Ciencia Ficción


Martha Acosta Álvarez, un laboratorio de ciencia y ficción

Algo hay dentro de Martha Acosta Álvarez. Tal vez es una mezcla de la ambigüedad propia de los treinta —a medio camino entre la juventud y la madurez— con todos los conocimientos y destrezas que puede tener alguien que estudió una carrera de ciencias; sumado eso a pasiones latentes por la literatura. Tal vez, aquello que la distingue resulta de la inquietud propia de las personas capaces de crear poesía, cuentos, novelas… Quizás, sea solo talento. [+]


La creación en sí es un acto de amor

Aunque no conozco personalmente a Náthaly Hernández Chávez, sus historias me han llevado a sentirme cerca de ella. Al final, esto es lo que la buena literatura consigue. No solo es una mujer que escribe poesía sino que también se ha lanzado a las lides de la ciencia ficción y la fantasía, con tan buenos pasos que su libro Las azules colinas de Europa obtuvo el más reciente Premio David en dicha categoría. Náthaly tampoco cree en las etiquetas literarias y sabe que, cuando se es creador, es imposible no amar al mundo. Nuestro diálogo comienza con una pregunta sencilla.

Háblame un poco de tus procesos creativos. ¿Cómo nace, cómo le das vida al hijo libro? ¿Sientes una relación maternal con las historias que creas?

El nacimiento de un libro viene marcado por la espontaneidad. Le debo mucho de mi escritura al hábito que adopté hace pocos años de anotar las ideas. Antes de eso jugaba con ellas mentalmente, pero jamás las anotaba y con el tiempo se iban borrando para dar paso a otras nuevas. Un libro de Win Wenger llamado Enseñar y aprender en el siglo XXI me dio diversos consejos respecto a la creatividad, entre ellos estaba el de escribir todo lo que se me ocurriera, incluso lo que consideraba insignificante. Lo seguí al pie de la letra (nunca mejor dicho), y comencé a anotar las ideas en libretas, en papeles sueltos, en la computadora, o en la aplicación de notas del celular. Así lo he hecho desde entonces, salvando del olvido a muchas semillas de cuentos y poemas. Después de un tiempo recopilo esas ideas y me dejo llevar por la intuición respecto a cuáles desarrollar. Mientras escribo un cuento la mayoría de las veces uso música que se relacione al tema, el ambiente o a alguna emoción específica vinculada a ese texto, le creo su propia banda sonora, por así decirlo. Cuando tengo varios textos completos intento buscar los mejores en entre ellos, o cualquier relación por tema y forma. Con esta guía armo los libros. Cuando el libro ya tiene un nombre y unos contornos más o menos definidos, deja de ser para mí una compilación de textos para convertirse en un cuerpo único, un individuo.

Más que maternal, es una relación fraternal, de amistad. Las ideas me han hecho compañía desde que tengo uso de razón. Ellas y los libros han sido mis amigos en momentos en que no tuve otros. Uno de los mayores placeres de mi vida es ese momento en que me llega una idea o un verso de un poema; lo que llaman inspiración y que para mí es un sinónimo de alegría. Probablemente cuando vea a mi primer libro impreso se despierten mis instintos materno-literarios.

¿Crees que las etiquetas “literatura joven”, “autor novel”, así como sus antípodas “escritor consagrado”, “escritor canónico” tienen en realidad algún propósito? ¿Definen algo?

Las etiquetas ayudan al lector a navegar por el océano literario, pero también pueden resultar engañosas. Pueden hacerte caer en la trampa de la complacencia, de lo superficial. Cuántas veces no hemos escuchado frases como: “para ser tan joven no está mal”, o “lean a este autor porque es un veterano”, o “que malo estaba el libro para ser de un autor consagrado”. Yugos y prejuicios donde no se compara la obra en sí, sino la obra contra el currículo literario. Esto suele ser injusto con los autores, jóvenes y viejos, los pone bajo una presión innecesaria. Y lo peor es que caemos en estas comparaciones incluso sin darnos cuenta. La realidad es que muchos lectores prefieren adquirir libros de autores veteranos que libros de noveles. Esto es lógico hasta cierto punto, pero constituye una barrera a la hora de dar a conocer nuevas voces creativas. Las definiciones son útiles, siempre que no se las tenga por algo más de lo que son: etiquetas. Y la vida es muy rica y diversa como para que se la pueda definir verdaderamente con un conjunto de estas.

En los tiempos que corren, ¿quién es el escritor?, ¿qué lugar tiene en el mundo?, ¿por qué crear? ¿Existe salvación en el acto creativo?

Pienso que el escritor es el artífice de la más fácil y, al mismo tiempo, la más difícil de las artes. Para la música, la pintura, el baile, se deben tener ciertas aptitudes físico-mentales (habilidad manual, oído musical, orientación espacial, etc.) que nacen con la persona y sin las cuales no pudiera dedicarse a lo que le gusta por mucho esfuerzo que ponga. Aunque hay quienes nacen con habilidad natural para contar o para componer poemas, la literatura es un ejercicio mental, construido a través del esfuerzo de la persona, de su dedicación. Hay quienes a golpe de estudio, lecturas y trabajo se han construido a sí mismos: ese es uno de los regalos de la literatura. La salvación radica en parte aquí y en parte en lo que la literatura representa, al contener belleza y reflexión, hacer pensar y a la vez provocar sensaciones, permitir al lector ser parte activa de la historia al momento de la lectura: un pequeño milagro a dos voces.

cortesía de la escritora

Para mí la literatura es sinónimo de esperanza y libertad, esto último por su capacidad de superar las barreras de tiempo y espacio. Por ejemplo, el autor de ficción realista se convierte en un cronista: gracias a muchos escritores del pasado podemos conocer cómo eran otros lugares y épocas, podemos incluso sentirnos transportados a ellas. Crear nos hace ser parte activa del mundo, sin ello, solo somos consumidores o reproductores. El escritor lo hace a su manera. Quienes practican otras profesiones lo hacen a la suya. Todas son válidas y pueden ser una salvación para quienes crean y para quienes reciben. Además, creo imposible ser un escritor y no amar al mundo a tu manera particular. La creación en sí es un acto de amor.

¿Es mesurable la levedad o la calidad de los libros que hoy se escriben en Cuba? ¿De qué manera contribuyen, a una cosa o a otra, el sistema de premios de nuestro país y los jurados que lo integran?

No sé si es mesurable, creo que no hasta cierto punto ¿será posible hacer esa medición sin que la subjetividad interfiera? Lo que para unos parece no tener calidad para otros representa lo mejor de la producción actual, y viceversa: existen tantos criterios como personas. Pero de ser posible, hay factores que impiden formar un criterio objetivo, como por ejemplo la falta de información debido a la incomunicación actual entre los sistemas territoriales. Los libros producidos por editoriales provinciales raramente llegan más lejos que la misma provincia y la Feria del Libro de La Habana (ahora interrumpida por la pandemia). Por otra parte, los producidos por editoriales nacionales con sede en La Habana llegan de forma dispareja a las provincias. Precisamente la Feria era uno de los pocos espacios para medir empíricamente la producción nacional, pero incluso este criterio puede resultar incompleto.

Precisamente frente a tanto aislamiento, el sistema de premios sirve como una herramienta para darse a conocer más allá de las fronteras naturales. Tanto a la levedad como a la calidad, el sistema de premios hace su contribución, precisamente porque hacen visible a un autor. Ocurre así desde un concurso municipal hasta el Nobel (hay ganadores de este último que eran desconocidos por el público hasta que lo obtuvieron). Cuando se premia en algún concurso se considera esta obra validada para su publicación y consumo. Aunque sea en forma de noticia ocasional, se puede llegar a un público más amplio solo porque conozcan algo tan simple como tu nombre unido a una fecha y un premio.

Sin dudas, el mundo de lo fantástico tiene un especial atractivo para ti, ¿por qué eliges este género?

Amo la mitología desde niña y ese cariño, lejos de menguar, ha crecido con los años. La fantasía es el mundo de lo imposible-posible, el lugar para escaparse o ir a pescar buenas ideas si se cuenta con el anzuelo correcto. Más que elegirla, ha estado conmigo desde que puedo recordar. De alguna manera logré colar a la imaginación en el barco de la adultez. Va de polizón. Los días en que está juguetona se me dificulta concentrarme en las actividades diarias y ando soñando despierta. Aunque no he podido explotar este género en su forma pura, siento que tiñe casi todos mis escritos sin importar el género, como un estado de ánimo.

¿Un autor que cultiva varios géneros tiene menos posibilidades de especializarse en uno?

Por supuesto, por mucho que intente poner igual esfuerzo en todos, algunos le saldrán mejor que otros. Tenemos tiempo y esfuerzos limitados, por lo que dividir este esfuerzo se vuelve una desventaja. Hay quienes recomiendan a los autores centrarse en esos géneros que se les dan mejor y entiendo el por qué lo aconsejan. Sin embargo, me atengo a que la escritura es un placer para quien la hace. Habiendo tantos géneros ¿para qué privarnos de aquellos que nos gusten o de la oportunidad de intentar cultivarlos? No significa que el resultado final en cada género tenga calidad para ser publicable, queda a cuenta de cada autor discernir esto. Parafraseando a Bradbury, la ventaja de hacer varios géneros a la vez es que te permite equivocarte, ser un eterno estudiante. Y esa ventaja es más que suficiente para intentarlo.

¿Existen maneras de frenar la proliferación de la poesía de poca calidad, de la poesía leve? ¿O esa es una labor que se debe dejar al tiempo?

Vivimos en una época de masividad. Nunca habían caminado tantas personas juntas sobre este planeta, las comunicaciones entre ellas nunca habían sido tan fáciles y rápidas, las condiciones de bienestar y el acceso a la educación básica jamás habían estado tan generalizadas. Tendemos que convivir con la masividad con sus ventajas y desventajas. Que haya más poetas que nunca antes puede influenciar en la proliferación de la poesía leve, de la poco seria. Creo que una de las mejores formas de paliar la mala literatura radica en la educación y en fomentar genuinos hábitos de lectura que provoquen riqueza y flexibilidad en la creación literaria. Claro que antes de enseñar literatura, primero hay que asegurarse de inculcar el amor hacia esta, como decía Borges.

Solo en Cuba se pueden contar por centenares las personas que escriben sin que siquiera les guste leer, o que lean poco y reducido a un género o subgéneros específicos (y muchas veces sus peores exponentes). Me he tropezado a algunos en los talleres literarios y hasta cierto punto no los entiendo. Tampoco existen en Cuba escuelas y guías para aprender a escribir poesía, fuera de talleres especializados en pocos lugares. A diferencia de la narrativa, que cuenta con una escuela nacional como es el Centro Onelio y mucho material técnico producido por este, la poesía no cuenta con un lugar donde los jóvenes de todo el país puedan ir a aprender sobre las formas técnicas y las escuelas poéticas. La mayoría se aprende de forma autodidacta en un taller local especializado de los pocos que hay o (si tienes suerte) bajo la tutela de algún poeta que te asesora personalmente. A lo mejor la creación de un centro nacional de enseñanza poética pudiera hacer un cambio en este sentido. O no. Solo estamos especulando. En mayor o menor medida siempre habrá que, a la manera de Eliseo Diego, confiarse al tiempo.

¿Qué, a tu criterio, es lo novedoso o lo esencial de la poesía joven que se crea hoy en nuestro país?

Lo esencial de esta poesía es la multiplicidad. Que existan tantas formas y estilos conviviendo juntas, que autores abracen corrientes de creación que no coincidan con la que está de moda en los ámbitos literarios. Y que otros tantos abracen estas corrientes, pero mantengan su propia voz literaria. Valoro mucho la honestidad. Pienso que uno como autor debe ser honesto, consigo y con los demás. No escribir solo para agradar a un público específico (los académicos, los lectores más o menos cercanos). Hacerlo lo mejor posible para que el poema llegue a ellos en su mejor expresión, pero que el primer lector satisfecho sea uno mismo.

¿Sientes que tu poesía se abraza/emula/se deriva a otros cuerpos poéticos de la tradición canónica, menos o más asentados en cuanto a cercanía temporal?

Mi formación poética es más reciente y menos profunda de lo que me gustaría, con la literatura no se termina nunca de aprender y encontrar tesoros. Al menos tengo la ventaja de que me gusta la variedad, desde los poemas antiguos del Oriente hasta los de más reciente factura. Hay autores que me han marcado, primeramente, José Martí, y luego poetas como Omar Khayyam, Tagore, Keats, Bécquer, Pessoa, Kavafis, Rilke, Whitman, T. S. Eliot, Ezra Pound, Miguel Hernández, Borges, Alejandra Pizarnick, Dulce María Loynaz, Cintio Vitier y otros. Siento cercana la obra de escritores norteamericanos y latinoamericanos, supongo que por familiaridad de contexto y tiempo. También me he nutrido de mucha poesía contemporánea cubana, especialmente la matancera. Esta es una tierra de excelentes poetas. De Cuba me gusta leer a autores de todas las generaciones, el mosaico que conforman es muy colorido y a veces uno se encuentra con versos maravillosos donde menos se lo espera.

¿Crees en las influencias? ¿Hasta qué puntos son perceptibles en tu obra?

Sí, creo. Por eso mencioné arriba que no entendía a los que escribían sin que les gustara leer. Me parece que lo natural es ser un lector al que en algún momento no le es suficiente con solo leer y quiere crear sus propias historias, estimulado por uno o más autores que le gustan demasiado, y a los que termina emulando en sus primeros textos. Al menos este es mi caso. Hasta ahora mis mayores influencias son Bradbury y Borges, que hacían una prosa muy poética y una poesía muy narrada. También hay otros a los que imito en aspectos específicos, ya sea en los diálogos, en las descripciones, en la construcción de personajes. Con todos esos fragmentos, unidos a los dictámenes propios de la inspiración, he estado construyendo mi voz y mi estilo, arquitectura que está bien lejos de terminarse ya que apenas estoy fundiendo las bases del edificio.

Un libro que cambió tu vida y por qué.

Tengo varios, algunos muy queridos de la infancia, como La edad de Oro, de José Martí, Oros Viejos, de Herminio Almendros, La isla misteriosa, de Julio Verne y Cien años de soledad, de García Márquez, o como mis libros de leyendas pertenecientes a la mitología de todas partes del mundo, que me dediqué a coleccionar. Pero quiero explicar el que me reconcilió con la ciencia ficción luego de que estuviera alejada de este género durante varios años: una selección de cuentos de Ray Bradbury, con la que descubrí a este autor. Me cambió la vida porque encontré a alguien muy afín a la manera en que sentía la literatura. La bibliofilia de Bradbury, su luminosidad, ese sentido de maravillarse con lo que le rodea y soñar futuros posibles centrándose en cómo eso afectará la vida íntima de las personas, todo me resultaba muy cercano. Además de que los cuentos de Bradbury fueron escritos con alegría y amor, y esto puede percibirse en el fondo de cada uno, sin importar su tema.

Háblame un poco de tu reciente Premio David, ¿qué temas aborda el libro, cuál es su estructura? Todo lo que nos puedas avanzar sin spoiler.

Las azules colinas de Europa es una compilación de los mejores textos que he escrito del género hasta la fecha. Así de sencillo. El título del cuaderno es un doble homenaje a dos maestros, uno del realismo y el otro de la ciencia ficción: en este caso, Ernest Hemingway y Robert Heinlein, pues cada uno posee un libro de nombre similar. Me pareció el más adecuado porque el libro está muy influenciado por la narrativa del siglo XX. Por momentos puede parecer inconexo, ya que los cuentos poseen historias muy distintas, ambientadas en diversas épocas de estadio tecnológico: en unos apenas se realizaron leves avances en la actual tecnología y en otros existe el viaje espacial tripulado y la terraformación de otros mundos. Sin embargo, una vez compilados se pueden ver vasos comunicantes que atraviesan los textos a modo de hilo de Ariadna. El amor, la muerte, el sexo, la violencia, la nostalgia, los deseos insatisfechos y la traición a uno mismo y/o a los seres queridos son temas recurrentes en las historias. Es un libro muy centrado en el propio ser humano o en sus derivados sintéticos (robots/replicantes). Una vez terminado también encontré allí reflexiones sobre la guerra, la vejez, la discriminación por raza y género, el medioambiente, la pérdida de la cordura y la alteración de procesos naturales del hombre y la naturaleza. Estos mensajes no fueron colocados de forma panfletaria, sino que crecieron entre las historias. Por momentos no puedo evitar recreaciones poéticas en mis cuentos, ya sea del lenguaje o de las imágenes. Siendo poeta de formación, mi estilo navega espontáneamente hacia esas aguas. El cuento donde más se nota esto es No regreses al lugar donde fuiste feliz, que mezcla poesía con narrativa y hace un homenaje a ese gran poeta cubano que es Delfín Prats.

¿Te obsesiona la perfección? ¿Al menos te preocupa? ¿Crees que es posible lograr la obra perfecta o el proceso sin costuras, completamente cerrado?

Gracioso que lo preguntes, hace poco me percaté de algo que no conocía de mí misma y es sobre ese mismo tema. Me consideraba una persona nada perfeccionista, más bien regada, dispersa. Resulta que todo mi perfeccionismo se vuelca en la literatura: reescribo y reviso mis cuentos y poemas una y otra vez. No he dejado de retocar los cuentos del libro que envié al David, no sé si dejaré de hacerlo cuando el libro ya esté impreso. Eso espero. Lograr una obra perfecta es casi imposible, pero sí creo que cuando un texto ya está impreso te proporciona un efecto de cierre, al menos temporal.

