Forodebate «Rejuvenecer la política». Un homenaje a los hermanos Saíz

La Asociación Hermanos Saíz, en homanaje a Luis y Sergio Saíz, este 13 de agosto, convoca al forodebate «Rejuvenecer la política». Como invitados contará en esta ocasión con Keyla Rosa Estévez, Directora del Centro de Estudios Sobre la Juventud; Iramís Rosique Cárdenas, investigador de la joven vanguardia; y Claudia Alejandra Damiani, escritora de la Asociación.

A continuación, los invitados realizan varias reflexiones en torno a la temática del debate virtual, usted puede dejarnos sus criterios, opiniones o preguntas.

Queda abierta la sección de comentarios para usted.


 

Senda para un tiempo

Luis Saíz

Diciembre de 1956

Hermano en el tiempo:

yo quiero tenerte de frente al sol…

Detén por un momento esa vana carrera sin meta,

y escúchame.

Yo soy como tú… ¡somos iguales!

la voz recién se me siente grave

y la hombría plena

la barba escasa y el ansia llena

de vivir,

también laten en mí…

Pero yo necesito que te detengas,

hermano en el tiempo:

la vida… ¿sabes…? es algo más que esa fiesta eterna

que la burla fácil,

que la risa franca,

que despreocupación de adolescencia;

por eso yo te pido que hagamos juntos

una excursión que sepa a realidad…

Quiero llevarte por los trillos de sol

hacerte sentir el dolor de tabaco

y la pena oculta que duerme

callada, ¡en espera!

tras la puerta sucia de cada bohío;

Quiero, hermano en el tiempo,

saberte entre dientes el dolor humilde

de tanto obrero muerto;

que veas niños llorando portales,

ancianos de mano extendida

(nieve en súplica de verano),

y que sepas la historia

de los que no tienen padres,

ni risa,

ni Reyes Magos,

ni hogar,

ni escuela,

ni saben la canción de vitrola

o el artista de éxito…

Los que no tienen la mesa servida,

ni cama tendida

tan sólo un portal que llora

perdido en la brisa…

Ansío llevarte en ese recorrido de sombras,

tan ajeno al disco, al club y la moda.

¡Ven para que hagamos este viaje con sabor a realidad!

Hermano en el tiempo

ya es hora que comprendas…

Hermano en el tiempo,

encuentra tu senda,

olvida los ritmos exóticos,

los finos perfumes
y el baile de moda.

Elévate desde la misma parte en que te unes

a la tierra más cerca de esperanza,

y dilo con fuerza de entraña viva:
¡Ya no soy ajeno en ideal!

¡Ya encontré la única senda!

 


 

En un mundo con días cada vez más cortos

Por: Iramís Rosique Cárdenas

Cuando nos enfrentamos a la cuestión de cómo los jóvenes cubanos se involucran en la política, fundamentalmente en la política revolucionaria —que es la que nos interesa por aquí—, hay algunas condiciones y fenómenos que están presentes en el panorama nacional que no pueden ignorarse. En primer término, hay que señalar lo que podría llamarse una desideologización política en grandes capas de la población, y especialmente en una franja importante de los jóvenes, sobre todo los más cercanos a la adolescencia. Los ídolos, fetiches y luces de la cultura de masas que nos asola como un tsunami alejan el interés de muchos respecto a militancias comprometidas —de uno u otro signo—, servicio público, compromiso, al tiempo que los hunden en el hedonismo más hueco. Y hablo de desideologización política y no de despolitización, en tanto este proceso y estas actitudes no dejan de representar posiciones políticas con significado para el proyecto de sociedad cubano.

El capitalismo no necesita para avanzar una masa crítica de individuos constituidos como sujetos políticos, sino que avanza precisamente sobre la negación, a las grandes multitudes, de la posibilidad de constituirse como sujetos políticos. En el socialismo es todo lo contrario: depende, para su realización, avance y supervivencia, de la constitución de una masa crítica de pueblo como sujeto de transformación revolucionaria. Nada puede ser más deletéreo para el proyecto político de la Revolución, nada puede ser más contrarrevolucionario que esta aparente apatía, que este desinterés por lo público, por lo político.

De la mano de la desideologización política, asistimos al mismo tiempo —paradójica, pero no casualmente— a un auge del pensamiento liberal. Cuando digo pensamiento liberal no me refiero a una escuela económica o politológica puntual, sino al fundamento epistémico, teórico, categorial profundo de todo el capitalismo, a la Ideología —con mayúsculas— por excelencia de la burguesía.

Ese liberalismo como lógica, como lenguaje, como forma de entender los fenómenos sociales, que reaparece como un fantasma que se creía superado, y que se refuerza con la influencia del mar capitalista que nos rodea, encuentra acomodo y espacio cada día más en nuestra sociedad, incluso en las instituciones creadas por la Revolución.

