Forodebate: Problemas actuales de la cultura cubana. El desafío de la emancipación

¿Cultura es sinónimo de creación artístico-literaria? ¿Tenemos política cultural? ¿Las instituciones representan a los artistas e intelectuales? ¿Están avanzando los valores conservadores en Cuba? ¿Qué expresiones están teniendo en el campo artístico-literario? ¿Cómo hacer nuestra política cultural más útil para el avance del socialismo? ¿Qué papel debe jugar la Asociación Hermanos Saíz en este empeño?

Sobre estas preguntas y otras estaremos interactuando con la historiadora Mildred de la Torre y el trovador y uno de los vicepresidentes de la AHS Rey Montalvo Vasallo. La cita es el 6 de mayo desde las 10:00 a.m. en el Portal del Arte Joven Cubano, sitio web de la Asociación Hermanos Saíz.

Cultura v/s cultura

Por Rey Montalvo Vasallo

También la cultura es un instrumento de dominación. El ser humano pasional, aun cuando intenta la objetividad, reacciona influenciado por sentimientos y estados de ánimo, de ahí que el lenguaje de la música, la danza, el teatro, la pintura, la literatura, sea el más efectivo transmisor de ideas y valores. El arte puede emancipar o consumir a los pueblos, es un medio para la comunicación y un modo de traducir lo cotidiano en emociones.

La cultura define y expresa imaginarios, representaciones, modos de vida y prácticas sociales. No existe una única cultura en Cuba, y ese ha sido el desafío fundamental de aquella cultura nueva, la que intentó contrastar los dogmas de la cultura establecida.

La Cuba del presente vive inmersa en el eterno combate entra culturas: una que aliena, que esclaviza (porque sin cultura tampoco hay esclavitud posible), y la otra que pretende liberar.

¿Cuál es el lugar de la cultura nueva hoy?, esa es la cuestión. ¿Está en la vanguardia, nos representa como país, la defienden las instituciones, la socializan los medios de comunicación, o está en la resistencia, en la voluntad de algunos que se imponen al burocratismo, a lo que nos dictan como imposible, a los sentidos comunes de una realidad que parece inmutable?

¿Qué cultura es dueña de lo banal, del sensacionalismo, de las postales de una sociedad consumista, vulgar, machista, homofóbica, misógina?

He preferido hablar de culturas, en plural, y quizás de problema en singular: el reto de este tiempo es transitarlo consciente de esa dicotomía entre saberes. La Asociación Hermanos Saíz (AHS), por ejemplo, será efectiva en la defensa de una cultura nueva en tanto contribuya a socializar el arte que funda y no el que reproduce la ecuación de un mercado occidental que aliena.

La tendencia a universalizar lo fácil y edulcorado va más allá de una seguridad de éxito. El mensaje de vivir despreocupados, por ejemplo, que transmiten algunos hits del momento, cuando transciende al sujeto receptor y se convierte en una representación colectiva, sustenta una élite de poder que aspira a permanecer en él, mientras el pueblo se convierte en público, apático de responsabilidades sociales y de las transformaciones que necesita su entorno.

La AHS (una organización de creadores con representantes y no jefes) existe para defender una cultura inconforme de lo obvio, de la que son voceros los artistas que erigen un universo sensitivo y extraordinario donde el público logre mirarse por dentro y saltar al mundo a descubrirle las luces y los parches.

Es imperativo que la política cultural cubana no se divorcie de la voluntad y esencia del proceso revolucionario, tiene que resignificar lo valioso en medio de la inevitable disputa entre culturas. Es imperativo que la práctica de las instituciones y organizaciones no se divorcie de la política cultural establecida, y que estas sean consecuentes entre lo que llaman vanguardia y lo que defienden como tal. 

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Las políticas nacen y se nutren de las realidades concretas

Por Mildred de la Torre Molina

  • 1- ¿Cultura es sinónimo de creación artístico-literaria?

Esta pregunta tiene múltiples respuestas, como conceptos existen sobre cultura. Recuérdese que su origen es antropológico. Lo interesante del asunto es la persistencia del criterio, a la altura de nuestros tiempos actuales, de que la cultura tiene un carácter reduccionista en tanto solo se expresa o es potestativa de la creación artística y literaria. Semejante criterio no solo resulta acultural sino también discriminatorio. Acultural porque no todo lo que se produce, en esa esfera, es creación, entendida esta en su valor universal, ni tampoco siempre expresa los valores de su tiempo y mucho menos constituye un referente único para conocer, aprehender y crear, apreciado esto último como concreción y punto de partida para la renovación constante del arte y la literatura.  Discriminatorio porque excluye a otras disciplinas, tales como la Educación y las Ciencias sociales y humanísticas y las científicas en general. Pero, sobre todo, al resto del mundo espiritual con sus creencias, hábitos, costumbres, tradiciones, lenguajes, aspiraciones, ideologías, etc. La cultura es el universo de los seres humanos en el que se asienta el pasado, el presente y el futuro. Sin ella no hay vida, no hay sentido de existencia. Apreciar la creación artística y literaria como parte de la cultura o como expresión de ella es dignificarla, siempre y cuando muestre los valores espirituales de su tiempo e incite a la gestación del futuro. En fin, la cultura es siempre trascendencia y de ella no escapa la creación artística y literaria. La banalidad, la bisutería, la vulgaridad, el mal decir, entre otras cuestiones, quedarán como lo execrable de una época determinada. Eso es acultura.

La discriminación también se aprecia en las relaciones interpersonales. No pocos artistas y escritores se opusieron al ingreso en la UNEAC de los científicos sociales que poseían obras escritas por entender que ellos poseían otras asociaciones; y lo peor, que el oficio del escritor solo es potestativo de la literatura de ficción y de la crítica literaria. Como concesión se le otorgaba a los traductores y editores. Por suerte, la dirección de la UNEAC no estuvo conforme con semejantes criterios y facilitó nuestro ingreso. Así lo demuestra la existencia de la Sección de Literatura histórico social en la Asociación de escritores y artistas.

Hay otro aspecto insoslayable. Me refiero al intrusismo profesional sin respeto al conocimiento especializado. Lo mismo se habla de historia, economía, sociología, música, literatura, etc., en los medios de divulgación o en los eventos científicos sin conocimiento puntual. Ese es un problema ético en detrimento del desarrollo de los saberes culturales. No existen normas para evitarlo.

  • 2- ¿Puede hablarse de una política cultural en Cuba?

Existen las políticas culturales desde la existencia del estado-nación en Cuba hasta los días presentes. Durante la república burguesa hubo las encomiables gestiones de José María Chacón y Calvo y Raúl Roa, por solo mencionar los más relevantes promotores gubernamentales. Hay una literatura reveladora de ese particular, de la autoría de Graziella Pogolotti, Malena Balboa, Jorgelina Guzmán Moré, Danay Ramos, Ricardo Quiza, Norma Suárez, Dayana Múrguia,  y otros. Hay múltiples autores que, de forma tangencial, lo han evidenciado cuando se refieren a autores, tendencias y obras específicas. Al respecto existe una excelente literatura indicadora de los esfuerzos realizados, en ese campo específico, por el movimiento intelectual hasta 1959. Bien puede afirmarse que la institucionalización del quehacer cultural, en sus diferentes niveles de expresión, está presente en los proyectos de quienes ejercieron el noble oficio del arte y la escritura. La sociabilidad y el asociacionismo de aquellos largos y complejos años así lo ponen de manifiesto, más allá de los malignos y empobrecidos propósitos de los gobernantes de turno. La creación cultural, apreciada en su sentido más amplio, no solo debe conocerse por sus valores epistemológicos, sino también por sus aportes al desarrollo de una progresiva conciencia crítica generadora, entre otras cuestiones, del movimiento liberador actual. La pobreza no genera la emancipación, esta es obra de la cultura política. Cuba es poseedora de un extraordinario legado cultural merecedor de socializaciones masivas, docentes y académicas. Bien honrados estamos de esa realidad aunque no siempre somos capaces de transmitirla.

Resulta interesante destacar la existencia, en estos momentos, de opiniones sobre la existencia o no de políticas culturales antes de 1959. Por lo que he expresado, ahora y en otras oportunidades, defiendo su existencia señalando sus valores, limitaciones y deficiencias. Ello conforma una herencia imposible de ignorar. Por otra parte, también se cuestiona el carácter plural de nuestras políticas culturales. Creo que he dejado esclarecida mi posición al respecto. La unidad y cohesión de nuestras fuerzas políticas y gubernamentales no contradice dicha pluralidad, por el contrario, la enriquece. A continuación insisto sobre el tema.

Desde el triunfo revolucionario hasta nuestros días hay políticas culturales en Cuba. Hablo en plural porque han existido las de las instituciones tales como el CNC, el Mincult, la Casa de las Américas, el ICAIC, la Biblioteca Nacional José Martí, La UPEC, la UNEAC y la AHS, que han trazado sus respectivas políticas, y también hay diferentes etapas, divergentes y convergentes, que se corresponden con la polisemia social e ideo-política del proceso revolucionario. Esto es algo digno de análisis aunque existen estudios sustentadores de la existencia de dicha pluralidad. A la altura de este tiempo los problemas confrontados con la aplicación de la política del sector no son los heredados de la república burguesa sino los inherentes al proceso revolucionario, salvo aquellos que responden a nuestra formación ancestral. Pero creo que para entenderlos no hay que recurrir solamente a la comunidad primitiva, a la plantación esclavista ni al capitalismo deformado de la república neocolonizada por el imperialismo sino a las mentalidades generadas por el colonialismo cultural contemporáneo, entre otras muchas causas. Debemos asumir la historia para cultivarnos en conocimientos creadores y no para justificar nuestros errores. Pese a sus imperfecciones, apreciadas por momentos o etapas, la Política Cultural se corresponde con los principios emancipadores de la revolución. No pueden negarse sus logros con la educación, la creación artística y literaria, la sociabilidad, la divulgación masiva, la investigación, entre otros. Como obra humana tiene exigencias propias de su tiempo y ello implica su perfeccionamiento continuo mediante la crítica y la auto-crítica y el diálogo continuo con el pueblo que es y debe ser su principal receptor. Debates y análisis e imbricación continua con los problemas neurálgicos de la sociedad constituyen los caminos para el perfeccionamiento de las políticas del sector.

  • 3- ¿Las instituciones representan a los artistas e intelectuales?

Sé que hay un debate intenso sobre ese particular, al menos en el seno de los últimos congresos de la UNEAC y de la AHS. No quiero repetir lo conocido. Insisto solamente en la necesidad de que sea el movimiento intelectual el generador de las instituciones y no a la inversa. Surgen por la necesidad de aunar el esfuerzo de los creadores en beneficio de la sociedad y no como una acción más para garantizar la unidad de los mismos. Deben ser escenarios de discusión, análisis, confrontación de ideas y conocimientos e incubación de proyectos colectivos e individuales, de respaldo y socialización  a la obra creadora, entre otras muchas acciones. Deben nacer y crearse según los intereses de los intelectuales en correspondencia con los del país.

