Elizabeth Soto entre el amor y la incomprensión maldita

Elizabeth Soto (Holguín, 1985) publicó por Ediciones La Luz su primer poemario: Escritos sin rabia, libro que abarca las zonas más desenfadadas y naturales del erotismo, pero que se sumerge en la realidad circunstancial del poeta que habita esta isla/balsa/país/generación.

Un poeta que asume la realidad como acumulación de vivencias, dolores, esperanzas y añadiduras, pero además como gestación y posterior alumbramiento de la vida y la felicidad: miro el reloj y me aterroriza su paso acelerado/ miro su rostro y solo pienso en el reloj/ cuánto nos queda.

Elizabeth asegura que su mejor poema se llama Luna, ese “verso” que tuvo nueve meses dentro de sí y que ahora ocupa buena parte de sus días. Conocedora de la lingüística, diagramadora en La Luz, poeta del detalle y la perspicacia, esta joven holguinera es también traductora del francés y amante de la música y el cine de este país europeo.

Fotos cortesía de la entrevistada

A propósito de Escritos sin rabia, Elizabeth conversa –un diálogo para nada a sotto voce– sobre la literatura y la vida, intereses y proyectos recientes, con el Portal del Arte Joven en Cuba.

Elizabeth, ¿cómo llegas a la literatura? ¿Cuándo sabes que tienes precisamente que transmitir lo que piensas y crees a través de la palabra escrita?

Siempre tuve inclinación por las letras, desde muy pequeña memorizaba versos; cuando te digo muy pequeña te estoy hablando con dos o tres años y de eso hay grabaciones testigos en la familia. Cuando llegué al IPVCE me di cuenta que lo mío eran las humanidades. Es cierto que tuve muy buenas profesoras de español siempre, lo que fue importantísimo para saber esclarecer en esas edades tan definitorias qué es lo que pretendes hacer con tu vida profesionalmente.

El tiempo destinado al autoestudio lo empleaba en escribir y leerme libros de gramática; muchas veces mis amigas me regañaban por estar leyendo a Otilia de la Cueva, Rafael Seco, y otros teóricos, cuando en realidad había prueba de química o física. Escribir en ese entonces me liberaba de miedos y añoranzas.

Hace poco publicaste Escritos sin rabia, bajo el sello Ediciones La Luz. Hablemos de esta primera experiencia, cuéntanos sobre el libro y su proceso de “gestación”…

Gestación es la palabra adecuada porque lo terminé de escribir embarazada, o más bien lo completé, porque estaba casi terminado. Mi libro, como dice el poema que lo introduce, es un nexo con la vida y precisamente mi fuga de todas esas realidades que nos cuesta aceptar.

Has dicho incluso que Escritos sin rabia significó un “sacrificio”…

Lógicamente, todo proyecto implica un sacrificio. Desde pequeña me hicieron entender que las cosas no solo se logran con talento sino con el empeño y la entrega. Jamás mis padres me hicieron un regalo por obtener buenas notas, y lo agradezco; esa humildad que se va forjando te hace comprender el mérito alcanzado. Además, llevamos una vida agitada por las carencias de toda índole, el mundo en su perspectiva de caos, escribir, encontrar el momento ideal para el proceso creativo no solo depende de ti cuando atañen tantas responsabilidades, tienes que tener un respaldo familiar fuerte para que te puedas dedicar a algo que no resuelve problemas concretos. Me refiero a que la poesía es luz para el alma pero no digestión para el estómago.

Hay varias cuestiones en tu poesía –en los poemas que te he escuchado leer en algunos momentos– que quiero subrayar: un penetrante sentido de la observación, incluso hacia las cosas más elementales; un erotismo que desborda lo trascendente para acercarse más a lo cotidiano; un tamiz de ironía que sobrevuela, sutilmente, varios poemas…

Hablemos un poco de esto… ¿Qué deseas expresar y qué esperas recibir de la escritura?

No tengo propósitos marcados, solo estados de ánimos que me permiten expresar en el momento exacto mi satisfacción o no con todo. Es propio de mi temperamento establecer una empatía enfermiza con todo lo que me rodea en aras de ayudar. Encontrar versos ajenos que me organicen el vaivén de pensamientos es para mí un placer indescriptible, de solo recordar esa sensación sonrío…

Me parece que el tema erótico se ha alejado un poco de la joven literatura cubana y tú vienes y te pertrechas en él de la forma más sencilla y cotidiana, como precisamente viene a ser lo erótico, lo amatorio…

Soy buena amante, cuando me declaro estar enamorada me entrego sin miedos, tal y como soy. El erotismo para mí significa inteligencia, somos una raza hábil, pero me incomoda ver el sexo desligado del amor, ver tantas personas tener relaciones sexuales solo por ganar en experiencia, no lo concibo.

La intertextualidad está también presente en Escritos sin rabia, intertextualidades no solo literarias, sino también relacionadas a las artes visuales… ¿Qué autores consideras imprescindibles a la hora de conformar una antología de influencias personales?