Por ejemplo, podemos percatarnos de esto en empresas encargadas de ejecutar la política cultural de la Revolución, y que en virtud de la rentabilidad o de otros criterios, propios de una forma liberal de comprender el consumo cultural, violan esta política. Nuestras universidades —por citar otro ejemplo—, empujadas por las circunstancias, por la «ausencia crónica de revoluciones socialistas en el mundo» —como han dicho unos compañeros hace unos meses—, deben adecuarse a criterios de homologación, a estructuras, a unas academias, que son en sí mismas cajas de resonancia de ideología burguesa. Y no es nada fácil permanecer inmune. Por fuera de las instituciones el escenario suele ser mucho más lamentable: el liberalismo campa a sus anchas. Esta situación ha ido convirtiendo a la cultura socialista y a la ideología socialista más radical en espacios de resistencia, en culturas de resistencia: terminamos por necesitar una trinchera dentro de nuestra propia casa.

A este panorama, que opera a contrapelo de una politización de izquierdas consecuente de grandes capas de la juventud, hay que sumar obstáculos que tienen que ver con deficiencias del propio campo revolucionario. Asistimos a un envejecimiento de las prácticas políticas tradicionales. En medio de un mundo con días cada vez más cortos —del que Cuba no puede escapar—, la idea de una juventud expectante a la espera de las convocatorias a los grandes acontecimientos ya no funciona: ese no es el momento político actual. Constantemente surgen de entre la masa juvenil iniciativas, proyectos y colectivos que desarrollan prácticas emancipadoras, que se constituyen como trincheras, como esos espacios de resistencia y de revolución, en medio de la apatía; y las instituciones revolucionarias tradicionales han sido deficientes en reconocerlos, metabolizarlos e integrarlos orgánicamente como miembros de la familia de la Revolución.

Estos colectivos emergentes existen en verdadera resistencia; porque mientras quienes operan bajo la hegemonía de la restauración del capitalismo disfrutan de los oscuros apoyos y las redes de influencia que ese campo ofrece, cada iniciativa revolucionaria extrainstitucional está sola. De hecho, casi todos los jóvenes revolucionarios que conozco se han sentido solos en algún momento, se han sentido los únicos, y todos manifiestan una tremenda y desesperada sed de conocer semejantes.

En esta hora de la Revolución nuestras organizaciones juveniles, más que «correas de transmisión» deben transformarse en espacios de confluencia y canalización de toda la creatividad y el ímpetu revolucionario joven; porque, además, cuando la Revolución no asume orgánicamente ese moméntum, siempre lo aprovecha alguien más.


 

Juventudes Cubanas: ¿Izquierdas? Políticas sociales y Derechos

Por: Keyla Rosa Estévez

La invitación a participar del panel llegó en un momento en que estudio los antecedentes relacionados a ser o no una juventud de izquierda. ¿Qué significa para los jóvenes cubanos esa etiqueta y la realidad o no en torno al tema?, por lo tanto, aprovecharé no para dar mi opinión al respecto, sino para que en el debate que se establezca permita también esclarecerme de elementos desde los propios protagonistas.

El Estado cubano reconoce en la Constitución de la República de Cuba los deberes y derechos de cada ciudadano con la eliminación de la discriminación de género, etnia, color de la piel, por zona geográfica, según sexo, grupo etario y estrato social y poblacional.

Las políticas sociales diseñadas e implementadas en el país tienen entre sus propósitos preservar la equidad social sobre la base de la universalidad y gratuidad en los servicios sociales básicos. Estas políticas constituyen el principal instrumento de referencia de un sistema de acciones dirigidas a la juventud. En la actualidad, la política de juventud continúa insertada dentro de las políticas sociales dirigidas a toda la población, pero es aún insuficiente el alcance de mayor integralidad entre las acciones que se desarrollan. No obstante, dicha política tiene un amplio alcance, pues involucra políticas económicas, sociales, programas, estrategias, proyectos y acciones específicas en áreas diversas: educación, empleo, salud, cultura, arte, ciencia y tecnología, política, entre otras.

A pesar de ello, nuestros jóvenes tienen inquietudes y preocupaciones como son la incapacidad de los ingresos económicos para satisfacer sus necesidades, incluidas aquellas que son propias de la edad. La garantía de empleo, la posibilidad de tener un espacio propio para vivir, las desigualdades sociales y las opciones para el uso del tiempo libre y la recreación, también presentan índices notables como problemas de los jóvenes; en particular para algunos grupos.

Cómo se activan para participar de estos procesos y qué posibilidad tienen de hacerlo, o si saben o quieren participar de procesos constructivos, son de las ideas que pretendo que muevan el debate.

Cierro con la idea de quienes ejercemos una u otra profesión no tenemos verdades absolutas sobre estos temas tan subjetivos y polémicos, por eso prefiero el debate abierto, donde no existe de antemano verdades establecidas; que cada uno de los participantes tengan la capacidad de escuchar y respetar los criterios de todos.


