Martí nos enseña el camino del bien

Por Doctor en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez, intervención en el espacio Dialogar, dialogar, de la AHS

¿Vieron todos en la televisión los personajes que les echaron la sangre a los bustos de Martí? Hay uno de ellos, que dice que él lo hizo porque el otro vino y le dijo que tenía una “pinchita” para ganar dinero. No sabemos cuánto.

Estas personas no tienen realmente ni la menor idea de quién es Martí, no lo sienten, no comprenden su dimensión. Solo así se entiende un poco que hagan semejante cosa.

Entonces yo pienso: ¿y cómo es posible que en Cuba, con todo lo que hablamos de Martí y todo lo que se publica y se hace, pues haya personas que, como esas, no conozcan la obra ni las esencias de José Martí, no sientan suficiente admiración y respeto?

Este es un asunto importante, un asunto central. Debemos entender cada día más por qué Martí resulta importante, por qué resulta significativo para nosotros, y no pensar simplemente que es por sus textos, sino también por lo que hizo. Les voy a poner unos ejemplos de unas personas extranjeras.  Nosotros, en el Centro de Estudios Martianos, recibimos estudiantes extranjeros con frecuencia. Llegó una vez una muchacha japonesa, que quería hacer estudios sobre Martí, a ver si escribía un trabajo, hasta un libro sobre él.

¿Qué sabía del Apóstol? Imagínense ustedes. Había leído textos sueltos, manejaba todavía muy mal el español…, lo cual limitaba sus posibilidades de conocer más sobre él, pero seguía tratando de aprender, siempre con un diccionario en la mano para entender todo.

Ella estuvo casi un año con nosotros aquí, estudiando, leyendo a Martí, nosotros explicándole cosas y demás. Regresó a su país, y poco después nos envió una carta agradeciendo, y diciendo que, cuando llegó a Japón, ella se preguntó: ¿y para que yo he estudiado a Martí, para qué yo lo he leído, qué me enseñó? Y se respondió ella misma: “Martí me enseñó que debo tener una preocupación por los problemas a mi alrededor, por la vida de mi país, por los problemas del mundo, pero desde el ángulo de mi país, que es donde vivo”.

Y entonces llegó a la conclusión de que en Japón hay un problema hace rato: hay sectores de los políticos, incluida parte del propio gobierno que quisieran, con el impulso de Estados Unidos, tener un gran ejército, volver a ser una potencia militar como lo fueron hasta la Segunda Guerra Mundial, en que Japón fue el gran imperialista de su zona geográfica.  Japón dominó Corea, parte de China, llegó hasta las Filipinas, dominó parte inclusive de la Península Indochina; es decir se expandió territorialmente sobre otros pueblos asiáticos, y las tropas japonesas hicieron horrores en esos lugares, horrores de todo tipo contra las poblaciones de esos lugares.

Perdida la guerra, se estableció en la Constitución  que Japón no podría tener un gran ejército; lo que tiene es una cantidad limitada de tropas que ellos les llaman las fuerzas de defensa y que no tienen todo tipo de medios militares, no tienen los cohetes de mayor alcance, mejor preparados, no tienen una gran aviación, no tienen una flota de la marina de guerra, tienen una cantidad limitada de tropas que se supone que sirvan para defender a Japón si alguien los ataca, pero que no pueden convertirse por ellos en una potencia militar, como es Estados Unidos o como pueden hacer algunos países de Europa. No; pero estos sectores aliados a EEUU quieren convertir a Japón de nuevo en una potencia militar, cosa desde luego que como ustedes se imaginarán les preocupa a los países vecinos, porque temen que Japón pretenda expandirse otra vez a costa de otros.

Y esta muchacha, gracias al ejemplo de Martí, entró en un movimiento masivo que cada vez crece más en Japón, contra la militarización. Gran parte de la población no quiere que el país se convierta en una potencia imperial, en una potencia que se expanda, porque eso puede llevar a una guerra. El pueblo sufrió mucho en el pasado.  Es el único país del mundo que ha recibido dos bombas nucleares, y cuyos efectos todavía siguen saliendo; eso fue en 1945 y todavía hay descendientes que tienen consecuencias de aquello.

