Y si nos quedamos demasiado quietos…

Esas personas de existir anónimo en un pueblito de campo, las que cuidan un almacén, venden leña, se ahogan en el alcohol, malversan recursos o juegan a la bolita como parte de una realidad que sobrevive a las soluciones gubernamentales y las ideologías, esas que han perdido a alguien que aman… entre otras, esas son las personas que interesan a Yunier Riquenes García; ellas son quienes respiran y hablan en su novela, La quietud, recientemente publicada por Ediciones La Luz.

Desde la foto de la cubierta en tonos grises, se pueden prever los colores de las historias y su materia viva. Pero siga adentro, pase donde Emilio se ha de quedar «quieto, muy quieto», y usted se habrá de preguntar hasta qué punto espere en la incredulidad y el miedo, y usted, tal vez, también se quede de piedra en la esperanza, que no es final revelador sino cortina de humo sobre la libertad de la imaginación inflamada por el apego a este hombre y su pena, por la afinidad humana (cubana) de estar al tanto de esas cotidianidades.

Sea usted los ojos de ese narrador en tercera, mutante a la primera sobre todo en la emoción, en la empatía con el conflicto del protagonista. Pronto se gastarán esas ciento treinta y tres páginas en un suspiro lento, inmedible, como esos golpes que duran más en la memoria que la carne. Sea testigo del tino en la construcción del ambiente precario y en apariencia inamovible, puede que ciertamente difícil de cambiar porque los personajes se han amoldado a este existir en la planicie del que es consciente de su problema y no hace nada por resolverlo, lo sufre porque es su vida. Y quizás ese mensaje nos duela, nos resulte ofensivo en el ego de quienes creemos estar por encima de esos asuntos, y aún con la soga apretándonos el cuello levantamos la mano para confirmar que todo está bien.

La quietud está habitada por una Cuba que existe en números reales, contantes y sonantes. La novela, sin pretensiones formales que excedieran su contenido, muestra una falsa calma que puede preceder a la tormenta; pero reflexiones aparte, lea usted, haga las suyas y ojalá entre todos logremos evitar los truenos y granizos, y nos quedemos quietos a recibir la lluvia en esta tierra rodeada de agua y llena de sequías.

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  • Muchas gracias por tu comentario, Milena. Esta novela gracias a Ediciones La luz me ha dado varias alegrías. La primera escribirla y moistrar los hombres d ela Cuba profunda, de la que somos más… Allí están las generaciones perdidas, el sueño y el futuro…
    M encantó tu lectura, y quiero agradecer al equipo de Ediciones La Luz, otra vez, esta es la primera novela que s epublica en esta excelente casa editora. Y para más suerte, recibió en la pasada feria Internacional del libro de La habana, el Premio Puerta d epapel.
    Y el mejor premio es que este libro encuentre lectores, como está sucediendo.
    Circula raramente, pero a quienes les interes me pueden escribir, y ya veremos qué hacemos.
    Recuerdo a mi personaje Emilio, un hombre que es maniatico con las tetas de las mujeres, no puede tener hijos, pero ahí están otros personajes. recuerdo cómo construí a Emilio con muchas entrevistas y observaciones…
    Recuerdo esta novela que escribí entre el año 2005 y 2010.
    Gracias, Milena, y gracias a este portal por publicarlo.

  • Todavía no he tenido la oportunidad de leer la novela, pero creo haberla vivido un poco, creo haber escuchado las historias, hasta la obsesión de las tetas de Emilio me suena familiar. Ya estuvimos allí, ¿verdad, Yunier?
    Gracias a Ediciones La Luz, sé que realizan un gran trabajo.

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