La política de no meterse en política

Por: Claudia Alejandra Damiani

Cuando me propusieron participar en un forodebate cuyo tema es la juventud y la política, como miembro de la sección de lLteratura de la AHS, me pregunté ¿por qué yo?, ¿qué tiene que ver mi quehacer diario con la política?, ¿y si no tributo a ella, qué de relevante podría decir? Después me di cuenta que este pensamiento es parte del problema.

Creo que no es errado generalizar mi reacción y decir que muchas veces entendemos lo político como algo ajeno: la política es solo política para sí misma, y de ella se ocupan solo los profesionales de esta esfera, los cargos públicos o quienes la abordan desde una posición de militancia. Son estas nociones reduccionistas, las mismas que hablan de ciencias “duras” (como la ciencia verdadera), y ciencias “blandas” (a donde se relega todo lo que atañe solo al ser humano) o que cuestionan la relación entre las ciencias (duras) y la filosofía. Como si todas esas actividades no tuvieran en lo humano, su esencia: ¿a quién atañe estudiar y entender los fenómenos de la naturaleza o las relaciones entre entidades abstractas?, ¿para quién es la tecnología?… puede parecer que estoy desvariando, pero la relación entre política y filosofía no es casual, ni la relación entre estas y cualquier otra actividad humana. El origen de ambas palabras proviene de la antigüedad griega, donde política era todo lo que tenía que ver con la vida en sociedad y esta definición es medular y vigente. La política permea toda actividad social y el ser humano y su producción es impensable al margen de lo social: sin la sociedad no existe lo humano. Entonces, hay que entender que todo lo que hacemos, tiene, por fuerza, un significado y una dimensión política.

Sin embargo, es una postura bastante generalizada en la juventud, definirse a sí misma como “apolítica” o declarar que “no se mete en política”. Esto tiene sus causas (geopolíticas e ideológicas, de hecho): los jóvenes de hoy hemos heredado un mundo aparentemente unipolar, donde existe un bando ganador a las polarizadas luchas del siglo XX, cuyo paradigma fue, sin duda, el progreso social, como fue el progreso industrial, el del siglo XIX.

Que tras las pugnas del siglo XX, el orden socio-económico más antiguo sea el que haya prevalecido, representa una derrota para esas aspiraciones y esa sensación, se traduce en una desideologización y despolitización de la sociedad (tendencia que, por cierto, ya venía ocurriendo, es deliberada, y tuvo un papel importante en la concreción de esa derrota). No obstante, esto es solo apariencia, porque ni el mundo de la actualidad es unipolar, ni el paradigma de luchas sociales del siglo XX ha sido derrotado…

Nos encontramos ante una realidad más heterogénea, diversa y atomizada, y por eso mismo, confusa. La posición apolítica no existe, o más bien es una posición conservadora, declararse “apolítico” es declararse conforme al orden hegemónico imperante en el mundo o, al menos, declararse incapacitado de confrontarlo. Es consentir que se destruyan los ecosistemas y el medio ambiente en general, que se margine a determinados grupos, que existan desigualdades sociales y de género, que las desigualdades de desarrollo entre países no puedan superarse, que mueran personas por causa de las guerras imperialistas, que no podamos ajustar nuestra realidad inmediata a nuestros paradigmas de cómo debe ser esa realidad.

Toda insatisfacción o reclamo individual, responde a una carencia dentro de las dinámicas sociales y, por tanto, es política. El ser humano, como ser social, no puede dar soluciones individuales a problemas colectivos, porque estamos inmersos en una sociedad y a ella nos debemos.

No existe una sola lucha que sea apolítica, como no existe actividad humana a la que se le pueda aplicar, con justeza, tal adjetivo. Lo que ha de ponerse cuidado en entender bien las causas de la enfermedad social y no limitarse a aliviar solo los síntomas, no conformarse con la epidermis del problema.

Para ello es necesario que la juventud se desperece, deje de renegar de lo político (como si de lo político fuera posible escapar) y comprenda que las soluciones individuales, no son soluciones; que toda lucha emancipadora es una lucha política y que toda emancipación es igualmente importante para erradicar las injusticias de este mundo que hemos heredado y que dependerá de nosotros dejar en herencia; que todas nuestras acciones individuales (desde los temas por los que sentimos interés, la forma en que escogemos pasar nuestro tiempo libre hasta los debates virtuales en los que participamos) tienen una dimensión política. La importancia histórica de la juventud como protagonista de los cambios sociales es innegable y, en Cuba, mucho más. Por tanto, es tarea nuestra transformar la realidad para que sea mejor y más justa.

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  • Es preciso decir que ninguna sociedad establece la.construcción de sus relaciones politicas de formas inmanentes, sino que se construyen consciente o inconscientemente en la cotidianidad de su práctica política como parte transversal y sistémica de las múltiples relaciones sociales. Por ello, no reporta utilidad encontrar el origen desde el cual los jóvenes comenzaron a ser apáticos, la originalidad en ese sentido no es importante, sino que resulta más significativo encontrar qué sistemas de producción, reproducción y reactivación discursiva permiten que esta postura «apolítica» perviva y se constituya en la actualidad como elemento «desideologizador y no despolitizador» – tal y como refiere el texto de Iramís Rosique -.