Cualquier persona racional en Japón, cualquiera que tenga dos dedos de frente, no va a querer que caiga una bomba atómica allá otra vez.

Y esta muchacha nos envió una foto de lo que están haciendo, de cómo escriben sobre eso, de cómo lo tratan en los medios de difusión, cómo hacen manifestaciones y cómo discuten con los políticos.

Esta muchacha sintió la necesidad de preocuparse por un problema importantísimo en su país.  José Martí la impulsó a preocuparse por hacer el bien y no el mal, en primer lugar para su país, su gente, pero en segundo lugar para otras naciones, porque una guerra en Asia afectaría a muchos.

Tuvimos también una muchacha de la India, donde conviven muchas personas de culturas diferentes, se hablan un montón de lenguas distintas.  La India es un país, yo diría, multinacional.  Y ella es de un grupo llamado Los Tamiles, un grupo enorme, son millones Los Tamiles. Hablan una lengua distinta a la de la mayoría o buena parte de la población de la India.

Y la muchacha no hablaba español, pero había oído hablar de Martí, y la pusimos en contacto con algunos textos del Apóstol en inglés, porque sí entendía ese idioma, y se quedó sorprendida, regresó a la India y resulta ser que se ha dedicado a hacer seminarios donde traducen del inglés a la lengua de llos–porque ninguno entiende el Español–. Quiere que otros tamiles conozcan el pensamiento de Martí.  ¿Y saben por qué?  Según ella, porque Martí “nos enseñó la confraternidad entre los seres humanos y el camino del bien”.

Piensen ustedes que en la India hay muchos budistas, mucha gente que cree en el budismo, que es una religión muy distinta a las cristianas.  El budismo no tiene iglesias, hay lugares en que hay un sacerdote, que no trabaja con las personas, las personas van allí a meditar, se sientan tranquilamente allí a meditar y a pensar en sus problemas, y a tratar que el Buda, un personaje que existió en la vida real y enseñó el camino del bien y la felicidad, pues los guíe de alguna manera a ver cómo ellos encuentran solución a sus problemas.

Entonces esa tradición budista esta gente la aplica a Martí. Para ellos el señala un camino parecido al de Buda, es decir, que Martí abre el camino del bien y por consiguiente es necesario que otras personas de su país, de su lengua, de su cultura, pues también aprendan de su pensamiento.

Y si sigo por ahí, les puedo poner muchos ejemplos más.  Hay personas en Yucatán que son mayas. Ahí mismo, al lado de nosotros, en México, hay personas que no hablan español, sino lenguas mayas, otras lenguas.  El maya suena rarísimo, se aspira, tú no te imaginas nada de lo que están hablando, ni te imaginas lo que están diciendo los mayas.  Y hay personas que se han dedicado a traducir la obra de Martí a la lengua maya.  ¿Saben por qué?  Porque dicen que, como los mayas sufren muchas discriminaciones por ser indígenas, Martí puede ayudarlos a comprender de qué manera deben afrontar esa lucha, esa pelea porque su cultura sea reconocida plenamente, sus valores, sus maneras de ser, sus ideas.

El maya, o el indio en América, ha sufrido lo mismo que sufrió el negro que trajeron de África, como esclavo; al indio lo convirtieron en esclavo o rechazaron sus culturas, rechazaron sus ideas, fueron los que trabajaron para los conquistadores y han quedado en líneas generales un poco apartados.

Ahora hemos visto todo el trajín que se ha formado en Bolivia con el golpe de Estado contra Evo Morales, que va dirigido contra la mayoría de la población boliviana, que está compuesta por indios, indígenas, que no son descendientes de españoles ni de europeos.

