Escena #6: Bonsái (galería de fotos + videos)

  • ¿Cómo fluir con un arte vivo?

  • ¿Soy un artista o un coordinador de dispositivos escénicos?

Todos los días alguien nos cultiva. Reducen nuestro tamaño mediante técnicas como el trasplante, la poda, el alambrado, el pinzado, la palabra, la costumbre, el error. Moldean nuestras formas para crear un estilo que nos recuerde una escena de la entendida naturaleza.

Cada uno de nosotros es la representación de “lo divino” y “lo humano”. Los cultivadores experimentan al intentar transmitir las características de un individuo desarrollado en la naturaleza, a uno pequeño cultivado en macetas. Lo que nuestros cultivadores desconocen es que, si nos plantan adecuadamente, sobreviviríamos el mismo tiempo para el que fuimos biológicamente diseñados. Pero, si se hace de forma incorrecta, lo menos doloroso será vivir como como plantas empequeñecidas.

Todos los días alguien ya cultivado se incorpora a la tarea de sembrar bonsáis.

foto: Belice Blanco

Lo aprendido durante el proceso de la obra El Plan B es seguir el Plan A, nos hizo establecer una búsqueda más radical a través de nuestro lenguaje. Una exploración de los distintos sistemas simbólicos que podría generar el cuerpo sin parafernalias ni atrezo. El cuerpo como eje político de nuestra investigación escénica. El cuerpo como hallazgo sensorial.

El Plan B… nos plateó varios caminos para posibles espectáculos, de ellos Bonsái resultó seleccionado por ser una tesis que daba continuidad a nuestras búsquedas. Sabíamos que el performance invadiría el diseño total de la obra y nos dejamos llevar. Lo que parecía ser un espectáculo para hablar de la violencia y sus consonancias como experiencia grupal, terminó en un concepto amplio, interdisciplinario y definitorio en la estética de LA CAJA NEGRA.

Pensamos en el proceso de mutilación que sufren algunas plantas para convertirse en un bonsái. Una obra de arte-espejo frente al auditorio. Un resultado del consumo, la tradición y el ocio. Crear bonsáis en el siglo XXI es una práctica alejada de las costumbres milenarias de los asiáticos pero el resultado es el mismo: el cuerpo amputado de un ser vivo.

  • ¿Será este un proceso inherente a la botánica?

  • ¿Dónde radica la belleza del proceso?

  • ¿Puede el cultivador ser un bonsái?

  • ¿Puede controlar su existencia tanto como controla la existencia de sus plantas?

  • ¿No será una acción en cadena?

  • foto Frank Lahera

En ese ejercicio, en el cual un bonsái no puede liberarse de su suerte, subyace el recorrido contemporáneo de nuestros sistemas sociales. Nuestra existencia es condicionada por el absurdo de la existencia del otro. Así los límites imponen el ritmo cortado de “lo posible”, “lo probable”, “lo épico”, “lo constructivo”, o sea: EL EMBARGO. La fuerza de la mente contra la resistencia del cuerpo, el ruido de la acción contra la voluntad del obrante.

Foto Belice Blanco

Nada escapa a la naturaleza del bonsái dentro de nuestro sistema conductual. Dinamitar esa parquedad supone un riesgo poco atractivo, para quienes desde su zona de confort han elegido el enanismo como un fin glorioso.

  • ¿Cómo atomizar la inmovilidad?
  • ¿Cómo desarraigar y desgajar al individuo que descansa conforme en una maceta?
  • ¿Cómo subvierto el comportamiento colectivo?
  • ¿Cómo ser autónomo?

Repensar como somos cultivados y sacarlo a la luz terminó siendo nuestro propósito escénico. Queríamos crear un espejo donde cada cual pueda percibir qué tan pequeño le han obligado a ser. La idea era dejar macetas vacías y a individuos sin macetas, enajenarlos de la costumbre del sembrado y la unilateral forma de ganarse el aire. Reencontrarlos con la imperfección de su naturaleza para que puedan juzgar su mortalidad y su poder.

Cartel de la obra. Diseño Rubén Aja Garí

Bonsái fue estrenada el 19 de enero de 2018 en el patio del Centro Provincial de Cultura Comunitaria de Santiago de Cuba (CPCC). La obra es una mezcla de imágenes que transitan entre lo surrealista y lo absurdo. Una pantalla gigante al fondo del escenario mantiene el diálogo con todos los elementos. El audiovisual y las voces en off mueven la dramaturgia espectacular para dotar de ritmo, atmósfera y resignificar los contenidos a la vista del espectador.

El montaje puede entenderse como un tratado contra el ego y al mismo tiempo, como una revista sobre la convivencia, la aceptación y la comunicación sensorial.

Los actores permanecen todo el tiempo (una hora) con un overol azul de trabajo, unas botas y un cubo en la cabeza. No hablan, no escuchan, no ven, pero actúan con normalidad, como si eso no representara una barrera para existir y manifestarse ante la vida. Tales limitantes hacen difícil el trabajo del actor pero el público no lo advierte. El espectador cree en un principio que es un truco, luego que en algún momento se quitaran el cubo de la cabeza. Finalmente no sucede nada esperado, el actor no existe, es una idea fuera de los márgenes de esta representación.

  • ¿Puede el teatro ser tan perturbador?
Foto Frank Lahera

El eje para el entendimiento de los cinco actores sobre el escenario es el cuerpo. El cuerpo posee los registros aliados a lo sensible, la memoria, la individualidad y colectividad del espacio público, la relación con los elementos de la naturaleza y las normas sociales, la conducta, las prácticas políticas y la experiencia como argumento de vida. El cuerpo contiene no solo la biografía personal del individuo, sino también parte de la biografía colectiva.