    1. Muchas gracias Raúl por tu comentario. Yo coincido plenamente con ese enfoque que señalas a la hora de analizar los problemas relativos a la apatía en particular, y a la conciencia y la cultura en general. Ha habido (y hay) una aproximación voluntarista e instrumental a estos fenómenos que asume, por ejemplo, que la forma de enfrentar estos problemas es, por ejemplo, apelar a la conciencia, llamar a la movilización de lo desmovilizado, o trasladar los discursos y prácticas tal cual, conservando los códigos, por ejemplo, las nuevas plataformas. Este enfoque es un enfoque que desconoce que la apatía y la desideologización son producidos y reproducidos por unas estructuras y por un sistema de relaciones y prácticas que sin ser modificadas no pueden obtenerse resultados diferentes. Lo mismo ocurre con los problemas de la hegemonía cultural, de la guerra cultural, que no se agotan en la articulación de discursos, sino que tienen que ver con cómo unos discursos tienen capacidad de dotar de sentido la realidad, cómo unos discursos sirven a la gente para orientarse en un sistema de relaciones dado. Todavía hay mucho que pensar y discutir en esta línea.

  • Creo que es importante que los jóvenes tengan un espacio para exteriorizar sus inquietudes, para discursar sobre política y sociedad. Pero creo que sería contraproducente hacerlo desde la condescendencia. Ser joven no es un talento especial ni una condición privilegiada, es una oportunidad para apertrecharse de conocimiento y tener «todo el tiempo del mundo» para llevar ese conocimiento a la práctica. Y en ese sentido, los jóvenes también debemos reclamar y construir nuestros espacios, sin pretender que se nos otorguen prebendas por virtud de la edad biológica.
    Muy bueno lo escrito por Rosique y Damiani. No se vence la apatía y la incultura si no se empieza por diagnosticarla.

    1. Es muy interesante el tema de hoy. Como profesora me toca de cerca el tema porque aunque hay espacios dedicados al debate de las necesidades de los jóvenes, y las dudaa que puedan tener en los diferentes ámbitos, siempre es difícil (según el criterio de algunos alumnos) encontrar desde la política un espacio para desarrollarse e insertarse en estas esferas. Creo que queda de parte de los jóvenes hacer valer sus puntos de vista para poco a poco ir ganando espacio en los diferentes escenarios que propicia la política.

    2. son necesarios los diagnósticos y también es necesario adaptar nuevos mecanismos y espacios para propiciar esa participación. repensar algunos ya existentes y me parece importante enseñar a hacer.

      1. Enseñar a hacer, haciendo (que también es la única manera de aprender). Gracias también por su texto, Keyla, no estaba aún cuando comenté. Me pareció conciso y muy atinado.

    3. Gracias por comentar, Michel. Yo creo que los jóvenes están creando, hoy tanto como siempre. Siempre han creado. Lo que nos falta por momentos, a los jóvenes rojos en particular, es el «cuadro apretado». La articulación, el hermanamiento de todas las iniciativas emancipadoras, revolucionarias jóvenes que se están dando formal e informalmente, institucional y extrainstitucionalmente. Por ese tipo de unidad debemos trabajar. Tenemos que conocernos y reconocernos. Quizá en ese momento descubramos que la apatía no es tan densa como parece.

      1. Bueno, realmente la institucionalidad revolucionaria es riquísima y está llena de potencialidades para asumir estos retos. En su momento la UJC por ejemplo fue esa gran casa bajo la cual se cobijaron todos los movimientos juveniles (MJM, FEEM, FEU, AHS, BTJ…). Esa puerta puede ser abierta otra vez, hoy hay colectivos emergentes que tributan al mismo proyecto social pero están por fuera de esa casa.
        También pasa que hacia lo interno de nuestras organizaciones se desarrollan iniciativas creadoras pero se quedan en lo local, en el municipio tal, etc. La manera en que comunicamos lo que hacemos, nos conocemos entre nostros debe evolucionar, para que en Pinar se sepa lo bueno que se hace en Guantánamo.
        Un poco por ahí voy.

      2. Las Organizaciones Estudiantiles, los Movimientos juveniles que se mencionan siguen siendo de la UJC, y hay claridad de que deben repensar sus diseños e incluso rescatar lo que establecen en sus estatutos y reglamentos que no siempre se cumplen en las bases y no solo por no ser atractivos, sino porque se dejan de hacer y nadie responde por eso. Tampoco se debe negar lo que realiza la sociedad civil y entre todos se construye un entramado que propicia satisfacer intereses.

