La realidad nos desborda y es necesario retratarla

Lucía Rojas Maldonado es una joven dramaturga y directora de teatro chilena. Vive en Barcelona y habita el mundo de la escena, ese universo que no tiene fronteras territoriales ni idiomáticas sino que se establece como tierra de libertad, como búsqueda de raíces. La conocí recientemente en Cuba.

Compartimos mesa de trabajo y palabras. Intercambiamos ideas sobre libros y e-mails. Formas en que la amistad comienza a conocer nuevos rebordes. Su literatura, a medio camino entre la denuncia ríspida y el abrazo que consuela, donde lo hermoso y lo escabroso se cruzan, es una muestra —un híbrido— de ciertas temáticas contemporáneas.

La mujer —su cuerpo— continúa siendo el centro. A través del correo electrónico, Lucía accedió a responder estas preguntas.

¿Por qué escribir teatro en los tiempos actuales?

Para mí es urgente escribir teatro hoy para decir lo que está pasando ahí afuera, en la calle, en el mundo. Ahora hay temas o debates fundamentales que no se están dando en ninguna parte. No hay discusión que nos ayude a mirar el problema desde otros ángulos, desde todas las posiciones posibles. Es importante crear esos espacios de reflexión y hoy, más que hablar de nosotros, es importante hablar de lo que nos está afectando a todos.

“Yo dialogo con mi escritura porque siento que necesito decir. Y mi manera de hacerlo es escribiendo. Es una conversación conmigo misma, donde aclaro mis ideas. Me pregunto cosas, aunque a veces no tengo repuestas. Escribo sobre temas que no puedo resolver, sobre lo que me perturba, sobre mis fantasmas, mis obsesionesâ€.

¿Cuándo comenzaste a interesarte por la escritura como oficio?

El escribir no estaba dentro de mis planes, pero la vida me llevó hacia allí. Siempre he sentido mucha admiración y respeto por el texto y por eso nunca pensé estudiar dramaturgia. Siempre he leído teatro y como he sido profesora y directora, he adaptado muchas obras. Pero sólo había llegado hasta ahí. Cuando llegué a vivir a España y quise estudiar dirección teatral, vi que existía la posibilidad de estudiar “Dirección y Dramaturgia†y me matriculé con bastantes dudas.

“El primer año escribí una obra de un tema que me conmovió. La historia de una mujer aymara. Lo oí como noticia por la radio chilena y quise investigar más… hasta que escribí la obra completa. La escritura me atrapó, ahora mismo es mi pasión. También siento que en este proceso, en este cambio de vida, la dramaturgia me ha salvado, porque el vivir en otro país ha sido una adaptación compleja a todo nivel.

“Al escribir, me di cuenta que tenía mucho interés por la palabra y por la narrativa, como una necesidad de contar historias y hacer dialogar a los personajes. Y por otro lado, al dirigir sentía que no existían obras que hablaran de lo que yo quería decir, de lo que me inquietaba. La obra que yo quería poner en escena no estaba escrita, por eso decidí escribirla yoâ€.

¿Dónde comienza y termina el trabajo dramático? ¿Cuándo pensar en el escénico?

Como escribo mis propias obras, muchas escenas se completan con los actores en los ensayos, por lo que no tengo bien delineada esa frontera, si es que la hubiera. Para mí emprende con una idea que muchas veces me persigue y obsesiona. Luego de mucha investigación (películas, documentales, libros, música, pintura, entrevistas….) comienzo a escribir y durante este proceso me junto con amigos y con los actores, necesito hablar para ir aclarándome y también escuchar el texto en la voz de otros para saber cómo suena.

“El texto dramático está para ser repensado en el escenario. No es literatura, sino un texto que está concebido para la puesta en escena y se completa en ella. O sea, muchas veces en el proceso de montaje sufre cambiosâ€.

¿Cuáles son los tópicos o temas más recurrentes en tus escrituras?

Las mujeres, como primera necesidad. Me interesa indagar en sus vidas, sus historias, saber lo que piensan. También de alguna u otra manera siempre está presente la naturaleza, ya sea como paisaje o en el lenguaje. Tengo la sensación que, desde pequeña, llevo la naturaleza dentro de mí, como la cordillera, los ríos caudalosos o los pájaros que en mi pueblo decían que predecían cosas, es algo que no puedo abandonar. Es un imaginario muy potente. Por eso creo que brota innato desde mi lenguaje.

“Los espacios siempre los pienso primero como un lugar en la naturaleza y luego en lo concreto. Un desierto puede ser una lavandería y tener un significado poético, metafórico, que pongo como huella en mi escritura, aunque no se vea concretamente en el escenario.