  • 4- ¿Están avanzando los valores conservadores en Cuba?¿Qué expresiones están teniendo en el campo artístico-literario?

Resulta interesante la pregunta sobre el conservadurismo. Me alegra que se hable de tan importante asunto porque, aunque parezca contradictorio, revela lo que hemos avanzado en la aceptación o entendimiento del carácter polisémico de nuestra realidad social. Al fin entendemos que no existen uniformidades ideo-culturales, problemática presente en las equivocadas políticas de las primeras décadas de la Revolución. Sí, hay fundamentalismo, aunque no puedo afirmar que sea una característica de la creación artística y literaria. Esta, por lo general, en Cuba, generalmente se ha caracterizado por su liberalismo e independencia de los cánones tradicionales. Ese conservadurismo devenido en quietismo social constituye un flagelo necesitado de enfrentamiento por todas las fuerzas intelectuales del país. Más bien puedo afirmar que no aprecio una ofensiva, salvo en algunas realizaciones del teatro, el cine, las artes plásticas y las ciencias sociales, capaz de desconstruir las manifestaciones homofóbicas, racistas, sexistas y de apoyo a los añejos roles familiares. Ese conservadurismo, repito, se expresa sutilmente cuando intenta detener el avance de las ideas y cuestiona la liberación de los pensamientos a tenor del supuesto respeto hacia el tradicional discurso, sea político o cultural. Es la eterna lucha de contrarios, la incesante pugna entre lo viejo que no quiere morir y lo nuevo que aspira a movilizar ideas renovadoras. Hay que andar aprisa para que ese odioso inmovilismo solo sea recuerdo y no presente y futuro.

  • 5- ¿Cómo hacer nuestra política cultural más útil para el avance del socialismo?

La penúltima pregunta está relacionada con lo anterior. Creo que nuestras políticas culturales no solo deben dirigirse hacia el desarrollo o desenvolvimiento de la creación artística y literaria sino también hacia la promoción de acciones cultas e inteligentes contra los flagelos sociales tales como la homofobia, el racismo, la misoginia, la violencia en sus múltiples manifestaciones, las contradicciones sociales, la bisutería mental, las adicciones, el machismo, en fin todo aquello que obstaculiza la renovación social y cultural. Debo insistir sobre la necesidad de que las políticas culturales se nutrieran más de los resultados de las investigaciones culturales, económicas, demográficas, sociales e históricas para propiciar acciones mejor fundamentadas contra los mencionados flagelos. Insisto, perdonen la redundancia, cuando las políticas culturales tengan en cuenta las miradas científicas se podrá convenir que comienzan a acercarse a lo que el país necesita de ellas como políticas sociales.

Otra cuestión, relacionada con lo expresado, es la imperiosa necesidad de mejorar la política de selección de los cuadros sobre la base de la formación docente y académica y del conocimiento de las especificidades del área y lugar donde desarrollen sus actividades.  Las políticas nacen y se nutren de las realidades concretas. Las exigencias no se imponen, existen y hay que darles respuestas. Por eso es importante el diálogo, el debate participativo e inteligente con todos para que todos se sientan partes indisolubles de las soluciones. No tenemos un diálogo cultural inclusivo sino elitista. ¿Hasta dónde las políticas culturales han contribuido al mejoramiento humano? Las respuestas quedan pendientes de nuevas profundizaciones. Estoy convencida que sí, pero es necesario ahondar más en nuestras deficiencias que en los logros, en lo que nos falta por hacer que en lo que hemos hecho. El asunto es fascinante y requiere de otros análisis.

  • 6- ¿Qué papel debe jugar la Asociación Hermanos Saíz en este empeño?

La AHS tiene un papel determinante en lo anteriormente apuntado. Sus espacios de debate tienen prestigio por sus contenidos cultos e inteligentes. He podido apreciar algo que admiro y es su independencia del resto de la institucionalidad de la cultura. Todo cuanto hace, nace de ella misma sin tutelaje externo, al menos es lo que devela su actuación. Debe mantener su autoctonía reflejando los pensamientos jóvenes frescos y continuadores de lo mejor de la creación cultural. Ella en sí, sin padrinazgos y parientes cercanos, como parte de una sociedad requerida aún de reformulaciones continuas.  Vigilantes siempre, sin matices represores, de todo lo que pueda detener el progreso social, la libertad creativa, y la materialización de los pensamientos nobles y justos. La AHS debe ser siempre una esperanza hecha realidad para suerte de los que no traicionamos los sueños eternos.

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  • ¿Qué papel debe jugar la AHS en el empeño de hacer que la política cultural del país avance por el camino del socialismo?
    Hola, cada una de las preguntas que motivan hoy el debate pueden provocar de manera independiente un análisis de horas. Sin entrar en la definición de conceptos sobre cultura que han abordados avezados especialistas de los estudios culturales, no tiene discusión que esta abarca mucho más que la creación artístico-literaria. Aunque tenemos actualmente espacios televisivos fijos enmarcados en la sección de “noticias culturales” donde se refuerza diariamente la idea de que la cultura son las creaciones de los artistas o las actividades que realizan instructores de arte o trabajadores de la cultura en las comunidades.
    Respecto a las políticas culturales de las instituciones, durante los últimos 62 años, han tenido sus aciertos y desaciertos, pero responden a momentos históricos concretos. En el último balance realizado sobre el cumplimiento de los acuerdos del 3er Congreso, en la provincia, se expresó de manera contundente que las instituciones no están para ponerles trabas burocráticas a los artistas, pues su razón de ser son los artistas, ellas están para apoyarlos en la creación y en la promoción de sus obras.
    Referido al trabajo de la Asociación coincido con la idea de que en la AHS no hay jefes sino representantes que promueven la creación de sus asociados. Considero que juega un papel fundamental en la promoción de la obra de los jóvenes artistas que se inician en la carrera, aunque para ser fiel representante de esa juventud, debe mantenerse abierta a nuevas ideas, conceptos y maneras de hacer. De esta forma no solo será atractiva a los músicos, artistas visuales, escénicos sino a los investigadores, cuyo aporte es fundamental pero no siempre apreciado en su justa manera.

    1. Estoy de acuerdo con el comentario. Los medios de comunicación no contribuyen al esclarecimiento del concepto de cultura en tanto definen “las culturales” a través de las actividades del sector y de las obras artísticas y literarias. Noticias referentes a la cultura ocupan otros espacios tales como el otorgamiento de premios, presentaciones de libros, eventos, etc no patrocinados por el Mincult Insisto que las instituciones comunitarias deben representar las culturas específicas de la comunidad. Np puede existir homogeneidad en detrimento de la polisemia cultural del país. Gracias por tan acertado comentariodo con el

      1. Nuestra organización es nuestra, en todo el amplio sentido de la frase. Somos su miembros sus decisiones, sus artífices su principales críticos cuando algo debe ser mejorado. En ese sentido cohincido con los criterios expresados en este debate. La organización debe seguir trabajando como hasta ahora, no descuidar su misión social y propiciar que los espacios generados por en el seno de sus filiales provinciales tengan impacto en la sociedad. Las iniciativas de las diferentes manifestaciones deben surgir desde creatividad de los artista escritores e investigadores, pero debe ser dirigida a un público heterogéneo. Considero que este principio es medular en aras de garantizar la perdurabilidad y el crecimiento de nuestro AHS.

    2. Liset, estoy de acuerdo con lo que dices.
      Empezando por el final, la AHS tiene que ser una organización viva, y eso significa exactamente estar abierta a nuevas ideas; lo tiene todo para serlo. Cada año entran a la asociación nuevos miembros y con ellos también otros ímpetus, energía que viene a renovar las prácticas establecidas, los sentidos comunes, los imaginarios construidos hasta entonces. La cuestión está, en ajustar las nociones de la organización para que los nuevos aires no se diluyan o se estrellen contra el muro de lo “imposible” o “inadecuado”.
      Una organización desconectada entre sus partes, nunca podrá tener representantes que representen, ni miembros que se sientan verdaderamente miembros. Ahí está un reto.
      Los jóvenes, hay que decirlo, generamos sospecha en muchos ámbitos. En el diálogo con las instituciones culturales, a veces, también media ese recelo o peor aún, la subestimación. Muchas trabas burocráticas esconden la indiferencia hacia la AHS de algunos decisores. Contra eso, también hay que luchar.

      1. Hola Rey, seguimos en sintonía con el papel que debe jugar la AHS para que continúe siendo atractiva a los jóvenes artistas e investigadores. Respecto a estos últimos, todavía continúa siendo un reto que profesores de las universidades y centros de estudios se acerquen a la Asociación. Aunque reconozco y felicito las acciones realizadas en el último año, desde la Dirección Nacional, para fortalecer el trabajo de la sección de Crítica e Investigación.
        Considero que mientras mayor cohesión se logre entre todos los miembros y los representantes de la AHS mejor la Asociación podrá cumplir con sus objetivos de trabajo.

  • La definición de la cultura como totalidad, que piensa tanto el universo de la simbolización, sus relaciones con lo concreto, y su realización en las relaciones sociales que genera, es muy próxima a la definición de lo socio-cultural. Siendo la definición específica de la cultura referida a lo simbólico, una concepción más precisa de lo cultural, como existencia particular y distinta a lo social.
    La cultura rebasa las funciones estéticas, cognoscitiva, comunicativas, recreativas, etc. y toca aspectos esenciales en el proceso de formación integral del hombre en tanto cumple una decisiva función en el establecimiento de principios ideológicos y morales y el enriquecimiento de la vida espiritual.
    Cultura en su acepción más amplia es una forma integral de vida, con una dimensión simbólica construida social, histórica y selectivamente, que se concretan en las relaciones entre personas, entre comunidades, y con la naturaleza. La dimensión concreta de la cultura está conformada por hábitos, prácticas, objetos y relaciones. Existe no como algo estático sino como un proceso de reproducción permanente de sí misma.

  • Hola. Excelentes textos de Rey y Mildred. Agradecido de estás contribuciones. Mi comentario es para ambos, aunque directamente a cuestiones colocadas por Mildred. Me parece atinado hablar de políticas culturales. Y reconocerlas en las políticas concretas de las distintas instituciones y asociaciones. Ahora, que es lo que cohesiona todo esto? Y ahí inevitablemente hay que hablar del papel del Estado cubano en general, y del Ministerio de Cultura en particular. En ese contexto comienzan a identificarse lagunas y distorsiones en la política cultural realmente existente. Entre los principios declarados y las realidades sociales e institucionales. Eso tiene que ver con muchos factores, pero creo que también con los deficits a la hora de llevar los principios de la política a las políticas y programas y pautas organizativas concretos del sistema cultural, de forma integral y transparente. Es decir, tenemos principios por un lado, los cuales han Sido bastante difundidos y en general bastante aceptados, pero su traducción a las políticas concretas tienen un margen de discrecionalidad y dispersión muy alto. Y eso también conspira contra el logro de la coherencia entre las políticas y las realidades. Tal vez el programa de desarrollo del Ministerio hasta el 2030 y la política de perfeccionamiento que se está llevando a cabo contribuya a superar este escenario, pero intuyo que no lo suficiente. Quisiera escuchar sus opiniones la respecto

    1. Ciertamente, lo he expresado en mi texto, las realidades construyen las políticas. Cuando esto no sucede se torna en prácticas aculturales banales, burocráticas e inconvicentes para la sociedad a la que va dirigida. De ah{i el teque, la banalidad y el irrespeto a la inteligencia del pueblo. Las políticas deben trazar y cumplir las estrategias vanguardistas de la sociedad. Son sentido común y futuro.