Creo que con tantas historias contadas es casi imposible no tener referentes inmediatos que influyan hasta en tu modo de vida. Mi sensibilidad está descrita en las artes plásticas, en una parte del cine francés y por supuesto en la literatura. Pero esa es mi sensibilidad, la he ido descubriendo yo sola. Pudiera sugerirte aquellos autores que me han marcado, pero que perfectamente no tienen por qué sensibilizar a otros. Por ejemplo, cada cierto tiempo tengo sed de Carilda, Alejandra Pizarnik, Vallejo, Wisława Szymborska, Borges…

Eres lingüista de formación y el poema básicamente está formado por estructuras lingüísticas… ¿Cuánto te aporta esto en el ejercicio de la escritura?

Todo. La lingüística te da las herramientas para la construcción cabal del texto, lógicamente te limita un poco en el proceso creativo, pero es fundamental.

Trabajas como diagramadora en Ediciones La Luz, el mismo sello que publicó tu primer poemario. Coméntanos sobre las particularidades de este trabajo y su importancia en la hechura final del libro…

Comencé a trabajar con Luis Yuseff después del proceso editorial de mi libro, antes había trabajado como correctora. El trabajo de diagramación requiere de mucha exquisitez, hay que velar porque se cumplan las normas editoriales ortotipográficas y aunque es un trabajo propiamente del diseño editorial y no precisamente para alguien de formación lingüista como yo, me gusta porque formas parte de esa luz, que no es más que el libro impreso.

¿Qué aporta el trabajo de traducción del francés a tu formación como escritora, conociendo que la traducción literaria es un terreno hermoso pero al mismo tiempo complejo y cargado de sutilezas?

Para mí ha sido un desafío y considero que estoy en los pasos iniciales de ese largo camino que es la traducción, tampoco sé si permanezca haciendo traducciones que aunque me posibiliten estar en la piel del otro y estar más cerca del poeta, me roba muchísimo tiempo para la creación que es mi principal empeño.

Eres madre de Luna, una preciosa niña que, incluso, has considerado tu mejor poema, y en tu poesía también está presente la maternidad… ¿Crees que un poeta deja parte de sí en lo que escribe? ¿Hasta qué punto un escritor va “dejando su vida” en la escritura?

Yo puedo hablar de otros y de mí al mismo tiempo, puedo incluso mezclar experiencias y me parece válido. Escribir un poema a veces puede ser tan agotador como un parto, siento que te desgarras, sobre todo esos poemas que nacen de experiencias profundas o devastadoras. Sin embargo, hay otros que disfrutas como un orgasmo, que te proporcionan sonrisas infinitas.

Fotos cortesía de la entrevistada

Obtuviste mención en el Premio Adelaida del Mármol (2012) y América Bobia (2013). Desde entonces iba madurante Escritos sin rabia… ¿Cuándo sabes que un poema está terminado? ¿Cuándo sabes que un libro ha cobrado su cuerpo, la consistencia necesaria para su “vertimiento” en letra impresa?

No lo sé a ciencia cierta, esa es la parte en la que confío a ciegas en el editor, un libro debe marcar una dramaturgia y a veces el poeta que ha creado tanto no tiene en su mente el esqueleto tan acomodado. Los reconocimientos me han servido para conocer a otros poetas y lograr más afinidad con sus versos, me ha servido para acercarme a la literatura de mi generación.

Como hemos visto eres una ávida lectora, trabajas, además, en un sello editorial cuyo principal objetivo es publicar a los jóvenes escritores… Me atrevería entonces a preguntarte cómo valoras la literatura escrita por los jóvenes cubanos actualmente.

Es una pregunta bastante abierta, porque yo vivo mi introspección, me acerco a la literatura de los otros por accidente, por sugerencias, pero sin valoraciones, me refiero que no soy de las que compiten, solo aprecio y de veras siento una alegría enorme cuando veo que un contemporáneo obtuvo el verso luz, ese que te cambia el día. Interesante se torna también encontrar que hay tantos modos de escribir en ambientes similares, eso siempre me impresiona.

Sé que te has acercado a la narrativa, aunque sobrevenga en ella una marcada voz poética… ¿Qué posibilidades expresivas crees que te brinda la narrativa?

Libertad plena, en el sentido que tienes la posibilidad de ser muchos otros a la vez, siendo tú misma. La ficción me apasiona, la que habla de la realidad no vivida. Siendo niña y ya un poco grande, recuerdo que a quien único le gustaba escucharme era a mi abuelo; mientras otros me censuraban de mentirosa, mi abuelo disfrutaba mis historias. Una vez quisieron llevarme al psicólogo y le dijeron a mi madre que no lo hiciera que probablemente yo iba a ser escritora, que no tenía nada.

¿Proyectos? ¿Sueños? ¿Metas? Aquello que nos puedas adelantar…

Expandir la familia, aumentar su amor por ella si es que se puede y escribir, narrar, y todo el tiempo dar gracias a Dios…

Después de ver publicado tu primer poemario –el sueño de quien se acerca en cuerpo y alma a las letras–, qué es para Elizabeth Soto la poesía…

Amor o incomprensión maldita.

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