Verde Esperanza

Si ReinierElizarde, uno de los principales activistas del proyecto comunitario Vivan los Barrios que auspicia la ONG Camaquito, no hubiera llegado con la primicia, quizá este trabajo empezaría de una manera más poética y menos noticiosa. Pero resulta que la novedad amerita estar en el primer párrafo, y lo amerita con tanta fuerza que cambia cualquier borrador previo: el dúo camagüeyano Esperanza, formado por la pareja de baile de Yanet Álvarez y Roberto García se presentará, antes de finalizar el año, en cinco teatros de Suiza. Desde el año 2011, la organización no gubernamental apoya a estos muchachos y ahora por fin conseguirá lanzarlos al mundo.

Todo artista sueña con escenarios internacionales y aunque la buena nueva los alegra, su ambición vuela con alas distintas. Actuar en el programa de televisión nacional Entre Amigos y que Cuba entera los conozca, he ahí el deseo más grande de Robert y Yanet.

Llevan siete años bailando juntos y en este tiempo les ha crecido un cariño tan intenso que ya no se conciben separados. Odalys Álvarez, la mamá de Robert, cuenta que él le insiste para que compre una casa cercana a la de Yanet. Robert, que se supo aludido, interrumpe para hacer notar que la casa de Yanet está en construcción, señala los ladrillos agrupados frente a él y declara que con esos le levantarán un cuarto en los altos. Después de pasar el día juntos en el ensayo y las presentaciones pueden quedarse horas pegados al teléfono.

Foto: Cortesía de los entrevistados

«Yo le sigo la corriente —dice ella en una pose de madurez evidente—, a veces me cuenta lo mismo tres veces». Él ríe con vergüenza y la abraza muy fuerte. Alrededor de dos horas conversamos y ni un solo instante dejaron de hacerse caricias con una ternura indecible. Nadie se adelante a adivinar una pasión oculta, Yanet considera a Robert su niñito, lo ama como se ama un hijo y Robert, aunque siete años menor que ella, confiesa tenerle el querer protector de un padre.

En el año 2010 se conocieron; coincidieron en una audición para jóvenes con aptitudes artísticas en el Centro Provincial de Equinoterapia. Yanet llegó al casting con toda la experiencia acumulada en el proyecto El Garridazo, del promotor Jorge Lázaro Cisneros y Robert, con menos aires de estrella, fue a hacer lo que más le gusta: bailar. Al cabo, el proyecto que se pretendía fundar (Arte sin Barreras) no floreció pero ellos se unieron como pareja de baile y emprendieron el camino de la danza.

Gardenia González, la madre de Yanet, recuerda con exactitud su primera actuación: «fue el 24 de diciembre del 2010 en la CEPMI, bailaron la canción de la película Titanic».

Foto: Cortesía de los entrevistados

Desde entonces, el Dúo Esperanza no para de trabajar. La lista de lugares en los que han actuado supera el espacio de este trabajo. Hasta el maestro Reynaldo Echemendía, director del Ballet Folclórico de Camagüey, los ha invitado a su escenario. Muy pronto irán a Ciego de Ávila, donde los llamaron para asistir a la Fiesta de la Danza y en cuanto lleguen las vacaciones su programa de presentaciones se intensifica.

«En el verano ellos no paran —apunta Gardenia—, salen con Reinier y el proyecto Vivan los Barrios a presentarse en las comunidades de difícil acceso. Oiga, ellos han bailado en todas partes y como sea: en la tierra, en el fango…»

Disfrutan mucho esos viajes con Vivan los Barrios, pero el sitio preferido para bailar lo encuentran en el café literario La Comarca de la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Allí van hasta dos veces cada semana de la mano de la ONG Camaquito que los convoca a danzar para las delegaciones suizas que visitan la provincia.

Y hay que ver a Gardenia y a Odalys durante las presentaciones, siempre atentas a la música, los cambios de vestuario… Ese par de madres hizo del cuidado de sus hijos, de su carrera artística, una profesión permanente.

Yanet y Robert han estado en las manos de diversos profesores, con Anniubis Concepción, instructora de danza de la Casa de Cultura Ignacio Agramonte, llevan un año de trabajo. Ella pidió atenderlos y no pierde una sesión de ensayo. Para identificarla solo debe ir a ver una actuación de la pareja, la reconocerá muy fácil, ella será la primera en aplaudir y en dar gritos de bravo.

Los movimientos cadenciosos de la cumbia le atraen más a Yanet. Robert, también en el terreno de lo popular, prefiere el merengue. Sin asistencia alguna montaron El Punto Cubano y tras observar con cuidado varios programas de Bailando en Cuba, se arriesgaron a hacer una cargada. Y lo lograron, aun cuando Yanet anda pasadita de peso, como dice su mamá. «Ahora eso es lo que más disfruta el público» —añade ella. 

Antes de dedicarse al arte, ambos eran deportistas de nivel, con medallas en las Olimpiadas Especiales Nacionales y todo. Ella competía en gimnasia rítmica, «pero tenía mucha exigencia, era muy rígido» —dice. Él medía sus habilidades de atleta en el bádminton. Esa etapa quedó atrás, el arte le tenía que brotar por algún lado porque además de las aptitudes para la danza ellos aman pintar y Yanet incluso fabrica manualidades. Pero las artes plásticas no pasan de ser un entretenimiento para su escaso tiempo libre, su verdadero amor está en el baile, «y lo vamos a hacer hasta que seamos unos viejitos» —afirma ella hablando por los dos.

Robert conversa poco, prefiere atender a Yanet, toda elocuencia ella. Comparten una complicidad tan íntima que a veces da la impresión de ser imposible de penetrar. Ellos encontraron su sitio en este mundo y por esa razón Yanetafirma que adora el color verde, «el color de la Esperanza».

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