      1. Mildred, me encanta que hayas incluído al «teque» junto a la banalidad como parte de aquellos fenómenos que significan un irrespeto a la inteligencia del pueblo. El teque, como discurso vacío, repetición de principios o consignas políticas para cumplir con lo «esperado» social o institucionalmente, también lo hace. Y habitualmente no lo incluimos entre los fenómenos de manifestación de la banalidad cultural. Tal vez por el criterio predominante que identifica la cultura exclusivamente con lo artístico-literario. En este sentido, celebro una frase muy aguda de tu texto: la emancipacion no sera un resultado de la pobreza, sino de la cultura politica

    2. Luis, la Revolución cubana de 1959 es, en primer lugar, una revolución cultural; ya sabemos que cultura no es solo creación artística-literaria, tampoco me refiero aquí solo a su dimensión cognitiva. Una cultura es el ADN de una sociedad, son sus representaciones, sus prácticas; son las motivaciones de los sujetos, sus aspiraciones. La cultura es la ética de un proceso.
      Hace más de 60 años, cuando la revolución llegó al Estado, Cuba planteó una lucha de poderes entre el pasado y presente para construir un futuro distinto, una cultura para arrancar los estilos preconcebidos de vida, las modos de entender y manifestarse en la realidad; para desmitificar las costumbres y las supuestas buenas prácticas basadas en leyes dominadoras, fiscalizadoras de un sujeto funcional que entiende al capitalismo como única realidad posible.
      Por eso no comparto el término de seudocultura ni acultura, lo que hace inmutable, inevitable e infranqueable al capitalismo, es también una cultura; la cultura de la revolución llegó para emancipar al sujeto de aquella otra cultura presentada como universal e inamovible.

      1. Excelente comentario, te felicito e incito a que sigas profundizando en el tema, gracias por tus sabias reflexiones.

  • La interrogante con la cual se introduce el foro, si la cultura es o no sinónimo de creación artístico-literaria, ha venido, digamos que ‘persiguiéndonos’, a muchos de los que un día estudiamos Periodismo y pretendimos especializarnos en el llamado sector de la cultura en los medios de comunicación nuestros, y que se asienta en la polémica, que también discutíamos en las aulas, de lo que es cultura, de lo que se considera cultura. Cuando analizamos lo que se entiende por Periodismo Cultural, vemos que en disímiles ocasiones se circunscribe de forma única al quehacer de lo artístico-literario, pero realmente va más allá; así de diverso es el concepto de cultura, diversa ha de ser la tipología de Periodismo que trata el tema, capaz de rozar con la Antropología y la Sociología, desde la interacción con las costumbres, las prácticas sociales, las normas de comportamiento y actuación, la vestimenta, la religión, etc…
    Y yo creo que es vital que nosotros entendamos esto, por nuestra responsabilidad social formativa, instructiva, educativa… para con quienes nos leen, escuchan o ven.

  • Me alegro alegra mucho que hayan puesto este tema a debate, creo que conectando con el tema de ayer es muy útil para entender el rol de la cultura en el socialismo y cómo podemos entenderla en la lucha por la emancipación como única meta posible. Creo que es una ganancia que desde este sitio se supere la noción que reduce a la cultura a los artístico literario y que por el contrario se entienda como un sistema de relaciones en el cual se reproducen la vida material y espiritual de los seres humanos, por tanto habría que comprender sus contextos y sus modos de vida. Creo que en la socialización de la cultura son fundamentales los medios de comunicación por lo que también a ellos hay que dedicarles un apartado en este debate. Me gustaría plantear algunas interrogantes
    ¿Ha evolucionado la política cultural cubana hacia un patrón de política pública en el que converjan los intereses nacionales y las necesidades expresivas de los creadores en su concepción más amplia?¿Cuánto participan los ciudadanos en su ejecución?
    ¿Tienen igual representación y reconocimiento las manifestaciones populares que la cultura artístico literaria ?
    Respecto a nuestros medios ¿Cómo evitar la reproducción de lógicas excluyentes o discriminatorias del discurso televisivo (humorístico)?
    ¿Hay una representación equilibrada entre las ciudades y los campos cubanos? ¿Qué pasa con la cultura rural cubana? ¿Deberían estar todos los medios nacionales en la capital del pais?

    1. Tus preguntas son esenciales para el establecimiento de un debate abierto y sistemático con todos los sectores del país, Sobre ese particular me he referido en el texto de mi intervención de hoy. Las políticas tienen que orientarse hacia las partes más sensibles de la sociedad o no cumplen con sus objetivos fundacionales. Si los que dirigen no comprenden o desconocen la espiritualidad del país no se logra esbozar la estrategia requerida para el desarrollo del país. Gracias por tu comentario

      1. Gracias por la respuesta creo que hay que sensibilizar mucho a las instituciones en sus relación con las comunidades pues muchas veces se hacen grandes esfuerzos por generar cambios en cuanto a patrones de consumo y conducta en los grupos sociales y se desconocennkas dinámicas que articulan sus procederes. Por otra parte conectando un poco con lo que decía Rey es importante que las políticas tengan la participación de las personas para que su ejecución sea efectiva. Y pensando en los desafíos vuelvo sobre el campo cubano porque creo que está falta de investigación. En este sentido ha habido una descapitalización del capital simbólico que sostenía una parte importante de las tradiciones campesinas cubanas, si bien es cierto que el país ha ido urbanizándose, no hay creo que haya hoy una política para reconocer y socializar los valores que poseen las personas que permanecen en las áreas rurales. Lo peor de eso es el impacto ya que no se genera en el apartado simbólico motivación para permanecer allí y eso tiene consecuencias pues la negación de un espacio de representación de sus modos de vida los hace querer incorporarse a la cultura urbana, es natural. Y muchas veces la representación que hay del campesino es maniquea, estática y folklorozada, todos estos elementos tienen consecuencias que redundan en la despoblación del campo y por supuesto en la vida económica del país. Por lo que atender y representar adecuadamente a este sector resolvería importantes problemas del país, en la medida que los sacaría del ostracismo al que han quedado relegados. Para poner un ejemplo de lo que digo hay un radio documental de un realizador a del municipio de Segundo Frente que aborda la de manera singular la controversia entre gorras y sombreros en esa localidad, lo cual es mucho más profundo pues es una controversia entre lo nuevo y lo viejo, entre lo moderno y lo caduco y es también si se quiere una negación de la tradición. Creo que de ese mismo.modo pueden desaparecer importantes prácticas culturales por no ser atendidas adecuadamente.

      2. “(…) dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada (…)” es lo que me viene a la mente cuando se habla de política cultural en Cuba. Y es que verdaderamente este discurso de Fidel, Palabras a los Intelectuales, vino, digamos que a pautear lo que después sería la política cultural cubana de los primeros años revolucionarios, cuya esencia, por supuesto, se mantiene hasta hoy; una política cultural inclusiva, capaz de propiciar la participación de nuestro pueblo en los procesos culturales y su acceso al arte cubano y universal, en aras de garantizar también su libertad intelectual, en lo que desempeñó una labor clave la campaña de alfabetización.
        Con el imperativo de que todo cambie, para que todo siga como está, la política cultural cubana, siempre revolucionaria, debe adaptarse todos los días a los tiempos que corren, estar en constante evolución, sin perder los valores iniciáticos, la justa medida, tener presente que la cultura es el escudo y espada de la nación, y que ella es lo primero que hay que salvar. Y en ese reto la AHS ha de desempeñar una labor clave, por el hecho de agrupar a la joven vanguardia artística cubana, que armada de la historia trae a colación nuevas ideas, nuevas formas de hacer.
        A partir de esto, asimismo está el empeño del sistema institucional para dirigirla, orientarla, controlarla y ejecutarla.

    2. Hola muchas gracias por los textos, pues logran despertar nuevamente el debate en esta jornada. Hablar de política cultural supone siempre un reto pues tomando en cuenta la propia génesis del proceso revolucionario cubano como proceso social y “cultural” ha incidido directamente en un tema tan medular para la nación como es la política cultural. No pocos han abordado, sin embargo a pesar de los aciertos, considero falta mayor aprehensión a la política cultural de una buena parte de la sociedad cubana a fin de comprender la función social de determinadas instituciones que deben marcar una pauta. La cultura nos determina y nos hace libres, por lo que las políticas culturales deben tener una coherencia que puedan ser palpables, medibles desde la práctica. Partiendo esencialmente del papel de los intelectuales, artistas, instituciones culturales así como de la incorporación de otros sectores de la sociedad; de modo que la representación social de lo esencial en las políticas culturales no se asociase únicamente con el sector artístico cultural del país. Considero debe continuar trabajándose en ese sentido para lograr una cohesión. La incorporación de un grupo de actores sociales con un desempeño desde lo activo urge para nutrir este andamiaje que nos distinguirá por siempre como nación y aportará indiscutiblemente a la consolidación de nuestra sociedad.

    3. Yasmany que bueno que traes estos temas, sobre todo porque se relacionan con dos conceptos esenciales en este debate: Cultura y Emancipación. Solo quiero hacer una reflexión sobre un aspecto que transversaliza todas tus preguntas: El patriarcado.
      Todo lo que has relacionado obedece, de un modo u otro a los mandatos de la cultura patriarcal; misma que durante siglos nos ha impuesto – mediante diferentes agentes socializadores- un paradigma universal de lo humano con el que no se corresponden las personas diversas (por su clase, generación, género, raza, étnia, ubicación geográfica etc.) Comprender esto, así como el entramado simbólico que genera en nosotr@s mism@s no solo en los «decisores», es trascendental si realmente queremos vencer esos desafíos que has planteado como preguntas y de las cuales, estoy segura, ya tenías las respuestas.

      1. Gracias yula, creo que si tienes razón habrá que empezar por ahí bpara desmontar toda dominación no exclusión.

    4. Yasmany, gracias a ti por colocar el tema y por responderme llegué a pensar que mis comentarios no estaban siendo visibles, jajaja.
      Ahora en serio, ese desmontaje es bien complejo porque tiene que partir del cambio que nos vamos gestionando como individuos sociales. Es decir, «Sé el cambio que quieres ver» tiene que dejar de ser consigna para pulovers y carteles.

