La poesía es «la respuesta a la finitud de lo humano»

El rostro de Yenys Laura Prieto no es desconocido. Desde la televisión, esta joven periodista ha promocionado a buena parte de una generación creativa. Puede incluso que algunos no sepan que Yenys Laura es también poeta (una de las buenas, de aquellas que vale la pena leer). En cualquiera de sus áreas de pensamiento y creación, ella deja un trazo, una historia, una respuesta a la finitud maravillosa de lo humano.

tomada del perfil de facebook de Yenys Laura Prieto

¿Por qué escribir poesía en los tiempos que corren? ¿Crees que la poesía juega un verdadero papel, al menos simbólico, en el mundo?

La poesía ha contado la historia del hombre desde sus propios orígenes. Está entre nosotros, incluso antes de que pudiéramos nombrarla. Existe como respuesta a la finitud de lo humano, a nuestra propia vulnerabilidad como especie. En el despertar de la humanidad, la poesía nos sirvió de vínculo con el mundo místico, nos acompañó en la domesticación de la naturaleza y fuimos poniendo sobre ella la incertidumbre que emanaba de ese proceso exploratorio. La palabra y de modo especial, la palabra poética, es parte de un tejido que nos conecta más allá de cualquier época histórica. No es posible pensar un mundo sin poesía porque tenemos muy pocas certezas. Sentimos, como nunca antes, ese miedo ancestral de contrastar nuestros límites con la vastedad del universo; de sabernos unidos en la fragilidad. Escribo poesía porque tengo muchas preguntas que no podré responder y solo la memoria poética, la memoria de los afectos, atenúa los horrores de ese umbral.

¿En qué punto de tu creación se entroncan los saberes provenientes del periodismo y la comunicación? ¿Crees que la poesía te conecta de particular manera con el mundo del periodismo?

Estudiar periodismo me ayudó a entrenar la mirada. Contar una historia, escribir un poema o una crónica periodística implica una parcelación de lo real. Es también elegir un punto de vista, un tono, una voz desde la cual urdirla. El periodismo debe ser veraz mientras que la literatura de ficción requiere el don de la verosimilitud. El lector es intransigente en ambos casos. Los estudios de comunicación me ofrecen herramientas para decodificar la realidad, para entender mejor el artesanado de los sistemas políticos y sociales, del arte mismo. La poesía es la expresión sensible de ese mundo que filtro a través del conocimiento.

Has prestado especial atención en tu labor como periodista al trabajo de tus contemporáneos y a promocionar esos cuerpos artísticos menos conocidos, quizás debido a una cuestión de edades biológicas. ¿Por qué tu interés en la creación joven?

Como periodista me interesa conocer el entorno creativo que me rodea. Me resulta curioso el modo en que distintas subjetividades dialogan con el mismo espacio físico, histórico y cultural, desde la literatura. Hay ciertas lógicas que solo pueden comprenderse a través del contexto donde se produce la obra artística. Descubrir esas leyes básicas ha sido importante para desentrañar otras poéticas y autores, según su propio escenario histórico. He leído a mis contemporáneos con esa curiosidad que te comentaba. El modo en que se infiltra la realidad es siempre sorprendente.

Como poeta has obtenido al menos dos de los más importantes premios para jóvenes en Cuba, el David y el Pinos Nuevos. ¿Hasta qué punto condicionan los premios la escritura de nuevos poemarios? Más allá de la estrategia promocional, ¿el circuito de los premios y su promoción son esenciales para la vida de un autor?

Un autor solo necesita a sus lectores. Lo demás son andamiajes que acompañan al oficio y que no son centrales en él. En mi caso, he sentido poco el peso de los premios. No me interesa escribir para un concurso específico porque es una trampa de espejos: puedes terminar siendo parte de una multitud deformada, con un reflejo ajeno y falseado. Lo único que condiciona la escritura es mi experiencia de vida. Lo que aprendo es muy valioso en ese proceso.

Los premios representan una llamada de atención, la posibilidad de concretar un camino iniciado hace varios años; sin dudas, una alegría breve que he intentado no contaminar con vanidad. Han sido una brecha para que la obra pueda llegar al espacio editorial y seguir su viaje hacia el lector.

tomada del perfil de facebook de Yenys Laura Prieto

¿Es posible definir un poeta?, ¿cuál sería tu definición personal?

No creo que el poeta sea un ser especial o distinto. No considero que la poesía se relacione con la “languidez”, con la “pureza”, la “divinidad”, ni con su contraparte. Un poeta no debe aspirar a “parecer” poeta, sino a serlo. Eso solo lo demuestra la obra. Los poetas son seres cotidianos. No me gusta generalizar pero creo que en la base de toda creación hay una búsqueda, un sentido de lo incompleto. Si hay que definir al poeta diría que es un ilusionista, un trashumante, un gran inconforme.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo? ¿Cómo piensas la estructura o arquitectura de un libro de poemas?

El proceso comienza siempre en otra parte. Las ideas para un libro pueden emanar del encuentro con otras artes, la música, el cine, las artes visuales, incluso de la lectura de otros textos. Pero también de la vida. Pulsar la realidad me interesa, trastocarla, desarmarla, reconocer sus camuflajes. Tengo avidez de mundos y de sensaciones. Le debo mucho a la intuición, al estudio, al placer de reconocer mi individualidad y tratar de expresarla a través del verso. Cada libro se ha desatado en torno a un núcleo temático. Se contrae o expande en función de lo que quiero comunicar. No me interesa escribir desde el descentramiento. Casi siempre me alumbran las contradicciones que pueden emerger de mi propia precariedad.