Una mujer que escribe ciencia ficción y fantasía, ¿cuánto crees que ha incidido el recorrido y el legado de otras autoras en la creación que haces hoy y en las posibilidades actuales de publicaciones y premios?

La historia moderna de las mujeres en la ciencia ficción y fantasía fue toda una epopeya. Desde el Frankenstein, de Mary Shelley, y hasta finales del siglo XX estas pioneras tuvieron que luchar para ser juzgadas por su calidad y no por su sexo en un mundo editorial que no concebía que las mujeres se dedicaran a tales géneros. Sin ellas probablemente no tendríamos la igualdad que hoy se da por sentada.

En el caso cubano se ve cómo las mujeres han sabido darse un lugar en los (pocos) concursos y (reducidas) publicaciones del género. Por ejemplo, el primer David de C.F fue ganado por una mujer, Daína Chaviano. Entre el David y el Calendario pueden citarse nombres como el de Gina Picart, el tuyo, el de Malena Salazar Maciá, y otros tantos que se me escapan. Otro ejemplo, y esta vez hablo de un concurso que premia el cuento corto, en el Oscar Hurtado se cuenta con múltiples ganadoras femeninas. En este 2021 los premios para cuento de ciencia ficción, para cuento de fantasía y para poesía especulativa lo ganaron mujeres. Las menciones en la categoría de ciencia ficción fuimos dos mujeres también. Aunque no es una historia tan larga (la propia historia de estos géneros en Cuba es relativamente corta), ha existido una relación entre ellos y las narradoras femeninas, que tuvieron que vencer obstáculos como el machismo y el menosprecio de género (sexual y literario) para ganarse a pulso su más que merecido lugar. En cuanto a premios y publicaciones, a nivel internacional hace tiempo se escuchan los nombres de las autoras cubanas, tanto las residentes como las emigradas. Mientras tanto en Cuba, cuando se trata de lo fantástico (como mencioné arriba), siempre van a ser mucho menos los premios y publicaciones en comparación con otros géneros, algo que afecta a todos sus autores por igual.

¿Qué te gustaría que los lectores hallen en tu creación?

Lo mismo que hallé yo en otros tantos libros de otros tantos autores: reflexión, recreación, ensueño, historias que ocupan de forma más o menos temporal un lugar en otras mentes, poemas que provoquen emoción, sensaciones, semillas de pensamientos sobre sí mismos y lo que los rodea. Borges decía que uno primero escribía para sí mismo y después para la familia, los amigos, para todos los demás. Aspiro que los lectores se sientan tan bien leyendo mis textos como me sentí yo al escribirlos.

Más allá de la página y blanco, ¿quién es Náthaly?

Apenas estoy empezando a descubrirla. Hasta ahora sé que es alguien curioso, en constante cambio pese a su inmovilidad, que ama a los libros y a la literatura, al conocimiento, al acto de escribir, a la música y las artes, a la historia y las ciencias, a todo lo que es bello y bueno. Me maravilla lo que el mundo es y lo que puede ser, creo que por eso escribo ciencia ficción y fantasía, y hago poesía. Ese mismo sentir lo encuentro reflejado de la mejor manera posible en uno de los versos de José Martí: “Todo es hermoso y constante/ todo es música y color/ y todo, como el diamante/ antes de luz, es carbón.”


«Soy un explorador, un buscador de fósiles y de maravilla latente»

Este año, la convocatoria del Premio David trajo alegrías a no pocos escritores, entre los que me incluyo. Como jurado de la convocatoria de libros de ciencia ficción, tuve el privilegio de conocer una docena de obras nacidas de las plumas noveles de igual número de creadores: entre ellas, la de Javier Pérez. Luego de que el fallo del premio se anunciara por las redes, quise contactar con este autor y proponerle una entrevista. Javier sabe que los motores del humano—las llaves que abren esas puertas por las que el creador asoma la cabeza para luego contar a otros sobre lo que ha atisbado en una breve ojeada— se ponen en funcionamiento a través de la escritura. Sin duda su voz, en un futuro que ya es casi presente, nos dará alegrías a los amantes del género más espectacular del amplio diapasón de lo creativo.

A la hora de enfocarte en diseñar una historia o un personaje, ¿qué papel juega para ti el lector? ¿Piensas en él en ese momento, procuras complacerle o buscas el camino de la satisfacción personal?

Pues, un poco de ambas cosas, la verdad. Cuando me lanzo a tallar espacios en esos mundos trato de buscar visiones que asombren, habitáculos que quiten el aliento por una razón u otra. Tal vez sea por la rareza; aunque me gusta dejar cierta familiaridad para que el lector pueda introducirse en el mundo y no se sienta excluido por una narración ajena o críptica en la que no podría vivir ni siquiera imaginándoselo. Así que, de cierta forma, yo soy el representante del lector a la hora de recorrer la historia. Si algo me parece cautivante, un ambiente o un personaje, entonces me concentro en eso porque asumo que otros también lo hallarán atrayente. Supongo que me rijo por esa idea de escribir el libro que quisiera encontrar. Por ahora no soy muy bueno en eso de captar mi público objetivo y a partir de ello diseñar la historia. Enarbolo una especie de fe en que haya otros como yo allá afuera y que las “tallas que me cuadran” también resuenen con ellos, porque a fin de cuentas sí me encantaría que el público pudiera acompañarme en esos viajes.

¿Por qué elegiste el mundo de la escritura?

Tengo la sospecha de que fue la escritura lo que me eligió a mí. A los once años yo no leía nada. No podía terminar ni siquiera La isla del tesoro que había que leerse en sexto grado; pero un aciago día me colé en el cuarto de mi hermana mayor (nos llevábamos como Dexter y Vivi, los personajes del animado). Y allí me encontré a “mi precioso”, el cuarto tomo de Harry Potter. Soy uno de los tantos atrapados por ese increíble universo capaz de transformar niños mataperros en fanáticos lectores. Mientras me adentraba en esa saga me percaté del asombroso poder de los libros, o tal vez no sea solo un poder externo que emana de simples líneas en papel. El cerebro de nuestra especie parece tener la insólita capacidad de traducir dibujos en sonidos, sonidos en palabras que forman frases con significado y estos finalmente se estabilizan como mundos internos. ¿Será este rasgo de la imaginación una capacidad inherente de los organismos conscientes en el universo o solo algunos pueden dislocar sus realidades de esta forma? Pero, bueno, mejor regresamos a nuestra Tierra. Como decía, la lectura fue la que me enseñó sobre la creación de mundos y de inmediato, casi como un acto natural, comencé a escribir mis fanfictions. Era tanto mi deseo de vivir esas aventuras que sin tener idea alguna de técnicas o redacción me puse a garabatear una historia donde yo, un pobre muggle, me unía a Harry, Ron y Hermione en sus aventuras. Claro que apenas completé unas diez páginas, pero fue suficiente para darme cuenta de que podía hacer lo mismo que la autora.

Me atrapó esa fascinación por el ensamblaje de realidades, idear personajes, tomar de episodios reales y hacer que vivieran a través de esas vicisitudes. Las infinitas posibilidades, eso fue lo que me atrapó y una creencia personal de que esas historias no son mentiras inventadas sino puertas en las que echamos un vistazo y luego corremos a contarle a otros. Los escritores son los guardianes y tienen las llaves a estas puertas.        

¿Crees que en Cuba existen suficientes oportunidades para el escritor novel?

Hay oportunidades, pero se podría hacer mucho más. El escritor novel necesita preparación en el oficio y conocimientos para poder moverse entre editoriales, concursos, becas y publicaciones. Para aprovechar estas oportunidades estaría bien contar con más cursos de escritura. He visto que en algunas universidades extranjeras se ofrece gran diversidad de clases de escritura creativa y publicación. Yo tengo que agradecer mucho al Centro del Onelio que me dio las herramientas para expandir mis habilidades literarias, pero su matrícula es limitada y hay muchos jóvenes ávidos de aprender. También sabemos de las carencias de papel en las editoriales, lo que dificulta la aceptación de obras de escritores noveles. Así que a veces solo queda la esperanza de ganar algún concurso que premie con la edición del libro ganador fuera o dentro de Cuba. No estoy tratando de decir que todo texto escrito y presentado por un joven debe ser aceptado y publicado, claro que no. Lo importante es que haya más oportunidades de aprender de los buenos escritores y que el mercado editorial se expanda en la medida que lo exija este crecimiento de nuevos escritores.

¿Cuáles son los principales retos que ha enfrentado tu creación hasta el día de hoy?

Hasta ahora, los principales retos se me han presentado en cuanto a la forma de insertar la escritura en medio de la vida social y económica. Durante varios años, en especial durante la universidad, solo escribía de vez en cuando, tal vez en las noches. El estudio me absorbía y luego sucedió igual con el trabajo. Apenas me quedaba energía para teclear un minicuento. Hay quien no se imagina el esfuerzo que lleva escribir cuatro mil o cinco palabras nada más. Uno termina medio grogui como si hubiese corrido diez pistas. Así que el tiempo se convirtió en un gran reto. Solo en estos últimos años, con el trabajo en casa, he podido hacerme con un buen horario para trabajar y escribir. Pero sigue siendo difícil; a veces me pregunto cómo lo logran esos escritores que tienen empleos de jornadas extensas. Pura voluntad y compromiso, porque si uno mismo no se toma en serio lo que hace y dice: “nah, esto es solo un hobby”, entonces la obra final dejará ver esos descuidos. Hay que dar el salto y ser decisivo. El trabajo del escritor que empieza es algo aterrador. Es como un albañil que pasa meses y años levantando esta torre o mansión, y al terminarla, después de todo ese esfuerzo, abre las puertas al mundo. Entonces, existe la posibilidad de que a nadie le guste, que nadie quiera entrar y recorrer sus vericuetos. La construcción quedaría desierta y abandonada (sin comprador). Ese es un miedo contra el que no se deja de luchar, hay que ir ganando confianza y a veces ser bastante testarudo y como hacen en mi barrio, darse dos palmadas en el pecho y decir: “¿Qué pasa? ¡Voy a mí!”        

Rutina o inspiración, ¿qué funciona mejor en tu proceso de trabajo?

He reconocido tres fases en mi desarrollo. Una primera repleta de entusiasmo juvenil en la que escribía como un poseso imbuido en la emoción de una idea que para mí era lo más grande y sin pensar mucho en reglas. Luego, el ritmo de mi producción se redujo mucho. Curiosamente eso ocurrió cuando aprendí sobre técnicas narrativas. Creo que estaba pasando por ese proceso en el que uno empieza a concientizar las partes instintivas de la escritura. Demoré varios años en procesar todas aquellas mudas, caracterizaciones y puntos de vista. Entonces, comencé a leer a mis autores favoritos de una forma distinta. No me puse a diseccionar los textos ni nada de eso, porque no me gusta considerar las obras como trucos del lenguaje cuyo objetivo es proyectar realidades falsas. Aunque suene un poco loco, para mí la historia es anterior y más real que las palabras escritas. Así llegué a lo que creo que es como una tercera fase en la que llevo una libreta con ideas viejas y nuevas, piezas que puedo convertir en llaves para abrir más puertas. Ahora confío mucho en la rutina, la preparación de outlines antes de sentarme a escribir. Soy uno de esos arquitectos que bosquejan sus historias a grandes rasgos y luego cultivan los pequeños detalles a medida que los personajes viven los episodios.   

¿Cómo definirías tu estilo?

Esa es una pregunta difícil. Me cuesta tomar en consideración lo que escribo y darle una descripción distintiva. Supongo que mi estilo actual está muy relacionado a los géneros que prefiero: lo fantástico, la ciencia ficción, el horror y la aventura. Por eso suelo mostrar un lenguaje simple, directo, para contrastar con los argumentos extraños que de repente irrumpen o que son naturalmente aceptados por los personajes. Lo que más me gusta es mezclar elementos inusuales, hacer que mundos y culturas colisionen como nunca lo habían hecho. Y en el fondo de todo esto, algo que persigo y que aún no he conseguido con mi estilo es lograr la completa inmersión, la reconexión sensorial del lector a la realidad tras las palabras. No estaré contento hasta que no presencie el primer caso de pérdida de consciencia inducido por lectura (risas). Esa sensación que nos dan los buenos libros cuando parece que los personajes están vivos y no podemos parar de leer página tras página. ¡Magic!    

¿Es más importante la crítica especializada o la crítica de los lectores? ¿Cuál influye más en la obra?

Creo que ambas críticas pueden influirse una a la otra. Un especialista publica una reseña positiva de tal autor y eso atrae a más lectores. O viceversa, un autor es tan leído que a la crítica no le queda otra que emitir su criterio. Es cierto que en muchos casos ambas críticas discrepan bastante. Yo me decanto más por la crítica de los lectores. La fantasía y la ciencia ficción son géneros muy populares. Le doy un poco más de importancia al hecho de poder llegar a más público que a recibir las alabanzas de los estudiosos. Aunque no estaría mal poder disfrutar de ambas. La influencia de la crítica depende mucho de los objetivos del escritor y las características de su obra, a quién está dirigida y cuál es su propósito. ¿Revolucionar los fundamentos formales de un género u ofrecer una experiencia dramática entretenida y atrayente? Tampoco le veo sentido tratar de encajar en los marcos de lo que se considera la alta literatura, comprometida y realista. Hay escritores que son geniales en esos estilos vanguardistas, pero creo que todavía no he llegado a ese período. Ando por los libros de caballería de la baja edad media (risas).

A tu criterio, ¿qué hace que una obra perdure y sobreviva a su tiempo? ¿Aspiras a la perdurabilidad o te concentras en buscar otros caminos para tus textos?

Esos son los clásicos, los dignos de ser imitados. Las obras así tienen una especie de fragmento muy único contenido en sus páginas. Tanto Homero como Shakespeare o Cervantes destilaron en sus libros una sinceridad muy pura acompañada de otras sustancias ficticias para retocar su buqué. Leerlas es una experiencia casi mágica porque vemos reflejadas allí formas e insinuaciones de la realidad que uno mismo no había tenido la capacidad de vislumbrar o acaso el coraje de reconocer su existencia. Tal vez sea eso lo que los hace perdurables, esa osadía de ser honestos, exponerse y embotellar emociones y naturalezas ocultas.

A mí me gustaría ser inmortal, claro, pero lo que más me atrae de ese sueño es la posibilidad de presenciar el desenlace de nuestra historia, los episodios de esta aventura planetaria y las astutas bacterias adheridas a su superficie. El legado de la literatura es una forma de luchar contra esa fuerza inexorable de la muerte. El hecho de que los libros no ardan de golpe tras la muerte de su autor es una insolencia natural que define a nuestra civilización. Aquí estamos, susurrando los secretos que aprendimos antes de caer hechos polvo. Y fíjate, la antorcha aún no ha caído. Hemos llegado lejos, pero me gustaría ver qué sorpresas le aguardan al homo sapiens en los siglos por venir. Soy muy optimista. No creo en las distopías definitivas. Como algunos de mis textos tratan sobre sociedades futuras, sería genial si llegaran a manos de esos lectores. Imagino que los haría reír. Los escritores de ciencia ficción casi nunca dan en el blanco en sus vaticinios. Suelen proyectar sus épocas sin percatarse de esas cosas que no dejan ir, como en los sets de la vieja serie de Star Trek con ese aire espacial de los sesenta.

Por ahora mis textos están escritos para gente cercana, sí, eso creo. Tal vez, en la medida que madure mi concepción del mundo, pueda invocar escritos con una potencia temporal más larga. A veces me complazco imaginando que tal vez el afterlife de los escritores sean precisamente los mundos que son capaces de crear. Allí es donde terminan luego de esta vida y los habitantes de esos mundos, además de los personajes, podrían ser todos aquellos fanáticos lectores atrapados con el gancho de sus libros. Si nos basamos en esta teoría se podría afirmar que la Tierra Media se ha despoblado un poco en favor del Westeros de Martin, aunque luego de la último temporada de Juego de Tronos asumo que dicha superpoblación disminuyó un tanto.  

¿El escritor necesita formarse?

Ese es un gran sí para mí. En el contexto actual donde no dejan de publicarse miles de libros al año, sin mencionar otros medios como el cine, la televisión, cómics o videojuegos, es imprescindible poner un poco de orden en el caos. Creo que eso es lo que ofrecen los distintos cursos. Un sistema de aprendizaje para poder hacer uso de todo esos adelantos que nos dejan sobrecogidos ante tanta sobresaturación en los medios actuales.

Sin embargo, también habrá narradores y poetas que emergerán autónomos en sus propios entornos con habilidades casi innatas para la comunicación y la captura de imágenes mediante un lenguaje único y sensible. Pero aceptémoslo, el mundo se ha globalizado, las redes transportan obras digitales al otro lado del mundo antes de que salgan de la imprenta. Las artes nacionales y las escuelas literarias se beben entre sí, y los autores más influyentes en sus campos terminan creando verdaderas modas literarias. Es toda una tormenta mercantil que no siempre es justa con las pequeñas naciones así que hay que contar con una formación sólida en nuestros respectivos géneros. Hay que aprender de los métodos de enseñanza exitosos, tener constancia, manejar las industrias editoriales y, por encima de todo, hay que mantenernos auténticos.

¿Qué posibilidades comunicativas, estéticas y de lenguaje te ofrece el género de la ciencia ficción? ¿Sigue siendo un género menospreciado en Cuba?