    5. Considero que el tema de la manifestaciones populares v/s manifestaciones artísticos literarios constituye una polémica antagónicoa. A lo largo de los años la primera ha perdurado por su fuerza y capacidad de trasmición generacional. La masividad es otro elemento que ha incluído en su supervivencia en el panarama cultural cubano. Pero desde el punto de vista de la visibilidad en los medio oficiales queda mucho por ganar. Las manifestaciones artísticas ha tenido mayor reconocimiento, aunque en los últimos años la labor de innumerables investigadores, consientes de su misión de salvaguardar lo más genuino de nuestra identidad, han contribuido a revertir está situación. Siempre aliento la posibilidad de seguir generando espacios para la visibilidad de todo el espectro cultural y artístico cubano, sin discriminaciones ni conservadurismos reduccionistas y lacivos.

  • Hola! Desde Villa Clara me escribe Alejandro Castro, asociado de Critica e Investigación de la AHS, que no tendrá la oportunidad de colocar sus comentarios por aquí en este momento. Pero me lo envío con antelación para compartirse los en su nombre. Aquí les va: «Entre los problemas actuales de la cultura cubana, uno de los principales es el de la legitimación. No todas las propuestas logran encontrar espacio ni todas las que encuentran espacio son de buena calidad. Por ejemplo, uno de los terrenos más duros es el de las artes visuales, donde el buen arte no consigue escenarios de legitimación que logre hacer rentable la producción de los artistas ya que estos sí necesitan vender para seguir creando. En materia de concursos literarios o de otro tipo, existen formas de legitimación que muchos discutimos. Son problemas que hay que atender ya, porque provocan sospechas y desinterés por parte de quienes intentan crear.»

  • ¿Tenemos política cultural?

    Las políticas culturales han ido evolucionando con el correr del tiempo, siguiendo la evolución experimentada por el concepto de cultura, que hoy en día abarca, además de las artes y las letras, un campo mucho más vasto: los modos de vida, las formas de convivencia, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.
    En un principio, las políticas culturales se estructuraron entorno a una realidad interestatal, centrada en la cooperación cultural internacional, y poco a poco fueron tomando en consideración una problemática cultural intraestatal.
    Las políticas culturales apuntan actualmente a preservar y promover la diversidad cultural en todas sus formas, tanto tradicionales como contemporáneas. Estas políticas se basan en un dispositivo jurídico elaborado por la UNESCO e interesan al conjunto del Sector de la Cultura. Así, la UNESCO apoya a los Estados Miembros en la tarea de revisar y actualizar sus políticas culturales con un doble propósito: en primer lugar, desarrollar el sector cultural, tratando de satisfacer concretamente las necesidades existentes en materia de legislación, formación de administradores culturales y gestión de los recursos culturales; y, en segundo lugar, lograr que la cultura ocupe el puesto que le corresponde en todas las políticas de desarrollo, y más concretamente en las relativas a la educación, la ciencia, la comunicación, la salud, el medio ambiente y el turismo.
    Entre las actividades más notorias relacionadas con el sector cultural cabe mencionar: el fortalecimiento de las bases metodológicas y científicas de las políticas culturales, gracias a la organización de talleres subregionales como el dedicado a las dimensiones clásicas del desarrollola económica, la ecológica y la social se ha venido a añadir una cuarta, la cultural, considerándose además que la diversidad en el ámbito de la cultura constituye hoy en día un elemento dinámico colectivo de nuestras sociedades.
    Para hacer alusión a la evolución de la Política Cultural en Cuba no es justo partir desde el período revolucionario y obviar todo el proceso del pensamiento cultural cubano que se gestó con las ideas de algunos intelectuales cubanos desde el siglo XIX.
    Cuatro siglos de explotación colonial (XVI, XVII, XVIII y XIX) contribuyeron a la formación y consolidación de una conciencia nacional, así como a la expresión cultural de ese proceso de identificación del pueblo cubano. Cultura de la Colonia, como la ha llamado José Antonio Portuondo, síntesis de una época de expresión y de las luchas de un pueblo por alcanzar su soberanía e independencia, es la expresión superestructura de aquel nacionalismo creciente y es la esencia de las creaciones artísticas y literarias de esos años.
    Frustrados de los nobles propósitos independentistas en la intervención norteamericana en 1898, más de 50 años de explotación Neocolonial llenaron la historia de la seudo república, desde 1902 hasta 1958. Cuba cambió de dueño y la situación económica, política y social en que vivió, a la vez que oprimió más a nuestro pueblo, profundizó en muchos la conciencia patriótica y su expresión cultural. Una cultura de la Neocolonia, a través de la cual pueden distinguirse los nuevos métodos de opresión y los reprimidos deseos independentistas y patrióticos de muchas generaciones de cubanos, que lucharon y cayeron en el combate por liberar a nuestro país de los más de 450 años de explotación colonial, es la situación que precede a toda la obra revolucionaria a partir de 1959.
    Al triunfar la revolución es lógico que se produjera un vuelco en las concepciones sobre la política cultural desde lo institucional. La política cultural cubana en todos sus momentos dentro del proceso revolucionario ha tenido sus altas y sus bajas respecto a la aplicación de sus estrategias, pero lo cierto es que ella está respaldada por principios básicos que se mantienen vigente en cada momento: La igualdad de posibilidades para todo el que tenga talento y estudie y el acceso a la Cultura para las grandes masas y su preparación ante mensajes culturales cada vez más complejos.
    La génesis de la Política Cultural en Cuba se remonta a las varias jornadas de debate entre el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y una representación de la intelectualidad cubana cuyo escenario fue la Biblioteca Nacional José Martí. A partir de ese momento se regiría los destinos del arte y la literatura de la naciente Revolución.
    Valorado en su justa y real dimensión, ese discurso, que es conocido como Palabras a los intelectuales, resulta un documento programático de incuestionable alcance y trascendencia, por sentar pautas insoslayables, tanto para su tiempo como para el tiempo por venir, relacionadas con el desarrollo del arte y la cultura y el papel del Estado en dicho proceso.
    Con palabras a los intelectuales, la Revolución cubana atesoraba una guía, un camino, una brújula, que le permitiría sentar las bases estratégicas de una política cultural encaminada a ennoblecer al ser humano en su indisoluble relación con la sociedad y a defender los mas altos valores identitario de la nación.
    Entre los avances más significativos de la Revolución se pueden destacar el estudio de las raíces culturales, el reconocimiento de sus valores, el desarrollo de éstos y la investigación del folklore, la fundación de organismos, instituciones y agrupaciones culturales, la organización del Sistema de Enseñanza del arte y la creación de escuelas formadoras de instructores, un creciente movimiento editorial que da posibilidades al pueblo de conocer la variedad y riqueza de la cultura cubana y universal.
    Hoy en día se hace hincapié no solo en los logros alcanzados sino también en los retos a enfrentar en la política cultural. La mayor urgencia es en relación con las transformaciones de algunos aspectos sobre política cultural aplicados durante varios años y cómo dichas formulaciones son llevadas a la práctica.
    Otra cuestión, ampliamente polémica, está relacionada con el empobrecimiento del gusto estético por parte de varios sectores de la población, además de la promoción de productos culturales mal facturados y de dudosa calidad. Enfrentar dicha situación se hace cada vez más difícil en el contexto actual, debido a la diversificación de actores y de medios de producción y distribución alternativos.

  • Otra cuestión, ampliamente polémica, está relacionada con el empobrecimiento del gusto estético por parte de varios sectores de la población, además de la promoción de productos culturales mal facturados y de dudosa calidad. Enfrentar dicha situación se hace cada vez más difícil en el contexto actual, debido a la diversificación de actores y de medios de producción y distribución alternativos..En este sentido, urge encontrar un modelo actualizado para el trabajo comunitario, así como la necesidad de hacer llegar las políticas culturales a cualquier actor-productor. Igualmente, la introducción de transformaciones en la prensa y la crítica especializada para su comunicación con los públicos; mantener las ganancias monetarias en el sector cultural y racionalizar al máximo el gigantesco aparato burocrático.

    1. Yohana, el gusto se construye. Quizás eso le falta a nuestros medios de comunicación e instituciones culturales: plantearse el objetivo de crear un público crítico, capaz de discernir lo que es valioso. Más que promover el arte de vanguardia, es importante que los receptores tengan las herramientas para reconocerlo por sí mismo.
      No se trata de imponer una estética puntual, los receptores tienen que identificar, por ejemplo, el engaño de una voz afinada por las máquinas que hacen cantar a cualquiera, reconocer la falta de creación y originalidad de una obra.
      En un sentido amplio la sociedad se enriquece con estos nuevos individuos pensantes y críticos; cuando la postura activa ante el arte se naturaliza, transforma el modo del sujeto para asumir la vida.
      Gracias por el comentario.

      1. Excelente respuesta Rey. Se trata, como refiere la agenda feminista cubana propuesta por Galfisa del instituto de Filosofía, de formar espectadores/as avisados y avesados capaces de discernir en una propuesta cuándo nos están hablando desde un discurso de dominación y también capaces de ir conformando su gusto estético sobre la base del universo simbólico emancipatorio que producen muchas generaciones de artistas.
        De igual modo es importante producir y difundir ese discurso y en eso los artístas tenemos un papel protagónico.

  • Rey Buenos días. Me da mucho gusto leer un texto tuyo, teniendo en cuenta que por lo general los músicos, como tú que eres trovador activo, no se detienen a reflexionar o teorizar sobre los procesos y fenómenos de la cultura. Quisiera saber desde tu posición hoy de decisor y músico, cómo defiendes esa música de vanguardia y qué haces para discernir esa cultura nueva de la que hablas, sin ningún ápice de sesacionalismo o facilismo?