Uno se pregunta: ¿por qué una persona en Japón –donde son tan diferentes a nosotros en tantas cosas, no solo físicamente, sino en sus costumbres– encuentra un valor en Martí?  Eso a uno le llama la atención.  ¿Por qué una persona en la India encuentra un valor en Martí?  ¿Por qué de pronto personas en países como Nigeria están estudiando a Martí?  ¿Nigeria?  Bueno, de ahí vinieron muchos esclavos, gran parte de las religiones de origen africano en Cuba vinieron de Nigeria.  Es difícil imaginar cómo es la gente en Nigeria realmente, a no ser algún diplomático cubano que vaya a trabajar allá.  Y entonces de pronto dicen: ¿y por qué hay gente empeñada de pronto ahora en estudiar a Martí en Nigeria?  ¿Por qué un poeta paraguayo, que habla guaraní tradujo los poemas de Martí al guaraní?  Porque considera necesario que su pueblo conozca las poesías de  Martí, porque las poesías de Martí enseñan a ser mejor.

Todos coinciden en que Martí enseña valores, cosas buenas.  Y yo creo que ahí está quizás el secreto de esa permanencia de Martí.

Yo pregunto: ¿Hoy tenemos que levantarnos a pelear contra el gobierno español?  ¿Ustedes tienen necesidad de coger un machete e irse a pelear contra los españoles, contra un ejército español?  No tenemos un ejército español en Cuba, por suerte; no dependemos en eso de una metrópoli colonial que tiene un ejército en Cuba.  Martí convocó a los cubanos a una guerra contra el colonialismo español. Ya no hace falta eso, y entonces, ¿es que ya Martí no tiene nada que a hacer, porque se acabó en Cuba el colonialismo?

Martí sistemática y constantemente mediante sus escritos insiste en la necesidad de hacer una persona diferente, preocupada por los problemas de su tiempo.  Él dijo que para ser un hombre de todos los tiempos lo primero es ser un hombre de su tiempo.  No piense usted que en el futuro van a hablar de usted si usted en su época no ha hecho algo valioso.

Martí vivió la época en que los europeos se repartieron África.  ¿Ustedes han estudiado geografía de África? ¿Saben geografía de África?  ¿Se han fijado qué bonitas son las fronteras entre los países, que son rayitas así, muy cuadraditas?  En Europa precisar las fronteras es un lío, pero en África es muy fácil, porque en 1884 se reunieron las potencias europeas en Berlín y se dividieron África, y dijeron: a ti te toca del paralelo tal para allá, y a mí del paralelo ese para acá, y a ti del meridiano ese para allá y del otro meridiano ese para acá.  Los paralelos y meridianos son esas líneas imaginarias. No existen, son las líneas imaginarias por las cuales se divide geográficamente el mundo.  Y entonces, bueno, pues los ingleses dijeron: pues de aquí para acá es mío, y los franceses dijeron: entonces de aquí para allá es mío, y los otros dijeron: de aquí para acá es mío y de aquí para acá es tuyo.

Y el colmo fue el Rey de Bélgica, país más chiquito que Cuba, pero potencia nuclear.  ¿Y saben por qué, entre otras cosas? Porque al Rey de Bélgica le regalaron el Congo.  Si ustedes recortan Bélgica en el mapa y lo pegan encima del Congo, que era colonia de ellos, se darán cuenta de que no sé cuántas veces cabe Bélgica en el Congo. El dueño era el Rey, no era ni siquiera el gobierno de Bélgica.  ¿Y por qué quería ese territorio?  Ah, porque en el Congo se producía caucho, lo cual se utiliza para montones de cosas.

Eso permitió el enriquecimiento de los belgas, de la clase rica, porque los otros eran los obreros que trabajaban en la fábrica. En ese mundo vivió Martí.

Y por eso de pronto uno se sorprende cuando dice: Mira esto: Martí vivió la conquista de Túnez.  Túnez era un país independiente, y los franceses lo atacaron, ¿y Martí qué escribió para sus lectores de América?  Ah, “hay que estar del lado del árabe que, montado en su caballo y con un cuchillo en la boca, pelea contra los franceses por su libertad, por su independencia.

