La cuarta pared y un click: teatro para quedarse en casa

Quinientos años antes de Cristo, en la antigua Grecia, faltaba la cuarta pared, faltó en la antigüedad, en el renacimiento, en la modernidad, y también en la posmodernidad. Su ausencia siempre ha sido el puente de acceso al lenguaje fundamental del teatro, no hay intermediación posible, desde siempre el espectador ha tenido la posibilidad de ser individuo y colectivo frente a la obra. En cualquier lugar sobre la grada, la no existencia de la cuarta pared permite acceder al complejo universo simbólico que proporciona el teatro en todas sus variantes.

La tecnología por su parte ha venido a modificarlo todo en el siglo XXI, los amantes del teatro se resisten al cambio, es natural. Hay en el teatro un sentido de exclusividad, cada puesta es única aunque el libreto sea el mismo; lo que cuenta es la experiencia de estar en el momento de la representación, se vive la atmósfera, se apropia uno del ambiente que despide el montaje, son sus códigos. Para los conocedores de este arte hay una resistencia a encasillar la obra en frames pixelados que restringen la visualidad a un cuadro unas pocas pulgadas para su disfrute.

La casualidad como categoría tiene una naturaleza binaria, para concretarse tiene que existir la posibilidad, deben existir condiciones que hagan posible un hecho. La reclusión obligatoria que vive el mundo hoy reduce al máximo la posibilidad de acceder al teatro, aun cuando las condiciones de posibilidad están dadas, hay teatros, hay obras, actores, directores; sin embargo, es inseguro, perjudicial para la vida asistir a un teatro, a una obra: el Sars Cov-2 es una realidad.

Aunque no es una casualidad y si el resultado de un devenir histórico, la tecnología permite acceder al teatro, a los textos, a los actores aún en sus espacios más íntimos, entonces los frames pixelados desafían a la ortodoxia que pauta el consumo del arte teatral y dan paso al goce estético.

Juan Edilberto Sosa, joven dramaturgo santiaguero, presume con orgullo su colección de teatro en formato audiovisual, se le nota una vividez poco común en los ojos cuando habla de ella, asegura que probablemente sea una de las más grandes que hay en Cuba. Él conoce a casi todos los que tienen teatro en formato audiovisual en el país y ha logrado acopiar un número impresionante de piezas, tanto cubanas y extranjeras –todo eso lo supe en una conversación informal, café por medio hace unas semanas, no  soy un fan  del café–, pero esta historia ameritaba el consumo social.  

Juan sabe que tiene en ese repositorio un tesoro; lo usa siempre, no descansa, estudia, busca referentes, reconoce técnicas, estéticas; estudia, no descansa; experimenta, mientras monta alguna obra va su repositorio, busca la raíz, mezcla; estudia, no descansa, su creación es un ciclo de crecimiento en espiral.

La peña de artes escénicas en la Casa del Joven Creador, Lucy en Caja, siempre presentaba un audiovisual mientras sesionaba, era el lugar para darle un uso social a tanto buen teatro convertido en bits dentro de un disco duro.

La colección de Juan siempre estaba presta para espacios como ese, mientras existió los asistentes siempre tenían boleto seguro a la exclusividad. Desde que quedarse en casa es un imperativo he pensado en la utilidad del teatro para reflexionar, he pensado en lo disfrutable de sus textos y en su posibilidad fáctica para desterrar el tedio, lo cual no es casualidad sino una posibilidad que debe ser aprovechada en beneficio de todos, en estos momentos difíciles.

Imagen de la Obra Un elefante ocupa mucho espacio/ Autor: Juventud Rebelde

Otra vez tecnología por medio, le pedí a Juan Edilberto una selección de obras que pueden ser útiles para quienes aman el teatro entre las recomendaciones de teatro cubano sugirió Un Elefante que Ocupa Mucho Espacio del Ciervo Encantado, y que actualmente se encuentra disponible en la plataforma YouTube en la siguiente  dirección https://youtu.be/eYHlggtA1ak. También de esta agrupación pueden buscar Visiones de Cubanosofía, de Nelda Castillo.

También recomendó textos de autores como la española Angélica Lidell con su obra Perro Muerto en Tintorería. Así mismo recomienda la obra de Rodrigo García, disponible en Google para quienes quieran leerla. Asimismo recomendó el teatro de autoficción de Sergio Blanco, con trabajos con referencialidad en el periodismo de investigación, los tres son, según el criterio de Juan Edilberto Sosa, autores imprescindibles del teatro contemporáneo.

Precisó que otras agrupaciones cubanas sobre las que hay que fijar la mirada son Argos Teatro, bajo la dirección de Carlos Celdrán, y su obra Vida y Muerte de Pier Paolo Passolini. También es importante la obra de Teatro Buen Día, en la que destaca Charetón de Flora Lauten. Igualmente sería bueno agregar Baroko o El pacto, de Rogelio Meneses, puesta en escena por el colectivo santiaguero Laboratorio Teatral Palenque.

Vida y Muerte de Pier Paolo Passolini/ tomada de Teatro de la abadía

Dos agrupaciones que no pueden faltar en esta lista cuando se habla de teatro cubano son Teatro de la Luna de Raúl Martín cuya pieza Delirio Habanero es de excelente factura. Y por otro lado El Público de Carlos Díaz con su obra homónima.

Delirio Habanero/ tomada de enfoque cubano

Al referirse a la arena internacional reconoció que es muy difícil hacer una selección justa, sin embargo apuntó que esta es una propuesta que les permitirá a las personas ir decantando y buscar obras según sus intereses. En el caso del teatro hispano son importantes agrupaciones radicadas u originales de la nación ibérica con obras muy interesantes, por ejemplo el grupo Carnicería de Teatro dirigido por Rodrigo García con su pieza Ronald el Payaso de McDonald. También la obra Extrarradio de Esteve Graset y The Application de Juan Domínguez, todas la obras mencionada hasta este momento son bien recientes.

El Público de Carlos Díaz/ tomada de revista panamerican world

Si alguien quiere buscar algo más clásico y más internacional les recomiendo la obra de Peter Brook, Marat, y de Estados Unidos el grupo The Living Theatre tiene Anarquía, utopía, y Capital Changes entre los años de 1993 y el 2000. De ese país norteño destaca además la obra de Reza Abdoh con The Law of Remains. Mientras que en la gran tradición polaca me gustaría recomendar La Clase Muerta de Tadeusz Kantor.

Definitivamente hay muchas buenas opciones si se quiere aprovechar el tiempo por estos días de confinamiento, buscar algunas de estas obras ayudará a reducir la distancia entre el público y los escenarios, sin cuarta pared de por medio, ahora el teatro está al alcance de un clic.

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