    1. Buenos días. Aprovecho esta muy oportuna intervención de Heidy para incluir algunas apreciaciones sobre el tema que estamos debatiendo Hoy y Siempre.
      Estamos dialogando sobre la relación cultura-emancipación-políticas culturales y – como apunta Heidy- en este diálogo es indispensable situar el análisis sobre las/os creadores.
      Es bastante frecuente, lamentablemente frecuente, que nuestros artistas de la música, el teatro, la danza no se involucren en los debates teóricos sobre las problemáticas de nuestra realidad. En ese sentido, muchos ponen como pretexto que su objetivo es el arte por el arte y que, por tanto, lo relativo a otros aspectos, que no por ser políticos o económicos dejan de ser culturales, les son indiferentes.
      En este punto es válido recordar ese refran que nos señala que «el que solo sabe de lo suyo, ni de lo suyo sabe». De ahí la importancia de que los artistas nutran su cosmovisión a través de la reflexión teórica, pues ella implica tomar posición frente a uno u otro enfoque y desde ahí construir un lugar de enunciación que, a través de la coherencia entre obra-sentipensar-actuar, tribute a creación de una cultura verdaderamente emancipatoria; cultura que tiene que ser visceralmente antimperialista y antipatriarcal pero también propositiva de nuevos símbolos y significados.
      Finalmente, también quiero agradecer a Rey Montalvo por su texto. Considero que su participación en este foro cumple una doble función. 1 La de motivar este debate y 2. La de mostrarnos, con su propio hacer reflexivo, lo que debe distinguir a la AHS

    2. Heidy, uno es la suma de sus aprendizajes, aquí también escribe el trovador, y en el escenario también canta un apasionado de la sociología. Quizás la carrera me inyectó ese interés por reflexionar, quitarle un poco el tamiz al contexto.
      Cuando uno asume la responsabilidad de estar al frente de procesos, en primer lugar, tiene que ser muy cuidadoso con la subjetividad propia. Entiendo que soy vicepresidente de la AHS, no solo de los asociados que prefiero, o de los trovadores.
      Creo que un artista, para ser consecuente a esa cultura nueva, tiene que esculpir lo común, ser un inconforme de lo obvio. Toda su obra debe ser una búsqueda, un intento por encontrar y revelar el otro lado de las cosas, por aportar algo nuevo. Partiendo de ese principio, en la AHS trabajamos por reconstruir el catálogo de miembros, primero para conectarnos todos, y a partir de ahí discutir sobre lo que significa ser un artista de vanguardia.
      Particularmente, me asustan las consignas, cuando una esencia llega a eso casi siempre es el principio de su fracaso. Por eso la organización busca potenciar el debate sobre las culturas, también para que los propios artistas nos miremos por dentro, afilemos nuestros egos, seamos capaces de ser autocríticos con nuestro trabajo, y entender la necesidad de convertirnos en la punta de lanza de las transformaciones que necesita nuestra sociedad.
      En ningún caso me siento decisor, en la AHS trabajamos como equipo y cada idea se discute (no imaginas cuánto) en la Dirección Nacional, integrada por 13 artistas e intelectuales electos en el Congreso, y en el Consejo Nacional conformado por esta Dirección y los presidentes de la AHS en cada provincia.
      El primer paso para escapar del facilismo y el sensacionalismo es aprender a reconocerlo, y en ese ejercicio estamos de todos los días e invitamos a que cada asociado participe de él. De lo contrario, sería más cómoda la posición de jerarquizar lo que nosotros entendiéramos por valioso, cuando ni siquiera la sociedad lo entiende muy bien.
      Gracias por la pregunta y por participar.

  • Un tema complejo pero necesario y urgente. La cultura cubana es por tradición, por historia, cultura de la resistencia, de la resilencia, de la la libertad. Toda politica debe estar a tono con esos valores sin ingenuidad con la sabiduria pupular y el conocimiento de nuestros intelectuales. Toda politica debe ser reflejo fiel de esta conunicación.

  • La cultura, en tanto proceso de conversión del hombre en sujeto del movimiento histórico, presupone la formación del individuo como personalidad integral y su existencia como ser social. Esta abstracción se concreta en una existencia de cada hombre marcada por su tránsito por diferentes grupos de pertenencia, caracterizados por distintos fines, composición y niveles de organización, establecidos a su vez en contextos sociales y ambientales particulares.

    La relación sociedad-grupo-individuo, a nivel de la comunidad, se concreta en el hecho de que cada individuo recibe la cultura a través de su realidad más inmediata y, a la vez, ofrece su desempeño social, mediante el cual devuelve su reflejo particular de los sistemas sociales en que está inmerso, al tiempo que actúa sobre su hacer cotidiano y perspectivo. De ahí que la comunidad haya constituído un escenario inevitable y trascendente en el devenir histórico del hombre.

    La atención de que hoy es objeto la comunidad, que se nos había quedado en los textos con el epíteto de primitiva, no podemos entenderla ajena a la crisis de una concepción del desarrollo reducida a la evolución lineal de ciertas naciones y sociedades, sustentada en un proceso de industrialización progresiva, consumo de masas y monetarización de la actividad humana, que no sólo se ha mitificado para muchos, sino que ha terminado por demostrar su naturaleza etnocéntrica y mecanicista, su pretensión de ideología homogeneizante,y un terrible costo verificable en la alienación del hombre y en la progresiva destrucción de múltiples formas productivas, societales y de representación.

    El proceso globalizador al que asistimos y sus ingredientes económicos, políticos y culturales, junto a los modos en que se abre camino, ha acentuado la alerta ante los peligros de una cultura consumista y uniformizante que le sirve de plataforma esencial, que, amparada en los medios masivos, en el crecimiento de la industria del ocio y la conversión de la cultura en espectáculo, atenta contra la supervivencia de otras culturas, contra la creatividad, la pertenencia y el compromiso, corroborando la importancia de abrirle camino expedito a la singularidad de cada cultura, como bastión fundamental para el trazado de modelos propios, ajustados a potencialidades y necesidades, y asentados en una absoluta libertad, proceso donde la comunidad se convierte en un escenario de batalla de primer orden por el vivir y el ser, y en un medio para ampliar, fortalecer y diversificar la acción de los pueblos en aras de garantizar la consumación de sus proyectos de futuro.

    Ese modelo propio tiene que pasar necesariamente por la cultura, ser resultado, quehacer y proyecto de ella, de ahí que sus caminos pasen por la integración de la cultura y el desarrollo, en una dimensión que, a nuestro juicio, supera el de hacer de la primera una dimensión de éste último -aunque estamos conscientes del extraordinario avance que representa para nuestros días la dimensión cultural del desarrollo y sus propuestas, así como lo mucho que desde ella podría avanzarse en este terreno-. Hablamos de una integración capaz de articular el ser particular de cada pueblo, su visión de futuro, sus capacidades y potencialidades, sus representaciones y su dominio pleno de su entorno social, económico y natural en un programa que, desde la robustez de su propiedad, pueda incorporar cuanto útil le sea nacido de la humanidad.

    No se trata de integrar la cultura al desarrollo, ni el desarrollo a la cultura; se trata de ubicar el punto de destino en el mejoramiento, en el crecimiento integral y armónico del hombre y la sociedad, de garantizar el desenvolvimiento pleno de las capacidades y potencialidades del ser humano; se trata de llegar a él desde el hombre en su contexto socio-histórico y natural, con el hombre proyectando, haciendo y evaluando sus resultados, lo que supone una ampliación de sus niveles de participación, desde programas capaces de propiciar una acción sostenida y sistemática.

    Un modelo y un futuro propios no pueden construirse ajenos a la comunidad, ese escenario donde se producen, recrean y renuevan las esencias del ser humano y donde se construyen, expresan y transforman sus representaciones de sí y del entorno en que se desenvuelve su existencia.

  • La cultura y sus particularidades será siempre un mar de retos, especialmente para quienes la defendemos y amamos desde la sinceridad y la pasión. Existe una confluencia enorme que la enriquece y a la vez pone en riesgo diversos elementos.
    Solemos pedir mucho a los medios de comunicación, y así debe ser. Tienen una responsabilidad enorme. Nosotros podemos también crear otras plataformas propias e incrementar el alcance de las que tenemos. Esta edición del Memoria Nuestra confirma el talento de jóvenes investigadores en el país y su capacidad de coordinación. Podemos elaborar propyectos, propuestas concretas para enriquecer esos medios desde nosotros mismos. Una de las fortalezas enormes de la Asociación es la diversidad, la confluencia de artistas visuales, músicos, investigadores, promotores, actores, directores escénicos…, lo cual podemos aprovechar mucho más.
    Como organización hacemos esfuerzos en la legitimación de jóvenes creadores, pero con la contribución de cada uno de nosotros los resultados pueden ser mayores. Tenemos el reto permanente de ser una verdadera vanguardia artística, lo cual nos debe convertir siempre en un ser vivo enorme con el empuje de sus miembros como una familia grande, fuerte e inteligente, capaz de saltar, correr, criticar con fuerza, jamás dormir y también enamorar.
    La AHS, creada en octubre de 1986, constituye mucho más que una organización o tres letras. Simboliza los anhelos, un sentimiento, el valor creativo, el deseo de crecer y también la solidaridad y colaboración que debe existir entre sus miembros.
    Debemos tener siempre retos enormes y jamás detenernos.
    Creo que hoy son preguntas esenciales también: ¿Cuál es la política o las políticas culturales que queremos? ¿Cuál es la AHS que queremos todos? ¿Cómo puede aportar cada uno de nosotros en esos objetivos?

    1. Yasel, quiero aprovechar tu cometario para compartir una idea de Fernando Martínez Heredia, Maestro de Juventudes.
      “El avance real del socialismo en Cuba dependerá en gran medida del afianzamiento y la expansión en el seno del pueblo de una cultura determinada, anticapitalista y creadora a la vez de goces, nuevas necesidades y educación”
      Un abrazo

  • Es innegable el papel de la AHS como promotora de la verdadera cultura (esa q emancipa, libera)Pero todavía quedan muchos retos …Asumir la cultura como proceso, pensado desde la investigación, la crítica y la educación. La vinculación necesaria de la AHS con otras instituciones culturales y centros educacionales.Potenciar el trabajo de la organización desde adentro,logrando la integración plena entre los asociados y la casa.Hacer que la casa llegue a todos los miembros y a su vez los miembros vean en ella el espacio de debate,encuentro e intercambio que nutra su propia obra.
    Más el reto más importante es y seguirá siendo crear desde el pensamiento.

    1. Ana, quisiera dialogar un poco a partir de lo que dices.
      Aunque por muchos años la AHS ha sido identificada como una institución cultural, ese es un imaginario que no comparto. La Asociación, es el arte joven reunido, son los propios artistas defendiendo su creación.
      Esa es una fortaleza que a veces no se entiende por parte de los propios artistas. Tenemos la posibilidad de ser autónomos, somos los dueños de nuestros propios eventos, tenemos sedes en todo el país (Casa del Joven Creador, nunca mejor colocado un nombre). Las instituciones culturales se deben a nosotros, así lo decía el presidente en el pasado Congreso de la Uneac.
      ¿Qué nos falta? Organización, sin dudas, sentido de pertenencia con la propia organización. Aprender a trabajar como generación. Voluntad de fundar.
      Gracias por el comentario.

  • Las comunidades rurales tienen diferencias en relación con la vida en la ciudad, por su situación geográfica, las condiciones físicas de existencia, las tradiciones más arraigadas. Esto tiende a favorecer una tendencia conservadora en las formas de vida y trabajo, al ser portadores de un sistema de tradiciones, por lo que en ocasiones se hace más complejo el desarrollo de proyectos para su transformación..La búsqueda de nuevas alternativas las cuales contribuyan a recuperar los niveles de desarrollo, mejorar los ingresos y la calidad de vida de quienes trabajan la tierra, hasta lograrla permanencia de la población en el campo, constituye un objetivo a cumplir en las comunidades cubanas. .En el contexto actual cubano, se lucha para transformar la comunidad rural, revalorizar el trabajo agrícola y ampliar la expectativa de vida de la población. Se busca realizar transformaciones sociales y culturales para impulsar el desarrollo, en primer lugar humano y local. La respuesta sociocultural dirigida al fomento del bienestar del campesino a partir de sus potencialidades en la promoción de actividades que propicien sentido de pertenencia, rescate de la memoria histórica, de las tradiciones y costumbres en la comunidad constituyen el componente espiritual necesario para impulsar los planes para el desarrollo económico de la comunidad.