“Hasta ahora el tema de la muerte aparece en mis obras. En unas más profundamente que en otras. Por ejemplo, En Boca de Lobo y Petra, la muerte está muy presente, casi como un personaje más. Y en el texto que estoy escribiendo ahora, trato el tema de las desapariciones de ciudad Juárez, donde una mujer desaparecida habla desde la muerte o desde el limbo, tratado como una especie de transición de la muerte: ideas muy cercanas al budismo, doctrina que no practico aunque me interesa indagar en esa ideaâ€.

¿Es el texto una partitura fija para el director o solo un pentagrama de notas alternativas para que este elija?

El texto dramático tiene muchas posibilidades de ser puesto en escena, tiene muchas capas, mundos, ideas por donde explorarlo y el director es el que elige cómo darle vida. Al final, el texto queda en sus manos y es él quien tiene la última palabra.

¿Qué opinas de la alternativa del dramaturgo como director de su propio texto?

Creo que es una buena alternativa, sobre todo cuando eres director y necesitas decir algo que no está escrito en ninguna parte. A veces es necesario decirlo con tu propia voz. Y si hay un grupo de actores que tienen la misma inquietud, esa idea se refuerza y se lleva a escena, que es lo que me ha pasado a mí.

¿Cuáles son las principales búsquedas y carencias de la dramaturgia y de las poéticas escénicas actuales?

Veo en algunos dramaturgos jóvenes, la búsqueda y la exploración de nuevos lenguajes y la exposición de nuestra realidad social, nuestros desgarros, de una manera que parece a veces cruda o violenta y muchas veces incomoda, pero me interesa. Generalmente son temas cotidianos y universales, que se han contado toda la vida, pero el tratamiento es otro, hay un acento en cómo se cuentan las historias. No es el qué, sino el cómo se relatan los hechos. Comparto esa búsqueda. Me motiva. Aunque lamentablemente estas propuestas a veces llegan a salas pequeñas y están muy poco tiempo en cartelera.

“En los grandes teatros de Barcelona echo de menos planteamientos más profundos sobre lo político. Hay poca opinión en el escenario. Necesitamos más riesgo. El teatro tiene que estar cerca del pueblo y ayudar a crear opinión de la realidad. Falta compromiso de los artistas con respecto a lo que estamos viviendo en términos políticos y sociales. Hay que enseñarle a la gente que el teatro no solo entretiene sino que también crea conocimientoâ€.

¿Los concursos de dramaturgia en la actualidad satisfacen las expectativas del escritor joven?

Algunos sí, aunque depende del concurso. Hay unos muy serios y dan visibilidad al trabajo del dramaturgo, pero en la mayoría de los casos la difusión de la obra ganadora es bastante escasa, tiene poco alcance. Además, lo que buscan los dramaturgos es que su obra sea difundida y pueda llevarse a escena, pero esto no siempre ocurre.

¿Existen rasgos que diferencian la dramaturgia que realizan las mujeres y los hombres?

Creo que hay una diferencia de raíz ligada a las distintas fisiologías y órganos sexuales, donde las emociones y el placer se viven totalmente diferentes. Las mujeres cuando escribimos lo hacemos desde el cuerpo, desde la experiencia de ser mujer, desde nuestro imaginario y naturaleza. Esto crea una forma de tratar los temas de manera distinta.

“En muchos casos, ha sido esta visión del mundo la que ha renovado la escena, con temáticas sobre la maternidad, la relación materno filial, la mujer en la guerra, el parto, la prostitución, el envejecimiento, la educación, entre otros, plasmando en ellos una nueva mirada, por ejemplo, de los autores clásicos o la revisión de los roles o estereotipos.

“Esto es necesario para completar la visión del mundo,  ya que la historia hasta ahora se ha relatado sin la voz del cincuenta y tres por ciento de la población, que son las mujeres. Escribir como, de y sobre mujeres, enriquece la dramaturgia, el teatro y el mundoâ€.

¿Cómo experimentas la dramaturgia desde un cuerpo femenino?

Desde que escribo tengo mucha más conciencia de ser mujer. Desde este oficio aprendí que el “deber serâ€Â  tiene un gran peso en las mujeres. Hay estereotipos que son muy difíciles de cambiar y que son juzgados por toda la sociedad, solo porque lo dice una mujer. Hay que tener valor para romper esa barrera en la escritura y atreverse a hablar de temas tabúes. No estamos acostumbrados a que una mujer trate ciertos temas con dureza o, por ejemplo, que aborde un personaje con crueldad. Pero no hay que olvidar que a veces la realidad nos desborda y es necesario retratarla, mirarla desde todos los ángulos posibles.

¿La escritura envejece?