  • Quería referirme al poema de Luis Saíz. Creo que los hermanos Saíz y aquella generación dieron fe de una política de nuevo tipo, protagonizada por ellos mismos. Y además, la hicieron bella. En estos días he leído algunos poemas de Luis y Sergio. Es increíble su precocidad con alrededor de 17 años que tenían. Este poema es un ejemplo de eso, pero hay otros también muy buenos, como «Incitación al descamisado Jesús.» Creo que hoy debemos rearmar esa nuestra única senda, hecha de nuestra diversidad confluida, articulada, organizada, y poderosa.

  • Tengo una pregunta para Keyla Estévez.. Según las investigaciones que ustedes han realizado, ¿qué percepciones predominan entre los jóvenes cubanos sobre la política? ¿qué asuntos conforman sus principales intereses?, y ¿qué relación guardan con lo político? ¿Qué percepciones tienen sobre las posibilidades de solucionar sus problemas inmediatos mediante la participación política?

    1. No soy de las que considera que los jóvenes están lejos de la política. El alto nivel de instrucción de nuestra juventud los hace entender los fenómenos que ocurren en el país y su relación con el contexto. Sí hay un acomodo para no legitimar los espacios institucionalizados para la participación y el aporte a ellos. Algo que implica que esos espacios deben ser reformulados y dinamizados.
      Por otro lado hay carencias en los estudios sobre este tipo de opinión. Hay académicos e investigadores que plantean inferencias sobre el tema y desestiman la participación política tanto desde espacios informales como los formales y eso expone la realidad del tema.
      Un grupo importante de estudios del CESJ explican que los jóvenes más allá de hablar del sistema o de las políticas propiamente, sienten preocupación e inquietudes por condiciones materiales necesarias a su edad. El acceso al empleo, la forma de continuar estudios, el acceso al empleo del tiempo libre; elementos que también son políticas y que necesariamente están en sus agendas, en la del estado y que requieren constantes miradas.
      La percepción sobre la solución a sus problemas varía en dependencia del tipo de juventud del que se habla; hay que recordar que existe una gran heterogeneidad; el nivel educacional, el lugar de residencia, entre otros, y lamentablemente en algunos casos predomina la incertidumbre, en otros es considerado difícil la transformación, están los que tienen confianza, y los que se implican en un cambio. El tema económico generalmente marca esas diferencias.

      1. Me parece muy importante, Keyla, que tanto en tu texto como en tus comentarios, hayas hecho referencia al significado político de esa preocupación por los problemas de los jóvenes y sus soluciones, tanto en ellos como en el resto de los actores de la sociedad. Muchas veces para encontrar la politización de los jóvenes esperamos una convicción explítica, un discurso eslabonado, una crítica, o una definición personal (socialista, comunista, liberal, etc). Y hay esto pero también mucho de lo más básico, lo que muchas veces descuidamos incluso hablando en su nombre: la sensibilidad humana, la identidad, el entusiasmo, la indignación… Esto debe ser tomado en cuenta por las organizaciones y experiencias revolucionarias establecidas y emergentes, pues ahí debe estar enraizado su trabajo y su utilidad práctica, ofreciendo al mismo tiempo el testimonio de que es posible resolver todos esos problemas a sus diferentes escalas (locales y nacionales, sectoriales y globales..) con nuevos métodos: los métodos revolucionarios.

  • Muchas gracias por sus ideas. Me resulta interesante cómo algunos jóvenes son capaces de denunciar lo mal hecho, ya sea en temas de género o discriminación racial; aprovechan las redes sociales o blogs para contar sus historias o denuncias, pero si les mencionan la palabra política se asustan y sienten que están tocando terreno hostil.
    ¿De qué forma la juventud pudieran aportar miradas renovadas a las instituciones? ¿Qué pudieran hacer los profesores universitarios, sobre todo los más jóvenes, para apoyar o guiar esa preocupación por su país, que es al final lo más importante?

    1. Desde la práctica laboral los estudiantes universitarios se insertan en diferentes instituciones, y desde mi experiencia muy particular puedo decirte que es muy difícil para ellos poder integrarse en ocasiones, incluso van muy motivados y la realidad los vence. He tenido muy buenos alumnos que con herramientas teóricas pretenden aportar a los diferentes procesos, pero al insertarse en las instituciones no son escuchados o simplemente son subvalorados

      1. La realidad no es la ideal. Un problema de la juventud en cualquier lugar es precisamente imponer criterios, ganar en ser protagonistas, es una sociedad adultocéntrica y por lo tanto las miradas en muchas ocasiones van del extremo paternalismo a la negación frustrada. Por eso es importante crear y fomentar capacidades para responder y enfrentar estas barreras. Hay que brindar espacios, crear espacios y hacerlo desde el respeto, desde el diálogo. Creo que nuestro sistema educacional, tanto el general como el de nivel superior deben apostar a herramientas de formación de esas habilidades en sus claustros.