    1. Esto que has dicho Bárbara, es fundamental. Porque apunta a superar el urbanocentrismo que tanto daño nos ha hecho y nos hace. Solo quería anotar eso. Saludos

  • Hola a todos. Bien polémicas las cuestiones abordadas hoy en el forodebate a las que me sumo desde mi humilde opinión y conocimiento. Quisiera hacer una llamado a la reflexión en relación a lo que se entiende como cultura y como arte. Muchos ya han aborddo la cultura como concepto amplio, abarcador donde Mildrey hace una buena enumeración de lo que la compone, costumbres, modos de vida, entre otros, a lo que me gustaría incluir la educación. La cultura es una condición del hombre que lo caracteriza y representa en cualquier latitud. Por su parte el arte es uno de los elementos que compone esa cultura que constituye un necesario medio de expresión social con valores ético, estéticos, filosóficos, humanistas, entre otros. Mi postura es: los artistas, particularizando en los jóvenes que integran la AHS, son profesionales del arte que desde su creación, prácticas o actividades tienen la responsabilidad de preservar, enriquecer y compartir la cultura que nos distingue. El artista, además de creador es un importantísimo promotor cultural y en ese sentido se proyectan de manera intencionada o no las instituciones culturales de nuestro país. Es ahí donde debemos tomar conciencia desde nuestra postura artística e intelecutal,k así como individual y colectiva, del fin cultural del arte.

  • Hola, muy interesante ambos textos, coincido plenamente. Yo quería comentar el problema de cierca cultura política antiteórica (porque antiintelectual sería otra cosa), que nos atraviesa también como proceso. La AHS, la UNEAC, los centros de investigación social, las universidades, etc, son espacios en los que realmente se apropia y se reproduce por lo general una visión profunda y radical del proceso de construcción de la nueva sociedad, con su multiplicidad de problemáticas. Pero al mismo tiempo estos espacios se vulven a veces compartimientos estancos, donde lo que se maneja y se debate no trasciende fuera, donde las preocupaciones se presentan hacia afuera como «esas cosas de culturosos, de intelecutales», «esa gente rara ahí, que le encanta buscarle la quinta pata al gato». Recuerdo muchas veces debatir de cuestiones en la unversidad con cuadros de la UJC y decirnos que el problema era que la universidad era un microclima, y que las cosas que ahí se decían eran medio excéntricas porque a los jóvenes de ningún otro lugar se le ocurrían. Y percibir y sentir en carne propia lo mal visto que está en determinados espacios la reflexión, la alusión misma al marxismo, o la cultura críticaen general, y el culto a la superficialidad, la defensa a ultranza y acrítica de lo popular (lo popular idealizado, fetichizado). Y creo que ese ambiente antiteórico (que por otro lado es una debilidad ideológica de larga data en el movimiento comunista tradicional del siglo XX, el cual solo reconocía a aquelos intelectuales «duros», probados mil veces en las batallas) es uno de los mayores obstáculos para las tareas sociales de nuestras organizaciones e instituciones, y para la propia inserción nuestra como elementos activos del proceso, como revolucionarios que somos exactamente iguales a quien siembra la tierra o a quien funde los metales.

    1. Muy bueno lo que expresas. Entre los muchos prejuicios que padecemos están los de subestimar la sabiduría popular y a los trabajadores no intelectuales y creernos los representantes de las únicas verdades del mundo. También están los que piensan que los únicos creadores son los productores de bienes materiales, que las revoluciones son obra de las acciones armadas y que el pensamiento es abstracción o cultura del deleite, etc. Debemos debatir mucho al respecto. Gracias por tu comentario

    2. Cierto lo que dices, Iramís. Creo que el problema que describes exige esfuerzos en una doble dirección: un mayor reconocimiento de la sociedad y las instituciones hacia nuestra labor, y su gran utilidad, y un mejor trabajo nuestro por traducir nuestras ideas hacia públicos cada vez más amplios, sin caer en simplificaciones nefastas.

  • Hola , buenos días a todos. Un placer poder sumarme a una nueva jornada de debate.
    Entiendo a la cultura, así como a las otras formas de la producción espiritual, en estrecha relación con las prácticas económicas y sus formas políticas. Lenin decía que la política es la expresión concentrada de la economía y, forzando un poco, pudiéramos decir que la cultura es la expresión concentrada de las relaciones sociales de un pueblo.
    Concuerdo plenamente con Rey en que la cultura cubana, como todo corpus en proceso de construcción permanente, ha asimilado diversas concepciones. Por eso junto a una cultura de la emancipación hemos cargado también con una cultura de la sumisión y todavía hoy pugnan en el proceso de negociación constante al que esta sometido desde lo simbólico nuestro proyecto de nación.
    No podemos olvidar que la cultura tiene también un fuerte componente clasista, algo q a veces en el caso de Cuba tendemos a obviar. Pero lo cierto es que aquí existe burguesía y pequeña burguesía, que nunca dejaron totalmente de existir, porque nunca superamos el modo capitalista de producción que las sustenta. El Estado sustituyo al capitalista individual, pero siguió actuando como un capitalista general, sin modificar el modo de producción, eso es un problema q ninguna experiencia socialista hasta ahora ha resuelto y q genera múltiples y candentes problemas al interior de las sociedades. Sólo la gran burguesía, asociada a la propiedad de los grandes medios de producción, fue completamente extirpada.
    El problema radica en la pqueña y mediana burguesía adquieren su carácter no sólo por su posición en la estructura de producción, sino que encarnan imaginarios, formas de pensamiento que resultan especialmente difíciles de extirpar. Así, vemos como una y otra vez reaparecen en el socialismo, con nuevos ropajes, las viejas formas culturales burgueses. En la burocracia estatal, especialmente, llegan a ganar tanta fuerza que en un momento pueden incluso llegar a presentarlas como formas socialistas, así pasó en la URSS.
    Entonces, creo que para el análisis del problema de la cultura en Cuba debemos partir del hecho de que no hemos superado las relaciones capitalistas y que por ende estas forman parte del imaginario cultural de la nación, en pugna con las nuevas formas que desde la lógica socialista se intentan imponer.
    Para decirlo con otras palabras: a las nuevas lógicas que comenzaron a imponerse a partir de la transformación revolucionaria de 1959 se le contraponen las formas heredadas del pasado, que encuentran su reafirmación constante en las formas ideológicas provenientes de los Estados Unidos y que, abierta o solapadamente, están al servicio de una agenda clara: la restauración capitalista en Cuba.

    1. Un asunto importante dentro de este tema constituye el hecho de lo Legítimo.Qué legitimamos ,quién legitima,dónde?
      Las sinergias que deben lograrse entre actores sociales como la escuela, los medios de comunicación y el arte constituyen retos importantes en la realidad cubana. De qué modo podemos construir un gusto si desde las aulas a muy temprano no existe un ejercicio de pensamiento crítico. Y luego ocurre un desfase en lo que se posiciona en los diferentes medios.
      Unido a un desigual enfoque informativo que permita visualizar la cultura del país en un medio tan importante como la televisión en cuestiones de legitimidad.

    2. Muy bueno lo que expresas. Entre los muchos prejuicios que padecemos están los de subestimar la sabiduría popular y a los trabajadores no intelectuales y creernos los representantes de las únicas verdades del mundo. También están los que piensan que los únicos creadores son los productores de bienes materiales, que las revoluciones son obra de las acciones armadas y que el pensamiento es abstracción o cultura del deleite, etc. Debemos debatir mucho al respecto. Gracias por tu comentario

    3. Creo que tu comentario no forma parte de este tipo de debate. Si el proceso revolucionario cubano no hubiese cambiado las estructuras socio económicas básicas del capitalismo hubiese sido imposible la realización de políticas sociales tendentes al desarrollo educacional y artístico y literario del país, por solo mencionar algunos aspectos. No somos el mismo país de los años republicanos. Si todavía fuéramos capitalistas, los gobiernos norteamericanos no hubiesen mantenido el bloqueo contra nuestro país. Es absurdo señalar la prevalencia de las relaciones de producción capitalista en Cuba. Incito al debate sobre este asunto.

      1. Profesora, con todo el respeto, yo creo que si forma parte del debate. Es lógico que la revolución representó un gran cambio, pero es también innegable que no hemos podido superar muchas relaciones y prácticas capitalistas. No es un problema sólo de Cuba ni me lo he sacado del sombrero, ya varios críticos han apuntado esto para otras experiencias socialistas, empezando por el Che en su análisis del socialismo soviético. Son parte de las contradicciones que implica tener que construir el socialismo en una sociedad atrasada, con escaso desarrollo de las fuerzas productivas. La práctica demostró que la socializacion de los medios de producción no bastaba para llegar al socialismo.
        Considero que un análisis cabal de los problemas de nuestra cultura tiene que venir también por entender como inciden en ella y en los imaginarios que la componen las contradicciones económicas y sociales de nuestra práctica.

      2. La ética capitalista manifiesta su hegemonía desde la religión, la división social del trabajo, los rituales falsos, la crianza familiar. Todos son temas que atañen a la cultura, es cierto que es demasiado amplio para debatir, pero comparto esencialmente el comentario de Jose. Tampoco somos el país de la Reforma Agraria, tampoco somos el país de las Casas de Cultura. También hemos sido el país de Sonando en Cuba, el país de Rápido y furioso, el país “no contrato negras en mi nuevo negocio”. Quizás esas sean lecciones para el futuro.
        Gracias por participar.

  • Otro elemento importante es el papel de los medios entorno a la cultura.
    Los medios de comunicación de masas también son productores culturales que informan, entretienen, educan e, incluso, manipulan la orientación de la opinión de la población. Pueden ser expresión de una cultura o de muchas expresiones culturales diferenciadas entre sí Ayudan a difundir un conjunto de símbolos, íconos e imágenes respecto de la vida social y de la comprensión de su historia y su desarrollo.
    La promoción de productos culturales de calidad requiere de los medios para dar a conocer lo que se crea o se va a crear por las vías de la información pública, facilitando explicaciones claras que inciten al público a participar en el goce estético de la obra de arte.
    Este pensamiento: “facilitando explicaciones claras” no debe confundirse ni .interpretarse en mensajes fáciles ni banales como en la actualidad ocurre, .deben ser claros y objetivos. En la mayoría de los medios existe un .pensamiento profesional pero no artístico-cultural, además no se profundiza en los hechos y productos culturales que son de gran alcance para públicos diversos. Estos hechos vistos desde la perspectiva de proceso, no se debe pensar como una mera reiteración sino como un antes en la producción, el durante en la promoción y el después en resultados e impactos.
    Por otra parte, en reiteradas ocasiones y escenarios se ha mencionado el papel
    que desempeña la crítica especializada en los medios de comunicación, tanto
    para orientar como para formar públicos. Desde hace años existe un marcado reclamo por lograr mayores
    espacios en los medios de comunicación tradicionales, que de
    manera regular brinden una opción de información y aprendizaje
    respecto a las diferentes manifestaciones artísticas que conocemos.
    Y es a su vez una demanda la formación de especialistas capaces
    de desarrollar el ejercicio de la crítica en los diferentes territorios del
    país. Ante la permanente demanda de más crítica artístico-literaria,
    conviene reconocer su instrumentación expresada en distintos
    niveles: Uno, muy inmediato, se despliega en la prensa diaria. Por su
    fuerza de movilización y la propia necesidad de contar con estos
    espacios críticos, que manifiestan los creadores y consumidores de
    productos artísticos, se siente bastante su carencia cuando se
    observan contracciones drásticas en la salida de periódicos, revistas,
    carteleras, programaciones radiales y televisivas dedicadas a este
    fin u otros soportes. Ello hace olvidar –como síntoma de ausencia
    crítica– otros niveles en que la misma también se ejerce.