Si. Envejece cuando nos obsesionamos con ciertos temas y solo escribimos sobre eso, son idea fijas que nos perturban y no nos dejan avanzar. También cuando nos acomodamos al lenguaje o a una manera de narrar, la que tal vez nos ha dado buenos resultados. Creo que para no envejecer hay que estar siempre en la búsqueda de nuevos códigos, lenguajes y temáticas que nos desafíen, que nos inciten a arriesgar.

Muchas veces se ha hibridado el teatro con otros géneros dentro de una escritura determinada. ¿Crees en lo teatral “purasangre†o piensas que adaptarse a estos nuevos tiempos de múltiples influencias es un elemento positivo para la dramaturgia?

La dramaturgia va de la mano con la narrativa y la poesía. Creo que mis textos tienen mucha influencia de estos dos géneros que han enriquecido mi universo, mi imaginario y también mi lenguaje. Son elementos muy positivos para la dramaturgia. Yo vengo de una tierra de poetas y la poesía chilena para mí es un referente muy importante del cual no me puedo alejar… tampoco quiero hacerlo. 

¿Existe una determinada “canonización†de algunas figuras de la dramaturgia; incluso, de algunos autores/as que ya no se encuentren activos o que quizás han visto pasar lo mejor de su etapa productiva?

Sí, este tema es una realidad y sobre todo en España, donde la canonización de los clásicos es muy fuerte. También está la canonización de dramaturgos actuales, casi todos hombres, que marcan un tipo de escritura, que impone una manera de hacer, de decir, de narrar.

“No puedo ajustarme a un canon que restrinja mi visión. Es importante crear una mirada crítica personal y forjar un camino propio. Ese es el teatro que me interesa, el que se sale del canon, el que rompe los códigosâ€.

¿Cuál es el punto de cocción perfecto de una obra de teatro?

Me cuesta mucho decidir cuándo una obra está lista. Soy bastante insegura en eso. Pero en algún momento hay que dejarla caminar sola. Pruebo las obras en el escenario y son los actores los que me ayudan a comprobar cosas y decidir. Pero a veces también influye la fecha de estreno: debes soltar y confiar que la obra se irá acomodando por el camino.

Quisiera que conversaras de la experiencia del Seminario de Arte y Discapacidad, y del documental como proyecto de inclusión que habla de la situación de las personas con discapacidad en Chile.

Trabajé 12 años con personas con discapacidad física y mental. En el año 2000 creé la compañía Teatro Inclusivo, donde hicimos tres obras. De aquí nacieron proyectos de mucha envergadura, incluso llegamos a realizar un montaje frente al palacio de gobierno. Fueron estas acciones las que me llevaron a crear un documental La Inclusión Punk. Registramos el día a día de los actores, sus ensayos, a los que llegaban religiosamente dos veces por semana, muchos de ellos en transporte público. Allí los podías ver desafiando las barreras arquitectónicas, las que eran tan difíciles de vencer como las barreras sociales. Este documental estuvo un par de años en el canal de los diputados, para dar visibilidad al tema y sensibilizar a la población.

“Siempre he creído en el arte como camino de sanación del ser humano y de la sociedad. Y si bien el teatro tiene una dimensión terapéutica, quise arriesgar en mi trabajo como pedagoga y directora —digo arriesgar porque no sabía bien si funcionaría— e ir más allá de lo conocido por mí. Buscar, explorar juntos como compañía, con la certeza que ellos también podían crear y expresarse a través del teatro, sin barreras. Buscar en sus cuerpos —algunas veces deformes, desviados, afásicos, inertes— la belleza, la expresión, la manifestación de la creación…eso es en definitiva lo que nos regala el arte.

“Junto a lo anterior, hicimos un Seminario Internacional de Artes Escénicas, Salud y Discapacidad (Chile, Argentina, España). Invitamos a un grupo de expertos a dialogar y fundamentar la importancia de la práctica artística y expresiva para la salud y el desarrollo individual de las personas con discapacidad. Sentía que ese diálogo no estaba en ninguna parte, necesitaba encontrarme en esos circuitos oficiales, relacionarme con otros profesionales y compartir nuestras experiencias para aprender, para avanzarâ€.

¿Cómo valoras la salud del género dramático en Chile?

Chile goza de excelente salud. Hay muchas voces nuevas que han surgido desde distintas partes del país. Eso es muy bueno, porque Chile es diverso en cultura y era importante descentralizar el teatro y tener una representación más amplia de artistas. También veo que hay un compromiso de parte de los directores, dramaturgos y creadores en general, con la tarea de encontrar nuevos lenguajes, desde una revisión de las bases de la cultura actual. Ahí puedo ver una valoración del lenguaje chileno, de su forma de hablar y su expresión. Hay un discurso verbal sustentador de la realidad social muy identitario.

