Los entresijos de la literatura

En ella se cumple el lugar común: Malena Salazar Maciá no necesita presentación alguna. Su rostro es conocido no solo entre los lectores y escritores del fantástico cubano, sino más allá de las fronteras geográficas que nos circunscriben a un universo de referencias.

En honor a la verdad, debo confesar que me he aprovechado de la amistad que nos une para hacerle responder esta entrevista. Malena aceptó, por supuesto, sin que mediaran demasiadas excusas, impelida quizás por esta distancia física que no nos permite ahora compartir café juntas, anécdotas ni películas. Sea cual sea el formato que nos sirva como (pre)texto para dialogar, es innegable que Malena Salazar Maciá se ha convertido en más que una “joven promesa”. Ese concepto tan debatido y que aún cargan algunos de nuestros mejores creadores literarios, nos obliga a repensar, acuciantemente, cuál es el lugar que ocupan los creadores jóvenes en el tejido escritural de la nación.

En tiempos recientes, algunos de los autores de las generaciones más jóvenes del fantástico cubano han tenido el privilegio de ser traducidos a otras lenguas, ¿cuál ha sido tu experiencia? ¿Sientes que el mundo de la traducción es una posibilidad otra hacia diferentes públicos y mercados?

cortesía de malena salazar

Hasta el momento, he tenido la suerte de ser traducida mayormente al inglés y al japonés de la mano de Toshiya Kamei; no obstante, algunas de mis historias también han sido elegidas para ser llevadas al alemán y al croata. No sería cierto si afirmara de forma categórica que alguna que otra vez no albergué la idea de ver algunas de mis obras en otros idiomas, sin embargo, lo curioso es que las traducciones llegaron en períodos en que no tenía contemplada la posibilidad. Así que fue una sorpresa agradable ver cómo mis textos en español se convertían, poco a poco, en otras palabras, construidas a través de otros abecedarios, otras reglas, conceptos similares que capturaban la esencia del original. La experiencia se completa cuando se logra una publicación; porque tampoco es sencillo colocarse en el mercado o llegar a un determinado público. También existen muchos escritores y traductores talentosos a nivel internacional que buscan un lugar para sus trabajos. 

El mundo de la traducción me gustaría compararlo con la posibilidad que alberga la idea de la existencia de mundos paralelos: abre miles de puertas al intercambio con lectores y escritores de culturas diversas. Promueve la posibilidad de retroalimentación literaria, de estudio de nuevas temáticas, de adquisición de conocimientos sobre el constante movimiento de las problemáticas socio-económicas y políticas en otras latitudes.

Cuando se trasciende el ámbito semántico de la lengua madre, ocurre un cambio sustancial en las historias, ¿cómo concilias el ejercicio de la escritura con la potencial idea de una traducción futura? ¿Piensas en eso a priori?

La traducción es, también, arte. El traductor no solo debe tener un conocimiento multicultural vasto, sino ser capaz de conservar el espíritu del texto original cuando lo lleva a otra lengua, debido a que a veces, muchas palabras, frases y conceptos no poseen una traducción precisa a otros idiomas, o la estructura de la historia no resulta adecuada para llegar a lectores que descubren por primera vez algo escrito en otro país, en otra lengua. El traductor debe conocer la mente y el estilo del autor. Debe volverse, de cierta forma, el segundo autor.

No pienso en futuras traducciones cuando escribo un texto. Deseo que la historia se desarrolle en su propio ambiente, con los elementos que le son innatos debido a su temática, al estilo, al tono que deseo darle. Después es que puede apreciarse la belleza del proceso de renacer en otro idioma: el ejercicio intelectual de interpretación que debe realizar el traductor.

cortesía de malena salazar

En los dos últimos años has sido una de las autoras más premiadas a nivel nacional. Pocos concursos del género fantástico se te han resistido, ¿qué harás cuando no te queden otros certámenes de literatura fantástica en los cuales competir? ¿Sientes que el verdadero aliciente del escritor se encuentra en el premio o acaso tus resortes creativos se encumbran hacia otras vías?

Exploraré otros géneros literarios. Me gustaría incursionar en el mainstream, el policíaco y el teatro. Sin embargo, quiero hacerlo después de estar segura de cuáles son sus elementos, después de crearme una base a través de lecturas y análisis de obras de dichos géneros, tal y como procedí con la fantasía y la ciencia ficción.

Tomé la participación en los concursos para medir, poco a poco, cuánto mejoraba o retrocedía en mi literatura, en qué fallaba, por qué y cómo podía solucionar esos problemas y errores. Me sirvieron también para conocer a escritores de todo el país y ganar experiencia a través de sus consejos.   