La ciencia ficción y el género fantástico en general es el espacio que más adoro. Es la posibilidad de conjurar mundos completamente extraños que dejan sin aliento a quienes apenas atisban escenas a través de un libro. Los límites son infinitos. Con la ciencia ficción podemos adelantarnos a nuestro tiempo y mostrar realidades insospechadas y aberrantes de cómo podría cambiar el mundo. Pero no todo tiene que ser distópico y pesimista, yo prefiero usar la ciencia ficción para iluminar ese potencial insospechado de nuestra civilización. Al lector no solo se le engancha con mundos postapocalípticos en los que el hombre involuciona hacia formas socio-biológicas más salvajes; aunque estas historias tipo Mad Max y The Hunger Games sí que son divertidas. El género fantástico abre un espacio no colonizado, un lienzo en blanco no delimitado por razas, culturas o historias conocidas. Es casi un acto divino este de insuflar vida a nuevos mundos, pero también es una responsabilidad de los creadores hacer uso de su mejor lenguaje y conocimientos para obtener un resultado interesante.

En Cuba, entre las esferas especializadas de la literatura y el arte, creo que se menosprecia al género fantástico. Tal vez se subestime por una razón de ignorancia. La ciencia ficción y la fantasía suelen tratar temas extraños con un lenguaje técnico sacado de las ciencias. Estamos en la frontera entre las dos culturas (las letras y las ciencias). La ciencia ficción ha pasado a ser un género muy popular en los medios audiovisuales, así que es fácil para algunos, fuera de ese ambiente, catalogarlo como literatura comercial o chatarra. Sin embargo, no faltan ejemplos que ponen en su sitio a los críticos de la ciencia ficción cubana como: la insólita serie de Shiralad o la novela Espiral, de Agustín de Rojas. Las generaciones de escritores cubanos de ciencia ficción y fantasía no se han extinguido ni el legado ha perdido su agudeza. El templo de los buenos escritores no deja de crecer desde los años de Oscar Hurtado, F. Mond, Gina Picart, Daína Chaviano, Michel Encinosa, Eric Mota y, por supuesto, Yoss. Aunque la promoción de estos autores y sus obras puede que se haya descuidado un poco, ellos y ellas siguen siendo ídolos (the elders) a los que sigo.   

¿Cómo funciona tu proceso creativo?

Bueno, siempre comienza como se podría esperar: por una idea, una noción súbita de algo intrigante, llena de potencialidades. Durante el día me la paso soñando despierto dándole vueltas a esa imagen, circunstancia o personaje; viendo qué se le puede sacar. Es algo así como rumiar, sé que tengo algo entre manos, pero no logro digerirlo. Y ahí se queda en el fondo de mi subconsciente hasta que descubro qué es eso que me atrajo en primer lugar. Entonces escribo la premisa de la historia: “sujeto se enamora de personaje de videojuego que no sabe que es un personaje”. ¡Boom! Ese es el inicio, pero así no sirve para nada, es apenas una postal. Así que me pongo dar pinceladas en el mundo, agrego detalles reales o no que me atraigan e interesen pues este negocio de la creación es agotador y siempre conviene estar a gusto con nuestras creaciones. Al final puede que decida que será un clásico mundo medieval de fantasía en el que se mezclan humanos e inteligencias artificiales “nacidas” en esa realidad. Ahora llega el momento de decidir cómo contar. Elijo un narrador que me convenga para esta clase de historia. Una primera persona en la historia de la chica virtual debe ser interesante. Y partir de aquí es solo cuestión de construir una trama donde el giro final sea la revelación de que el chico es solo un pobre nerd en casa de su madre y no el poderoso paladín que aparenta ser. Muchas veces no logro ver el final exacto. Solo dejo que los personajes avancen en sus comportamientos más lógicos sin inmiscuir mis criterios. Mientras más insatisfactorio e incómodo sea el desenlace, más satisfecho estoy porque significa que las tendencias y modas de mi realidad no se colaron en las páginas. Después de esto toca la parte más dura: la revisión. Hago como mínimo tres revisiones. Después de la primera, trato de enseñarle el texto a alguien o lo mando al taller Espacio Abierto para que me den sus visiones y, a partir de allí, sigo corrigiendo. Es importante poder aprovechar las opiniones de amigos y colegas, saber discernir entre feedbacks útiles que en verdad ayudan a reparar los errores que a veces se nos escapan.   

De todas tus historias, ¿cuál le recomendarías al lector en estos tiempos de pandemia y aislamiento?

Tiempos de pandemia, enclaustramiento, aburrimiento y soledad, ¿qué recomendar para esa depresión que nos persigue tras días y días de monotonía? Pues algo que nos suba el ánimo tal vez, o que por unas horas nos permita escapar de la agobiante rutina. Tiene que ser algo épico e interesante que rete nuestras mentes, nos distraiga y que cuando regresemos estemos como renovados. Bueno, no sé si tendré algo con todas esas propiedades, pero hace poco hice un experimento, escribí uno de esos relatos de “elige tu propia aventura”. La historia se compone de una docena de cuentos cortos interconectados a través de los cuales el lector debe ir navegando para desentrañar el misterio de “Las tinieblas de Hamelín”, así se llama. Pero al final de cada cuento se debe elegir entre dos caminos que nos conducen a capítulos distintos, o sea cada lectura es un recorrido distinto. Y viene al caso pues la ciudad de Hamelín también tiene una plaga o vieja maldición enraizada en lo profundo de sus catacumbas. Pero bueno, no sé si en medio de todas las tristezas que estamos pasando alguien querrá sumergirse en más tinieblas. Si a alguien le pica la curiosidad les hago otro spoiler: el protagonista es un cazador que tiene dos hurones mascotas llamados Lins y Sharl. En caso de que estén aislados y en busca de leer algo raro me pueden escribir al javierpr90@nauta.cu y se los envío. ¡Exterminador de ratas a su servicio! 

¿La realidad puede asomarse al espejo genérico de la ciencia ficción? ¿Cómo manejas lo real, a manera de concepto, en las estructuras de tus mundos?

Lo real me sirve a veces como premisa. En muchas historias el elemento fantástico está oculto en el tejido de la realidad y brota como una anomalía maravillosa o aterrorizante. En otras obras, la ciencia ficción ha retorcido las normas de lo que conocemos por cotidiano. A través de los personajes andamos por planetas lejanos en el que conejos animatrónicos brotan de las madrigueras para servir el té en los picnics. Lo real es esa tierra fértil de la que tomo nutrientes para cultivar formas de vida extrañas. De los sueños también suelo robar mucho, ¡alabada sea mi enloquecida subconsciencia!

Otra dimensión que me gusta aprovechar de la realidad es la historia, el pasado. Todas esas memorias que tenemos ya muy bien aprendidas desde pequeños ahora pueden convertirse en arcilla para tramas ucrónicas y realidades alternativas cuyo objetivo no sea solo el entretenimiento, sino que también contemplen el análisis sobre lo que consideramos el curso inevitable de la Historia. ¿Qué habría pasado si Martí y Maceo no hubiesen caído en combate? ¿Se habría aceptado la ayuda de Estados Unidos o la Enmienda Platt y una república dependiente? La Historia es una ciencia social, así que esto también es ciencia ficción con una larga tradición en autores del género como Philip K. Dick con su obra El hombre en el castillo.

Así que la realidad es un mar de látigos siempre fustigándome a elegir este u otro tema. En su relación con la ciencia ficción y la fantasía, yo le otorgo a la literatura la función soñadora más elevada: proponer y diseñar a partir de nuestros ambientes sociales mundos trastocados, donde se puedan detectar toques de la realidad, pero que esta se vea superada o malograda de acuerdo con la intención de la trama. Para mí la realidad es inspiración, no puedo contentarme con relatar como la madre pone su niño a dormir sin advertirle al lector que una cucaracha con cabeza humana anida bajo el entablado de la cama.    

¿Qué es lo esencial para ti a la hora de diseñar un universo?

Necesito consistencia. Busco que el espacio de mi universo se expanda y haya una estabilidad. Evitar esa sensación de que el mundo es solo un telón de fondo que se desvanece una vez que el foco de la trama pasa de largo. Por eso empiezo dibujando mapas, inventando razas y fronteras, eligiendo varios sistemas políticos y actividades económicas (hay que aprovechar el marxismo). Luego trazo una cronología de algunos siglos y determino qué punto sería interesante ahondar. Y a partir de allí empieza toda esa labor de worldbuilding en el que uno busca nombres (una pesadilla) y distinciones culturales, mágicas o científicas que definan estas nuevas tierras (o fondos abismales).

Lo esencial es que se den los deseos de recorrer esos reinos, que sus horizontes estén vivos en tres dimensiones, que guarden esa sensación de curiosidad y aventura que es la verdadera esencia de los homo sapiens. Eso es algo esencial para mí y que persigo con insistencia pues no es fácil conseguirlo.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Javier Pérez?

Beyond the White Page, ¡qué buen título! Creo que soy un explorador, un buscador de fósiles y de maravilla latente. Agradezco que las estrellas brillen cada noche para recordarnos que hay un universo de misterios silenciosamente girando a nuestro alrededor (no como en “Anochecer” de Asimov, que pueden leer en revista cubana de ciencia ficción y fantasía Korad #40). A pesar de que la rutina anestesie los sentidos para que podamos completar las tareas de vivir en sociedad, siempre trato de mantener alerta ese tercer ojo que te eleva sobre el bosque de concreto, uno nunca sabe cuándo puede pasar una extraña silueta frente al horizonte. Así que sigo el camino de los científicos locos, experimentando por lo imposible en mi laboratorio con una fe que no parece proceder de este mundo. La señorita Shelley no nos explicó bien cómo lo hizo, pero yo sigo galvanizando la página en blanco para que cobre vida. Creo que terminaré con una frase del viejo cuervo E. A. Poe: “Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro.” Bien dicho.  


¿Quieres ser escritor?: Escribe

Entrevista a Náthaly Hernández Chávez

Por experiencia propia, puedo decir que El Taller de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción “Espacio Abierto” o EA, como lo conocen muchos, es una gran familia que abarca toda Cuba. Esa fue la principal razón que me llevó conocer a la joven escritora matancera Náthaly Hernández Chávez, a quien conocí por uno de sus seudónimos: Náthaly Vega. Podría comenzar a enumerar sus premios y títulos, pero creo que nada de eso es más importante que el público conozca su obra, tanto la literaria como la personal.

Náthaly, se dice que lo que el escritor lee, sus conocimientos y sus vivencias influyen en su obra. Tú eres Licenciada en Periodismo de profesión, te desempeñas como profesora en la Universidad de Matanzas y al mismo tiempo como promotora en Ediciones Aldabón. ¿Han influenciado tu profesión y el trabajo de promoción en tu obra?

A mi profesión de periodista le debo el que me acostumbrara a escribir regular, disciplinadamente y para otros. Comenzar la carrera de periodismo y unirme a mi primer taller literario provocó que tuviese acceso a literatura especializada y pudiera ampliar mis horizontes intelectuales. Me aportó, además, una seguridad para escribir que no logré antes; cuando ser escritora no era más que un sueño de la infancia, en apariencia imposible. De mi quehacer literario devuelvo al periodismo por las vías de la enseñanza: de las asignaturas que imparto en la Universidad de Matanzas, mi favorita es Técnica y estilística narrativa. Incontables técnicas de la ficción me han ayudado a la ahora de enseñar osugerir distintas maneras de pensar y escribir el periodismo.

La promoción me ha servido para sensibilizarme más con los procesos de producción y venta de un libro. La mayoría de los autores se mantienen ajenos de tales procesos y le pierden la pista a su libro una vez publicado. Yo he tenido suerte de poder interactuar con las personas que los editan, encuadernan, presentan y los venden. Tal experiencia me hace agradecerles y apreciarlos. Son pequeños héroes anónimos que hacen posible que el libro llegue a manos del público. Ser promotora me ha ayudado a acercarme más a otros autores de mi generación, compartir con ellos la experiencia de publicación de sus primeros libros, sentirme feliz de sus éxitos como si fuesen míos. Es un trabajo para quienes aman la literatura.

Eres miembro de los talleres de literatura Cintio Vitier, Grafómanos y Espacio Abierto. Cuéntanos un poco de qué representan o han representado estos talleres en tu crecimiento como persona y escritora.

Los talleres han sido vitales para convertirme en escritora. Sin ellos no hubiese llegado tan lejos. A diferencia de muchos que escriben durante años hasta dar con un tutor literario o un taller que los ayude a pulirse, yo no había escrito más que poemas aislados antes de entrar a mi primer taller. Nunca había plasmado las ideas que tenía, apenas si podía empezar a darles forma. En el Cintio Vitier me volví poeta de verdad. Los Grafómanos fueron la continuación de un proceso donde, junto con otros jóvenes veteranos del taller, pasamos a hacernos responsables de nuestra escritura en un doble papel de aprendices y de consejeros para los novísimos que se unieron. Ser miembro del Taller Espacio Abierto es también una de las mejores cosas que me ha pasado como autora, me permitió encaminarme en la CF y F., lograr seguridad para escribir cuentos largos y crecer mucho. Les estoy muy agradecida a los tres talleres y a sus coordinadores, por lo mucho que me han ayudado y ayudan a crecer.

En una visita que hice a Matanzas (cuando nos conocimos en persona) pude ir a la sede de Grafómanos en Aldabón y me encantó lo que hicieron con el local. Háblanos de los proyectos que tienen planificado ustedes los escritores para ese espacio. Tengo entendido que fueron ustedes los impulsores de ese espacio.

El principal impulsor de este espacio fue y es su actual coordinador, Daniel Cruz Bermúdez; él se hizo cargo de la editorial hace años cuando estaba cerca de ser desintegrada. Se iba a refundar una nueva cuando las condiciones fueran más propicias. Daniel asumió ese barco casi naufragado y trabajó de forma incansable, gestionando medios con la AHS de Matanzas y reconstruyendo el local que esta proporcionó, contratando buenos editores y diseñadores, fundando el Premio Aldabón, haciendo énfasis en la promoción y la venta. Hoy este espacio es una editorial con librería, taller gráfico y sala de conferencias, sede oficial de Los Grafómanos y lugar de referencia para todos los jóvenes y no tan jóvenes de Matanzas. En un futuro esperamos tener también un café literario. El espacio es reducido, pero se aprovecha al máximo. A los miembros del Taller nos ha servido mucho la sede de Aldabón. Cerró la época en que éramos gitanos y deambulábamos en busca de un lugar para tallerear nuestros textos con tranquilidad. La editorial se convirtió además en nuestro principal apoyo, dispuesta a publicar el primer libro de los miembros del taller si este libro tiene la calidad suficiente. Ese es el mayor voto de confianza a Los Grafómanos: la mayoría de mi generación cercana ha publicado o publicará en algún momento su primer libro en Aldabón, confiada en la calidad del producto final y en que se harán todos los esfuerzos por promocionarlo.

Has ganado varios concursos en poesía, ensayo y cuento tanto de realismo como de ciencia ficción. O sea, escribes todos esos géneros… que sepamos. ¿Has incursionado en otros géneros literarios, como el teatro, la novela o la literatura infantil, por ejemplo?

No, no he incursionado en ellos. Me interesaría en un futuro acercarme a la literatura infantil, pero quiero hacerlo como lo hice con la CF y F, buscar algún taller especializado o alguien que me guíe en ese aspecto. El infantil tiene sus formas, códigos, temas y características individuales que me parece necesario conocer o al menos familiarizarme antes de intentarlo.

¿Qué géneros literarios prefieres leer y cuáles o cuál escribir? ¿Cuál género o tema nunca escribirías?

En cuanto a géneros literarios soy bastante abierta. Leo casi todo excepto literatura rosa-erótica y terror, que son los que jamás escribiría. Tampoco me veo escribiendo realismo sucio, aunque sí lo leo ocasionalmente. Disfruto escribir tanto el cuento como la poesía. No sé si algún día lograré escribir una novela. Mi lejanía y falta de formación con el teatro hace muy improbable que alguna vez lo escriba; en cuanto a la crítica y el ensayo los respeto demasiado para ejercerlos más que de forma especial, solo cuando estoy muy segura del tema: son géneros que llevan un conocimiento y una formación profundos.

Constantemente leo poesía. Es como la música, si paso par de días sin leer un poema o escuchar música me siento extraña. En el pasado fui de leer muchas novelas, pero actualmente y debido a la falta de tiempo me inclino más por leer cuentos, tanto de realismo como de CF y Fantasía. Sin embargo, cuando puedo leo alguna novela histórica, de CF, fantasía o de realismo de un autor clásico. De vez en cuando leo literatura infantil –sobre todo la relacionada a mi trabajo de promoción– y me gustan las obras del teatro clásico griego, las de Shakespeare y G.B. Shaw. Leer muchos géneros es la causa directa de que me aventure en varios a la vez, porque uno escribe según lee. Me gusta cuando termino un libro o saga buscar otro de estilo o género distinto; mantiene activo al cerebro y es una de las razones por las que nunca me aburro: leer varios géneros es como estar frente a una variada mesa buffet que sabes nunca se agotará.

Te he visto y escuchado en varios espacios virtuales de la AHS y Ediciones Aldabón, como Colección La Brevedad, cápsulas en las jornadas del Premio Celestino de cuentos de Ediciones La Luz, y en Ivoox. Háblame de esas experiencias. ¿Qué te parecen estas alternativas realizadas por la pandemia? Luego de que superemos la pandemia y volvamos a los encuentros presenciales, ¿crees que desaparecerán estos espacios?

Estos espacios son muy beneficiosos a la hora de vencer las barreras espaciales. Durante años autores de Cuba (en especial los alejados de la capital, que es el lugar donde se hacen en mayor número) se han visto limitados a participar en eventos que se desarrollan en todos los lugares del país por una cuestión de logística. Ahora estas alternativas permiten una mayor participación sin apenas costo para quienes convocan los eventos. Aunque nada supera a la presencia física, la virtualidad permite mayor promoción y representación de los autores. Mi experiencia ha sido provechosa en estos: he interactuado con personas interesantes de todo el país, me ha servido para aprender, he dado a conocer mi obra y conocido la obra de muchos otros jóvenes –y no tan jóvenes- de gran talento. Soy partidaria de conservar tanto lo presencial como lo virtual; no cambiar unos por otros, sino imbricarlos, que se enriquezcan mutuamente.  