“Siempre he sentido que en Chile, el teatro tiene un alto compromiso social. Un teatro reflexivo y una respuesta casi inmediata a lo que ocurre en la calle. Muchas veces esto ha tenido su riesgo: me refiero a la época de la dictadura. He crecido con este tipo de teatro que ha ido evolucionando en su estética y lenguaje. Me gusta, porque desde fuera me puedo dar cuenta que tiene un sello muy personal y eso me motiva a explorar, como señal de identificación. También veo que cada vez más hay una profesionalización de los técnicos (luz, sonido, maquinaria, gestión) así como también muchas más salas muy bien implementadas. Eso aporta calidad y otros lenguajes a la escena nacional.

“Todo lo anterior ha sido una tarea de años, hecha a pulso por muchos artistas, maestros y maestras que han dejado un legado importante. Me siento muy orgullosa de esto, porque este movimiento está siendo parte del desarrollo cultural e intelectual de Chile. Y ahora que el teatro es una asignatura en los colegios, creo que crecerá aún másâ€.

Eres una autora chilena que escribe y vive en España, ¿De qué manera tu identidad lingüística y discursiva se ha visto impactada por este hecho?

Han aparecido otras temáticas y discursos en mi escritura, así como también he encontrado otros lenguajes. Sin duda se ha enriquecido bastante. Ha tenido un impacto positivo. El insertarte en otra cultura siempre es una ganancia. También ganas mucho al conocer a otros creadores y artistas. Aunque el adaptarme al idioma (catalán) ha sido un proceso difícil, sobre todo por la escritura, ya que a veces me he quedado al margen de conversaciones, sobre todo en lugares académicos, he ido poco a poco adaptándome.

“Pero para mí todo tiene que pasar por el cuerpo y por la experiencia, para entender y luego crear. En España existen otras preocupaciones, el escenario político está muy agitado y cuesta mucho entender ciertas cosas. Me impactan los temas de represión hacia los artistas, el alto índice de desempleo, la corrupción, entre otros. Eso afecta a toda la sociedad. Es un escenario nuevo para mí, me interesa mucho mirarlo de cerca y desde aquí comienzan a salir cosas… eso lo puedo ver en el nuevo texto que estoy escribiendoâ€.

Como parte de las jornadas de La escritura de Las Diferencias, recientemente pudiste observar algunos procesos de escritura y escénicos que se gestan en Cuba y el mundo, ¿qué valor le das a encuentros como este?

Estoy encantada con lo que he vivido en Cuba. Es una experiencia potente. El ser parte del festival de Teatro Femenino, La Escritura/s de Las Diferencia/s, conocer a mujeres directoras, dramaturgas, actrices y creadoras de todos los países participantes, es una vivencia enriquecedora. Además el lugar le da un marco mucho más relevante al encuentro, lo engrandece.

“Casi todas las mujeres teatristas que congrega el evento, están haciendo cosas muy interesantes en sus países, son embajadoras del trabajo de las mujeres a nivel internacional. Me alegro que Chile esté presente y forme parte de la organización, porque también creo que tenemos mucho que aportar.

“En cuanto a las compañías cubanas que prepararon los montajes de las obras ganadoras, son un verdadero ejemplo de rigor, humildad y talento. Es un placer ver las interpretaciones de los actores y actrices en el escenario, la mayoría muy jóvenes. Tuvimos la oportunidad de escuchar a algunos grupos compartiendo sus experiencias de montaje y me llamó la atención la opinión que tenían de los textos, ya que para ellos son historias alejadas de su realidad, como el tema de Eva Perón o del Estado Islámico. Veo mucha calidad artística, actores inteligentes, reflexivos y sencillos. Esto tiene un gran valor para mí, por eso los aplaudo doblemente.

“Siento mucha admiración por la vitalidad de la cultura cubana. La televisión está llena de entrevistas a diferentes creadores que hablan de sus trabajos y de los Festivales Internacionales de Arte, que solo en La Habana deben superar los cinco por año (Música, Teatro, Cine, Danza). Aquí puedes ver el valor que le da el país al arte y la cultura. La gente siente a sus artistas cercanos, como parte de su patrimonio, de su herencia cultural. Los admiran y defienden. Esto es maravilloso y conmovedor.

“Esta experiencia me deja muchos aprendizajes. Los artistas de la Mayor de las Antillas aman lo que hacen, le dan valor. Creen en sus maestros y los acompañan. Hay un cariño muy grande por la profesión, la cual está hecha a mano cada día, porque los recursos escasean y los artefactos tecnológicos no existen. Sin embargo, con alegría y virtuosismo nos hacen soñar. Los artistas se paran en el escenario desnudos, con amor nos regalan su ofrenda y acogen el aplauso del público con humildad y mucha dignidadâ€.

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