Yeni Turiño: «La guitarra como arco y la canción como flecha»

Una muchacha intranquila, curiosa, siempre en constante movimiento, como las verdaderas hormigas… La primera vez que la vi cantar fue en el Encuentro de Jóvenes Poetas y Cantores en Bejucal, se escuchaba su Tocadiscos y en el público la acompañaban. Luego nos volvimos a encontrar en la Jornada Literaria Mangle Rojo, y de esa semana de largas jornadas de poesía nació una hermosa amistad.  

Yeni Turiño (Santa Clara, 1998) creció respirando la música, entre acordes y sonrisas, y aprendió a ver el mundo desde la claridad de sus propios impulsos. Con una voz sincera y firme, la niña de la trova, pequeña y menuda, se convierte en luz mientras canta.

Las entrevistas siempre son momentos oportunos para recordar y mirar al pasado. ¿Cómo era Yeni Turiño antes de llegar a la mùsica? ¿Cómo fue el descubrimiento de esa vocación?

La verdad es que siempre cantaba o recitaba. Todavía en la secundaria quería ser maestra, nunca pensé de niña que iba a ser artista. Estuve en ballet y en muchos talleres literarios, pero nunca porque me fuera a dedicar al arte por completo. La verdad es que no sé cómo empecé en la música exactamente, siempre estuvo conmigo.

A los 9 años empecé a aprender guitarra con Anadelkis, una instructora de arte de mi primaria, luego fui a la casa de la cultura y de ahí a estudiar guitarra clásica, no en escuela, sino con un profe muy bueno de acá de Santa Clara.

Como empecé chiquita con la guitarra, no me acuerdo de mi vida antes de eso, siempre estuvieron mis dos primos Yatsel Rodríguez (trovador) y Dairol López (flautista), y la influencia de ellos dos fue esencial para mí. Fue en el preuniversitario cuando decidí que iba a ser trovadora, y que no podía hacer otra cosa.

cortesía de la entrevistada

Santa Clara, tu casa, tus raíces, tu esencia. ¿Qué significa hacer y vivir la trova en esta ciudad?

Es una suerte tremenda haber nacido en esta ciudad. Santa Clara es muy cultural, es una ciudad que te traga, siempre hay algo que hacer: una obra, un concierto, una descarga, una lectura, cuando acaba un festival empieza otro. Hubo personas que me dijeron que iba a bailar en la casa del trompo, y qué suerte que haya tantos trompos acá. Tengo la influencia de todos los artistas de la ciudad, no solo de los trovadores que son quienes me han encaminado por la buena senda.

Además de las relacionadas con el contexto cultural santaclareño, qué otras influencias artísticas han marcado tu obra.

El haber estado en todas las provincias del país, gracias en gran parte a la AHS y demás instituciones, el gran número de festivales que existen por toda la isla, me ha dado la posibilidad de conocer artistas de todos los rincones, y creo que además de tener la influencia de mi ciudad tengo la de Cuba entera.

Cada vez que llego de un festival hago una canción, y es que estos festivales, no solo de trova, han contribuido a que sea cada vez más autocrítica y a que me lleguen conocimientos de todas las manifestaciones, y de todas partes del mundo.

Hay artistas que componen con cierta regularidad, otros demoran años en terminar una canción. Algunos tienen rituales para componer, otros esperan que la palabra los asalte mientras viven. ¿Cómo es tu proceso creativo?

cortesía de la entrevistada

Cada vez que hago una canción surge de forma diferente. No tengo un método para la creación. Hay textos que cuando los escribo sé que van a ser una canción, hay otros, que se quedan en poesía, y no sé cómo los diferencio, es una impresión muy personal que no tengo forma de describir.

Lo que sí tengo claro es que necesito estar en constante movimiento. No puedo encerrarme en mi casa para hacer una canción, necesito renovar mis experiencias constantemente, y estar nutriéndome de otras cosas, por ejemplo, leer, ver películas… Mi principal fuente de inspiración son las vivencias personales, los libros y el cine, en ese orden.

¿Cómo mujer, qué deseas transmitir con tus canciones?