La obra es mostrada al espectador a través de seis capítulos donde se conjuga lo onírico y lo real.

Capítulo #1 EL CULTIVADOR

Capítulo #2 LA SIEMBRA

Capítulo #3 LA PODA

Capítulo #4 EL TRANSPLANTE

Capítulo #5 EL JARDÍN

Capítulo #6 EL PROYECTO

Foto Belice Blanco

A través de estos capítulos se aprecia el cultivo del bonsái. Un proceso cíclico para subvertir el discurso de un cuerpo sentenciado. La mutilación en los individuos escenificados se obtiene en gran parte a través de elementos a fines con su biografía familiar. Objetos ordinarios pero propios del actor, aditamentos que conforman imágenes/ideas/conceptos identitarios que el cultivador desea para invalidar sus conciencias.

  • ¿Quién es el cultivador?
  • ¿Es una obra hecha por actores?  

La obra es interpretada por individuos que no conoceremos jamás. Personas sin rostros, con no más identidad que la ofrecida por la acción, nunca sabremos el sexo, color, ni nombre real, porque no hará falta. Sus cuerpos son una imagen colectiva y genérica.

Era necesario aislar a los actuantes de su ego. De sus deseos por mostrarse y exhibir sus cualidades en la escena. Apartarlos de la manera ingeniosa con la que construyen un personaje. Este es un espectáculo para mostrar el compromiso del artista, su postura ante el cambio que propone y ante la duda que engendra. 

Foto Cortesía del Grupo
  • ¿Soy un bonsái?
  • ¿Puedo no serlo?
  • ¿Puedo hacer que otros renuncien a la esencia del bonsái?
  • ¿Cuánto habrá de político y artístico en mí accionar?
  • ¿Cuánta información contiene un cuerpo?

La enajenación del individuo define su conducta social/personal y su participación política. Nuestro trabajo busca crear un camino al auto-reconocimiento. En un contexto donde el bonsái representa al individuo como resultado de los moldes sociales, la escena muta como un cuestionario ineludible para la platea. El individuo que es un bonsái también es un cultivador de bonsáis, es responsable por multiplicarse.

  • ¿Cómo introducir un punto de quiebre?
Foto Frank Lahera

El escenario está repleto de cubos, se utiliza la reiteración de objetos como componente estético, algo que ya habíamos explorado en El Deseo (otro panfleto escénico) con cajas de cartón. La escena empieza limpia, organizada y a medida que transcurre la obra, se ve como todo se vuelve caótico. Los elementos de la puesta yacen sobre el escenario por alguna razón: primero crear el jardín, luego hacer del jardín el gran proyecto.

Bonsái es una obra difícil. Si las puestas anteriores del grupo hacen dudar al espectador sobre las nociones de teatro y teatralidad, en esta obra el espectador se paraliza. El público hace malabares con los conceptos y principios preestablecidos que utiliza para ejercer la interpretación y se adentra en un universo sin fronteras. Un lugar donde la idea y la forma están subvertidas, hechas pedazos sobre las tablas. Un lugar donde los cuerpos políticos/simbólicos nos condenan a practicar la libertad y la diversidad de criterios.  

Foto Belice Blanco

La obra se presentó en Las Romerías de Mayo, Holguín 2018; Puente Sur, Mayabeque 2018; Máscara de Caoba, Santiago de Cuba 2018; Desconectado a 969, Santiago de Cuba 2018 y 2019.

El elenco ha sido integrado por Maibel del Rio Salazar, Adolfo Guzmán Pacheco, Erasmo Leonard Griñán Labadié, José Alfredo Peña Ortiz, Yanisleidys Laborí Cuevas, Lisandra Hechavarría Hurtado y Ricell Rivero Rivera

Frank Lahera (intervención pública en Mayabeque Festival Puente Sur)

Foto Frank Lahera (intervención pública en Mayabeque Festival Puente Sur)

Bonsái es un producto artístico que ha mutado desde sus inicios hacia otras manifestaciones. La construcción del espectáculo a partir de códigos proveniente del audiovisual y las artes visuales han permitido que la obra asuma disímiles modos de representación. Todo el proceso nos permitió colaborar con creadores que ven en el grupo un espacio de diálogo y proyección de sus propias obras. Allí quedan video-artes, videos performance, intervenciones públicas, performance y lo que tal vez sea el movimiento más arriesgado de esta saga: una película.

Cartel de Bonsái La película diseño Frank Lahera

La película es una extensión de la investigación del grupo. Una búsqueda que inicia con esta experiencia y en la cual traté de hacer partícipe a todos los implicados por igual. Un día llamé a los actores y les di pautas específicas para comprender y realizar el proyecto. Quería otra visualidad y lectura del texto tanto en el plano escritural como espectacular. Las orientaciones le permitió al elenco conectar la investigación hecha para la puesta en escena y readaptarlas a nuevas circunstancias. Ellos escogieron los ángulos fotográficos, las locaciones, el sonido ambiente, las acciones físicas y se registraron en una documentación como si fueran individuos en una probeta. La idea era mantener lo experimental no solo desde el resultado sino también desde el proceso. La documentación de la vida real de cuatro actores durante una semana en cuarentena se convirtió en una película que extiende las ideas del espectáculo escénico.

Bonsái es un proceso artístico infinito/inagotable. Hay quienes creen que la ciudad de Santiago de Cuba no estaba preparada para su consumo. Pero acercar las nuevas narrativas y estéticas al público de nuestra urbe, forma parte de los fundamentos del Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA.    

Entonces la pregunta: ¿Hago obras?

Todos los días alguien sin macetas se incorpora la tarea de liberar bonsáis.

Foto Frank Lahera (intervención pública en Mayabeque Festival Puente Sur)

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