Y de pronto uno dice: Martí, que era un admirador de la cultura francesa; Martí, que había pasado por París; Martí, que leía y escribía en francés; Martí, que sabía de los poetas franceses de la época, a quienes consideró entre los mejores de su tiempo, estuvo del lado de los árabes, porque condenó el imperialismo francés.

Por lo mismo, ¿ustedes saben de qué se llevó una idea exacta Martí? De Hawái. ¿Y qué tiene que ver Hawái?  ¿Qué idea tienen ustedes de Hawái, qué ideas tenemos todos los que estamos sentados aquí de Hawái?  Las que nos dan las películas.  Hawái es la playa, el bailecito ese del Ukelele.  Y fíjense que en todas las películas americanas sale Hawái.  Ah, porque el jefe quiere empatarse con la secretaria y se la lleva para Hawái, o porque al marido la mujer la cogió en un desliz con otra y quiere arreglar la cosa y se lleva la mujer de vacaciones para Hawái.

Claro, eso lo hace la gente que tiene plata, porque Hawái está muy lejos del territorio continental de Estados Unidos y hay que gastar dinerito, y Hawái es caro, porque es una zona turística.  Y resulta ser que Hawái era un país independiente hasta los tiempos de Martí, que tenía su propio gobierno, era una monarquía, tenían una reina, reina que estuvo en los Estados Unidos.

Martí siguió el viaje de la reina, y estaba estudiando y explicando que Hawái podía terminar en manos de los EE.UU., como efectivamente sucedió, y que eso iba a significar un desastre porque iban a desaparecer los elementos de la cultura Hawaiana.  Hoy Hawái, si tiene algún elemento de su antigua cultura, es pura presentación escenográfica para los turistas, porque ya el hawaiano de hoy no tiene que ver nada con aquellos hawaianos de finales del siglo XIX, y donde además se ha llenado de gente va a vivir de EE.UU para allá, y donde casi no quedan verdaderos descendientes de los hawaianos. Se ha perdido una cultura, se ha perdido una nación.

Por eso Martí se preocupó por aquellas islitas en el Pacífico, que estaban en el fin del mundo y que a lo mejor muchos de sus lectores ni sabían bien dónde estaba Hawái.

Y para decirles un último ejemplo:  Martí escribió una cosa interesantísima. Ustedes tienen que haber leído muchas veces la palabra civilización, en historia les deben haber hablado de eso.  La civilización griega ¿han dado Historia Antigua ya? (Le responden que sí), la civilización griega, la civilización romana o latina, es lo mismo.

¿Entonces qué nos meten en la cabeza a veces, en la historia que se escribe fuera de Cuba o en muchos lugares?  Que griegos y romanos formaron la base de lo que llaman la cultura occidental.  La cultura occidental es la de los europeos y la de los Estados Unidos, que son los europeos magnificados, llevados a su grado sumo de expresión, y que están luchando contra los otros, los otros son los salvajes, porque la civilización está en esa cultura occidental.

En primer lugar, nos están enseñando una mentira. ¿Ustedes saben que no había gente más asiática que los griegos de la antigüedad? A los que estudiaron Historia Antigua seguramente les hablaron de la guerra de los griegos contra el imperio persa, y Persia es Irán, lo que hoy se llama Irán, y era un gran imperio en la antigüedad. Y, claro, el temor de las ciudades-estados griegos era que llegaran los persas y se los tragaran.  Su vida transcurría pensando en eso.