No es esta la primera entrevista que tengo el placer de pensar para ti. En nuestro primer diálogo eras aún una autora novel que comenzaba a lidiar con los trazos del Premio David en la categoría de ciencia ficción, ¿cuánto ha cambiado la autora de Nade desde entonces hasta estos tiempos?

A veces hago comparaciones entre Nade y mis textos recientes. No surge como algo premeditado sino que, en algún momento, ese primer libro cae en mis manos y siento el deseo casi hipnótico de abrirlo en una página al azar, leer párrafos, diálogos, personajes. Y noto los cambios. Veo un progreso. De Nade hasta mi último escrito, sea cuento o novela, existen detalles sutiles (y otros no tanto) que marcan cuántos obstáculos he superado, cuántos consejos he escuchado y asimilado, cuántos errores he subsanado. Me percato de que el camino continúa.

Siempre digo que, cada vez que leo algo nuevo, percibo cuánto me falta por crecer como autora.   

¿Eres una creadora a la que le gusta reescribir sus libros? Si, por ejemplo, pudieras retornar a esa Nade primigenia que publicó Ediciones Unión en su colección Premio David, ¿cambiarías algo?

Corregiría errores en la dramaturgia y el estilo escritural, desarrollaría de forma más justa a los personajes, pero no cambiaría la esencia de la historia. Me gusta ese “por qué” y “cómo” fue concebida, me gusta que tenga la ingenuidad de una opera prima. Si realizara un cambio sustancial, si la reescribiera por completo, ya no sería la misma Nade que me enseñó tanto y me acercó a los lectores.  

Has comenzado a transitar, con muy buen paso, en la literatura infantil y juvenil. ¿Cómo llegas al género? ¿Por qué tu interés como escritora se ha enfocado en esa nueva lupa de sentido y producción? ¿Qué posibilidades te ofrece la literatura infantil y juvenil?

Lo sentí como una asignatura pendiente: de niña, leí a Excilia Saldaña, Enrique Pérez Díaz, Dora Alonso y Julia Calzadilla, así que durante mi crecimiento como autora me presionaba una deuda invisible con ellos, con la propia literatura infantil. Sus libros me inculcaron el amor por la lectura y la escritura. Son parte de mí, de la fuente a la que regreso a cada rato para aprender los entresijos de la literatura.

No fue una decisión precipitada: tardé un tiempo en convencerme de que estaba lista para escribir para niños, que es uno de los públicos lectores más exigentes que puedan existir. Por el momento, disfruto mucho creando estas historias porque me permiten recordar esos sentimientos que me provocaba el leer a los autores que funcionan como mis pilares. Me gustaría acercar a los niños a la lectura a través de mis textos. Quizás algunos de ellos, como yo, sientan el llamado literario y se armen de letras.   

La pandemia nos ha obligado a revolucionar y repensar no solo la literatura, sino su modo de comunicación al público, ¿qué tal la experiencia?

Antes de la pandemia, las redes sociales, Internet, los medios de comunicación masiva… comenzaban a volverse herramientas útiles para los escritores. Con la llegada de la covid-19 se han reafirmado o, quizás, se han convertido en un elemento indispensable tanto para trabajar como para la socialización, donde se hace necesaria la distancia.

¿Piensas que son pocos los autores jóvenes que se interesan por la ciencia ficción y la fantasía? ¿Hasta qué punto pueden los autores de generaciones anteriores, incluso siendo jóvenes, apoyar e impulsar a los más noveles?

Durante la pandemia y gracias a una mayor incursión en las redes sociales, he descubierto que en Cuba existen muchos jóvenes con deseos no solo de leer ciencia ficción y fantasía, sino también de crearla. A través de Twitter, Facebook e Instagram, muchos realizan publicaciones de sus obras e intercambian, sin tener conocimiento de que existen otros escritores, premios y la colección Ámbar de Gente Nueva que aborda el fantástico. Cuando lo descubren, exigen orientación inmediata acerca de estos autores, y cómo pueden acercarse más a esta comunidad que ya existía.

Si algo ha caracterizado a los autores del fantástico cubano, es el apoyo mutuo y hacia los jóvenes que comienzan a través de asesorías, invitándolos a talleres, recomendándoles libros e instándolos a participar en concursos. Todos forman parte de este proceso, sin importar la generación. Los autores jóvenes escuchan a los veteranos y viceversa. Cada persona, desde su punto de vista, es capaz de arrojar luz sobre una temática poco explorada por otros.

De esa forma, los creadores más jóvenes adquirimos y compartimos experiencias que nos colocan en condiciones de, también, capacitar a los noveles, o a los que comienzan a leer a los autores cubanos.

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