¿Qué otras iniciativas conoces que se hayan realizado y en cuáles participas o participaste? ¿Cuál te parece más interesante y por qué?

 Tengo varias en mente. Una que se me ocurre ahora es la de las Romerías virtuales. Para mí, que jamás he podido asistir a las Romerías en persona, fue la oportunidad de participar de algún modo. Lo mismo ocurre con la peña Contar con la luz, en su versión de chat de Telegram, donde he podido leer textos de jóvenes de toda la Isla e incluso pude conocer a Ana G. Ramos, la ganadora del David de Poesía de este año. Ya que ninguna pudo estar en la premiación debido a la pandemia, al menos pudimos coincidir, hablarnos e intercambiar nuestros libros en formato digital.

¿Cómo ha sido tu experiencia con la AHS de Matanzas y con Ediciones Aldabón? ¿Cuáles crees que sean sus puntos fuertes y débiles para con los escritores?

Ha sido una experiencia buena en general. Cuando varios de mis compañeros del “Cintio Vitier” nos unimos a la AHS, había solo un par de miembros de la sección de Literatura. Nuestro grupo vino a revitalizar esta sección. No se logró de la noche a la mañana, pero poco a poco nos hemos acoplado. Con Aldabón la experiencia ha sido muy buena. El rescate de la editorial por parte de quienes la asumieron, también demoró su tiempo; pero en pocos años se han visto los logros, y no es un trabajo terminado porque siempre está en constante mejora.

En este último año y medio la AHS en Matanzas no se ha dejado amilanar por las restricciones de la pandemia y sigue promocionando la obra de sus asociados a través de espacios virtuales y cápsulas de video promocionales que incluyeron tanto a narradores como a poetas. En ocasiones falta un poco de organización a la hora de concretar proyectos con la sección, donde ambas partes pongan de su parte; o de integrar nuestra sección en proyectos conjuntos con las otras, pero hay también muchos deseos de hacer y de hacerlo cada vez mejor, que es lo importante.

Eres promotora de la Editorial Aldabón. Sin embargo, para nadie es un secreto que, en Cuba, y sobre todo en las editoriales, la promoción es casi nula y cuando menos, muy ineficiente. ¿Qué crees de esta afirmación y por qué crees que se afirme esto? ¿Cuál sería el fallo? ¿Cuál sería la (o una) solución?

La promoción lleva rato siendo una deficiencia. En ocasiones cuesta hacer llegar los libros más allá del círculo de lectores habituales que asisten a las presentaciones y las tertulias literarias. Para ser promotor cultural, lo primario no es solo conocer las cuestiones técnicas de la profesión, también está en conocer y que te importe aquello que promueves. Mucha gente lo ejerce como un trabajo más, pero para que funcione tienes que estar comprometido con ello. No significa que para ser promotor halla que ser escritor/editor, pero sí tener nociones básicas y un interés genuino por la literatura. Cuando menciono a promotores, incluyo a los vendedores de libros estatales y particulares, quienes en ocasiones muestran un total desentendimiento de la literatura y apenas pueden orientar al lector-comprador. Pero no toda la responsabilidad recae en los promotores, sino también en las instituciones que muchas veces dejan la promoción en el fondo de sus prioridades y le destinan recursos insuficientes.

En el caso de la literatura hay un producto que ofrecer a la hora de promocionar a un autor y este es el libro. Incluso con los aquellos que, aunque no tengan publicaciones propias, pueden verse incluidos en selecciones y antologías. Una de las fallas actuales y algo en lo que se debe trabajar, es la cuestión económica. La editorial, la institución y el promotor tienen que querer vender el libro. Si es infantil, presentarlo en escuelas o actividades infantiles; si es narrativa o poesía para adultos, presentarlo en tertulias culturales o llevarlo a eventos en empresas y lugares donde pueda haber un público adulto; si es teatro, venderlo a la salida de una sala de teatro o cerca de una representación callejera.

Hay que buscar alternativas y ser creativos. Una solución es crear y conseguir respaldo económico e institucional para campañas de lectura y promoción literaria bien organizadas y con metas concretas que puedan lograrse según el o los medios que se utilicen. En el caso de Aldabón, nos hemos apoyado en reseñas y noticias a través de Facebook y otras redes, pero sobre todo en la radio provincial de Matanzas, haciendo reseñas semanales de un libro de nuestra editorial o del resto de las editoriales matanceras, libros que están a la venta en la librería adjunta a la sede de Aldabón. La radio es un espacio maravilloso, te permite llegar a un público muy amplio, nos alegra cada vez que alguien llega a la librería a preguntar por un libro que oyó mencionar por la radio, significa que la promoción dio resultado.

En los últimos años, varios jóvenes escritores matanceros han ganado importantes premios nacionales e internacionales, han publicado libros y/o participado en diversos proyectos y espacios literarios de Ciencia Ficción y Fantasía. Ejemplo de esto son, por solo mencionar dos, Raúl Piad Ríos y Marien Cabrera, a quienes conocemos muy bien. Tú también formas parte de esta lista. ¿Qué ha cambiado o sucedido en Matanzas que, de prácticamente desaparecer del mapa literario en Cuba hace cinco años, ahora muestra una gran cantera de escritores? ¿Por qué, sobre todo, escritores de Ciencia Ficción y Fantasía?

Es cierto que antes de que mi generación comenzara a despuntar en Matanzas hubo un vacío generacional, con autores muy aislados, remanentes de los que emigraron o cambiaron de profesión. En condiciones normales una generación da paso a la otra, pero el ciclo estaba interrumpido. Lo que ayudó a recomenzarlo fueron los talleres literarios. Entre ellos el más fuerte fue el Cintio Vitier, conducido por Yanira Marimón. Antes de este taller, varios de mis compañeros estaban avanzados, habían asistido a otros talleres más irregulares en cuanto a tiempo de duración y seriedad. Para otros como yo, esta fue nuestra primera escuela. Ya fuera para los del primer caso como para los del segundo, el Cintio Vitier ayudó a unirnos y consolidarnos como un grupo, al punto de que una vez nos sentimos “graduados” del taller decidimos crear uno propio solo para jóvenes que fueran en serio (al Cintio Vitier asistían personas de todas las edades y algunos asumían la escritura como pasatiempo). Resultado de esto son Los Grafómanos, que está abierto para los de nuestra edad y también para los de la generación siguiente, en el recomienzo de nuevos ciclos.

Creo que ahora hay más escritores de CF/F que nunca en toda Cuba, y Matanzas no está ajena a este fenómeno. El libro digital y la informatización de la sociedad han contribuido a que se lea más ambos géneros, a que se tenga acceso a centenares de libros clásicos, pero sobre todo de contemporáneos. La CF y F todavía son recientes en Cuba, comparadas con los otros géneros, y es natural que atraigan a los más jóvenes por sus contenidos y posibilidades creativas. Ambos son muy llamativos para el grupo de novísimos narradores matanceros que rondan los veinte años, quienes aparte de la literatura también se les acercan mediante el anime, los videojuegos y el cine.

¿Qué crees de la Ciencia Ficción y Fantasía que se ha hecho y hace en Cuba? ¿Cómo ves el futuro de la CF y F para la post pandemia?

Desde que Oscar Hurtado introdujera el género en Cuba se ha contado con figuras puntuales, pocos autores en comparación con los de otros géneros. Estos pioneros fueron muy incomprendidos y son los que labraron un camino a través de las editoriales y el gusto popular. En las últimas décadas el número de autores va en ascenso. Actualmente coinciden veteranos de la CF y la F, autores maduros, y jóvenes promesas, por lo que creo que es uno de sus momentos más interesantes y mejores en Cuba. El futuro de la CF y F post-pandemia me parece muy esperanzador, el género tiene menos de un siglo escribiéndose en el país y sin embargo cada vez este cuenta con mayor difusión y aceptación sin llegar aún a ser un género de consumo masivo, como ocurre en otros países. La CF enseña que el futuro puede ser ¿pronosticable?, la fantasía muestra que puede ser imprevisible. Solo nos queda esperar para verlo con nuestros propios ojos. Me parece que, aunque la CF y F sufran sus normales altibajos en algunos períodos, la dirección va en un constante hacia arriba y adelante, en dirección a las estrellas.

En tu experiencia como miembro virtual (hasta el momento) de Espacio Abierto, te hemos visto como promotora de la literatura y muy participativa en las actividades del taller. ¿Qué piensas de este taller? ¿Cuáles crees que son sus puntos fuertes y débiles? o ¿qué deberían mantener y qué mejorar?

Me parece que Espacio Abierto es un proyecto muy especial, del tipo que generan cambios reales y perdurables. Algunos de sus miembros se han mantenido desde el principio, otros siguieron rumbos propios, otros nos incorporamos después, algunos incluso pasaron al nivel de meros miembros a volverse coordinadores (Tú, Abel, eres un buen ejemplo). En sus épocas difíciles se mantuvo solo gracias a la dedicación de unos pocos y si ahora está en momento tan bueno es gracias a aquellos que lo sostuvieron durante los malos. Todas estas experiencias acumuladas lo convierten en más que una escuela, en una familia.

Sus puntos fuertes están en lo abiertos que son, como el nombre lo indica. Cualquiera que demuestre un serio interés en la literatura de CF y F. puede unirse.  También en el nivel de profesionalidad y diversificación; la primera a la hora de corregir y comentar los textos que se leen en el taller, la segunda en los ejercicios individuales y conjuntos, los retos constantes y en cómo se desarrolla la vida del Taller en general. Los puntos débiles en su mayoría escapan de la mano de sus coordinadores: tener más apoyo y respaldo económico, condiciones para que el evento teórico cuente con una sede específica, recursos, etc. Constantemente los coordinadores deben disponer de sus propios medios para sostener el evento, algo abusivo para ellos si consideramos cuánto trabajo hacen de por sí. Con más recursos se les podría aligerar la carga e incluso se podrían generar más encuentros, conferencias y toda clase de actividades en que pudiéramos incluirnos de forma presencial autores de toda Cuba. Pero bueno, con los medios actuales se ha hecho lo mejor posible, y es muchísimo.

¿Cuáles son tus influencias en la literatura? Autores, libros, etc.

Mis influencias en la literatura han sido en los inicios causa del azar. Siempre fui de leer todo lo que me cayera en la mano, fuera adecuado a mi edad o no. Los libros que primero recuerdo son una mezcolanza entre Julio Verne, Salgari, Oscar Wilde, Edgar Alan Poe y Gabriel García Márquez; con libros infanto-juveniles como Corazón, El principito, La edad de oro y La noche. Desde siempre he sido entusiasta de la mitología y las leyendas de todo el mundo. Me encanta la historia y la fantasía, todavía hoy me entretengo en traducir metáforas o buscar puntos de contacto entre los mitos. Leía por etapas, en una época me daba por los novelistas europeos de entre el siglo XVII y el XIX; en otra época por los norte y latinoamericanos del siglo XX; en otra por la poesía hispanoamericana; en otra por la poesía asiática o por la árabe, y así sucesivamente. Mucho de esto dependía de un acceso escaso y arbitrario. Muchas veces releía los mismos libros por no tener nuevos, pero desde que tuve medios para leer en digital literalmente se me abrió el mundo y he recuperado el tiempo perdido en cuanto a lecturas.

Me han impactado, más que influenciado (creo) narradores del realismo como Alejandro Dumas, Hesse, Dostoievski, Wilde, Hemingway, Faulkner, Carson McCuller, Fitzgerald, García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Quiroga, O Henry y Robert Graves. Narradores de ciencia ficción y fantasía como Verne, R.L. Stevenson, Asimov, Poe, Heinlein, Phillip K. Dick, Orson Scott Card, Úrsula K. Le Guin, Tolkien, Terry Pratchet y G.R.R Martin. Poetas como Rilke, Baudelaire, Kavafis, Tagore, Omar Khayyam, Pessoa, T. S. Eliot, Keats, Whitman, Ezra Pound, Yeats, Miguel Hernández, Cintio Vitier, Delfín Prats, Dulce María Loynaz y José Martí.

Aunque no tengo autor favorito les tengo un cariño muy especial a Shakespeare, a Borges y Bradbury. Considero a Ray Bradbury mi Maestro literario, ese con el que un escritor se siente identificado, que le marca el estilo de por vida, el mismo que me desesperé por encontrar durante años hasta que llegó a mí de forma casual. No he leído nada suyo que no me encante. Lo que más me une a estos autores es la total admiración por su obra; y, en el caso de Borges y Bradbury, la bibliofilia y el amor al acto de la escritura.

De las voces cubanas actuales que conoces, conocidas o no por el público o crítica, ¿Cuáles de ellas recomiendas?

Me gustan los cuentos de Emerio Medina; los poemas de Luis Manuel Pérez Boitel, Jesús David Curvelo, Sergio García Zamora, Giselle Lucía Navarro y Milho Montenegro; narradores del género fantástico y CF como Carlos Duarte, Álex Padrón, Elaine Vilar Madruga, Malena Salazar Maciá y Raúl Piad. Esto solo por citar. Nuestro país es muy rico en escritores de todos los géneros. En las páginas de la revista digital Korad[ii] he leído textos maravillosos de jóvenes ganadores/ menciones del Oscar Hurtado que aún no tienen libros publicados o tienen solo uno o dos. Si no conociera esta revista digital me los hubiera perdido, ello solo es un ejemplo de la buena literatura que se queda dentro de un círculo pequeño de lectores.

¿Qué libro, o libros, quisieras haber escrito?

La lista es larguísima, incluye casi toda la obra de Borges y Ray Bradbury, el teatro de Shakespeare, los poemarios de Pessoa, Kavafis, Rilke y Ezra Pound, la trilogía de El señor de los anillos de J.R.R Tolkien o La Saga de Ender de Orson Scott Card. De libros específicos pondré solo algunos ejemplos: El tambor de hojalata de Günter Grass, El lobo estepario de Herman Hesse, Hojas de Hierba de Walt Whitman, Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, El corazón es un cazador solitario y Reflejos en un ojo dorado, ambos de Carson McCuller, La tierra baldía de T. S. Eliot, Historias de cronopios y famas de Cortázar, El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald, Un mundo feliz de Aldous Huxley o La mano izquierda en la oscuridad, de Úrsula K. Le Guin.

Si te dieran el poder de eliminar un libro, o varios, de la historia ¿cuál sería y por qué?

Para serte sincera, aunque hay libros e incluso géneros que me desagradan, nunca haría uso de ese poder ni me gustaría que nadie lo tuviera. Siendo una fiel seguidora de Bradbury, el creador de Fahrenheit 451, me parece que todos y cada uno de los libros merecen existir. Fueron muestra del pensamiento y el trabajo de alguien, probablemente le gustaron a alguien, aunque solo fuera a quien lo escribió. Lo que hacemos es un reflejo de nuestra vida: la Humanidad mostrándose desde lo sublime hasta lo ridículo. Borrar algo de ese registro sería negarnos a nosotros mismos como un todo.

¿En qué proyectos andas en estos momentos?

Tengo varios a medio hacer, pero no me gusta hablar de ellos hasta que no estén terminados. Por ahora escribo, leo y estudio constantemente; y espero a que salgan mis dos primeros libros: el de poesía, titulado La hora violeta, que debe publicarse por Ediciones Aldabón el próximo año, y el de cuentos que ganó el David, Las azules colinas de Europa. No puedo esperar a tenerlos en mis manos, poder palpar sus portadas, pasar las páginas, abrirlos y cerrarlos, solo para volverlos a abrir. Son ansias de primeriza, supongo.

¿Crees que los premios validen o legitimen a un escritor? Si tu respuesta fuera negativa, entonces, ¿qué legitima o valida al escritor?

Mi respuesta sería sí y no. Es indudable que los premios otorgan validez social, y son un importante medio de promoción. Hasta que no gané el David muchas personas no me conocían; otras sí me conocían, pero no como narradora. No se puede negar la visualidad que otorgan los premios: abren oportunidades y aseguran que la gente se interese por tu obra. Al mismo tiempo, los premios no son todo en cuanto a validez, el lector común y la crítica también tienen mucha voz en esto porque ¿de qué te sirve ganar un concurso si a nadie le gusta cómo escribes? Pocas cosas me hacen tan feliz que el que alguien me comente que le ha gustado un texto mío. Significa que mi trabajo tuvo una utilidad para alguien, que le proporcionó entretenimiento, placer estético, o lo hizo reflexionar. Esa una alegría casi infantil, cálida, luminosa, y es una alegría tanto o más grande como la de ganar un premio.

Si tuvieras que dar cinco o más consejos, o un decálogo, a jóvenes escritores como tú sobre el hermoso oficio de escribir, ¿cuál sería este?

Ocho consejos. No son originales, pero son los que más me han ayudado:

  1. 1- Lee y sigue leyendo. Lee constantemente, pero no lo hagas una obligación. Mantenlo como un placer que además te es productivo. Si lo que lees ahora mismo no te motiva, busca el libro o el género que sí lo haga. Es mejor librarte de los prejuicios y estar abierto a aventurarse con toda clase de géneros literarios. Puede que te lleves algunas sorpresas. Cualquier experiencia aporta conocimiento si sabes aprovecharla.