¿Y ustedes saben de dónde salieron gran parte de los conocimientos científicos para su época que tuvieron los griegos en la antigüedad?  De Egipto.  Porque tenían mucho comercio e intercambio con el antiguo Egipto.  Egipto era la potencia científica y tecnológica de la época, de la antigüedad.  ¿Cómo se construyeron las pirámides?  Todavía no lo sabemos.  Las famosas pirámides de Egipto todavía no sabemos cómo las hacían.  ¿Pero ustedes se imaginan qué clase de ingenieros tenían que tener para poder construir con unos bloques de piedra enormes; cómo los encaramaban allá arriba si no tenían grúas; de qué manera movían aquello para construir aquello; cuánto sabían los egipcios de la antigüedad del movimiento de los astros?  ¡Muchísimo!  Resulta ser que es una cultura importantísima, y los griegos aprendieron mucho de ellos porque se pasaban la vida intercambiando con ellos y aprendieron de ellos.

¿Cuánto sabían los mexicanos de astronomía cuando llegaron los españoles? Sabían mucho, más que los europeos, porque precisamente en las pirámides mexicanas, en las pirámides del Antiguo México se encaramaban no a mirar el mundo, sino a mirar las estrellas.

Por eso Martí se interesó por las culturas antiguas de América, por eso les escribió en la Edad de Oro a los niños de América un trabajo sobre las ruinas indias, y que hablaba del tremendo poderío, del tremendo alcance, de la tremenda sabiduría que tenían las culturas indias antiguas, las ruinas indias de México, la cultura maya, los pueblos del Valle de México. Y eso es lo que hace que entonces, por ejemplo, los mayas de hoy se preocupen porque, bueno, y cómo Martí sabía esto, y por qué habló esto, y por qué estaba defendiendo a nuestros antecesores.

Y eso explica por qué alguna gente se ha ocupado de traducir a Martí a las lenguas mayas, para que no tengan que pasar trabajo, para que entiendan lo que estaba diciendo ese hombre que pensaba no solo en el bien de los cubanos, sino en el bien de mucha gente, en el bien general, en el bien de la mayor parte de las personas.

Y yo creo que esa es la actualidad de Martí en buena medida, que lo es hoy y lo va a ser siempre.  Porque siempre el ser humano va a tener de alguna manera que tratar de mejorarse.  Si a nosotros nos dejan como un campo silvestre, sabe Dios adónde vamos a parar.  Porque, ¿qué hace el niño cuando nace? ¿Quién tiene un hermanito chiquitico?¿Qué hace el niño? (Le dicen que llorar).  Llorar. ¿Por qué?  Porque tiene hambre, llora cuando tiene hambre, y cuando aprende que llorando consigue comida; él lo aprende, lo va aprendiendo. Y si tú dejas al niño, ¿qué te hace? Te mete el dedo en el tomacorriente y se electrocuta. Tú vas educando a ese niño para que tenga vida social, para que comparta con la familia, en fin, para que no les haga la vida imposible a los demás.

Por consiguiente, la sociedad tiene que vivir sistemáticamente formando a las personas para poder convivir entre nosotros; si no, no podemos convivir.  Y eso les pasó desde la gente de la Edad de Piedra, que a veces nos parece que no eran seres humanos, pero sí lo eran.  Esa gente de la Edad de Piedra eran seres humanos, como nosotros, lo único que vivían en cuevas.  Qué gran diferencia con la nuestra, ¿verdad?

Pero también eran seres humanos y tenían códigos de costumbres establecidos entre ellos para poder subsistir. Si iban a matar un animal para comer, tenían que ponerse de acuerdo en eso.  Por eso es que Martí habla también de los pueblos esos primitivos, habla hasta de la gente de la Edad de Piedra, porque está explicando cómo la sociedad, cómo los grupos humanos, para poder convivir y poder resistir, tienen que adoptar determinadas normas; normas que para Martí deben ser igualitarias para todos.

Y ahí está yo diría el secreto de Martí y su permanente actualidad. Usted tiene que pensar en los demás, y no solo en usted; usted tiene que trabajar de acuerdo con los demás, y no solo para usted; usted tiene que tratar de tener una conducta que no lesione a los otros; usted tiene que comportarse de una manera que no le eche a perder la vida a los demás, si usted está durmiendo y todos los días a las tres de la mañana el vecino le pone la música a todo lo que da, usted termina por querer asesinar al vecino porque te hace la vida imposible y no te deja dormir.