    1. En qué medida se inserta la identidad local en las diferentes políticas culturales institucionales, ya que en fin de cuentass contribuyen éstas a la actualización de una política Nacional.

      1. Yudenis: tu pregunta muestra un vacío en el esbozo y desarrollo de las políticas culturales. Lo que he podido apreciar es que hay ausencia de la problemática identitaria en las mismas. Las investigaciones marchan por un lado y las políticas por otro. Algo de eso hablo en mi texto. Lo que se dice de “autonomía comunitaria” sigue siendo una utopía y desconozco las causas de su falta de concreción.

  • Hola, celebro y agradezco las interrogantes que constituyen el punto de partida para el debate.
    Ciertamente es necesario someter a análisis las múltiples nociones sobre cultura, porque de las representaciones que de los procesos culturales tengan todos los actores que en ellos participan dependerá entonces su ejecución y participación.
    Pero creo que nos corresponde ayudar a redefinir las concepciones, si se quedan cortas en su alcance, del gobierno y los medios de comunicación porque finalmente son estas las que se instauran en el imaginario de los ciudadanos e influyen en la sociedad.
    Y sobre la participación ciudadana en los procesos culturales mis preguntas son: cómo deben ser, más allá de dicursos, la participación de los ciudadanos en el campo cultural.
    Participan los ciudadanos, digamos comúnes, en la construcción de las políticas públicas de cultura. Qué espacios hay creados para garantizar esta participación?
    Cierto es que se ha extendido la banalidad, y otros males en el campo cultural entendido solo como lo artístico literario, me pregunto cómo la intención de revertir este hecho y jerarquizar lo valioso puede estar conduciendo a una nueva dicotomía entre la alta y baja cultura que pueda estar excluyendo prácticas culturales emergentes resultado de la multiculturalidad, que ahora mismo se consideren ajenas a la identidad cubana, extranjerizantes, ejemplos de enajenación y como resultado de estas visiones pueden verse deslegitimadas y sus practicantes y cultores estigmatizados o descalifidos.
    Sobre el tema de los conservadurismos y fundamentalismos creo que van ganando terreno en amplios sectores de la sociedad cubana si bien en el campo de la producción cultural no han impuesto sus visiones reduccionistas. Pero ojo, en el campo de la recepción y la distribución sí. Cada vez es más frecuente advertir cuestionamientos y hasta censuras parciales obras de arte y productos culturales por su atentado contra la moral, las buenas costumbres y los valores de la sociedad cubanas.
    No todos los circuitos de producción, por otro lado, podemos controlarlos hoy que los ciudadanos pueden generar contenidos al margen de las instituciones culturales oficialmente reconocidas.
    De la misma manera creo que demoramos en generar un debate sobre conservadurismos y fundamentalismos y sus adalides y fieles acceden a posiciones de poder y creo, han logrado imponerse en no pocas oportunidades incluso ante cuestiones de Estado.
    Tampoco podemos separar la relación entre cultura, en sus múltiples acepciones y educación. No solo la enseñanza artística sino la educación para formar ciudadanos críticos y cultos, y aquí vendría la pregunta ¿qué considerar como sujeto culto? Cómo atajar las visiones reducidas en este sentido que excluyen las perspectivas que no se ajustan al ámbito del arte y la literatura?

    1. Daynet, resaltó de tu comentario dos cosas que me parecen fundamentales: una, que no podemos seguir señalando los problemas de los medios y las instituciones con relación a la política cultural, que debemos vernos como actores de esto, como sujetos que podemos ser parte de la solución, desde nuestras funciones y capacidades como artistas e intelectuales, en diálogo con estos medios e instituciones, y al interior de ellas. Lo segundo es que ciertamente (y tenía previsto un comentario sobre el tema), la lucha contra la «banalidad» puede hacerse también desde posiciones conservadoras. Porque, como en todo, vamos a tener distintas visiones sobre lo que es nocivo y lo que no lo es en términos culturales. De ahí lo que se comentaba de los problemas asociados a la aplicación del Decreto 349. En conclusión, esto será siempre una disputa de sentidos, y tenemos que vernos como parte de ella. En ese sentido, como actriz de la política cultural que es, la AHS debiera construir y consensuar mucho más sus criterios en torno a las manifestaciones culturales a combatir y superar por otras que se consideren más revolucionarias. Al interior de nuestra Asociación, no necesariamente estamos de acuerdo tampoco.

  • Para ampliar un poco más lo q con anterioridad he publicado y a la vez integrar otros aspectos abordados por Mildred comparto con ustedes esta otra idea. La cultura cubana es el «qué» de nuestro debate en el día de hoy, entenderla y caracterizarla es lo que, como nación, debemos conocer todos. Ahí debemos llegar con nuestro actuar diario en relación a la producción arística e intelectual. El «cómo» de ese camino está en el trabajo personal del artista y las insitituciones educativas y culturales de nuestro país donde la política cultural establece las pautas para transitar de manera segura hacia esa cultura cubana que representamos, estableciendo los límites para no caer en resultados artísticos degradantes e incoherentes con el modelo de país al que se aspira.

  • Siempre hay opiniones encontradas sobre el hecho de si, sí o no, las instituciones culturales cubanas representan a los artistas e intelectuales. Pero ciertamente se ha visto, y como dijo una vez nuestro Presidente, resulta inaceptable que no se comprenda que las instituciones culturales existen por y para los creadores y su obra, no a la inversa. La problemática, en ocasiones, se asienta en los cuadros de las mismas, en su inadecuada formación y preparación, selección e idoneidad, elementos que contribuyen al desconocimiento de las especificidades de promoción y gestión cultural, y a la insensibilidad y falta de comprensión del papel social de la cultura.

  • Hola, no puedo ocultar mi orgullo por rencontrar desde aquí a la profesora Mildred de la Torre, la tercera camagüeyana que recibe el Premio Nacional de Historia. Cada debate es un manantial de ideas, y de pistas para nuevos intercambios que deberían promoverse también después de las Romerías de Mayo. En una ocasión le pregunté acerca de la Historia que es la más avanzada de nuestras ciencias sociales, aunque paradójicamente pierde terreno en el interés de la población. Ahora le pregunto, ¿cuál política cultural puede ser la acertada para ganar ese terreno? Un abrazo desde el Camagüey de nuestro querer.

    1. Gracias por tu alegría camagüeyana, que es la mía también. Evidentemente la historia no está incluida en las políticas culturales, solo la creación artística y literaria, en su sentido literal y no puro. No hay señales de esa inclusión en tanto se adultera en los medios y se permite que en determinadas obras se le irrespete. Se utiliza indebidamente en los discursos políticos y no pocas veces se le utiliza como recreación para argumentar ideas a la vez que se falsifica su identidad. Estamos agotados de hablar sobre el asunto. Es un problema ético digno de análisis renovados. Saludos.

  • Nos anima el interés de ser más útiles y de consolidar un diálogo sistemático, fecundo y propoditivo con la vanguardia política y otras instancias del gobierno y de la sociedad civil. Queremos contribuir con mayor inteligencia y responsabilidad al continuo mejoramiento y puesta en práctica de nuestra política cultural y de aquellas áreas que se interrelacionan de modo indispensable con la cultura, como la educación, las ciencias sociales y los medios de comunicación. Debemos continuar participando en el debate crítico y revolucionario , que es hoy mas necesario que nunca. La experiencia y la capacidad de análisis de lod miembros dde la AHS pueden hacer contribuciones útiles en este momento histórico