  2. 2- Mantente activo en acción y en mente. Solo caminar o cualquier otro ejercicio físico sencillo te harán bien tras largas horas sentado(a) en el acto de escribir. Descansar a intervalos gasta tiempo, pero ahorra cansancio. Si mantienes la mente activa tampoco te faltarán ideas. Aprender a diario pequeñas dosis sobre otras manifestaciones del arte, sobre historia, ciencia y cualquier tema de interés, harán que siempre tengas algo sobre lo que pensar, y sí, sobre lo que escribir.

  3. 3- Crea tus propios hábitos de escritura. Casi todos los escritores recomiendan los suyos propios, prueba los que puedas hasta que encuentres aquellos que funcionan para ti: trata, equivócate, cambia, innova. Los resultados varían en cada persona.

  4. 4- Sé paciente y constante. La literatura lleva mucho esfuerzo y durante un tiempo indefinido no se verán los resultados o estos serán magros. Quién se dedique a esta profesión debe tenerlo presente. Pasan años entre el momento en que comienzas a escribir seriamente y el que puedes verte publicado. Es una carrera de resistencia, no de velocidad.

  5. 5- Haz vida literaria. Ir a eventos teóricos, lecturas de poesía, talleres de escritura, peñas y tertulias artístico-literarias, etc., puede enriquecer tu obra y visión de la literatura más cercana en tiempo y espacio. Conocer a escritores consagrados y a jóvenes aspirantes, a editores y promotores, te permite acercarte al mundo editorial y conocer su funcionamiento. Aprenderás de ellos y esa experiencia te será útil para adquirir madurez como autor(a) y a la hora de publicar tus textos.

  6. 6- Ponte metas a la hora de escribir, como una cierta cantidad de palabras o páginas al mes. Ray Bradbury decía que, si escribías un cuento a la semana, al terminar el año tendrías 52, y que era muy difícil escribir 52 cuentos malos seguidos. La práctica te ayudará a pulirte. Eso sí, de lo que escribas no todo será publicable. De 100 poemas, a lo mejor 30 o 50 lo son, con los cuentos o los capítulos de las novelas ocurre igual. Pero es mejor exceso que defecto, en estos casos.

  7. 7-Ten siempre a mano una libreta o un blog de notas, puedes usar incluso un celular o una computadora portátil. Anota cualquier idea, por insignificante que parezca. Lo más probables es que si no las anotes, las olvides después. Describe tu ambiente, conecta ideas que en apariencia no tengan relación. Acostúmbrate también a anotar tus pensamientos e impresiones, o frases dichas por otros, palabras que te llamen la atención o que desconozcas. Todo puede ser el germen de una buena historia.

  8.  8- Lee tus textos con ojo crítico. Reescribe. Autoedita tus textos. Por muy buenas que parezcan las ideas, no se van a escribir solas. Ponte metas, ponte a trabajar. Todo el conocimiento teórico-literario del mundo no te servirá de nada si no lo pones en práctica. Aprendes más creando tu propio estilo que memorizando los de otros. ¿Quieres ser escritor? Escribe.

 

Nota:

[i] En la foto (de Izquierda a derecha) Marien Cabrera, Raúl Piad Ríos, Náthaly Hernández Chávez, María Elena Heernández y Abel Guelmes Roblejo, Matanzas, Cuba.

[ii]https://korad.cubava.cu/


El Escriba: «La fantasía no tiene límites, por eso me nace dentro»

El Escriba, a lo largo de este año de trabajo promocional desde la sección de Literatura de la AHS Santiago, transitó un ciclo cediendo espacio para el debate sobre los géneros: Ciencia Ficción, Fantasía y subgéneros afines. Es válido reconocer que estos han estado ampliando su diapasón en las últimas décadas llegando a mayor diversidad de público y conquistando terreno. No obstante, aún existe la polémica sobre el lugar que ocupa hoy día en la Isla este tipo de literatura y la connotación que ha traído consigo para sus representantes. Por este motivo abrimos diálogo entonces desde El Escriba para continuar conociendo sobre el quehacer literario en la CF y F de los escritores cubanos; en este caso, conversamos con Abel Guelmes Roblejo, escritor, editor y reseñista habanero, coordinador además del Taller Nacional de Literatura de CF y F Espacio Abierto.

Abel, de contable, “habitante en el mundo de los números, a las letras”, nos gustaría saber cómo fueron tus primeros pasos en la literatura.

Mis primeros pasos fueron en Espacio Abierto, allá por marzo del 2013. Aún sigo dándolos ahí, y lo haré hasta que me saquen. Gracias al taller conocí a los que aún son mis maestros: Raúl Aguiar, Yoss, Carlos Duarte, Erick J. Mota y los demás miembros. Somos una familia. Espacio Abierto me abrió un futuro y cada día me esfuerzo para intentar devolver todo lo que me han brindado. Aún estoy en deuda.

¿Cuáles son esos motivos que pueden detonar tu necesidad de escribir, temas/angustias/alegrías?

Cualquier cosa. La necesidad de escribir siempre está. Creo que aquel que no la sienta y la satisfaga, no debe llamarse escritor. No importa si son alegrías o tristezas, tienes que aprender a aprovechar ambas. Si algo he aprendido, es que, en cualquier cosa puede existir un cuento, o varios. Recuerdo ahora el día que estábamos en la Casa de las Américas y pensamos una misma cosa tú y yo. De ahí salieron dos cuentos, uno por cada uno. Solo de eso, de una coincidencia.

¿Cómo fue la llegada al público de tu primer libro? ¿Qué acogida tuvo y qué significó para ti?

Esta pregunta tiene dos respuestas. Siento que tengo dos primeros libros. El primero fue Últimos Servicios, por la colección Guantanamera. La alegría de haber entrado en aquella ola de escritores cubano, fue inmensa. Luego, el tenerlo en mis manos era un hecho indescriptible. Ver que todo aquel trabajo se transformó en algo tan hermoso, no se puede expresar con palabras. Hay que vivirlo.

Y como yo lo he vivido dos veces, puedo asegurarlo. Ya que la segunda primera vez fue totalmente diferente. Últimos Servicios fue publicado en España y yo vine a tenerlo en mis manos varios meses después. En el caso de Menú completo, publicado en Cuba, Pinar del Río, fue un premio, no una ola. Además, trabajé con un equipo/familia único y magnífico. Luego lo presentamos allá en Pinar junto a mi esposa y amigos, hermanos, escritores y maestros: Pedro Luis Azcuy, Nelson Pérez, Damián Leal y Raúl Aguiar. Todos viajamos desde La Habana y pasamos el día allá. Por si fuera poco, compartí la presentación con otro amigo y hermano: Luis Amaury Rodríguez Ramírez. Creo que pocos escritores han podido presentar su primer libro entre tanta familia y amigos. Recuerdo que, cuando miré al público, estaba lleno de conocidos. Incluso, muchos que no son de Pinar del Río, estaban ahí. Esa experiencia fue única.

Si te resumo, creo que cada libro publicado es una primera vez. Ojalá y todos lo vean así.

Crear a veces se torna un ejercicio de retroalimentación muy interesante, ¿qué esperas cuando tu obra llega al público?

Causar una sensación en el lector. Moverlo un poco por dentro. Ojalá y pudiera estar en sus cabezas cuando lo leen, sería magnífico. No obstante, el objetivo de cada creación es que perdure. Yo quiero trascender a través de sus sensaciones. De la impresión que pueda causar en ellos.

¿Cuál es tu público meta, ese público para el que con mayor frecuencia escribes?

No tengo uno en específico. Quisiera que me leyera todo el mundo. No soy como otros escritores que dicen “escribo para mí”. Yo escribo para todos, no para la gaveta. Antes de escribir para mí, me narraría los cuentos en la cabeza. Creo que mis textos pudieran gustarle a cualquier persona.

¿Cómo funciona tu proceso creativo? ¿Sigues una rutina específica, o tienes un hábito necesario para llevar a cabo tan singular proceso?

Leo. Solo eso. A veces lo que hago es, si voy a escribir de un tema en específico, leo a alguien que escribe similar. Si necesito alguna información científica, comienzo a leer artículos y más artículos sobre el tema. Nada de miel, ni de sexo para impulsar la creatividad… solo leer. Eso fue lo que me enseñaron desde el comienzo, y es lo que hago y haré siempre. Creo que todo buen escritor, debe ser primero un buen lector. Es imposible escribir bien sin leer mucho.

Para nadie es un secreto el cómo se torna la vida del artista en Cuba en cuanto a temas económicos, sobre todo para los escritores, quienes prácticamente para publicar han de ganarse un premio, de lo contrario aventurarse en las largas listas de espera de los planes editoriales, los cuales también sabemos han de verse frenados por escaseces. ¿Cómo te ha ido a ti respecto a esto y sobre el archidiscutido tema de las promociones una vez lograda la publicación de la obra?

Soy un cubano más como otros. Tengo los mismos problemas comunes. Últimamente por cuestiones familiares me he dedicado más a la economía de la casa que a mi arte. He leído, editado y tallereado más textos ajenos que los míos propios. Sin embargo, me mantengo al alcance de todo aquel que requiera mi ayuda y solicite mi trabajo. A todos los que se me acercan les digo lo mismo: manden a todos lados. La única manera de publicar es escribir y mandar. Como dijo una gran amiga mía “los concursos no se pierden, sencillamente no los ganas”. Si quieres ser publicado manda a las editoriales y a los concursos. Ahí tienes muchas posibilidades. En la gaveta o en el disco duro, seguro que no saldrá publicado. Ya después, la promoción (sobre todo en el extranjero) es más complicada. La deberían hacer las editoriales extranjeras, pero la mayoría, lo que hacen es muy escazo. Casi nulo. Debido a que promocionan catálogos o sellos. No promocionan al autor como individuo. No quieren invertir en el marketing digital. Eso es algo que elevaría las ventas considerablemente.

Aquí en Cuba, ese tema no vale la pena abordarlo. Ya que el autor no cobra por ventas, y muchas veces la propia editorial no puede cumplir con el número de ejemplares a publicar. No obstante, irónicamente se hace más que lo que hacen algunas editoriales en el extranjero.   

¿Crees que desde la apertura de las redes sociales en Cuba y lo que nos brinda el Internet como plataforma para autopromovernos, el tema de la promoción haya quedado saldado?   

¿Saldado? Jamás. Simplemente se ha expandido el alcance. El tema promocional debe ser diario. Tocar cada puerta posible. Con las redes sociales se ha abierto un mundo de posibles consumidores. El trabajo del promotor es lograr llegar a todos.

¿Crees que esa etapa de silencio que atravesamos en ocasiones los escritores también puede ser una manera de creación?

Debe tomarse como eso. Si no estás escribiendo, al menos debes estar leyendo. Leer es parte de la creación. Es una parte inseparable, como dije antes. Que haya silencio, no importa. Lo que no debe existir en el escritor es inmovilidad. Siempre debes estar en movimiento, como si fueras un tiburón. Si te detienes, pereces como artista.

¿Cómo surge Espacio Abierto y cuáles son sus objetivos y metas principales?

Espacio Abierto es un grupo de creación y formación literaria, especializado en la Ciencia Ficción y Fantasía, creado el 22 de marzo del 2009. El proyecto surgió como un taller literario anexo a la casa de la Cultura de Playa “Mirta Aguirre”. Cuatro meses después el grupo cambió su sede hacia el Centro Onelio Jorge Cardoso, también en Playa y allí sesionó desde entonces, hasta que comenzaron las reparaciones del lugar. En la actualidad, el taller está de vuelta en la sede inicial de la Casa de la Cultura de Playa “Mirta Aguirre”.

Entre los miembros fundadores del taller se encuentran: Elaine Vilar Madruga, Jeffrey López Dueñas, Eliette Lorenzo Vila, Carlos Duarte Cano, Juan Pablo Noroña Lamas, José Miguel Sánchez (Yoss), Raúl Aguiar, Denis Álvarez, Yadira Álvarez, Gabriel Gil, Leonardo Gala, Pavel Mustelier, Sandor Gálvez, Eric Flores, Carlos Muñoz, Jesús Minsal, Zullín Elejalde Macías, David Alfonso Hermelo, Victoria Isabel Pérez Plana, Alejandro Rojas, Samy Otero y Laura Azor.

Como misión nos proponemos catalizar el desarrollo y formación de escritores del género fantástico y de ciencia ficción en Cuba, tanto en La Habana como en el interior del país. El proyecto asume la responsabilidad de constituirse en un grupo de referencia y foro permanente de escritores, académicos, y aficionados para la difusión, el intercambio, la crítica y el aprendizaje sobre el género fantástico en Cuba.

Aglutinar una masa crítica de escritores de literatura fantástica, que se ayuden unos a otros a crecer como autores en un marco que se caracterice por la pluralidad de los participantes (escritores amateur y profesionales, lectores ávidos, críticos, especialistas, teóricos, y promotores del género); la “horizontalización” del aprendizaje (aprender de pares en contraposición o aprender de una figura central de experiencia); la objetividad en los análisis de cuentos; la crítica fuerte pero bien intencionada, y la camaradería entre los miembros. De esta organización seguirán surgiendo y potenciándose proyectos literarios y culturales colaterales.

Blog Espacio Abierto: http://tallerespacioabierto.cubava.cu

Blog revista Korad: https://korad.cubava.cu/

Coméntanos sobre los logros del proyecto.

Creo que el mayor logro de Espacio Abierto ha sido mantenerse activo, en constante evolución y expansión por más de una década. Creo que somos el taller literario más longevo de Cuba en estos momentos. El segundo logro que le atribuyo al taller, son sus integrantes. Espacio Abierto es una familia que brinda ayuda mutuamente. Estamos muy orgullosos de esa fraternidad que hemos construido. Actualmente, todos los escritores de ciencia ficción y fantasía premiados o publicados en la Isla, pertenecen a Espacio Abierto o pasaron por el taller.

Otro gran logro es su evolución. Este taller que prácticamente nació en un balcón, ha alcanzado el extranjero, ha conquistado las redes, incluso, ha sobrevivido al coronavirus. Ha mantenido su esencia en contra de todo pronóstico y hemos podido celebrar todos los concursos, reunir el dinero de los premios y lograr el reconocimiento del público. Actualmente el taller funciona en cinco grupos de WhatsApp, dos blogs y una lista de correos.

¿Te parece que estamos bien? Ahí entra su otro logro: siempre se está pensando en cómo hacerlo mejor.

Y que conste: todo esto lo hemos logrado con el esfuerzo de los miembros del taller y la ayuda incondicional de instituciones amigas como la UNEAC, El Centro Hispanoamericano de Cultura, la Embajada de Checoeslovaquia y del Centro Onelio.

¿Qué lugar le ameritas hoy a la CF y F dentro del Top genérico literario en la Isla? ¿Crees que se subvalora a estos géneros? ¿Por qué?

En primer lugar, estoy en contra de todo ranking en los géneros literarios. Lamentablemente en Cuba se ve, existe. Y en este ranking, la ciencia ficción y fantasía están muy mal paradas. La ponen como si fuera una literatura diferente al realismo. Parece que, cuando se habla de literatura, grandes obras como: Cien años de soledad, Solaris, Frankenstein, Diez mil leguas de viaje submarino, el Señor de los Anillos, Alicia en el País de las Maravillas, 1984, Ensayo contra la ceguera o Metamorfosis, no fueran grandes obras solo por ser de fantasía o ciencia ficción. La literatura también debería perder esos prejuicios genéricos. Literatura es Literatura, y punto.

No tengo idea de por qué piensan que es “una literatura menor” y luego leen a Cortázar, Saramago, Chéjov, Carroll, Ende o a Carpentier y dicen maravillas de sus obras. No sé por qué subvaloran a la ciencia ficción y a la fantasía. Quizás sean puros prejuicios, quizás es miedo a lo diferente. Porque eso sí tienen estos géneros: siempre rompen la realidad de algún modo. Y la gente le teme al cambio, a lo diferente. Solo que, en este caso, el cambio es interno en esas personas.

¿Por qué escribes CF y F? ¿Qué peculiaridades le atribuyes a estos géneros que hace que te sientas más cómodo a la hora de escribir?

Porque me gusta y me sale natural. El primer cuento que escribí en mi vida, fue un cuento fantástico. No me lo propuse, salió así. Sin embargo, no es solo eso lo que escribo. A la hora de escribir, hago lo que pida el cuento. En ocasiones sale realista, sin una gota de fantasía. No obstante, son pocos. Generalmente, salen de ciencia ficción o fantasía sin proponérmelo. Es que, al escribir y tratar de causar alguna sensación, intento hacer algo diferente, y para eso, muchas veces necesito romper la barrera de la realidad e ir más allá. Como decía Michael Ende, en La historia interminable: Fantasía no tiene límites… Es el mundo de las fantasías humanas. Cada parte, cada criatura, pertenece al mundo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por consiguiente, no existen límites para Fantasía.

Pienso que esa es la principal razón por la que elegir ese género.

Te has dedicado, entre las labores del taller, a impulsar y apoyar la obra de otros escritores. ¿Por qué? ¿No resta tiempo y energía a tu creación?

Sí. Me resta tiempo y energías, si lo observas así. Desde mi punto de vista, lo que hago es retribuir y devolver todo lo que muchos han hecho por mí. Si observas mis comentarios en Facebook y Twitter, verás que hay una palabra que repito mucho: maestro. No es una muletilla, es que tengo muchos. Tengo mucha gente que me enseña a diario, que me apoya y ayuda a diario. Maestros y amigos. Personas con las que estoy y siempre estaré en deuda. Escritores como Marié Rojas, Luis Amaury Rodríguez, Raúl Aguiar, Alberto Peraza Ceballos, Jorge García Prieto, Alberto Guerra Naranjo, Frank David Frías y todos los miembros de Espacio Abierto y de la Generación Ariete. Todos ellos me han enseñado, de un modo u otro, a escribir, amar y respetar la literatura.