Para mí no existe una diferencia entre la forma de una mujer para hacer la canción y la de un hombre. Estoy segura que lo que en algún momento escribí lo pudo haber escrito un hombre. Tiene que ver con las concepciones personales de cada artista. Yo, como ser humano primero, como mujer después, quiero transmitir un arcoiris de sensaciones que varía en cada persona que escucha la canción. Yo tengo mi mensaje original, este varía según la experiencia de cada cual y lo que cada cual quiere escuchar o decodificar de mi canción.

En el marco de los eventos organizados por la Asociación Hermanos Saíz has recorrido la isla con tu música. ¿Cuánto te han aportado estos encuentros?

A mí me encantan los festivales, y creo que es una forma muy linda de aglutinar a los artistas. De los festivales nacen nuevos proyectos, nuevas inspiraciones, y sobre todo muy buenos amigos que quedan, en ocasiones, para toda la vida. 

Recuerdo que en el primero que participé fue en el Isla Mágica, en la Isla de la Juventud. Ni siquiera me habían invitado a mí, invitaron a Carlos Abreu, trovador de Santa Clara que tenía una banda donde yo hacía los coros. En medio del concierto Carlos me dejó cantar tres canciones que tenía por el momento, esa primera vez la guardo con mucho cariño; hace poco tuve la dicha de rememorarlo yendo por segunda vez, pero al Mangle Rojo. Los festivales son experiencias que se van acumulando de a poco, experiencias necesarias para la creación misma. ¡Y que vengan más festivales!

cortesía de la entrevistada

¿El Longina?

El Festival de festivales. Suena un poco regionalista, para mí lo es. El Longina me permitió conocer los festivales por dentro, lo complicado que es llevar a cabo uno. Cuando eres anfitrión de un festival significa sacrificar tus presentaciones, tu descanso, tu divertimento por hacer que los invitados se sientan como en casa, y la verdad que es una tarea hermosa.

Mi primera canción surgió luego de haber concluido el Longina 2016, había vivido tantas cosas lindas que no dudé en hacer una canción. Es una forma resumida de hablar del Longina, porque si me pongo a contar historias no termino.

Desde el 2017, todos los últimos miércoles de cada mes te das cita en el Centro Cultural El Mejunje, espacio donde desarrollas la Peña de la Hormiga Loca. ¿Cómo surge este proyecto? ¿Qué alegrías has experimentado con él?

La idea fue de Silverio, luego de que canté una canción de Violeta Parra en una jornada por la no violencia contra las mujeres y las niñas. Me propuso tener el espacio y le dije que lo pensaría, entonces empecé a buscar la aprobación de los demás trovadores, no estaba segura de poder hacer una peña con 18 años.

Cuando decidí que empezaría tuve que hacer un cronograma de todas las peñas de la ciudad para que no coincidiera con la de ningún trovador, ni con la programación de El Mejunje. Te digo que en Santa Clara no se para. Entonces, tenía que ser el último miércoles de cada mes, todos los otros espacios estaban ocupados.

La idea del nombre fue de Alain Garrido, una suerte de padre y de maestro que he tenido, y creo que de todos los trovadores de acá. Se quedó “Peña de la Hormiga Loca”, mi laboratorio, invito a cualquiera que me inspire un sentimiento lindo, no solo artistas. El 26 de febrero cumplió tres años. Estoy muy feliz de tener este espacio en mi ciudad y en mi Mejunje de Silverio. (¡Je!)

Una parte de tu obra está dedicada al público infantil. ¿Qué retos supone componer para los niños?

La verdad es que la primera canción que hice para el público infantil y para todo el que tenga alma de niño fue “Canto de hormiga loca”, justo cuando Yaily Orozco comenzó a hacer canciones y a trabajar para los niños. Hice la canción para que ella la cantara y terminé defendiéndola yo también.

Hay que tener cierta magia para dirigirse a los niños, algo que me atrevo a hacer, pero me siento más cómoda cuando tengo a Yaily al lado, ella sí que sabe, nació con ese don.

Tengo el reto de seguir componiendo para los niños. Aunque hay que vivir el presente, hay que dedicarle tiempo también al futuro.