    2. Dailene, muy oportuno tu comentario. Como decía Keyla en un comentario por allá arriba hay que encontrar nuevas maneras de hacer, una tarea que sobre todo nos toca a los jóvenes que estamos en las instituciones. En cuanto a los profesores universitarios, debo decir que creo firmemente que uno de los espacios de activismo político por excelencia que se dan hoy es el de profesor. Los profesores universitarios tienen la posibilidad (y yo diría que el deber) de introducir una visión problematizadora y emancipadora de los problemas sociales, aprovechar ese espacio para hacer que los educandos se hagan las preguntas que no se suelen hacer, las preguntas sobre las injusticias invisibles (invisibilizadas) de este mundo, los retos que tenemos como país y como poryecto social (no siempre todos visibles tampoco), y de ahí comprometer. Un profesor puede hacer mucho bien realmente.

      1. Gracias. Nos queda la tarea doble de formarnos para, entonces, poder acompañar a nuestros estudiantes, de una forma cercana y empática.

  • Tengo algunos comentarios para el fértil texto de Iramís, con el que coincido en la mayor parte. Primero, yo creo que la desideologización no es posible: toda desideologización implica que se está produciendo una re-ideologización en una nueva dirección. Pues la ideología no es sólo la doctrina o el discurso, sino que remite al conjunto de creencias acerca del mejor ordenamiento de la sociedad, mientras que la política es el terreno donde esto se decide. De manera que ese sentido común supuestamente desideologizado en realidad está siendo disputado por nuevas ideologías. Por otro lado, hay un subsuelo: a menudo consideramos como desideologización o despolitización lo que ya no se está expresando en los códigos esperados, o dejó de expresarse del todo, sin embargo, conserva un fermento de valores propicio para una nueva politización. Probablemente a muchos de los jóvenes que han trabajado como voluntarios en el enfrentamiento a la pandemia se le hable de política e ideología y te cortan la luz, mas su accionar y su actitud es el fruto de un acumulado. Envío este y sigo..

    1. Luis yo también cuando usé el término dudé. Pq es verdad que no hay desideologización posible en su sentido amplio. Aunque lo usé más en el sentido de ideología política expresa, de un modo clásico, a la pérdida de conciencia "clasista y nacional", por decirle de algún modo, lo que se traduce en un debilitamiento de la ideología socialista y del antiimperialismo como actitudes conscientes, y que se manifiestan como esta apatía que le decimos.

  • Coincido en que el mero hecho de ser joven no constituye elemento suficiente para reservar en sí derechos a la discusión política, al cuestionamiento social, o al derecho de rebelión. Si la Generación del Centenario evocó el derecho de rebelión – que fue el elemento central defendido por Fidel Castro en el juicio del Moncada – o se arrogó el derecho de intervenir en la vida pública fue porque evocó una ética-política liberadora y de transformación sincera de la realidad específica para responder las problemáticas de ese momento. En ese caso el intervenir para cambiar el curso de la historia estuvo guiado por la convicción de lo supremo que se hacía.
    Ahora.
    Ser joven no representa una clase social, ni un sector, ni una condición que establezca de por sí una elaboración de la realidad similar. Ser joven tampoco es un fragmento separado del resto de la vida del individuo. Por lo que trazar políticas para ese estadío sin considerar el resto de la vida politica individual es un parche.
    Es excepcional que en nuestra historia la mera condición de joven constituya motor de arrojo revolucionario más allá de la condición social, pero no podemos traducir esas condiciones a la actualidad, dado que son otras las condiciones y los retos son abismalmente diferentes.

    1. Precisamente cuando comenzaba a escribir para este forodebate, una de las preguntas que pretendí plantear es ¿cuál juventud? Pq no se puede hablar como dices de juventud en singular, sino que habría que hablar de juventudes (allá arriba Keyla comentaba criterios que distinguen segmentos dentro de la juventud y que se traducen en posiciones y preocupaciones diferentes). Pero aún insitimos en hablar de LA juventud en singular, de la única y uniforme.

      1. Las juventudes cubanas son muy variadas, muy diversas. Debemos distinguir siempre eso. Están los que estudian, los que trabajan, los que no hacen ni una, ni otra cosa.
        Dentro de los que estudian, hay diferencias por el tipo de enseñanza, por la aspiración de superación que poseen, por la escuela en la que lo hacen. por el tipo de maestro que tienen y hasta por las condiciones en la que lo hacen.
        Para los que trabajan algunos los hacen en el sector estatal, otros en el privado, está el tipo de empleo, el tipo de relación que establece, el puesto de trabajo, la remuneración.
        los que viven en el campo o en la ciudad, los que aprecian el arte o el deporte, los que tienen pareja o no, son muchas cosas que caracteriza esta variedad, que tampoco se aleja del tipo de celular a utilizar y los paquetes a consumir, y más allá de eso pasa por cómo nos implicamos en nuestro contexto, qué queremos hacer, dónde queremos llegar, qué compartimos, qué valores tenemos, los sentimientos que nos unen en esa diversidad. hay que aprender a trabajar y diseñar para todos

