Un universo de versos diversos

Con La flauta de chocolate quedó ligada para siempre al mundo de los versos. Nació en tierra de charangas donde alacranes y gallos viven en guerra perpetua. A esta habanera de Bejucal, ahora en su tercera década de vida, Marylin Bobes la calificó como una de las más importantes poetisas de las últimas generaciones.

Mientras se licenciaba en Letras en la Universidad de La Habana, a Yanelys Encinosa le nacieron sus primeros intentos conscientes de escritura. Hoy, tras la publicación de los cuadernos Del diario de Eva y otras prehistorias (Ediciones Unión, 2008) y (Des)equilibrios y una cuerda para asirse, (EDP University, 2015), y luego de la llegada de un arsenal de premios al talento, ella consagra su nombre en el circuito literario de la Isla.

Pasión y Comodidad

Bien conoce Yanelys los ardides del ensayo, la poesía y hasta de la crítica literaria.

«Con el ensayo siento mayor comodidad, lleva un entrenamiento que me lo aportó la carrera de Letras. Me interesa mucho pensar la poesía,el género que realmente me apasiona, aunque me resulta más cómodo el ensayo porque aporta el componente reflexivo e implica buscar una profundidad, investigar determinados asuntos. El ejercicio de la crítica es un ejercicio de conciencia, y el de la poesía involucra una movilidad de sentimientos, de emociones…la poesía es lo que más me alimenta.

El discurso poético nutre también la propia ensayística. Para mí los dos géneros a veces están fundidos, no puedo deslindarme de la poesía cuando hago una crítica o un ensayo».

Nora abre las puertas a la otredad

Ella, a la vez, trabaja como editora de la revista Amnios, promotora del Centro Cultural Dulce María Loynaz, directora de la Casa de la Poesía de la Oficina del Historiador de la Ciudad, como autora y también como mamá. Y ella, a la par, se siente mujer, se sabe mujer, tanto, que su obra ha sido muchas veces etiquetada de feminista.

«Ibsen, con el portazo de Nora, abrió a la modernidad una visión de la mujer que no se opone a la institución matrimonio, sino a la institución de una familia patriarcal y jerarquizada. Nos dio la idea de que la mujer no estaba destinada a vivir en una casa de muñecas, sino a abrirse al mundo y esas otras posibilidades que como ser humano está llamada a cumplir: las de la realización personal y las de sujeto social abocada a otras esferas más allá de lo doméstico.

»En este sentido, las feministas del siglo xx se condujeron hacia el camino de la lucha por empoderamiento de la mujer. Entiendo que ya ha pasado ese momento del feminismo, en el cual la postura tenía que ser la de reaccionar ante el machismo, considerándonos seres superiores a los hombres, ubicándonos en una relación de oposición como si este fuera un enemigo o un contrario.

»Yo prefiero entender los procesos, ahora en el siglo xxi, de otra manera. Prefiero ver a la mujer como la otra complementaria al hombre, ambos en igualdad de dignidades, pero cada cual con sus particularidades.

»La propia literatura está marcada por esto: yo soy madre, soy poeta y desde esa sensibilidad escribo, pero no en contraposición al hombre, al macho, sino como un complemento. Por eso prefiero calificar mi literatura desde lo femenino y no desde una postura feminista»

Quizá ahora Yanelys Encinosa vuelva sobre las páginas de Dora Alonso y le presente aquellas rimas, todavía iguales, a quienes son ahora sus mejores poemas, a ese par de Carmencitas que le ocupan la totalidad de los días a la escritora: Carmen Alicia y Carmen Sofía, las dos mujercitas que nacieron de esta mujer entera.

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