Has publicado algunos cancioneros, algunos en colaboración con otros artistas. Coméntame sobre esta experiencia.

Me encanta cuando varios artistas se unen. El primer cancionero que se llama “Para no sentirme extraña” se publicó en 2019 por Ediciones La Piedra Lunar, una idea de Lorenzo Lunar, excelente escritor de la ciudad que me ha apadrinado y la idea del cancionero fue de él. Entonces convocamos a 15 amigos artistas de la plástica y diseñadores, a cada uno le asignamos una de mis canciones para que ilustrasen el libro a su forma. Fue un trabajo hermoso hecho en colectivo, gracias a La Piedra Lunar.

El segundo cancionero fue realizado también en 2019 por el proyecto cultural-editorial Callejas, de Trinidad. Estos muchachos tienen un trabajo muy admirable y es que confeccionan libros manufacturados, sin fines de lucro, y a partir de esas publicaciones realizan conciertos en su ciudad, todo a partir de la colaboración de amigos. Este libro fue compartido con la poeta trinitaria Dayana Margarita Pomares, una amiga hermosa que hice gracias a este proyecto editorial.

Háblame de Tocadiscos, esa canción que luego se convirtió en proyecto y que estrenó videoclip posteriormente.

Otro trabajo en colectivo, y eso es lo que se quiere en este proyecto, la promoción de la obra de un artista en específico a partir de la colectividad. Estoy muy contenta con el resultado del clip. Tocadiscos es una canción que tiene mi propia visión de un cortometraje de José Luis Aparicio. Recién entraba él a la FAMCA y cuando miré este, su primer corto, me dio tanta alegría que quise hacer una canción. La verdad es que esta composición tiene tres vertientes: el corto, la vida real y dos décimas que Aparicio también escribió, de ahí me llegó todo.

Desde el 2017 has estado participando en el Encuentro de Mujeres Cantoras “Ella y yo”. A tu juicio, qué caracteriza a las mujeres trovadoras en Cuba.

Es un evento muy lindo que Heidi Igualada y Marta Campos han llevado contra viento y marea y que ha ido creciendo en cada edición. Es un evento de mujeres donde no solo hay mujeres. Lo que se quiere demostrar es que la mujer no es minoría en la trova y es que hay un montón en el mundo que desde la canción luchan por sus derechos en países que no los tienen. La mujer trovadora en Cuba es como una guerrera que tiene la guitarra como arco y las canciones como flecha.

tomada de su perfil de facebook

Trovadora en el siglo XXI… ¿Cuáles son los principales desafíos a los que te enfrentas como cantautora en estos días?

Soy el resultado del tiempo en el que vivo, eso siempre lo digo y tengo los retos que van con mi tiempo. Ahora mismo es un reto para mí estar en casa con todo esto de la Covid-19. Nunca había estado tanto tiempo en un mismo lugar y eso me hace sentir bastante mal, te confieso.

Ahora mismo lucho por aprovechar el tiempo al máximo para cuando todo vuelva a la normalidad lanzarme en un montón de proyectos que tengo en mente. Ahora mismo ese es mi reto, imagino que mientras más pase el tiempo más retos me seguirán llegando, pero ¿qué es la vida sin retos?

¿Qué caminos presientes en tu música? ¿Dentro del contexto musical, qué experiencias te gustaría vivir, algún sueño por cumplir?

Tengo muchos sueños, y creo que se han ido cumpliendo de a poco. Lo más cercano que tengo es graduarme, que ya me queda poco, luego creo que me lanzo a grabar un disco. También hay un montón de experiencias que quisiera vivir, quizás realizar una banda sonora, seguir componiendo, viajar, tirarme de un paracaidas, uffff, todo lo que me pase por la cabeza y crea que esté bien me propongo hacerlo.

¿Cómo se define a sí misma Yeni Turiño?

Ya lo he dicho muchas veces, soy una hormiga loca bastante cuerda.

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Lo más Leído

Lo lamentamos. No hay nada que mostrar aún.

Suscripción

Para recibir nuestro boletín ingrese su dirección de correo electrónico