Tómate un Clorodiazepóxid2

Llegó para quedarse. El performance, esa irreverente modalidad que germinó con tremenda fuerza en el siglo XX, ha sido el territorio perfecto desde el cual muchos creadores cubanos, fundamentalmente de las últimas décadas, han realizado importantes abordajes de la realidad social cubana. Entre estos iconoclastas sobresale la tropa de El Ciervo Encantado, Osikán Teatro-Plataforma Escénica Experimental; proyectos como el Laboratorio Ibsen o las intervenciones públicas del santiaguero Yanoski Suárez, que desafían espacios, investigan y devuelven raigales discusiones sobre temas medulares de nuestra cotidianidad.

Sin embargo, el performance, como modalidad escénica, no ha sido una de las plataformas más socorridas para establecer niveles de diálogo con el espectador pinareño. Se referencian en Vueltabajo, como los intentos más serios en la exploración de esta práctica artística, las otrora presentaciones de estudiantes de la desaparecida Escuela Profesional de Artes Visuales y las todavía polémicas intervenciones públicas del artista pinareño que se reconoce como Mayim-B. Sólo unos pocos ejemplos que no son suficientes para establecer un estudio profundo del comportamiento, desarrollo de la praxis perfomática en la zona más occidental del país.

Por tanto, ahora mismo se agradece la presentación Clorodiazepóxid2, un performance a cargo de Ernesto Naveda –joven estudiante de artes visuales que participa en la XVlll edición del Salón de Arte Joven, que auspicia anualmente la Sección de Artes Visuales de la Asociación Hermanos Saíz de Pinar del Río– por tratarse de una tentativa que busca reconocer, establecer al performance como espacio de comunicación artística.

Pero esencialmente el principal mérito de Clorodiazepóxid2 reside en que es una interesante indagación antropológica que está tramada a partir de reales inquietudes, obsesiones, desgarres de jóvenes artistas, los performers, que reaccionan frente a un fenómeno global que comienza a afectar principalmente a las nuevas generaciones: el consumismo.

Foto: Del autor.

En ese sentido, podemos estar más o menos de acuerdo con algunos elementos formales de este performance, pero lo que sí no podemos negar es que está defendido conceptualmente, que asistimos a un debate artístico ante el que no podemos permanecer indiferentes.

En Clorodiazepóxid2, organizado en una suerte de cuatro cuadros que, en su totalidad rozan los 20 minutos, se puede observar que se plantean dos vertientes fundamentales del consumismo: el performer Ernesto Naveda, desde su experiencia personal, pero también con una marcada inclinación de tensar a partir de generalidades –peligrosas que pueden ser por cierto–, se acerca a la supeditación del ser humano al consumismo en su estrato más básico y cotidiano: el desquicie por marcas de ropa, de zapatos, etc.

La otra vertiente del consumismo que se analiza en Clorodiazepóxid2 surge de manera muy autorreferencial y corre de la mano de José Armando Crespo (egresado de la Universidad de las Artes de Cuba en la especialidad de ballet), quien nos comenta lo peligrosa que puede ser la estetización de la figura para los artistas de la danza, quienes, en pos de mantener una imagen impecable, pueden someter sus corporalidades a desgastes, maltratos, pérdidas, limitaciones que no sólo marcan nocivamente el cuerpo, sino su comportamiento, una manera de proyectarse y comprender la vida.

Se delinean en Clorodiazepóxid2 el primer performance que tiene a su cargo Ernesto Naveda, saludables evocaciones y apropiaciones de elementos históricos de las artes visuales y escénicas[1]. Con relación a la primera, las artes visuales, es muy latente el influjo del Action Painting; la obra creativa de grandes como Andy Warhol, Joseph Beuys, Marina Abramovich. En lo teatral, modelan el performance elementos como lo ridículo, lo grotesco (Ernesto Naveda aparece al inicio del performance vestido con un disfraz de mona vestida de seda, tomando café) o la parodia.

Y lo interesante en esto, en el diálogo, el completamiento de ambos lenguajes, la teatralidad y las artes visuales, es que conforman un hecho artístico de amplia riqueza de texturas, cuya principal virtud radica en que devela conductas, las carencias progresivas que no sólo se patentizan en el área de las relaciones humanas, sino también de los valores que pierde el ser humano en la medida en que se va haciendo cautivo de tener y acumular más.

Así, en Clorodiazepóxid2, desde que se muestran los comportamientos enajenados, el populacherismo más chato y agresivo (temas musicales de Bad Bunny), la frialdad, objetualización y metalización del sujeto, se convoca a reaccionar contra estas posturas en la vida.

Más fashion y menos drama, es un slogan que aparece en el programa de mano de Clorodiazepóxid2. Sin embargo, en este performance prevalece la tendencia a la construcción de la ilusión, la relación frontal con el espectador, los efectismos, la dramaturgia escénica que se acerca a la forma tradicional de construir la teatralidad.

De manera que se genera un corto circuito entre las expresadas búsquedas formales en que se intenta plantear el performance (menos drama) y el modo real en que se perfila ante el espectador.

Foto: Del autor.

Mas, aclaramos que aun en esta condición de apego a las estructuras más convencionales de lo teatral, llegamos a apropiarnos perfectamente de la intención del artista, tenemos bien claro el núcleo conceptual que se defiende en el performance[2].

En este minuto celebramos el gesto de los jóvenes creadores, José Armando Crespo y Ernesto Naveda, que desde la revisión de sus inquietudes nos han incitado a repensar nuestra existencia en medio de un universo bombardeado, saturado por el consumismo.

Clorodiazepóxid2, en su sentido más inmediato, más allá de lo discutible que pueda ser en lo formal, es un noble intento, una importante alerta sobre la necesidad de valorar lo que se tiene y vivir a plenitud con lo que pueda ser esencial. Y esa certeza que nos deja es aquello que nos lo muestra como una experiencia artística y social de valía.

[1] No obstante, lo más interesante no es la cita, sino la manera en que el responsable del performance se apropia del legado universal y se vale de este, sin dejar de ser original y perder la lógica de lo que plantea.

[2] El responsable de Clorodiazepóxid2, Ernesto Naveda, comenzó sus primeros trabajos profesionales como actor en diversos grupos de teatro, Teatro de la Utopía, Polizonte teatro, Teatro D´ Súbito, de Pinar del Río; de ahí su marcada inclinación, un pensamiento marcadamente escénico, desde lo tradicional, en su ejercicio performático.

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