  • Hola compañer@s,

    Quisiera comenzar mi intervención en este interesante debate con el pedido de Fernando Martínez Heredia, que Rey Montalvo manejó en su texto inicial, de “luchar por impedir la conversión del pueblo en público”. Esta idea-síntesis, planteada como una convocatoria y un desafío político, se nutre de estudios culturales que dan cuenta de la prevalencia del consumo sobre la producción en la vida cotidiana de cubanas y cubanos. En realidad, es el consumo “inconsciente y acrítico” lo que prevalece sobre la producción “consciente”, porque la producción cultural es tan incesante e inevitable en su carácter de masas como el consumo. Por tanto, aquí es importante abandonar referentes abstraídos de la(s) realidad(es) y de pretensión universalizante y preguntarnos ¿cuál producción? ¿qué consumo?
    Llamo la atención sobre lo que entiendo que Fernando Martínez Heredia nos pedía con su idea-síntesis. Escuchamos con frecuencia abogar por la “constitución de sujetos” (decir “sujetos críticos” es una redundancia) pero estos llamados adolecen del mismo verticalismo que lastra el desarrollo cultural del socialismo entre nosotros. Pareciera que son las instituciones establecidas, las organizaciones sociales, los dirigentes políticos o algunos otros “autorizados” los que tienen el mandato y la posibilidad de constituir tales sujetos. Pero queda expuesta enseguida una debilidad conceptual: si el sujeto es el ente del que proviene la acción, este no puede ser resultado de una acción que esté fuera de sí pues entonces sería objeto. Ello quiere decir que los sujetos se “autoconstituyen”, no son el producto agraciado de una intervención, por loable que sea.
    Esta comprensión implica un cambio radical de las prácticas culturales (que son siempre prácticas políticas) pues ya la tarea de las instituciones, los artistas, los intelectuales de profesión (recordemos la distinción gramsciana) y otros actores no puede ser “ir al pueblo”, “educar al pueblo”, “formar al sujeto popular”, “fomentar el acceso” y otros corolarios de este tipo que acusan una relación cosificada, miope e insuficiente ante los tremendos desafíos culturales del socialismo. Si el sujeto se “autoconstituye” y si no lo hace de una vez para siempre, esto significa que el papel del Estado ha de ser el de facilitador de los instrumentos para que esa autoconstitución subjetiva tenga lugar, sabiendo que ese proceso implicará un reto para sí mismo en cuanto Estado.
    Es decir, en la transición socialista, cuando se han abolido los ámbitos jurídicos, políticos, económicos y sociales fundamentales (subrayo “fundamentales”) de la diferencia y lucha de clases, estas últimas se vuelven crónicas y latentes en la cultura, ámbito en que se transfiguran y desde donde pujan de formas renovadas por espacios en el corazón y cerebro de las personas, pero también en los núcleos de funcionamiento de la sociedad, en los imaginarios de las prácticas políticas.
    A esa autoconstitución como sujetos de la emancipación socialista nos llamaba Fernando cuando oponía las nociones de pueblo y público, pero también cuando al entregársele el premio “Maestro de Juventudes” utilizaba el agasajo para exigirnos evitar que llegara a haber “dos Cubas en la cultura”.
    La cultura burguesa no es una creación acabada que podemos “transmitir” los que bregamos por la creación de una persona y sociedad nuevas (léase anticapitalistas y no capitralistas). La cultura burguesa “se crea y recrea” constantemente y esa actividad no atañe solo a la burguesía. El dato de todos los seres humanos al nacer es el del capital. No es posible socializarnos fuera de su cultura mercantil, donde valemos en tanto reproducimos de forma ampliada la relación social mercantilizada. De ahí que debamos comprendernos transidos de capitalismo.
    La tarea fundamental de una cultura socialista, comunista, no es la fabricación de “paquetes”, “mochilas” o “cápsulas” “alternativas” que se administran para curar o inmunizar. La tarea de la cultura socialista y comunista es la de proveer las condiciones para autoproducirnos como “seres pensantes y no conducidos”, como quería Mella.
    Política cultural que no sirva para esto último, no sirve esencialmente en cuanto política cultural del socialismo. Lo primero que debe plantearse una política cultural (y todo ejercicio de la política) es su participación en el proceso de autoconstitución subjetiva. En la medida en que el sujeto popular se fortalezca y desarrolle, retará las formas de hacer política y en la medida en que el control popular sobre todos los procesos de la vida socialista crezca, ese reto se resolverá en favor del acendramiento del carácter revolucionario de la política.
    Quisiera manifestar que a mi juicio “lo execrable” forma parte de la cultura. Ella no es unívoca y no podemos tachar por “aculturales” sus corrientes regresivas, retardatarias, conservadoras, discriminatorias, opresoras o banales. En este sentido no coincido del todo con Mildred. Por esto es que Gramsci se planteaba en la función crítica una tarea indispensable para la articulación de un frente cultural socialista. Es cultural todo lo execrable porque de lo contrario ¿cómo es posible que lo execrable convoque y seduzca a tantos? Como dice Rey Montalvo, debemos dar la pelea dentro de la cultura misma, pero distinguiendo siempre bien y claramente al menos dos líneas que se han disputado el poder en la historia: una cultura de la emancipación humana de todas las dominaciones (la relación capital-trabajo es apenas una de estas dominaciones, pero hay más) vs una cultura de la opresión, el vasallaje y el sometimiento (aquí repito el paréntesis anterior).
    Esta lidia no la ganaremos sin una comprensión “historizada” de los usos de la cultura que se ha convertido en este siglo XXI en un poderoso instrumento del oscurantismo y la sumisión. Echar mano a los mejores acumulados de nuestras culturas populares, fraguadas (a la vez) bajo el fardo del colonialismo y sobre el ápice de las luchas por la liberación nacional y social, debe ir de la mano de la crítica constante de esas culturas populares, de todo lo que en ellas huela a opresión, a dominación. “Lo cubano”, además de “una fiesta innombrable” tiene todavía muchos grilletes que inutilizar.
    No lo lograremos tampoco sin la reproducción ampliada de la revolución que en muchos frentes ha dejado de hacerse y hoy solo “se administra”. Las conquistas, tanto para la cultura que esa revolución franqueó como para sus instrumentos de poder popular, solo pueden evitar que su destino sean los museos, si nos proponemos todos los días ser revolucionarios comunistas y si colocamos en el carril de ese propósito nuestras actividades cotidianas y el pequeño ejercicio de poder que desplegamos en ellas.

    1. Excelente, merece ser publicado como un artículo. En general propongo que la AHS publique estos foros (sus textos y también los comentarios) en una de sus revistas impresas

      1. Es una muy buena idea, lo importante es sacar estos debates de los ámbitos académicos o formales; lograr que se discuta en la mesa de un hogar, en los parques, porque el sentido común nos juega en contra.

    2. Te agradezco tu comentario culto y atinado. La política cultural impuesta desde la burocracia está identificada con el colonialismo cultural. De lo que se trata no es de “cultivar” sino de desarrollar adecuadamente los valores culturales y para ello hay que identificarlos, conocerlos. La cultura no se impone. Eso es sabido pero en la práctica no siempre se comprende. Sí, no me supe expresar adecuadamente, existe la cultura de la barbarie, de la destrucción, del ostracismo, etc Me contradigo cuando hablo de la lucha de contrarios, lo que quise defender es a la cultura de la emancipación y los términos no fueron felices. Gracias, saludos

    3. Verdades que comparto totalmente. Gracias por la reflexión, y me permito recalcar dos párrafos.

      «Pareciera que son las instituciones establecidas, las organizaciones sociales, los dirigentes políticos o algunos otros “autorizados” los que tienen el mandato y la posibilidad de constituir tales sujetos. Pero queda expuesta enseguida una debilidad conceptual: si el sujeto es el ente del que proviene la acción, este no puede ser resultado de una acción que esté fuera de sí pues entonces sería objeto. Ello quiere decir que los sujetos se “autoconstituyen”, no son el producto agraciado de una intervención, por loable que sea».
      «La tarea fundamental de una cultura socialista, comunista, no es la fabricación de “paquetes”, “mochilas” o “cápsulas” “alternativas” que se administran para curar o inmunizar. La tarea de la cultura socialista y comunista es la de proveer las condiciones para autoproducirnos como -seres pensantes y no conducidos-«

  • El arte, por su naturaleza, no puede ser reducido a fórmulas. Si aspiramos a un arte vivo, auténtico, que aborde conflictos y contradicciones, que nos compulse y enriquezca, desde la AHS tendremos que hacer mucho más por proteger y estimular el talento, combatir el facilismo, el acomodamiento y la mediocridad, promover genuinas propuestas artísticas, incentivar la originalidad, solucionar las carencias y debilidades en el ejercicio de la crítica y poner por encima de todo los valores de la cultura. Debemos recuperar y alentar en el seno de nuestras Asociaciones y Filiales, de manera sistemática, el análisis y debate de la producción artística y literaria con máximo rigor y una consecuente evaluación de su recepción por los públicos. La calidad debe ser una divisa permanente en todo lo que se proponga nuestra organización. La política cultural de la Revolución, que apostó
    desde su gestación por la democratización del acceso a la cultura, la defensa de la identidad nacional y del patrimonio, ha tenido siempre en cuenta la participación de los intelectuales y artistas. Intervenir en el desarrollo de esa política, por
    definición martiana y fidelista, nos sitúa en el plano de escuchar y ser escuchados, de ser coherentes y responsables en el diálogo y de alertar a tiempo sobre cualquier obstáculo que se interponga en la consecución de sus objetivos principales.

  • El arte, por su naturaleza, no puede ser reducido a fórmulas. Si aspiramos a un arte vivo, auténtico, que aborde conflictos y contradicciones, que nos compulse y enriquezca, tendremos que hacer mucho más por proteger y estimular el talento, combatir el facilismo, el acomodamiento y la mediocridad, promover genuinas propuestas artísticas, incentivar la originalidad, solucionar las carencias y debilidades en el ejercicio de la crítica y poner por encima de todo los valores de la cultura. Debemos recuperar y alentar en el seno de nuestras Asociaciones y Filiales, de manera sistemática, el análisis y debate de la producción artística y literaria con máximo rigor y una consecuente evaluación de su recepción por los públicos. La calidad debe ser una divisa permanente en todo lo que se proponga nuestra organización. La política cultural de la Revolución, que apostó
    desde su gestación por la democratización del acceso a la cultura, la defensa de la identidad nacional y del patrimonio, ha tenido siempre en cuenta la participación de los intelectuales y artistas. Intervenir en el desarrollo de esa política, por
    definición martiana y fidelista, nos sitúa en el plano de escuchar y ser escuchados, de ser coherentes y responsables en el diálogo y de alertar a tiempo sobre cualquier obstáculo que se interponga en la consecución de sus objetivos principales.

  • La política cultural de la Revolución, que apostó
    desde su gestación por la democratización del acceso a la cultura, la defensa de la identidad nacional y del patrimonio, ha tenido siempre en cuenta la participación de los intelectuales y artistas. Intervenir en el desarrollo de esa política, por
    definición martiana y fidelista, nos sitúa en el plano de escuchar y ser escuchados, de ser coherentes y responsables en el diálogo y de alertar a tiempo sobre cualquier obstáculo que se interponga en la consecución de sus objetivos principales.

  • Hola. Miro con honda preocupación la implementación de prácticas de larga data en un contexto que no debería resultarle propicio: la creencia de la existencia de una cultura cubana cuyo canon se limita a reproducir solo aquellas «figuras» culturales que son significativas para la Cuba A de José Luciano Franco, o sea los centros azucareros y su hinterland. La práctica de pensar la cultura cubana en clave construida desde La Habana en exclusos es chocante con respecto a los principios de descentralización e inclusión propios de una práctica y política cultural socialista. ¿El efecto más nocivo de esta práctica? La pérdida de importantes bolsones culturales a lo largo y ancho del país al promoverse una cultura nacional que se aleja de la práctica local y suele venir encajonada desde la capital. La pérdida de tradiciones centenarias ha sido uno de nuestros mayores errores en la política cultural. ¿No es acaso Cuba también el changüí, las prácticas culturales de los remanentes de las cada vez más disueltas comunidades indocubanas, las procesiones de Semana Mayor camagüeyanas y trinitarias o los paseos en barca por las bahías de las imágenes de la Virgen del Cobre? Esto no significa la renuncia de nuestros valores culturales comunes como nación; sino la aceptación, asimilación y promoción de aquellas culturas regionales que conforman el diverso horizonte de nuestro panorama nacional. Es la hora de aceptar que la protección de las prácticas religiosas históricas de nuestras comunidades ha de formar parte de nuestra política cultural: han desaparecido o están en riesgo de hacerlo importantes prácticas culturales relacionadas con la fe católica, los remanentes del espiritismo indocubano y las prácticas culturales afrocubanas no yorubas. Cuba es también vodú haitiano, colonos norteamericanos asentados en el norte de las provincias centro-orientales y emigrantes caribeños venidos como braceros. ¿Cuál es el sentido de construir pueblos como el llamado «Holandés» en los cayos avileños cuando a menos de 100 km de allí se erosiona el patrimonio construido de las comunidades norteamericanas que desarrollaron una cultura del cítrico y peublos típicos? ¿No ha llegado ya la hora de que la educación termine por aceptar en nuestras clases de geografía la existencia de cuatro regiones históricas, culturales y socioeconómicas en nuestro país en vez de reproducir patrones de enseñanza que datan del tiempo de la república y distan de la investigación desarrollada en las ciencias sociales desde el período revolucionario? Cuba es un solo cuerpo conformado por miembros muy diversos que cada día parecen más infectados por esta especie de epidemia que ha convertido nuestra riqueza cultural nacional en una uniforme y desagradable caricatura que nos empobrece y financia con el dinero del contribuyente de todas las Cubas la erosión de nuestras identidades regionales. Muchas Gracias.

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