Como lectora, ¿cuáles son los libros que buscas?

Me interesa todo lo viviente. Una obra viva es aquella que reverbera, que no termina en la página final. Esas ebulliciones me definen. Cuando un pasaje, una idea o un verso se quedan adentro, destilando, entonces ahí sucedió algo poderoso. Me concierne lo corrosivo como sino poético. Todo poema, con el tiempo, es una elegía, lo dijo Borges y yo le creo.

tomada del perfil de facebook de Yenys Laura Prieto

¿Intentas más adelante emular con ese criterio de calidad que has encontrado en la obra ajena?

Es difícil emular con lo que admiras. No aspiro a tanto. Pero pienso que en el poema debe haber algún tipo de rompimiento interior. Creo que es el sentido de la poesía. Las influencias existen y todos somos parte de un palimpsesto universal. Lo que nos marca es el modo en que interactuamos con esos residuos. He tratado de encontrar, a través de ellos, mis propias preguntas.

En el arte, ¿qué consideras tú que sea esencial o indispensable?

Para mí es esencial la emoción. Una obra de arte te desborda desde la zozobra o la plenitud, pero siempre debe provocar un alumbramiento. Si algo no estalla, si algo no se mueve de sitio, si no cae alguna certeza o dialogamos con un nuevo conocimiento, entonces es una obra fallida.

En tu obra poética ¿qué temas te ocupan? ¿Sientes que tu poesía ha mutado con el paso de los años?

Cada cuaderno ha significado un punto de giro, ha marcado un cierre en cuanto al artesanado y lo que quiero comunicar. Mi escritura es todavía porosa, una señal que me agrada, porque está moviéndose hacia un sitio de mayor soltura y autonomía, encontrando su modo más auténtico de ser. Cada libro nuevo se me parece más. La muerte, la soledad, el miedo son pulsiones que acompañan mi obra. Antes fue la isla, la casa, el mar, la historia. Ahora quiero escapar de esos lugares. Deseo hablar del modo en que la poesía construye memorias, de su resistencia contra el tiempo.

¿Cómo piensas a Yenys Laura Prieto, poeta, en una década hacia el futuro?

Ahora mismo estoy trabajado en varios proyectos literarios que me emocionan. He decidido apostar por la escritura quitando todo lo accesorio, desbrozando el camino, centrándome en nuevos aprendizajes. Dejé atrás una labor de muchos años como periodista de televisión para iniciar un punto de giro en mi vida. Esa sensación de abandonar el amnios es impactante. Quiero profundizar en el lenguaje, en sus procesos. Diez años después es posible que mis versos estén allí, acompañándome, pero con otra velocidad. Solo sé que no aspiro a la rigidez o la fijeza.

¿Cómo defines y abordas lo íntimo en la poesía?, ¿hasta qué punto te guía esa pulsión?

Todas las luchas, las emancipaciones, incluso las violencias, comienzan en el espacio íntimo. No hay discurso estético o político que no se haya trazado primero desde ese contexto. Puede ser el mayor entorno de libertad o de sometimiento. Lo íntimo es un constructo cultural que me interesa abordar. Cada vez es más evidente el triunfo de los microrrelatos, la historia contada desde la visión personal, la resignificación de esas narrativas que la gran historia había ocultado. Pienso, por ejemplo, en el impacto de una obra como la de Adrienne Rich: Las cartografías del silencio solo se pueden descifrar desde lo íntimo. Me atañe lo no nombrado, lo encubierto, lo marginado, lo que no alcanza el ojo público.

¿Existe, en realidad una crisis de la poesía? ¿Se perciben los síntomas de dicha crisis en las propias poéticas de los autores? ¿La sientes tú?

Puede haber una crisis de la industria del libro pero no de la escritura poética. La supuesta crisis de la poesía se ubica casi siempre a partir del desinterés de los lectores por los cuadernos de poesía, lo cual es una secuela de la decadencia de los sistemas educativos y de otros factores económicos y políticos. Te puedo mencionar a autores contemporáneos muy valiosos con una obra viva. Están ahí Anne Carson y Fabián Casas, dos escritores de diferentes lenguas, que admiro. Hay una crisis estructural mayor, una crisis económica y simbólica de los paradigmas de la racionalidad occidental, pero no es algo nuevo. A partir del auge de las redes sociales, la poesía tiene el reto de seguir siendo. Existe distintos formatos y soportes, también una mayor capacidad para difundirla; pero ante todo la poesía tiene que conservar su esencia.

¿Qué resulta, a tu criterio, lo más interesante de la creación joven en estos momentos?

Lo más interesante es que muchos nos hemos percatado de que el concepto de generación es ahora mismo un espejismo, un ardid comercial. En un contexto marcado por la fragmentación no es posible hablar de un camino común, no es posible ni pertinente. No nos interesa el coro perfectamente ensamblado sino la asincronía. En ese conjunto hay voces vigorosas, desafinadas, estridentes, ensimismadas, verticales. Todas con el derecho de aportar su propia textura. Sin embargo, cada vez creo menos en las demarcaciones rígidas de lo nacional, en la exploración infinita de la roca y la isla. Como lectora me ha agotado el ardor tropical. Cada vez creo menos en los rótulos de la autoctonía. Quiero encontrar el mundo, mover las fronteras de la patria hacia el lenguaje.

tomada del perfil de facebook de Yenys Laura Prieto

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