Y, como no tengo como devolverle lo que han hecho por mí, hago lo mismo por otros. Es una sensación placentera y magnífica. Sobre todo, cuando se aparece alguien y me dice: gané tal premio, me publicaron tal cuento, terminé tal texto: gracias. Ese “gracias” vale todo el trabajo y las energías invertidas en ayudar al prójimo.

Ayudar no es algo que haga por obligación, lo hago por necesidad.


“La ciencia ficción sirve para prevenir de los peores escenarios futuros”

Algunos encuentros ocurren por casualidad, pero su impacto permanece. Nathaly Hernández amó los libros de Ray Bradbury y al leerlos cambió la forma en que entendía y experimentaba la escritura. De intentos frustrados y a veces angustiantes en relatos de corte realista, cambió hacia otra senda con los géneros de ciencia ficción y fantasía.

El cuento “Yllá”, por ejemplo, sirvió de inspiración para escribir un poema que fue Premio Oscar Hurtado de poesía ese año. Entró en contacto entonces con el Taller Espacio Abierto y su relación con la ciencia ficción se consolidaría al escribir textos narrativos. “Se puede decir que Bradbury fue la llave que me volvió a abrir la puerta de un género que leí bastante en mi infancia y adolescencia, pero al que dejé de lado durante años, y Espacio Abierto logró encaminarme”.

Si bien su formación como periodista orientaba la vocación más al relato realista, la ciencia ficción le salvaría de la inmovilidad y el derrotismo. Al periodismo, en cambio, debe la disciplina y la conciencia del público, pero también acercarse al primer taller literario. Este primer paso, tímido y lleno de miedos, provocó que tuviese acceso a literatura especializada y empezara a andar. Preferiría entonces, narrar antes de describir, centrarse en detalles significativos, editar sus propios textos. Quizás el mejor resultado de esta etapa es perder el pánico, la timidez.

“Por mucho que se tengan habilidades o deseos de escribir, el autor que comienza necesita de algo o alguien que lo encamine, que sirva de guía, consejero, ayuda. A medida que estén creadas las condiciones, más autores surgirán. El proyecto de Los Grafómanos surgió como una continuación del trabajo iniciado en el Taller Cintio Vitier por la escritora Yanira Marimón, que sostuvo este espacio durante años y ayudó a formar a varios jóvenes escritores que después nos vinculamos de una forma u otra a la AHS.”

Gracias a Espacio Abierto, a su vez, pudo conocer códigos de ambos géneros (C.F y Fantasía) y todos sus subgéneros, recibió recomendaciones de lecturas, así como consejos literarios en cuanto a la revisión, edición y crítica de sus textos. “El taller hace honor a su nombre y conforma una familia siempre dispuesta a crecer y ayudar a sus miembros más jóvenes, un proyecto que ha llevado mucha entrega y consagración por parte de quienes lo sostienen. A ellos les debo en buena parte el que pudiera escribir Las azules colinas de Europa”.

“El cuento que da título al libro — explica — , es un homenaje a dos obras de Ernest Hemingway: Las verdes colinas de África y La breve vida feliz de Francis Macomber, y parte de la mentalidad, ambientación y forma de dialogar de este autor se reflejan (a mi manera y bajo los códigos de la C.F) en esta historia. Las azules colinas, aunque se digan de Europa, son una translación de la salvaje África de los safaris, donde la mayoría de los personajes comparten a su vez el papel de cazadores y presas. Son iguales, aunque no se traten entre ellos como iguales. En el libro me concentré en llevar las historias de forma realista (dentro de lo que cabe en el género), reflejando en algunos casos patrones de la vida cotidiana del siglo pasado y lo que va de este. Sobre estos patrones prefiero que el lector lea y sobre ellos saque sus propias conclusiones”.

¿La ciencia ficción puede cuestionar temas como los feminismos, las guerras, derechos laborales?

“La CF puede hablar de cualquier problema o amenaza que tengamos en la actualidad tanto o incluso mejor que la ficción realista. Por ejemplo, en el siglo XX, uno de los más convulsos y complejos de la historia conocida, ocurrieron tantas desgracias y hechos desgarradores que muchos autores han preferido proyectar este siglo hacia el futuro para poder hablar sin tapujos de las cosas difíciles, sin abrir más las heridas. La CF sirve también para calcular a mediano o a largo plazo las posibles direcciones a tomar por la Humanidad, ya sea para sugerir mejores caminos, como para prevenir de los peores escenarios futuros. Al final este género es un reflejo disfrazado de todo lo que ya es, y una proyección de lo que pudiera ser.”

¿De dónde surgió la inspiración para escribir un cuento como “Nosotros y ellos”?

“Surgió de un deseo de experimentar con las formas del lenguaje. Hacía tiempo deseaba escribir un cuento en primera persona del plural y me familiaricé con la idea de las mentes-colmena con la lectura de la Saga de Ender de Orson Scott Card. Pero quería hacer una mente-colmena que fuera humana, o al menos parecida. Al pensar en los posibles usos de una mente colmena humanoide la primera opción es la guerra. Suena macabro pero efectivo: muchos cuerpos controlados por pocas mentes podrían cometer atrocidades que un pelotón de mentes individuales se negaría a hacer por mucho que estuviesen bajo órdenes. Busco mis influencias en todas partes: en el cine, en la música, en el arte en general y en la vida cotidiana.

“Al escribir ‘Nosotros y ellos’ me basé en uno de mis filmes favoritos, Apocalypse Now de Francis Ford Coppola, que está ambientado en la guerra de Vietnam y aborda el tema de la deshumanización provocada por la violencia extrema. Eso me sirvió como recurso visual para crear una versión futurista de esta misma guerra. Mientras escribía, usé música de The Doors y Pink Floyd para sintonizarme con el ambiente a crear en el cuento. Toda esta influencia sinestésica me ayudó a canalizar la historia que quería contar”.

Se encuentra también en Las colinas azules de Europa, en específico en el cuento “El menú del día”, una crítica al capitalismo y la alienación, mostrada en la desconexión de las emociones con la realidad. ¿La felicidad como tiranía?

“El cuento ‘El Menú del Día’ nació (como muchas obras de C.F) de la clásica pregunta What if? ¿Qué pasaría si…? En este caso, ¿qué pasaría si pudiesen sintetizarse y venderse al por mayor las reacciones químicas referentes al placer, la alegría y las reacciones emocionales positivas generadas en el cerebro humano? No es una idea nueva, hace casi un siglo ya Aldous Huxley planteaba, en su profética distopía de Un mundo feliz, la idea de una sociedad drogada. Coloqué mi historia en un ambiente lo más neutral posible, aunque sí hago referencia al mundo empresarial de altos rascacielos y horas interminables de oficina que son parte de muchas sociedades modernas. Lo hice para resaltar la monótona rutina de los personajes y justificar el consumo diario de café con aditivos. Con tales personajes me arriesgué, pues los diseñé como estereotipos en una muestra de lo innatural de sus vidas.”

 

¿Qué emociones atraviesan el cuento “No regreses al lugar donde fuiste feliz”?

“Es lo más parecido a un poema que he escrito como cuento. La mayoría de mi poesía surge por un impulso primario: un verso que aparece de la nada y desencadena otros que escribo al momento. Con los cuentos, recibo la idea muchas veces por inspiración, pero la ejecución la hago con cabeza fría, como armando un rompecabezas. Pero este texto fluyó de forma tan espontánea que me sorprendió que resultara en un cuento. Está cargado de anhelos, deseo y nostalgia, de amor y pérdida, es sensorial y emocional, más que narrativo. Más allá de intentar meterse en la piel y palpar el dolor de un ser cuasi-divino y relativamente inmortal, ante la muerte palpable de alguien a quien ama a pesar de las eras transcurridas, es un reflejo de la impotencia que cada ser humano ha experimentado acerca de querer regresar a algún momento del pasado que es más feliz que el presente, o de recuperar algo irremediablemente perdido. Hay belleza en este imposible.”.

Ganar el Premio David representa un hermoso impulso, pero quedan proyectos e ideas para inspirar la creación. A los Grafómanos y el Taller Espacio Abierto, se adiciona Ediciones Aldabón, donde trabajas como promotora…

“La mayoría de mi generación cercana ha publicado o publicará en algún momento su primer libro aquí, confiada de que el producto final tendrá calidad y que se harán todos los esfuerzos por darlo a conocer. En lo que se convirtió esta Editorial, lo que representa, me motivaron a dedicarme de forma seria a la promoción literaria, contagiada por el ímpetu de su coordinador y con el deseo de ayudar a otros jóvenes como yo, que ponen tantas ilusiones en que sus libros publicados sean fuente de orgullo y felicidad.”


Cúmulos en el firmamento: señal de buen tiempo en la ciencia ficción cubana

Cúmulos es el libro de cuentos ganador del Premio Calendario en la categoría de Ciencia Ficción del año 2020, escrito por G. Rei y publicado por la Casa Editora Abril. No creo que hubiera un libro mejor, y más acorde en cuanto a contenido, para tal nefasto año, ya que Cúmulos es un cuaderno con nueve relatos de terror fantástico, ambientados dentro de un universo de ciencia ficción, donde lo fantástico y el thriller sicológico se entrelazan y toman protagonismo en la historia.

Con este libro, Rei nos narra la historia (o un fragmento de ella) del reino homónimo al título del libro: Cúmulos. Un reino gobernado por los Primeros Rayos; una sociedad bastante oscura, donde conviven las altas tecnologías con clases más atrasadas (cyberpunk y steampunk), quizás como único elemento de ciencia ficción del libro. En este reino, aparece una “cosa” que comienza a devorar a todo el que se encuentre adelante, excepto a una niña. Paralelamente, un grupo de rebeldes llamados los Rayos Rojos, se levantan contra el sistema monárquico de los Primeros Rayos.

Lo más interesante del libro es su estructura. Al comenzar a leer el primer relato Conocidos de la oscuridad, no te imaginas que su final abierto, se debe a que el resto de los nueve cuentos narran sucesos posteriores y anteriores a la aparición de “la cosa”. Rei creó y organizó el orden de su libro, de forma tal que el lector se obliga a continuar la lectura para conocer el porqué de lo sucedido y el posible desenlace.

Todos los cuentos dejan una puerta abierta, una pregunta que solo se solucionarán si continúas la lectura. Sin embargo, esto no quiere decir que sea una novela y cada cuento un capítulo. En Cúmulos cada historia funciona a la perfección de manera independiente; a pesar, de que, en forma individual no tuvieran ese impacto, esa fuerza que ganan en su conjunto. Esta cualidad individual permite que el orden de los relatos pueda ser cambiado, o puedas comenzar la lectura por el cuento que prefieras. De cualquier modo, el efecto del libro seguirá siendo el mismo. No obstante, a mi entender, Rei ha conseguido darle la forma que obtiene el mejor resultado en general. Quizás ese sea uno de sus valores agregados más preciados.

Otro de los logros en Cúmulos fue la descripción de un worldbuilding y una sociedad bastante atractivos y contrastantes entre sí. En el reino, además de “la cosa”, hay criadores de nubes, ferias, concursos literarios, vodka, obispos de la Iglesia de los Caballeros Celestiales, excéntricos inspectores con sombreros adornados con penachos de plumas cual diminutos cirros, experimentos científicos en Nimbus, filigranas de alba, Cadillacs de segunda generación y hasta cuatro nuevos jinetes del apocalipsis, entre mucho más. Todos ellos envueltos en una oscura atmósfera de tensión, asesinatos, ansias, hambre, traiciones, sexo, desesperación, epidemias y revoluciones.

En fin, el día a día en el reino de Cúmulos no difiere mucho del nuestro. Quizás debido a la introducción de elementos cotidianos de nuestro mundo al de este universo imaginario, Rei logre que el lector sienta muy real aquel reino, y a sus habitantes. Tal vez sea porque el mayor énfasis descriptivo de los personajes fue hacia sus sentimientos y sensaciones; y no tanto hacia el físico, que se logra tal empatía hacia ellos; incluso, hacia “la cosa”. Lo que sí es seguro, es que todo esto es debido a la honestidad a la hora de crear de G. Rei.

Los elementos del worldbuilding y de la sociedad no están forzados, no hay cargas frontales explicando nada. Todos los detalles imprescindibles para la concepción del universo, por parte del lector, están colocados magistralmente, como estratos, a lo largo de cada cuento. Cada historia te muestra un fotograma del reino de Cúmulos, de su gente y su cotidianeidad. Quizás a eso se deba el nombre de Cúmulos del libro y reino, ya que, por acumulación (del latín cumulus) de datos, personajes, cuentos, se va formando ese maravilloso paisaje creado por G. Rei, como el experto cultivador de nubes y letras que es.


«Hemos encontrado sinergia juntos»

Yadira Albet (más conocida, entre los fanes del género fantástico como Yadira Álvarez Betancourt) y Álex Padrón (Juan Alexander Padrón para amigos y lectores) han decidido no solo compartir su vida como pareja sino también habitar un mismo universo creativo. Guadaña Universal, ese excelente texto por el que obtuvieron en fechas recientes el Premio Hydra de Novela, marcó un primer paso para este binomio creativo. Sobre el Premio Hydra, sobre arte, inquietudes de futuro y realidad conversaré con ambos escritores en esta entrevista.

Hablemos del Premio Hydra y de la novela ganadora: Guadaña Universal. ¿Qué temas o cuestionamientos políticos, sociales, incluso culturales, les guiaron en su creación?

La novela nació casi al principio de la pandemia, al ver el terrible impacto que estaba teniendo en Europa, más que aquel que tenía y tiene aún en Cuba. Nos conmovió la lucha del personal de apoyo y los riesgos a los que se enfrentaban. Yadira tuvo una pesadilla sobre un repartidor en una urbe desierta, y empezamos a jugar con la idea de que, avanzada la pandemia, este personal de apoyo tendría que ser por fuerza inmune. Con esa idea en mente y la inspiración de la música de Creedance Clearwater Revival, nació “Corriendo en la jungla”. Este cuento tuvo buena aceptación en el Taller Espacio Abierto, que se estrenaba por esos días en WhatsApp.

Nos gustaron tanto los personajes que los utilizamos para contar otras futuras problemáticas a los que tendría que enfrentarse una ciudad asediada por una pandemia. Que, ojo, no es el SARS-Cov2, sino otra más virulenta y de propagación más rápida. El tiempo disponible durante el primer confinamiento nos ayudó: los 10 cuentos que conforman la cuenti-novela (12, en realidad), fueron escritos en un plazo de tres meses.

¿De qué manera el reflejo de la realidad (distópica) que vivimos los llevó a pensar un texto semejante?

La respuesta a esta pregunta está en los dos exergos de la novela, uno de ellos sobre El libro del juicio final, de Connie Willis, donde se establece un paralelismo entre una epidemia pasada y futura. El otro sale de boca de nuestro Yoss (José Miguel Sánchez), que defiende a los escritores de ciencia ficción de la etiqueta de pesimistas, cuando en realidad tratamos de imaginar el peor escenario futuro posible para advertir a nuestros lectores y que, de esta forma, tomen acciones para que la versión más distópica nunca llegue a suceder.

Ambos han sido figuras esenciales dentro del género fantástico en Cuba, ¿cómo nace esta asociación? ¿Guadaña Universal es solo un experimento a cuatro manos o pretenden continuar escribiendo juntos?

Escribir a cuatro manos no es nuevo para ninguno de los dos. Yadira lo había hecho junto a su hermano Denis Álvarez en Historias de Vitira (Editorial Gente Nueva; La Habana, 2015). Álex lo había hecho en sus inicios con Michel Encinosa Fú en Los últimos antes de la tormenta, una novela impublicable y por suerte extraviada, pero que tiene el mérito de ser el crisol de todo el desarrollo del universo ciberpunk de Ofidia.

Ya desde octubre de 2019 habíamos empezado a escribir a cuatro manos la novela de ciencia ficción hard Berceuse, aún en fase de preparación. Simplemente, con el arribo de la pandemia, la pusimos en pausa y utilizamos Guadaña Universal como vía de enfrentar también nuestros propios miedos e inseguridades.

Independiente a que cada uno pueda tener sus proyectos personales, claro que aspiramos a seguir escribiendo juntos por un buen tiempo. Al fin y al cabo, en la ciencia ficción y la fantasía hay tradición de obras escritas a dúo; por ejemplo, los hermanos Strugatski. La ciencia ficción en Cuba tampoco es ajena a tales colaboraciones, como las de Chely Lima y Alberto Serret, Carlos C. Muñoz y David A. Hermelo, Eric Flores y Jesús B. Minsal, o los propios hermanos Álvarez.

Al trabajar a cuatro manos, dos cerebros y dos sensibilidades, ¿cuáles son los principales conflictos y desafíos creativos? ¿Cómo seleccionan el material dramático que desean transformar luego en arte? ¿Cómo transcurre el proceso de escritura?

Más que conflictos o desafíos, hemos encontrado sinergia juntos. Mientras Álex tiene una prosa “dura” y de acción, heredada de la novela negra (que es el género por el que es conocido fuera del país); Yadira profundiza más en los motivos y aspectos psicológicos de los personajes.

El proceso de escritura es a carga equitativa: en Guadaña…, cinco cuentos por cabeza, y desafiamos a los lectores a que adivinen quién es la mente maestra detrás de cada uno de ellos. Los únicos conflictos se deben al tiempo para escribir, pues además de ser escritores tenemos otras responsabilidades. Yadira funciona más por inspiración mientras Álex funciona por disciplina. Pero lo hemos resuelto poniéndonos plazos mutuos: si a una idea se le pone fecha, se convierte en una meta.

