Esperando a Juan Edilberto Sosa mientras leemos El crematorio

Juan Edilberto Sosa parte en el primer poema de El crematorio (Ediciones La Luz, 2018) y antes de que se abra el telón, de una premisa que debemos tener en cuenta para adentrarnos en los rejuegos literarios y hasta teatrales que nos propone su poemario, al decirnos que “este texto (en su totalidad) fue escrito para ser representado y no representativo†y “pueden trabajar títeres, actores y público al unísono o indistintamente / eso queda a merced de Godotâ€.

¿Pero quién es este Godot cuya respiración sobrevuela el cuaderno y del cual penden diálogos, intertextualidades, escenificaciones…? Ese Godot a quien todos esperan y que no vendrá hoy “pero mañana seguro que síâ€, es el mismo de Esperando a Godot, tragicomedia en dos actos del irlandés Samuel Beckett publicada en 1952 y texto clásico del teatro del absurdo.

Juan Edilberto Sosa dirige el grupo de experimentación escénica La Caja Negra, estudia Dramaturgia en el Instituto Superior de Arte (Isa) y tiene publicados por Ediciones Santiago una obra de teatro, El puente amarillo, y un poemario, El plan B es seguir el plan A. Quienes hayamos visto las obras de La Caja Negra podemos entrever la poesía de Sosa y viceversa: este poemario puede –no lo dudo en ningún momento– terminar siendo representación escénica. ¿Estamos frente a un libro de poemas que se sumerge en las amplias aguas del teatro, sobre cuyo edificio conceptual se asientan estos cuatro pilares: espacio, tiempo, actor y público? ¿O se trata de una construcción escénica que logra un sentido poemático? Cualquiera de las dos opciones es válida y por tanto útil.

La poesía –desde hace un tiempo– se resiste a catalogaciones de todo tipo, para ser solo poesía. Lo que sí está claro es que aquí ambas, teatro y poesía, se complementan en las páginas de El crematorio, más cuando Juan Edilberto Sosa decide abanderarse en la experimentación artística, enfrascado en la construcción y de-construcción del texto (del sentido poético y la propia estructura del poema).

Presentación de libros de ediciones la luz en el pabellón cuba durante la feria internacional del libro 2020/ Foto Vanessa Pernía Arias

Muchos de estos versos –que funcionan como escopetazos a bocajarro, golpes líricos desorientadores en el rostro; el poema interrogante como nocauts, parafraseando a Cortázar cuando se refería al cuento– parecen sacados de un monólogo de una de las obras de La Caja negra. Por ejemplo, Leviatán, cuando parte de la mítica bestia marina del Antiguo Testamento creada por Dios y a menudo asociada con Satanás, según leemos en el Génesis, para explorar las relaciones de poder en las sociedades contemporáneas, a través del prisma, por momentos turbio, por otros lúcido, de la locura. O Y los peces salieron a combatir contra los hombres, de la española Angélica Liddell, del cual toma un fragmento como introito del libro. O en la atractiva Bonsái, o en Cartografía para elefantes sin manada, poema dramático de Laura Liz Gil Echenique, donde Sosa explora los entresijos del poder y la sociedad humana desde la experimentación frecuente, a nivel conceptual y de lenguaje, en cada una de sus puestas. Estos versos son complementos de su creación teatral, y viceversa, no tengo duda de ello.

Aquí Juan Edilberto Sosa nos ha licuado a toda velocidad, antes del apagón total y en diferentes recipientes: semiótica, gráficos, poesía, pedazos de pan, Wolfgang Hildesheimer, utilería, imagen, Godot, vestuario, escenografía, Sartre, performance, algoritmos, Eugéne Ionesco, fetichismos, lactosa, páginas en blanco, lógica, zapatos, un TV Krim 218, Beckett, personajes de Esperando a Godot, ideología, mezcla de harina, huevos y azúcar, Joyce, cadáveres, la Cuarta Pared, elementos básicos de dirección, encuestas, Camus, tubos de ensayo, un campo de exterminación nazi ubicado en Bełżec, cerca de Varsovia, capital polaca…

Presentación de libros de ediciones la luz en el pabellón cuba durante la feria internacional del libro 2020/ Foto Vanessa Pernía Arias

En dependencia de las raciones será el resultado final, al cual siempre se le puede añadir sucedáneos. Preferiblemente bébase frío, mientras baja el telón y esperamos la llegada de Godot. Acordamos irnos, es cierto, pero aquí nos quedamos esperando. Seguro llega mañana o si no, vendrá un mensajero con alguna noticia. A lo lejos, el crematorio deja escapar el humo lentamente; pues en la obra de Juan Edilberto Sosa –en su poesía y su teatro, dos piezas de un mismo cuerpo– “todo es parte del espectáculo, incluso lo que no se dice, incluso lo que no se haceâ€.

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