Entonces, por consiguiente, usted tiene que buscar la manera de establecer mecanismos que impidan eso, y usted no le está coartando su manera de ser, lo que está tratando de adaptar la vida de unos con respecto a los otros.

Y ahí está yo diría–vuelvo a decir–, el gran secreto quizás de Martí y que resulta atractivo para gente de culturas tan distintas a las nuestras.  Imagínense que los japoneses se visten con un color para trasmitirles a los demás su estado de ánimo: si están tristes, se visten con un color, todo el mundo sabe que está triste.  Nosotros no, nosotros nos vestimos como quiera, de rojo, de azul, de verde o de amarillo. No pensamos en lo que trasmite el color ni en sentimientos.  Los japoneses sí.  Piensan distinto a nosotros, leen distinto a nosotros, leen de derecha a izquierda, ellos leen al revés, empiezan el libro por atrás, leen de atrás hacia adelante.  Claro, ellos dirán de nosotros: ustedes son los que leen de atrás para adelante, inclusive tienen otra forma de entender muchas cosas de la vida.  Y sin embargo, esta muchacha japonesa encuentra en Martí una sabiduría, un aprendizaje, una utilidad.

Y yo creo que ahí está el camino de nosotros: saber trasmitir cómo siempre en Martí el que empieza, las nuevas generaciones, los niños, pueden aprender de Martí valores, pueden aprender de una vida social distinta y pueden comprender un ejemplo que ponía Martí a cada rato: hay que respetar al indio de América, de los pueblos incaicos que, cuando corta un árbol para construir su casa, le pide perdón al árbol, cosa que les daba risa a los españoles, que decían: ¿Y por qué este tipo le pide perdón al árbol? Porque está matando una vida, porque está matando algo vivo, el árbol es un ser vivo, que usted lo siembra y va creciendo, por tanto, es un ser vivo, como lo es cualquier animal.  Ahora hay mucho lío con los animales, y yo digo: ¿cuándo vamos a defender a las plantas?  Que a veces hay que matarlas o muchas veces, para poderlas comer, desde luego, porque es nuestra subsistencia, pero no me quemes árboles por gusto, no me cortes árboles por gusto.  ¿Para qué? ¿Para tener el placer de que eres un tipo bárbaro con el hacha?

Ahí está ese sentido, que evidentemente los personajes capaces de irrespetar de una manera horrible a Martí, esos que vimos en la televisión, no entienden, no interiorizan. No tienen valores ni moral.  Los valores para ellos son eso: búscame una “pinchita” que me dé dinero.  Hoy es el busto de Martí, mañana puede ser matar a alguien, y te vas a ganar un dinerito, y ahí tendríamos entonces el drama de la sociedad norteamericana, que sale gente a matar gente ya ni siquiera por el dinero, sino porque creen ser los bárbaros.

Hay que pensar siempre en el otro, en respetar al otro. Los pueblos tienen que pensar en cómo respetar a los demás y en no hacerles la vida imposible. Esto es lo que permitiría una humanidad mejor. Martí quería la independencia de Cuba no solo para ser independientes. ¿Cómo termina el Manifiesto de Montecristi, ese documento que él escribió para explicar por qué los cubanos íbamos a la guerra?  La primera razón que da no es la independencia, dice: el bien mayor del hombre.

Los cubanos iban a la guerra por el bien mayor del hombre, por hacer una humanidad mejor; ese era el sentido de Martí. Y yo creo que ahí está la importancia de por qué siempre va a ser actual, porque es un hombre que está predicando un bien en función de la defensa contra aquellos que están llevando un mal. (APLAUSOS).

*Transcripción de la intervención de Pedro Pablo Rodríguez, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas, en el espacio Dialogar, dialogar sobre José Martí en la hora actual, realizado en el Pabellón Cuba, sede nacional de la AHS, el miércoles 22 de enero de 2020.

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