Lo más productivo de nuestra alianza es la discusión del trasfondo de las historias y las cuestiones técnicas de la narración. En estas, Yadira destaca por el aporte de su lado humanístico, mientras Álex aporta su experiencia en la coherencia de los universos, derivada de su experiencia como creador de juegos de rol.

¿Qué temas o búsquedas escriturales vertebran sus pensamientos creativos? ¿Qué resulta de interés a ambos?

En primer lugar, los propios protagonistas. En Guadaña cada historia está contada desde el punto de vista de un personaje diferente que, aunque interactúan más tarde o más temprano con otros, están signados y lastrados por su experiencia personal con la pandemia.

En cuanto a temas en general, ambos somos eclécticos: no nos enfocamos en un subgénero, sino que empleamos el escenario y los códigos que más aporten a las historias que queremos contar.

Álex se mueve con comodidad dentro de la novela negra contemporánea, pellizca del tecnothriller, el suspenso y el terror y, paradójicamente, también publica poesía. Yadira se pasea por diferentes géneros sin encasillarse en ninguno: ciencia ficción, futuros especulativos, fantasía, realismo… más que nada, enfocada a las dinámicas de los seres humanos dentro de cada escenario planteado.

Nuestro punto de contacto son las historias coherentes, que tienen algún valor que aportar fuera del simple ejercicio del estilo literario. Para ello, ambos nos esforzamos en que nuestros personajes tengan una dimensión con la que el lector pueda identificarse y empatizar.

FOTOS CORTESÍA DEL ENTREVISTADO

A la hora de escribir, ¿cuánto influye el hecho de pensar en un potencial lector o receptor?

Mucho. Para narrar una historia coherente y relevante, hay que hacerla accesible y cercana al público que la va a leer. Ambos tenemos formación como docentes, lo que nos anima a tratar de enseñar algo a nuestros lectores más allá de una simple historia: llevar un mensaje positivo a quienes nos escuchan. Eso quiere decir que tratamos que las puedan disfrutar desde el bodeguero del barrio hasta el intelectual más curtido. 

En la actualidad, ¿cuáles son los desafíos fundamentales que enfrenta el género fantástico cubano?

Todavía no hay suficientes editoriales que apuesten por el fantástico, aun cuando está comprobado que cada libro de ciencia ficción o fantasía que se ha publicado en la Isla agota su tirada en pocos meses. En relación a esto, pensamos que ya va siendo hora de que los decisores editoriales comiencen a pensar en términos de rentabilidad económica y estudien qué es lo que desea el mercado.

Consideramos que en estos géneros, tal como en otros también olvidados, hay calidad y masa crítica en los escritores del patio. Solo basta que surja el respaldo de las instituciones, más allá de unos pocos y valientes editores y editoriales aisladas.

Esto pasa por un factor llamado tiempo: hay concursos que premian calidad, pero entre el premio y la publicación pasan años. Los libros quedan atascados en los planes editoriales, cuando la misma publicación en el extranjero está lista en cuestión de meses.

¿Cuáles les parecen son los principales hándicaps en la promoción de la literatura, dentro y fuera de nuestras fronteras?

La gran sectarización de los concursos en Cuba. No sabemos a quién se le ocurrió que escribir fantasía o ciencia ficción en Cuba es cuestión de jóvenes, quizás con la idea de que cuando crezcan se convertirán en escritores de temáticas más “serias”. Así, la gran mayoría de los concursos que premian y publican al género fantástico son para menores de 35 años. Esto es una gran injusticia para los que, pasados esa edad, como nosotros, nos empeñamos en seguir soñando naves, fantasmas y dragones. La única honrosa excepción en nuestro país es precisamente el Hydra, que además de bienal está limitado en extensión. Otros, como el David, no restringen edad pero obligan al autor a ser inédito, y ya esa es una especie en extinción entre las voces del fantástico en Cuba… que han incursionado en otros géneros.

Así, esto obliga a los escritores “maduritos”, que al mismo tiempo ya han alcanzado la madurez en cuanto a estilo y experiencias de vida, a optar por concursar y publicar fuera de Cuba. Y hacer esto les veta de recibir promoción, apoyo o reconocimiento por parte de las instituciones nacionales.

En Cuba hay un fandom importante que le interesa y está sensibilizado con el género, pero ni se le respeta, ni recibe apoyo, ni se piensa en él en términos editoriales. Existe entonces una fuerte demanda del género y existe entre los escritores la posibilidad de concebir una oferta de calidad. Sencillamente, este filón no se explota y no importa.

No siempre llegan a tiempo las publicaciones fuera del marco nacional. ¿La arena internacional sigue oponiendo resistencia a los autores cubanos, o acaso faltan los intentos de estos por probar lides en otras fronteras geográficas?

La arena internacional ya está ocupada por otros autores, cada uno en su propio patio. Los escritores nacionales tenemos que llegar a competir y desbancar a autores que ya tienen un público establecido. Que, además, es fundamentalmente angloparlante.

¿Cómo convencer a un editor de que un autor le será rentable si no es reconocido ni siquiera en su propio país? En la medida que nuestras editoriales den una respuesta al género y este se divulgue en ferias nacionales e internacionales, los autores cubanos del fantástico tendrán más opciones de ser conocidos en la escena internacional.

¿Existe la autocensura? ¿En qué o dónde tiene sus orígenes, dentro del imaginario propio del autor cubano?

La autocensura en lo fantástico se puede dividir en dos grandes grupos: el temor a dibujar una sociedad futura o fantástica con demasiados puntos de contacto con el contexto actual, y el empleo del eros y el thánatos en la narrativa.

Durante un gran período de tiempo nuestra ciencia ficción estuvo muy influenciada por la visión positivista soviética de un futuro luminoso para el proletariado, y cualquier mirada que se apartara de esta directiva era no solo mal vista, sino activamente censurada. En la actualidad esto no es un tema que preocupe tanto al escritor de ciencia ficción, pero sin lugar a dudas es un elemento que salta alarmas internas a la hora de tocar temas de crítica social.

El otro grupo es más general y aplicable a cualquier género en Cuba, y también sufre de censura y autocensura. Salvo pinceladas, se es paternalista con un lector que no vive para nada en una caja de cristal exenta del sexo o la violencia.

Ni el sexo (o la sexo-divergencia) ni la violencia (que llega a extrema en la literatura gore) serán nunca ganchos gratuitos que introduzcamos sin que aporten nada a la historia que queremos contar. Pero tampoco serán elementos que quedarán fuera de escena por miedo a la censura. De hecho, en Guadaña… hay escenas que en otra década serían extirpadas con saña, lo que demuestra un cambio de mentalidad con relación a momentos más grises de nuestro pasado.

¿Creen en las influencias? ¿Hasta qué puntos son perceptibles en la obra de ambos?

Somos lectores ávidos y variados, y tenemos nuestros íconos. Álex se formó en el género a golpe de traducciones de clásicos de la ciencia ficción y la fantasía de autores anglosajones, pero que ha regresado a las raíces de la lengua española y al estilo de escritores como Arturo Pérez Reverte. A la vez, se confiesa un ferviente admirador de Ernest Hemingway, y entre ambos ídolos se preocupa en escapar de la etiqueta que la literatura fantástica ha de ser un género literario de segunda categoría. Yadira admira y mimetiza en parte a las escritoras de la ciencia ficción de la ola feminista, encabezada por Úrsula K. Le Guin y otras que “contaminan” parte de lo que ella escribe.

En estos tiempos de cuarentena, ¿qué libro de ciencia ficción o fantasía de un autor joven cubano recomendarían?

Definitivamente, La marca de Kahim y Lo mejor es soñar, del matancero Raúl Piad, quien durante esta pandemia ha estado extraordinariamente activo y exitoso en materia de premios. Tanto que, junto a Eric Jorge Mota en segundo puesto, le hemos ganado el Hydra por apenas una cabeza. La ventaja numérica de ser dos, suponemos.

Más allá de la página en blanco, ¿quiénes son Yadira y Álex?

Nos gustaría decir que ambos somos escritores a tiempo completo, pero faltaríamos un poco a la verdad. No nos formamos en carreras relacionadas con la literatura. Hemos llegado a ella desde la experiencia y la búsqueda, desde la lectura y la construcción de las historias que hubiéramos querido leer.

Álex divide su tiempo entre su trabajo de creación de contenido y la narrativa. Yadira balancea la escritura con la docencia y la investigación, ahora movida hacia los espacios virtuales. Ambos además cargamos con todas las responsabilidades cotidianas que nos aquejan a todos, más en estos tiempos que se han tornado algo difíciles.

También nos hemos atrevido a asumir un desafío más. Estamos llevando adelante a Realengo +53, un podcast para la divulgación y promoción de la literatura de ficción en Cuba. Es nuestro modesto aporte a la promoción y divulgación, para que otras personas se interesen por leer a nuestros autores de fantasía, terror y ciencia-ficción y aprender sobre la literatura de este género.

En resumen, Yadira y Álex son personas, muy, muy ocupadas… pero felices de ser y estar.


La ciencia ficción nos ayuda a comprender cosas de este mundo

Mientras la pandemia aún azota al mundo, el escritor Denis Álvarez Betancourt comparte su tiempo entre dos grandes pasiones: la ciencia y la escritura. Como autor y como lector, no son pocas las historias que ha regalada al lector cubano y, ocasionalmente, al lector de otras fronteras geográficas. Además, como hombre de ciencias, Denis es en estos momentos parte de un equipo que lleva adelante el desarrollo de uno de los candidatos vacunales contra la covid-19. Esta esperanza podría, en un futuro no tan lejano, desterrar la pandemia de nuestras vidas y hacernos volver a la normalidad tan deseada. Visto así, en estos momentos Denis se asemeja mucho a uno de esos héroes de las sagas de ciencia ficción y fantasía que acompañan sus lecturas y escritura. De la distopía a la esperanza hay un largo camino, que siempre comienza con un primer paso.

Luego de no pocos años de historia del género fantástico en Cuba, en tu opinión, ¿cuáles han sido sus mayores logros y desaciertos?

El mayor logro sin dudas está asociado a insertar lo fantástico dentro de lo que podríamos llamar literatura cubana. Somos una nación de extraordinarios poetas, el género más universal y reconocido desde el siglo XIX, revisemos si no los nombres más ilustres y premiados. En la novela costumbrista, la crónica, el teatro también se pueden identificar grandes escritores y obras. El género fantástico, en cambio, quedó rezagado a pesar del gran legado africano (quizás por el secretismo propio de las sectas y la discriminación del negro y de todo lo que provenía de ellos) y de las leyendas del campo tan bien investigadas por Feijóo. Se fijó el criterio de que es algo menor y poco riguroso, y no se etiquetaron como fantásticas obras que evidentemente lo son —incluso Carpentier y su “realismo mágico”. No decimos, por ejemplo, que Onelio Jorge Cardoso es un escritor de fantasía, pese a que escribió un cuento como “El caballo de coral”. Los güijes, la Luz de Yara, las curas místicas con agua o los patakines cayeron en la categoría de folclor.

Estos temas fantásticos fueron bien acogidos en la literatura infantil, resguardo defendido a capa y espada por escritores que reforzaban la identidad nacional por encima de obras tipo Walt Disney, de donde nos llegaban las otras influencias del género, al menos en mi generación. La reconocida como fantasía heroica, asociada mucho a las tradiciones nórdicas y celtas con dragones, elfos, dioses, etc., no tuvo y apenas tiene una repercusión nacional hasta quizás esta época, aupada por el bombardeo mediático de animados, películas y series y, por qué no decirlo, la increíble labor de Daína Chaviano y compañía, que trajo a Tolkien al público masivo allá por los 80´s.

En el caso de la ciencia ficción (CF), que en general es de menor masividad ya que se requiere entrenamiento para asimilar este tipo de literatura, debe resaltarse la persistencia de autores que permiten hablar hoy de un estilo de CF propio, que asimiló las tendencias mundiales y que se aplatanó con mucha creatividad. Ha pasado por fases sinusoidales que, según mi parecer, dependen de las tendencias editoriales a la vez que de las económicas. A un inicio digamos romántico, asociado a Verne, H.G. Wells o Poe, siguió un boom que dependió de las influencias soviéticas y de la “bonanza económica”, ya que las obras importantes del género del mundo occidental apenas llegaban y eran un coto exclusivo para algunos aficionados. La ciencia ficción soviética que entraba a Cuba con bastante asiduidad marcó diferencias en el abordaje del género respecto a otros cultivadores en América Latina. Debe resaltarse el interés por la ciencia que se generó en el país en los finales de los 70 y durante toda la década posterior, también por influencia soviética. Eso, aunque parezca obvio, no siempre se considera al tratar de explicar los vaivenes de este tipo de escritura en el país. Aquí podemos ubicar nuevamente a Daína y compañía que cultivaron también el género con tintes fantásticos y poéticos no tan asociados a la variante dura.

En los 90´s cayó nuevamente aunque sobrevivió principalmente con el ciberpunk, un período heroico sin apoyo editorial y en condiciones económicas difíciles que condicionaron la existencia de los fanzines y las publicaciones por correo. Finalmente, la etapa actual donde el esfuerzo de autores como Raúl Aguiar y Yoss, entre otros, ha sido sustancial en la formación y estímulo al género, unido a la creación del Centro Onelio que cataliza a autores interesados en este tema, más el apoyo editorial de Gente Nueva, que dicho sea de paso ha acompañado a estos géneros desde siempre. No demeritar a Juventud Técnica de Abril, que mantiene el concurso de cuento y algunas publicaciones.

No abundo en el terror, tercera pata de esta mesa de literatura, si se quiere discriminada porque, al menos en mi conocimiento, está menos reverenciado todavía y después de Oscar Hurtado no tengo mucho conocimiento sobre el tema, pero me parece un género de menor producción.

De todas formas, que se publique una colección como Ámbar, se mantengan concursos como el “Oscar Hurtado” y los talleres literarios, y seamos un grupo amplio de autores que funcionan como un núcleo cooperativo son también grandes logros de los últimos tiempos.

De los desaciertos, en los últimos años, y con ello me refiero al siglo XXI, debo decir que surgieron muchos escritores, no todos con la profesionalidad suficiente. Si bien el resto de los géneros tienen este mismo problema, al ser menos masivo y los decisores no apoyar el género en sentido general, se nota y se amplifica el criterio de literatura no seria. Muy pocas obras de estos géneros fantásticos se presentan a los llamados concursos, digamos, de “alto nivel literario” como el Carpentier o el Casa de las Américas. En cambio, arrasan en los David y en general los concursos que promueve la AHS. Puede y ojalá sea un síntoma de futuro.

La promoción editorial depende de personas con un interés en el género y no de una política editorial, que debe ser lo correcto si de promover la diversidad se trata. Se debe convencer a decisores de políticas culturales insertándose en las organizaciones tipo UNEAC, consejos editoriales, AHS (aunque en este último caso hemos tenido mejor suerte), Casas de Cultura, etc. Como no todo es de afuera, se necesita también un compromiso con el género, sin dejar de escribir otros, por supuesto. Yo no creo que los escritores deban ser “puros”, aunque estos existen y muy buenos. Los géneros se asocian a temas que se abordan con pautas determinadas para trasmitir ideas, sentimientos, experiencias, y el escritor tiene la potestad de escoger. Quizás ya no escriba fantasía, pero se puede apoyar el género de muchas formas considerándolo lo que es: parte de la literatura.

Otro error es que al seguir el llamado mainstream, se peca entonces de falta de originalidad. Casi todos los días se tiene una serie, muñequito, videojuego, que trata de fantasía y CF en TV o computadora. Eso impacta en los jóvenes y los que tienen inquietudes literarias, quienes tratan de copiar estas fórmulas. Normal, pero debe ser compensado con un espacio de buen aprendizaje. Exhortarlos a leer buena literatura, o al menos a leer. Darles herramientas para que logren una superación continua, multiplicando los talleres y que no solo exista el Centro Onelio en la capital.

No sé cómo este tipo de literatura es manejada en los círculos académicos como el ISA, por ejemplo, o las universidades. Hay un vacío de ensayos críticos, en general para toda la literatura pero más aún para estos géneros. A veces hay problemas hasta para hacer las reseñas de las contraportadas de los libros. Sin esa retroalimentación no hay desarrollo posible.

Otro desacierto es la poca interacción entre las provincias. Aunque Espacio Abierto trata de contactar con escritores fuera de La Habana, la incomunicación afecta por el tema de la difusión y la necesaria confrontación entre escritores de un mismo género en el país. Como género minoritario, si se quiere, debe fomentarse una unidad lo más fuerte posible para derribar esos prejuicios con este tipo de literatura. Ese es el principio de toda minoría que quiera que se le considere a escala nacional.

Pudiera comentar otros desaciertos referentes, por ejemplo, a la actividad promocional extrafronteras, los problemas de traducción, las publicaciones en el extranjero, la comercialización de libros y otras, pero quiero darle el mismo peso a aciertos y desaciertos.              

En la actualidad, eres coordinador del Taller Espacio Abierto, ¿qué nuevas coordenadas y horizontes se abren para dicho Taller luego de una década de vida?