    2. El contexto se transforma constantemente, a veces a velocidades increíbles y en ese sentido generalidades y comparaciones pueden tener brechas en las miradas que nos impiden analizar el fenómeno integralmente.
      Hay que propiciar que se intervenga en la vida pública del país, que se opine, que se construya colectivamente. No se trata de que todos pensemos igual, de que todos tengamos los mismos gustos e intereses, por eso hay que conocer en cada lugar, particularizar. Dentro de la universalidad de nuestras políticas, debemos buscar un camino hacia lo local y lo particular.
      En lo personal no creo que políticas segmentadas para poblaciones divididas por rangos etarios resuelvan los problemas, se trata de aplicarlas a las medidas y hacer valer los derechos. Aprovechar espacios de debate, que implican la preparación de quienes los conducen para no atacar o reprobar planteamientos. Así enseñamos y dejamos que las personas se involucren más. Por otro lado no todas las experiencias son negativas y también debemos crear esas rutas de aprendizaje necesarias para ganar en experiencia.

      1. Coincido en esa profundización y complejización del problema y también creo que la complejidad hay que hacerla de dominio público.
        Gracias por la respuesta

  • Coincido con Iramis, lo que necesita la juventud más comprometida, hoy por hoy, es articularse, reconocerse y retroalimentarse. La apatía no necesariamente es consecuencia de la falta de conciencia política, tambien puede estar influenciada por la sensación de aislamiento e incompresión. Pienso que esa propia articulación, es por sí misma una forma de revertir el efecto de la desideologización, un grupo tiene más alcanse subversivo que un individuo aislado. También pienso que avances tecnológicos que se han dado recientemente, como la comunicación por datos móviles, influyen favorablemente en que esos jóvenes puedan encontrarse y creen sus espacios

    1. También tenemos que profundizar en relación al aislamiento, si es autoprovocado o realmente son producto de una marginación o rechazo. Por características psicológicas del grupo la etapa juvenil es propensa a ello y si los actores encargados de la educación en el mayor sentido de la palabra no actuamos consecuentemente se enreda más todo.
      en los colectivos estudiantiles y laborales donde se propicia mayor participación, se aprovechan potencialidades creativas y motivadoras de los jóvenes los resultados siempre son mejores.

      1. Gracias Keyla y Damiani por sus comentarios, me ayudan a entender mejor el problema y los desafíos que les coloqué por allá abajo en otra intervención, y que tiene que ver con lo mencionado por ustedes.

  • Me gustó mucho el texto de Claudia, pues apunta directamente a uno de los problemas de comprensión más cotidiano, la negación y reclusión de lo político, que desarma al pueblo porque es en este espacio donde se deciden nuestras vidas. Y Claudia le pone contenido a esa ausencia, recuerda cuáles son esos procesos que estamos entregando cuando somos enajenados y/o nos enajenamos de la política. Yo quería preguntarle a Claudia donde considera que está lo político en su obra como escritora, en sus cuentos, poemas, novelas. Y qué marcas de su generación considera que se han expresado en ella.

  • Muy buenas preguntas, Dailene, pienso que en lograr una fértil interacción de los jóvenes con las instituciones, influyen elementos que implican a ambas partes. A menudo la inserción en instituciones de los recién graduados, resulta en desencanto por parte de estos. Mientras que ese mismo desentusiasmo repercute en que no se sientan ellos comprometidos con la institución. De modo que lo más importante sería que las instituciones lograran implicar a los jóvenes, y que a su vez estos vieran en ellas una posibilidad de realizarse a sí mismos (esta además no es una cuestión solo de los jóvenes).
    Sobre el papel de los profesores universitarios, pienso que tenemos un lugar privilegiado, no solo porque desde nuestra profesión tenemos gran influencia sobre los jóvenes, sino porque nos permite, a la vez, tener conocimiento de las inquietudes y peculiaridades de las nuevas generaciones. Por ello el profesor juega un papel fundamental (como la universidad misma, en todas sus dinámicas). Creo que el profesor debe implicarse en todas las inquietudes de sus estudiantes (no solo en las que tienen que ver con su asignatura) para así formarlos y guiarlos. Pero para esto es importante primero que el estudiante reconozco en este, un ejemplo a seguir, y eso se logra siendo un buen profesional y ser humano.

  • Bueno, Luis, es una pregunta interesante y dificil de responder. Yo creo que en mi obra, la política se manifiesta sobre todo en la sensación de insatisfacción con la realidad y la desolación que sienten los personajes. Que están todo el tiempo buscando semejantes, un lugar al cual pertenecer y un sentido para su vida. También en una cierta tendencia a querer escapar de la realidad. Esto tiene que ver con la sensación de aislamiento y frustración, que, creo, es propia de mi generación; con la discordancia entre expectativas y realidad, que es fuente también de apatía. Esta es la esencia. Aunque también hay formas más evidentes en que se manifiesta lo político: como la referencia a la emigración como causa de la perdida de amigos y familiares (causa de más aislamiento y desolación), las preocupaciones sobre cuestiones medioambientales y sociales o el hecho mismo de que las historias transcurran en el contexto cubano (y sus conflictos, por tanto, deriven de este).

