabato, colectivo espirituano dirigido por José A. Meneses Ortega, celebra sus 25 años.
Los festejos comenzaron un poco antes, con A puntas, versión libre de El lago de los cisnes con dirección de Luis Orlando Antúnez, Bambino, director de la compañía camagüeyana La Andariega, llevada a escena mediante el uso de los títeres y tras un amplio proceso de montaje y apropiación de los códigos del ballet mediante las manos.

“A puntas no tiene nada que ver con lo que habíamos hecho hasta ahora, ni con Sancti Spíritus. Los actores tuvieron que decodificar muchas cosas, aprender a llevar el paso del ballet a las manos. Franklin hace un trabajo genial ahí, logra pasar a las manos los pasos. Algunas personas que no conocen de ballet no entienden la puesta, aunque Bambino logra que la dramaturgia sea clara, una obra visualmente hermosa; eso atrapa, para los niños que nunca habían visto ballet fue una experiencia única”, dice Meneses.
La puesta, comentó entonces Bambino, posee muy pocos elementos coreográficos pues se basa esencialmente en imágenes; todo lo demás lo compone el vestuario y las puntas que usan en las manos, alusión a las zapatillas y posturas que adoptan los bailarines.
Por su parte, Más allá de sus narices regresa al trabajo con el clown, que ha caracterizado parte del trabajo del colectivo espirituano. “Nosotros la montamos hace 15 años más o menos, con otra lectura, otra visualidad del espectáculo, con payasos elegantes, coloridos, sin perder el texto tampoco de René, pues creo que es uno de los mejores dramaturgos que escribe para niños en Cuba y sobre todo el texto para clown. Además, René ha estado muy vinculado con el grupo, incluso en los inicios trabajó en la preparación de los actores, pues Garabato ha tenido como característica que estos siempre se han formado en la compañía, ha sido un poco escuela”, asegura José Meneses.

Más allá… sostiene su eficacia escénica en varios factores, entre ellos el trabajo de los actores: los jóvenes Franklin Adrián Romero Benítez, Lil Laura Castillo Rodríguez y Gabriel David Collera Rives, además del experimentando Juan Modesto Castillo Claro. El clown les ofrece las posibilidades del desarrollo del cuerpo, la gestualidad, la expresión extraverbal, sostenida por un texto sólido, conservado en su mayoría en la adaptación realizada por Meneses, a cargo de la puesta en escena y el diseño general. Por otra parte, el diseño escenográfico y de vestuario (Oriesky González), de luces (Ángel Martínez Águila) y la selección de banda sonora a cargo de Alberto Rodríguez Hernández, eluden el típico clown en la búsqueda de otras formas de expresión, apoyándose incluso en el trabajo con títeres. Estos nos trasladan a un basurero donde varios recolectores de desechos sueñan ser actores. Entre basura y después de la jornada, hermosa metáfora la del maestro matancero René Fernández, hay un mundo posible.

“En el clown tienes que defender una psicología, una historia, no eres el tipo que se pintó la cara y viene a hacer chistes”, añade Meneses, graduado de la Escuela Nacional de Instructores de Arte (ENIA) y con un trabajo reconocido también en el ámbito comunitario y de aficionados, fuente de la que bebe Garabato, y fundador además del Festival de Teatro de Aficionados Olga Alonso.
Más allá de sus narices, atractivo divertimento escénico protagonizado por clowns, que nos hace pensar, defiende precisamente eso: el papel del clown en el escenario teatral y las posibilidades interpretativas y creativas que le trasmite al público como complejo y necesario ejercicio.
Garabato surgió en 1994. Hablemos un poco de esos días iniciales…
Garabatos son los trazos que los niños hacen cuando están empezando a escribir. Es también, si lo llevamos a la religión, el implemento que Eleggúa tiene para abrir los caminos; es lo que usa el campesino para apartar la maleza. Y el teatro es un poco de eso también, algo que tú usas para apartar las cosas malas del camino, ayudar a las personas, quitar de la gente esa maleza que tienen dentro…
Nosotros empezamos haciendo teatro de calle, el clown incluido dentro de este tipo de teatro, y los actores de las academias no vienen preparados para hacer teatro de calle.
En 1994 se potencian los proyectos teatrales. Se me dio la oportunidad, entonces, de materializar un sueño: tener un colectivo profesional. En un principio fuimos autofinanciados y así estuvimos bastante tiempo por lo que renuncié a todo, incluso al salario. Significó empezar prácticamente de cero, pero era el precio para hacer lo que quería.

¿Qué ha caracterizado el trabajo de Garabato en estos 25 años?
Los actores siempre han sido hombres, esa es una característica del grupo; ahora está Lil Laura desde hace un año, pues no había mujeres para trabajar, es muy difícil… Llegamos a tener 10 o 12 hombres en el grupo. La calle nos da la posibilidad también de que el hombre haga los personajes femeninos. Tratamos de rescatar mucho un fenómeno no muy estudiado por el teatro, que incluso los historiadores de este arte no reconocen como parte del teatro de relaciones espirituano: las comparsas artísticas. Eran personas que salían en las fiestas del Santiago, que es el carnaval de aquí, arrollando hasta un lugar y al llegar hacían una representación teatral. El último espectáculo que llevamos al Festival de Camagüey, Yayaberías, está basado en esta tradición. Esa comparsa estaba compuesta solo por hombres, muchos disfrazados de mujeres.
Hemos trabajado muchas cosas de la tradición espirituana, partiendo de su estudio. Yayaberías tiene que ver con todo el folclore campesino. Obsesión con todo lo que es la parte de las construcciones en Sancti Spíritus, sus rejas, las columnas… Pero paralelamente hemos hecho títeres. No nos hemos centrado en una sola poética en el grupo.