Espacio Abierto siguió una tradición de talleres sobre el género que se remonta ya a casi 40 años, desde el “Julio Verne”. Es algo interesante porque creo que el movimiento de talleres literarios sufrió un colapso importante en todas las manifestaciones de la literatura. Pero en este caso, quizás por el contacto intergeneracional creado en torno al género, que en un momento se centró en pocos representantes para su persistencia y estos a su vez estaban “criados” en talleres, hizo que se mantuviera esta variante de intercambio y superación como el método más apropiado para los que se incorporaban. Era una necesidad, que se tradujo en refundarlo una y otra vez. Aunque con distinciones y métodos distintos, se puede considerar que es un solo taller desde el inicial y siempre existieron uno o varios escritores que se transfirieron de uno a otro a lo largo de los años. Compartir con Bruno, Gina, Agustín, Yoss, Raúl, Encinosa, al menos para mí, afirma esa continuidad. El taller ha tenido etapas de inactividad absoluta, pero existe un núcleo que lo mantiene vivo y por ahora con el mismo nombre. Sigue siendo una necesidad para los nuevos escritores; para los viejos es la necesaria confrontación.

El evento y concurso “Oscar Hurtado”, realizados con el esfuerzo personal de todos, cubre la promoción ausente en los medios oficiales. Antes de la pandemia estábamos buscando aproximarnos a las instituciones, apoyar a los escritores del interior, fomentar una variante más recreativa del evento anual, pero eso quedó truncado por la detención de las actividades culturales. En esta situación se ha tratado de establecer plataformas digitales que lo mantengan en actividad, hay una página web, grupos de WhatsApp, etc. Reconozco que por mis limitaciones tecnológicas no uso mucho esas variantes. Pero siempre veo el taller como el espacio abierto para mantener la idea viva y por eso lo defiendo y lo apoyo. Hace poco tuvimos una muestra de lo necesario que es: fue en el primer taller después de la apertura donde por poco nos botan de la sede en la Casa de Cultura “Mirta Aguirre”, por la cantidad de gente, pero eso nos duró poco desgraciadamente. Espero que se reanude todo pronto.

A cuatro manos con tu hermana Yadira Álvarez se escribió el libro Historias de Vitira. Más allá del vínculo biológico que los une, ¿qué intereses escriturales comunes vertieron en esta historia?, ¿existen planes de volver a escribir algún proyecto juntos?

Yadira, lo digo una y otra vez, es mi principal aporte a la literatura cubana. Sin excluir a papá, mamá y abuela, por supuesto. La llevaba a las Ferias del Libro en la Moderna Poesía, en aquellos inicios que ya casi nadie recuerda. Lamentable, por cierto, el estado de esa librería icónica de los que amamos la literatura. Le compraba libros casi todos los días y su entrada al Onelio fue porque encontré la convocatoria y se la llevé. Provenimos de una familia de maestros e incluso mi abuela materna, sin formación escolar casi, leía muchísimo. Eso nos acercó a un hábito de lectura sin preferencias: se leía de todo. Realmente no nos parecemos en los temas que afrontamos a la hora de escribir, en lo puramente literario quizás sí, aunque ella maneja la teoría y el lenguaje mucho mejor que yo. El tema inicial era interesante y eso hizo que la convocara para hacer historias sobre Vitira, o mejor dicho Viganella, pueblo real de los Alpes italianos con una ubicación especial donde el sol no llegaba y deciden poner un espejo. Fue como un juego de variaciones sobre un tema. Después me di cuenta que apenas es distinguible quién de los dos escribe así, parece que entramos en comunión “genética”. Pero por ahora no tenemos planes de repetir algo como eso, quizás en un futuro si encontramos un tema adecuado de interés de los dos. Compartimos muchos gustos, así que algo aparecerá.

¿Cuán relevantes han sido para ti las alianzas con escritores que cultivan el mismo género que tú?

Muy relevante, se aprende mucho en el intercambio y además sirve para inspirarte. Te actualizas de lo que está pasando y de lo que se está pensando. Compartimos libros y recomendaciones de títulos y autores, de series y películas. Pero más importante aún, conocemos de motivaciones, historias personales, logros e insatisfacciones. A veces hay desacuerdos, pero lo podemos solventar conversando y confrontando ideas y experiencias.

Espacio Abierto ha contribuido mucho por su concepción de oír y dejar opinar a cualquiera que se acerque, sin restricciones salvo el género. Conocer a personas que comparten tus mismos intereses es reconfortante, te das cuenta que no eres un bicho raro y que lo que te apasiona también apasiona a otros seres. Es encontrar, dentro de lo diverso, tu pedacito común. Soy científico así que puedo entender la estadística un poco y podemos decir que es, dentro de la distribución, tu clúster específico. También puedes lograr apoyos que se pueden traducir en publicaciones, la meta dorada de los escritores, y más aún en Cuba que tenemos tantas dificultades. 

En el distópico mundo que vivimos, ¿por qué continuar escribiendo ciencia ficción?, ¿para qué leerla?

La ciencia ficción abre mentes, instruye, entrena la creatividad. También contribuye a comprender cosas de este mundo. Dije anteriormente que se necesita entrenamiento para leerla, pero cuando te sumerges puedes encontrar mucho de filosofía, de ciencia real y de esperanza. Te hablo de la buena ciencia ficción, la de ahora y la de siempre. No he leído nada más deslumbrante en su fantasía que Las Crónicas Marcianas, ni nada más filosóficamente aterrador que Frankenstein. Cuando se logra el llamado “pacto ficcional” con el lector para que acepte que se puede montar en una estrella sin quemarse, se pueden trasmitir ideas muy revolucionarias y, al menos yo, al escribir trato de conectar ese mundo al mundo real. A lo mejor existe, pero no conozco el escritor de ciencia ficción que viva en otro siglo u otra estrella, quizás algún viajante del tiempo camuflado. Todos escriben aquí y ahora, así que escriben sobre este mundo aunque ubiquen sus historias en otros planetas, en otros tiempos o en futuros post-apocalípticos.

Es por eso que no creo en subgéneros. Puede tener tanto de literatura como el realismo mágico, la novela histórica o una obra de teatro y ser a la vez fantástica y actual, quizás incluso más actual porque hay que dar un basamento casi científico, casi lógico, y además hacerlo creíble siendo una fantasía. Cuando aparece un dragón ya el lector sabe que leerá algo siempre inexistente, pero si aparece una nave positrónica súper lumínica el lector pensará en algo inexistente pero posible, y obligará entonces al escritor a explicarle si no ha leído nada de eso antes. Por eso es importante el entrenamiento.

Eres un autor que ha tenido una presencia bastante continua en las dinámicas de las antologías. ¿Qué beneficios puntuales han traído, para más de una generación de escritores, el hecho de asociarse a través de un proyecto literario?

Las antologías contribuyen a darte a conocer pero, más que eso, dan la posibilidad de publicar. Los escritores necesitan que se le publiquen, porque es la única manera de que se conozca su obra en un círculo más amplio que el suyo habitual. Después que se le reseñe para tener la contrapartida crítica y saber si está bien o mal. Los que como yo escriben corto —me cuesta llegar a las 15 páginas en un cuento—, no tenemos mucho tiempo para dedicarnos a la literatura como quisiéramos, y agrupar tantas historias como para hacer un libro propio completo lleva mucho tiempo. Me tardé casi tres años en completar Llueven piedras en el valle del Alquim, para no hablar del tiempo que transcurrió hasta su publicación este año.

Las antologías, en cambio, tienen una dinámica más rápida. Pongo el símil de la música: sacas el single para ir adelantando con el público y después el DVD. También te impone retos: al proponerse un proyecto, tratas de cumplir y te pruebas con un tema, algo así como una literatura a pedido, a veces escabroso y complejo como en la antología Sexbot. Sexo en clave de CF. Lo otro es el acceso a las editoriales. Los antologadores tienen contactos que canalizan tu obra y se encargan de tareas tales como la impresión, los contactos con los revisores, etc. Parte de la pincha que no te toca y, si estás apretado con el trabajo… bueno. Los talleres siempre terminan en una antología y eso también motiva a los integrantes. Recuerdo de los viejos tiempos Contacto, con un listado increíble de autores como Daína Chaviano, Eduardo del Llano, Raúl Aguiar, Alberto Serret, entre otros. Y del “ayer reciente” a Hijos de Korad, con un listado que se consolida con Elaine Vilar, Yonnier Torres, Yadira Álvarez. Es como un sello histórico: pasamos por aquí y dejamos huella. También es una carta de presentación, los escritores noveles quieren también estar en una antología. Recientemente salió E.A Vol. 1 con Abel Roblejo, Daniel Burguet, con muchos de los recientes participantes del taller. Ah, finalmente, me vienen bien los 200 pesos del pago.

Del lenguaje literario de tus primeras creaciones a tu estilo actual, ¿cuáles han sido los cambios más evidentes que percibes, a nivel estético, espiritual y de forma?

Soy un escritor viejo, debí insertarme hace años en la ola de los 80´s, pero circunstancias personales no me lo permitieron. Escribía ciencia dicción cuando tenía nueve años. Recuerdo todavía una novela que perdí que se llamaba El terror de los planetas y cada vez que veo la Estrella de la Muerte de “La Guerra de las Galaxias” pienso que Lucas encontró mi libreta… Todo lo que escribía entonces era muy ingenuo y vinculado a la ciencia ficción soviética que devoraba en aquellas selecciones, no del Reader´s Digest, sino de literatura soviética que dedicaba anualmente un número entero a la ciencia ficción. También existían muchos libros de la editorial Ráduga de gran calidad de impresión y portadas fabulosas. En aquel tiempo conocí a Iván Efrémov, los hermanos Strugatsky, Aleksandr Beliáyev. Se puede decir que ellos marcaron mi estilo, y no solo el mío, el de muchos de los escritores de la época.

Al retomar la escritura, impulsado por el curso de Universidad para Todos, génesis del Centro Onelio, adquirí un conocimiento básico que intuía como lector ávido que soy. También el hecho que tuve una computadora a mi servicio. Pero no es lo mismo verlo que hacerlo: empecé, si se quiere, por temas muy espirituales acerca de la vida y la muerte. Después me propuse escribir una serie de historias realistas que tuvieran un toque fantástico. Los intercambios con Espacio Abierto me permitieron afinar aspectos como las asonancias, el uso excesivo de adjetivos, los lugares comunes… cosas que aún no supero totalmente, pero en el releer constante se van mejorando. Eso es una de las cosas que defiendo y que aprendí con los años. Tu historia madura en el tiempo con la lectura constante, y después se cierra y se deja reposar, exactamente como hay que hacer con la sopa: echas, revuelves, echas, revuelves y al final se deja reposar. Cuando abres la tapa, el olor no tiene nada que ver con lo que sentiste al empezar y entonces puedes decir: “¿realmente fui yo quien la hice? Por favor, que alguien la pruebe”.

Si me valorara como escritor, diría que soy pésimo al empezar a escribir, algo mejor al terminar, casi bueno al revisar. Ahora soy casi un viejo escritor y en consecuencia trato de dosificar más las historias, buscar trasmitir un mensaje, lograr que todo sea lo más lógico posible y, en lo que cabe, lineal argumentalmente.  

¿Cuáles son tus principales referentes literarios?

Muchos. Si hablamos de CF nacional menciono a Agustín de Rojas; si es CF internacional me quedo con Ray Bradbury. De literatura en general, Gabriel García Márquez y Onelio Jorge Cardoso. Pero es una selección de ahora mismo y más de gusto que de técnica literaria. Leo de todo, incluso lo que aparentemente no es atractivo o tiene una calidad dudosa. Creo que de todo se puede sacar una idea, si te pones en el lugar del escritor y tratas de entender qué quiso expresar. A veces es difícil y no siempre consigo completar la lectura, en esos casos me pongo a saltar partes para llevarme la lógica del relato. No creo que tenga un estilo marcado por alguien, es más bien una amalgama de mucho de lo que he leído y vivido.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo?

Pienso en una frase o una situación cuando me aflora, o algo que oigo, o que leo y se me fija no siempre en los lugares adecuados. En cuanto tengo la posibilidad, la escribo en una hoja y la guardo, o inicio la historia. Me gusta escribir sin saltos, me ha ocurrido que después de varias páginas tengo que ir atrás y reordenar temporalmente la historia.

Tengo un final escrito de una novela y no me ha ayudado en nada, me enlentece tratando de guiarla a ese final, así que la experiencia no me ha sido satisfactoria. No tengo método ni horario, así que en eso envidio a Hemingway. Será porque no lo tengo como oficio; si solo me dedicara a escribir, quizás fuera más sencillo. Tengo esos pre-escritos guardados y los voy sacando al azar o cuando me acuerdo de alguno y tengo tiempo. Tiempo es lo que más me afecta. Lo dije antes, leo y releo hasta que creo que está completo. Tallerearlo me ayuda mucho, leerlo en voz alta y que lo critiquen, se lo doy a mi hermana para que lo revise y ya ese es casi el punto final. De todas formas, incluso publicado puedo verle cosas. No sé, quizás en una reedición pueda subsanar el error.

En la historia del género en Cuba, ¿cuál crees es el momento más importante para el actual desarrollo de la ciencia ficción y la fantasía?

Todos los momentos de uno u otro modo son importantes, pero creo que estamos en una fase de reversión de aquellos criterios discriminatorios de literatura menor o de poca calidad. En los últimos diez años se ha logrado un espacio importante desde el Centro Onelio y los talleres, no solo Espacio Abierto, ya que existen algunos en el resto del país; muchos escritores jóvenes que escriben fantástico o CF han irrumpido en el mundo editorial. Lo más importante son los libros. Si ellos existen hay desarrollo. Falta, eso sí, el asalto final a las plazas tipo Premio Carpentier o Casa de las Américas, Hermanos Loynaz, para ya alcanzar el adecuado renombre. El cambio generacional a muchachos criados con anime, dragones, elfos o batallas galácticas que, repito, inundan cada día los medios, le dará al género el lugar importante que se merece.

¿Cómo sería tu lector ideal? ¿Qué le pides a ese lector a la hora de enfrentarse a uno de tus textos? ¿Cómo te gustaría ser leído?

Busco un lector desprejuiciado, atento a los detalles y que vea, más allá de lo tecnológico, la parte humana. En eso nos parecemos Yadira y yo: tratamos de hacer una CF más humana que robótica a pesar de nuestras diferencias temáticas. Al lector que se enfrente a mi obra, que olvide quién lo escribió y se concentre en la historia en sí misma. Justo en ese momento nos pareceremos, ya que yo doy por terminada una obra cuando logro el distanciamiento. No es para vanagloriarme, en un cuento puse una frase de Feijóo que decía: “No leáis apresuradamente porque hay letra minada”; trato en lo posible de no usar frases vacías para rellenar, así que en muchos casos hay que ir más allá de lo escrito. Para mí, la literatura es recreación y aprendizaje. Me gustaría que se me leyera relajado y que mis cuentos se compartieran con amigos para debatir. Que fueran puerta a inquietudes y a las obras de otros escritores.

¿Piensas la literatura como un testimonio fragmentario de la realidad que rodea al escritor?

Sin dudas, por mucho distanciamiento del mundo que se quiera, queda la impronta de tu realidad personal, de tus experiencias, de tus ideas. Un escritor debe ser siempre un ente atento a todo lo que le rodea. Una música, una frase, un árbol, la política, las decisiones, todo es materia prima para escribir. Incluso recluido, utilizará la ventana de los recuerdos, de los libros, de las palabras de su madre. Por eso trato de leer todo, aun obras de dudosa calidad literaria, porque siempre trasmiten algo, un modo de ver la vida desde la óptica de otra persona, aunque solo sea la idea de yo quiero escribir sobre

Tengo un cuento que nació de una conversación ajena en una guagua entre dos hombres digamos marginales; al final uno dijo: “para que veas como una pila de ranas se echaron a un sapo”; o la misma Vitira, que nació de una noticia que leí en la BBC. Veo la literatura como un proceso de sedimentación de la realidad social del momento y las obras son la cristalización de una memoria colectiva. También porque veo literatura en todo, en la música, en la pintura, en los libros científicos, los discursos, las películas. En todo hay una historia, un guion, escrito o no, en la cabeza del que lo hace. Benditos los sumerios que nos dieron este instrumento para reflejar la realidad, pero no se deben desdeñar las fabulosas leyendas que se trasmiten de manera oral de generación en generación. Recuerdo una película donde después de un cataclismo, los jóvenes salvaban al viejo contador de cuentos.

¿Quién es Denis Álvarez Betancourt una vez que cierra la página en blanco?

Cuando cierro la página me siento aliviado ya que expresé lo que quería. Me conecto entonces con lo que me rodea. No tengo la habilidad de concentrarme mucho tiempo y jamás pudiera escribir solo en un espacio cerrado. Pongo el radio. Eso hasta para estudiar. Me limita en parte ya que pierdo tiempo. Pudiera escribir mucho más. En general me gusta el jazz clásico aunque puedo escuchar incluso reguetón, no tengo esa fobia si se quiere elitista. Será porque nací en Jesús María, rodeado de solares, siete solo en mi cuadra.

Creo en la ciencia útil. Todo en la ciencia puede ser útil, aunque solo sea para escribir fantasía, pero me gusta materializarlo en productos que sirvan para mejorar la vida. Tengo la suerte de trabajar en un soporte para la vacuna del cáncer de pulmón, una especie de venganza mía contra los golpes que la naturaleza me dio y que me llegó casi como un empeño divino, pero soy ateo, materialista, comunista más que socialista, porque es el modelo de sociedad perfecta que concibo en mis fantasías. Patriota que cree que no hay intelectual mas elevado que Martí y que su bandera es la más bella del mundo.

Creo en la familia como soporte donde nacen mis inquietudes y logro mi realización como persona. Amigo: lo más fiel que se pueda. Ávido de conocer gente con quien conversar. Sobreprotector porque así me criaron, para proteger más que ser protegido. Un poco autista y vago obligado a trabajar constantemente.