  • La gente posmoderna entiende más de derechos individuales, me respondía el otro día un amigo de facebook, joven también, para explicarme su desilusión por la política, el por qué no puede seguir la narrativa de la épica revolucionaria. Mi amigo escribe: ¨Y mi forma de hacer política es individual. No me interesa ser parte de algo más grande. Solo mi opinión, mi trabajo y mis canciones¨, reconoce que hace y participa de la política, pero su desinterés por ser parte del proyecto, o de la construcción socialismo en última instancia, lo tiene claro. Dice que ahora solo se siente parte de un grupo de facebook y que conoce a gente con los que se podría fundar un país de amor y tolerancia. Escribe: ¨Ojalá Cuba fuera eso, como un grupo de FB con gente chévere¨. Esas identidades, de las que él se siente parte, son los trocitos del pozole que tenemos que cocinar.
    Mi amigo hizo carrera política en su momento, fue presidente de la FEU, y también secretario de la juventud, hasta que se decepcionó, ¨lo mandé todo al caraj…¨, me dice, ¨nah, que la política no me sirve¨, concluye. Como él, otros. Yo misma entregué mi carnet de la ujc por hastío, me hacían perder más tiempo del que podía dedicarles, y mi núcleo era cualquier cosa menos de espíritu joven y comunista, necesitaba otros frentes más orgánicos, pensé. Dos años después entendí parte de mi error, aunque no dejo de reconocer la irrepresentatividad y la burocratización de muchas organizaciones de masas que se supone movilicen a los jóvenes, sus incapacidades para conectar con ellos, hablar su lenguaje, realizar un trabajo de base autentico, constante, efectivo. A veces incluso percibo falta de agenda propia, de independencia, y los distingo más como apéndice del partido, que aunque importante su acompañamiento, la labor que debería ejercer es la de guía, la de asesor, y no la de decisor, o incluso a veces la de censor. Yo creo que nuestras organizaciones políticas y algunas instituciones no han sabido apropiarse correctamente de muchos liderazgos inquietos, pero orgánicos al proyecto, les ha temido, los ha coartado. Y ese error es necesario reconocerlo, y rectificarlo. Los días que corren hoy, no son los de hace 10 años atrás. Cada vez tenemos menos en nuestras manos el control de la opinión pública. En el ejercicio de la ciudanía mediática se construyen nuevos sentidos a la velocidad de la luz, se organizan personas, muchas en causas justas, pero atrapadas en el contexto de neoguerra fría librado en los social media, que o bien nosotros las malinterpretamos, o bien ellos las deforman intencionalmente, a veces sin alternativas. Hay mucho dinero gringo de por medio, esa es una constante que tenemos que torear. Pero creo la hegemonía socialista debe ser capaz de atraparlas antes, esas causas. Y además toca.
    Aún el trabajo de nuestras instituciones y organizaciones es deficiente en cuando a nuevos códigos comunicativos, su activismo en las redes es tímido. Su trabajo de base y labor de politización igualmente insuficiente, poco creativo. Son más de orientaciones que de intuición revolucionaria. Cuánto me gustaría cambiar eso, y creo en ello estoy. Pero que no nos pongan más trabas de las que ya tenemos. Acompañar a los jóvenes no puede venir de la mano del asistencialismo ni del adultocentrismo, como nos ha sucedido mucho, sino de generar sujetos emancipados y emancipadores. Redefinir la mística revolucionaria que nos oxigena es importantísimo en el proceso, y quién mejor que nosotros para hacerlo, e involucrar.

  • Creo que en gran medida esa apatía está condicionada por el paternalismo que desde la instiucionalidad lastran la participación de los jóvenes, su capacidad para hacerse escuchar y hacer valer sus criterios y críticas sobre los problemas que los inquietan y su necesidad de ser tenidos en cuenta en las propuestas y decisiones acerca del modelo de gestión y desarrollo de la sociedad, este paternalismo influye mucho en la percepción que muchos jóvenes tienen de que sus criterios no son suficientemente tomados en cuenta o sólo lo son cuando la propia institucionalidad los convoca o requiere de su atención y el formalismo drl que están permeadas muchas organizaciones de masas incluídos las juveniles, además por supuesto de la situación económica y la hegemonía cultural que también influye a nuestra sociedad pero ¿Cómo pueden los jóvenes romper con este paternalismo y formalismo que lastran su participación entusiasta en la política? ¿Y de que forma las redes digitales pueden contribuir a articular ese movimiento de jóvenes rojos revolucionarios y su articulación con las organizaciones juveniles con métodos diferentes que pueda despertar el entusiasmo juvenil por la participación política?

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